05018054 LOUIS - Maíz Malvado

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MAIZ MALVADO Adrian C. Louis Ordeñar las pesadillas Querido amor, querido amor dulce y roto: Esta noche estoy bebiendo a grandes tragos las ansiedades lunares de la luna calabaza. A pesar de manos avejentadas sobre ojos temerosos, veo la entrepierna furtiva de los ángeles, la ropa interior de seda brillante pegada a caderas fuertes. Oigo los fantasmas de los búfalos, con ojos enrojecidos, en el viento de la pradera. Las bestias feas y flacas arrancan pequeñas ramas de álamo con el hocico en el lecho seco del arroyo y mascullan en indio. Dulce mujer fracturada, te doy este oasis expectante de sueño que despierta. Acepta estos bailes tristes de memoria rasgada; acepta estos dientes de león despiadados, estas sonrientes canciones amarillas de resistencia que monta a la debilidad. Aquí están las pistolas y las balas, las infecciones y el pus. Estas palabras playas son mis cicatrices, mi amor. Son lo único que tengo excepto el tenue tamborileo de nuestros corazones que tañen mi pérdida ambigua, y el sonido débil, apagado cuando nos besamos en la niebla con olor a pis de tu pesadilla de sanatorio. 1/97

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Louis, Maíz malvado

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  • MAIZ MALVADO

    Adrian C. Louis

    Ordear las pesadillas

    Querido amor, querido amor dulce y roto:

    Esta noche estoy bebiendo a grandes tragos las ansiedades lunares de la luna calabaza.

    A pesar de manos avejentadas sobre ojos temerosos, veo la entrepierna furtiva de los ngeles,

    la ropa interior de seda brillante pegada a caderas fuertes. Oigo los fantasmas de los bfalos,

    con ojos enrojecidos, en el viento de la pradera. Las bestias feas y flacas arrancan pequeas

    ramas de lamo con el hocico en el lecho seco del arroyo y mascullan en indio.

    Dulce mujer fracturada, te doy este oasis expectante de sueo que despierta. Acepta

    estos bailes tristes de memoria rasgada; acepta estos dientes de len despiadados, estas

    sonrientes canciones amarillas de resistencia que monta a la debilidad. Aqu estn las pistolas y

    las balas, las infecciones y el pus. Estas palabras playas son mis cicatrices, mi amor. Son lo

    nico que tengo excepto el tenue tamborileo de nuestros corazones que taen mi prdida

    ambigua, y el sonido dbil, apagado cuando nos besamos en la niebla con olor a pis de tu

    pesadilla de sanatorio.

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    AdministradorCuadro de texto05/018/054 - 97 cop.(Lit. Norteamericana)

  • Moverse del sentido al sinsentido

    Un ao antes del milenio, el sol gordo estadounidense escupe esquirlas ms all de los

    cedros y a travs de las persianas venecianas que compr en K-Mart. Una voz espectral en el

    Mensajero Instantneo de AOL usa la palabra mgica AMOR. Esta voz sabe que amo a otra

    que baila con una enfermedad terminal, pero esta voz est desesperada, confundida, y por el

    amor de Dios, confiesa su deseo de engullir mis gnadas a travs de la Internet! Le digo que el

    dolor est a la vuelta de esa esquina. La voz espectral me ruega que huya de las

    responsabilidades, que busque trabajo para ensear en su ciudad. Opina que me va a ir muy

    bien, quiere que pase de las ligas inferiores a Cooperstown. Si eso es amor, es un amor

    aberrante. A veces pienso que me acosan pero me gusta.

    Esto contina por ms de un ao y me doy cuenta de que no hay nada en la tierra tan

    doloroso, tan lastimoso como la lujuria solitaria de la mediana edad. Est bien, le digo a la voz,

    yo tambin te amo. Pattico. Soy pattico, hombre, y hace ms de doce aos que no tomo

    alcohol, y le hablo a una voz cuyo cuerpo no vi nunca. Sin embargo, le envo mi currculum

    vtae a su escuela resplandeciente en la costa del Pacfico, pero a ltimo minuto acepto un

    trabajo de cosecha en la Universidad del Maz, en las profundidades de las tierras muertas de

    Minnesota, a un da en auto de los grifos deprimentes que ara en la Dakota de la memoria.

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  • Maz malvado

    En mis primeros meses en Minnesota, escucho a un artista de una emisora de radio

    pblica que adorna una chchara nasal, prfida sobre camaradera de la pradera, y no puedo

    evitar preguntarme desde qu planeta lampio est parloteando. Est bien, a simple vista, es

    seguro vivir aqu. Es cierto que la vida es ordenada. Ningn matn urbano con corazn de

    piedra. Sin el barullo terrible de la ciudad que hace sangrar los odos. Pero algo en este lugar

    me da escalofros en los huesos. Bajo el sol y la lluvia, esta tierra de cuadrados pintorescos de

    tierra oscura hace germinar un verde uniforme que mata a todo lo natural de una carretera a la

    otra. Ya ms praderas de pastos altos, ningn rbol autctono; en corrales los indios que antes

    llevaban plumas. El maz malvado y sus amos asesinaron a esta tierra.

    Me despierto a mi primera cosecha en el sudoeste de Minnesota y veo que el maz, el

    grano bsico, la luz de los oscuros estmagos indios durante milenios, se ha convertido de

    sustentador de la vida en destructor de la vida. Cuando le digo a una amiga que el maz ahora

    es malvado, ella suelta una risa ahogada y susurra:

    Oxmoron.

    En la universidad, los que vienen de la ciudad dicen que estn muy contentos de vivir

    lejos de las ciudades y en el campo, pero este lugar no es el campo aunque un manto verde

    envuelva las cuatro direcciones sagradas. Esta es una tierra subyugada, extraamente industrial

    y rural al mismo tiempo. Los campos de maz y de soja se alternan ao a ao. El maz de aqu

    es imponente y alto pero no es la misma criatura que plant Squanto, la criatura con que

    aliment a cucharadas a los peregrinos chiflados. Este no es el maz del shalako de los zui, y

    no es el dador sagrado del polen del que hablan los din.

    [Pgina 16]

    Este no es el maz que plant en la tierra seca de mi infancia. Esta es flora mutante, un

    Frankenstein estadounidense verde nacido de los qumicos y de la codicia. Es dinero de lucro

    para el paladar goloso de Estados Unidos en forma de jarabe de maz, para el tanque de

    combustible de nuestros autos en forma de etanol y, en forma de forraje, para los estmagos

    del ganado. Estos choclos, alterados genticamente y empapados en pesticida, desfloran todo lo

    que es sagrado.

    En sueos, reconozco lo sagrado, a mi manera profana siempre trat de reverenciar lo

    sagrado, pero dcadas que me despertaron de supervivencia, precaria hicieron palidecer casi

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  • toda la sacralidad de mi alma. A pesar de que a veces echo espuma por la boca, en mi espejo

    vive un consumidor tpicamente genrico. Y sin embargo, vivo en una granja antigua rodeada

    de maz malvado. La muerte verde se yergue en esta tierra con corazn malvado a donde traje a

    mis gatos y a mis perros. Estamos exilados en un infierno txico hasta el que nos ahuyentaron

    los demonios sonrientes de la necesidad, a ochocientos kilmetros de la mujer que amamos. No

    sientan pena por mis amigos animales o por m. Sientan pena por los rufianes amarillentos y

    lineales que hacer crecer la destruccin de nuestros ancestros y su mundo natural.

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  • El aroma a muerte de la planta de maz

    Maz a mi izquierda, maz a la derecha. Hacia el valle del maz march con mis gatos y

    perros Joad1 hasta que encontr un Oz extrao, una cornucopia atronadora que cantaba a viva

    voz una niebla azul de indiferencia disfrazada del resplandor azulado del cielo.

    Esta es una tierra muerta. Esta es una tierra de mal corazn. Hay algo podrido aqu en

    Morlock, Minnesota; no hay otra manera de describir el aire excepto decir que huele como si

    los 13.000 ciudadanos de este pueblo alimentado a maz se reunieran hora tras hora en el

    estadio de la universidad y se tiraran gases al mismo tiempo y remataran esto eructando

    cerveza Grain Belt en la nube azul de hedor ascendente.

    Esta es una tierra putrefacta. Yo creo que las partculas suspendidas, genticamente

    alteradas que salen de la Planta de Procesamiento de Maz Archer Daniels Midland en Morlock

    crearon una colonia de zombis agrarios, pero ahora que vivo aqu, supongo que voy a tener que

    dejarme llevar por la corriente y nadar en el maz malvado hasta encontrar una chica zombi

    para coger. Ah, esa s que va a ser una muerte fantstica.

    1ReferenciaalanovelaTheGrapesofWrath(N.delT.).

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  • La mugre que tengo en la boca

    El hmedo verano de mosquitos se rinde ante un da de otoo. Una neblina fra llega a

    los tumbos y da una mano de cal al mapa. Apropiacin apropiada, esta tierra con glaseado de

    fantasma. Le tengo miedo a esta neblina, pero menos que al viento incesante. El aire que

    golpea grita que las cosas en esta tierra son innegablemente malvadas, cosas que preceden el

    derramamiento de sangre india salvaje a manos de cualquier turba oportuna de hombres

    blancos codiciosos. Algunos me han dicho que los antiguos indios en sus peregrinaciones

    australes hacia las canteras de Pipestone nunca acampaban cerca de Morlock, que era un lugar

    de mal espritu. Otros me han dicho que s, que cerca de aqu estaba el emplazamiento de una

    aldea dakota. Trat de preguntarle a algunos de los dakotapi cercanos cul es la historia real,

    pero slo hablan mazaska, el idioma de las mquinas tragamonedas.

    Sin respuestas, caigo al suelo y echo races profundas en la tierra muerta. Aferro

    docenas de espritus malvados de la nuca y los escupo hacia la luz plida del sol. Se ren con

    malicia, me hacen gestos obscenos y se escurren en la tierra oscura, oscura, y yo me quedo sin

    nada excepto la boca de barro de un viejo sucio.

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  • La triste falta de algo remotamente mgico en Minnesota, helada como las piedras

    Vuelvo a casa tambaleando, crispado despus de ensear a los estudiantes temerosos de

    dios que van a la Universidad del Maz. No soy mucho ms que un esclavo asalariado, canoso,

    exilado de todos mis yoes falsos, desnudo y levemente erecto ante toda la pirotecnia

    pretenciosa y espermtica de mi juventud. S que soy uno de esos tontos, ahora antiguos, que

    pasaron demasiados aos perdidos bajo la lluvia de Jurez... En das buenos, trato de dar a los

    estudiantes las migajas de cualquier verdad ilusoria que me com. En das malos, invento

    epifanas temporales para subirles las notas a las chicas hermosas, nada lectoras, que marchan

    con msica rap metida entre los muslos blancos. Soy solamente parte de la economa y podra

    vivir con eso si al menos escuchara algunos corazones valientes que laten contra las costillas de

    esta tierra esqueltica. Pero parece que casi todos los de aqu se vendieron. Peor, al final tuve

    que comerme la irona de que los poetas son objeto de la codicia de diletantes ineludibles y

    veleidosos que tienen por directiva principal, adems de preservar el trabajo que tienen, meter

    la mano en el agujero oscuro del arte y salir a la carrera haciendo gestos con los dedos como

    chicos fanfarrones del colegio secundario. Yo s que alguna vez alguien dijo que la respuesta

    est soplando en el viento pero, quiny por quy cundo fue importante?

