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COMPRIMIDO DE PALABRAS O PEQUEÑO DICCIONARIO DE UN MANIFIESTO (LA PROSA PROGRAMÁTICA VANGUARDISTA EN AMÉRICA LATINA) Esperanza López Parada Universidad Complutense de Madrid Los más recientes estudios en torno al género del maniiesto tienden a distinguirlo de modalidades de literatura panletaria que le son próximos, estableciendo de este modo un uso muy restringido y especíico del térmi- no 1 . Sin embargo, la vanguardia latinoamericana, que pronuncia y publica cientos de maniiestos más o menos agresivos, hace un empleo no especiali- zado de la voz, sin entrar en distinciones retóricas con los otros modos de la escritura de proclama. Si la vanguardia no fue la primera en descubrir las propiedades propagan- dísticas de la prosa manifestaria, el arquetipo del género —lo que podríamos 1 La crítica, de hecho, ha procedido distinguiendo “maniiesto” de formas muy cercanas como “proclama/programa/panleto” (Angenot). Carmen Gómez García advierte que, entre los escritos “ahora compilados como Manifeste. Dokumente zur Deutschen Literatur [...] hay muy pocos que puedan leerse como tales”, sirviendo entonces la denominación como una especie de cajón de sastre que albergue aquella categoría de textos en los que la función apelativa resulta prioritaria (Gómez García 2008: 30, 32). También es cierto que si esta consideración de género dentro de la teoría literaria es relativamente reciente (Jarillot Rodal 2010), la conciencia de tal por parte de su usuario y receptor común se hacía sentir muy temprano e incluso aparecía vinculada a la propia enunciación del alegato manifestario (Van den Berg 1998: 198). 12-lopez-parada.indd 315 12-lopez-parada.indd 315 27/05/2014 9:11:35 27/05/2014 9:11:35

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COMPRIMIDO DE PALABRAS

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  • COMPRIMIDO DE PALABRAS O PEQUEO DICCIONARIO DE UN MANIFIESTO

    (LA PROSA PROGRAMTICA VANGUARDISTA EN AMRICA LATINA)

    Esperanza Lpez ParadaUniversidad Complutense de Madrid

    Los ms recientes estudios en torno al gnero del manii esto tienden a distinguirlo de modalidades de literatura panl etaria que le son prximos, estableciendo de este modo un uso muy restringido y especi co del trmi-no1. Sin embargo, la vanguardia latinoamericana, que pronuncia y publica cientos de manii estos ms o menos agresivos, hace un empleo no especiali-zado de la voz, sin entrar en distinciones retricas con los otros modos de la escritura de proclama.

    Si la vanguardia no fue la primera en descubrir las propiedades propagan-dsticas de la prosa manifestaria, el arquetipo del gnero lo que podramos

    1 La crtica, de hecho, ha procedido distinguiendo manii esto de formas muy cercanas como proclama/programa/panl eto (Angenot). Carmen Gmez Garca advierte que, entre los escritos ahora compilados como Manifeste. Dokumente zur Deutschen Literatur [...] hay muy pocos que puedan leerse como tales, sirviendo entonces la denominacin como una especie de cajn de sastre que albergue aquella categora de textos en los que la funcin apelativa resulta prioritaria (Gmez Garca 2008: 30, 32). Tambin es cierto que si esta consideracin de gnero dentro de la teora literaria es relativamente reciente (Jarillot Rodal 2010), la conciencia de tal por parte de su usuario y receptor comn se haca sentir muy temprano e incluso apareca vinculada a la propia enunciacin del alegato manifestario (Van den Berg 1998: 198).

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    identii car como el Ur-Manifest se produce dentro de una intenciona-lidad poltica. Pero, ni siquiera en este caso, el Manii esto Comunista de Karl Marx est exento de tonalidad potica, de un comienzo teatral y una disposicin dramtica y efectista, hasta el punto de que Bertolt Brecht inten-tara versii carlo en hexmetros (Dauclev 2011: 29).

    Ahora bien, dentro de la reputacin del manii esto, el paso de su condi-cin como obra menor, incluso no literaria, a pieza clave de la produccin esttica es la vanguardia la que lo inaugura2. Y la profusa utilizacin que esta hace de dicho paso permite considerarlo, junto con el fragmento, la parodia, el pastiche, el caligrama, como una de sus frmulas, e incluso una de sus re-tricas ms caractersticas. Se dan manii estos en todos los tonos, en todos los mbitos, de todos los niveles, de todas las maneras posibles: se enmascaran bajo los versos del poema, en el dilogo de la pieza teatral, en la performance pblica, sobre la superi cie de la pintura coral que los grupos perpetran como sea de identidad y exposicin de renovada reivindicacin.

    Por un lado, si el manii esto latinoamericano parece esgrimir aspectos propios como una menor agresividad (Gelado) o, en todo caso, una agre-sividad indiferenciada que, segn Maples Arce, quitar el sueo a los reac-cionarios y ai rmar todas las inquietudes de la hora presente (Mendona Teles/Mller-Bergh 2007: 87), por otro, comparte rasgos comunes con la produccin europea en su capacidad de camul arse bajo otros disfraces y en su imprescindible condicin de uso en cuanto es un gnero pragmtico entendido a travs de su puesta en escena.

    Todo ello convierte el signii cado de la expresin manii esto en un valor a la deriva, que extrava su direccin y multiplica sus apelaciones: un sentido nmada, diversii cado, por tanto, al que la rotundidad de una nica dei -nicin no puede satisfacer. Parece entonces ms apropiado aplicarle, en la tarea de decir en qu consiste, el abanico de posibilidades que el modelo dic-cionario abre en la constelacin excluyente, complementaria o simplemente yuxtapuesta de sus entradas.

    2 El texto programtico ha pasado de ser una obra menor de escaso inters por s misma, de fuerte carcter dectico, a convertirse en una obra de arte que supuso la traslacin de manii esto o programa a una nueva regla establecida por una persona que consigui erigirse en portavoz de un grupo (Gmez Garca 2008: 35).

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    Agresividad

    Futurismo! Insurreccin! Algarada! [...] Iconoclastia! Pedrada en un ojo de luna!, vocifera Gmez de la Serna, escondido bajo el seudnimo de Tristn, en el prlogo al Manii esto Futurista que Marinetti parece haber escrito exprofeso para la revista Prometeo. En medio de una conspiracin de aviadores y chauf eurs contra el viejo estilo contra academicismo y universitarismo, contra idilios y matrimonios, contra estatuas y religiones, contra la apata de lo consensuado, la arenga, publicada en la temprana fecha de 1910 y levantada sobre un campo de pirmides, conforma la so-noridad de la violencia vanguardista para el mbito hispnico. En mayscu-las y exclamaciones, el placer de agredir se mancomuna con el recio deseo de estatura, de ampliacin y de velocidad al ritmo de un gran galop que martillee su juventud elctrica sobre todos los palios y sobre la procesin grrula y grotesca, ofrecindose as como ejemplo de lo que ser el estilismo de la imprecacin*.

    Lo importante es que la frase corta y exclamativa, la secuencia descarnada de las apelaciones escenii ca en el texto el gritero mismo que evoca: Mo-vimiento ssmico [...]! Rejn de arador! Secularizacin de los cementerios! [...] Interseccin, chispa, exhalacin, se desgaita el vanguardista Tristn, maquillado de profeta laico. Con su exceso orador, el manii esto se convierte gri camente en el escenario activo donde se dramatiza la arenga con toda su mecnica gestual y su algaraba.

    El futurismo haba hecho de los signos impresos una especie de pintura imitativa del discurso y ahora tambin Gmez de la Serna proclama el impe-rio de una voz autosui ciente que se impone ms all y sin la necesidad de su pueril grai to. Se trata en cambio de promover una textura ms sutil, nos dice, como de marconigrama, de lneas de teletipo, de silabismo de radar que vuele sobre los mares y sobre los montes.

    El manii esto se hace cargo entonces de las formas posibles de la irreve-rencia sonora y peri la la vanguardia como el nuevo arte de lo cacofnico larte dei rumori, propugnado en 1913 por Luigi Russolo, trasladando su furia a lo visual y perpetrando as sinestesias ameldicas y antimodernis-tas, vapuleos visuales, chirridos de la mirada. Romper el estrecho crculo de lo orquestado y bien avenido para incorporar el malestar de la asonancia y la

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    turbulencia sonidos repentinos de la mquina, del vapor, el gas, los meta-les, los motores, la orquestacin discontinua de la masa3 se toma por acto manifestario y pacto de adhesin vanguardista.

    Se trata de molestar con toda la gama de agresiones acsticas, cro-mticas, elctricas, fsicas, idiomticas; de hacer ruido social y contun-dente con un insulto vigoroso que sabe, no obstante, dnde ms duele; de gritar desde la altura del atalayismo o del Rascacielos, desde los ngulos del Prisma, desde estados extremos del delirio desvairismo, euforismo, ultrasmo, con la onomatopeya del chorreo mecnico Gong, Runrun, Klaxon convertido en la bandera de la disidencia, cayendo sobre el bur-gus como quien le lanza una piedra o le amenaza con la extrema izquierda y la antropofagia (Gelado 2008: 652). Se trata de exasperar con la accin ms medidamente inconveniente, con un escndalo dosii cado de conse-cuencias imaginadas, como la solicitud exacerbada de muerte para el cura Hidalgo con el que los estridentistas amenazan los principios bsicos de la construccin histrica mexicana.

    Se trata en dei nitiva de un trabajo enrgico pero exacto, de una agresivi-dad concreta, una fuerza que se ejerce con puntera, que mide perfectamente dnde va y que es ei cazmente certera, al pronunciar laccusation prcise, linsulte di nie, como aconsejara Marinetti en carta al pintor belga Henri Maassen hacia 1910, consejo con que reintroduce dentro del manii esto es-ttico vanguardista toda la carga agonista que le fuera connatural en su uso anterior. Marinetti se deleita y encandila con esa frmula desbocada y, sin embargo, rigurosa, con esa explosiva y medida combinacin futurista, en dosis adecuadas, de la violence et de la prcision (Lista 1973: 18-19).

    (Vid. GESTOS, IMPRECACIN)

    3 As lo propone Luigi Russolo en el manii esto antes mencionado, Larte dei rumori, donde pide el rechazo de toda armona simblica y proporciona la partitura de los nuevos ruidos urbanos, desde el traqueteo de los trenes, de las imprentas, de los pistones hasta el ondear de las banderas o el batirse de las puertas. En Intonarumori proceder incluso a su clasii cacin en seis categoras segn la intensidad sonora de los mismos (cfr. Watkins 1988: 236).

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    Alfa

    Al pretenderse original y originaria, la vanguardia no puede dejar en ma-nos del azar el acto inaugural de su inicio, y prev todos los pasos de una gestacin y de un origen tan controvertidos como diseados.

