03 Semntica, Sintctica y Pragmtica

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La semántica, sintáctica y pragmática visual 1 Unidad 2. La semántica, sintáctica y pragmática visual. Augusto Solórzano La dimensión semántica, sintáctica y pragmática del signo. Adviértase que la semiótica considera el estudio del signo desde tres puntos de vista o tres direcciones esenciales. Agregando a lo anterior, la “tridimensionalidad” del signo, es un concepto básico para el estudio semiótico del cual hace parte la semántica, la sintáctica y la pragmática. Cabe señalar que esta perspectiva de estudio del signo fue propuesta en 1946 por el semiólogo norteamericano Charles Morris. Para precisar en qué consiste cada uno de estos términos y observar cómo están interrelacionados se presenta a continuación una definición precisa de cada uno de ellos. Como es sabido, la semántica estudia básicamente la descripción del sentido de la lengua. Palabras más o palabras menos, ésta es una ciencia que analiza la manera en que un significante se asocia directamente con un significado. De ahí que se diga que su preocupación principal es la de adaptarse al modelo de diccionario. Al respecto conviene decir que cada vez que se busca el significado de una palabra en un diccionario, se apela a ella. A propósito, el término semánticoproviene del griego semaino, el cual, remite precisamente a “significar” y, a su vez, a sema, es decir, a “signo”. Este vocablo era originalmente el adjetivo correspondiente a “sentido”, por lo que tácitamente puede decirse que es el estudio de los cambios de sentido al cual se someten las palabras. De ahí que le defina como el estudio que busca asociar un significante con un significado. Mientras tanto, cabe destacar tres órdenes principales correspondientes a los problemas semánticos: a) el ámbito psicológico que atiende a la pregunta de por qué y cómo nos comunicamos, qué ocurre en nuestra mente y en la de los demás cuando nos comunicamos y cuál es el mecanismo psíquico que se hace presente en el proceso de comunicación. b) El ámbito lógico que intenta explicar cuáles son las relaciones del signo con la realidad, cuales son las condiciones en la que un signo se aplica para que éste llegue a comunicar y cuáles son las reglas que garantizan una verdadera significación. c) El ámbito lingüístico en el que se estudia cómo cada sistema de signos sigue al pie de la letra reglas específicas en relación a su naturaleza y su función. Ahora es oportuno definir la sintáctica. Ella hace referencia al conjunto de reglas que organizan las relaciones entre los signos. En razón suyo es que se coordinan y unen los signos de manera precisa para que éstos tengan sentido. A causa de ello, si por ejemplo se dice la oración “Pedro robo dinero a Juan”, ésta no significa lo mismo que “Juan robo a Pedro”. En conclusión, el componente sintáctico determina la relación formal entre los signos con independencia de las

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La semántica, sintáctica y pragmática visual

1 Unidad 2. La semántica, sintáctica y pragmática visual.

Augusto Solórzano

La dimensión semántica, sintáctica y pragmática del signo.

Adviértase que la semiótica considera el estudio del signo desde tres puntos de vista o tres

direcciones esenciales. Agregando a lo anterior, la “tridimensionalidad” del signo, es un

concepto básico para el estudio semiótico del cual hace parte la semántica, la sintáctica y la

pragmática. Cabe señalar que esta perspectiva de estudio del signo fue propuesta en 1946 por

el semiólogo norteamericano Charles Morris. Para precisar en qué consiste cada uno de estos

términos y observar cómo están interrelacionados se presenta a continuación una definición

precisa de cada uno de ellos.

Como es sabido, la semántica estudia básicamente la descripción del sentido de la lengua.

Palabras más o palabras menos, ésta es una ciencia que analiza la manera en que un

significante se asocia directamente con un significado. De ahí que se diga que su preocupación

principal es la de adaptarse al modelo de diccionario. Al respecto conviene decir que cada vez

que se busca el significado de una palabra en un diccionario, se apela a ella.