    Pgina 20

    La helada Minnesota tal vez sea mi muerte. Les cont a amigos que aqu hay sombras

    oscuras que bailan a plena luz del da. Tal vez es cierto que el mundo es plano y yo me ca por

    el borde, en picada; el culo que se hunda en la autocompasin con cada rebote. Hubo aliados

    afligidos que mandaron medicinas obvias: salvia, hierba buena y cedro. Algunos mandaron

    plumas de guila. Les cont a varios sobre el silencio a gritos de la niebla que aparece aqu sin

    previo aviso. Pint el panorama agorero de los cuervos en enjambre ante los odos de algunos

    profesores universitarios amigos con los que trabajo pero ellos lo nico que hicieron fue

    encogerse de hombros. Fluyen ms regalos desde el mundo exterior. Una escritora tribal que

    vive en la nada encumbrada de Wyoming me enva por FedEx un pedazo de obsidiana veteada

    con la sangre del amor. Un amigo de la infancia, de Nevada, me hace llegar plumas sagradas

    de urraca que son del suelo de donde vengo. El rechazo culposo que siento hacia mi verdadero

    hogar reluce con tristeza en el brillo negro de esas plumas. Querido primo, perdname por mi

    chochez.

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  • La helada Minnesota tal vez sea mi muerte. Y fluyen hacia m ms medicinas. Un brujo

    de Dakota del Norte enva un conjuro escrito en papel hecho a mano, una espiga de artemisa,

    un colmillo de jabal y folletos de la Orden de los Nueve ngeles pero yo no s si semejante

    magia blanca surte efectos en los mestizos semicultos.

    Un antiguo poeta-aliado manda una horquilla de cornamenta de alce originaria de la

    Cadena Mogollon de Arizona. Yo manej, borracho, por la pendiente desde Wislow hasta

    Payson bajo la luz clarsima de la luna y vi el alce espritu. Me pongo el cuerno contra el odo y

    me dice en voz baja que hay ms vida silvestre en la luna que en estos campos sin sangre de

    Minnesota. Me mandaron muchas medicinas y una antigua estupidez muy dentro de m dice

    que, si acomodo todos esos objetos sobre la mesa de la cocina y rezo, despus, s va a pasar

    algo bueno.

    Va a pasar algo bueno? Hay mejores hombres que yo que no encontraron consuelo en

    esa plegaria eterna del hombre roto. Va a pasar algo bueno? Acaso voy volver a ser joven

    con mi falange de errores en espera de que los cortejen y los batan en duelo otra vez? Una

    mitad de m sabe que me estoy engaando pero la otra mitad pregunta si la edad madura, no

    da derecho a la estupidez? Yo s que estoy aqu slo para contar mis canas y acumular mi

    pensin vitalicia pero justo la semana pasada di tres taconazos con mis zapatillas deportivas de

    supermercado y susurr: Hogar, hay uno solo. Hay hermanos perdidos como yo que van a

    entender por qu me gusta el sabor tribal de esa frase. Hogar, hay uno solo. Hogar, hay uno

    solo. Pero yo ya no tengo hogar, no tengo. Voy de granja en granja como un viajante de hotel

    en hotel. Y no es como si este trecho de suelo fuera muy distinto de cualquier otro lugar en esta

    nacin abandonada. Lo que pasa es que la antigua magia humana est totalmente muerta aqu

    y es as como lo quieren los fundamentalistas. Tarde o temprano, van a llamar a todo este

    planeta agonizante Estados Unidos.

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  • Desde un aula sin ventanas en la Universidad del maz

    I.

    Fuera, hay un fresco vivaz en el aire. Dentro, hay un muchacho ciego con una

    computadora porttil y un labrador beige en el aula, y varias muchachas rubias acarician a ese

    perro gigante, que duerme. Mientras leo en voz alta el programa de estudios, noto que en el

    antebrazo me falta un pedazo de piel del tamao de una monedita. De ah, mana sangre

    lentamente. No s cmo ni cundo se produjo mi herida de batalla. Tal vez fue al medioda

    cuando volv a casa en auto para dejar salir a los perros. Antiparras, chucha salvaje de

    reservacin y, en su da, la perra ms veloz que yo hubiera visto en mi vida, se mova por el

    pasto con un andar pesado. Molleja, en su mayor parte, pequins, tuerto, sordo y desdentado, se

    meta en los maizales preados a la caza de un conejo gordo y yo iba detrs de l, caminando

    como un pato. Seguramente me tajaron los tallos de maz que quedan al final de la estacin.

    Molleja se est poniendo senil. El labrador beige del muchacho ciego es joven, rozagante y

    saludable. Podra robarlo para tener unos ojos de ms. Diablos, tambin podra sacarle la

    porttil al muchacho.

    II.

    Dios, esa muchacha nigeriana grandota, pechugona! Despus de clase, cuando digo

    que su trabajo est flojo, se pone a chillarme y me asusta. Da gemiditos de mujer africana

    diminuta. Le pregunto si est lloriqueando. Ella asiente con la cabeza y hace ms de esos

    sonidos, mantiene el contacto visual hasta que se me leva el pan. Le pregunto si sabe cocinar.

    S, soy una cocinera calientedice. Una cocinera caliente? Mis orejas estn que

    echan humo y me crispo de pies a cabeza, y, justo cuando estoy a punto de invitarla a venir a

    mi granja rstica, entra a toda prisa la prxima profesora que usa el aula, deja caer su portafolio

    pesado en el escritorio y me clava la mirada como si yo fuera un grano lleno de pus en la piel

    de un estudiante que vive a carne de cerdo.

    Hago un bollo con mis papeles hasta que logro meterlos en el bolso, busco a la

    muchacha de bano pero ya se fue. La arpa, tan profesora universitaria, plida, con un ojo azul

    que tiene un tic nervioso y pelo de barba de choclo, taconea con un pie y espera. Perdn,

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  • mascullo y me voy arrastrando los pies. Perdone: usted, caja de hechos inservibles, que no

    tiene sangre. Perdone: usted, pedazo de ojo azul y tendn, que coge en seco.

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  • El bulto en el cuello de Antiparras es un huevo; el beb Jess crece dentro

    Hace diecisis aos, una noche de invierno en la que se congelaban los escrotos, fui en

    auto desde Pine Ridge, Dakota del Sur, hasta Rushville, Nebraska, para irrigar mi hgado seco.

    Hice faenas agrcolas toda la noche con la camarilla habitual de sospechosos y una piel roja

    que nunca haba conocido, llamada Ojos Anteojudos. La maana siguiente, de vuelta en los

    Jardines de la Universidad de Pine Ridge, sal al jardn para escupir gargajos y vi una bola

    temblorosa de carne de perro, una cachorra que apestaba desde lejos y tena un trasero en carne

    viva, de tanto restregarse por la sarna y las pulgas. Llevaba puesto un antifaz del Llanero

    Solitario, pareca, en parte, terrier y el resto, cachondeo de mezcla de perros de reservacin.

    Era un espectculo doloroso para un cerebro reseco as que trat de ahuyentarla.

    Desaparece! Vete, birria anteojuda de perro. Lo digo en serio. Largo, cachorra con

    traste colorado de mono! No hay lugar para ti en esta posada.

    Colleen y yo ya tenamos cuatro chuchos indgenas, ms tres gatos, as que cargu en

    brazos a la cachorra y la llev unos cien metros por el camino hasta llegar al campo de pow

    wow. La sent junto al riachuelo y acompa a mi resaca a casa. Cuando llegu a nuestro

    hogar, ella estaba all conmigo, gimiendo a mis pies. Cerr la puerta de la cerca de alambre,

    con ella fuera, y entr a tomar caf. Cuando volv a salir esa tarde, ella todava estaba ah, con

    ojos trgicos detrs de su antifaz oscuro sobre una cara blanca: Lzaro despus de volver de la

    muerte.

    Ojos Anteojudos, fueragru y sal rumbo a Nebraska y la spera medicina de los

    salvajes bares de indios. Horas ms tarde, resaca curada, volv a casa en auto a gran velocidad

    por la ruta roja, serpenteante, y dej entrar a la perrita en mi jardn y en mi vida desarreglados.

    Hoy, ms de diecisis aos despus, Antiparras, el segundo amor ms verdadero en mi vida,

    me sigui hasta la sensiblera Minnesota donde yo creo que tal vez las sombras lgubres,

    demonacas, aplasten nuestras almas aullantes.

    Antiparras, que alguna vez ostent la mejor marca mundial en los cien metros llanos

    corridos por perros de reservaciones, tiene una nuez debajo de la piel del cuello. Yo creo que

    esa semilla es Jess, que espera la resurreccin. Santa Antiparras, Madre de Dios, ruega por

    nosotros, perros, en nuestros tiempos de necesidad. Antiparras, maldicin, tenemos que abortar

    al Seor. Matar a ese cretino antes de que suba a su cruz y marque nuestra perdicin eterna.

    Despus de la biopsia...

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  • Bueno, dice la veterinaria de la zona, no es linfosarcoma. El corazn, que se me va

    endureciendo, remonta vuelo como tantas guilas trilladas. Sonro. Es fibrosarcoma, que, en

    todo caso, es ms mortal, agrega. Ay, Antiparras, qu vamos a hacer? Ahora esa cosa es del

    tamao de un huevo. Eres el hombre huevo. Eres la morsa. Y yo te traje a estas llanuras

    delicadas que, cosa rara, apestan a cerdo, a respirar el ltimo aire que vamos a compartir.

    En las vacaciones de Navidad, manejo hacia el oeste durante siete horas y hago que

    nuestro veterinario de siempre extirpe esa cosa horrible. Das ms tarde, Antiparras parece

    francamente estupenda. Casi est como nueva. Cuando ve una ardilla en nuestro jardn y sale a

    la caza, por poco rezo de la emocin. Al parecer, el huevo de Jess sigui su camino extrao y

    decidi no volver. Tal vez todo fue un sueo horrible o, peor an... un anticipo barato del plan

    definitivo de Dios, ese plan de extirpacin rstica y despiadada.

    De vuelta en Minnesota, a principios de enero, despierto frente a la vbora de la

    prdida; burlona, me silva en la cara. A rastras, bajo a Antiparras por los tres escalones de la

    entrada trasera de cemento y la saco a la nieve cortante cada dos o tres horas para que haga pis.

    Ella se tambalea constantemente, tiene los ojos vidriosos, y, con cada uno de sus pasos de

    dolor, yo rezo para que las tripas la rematen. Me digo a m mismo, maana, sin falta, voy a

    llamar al veterinario para que la liquide, pero s que no voy a hacerlo. Quiero estar acunndola

    en mis brazos el sagrado momento en el que entre en la luz del sol de ese campo brillante y

    limitante donde los perros viejos van a la caza de almas nuevas.

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  • Antiparras como el salvador de Molleja

    Un da, estoy caminando arrastrando los pies a travs del campus, tarde para la clase cuando

    empieza la msica. Es el blues ms triste que se pueda haber odo entre los blues piel roja de

    cafetn pero slo yo lo oigo. Cada paso que doy es parte de una coreografa. Cada paso es

    fuerte y sonriente. Y como si mi cerebro no hubiese volcado suficientes gachas crueles en mi

    plato, ahora empec a pensar en mi propia muerte a diario. Seor, no compadezcas al poeta

    pobre y a las raras y tristes ventajas de su mediana edad. La muerte (y esas fijaciones de la

    muerte) est en el primer prrafo de la descripcin de su cargo.

