Amores foráneos

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1 Love language by tanhildebora in photobucket.com El políglota universal Amores foráneos por: Degnis Romero Los gurús del tema afirman que no ha existido una forma más rápida y efectiva de aprender idiomas extranjeros que empatarse con alguien cuya lengua materna sea la que interesa. Se dice que ese ‘método’ tiene ventaja doble, ya que también se involucra el amor, que, como se sabe, es el idioma universal. Por tanto, se cumple la filosofía de Alberto Arvelo, con aquello de: Coplero que canta y toca/conjuntas ventajas tiene/toca cuando le da gana/y canta cuando le conviene. Además, aconsejan tener siempre presente evitar, a toda costa, relaciones sinérgicas donde el todo es mayor que la suma de las partes; o sea, donde 1+1>2, porque el tripón resultante impide seguir aplicando la eficiente metodología.

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Esto es un acopio de las opiniones de políglotas expertos en el método del idioma universal.

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Love language by tanhildebora in photobucket.com

El políglota universal

Amores foráneos por: Degnis Romero

Los gurús del tema afirman que no ha existido una

forma más rápida y efectiva de aprender idiomas extranjeros

que empatarse con alguien cuya lengua materna sea la que

interesa. Se dice que ese ‘método’ tiene ventaja doble, ya que

también se involucra el amor, que, como se sabe, es el idioma

universal. Por tanto, se cumple la filosofía de Alberto Arvelo,

con aquello de: Coplero que canta y toca/conjuntas ventajas

tiene/toca cuando le da gana/y canta cuando le conviene.

Además, aconsejan tener siempre presente evitar, a

toda costa, relaciones sinérgicas donde el todo es mayor que

la suma de las partes; o sea, donde 1+1>2, porque el tripón

resultante impide seguir aplicando la eficiente metodología.

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Los expertos en estas lides, y que han resultado

políglotas con el correr de los años, recomiendan comenzar

desde el liceo incursionando con la lengua italiana, porque se

trata de la colonia más abundante en el país y porque al

tener raíz latina se facilita el aprendizaje; además, se elimina

bien temprano tener que cargar con el estigma planteado por

el Dr. Octavio: ¡El que no habla italiano es un bárbaro!

El portugués debería figurar como segundo idioma,

ya que se adapta a las razones expuestas anteriormente. En

este caso, los conocedores sugieren búsqueda en fuentes de

soda, abastos, panaderías, etc. Si se corre con suerte, las

clases estarán aderezadas con cachitos, pastelitos, etc.

Para aprender francés hay que inscribirse en un

cursito, porque a pesar de la raíz latina no es tan obvio el

graznido (como ejemplo se puede tratar de imitar a Edith Piaff

diciendo Non, je ne regrette rien). Lo primero es saber decir: je

t’aime (yetem), y entender las posibles respuestas: moi aussi

(muaosí) = yo también, o tu es fou! (tuefú) = ¡t’as loquibambia!

El inglés es obligatorio aprenderlo. Antes era más

sencillo porque se podía viajar a Miami los fines de semana

(en tiempos del 4,30 y del ta’ barato, dame dos), meterse en

un night club de Coconut Grove, ubicarse en la barra para,

en menos de un minuto, tener al lado un excelente espécimen

de estirpe cubana, buscando conversa de carácter trilingüe.

Ahora para darse una escapadita norteña hay que

contar con Dios y su ayuda. Además, los gringos y británicos

están corríos de este país, por lo tanto ya ni siquiera se ven

los tours en las calles de Caracas pa’ echá una lenguará.

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A medida que se incursiona en otras lenguas, los

eruditos en la materia dicen que la cosa se va poniendo más y

más pelúa, porque aparecen sonidos nuevos y complicados;

pero ponen como ejemplo emblemático de la efectividad de

esta práctica el caso del personaje Danza con Lobos, del film

homónimo, donde el tipo aprende a hablar sioux en un 2x3.

Para aprender alemán, además del curso, está la

opción de visitar la Colonia Tovar los fines de semana, comer

un plato de eisbein mit sauerkraut = rodilla de cerdo con col

agria, en un restaurante típico y tratar de establecer contacto

cercano del tercer tipo con descendientes de teutones. (Por

cierto, se acaba de descubrir el ADN del cerdo. Cero política).

En el caso del árabe, toca enredarse con gente del

negocio de shawarma, de ropa, zapateros, amoladores, etc.

El chino se aprende con gente de los restaurantes,

de abastos o de tiendas diversas y cada vez más numerosas.

Para aprender japonés hay que inscribirse en un

curso y tratar de deslumbrar a quien lo dicta, porque es

difícil conseguir nativos de ese país por estos lados.

El ruso se puede aprender ligando con alguien de

origen eslavo que dicte cursos o que entrene atletas criollos

para hacer buen papel en los juegos olímpicos.

La cosa se complica con el mongol, sueco, húngaro,

etc.; ya que no hay cursos ni abunda gente de esa por aquí.

Los entendidos en esta forma de aprendizaje dicen

que el quid del asunto es el contacto físico entre las partes, o

sea, aprender por ósmosis. No sirve el satélite por aquello de

Ismael Rivera, Satélite Llamando a Control: ¡No responde!