A Propósito de Bizancio y La Transmisión de La Cultura Clásica

download A Propósito de Bizancio y La Transmisión de La Cultura Clásica

of 42

description

La transmisión de la cultura clásica empezó su camino en el Imperio Bizantino, en las grandes bibliotecas que surgieron en la parte oriental del Imperio Romano

Transcript of A Propósito de Bizancio y La Transmisión de La Cultura Clásica

  • 49 usuarios conectados.BIZANCIO!!!

    El Imperio Romano Helnico y Cristiano de la Edad Media

    Direccin y diseo: Rolando Castillo.

    NUEVO!!!

    Foro sobre

    Bizancio

    Firmar mi

    libro

    de visitas

    Leer mi

    libro

    de visitas

    A propsito de Bizancio y la transmisin de la Cultura Clsica

    Por Francisco Aguado

    Folio 9 del ejemplar de la Geografa de Tolomeo

  • representando un diagrama solar. Constantinopla, primera mitad del siglo IX.

    Salvo algunas excepciones, la mayor parte de los autores consideran tal vez con un planteamiento completo desde el apasionado sentir del sabio Jacob Burckhardt[1] que la Edad Media representa un intervalo estril, entre un periodo clsico greco-latino pleno de actividad y mtodo hasta un Renacimiento Italiano fechado en el siglo XIV, momento en el que se reanudan los estudios con la mentalidad y los criterios que darn lugar al pensamiento y la ciencia modernas.[2] Precisamente, para ese reinicio sera un factor sine qua non la reaparicin de las antiguas obras, que deberan haber flanqueado una larga adversidad. Trascendental tarea en el marco de tal hiptesis que ha sido y an es objeto de complejo y acalorado debate para eruditos. Sobre todo, en torno al papel correspondiente a cada uno de los que se aceptan como principales protagonistas; corta lista que incluye a la Iglesia cristiana, el Islam del califato rabe, los traductores del siglo X y XI y, seguramente con menor nfasis del que es acreedor, la civilizacin y el Estado que llamamos Bizancio.

    Tienden los especialistas, en una tradicin que se remonta al siglo XVIII, a separarse entre medievalistas sin apellidos y aquellos otros bizantinistas, cuyos relativos objetos de trabajo se refieren al occidente y oriente de las tierras cristianas respectivamente; mientras que para el mundo musulmn se aprestan a su vez los arabistas, que vienen a completar el tro cardinal de ramas del medioevo. Est claro que todos abordan un mismo periodo temporal y un espacio geogrfico, el europeo-mediterrneo-norteafricano, que parece haber ejercido como una unidad netamente definida, de difcil parcelacin, con un devenir histrico relativo y en pugna, ntimamente entrelazado. No es de extraar que las puestas en comn y el intercambio hayan florecido notablemente en las ltimas dcadas, con artculos intercalados en libros generales. Sin embargo, pese a ello, las lagunas y divergencias entre semejantes grupos parecen no mermar en tanta medida como sera deseable.[3]

    El tema de la cultura y su transmisin es de los ms notables ejemplos.[4] A primera impresin, parece que unos y otros exponen variadas, cuando no opuestas, opiniones que llevan fcil a la confusin; amn de la abundante y muy dispar cantidad de artculos o textos que se elaboran y publican. Resulta evidente

  • que, siendo mayora los medievalistas por circunstancias histricas y polticas de sobra conocidas, y ocupndose con ms predileccin por las complejas relaciones cristiano-musulmanas; rabes y catlicos son los que mayor atencin y volumen investigador han suscitado. Ello puede dar lugar a una falsa imagen de superior importancia relativa; mxime cuando el Imperio bizantino ha sufrido de un notable descuido, sino menosprecio y amnesia, hasta pocas no muy lejanas. Surge la sospecha de que tal tesitura ha contribuido, en gran medida, a la insuficiente ponderacin de los mritos que le cabra adjudicar.

    Conocer el proceso de prdida y conservacin, desarrollo en cada mbito, intercambios, condiciones poltico-sociales y resultados; reviste un indudable inters. Una trama amplia, harto difcil y compleja, en la que no se perfilan anlisis definitivos y menos an sin profundizar en los aspectos propios de aquel desaparecido Bizancio, el elemento ms dbil en lo que a atencin se refiere. En cualquier caso, slo el examen correlativo y comparado de Occidente, Oriente y mundo rabe en aquellos siglos puede ayudar a plantear mejor las cuestiones, incluso esbozar alguna elemental respuesta.

    1

    Entre la cada de Occidente y la llegada de los rabes

    En Bizancio, nadie lo pone en duda, no hubo ruptura. As en poltica como cultura aconteci continuidad y evolucin. La sociedad se articula, firme herencia de Roma, sobre la base de cierto igualitarismo ante la ley y con recursos suficientes para que fuera posible una verdica movilidad social.[5] El Estado no sucumbe; al contrario, de la llamada crisis gtica saldr reforzado y poco despus adquiere un peculiar equilibrio interno basado en la autocracia y el populismo; y donde, factor muy importante, los ciudadanos no se separan de la milicia ni se desinteresan de lo que sigue siendo la rex pblica.[6] La Iglesia en Constantinopla termina cabalmente inserta en el sistema, siempre subordinada al emperador que controla el Santo Snodo, amn del senado.[7]

    La tradicin en arte, ciencia y letras conserva, gracias a todo ello, una mejor condicin y ms acogedor clima. No hay, en principio,

  • prdidas y nada deber redescubrirse cuando pase la oleada de invasiones y turbulencias.[8] Nunca se tuvo necesidad de descubrir all de nuevo la antigedad griega, aseguraba, ya hace casi cien aos, el bizantinista Charles Diehl.[9] En efecto, entre el siglo IV y mediados del VII, la mayor parte de los textos clsicos se preservaron de la destruccin en las bibliotecas estatales, municipales y privadas que restaban intactas en urbes como Atenas, Constantinopla, Antioqua, Gaza, Beirut, Edesa, Teodosipolis, Trebisonda o Alejandra; todas al amparo de la seguridad y el civilismo que ofreca el poderoso Estado de la Nueva Roma. Slo la imperial del Auditorium, que se ubicaba en el Capitolio y despus en la Baslica de Illus, posea ms de 3000 volmenes y all se valoraba en mayor grado el saber profano que el divino.[10] Adems, gracias a los talleres de copia todos ellos laicos que no faltaban en ninguna regin bizantina, la mayora de las obras literarias, filosficas o tcnicas eran reproducidas y no vean amenazada su existencia. Haba demanda y un mercado de compra-venta todava pujantes, a cargo de particulares que posean recursos y valoraban muy alto el hecho de poseer una pequea coleccin en lugar apropiado de su oficina o del hogar.[11]

    La verdad es que poco o nada similar poda encontrarse en rincn alguno de Europa occidental en ese mismo tiempo. En Italia apenas queda sin sufrir grave quebranto alguna ciudad. Los potentados emigran al campo, desaparece la clase ecuestre y la Iglesia asume el poder en las urbes. El monasterio prolifera pero an no es una entidad intelectual, en ningn grado.[12] Conforme a los testimonios y reglas que han llegado hasta nosotros, los cenobios alto medievales carecen de salas para lectura; en ellos hay, si acaso, una pequea alacena o un hueco en la cocina donde, al lado de otros utensilios varios, se recogan un escaso nmero de cdices relativos siempre a textos sagrados.[13] Se establece y triunfa sin cortapisas un modelo de renuncia al libro como instrumento de conocimiento, de cultura, que inspira las instituciones y reglas de la vida monstica en Occidente.[14] En cuanto al pblico demandante civil, la decadencia y el desorden le han llevado al borde de la extincin. Los viejos scriptoria cerrarn y los adjuntos a centros religiosos, en particular grandes obispados, se limitan escrupulosamente a textos de orden religioso, primando ya la presentacin sobre el contenido; se pretende adornar para enaltecer, cdices que muchas veces no estn destinados a ser ledos, se trata de que sirvan al ceremonioso objetivo de recitar y mostrar a los fieles.[15]

  • La suma de dos adversas condiciones, la guerra crnica y el cambio de mentalidad religiosa de la tolerancia al dogmatismo implica, en verdad, sobre el afligido mundo de la mitad occidental romana, la condena a extincin de toda una cultura sobresaliente; fenmeno que se pone en tangible con la aniquilacin de la mayor parte de su legado escrito.[16]

    El siglo VI, en particular, es terrible.[17] Las fuentes describen el enorme sufrimiento de las ciudades en las regiones inundadas por la oleada brbara, (Britania, Galia, Hispania y frica). Casi todas son presa de horribles asedios, saqueos y destrucciones. Despus faltan medios y hombres para la recuperacin; las cosas se dejaron tal y como haban quedado en frase del profesor Lucien Musset.[18] Al oeste del Adritico, la unidad y seguridad han pasado a la historia; nacen reinos inestables y brutales. Las obras pblicas se interrumpen. Los sistemas de riego y los embalses se abandonan, las vas y puentes no tienen reparacin y el trnsito es mnimo. Al igual que el resto de los servicios urbanos, todos los archivos y colecciones de escritos, de titularidad oficial, se pierden. La inmensa mayora de los individuales tambin. Agoniza y muere la enseanza.[19] Incluso en el que se tiene por ms evolucionado y cvico de los nuevos poderes, el ostrogodo de Teodorico en Italia, el ambiente es sumamente hostil y peligroso. Personajes como Boecio o Casiodoro, quizs los ltimos nombres de la cultura romana en la pennsula italiana, no fueron capaces de integrarse. Anicio Manlio Severino Boecio vivi sus ltimos das entre la tortura y el aislamiento; acab ejecutado en el 524. Es curioso, pero se le acusaba de estar en connivencia con el Imperio Romano de Oriente. Flavio Magno Aurelio Casiodoro tuvo mejor suerte, pudo vivir durante algn tiempo en Constantinopla y refugiarse despus en el monasterio de Vivarium, al sur de Italia; pero, en cualquier caso, fue el ltimo de los clsicos tardos latinos. Del griego y del helenismo, como lengua y vector cultural, apenas ninguna traza restar a partir de entonces.[20]

    No debe extraar, por tanto, que el Imperio de la Nueva Roma resultara la meta obligada de todas aquellas personas que tenan todava los recursos y el suficiente inters por el conocimiento.[21] Hay constancia de la presencia de muchos estudiantes originarios de pases situados ms all de las fronteras orientales. Como el armenio Mesrop, de quien sabemos que a principios del siglo V asisti a las aulas de la Baslica en Constantinopla. All aprendi el griego y los fundamentos de la lingstica que luego le

  • haran capaz de crear un alfabeto de su propia lengua y traducir a ella lo mejor del clasicismo. Los fillogos afirman que la literatura armenia tuvo aqu su origen. Ms vacilante, pues la inseguridad en los viajes era mayor, pero tambin acontece cierta emigracin de saber al Occidente; incluso lejano. San Isidoro de Sevilla, la figura ms destacada en el ralo grupo intelectual del Reino Visigodo de Hispania, haba estudiado en Constantinopla. Estaba tan imbuido de bizantinismo que algunos coetneos le crean de origen oriental.[22] No suele destacarse tampoco, pero hacia el ao 680 un sabio bizantino llamado Teodoro de Tarso fue abad en Canterbury. Al parecer, haba llegado a Inglaterra con un escogido grupo de seguidores y libros que serviran para sostener un precario conocimiento del griego en algunos monasterios del reino anglosajn. Tambin sospechamos que Beda el Venerable, (673-735), pudo recibir lecciones de uno o varios profesores de filosofa y lengua venidos desde territorio oriental. San Gregorio Magno vivi en Constantinopla desde el 579 al 585, en calidad de enviado papal; la vala intelectual del hombre quizs no sea ajena a esa estancia.