    Sin embargo, mis escenarios de deceso bailan de un lado a otro pero aumentan la

    velocidad en serio cuando me obligo a recordar que no hay ningn alumno mo que haya

    nacido antes de la cada de Saign. Tampoco uno que pueda explicar las razones y sentidos de

    Huey P. Newton. Y no es como si yo supiese cundo o cmo voy a terminar, y creo que, en

    realidad, me importa un comino mientras pueda ir marchando al ritmo de un blues del Delta.

    Tal vez, un buen da, voy a estar caminando tranquilamente a alguna de mis clases en medio de

    una tormenta de nieve cuando el Grande golpee tan fuerte como un trineo de cinco kilos en el

    pecho. Ya sea que estire la pata o me destape algunas venas, no voy a tener preocupaciones

    porque Antiparras va a tomar del inodoro, parada en sus patas traseras debilitadas hasta que

    est saciada, y despus va a eructar agua en el piso para que Molleja el diminuto pueda lamer

    el licor sagrado de la vida. Este es un ensueo dulce, bobo. Antiparras como salvador de

    Molleja es el sueo de un tonto romntico. Hoy me doy cuenta de que Molleja, mi anciano

    pekins, va a vivir ms que Antiparras cuando soy testigo de cmo sus patas traseras ceden y

    ella se cae, temblando, sobre la alfombra color gris claro. Sus ojos no quieren reflejarme.

    Tiembla y se acurruca a mi lado, hecha un ovillo en el silln. La difumino con salvia y llamo al

    veterinario para el golpe de gracia pero l sali a atender cerdos. Me levanto y manejo hasta

    Morlock para comprar algunos cartuchos nuevos calibre 12.

    Cuando estoy de vuelta, una hora ms tarde, Antiparras est ms rgida que saltarina.

    Molleja est dormido y seguro que estaba durmiendo cuando la predadora vino por Antiparras

    con su guadaa oxidada, rstica. Afuera, una tristeza inexorable se levanta de la tierra muerta,

    azul y me ensucia el corazn descuidado. Me acuesto sobre la alfombra y me acurruco con mi

    perrita muerta y trato de acordarme de algo en el alguna parte cuando jvenes y fuertes, ramos

    nosotros.

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  • En la pista del Pow Wow en Pine Ridge

    Todo muere, beb, es un hecho pero, tal vez,

    todo lo que muere vuelve algn da

    -Bruce Springsteen

    El pegamento amargo de la nieve hace que el viaje de siete horas dure doce. Estoy

    llorando estuve llorando de a ratos durante ms de dos das. Soy un hombre maduro, un

    desastre que da lstima. Antiparras est en el bal en una bolsa de basura y Molleja ronca en

    pekins en el asiento trasero. El diablo rojo de la bebida est sobre mi hombro izquierdo,

    parlotea y clama contra su destierro de doce largos aos, que me deja la boca llena de algodn.

    Ya anocheci cuando llego a la reservacin y navego hasta el pueblo de Pine Ridge.

    Paso el campo de softball nombrado en honor al hermano de Colleen, Delmar, y estaciono en

    los terrenos del pow wow. Cerca de un pabelln gastado de ceniza adusta, acuesto en el suelo a

    Antiparras, como si fuera una princesa encantada, dulce, que duerme tranquilamente en una

    cama de nieve nueva. En el tiempo que me lleva fumar un Marlboro, ella est cubierta casi por

    completo por brillantina blanca de cristal. Unas lgrimas corpulentas, amargas como nunca

    antes llor, se me deslizan torpemente por las grietas de la edad que me surcan la cara. En el

    medio de esa tristeza terrible, me obligo a soltar una risita burlona y desdeosa seguida de un

    estremecimiento que me sacude los huesos. Es eso o caer muerto.

    Ah, Antiparras, ahora ests en casa. Hace diecisis aos estuvimos en este mismo

    lugar y despus t me seguiste a mi vida sarnosa. Qu cachorra pulgosa, maloliente, triste

    eras. Y qu aventura loca, salvaje, nos esperaba. Duerme ahora. Duerme, chiquita. Cuando te

    despiertes en la primavera, vas a correr muy rpido, de verdad. S, vas a correr a toda

    velocidad, de verdad. Cuando te despiertes, van a estar sonando los tambores y nos va a

    intoxicar el anochecer polvoriento del wacipi1. Unos Pieles Rojas jvenes que escuchan hip

    hop, musculosos y desdeosos, van a caminar con arrogancia, pintas y marihuana guardada

    en el bolsillo trasero de los pantalones. El amerindio promedio va a buscar esperanza, como

    la buscan las personas muy pobres del otro lado del globo. Puedes quedarte para la cancin

    de la bandera, Sunka, pero despus tienes que volver a casa bailando. Baila de vuelta a casa a

    travs de mis recuerdos agrios y amados. Baila ms all de esta amargura cegadora que arde

    en mi cerebro.

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  • Limpio la nieve de la frente de Antiparras y le beso la nariz. Despus, me voy

    manejando con Molleja, que sigue roncando en el asiento trasero de mi senil Crown Victoria.

    Las calles sucias de Pine Ridge me llevan de vuelta a la miseria de mi propia juventud. Por un

    instante, soy joven y el camino bueno, rojo, que est frente a m, no est muerto ni lleno de

    agujeros capaces de tragarse el alma.

    1N. de la T: wacipi es una celebracin familiar amerindia que incluye baile y

    canciones. Se celebra la conexin con la tradicin, la espiritualidad, la Tierra y los miembros

    de la tribu.

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  • Erecciones solitarias

    Medio dormido, con la lengua afuera, Molleja camina tambalendose hasta la puerta del frente

    en busca de su ausente socia en el crimen. Me pasa lo mismo. Nunca pens que caminara

    dormido pero, ahora, muchas noches me despierto mientras estoy subiendo las escaleras.

    Alguna regin ulcerada de mi cerebro dice que Colleen est arriba, en la cama, as que me

    levanto del silln y camino con dificultad hacia la vida que compartimos. Cuando llego a la

    mitad del primer tramo de escalones, me doy cuenta de que ella se ha ido y se ha ido para

    siempre. Eso pasa varias veces por semana, ha estado pasando durante siete aos. Ahora,

    Molleja hace el mismo baile. Ladra, as que lo dejo salir a la oscuridad helada, cortante. En la

    tundra cubierta de hielo donde Antiparras siempre haca pis, l camina en crculos y alla.

    Cinco minutos despus, est en la puerta, gimiendo para escapar del fro. Adentro, me mira a

    los ojos y se estremece. Somos dos viejos perros callejeros, paralizados por la esencia

    nauseabunda de los fantasmas pero todava estamos vivos. A pesar del blues de cementerio, a

    pesar de las erecciones solitarias, todava gruimos y, en alguna pradera etrea que an no se

    han robado, nuestros ancestros sonren burlonamente.

    16/97

  • Cuervos en la autopista 61 de Minnesota

    Los viste en el ro?

    Estaban all para saludarte.

    Te diste cuenta de que el indio de piel oscura

    con los bolsillos vacos que haba en la ribera

    abarrotada y estrecha,

    sostena una flecha rota?

    -NEIL YOUNG1

    Desde esta casa barata en la pradera no veo otras viviendas. Pero en el ocano azul de

    distancia congelada flotan islas imprecisas de rboles y yo s que ah se esconden casas. Hay

    vientos incesantes que golpean violentamente esas moradas. Ah, hay plidos granjeros

    luteranos que se amontonan y tiemblan en esa tierra que ellos han asesinado. No s qu estn

    haciendo. Tal vez estn en la habitacin equivocada, comindose a sus hijas con los ojos, o

    quiz estn sentados en la mesa de la cocina, calculando el nmero de granos de maz del total

    de las cosechas de sus ancestros. No importa. Los nicos nativos que sobreviven aqu son los

    cuervos, que ren y prosperan y se zambullen en el aire amargo de su propio mrito. Esos

    cuervos son sombras de todos mis seres amados que murieron por sus propias manos oscuras.

    Me uno a su coro negro de maldiciones contra la llegada del verde de la primavera y contra la

    locura de codicia del granjero pobre. Quisiera ser capaz de decir que soy ms sabio pero soy un

    ciudadano de una raza aturdida y derrotada. Tal vez alguien me haya visto, a veces indignado,

    a veces indigente, y demasiado seguido, cuando me convena, indgena.

    1N. de la T: en castellano en el original.

    17/97

  • La reconstruccin

    En un cctel, despus de una lectura en Wisconsin, una pelirroja con tetas glaciares,

    que viene de algn planeta de cuero, me pregunta si alguna vez escrib porno duro. La blancura

    glaciar de su carne caucsica me da miedo y me paraliza. Digo algo entre dientes y rezo para

    que suene magistral pero a la moda (como si lo a la moda todava fuera moderno) y despus

    me esfumo hacia el santuario ftido de la memoria de la pobreza. Contengo la respiracin

    hasta que me hago perfectamente invisible, dentro de una carpa donde estn mis

    incompetencias. Varios das ms tarde, de vuelta en la seguridad de mi casa, en el maz

    malvado de Minnesota, empiezo una novela sobre esa noche neurtica, mamaria:

    CAPTULO UNO:

    Mis bceps estn tensos y se abultan, como cuando tena yo tena veinticinco, y todava

    tengo sexo en distintas posiciones con una buena ereccin y sin ningn problema. Me muevo

    abruptamente con confianza, la miro fijamente a los ojos verdes y susurro: Saca la lengua.

    Transfrmala en un ltigo, dame latigazos en el culo, dame latigazos hasta que solloce.

    Despus estira la lengua rosada hasta que sea un lazo. tame por el cuello. Transforma los

    brazos y piernas plidos en ruedas. Dale a tus tetas una rejilla de camioneta. Arranca,

    arrastrndome, llevndome a rastras a los tumbos por el pavimento hasta que la carne vuele

    de mis huesos y la dicha llegue a los cuervos que ennegrecen el sol de esta nacin muerta.

    18/97

  • Las crnicas del cuervo

    Un cuervo ronco que grazna alto una vez sola desde ninguna parte quiere decir que

    alguien est perdido.

    BRUCE WEIGL

    Un falso amanecer me trae una mente de insomnio elctrica e infinitos pensamientos

    que graznan mientras vuelan. Acurrucado en mi casa, huelo campos cubiertos de bosta que se

    escurren por las paredes. Este es un lugar con malos espritus. Es jueves, son las 5.30 am y

    tengo ms de cincuenta. Una intil lucha psquica entre el bien y el mal interrumpi durante

    toda la noche el descanso que necesito tanto y, ahora, Gerbit, mi gato grande que no tiene

    huevos, trajo a un cuervo gordo al silln deshilachado, donde estoy cortejando a la televisin

    sin sonido. Sorprendido y llevado a la claridad por el pjaro sin cabeza, busco unos guantes

    viejos y tiro a la criatura a medio comer en una bolsa de plstico y, despus, me tambaleo entre

    los mosquitos que llevan el virus del Nilo Occidental hasta mi Ford Crown Victoria del 85.

    Manejo por el imperio perdido del maz, en la aurora nebulosa de un comienzo de verano en

    Minnesota.