A propósito, el término “semántico” proviene del griego semaino, el cual, remite precisamente a

“significar” y, a su vez, a sema, es decir, a “signo”. Este vocablo era originalmente el adjetivo

correspondiente a “sentido”, por lo que tácitamente puede decirse que es el estudio de los

cambios de sentido al cual se someten las palabras. De ahí que le defina como el estudio que

busca asociar un significante con un significado. Mientras tanto, cabe destacar tres órdenes

principales correspondientes a los problemas semánticos:

a) el ámbito psicológico que atiende a la pregunta de por qué y cómo nos comunicamos,

qué ocurre en nuestra mente y en la de los demás cuando nos comunicamos y cuál es

el mecanismo psíquico que se hace presente en el proceso de comunicación.

b) El ámbito lógico que intenta explicar cuáles son las relaciones del signo con la realidad,

cuales son las condiciones en la que un signo se aplica para que éste llegue a

comunicar y cuáles son las reglas que garantizan una verdadera significación.

c) El ámbito lingüístico en el que se estudia cómo cada sistema de signos sigue al pie de la

letra reglas específicas en relación a su naturaleza y su función.

Ahora es oportuno definir la sintáctica. Ella hace referencia al conjunto de reglas que organizan

las relaciones entre los signos. En razón suyo es que se coordinan y unen los signos de manera

precisa para que éstos tengan sentido. A causa de ello, si por ejemplo se dice la oración “Pedro

robo dinero a Juan”, ésta no significa lo mismo que “Juan robo a Pedro”. En conclusión, el

componente sintáctico determina la relación formal entre los signos con independencia de las

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2 personas que hablan y de las relaciones que ellas establecen con las cosas significadas. Es por

esto que en la vida cotidiana se dice por ejemplo “tus ojos son preciosos” y no “ojos tus

preciosos son”, pues ésta manera de organizar los signos lingüísticos carece de coherencia.

Todavía cabe considerar al último componente de la llamada tridimensionalidad del signo, la

pragmática. Ésta se define como un conjunto de reglas que determinan las relaciones entre el

enunciado y las personas que participan del proceso de la comunicación. Cabe señalar, que su

foco de análisis tiene que ver, precisamente, con el estudio de las relaciones y contextos en el

que signo opera. Quizá sea útil mostrar un ejemplo sencillo y mirar a través de él, la manera en

que la pragmática actúa. Supóngase que alguien viaja a una ciudad que nunca antes ha

visitado y al intentar dirigirse al hotel, se ve perdido en medio de una multitud. Siguiendo el

sentido común, lo primero que esta persona haría para encontrar su rumbo es preguntarle al

primer transeúnte que pasa por su lado la dirección precisa del hotel. El dialogo entre el

paseante y el transeúnte podría aproximarse a lo siguiente:

Buenos días, perdone usted señor, por casualidad sabe ¿donde está ubicado el hotel “X”?

Sucede que una vez abierto el diálogo, el emisor de esta sencilla pregunta quedaría

estupefacto si el receptor se volviera a él y le contestara: “Si, efectivamente sé dónde queda”

sin dar ninguna otra explicación.

Acaece, no obstante, que tanto la pregunta formulada por el turista como la respuesta que da

el nativo son correctas, en términos prácticos, el objetivo de la comunicación no se logra. Cabe

concluir la presencia de un juego de intereses para los cuales, la intención que prima, es la de

obtener la información precisa que le permita al forastero llegar al hotel.

Este ejemplo, basta para comprender cómo el contexto pragmático en ocasiones se aleja

sustancialmente del repertorio semántico. Como bien puede intuirse desde ya, el sentido real de

la comunicación difiere del sentido que brinda el análisis léxico. Con esto está dicho que, en la

vida cotidiana, prima el contexto pragmático, en tanto determina cuales son las intenciones

reales que se pliegan en los mensajes. El ejemplo más significativo de esto se presenta cuando

se aprende otro idioma. Realmente, el cultivo de otra lengua se basa en el conocimiento de un

léxico y una semántica precisa, que se ven opacados cuando las personas enfrentan

situaciones concretas en las cuales, las palabras adquieren y conducen a significados que no

habían sido presupuestado.

