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    Belgrano1496 Malvinas Argentinas III (X5126ACD) Crdoba - [email protected] Fax (+54) (351) 499 6697

    Coordinador H. Sergio Franco: Corporatvo (+54) (11) [email protected]

    1Por la fe abrazamos al mundo

    ANEXO I

    Hablar de la duracin de la adolescencia implica diferenciar ante todo dos trminos:adolescencia y juventud. Para muchos autores stos han sido sinnimos aunque presentan

    diferencias significativas. Un adolescente es un ser humano que pas la pubertad y que todava

    se encuentra en etapa de formacin ya sea en lo referente a su capacitacin profesional, a la

    estructuracin de su personalidad o a la identidad sexual. En cambio "joven", cuando este

    trmino se refiere al adulto joven, designa a alguien que ya ha adquirido responsabilidades y

    cierta cuota de poder, que ha madurado su personalidad y tiene establecida su identidad

    sexual, ms all de que no tenga una pareja estable o no sea totalmente autosuficiente en lo

    econmico.

    Stone y Church, definieron a la persona en crecimiento de los 13 a los 20 aos y establecan

    una diferenciacin entre el desarrollo fsico y el psicolgico: 1. adolescencia, aplicado aldesarrollo fsico, se refiere al perodo que comienza con el rpido crecimiento de la

    prepubertad y termina cuando se alcanza una plena madurez fsica; 2.en sentido psicolgico,

    es una situacin anmica, un modo de existencia, que aparece con la pubertad y tiene su final al

    alcanzar una plena madurez social.

    Esta ltima definicin trae aparejado un problema difcil de resolver si se quiere fijar una

    edad como lmite superior de la etapa: saber cundo se ha llegado a la plena madurez y an

    ms, a la madurez social. De todos modos estos autores tambin hacan referencia a los "otros",

    la sociedad que rodea al adolescente como aquella que consagra su madurez y se lo hace saber:

    "El joven se da cuenta de que lleg a la edad adulta por la conducta de los maestros, los amigos

    de la familia, los tos y tas, los empleados, y especialmente por la de los extraos tales como losmozos, los taximetristas y los peluqueros. Estas personas, menos parciales que los padres,

    reaccionan ante ciertos aspectos de su exterior y de sus maneras que son muestras de madurez."

    (El adolescente de 13 a 20 aos, pg. 7)

    Si el lmite superior de la adolescencia era definido con cierta vaguedad en los aos 60, este

    fenmeno no ha hecho ms que acentuarse en los autores posteriores. Franoise Dolto (1980)

    describe en los ltimos aos un fenmeno de posadolescencia, un alargamiento de la misma

    que no permite fijar sus lmites con mucha precisin. Para esta autora: "El estado de

    adolescencia se prolonga segn las proyecciones que los jvenes reciben de los adultos y segn lo

    que la sociedad les impone como lmites de exploracin. Los adultos estn ah para ayudar a un

    joven a entrar en las responsabilidades y a no ser lo que se llama un adolescente retrasado."(Dolto, 1990, pg. 45)

    Algo parece fallar tanto en las proyecciones de los adultos como en los lmites a la exploracin

    que se supone impone la sociedad cuando el fenmeno de posadolescencia suele detectarse en los

    consultorios de los profesionales del campo psicolgico. En la actualidad nos encontramos con

    personas que a los 30 aos no han conseguido la independencia mnima, la estabilidad afectiva e

    incluso la sensacin de tener una identidad clara por lo que suelen consultar manifestando

    conflictos claramente adolescentes.(Obiols & Di Segni Obios, 1993)

    Lo nico que puede tenerse en claro es que el lmite superior de la adolescencia, es confuso.