    Sin afeitar, con una remera, shorts y calzoncillos, soy la nica cosa que se mueve en

    esta morgue verde. No tengo ni la ms plida idea de qu hacer hasta que se me ocurre tirar la

    bolsa llena de pulpa aviar frente al Departamento del sheriff del condado de Morlock, porque

    un nazi joven estricto me dio una boleta por exceso de velocidad la semana pasada. Como

    alguien que dispara desde un coche, tiro el cuervo por la ventana contra el bunker de ladrillos

    del gendarme y, despus, vuelvo a casa, un poco emocionado y con una sonrisa para m

    mismo: otro episodio estpido en la pelcula idiota del poeta canoso, una vez bien macho.

    (Pero, qu manera encantadora y profesoral de comportarme con el joven bulldog republicano

    que empez todo esto cuando me dio la boleta).

    Cuando llego a casa, veo que Gerbit vomit una montaa de plumas con sangre en la

    antigua alfombra del dueo. Uso papel higinico para limpiarla, echo lquido limpiador en la

    mancha para sacar la sangre y tiro la montaa de residuos del cuervo al inodoro. Qu va a

    hacer ahora mi gato estpido? Y, encima, Gerbit no es el Gerbit verdadero. Es un reemplazo,

    un doble que encontr para Colleen cuando el original se escap o lo envenenaron; no importa,

    esa es otra historia.

    Estoy muy despierto y lo nico que se me ocurre es tomar el desayuno. Ahogo un gran

    tazn de cereales en leche y azcar, y enciendo la televisin. Digo Buenos das, Estados

    Unidos a Charlie Gibson, que est medio serio, y a la sonriente Diane Sawyer, que siempre se

    19/97

  • re tontamente como si Charlie le estuviera pellizcando el culo sin que nos diramos cuenta.

    Los Estados Unidos, como esos imbciles mediticos que aparecen por la maana, es

    realmente la bsqueda constante por encontrar algo en qu creer para despus olvidarlo,

    exactamente como la gran expansin democrtica que flot sobre un ro de sangre india y

    esclava, y dej a los miedosos colonizadores que hablaban muchas lenguas en estas Grandes

    Praderas. Afuera, hay cuervos enojados que miran fijo mi casa e insultan a la televisin

    conmigo. Ellos y yo sabemos que ya no existe ningn rastro de la historia real de los Estados

    Unidos. Tiro los cereales empapados a la vereda de cemento y, poco despus, los cuervos estn

    calmados, tomando el desayuno y charlando afablemente.

    Esperan a que llegue el momento justo.

    Una maana, van a atacar a Gerbit inesperadamente y le van a arrancar la pija a

    picotazos. Y despus voy a tener que manejar hasta el amanecer de Minnesota con un gato

    muerto, sin pija, metido en una bolsa de plstico. Miles de cuervos sonrientes van a seguir mi

    auto. Los pueblerinos que corren en las afueras de la ciudad se van a unir a la procesin oscura

    y van a penar al unsono. Ojal ese salvaje perro llamado Dios pudiera escapar de la prisin de

    las iglesias que les pertenecen solo a ellos, l me curara con baba en esta maana abundante.

    20/97

  • Da de Accin de Gracias en la Tierra Prometida

    Este mes, aparecieron nuevos enemigos ftidos. La tierra alrededor de mi casa alquilada

    huele peor que el retrete externo del infierno. Desde el norte, desenterraron a pavos de

    Treblinka y esparcieron la delicia con olor a acre por los campos. Desde el sur, los camiones

    cisterna llenos de lagunas de mierda de cerdo rocan el negro suelo muerto con el perfume

    fecundo del dios Azathoth. Manejo hasta Cottonwood para llenar el tanque. A travs de la

    ventana de las escuelas de los pueblitos, los nios de la escuela primaria todava estn pegando

    los clichs generacionales: calabazas de cartulina, peregrinos con sombrero de hebilla y pieles

    rojas superficiales con corazones suaves y blandos. Perturbado por el olor nauseabundo, adopto

    las mismas ilusiones que ellos. Doy gracias al abrelatas y a la sopa Campbell. Me inclino ante

    Philip Morris por el silbido en mi respiracin. Gracias, particularmente, a las pastillas que me

    mantienen erecto y a la sobriedad paraltica que no permite que le tema al cerdo que

    montamos, decorado con guirnaldas de la bandera.

    21/97

  • Mareo por los pavos de Minnesota

    Estuve intentando descifrar el maz y mi lugar en l pero estoy reprimiendo la culpa por

    haber dejado a la persona que amo. Ahora ya tengo casi todas las piezas del rompecabezas del

    maz. Yo s sin duda que la primera versin del maz naci en Mxico. Muchos siglos antes de

    que llegara el hombre blanco, se distribuy desde esos climas sureos hasta todas las tribus del

    norte. Yo com tortillas de maz en lugares que van desde Guadalajara hasta Fargo, en Dakota

    del Norte, compadres. Los pocos amigos abraza rboles que tolero me contaron que las

    mariposas monarca hibernan en Mxico. Despus, nadan o vuelan sobre Ro Grande y se las

    envenena con el maz genticamente alterado de estas Grandes Praderas, pero los bichos

    muertos no me conmueven.

    Es tan sentimental esta reflexin sobre el maz. Por otro lado, en los ltimos treinta

    aos, vi la mitad Oeste de los Estados Unidos saturada de mexicanos. Pero lo que los

    mexicanos hacen ahora en Morlock, Minnesota, es un misterio, hasta que le pregunto a un

    conserje de la Universidad del Maz: Qu pasa con todos esos mexicanos, seor?

    El conserje sacude la cabeza cansada y me mira fijo, como si yo fuera realmente

    estpido:

    Trabajan en la planta de embalaje de pavos, idiota. Qu tan estpido tienes que ser

    exactamente para poder ser un profesor universitario?

    Hay solo dos fuentes de conocimiento necesarias en la Universidad del Maz: las

    secretarias y los conserjes. Uno est obligado a entrar reptando a sus cuevas si necesita

    respuestas. Y seguro que van a contestar todas las preguntas misteriosas: Qu es la vida, cul

    es el verdadero coeficiente intelectual de George W. Bush, o cmo mierda envejec tanto. Mi

    conserje gur, que piensa que todos los profesores son idiotas, me cuenta finalmente que la

    mayora de los mexicanos que trabajan en Morlock son ILEGALES.

    Nunca escuchaste hablar sobre los mojados o las visas falsas? , me pregunta, y

    agrega que l s sabe que las plantas del rea embarcan las mejores aves y las mandan a la

    mejor compaa especialista en pavos.

    l trabajaba en uno de esos lugares de mierda, y cuando yo le pregunto qu inyectan en

    los productos de Butterball, l revolea los ojos, se rasca el bigote canoso, y susurra

    astutamente: Manteca, cerebrito.

    Una hora ms tarde, cuando pasa por mi oficina, se apiada y me cuenta que las granjas

    locales de pavos cortan el pico superior de los pjaros para que no se maten a picotazos entre s

    cuando estn en el corral.

    22/97

  • Algunos de esos pavos de mierda miran para arriba cuando llueve y les entra tanta

    agua en la garganta que se ahogan, dice y se re.

    No s si me est tomando el pelo o no. Despus susurra Glo glo glo y trota como un

    pavo, bailando con la escoba por el pasillo, y pasa por el aula en la que, en veinte minutos, voy

    a dar un triste sermn sobre gramtica para los torpes alumnos de primer ao que, sin duda,

    podran ser sus hijos. En una poca, la mujer que amo hubiera entendido todo eso con

    facilidad, hubiera sonredo enigmticamente, y me hubiera dado palmadas en esta cabeza,

    cerebro de mosquito.

    23/97

  • En el sof de noviembre

    Nescaf, el caf instantneo es ms fcil de preparar que los granos recin molidos de

    Starbucks. La calma de cualquier polvo eleva tremendamente el sabor de la vida. El domingo a

    la maana, hago precalentar el televisor para un da de ftbol americano, me detengo en ABC,

    la cadena de patinaje artstico. Espero ver cmo los muchachos bonitos que hacen trompos

    rebotan de traste en el hielo. Ah, Dios existe. Como si fuera ensayado, tres patinadores vestidos

    con lentejuelas se dan un porrazo terrible uno tras otro. Algunos antojos menores pero

    extremadamente crueles de la mediana edad se mitigan con facilidad. Satisfecho, cambio de

    canal para ver cmo los muchachos feos que hacen trompos rebotan con sus trastes

    monosilbicos en el suelo plstico de la triste Minneapolis.

    24/97

  • Mensaje annimo al perrero

    Tu chaqueta de los Vikingos de Minnesota color vmito prpura como el vino cubre tu

    vaco extremadamente bien. Pero yo creo que si aquellos matones antiguos realmente usaban

    prpura, entonces eran unos coquetos anacrnicos, quiz hasta un poco ambiguos sexualmente;

    Dios, est bien, me estoy yendo por la tangente. Ayer secuestraste a mi perrito agonizante y

    pediste un rescate. En este momento quiero meterte una bombilla por ese culo rural y

    encenderte como nunca te encendieron excepto aquella maana republicana, borracha cuando

    juraste que la Seora de la Libertad entr a los tumbos en tu habitacin y te mont hasta el sol

    crudo y naciente. Me encantara poder tenerte contra el piso mientras mi perrito te mordisquea

    las nueces y escupe esas bolitas diminutas en las veredas rajadas de este plido pueblo

    estadounidense. Pero mi corazn no es tan cruel, o habra firmado esta nota y puesto una fecha

    para el duelo. Adems, a mi perra no le quedan dientes.

    25/97

  • Ponerle nombre al baile

    Esta noche es tan oscura como los deseos anales de los gusanos de atad. La oscuridad

    penetrante de estas llanuras sin luna leva todas las anclas de la memoria. Aqu, en la calma

    rural del norte del Cinturn Bblico, el cementerio susurrante que hay frente al camino no es ni

    siquiera levemente divertido. Enciendo todas las luces de esta casa vieja, pero afuera escucho

    sangre caliente, roja que sale a borbotones de la tierra negra y cubre mi viejo Ford. A la

    maana, una gran costra con cuatro ruedas descansa en la entrada y palpita en el aire difano

    en el que se balancea el maz seco. A la maana, tengo el cuerpo cubierto de pelo y me salieron

    alas en los hombros. Me transform en uno de esos monos voladores del Mago de Oz. Me

    encojo de hombros y doy unos saltitos tmidos a los que llamo mi danza de la lluvia del sexo

    de mono. Oigo un coro distante que me canta una serenata. Las hijas hmedas y

    malhumoradas de los granjeros evanglicos me ruegan que les permita sostener mi mano

    simiesca.

    26/97

  • Potica del culo

    I.

    Cuando me escoltaban por un pasillo en una de las universidades de la Ivy League,

    algunos graduados sonrientes me presentaron a uno de esos poetas simples de lenguaje de

    budn tpico de esos lugares. Era un traga de sexo indeterminado, no muy sabio pero con

    puesto fijo. Yo podra haberle aplastado el alma como si fuera un insecto pero una repentina

    necesidad no solicitada de bondad me hizo escucharlo por algunos minutos. Cuando desnud la

    piel voladora de sus palabras, descubr que no tena corazn y que, por lo tanto, su lamento era

    solamente un aria por la falta de amor verdadero.

    l era joven y amaba la poesa. Yo era un hombre maduro y la consideraba una

    maldicin. No tenamos absolutamente ninguna razn para darnos la mano excepto el hecho de

    que l haba nacido en Minnesota y yo trabajaba en el inodoro inmaculado que es ese Estado.

    l dijo Bly y yo me mord la lengua hasta que sali sangre liberal, barata. l dijo McGrath

    y yo supe que tena que fumar para olvidar esa banalidad sin aliento, as que tos, saqu un

    Marlboro y me march rpidamente. Si yo tuviese su edad, habra rezado para que alguien me

    agarrara la lengua y me hiciera gemir un arco iris de brillo con perfume hmedo. Si l tuviese

    mi edad, habra llorado, salido corriendo hacia la cueva ms cercana y sin palabras, dibujado

    caballos en las paredes y esperado diez mil aos para hablar.