Planteada así la cuestión, la tridimensionalidad del signo podría ser explicada así:

Cuando se encuentra en un diccionario la palabra “choza” su significado tiene una dimensión

semántica aislada, ya que a través de ella se relaciona el significante y significado. Si la misma

palabra, se encuentra dentro de una frase, como por ejemplo “Voy a construir una choza

grande”, el significado es definido parcialmente pues se califica una cualidad del objeto. No

obstante, la situación particular en la que aparece esbozado el signo lingüístico “choza” es aún

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3 insuficiente para dar cuentas claras del “volumen” y el “tamaño” de la vivienda. En realidad,

esta cualidad del objeto depende del contexto y el sujeto concreto que la emplee. Si por

ejemplo, se trata de un arquitecto que está haciendo una maqueta, el calificativo de “grande”

es muy distinto al que emite un jefe indígena al planear la construcción de un lugar que

albergue a toda su comunidad. En este caso, la función pragmática se encargada de

determinar la correcta interpretación de la expresión.

En resumidas cuentas, ya se ha visto cómo la sintáctica estudia las relaciones entre los

significantes y los significados. De otro lado, se analizó brevemente la forma en que los

repertorios de signos ordenan sus elementos. De igual manera, quedó claro que la pragmática

hace referencia a las relaciones que un signo mantiene con otros signos dentro de un contexto y

que éste determina el significado. Planteada así la cuestión, se deduce que la pragmática,

estudia los contextos en los que el signo se usa como vehículo efectivo para la comunicación y

expresión de una serie infinita de emociones que regulan el comportamiento de las personas en

la sociedad.

Ahora interesa extraer de lo dicho que la dimensión semántica, sintáctica y pragmática opera

para todos los sistemas de signos. Entre ellos, el visual. En lo que sigue, se mostrará que si bien, el

concepto de tridimensionalidad del signo fue pensado por Morris para el campo de la

lingüística, su postulados abran una puerta de entrada para abordar el estudio de los signos

visuales.

La implicación pragmática.

Un aire de semejanza existe entre la pragmática lingüística y la pragmática visual. Como bien lo

demostró la teoría comunicativa del siglo XX, la condición primaria para que algo llegue a ser

tenido en cuenta como mensaje es que ese algo sea destinado para alguien en particular.

En efecto, si una imagen significa algo, lo significa para alguien que encuentra en ella un

sentido preciso en relación al contexto. Esta sencilla observación, indica que el significado de

cualquier signo está ligado por completo a un código y el código es, ante todo, la herramienta

básica que determina las leyes de operación del signo.

Antes de pasar adelante, conviene señalar que antecedente del llamado giro pragmático1 es

Charles Morris. Recapitulando, el proceso semiótico que este autor plantea, se basa en la

formulación de tres tipos de reglas: reglas de formación, es decir, cómo algo se convierte en

signo, reglas de transformación, cómo se transforma el signo en un contexto preciso y la regla

1 La sintaxis es el punto de partida de la semántica, ya que para estudiar las formas de significación y sus

problemas es preciso admitir primero ciertas expresiones a las cuales haya de atribuirse aquella significación,

y para distinguir las expresiones aceptables (bien formadas) de las inaceptables (mal formadas) es necesario

conocer o establecer ciertas reglas de formación. A su vez, la semántica es una base necesaria para la

pragmática, ya que el uso que se hace del lenguaje presupone el manejo de los significados atribuidos a los

signos que se empleen

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4 pragmática, brecha entre la formulación precisa de un signo y el uso que a éste se le da. Ya se

advierte que esta última traza, abre la dimensión pragmática. En ella se tiene en cuenta cómo,

en determinadas circunstancias, el intérprete de un signo reafirma o desdice un hábito

interpretativo. De esta suerte, es que un intérprete determina o no, en qué condiciones un signo

le permite desarrollar una acción precisa, hacerse una idea clara de algo o tomar una decisión;

en otras palabras, recibir un mensaje y proyectar una respuesta que implica formarse una idea

de algo o de alguien.

He aquí un detalle que merece atención; hablar de la pragmática visual, es hacer referencia a

una parte de la semiótica que establece, una relación entre lo que significa una imagen y sus

diferentes niveles de interpretación y sentido que pueda llegar a tener dentro de un contexto

específico. Naturalmente, esto implica analizar el signo en relación a los usos que en un

momento determinado se hacen de la imagen, así como también, los múltiples efectos que

producen y determinan conductas específicas en relación al contexto en el cual aparecen.

Otro rasgo de la pragmática visual, interrelaciona la intuición intelectual del diseñador gráfico

con la subjetividad que caracteriza ciertas experiencias que son compatibles socialmente. Así

por ejemplo, se está haciendo uso de la pragmática de la imagen cada vez que el diseñador

proyecta posibles interpretaciones que el público puede hacer de su trabajo gráfico.

