3 visiones de la inteligencia (teología)

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3 3 V VISIONES DE LA ISIONES DE LA I I NTELIGENCIA; NTELIGENCIA; ____________________________________________________________ Un Enfoque Teológico Un Enfoque Teológico

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Inteligencia Artificial, Inteligencia Natural e Inteligencia Espiritual (teológica). Importante perspectiva diferencial

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VVISIONES DE LA ISIONES DE LA IINTELIGENCIA;NTELIGENCIA;____________________________________________________________

Un Enfoque TeológicoUn Enfoque Teológico

3 3VVISIONES DE LA ISIONES DE LA IINTELIGENCIA; NTELIGENCIA;

Un Enfoque TeológicoUn Enfoque Teológico____________________________________________________________________________

1. Encrucijada

Siglo XX y principios del XXI. El avance científico y la revolución tecnológicaconcomitante, ambos interdependientes entre sí, y deudores del incipiente pensamientoindustrial de mediados del Siglo XIX, llegan a una encrucijada representada, entre otros,por tres retos fundamentales pertenecientes a los campos de la física cuántica, lamatemática y los límites de la computación, y la biología.

La ciencia ha llegado a conocer y a describir relativamente bien las fuerzasfundamentales de la naturaleza (Fuerzas nucleares, Electromagnetismo, Gravedad) y laestructura de la materia –que no su naturaleza–. Pero es todavía necesario consensuar unmodelo unificado de la Física de partículas (establecimiento de un consenso entre la físicaEinsteniana y la física de partículas) y avalar los modelos sugeridos con datosexperimentales que, según las previsiones, habrán de confirmar supuestos que hoypermanecen en el terreno de la hipótesis (existencia del “Gravitón” como partículaencargada de transmitir la fuerza de la gravedad, existencia del “Bosón de Higgs” comoencargado de dotar de materialidad a las partículas, Supersimetría, Dimensiones extra,etc…)

Los teóricos y físicos experimentales que trabajan en el terreno de la física cuánticaasisten con asombro a la complejidad y contradicción aparente de las leyes que rigen eluniverso de lo muy pequeño, lo cual no les impide proyectar diversos usos de esta física,fundamentalmente en el ámbito de la computación. Esto, no obstante, es todavía un sueñono cumplido por la tecnología.

Llegamos de este modo a la primera encrucijada: no sabemos todavía qué hacer con el“universo de los cuantos”; cómo explicarlo, cómo lograr darle funcionalidad para obtenernuevos procesadores, cómo explicar en conjunto las leyes de la naturaleza teniendo encuenta la gravedad, etc. (Derivada de estas cuestiones hallamos la intención de explicar loque ocurrió antes y nanosegundos después de la Gran Explosión, pregunta a la que sequiere dar respuesta a través de la investigación con el Gran Colisionador de Hadrones. Siel teorizado y comúnmente aceptado “Big Bang” tuvo como elemento inicial una partículahipramasiva, ¿Qué leyes regirían en la misma… las de la gravedad por ser un cuerposupermasivo, o las de la física de partículas por ser un “corpúsculo” diminuto?)

En segundo lugar, el “Caos”. Contemplando las cosas de una forma desenfadada,hemos de admitir que lo caótico no es lo inmensurable e incontrolable de las variablesimplicadas en los sistemas complejos, sino más bien la capacidad humana (matemática,computacional, tecnológica…) para construir modelos de predicción válidos para una grancantidad de sistemas procedentes del mundo natural. Los científicos más optimistasdepositan su confianza en las tecnologías de computación usando nuevos procesadores (ya

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desprendidos del límite del silicio), con los cuales los hiper-potentes cálculos realizados deforma instantánea podrían generar modelos muy fiables del comportamiento de lossubelementos de los sistemas complejos, sus interacciones, sus posiciones finales, etc. Sinembargo, una visión realista de esta intención nos obligará a plantarnos en una posiciónprudente, considerando que es necesario que pase mucho, mucho tiempo antes de que elhombre pueda “echar mano” del caos para gobernarlo. Por poner un ejemplo, podemos connuestra tecnología acceder al comportamiento general que tendrá la caída de agua en unacascada en un entorno natural, pero predecir el comportamiento no ya de cada una de susmoléculas, sino de cada una de sus gotas requeriría un sistema de ecuaciones tan complejocomo la realidad que pretende describir. Por ello decimos que resultaría inútil y no seríapara nada parsimonioso.

