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L os matrimonios católicos somos más felices y tenemos una sexualidad más plena según

diversas encuestas, no porque poseamos técnicas o conocimientos secretos. La verdad es que somos más felices y vivimos plenamente nuestra sexualidad debido a la concepción que tenemos del ser humano, del matrimonio y del significado de ser cristianos. La clave para lograr esa felicidad viene principalmente por una doble vía: sabernos con la dignidad de ser hijos de Dios, invitados a participar en la comunión de vida y amor que es Dios. Y el ser testigos de la misericordia de Dios, en Su Encarnación y muerte redentora, que nos manifiesta la supremacía del amor. En estos dos hechos, descubrimos nuestra vocación al amor, a imagen y semejanza del de Dios, y los estándares a los que nuestra relación matrimonial ha sido llamada a alcanzar.

El cónyuge católico en la convicción de poder encarnar un amor así por su cónyuge: total, incondicional, real, generoso, y en la de contar con las gracias necesarias en el sacramento, se embarca en la empresa de fundar un matrimonio, según su propia naturaleza: uno con una, hasta que la muerte los separe, para ser un bien mutuo y para formar una familia sin temor, pues sabe, como dice San Josemaría Escrivá que “La solución es amar. San Juan Apóstol escribe unas palabras que a mí me hieren mucho: qui autem timet, non est perfectus in caritate. Yo lo traduzco así, casi al pie de la letra: el que tiene miedo, no sabe querer. – Luego tú, que tienes amor y sabes querer, ¡no puedes tener miedo a nada! – ¡Adelante!” (Forja, n. 260). ¡Sí! La clave es amar. Los cónyuges católicos por amar a Dios, amamos a nuestro esposo o esposa generosamente. Nos vemos mutuamente con los ojos de Dios y a la vez, descubrimos a nuestro Padre amoroso en nuestro cónyuge que nos

ama -con un amor imagen del de Dios-. Mediante el amor conyugal experimentamos y descubrimos vestigios del amor de Dios y de la imagen de Dios en nosotros. Orando y frecuentando los sacramentos: nos fortalecemos ya que nos reconocemos pecadores y necesitados del amor Divino y humano; logramos una vida matrimonial bella, plena y fructífera -que a su vez, nos resguarda de los peligros que siempre acechan-; mantenemos, acrecentamos y fortalecemos nuestro amor; actuamos con la Dignidad de hijos de Dios y participamos de la naturaleza divina. Este es un modo de ser que nos obliga, pues al sabernos miembros del cuerpo de Cristo, no olvidamos que hemos sido liberados del poder de las tinieblas y trasladados a la luz y gozo del Reino de Dios. Y para nosotros no hay mayor felicidad que esta, felicidad que se trasluce en todo nuestro ser y hacer.

La acción de las familias

Pese a las dificultades, en todas las épocas y culturas se ha considerado que el núcleo fundamental de la sociedad es el matrimonio y la familia. En un mundo que parece va perdiendo los valores, el testimonio de familias que se apoyan en el Evangelio es todo un fermento de renovación religioso y civil. La solidez de la familia es fundamental para la calidad de la vida social, siendo el matrimonio monogámico la única forma auténtica de la familia. La propia familia ha de ser el primer lugar de realización de la vocación apostólica de los cónyuges, pero es muy conveniente la colaboración con otras familias cristianas. Los grupos matrimoniales son lugar de encuentro, de ayuda mutua, de reflexión compartida, de maduración humana y religiosa: en otras palabras, son fuente singular de espiritualidad conyugal. Ayudan a vivir la vocación y espiritualidad matrimonial, ofrecen medios para mejorar la relación de la pareja, capacitan para la labor educadora de los hijos y para la misión apostólica. La formación permanente continuada es muy importante, pero hay que superar el dedicarse tan solo a alimentar el crecimiento personal, porque el actuar individualmente, como francotiradores, no suele dar grandes resultados, sino que resulta mucho más útil integrarse en asociaciones o movimientos apostólicos cuya misión es edificar el reino de Dios, para lo que se necesita un buen conocimiento y formación en el mensaje de Jesús y un gran amor a la Iglesia. Por ello, y ante los ataques contra la institución familiar de los grupos de presión, es necesario asociarse también en lo social y político, no sólo para defenderse, sino también para poder exigir lo justo, como pueden ser los apoyos debidos y no dados por parte de la sociedad o del Estado, muy preocupados en defender y ayudar a cualquier tipo de unión, menos la verdaderamente matrimonial. El bien de la persona y de la sociedad reclama la protección del matrimonio y de la familia, con su reconocimiento legal y social, diferenciándoles claramente de otras formas de convivencia que puedan darse, si queremos evitar el relativismo y el confusionismo moral. La familia cristiana ha de ser una familia adulta, capaz de luchar por sus necesidades, defender sus derechos y valores. Si queremos ver reconocidos nuestros derechos, está claro que muchas veces hemos de conquistarlos, porque ciertamente los que defienden lo políticamente correcto no van a darnos precisamente facilidades. Debemos ser conscientes de nuestra responsabilidad social y política, promoviendo una legislación que permita a los padres tener el número de hijos que deseen y les deje conciliar la vida profesional con la familiar, de tal modo que el tener hijos pueda ser un derecho ejercido libremente y no supeditado a las exigencias materiales o empresariales.