    II.

    Para m, la poesa es eso: pobreza. Toda mi vida viv da a da, sueldo a sueldo, poema

    a poema, sin rima ni razn. Muchos de mis estudiantes han tenido nociones grotescamente

    romnticas de cmo pasar de la mierda al oficio, y de ah a la fama pero yo no tengo idea de

    qu pensaron o de si pensaron simplemente, y me falta la energa para mentir por ellos aqu.

    Muchos eran renacuajos tecnolgicos, adictos a la televisin por cable y a la computadora, esos

    regalos que nos dieron los marcianos de Roswell para corromper el sentido comn, la

    compasin humana y la historia. Por eso, no les recomend la poesa. Ni recomend esos

    alumnos a la poesa. Que coman maz, pens. Que caigan en el hechizo de los poetas blancos

    muertos que bailan y tocan el tambor en los bosques profundos, atontados de la mente sin

    sangre. Mejor todava, que transpiren durante aos en un trabajo que desprecien pero

    garantizado por su educacin. Entonces, esa cosa gaseosa que ellos llaman poesa morir o se

    transformar en sementales de fuego que encendern la nieve cegadora del papel en blanco.

    27/97

  • III.

    Estabas ah, en la punta de tu pluma, con la esperanza de volar A lo largo de la

    historia, su apropiacin de poemas pareca en proporcin directa con la funcin de su pene. En

    algn momento, vea poemas por todas partes y los saqueaba como quera, comindose

    solamente la lengua y el hgado. En el brillo grasoso de su mente sin cara, seduca a muchos

    amores jvenes y despus perda el camino. En los aos que pasaron, las calaveras y carcasas

    de esos poemas plagaron su paisaje y empezaron a tener poco sentido.

    En su juventud, haba chupado el cerebro de demasiadas calaveras que no le

    corresponda comer: trescientas en Wounded Knee, treinta y ocho en Mankato, los cuatro

    muertos en Ohio En su madurez, se avergonz tanto de su oficio que cav un agujero en el

    costado de una colina chica, como haba visto hacer a los invasores agricultores. Se volvi gris

    y deforme. Pas muchos inviernos duros en una dieta de remordimiento y culpa. Su rifle de

    caza se oxid y se pudri hasta volverse irreconocible. Su pija flcida se neg a reconocer el

    amor de su propia mano tierna. Pasaron siglos.

    Ahora, cuando ve un poema ocasional deslizndose como un fantasma a travs de las

    nieblas del amanecer, lo nico que hace es retener la respiracin y dejar que el poema pase

    tranquilamente. Es mejor as. Es mejor que no nazca nada producido por la adulacin de

    perdedores romnticos, por la memoria de los recuerdos.

    IV.

    Sepa esto: est matando a un hombre.

    ERNESTO CHE GUEVARA

    Si uno fuese irnico, podra llamarlo tomar al toro por las astas. Sin trompetas, sin

    picadores, sin banderillas. Sin muleta, sin capa, sin el entierro dulce y maloliente del sable

    brillante. Lo nico que pasa es que el toro entra pavonendose a la arena, resopla ante el aire

    humano, nauseabundo, y en el instante en que sus ojos se encuentran con los mos, yo le vaco

    el cargador de mi arma calibre 45 en el crneo desesperado. Filet mignon o tripa perfumada

    con perfume fecal, todo tiene el mismo sabor en la oscuridad sin lavar. Ah, pinche gringos

    sigan arando los campos de la tierra. Entierren las sombras de cualquier cosa tribal en los

    surcos. Por eso rezan ustedes. Jess, es por lo que nosotros tambin rezamos.

    28/97

  • V.

    LETRA CHICA AL FINAL DE UN PROGRAMA DE ESCRITURA CREATIVA. Di

    la verdad, siempre di la verdad. Escucha. Aunque ste es el Estados Unidos medio y cristiano,

    yo s que todos ustedes se sacaron un moco verde, lo hicieron bolita con los dedos y lo

    admiraron. Fue y es un poema hermosamente feo -el mundo triste en miniatura- pero si esa

    sabidura parece inalcanzable para ustedes, por la presente les doy permiso para esconder esas

    bolitas invisibles de moco entre las pginas del libro que nunca van a tener los huevos

    necesarios para escribir. No estn tan tristes, yo ya lo escrib por ustedes. Y, por supuesto,

    todos van a aprobar este curso. As que bendganme, y bendganme el doble en sus

    evaluaciones sobre el curso! Solamente las leen, si es que las leen, esos autmatas, transitorios

    y autoconvocados en un gremio, ellos, los que llamamos administradores. Pero, si alguna vez

    pasan por mi casa tarde, a la noche, traigan la mdula dulce y grasosa de sus huesos hasta el

    cadver cachondo que fui y que tal vez vuelva a ser otra vez.

    VI.

    Mi gato Gerbit, cada vez ms gordo, est en el alfizar de la ventana, castaeteando los

    dientes frente a una paloma marrn, neurtica, que se acicala en el jardn del frente. Al mismo

    tiempo, en frica del Norte (en el Discovery Channel), un caracal pelea con un guila negra.

    Ah, el Zen alocado de todo, esa duplicacin torcida frente a mis ojos cansados. Afuera, se est

    poniendo el sol y todo lo que digo, lo que siempre he dicho, est cubierto con la suave salsa de

    la confesin, mi locura mundana de acusar al mundo y a m mismo. En una revuelta

    desesperada, abro la puerta y la paloma sale volando. Apago la tele y mi mente vuela de

    regreso. Tiemblo y me sacudo en apreciacin agradecida de ese silencio. S que no va a durar

    mucho. Quiero susurrar acerca de otras dulces palomas a las que dispar con una 410, acerca

    de cmo las desplum con suavidad y fre gentilmente esos cuerpos que cantaban tristes.

    Quiero contarte la historia de cmo nac hacia el sol, que le canta a los huesos en el desierto,

    pero es mejor dejar ese cuento para la pandilla de payasos que me va a desmembrar en mi

    lecho de muerte, entre sbanas de seda.

    29/97

  • VII.

    Supongo que incluso un artista honesto promedio es capaz de crear una verdadera

    fogata de vanidades. Una vez, con tan solo un chorrito de kerosene (y diez chorros de Jack

    Daniels) vi cmo arda hermosamente una caja con mis libros, iluminando la cara transpirada

    de Dios, que sonrea con picarda. Bajo las estrellas borrachas de Dakota del Sur, yo estaba

    pensando que el hecho de haberme graduado en un programa de escritura de una de las

    universidades de la Ivy League no me converta realmente en poeta. Estaba pensando que el

    hecho de que unos idiotas pensaran que mis poemas eran frutas deliciosas y publicaran libros

    de mi semen silbico tampoco me converta en poeta. Por el amor de Dios o su dolor, slo hay

    un manojo de poetas verdaderos en este pas, razon, y mantienen un perfil bajo de criminal

    que pasa desapercibido. Y, a veces, queman sus propios libros en secreto. Estaba pensando

    todas esas tonteras una noche, cuando el verdadero amor de mi vida me dej afuera para

    contemplar mis epifanas de agua de fuego. Y ahora, casi diecisis aos despus, rezo para ser

    capaz de mantener mi irona actual, esta exageracin triste de la importancia de la poesa.

    Necesito que esos cheques sigan llegando mientras me revuelco y me estremezco en terror

    verdadero de la grasienta oscuridad republicana.

    30/97

  • Wisconsin

    En mitad del invierno, fsicamente enfermo de ver los rastrojos de maz en la cara de

    los campos congelados y feliz de estar yndome a cualquier parte, dej que la Gestapo del

    aeropuerto olfateara mis zapatillas y sal de Sioux Falls con poemas para leer en Nueva York.

    En la recepcin que sigui, se me acerc con aire arrogante un viejo amigo, un musculoso

    escritor africano-estadounidense de renombre, y yo lo felicit por la buena crtica reciente en la

    seccin del New York Times y l dijo:

    --Es triste como la mierda pensar que esa porquera es un maldito Santo Grial!

    Desconcertado por un momento, le pregunt finalmente si lo que haba dicho era un

    poema.

    --Es posible pero deja mi nombre afuera --dijo, y eso hice. Incluso ahora. As que, mi

    amigo, ese hermano no eres t. Y yo no soy yo. Esto no es un poema. Es solamente un dolor

    que acompaa al pis de un viejo en un avin a motor. En el vuelo de vuelta a casa, me pongo

    de pie y me tambaleo hasta el bao. Mientras camino de vuelta a mi asiento, echo una mirada

    al Medio Oeste cubierto de nieve. Haba ciudades chicas que no parecan ms que el moho azul

    del queso azul. Haba colinas sin rboles que aparecan y se levantaban como grumos de queso

    blando. Haba lagos que parecan agujeros de queso suizo. All abajo, en algn lugar en la

    tundra congelada, los Empacadores estaban rompiendo los corazones de las hormas de queso.

    31/97

  • Correo electrnico a Woody

    Ey, Woody, supongo que sabes que muri James Welch? Como sea, supongo que ya te

    cansaste de mordisquear esos panecitos de casa, en el suelo de St. Ignatius y te fuiste a casa, a

    la tierra siksika. Esta noche estoy pensando en ese problema doble de la femineidad NDN.

    Hombre, estoy enloquecido y solo en Minnesota. Esta noche, mi corazn est lerdo y negro,

    ms negro que tu corazn de pies negro. Y mientras nos arrastramos unos aos ms all del

    milenio, me pregunto si todava sigues vadeando hacia esas canciones antiguas de la dcada

    de 1960? Quiero decir si sigues bombeando al ritmo de Niebla roja, entonces eres mejor

    hombre que yo. Sabes perfectamente bien lo que estoy diciendo. Estamos entrando en la era de

    la madera rara, y sin embargo, seguimos tristes y con las tripas agujereadas por pasiones de

    guerreros falsos como la farra y el baile Es tan difcil elegir y a esta edad no tenemos nada

    que perder. Con un quinto de un Jack Daniels y una valija de viejas camisas con flecos, yo

    podra ir como una tromba hasta Browning y juntos podramos moler a golpes a esos jvenes

    punks que ramos antes. Pero esta noche no es un buen da para morir. Y yo estoy demasiado

    cansado como para discutir lo que nos espera ah, arriba, en ese cielo fro, blanco. Si tienes

    tiempo, mndame una lnea. Necesito una buena mierda de pieles rojas para hacer estallar estos

    choclos que me metieron con fuerza en las orejas.

    32/97

  • Yo y Simon enviamos seales de humo en la Internet grande y gaseosa

    YO.

    Ey, perro, s que no quieres or esto pero tuve un sueo en el que estabas la otra noche.