    El caso es que en la Alta Edad Media, sobre territorio de Bizancio, no cesa de impartirse enseanza elemental, en trminos similares al bajo Imperio. Con un currculo escolar que segua estando basado en las mismas lecturas de la antigedad pagana.[23] Este es un hecho clave, que incluso ayuda a comprender la supervivencia de aquel Estado, y sin embargo con extraa tenacidad desdeado.[24] Las escuelas privadas para el estamento medio y alto no cerraron como en Occidente en el periodo de grave crisis que sigui a la cada de Roma. Ejercan en ellas docentes que para sobrevivir alternaban esa labor con la de copista de textos o contable. En ambas como autnomos que reciban encargos a demanda. Existe as pues un alfabetismo bastaste difundido.[25] En torno a los seis aos se comenzaba con la lengua a la que un poco de aritmtica serva de complemento. Saber leer, escribir y contar se consideraba imprescindible para un ciudadano que deseara escapar del lumpen y el servilismo. Aunque predominara la memoria oral y el libro fuera un objeto exclusivo y muy caro. Con 10 o 12 aos se daba por concluida esa primaria. Eran tiles para trabajar como aprendices de artesanos libres, obreros cualificados o en el comercio.

    Otros seguan hasta la adolescencia, en general con los mismos maestros, abundando en gramtica, algo de literatura, historia y ciencias. Estos jvenes ya podan aspirar a la baja administracin, (como agrimensores o taqugrafos por ejemplo), o al aprendizaje en

  • los cuadros medios de la construccin, (carpinteros o maestros albailes), la industria, (mancebos, orfebres, marinos, agrimensores...) y el ejrcito, (demarcas o centuriones). Conformaran, en general, la espina dorsal de la sociedad urbana civil que tanto juego desarrollaba en Bizancio.

    Y algunos escogidos, los hijos de ricos o de los ms esforzados, todava tenan ocasin de continuar en un bachillerato superior que inclua la retrica, dialctica, geometra, lgica y, al final, la filosofa; considerada siempre la cima del saber. El derecho y la medicina se entendan como especialidades o postgrados. Esta docencia superior era ejercida por los retores; hombres distinguidos y de alto estatus, en general muy bien pagados. Era, sin duda, una educacin onerosa; pero a la que, de uno u otro modo, accedan un nmero no despreciable de jvenes. De hecho, muchas familias no dudaban en sacrificarse por ello. Adquirir este nivel de formacin era un privilegio que abra las puertas para casi todo lo que un hombre bizantino consideraba el mayor rango social: profesional de la abogaca, notario, juez, mdico o alto funcionario; una carrera que podra abrir incluso las puertas del Mega-Palacio o cualquiera de las grandes oficinas del Estado. Quizs este halageo curriculum slo fuera cierto para una parte de los habitantes de las ciudades y mucho ms raro en el campo; pero eso no le hace perder valor. La estabilidad de la vida urbana bizantina tuvo, entre otras, esa afortunada consecuencia.

    Con todo, es indiscutible y notorio que demasiadas y principales cuestiones tampoco resistieron la transicin del siglo V en Bizancio; no cabe duda de que la investigacin y el conocimiento superior s se vieron abocados a una gravsima crisis, derivada en gran medida del fundamentalismo cristiano. En cierto modo, acaece que la ciencia se tolera, se guarda con celo, aunque siempre bajo sospecha, y en ningn modo se fomenta. Bajo Teodosio I muchos profesores sufren prisin o son ejecutados y se persigue con saa a los paganos, la mayora letrados y profesionales. Con Marciano y Pulqueria, la mojigatera y el oscurantismo se espesan como una tormenta que azota incluso a la poltica y el gobierno.[26] En Atenas, los neoplatnicos no terminan de integrarse en el nuevo sistema y acaban partiendo al exilio en poca de Justiniano. Aunque la mayora volvern pronto, porque en ningn otro lado del mundo la situacin era sustancialmente ms acogedora. No obstante, debern quedarse en ciudades secundarias y resultar difcil ejercer el magisterio. Los profesores de Alejandra son ms hbiles; sin renunciar a sus convicciones sortean la censura y continan su trabajo. Aunque

  • con sumo cuidado; nadie poda olvidar que en el ao 415 y a instigacin de San Cirilo, a la sazn obispo de la ciudad, una enloquecida turbamulta de monjes haba linchado a una mujer erudita llamada Hipatia, al decir de muchos la ms culta y cabeza de la Academia, que tena ideas demasiado abiertas, a la antigua.[27]

    Empero, el panorama en Occidente era, con mucho, an ms sombro. La sociedad estaba desarticulada, en trnsito hacia el feudalismo, con un menor nmero de elementos y tremenda pobreza. Comenzaba a regir la autarqua y autonoma extremas de comarcas o regiones; factores todos que traban el pensamiento. Los siervos del agro no reciben ninguna instruccin. No existe movilidad social; las profesiones se heredan y los padres ensean el oficio a hijos o sobrinos.[28] Las nias pobres slo conocen la labor del campo y de la casa; siempre son analfabetas. En las escasas y desvalidas ciudades sobreviven un puado de escuelas sostenidas por la parroquia en las que el sacerdote ejerce una enseanza rudimentaria; tal vez leer algn documento breve y contabilidad que no supera la suma-resta-divisin ms elementales. Algunos monasterios admiten novicios que reciben una educacin un poco mejor pero en la que el dogal religioso es asfixiante. Apenas salen despus al mundo civil. Se relegan los estudios laicos, incluso la medicina y el derecho casi son marginales. La escritura desaparece en la esfera de lo privado. En cuanto a los nobles, son mayora los que menosprecian el pensamiento, la literatura y el arte en general. Consideran todo ello algo ridculo y extravagante. A los siete aos la mayora no todos aprenden a leer en el castillo de la familia pero muy pronto pasan a la esgrima, el tiro con arco y la equitacin. A los catorce aos inician una formacin militar que no dejarn ya nunca a lo largo de su vida. Las aficiones son la caza y los torneos. En poco tiempo, slo los monjes benedictinos, obispos o el alto clero a menudo miembros de la vieja aristocracia romana son de verdad hombres de intelecto. La mayora intentan mitigar el sufrimiento de su congregacin, algunos slo se sienten motivados por las querellas y herejas; las preocupaciones de cualquier otro orden no tienen cabida.

    Son muy pocos los cronistas de la etapa oscura en la Alta Edad Media occidental. Escriben relatos breves, faltos de estilo y plagados de supersticin. Todos ellos son obispos. La mayora responden a una iniciativa propia, hija de la necesidad de reflejar algn hecho llamativo de su poca y entorno, ajenos a toda

  • tradicin historiogrfica. Apenas tienen acceso a noticias de lugares que no estn muy prximos a su regin. En cierto modo, se podra pensar que era un sin sentido dedicar tiempo y esfuerzo a dicha tarea; las autoridades eclesisticas consideran que la crnica del mundo, con el triunfo de la religin verdadera, ha terminado.[29]

    Sin embargo, en Bizancio no faltan ensayistas y amantes de la Historia, con mayscula. En los primeros siglos, los historiadores siguen siendo la mayora seglares.[30] Los textos son ms ambiciosos, algunos pretenden continuar y emular obras anteriores, fieles a la tradicin de Herdoto o Tucdides. Conocen referencias geogrficas y sociales de todo el escenario mediterrneo y an ms all.[31] Incluyen algunos argumentos y meditaciones. Procopio de Cesarea nos deja ocho libros, muy documentados y de indiscutible calidad literaria, sobre la poca de Justiniano; en ellos podemos leer descripciones precisas de Persia, frica, Italia, Galia y hasta el estrecho de Gibraltar. An ms; surge la cronografa que podemos catalogar como muy propia de Bizancio; una narracin articulada por fechas, en modo que hasta entonces no era habitual. Este gnero tendr siempre gran predicamento entre los bizantinos que se sentan tan orgullosos de su pasado.

    En el fragmentado mundo occidental abundan los charlatanes, brujos y adivinos. Las supersticiones corren fcil y calan hondo. En el Imperio tampoco escasean tales especimenes pero hay, al menos, dnde elegir; de hecho, los nicos profesionales dignos de tal nombre en el temprano medioevo eran bizantinos. En Atenas se discuta sobre cosmologa y mtodo, en Beirut y Tiro se formaban abogados, los retores y funcionarios salan de Constantinopla y en Alejandra abundaban los arquitectos, matemticos, astrnomos y mdicos.[32] La iglesia de Santa Sofa, hoy museo de Estambul, es un soberbio testimonio del envidiable nivel que era capaz de alcanzar el arte y la arquitectura en el Bizancio inicial. No era slo el gran templo, han llegado hasta nosotros tambin otros edificios de diverso orden aunque de menor entidad.[33] Siempre luminosos y abiertos con abundancia y variedad de monolitos y mrmoles. En Hispania, las iglesias visigodas del momento parecen minsculas en comparacin, con muros toscos y poca luz, una tcnica pobre, direccin torpe y menguados materiales. En general, la piedra en Occidente se reserva para lo sagrado, es un bien muy escaso que casi nadie sabe cmo extraer y trabajar; muchas construcciones por eso se limitan

  • a la madera. Lo mismo en el centro y norte de Europa y peor an en las duras tierras del este euroasitico, hacia el confn de Siberia y el crculo polar.

    Es bien comprensible que Bizancio exportara profesionales. En los capiteles, las joyas, marfiles y pinturas alto medievales de todo Occidente se puede ver el influjo y la mano de maestros y orfebres que, casi seguro, eran bizantinos. En Hispania, durante el siglo VI, el vocablo mdico vena a ser sinnimo de griego. La inmensa mayora tena tal origen y formacin oriental y de forma itinerante ofrecan servicios, por los que eran muy bien remunerados, en tierras desprovistas de casi todo, como resultaba el caso del reino visigodo, franco, lombardo y anglo.[34] Las colonias de mercaderes en Cartagena, Marsella, Roma o Rvena, incluan tambin un buen elenco de contables y maestros albailes que alquilaban su hacer a obispos y nobles locales. A menudo conformaban una minora de extranjeros pudientes, requeridos pero tambin objeto de envidias y odios. Como es habitual en tales circunstancias.

  • Dioscrides de Npoles. Principios de Siglo VII. Hecho en el sur de Italia. Ilustraciones de plantas. Folio 166r. Herbarium Medicum.

    2

    Desde los iconoclastas a la Cuarta Cruzada

    Aparece diferente escenario y etapa cuando las provincias orientales del Imperio sufren primero el azote de la guerra de exterminio contra los persas y luego la invasin rabe. Se pierden entonces las ciudades y las instituciones de Egipto, Siria y Palestina. Es obligada una concentracin del saber en la capital, que debe ampliar las parcelas de estudio. Beirut haba sido casi destruida por un terremoto en el 551. Atenas sufrir mucho con las incursiones de los eslavos desde el 540. Esteban, el maestro ecumnico director de la Escuela de Alejandra, y la mayora de sus colegas se refugian en Constantinopla hacia el 618; all

  • ejercern en el Pandictatorion con el beneplcito y para alivio espiritual de un envejecido y agotado emperador Heraclio.