Dado que la imagen está presente en todo contexto cultural, el ámbito de la pragmática visual

es bastante amplio y sirve para muchos propósitos. Suele olvidarse, pero allí donde operen los

procesos fisiológicos del acto de hablar, los análisis psicológicos, etnológicos y sociológicos

comparativos entre los hábitos lingüísticos de distintas personas o grupos sociales, la pragmática

de la imagen tiene un campo de acción específico. De hecho, podría decirse que donde la

imagen opere con un fin comunicativo determinado e influya en el comportamiento de quien la

lee (bien sea a nivel de información, de pregunta, de pedir o solicitar algo, de insultar, de

persuadir, de dominar, de halagar, de ordenar, de despreciar, de engañar o bien de

entretener), tácitamente la pragmática esta accionando en todo su esplendor.

Resumiendo: A diferencia de lo que podría pensarse en un primer momento acerca de si existe

una separación entre estas tres dimensiones, vale señalar que no. Por el contrario, ellas

mantienen un alto grado de solidaridad que les permite entrelazarse, mezclarse y fundirse para

que los signos puedan ser entendidos por quienes participan del proceso comunicativo.

Precisamente, es sobre su interrelación solidaria que se pondrá el foco de interés, a fin de

estudiar de mejor manera la operatividad del signo visual. A manera de conclusión de este

aparte, se infiere que la dimensión sintáctica es la resultante de la imbricación semántica, una

relación que su vez abre paso a un significante complejo o molecular, que permite hacer una

lectura de los signos dependiendo del contexto en el que éstos se hallen. Esto indica que ya que

no es posible llegar a actualizar el significado de un signo sin conocer los significados de los

signos atómicos que circundan a su alrededor; el significado de una palabra o de una imagen,

se precisa a partir del contexto en el que una y otra hayan sido pronunciada o mostradas.

Baste lo anterior para dar paso al estudio detallado de la semántica.

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La semántica

Puede entenderse la semántica en la imagen como la relación que existe entre un gráfico

cualquiera y el significado tácito que éste motiva en el receptor. Ilústrese lo dicho con el icono

de un carrito de supermercado, que indica el lugar donde se encuentran parqueados una gran

cantidad de estos objetos. De modo esquemático, piense también en la imagen de la papelera

del computador. Ambos casos son buenos ejemplos de la manera en que un signo es portador

de un mensaje plenamente reconocible por los usuarios. Ciertamente, la semántica visual hace

las veces de un catalizador de las formas para determinar el cómo éstas deben expresar con

claridad y precisión un significado que será captado por los distintos receptores en un momento

dado.

Ahora se comprende por qué, la relación gráfico-mensaje está fundada sobre la triada de la

motivación, la denotación y el significado. En otras palabras, puede decirse que todas y cada

una de esas preguntas que giran en torno a la semántica, tales como el ¿qué?, ¿con qué? y

¿para qué? de la imagen, apuntan a develar aspectos claves sobre la relación que existe entre

el significado y el significante en el signo gráfico. En conclusión: lo que el signo dice

objetivamente en su literalidad y el significado o sentido que éste produce en la mente.

Las constantes semánticas.

Todo diseño gráfico está estructurado sobre la base de ser una herramienta comunicativa

portadora de una idea que se materializa en una imagen. Se diría, pues, que, el sentido de esta

idea (lingüística o gráfica), emerge de un juego de relaciones que se establece en un momento

dado entre el significante, el significado y la función.

Será pues oportuno, dar la vuelta a la página de la historia y retomar brevemente los postulados

de Ferdinand de Saussure, cuando afirma que un signo se hace perceptible una vez

interactúan los significantes, los significados y la función significativa. La imbricación de estos tres

elementos, es conocida como la “constante semántica” y reposa sobre la base teórica de que

ste- sdo y función significativa, se presentan de manera conjunta y no pueden ser separados

arbitrariamente, en tanto que el consorcio funcional del significante se destruiría por completo.