Pedro Trevijano

E l amor es una de las motivaciones más importantes de la vida, pero hay que saber

protegerlo. El diálogo es uno de los principales fundamentos de la vida matrimonial. El diálogo se compone de dos partes: escuchar y hablar. Para evitar conflictos es muy importante escucharse mutuamente, pues hoy muchos oyen, pero no escuchan ni saben escuchar. Convivencia significa vivir "con", no "al lado de". La convivencia perdura en el tiempo si hay buena comunicación y ésta se basa en la lealtad, lo que supone entrega sincera de sí mismo, mutua confianza y aceptación. La comunicación entre ambos es fundamental para realmente comprenderse y apoyarse sin pretender imponerse. Los esposos han de saber dialogar sobre los diferentes aspectos de la vida, interesándose sinceramente por los problemas del otro. Si los cónyuges se acostumbran a callarlo todo, o esquivan el hablar sobre los problemas del matrimonio y de la familia, tal vez

logren durante un cierto tiempo una aparente paz, pero pagarán un precio muy alto por ella, pues se aburrirán pronto de sus conversaciones superficiales y tratarán de refugiarse en otra parte, que pueden ser los hijos, el trabajo o alguna aventura. Es indiscutible que ninguno de nosotros es perfecto y que fácilmente podemos no acertar e incluso herir al otro, por lo que es importante reconocer los propios errores, procurar comportarse en el futuro de otra manera y saber pedir perdón, siendo el perdón expresión del amor. Ello supone tratar de encontrar el tiempo preciso y favorable, para abrir-se mutuamente en la intimidad de una conversación a cuatro ojos tranquila y apacible. El que los sentimientos puedan aflorar ha de ser posible, aunque sí hay que saber buscar los momentos oportunos, evitando entrar en discusiones cuando estamos nerviosos o dominados por la cólera. Pero en el matrimonio no se debe andar con tapujos, no pudiendo

haber cosas que entorpezcan la confianza mutua. En cambio, la falta de comunicación conduce a la soledad, al estrés, a la tristeza y a la depresión. Pequeños conflictos no resueltos a tiempo por el diálogo van creciendo como bola de nieve hasta aparecer como una presión insufrible que se echa encima sobre ellos empujando a una crisis cuya única solución parece ser el divorcio. Este es siempre un desastre y hay que esforzarse en no llegar a él por la prevención, por el evitar la mentalidad que cree que en las crisis matrimoniales se encuentra el mejor remedio contra la rutina. El diálogo en el matrimonio es el mejor remedio para solucionar las crisis, lo cual implica algunas veces, buscar a ayuda necesaria, con un sacerdote y también por la terapia, pero buscando un terapeuta convencido del valor de la reconciliación. Cuando reina la comprensión, es mas fácil que llegue el amor.

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El martes 5 de septiembre la parroquia de San Marcos de la Arquidiócesis de Chicago (Estados Unidos) recibirá una reliquia de primer grado de Santa Teresa de Calcuta para su veneración pública y que luego será guardada en el templo. La reliquia, que consta de algunos cabellos de la Madre Teresa, fue solicitada por el párroco P. Martin Ibarra y el laico Fernando Iñiguez a la Congregación de las Misioneras de la Caridad a fin de que se puedan promulgar las virtudes de la santa. “Asimismo, para que el feligrés tenga el fervor y una nueva expectativa de evangelización a nivel parroquial y suceda lo mismo en toda la Arquidiócesis de Chicago”, comentó Fernando Iñiguez.

El Papa Francisco viajará a Myanmar del 27 al 30 de noviembre, y a Bangladesh del 30 de noviembre al 2 de diciembre, según confirmó la Santa Sede este lunes 28 de agosto por medio de una declaración difundida por el Director de la Sala de Prensa del Vaticano, Greg Burke. Según señala Burke en su declaración, el anuncio del viaje apostólico se produce después de que el Santo Padre acogiera la invitación de los Jefes de Estado y de los Obispos de ambos países asiáticos al Pontífice.

La Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), hizo un llamado a la población a rezar y ayudar a las víctimas del huracán Harvey, cuyo paso ha provocado hasta el momento la muerte de 8 personas y la evacuación de más de 30 mil residentes. “Como Arzobispo de Galveston-Houston, esta crisis golpea muy cerca a casa”, dijo el Presidente de la USCCB, Cardenal Daniel DiNardo. “En solidaridad con mis hermanos obispos en esta área del país, llamo a las personas de fe a rezar por todos aquellos que han sido impactados por este huracán, y pido a las personas de buena voluntad permanecer con las víctimas y sus familias”, exhortó.

Tras despenalizar el aborto, Bachelet presenta proyecto de matrimonio gay en Chile El lunes 28 de agosto, a una semana de la despenalización del aborto, la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, firmó el proyecto de ley de “Matrimonio Igualitario”, que será enviado al Congreso para su discusión y que incluye la adopción homoparental. “Tal como lo comprometí, hoy Chile da un

paso histórico al firmar el proyecto de ley de matrimonio igualitario. Lo hacemos cumpliendo con nuestra palabra ante Chile y también ante el mundo”, dijo la mandataria.