    En el periodo medio que sigue, siglos VIII al X, el panorama cultural sufre una gran convulsin, acorde con los vaivenes polticos. Quizs al principio no se puede evitar un retroceso momentneo debido a las terribles consecuencias de la guerra de supervivencia contra los musulmanes. Los primeros iconoclastas apenas tienen tiempo para otra cosa que reforzar el Estado, la justicia social y el ejrcito; sobrevivir en suma. No obstante, y pese a lo que muchas veces se ha dado por supuesto, parece hoy fuera de toda duda la permanencia del mismo sistema educativo y principios rectores de la formacin intelectual.[35] Ciertos relatos hagiogrficos y algunos comentarios que nos han llegado por ejemplo las ideas personales de Constantino V que intentan desacreditar los iconfilos demuestran que, an entonces, no faltaban hombres instruidos y de pensamiento gil. Los monjes de Estudios, por mor de agilizar la escritura idean un nuevo engrama, la llamada escritura con misnsculas y los tratados de los obispos a la bsqueda de argumentos favorables a sus tesis resultan , al margen de contenido y verdad, verdaderas obras maestras de retrica an hoy en alta consideracin en una y otra cristiandad. En cualquier caso, cuando la situacin se estabiliza renace con sorprendente vigor la cultura.[36] Con los ltimos emperadores iconoclastas conocemos el nombre de un buen nmero de profesores y estudios. Tal vez, la postergacin de los zelotas y sectores ms intransigentes clericales permite una ms natural y relajada revisin del clasicismo. Con el emperador Tefilo, el patriarca Juan VII el Gramtico y los sabios Len el Matemtico, Teodoro el Gemetra, Teodigio el Astrnomo y Cometas el Fillogo; luce bien notoria tal emancipacin hacia la antigedad.[37] Hacia el 863 se necesita ampliar y reformar la vieja Universidad de Constantinopla. Bardas, el primer ministro de Miguel III, es el encargado de realizarlo y habilita para ello el palacio de la Magnaura. A destacar que en aquellas fechas tan tardas todava se habilita una ctedra de gramtica y retrica de latn.

    Y es justo en esa poca cuando surge, poderosa, la corriente de transmisin de sabidura desde el Imperio a los rabes. El gobierno Omeya del siglo VII y primera mitad del VIII haba sido, en general, intolerante; hasta el punto de que muchos sabios de la vieja Persia prefirieron trasladarse a Bizancio. No obstante, se dio inicio a una nueva inspiracin y norma, lo que llamamos arte

  • musulmn. Destacan en l dos primeras y principales obras; la mezquita de Damasco, (construida en el 706), y la Cpula de la Roca en Jerusaln, (terminada hacia el 715). Es difcil no advertir en ambas el influjo y la mano de Bizancio, en la disposicin de columnas y en el brillantsimo y omnipresente adorno de mosaicos.[38]

    Con los Absidas hay un cambio feliz, radical y que tendr continuidad.[39] Al Mansur demandar arquitectos y artesanos de Bizancio para levantar una nueva capital. Bagdag, fundada en el 762, ser por ende una obra con mucho bizantino en su estructura. Y lo ms importante, una genial idea[40] que sirve para el establecimiento y desarrollo de una nueva lite que aspira y desea poder leer, alcanzar el robusto cuerpo de literatura cientfica y filosfica de los rumi, los vecinos que no haba sido posible dominar. No conviene olvidar que aquella cultura que anhelaban los rabes no era considerada entonces tanto griega como romana, es decir bizantina.

    Es sabido que el califa Al-Mmun instituy en el 832 la llamada casa de la sabidura el Dar al-Hikma en un lugar muy prximo a su residencia.[41] All, con toda clase de facilidades y medios para la poca, se procedi a realizar una consciente y sistemtica labor de traduccin de obras desde el griego al rabe. El primer director, verdadero cerebro de esa empresa, fue un hombre llamado Hunayn ben Ishq. Casi se puede afirmar que era un bizantino o, si se prefiere, el hijo de un iraqu cristiano que a buen seguro tuvo una educacin superior en lo que haban sido tierras bizantinas, tal vez en el Lbano o Alejandra.[42] Gracias a ello deba conocer a la perfeccin el griego, las sutilezas de su gramtica y la profundidad y extensin de las obras escritas desde la antigedad clsica. Por su lengua de familia, hablada en el hogar, dominaba tambin el rabe. Entre otras se trasladaron por aquellas fecha casi todos los tratados de Aristteles, algunos de Platn, el Dioscrides, buena parte de la obra de Hipcrates y Galeno y un tanto menos de Euclides, Arqumedes y Ptolomeo. Es un esfuerzo colosal y de una trascendencia enorme.[43] Los amantes de la sofia, que ya no son perseguidos en territorio rabe, se nutren de ello. Y pronto surge una competencia fructfera con ese califato de la segunda poca.[44] El inmejorable ambiente de la epicrea corte, tiene abundantes frutos que le son propios. Desde luego, la civilizacin musulmana aport muchas cosas bellas y trascendentes entre el siglo VIII y el XIV. No faltaran en todo ese

  • tiempo intercambios de ideas y personas entre un lado y otro de la relativamente estable frontera bizantino-rabe.

    En torno al personaje excepcional del rey franco Carlomagno se desarrolla lo que algunos denominan ampulosamente un renacimiento.[45] Alcuno, tal vez un epgono de la tradicin irlandesa, crea una escuela palatina de la que saldrn obispos y notarios capaces de saber leer y escribir con cierta maestra. Juan Escoto y Gerberto, (el Papa Silvestre II), se consideran a veces exponentes de ese estallido de actividad investigadora.[46] Exageracin notoria que no puede ocultar la realidad de un mundo illeteratti que slo puntualmente pasaba a la letra por impulso de una necesidad poltica de crear un reducido racimo de funcionarios y archivos para lo que se pretenda fuera un Estado.[47] El texto contina siendo una joya que se atesora y nunca pretende trasladarse o servir al comn; se alcanza entonces la mxima expresin de la caligrafa como arte desprovisto de cualquier otro inters.[48] Si el proyecto poltico carolingio fracas muy pronto, el intelectual no lleg casi a nacer; y si se cita tan a menudo, en buena medida se debe a la excepcionalidad del mismo habiendo un antes y despus tan gravemente vacos.

    Superado el choque con el Islam, la proyeccin de Bizancio se dirige tambin hacia otro frente tanto o ms importante. Los eslavos haban irrumpido hacia el 600 como peligrosos enemigos exteriores. Los rusos incluso se atrevieron a amenazar la capital en el ao 860. Por entonces, la diplomacia bizantina pens en modificar la naturaleza de aquellos belicosos rubios del Este. El emperador Miguel III envi, hacia el 863, a dos inteligentes misioneros, hermanos ambos y nacidos en Tesalnica, que respondan a los nombres profesales de Cirilo y Metodio. Aprendieron la lengua eslava y despus fueron capaces de crear un alfabeto escrito el llamado glagoltico que servira para que se pudieran plasmar en l las sagradas escrituras y todo el resto del saber. Tuvieron un notable xito a medio plazo: la mayora de los sbditos, nobles y reyes de las diversas tribus se convirtieron a la ortodoxia y su lenguaje con el tiempo devendra en el cirlico con el que ahora los serbios, blgaros y rusos escriben y desarrollan su ciencia y literatura. Los dos monjes bizantinos son considerados, con justicia, los apstoles de los eslavos, festejados en el santoral cada da 6 de Abril.

    Entre los siglos IX y XII, cuando prevalece la estabilidad

  • expansiva, se dinamiza y brilla ms la ilustracin en Bizancio. La clase media urbana y rural los mesoi de las crnicas est arraigada y hay esperanza; incluso parece despuntar una burguesa comercial que est atenta al mar, viaja por todo el Mediterrneo y busca materias e ideas. Para muchos, casi es menester hablar de verdadera talasocracia bizantina. Y, aunque sorprenda, quiere despuntar un nuevo criticismo con tintes filo paganos que pone en duda, al menos, la correccin de los estilos y por ende, tambin del fondo, en los escritos cristianos, incluidos o sobre todo, los relativos a las Sagradas Escrituras.[49]

    Los fillogos consideran que se habla y escribe por entonces un griego muy prximo al clsico. Las bibliotecas monstruosas para las medidas relativas al tiempo se ponen de nuevo de moda. Aretas de Patras subvenciona la publicacin de la obra completa de Aristteles y Platn, en talleres que slo trabajan sobre temas profanos. El emperador Constantino VII el Porfirogneta tiene que acondicionar el palacio para albergar sus queridos libros. El patriarca Focio, en torno al ao 840, nos selecciona hasta 279 obras que l cree dignas de comentar. Elude las ms importantes, por considerar ocioso reflejar algo que todos conocan. Nos deja atnitos el rigor y la amplitud de sus preocupaciones. Los textos de historiadores, filsofos, mdicos o literatos ocupan mucho ms espacio que los de carcter religioso.[50] Por desgracia, una importante fraccin de ellos hoy est perdida. Pero en cualquier caso fueron muy numerosos y por eso los que han sobrevivido hasta el mundo de hoy provienen casi todos de sta poca bizantina. Los de Platn ms antiguos que se conservan estn guardados en Oxford, el Vaticano y Paris; los tres son copias realizadas en Bizancio a finales del siglo IX. Con el erudito, campen de la ortodoxia frente a la iconoclastia, que tena a bien transformar su hogar y el patriarcado en sala de lectura y discusin sobre libros y tratados profanos, se pone de nuevo en evidencia aquello de que el siempre triunfante cristianismo ortodoxo, por muy ortodoxo que fuera, estaba empapado de helenismo. [51]

    Y no debera sorprender en esa poca tenemos constancia del desarrollo de varios compendios temticos; sobre la administracin, moral, medicina, agronoma, veterinaria o estrategia. Hasta la Suda, una especie de vasto diccionario enciclopdico que en orden alfabtico hace conocer lo que se crea bsico para un bizantino culto medio. A pesar de ocupar ms de 2.700 pginas, segn una edicin moderna, un tamao que sola

  • disuadir a los copistas, hubo tal inters pblico por esa obra que han llegado a nosotros bastantes ejemplares. Comentaba con cierta amplitud unas 30.000 entradas.[52] Por desgracia, la mayora de otras iniciativas, que a buen seguro tambin se dieron, no tuvieron tanta suerte.[53]

    De muy particular manera, triunfan los historiadores. No hay apenas lagunas para este periodo, son muchas las cronografas jugosas que miran atrs y relatan con sumo detalle los acontecimientos contemporneos. Gracias a ellos podemos tener hoy a la vista los pormenores de la corte, con agudas pinceladas que plasman inequvoca la naturaleza afectiva de muchos personajes; los principales se desnudan tanto como para poder suscitar agrado, desprecio o simple indiferencia en el lector, al margen incluso del balance que dejan sus aciertos y desatinos.

    Sabemos que hacia el ao 1045, Constantino IX el Monmaco, licencioso pero gentil marido de Zo la Porfirogneta, despach a manos llenas magros recursos para los estudios superiores.[54] Cerca de su palacio de las Manganas habilit una escuela de derecho y la Baslica se especializ en Filosofa. Tuvo la imaginacin con pizca de irona, se nos antoja de nombrar un cnsul de los filsofos. Quizs era una manera de sealar, desde el establischment, quien se consideraba mejor pensador del imperio. El primero result ser Miguel de Nicomedia el balbuceador (Psellos), un hombre que ejerci todo a la vez como historiador, funcionario y poltico; hoy podramos hablar de un intelectual del poder. Pero su alumno y sucesor no fue tan dcil; Juan de Italia, (Italos), mantuvo un espritu independiente y muy crtico. Fue un agudo pensador que no evit escribir hirientes diatribas contra el clero, con ellas incluso alcanza a los emperadores. Era demasiado, hoy da tambin lo hubiera sido; por eso es condenado en el ao 1081 como pagano y corruptor de los alumnos y sufre destierro hasta su muerte. Casi nos recuerda a Scrates.[55]

    Un detalle, a nuestro juicio muy importante, es que todava en la enseanza continuaba predominado el laicismo. En verdad, hasta la dcada de 1070-1080 no se admite que los religiosos en ejercicio puedan participar. Los talleres de copia siguen siendo independientes muchos, otros a cargo del Palacio y slo una minora radica en los monasterios. Sin olvidar que los copistas autnomos, individuos que trabajan en solitario, tambin subsisten. Por ello la seleccin de textos no es tan restringida

  • como en Occidente donde slo se hacan reproducciones en el marco de la Iglesia y los claustros.