    S, ya s que es raro. So que t y yo estbamos sentados en un bar y t estabas tratando de

    hacer tomar alcohol y yo segua diciendo que no y finalmente empec a tomar y me hice

    mierda. Entonces salimos tropezando a este camino de tierra y anduvimos hasta un viejo motel

    viejo, en ruinas, una covacha con olor a vmito como esa en la que yo estuve en las afueras del

    centro de Gallup una semana hace muchas lunas. Entramos a la habitacin del motel y ah,

    visible desde el umbral, estaba el bao. La baera estaba llena de agua y haba una joven india,

    tal vez 15 o 16, totalmente sumergida en el agua, muerta y los dos salimos corriendo de ah

    como borrachos aterrorizados, gallinas cagadas. Me despert temblando. Eso es ms o menos

    todo lo que me acuerdo del sueo pero fue muy raro y como de miedo. No s lo que quiere

    decir, primo.

    SIMON.

    S, eso da miedo y es raro. Esos sueos, esas cosas me cagan de miedo. Y t ves y oyes

    mierda como esa en Gallup, todo el tiempo, en Holbrook, en Albuquerque, Vancouver, Rapid

    City y Phoenix. Los agujeros del infierno en que se ha convertido nuestra tierra. A m, me

    asustaba y todava sigue asustndome, supongo, ir a Gallup. Ahora paso rpido por la

    interestatal y no miro atrs. Bueno, miro en los espejos de los costados y en el de arriba a ver

    si vienen los polis! Hace aos una vez, estaba caminando con un tipo ute-navajo por un

    estacionamiento oscuro de aspecto muy peligroso en las afuera de Milan, un bar del lado norte

    del otro lado del Purky, y nos tropezamos con un tipo con un cuchillo que tena un cuchillo

    clavado en el cuerpo. Ay, mierda, qu vamos a hacer? Qu voy a hacer? No sabes qu

    mierda hacer, te alejas caminando a toda velocidad musitando, maldiciendo y controlando

    todos los lugares oscuros que tienes alrededor. Mierda, hombre, uno no sabe por qu, cmo,

    qu o nada, una especie de pnico que uno no puede empujar ni dejar de lado. Y te sientes

    como sin cerebro tambin. A veces, pienso que uno termina maldicindose a uno mismo por

    caminar as, estar ah, solamente por estar ah, uno se culpa, en otras palabras, como si uno

    tuviera la culpa, por el amor de dios, maldicindose a uno mismo y al tipo con el cuchillo

    clavado y culpndose por ser indio, diooossss.

    33/97

  • (Aqu faltan dos poemas que no tengo traducidos por cuestiones de Residencia)

    La barba de Dios est embadurnada de Sopa Campbell, la que tiene pedazos de

    pollo

    Mientras voy en el auto a visitar a Bill Holm en Minnesota, MN, el Cielo baila hacia el

    centro de mi atencin. Incluso con mi brazo flccido, podra pararme aqu, en la puerta de la

    escuela secundaria, y de un salto, lanzar una pelota de bisbol calle abajo hasta el asilo de

    ancianos. La pregunta es: estara yo all para atraparla o me evaporara en forma de ngel

    sarcstico mientras recorro las bases? Incluso a Dios, el gran rbitro de lo irrelevante, le

    preocupa tomar esa decisin. l no sabe decirnos cul es la diferencia entre llegar al Cielo y

    entrar al asilo para ancianos vacilantes. Por todos los santos, Dios tambin est senil. Tiene la

    barba blanca embadurnada de sopa Campbell de la que tiene pedazos de pollo. Se sienta en

    cuclillas como un receptor en su trono dorado con la vista fija en la neblina espejada de la

    eternidad, confundido, mientras golpea sus partes pudendas marchitas. En las afueras del

    pueblo, quinientos de sus parroquianos, granjeros aburridos y ridos a los que les importa un

    bledo el pasatiempo nacional, rezan por slo una pizca muy coagulada de la humedad

    milagrosa de ese Dios. Estas almas disecadas ven al Cielo como el rincn hmedo en el que se

    acostaran con alegra.

    34/97

  • Una distraccin felina temporaria pone sus garras en el calendario

    OTOO.

    Pasaron siete aos o ms desde que mi gatita mimosa desapareci y ahora, ahora

    aparece otra en la puerta de mi granja. Est salvaje de soledad hambrienta. Al principio no

    parece para nada mimosa, pero supongo que yo tengo cario suficiente para los dos. Me

    imagino que va a necesitar inyecciones para la rabia y para el moquillo felino. Y voy a tener

    que ensearle a superar la desilusin cuando me equivoque y gima el nombre de mi otra gatita

    que ya no est. Por favor, Dios, haz que entienda que tengo otras responsabilidades, fetiches

    oscuramente celosos, y el fantasma implacable, lleno de garras, de otra gatita. Que no te

    deprima, son slo castillos en llamas.

    INVIERNO.

    Gatita musculosa, parda. Vienes a m en mi remolino de sueos de tierra seca, y me

    asombran tu amabilidad, tu deseo y tu lengua que habla tu idioma antiguo. Tienes la cara de tu

    raza y, en el espejo de tus ojos de pedernal, veo al hombre-nio que fui. Me vas a llevar lejos,

    por el camino que abandona estas praderas y se eleva hasta las colinas cubiertas de piones de

    mi laberinto mtico de deseo. Ah, me baar en la paradoja de ser joven y sabio al mismo

    tiempo. En el cielo de esta noche, la luna creciente se retira lentamente despus de perforar las

    nubes regordetas, y las estrellas asustadas se pulverizan en una breve formacin. Ya llegan las

    lluvias, las lluvias y la resurreccin, mi dulce gatita.

    PRIMAVERA.

    Creo que eres una gatita de brujas. Eres la portadora de sueos. Durante aos ped que

    se lance el hechizo y aqu ests. Ahora esta casa se elonga con erotismo. Nos deslizamos por

    tneles infinitos, a travs de aberturas complejas de un cuarto al otro, por ventanas con vistas

    que cambian constantemente. Arrastras a este hombre maduro a travs del despertar de tus

    jugos, haces que los huesos secos bailen hasta despertar al ritmo de canciones hmedas, casi

    olvidadas, y yo te amo como amo la sangre spera, desrtica de mis antepasados. E nu mu du

    wi.

    VERANO.

    Ah, flexibilidad parda de carne y fluido. Ojos brillantes. Brazos clidos, marrones. Eres

    el hueso y el jugo de todos mis deseos. La esperanza y los miedos de todos mis aos se unen en

    ti esta noche. Estoy perdido en el aroma de humo de tu pelo negro, antiestadounidense, gatita

    dulce. La antigua y todava exuberante Despus de la fiebre del oro est en la mquina de

    sonidos, y t me das de comer tostadas quemadas y caf negro. Fuerte, inocente y gil, pareces

    35/97

  • un sueo delicioso pero eres real en serio, y s perfectamente que no voy a pinchar la burbuja

    cuando pregunte cunto tiempo permanecers en este sueo de pas de hielo. Gatita de pelo

    suave y negro, si ya me olvid lo que es el amor, entonces aqu lluevo una vez ms la humedad

    intrincada de esa palabra contigo.

    36/97

  • Otro da en el departamento de ingls o encuntrenme en el Barranco Cola de

    Medicina

    Que no se aflijan de Baco los hijos,

    que se unan a m con espadas joviales de filo

    vengan, tomen y canten con regocijo

    para ayudarme con el estribillo.

    (Fragmento de GARRY OWEN, cancin de marcha no oficial del Sptimo Regimiento

    de Custer).

    En clase hay un muchacho sumamente rubio, oriundo de Fargo, en Dakota del Norte, les dice

    a mis dos estudiantes indios que sus poemas se quejan mucho! Repaso mecnicamente la

    metfora y la rima pero, cuando l dice eso, me retuerzo y me pregunto si se desprendi de

    algn muelle antiguo un tmpano de cido de la calle Haight y ahora corre por mis venas. En

    secreto, me pellizco el muslo y me recuerdo que, en efecto, estoy en Morlock, Minnesota.

    Despus, el muchacho blanco dice:

    Ustedes, los indios, tendran que estar agradecidos porque no los masacraron a todos

    . Carajo! Esto (mtanme una aguja en el ojo!) es lo que dice: Ustedes, los indios, tendran

    que estar agradecidos porque no los masacraron a todos.

    Me quedo sin aliento porque l no est usando ni una pizca de irona. Les doy un recreo

    de diez minutos y me retiro hacia la salida ms cercana a fumar un cigarrillo

    Si esto fuese un poema, yo podra inventar algn castigo ingenioso en el que, al final de

    este relato, hago entrar en razn a las bofetadas a este aprendiz de soldado imperial. Un final en

    el que triunfan la verdad y la justicia es tan inmaculadamente estadounidense pero mi vida no

    es un poema, y ste es slo un breve comentario en la historia que arrastra los pies, esta historia

    de un mestizo de mediana edad.

    [Pgina 58]

    Despus de la clase me siento lleno de culpa, vergenza e impotencia, as que saco a

    pasear a los jvenes dakotapi y les compro algunas cervezas Grain Belt en el bar Legin. Hay

    silencio hasta que llega la tercera ronda. Entonces, meneo la cabeza y les digo que este es un

    pueblo wasichu muy extrao y jodido. Ellos dicen:

    Ayyyy.2

    2Encastellanoeneloriginal(N.delT.).

    37/97

  • Les digo que lamento que hayan tenido que soportar esto pero ellos saben que yo s que

    ellos lo saben y que el resto de esta nacin de mierda lo sabe: el hombre blanco todava sufre

    una gran confusin psquica por haber robado nuestra tierra mientras se llamaba a s mismo

    cristiano. Ellos asienten y beben. Uno de los pieles rojas jvenes dice:

    Ey, deberamos estar agradecidos porque no nos masacraron a todos! y nos

    remos a carcajadas indias e ignoramos el glaseado de veneno dorado en nuestras almas.

    Tomamos y hablamos hasta que es hora de cerrar cuando la luna llena hace brillar nuestros

    ojos que antes agonizaban.

    para Steve Pacheco

    38/97

  • Plegaria de las palomitas de maz hechas por las manos de una mujer india

    Agotado despus de ensear y demasiado viejo y vago para ir al mercado en auto por

    rutas de hielo innecesarias, volv a casa y cen palomitas de maz hechas en el microondas.

    Antes de caer rendido de sueo, rec para que apretara con firmeza mi ingle vvida una mujer

    india, brillante y resplandeciente, con conocimientos de computacin, y para que me hiciera

    bailar hasta dejar atrs el poema elctrico de esta nueva Edad Oscura, chiflada. En cuanto ella

    llegara, yo le iba a suplicar que me enjaulara en un microondas e hiciera saltar con un estallido

    la blancura de mi alma. Le iba a implorar que me dejara mareado y bobo, empapado en la rica

    manteca del amor tribal, brillante.

    No creo que estuviera pidiendo demasiado... pero, a la maana siguiente, me

    despert solo, con una boca reseca y una soledad mrbida. El invierno se haba convertido en

    verano. Fuera, en el calor de la maana brillante, haba campos de maz preado que se rean

    por lo bajo y me reprendieron por no usar una moderacin acorde con mi edad. Me puse de pie

    delante del espejo y bail una danza breve de guerra: avergonc sin conviccin el descaro

    absoluto del maz mutante, el contraste ms reciente de todas mis flaquezas. Cualquier mujer

    india que viera esa danza se asegurara de quedarse lejos, a galaxias oscuras de distancia.