Sujetos desconocidos asaltaron la sede de la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV) el viernes 25 de agosto. En dos tuits publicados por la CEV se informa que la “sede de la Conferencia Episcopal Venezolana fue víctima del hampa la madrugada de hoy”. Aunque todavía no se ha dado detalles de lo ocurrido, las imágenes permiten ver que los daños no han sido pocos y que han sido robados diversos objetos de las oficinas de los obispos venezolanos en Caracas.

Cientos de fieles del departamento de Huila, de donde era oriundo el P. Pedro María Ramírez Ramos –conocido como el Cura de Armero–, peregrinarán a la Arquidiócesis de Villavicencio, donde será beatificado por el Papa Francisco el 8 de septiembre junto a Monseñor Jesús Jaramillo Monsalve. El Cura de Armero nació el 23 de octubre de 1899 en el municipio de La Plata (Huila). En ese sentido, la Diócesis de Garzón ha invitado a los fieles a sumarse a la peregrinación que partirá el 6 de septiembre con destino a la capital del departamento del Meta. La ceremonia de beatificación se llevará a cabo en el marco de la visita de cinco días del Papa Francisco al país Colombiano donde visitará, además de Villavicencio, las ciudades de Bogotá, Medellín y Cartagena.

Retiro de Iniciación San Rafael

Viernes 1 al domingo 3 de septiembre

Candelarización

Lunes, 4 de septiembre, 8:30 am Iglesia San Marcos

7501 Adelphi Rd, Hyattsville, MD

Picnic Anual RCC Lunes, 4 de septiembre, 8:30 am

Fairland Recreational Park 3928 Greencastle Rd – Fairland, MD

301.523.9938 - 240.676.2438

Ministerio de Intercesión Miércoles 6 de septiembre, 7:30 pm

San Marcos 7501 Adelphi Rd, Hyattsville, MD

Retiro de Mujeres “Mujer, que grande es tu fe”

Viernes 8 y sábado 9 de septiembre St. James

3628 Rhode Island Ave. Mt. Rainer

Asamblea de Servidores Miercoles 13 de septiembre, 7:30pm

St. Mary's 301.339.3630

Misa de Sanación Viernes 15 de septiembre, 7:30 pm

Cristo Rey 2301 Colston Dr. Silver Spring, MD

ECCREN

Sábado 16 de septiembre 8:00 am Delaware

Encuentro Regional

Retiro de Servidores TLR

Viernes 22 -domingo 24 de Septiembre Info: 301.267.7812 - 301.346.2152

Escuela San Andrés

Jesús en los 4 evangelios Sábado 23 y domingo 24 de septiembre

San Marcos 7501 Adelphi Rd, Hyattsville, MD

Aniversario Cristo Rey Sábado 23 de Septiembre, 9am – 5 pm

Cristo Rey

2301 Colston Dr. Silver Spring, MD, 7:30

Reunión para coordinadores RCC Miércoles 27 de septiembre, 7:30 pm

San Marcos

E l divorcio es un hecho frecuente en nuestros tiempos. El fracaso de los matrimonios es un tema común de

conversación. Los hijos de matrimonios exitosos conviven sin problemas con los de matrimonios divorciados. Y, en fin, la sociedad, tristemente ha aprendido a asimilar el divorcio como parte de la vida común. Sin embargo, el divorcio es una realidad que afecta no sólo a los matrimonios, sino a sus hijos, a sus familias, debilita a la familia nuclear, la extensa, la comunidad, la sociedad y la Iglesia. El divorcio es una ruptura dolorosa, aunque, a veces, resuelva los problemas económicos o legales de la pareja. Aunque el divorcio es un problema de pareja, las penas propias del divorcio trascienden el ámbito de la misma y llegan a las familias de cada uno de los esposos. Es así que surgen preguntas como ¿Qué pasa ahora?, ¿Ya no hablaremos con la familia de la pareja de nuestro pariente?, ¿Debemos repudiar a los divorciados si nos piden ayuda? Naturalmente, el divorcio es un problema que debe tratarse, y evitarse, en pareja. Sin

embargo, las familias de los casados también se ven implicadas en algunas ocasiones. Es por esto que debemos saber cómo actuar, según la prudencia, a fin de brindar todo nuestro apoyo para el bien del matrimonio en problemas y de sus integrantes.

Los problemas de pareja se resuelven en pareja Primeramente, debemos saber que los problemas de pareja se resuelven en pareja. Es incorrecto tener injerencia en los problemas de pareja, a menos que nuestro consejo sea pedido. Lo más prudente es mantenerse al margen de los problemas matrimoniales que no nos incumben. Si la situación de divorcio es ya cercana, podemos ofrecer ayuda con la recomendación de terapia de pareja a fin de solucionar el problema. Pero debemos de tener en cuenta que la solución de esos problemas no depende de nosotros ni de la familia de los esposos sino de ellos mismos. Así que, si el divorcio es inminente, habremos de respetar su decisión, lo que no impide la oferta de soluciones posibles. Si la situación de divorcio es un hecho,

seguramente nuestro familiar divorciado esperará unas palabras de aliento y un apoyo de parte de su familia. Lo mejor por hacer es adecuarnos a la situación de nuestros pariente divorciado, ponerse en su lugar y ofrecerle todo nuestro apoyo; tanto material como moral. Es bueno recordarle, con prudencia, que lo mejor sería arreglar la situación con su pareja, pues un nexo de caridad, como lo es el matrimonio, debiera superar los problemas a través de la comprensión y el trabajo diario y recurriendo a la fuente primaria del amor, Dios