    Dioscrides de Viena. De Materia Mdica. La princesa Juliana Anicia con la Magnanimidad y la Inteligencia. Constantinopla.

    Los sacerdotes y obispos orientales, antes de profesar, la mayora de las veces haban pasado por escuelas civiles. As el respeto por lo heleno bien entendido que slo en ciencia no especulativa y literatura alcanzaba de igual modo a su mbito. Por eso en la Ortodoxia no proliferan burlas y chascarrillos sobre la patanera del clero, tan habituales en el catolicismo. La patriarcal de Constantinopla, que ocupaba un ala de la residencia adyacente a Santa Sofa, mantena un nivel de Teologa tan elevado como era menester para tanta disputa y con el tiempo an adquiri mayor reputacin. El helenismo era sinnimo de perdicin pero haba que respetar muchas de sus herencias porque eran bellas y servan para adornar el espritu; slo era necesario saber sortear las

  • trampas que llevaba en su seno.

    El clero occidental viva, por contra, en un ambiente que hoy no dudaramos en catalogar como fundamentalista. Los monjes benedictinos los ms conservadores acumulaban cantidades de libros en bibliotecas-almacenes que formaban parte del tesoro o patrimonio de cada centro. La inmensa mayora eran obras litrgicas y muchas verdaderas joyas de color y diseo. Pero casi ninguna corresponda al orden laico. Crean con devota intransigencia que el mundo antes de Cristo haba sido slo oscuridad en la que reinaban los demonios, el griego les pareca una jerga indescifrable y el simple contacto con saberes antiguos escritos en esa lengua en extremo peligroso; en suma, muy poco de lo anterior les pareca digno de ser salvado. Los que pertenecan a la orden del cister la renovadora tenan a bien intercambiar libros, leerlos y comentarlos paseando por el claustro; incluso con algunos clsicos latinos a la vista, como Virgilio o Cicern. Pero an entre stos se observa una gran reticencia a los conocimientos que no se consideraban apropiados o ms bien peligrosos. Rodolfo el Glabro, un monje intelectual de Cluny y Saint Germain dAuxerre, tena muy claro que de tal lectura se sale ms hinchado de orgullo que obediente a los mandatos de Dios.[56]

    Durante los Comnenos, (1081-1185), sospechamos que la primera educacin declina pero no as la superior. Es posible que cierto espritu reaccionario o clerical quisiera ir un poco ms all de lo que hasta entonces le haba estado permitido. As entendemos la declaracin del emperador Alejo I que, segn sus propias palabras, pretende colocar el estudio de los libros divinos por encima de la cultura clsica.[57] Aquello, hoy nos pasma, pareca ser toda una novedad en Bizancio a finales de ese bien avanzado siglo XI.

    A buen seguro no es mera coincidencia; en 1084 las medidas del mismo gobernante hieren de muerte a los mercaderes bizantinos. Se decreta la exencin de impuestos y la libertad de comercio para los venecianos en el interior del Imperio. Los terratenientes interesados slo en exportar productos bsicos de la tierra se alan con el mercader occidental y desprecian a sus compatriotas que representan una orientacin interna antagnica. El resultado es que la clase media se ahoga.

  • Parece que entonces los maestros de la elemental atraviesan por graves problemas y muchos deben pedir subvencin a la Iglesia. Hacia el 1100 aparecen un buen nmero de escuelas bajo control del patriarcado y con personal mixto, clero y laicos. Los estudios superiores de carcter exclusivo religioso se multiplican y pasan a ocupar una proporcin significativa del total. Se impone en todas ellas una rida rectitud moral y se estrecha el pensamiento. El cnsul de los filsofos es ahora siempre un prelado del entorno de Santa Sofa.

    De todos modos, el cambio pedaggico no poda hacerse con facilidad y sin resistencia. Los hbitos de tantos siglos no iban a desaparecer por decreto. Las crnicas sealan la peculiar dicotoma entre los profesores de la Escuela Patriarcal y aquellos otros filsofos del Senado; sin duda referencia a la adyacente Magnaura. El annimo autor de la Filosofa del padre vino atiza una irona anticlerical que no desmerece. Miguel Ataliates tambin es un intelectual incmodo que demuestra haber tenido acceso a unas lecturas peligrosas y muy estimulantes para el intelecto ms fecundo. Teodoro Prdomo, un contemporneo de Manuel I el Caballero, se presenta en sus escritos como un verdadero humanista, hipercrtico y casi socialista. Custico y profundo observador, incide sobre la hipocresa que anida entre monjes, cortesanos y en el interior de la familia como institucin cristiana. Eustacio, obispo de Tesalnica, parece ms interesado en los estudios que en la liturgia y evangelizacin; comenta a Pndaro, Aristfanes y Homero y lamenta el poco amor de los monjes por los libros y la literatura de los antiguos. Es evidente que aqu, en Bizancio, la mano blindada de la Iglesia no alcanzaba tan largo y con tamao rigor como aquella de su hermana catlica. La misma princesa Ana Comneno hace alarde de sabidura y es capaz de escribir un digno y honesto libro de historia sobre la vida y obra de su padre.[58] Nicforo Basilakes, que vive en la poca de Juan II y su esposa Irene la Hngara, nos habla de la antigedad con pasin, define la Grecia clsica como la verdadera fuente y comenta deleitado el valor moral de Marco Aurelio, el emperador pagano y estoico cuya obra haba sido destruida en Occidente haca ya muchos siglos.[59] Con todo, es obligado admitir que el mundo Comneno bizantino adquiere un perfil y proyeccin ms reaccionarios, en el que se vislumbra un peligroso ascenso y predominio de los ordenados en la cultura y que, en paralelo a la retraccin geogrfica, econmica y social, se distingue un freno tambin a las letras y el pensamiento.

  • Y por contra, de cierto se inicia el recorrido de un camino inverso en el centro y norte de Europa. Por esas fechas nace y asienta la actividad de algunas escuelas no monsticas en Francia o Alemania. Aumentan los autores laicos y avanza un tanto la literatura profana. Por su parte, los clrigos profundizan en mtodo y algunos aventurados buscan ms all, en las aguas procelosas del pre-cristianismo. As Chartres o la abada de San Victor de Paris quieren ser entendidas a veces como genuinas escuelas, aunque sea difcil advertir continuidad real entre docentes. Se desarrollan en ambas trabajos teolgicos y msticos de cierta calidad. Ms importante quizs; en Espaa el arzobispo Raimundo de Toledo apoya las traducciones de algunos textos, en el marco de una quebradiza convivencia judeo-rabe-cristiana, con personajes claves que se llaman Ibn Daud y Domingo Gundisalvo. Poco despus, en el teatro tambin cosmopolita del sur italiano, figuras como Burgundio de Pisa, que ejerci como interprete en Constantinopla alrededor del ao 1135, y Jacobo de Venecia, Henricus Aristippus de Catania y el almirante Eugenius llevan a cabo versiones de obras griegas, ms o menos adecuadas, ciertas con un indudable inters cientfico. Aunque, para no perder la perspectiva en un mar de intereses, es obligado remarcar que se trata en general de algunos textos aristotlicos, una minora, apenas nada de Platn y sealados retazos de medicina y fsica rabe ms o menos elegida por mor de utilidad. Que an as tardar en llegar al corazn de Europa.

    En aquel Occidente que quiere empezar a despertar el peso del clero sigue siendo abrumador; la apertura a nuevas vas es slo un proceso tmido, que sustenta una realidad cultural incomparable al nivel que, aunque cuesta abajo, todava sostiene Bizancio. San Bernardo, la antidialctica, el ardor de la literatura edificante basada sobre todo en el conocimiento de los padres latinos y el prstamo de conceptos morales ciceronianos o en la estela de Sneca, junto al alarde taumatrgico, ser el indiscutido y principal protagonista; su pertinaz y grvido influjo habr de llegar hasta el final de la Edad Media.[60]

    3

    Desde el desastre de 1204 hasta el Renacimiento

  • Hay un doloroso punto de inflexin en 1204. La barbarie de los cruzados afect decisivamente al devenir cultural. Diferido, pero es parangonable a lo que los germanos haban realizado en Occidente ocho siglos antes. Desaparecieron entre las llamas incontables cdices y obras de arte. Los sabios huyeron o fueron muertos. Y lo ms importante quizs, se destruy el ambiente social necesario; sufren y disminuyen los mesoi, se refuerza el ominoso monopolio de los mercaderes venecianos o genoveses. Nunca sabremos cual hubiera sido la evolucin del saber en Bizancio sin ese execrable crimen de lesa civilizacin.[61] Juan Tzetzes y Nicetas Choniates, eruditos que vivieron en la antesala de la tragedia, son los ltimos bizantinos de quienes podemos decir con certeza que pudieron leer ms poesa clsica de la que se puede leer hoy.[62]

    A pesar de todo, todava fue posible un rescate ponderado pero muy importante. En la etapa de los palelogo, entre 1261 y 1453, si bien se asiste a la quiebra de una buena parte de la tradicin de magisterio y a un descenso del nivel medio de la poblacin, va a persistir el gusto por el arte y la alta sociedad no olvida la cultura. Muchos arcontes tendrn exquisito cuidado en sostener libros y legarlos.[63] Por desgracia el deplorable sistema de la venalidad en los cargos administrativos, es decir la venta de ellos al mejor postor, elimin el mejor acicate para la permanencia de la educacin entre las clases medias; las mismas que por otro lado salan peor paradas en aquel nuevo sistema social que favoreca a los grandes propietarios. El Estado y los privados son ms pobres y es difcil volver a crear un Auditorium o centro tan importante como en pocas precedentes. Pero en ciudades como Nicea, Constantinopla y luego Mistra se refugian sabios y sobreviven algunas escuelas.[64] Ya no hay casi aspirantes a funcionarios, (de baja extraccin), ni otros demandantes pero los nuevos nobles tienen un espritu ilustrado. Incluso de forma ocasional aparece algn espordico cnsul de los filsofos. En el siglo XIII hay constancia de la existencia de al menos dos academias que disfrutaban de subvencin estatal. Mximo Planudes, embajador en Venecia, es un adelantado y prueba del excelente nivel en la Constantinopla de Miguel VIII. Algunos hablan de renacimiento palelogo tambin en ciencia y literatura. En el arte no caben dudas. Los emperadores de la ltima dinasta son dbiles pero se adornan con los mejores atavos del mecenazgo y la erudicin. Manuel II Palelogo escribe poesa, est orgulloso de ello y quiere que su obra tenga proyeccin, pretende incluso que se traduzca al latn y se publique en Italia.