    As lo plantea Louise Kaplan (1991), quien comienza su libro Adolescencia. El adis a la

    infancia, con estas palabras:

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    2Por la fe abrazamos al mundo

    "Entre los momentos finales de la infancia y la futura adultez se encuentra esa poca ambigua

    de la vida que llamamos adolescencia. En contraste con la objetiva claridad de una palabra como

    'pubertad' -la condicin biolgica de haber adquirido madurez genital y la capacidad funcional

    de reproducirse- el trmino 'adolescencia' engloba todas las incertidumbres connotativas del

    crecimiento emocional y social. Hay poca discusin sobre la existencia de la pubertad. Incluso los

    expertos que cuestionan la existencia de la adolescencia concuerdan en que, por regla general, lasnias llegan a la pubertad entre los catorce y los diecisis aos y los varones entre los quince y los

    diecisiete, en ambos casos con uno o dos aos de margen. La adolescencia, en cambio, es un

    concepto ampliamente debatido. Aceptando que realmente exista -cosa que no todos admiten-

    puede tener cualquier duracin, desde una semana hasta los diez aos que abarca,

    aproximadamente, en las sociedades occidentales contemporneas.(Kaplan, 1991, pgs. 23-55)

    Sealemos que esta autora indica desde apenas una semana hasta diez aos, desde los 13 alos 23, el desarrollo de la adolescencia, sin lmites precisos. Subrayemos estos factores: falta de

    posibilidades de trabajo, formacin profesional muy larga, glorificacin de la adolescencia a

    nivel social, poca que ha dejado de ser molesta y transitoria hacia logros agradables para

    convertirse en una etapa con sus propios logros agradables que da lstima dejar. Se comprendeas por qu la adolescencia llegara a prolongarse en ese fenmeno de posadolescencia que no se

    sabe cundo termina... cerca de los 30?

    Al comienzo nos preguntbamos quines eran los adolescentes, hoy, como grupo etario, y la

    respuesta parece ser ambigua: probablemente un grupo que va desde los 12, 13 14 aos hasta

    un punto impreciso que puede llegar hasta los 18 a 23 y ms, momento en el cual consiguen

    formar parte de la sociedad adulta a travs del trabajo, de la propia madurez y del

    reconocimiento por parte de los mayores.(Obiols & Di Segni Obios, 1993)

    ANEXO II

    Tenemos una madre, atravesada por un doble dolor, la muerte de su esposo anteriormente, la

    muerte de su hijo nico ahora. Una mujer sola en el Israel de Jess, no poda solventarse, era

    probable que ella sin marido y sin su hijo varn, sin tener otros familiares que la asistan, terminara

    mendigando para poder vivir. La mujer sabe esto, por eso, la muerte de su hijo representa para ella,

    mucho ms que el dolor de la prdida, sino adems la posibilidad de seguir siendo parte de la

    sociedad, no pasar a ser marginada por su condicin de viuda sin hijos. Sin embargo, ella caminajunto a su hijo con dignidad, lo acompaa al lugar del descanso, se deja acompaar por la gente del

    lugar, y ante el encuentro con Jess, confa, lo deja hacer, lo escucha, lo contempla. Ella y los que

    van con ella, reconocen en Jess a un profeta, alguien que viene de parte de Dios.

    Tenemos un padre desesperado por la agona de su pequea hijita. Es un personaje pblico,

    tiene una misin en una sinagoga, es un referente religioso para su gente. Seguramente ya ha

    tenido algn encuentro con Jess, por eso va en su bsqueda, va a pedirle ayuda. Sabe que la

    fuerza que sale de Jess puede sanar a su hija. Esa certeza lo sostiene. Jess, se compadece de l y

    lo acompaa.

    Tenemos en ambos relatos adultos que dejan hacer a Jess, que confan, que esperan; y

    tenemos tambin otros adultos que se burlan, que no ven ms all, que hasta incluso obstaculizan

    cualquier oportunidad que se presenta.