    El manii esto opera ah a ttulo de acta de nacimiento en que la criatura se anuncia, cuando no del parto que la da a luz: certii cado entonces que se celebra, que se acredita a s mismo en la tarea hipervigilada de no dejar cosa alguna, ni su produccin, a ese azar que, a la vez, se autoadjudica como cons-titutivo. Otra cosa viene a ser, no obstante, la materialidad siempre datable del texto manifestario, que hunde sus races y se tie de reminiscencias, sin que el artista de vanguardia pueda arrebatarle linaje, pasado y genealoga*.

    Pero en lo que corresponde a cada ismo, este se precia de buscarse el prin-cipio que le parece ms oportuno. Si Marinetti cae con su blido en aquel smbolo de la cuneta matriz, de cuyas aguas enfangadas resurge revoluciona-rio e intempestivo, Alberto Hidalgo precipita el comienzo del Simplismo a partir de una visita al oftalmlogo. Su invencin se fecha por tanto el da en que el poeta empez a usar anteojos. La experiencia, que Hidalgo no puede sino narrar con su habitual sorna dentro de la Invitacin a la vida potica (1925), consigue nimbarse, sin embargo, de connotaciones solemnes.

    Con las gafas recomendadas por el especialista, se corregir el astigmatis-mo esttico que le llevara nos coni esa y se exculpa a aceptar previamen-te un arte ya caduco. Si el problema se hubiera curado el ao de 1916, no habra escrito los versos que me ligan con el pasado. El argumento parece defenderle bastante bien de aquel desliz y sirve para abrir con toda magni-i cencia una nueva mirada sobre las cosas, menos retrica, ms ntida, ms sencilla y proporcionada, por ende ms innovadora.

    Con esta forma de comienzo, el poeta de la vanguardia se acoge al pres-tigio del sentido de la vista o, ms bien, de su falta en tanto indicio de genialidad proftica. Solo que el smbolo se actualiza a travs de la ex-perimental tecnologa ptica y el simplista se nos presenta ahora como un remozado Tiresias con lentes.

    (Vid. MITO)

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    Amistades peligrosas

    La vanguardia latinoamericana fuerza lazos con credos y argumentos que las europeas, de por s, haban evitado. De repente, ocurre lo impensable y el mani-i esto se declara, entre vtores, nacionalista, nativista, folclorista, negrista o local.

    Pero ms all de lo antinatural de esos pactos desde las consignas van-guardistas occidentales que en su versin surrealista, dad o futurista se quisieron forzosamente cosmopolitas, universales y sin fronteras, late en cada uno de ellos el intento ms importante de conceptualizar el territorio, el mapeo de la zona americana, reubicando esta y su creatividad en la totali-dad artstica. El manii esto latinoamericano de vanguardia viene entonces a preguntarse directamente por su relacin colonizada con el primer mundo y esbozar una respuesta geogri camente nacional para construir una car-tografa en movimiento, que ponga en duda el diseo consensuado de los espacios preeminentes.

    Por eso, encontramos a indigenistas, panamericanistas, antieuropestas o realismo-socialistas acompaando al vanguardismo, unas veces apropindo-se de sus recursos de estilo y otras simplemente participando de las mismas publicaciones4. Entre las alianzas ms difciles, enmascarado bajo la publi-cacin de combate que es el Boletn Titikaka de circulacin continental y polmica, el grupo Orkopata se declara por una unin interesada de Andes y modernidad (Lauer 2012: 146). La conciencia de que renovacin esttica y vernacular van de la mano especialmente enunciada en las Confesiones de izquierda de Emilio Armaza, entrevistado por la revista, abre su nme-ro de diciembre de 1928. La vanguardia aparece ah convertida en la corrien-te ms genuina e intemporal de la produccin artstica latinoamericana, una especie de entraa de idiosincrasia y carcter que le es connatural, sin que el Boletn, que ampara la paradoja, alcance a detectarla. La voluntad explosiva y actualista de los ismos se entiende ahora como vocacin eterna de la realidad continental, como el peri l sutil de la esencia que le falta.

    4 Para todos ellos no habra contradiccin en el uso de dichos recursos; al contrario, pareca una consecuencia lgica en una suerte de fenmeno natural de las letras, perfectamente compatible con todos los estilos disponibles, dentro de una evolucin que se senta integrada culturalmente y en absoluto conl ictiva (Lauer 2001: 11-12).

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    Y si su esfuerzo consigui a veces restaar la falta de sensibilizacin pe-ruana hacia lo indgena, en otras ocasiones se minimiz en puro decorado escenogri co o en ejercicio de caligrafa. La escritura manifestaria se llenara de las /g/, /y/ o /qu/, supuestamente ms genuinas, que resuenan en una recin y artii ciosa grafa quechua. O pierde comas, pausas, puntos, rebaja las maysculas, desordena su sintaxis y aindia su expresin.

    Se trataba de comenzar la andinizacin del pas por su ortografa, libern-dolo de la degeneracin de una pronunciacin impropia; puesto que, de la ba-talla que recuerda antiguos empecinamientos romnticos contra la escritura imperialpodra benei ciarse sin duda la libertad i sibilisasyon de un pweblo alfabticamente oprimido, i qyen sabe si [tambin] la literatura propia de estos ermosos idiomas onomatopyiqos y ejspresibos (Chuqiwanqa 1928).

    (Vid. MAPAS)

    Argos

    La expresin latina nihil novum sub sole aparece invariablemente repetida en los manii estos que proclaman la absoluta innovacin de sus propuestas artsticas como una especie de excusatio non petita por seguir latinizan-do o aviso exculpatorio de caminantes, desde el pistoletazo de salida futu-rista hasta el Manii esto de Martn Fierro o la presentacin de la Revista de Avance. Todo va a cambiar, todo se desea renovado, indito, inaudito, aun-que inevitablemente nada haya nuevo bajo el sol o precisamente por ello.

    Ese cambio prudente, deseado, y en el fondo neutralizado por la empata continuista de todas las cosas, hace del manii esto un discurso consciente de sus imposibilidades y de sus utopas. Y le obliga a gravitar, en cuanto al me-canismo de su modii cacin, dentro del modelo seriado para la renovacin de las esencias que suministra el mito* de Argos frente a un sistema radical de innovaciones arbitrarias.

    A diferencia de Proteo, que modii ca sus formas de una manera abrupta y sin relacin alguna entre las naturalezas que adopta, cuando a la nave Argos le acontece algn percance, los dioses obligan a Jasn a reemplazar poco a poco las piezas daadas sin poder nunca ni desguazar ni sustituir ntegra-mente el barco, de suerte que este acaba al i nal por ser otro nuevo sans

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    avoir en changer le nom ni la forme. La representacin puede considerarse muy til segn Barthes (1974: 50), al proporcionar la alegora de una ciruga invasiva en la estructura, mediante alteraciones modestas que termi-nan modii cndola absolutamente, aunque, no obstante, no la reemplacen por entero.

    As desde el Manii esto Futurista se perciben redundancias repetidas con variaciones, un juego de leves muescas que se van secuenciando, rela-cionadas y conscientes de que todo es distinto cuanto todo es suavemente igual. Se repiten con cambios, por ejemplo, la enumeracin de los puntos a combatir5; la necesidad de una escenografa impactante que coni rme la ur-gencia del cambio; los vtores a realidades nuevas, desde el Viva el mole de Guajolote, que diran los estridentistas, hasta el Viva la mquina, la llave, la aldaba, la tuerca, la sierra, el marrn, el truck, el brazo derecho, el cuarto

    5 Los Nuevos de la Repblica Dominicana reconvierten los once puntos futuristas en un declogo, comprometiendo la circunstancialidad de aquellos en una irnica declaracin de principios, esbozada con cierto sarcasmo irrepetible. Los puntos II, III, IV y VII dicen por ejemplo: Ms vale algo nuevo que mucho trivial, Venga con originalidad en su mente, o si no qudese en su casa, Si los antiguos moldes artsticos pueden salvarse con una palabra suya, no pronuncie una sola slaba y Reconozca su propio mrito y el de los dems (Mir et al. 1972: 109). Los integralistas de Puerto Rico imprimen a la enumeracin un tono constructivo e identitario, en la seguridad de que no puede existir un coloniaje del arte segn el tem 8 o que urge la vinculacin de nuestra cultura en su totalidad con las fuentes de nuestra autoctona, con la realidad etnogri ca geogri ca y telrica puertorriquea en el nmero 3 (Hernndez Aquino et al. 1966: 254). En cambio, el Manii esto Trascendentalista, que tambin acude al inventario de acciones prescritas, no guarda apenas rastro de los propsitos irredentos futuristas. El mandamiento nmero 2 sostiene: Nuestro trascendentalismo viene a ser, en su ms pura y noble intencin, integrador de la personalidad. Y el 4 ai rma: Nuestro trascendentalismo no ser de poesa enervante, de aparato sino de algo esencial trascendente que toque al ser en lo difano (Rentas Lucas et al. 1966: 255). Por otra parte, Bartolom Galndez en un Manii esto para la Revista de Orientacin futurista de Buenos Aires se niegan a glorii car la guerra, higiene del mundo, para, en cambio, reclamar en 20 apartados un regreso a la tradicin ms pura de Homero hasta Hugo, desde Shakespeare a Schiller, desde Plotino a Maeterlink, desde Ani n a Beethoven (Galndez 2009: 166), y dentro de aquella pulsin blica originaria se pide el retroceso a la pica como combate sublimado en sus ttulos ms bellos, Csar y Rolando en primer lugar, como si, en efecto, Argos hubiera renovado su casco por completo.

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    de hotel o el vaso de agua! de los euforistas6; la emisin de frases cada vez ms polmicas; la prospeccin de un futuro distinto7 o la imprecacin* y la injuria* como marcas de estilismo por antonomasia.

    Pero es el versionado casi imperceptible, dentro de lo literal de su repro-duccin, que experimenta la frase latina con que abramos esta entrada y con la que cada ismo excusa la repeticin inevitable de contenidos, el ejemplo quiz ms sutil y ms comprometido de esta especie de cambio en la per-manencia que el gnero manifestario sufre en sus realizaciones particulares. Frente a un Jorge Maach desencantado con que a la pretensin de los jvenes que clamamos por un arte nuevo se opondr siempre, con ademn poderosamente escptico y peligrosa fuerza de simpata, la vieja conviccin de que nihil novum sub sole (Maach 1927: 2), encontramos en contrapar-tida el optimismo de los Nuevos dominicanos Hay mucho de nuevo bajo el Sol. Encuntralo (Mir et al. 1972: 109) o la llamada de atencin diepa-lista Cerremos nuestra memoria, mquina imitadora, loro estpido, y abramos nuestra imaginacin, a hacer cosas nuevas bajo el sol (Pals Matos/Batista 1966a: 227).

    El giro dei nitivo que hace de lo repetido una diametral manera de enun-ciacin distinta lo cursan los magistrales lderes de Martn Fierro que saben que todo es nuevo bajo el sol si todo se mira con unas pupilas actuales y se expresa con un acento contemporneo (Manii esto 1969: 26).