  • Por este tiempo nacen en Occidente las primeras Universidades; pequeas y con estudios muy limitados, en principio controladas por franciscanos o dominicos, bajo la atenta mirada y dura disposicin de la autoridad episcopal. No debemos olvidar que en su origen tales instituciones suponen un freno a la libertad, el acertado modo de yugular una creciente anarqua en la enseanza que amenaza con ser demasiado atrevida y contestataria; suponen, en definitiva, una vuelta al orden.[65] No hay apenas pensamiento crtico, poco ms que estudios encallecidos de teologa, cual ciencia y mtodo deductivo en monopolio,[66] con crditos de derecho y un tanto de medicina. Aunque despuntan prometedoras auroras; entre 1213 y 1240 pugnas ocultas y abiertas luchas llevarn a una difcil y fructfera autonoma de las instituciones. Poco despus surge significativa polmica entre maestros seglares y mendicantes, se inquietan las aguas antes mansas de los intelectuales de la Edad Media occidental.[67]

    Tambin hacia 1200 comienzan a distribuirse aquellas obras de griegos clsicos, traducidos al latn en las citadas reas de contacto, pennsulas ibrica e italiana; y de nuevo omos hablar de un renacimiento medieval.[68] No deberamos soslayar, sin embargo, el trascendental hecho de que estn elaborados sobre textos no originales, proceden de composiciones rabes con amplios comentarios y, en cierto modo, tambin deformados por una visin espiritual islmica. Los occidentales revivieron la experiencia de los rabes ha dicho Alain de Libera; se entusiasman con Averroes o Avicena, leen y asimilan aquellas vas del pensamiento hacia la verdad religiosa, fe versus razn, para llegar al mismo fin: el Dios monotesta.[69] En la Universidad de Paris o de Oxford los profesores se enzarzan sin medida en esa interminable y estril discusin. Surgen Santo Toms y San Alberto Magno, la omnipresente escolstica alcanza su cenit.[70] Entre tanto las matemticas, astronoma, fisiologa o anatoma se limitan a breves comentarios y reiterados datos; muchos de ellos falsos. Sabemos que del Almagesto de Ptolomeo apenas se lea el prefacio; los captulos de clculo y geometra se consideraban tan obtusos y difciles como intiles, de modo que no eran afrontados por ningn profesor. En Paris se prohibir el estudio de la Fsica y Metafsica en 1210, decisin renovada por la Santa Sede en 1215 y de nuevo en 1228; todo ello con objeto de limitar el pernicioso uso de lo peor de Aristteles.[71] La lengua y el pensamiento griego continan desaparecidos. Apenas brillan algunas

  • excepciones; como Robert Grosseteste que apunta traducciones y desarrolla un esbozo de interesante metodologa cientfica con su metafsica de la luz neoplatnica[72] o el genial Roger Bacon, quien lleg a ser el autor de una gramtica griega pero que permanece aislado intelectualmente, sin proyeccin ni seguidores.[73]

    Dioscrides de Viena. Ilustracin. Carmen de Viribus herbarum. Constantinopla. Aprox. ao 512.

    Se considera que surge en esa segunda mitad del siglo XII un fenmeno similar al enciclopedista bizantino del X. Sin duda ms modesto, aunque despunten obras como el Speculum maius de Vincent de Beauvais o la Biblionomia de Richard de Fournival en las que algunos clsicos tienen cabida. Se trataba de articular y organizar aquel acerbo de obras que desde Toledo y Sicilia haban

  • confluido en Europa central, vidos de servirse de ellas para su uso en la dialctica y lgica escolsticas. No olvidemos que se trata de ancdotas y extractos, no se profundiza en el estilo ni el significado ms all de lo que a conciencia se busca.

    En Bizancio, que ya es una potencia menor, la evolucin es errtica pero se apuntan signos de progreso. Desde luego parece una paradoja literaria hay menos discusin bizantina que en Occidente. Por entonces muchos eruditos bizantinos gustan de reunirse en cofradas o crculos de discusin en los que se respira un ambiente de gran libertad y criticismo, muy similares a los symposia que los italianos renacentistas desarrollarn poco despus y tanto aportarn a la vida cultural y pensamiento. Todava a finales del siglo XIII, los tcnicos y artistas bizantinos siguen teniendo fama.[74] En particular los mdicos. Sabemos que dos de ellos, Gregorio Cionades y Jorge Crisokoks, despus de viajar por el Asia Central fueron capaces de traducir al griego lo mejor de los textos persas sobre astronoma y matemticas. La pasin de Teodoro Metoquites y Nicforo Grgoras por esos mismos temas son tambin buenos ejemplos. El amor por los libros del que hace gala el primero est en la lnea de los ms fervientes humanistas, demuestra ser un incondicional del conocimiento y extremadamente consciente de la importancia que reviste una estimulante y correcta transmisin del legado cultural.[75]

    Y hasta el ltimo da, en un Imperio que apenas abarca unas pequeas regiones pero que no se reduca tanto en cultura, est atestiguada la actividad intelectual de primer orden.[76] En Mistra, al sur del Peloponeso, ensea Jorge Gemisto Plethon (1360-1452), el mismo que impresiona a los italianos en el concilio de Florencia.[77] Arremete contra Aristteles y sacude tanto a cristianos como musulmanes. Tendr muchos alumnos occidentales. Se dice que Cosme de Mdicis fund la Academia Platnica de Florencia a raz de escuchar las eruditas y amenas disertaciones del sabio bizantino.[78] A Constantinopla acuden estudiantes italianos, flamencos y alemanes. En el siglo XV, una estancia en Constantinopla era el complemento de una buena educacin, nos dice Louis Brehier; y el Papa Pio II, un hombre de la poca, sostena que nadie poda decirse verdaderamente cultivado, a menos de haber estudiado en Constantinopla.[79]

    Impelidos por el avance turco, eminentes eruditos bizantinos

  • eligen emigrar a Occidente, sobre todo Italia en la que los ricos comerciantes y las ciudades independientes ofrecen mucho dinero y posibilidades.[80] La mayora crean all tambin escuela y llevan a efecto una labor de traduccin y enseanza idiomtica y metodolgica primordial.[81] Occidente tena todas las condiciones poltico-econmicas que haban sido abortadas en Bizancio; pero le faltaba algo clave: el idioma griego y el cuerpo de conocimientos en l concebido y trascrito, en particular la epistemologa y las bases lgicas del razonamiento. Sin olvidar la literatura griega no cientfica, la narracin, la pica y la poesa que nunca tradujeron los rabes y que por ende era totalmente ignorada en Occidente. Los abundantes motivos que la mitologa clsica fue capaz de inspirar entre los poetas y pintores desde el Quatrochento hasta hoy mismo son de sobra conocidos.[82]

    Afirman que Manuel Crisoloras, que ense griego en Florencia entre 1396 y 1400, haba trado con l algunos tratados de San Basilio; los mismos que, una vez traducidos al latn, habran de servir para justificar un estudio de la literatura pagana hasta entonces muy mal vista por la autoridad religiosa occidental. Tena notable ingenio y saba ensear, era capaz de despertar pasin y amor entre sus alumnos, como la mayora de los bizantinos que le acompaaron en la emigracin. El profesor Andr Chastel afirma: los griegos llegan con su superioridad intelectual indiscutible; se les detesta, pero se tiene necesidad de ellos y Crisoloras publica de nuevo los Erotemata, elementos de griego para uso de latinos ignorantes.[83] Gracias a ellos se llev a efecto una verdadera revolucin pedaggica. En el sentir de Robert Browning, del Dumbarton Oaks Center de Harvard, ...los profesores bizantinos introdujeron un estilo de enseanza y toda una tradicin educativa que no era familiar en occidente.[84]

    Otros ms, en verdad un nmero muy grande, se esmerarn en esa misma lnea; magisterio del griego y traduccin al latn. Teodoro de Gaza, (1400-1476), es maestro en Roma y especialista en Aristteles. Juan Argiropoulos, (1415-1482), ostenta la ctedra de filosofa griega en Florencia desde 1456 a 1471 y escribe las Invettive que despus servirn de inspiracin al humanista Poggio. Le sucede otro bizantino, Demetrio Chalkondyles que antes haba enseado en la Universidad de Padua. Jorge de Trebisonda tambin ejerce en Roma y traduce al latn, completo y directo, el Almagesto de Ptolomeo. Lo hace con maestra y consigue ahora s que se convierta en el texto matriz de los futuros astrnomos

  • que revolucionarn nuestro saber sobre el Universo y sus leyes. Entre los manuales de retrica que nos leg, uno formar parte de los libros principales en el sentir de Erasmo.

    Y, todava ms trascendental, aquellos sabios bizantinos que desarrollarn su trabajo en Italia no haban ido de vaco. Con ellos viajaron muchos libros. Los cdices en griego, poco antes de la cada de Constantinopla, llegan en gran cantidad a Florencia, Padua, Roma y Pars. Ms tarde, desaparecido Bizancio, sern objetos preciados que otros muchos querrn poseer y por los que se pagarn buenas sumas.[85]As se esparcen por toda Europa y llegan incluso a la lejana biblioteca del Escorial de Madrid. El origen de la famosa biblioteca Marciana de Venecia est en la abundantsima y bien seleccionada biblioteca del obispo Besarion, antiguo metropolita de Nicea. De 500 manuscritos bizantinos, ms de 300 no tenan ningn inters religioso, predominaba la filosofa, historia, incluso medicina.[86]

    El Renacimiento que brota al unsono de los estertores de Bizancio no es slo un movimiento cultural y artstico; representa una afortunada y fecunda revolucin en las actitudes y las ideas. Un rechazo consciente a los principios que haban regido la Edad Media y una aproximacin entusiasta a la antigedad clsica. Una asimilacin sin intermediarios ni censuras de los pensadores y las formas poltico-culturales griegas y romanas. Se busca y descubre un legado fraccionado y oculto. Los bizantinos tendrn en esa faceta algo que ofrecer, de un valor sin medida: los originales conservados en puridad, diversos y profundos, abiertos a todas las cuestiones de las que el ser humano quiere saber y aprender de otros que ya se esforzaron con su intelecto sobre ello.[87]

    Creemos que es bien evidente, a la luz de lo recordado en las pginas precedentes y no constituye una exposicin exhaustiva, ni mucho menos que el afn recopilador, casi enciclopedista y el deseo de respetar y atesorar la antigedad constituyeron empeos y valores irrenunciables en Bizancio. Y que fueron muy capaces de transmitir sta hacia el mundo rabe primero, en el siglo VIII, (germinando y creciendo en el dinmico Islam, aunque no, tal vez, todo lo que pudo ser), al eslavo poco despus, (hacia el XI, para despus seguir su propio y peculiar camino); y a Occidente al final, entre el XIII y XIV, en dnde tuvo la inmensa fortuna para toda la humanidad de poder dar origen a algo nuevo, un impulso renovado del pensamiento humano del que

  • todos somos deudores.

    Quizs no sea mrito exclusivo de Bizancio; nunca nada ni nadie ha sido capaz de monopolizar lo bueno y tampoco la maldad. Sin embargo, a pesar de mritos ms que indudables; el Imperio de Oriente contina, en buena medida, con una triste fama de nulidad cultural. Aunque, poco a poco, se abre paso la verdad histrica.

    Bibliografa

    Fuentes citadas:

    ATALIATES, Miguel: Historia, Miguel Ataliates, Historia, Introduccin, edicin, traduccin y comentario de Inmaculada Prez Martn. (Col. Nueva Roma, n 15). Madrid: CSIC, 2002.COMNENO, Ana: La Alexiada, Estudio preliminar y trad. de Emilio Daz Rolando. (Col. Clsicos Universales, n 3). Sevilla: Universidad de Sevilla, 1989. (ISBN: 84-7405-433-8).METOQUITES, Teodoro: Poesies, Les posies indites de Thodore Mtochite, en Rodolphe Guilland, tudes Byzantines, pgs: 177-206. Paris: Presses Universitaires de France, 1959.PHOTIUS: Homilies, The Homilies of Photius, Patriarch of Constantinople, English Translation, Introduction and Commentary by Cyril Mango. Dumbarton Oaks Studies, III. Cambridge: Harvard University Press, 1958.TEMISTIO: Discursos polticos, Introduccin, Traduccin y notas de Joaqun Ritor Ponce. (Col. Biblioteca Clsica Gredos, n 273), Madrid: Gredos, 2000. (ISBN: 84-249-2257-3).