Al llegar aquí, se destaca que el significante es el elemento portador de un concepto (la

imagen), el significado corresponde al mensaje que contiene el significante (el cual puede estar

cargado de connotaciones), mientras que, la función, es el objetivo para el cual fue diseñado el

significante (persuadir, informar, ordenar, identificar etc.)

Para entenderlo mejor, tómese en consideración este sencillo ejemplo gráfico.

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Se dirá pues que en este caso, el significante apunta a señalar la presencia de un modelo de

tiempo que se puede percibir directamente. El significado, corresponde a la idea de tiempo

que se tiene en la mente del signo visual representado, en este caso a través del icono del reloj,

mientras que, la función, realza el objetivo de informar la presencia de un lapso de tiempo

concreto de seis minutos, que son necesarios para desarrollar una situación particular de la que

no se tienen mayores detalles. Planteada así la cuestión, puede decirse que la “constante

semántica” guarda un estrecho vínculo con la “eficacia del signo”, en tanto que, logra hacer

visibles en el acto comunicativo la cara del significante y la cara del significado como tal.

El diseño de significantes

Es interesante advertir que en el diseño gráfico, existen tres grupos de significantes clasificados

conforme a la manera en que han sido elaborados y también a la función que éstos

desempeñen.

Aquí se observa que en el quehacer del diseñador, es frecuente que algunos de sus productos

se limiten a ser simples reproducciones de un mismo significante. Esto es precisamente lo que

ocurre en el caso de una marca que debe ser adherida a distintas piezas gráficas, tales como

bolsas, tarjetas de presentación, vallas, papeles menbreteados y demás. En esta situación en

particular, el diseño de significantes está limitado única y exclusivamente a la “copia” que,

aunque es necesaria, se enmarca en la re-producción continua de una misma imagen que se

proyecta sobre soportes distintos.

Al contrario, en otras ocasiones, la tarea del diseñador se enfoca más al desarrollo de nuevos

significantes, cuya pretensión principal es la de propiciar un cambio de paradigma con

respecto a un conjunto de piezas gráficas o productos de género. Al respecto conviene decir

que de este caso se derivan dos matices muy puntuales. El primero de ellos, gira en torno al

desarrollo de significantes novedosos y vanguardistas, cuyo impacto novedoso los hace

incomprensibles, razón por la cual, son rechazados por el público receptor. Al contrario, el

segundo, la novedad, se inscribe dentro de parámetros comunicativos y convencionales muy

precisos, que permiten su entendimiento.

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7 A modo de resumen, puede decirse que existen diseños de significantes que integran los

sistemas vigentes y carecen ostensiblemente de la creatividad, otros que rompen los cánones

establecidos creando con ello confusión y desconcierto y, otros tantos en los que el diseñador

hace aportes y propicia opciones novedosas de diseño siguiendo los parámetros

convencionales y comunicativos.

El reconocimiento semántico.

De tiempo atrás, Ferdinand de Saussure había notado cómo el proceso de percepción de un

signo, dependía factores lógico-formales que incidían de manera precisa en el significado y la

percepción del signo. Puede afirmarse que ese “carácter lógico formal” está presente en la

selección que se hace de una tipografía, los colores asociados a eventos específicos, los

tamaños de los productos gráficos y tantas otras cosas que inciden de manera puntual en la

lectura e interpretación que un receptor hace de un signo. Obsérvese cómo, en un momento

dado, de pedírsele a un diseñador gráfico que seleccionara una tipografía para un perfume de

mujer, seguramente haría uso de unas letras delgadas y de unos colores que connotaran la

femineidad, pues la convención social así lo ha estipulado durante mucho tiempo. Sorprenderá

tal vez, que pueda presentarse la ruptura del paradigma y el perfume sea publicitado a través

de colores oscuros o llamativos que resaltan letras gruesas y fuertes. Aún así, la constante, sigue

dictando ciertas normas que son muy difíciles de revertir, precisamente porque el carácter

lógico formal, es el que nos permite diferenciar un objeto o una imagen de otra similar.

En concreto, en la vida cotidiana, los códigos de reconocimiento tienen una incidencia

importante sobre el accionar práctico. Puede imaginarse que si se mostrara varios felinos (gatos,

jaguares, tigres, linces, leones etc.) y sobre ellos fuera necesario identificar el rasgo particular que

los identifica, necesariamente habría que apelar a lo que Umberto Eco denomina “aspectos

pertinentes”: conjunto de factores de reconocimiento que facilitan la obtención de un

significado preciso. Por caso, lo minúsculo del gato, la mancha redondeada del jaguar, la raya

del tigre o la melena del león, harían las veces de esa identidad sensible que nos permite el

proceso de identificación propiamente dicho.