La tercera encrucijada: biología de la consciencia. A lo largo del Siglo XX la ciencia hasido capaz de descubrir una gran cantidad de principios de la química orgánica compleja yde aplicarlos de forma preventiva y terapéutica para el hombre y el resto de seres vivos quecomparten su entorno. Para ello se ha valido de numerosos adelantos tecnológicos, loscuales ha sabido aprovechar de formas muy ingeniosas para obtener información de looculto, para llegar a lugares inaccesibles del organismo, para sustituir órganos defectuososy un largo etcétera. Somos capaces de curar muchas dolencias, de intervenir con éxito sobresistemas tan intrincados como el Sistema Nervioso Central; de hallar el origen genético dediversas malformaciones y enfermedades físicas y mentales. Incluso hemos sido capaces derecrear en laboratorio moléculas orgánicas de distintas especies, de descifrar el mapa delGenoma Humano, y hemos llegado a interactuar con sistemas mecano-motrices e interfacesinformáticos a través de la sola acción del pensamiento. Todo ello representa un conjuntode hallazgos y soluciones de las que el hombre se siente verdaderamente orgulloso.

Sin embargo pronto salen a nuestro encuentro aquellas cuestiones que más informaciónpodrían ofrecer a la ciencia y a la filosofía secular de cara al establecimiento de unadefinición de lo que es el hombre: ¿Qué hay entre la biología neuronal y la consciencia?Dicho de otro modo, ¿En qué términos podríamos valorar la correspondencia entre Mente yCerebro?; ¿Cuál es el mecanismo básico que permite que los impulsos eléctricos y lastransmisiones químicas del cerebro se conviertan en pensamientos, sentimientos yvoluntad?; ¿Cuáles son las bases neurobiológicas de la inteligencia? Sin pretender revisarparticularizadamente las últimas investigaciones sobre la biología de la consciencia, lastendencias más comunes apuntan hacia la supercomplejidad de las redes de conexiónelectroquímica (sináptica) interneuronal como responsables de la formación de laconsciencia. Algunos incluso aventuran que, dada la similitud de estas redes neuronales conla “Web World Wide”, llegará un momento, en un futuro no demasiado lejano, en que la redde redes llegue a albergar cierta capacidad de toma autónoma de decisiones; algo así comolos albores de una protoconsciencia de naturaleza algorítmica que supondría el primerproducto verdaderamente inteligente creado por el ser humano. Ahora bien, siendo justoscon la realidad de las cosas, por ahora, y por mucho que trabajemos en ello, la solución aestas cuestiones orbita mucho más allá de nuestras previsiones científicas y tecnológicas acorto e incluso medio plazo.

2. Inteligencia Artificial

Los argumentos a los que nos hemos entregado hasta ahora en este artículo se dirigen aconsiderar la viabilidad de la primera de las tres inteligencias a que hace referencia el títulode nuestro trabajo: la “Inteligencia Artificial”. Hemos visto que carecemos de un modelo de

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física de partículas consolidado y de una tecnología de computación cuántica (que quedaaún lejos). Estas realidades terminan por confinarnos a una situación desfavorecida frenteal control de la inmensidad de variables propias de los sistemas complejos. Recordemosque todas estas capacidades tecnológicas son imprescindibles y están implícita yexplícitamente implicadas en el concepto de Inteligencia Artificial. Y recordemos, pues esnecesario decirlo, que la Inteligencia Humana (a la que se pretende emular) responde a lascaracterísticas de los sistemas complejos. Amén de todo ello, hemos visto que ni siquierasomos capaces de definir la inteligencia humana, habida cuenta de que ignoramos porcompleto cómo ésta tiene lugar física, eléctrica y molecularmente en el seno del SistemaNervioso Central. Es decir, no tenemos nada que avale la pretensión de lograr una“Inteligencia Artificial”; el mismo concepto (más allá de unos cuantos logros deaprendizaje programado) es absurdo y solo tiene cabida en el área de la ensoñación y lafantasía humana.

Aún así, el hombre, tanto por sus intereses industriales y económicos, como por sucarácter “creador” (la creatividad es una de las características de la inteligencia humana)está realizando ingentes esfuerzos por obtener un producto inteligente que se acerque lomáximo posible a la potencia de cálculo de un número infinito de variables, logrando asípredecir el resultado de la interacción de los subelementos de los sistemas complejos,gracias a lo cual conseguir una inteligencia compatible con las características de la“voluntad”, las “emociones” y el “pensamiento adaptativo” humanos. En esta líneaargumental se basan las sagas de Terminator (superproducción de Hollywood en la queSkynet, un supercomputador central, adquiere conciencia propia y se revela contra sucreador, el hombre, dado su poder destructivo del planeta, lo cual implicaría también ladestrucción de “las máquinas”)