    Trabajos modernos: ANDERSON, Perry: Transiciones de la Antigedad al feudalismo. Trad. de Santos Juli. 1 ed., (ingls), en 1974. Madrid: Siglo XXI de Espaa, 1986. (ISBN: 84-323-0355-0).BEZ, Fernando: Historia universal de la destruccin de libros. De las tablillas sumerias a la guerra de Irak. (Col. imago mundi, n 45). Barcelona: Destino, 2004. (ISBN: 84-233-3596-8).BERNAL, John: Historia Social de la Ciencia. Tomo I. La Ciencia en la Historia. (Col. Historia, Ciencia, Sociedad, n 9.). Trad. de Juan Ramn Capella. 1 ed., (ingls), en 1954. Barcelona: Pennsula, 1997. (ISBN: 84-8307-020-0).BREHIER, Louis: Le monde byzantin: la Civilisation Byzantine. 1ed. en 1950. (Col. Levolution de lhumanit, n 21). Paris: Albin Michel, 1970.BROWNING, Robert: El profesor, en El hombre bizantino, Guglielmo Cavallo, ed. Trad. de Pedro Bdenas, Inmaculada

  • Prez, Jose Antonio Ochoa y Jose Luis Aristu. 1 ed, (italiano), en 1992. Madrid: Alianza Editorial, 1994. (ISBN: 84-206-9693-5).BURCKHARDT, Jacob: La Cultura del Renacimiento en Italia, un ensayo. (Col. Akal Universitaria, n 157). Trad. de Teresa Blanco, Fernando Bouza y Juan Barja. 1 ed., (alemn), en 1869. Barcelona: Akal, 1992. (ISBN: 84-7600-868-6).BURKE, Peter: El Renacimiento Europeo. Centros y Periferias. (Col. Libros de Historia), Trad. de Magdalena Chocano Mena. 1 ed., (ingls), en 1998. Barcelona: Crtica, 2000. (84-8432-037-5).CAVALLO, Guglielmo: Modelos Bibliotecrios en Occidente y en Oriente en la Edad Media, en Oriente y Occidente en la Edad Media, influjos bizantinos en la cultura occidental, pgs: 277-285; Pedro Bdenas y Jose Mara Egea, eds., Anejos de Veleia, Series Minor, n 2, Actas de las VIII Jornadas sobre Bizancio, Vitoria 1993. (ISBN: 84-7585-418-4).DE LIBERA, Alain: Pensar en la Edad Media. (Col. Pensamiento crtico -pensamiento utpico, pensar de nuevo n 114) 1 ed., (francs), en 1991. Barcelona: Anthropos, 2000. (ISBN: 84-7658-583-7).DIEHL, Carlos: Grandeza y servidumbre de Bizancio. Evolucin de la Historia Bizantina. Causas de la Grandeza de Bizancio. Causas de su decadencia. La civilizacin bizantina y su influencia. La Herencia de Bizancio. 1 ed. (francs), en Trad. de Augusto Lorenzana. Madrid: Espasa-Calpe, 1943.DUCELLIER, Alain: Bizancio y el Mundo Ortodoxo. (Trad. de Pedro Bdenas de la Pea), 1 ed. en 1986. Madrid: Mondadori, 1992. (ISBN: 84-397-1866-7).DUCELLIER, Alain: Les Byzantins. Histoire et Culture. Paris: Editions du Seuil, 1988. (ISBN: 2-02-009919-5).ETTINGHAUSEN, Richard y GRABAR, Oleg: Arte y Arquitectura del islam. 650-1250. (Col. Manuales de Arte Ctedra). 1 ed., (ingls), en 1987. Madrid: Ctedra, 2000. (ISBN: 84-376-1425-2).GEANAKOPLOS, Deno John: Constantinople and the west. Essays on the Late Byzantine, (Palaeologan), and Italian Renaissances and the Byzantine and Roman Churches. Wisconsin: The University of Wisconsin Press, 1989. (ISBN: 0-299-11884-3).GUTAS, Dimitri: Greek Thought, Arabic Culture. The Graeco-Arabic Translation Movement in Baghdad and Early Abbasid Society, (2nd-4th/8th-10th centuries). 1 ed. en 1998. New York y London: Routledge, 2002. (ISBN: 0-415-06132-6).HEERS, Jacques: La Invencin de la Edad Media. (Trad. Mariona Vilalta). (1 ed. (francs), en 1992. Barcelona: Crtica, 1995. (ISBN:84-8432-032-4).HUIZING, Johan: El Otoo de la Edad Media. Estudios sobre la forma de la vida y del espritu durante los siglos XIV y XV en Francia y en los Pases Bajos. Versin de Jos Gaos, (Trad. del francs medieval a cargo de Alejandro Rodrguez de la Pea). 1 ed., (alemn), en 1923. (Col. Alianza Ensayo, n 038). Madrid: Alianza Editorial, 2004. (ISBN: 84-206-7950-X).JACQUART, Danielle y MICHEAU, Franoise: La Mdecine Arabe et

  • lOccident Mdival. Paris: Maisonneuve et Larose, 1996. (ISBN:2-7068-1265-6).LE GOFF, Jacques: Los intelectuales en la Edad Media. 1 ed., (francs), en 1985. Barcelona: Gedisa, 1986.(ISBN: 84-7432-251-0).LEMERLE, Paul: Le Premier Humanisme byzantin. Notes et remarques sur enseignement et culture Byzance des origines au Xe sicle. (Col. tudes, n 6). Paris: Presses Universitaires de France, 1971LINDBERG, David C.: Los inicios de la ciencia occidental. La tradicin cientfica europea en el contexto filosfico, religioso e institucional, (desde el 600 a.C. hasta 1450). (Col. Paidos Orgenes, n 35), 1 ed., (ingls), en 1992. Barcelona: Paidos Ibrica, 2002. (ISBN: 84-493-1293-0).LOSEE, John: Introduccin histrica a la filosofa de la ciencia. Trad. A Montesinos.1 ed. (ingls) en 1972. Madrid: Alianza Editorial, 2001. (ISBN:84-206-2165-X).MOMIGLIANO, Arnaldo: El cristianismo y la decadencia del Imperio romano, en El conflicto entre el paganismo y el cristianismo en el siglo IV, Arnaldo Momigliano, ed., pgs: 15-30. Trad. de Marta Hernndez Iiguez, Prefacio y adendum de Jos Arce. 1 ed., (ingls), en 1963. Madrid: Alianza Editorial, 1989. (ISBN: 84-206-2614-7).MUSSET, Lucien: Las Invasiones, las oleadas germnicas. (Col. Nueva Clio, n 12). Trad. de Oriol Durn. 1 ed., (francs), en 1967. Barcelona: Labor, 1982. (ISBN: 84-335-9320-X).OSTROGORSKI, George: Historia del Estado Bizantino. (Col. Historia medieval, n 55). Trad. De Javier Facci. 1 ed., (alemn), en 1963. Madrid: Akal, 1984. (ISBN: 84-7339-690-1). PAUL, Jacques: Historia intelectual del Occidente medieval. (Col. Historia. Serie Menor). Trad. de Dolores Mascarell. 1ed, (francs), en 1998. Madrid: Ctedra, 2003. (ISBN: 84-376-2075-9).REYNOLDS, Leighton D. y WILSON, Nigel G.: Copistas y fillogos. Las vas de transmisin de las literaturas griega y latina. Trad. al espaol de Manuel Snchez Mariana. 1 ed., (ingls), en 1968. Madrid: Gredos, 1986. (ISBN: 84-249-1028-1).RICH, Pierre: Education et Culture dans lOccident barbare, IVe-VIIIe sicles. (Col. Patristica Sorbonensia, vol. 4). Paris: Editions du Seuil, 1962.TALBOT RICE, Tamara: Everyday Life in Byzantium. 1 ed., (ingls) en 1967. New York: Dorset Press, 1987. (ISBN: 0-88029-145-1).TATAKIS, Basilio: Filosofa Bizantina. Trad. de Demetrio Nez. 1 ed., (griego), en 1967. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1952.WILSON, Nigel G.: Fillogos bizantinos. Vida intelectual y educacin en Bizancio. Trad. de Alejandro Canovas y Flix Piero. (Col. Alianza Universidad, n 768). 1 ed., (ingls), en 1983. Madrid: Alianza Editorial, 1994. (ISBN: 84-206-2768-2).WILSON, Nigel G.: Da Bisanzio allItalia. Gli studi greci nellUmanesimo italiano. (Col. Hellenica, N 4). 1 ed., (ingls), en

  • 1992. Alessandria: DellOrso, 2000. (ISBN: 88-7964-462-1).

    [1] Es el clsico La cultura del Renacimiento en Italia, un

    ensayo, publicado por vez primera en el ao 1860 y desde entonces numerosas veces vuelto a editar traducido a casi todas las lenguas ms importantes del mundo.[2]

    Entre los que se pueden denominar continuistas o defensores de una vala cultural medieval importante y transcendental, precursora necesaria de la siguiente etapa, destacarn Pierre Duhem, Charles Homer Haskins, Lynn Thorndike, Anneliese Maier y, sobre todo, Alistair Crombie. Jacques Heers, (La Invencin de la Edad Media de 1992), llevar al extremo la idea de que los tiempos medievales sufren de una arbitraria y infundada minusvaloracin, fruto de una conjura intelectual de los partidarios del estado centralista y la burguesa. Una va intermedia sera aquella del holands Huizinga que en su obra El otoo de la Edad Media de 1919 dibujaba un desarrollo positivo que culmina en cierta madurez y la inevitable decadencia que al final engendrara algo nuevo, un renacimiento o mejor renovacin que se dara por doquier y no slo en el espacio italiano. Ms notorios y abrumadoramente preponderantes son los autores que siguen considerando el medievo un periodo oscuro y recesivo. (Una sntesis sobre los pormenores de esta discusin se puede consultar en la obra de Lindberg, Los inicios de la ciencia occidental, entre las pginas 445 y 452).[3]

    Parecen an de plena vigencia las consideraciones presentadas por el profesor Ducellier en el primer captulo de su obra Les Byzantins; debe ser Bizancio un paraso para especialistas o un comn campo de estudio para todos aquellos que se interesen por el medievo?, Byzance, paradis de spcialistes ou champ dtude pour tous?, pgs 7-34. [4]

    La cuestin se volva, tal vez, an ms compleja y difcil de abordar debido a que incluye dos periodos de transicin, como fueron el paso de la Antigedad Tarda a la Edad Media y de sta al Renacimiento. Tales son territorios que no se sabe muy bien a quien pertenecen y para los que se exige una multiformacin o interespecialidad que se descubre siempre comprometida en un mundo acadmico que tenda a mostrarse muy celoso y cerrado sobre los departamentos.[5]

    Se ha sealado el mejor ambiente social del Oriente romano, donde las revueltas campesinas de las llamadas bagaudas o similares, salvo en Egipto, no tuvieron lugar; seguramente porque el latifundismo no estaba en aquellas regiones tan extendido. En lo que despus sera Bizancio predominaba quizs un modelo helenstico, ms comercial y menos esclavista, con la relativa densidad de las ciudades y la relativa modestia de la propiedad rural, (Anderson, Transiciones de la Antigedad, pgs. 272-273). Particular trascendencia, para el devenir de la cultura, tiene esta ms saludable dinmica social urbana; en la que entre las clases altas y medias nunca se deslinda la accin y