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    3Por la fe abrazamos al mundo

    Tenemos un joven muerto, ya en el fretro, tenemos una nia agonizando al entrar en su

    adolescencia. En el tiempo de Jess, los doce aos, marcan el paso de la niez al inicio de la

    madurez. Algo en el joven y en la nia, hace que no puedan afrontar este paso. Algo los tiene sin

    fuerza, sin deseos, sin empuje algo del mundo adulto no los invita a entrar en l algo los va

    dejando dormidos, enfermos, sin vida, como muertos. Ser la sociedad opresora que los espera?

    Ser que lo que ven del mundo adulto lo que no los convoca? Ser que se les han borrado los

    sueos que los inspiren a avanzar? Ser que da miedo, vrtigo, incomodidad, ponerse de pie,

    caminar, hablar, realizar proyectos propios, asumir la vida? Hay algo del cuerpo de nios, que hay

    que soltar, hay algo del lugar de nios que hay que despedir: el lugar de hijos pequeos, la mirada

    de los adultos y la posicin que se tiene frente a ellos, tambin esto ir cambiando, se ir

    transformando pero eso necesita hacer su proceso.Y esos pasos, no se dan todos a la vez, no se

    dan de una sola vez. La vocacin humana, atraviesa ciclos, crece, se va desplegando, va emergiendo

    en la medida que le damos espacio, en la medida que nos animamos a arriesgarnos, en la medida

    que confiamos en nosotros mismos y en el mundo que nos rodea Para crecer necesitamos

    seguridad, para saber desde dnde hacerlo, y necesitamos a la vez, asumir riesgos. Es posible que,

    en stos adolescentes, no hubiera la seguridad suficiente que posibilita asumir riesgos. Haba algode la confianza que estaba obturado, que no poda desarrollarse. Era mejor:enfermar, agonizar y

    hasta morir en lugar de vivir. Estos jvenes necesitaron de la mirada de otros adultos que los

    sostengan, que los ayuden a volver a ponerse de pie, que los animen a caminar, a hablar. El

    muchacho y la nia, necesitaron ser tocados en su vulnerabilidad. Jess toc el fretro: el lugar

    donde habitaba la muerte; Jess tom de la mano a la nia para despertarla de ese sueo de las

    desesperanzas, de la rutina, del desnimo con que muchas veces los adultos enfrentamos la vida.

    Los adolescentes y jvenes de estos tiempos, necesitan ver en nosotros a personas encantadas con

    la experiencia vital, apasionadas por lo que hacemos, que hemos vivido a fondo cada etapa, y que

    ahora aunque seguimos madurando, seguimos apostando a lo mejor de nosotros asumiendo en lo

    cotidiano nuestras luces y sombras, gozando con ellas. Como adultos, custodiadores de la vida queva naciendo y creciendo, somos capaces de hacer lugar a las nuevas generaciones que nos son

    confiadas, podemos tocar, abrazar las vulnerabilidades de los adolescentes, porque tambin fueron

    las nuestras, y podemos bailar al ritmo de sus potencialidades, gozos y alegras. Hoy nos toca

    alentar la vida, posibilitando el crecimiento de otros. Nuestra garanta es que somos humanos. Lo

    que Jess hace por la nia y el joven es devolverles el deseo de vivir, de animarse, de arriesgarse,

    de volar, de saltar. Nuestra vida adulta tiene una palabra para decir a los jvenes, as como la vida

    de los adolescentes nos tiene que hablar tambin a nosotros. Es un dilogo fecundo donde

    intergeneracionalmente nos vamos acompaando unos a los otros.

    La escuela, la familia son lugares propicios para favorecer estos dilogos sin asustarnos los unos

    de los procesos de otros, sin atropellarnos, sin apurarnos unos a otros dejando que los

    adolescentes vayan desplegando lo que son y tambin nosotros continuemos hacindolo. Estemos

    atentos a darles la mano, a acercarnos a ellos y a ayudarlos a ponerse de pie, cuantas veces sea

    necesario. Seamos pacientes, acogedores, testigos de los pasos que van dando. Celebremos con

    ellos. Seamos animadores vocacionales, acompamoslos a que escuchen las llamadas que la Vida

    les vaya haciendo ya no, a nuestro ritmo y con nuestro mapas, sino abiertos a nuevas

    configuraciones y lgicas vitales, tan autnticas como las nuestras, que son las que el Espritu va

    soplando por estos tiempos de la historia.