Esta pretensión, entonces, está tan cerca de la realidad como pueda estarlo la intenciónde grabar en un soporte magnético el conjunto de símbolos psicológicos, pensamientos,voluntad, emociones y memoria de un ser humano. Y es que el ADN, que es la cadena másperfecta de instrucciones que jamás ha encontrado el hombre y que contiene el mapagenético completo de lo que un organismo será (biológicamente hablando) supera concreces cualquier posibilidad científica, tecnológica, imaginativa o filosófica del hombre ensu aproximación al impulso de “crear”. Con el ADN abandonamos la “InteligenciaArtificial” y llegamos al segundo tipo de inteligencia del que queremos hablar en estetrabajo: la “Inteligencia Natural” del hombre.

3. La inteligencia natural del hombre y su vínculo con su naturaleza espiritual

La inteligencia natural del hombre es archiconocida; es aquella de la que se encarga laPsicología Cognitiva y cuyo estudio ha ido evolucionando a lo largo de todo el Siglo XX.De una concepción esencialmente psicométrica y cientifista (Binet, Wechsler, Spearman,Stern, Thurstone, Vernon…) se ha ido progresivamente pasando a un enfoque másecológico o natural, menos unitario y más humanístico (Ejemplo: Gardner con su teoría deInteligencias Múltiples, o Sternberg con la Teoría Triárquica de la Inteligencia); es decir,más realista sobre nuestra capacidad para medirlo todo y, sobre todo, más contextualizadoen el marco de su función esencialmente adaptativa. Sintetizando, los modelos jerárquicosy factorialistas han tenido su importancia en el desarrollo de esta ciencia cognitiva y novamos a negar su validez, aunque celebramos el advenimiento –tal vez tardíos de más– delos enfoques menos psicométricos y más cognitivistas que se preguntan cosas másimportantes que la cuantificación, como pueden ser: ¿cómo procesamos la información?,

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y… ¿qué estructuras mentales subyacen a la actividad inteligente?, o… ¿cómo se desarrollala inteligencia a lo largo del crecimiento del sujeto? (Ejemplo: psicología del desarrollocognitivo de Piaget)

Un elemento esencial que tenemos que contemplar al hablar de inteligencia es sufunción adaptativa; cuando hablamos en estos términos nos estamos refiriendo a lainteligencia como un proceso de relación de información que nos va a permitir resolverproblemas inmediatos, gracias a lo cual lograremos adquirir los elementos básicos para lavida (supervivencia), obtener mejoras tecnológicas frente a nuestras limitaciones, ypotenciar nuestras capacidades a través del uso de instrumentos y lamodificación/manipulación de los recursos naturales que tenemos a nuestro alcance.

Con esto estamos poniendo de manifiesto, implícitamente, que ser inteligente no essinónimo de contar con muchos datos (tómese esto en cuenta para su comparación con loque antes llamábamos Inteligencia Artificial) sino contar con la capacidad procesual,lógico-matemática, y emocional para relacionar los datos de que disponemos –sean muchoso pocos– para promocionar y favorecer nuestra adaptación al entorno. Dicho de otro modo,en la Inteligencia Natural encontramos módulos de almacenamiento de datos (que implicana la memoria, mecanismo neurobiológico que todavía no sabemos cómo funciona almargen de la múltiple interconectividad sináptica), y módulos de relación lógico-matemática de aquellos datos. Estas relaciones se establecen en múltiples direcciones ytienen lugar de forma multidimensional, implicando otros procesos mucho más complejosde la psique, como las emociones (por ejemplo: la forma en la que resolvemos un problematiende a ser compatible con la satisfacción de nuestros gustos, deseos o intenciones; albuscar una solución, el sujeto se puede sentir excitado; en el proceso tienen lugar diversasreacciones psicofisiológicas como aumento de la frecuencia cardíaca, de laelectroconductividad de la piel, etc)

¿Qué quiere decir todo esto? Básicamente mostramos que la Inteligencia Naturalhumana es un proceso sumamente complejo en el que intervienen no solo múltiplesactividades neuronales y corticales, sino también de otros sistemas como límbico(emocionales), y troncoencefálico, de los cuales no sabemos prácticamente nada a nivelcuántico, a nivel electroquímico y a nivel molecular. Los datos experimentales basados enhallazgos neurobiológicos están muy lejos de dar explicaciones satisfactorias de “cómosentimos”; “por qué sentimos lo que sentimos”, “por qué somos conscientes de nosotrosmismos” y “por qué optamos por unas soluciones y no otras”. Y así podríamos hablarsistemáticamente de todos aquellos procesos cuyo funcionamiento se pretende emular en laInteligencia Artificial. El hombre, insistimos, es un ser que no puede ser reducido a unconjunto de interconexiones de elementos cuya interactividad pueda estudiarse enlaboratorio, y de la que pueda extraerse un resultado final predecible.