    39/97

  • Tringulo de las Bermudas en las llanuras altas

    Lo mejor que s hacer ahora, Colleen, es cantar canciones de polvo como agricultores

    resecos que rezan para que llueva en verano. El nico fluido que poseo es ectoplasma, un

    semen de demonio: una mezcla de fluido de espritu y flujo de borrachera. Los dos ventiladores

    grandes que reemplazan al aire acondicionado roto no logran que se queden quietas las sucias

    palomitas que circunnavegan una bombilla pelada, tenue, que parpadea dentro de mi cabeza

    caliente. El ventilador izquierdo anda un poco ms rpido que el derecho pero eso a m no me

    molesta ni tampoco molesta a mi copiloto sin nombre, que destap una botella de Coca Cola,

    gorda, de plstico, y ahora le echa un chorrito abundante de Jack Daniels filtrado con carbn.

    Te digo que no conozco a ese copi, tierna amada. Le ves cara conocida? Mierda,

    espero que no me estn secuestrando los extraterrestres. Tal vez dijo que su nombre de pila es

    Bill... Dios, ruego que no sea uno de esos seguidores de Bill y sus doce pasos; o uno de los que

    vuelven a nacer y se estremecen, o, peor an, uno de esos que manipulan serpientes, mueven la

    cola y se revuelcan en el suelo, dominados por el Espritu Santo. No s qu ser l, pero no hay

    duda de que es un piel roja.

    De aqu a Borneodice Bill, hay cien islitas capaces de sustentar la buena forma

    de vida roja como la conocieron los hijos de mi tatarabuelo. No hay nada peor que un indio

    filosfico. Muevo la cabeza y sueo a mi whisky, profundo y sin hielo. Con cada trago, se va

    agrandando mi palanca de mando. Tengo derecho a esas mentiras despus de doce aos de

    borracheras secas.

    Con un solo motor en funcionamiento, nuestro Mitchell B-25 de color verde apagado

    vuela por encima de Nebraska, dando resoplidos. Cerca de la frontera entre Dakota del Sur y la

    Tierra de los desgranadores, alcanzo a ver a un hombre chico sentado en un pueblo chico. Est

    en su sof, dando sorbitos a su caf. El problema es que... el sof y los muebles que l y su

    mujer compraron con sus ahorros estn amontonados dentro de un depsito alquilado. Qu

    espectculo raro. Ay, qu visin virulenta, de ojos de cebolla. Lo llamo a gritos desde arriba y

    pregunto qu es todo eso.

    Mi mujer se fue de este mundogrita. As que vengo aqu todos los das a

    disfrutar de un caf. Uno se siente demasiado solo en esa crcel herrumbrosa del hogar de

    ancianos. Esos malditos se estn muriendo ah. Dios, a usted no le parece que podra

    ocurrrseles algo mejor que hacer? Asiento, en seal de complicidad, y guio un ojo

    mientras pasamos zumbando por su lecho de muerte guardado en un cobertizo de chapa gruesa.

    40/97

  • El cielo se pone neurtico con los relmpagos. El destello del cielo se alimenta de s

    mismo. No hay duda de que una locura elctrica as vaporiz por completo cualquier supuesto

    B-25: evapor cualquier visin de un Mitchell de color verde apagado, con Betty Grable

    pintada en el fuselaje. Mi telfono est con interferencias y mi incesante soledad est con

    interferencias. Bueno, hola, Seor Alma...

    Una de esas voces solitarias, espantosas, cacarea a unos ochenta kilmetros al sur desde

    su vivienda de bajos ingresos, con muy poco espacio.

    Ven aqudice ella, con el ligersimo dejo del Sinaloa de sus padres. Mis piernas

    quieren apretarte con fuerza. Ella ronronea y suelta unas risitas suaves por encima del llanto

    de dos3 bebs de piel oscura sentados en la alfombrita de la sala de estar. Despus, gime,

    explcita, por el telfono con zumbido de fondo. Estoy demasiado viejo para esta potencialidad

    coronaria.

    Lucita, podramos morir electrocutadosdigo y rezo para que as sea. Djame que

    te llame despus de que pase esta tormentasuplico.

    Esta noche me siento tan cochina, Guapo4dice a gritos con la verdad pura como

    alguien que tiene mucho ms de veinte aos aunque ella no los tenga. Se corta la lnea. Levanto

    la vista al cielo de la noche y veo la cara de piel caf del nico Dios que yo conoc en mi vida.

    Alargo la mano para alcanzar las llaves.

    Me adentro en la tormenta.

    3Encastellanoeneloriginal.(N.delaT.)

    4Encastellanoeneloriginal.(N.delaT.)

    41/97

  • Sueo de crisis sexual

    Sueo uno

    En casa, despus de una fiesta aburrida que descendi predeciblemente en un coro

    triste, borroso de profesores de universidad, en estado poco digno de un erudito, que se

    quejaban de la energa transitoria y abiertamente falsa de los administradores, me como un

    sandwich de Subway y despus me duermo y me despierto y me duermo y me vuelvo a

    despertar.

    Ms tarde de esta noche manaca, empiezan las noticias de FOX y dicen que

    hospitalizaron a Mariah Carey por una crisis nerviosa, eyaculadora. Impresionado a medias, me

    pregunto realmente qu clase qumicos habr estado consumiendo Mariah ltimamente. Busco

    en todos los canales y veo su ltimo video en MTV, ese canal sin cerebro. Mariah gorjea

    vocablos sin sentido: un estilo de la calle sin sustancia lrica. Se dice que vendi ms discos

    que cualquier otra mujer en la historia. Pero esa tendencia incesante a subir todas y cada una de

    las notas es molesta, incluso en una leoncita picante que menea la ingle, como esos idiotas

    babosos en su audiencia imaginaria que ofrecen diamantes de sangre para obtener su cuerpo.

    Mariah parece blanca, pero dice que su padre era un gato negro. Si eso es cierto, se

    quedaron cortos en la repartija en el Departamento de Almas. Tiene una voz enorme, pero no

    sabe cantar. A pesar de su cuerpo delicioso, es arquetpica, comida para estadounidenses

    idiotas. Y ahora la estn volviendo esquizofrnica pblicamente, pero quiz yo puedo ayudarla.

    S, djame ayudarte, Mariah de mi corazn, djame ser tu papito proxeneta de los campos de

    maz de Minnesota. Trae tu Mercedes bipolar hasta estas grandes llanuras, Mariah. Ven al

    Morlock de los empresarios independientes. Podemos bailar breakdance, desvariar, hablar

    sucio y revolcarnos juntos en el maz spero, malvado. Despus, a la maana, voy a navegar

    hasta mi lugar en el estacionamiento para profesores con tu tanga colgando de la antena de

    mi Ford. Los alumnos van a reunirse todos, dejar salir sus sueos y rezar. Ay, Mariah, a la

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  • mierda con este hormiguero estadounidense exhausto en el que t y yo nos despertamos para

    salir entre muchos otros!

    Sueo dos

    Unos das ms tarde, esa misma semana: vuelven los dulces sueos de fornicacin!

    Estoy bailando el twist (qu original) en la disco Peppermint Lounge, en Reno, Nevada. Es

    septiembre de 1966 y tengo puesto un traje negro, una corbata finita, verde fluorescente que se

    abrocha con un clip y botas de ante. Tengo el corte de pelo de los Beatles. La chica con la que

    bailo est transpirando con un olor horrible y tiene el pelo duro como una roca por el fijador.

    Rezo por meterme en su bombacha de tiro alto, pero soy joven, rural y tan tonto como mi pija

    parada. Adems, qu es lo que estoy haciendo realmente de traje y corbata a los dieciocho

    adems de ir a mi propio funeral?

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  • 44/97

  • Falta algo

    Neandertal gramatical

    En la Gran Cuenca de recuerdos endebles, un conejo despellejado, sobre ramas

    ardientes de artemisia en suelo desrtico, seco, era el olor de Dios. Despus, vinieron ELLOS.

    En la historia escrita de su comienzo, la palabra era suya y su palabra se multiplic como loca.

    De esa manera, roca se volvi mano y dominio y en el mismo bocado aplasta los

    crneos de los nativos hasta que ya no hagan sonidos histricos.

    Nosotros sabamos cmo pelear por nuestra comida, por nuestras familias pero no

    conocamos ninguna religin de destruccin y asesinato generalizados. Aunque no ramos

    capaces de deletrearlo, sentimos y despus temimos el significado de la supervivencia de ellos.

    Los padres de mi abuela nacieron antes de que convirtieran nuestra tierra en un Estado, una

    estrella de su bandera. As que ella saba directamente de la fuente que nosotros ramos

    diferentes antes de que llegaran ellos. Taibo no es nada bueno, le dijo a su peculiar nietito de

    ojos verdes.

    SUPERVIVENCIA. Supervivencia es una palabra tan extraa para amar la vida.

    Durante la mayor parte de mi vida, me he meado encima frente a personas inferiores para que

    siguieran llegando los cheques. Por supuesto, se es el ncleo del capitalismo pero aqu est la

    verdad de cualquier visin tribal. Para los salvajes entongados en gamuza que bailaban en las

    cuevas de la noche, lamidas por el fuego, no haba culpa ah. El aliento del maana era la

    plegaria a la hora de irse a la cama. Abuelo, danos carne y calidez y amor dulce de unos para

    otros. Que el sol baile en la oscuridad de nuestras familias brillantes. Nosotros somos y

    seremos siempre nuestra propia redencin llena de amor.

    SUPERVIVENCIA. Ahora vivimos en un mundo de forasteros, todava ms alienados,

    ms separados unos de otros por la computadora, la televisin y el fundamentalismo

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  • republicano. Atrapado en mi profesin final, tambaleo ahora de una cueva sin ventanas a otra,

    preguntndome cmo hicieron estos chicos para llegar a la universidad sin saber lo que yo

    aprend en los primeros aos de la secundaria. No s cuntas veces he dicho: Cuando una

    oracin empieza con una subordinada, tiene que seguirle una coma o Una oracin es un

    pensamiento completo, un grupo de palabras con sujeto y verbo. Ese es el tipo de poesa por

    el que me pagan. Ya no soy capaz de comprender ni siquiera de tararear ninguna cancin de

    libertad.

    Me sentenciaron a la esclavitud institucional. Me dan los veranos libres por buen

    comportamiento. Mi abuela estara orgullosa, demonios. Soy el primero de mi familia en

    gravitar hacia la universidad y graduarme n ella aunque mi mam s sobrevivi la Escuela

    Amerindia de Enfermera de Window Rock, Arizona, a principio de la dcada de 1940.

    Y as, por una cuestin de supervivencia, sigo diciendo que una coma es una pausa, un

    respiro. Un respiro que raya en la crisis, no un coma realmente pero s algo deprimente. No

    importa cmo lo analise, es un cheque. Una roca en la mano. Un golpe en el crneo. Hago lo

    que sea necesario para caminar pavonendome a travs de las sombras aterradoras de este

    mundo plido al que estoy pegado.

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  • Zoloft

    Le digo a mi mdico que por supuesto sueo constantemente con Antiparras y los aos

    que pasamos juntos con Colleen. Despus, en broma, le digo que por supuesto sueo con

    Colleen y los aos que pasamos juntos con Antiparras. l se obliga a asentir con la cabeza ante

    mi chiste pattico. Mi vida est llena de caos mundano y tristeza filosa que acuchilla la carne.

    Es tan patticamente potica como suena. Dado que l es un mdico del SERVICIO INDIO

    DE SALUD, quiere darme una pastilla. Le digo que ya me tom la pastilla ms grande que

    haya existido. Me tragu la Tierra y pronto la voy a vomitar directamente en el centro del sol.