    (Vid. MONOTONA, PROTEICO)

    6 El fraseo entusiasta con que acaba el Manii esto Euforista en confusa exaltacin de un inventario magni co e impensable merece su reproduccin ntegra: Viva la mquina, la llave, la aldaba, la tuerca, la sierra, el marrn, el truck, el brazo derecho, el cuarto de hotel, el vaso de agua, el portero, la navaja, el delirium tremens, el puntapis y el aplauso! / Vivan los locos, los atrevidos, los aeroplanos, las azoteas y el jazz band! / Abajo las mujeres romnticas, el poeta melenudo, los nios llorones, los valses, la luna, las vrgenes y los maridos! / Madre Locura, cornanos de estrellas! (Pals Matos/Batista 1966a: 229).

    7 Por lo que toca a la esttica del futuro, sta ser amtrica, astringente y wagneriana, por no decir que ser divina armona del desorden (Vgil Daz 2011: 21).

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    Autobiografa

    Es difcil separar, desde luego, el manii esto del avatar cronlogico de su creador. A menudo este canjea su historia por la historia de aquel, hasta el punto que Xavier Abril lo arranca del dato de su propio nacimiento el ao de 1906, en Sudmerica, ya que este resulta incontrovertible: una de las cosas de que estoy ms seguro es de haber nacido.

    A partir de ah, su potica vanguardista se ir completando con expe-riencias biolgicas. El mejor retrato surge del laboratorio radiolgico en ocasiones de la diseccin forense* y el arte verdaderamente vlido es aquel alimentado de episodios juveniles y venreos.

    Son los secretos de la piel y las huidas del colegio lo que separan a Abril para siempre de los parnasianos; su profesin de jockey lo que le permite con-vertirse en jinete en pelo de las ideas. El carcter de su plstica lo dictan las piernas con malla de una compaera, [...] muy fea y muy alemana. De viajes desordenados por las montaas del Per obtiene una direccin de trabajo en la naturaleza; de la blenorragia contagiada por las mujeres de los puertos, un ho-rizonte literario desorientado y de su preparacin psquica o de su conciencia cierta de loco extrae lo que legar a la poesa hispanoamericana: el surmenage, la taquicardia, el temblor, el pathos. Despus de eso, que la Venus de Milo se quede para siempre en el burdel del Louvre (Abril 1931: 8-14).

    (Vid. SOLIPSISMO)

    Cadver (pero no tan exquisito)

    Inscrito inevitablemente en el tiempo al que pretende adelantarse, el manii esto vive poco. No solo es que arrastre malamente restos de lo que deja atrs, como los difuntos Campoamor y Nez de Arce que al puerto-rriqueo Evaristo Ribera Chevremont le hieden con su entierro a medias, contaminando de modernismo crepuscular los panl etos en los que se exige su inhumacin8.

    8 A la poesa no le viene bien el verso mtrico. Me hieden los cadveres de Campoamor y Nez de Arce. Me aburre el cacareo montono de las diuturnas tarabillas de corral, ataca

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    Ocurre adems que ya en el momento de emitirse, el propio manii esto de vanguardia constata proceder de un cuerpo muerto (Abril 1931: 15). Puesto que somete su marcha a una continua exigencia de huida hacia de-lante, puesto que asume la innovacin como la nica permanencia, est con-denado a la ruina, a lo perentorio y precario de sus mismas ansias renovadas. De ah que, cuanto ms triunfalmente proponga sus medidas, ms infeliz, ms melanclico resulta como discurso que conoce la condicin postrera a la que todos los intentos, tambin el suyo, estn destinados9.

    Cuando i rmen su revista coral, los integrantes peruanos del grupo Ban-dera irn cambiando el ttulo para cada edicin quincenal de la misma, acompaando la nueva voz con la claudicacin manifestaria y declarada de la anterior. Si la revista aparece primero, en octubre de 1926, como Trampoln, en su nmero siguiente ya se llama Hangar y Extrampoln-arte supra-cosmo-polita. En el inmediato siguiente se publicita bajo el nombre de Rascacielos o Exhangar, revista de arte internacional y en el nmero 4 se hace conocer como Timonel (Exrascacielos, Arte y doctrina). En cada revuelta de esta caducifolia nomenclatura, Serafn Delmar, Magda Portal, Gamaliel Churata, Alejandro Peralta o Julian Petrovick parecen admitir lo contingente de su esfuerzo revi-sionista, la condicin difunta de cualquier ruptura y la superacin que cada una de ellas supone obligatoriamente respecto a la previa.

    Evidentemente nada hay ms efmero que el acto de proclamarse. El ma-nii esto reconoce su obsolescencia lo hace ya Marinetti en el primero de los textos futuristas (Vondeling 2000: 141) y se congracia con los modos

    Ribera Chevremont en El hondero lanza la piedra. Desliteraturicmonos, desmetriquemos y desrimemos, insiste para, sin embargo y sin solucin de continuidad, pedir en su poesa de vanguardia algunos componentes que aquellos habran antes suscrito: sntesis, esencia, magia, sensacin y la pirmide hermana del ro sagrado, el foco parpadeante de Sirio (Ribera Chevremont 1966: 233, 234).

    9 Una huida hacia delante Flucht nach vorn que complica por tanto la linealidad del manii esto y de toda la vanguardia, obligndoles a analepsis o a anacolutos temporales que Paz designar para Amrica Latina como tradicin de la ruptura. Es Leroy quien seala la melancola como categora especi ca del manii esto en un hermossimo fragmento de su estudio: So triumphal sie auch immer sein mag, die Gattung ist von Melancholie durchwoben. In der Tat haben wir es mit einem Diskurs zu tun, der als Diskursform unglcklich wirkt, ist er doch dazu verurteilt, sich angesichts des Schreiberlebnisses, dessen Inthronisierung er feiert, zu verlschen (Leroy 1997: 279).

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    y maneras de lo que fcilmente pasa. Por eso gusta tanto de la hoja volante*, que inscribe en el aire su fecha de caducidad consecuente. En Chile, joven y no hollada Laponia espiritual, los poetas de la Rosa Nutica ai rman desde este medio la actualidad futura en la que se dicen vivir para susto eterno de los viejos poetas, aquellos que con sus manos grises habitan un hoy de hace 50 aos.

    Por eso tambin, la Proclama de Prisma asume la conciencia de su con-dicin terminal frente a los momii cados intentos de monumentalizacin de todo el arte previo: esos seoritos de la cultura latina, gariteros de su alma [que] se pedestalizan sobre las marmreas leyes estticas para dignii car ejercicio tan lamentable (Borges et al. 2009: 498). Sin embargo, los cuatro i rmantes Jorge Luis Borges a la cabeza de esta revista mural con la que iluminan las calles de Buenos Aires creen en la momentnea eternidad de su accin y saludan la extincin como la estela fugacsima de una belleza dadivosa y transitoria (Borges et al. 2009: 499).

    Camuflaje

    Es parte de la tctica blica de la vanguardia y de su rgano difusor, el manii esto, ini ltrarse disfrazado en modalidades genricas, en posibilidades escriturales varias a la manera de bomba de relojera o resorte antagnico que, desapercibido, se activa de repente, atentando contra todas las variantes estticas, obvias y consensuadas, que le haban dado cabida.

    Es as que puede aparecer camul ado de poema, de novela, de exemplum, de dilogo, de ensayo, de teatro, de leyenda, de mito*. El Non serviam de Huidobro, pronunciado en el Ateneo de Santiago, es una fbula en perfecta contradanza, una especie de facecia con su moraleja disolvente, por la cual todas las vinculaciones mimticas del relato se defenestran y ello precisamen-te mediante la mmesis emulada de un cuentecillo.

    Podramos pensar entonces que todos los productos vanguardistas son un disimulado discurso programtico, desde los grandes juegos conjuntos, los collages, los cuadros en colaboracin, los caligramas, hasta las instalaciones y

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    celebraciones ldicas, las antologas, las revistas, las imgenes improvisadas10. Pero lo que se celebra aqu es la extensin al manii esto de un movimiento tpi-co del arte contemporneo que Massimo Carboni denonima el reino abierto del qualunque cosa come tale y que no es sino la aplicacin indiscriminada de un uso impropio de las piezas, los elementos, los enseres, para descubrir que, incluso en medio de esa no pertinencia en su manipulacin y esa crisis inl igida en su vocacin de empleo, pueden seguir generando un sentido11.

    El 11 de septiembre de 1914, por ejemplo, Giacomo Balla disea el leg-timo y nico vestito antineutrale, a i n de que la declaracin de ai liacin al futurismo se proclame desde la ropa que se endosa el artista, aboliendo las telas estticas, pesadas, funerarias, las rayas, los cuadrados y los grises del hbito diplomtico, para brillar con el rojo, azul, verde los chirriantes tonos da o noche con que se adorna en cambio su mentor, el parolibero Marinetti. La propuesta, que ofrece una coloracin y un corte distintos para la maana y la tarde, recuerda las creaciones de los simultanestas Robert y Sonia Delaunay, y muestra cmo el futurismo se percibe en tanto i liacin que compromete en todos los aspectos de la vida, al prever conductas y mo-delos para cada momento de la misma12.

    Para ello, el manii esto juega a camul arse de consejo de moda y de es-tilismo a la ltima, que prohbe lo desolador y decadente y esconde, bajo el disfraz de chaqueta futurista con su corte a rfagas, una contundente declaracin de intenciones (Fig. 1).

    10 De hecho, la Ligera exposicin y proclama de la Anti-Academia nicaragense, i rmada por Pablo Antonio Cuadra o Jos Coronel Urtecho, consiste en el anuncio de una serie de acciones programadas que ellos calii can de empresas para la expansin y ai rmacin del movimiento, como la emisin de revistas, la creacin de antologas, la puesta en escena de teatritos y performance y la apertura de un Caf de las Artes, como punto de reunin y de entrenamiento de todos los que sean o se sientan anti-acadmicos (Coronel et al. 2009: 177).

    11 [...] da una ruota di bicicletta ad una galleria darte completamente vuota, da un campo costellato di parafulmini ad un corpo che compie i movimenti pi banali [...]: la locuzione logorata dalluso spesso improprio riscatta qui la sua capacit di produrre ancora un senso, perch proprio letteralmente cos, larte oggi si identii ca in maniera strutturale con il pi assoluto non-importa-che cosa, assume qualsivoglia contenuto. Si potrebbe parlare, per continuare con i clich che si rivelano appropriati, di una crisi delle vocazione, non religiose ma artistiche (Carboni 2007: 124).

    12 Vase, para esta propuesta de vestuario antineutral, Perlof 1986: 100.

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    Fig. 1. Giacomo Balla, Il Vestito Antineutrale, Manifesto futurista, diciembre de 1914.