Lo que las familias pueden hacer. Los familiares cercanos deberían adoptar acciones incluyentes, razonables y tolerantes. Ante todo, es necesario evitar la recriminación a la pareja afectada. Es una obra de caridad aliviar el peso que ya cargan los divorciados al abstenerse de comentarios hirientes o recriminatorios. También hemos de estar abiertos a las explicaciones y razones que, del divorcio, nos den. Si el divorcio fue injusto, hablemos tranquilamente con nuestro familiar divorciado e instémosla a buscar

la justicia para su pareja, o en su caso, a pedirla. El divorcio de un familiar no implica que haya un cierre absoluta de relaciones con la familia de su pareja. Si se estableció una relación de amistad con la familia de la pareja de nuestro familiar divorciado, es recomendable continuar con ella. Hemos de decir que no debemos sentirnos en pecado ni en luto por el divorcio de nuestro familiar. Es razonable compartir su pena y sus problemas, sin embargo, la familia no debe sentir manchada su fama por el divorcio, ya que éste es un problema de pareja, que se arregla en pareja y no en el foro familiar, aunque el mismo se vea afectado por el divorcio.

Gabriel González Nares

L a formación intelectual está muy vinculada a la formación espiritual, mira cuántas virtudes cultivamos al

estudiar. Dios nos busca. Dios nos quiere santos. Cuando tomamos conciencia de ello, podemos sentir cierto vértigo, imaginando qué podría pedir y cómo lo haríamos. Si bien a algunos les ha tocado cumplir ciertas hazañas verdaderamente admirables, no son menos los que han alcanzado la santidad cumpliendo heroicamente sus tareas ordinarias. Es decir, haciendo bien lo que debían hacer, en el momento en que lo debían hacer, por amor a Dios. Asimismo, la realidad, para un niño, un adolescente, un joven, incluso un adulto, se da en un contexto de estudio. Hasta acabada la universidad, es la tarea que más horas del día consume. Incluso así, luego, ¿no se busca perfeccionar conocimientos con talleres, cursos de especialización, posgrados, masters, etc.? Cuando abrimos los ojos a esta verdad –que hacer mis tareas a tiempo, poner empeño en los repasos, terminar un proyecto con pulcritud, etc., nos acerca a la santidad que Dios espera de nosotros–, aparecen dos reacciones. La primera, alegrarnos porque, aunque no es algo “regalado”, ¡no es tan complicado! Y la segunda, llenarnos de ansiedad o desesperarnos por un malentendido (o mal llevado) perfeccionismo, condenándonos a

nosotros mismos por no haber subrayado correctamente los títulos de una entrega. Para que no ocurra lo segundo, enumeramos algunos puntos que pueden ayudar a poner las cosas en su lugar. 1. Es un medio El gran santo de la juventud, don Bosco, recomendó: “Alegría, estudio y piedad: es el mejor programa para hacerte feliz y que más beneficiará tu alma”. No se equivocó cuando enseñaba que la formación intelectual está vinculada a la formación espiritual. ¿Cómo así? Recordemos que un santo es quien luchó por vivir heroicamente las virtudes. Y el estudio, ¿no es un medio ideal para crecer en ellas? Para desarrollar este punto, creo que puedo ejemplificar algunas: aprendemos paciencia, que viene de la mano de la constancia, al poner esfuerzos diariamente para alcanzar frutos futuros; generosidad, puliendo nuestros talentos para luego donarlos; humildad, cuando no deseamos ser halagados o sobresalir si no es para dar mayor gloria a Dios, cuando le ofrecemos las buenas notas… y las no tan buenas que pueden llegar a pesar de haber puesto los medios; fortaleza, al vencer al hastío de ponerse a estudiar o cambiar un plan divertido por tener algo que terminar; perseverancia, poniendo nuevas ilusiones cuando se fue la ilusión inicial; fraternidad,

ayudando a los demás, aunque eso implique reducir nuestro tiempo de estudio y esforzarnos por hacerlo rendir más, para ayudar o explicar algo a algún compañero; laboriosidad y disciplina, estableciendo un orden y método, y buscar cumplirlo; serenidad, cuando podríamos desesperarnos o llorar, cuando no sale lo que esperamos, pero nos abandonamos con confianza en las manos de Dios; responsabilidad, atendiendo a los compromisos que nos marcamos; longanimidad, esmerándonos en la tarea y en nuestros objetivos, tanto al empezar como al terminar; justicia y sinceridad, no copiando ni engañando; templanza, estableciendo el equilibrio entre el descanso, el estudio, la vida de piedad, la vida en familia, etc. También es un campo en el que podemos crecer en espíritu de penitencia y mortificación, suprimiendo la música o los lugares menos cómodos, evitando ir a abrir la heladera cada vez que se pasa de página, dejar apartado el celular o suspender las redes sociales, entre otras cosas que pueden perjudicar el momento de estudio. Esto es apenas una pincelada, porque cada uno puede descubrir y redescubrir matices de su día a día y su estudio en los que puede mejorar. 2. Pero no es el fin Al hablar de poner todos los medios para alcanzar cierta perfección humana, podemos