Sintáctica.

La sintáctica visual está referida específicamente a la relación que mantienen los significantes

entre sí, en lo que se conoce como “la estructura formal” y a la relación que éstos guardan con

su propia estructura cobijada bajo el nombre de “estructura relacional”. Esto equivale a decir

que mientras la primera se enfoca hacia el estudio de todos y cada uno de los elementos

visuales que integran la figura o forma de los significantes, la segunda se focaliza en el estudio

de las relaciones que hay entre los significantes como parte de un sistema de comunicación.

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8 En el mundo de la imagen, la sintáctica puede ser abordada desde las leyes estéticas de la

percepción que durante tanto tiempo han sido estudiadas en lo que se conoce como la

“estructura armónica”, o también, desde el funcionamiento de las normas de visibilidad

“sistemas visuales de comunicación”. Por ahora, es menester asegurar que en el primer campo,

se pretende determinar cómo se lleva a cabo la correcta percepción de la forma, mientras que,

en el segundo, el objeto de estudio analiza cómo se relacionan adecuada o inadecuadamente

unos significantes con otros dentro de un mensaje. Estos dos horizontes interpretativos han dado

lugar a extensas teorías acerca de cuáles herramientas sintácticas son más pertinentes para la

trasmisión de los mensajes visuales. Conviene subrayar que en el juego del diseño creativo, la

oposición a estas reglas proporciona resultados asombrosos y que dada la flexibilidad de éstas,

es posible que en muchas oportunidades, el diseñador gráfico logre nuevas configuraciones

sintácticas que funcionan a nivel comunicativo y terminan por ser aceptadas por el público

receptor. Ilústrese lo dicho con las siguientes imágenes:

Estructuras sintácticas.

En particular, cada vez que un diseñador o un espectador se encuentra frente a una serie de

elementos gráficos que han sido agrupados de forma ordenada, clara y precisa y, cuya

intensionalidad refleja una idea o un concepto, se está frente a una estructura sintáctica

portadora de un mensaje concreto. En resumidas cuentas el orden de los elementos gráficos se

lee de forma inmediata como un todo, sin importar si se trata de puntos, líneas, contornos,

dirección, tono, color, textura, l proporción, dimensión o movimiento.

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Los procedimientos sistemáticos y asistemáticos.

En la estructuración sintáctica quedan definidos dos tipos de procedimientos, los “sistemáticos” y

los “asistemáticos”. Bajo esta perspectiva, se dice que los “sistemáticos” se valen del uso

constante de símbolos independientes, que aun a costa de su autonomía, se integran dentro de

unos códigos definidos que sirven para sustentar una comunicación constante y clara. Por

supuesto, el código de tránsito se convierte en un ejemplo relevante, al igual que los códigos de

la cortesía.

De otro lado, se encuentran los procedimientos de estructuración sintáctica de carácter

“asistemático” en los que el uso de los símbolos, figuras y signos puede variar libremente gracias

a que carecen de significados preestablecidos que los restrinjan a la constancia. Claro es, que

para un diseñador gráfico cuyos intereses apunten hacia la infografía, tendrá que vérselas

constantemente con la primera categorización, mientras que, alguien que trabaje en el campo

de la creación de imágenes referidas a las marcas o la publicidad, su campo de acción se

desarrollará dentro de esta segunda categoría.

La pragmática

Frente a un gráfico, cualquiera que éste sea, la intuición relaciona una serie de ideas o

imágenes que llegan a la mente gracias al proceso de semiosis ilimitada que estructura el

pensamiento. En definitiva, traer a la mente imágenes, es en últimas dilucidar distintas

posibilidades interpretativas sobre un mismo hecho percibido por la vista, pero un hecho que se

halla inscrito dentro de un contexto especifico con la intención clara y precisa de motivar una

acción o un pensamiento. En gran medida, el desarrollar una acción puntual a partir de una

imagen, depende del poder de persuasivo, de la estrategia comunicativa que haya trazado la

mente el diseñador y de la lectura de contexto que haga el intérprete en un momento

determinado.