    Del mismo modo, no es una subrepticia expresin de admiracin man-comunada la radiografa del cerebro de Ramn Gmez de la Serna con la que Girondo sienta las bases de las sinapsias ultrastas, las circunvoluciones innovadoras, las conexiones neuronales del verdadero creador (Fig. 2)?

    Dos termmetros, enmarcando el dibujo, miden los niveles de intuicin, fantasa, espontaneidad e irona que le son imprescindibles, mientras los dos grandes lbulos de Ramn, magmticos, revueltos, efervescentes, enuncian los componentes necesarios a su genialidad. La instantnea, tomada por Oli-verio, hay que mirarla entrecerrando los prpados, con lo que opera, por ltimo, como el inmenso grabado-manii esto que es, consignando el modus operandi para la contemplacin o performance de los rasgos mentales que deben mezclarse en el lder vanguardista.

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    Fig. 2. Oliverio Girondo, Instantnea del cerebro de Ramn, en Martn Fierro, n 19, 18 de julio de 1925.

    Canibalismo

    Cualquier manii esto vanguardista podra recomendar una dieta antropfaga que pone en prctica de inmediato, puesto que digiere, incorpora, repite y fago-cita. Pero es quiz el programa de la vanguardia brasilea el que mejor y ms originalmente se plantea una gestin esttica ms cercana a digestiones panta-grulicas de la tradicin occidental que a la asptica nutricin hospitalaria.

    Con la prescripcin de sus banquetes culturales, los antropfagos cariocas parecen diseccionar lo que Girondo, en el diminuto prlogo a la primera edi-cin de sus Veinte poemas, llama el estmago latinoamericano y que esconde en el fondo un intento de caracterizar, apelando a una mastodntica ingestin,

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    los procesos de formacin de la cultura continental13. Si el estmago iberoame-ricano es librrimo y eclctico, capaz de digerir bien, tanto unos arenques septentrionales o un kouskous oriental, como una becasina cocida en la llama o uno de esos chorizos picos de Castilla (Girondo 2009: s/p), entonces la cultura que propicia es una cultura gigantomquica e ingente, asimiladora y omnvora, incapaz de discriminar entre lo que se incorpora, voraz e indecisa, monstruosamente canbal.

    El Manii esto antropfago, redactado por Oswald de Andrade hacia 1922, ofreca bajo la apelacin a esa cruenta comida ritual que practicaban con los conquistadores europeos los indios tupes del Brasil una teora an-tropofgica acerca del modo de encarar el pasado colonial con su carga de saberes y competencias, y una manera nueva, desfachatada, irreverente y m-gica de aceptar las revueltas mezclas, la extraordinaria simbiosis de capacidad esttica y de surrealismo atvico que son sea de identidad del conocimiento y el arte latinoamericanos.

    Pregunt a un hombre lo que era el Derecho. l me respondi que era la garanta del ejercicio de la posibilidad. Ese hombre se llamaba Gali Matas. Me lo com (Andrade 2001: 42).

    Escrito en Piratininga, el ao 374 de la Deglucin del obispo Sardinha, la proclama llamaba a la absorcin del enemigo sacro para transformarlo en ttem (Andrade 2001: 45), a la prctica del canibalismo como la higiene verdadera contra la hipocresa, la solemnidad, la envidia de pueblos eruditos, antiguos y catequizados, y a su sublimacin en tanto el lazo social ms sutil, la unin i losi ca mejor cimentada y el juego de imgenes que mejor poda realizar la simbiosis de los diversos registros14. Todo en medio de la gran carcajada del indgena con su collar de calaveras: Tup or not tup that is

    13 Para la relacin entre Girondo y la poesa concreta brasilea de Andrade, relacin que aqu solo puede insinuarse, cfr. Schwartz 2004: 351-372.

    14 El radical y proftico espritu de vanguardia del juguetonamente metafsico enunciado oswaldiano [...], en el que retomaba el espacio mtico de una temporalidad pre-cristiana, antes de la arribada de la historia (vista como historia occidental), a bien decirlo nunca fue superado. Fue el pasaporte para la invencin de un modus de lidia con inl uencias, condicionantes y proyectos, que se rel ej en todas las reas de la vida brasilea (Costa 2012: 56).

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    the question pontii ca el grito de guerra antropfago que devora la cita por antonomasia del teatro occidental para enunciar el alegato sin complejos de la verdadera diatriba identitaria carioca.

    Cristalizaciones

    En su epgrafe de presentacin, el Comprimido Estridentista, i rmado en primera instancia por Manuel Maples Arce, dice incorporar ilumina-ciones subversivas de Durn, de Marinetti, de Salvat-Papasseit y adems algunas cristalizaciones marginales (Fig. 3).

    Fig. 3. Actual-N 1. Hoja de vanguardia, Comprimido Estridentista de Manuel Maples Arce.

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    La misteriosa advertencia resulta difcil de desentraar: qu son o cmo se presentan esas cristalizaciones que el manii esto dice incluir? Si se en-tiende por cristalizar el proceso por el cual algunos lquidos se estabilizan bajo peri les slidos, podramos pensar que el texto admite albergar formas disolventes que acaban anquilosadas, necrosadas en precipitados i jos y, por ende, dogmticos.

    Y no es difcil entender por tales aquellos momentos en que el manii esto entra en contradiccin consigo mismo, ya que, en su afn de derribar las le-yes anteriores, suele caer formulariamente en la postulacin de otras nuevas; suele incluso postular el principio dogmtico de negarlas todas. La cristaliza-cin se produce entonces si, llevado de su pasin incendiaria, el manii esto ordena la revolucin permanente, propone normas para erradicar las normas o ai rma las cadenas de la libertad creadora.

    Desde luego hay momentos de la vanguardia claramente conscientes del tejemaneje que esta paradoja supone: as Borges en Anatoma de mi Ultra considera la esttica como la parafernalia exacta para el autoengao, un an-damiaje falsario de argumentos edii cados a posteriori para legitimar los juicios que hace nuestra intuicin sobre las manifestaciones del arte (Borges 1967: 493). Pero cabe a los estridentistas el honor de poner en escena esa especie de trampa rel exiva o de truco contra s mismos.

    Si recorremos de nuevo su Actual n 1, descubrimos una primera y l agrante cristalizacin cuando el manii esto, que ha decidido mimetizarse de hoja volante con toda la fuerza apelativa de la plstica mural, emite a rengln seguido y desde la propia enunciacin del panl eto la prohibicin de i jar carteles. El bucle que de este modo traza le afecta sobremanera porque, asu-miendo para s la condicin de cartel, asume igualmente la condicin que le acompaa, cristaliza en la interdiccin habitual que pesa sobre el grai ti, la expresividad urbana y la proclama ideolgica, y pasa entonces a proscribirse a s mismo.

    Las cristalizaciones no son, por tanto, sino el resultado de conducir hasta el extremo las consecuencias del proceso reivindicativo que se haba comen-zado abrazando. No son sino este circuito claustrofbico, producto de asu-mir hasta la incoherencia y la paradoja aquella naturaleza imitativa de la que el manii esto se haba camul ado* para cumplir su i n.

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    Diccionario

    Desde que sabemos que Dad no signii ca nada, podemos imaginar que la naturaleza primordial de todo manii esto es semntica y que funciona en la clave de aquella inmensa Machine de Bons Mots cuyo engranaje diseara Picabia (Fig. 4).

    Fig. 4. Francis Picabia, Machines de Bons Mots, en Pomes et dessins de la Fille Ne sans Mre, 1918.

    Por lo tanto, es obligacin del manii esto decirnos qu signii ca el mo-vimiento que publicita, fungiendo para ello como su tesaurus discrecional, la parcela lexicogri ca que regula los usos de sentido emanados del nombre del ismo. Desde luego, el primero el nombre debe revelar, casi por simi-litud, las pretensiones estticas del segundo, y la operacin de bautizar una revolucin se dirime entonces en el terreno de la lgica ms evidente.

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    Creacionismo, Trascendentalismo costarricense, el Postumismo de Santo Domingo que adems reclama para su propio orgullo la alusin nietzs-cheana, Nosmo que, ms que rechazar, proclama la nadera de todo sentido15, el Nuevosignismo de Guatemala, el Fatrismo en Nicaragua, el Invencionismo argentino o el Sudismo y Naturismo uruguayo reiteran, en los lexemas de su apelacin, las lneas reivindicadas de sus programas respec-tivos, como si de una reencarnacin nominalista se tratara. Ms interesante, el Manii esto del Grupo sin nmero y sin Nombre, publicado en la revista Bandera de Provincias de Guadalajara, en mayo de 1929, y i rmado por Agus-tn Yez, entre otros, comprende el alto valor revolucionario que reside en toda renuncia a una nomenclatura. Y de hecho, ms all de ese primer acto expsito, el manii esto es bastante tmido en sus dems reivindicaciones16.

    El nombre adquiere entonces un rol representativo, cuando no una deno-minacin de origen o un valor de cambio, un suplemento de sentido del que Duchamp es muy consciente cuando intenta patentar como logo las cuatro letras del ismo en que milita, demasiado explotado por doquier dentro de operaciones espreas de autoexaltacin interesada.

    De hecho algunos colegas abusan de sus capacidades morfemticas y combinatorias: Max Ernst se rebautiza Dadamax; Baader se autoprocla-ma Oberdad (el jefe dad); Haussmann ser Dadasophe o Dadaraoul; Hearti eld se llamar Monteurdad y Grosz, Marshalldad o Dadaoz. Otros anagraman la expresin, la alteran, la potencian, la reconvierten y hasta pre-tenden colgrsela del cuello en forma de amuleto17. En su Manii este de Mon-

    15 El NOSMO no resuelve ningn problema esttico, ni moral, ni social, ni poltico, ni econmico. Estamos ms all del plano del sentido comn. Desde cualquier punto de vista el NOSMO no signii ca nada. NOSMO es una palabra como otra cualquiera (Quiones et al. 1966: 242).

    16 Grupo sin nmero y sin nombre. Sin residencia oi cial. Ha nacido en Jalisco, pero bien puede morir en cualquier parte. Por lo pronto el espacio queda en l abierto y locuaz. Pero con tendencia. Aunque no blasonemos de novedad. (Hartos estamos de borracheras romnticas). / Amplio y corto programa el de cada uno sin escuela. Ancho el espritu, el entendimiento, la comprensin (Yez et al. 1988: 343).

    17 Parece ser que, como complemento a su creacin de la marca registrada Dada, Duchamp le propone a Tzara crear un colgante alusivo para los miembros del grupo: Duchamp ne sy tait dailleurs tromp lorsquil proposa Tzara un projet qui ne vit pas le jour celui de raliser une sorte damulette qui aurait repris les fameuses quatre lettres (Biz 2005).