    Entonces, los chicos y chicas blancos, inteligentes, de esta codiciosa nacin cristiana tendrn

    solamente algunos segundos para temblar y mojarse la ropa interior antes de que se canten las

    ltimas canciones de la Danza de los Espritus. Lo nico que hace el doctor es sacudir la

    cabeza y rerse. Me agrada. Me cuida bien. En el 68, yo no habra dejado escapar su oferta de

    drogas gratis y habra bailado como un loco por las calles psicodlicas sobre mi ereccin

    perpetua.

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  • Para una chica india que conoc una vez en mi pasado turgente y ensombrecido por piedra

    A veces, me reconoces. A veces, no. Hace solamente dos semanas que te vi pero

    parece que fueran muchas lunas. Hacemos un breve contacto visual y lanzamos destellos

    como piedras fras salidas de campos helados. Despus de ms de dos aos de silencio, t

    dices:

    Te amo. Y luego recaes en una ausencia absoluta de palabras. No me miras a

    la cara cuando dices esa frase. Ests dando vueltas alrededor del camino circular en el patio

    frente al pabelln para enfermos de Alzheimer. De dnde vienen esas palabras? Estn

    dirigidas a m? Estoy oyendo voces? La esfera de primavera abrasa nuestros corazones

    pero hay traumas histricos que todava nos perfuman el cabello. Quin entiende el baile

    descosido que bailamos? Nuestro rocanrol no es muy nuevo, que digamos. Hace aos, yo te

    provocaba y deca:

    Metmonos entre los matorrales y cojamos. Ahora, por fin, quiz seamos

    demasiado viejos. Basta con que me des tu mano temblorosa para que la tenga entre las

    mas. Mira all: estn a punto de florecer las lilas mudas. Las lilas, querida, y mi eterno

    amor triste por ti.

    48/97

  • Despus de un mes sin correos electrnicos, llamo al este y me entero de que ests

    muerta

    Ay, adis, t, la de suave dulzura: fue estupendo mientras funcion. Adis, mi amarga chica blanca: voy a olvidarte, si puedo, amor. PETER LA FARGE

    T dijiste que suponas que el hombre haca arte porque tenemos mala memoria,

    Jeanne, y olvidamos constantemente lo que es la belleza. Yo dije que tenemos arte porque

    Dios, en su locura infinita, plant muerte y prdida como la columna vertebral de la

    existencia renga del hombre. Quiz tuvimos razn los dos. Mujer, saliste disparada de este

    hotel viejo, barato, ms rpido que un vagabundo sin dinero. Explosin de la aorta. Rpida

    y dulce. Nada de rebelin persistente de carne cansada. Nada de decadencia triste y sin fin.

    Y, como vivo en un planeta distinto del planeta en que viva en el 72, no me enter de tu

    muerte hasta un mes entero despus de tu cremacin. Yo s que es una locura tpica de la

    edad madura, Jeanne, pero no puedo dejar de preguntarte si de tus huesos sali humo

    blanco. Mierda, me acuerdo claramente de cuando nos conocimos, sentados en un banco

    verde de madera en el parque pblico Boston Commons, y fumamos un porro gordo de

    hierba roja virtuosa trada de Panam; y de cmo me seguiste hasta casa, a la pocilga del

    barrio de Back Bay donde viva yo; de cmo hablamos en serio! de H. P. Lovecraft; de

    cmo cogimos y nos remos como tontos con Tim Hardin en el estreo; y de cmo,

    despus, pasamos ocho aos de convivencia en los bosques de Providence, en la locura y

    arriba y abajo, abajo como estoy ahora. Acabo de recibir la llamada telefnica sobre tu

    muerte, dulce Jeanne: hace quince minutos, quince minutos que me entumecieron el coco.

    Ahora estoy escuchando un compacto de Townes Van Zandt y quiero emborracharme

    mucho, chupar para hoy y para siempre la eternidad frgil de nuestra antigua inocencia.

    49/97

  • A veces, Jeanne Anne, a travs del misterio del milagro, se devuelve la vista a

    personas que fueron ciegas toda la vida. Pero, y si lo primero que ven es un infierno lleno

    de serpientes que escupen semen y payasos que empuan navajas de afeitar, con la

    intencin de dejarlas ciegas de nuevo?

    A veces, Jeanne, mis pensamientos estn enloquecidos... Ojal pudiera hablarte del

    Alzheimer de mi Colleen. El clich que se usa es que la persona que sufre de ese mal no

    sufre tanto como los familiares y personas que la atienden; que, en realidad, es ms difcil

    para los seres queridos, pero yo tengo mis dudas. A veces pienso que ella tiene

    milisegundos de claridad fosforescente y en esos milisegundos ve la tragedia abrumadora

    de esta enfermedad, el horror sin sentido de todo, y eso la hace tambalear por un momento

    y, despus, sigue adelante, la cabeza gacha, hasta meterse en la ventisca mental y yo no me

    doy cuenta, no me doy cuenta. No me doy cuenta! No...

    Sabes de qu hablo?, querida, muerta Jeanne, Quiero decir: qu es peor: la

    muerte del cuerpo o la muerte del cerebro? O acaso son hermosas las dos? Y, si ella llega

    primero que yo, vas a protegerla hasta que yo vaya? Por amor de Dios, podras velar por

    mi mujer?

    50/97

  • Enigma sobre indios de las Grandes Llanuras: 25 de junio5

    Bajo de la interestatal en Mitchel, Dakota del Sur. La rural que est delante de m en

    la ventanilla de McDonalds tiene placas del Servicio Penitenciario del Reformatorio para

    varones de Plankinton. Hay un conductor de mediana edad, blanco, fofo, y dos pieles rojas,

    sentados en la parte trasera, tal vez tienen catorce aos. Parecen mellizos. Se ren, chicos

    sonrientes, dulces, que atraviesan a nado la neblina que alla; los dos, con ojos brillosos,

    apestados, de pez. En la cresta por encima de McDonalds, el viento del oeste se lamenta

    por las muertes con canciones fnebres o quiz sea el fantasma de Custer, que sigue

    gritando para que llegue Benteen y tape con perfume el olor salvaje a mierda del beso

    hmedo de la muerte.

    5EnalusinalabatalladeLittleBighorn,libradael25dejuniode1876,enelestadodeMontana.ConstituyelamayorderrotadelejrcitoestadounidensedurantelasGuerrasIndias.EltenientecoronelGeorgeA.Custerylamayorpartedesubatallnmuerenaniquiladosporlosindios,despusdehaberesperadoenvanolosrefuerzossolicitadosalcapitnFrederickW.Benteen.(N.delaT.)

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  • Regalo de Navidad

    Tengo tu crucifijo de caoba en esta casa de pino, Colleen Marie. Y tengo un latido

    irregular que me embriaga de miedo infartante. Mis rganos estn asediados por la duda.

    Un siglo despus de Henry Ford, los venados bailan todava y entran bailando en la luz de

    los faros delanteros excepto esta noche, en que se suben al techo de la esperanza y lo

    golpean con las pezuas hasta que se me hunde el crneo. Esta noche, ya muy tarde, sin

    poder dormir, como uno de los bastones de caramelo que te compr en el hogar de ancianos

    en el que vives. A siete largas horas de distancia, te oigo susurrar mi nombre como el santo

    rosario. Siento en el paladar la dulzura del palito rojo y blanco, y los recuerdo cidos de

    nuestras vidas iyeska. Como era en el principio, es ahora y ser siempre, por los siglos de

    los siglos. La nica ofrenda que hago este ao es el clich trillado de mi corazn. El ao

    que viene, mi amor, te doy mi palabra, voy a hacer regalos mejores, te doy mi palabra...

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  • Morlock metafrico, Minnesota

    Pasan desolados camiones con remolques, ms all de la medianoche, fabricando

    furiosas cortinas de nieve con encaje. En su estela, hay moribundos faroles que sueltan el

    espritu de este pueblito como un aviso no querido de computadora. Bajo la sombra maloliente

    de la Planta de Maz ADM, Morlock es una granjera joven y sonmbula seducida por la

    tecnologa y la Biblia. El pelo blanqueado est levantado como el de las mujeres en la Red

    Roller Santo. La doble papada le tiembla por el Prozac. Est vestida por K-Mart y alimentada

    por McDonalds. Maana va a quedarse en cuclillas en mi clase nocturna y ninguno de los

    estudiantes que lo sabe todo la va a notar. Yo voy a fingir la medida profunda de la rima y la

    mtrica y me voy a olvidar de los pecados de esas mentes hasta que ella seduzca al reloj y se

    vayan, hacia el abismo playo de sus camas hogareas. Entonces, le voy a tomar la mano, se la

    voy a besar con amabilidad y voy a rogar para que me entregue la llave que abre la puerta de

    esta prisin.

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  • Un ermitao en una tormenta de nieve

    Al amanecer, la nieve gorda, estadounidense se pega a la autopista. Al medioda, un viento

    pervertido transforma los copos pomposos en polvo. Un quitanieves desorientado abandona el

    camino rural y abre una franja en la grava del camino. A la tierra helada, raspada bajan

    pajaritos marrones, hambrientos. Las palomas se apian cerca de los silos hasta que un cuervo

    solitario las persigue y las lleva hasta el vaco helado, punzante. Trazo un plan para racionar

    cigarrillos. Tengo suficiente alimento para perros y para gatos. Tengo un gran costal de papas,

    un microondas y un tarro de crema agria. Tengo la buena compaa de dos automticas color

    azul cielo y los susurros ambiguos de ngeles.

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  • Cierva en la ventana de la cocina

    Hermana! Vi tus huellas ms temprano. Estoy haciendo sopa Campbell de pollo con fideos.

    Disculpa que mi casa est desordenada pero tengo un resfro brillante de nuevo. Entonces

    viniste a curarme o a matarme?

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  • Inconsecuencia jazzera

    Y entonces sucede que un poeta joven y cada vez ms rebelde del departamento dice que puede

    hacer que publiquen mi aliento cansado en la American Poetry Review, nada menos! Perdn

    por el redoble de tambores, no quiero ser malvado pero, en mi estado de decadencia actual, no

    necesito ninguna American Poetry Review de mierda. Agradezco la oferta pero estoy muy

    ocupado armando un conjunto de jazz en mi viejo granero rojo. No tengo bajo ni piano ni

    batera pero s cantar por lo menos. Escucha:

    El cielo es un mar de vino oscuro, barato.

    Los mosquitos asesinos son gordos, gordiln-tin pitn.

    Cuidado con el aguijn. El aguijn se siente como la iglesia.

    Dulce iglesia de luteranos lamedores de serpientes!

    Sangre, sangre, la sangre india es el cielo y

    el maz gordo se eleva, tan furtivo.

    Mis labios estn tan azules, cierto bo-jo-jo.

    Es verdad, es verdad, as que vyanse al carajo ya, jo-jo!

    Una vez, alguien me dijo que un camino serpenteante lleva derecho a la cancin y,

    hombre, ah, hombre, esta meloda no es sencilla. Pero es ma y estoy bien, enseriodeverdad,

    estoy bien.

    Para Giuseppe

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  • Fata Morgana

    En el sueo de esta noche, Vienes a m, amor no correspondido desde el tercer grado hasta la

    secundaria. Has madurado slo hasta la mariposa de tus veinte aos pero yo sigo siendo este

    buldog gordo de mediana edad. Me das una palmada en la cabeza como palmeara uno a u