desviarnos del camino. Si lo hacemos, caeremos en dos defectos. Primero, la vanidad. Presunción, ambición desordenada, egoísmo, soberbia, creernos mejor de lo que somos… etc. Si nos damos cuenta –u otros nos lo hacen ver– de que estamos absorbidos por un fanatismo académico que, además, trae consigo cierta pedantería u orgullo malsano, podemos hacer un alto y pensar:“¿a quién estoy buscando? ¿A mí o a la gloria de Dios?”. Segundo, más grave, amargarnos por desconfiar de Dios. ¿Creemos, de verdad, que Dios pretende que a nosotros, criaturas imperfectas, todo nos salga perfecto? O peor, ¿que Su Amor depende de qué tantos sobresalientes consigamos? Voy a recordar dos cosas: Primero: Su Amor es incondicional. Quiere que nos esforcemos, pero si, poniendo los medios, no alcanzamos la meta que nos pusimos, no nos quiere menos. Lo otro: nada puede salir enteramente perfecto. Además… perfecto, ¿según quién? ¿Cuál es el parámetro que estamos usando? Lo que buscamos –lo que no debemos per-der de vista– es dar gloria a Dios, amarle más, rendir nuestros talentos, forjar virtudes, hacer apostolado, etc. Un estudio bien aprovechado no es el que trae las mejores calificaciones, sino el que nos ayuda a querer más a Dios.

Para ambas raíces existe un mismo consejo: antes de empezar el estudio, realizar un breve ofrecimiento de obras. Al ofrecerle a Dios lo que vamos a hacer, le estamos diciendo que es para Él. Pero, por si nos desviamos, existe una misma solución: rectificar. “Perdón, Señor, me olvidé de que pretendía agradarte a Ti, y comencé a buscarme a mí”. Ya está. Podemos, nuevamente, ofrecer lo que llevamos entre manos y reencaminarnos. 3. Ni lo único San Josemaría Escrivá, el santo que dijo que “una hora de estudio, para un apóstol moderno, es una hora de oración” y también que “si has de servir a Dios con tu inteligencia, para ti estudiar es una obliga-ción grave”, no dejó de añadir: “Está bien que pongas ese empeño en el estudio, siempre que pongas el mismo empeño en adquirir la vida interior”. Quizás esté sobreentendido, pero no creo que esté mal recordar que, aunque está bien que nos esmeremos por estudiar las horas suficientes, acabar las tareas, etc., no podemos dejar en segundo lugar el plan de vida de un cristiano, con las normas de piedad que cada uno se ha marcado; no podemos dejar de hacer un rato de oración con la excusa “¡pero si convierto mi estudio en oración!”. En ese caso, sería una evidencia de que no

estamos priorizando nuestro trato con Dios. Y si así fuera, no podríamos estar buscando, en el estudio, quererle más. Sería una incoherencia, como la que suele reprocharse a los padres que, por querer comprar más cosas a sus hijos, se convierten en figuras ausentes. Cuando priorizamos los ratos para tratar a Dios (oración, Misa, rosario, lectura espiritual, etc.) el posterior estudio rinde más, humana y sobrenaturalmente. 4. Y no estamos solos La formación académica que procuramos no es para inflarnos el cerebro con mucha información. Procuramos ser mejores (humana, sobrenatural e intelectualmente) para los demás, por Dios. Cuando estudiamos, estamos haciendo y preparándonos para un fructífero apostolado. El que hacemos en presente está cuando ayudamos a un compañero con algo que le cuesta, cuando con paciencia volvemos a explicar un tema, etc. También cuando, por la comunión de los santos, ofrecemos el estudio de las materias que menos simpáticas nos caen, por las almas del purgatorio, por una intención por la que queremos interceder, etc. “El estudioso es el que lleva a los demás a lo que él ha comprendido: la Verdad”, dijo el sabio santo Tomás de Aquino.

Esto significa, además de lo anterior, llevarles también el buen ejemplo y el buen consejo. Es una buena oportunidad para hablar de una vida virtuosa y feliz. Y el apostolado futuro es el que sembramos: nos preparamos para ser buenos profesionales, que podrán influir positivamente en su entorno, en la comunidad, la sociedad. Un consejo para cuando te distraigas Es natural distraerse, sentir cansancio aburrimiento, etc. Cuando sientas que la mente se está yendo hacia la Luna, puedes renovar el ofrecimiento del estudio que hiciste inicialmente (“Señor, te vuelvo a ofrecer esto”). Te puede ayudar tener un crucifijo pequeñito junto a tus materiales, así de tanto en tanto lo miras, convirtiendo la mirada en una jaculatoria y en una renovación de la intención. Otro para cuando te canses El descanso también es importante. Nunca estudies de manera que se descuide y resienta la salud. Conviene que organices tu estudio de manera que el sueño y el descanso estén presentes. Cuando uno está descansado, puede rendir más y mejor. Y otro para cuando te desanimes Eres hijo de Dios. Hijo de un Padre que no pide resultados ni te va a dejar sin postre si

te aplazas. Considerar esto (la filiación divina) no cambiará tu nota, pero sí el sentido que puedes interpretar de la misma. Y para siempre, y en todo momento Se suele representar la Anunciación con la Santísima Virgen estudiando las Sagradas Escrituras. Imagino que el Niño Jesús las habrá aprendido escuchando a Su Madre y al bueno de san José. Pienso en mi propia experiencia, cuando no entendía ciertas materias y preguntaba a mi mamá. Así mismo, puedes pedirle ayuda a Santa María, para estudiar bien, de manera agradable a Dios. Pídele que te enseñe a imitar las virtudes que ella supo vivir en su vida ordinaria.