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    sieur Aa lantiphilosophe, Tzara bromea con la supresin de las consonantes por cuestin de economa domstica. Les tarifs et la vie chre mont dcid abandonner les D. A Partir de ah propone:

    Demandez partout la suppression de D, mangez du Aa, frotez-vous avec la pte dentifrice Aa, habillez-vous chez Aa (Biz 2005).

    La famosa slaba reforzada permite, con la simplicidad enigmtica de su reduplicacin, juegos fnicos o ironas gri cas; permite la apropiacin, la imitacin, el plagio; permite las apelaciones publicitarias o las especulacio-nes hermenuticas. Puesto que parece englobar semantemas contradictorios, puede estimular de rebote todas las interpretaciones18. Dad deviene una operacin lingstica y se anuncia en sus Papillons o tarjetas promocionales (Fig. 5) como Socit Anonyme pour lexploitation du vocabulaire: la sen-sible explosin de semantismos acumulados revela su condicin de todo y nada, de ai rmacin y negacin, de s y de no conjuntos.

    Fig. 5. Tristan Tzara y Paul luard, Papillon Dada, Pars, 1919.Extrado de Archives Dada,

    http://archives-dada.tumblr.com/tagged/tristan-tzara (22/08/2012)

    18 La explosin de interpretaciones contradictorias sobre el trmino forjan una manera nueva de ai rmacin vanguardista: para Picabia, vale por expsito, por el nio sin madre (1918: 43-44), para Hugo Ball es s en rumano, pero tambin es una manera de decir asociacin naif de ideas en alemn y es caballo de tiro en francs, para otros, no signii ca verdaderamente ninguna cosa, es una manera de indicar la no signii cancia (Biz 2005).

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    En la versin latinoamericana ms prxima se trata de dei nir AGU, voz algica, principio emocional, primer grito de la carne, con que encarar una lengua pura y primigenia frente a la palabra sobajeada, convencional y consabida. El movimiento que se ampara en esta expresin simple con la que se busca negar todo artii cio nominativo, comandado por los poetas chi-lenos Martn Bunster y Alberto Rojas Gimnez, lanza su primer manii esto desde la revista Claridad el 13 de noviembre de 1920. All se reivindica la sinceridad vocativa, lo espontneo lingstico bajo el acto de asuncin de este nombre Agu que, nos dicen sus inventores, no necesita aprendizaje. Ni lecturas. Ni erudicin. Se trata de imitar con l los sonidos de un recin na-cido, de pergear una forma sin forma en la que radicar la inmediatez de la luz, la falta de artii cio de lo orgnico, el punto vital de cada instante. Todo lo dems resultan viejas retricas, lunares postizos, maquillajes e imposturas. Hay que reivindicar el sobresalto, la caricia fugaz, el mordisco [...], el juego de los msculos.

    Si resulta muy interesante esta especie de limpieza idiomtica en la que el movimiento hace residir los principales objetivos de su intervencin, el naturalismo esttico que protege, su tentativa de gesto desnudo y genuino resultan difcilmente comunicables. Cmo se hace profesin de fe de la na-turalidad? En el camino de la dei nicin imposible, el manii esto se escora en oraciones obvias, en tautologas bsicas con las que contar la sencillez del arte pretendido:

    Fuera hilvanes!...El agua es el agua.La tierra es la tierra.El cielo es el cielo.No busquemos (Martn/Zan Guimen 1988: 81).

    Sin embargo, adems de signii carse a s mismo en su proclama, cada mo-vimiento acta resignii cando tambin lo real, renombrndolo o dei nindolo, cuando no postula voces, inventa palabras para sus nuevos mundos y adquiere entonces la condicin de tratado onomasiolgico o de ejercicio de etimologa. El ejemplo ms hermoso de bautismo, que permite creer en esta preferencia

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    semntica de todo vanguardismo, se debe de nuevo a Huidobro, cuando explica esa versin inicitica de mundo que constituye su Horizon carr. Lo explica como un tendencioso lexicgrafo en carta a su amigo h omas Chazal:

    Horizonte cuadrado. Un hecho nuevo inventado por m, creado por m, que no podra existir sin m. Quiero, mi querido amigo, resumir en este ttulo toda mi esttica, que usted conoce desde hace algn tiempo. Ese ttulo explica toda la base de mi teora potica. He condensado en l la esencia de mis principios (Huidobro 2003a: 1341).

    En resumen, no cabe duda de que, dentro de la vanguardia, la dei nicin acta como una forma poderosa de argumentacin para la operacin demos-trativa y retrica de la literatura panl etaria.

    Ebriedad

    Si la dilapidacin es uno de los mitos* de la vanguardia, al postular el gasto sin medida como la primera de las operaciones revolucionarias contra la racanera econmica burguesa, sus manii estos deben tambin excederse en una especie de ebriedad programtica que multiplica frmulas. Se trata de una forma extraa de derroche preceptivo: frente a las retricas clsicas que ahorran, la borrachera vanguardista propone la bacanal contradictoria de una normativa estimulada hasta el delirio, justo para la superacin tambin desmesurada de toda norma.

    Huidobro duplica sus apelaciones y produce el Manii esto de manii es-tos o gua programtica al cuadrado, el no va ms de las producciones ape-lativas, en la que despliega todos sus recursos incluidas citas imprevistas, como el Pantagruel de Rabelais (1323), dentro de un barroquismo del dictamen y una argumentacin del despilfarro reivindicativo.

    El Estridentismo, por su parte, reproduce sus orgas manifestarias, gene-rando continuas hojas actuales que se actualizan tambin unas a otras en una corriente continua, con la misma prodigalidad desorientada con que unos ismos se sustituyen por otros, unas tendencias por las siguientes, una moda por la inmediata superior.

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    Vallejo comprender el riesgo entraado en esta dinmica de creatividad perpetua y alertar contra ella, a su vez, en otros manii estos, los ms contro-vertidos de la produccin latinoamericana. La acusar de producir una peligro-sa desagregacin social y una cada en la fragmentacin19. Pero en este caso la utilizacin de esta forma de enunciacin programtica, cuya modulacin se orienta al ataque, precisamente para alertar contra tales enunciaciones es parte de la marea ebria que la vanguardia desencadena: la emisin a escala, la abun-dancia exponencial, el crecimiento inl acionario de leyes con que prohibir las leyes, tiene el inconveniente de no percibir ni discriminar sus propias paradojas.

    Forense, diseccin

    (Vid. CADVER)

    El enemigo comn

    El 12 de enero de 1921 Dad se levanta contra todo y lo enardece DADA soulve TOUT de acuerdo con la hoja manii esto que emite para declarar la muerte del Futurismo, del Cubismo, del Neoclasicismo, del Expresionismo, del Vorticismo, del Creacionismo, hundidos juntos en la re-peticin esclerotizada de sus propias frmulas, sobrepasados y conquistados por la libertad convulsa, por la risa crepitante y la idiotez pura que en cambio Dad reclama para s.

    La dosis de panl eto que todo manii esto alberga le obliga a conceptua-lizaciones dicotmicas, a una axiologa distributiva por la cual, de un lado estn los i rmantes del nuevo ismo y, del otro, bajo un rostro sin matices, todo lo dems. Con ello, se estara aplicando la regla maniquea del enemigo nico, portador de una sola cabeza a abatir de un nico golpe.

    19 En Autopsia del superrealismo, en Estado de la literatura hispanoamericana o en Poesa nueva la postura de Vallejo es dursima contra la borrachera de pronunciamientos vanguardistas, que solo viven una temporada y que no generan una verdadera comunidad cultural sino formas individualistas y asociales de ai rmacin.

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    Tctica tpica de los totalitarismos, la vanguardia se deja llevar por esta impostura que permite la reunin de oposiciones bajo una amalgama in-discriminada a cuyas diferencias parece ciega. Segn Marc Angenot (1982: 127), dicha amalgama constituye uno de los modos del terrorismo inte-lectual, un modo que, adems, la vanguardia explota en cuanto le permite maximizar y sobredimensionar su propio campo de intervencin.

    Si para el ultrasmo de Borges, la oposicin a combatir la conforma una mezcla de Daro, Lugones, Prez de Ayala, Valle-Incln o Juan Ramn Ji-mnez (1990: 286), llevados por la exaltacin de la condena, los Euforistas, pequea faccin verdadera, proscriben de un tajo la turba homognea de adversarios entre los que son capaces de contar a Nervo, Rubn, Herrera y Reissig que dieron al mundo una idea falsa de lo que vive en nosotros, pero tambin Whitman, Ugarte, Verhaeren, el Dadasmo y el propio Marinetti. Entre otros oponentes inmediatos se suman cosas tan variopintas como el preciosismo y la garrulera de sentimentalismos dulzones, el ritmo m-trico, el recuerdo y la mujer: una composita, por tanto, de contrarios que igualan sus diferencias en la condicin homogeneizante y en la amalgamada inexactitud del enemigo comn20.

    Firmas

    Los vanguardistas i rman su adhesin al manii esto. Este consigna en-tonces la pertenencia como uno de sus deberes, la registra y legisla. Por otra parte, la pertenencia es ya un valor aadido: de hecho, el manii esto pesa lo que pesan sus i rmas y la individualidad de cada uno obtiene una plusvala de su presencia rubricada al borde o al i nal de lo que es el movimiento vanguar-dista de moda, el ismo del momento o la postura ms reciente.

    20 En el texto que algunos identii can de clara inspiracin futurista y lo calii can de marinettismo boricua, a pesar de esa condena explcita al arti ce del movimiento, hay un primer ataque contra los poetas que forman la lnea puertorriquea dominante. Pero de inmediato esos nombres Jos Gualberto Padilla, Jos Gautier Bentez, Santiago Vidarte, Luis Muoz Rivera, Jos de Diego quedan diluidos en la batalla general e iconoclasta contra todo lo que suene a pasado, a moldes viejos y a tradicin (Pals Matos/Batista 1966a: 227).

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    Como consecuencia inmediata, el manii esto debe regular tambin la es-cisin, la expulsin, el castigo: proscribe, por lo tanto, exilia, discrimina.

    La salida de Jos Rodrguez Feo del comit editorial de Orgenes por su propia decisin y con carcter irrevocable (Rodrguez Feo et al. 1954: 66) exige, sin embargo, a los dems origenistas reunirse para refrendar la cumpli-mentacin de su renuncia con signatura y explicacin incluidas. Tambin los disidentes rebeldes de los mandamientos bretonianos escribirn su propia de-claracin manifestaria de huida, reproduciendo as un circuito de cuyo absurdo buscaban evadirse. Si estn escapando de la tirana del Papa surrealista, a qu reproducir ese arma primordial de la sujecin vanguardista que es el manii esto?