  • las letras, la poltica y la guerra con el intelecto y la escritura, en la que no existe aristocracia de sangre guerrera separada de los dbiles hombres de oracin y estudio. As lo seala al menos una autoridad como el profesor Cavallo, que se esfuerza en subrayar que, a diferencia de Occidente, Bizancio no tiene un sistema trifuncional de la sociedad, no hay lnea de demarcacin entre oratores y bellatores, (Cavallo, Modelos bibliotecarios, pg. 283).[6]

    Los demos y la llamada democracia del hipdromo son la mejor prueba de ese inters y participacin en una vida urbana, social y poltica ms amplia de lo que a menudo se ha venido a considerar en el Bizancio temprano y medio.[7]

    Es posible que la Iglesia actuara de diferente forma sobre uno y otro lado del mundo romano. En Occidente supuso una merma para el Estado, en Oriente acabara sirviendo en el engranaje como haba previsto, tal vez, el visionario Constantino el Grande.En Oriente, la Iglesia se dio cuenta de que el Estado romano era mucho ms vital y le apoy en su lucha contra los brbaros. En Occidente, tras haber debilitado al Estado romano, la Iglesia acept su legado y actu independientemente... En cambio, la Iglesia de Oriente casi se identific con el Estado romano de Constantinopla, (Momigliano, El cristianismo y la decadencia del Estado romano, pg. 29).[8]

    Las invasiones en Oriente tambin alteraron las ciudades y el orden pero en menor grado. La mayora de las comarcas de Anatolia, Siria y Egipto, de hecho, se vieron libres de saqueos y destrucciones.[9]

    Diehl, Grandeza y servidumbre de Bizancio, pg. 196[10]

    Ya Temistio en el 357 sealaba, con satisfaccin, el nacimiento de esta biblioteca imperial que, a su entender, vendra a salvaguardar la cultura greco-romana: Yo entiendo que el alma de un hombre sabio la integran su sabidura, su mente y su razn y que las tumbas de estas almas son sus libros y sus escritos, en los que se preservan sus reliquias como en monumentos sepulcrales. Pues bien, nuestro prncipe ordena que vuelvan a la luz estos monumentos, que con el abandono prolongado se arruinan, como los edificios, en el tesoro de la memoria y que corren el riesgo de desaparecer por completo, de desvanecerse y desvanecer con ellos las almas que cobijan, para lo cual nombra a una persona que supervise la tarea y le proporciona los medios necesarios. Los que realizan para vosotros estos trabajos no son orfebres, carpinteros o albailes, sino artesanos del arte de Cadmo y Palamedes, que estn capacitados para trasladar el pensamiento desde una tienda vieja y desvencijada a una nueva y recin construida. En poco tiempo resucitar pblicamente y para vosotros el sapientsimo Platn y resucitarn Aristteles y el orador de Peania y el hijo de Teodoro y el de Oloro, (Temistio, Panegrico de Constancio, 59d-60b).[11]

    Los laicos cultos, o al menos alfabetizados, no son pocos, algunas veces escriben libros o poseen una biblioteca privada notable, (Cavallo, Modelos bibliotecarios, pg. 283). En el

  • futuro la biblioteca bizantina seguir conservando su carcter slidamente laico y abierto, a la consulta, el intercambio y la compra-venta; el monasterio siempre ser una alternativa menor, en suma, en el mundo bizantino el modelo preeminente no es el de la biblioteca monstica, sino el de la biblioteca laica, (Cavallo, Modelos bibliotecarios, pg. 284).[12]

    En la llamada poca brbara, el monasterio es una escuela de santidad y no de literatura y de filosofa, Paul, Historia intelectual del Occidente medieval, pg. 132.[13]

    tendremos que admitir que hasta finales del siglo VI entre los ascetas y en las comunidades monsticas circulaban libros y textos en escaso nmero, sobre todo y nicamente aquellos necesarios para la lectio, limitada por su parte a pocos escritos: Biblia, libros litrgicos y de edificacin espiritual, las propias reglas, (por el contrario es seguro que no haba manuales de estudio ya que en el monacato antiguo la nica instruccin aconsejada era la alfabetizacin, Cavallo, Modelos Bibliotecarios, pg. 280.[14]

    Cavallo, Modelos bibliotecarios, pg. 279.[15]

    El primer monacato desde el pacomiano y oriental al benedictino y occidental fue un monacato sustancialmente indito y sin bibliotecas, Cavallo, Modelos bibliotecarios, pg. 281.[16]

    En un tono conciliador y adornado con delicadeza, Reynolds y Wilson achacan la prdida sobre todo a que la mayor parte de los cristianos no se interesaron en su lectura, y de aqu que no se hiciese el nmero suficiente de copias nuevas de los textos como para asegurar su supervivencia en una poca de guerra y destruccin, (Reynolds y Wilson, Copistas y Fillogos, pg. 53). Sin menoscabo de ello, la destruccin intencionada y la persecucin mantenida, a lo largo de siglos, tal vez pueden explicar mejor la magnitud del desastre.[17]

    En muchos casos hay un intento consciente de endulzar las invasiones brbaras germanas. Hasta el extremo de ver en ellas apenas unas migraciones beneficiosas para renovar la demografa, con escasa violencia y menor dao a la estructura socio-econmica del Imperio romano. Con todo, la realidad de una tremenda sucesin de destrucciones, saqueos y graves quebrantos de todo orden no puede ser ignorada; y el resultado, un brutal retroceso demogrfico, econmico y cultural, es indiscutible.[18]

    Musset, Las invasiones, pg. 173.[19]

    Gregorio de Tours se lamenta con dolor y sinceridad de tal prdida, en un lenguaje pobre que quiere traducir en cierto modo esa misma falta, (Rich, Education et culture, pg. 237).[20]

    Ser el corte de los siglos V-VI, (interrupcin de la cultura helnica en Occidente), en el sentir de Paul Lemerle, (Lemerle, Le premier humanisme byzantin, pgs. 9-21).[21]

    Segn Paul Lemerle, ser ya bajo Constancio II cuando

  • Constantinopla deviene la capital intelectual en el mundo romano y mediterrneo en general, (Lemerle, Le premier humanisme byzantin, pg. 54).[22]

    Sin embargo, como los dems que se citan, Isidoro no tiene ningn conocimiento directo de la cultura en lengua griega profana o sagrada, (Lemerle, Le premier humanisme byzantin, pg. 10). Ello era posible gracias a que en Constantinopla todava se viva un ambiente bilinge.[23]

    En todo el periodo bizantino con la aquiescencia de una jerarqua eclesistica en Constantinopla siempre muy culta sta sera una norma casi inalterable, con muy pocas modificaciones o aadidos; as, los libros ledos por el escolar medio no cambiaron mucho cuando el maestro se hizo cristiano en lugar de pagano y si despus se pudieron incluir la Biblia y algunos salmos, sigui siendo en lo fundamental un repertorio de libros paganos, Wilson, Fillogos Bizantinos, pgs. 24-25.[24]

    la existencia de este tipo de saber mnimo, pero relativamente extendido, constituye una de las grandes fuerzas del Imperio en el momento en que atraviesa por las tremendas vicisitudes del siglo VII, Ducellier, Bizancio y el Mundo Ortodoxo, pg. 74.[25]

    Cavallo, Modelos bibliotecarios, pg. 284.[26]

    Por ese tiempo se llega a ir casa por casa a la bsqueda y destruccin de cuantas obras se consideraran herticas, (se pueden consultar las noticias al respecto en la obra de Bez, Historia universal de la destruccin de libros, pgs: 94-101). Contrasta aquel periodo con el inmediatamente previo en el que Teodosio II virtud al benfico influjo de su esposa Atenais-Eudocia, hija de un profesor pagano en Atenas, protegi las artes y ciencias con el gobierno de prefectos de la categora moral e intelectual de un Antemio o el poeta Flavio Ciro.[27]

    Para un personaje tan influyente en la Iglesia como San Cirilo la cuestin del pensamiento humano vena a reducirse muy notablemente; algo que expresa sin ambages en su peculiar definicin: se llama cultura a la verdad dada por los preceptos evanglicos (Comentario sobre Isaas; I,3,2). Por fortuna no todos los bizantinos estuvieron de acuerdo, incluidas las esferas del poder; ms bien se vena a aceptar que cultura era paidia, es decir educacin, transmisin, comentario, reelaboracin y uso de la sabidura de todos aquellos sabios que haban precedido, errores y aciertos contemplados.[28]

    En la sociedad medieval temprana de Occidente existan tres clases funcionales en la sociedad: los laboratores, aquellos dedicados a trabajar en una u otra tarea, los bellatores, que se encargan de la guerra y el gobierno los nobles y los oratores, cuyo inters es orar y estar al cargo de las cuestiones religiosas; es decir monjes y clero. Los laicos laboratori y bellatori son, por definicin, illiterati, salvo alguna excepcin, no escriben, no leen y no acumulan ni donan libros, (Cavallo, Modelos Bibliotecarios, pg. 281).

  • [29] En la Alta Edad Media la historia se haba detenido, la

    Iglesia triunfante en Occidente haba realizado la historia, Le Goff, Los intelectuales en la Edad Media, pg. 31.[30]

    Un repaso pormenorizado de los autores y su obra se puede encontrar en el artculo del profesor Ochoa, Eunapio de Sardes y la Historiografa protobizantina, pgs: 23-40.[31]

    Un trabajo excepcional, que sirve bien de ejemplo y que data de poca de Justiniano, es el llamado lxico geogrfico cuyo autor es Esteban de Bizancio; obra de la que slo se conserva un eptome, pero que sin duda debi ser un profuso y completo diccionario geogrfico, una verdadera gua completa del mundo habitado, (Wilson, Fillogos bizantinos, pg. 89).[32]

    Juan Filopono, pagano slo superficialmente convertido al cristianismo que ense en Alejandra a finales del siglo VI, afirmaba que la tierra es una esfera y que los terremotos junto a los volcanes dependen del vapor almacenado en su interior. Tambin pona en duda la inmutabilidad de los cielos; en cierto modo fue un precursor de la hiptesis copernicana. La ltima poca de la escuela alejandrina quizs no haya sido tan estril como a veces se supone.[33]

    Tomados en su conjunto, los siglos VI y VII lejos de ser los ms oscuros de la Edad Oscura, fueron un periodo de desarrollo de una civilizacin mundial en la que el legado griego engendr nueva belleza y nuevas corrientes de pensamiento. As ocurri tambin en el superviviente y en aquella poca casi enteramente griego Imperio Oriental de Constantinopla. All, bajo emperadores como Justiniano, (528-565), revivieron intensamente las artes y las tcnicas, como atestiguan los mosaicos y esculturas de Santa Sofa, Bernal, Historia Social de la Ciencia, pgs. 220-221.[34]

    Entre los ejemplos ms notables se incluyen Alejandro de Tralles, autor de una Teraputica que alcanzar amplia difusin medieval y que terminar sus das ejerciendo en Roma, y Pablo de Egina, cuyo Manual de Medicina en siete libros ser vector clave en la transmisin de la obra galnica, l mismo considerado en el mundo musulmn como una de las principales autoridades en materia de medicina, y que continuar su trabajo en Alejandra incluso bajo dominio rabe. Los dos y an otros ms del mismo periodo, (tales como Ahrun y sus Pandectas Mdicas), responden al arquetipo de verdaderos escritores, manejan el griego con elegancia y facilidad; sus obras son de lectura suelta y agradable y sta no es una razn menor de su difusin y de su xito, (Jacquart y Micheau, La mdicine arabe, pgs. 22-25),[35]

