Paz a vosotros2º Domingo de Pascua - Ciclo B

A l anochecer de aquel primer día de la semana, la fe de los apóstoles es aún oscura. Tienen las puertas de la casa cerradas, por miedo. El miedo también les cierra el corazón y les impide comprender.El miedo nubla la certeza y engendra un mar de dudas...

El temor hace que uno se encierre en sí mismo y se olvide de los demás. ¿Cómo vencer ese miedo paralizante?Jesús lo desbloquea dando la paz.Irrumpe en el cenáculo como un rayo de luz con estas palabras: Paz a vosotros.Con la paz, la oscuridad se desvanece y renace la confianza.

En medio de nuestras dudas y tinieblas, Jesús irrumpe como príncipe de la paz. Pues todo proceso interior de crecimiento pasa por la paz interior.A sus discípulos, les enseña las manos y el costado. ¿Necesitan más pruebas?Nosotros, hoy, también pedimos pruebas...

Dios nos da continuamente pruebas de su amor y, sin embargo, nos cuesta verlas y creer. Por eso Jesús sale a nuestro encuentro sin cansarse.¿Todavía no creéis? Entrad en mi corazón, verificad mi existencia.

Cuando sentimos la certeza, la alegría nos llena y nos empuja a comunicar esta experiencia del Cristo resucitado.Después de la paz, llega la misión. Jesús les dice: como el Padre me envió, así os envío a vosotros.Jesús no quiere que su mensaje se limite a unos pocos.

Quien se encarna en Jesús no permanece quieto. Corre a anunciar al Buena Noticia. Nuestra sociedad de hoy la necesita, y necesita el testimonio de hombres y mujeres tocados por Dios. Esta es la misión de la Iglesia, que compartimos todos los cristianos.

A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados...¿Qué significan estas palabras? Jesús nos exhorta a reconciliar a las gentes con Dios, y para ello es indispensable el perdón: tanto perdonar como recibir el perdón.Sin el perdón son imposibles la alegría y la paz.

Nuestras solas fuerzas no bastan para una misión tan hermosa. Pero Jesús no nos deja solos. Nos envía al Espíritu Santo, toda la fuerza y la sabiduría necesarias para expandir la gran noticia.Impulsados por su soplo, ¡todo lo podemos!

Todos los bautizados hemos recibido este aliento sagrado de Dios y lo recibimos continuamente en los sacramentos. Si nos dejamos llevar por la fuerza del Espíritu podremos acercar a la Iglesia a muchas personas alejadas y contagiar la alegría de Cristo resucitado y vivo en medio del mundo.

PAZ A VOSOTROS

Pascua 2015

Textos de Joaquín Iglesias Aranda

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