    Insistamos en la doble valencia con que el manii esto funciona y por tanto la presencia en l de varias posiciones reguladoras a las que se some-ten voluntariamente los mismos que las perpetran. Los i rmantes aseguran suscribir y obedecer el movimiento que ellos, por otra parte, comandan. La signatura al i nal del texto desempea un doble papel como objeto y sujeto del acto notarial en que tiene lugar. La contradiccin se percibe mejor en los pocos actos comunitarios con que los Contemporneos en Mxico, el grupo sin grupo, insisten en subrayar al pie su propia e irrevocable soledad, su acti-tud ms crtica que gremial, ms individual y decepcionada que socialmente constructiva, junto a una tendencia casi irrefrenable hacia la misantropa21. O en aquellos instantes en que la argentina Proa reivindica a su vez la mu-chedumbre de lo aislado, para reai rmar su blasn de independencia de cenculos y de grupos, dirigida por tres escritores [Borges, Brandn Caraf a, Bernrdez] cuyo mejor ttulo es su individualismo conservado a travs de todas las tcticas (Borges et al. 2009: 223).

    Sin embargo, constituye un problema mayor del manii esto el momento en que sus i rmas, por la determinacin argumentativa que adquieren, llegan a sustituirlo y habitarlo por completo. As ocurre con la lista de adhesiones que el Estridentismo colecciona en cada uno de sus comprimidos: secuen-

    21 Los Contemporneos aparecen entonces listados en textos grupales solo para decepcionar la ilusin de una voluntad de mexicanidad mancomunada: Es maravilloso cmo Pellicer decepciona a nuestro paisaje, cmo Ortiz de Montellano decepciona a nuestro folklore, cmo Salvador Novo decepciona a nuestras costumbres; cmo Jaime Torres Bodet decepciona a su admirable y peligrosa avidez de todo lo que le rodea; cmo Jos Gorostiza se decepciona a s mismo; cmo Gilberto Owen decepciona a su mejor amigo (Cuesta 2004: 26-27).

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    ciadas a lo largo de una pgina y media suprimen la rel exin sobre la nueva corriente, apoyada ahora en cambio en el peso persuasivo de quienes la sus-criben. Ah estn, segn ellos y para su orgullo, las apelaciones a un Cansinos Assens, un Gerardo Diego, un Len Felipe o un Mauricio Bacarisse pero tambin a Chagall, Mondrian, Derain, Carra, Coccioni, Kandinsky como afectos a sus propuestas (Maples Arce 1999: 11-13). Y lo que es peor, en el nmero 4 aquel que se abre con un Chopin a la silla elctrica! (23), cuando el movimiento empieza a institucionalizarse alentado por el gober-nador de Puebla, asistimos a las contradictorias adhesiones de delegados de Derecho, de Jurisprudencia o de Leyes en los estados de Morelos, en Jalapa, en el Distrito Federal, todos ellos congraciados con nombre y apellidos en esa renovacin constructiva que debera imponerse por s misma, en tanto verdad universal que el manii esto asegura anunciar (24).

    Ocurre de modo parecido con Lil cacodylate, el cuadro de Picabia que difcilmente puede tomarse por tal, en cuya superi cie este, durante la enfer-medad que lo encierra en casa, ha hecho i rmar a sus compaeros dadastas (Mundy 2008: 188-189). La tarea creadora queda conformada por tal gesto* de asuncin personal, cuando la i rma abajo de la tela, desde el discreto l-timo plano de la representacin artstica habitual, la ocupa aqu por entero. Algo se pudre, entonces, en la consideracin tradicional del acto esttico y de la proclama manifestaria, que no transmite otro mensaje sino el acatamiento y la suscripcin de los suyos (Fig. 6).

    Duchamp dira que lo arruinado y enmohecido, lo radicalmente putre-facto en todo esto no es sino la costumbre retiniana de la pintura como lugar de la ilusin de las dimensiones y del reto mimtico del mundo. Ni horizonte de perspectiva ni engao, las i rmas se autoai rman en un mensaje directo en el que no se copia ni se simula. El artista se postula como nico objetivo de s mismo: un objetivo que no vale ms que su letra, que las i li-granas de su nombre, elevado ahora a lo condicin de mirable. El garabato deshace la pura consideracin de lo artstico en cuanto valor en s, lo mina como un tatuaje caliente sobre la piel de la i guracin imitativa y de la repre-sentacin comunicada.

    Sobre el manii esto, queda como una herida impositiva, que suplanta la argumentacin de su necesidad por el apellido tirnico de sus correligionarios.

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    Fig. 6. Man Ray. Fotografa de Francis Picabia, Lil cacodylate, Nueva York, 1921.

    Genealogas

    Como buen producto vanguardista, el manii esto tambin aspirara a na-cer de la nada, a surgir impoluto, hurfano ex nihilo, como un expsito sin apellidos y sin antecedentes. Todo manii esto desea darse in nuce, ofrecerse en tanto el huevo csmico del que partir el movimiento que consigna. l sera entonces su misma clula madre.

    Y cuando no lo consigue, aspira al menos a establecer y conformar su de-sarrollo. En primer lugar suele cuidar mucho de precisar la fecha de su emi-sin, de la que depender la primicia de su buena nueva. En una especie de carrera de autos, el manii esto adelantar por varias cabezas cada fundacin.

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    Despus, trata de localizar un enemigo comn* contra el que reaccionar. A partir de ese momento, cada ismo disea su genealoga, acogindose de este modo al prestigio que ofrece la datacin de un origen y la secuencia con-formadora de un linaje. La alta habilidad de la vanguardia latinoamericana para darse a s misma una historia alternativa y una lnea sucesoria constituye precisamente uno de sus elementos caracterizadores.

    Sin embargo, en lo que a manii estos hispanoamericanos se rei ere, estos tienen un comienzo antolgico, un momento de inicio insoslayable, el ins-tante sin precedentes en que un representante de la vieja escuela a extirpar se siente aludido y contesta como puede a la joven y violenta generacin que le combate.

    Si Amado Nervo traduce y divulga los once puntos del manii esto de Ma-rinetti desde el Boletn de Instruccin Pblica de Mxico en agosto de 1909, ms representativo y emblemtico resulta el hecho de que Rubn Daro tam-bin lo hubiera hecho, en su caso desde las pginas de La Nacin de Buenos Aires unos meses antes. Ambos reciben con escepticismo las supuestas nove-dades, sin dejarse asustar por toda su parafernalia de incendios, gritos, de-nuestos cratas y otras yerbas; puesto que sospechan que, en el fondo, todo eso acaba en los sillones de las academias, en las plataformas de las ctedras, en las sillas giratorias de las oi cinas. Si tachan de anticuado cantar unas locomotoras cuya velocidad ya haban conmemorado ellos, si deconstruyen el concepto de actualidad reivindicado por Marinetti, lgicamente en cada una de las moderneces de su ismo Daro alcanza a escuchar un precedente grecolatino y hasta una resonancia de eternidad repetida22.

    Por supuesto, resulta innegable el dictamen segn el cual nihil novum est sobre la superi cie de nuestro rotativo mundo. En cambio sonaba contagiosa-mente novedoso el tono propagandstico, la forma enrgica y la meloda pe-

    22 Pero lo ms peregrino de los once artculos que he traducido es lo que los jvenes creadores de la nueva escuela se proponen cantar. Cantarn a las locomotoras [...]. Pero y no las han cantado ya, seores futuristas, ms de cien poetas modernos? [...] Cantarn las fbricas, las multitudes que trabajan, gozan y se rebelan. Bonita novedad! pues qu otra cosa he hecho yo!, dira, al leer esto, un Emilio Zola, por ejemplo (Nervo 1972: 179-180); En la primera proposicin parceme que el futurismo se convierte en pasadismo [...]. Creo que muchos casos de esos estn ya en el mismo Homero y que Pndaro es un excelente poeta de los deportes (Daro 1911?: 229-230).

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    gadiza e incitante de la proclama de Marinetti, que desva el gnero de su uso marcial e ideolgico para convertirlo ahora en expresin privilegiada de una nueva era esttica. La contestacin molesta y enrabietada del rey depuesto no consigue por tanto sustraerse a ese atractivo y el poeta nicaragense, a su vez, perpetra su propio texto manifestario bajo la forma de aquella respuesta obli-gada. O al menos eso lleg a pensar Marinetti cuando lo incluye, traducido, en su revista Poesa de Miln23. Es difcil dilucidar si aquello fue un producto ms de la tpica chulera italiana, un gesto de deferencia poco blica o una estrategia habilsima para desactivar el ataque, paralizar al oponente e incor-porarlo a las propias i las. Lo que desde luego demostraba era la l exibilidad de este tipo de escritura para servirse de intereses opuestos y vehicular en su favor ataques lanzados desde la otra banda del campo enemigo.

    Ahora bien, si entendemos el trmino origen en calidad de emergencia24, si entendemos el concepto de genealoga en tanto principio de una controver-sia, espacio cero del que se parte pero hacia el que se conserva una profunda disidencia, la respuesta de Daro a Marinetti parece una adecuada candidata a ocupar ese lugar de arranque, guerreramente abierto.

    Frente a las auroras gensicas, la emergencia, tal y como la argumenta Foucault en su lectura de Nietzsche, tiene la virtud de presentar en toda su beligerancia la entrada en escena de las fuerzas: su irrupcin, el impulso por el que saltan a primer plano [...], el espacio que las distribuye y el vaco a travs del cual intercambian sus amenazas y sus palabras (1992: 37).

    Dentro de esta mecnica dialctica y nunca solventada, Daro haba pro-cedido repasando punto por punto las incongruencias futuristas para im-precarlas y defenestrarlas con parecida rabia. En la medida en que quedaba subrayada la distancia entre el desahuciado modernismo y las nuevas tenden-cias parricidas del advenedizo, en la medida en que se mantena operativa e irresoluble la disputa entre vctima y verdugo, entre el parvenu irresponsable y el viejo mito modernista, la respuesta de este cumple con los rasgos impres-

    23 Probablemente halagado por despertar tamaa contestacin, Marinetti que lo que buscaba era verse en boca de todos reproduce el texto y muy rpidamente, en el temprano nmero de agosto a octubre del mismo 1909. La dinmica era, por otra parte, muy dariana. Recordemos que lo mismo haba hecho Rubn Daro con el ataque de Rod respecto a su discutido americanismo, al incluirlo en la segunda edicin de sus Prosas profanas.

    24 Es decir, menos Ursprung y ms en la lnea nietzscheana del trmino Entstehung.

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    Accepted definida por esperanza

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    cindibles para ofrecerse como origen y primer paso de una posible genealoga del manii esto latinoamericano. Incluso yendo demasiado lejos, se dira casi imposible sustraerse a la jugosa tentacin de postular su respuesta en tanto grado cero de la vanguardia en Amrica o, al menos, en tanto controvertido comienzo de toda su actividad manifestaria.

    (Vid. ALFA, ARGOS)

    Gesto

    Lo que Marinetti llamaba parole in libert se traduce en realidad en la combinacin de maysculas, colores, tipos distintos o duplicacin de letras para escrituras en diagonal, cortadas, repetidas y reducidas a la onomatopeya explosiva de su enfatizacin. De este modo, la composicin Aprs le Marne, Jof re visita le front en auto, de 1915, ofrece un ejemplo de esta nueva di-nmica de la produccin textual que pretende la mimetizacin caligri ca del tema: en este caso el recorrido de una ruta militar, con sus sncopas, sus redobles, su marcha triunfal y sus retrocesos.