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    4Por la fe abrazamos al mundo

    ANEXO III

    Bauman, Z. (2003). Modernidad lquida.Mxico: Fondo de Cultura Econmica.Bolton, P. A., Di Gregorio, A., & Rodrguez Mancini, S. P. (1999). Pastoral Juvenil Urbana. Cartografa de una

    experiencia.Buenos Aires: Editorial Stella.

    Braslavsky, C. (1989). La juventud Argentina, herencia del pasado y construccin del futuro. Revista de la

    CEPAL.

    Castaeira, V. (2010). Dos caras de la incertidumbre: sujetiva y social. En S. E. Rascovn, Las elecciones

    vocacionales de los jvenes escolarizados: proyectos, expectativas y obstculos (pgs. 135-167).

    Buenos Aires: Ediciones Novedades Educativas.

    Cifelli, P. (1996). Cultura Juvenil, interrogantes y pistas de aproximacin. Revista Don Orione.

    Daz, A. M. (2006). El reclamo de los sueos. Una mirada creyente sobre la vocacin humana. Buenos Aires:

    Talit Kum.

    Dolto, F. (1990). La causa de los adolescentes. Barcelona, Seix Barral, 1990, p. 45.Barcelona: Seix Barral.

    Enrique, S. J. (2010). Los jvenes y las construcciones de itinerarios vocacionales en un mundo sin amarras.

    En S. E. Rascovan, Las elecciones vocacionales de los jvenes escolarizados: proyectos, expectativas y

    obstculos(pgs. 25-52). Buenos Aires: Ediciones Novedades Educativas.

    Erikson, E. (1971). Identidad, juventud y crisis.Buenos Aires: Paids.

    Fernndez Mojun, O. (1974).Abordaje terico y clnico de adolescente.Buenos Aires: Nueva Visin.

    Geertz, C. (1996). Los usos de la diversidad.Buenos Aires: Ediciones Paids.

    Kaplan, L. (1991).Adolescenca. El adis a la infancia.Buenos Aires: 1991.

    Lipovestky, G. (1986). La era del vaco.Barcelona: Anagrama.

    Lipovetsky, G. (1994). El crepsculo del deber.Barcelona: Anagrama.

    Lipovetsky, G. (2006). Los tiempos hipermodernos.Barcelona: Anagrama.

    Obiols, G., & Di Segni Obios, S. (1993).Adolescencia, Posmodernidad y Escuela Secundaria.Buenos Aires:

    Kapeluz.

    Rascovan, S. (2012). Los jvenes y el futuro, programa de orientacin para la transicin al mundo adulto.

    Buenos Aires: Ediciones Novedades Educativas.

    Reguillo, R. (2000). Las culturas juveniles: un campo de estudio, breve agenda para la discusin. En G. M.

    Carrasco, & G. Medina, Aproximaciones a la diversidad juvenil. Mxico: Centro de Estudios

    Sociolgicos.Rodrguez Mancini, S. P., Castagnola, J. H., & Cesca, P. (2000). Levantar seales de esperanza II. Ideas para la

    construccin del proyecto curricular de una escuela en pastoral(Vol. 7). Buenos Aires: Editorial Stella.

    Stone, L. J., & Church, J. (s.f.). El adolescente de 13 a 20 aos.Buenos Aires: Paids.

    Tams, E. (2014). Lipovetsky: del vaco a la hipermodernidad. Tiempo Caritide, 47-51.

    Urresti, M. (2000). Cambios de escenarios sociales, experiencia juvenil urbana y escuela. En E. Tenti Fanfani,

    Una escuela para los adolescentes(pg. 11 y ss). Buenos Aires: UNICEF - Lossada.

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