Hasta aquí, determinar cuáles son los comportamientos precisos que tiene o tendrá un intérprete

particular frente a una imagen, representa uno de los mayores retos para un diseñador, quien en

muchas ocasiones desconoce o hace caso omiso del contexto en el que será dispuesta la

pieza gráfica para motivar la acción. Habrá quienes piensan que un intérprete es alguien pasivo

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10 que acata una serie de informaciones. Más ocurre que alrededor de una imagen, se generan

comportamientos a veces impredecibles que muchas veces están ligados a los olores, sonidos,

imágenes y otras tantas cosas más que convergen en el contexto y que, en ocasiones llegan a

cobrar más validez comunicativa que la misma pieza gráfica. Apreciar un menú que

visualmente resulta ser muy impactante para el sentido de la vista, se puede ver

completamente opacado, si por ejemplo, en el restaurante, pasara un ratón, una cucaracha o

simplemente sucediera algo inesperado que hiciera rechazar la comida.

Apréciese así el contraste entre la interpretación pragmática que se hace de un signo y las

reglas que previamente han sido codificadas y materializadas en imágenes por el diseñador.

Cabe señalar que la complejidad y el extenso universo de posibilidades interpretativas que se

encierra en la forma en que cada interpretante asume los significados, es para los estudiosos de

la pragmática un reto constante: cada vez que intentan construir un instrumento que permita

hacer una interpretación pragmática del contexto, el fenómeno ya ha cambiado radicalmente.

Como se indicó al comienzo del texto, la pragmática visual es una disciplina cuyo estudio es

muy reciente y se dedica básicamente a analizar cómo un lector determina cuál es la

información que vincula una imagen en el estudio de una situación y cómo dicha información

conlleva el desarrollo de una acción, la adquisición de una nueva información, conduce a la

elaboración de un juicio, despierta un determinado sentimiento o promueve un cierto tipo de

actitud frente a algo o a alguien.

Como una vertiente de la semiótica, la pragmática actúa como el motor que promueve las

relaciones entre la imagen, el receptor y el contexto donde ésta se inserta. Palabras más o

palabras menos, esta parte de la teoría comunicativa puede ser considerada como un campo

de estudio que investiga los fundamentos semióticos, antropológicos, sociológicos y sicológicos

que se encuentran en la base misma del uso de la imagen. Con esta idea a la vista, puede

decirse que, en torno a la pragmática se enlazan actores, enunciados y contextos como

condiciones necesarias para que el acto de comunicación finalmente adquiera sentido.

Gran parte de la pragmática visual es el resultado de una serie de interpretaciones que los

semiólogos han hecho de la teoría pragmática propuesta tiempo atrás en el campo de la

filosofía y la lingüística. Queda aclarar que para explicar la manera en que los usuarios o lectores

hacían uso de las imágenes se requirió de la construcción de un sólido andamiaje teórico en el

ámbito lingüístico.

Recuérdese que en La década de los sesenta del siglo pasado, prevalece un marcado interés

por mostrar que los procesos comunicativos que las personas del común llevaban a cabo en su

vida cotidiana no dependían directamente de un conjunto de reglas gramaticales que, en

teoría, les permitían desarrollar los procesos comunicativos correctamente. Rápidamente,

pensadores como Searle, Austin, Sperber y Wilson, Grice, entre otros se dieron cuenta que en el

proceso comunicativo siempre había un rezago, un uso retórico de las palabras, un “algo” no

dicho, un gesto, un significado distinto etc. que, en ocasiones, tenía más valor comunicativo que

un conjunto de frases organizadas correctamente. Sorprende comprobar que en la década del