    Lo que s parece claro, a juzgar por las biografas de numerosos santos que vivieron a finales del siglo VII y durante el siglo VIII, es que la estructura fundamental del sistema educativo permaneci inalterada todo indica que las escuelas seguan utilizando casi los mismos libros y con los mismos propsitos que en el reinado de Justiniano, Wilson, Fillogos

  • bizantinos, pg. 96. En cuanto a la destruccin de la Universidad por Len III, sta es, sin duda, una leyenda iconodula que carece de todo fundamento, (Lemerle, Le premier humanisme byzantin, pg. 89).[36]

    Tal incluye algunas facetas que, de costumbre, no suelen ponerse en relacin con Bizancio. Una de ellas es la relativa a la instrumentacin en msica; as, por ejemplo, la especialista Talbot Rice nos seala que, entre otras, la mayor contribucin que los bizantinos hicieron a la msica de la iglesia europea result de la reintroduccin del rgano en Europa en el 757, cuando el emperador Constantino V envi uno como regalo al rey Pipino de Francia, (la autora se refiere al rgano pneumtico, el habitual desde entonces; Talbot Rice, Everyday life in Byzantium, pgs. 206-207). Al parecer, los bizantinos usaban el rgano slo como instrumento para msica laica. De hecho, las actuales iglesias ortodoxas no recurren a ste para sus celebraciones. Poco despus del episodio relatado y ya en poca de Tefilo, tenemos constancia del uso de la lira y de la general pasin en la corte y entre el pueblo por las danzas erticas con sugerente msica que ahora damos en llamar orientales. Las mismas que es posible disfrutar hoy en Grecia, Turqua y todo el Oriente Medio.[37]

    Mango, The Homilies of Photius, Note on homily IX, pg. 161.[38]

    no sabemos, por ejemplo, si son ciertos los mltiples relatos de la llegada de especialistas bizantinos o si son simplemente reflejo de la idea de que un trabajo de tal calidad tiene sin duda su origen en Constantinopla. Los estudios suelen apuntar a la primera hiptesis. (Ettinghausen y Grabar, Arte y arquitectura del islam, pg. 51). Alguna fuente rabe es, a ste respecto, bien explcita: Y es sabido que para construirla, [la mezquita de Damasco], al-Walid reuni los obreros expertos de Persia, India, Magreb y Bizancio; y utiliz para ello los impuestos recaudados en Siria durante seis aos as como el oro y la plata cargados en dieciocho barcos procedentes de Chipre, amn de las herramientas y las teselas de mosaico que el emperador de los romanos le haba enviado como regalo, (al-Maqdisi en Bibli. Geogr. Arab. III, 158).[39]

    Los absidas imponen un nuevo perfil ideolgico, social y poltico al Imperio islmico. En el marco de tales cambios que sern mantenidos a los largo de, al menos, dos siglos; se podr dar el renacimiento rabe despus o en paralelo al movimiento de traduccin que fue un elemento integral del Imperio absida temprano, Gutas, Greek Thought, Arabic Culture, pg. 189.[40]

    Gutas, Greek Thought, Arabic Culture, pg. 189.[41]

    En el sentir de Gutas se trata de un movimiento de traduccin al servicio de una autoridad centralizada, inserta en un filohelenismo antibizantino, es decir, un acercamiento intencional e ideolgico hacia el mundo pagano en detrimento de la presencia y oposicin bizantinas. Una teora muy personal del autor y sin duda no exenta de riesgos. (El tema se desarrolla con profundidad en el captulo 4, pgs: 75-106, dedicado a Al

  • Mamun, de su manual Greek Thought, Arabic Culture).[42]

    No se puede descartar que realizara estudios en la misma Constantinopla; sabemos que retorn a Bagdag con una carrera de medicina slida y perfecto conocimiento del griego, que se sumaba al sirio familiar y el rabe, ya lengua oficial de la administracin local.[43]

    Gutas describe ste fenmeno en los siguientes trminos: 1.- El movimiento de traduccin greco-rabe tendr una duracin, como mnimo, de dos siglos; no fue un fenmeno efmero. 2.- Fue sostenido por toda la lite de la sociedad absida: califas y prncipes, civiles y lderes militares, mercaderes y banqueros, estudiantes y cientficos; no fue el proyecto privativo de ningn grupo. 3.- Estuvo susbsidiado por una enorme reserva de fondos, tanto pblicos como privados; no fue la excentricidad de un mecenas o de un puado de patrones autocomplacientes. 4.- Se llev a cabo con una rigurosa metodologa acadmica y estricta exactitud metodolgica, a cargo del famoso Hunayn ibn-Ishaq y sus colaboradores. (Gutas, Greek Thought, Arabic Culture, pg. 2).[44]

    El emperador Tefilo, (829-842), y el califa Al-Mmum, (813-833), tenan a bien rivalizar en el mecenazgo de las artes y la ciencia. Es memorable la pugna que ambos sostuvieron para retener cerca de s a un insigne sabio, al que se le conoce como Len el Matemtico, verdadero hombre del Renacimiento segn Lemerle, (Lemerle, Le premier humanisme byzantin, pg. 148). Haba ejercido como docente privado de ciencia en Constantinopla hacia la dcada del 830. Tefilo le nombr director de la Universidad que l mismo haba renovado con mucho inters. Con Teodora la Paflagonia cay en desgracia; aquel hombre de mente muy abierta y poco dado a misticismos simpatizaba con los iconoclastas. Volvi a la educacin pblica en el 863, hasta su muerte; aunque debi renunciar a la defensa de sus convicciones. Un ejemplo ms de la intolerancia tan propia del ser humano y sus creaciones religiosas o polticas.[45]

    Ese periodo no presenta ninguno de los rasgos cuantitativos que parece implicar la idea de renacimiento, Le Goff, Los intelectuales en la Edad Media, pg. 27. Juan Escoto Eriugena tradujo un puado de textos, en particular la famosa obra del llamado Pseudodionisio el Aeropagita, amn de los Padres griegos Gregorio de Nyssa, Gregorio de Nacianzo y Mximo el Confesor; ninguna atencin se dedic a cualquier otro de los aspectos de la cultura clsica o bizantina.[46]

    Lindberg, Los inicios de la ciencia occidental, pg. 237. [47]

    Renacimiento para una lite cerrada numricamente muy escasa destinado a dar a la monarqua clerical carolingia un pequeo semillero de administradores y de polticos. Los manuales franceses republicanos de historia se han equivocado mucho al idealizar a un Carlomagno, por lo dems analfabeto, como protector de la juventud de las escuelas y precursor de Jules Ferry, Le Goff, Los intelectuales en la Edad Media, pg. 27.[48]

    Los magnficos manuscritos de la poca son obras de lujo. El

  • tiempo que se emplea en escribirlos con una hermosa escritura la caligrafa es, ms an que la cacografa, signo de una poca inculta en la que la demanda de libros es muy pobre en adornarlos esplndidamente para el palacio o para algunos grandes personajes laicos o eclesisticos, indica que la velocidad de circulacin de los libros es nfima. Es ms an, esos libros no estn hechos para ser ledos, van a engrosar los tesoros de las iglesias o de los ricos particulares, Le Goff, Los intelectuales en la Edad Media, pg. 26.[49]

    Juan de Nicomedia, un estudioso de los antiguos poetas, se atreve a emitir incisivas crticas sobre el lenguaje bblico, al que no duda en catalogar de brbaro y confuso. No parece haber estado solo, de hecho, en los comentarios que nos han llegado de Focio, descubrimos muchas referencias a la prevalencia de una actitud crtica frente a las Sagradas Escrituras, (Mango, The Homilies ef Photius, Note on Homily IX, pg. 163).[50]

    El patriarca Focio nunca podr limpiar del todo su reputacin de filo pagano. Tal vez algunas de sus homilas, en las que se ataca a las fbulas griegas, tendrn como principal motivo intentar despejar dudas sobre su recto cristianismo en paralelo a su amor por la cultura y los libros antiguos.[51]

    Tatakis, Filosofa bizantina, pg. 28.[52]

    La Suda tal vez pueda ser fechada en el periodo del emperador Juan Tzimisces, entre el 969 y 976, y sera uno de los ms antiguos libros a los que se puede aplicar el ttulo de enciclopedia, y quiz la ms antigua enciclopedia ordenada por orden alfabtico, (Reynolds y Wilson, Copistas y Fillogos, pg. 69). [53]

    Lemerle considera que el siglo X, en el dominio del conocimiento y de la cultura, puede ser caracterizado en Bizancio por la nocin de enciclopedismo, (Lemerle, Le premier humanisme byzantin, pg. 267).[54]

    Fund una escuela de legislacin poniendo a su frente a un custodio de las leyes, pero tambin se preocup de la excelsa enseanza de la filosofa y eligi como proedro de los filsofos a un hombre que se distingua entre sus contemporneos por su saber. Anim a los jvenes al cultivo de las letras y las ciencias, facilitando su labor con profesores y recompensando sus dotes oratorias con premios imperiales. Fund tambin un departamento de derecho civil, llamando a su presidente encargado de los Juicios. En l, por una parte, los jueces de las provincias redactan las actas y, por otra, se depositan las copias de los registros para evitar toda sospecha, Ataliates, Historia, pg. 17.Constantino IX quizs no anduvo fino en asuntos prcticos de gobierno y economa pero hay que reconocer que no le faltaban ideas audaces. Adems de un cnsul de los filsofos tambin designa un guardin de las leyes cuya funcin sera la de regular los contenidos de la enseanza jurdica y fiscalizar el buen funcionamiento de los tribunales. Propuso para ese puesto a Juan el Xifilino. Pensaba que los juristas cuya trayectoria estuviera avalada por ese gran juez o consejo podran ocupar

  • la cabeza de las numerosas provincias del Imperio. Curioso proyecto civil en plena Edad Media.[55]

    El peligroso acercamiento de Italos a la filosofa de Platn, que tanto alarm al clero y autoridades, significa que aquellos textos no haba desaparecido en Bizancio y que estaban al alcance de, al menos, una minora muy significativa. Parece que por aquel tiempo se actuaba contra los que aprobaran la teora de las ideas de Platn y estudiaran la literatura pagana con otros fines que los puramente educativos, (Wilson, Fillogos bizantinos, pg.32); lo que implica que en la enseanza se toleraba y era elemento de normalidad. Es evidente que tanto textos de Aristteles como de Platn se manejaban sin complejos en Bizancio y no resulta fcil etiquetar de aristotlicos o platnicos a los pensadores bizantinos que solan mezclar los dos tradicionales sistemas filosficos. [56]

    Pedro Abelardo y San Anselmo, aparte genio, dialctica y valor literario, no rompen la lnea metafsica y radicalmente ajena al clasicismo.[57]

    Brehier, La Civilisation byzantine, pg. 399.[58]

    Ana Comneno nos ha dejado un buen resumen de su formacin, y por ende de aquella que sera general en la Constantinopla de su poca: yo Ana, hija de Alejo e Irene, vstago y producto de la prpura, que no slo no soy inculta en letras, sino incluso he estudiado la cultura griega intensamente, que no desatiendo la retrica, que he asimilado las disciplinas aristotlicas y los dilogos de Platn y he madurado en el cuadrivium de las ciencias (debo revelar que poseo esos conocimientos y no es jactancia el hecho todos los cuales me han sido concedidos por la naturaleza y el estudio de las ciencias, que Dios desde lo alto me ha regalado y las circunstancias me han aportado), Ana Comneno, Alexiada, Proemio. I. 2.[59]

    Los pensamientos de Marco Aurelio han sobrevivido gracias al ejemplar que perteneci al obispo bizantino Aretas de Cesarea, un biblifilo en la estela del patriarca Focio.[60]

    San Bernardo cr