    Ms sutil es la pgina que en sus Ismos Ramn Gmez de la Serna llena con la exaltacin de lo nuevo para el arte coetneo. Al reproducirse una y mil veces en una variante distinta, peculiar, completamente indita de la hoja volante* o del manii esto gri co, el trazo o escritura de esa palabra dibujada, ampliada, repetida, cumple con las expectativas que provoca y realiza su plan de novedad en el gesto mismo y peticionario de la reclamacin (Fig. 7).

    Pensemos entonces que el proceso de la puesta en escena de un mani-i esto debe quedar recogido y previsto de alguna manera dentro del mismo con toda la fuerza de su mmica dramtica y excesiva. Arriba, ms alto, duro, ligero son las notas internas con que pretenden llevarse a la prctica piezas como la Ursonate del dadasta Kurt Schwitters o su sugestiva Sonate in Urlauten de 1932, cuyos juegos fonticos imprimen sobre el papel la irrita-cin expresionista que la motiva25.

    25 In the programme note for the Ursonate, Schwitterss personii cation of his themes parodies the descriptive language used in eighteenth- and nineteenth-century art music: the military severity of the rhythm of the quite masculine third theme in the opening movement, the

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    Fig. 7. Ramn Gmez de la Serna, Viva lo Nuevo!, dibujo para Ismos, 1931.

    Los rasgos, los signos y los consejos de la performance manifestaria, las indicaciones gestuales de su irrupcin enunciativa se le incorporan, como si de un guion cinematogri co, de una acotacin teatral o de una partitura se tratara. Por esa razn, los jvenes cubanos de El Caimn Barbudo se apro-vechan de la agresividad visual de las maysculas para gritar gri camente la revolucin de su pronunciamiento26. O bien, el grupo antillano de los nostas incitar al lector a unrsele con carcajadas indicadas, con vozarrones precisos, con radicales Noes en alto o con unas cuantas palabritas dichas al

    tremolous and mild as a lamb character of the fourth theme, and the accusing i nale, with the question ta (Nancy Perlof 108).

    26 NOS PRONUNCIAMOS es el ttulo de la proclama i rmada por Orlando Aloma, Sigifredo lvarez Conesa, Ivn Gerardo Campanioni, Vctor Casaus, entre otros (1996: 11).

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    odo. Porque se entra y se milita en el Nosmo como se va a un circo donde se estn exhibiendo i eras; se entra en l como a una imposicin del Siglo, nos predican desde el subrayado mimtico de sus peores intenciones (Qui-ones et al. 1966: 241-245).

    Pero no es solo que el manii esto incluya su performance, sino que real-mente se produce en el acto gestual de ser emitido. Los invencionistas argen-tinos lo saben bien27. No se trata de reivindicar el gesto rebelde: la cuestin radica en un nuevo arte, construido sobre la efmera produccin de una ges-tualidad escrita en el aire de la pasin manifestaria, erigido sobre el segundo sin duracin de la enunciacin del manii esto en s. Ni ms ni menos, el arte de vanguardia es pura praxis sin continuidad expositiva; dura lo que dura la accin escandalosa y en el momento de emitirse ya anticuada de su instante de proclamacin.

    El arte concreto exalta el Ser, pues lo practica. Arte de acto; genera la voluntad del acto.Que un poema o una pintura no sirvan para justii car una renuncia a la accin (Manii esto Invencionista, Bayley/Caraduje/Contreras 2009: 251).

    Hoja volante

    (Vid. CADVER)

    Imprecacin

    Apelativo, fctico, el manii esto realiza esa funcin del idioma por la que este verii ca la apertura del canal comunicativo y la ei cacia de su recepcin en el oyente.

    27 Entre los grupos ms interesantes, aunque tardos, los concretistas argentinos enuncian su Manii esto invencionista con ocasin de su primera exposicin en el Saln Peuser de Buenos Aires, en marzo de 1946. Y lo i rman, entre otros muchos, Edgard Bayley, Antonio Caraduje, Simn Contreras, Manuel Espinosa, Ral Lozza o Toms Maldonado.

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    Adems de imprecativo, el manii esto se arroga cierta vocacin perlocutiva ya que aspira a llamar la atencin y en ese acto mismo realizar aquello para lo que ha sido escrito. Es decir, que apela al escndalo y lo desencadena en el gesto con-junto de apelar a l. Pertenece al orden austiniano de la ms pura performacin y consigue realizar lo que emite en simultaneidad ilocutiva con su emisin.

    Por lo tanto, haciendo de la imprecacin el verdadero contenido del arte vanguardista, el Grupo Minorista quiere dei nirse a travs de la negativa. Su naturaleza no es otra que la del enfrentamiento. En apenas un ao de vida, ha hecho de la revisin, el rechazo, la reforma, la denuncia, los modos y maneras de un discurso que a travs de ese planteamiento performativo adquiere una intencionalidad ntidamente activista:

    Interpretando y traduciendo la opinin pblica cubana, ha protestado contra el atropello de Nicaragua, contra la poltica de Washington respecto de Mxico, contra el allanamiento del recinto universitario y el domicilio de Enrique Jos Varona por las fuerzas de la Polica Nacional (Martnez Villena et al. 1988: 249).

    Resulta este carcter imprecativo el punto de inl exin en el que el discur-so de los ismos se escora de lo esttico en lo poltico, de lo manifestario l-dico en lo ideolgico bsicamente panl etario. Pero tambin funciona como el lugar para insertar de manera subrayada la respuesta del perceptor en la ei cacia de la nueva gestin. Evidentemente ese receptor tiene un peri l casi nico de burgus domstico con gustos estables y armonas consuetudina-rias. Pero, a travs de la fuerte imprecacin del manii esto, no solo se aspira a convencerle de adherirse al mismo, adems se busca desorientarle, insultarle, escandalizarle, manteniendo el juego doble de cohesionar apaleando.

    Desde luego, en el doble ejercicio se aprecian todas las gradaciones de la desconsideracin y el ultraje. Nada parece tener que ver el directo desprecio que el Declogo de Atalaya ostenta frente a sus oponentes Empeza-remos por decir que todo idiota es un antiatalayista28 con la educada displicencia dedicada por Orgenes a la voluble audiencia que tanto puede repudiarles primero como, una dcada despus, pretender congraciarse:

    28 [...] enemigo del movimiento mecnico actual y un ser anquilosado que si tiene narices, carece de cerebro (Miranda Archilla 1966: 250).

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    Si andamos diez aos con vuestra indiferencia, no nos regalen ahora, se lo supli-camos, el fruto ftido de su admiracin. Les damos las gracias, pero preferimos decisivamente vuestra indiferencia. La indiferencia nos fue muy til, con la admi-racin no sabramos qu hacer [...]. Estis incapacitados vitalmente para admirar. Representis el nihil admirari, escudo de las ms viejas decadencias (Rodrguez Feo et al. 1954: 65).29

    Injuria

    Por contraste con la pasin nominativa de la vanguardia y frente a la condi-cin de diccionario* de sus manii estos, injuriar implicara negar al que ataca-mos su nombre propio, negarse a identii carlo. O bien, se tratara de asumirlo bajo una apelacin tan insultante como inapropiada: e inapropiada precisamente en cuanto impropia, en cuanto no perteneciente a la identidad del otro refuta-do30. De ah los juegos atroces con el apellido del proscrito, las minusvaloraciones con que algunos manii estos se recrean en el arte de llamar al enemigo*.

    Vicente Huidobro o el obispo embotellado fue un panl eto que, i rma-do a cara descubierta por Westphalen, Csar Moro, Rafo Mndez o Eduardo Lira Espejo, circulara en Per hacia febrero de 1936. La violencia de sus acusaciones incurre en todos los recursos del sarcasmo, la defenestracin y la carcajada con que responder los denuestos previos que parece ser el mismo Huidobro les hubiera dedicado.

    As pues, estamos ante uno de los cruces de palabrotas ms enrgico y ms inventivo de la vanguardia latinoamericana, y frente a un tipo de expre-sividad imprecativa que no deja de reconocer, no obstante, su tono irreden-to de querella de mercado y de lo de comadres (Moro et al. 2003: 2).

    29 Y entonces recrudece el tono en formas de erudito desaire: Habis hecho la casa con material deleznable, plomada para el simio y piedra de ini ernillo. Y si pasean enloquecidos dentro de sus muros, ya no podrn admirar al perro que les roza moviendo su cola incomprensible (Rodrguez Feo et al. 1954: 65).

    30 Injurier, cest dabord refuser celui quon attaque son nom propre, refuser de lidentii er. Trs systmatiquement, les polmistes de droite, les Maurras, Braud, Daudet, soucieux dexclure ladversaire de la communaut nationale, ont pratiqu ce type doutrage (Angenot 1982: 266).

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    Desde mico que copia, batracio mocoso, histrico estreido o vetusto burgus hasta espcimen poetario, podrido confusionista, chanteur de drapeau, dif amateur professionel, truqueur, a Huidobro, que lleva en-vasado un obispo y hasta un sacristn, se la bautiza de todas las maneras posibles, pero se le niega sistemticamente la identidad de lder vanguardista que l haba soado para s.

    (Vid. IMPRECACIN)

    Irradiar

    Es verdad que el futurismo se haba articulado con una inequvoca voca-cin dialctica que imprime sus dicotomas a la organizacin de sus batallas. Desde una primera alineacin antittica contra lo caduco, la guerra se irradia y se repite como una estado de nimo que todos los ismos ai rmarn compar-tir desde sus manii estos inaugurales, al menos en primera instancia.

    Es interesante entonces esta consideracin del manii esto como foco alta-mente contaminante que disemina su violencia, que inl ama a sus lectores con su misma rabia. Sin embargo, ms importante resulta el papel que con ello se arroga no tanto de producto generado por la vanguardia como de gestor de esta, de proceso en marcha llamado a engendrarla. El manii esto es un proyec-tor internacional, un virus inoculado que difunde contestacin y renovacin, una marcha febril que camina por propagacin y contagio, nos recuerdan Fer-mn Revueltas y Maples Arce desde la portada de su peculiar revista Irradiador.

    Mano

    Las dos voces latinas que entran en la composicin de la palabra manii esto ligan dentro de esta forma discursiva dos de sus posibles componentes que, adems de coni gurarlo lexemticamente, imprimen cdigos precisos en su di-nmica de accin31. Festus, fastos, i esta introduce en el trmino todo el carcter

    31 La palabra manii esto, segn se lee en Retrica do silncio I, de Gilberto Mendona Teles, ya exista en latn y est ligada a manus, la mano, y a festus (por fastus), lo sagrado, lo

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    sagrado y ritual que se le supone a una proclamacin ideolgica: hay algo sacro y mgico en anunciar un nuevo tiempo, en proponer un nuevo sentido.