A continuación tomaremos esta última sentencia como una invitación para considerar alhombre, holísticamente hablando, como un ser que es “más que la suma de sus partes”, locual nos abre las puertas de par en par para abrazar una visión tanto teológica comoteleológica del ser humano y su inteligencia, de su naturaleza espiritual y, por supuesto, desu existencia. En este terreno se desvanecen las fronteras entre lo conocido y lodesconocido, y en su lugar va adquiriendo fuerza el debate entre Ciencia y Fe. Lainteligencia natural va cediendo lugar a otra clase de inteligencia, más espiritual, que no esaprehensible desde los patrones lógicos de la mente humana, ni tampoco está sujeta a suslimitaciones espacio-temporales. Pero ésta solo se puede experimentar desde la asunción de

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la existencia de un Dios creador (visión teológica de la que hablábamos). Si a la base de laInteligencia Artificial encontrábamos el “bit” de información y como constituyenteorgánico básico de la Inteligencia Natural encontrábamos el ADN, del mismo modo, paraesta nueva perspectiva teológica de la Inteligencia humana ha de hallarse algo esencial,sustantivo, sobre la cual ésta se construye. Hablamos nada más y nada menos que deaquello que denominamos “Fe” (la cual nosotros asociamos al Dios de la Biblia, de acuerdoa nuestro anuncio al título del presente artículo).

La Fe Bíblica es la “moneda de intercambio” merced a la cual el hombre puede entraren contacto con su creador, accediendo consecuentemente a la promesa de restauración deuna condición verdaderamente “inteligente” de gloria espiritual e inmortalidad, yparticipando de los atributos sobrenaturales de aquel que es llamado la “Sabiduría deDios”, a saber: Cristo.

La sentencia que dice: <No de todos es la Fe> nos está diciendo, en cierto sentido, queno todos los seres humanos son inteligentes. Esto es porque aquel que se conduce por suinteligencia natural -sin la Fe que proviene de Dios- se distingue poco de la mecánicainstintiva que caracteriza al reino animal.

Consideramos entonces que sumergirnos en un enfoque teológico sobre este gran yapasionante asunto no es una opción, sino un componente de absoluta necesidad si de verasqueremos seguir disertando sobre el hombre y su inteligencia. Si cabe algún análisis seriosobre el ser humano, no podemos desvincularlo de su naturaleza espiritual, y creemos quees a partir de aquí que podemos comenzar a obtener respuestas verdaderamentesatisfactorias sobre el tema que nos ocupa.

Pero hablábamos antes de una visión no solo teológica, sino también teleológica, de locual se deduce que para aquellos que hemos abrazado la Fe existe una finalidad en laexistencia tanto del hombre como del Cosmos que lo arropa. Esta Fe que nos ha sidorevelada nos dice que no hay acontecimiento que Dios no tenga previsto de antemano. Porel contrario, interviene de forma poderosa y maravillosa sobre las circunstancias -la infinitacomplejidad de variables y el caos del que hablábamos antes- para cumplir sus propósitosen las vidas de “sus hijos”, y ante todo nos muestra una visión intencional y hermosa delUniverso que nos abre los ojos a una nueva realidad infinitamente esperanzadora y llena designificado, superando con creces el determinismo fatalista de la muerte al que la cienciasecular nos ha confinado con gran empeño. Solo desde esta perspectiva puede el hombrevislumbrar con claridad su lugar en el vasto contexto del Universo y comenzar a percibir elextraordinario valor y la especial significación que tiene su vida.

Concluyendo, el fin de nuestros argumentos es ofrecer al lector una visión de lainteligencia estratificada en tres estadios evolutivos, cada cual más complejo y rico que elanterior: una inteligencia artificial, que no es tal, más allá de un proyecto meramentehumano infantil y que atañe esencialmente a la fantasía; una inteligencia natural, que es laque trata de definir y comprender la ciencia psicológica cognitiva y la neurobiología, y unaespecie de inteligencia intuitiva y más espiritual, practicada por los creyentes sobre la basede la Fe, que es infinitamente superior a la natural, y que está plenamente sintonizada conla voluntad de aquel ser inteligente que ha creado la infinita complejidad de este hermosoUniverso y lo sustenta de acuerdo con un propósito que excede la capacidad deentendimiento humano.

■ A.G.E. Abril, 2015

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