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11 setenta, la propuesta de Noam Chomsky se convertirá en el ojo del huracán teórico, tras afirmar

abiertamente que muchas de las cuestiones que se intentaban dilucidar en los actos comunicativos

quedaban lejos de las posibilidades de un estudio riguroso del uso del lenguaje y de las reglas de

escritura y habla dispuestas correctamente. Nace así una nueva corriente que revoluciona la

lingüística o estudio de la lengua denominada el “generativismo”, una teoría que,

paralelamente a las reglas gramaticales que propenden por la escritura y habla correctas,

concibe además unas reglas de universales de uso cotidiano. En razón de ellas, cualquier

persona adquiere la capacidad innata de producir y entender el lenguaje. Gracias a estas

máximas es que realmente se aprende a hablar con las demás personas y seguirlo haciendo en

el diario vivir. Si miramos al detalle, nos hallamos frente a un verdadero giro copernicano y frente a

un cambio radical del paradigma lingüístico que tendrá serias repercusiones en todos los campos

del saber entre ellos, por supuesto, el campo visual. La semiótica como metateoría que colinda con

la filosofía del lenguaje, con la psicología individual, con la psicología de la percepción, la

psicología social, la sociología etc. dejará de considerar que la gramática es la disciplina

encargada de explicar los actos comunicativos. Con ello se abre la puerta para que la pragmática

ocupe este lugar y este presente a la hora de explicar el funcionamiento interno de los distintos

códigos culturales.

Cae por su peso, que lejos de ser un componente abstracto de la teoría lingüística, la pragmática

se ocupa de una serie de disciplinas donde opera la significación, ese conjunto de reglas que

permiten atribuir un significado preciso a todos y cada uno de los elementos que estructuran el

mensaje. Así, la fonología, la morfología, la sintaxis o la semántica, al igual que las distintas disciplinas

que relacionan el lenguaje con la realidad extralingüística, tales como la psicolingüística, la

sociolingüística o la neurolingüística, requieren de la pragmática, en tanto posibilita describir los

procesos de funcionamiento del signo al interior del seno de la sociedad y también de dar cuenta

de la relación que la significación tiene y mantiene con el conocimiento y la acción.

Con esta comprobación, su estudio ha traspasado las fronteras de las palabras y por eso hoy es

posible hablar en día de función pragmática de la imagen. Dispuesta como una herramienta

que sirve para entender y explicar el funcionamiento y la implicación de los signos ligados a los

procesos de comunicación, el mundo gráfico vuelca su mirada sobre ella. Con esto en mente,

se considera que a través suyo, será posible entender de mejor manera la forma en que una

imagen despierta un sentido preciso en un receptor y cómo ésta requiere de una coherencia

interna que se adecue a un contexto preciso para que el mensaje sea percibido sin

interferencias. En conclusión, para explicar la manera en que se establece un sentido real entre

el mundo y los signos visuales. Se abre así un panorama de estudio para que los diseñadores

visuales empiecen a medir de forma objetiva los alcances de la relación signo-interpretante y

para entender que cualquier decisión que se tome en el plano visual tendrá repercusiones

puntuales en la forma en la que el receptor acata la información.

Si bien es cierto que el uso del lenguaje está regido por reglas precisas, en la vida cotidiana

éstas reglas se presentan como algo borroso, como fragmentos dispersos que

permanentemente son unidos a través de un proceso de semiosis ilimitada que permite

Page 12: 03 Semntica, Sintctica y Pragmtica

La semántica, sintáctica y pragmática visual

12 conectar de forma objetiva (denotativa) y subjetiva (connotativa) las cosas, los pensamientos y

las imágenes más dispares. Para fortuna del mundo visual, el esfuerzo interpretativo de la teoría

pragmática de la lingüística empieza a dar grandes frutos. El reconocimiento de la imagen

como otra forma del lenguaje comunicativo del hombre contemporáneo, hace que grandes

pensadores provenientes del ámbito de la filosofía, la antropología, la sociología, la psicología

etc., pongan su mirada sobre este vasto universo y hagan aportes indispensables para el diseño

y la comprensión de los procesos de significación.

A modo de resumen: allí donde cualquier forma del lenguaje este fundada sobre signos, la

pragmática aparecerá de manera inmediata para dar cuenta de cómo se desarrollan

acciones particulares alrededor suyo y de la manera en que el contexto influye en la

interpretación del significado. Desde los colores de una bandera colocada a media asta, la

valla colocada a una altura inadecuada para la vista del usuario, los gallardetes de la marina,

la forma de sentarnos en una mesa, los gestos de un conferencista, un escuadrón de policía

formado en posición de ataque, el bostezo de un estudiante en clase y, en general de cualquier

signo lingüístico o visual que trasmita un mensaje en un contexto preciso serán temas

concernientes a esta disciplina.