E l domingo 7 de agosto, día en que la Iglesia universal celebra la fiesta de la Ascensión de Nuestro Señor

Jesucristo, y el país de El Salvador, la fiesta de El Salvador del Mundo, una gran cantidad de fieles que llenaron la Iglesia de San Marcos Evangelista en Hyattsville, se dieron cita para esta gran celebración. Al medio día tuvo lugar la celebración de la Santa Eucaristía presidida por el Excelentísimo Monseñor Mario Dorsonville, Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Washington, quien en su homilía invitó a todo el pueblo a reconocer la grandeza de la acción salvadora de Dios, quien sigue suscitando profetas valientes en medio de nuestro tiempo, que sirven como faros en medio de la oscuridad, guiando el camino hacia la salvación y la justicia, en una explícita alusión a la conmemoración de los 100 años del nacimiento del Beato Salvadoreño Monseñor Oscar A. Romero. Igualmente indicó la necesidad de cada uno de brindar una respuesta generosa al proyecto de Evangelización, que hace posible a todos los hombres acercarse al misterio de Dios, a la gloria de Jesucristo, y a la vivencia de Su Reino entre nosotros. Al final de su homilía, Monseñor Dorsonville tuvo algunas palabras de esperanza y aliento a toda la comunidad inmigrante, que pueda estar con angustia y desasosiego ante el futuro, indicando la cercanía de la Iglesia y su preocupación por leyes de migración que respondan a la dignidad de todo ser humano, y tengan en cuenta la realidad de muchas familias en este país.

El final de la Eucaristía, el padre Roberto Cortés, párroco de la Iglesia de San Marcos Evangelista, invitó a la comunidad al segundo acto de celebración esperado por todos los asistentes: el descubrimiento de la imagen y primera réplica en Estados Unidos, de “El Salvador del Mundo”. La construcción de este proyecto implicó un sin número de personas, desde el donante de la imagen, los arquitectos padre e hijo, quienes hicieron posible los planos y la ejecución en sí del monumento, hasta todas las personas que con su trabajo, oración y apoyo económico colaboraron en esta hermosa construcción. El momento del descubrimiento del monumento estuvo lleno de emoción, ya que había permanecido cubierto hasta ese instante. Las personas asistentes respondieron entre aplausos y aclamaciones sintiéndose parte activa de esta gracia y bendición. Después de que Monseñor Dornsonville bendijo la imagen, se pasó a un acto cultural y de compartimiento en el gimnasio de la parroquia, dando el cierre, entre comida, compartir familiar, alegría y danzas folklóricas, a esta bella celebración. Invitamos a los que deseen visitar este monumento ala Iglesia de San Marcos Evangellista, ubicada el la 7501 Adelphi Rd, en Hyattsville, Maryland, y tener una bonita experiencia de este monumento tan especial y tan querido por toda nuestra gente hispana, especialmente la comunidad salvadoreña, aunque la verdad “todos somos del Salvador del mundo”.

L a oración no siempre surge de forma natural y es un esfuerzo constante. Quizás sea el caso de muchos de

nosotros que aprendimos poco sobre orar más allá del Rosario y de memorizar oraciones en primaria. Si sientes que tu vida de oración no va a ninguna parte, el mejor lugar al que recurrir es la Biblia. Los Salmos son uno de los mayores tesoros cuando hablamos de oración personal. Considera solamente que incluso Jesús utilizaba los Salmos para rezar, como en el momento en la cruz. El Catecismo de la Iglesia Católica explora con más profundidad este tema y destaca cinto tipos diferentes de oración que se encuentran en la Sagrada Escritura. Estas formas de oración están basadas en la revelación divina y la experiencia de los que habitan los relatos de la Biblia. Bendición y adoración El Catecismo describe la bendición como una oración que “expresa el movimiento de fondo de la oración cristiana: es encuentro de Dios con el hombre; en ella, el don de Dios y la acogida del hombre se convocan y se unen. La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquel que es la fuente de toda bendición” (CIC 2627). El Padrenuestro contiene bendiciones de este tipo cuando decimos “santificado sea tu nombre”. Otro ejemplo de esta oración puede encontrarse en Daniel 3.