    Mano impone en cambio la nocin de manumitir, el gesto de liberar, la emisin que compra libertad y libra en este caso al esclavo de sus an-ticuadas cadenas estticas. Tambin es, al contrario, la mano dictatorial que refrenda con su expresividad impositiva las leyes de una tirana nueva recordemos la mmica futurista con que Mussolini adereza la oratoria de sus proclamaciones masivas, la mano retrica entonces de la poltica ms panl etaria.

    La mezcla precisa de esos dos componentes poltica y sacralidad ali-gera las consecuencias semnticas de cada uno de ellos. La transcendencia sacra del rito queda disminuida en juego, la dimensin ideolgica se reduce a comedia.

    Sobre la portada del libro Manifestes que, en edicin de la Revue Mon-diale, Huidobro publica en Pars en 1925 (Fig. 8), se decide imprimir la palabra de su ttulo bajo la forma compositiva con que se conjuraba el Abracadabra de los sortilegios, recordando el siniestro tringulo descen-dente de la vieja hechicera32. La prctica mgica de inaugurar un movi-miento de vanguardia queda aludida gri camente pero, a la vez, con la transposicin de los trminos del conjuro, consigue reconvertir en ldica su tenebrosa referencia.

    festivo, indicando desde el inicio el carcter sagrado y festivo de una proclamacin, de un texto programtico, hecho (escrito) por quien desea mostrar al pueblo y al pblico especial de determinada clase (generalmente poltica, artstica y literaria) el sentido sagrado y la importancia de sus nuevas ideas (Mendona Teles/Mller-Bergh 2007: 16).

    32 Muchas frases y palabras de rituales, talismanes y pantculos tienen sentido simblico, bien por sus modalidades de empleo o, en s, por sentido fontico y, con mayor frecuencia, gri co. Esta palabra [Abracadabra] fue muy utilizada durante la Edad Media con i nes mgicos, y proviene de la frase hebrea abreq ad hbra, que signii ca enva tu rayo hasta la muerte. Sola escribirse dentro de un tringulo invertido, o constituyndolo ella misma, a base de suprimir una letra cada vez: la primera de la lnea superior, hasta terminar por la A (Cirlot 1981: 50).

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    Fig. 8. Vicente Huidobro, portada de Manifestes, Pars, Revue Mondiale, 1925.

    De igual forma, en una performance fabulosa grabada en el Parque del Retiro de Madrid hacia 1928 bajo la direccin de Feliciano Vtores, Ramn Gmez de la Serna nos muestra la mano convincente que asegura calzarse para pronunciar discursos. Es uno solo de sus recursos como orador, pero quiz el ms desmesurado y el que mejor ironiza la mecnica aseverativa de la enunciacin oral pblica. Con el inmenso guante de ltex que viste en la derecha como una especie de prtesis soi sta, el escritor se asegura de impri-mir fuerza a las inl exiones de sus enunciados, exaltar a la audiencia o apa-ciguarla, remarcar una frase o enarbolar las cinco razones de la persuasin ms conl ictiva, subrayndolas en alto con los dedos de goma de su apsito. El efecto del conjunto es diametralmente opuesto al de la imposicin de la ley. Y el espectacular episodio, uno de los mejores de la vanguardia espaola, consigue entonces reducir a comicidad la insinuacin implcita de autorita-rismo artstico que subyace a toda enunciacin de un manii esto.

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    Mapas

    Un manii esto es tambin un mapa, el dibujo a escala que recorre la loca-lizacin efectiva del vanguardismo. Puesto que este cree en formas artsticas eminentemente espaciales, no puede no tener en cuenta la condicin locativa de la proclama que emite y del modo tan situacional con que esta, al dise-arse con todos sus accidentes, condiciona y altera para siempre el hbitat inmediato del creador latinoamericano.

    Los grupos de Boedo y Florida, nucleados en torno a los nombres de esas dos calles emblemticas de la diversidad social argentina, entendieron clara-mente que una distribucin esttica de espacios de gestin conlleva la inme-diata y consecuente distincin ideolgica de los mismos. Si el surrealis-mo rehace la cartografa de las zonas del orbe como un juego, en funcin de su mayor o menor energa surrealista, en Amrica Latina el ejercicio supera la condicin de desafo ldico para convertirse en reivindicativamente esen-cial, quiz precisamente porque lo perifrico de la condicin latinoamericana obliga a soar vnculos de pertenencia.

    Por eso, en 1935, reinstalado en Montevideo, el artista Joaqun Torres Garca publica su conferencia La escuela del Sur, acompandola de un plano del continente donde las coordenadas aparecen invertidas. El ejercicio de insolencia cartogri ca implica violentar la direccin tradicional de la re-presentacin artstica para, a travs de ese bamboleo desestabilizador, insistir en la fuerte presencia del foco de emisin condicionando la emisin misma, y proclamar as una nueva orientacin de la brjula vanguardista (Fig. 9).

    Al girar el mapa 180 grados, Torres anuncia su conviccin en una inver-sin radical de los esquemas modlicos, de las frmulas consensuadas, para producir un arte diferente, dado tambin l la vuelta y, sobre todo, para ope-rar una urgente, imprescindible reubicacin del sujeto uruguayo:

    Porque el Norte ahora est abajo. Y levante ponindose frente a nuestro Sur est a nuestra izquierda. Esta rectii cacin era necesaria; por esto ahora sabemos dn-de estamos (Torres Garca 1942: 213).

    Lejos de desvanecer el lugar, este se vincula de modo ntido a la construc-cin de la identidad surea. Pero lo ms interesante del manii esto-carta de navegacin de Torres Garca reside en el servicio que, por su intermedia-

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    cin, habr de prestar a dicha identidad la novedad vanguardista, convertida en una operacin de contextualizacin y resemantizacin de la historia y del territorio rioplatense, un acto de inaugural ubicacin en una geografa que se disea ahora con parmetros propios33.

    Fig. 9. Joaqun Torres Garca, Amrica invertida, dibujo (La escuela del Sur, 1935).

    33 La conciencia de que sera la vanguardia la que dara una identidad nacional al pas a travs de los productos innovadores literarios que este genera parece especialmente aguda en el caso uruguayo que motiva una ingeniosa descripcin de Murilo Mendes: O Uruguay um belo pas da Amrica do Sul, limitado ao norte por Lautramont, ao sul por Laforgue, a leste por Supervielle. / O pas no tem oeste. / As principais produes do Uruguai so: Lautramont, Laforgue, Supervielle. / O Uruguay conta trs habitantes: Lautramont, Laforgue, Supervielle, que formam um governo colegiado. Os outros habitantes acham-se exiliados no Brasil visto no se darem nem com Lautramont, nem como Laforgue, nem com Supervielle (Mendes 1972: 99). Para el mapa invertido de Torres Garca, vase Achugar 2000: 327-329.

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    Monotona

    En contradiccin con lo proteico* de sus formas, el manii esto resulta algo montono y se parece lamentablemente a otro manii esto: de hecho, se dira que sus ejemplares son intercambiables, a pesar del carcter original, individual y nico con que cada movimiento pretende emitirlo.

    La obsolescencia de la prosa manifestaria es tan inminente e imparable como la rabia que lo inspira y la pequea clula comparativa con que el futu-rismo coagula su revolucin se reitera de vanguardia en vanguardia, de reivin-dicacin en reivindicacin, repitiendo una y mil veces la proclama de su su-perlativa novedad. La hermosura extrema del coche de carreras, por encima de lindezas clsicas y musesticas, sobrevive ms all de su primera enunciacin; la encontramos redundantemente iterativa, presente en unas y otras proclamas, enarbolada como una primicia, con toda la energa de una imposible primera vez. Firma Clemente Soto Vlez en su Manii esto Atalayista:

    Odiamos la belleza anmica creada por espritus enfermos, porque sta no solo contagia, sino que destruye.Encontramos ms belleza en un cuadro donde fusilan a cien rebeldes que en uno donde se nos presenta un desnudo de mujer.Amamos ms el vrtigo que nos produce una rosa abierta de velocidad que el que nos produjera el contoneo de una l apper mesalnica.Pedimos con altivez de emperadores la destruccin de todo aquello que extene o que amilane.Un descarrilamiento de trenes es diez mil veces ms bello que los xtasis de Santa Teresa.Creemos que una ciudad ardiendo contiene ms belleza que todos los museos del mundo (1966: 246).

    (Vid. ARGOS)

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    Metalenguaje

    Documento para el estudio de cada movimiento y ejemplo vivo de sus propuestas poticas, en el manii esto se mezclan creacin (lenguaje) y crtica (metalenguaje). Ambas se funden en distintas proporciones para la confor-macin de un texto nuevo, fragmentario o discontinuo que constituye en s mismo un ejemplo de la renovacin creativa impulsada desde dentro del propio manii esto.

    Por lo tanto, este organiza ese arte nuevo y se ofrece en tanto precipitado ms logrado del mismo: es esa condicin doble lo que le distingue diametral-mente de usos previos de la prosa programtica. De hecho la novedad, para Marjorie Perlof , de la proclama futurista es su capacidad de estilizacin y su comprensin icnica del acto de pronunciamiento de grupo que, adelgaza-do en representacin, puede tomar el lugar de la obra de arte prometida (1986: 169).

    En qu medida el manii esto es ya ese objeto deseado que la vanguardia debe producir al mismo tiempo que la legisla? Los dadastas saban que ellos creaban cosas y que su contribucin a la esttica de la vanguardia polemizaba con el estatuto de lo artstico, de tal manera que el Manifeste Dada 1918, adems de anunciar un nuevo tiempo de produccin, pona en pie el nuevo producto anunciado. Por lo tanto, el manii esto vena a constituirse como el resultado de la gestin de la vanguardia por excelencia en la medida en que articula una propuesta esttica crtica (el antiarte) y es, al mismo tiempo, su praxis (gesto polmico y contestatario) (Gelado 2008: 650).

    Por eso el manii esto vertical de Guillermo de Torre elige una perfecta simbiosis forma-fondo, adorna con imgenes de Norah Borges su pretensin climtica y construye desde la radicalizacin espacial de sus enunciados una perfecta relacin artstica con las normas que emite (Figs. 10 y 11). Las frases y proposiciones del manii esto, orientadas de acuerdo con ndices ascenden-tes, trazan trayectorias que las catapultan de Cenit a Nadir, que las espi-ralizan en agros zodiacales y las proyectan en acrobacias lricas. Todo tiene algo de areo y de rtmico, de mpetu y de asteroide: el manii esto mimetiza, con su expresividad de cohete y su perspectiva encumbrada, la verticalidad de los grandes panoramas ultraespaciales que l mismo invoca.

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    Fig. 10. Norah Borges, Manii esto Vltrasta Vertical (grabado). Madrid, noviembre de 1922.