La adoración está estrechamente ligada a la bendición y el Catecismo la describe como “la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador. Exalta la grandeza del Señor que nos ha hecho y la omnipotencia del Salvador que nos libera del mal” (2628). Oración de petición La oración de petición es probablemente el tipo de oración más conocido. Consiste en un “vocabulario de súplica” con el que “pedir, reclamar, llamar con insistencia, invocar, clamar, gritar, e incluso ‘luchar en la oración’” (2629). Es una oración que reconoce el poder y la majestad de Dios y pide su misericordia para nuestras vidas. Este tipo de oración debería incluir primero una oración de perdón, como la de la parábola del “publicano: ‘Oh Dios ten compasión de este pecador’. Es el comienzo de una oración justa y pura. La humildad confiada nos devuelve a la luz de la comunión con el Padre y su Hijo Jesucristo, y de los unos con los otros: entonces ‘cuanto pidamos lo recibimos de Él’. Tanto la celebración de la Eucaristía como la oración personal comienzan con la petición de perdón” (2631). Dios siempre responde a nuestras oraciones de petición, aunque quizás no sean respondidas de la manera que esperamos. Oración de intercesión Otro tipo común de oración, la de intercesión, “es una oración de petición que nos conforma muy de cerca con la oración

de Jesús. Él es el único intercesor ante el Padre en favor de todos los hombres, de los pecadores en particular” (2634). Es un tipo antiguo de oración que se encuentra en la Biblia. El Catecismo explica: “Interceder, pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios. En el tiempo de la Iglesia, la intercesión cristiana participa de la de Cristo: es la expresión de la comunión de los santos. En la intercesión, el que ora busca ‘no su propio interés sino […] el de los demás’, hasta rogar por los que le hacen mal” (2635). La oración intercesora puede ser muy poderosa y Dios está especialmente atento a los que rezan por otros que sufren. Un ejemplo de este tipo de intercesión puede encontrarse en los Evangelios, cuando Jesús curó un hombre paralítico que llevaron a la casa a través del techo. Marcos documenta: “Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: ‘Hijo, tus pecados te son perdonados’” (Marcos 2,5). Oración de acción de gracias La oración de acción de gracias “caracteriza la oración de la Iglesia que, al celebrar la Eucaristía, manifiesta y se convierte cada vez más en lo que ella es” (2637). Es un tipo común de oración, pero no se practica a menudo. Quizás recemos por una petición específica, pero cuando Dios responde a nuestras oraciones, tendemos a olvidar agradecérselo. Jesús señaló esta falta cuando sanó a 10 leprosos pero solamente

uno regresó para dar las gracias: “¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?” (Lucas 17,17-18). Oración de alabanza La alabanza, aunque similar a la bendición y a la dación de gracias, es una oración distinta. Es una oración “que reconoce de la manera más directa que Dios es Dios. Le canta por Él mismo, le da gloria no por lo que hace, sino por lo que Él es” (2639). El Catecismo explica: “Como los autores inspirados del Nuevo Testamento, las primeras comunidades cristianas releen el libro de los Salmos cantando en él el Misterio de Cristo. En la novedad del Espíritu, componen también himnos y cánticos a partir del acontecimiento inaudito que Dios ha realizado en su Hijo” (2641). Esta oración también se encuentra en el libro del Apocalipsis, donde “los profetas y los santos, todos los que fueron degollados en la tierra por dar testimonio de Jesús, la muchedumbre inmensa de los que, venidos de la gran tribulación nos han precedido en el Reino, cantan la alabanza de gloria de Aquel que se sienta en el trono y del Cordero” (2642). Es una oración que simplemente ensalza a Dios por ser Dios, no en referencia a ningún beneficio específico o favor recibido. La celebración de la Eucaristía es llamada a menudo “el sacrificio de alabanza”.

Philip Kosloski

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liares a Orlando, Florida,

el Caribe y otros destinos

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y se quedará con nosotros

C uentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua, inició su travesía después de muchos años de

preparación. Pero quería la gloria sólo para él, por lo tanto subió solo, sin compañeros, hacienda caso omiso de todas las opiniones expertas que le aconsejaban que no hiciera el viaje sin nadie que pudiera ayudarle y acompañarle en situaciones de extrema dificultad, como las que podría encontrarse en su travesía. Pero él hizo caso omiso y empezó su ascensión y, aunque se le fue haciendo tarde y no se preparó para acampar, decidió seguir su ruta decidido a alcanzar la cima. Oscureció. La noche cayó con gran pesadez. Todo era negro, sin ninguna visibilidad; no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a sólo 100 metros de la cima, resbaló en una piedra y se desplomó por los aires. Caía a una velocidad vertiginosa, sólo podía ver veloces manchas cada vez más oscuras que pasaban delante de sus ojos, los que abría exageradamente, pero era imposible ver algo mas que oscuridad. En la misma oscuridad tenía la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo. En esos angustiosos momentos, pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos recuerdos, sus amigos, sus cercanos, incluso sus amigos de escuela a los que había dejado de ver hace tanto tiempo, sus familiares y todos los que estaban cercanos a su corazón. De repente sintió un tirón tan fuerte que casi lo partió en dos… Le dolió terriblemente todo el cuerpo, pero luego lo recordó, ¡Sí! Como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo sujetaba todo el

tiempo de la cintura. Y allí quedó, suspendido en medio de una total oscuridad. En esos momentos de quietud, suspendido en el aire, no le quedó más que gritar: «¡Ayúdame, Dios mío!» De repente una voz grave y profunda le contestó: -¿Qué quieres que haga, hijo mío? -Sálvame, Dios mío. -¿Realmente crees que te puedo salvar? -Por supuesto, Señor. -Entonces corta la cuerda que te sostiene… Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre reflexionó y se aferró aún más a la cuerda. Días más tarde, cuentan que el equipo de rescate encontró colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda… A tan solo dos metros del suelo. Que historia tan impresionante. Impresionante y reveladora. Confiar en Dios es abandonarse totalmente en sus manos. Pero, aunque eso lo vemos claro, sin embargo, cuando llega el momento queremos tener cierta seguridad de que todo irá bien. Jesús se abandonó en las manos del Padre antes de morir en la Cruz, pero tres días después resucitó y es el Señor de la Vida. Cuando parece que todo se pone oscuro o nos viene en contra, cuando parece que empezamos a perder la paz os invito a orar con la hermosa oración del padre Carlos de Foucauld, que empieza diciendo: «Padre, mío, me abandono a Ti, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea te doy las gracias…». Ojalá hagamos nuestra esta invocación y poco a poco el Señor nos invada con su paz y su confianza.

¡Con Espíritu de Alegría y servicio!

Masiel Hernández

Tel: 240-481-1965 [email protected]

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Publicación de la Renovación Carismática Católica de la Arquidiócesis de Washington

P.O. Box 14832, Silver Spring, MD 20911 Gerente: Tirone Benalcázar Director: José Cortés Jefe de Redacción: Mirtha Hunter Diseño y Diagramación: José Ignacio Ramón

Colaboradores: Padre Roberto Cortés-Campos y Edwin Méndez Publicidad y Ventas: 301-339-3630 Fotografía: Oscar González; www.123rf.com Portada: Gino Santa María e-mail: [email protected] / Fax: 301-422-2213

T ambién con nosotros hoy, Jesús quiere continuar construyendo la Iglesia, esta casa con fundamentos sólidos pero

donde no faltan las grietas, que además tiene una continua necesidad de ser reformada, reparada. Nosotros ciertamente no nos sentimos rocas, sino solo pequeñas piedras. Sin embargo, ninguna piedra pequeña es inútil. En las manos de Jesús la más pequeña piedra se hace preciosa, porque Él la toma, la mira con ternura, la trabaja con su Espíritu, y la coloca en el lugar justo, que Él siempre ha pensado y donde puede ser más útil a toda la construcción. Cada uno de nosotros es una pequeña piedra, pero en las manos de Jesús se orienta a la construcción de la Iglesia. Y todos nosotros, siendo pequeños, somos ‘piedras vivas’ porque cuando Jesús toma en sus manos la piedra, la hace suya, la hace viva, la llena de su amor, y así tenemos un lugar y una misión en la Iglesia: ella, la Iglesia, es comunidad de vida, hecha de muchísimas piedras, todas distintas, que forman un único edificio en el signo de la fraternidad y de la comunión. El Evangelio de Mateo 16,13-20, nos

recuerda un pasaje clave en el camino de Jesús con sus discípulos: el momento en el que Él quiere verificar hasta qué punto tienen fe en Él. Hay que resaltar la respuesta de Pedro, que surge de su corazón: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente”. Simón Pedro pronuncia con sus labios palabras más grandes que él, palabras que no provienen de sus capacidades naturales. Jesús comprende que, gracias a la fe donada por el Padre, hay un fundamento sólido sobre el cual puede construir su comunidad, su Iglesia. Por eso dice a Simón: ‘Tú Simón eres Pedro –es decir piedra, roca– y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia’. Este pasaje también nos recuerda que Jesús ha querido para su Iglesia también un centro visible de comunión en Pedro, aunque Él no es una gran piedra, sino una piedra pequeña, pero que tomada por Jesús se convierte en piedra de comunión, y es en él que se ha sucedido una misma responsabilidad primacial, que hasta los orígenes, se ha identificado en los obispos de Roma, la ciudad en la que Pedro y Pablo han dado testimonio hasta la sangre.

Cómprelo ya en la Librería Ambulante de la Renovación Carismática

(240-505-4098)

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El padre diego Jaramillo, líder y asesor de la

Renovación Carismática Católica de Colom-

bia, propone en este libro redescubrir el sa-

cramento del Bautismo como “entrada ala

casa de la Iglesia”, “puerta dela vida espiri-

tual” y “semilla de los compromisos cristia-

nos”; a través de la explicación de los ritos

bautismales, nos invita a vivir el sacramento

en el dinamismo de una renovación perma-

nente, a través de la experiencia del

“Bautismo en el Espíritu”.

En palabras del padre

Diego; “este es un pro-

grama de vida que se

puede coronar con la

fuerza del Espíritu San-

to, quien, por medio de

Jesús, nos hace procla-

madores del Evangelio

ante el mundo y nos

impulsa hacia la casa

del Padre”. Muy recomendado.

Presentamos en esta ocasión esta pro-

ducción musical del Padre Martin Ava-

los junto con el Ministerio Dei Verbum.

Un Cd completamente mariano, con un

total de ocho canciones muy conocidas,

en diferentes ritmos, muy apropiados

tanto para la meditación como para la

alabanza.

Destacamos los temas “El consejo de

María”. “Hoy he vuelto”, “Miles de Er-

mitas”, y

“María, músi-

ca de Dios”.

Damos gracias

a Dios por

esta produc-

ción del Mi-

nisterio Dei Verbum y toda su trayecto-

ria al servicio de las Iglesia.

Muy buena opción para regalar y orar.

Papa Francisco

Padre Diego Jaramillo Padre Martin Avalos