Breve Exposición Sobre El Concepto de Lucha de Clases

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1 Realizado por: Juan Diego Pulido G. Marco teórico: Breve exposición sobre el concepto de lucha de clases sustraído de los manuscritos económicos-filosóficos 1884. Una postura que Marx nos deja es la de determinar la relación sujeto-objeto, conciencia- mundo, es decir, la relación que ejerce el ser social sobre nuestras conciencias, así: “no es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social lo que determina su conciencia (Marx, 1989). Desde las posturas del materialismo dialéctico se ve el entramado social como una conexión de sistemas que determinan y regulan el comportamiento y la visión de mundo del humano, estos sistemas que se traducen en familia, trabajo, educación, etc. Están estrechamente determinados por la forma de organización económica; la forma de organización económica está vinculada a la legislación política y la legislación política es la que regula el comportamiento humano; desde la legislación política se inicia la represión de impulsos, y en la familia es donde se reproducen estos modos políticos y donde se inicia la represión y educación de instintos. Desde la postura que adopta Marx en sus manuscritos económicos-filosóficos se nota la relación al sistema filosófico hegeliano; como se decía líneas atrás, esta unidad didáctica resalta el hecho de la división de clases y las implicaciones que esta división tiene en la actualidad. Retomando, la postura de Marx está estrechamente relacionada con la de Hegel, así, cuando Hegel nos dice que el siervo por temor al señor no deja de ser más que la mediación de la cosa para el señor, pues el señor es para sí y el siervo es autoconciencia en tanto que se reconoce negativamente en el señor (Hegel, Fenomenología del espíritu, 1997), se puede traducir desde Marx en, el capitalista que posee los medios de producción de la vida y del obrero que por temor a perder su trabajo se regala al opresor, y que al sentirse como el no poseedor de los medios de producción (aquí aparece la negatividad) es el obrero autoconsciente, aunque enajenado, de su rol de trabajador. Lo primero será hacer una breve exposición de los planteamientos más significativos para el desarrollo de la unidad didáctica (es decir, una acercamiento general, pero concreto, de los manuscritos de Marx) y así poderlos relacionar con el objetivo de la misma, pues, se necesita mostrar las conexiones más relevantes para poder llegar a la lucha de clases. Cuando Marx, en los manuscritos, habla acerca de la renta de la tierra, es notorio que el poseedor de la tierra y el que la trabaja tienen una separación abismal entre la manutención de su existencia; por un lado, el poseedor de la tierra es simplemente eso, poseedor, mientras que el que la labra es también eso, labrador; aparece la división entre, lo que hace el terrateniente con la tierra (que sería tener las escrituras de los terrenos) y su ganancia por dicha acción, y lo que hacen los(as) trabajadores(as) (que es transformar la materia prima de dicho terreno) y su ganancia, además, se suma que, los labradores no son los arrendatarios de estos terrenos, sino, son contratados por los arrendatarios, entonces, el terrateniente posee la tierra, el arrendatario (o colono) un capital para adquirir este terreno y el labrador (u obrero) su fuerza de trabajo. Ciertamente el poseedor de dicha propiedad privada posee la mayor cantidad de ganancia, pues en últimas, la ganancia de una tierra equivale a la fuerza de trabajo acumulada, sin duda alguna es el capital fuerza de trabajo acumulada, así, quien posee más fuerza de trabajo acumulada, posera más capital. El que posee la tierra no invierte la misma fuerza de trabajo que el que ara el campo, puesto que, simplemente vive de la renta de esta tierra, es decir, por poseer la tierra y esperar por su

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Realizado por: Juan Diego Pulido G. Marco teórico: Breve exposición sobre el concepto de lucha de clases sustraído de los manuscritos económicos-filosóficos 1884. Una postura que Marx nos deja es la de determinar la relación sujeto-objeto, conciencia-mundo, es decir, la relación que ejerce el ser social sobre nuestras conciencias, así: “no es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social lo que determina su conciencia (Marx, 1989). Desde las posturas del materialismo dialéctico se ve el entramado social como una conexión de sistemas que determinan y regulan el comportamiento y la visión de mundo del humano, estos sistemas que se traducen en familia, trabajo, educación, etc. Están estrechamente determinados por la forma de organización económica; la forma de organización económica está vinculada a la legislación política y la legislación política es la que regula el comportamiento humano; desde la legislación política se inicia la represión de impulsos, y en la familia es donde se reproducen estos modos políticos y donde se inicia la represión y educación de instintos. Desde la postura que adopta Marx en sus manuscritos económicos-filosóficos se nota la relación al sistema filosófico hegeliano; como se decía líneas atrás, esta unidad didáctica resalta el hecho de la división de clases y las implicaciones que esta división tiene en la actualidad. Retomando, la postura de Marx está estrechamente relacionada con la de Hegel, así, cuando Hegel nos dice que el siervo por temor al señor no deja de ser más que la mediación de la cosa para el señor, pues el señor es para sí y el siervo es autoconciencia en tanto que se reconoce negativamente en el señor (Hegel, Fenomenología del espíritu, 1997), se puede traducir desde Marx en, el capitalista que posee los medios de producción de la vida y del obrero que por temor a perder su trabajo se regala al opresor, y que al sentirse como el no poseedor de los medios de producción (aquí aparece la negatividad) es el obrero autoconsciente, aunque enajenado, de su rol de trabajador. Lo primero será hacer una breve exposición de los planteamientos más significativos para el desarrollo de la unidad didáctica (es decir, una acercamiento general, pero concreto, de los manuscritos de Marx) y así poderlos relacionar con el objetivo de la misma, pues, se necesita mostrar las conexiones más relevantes para poder llegar a la lucha de clases. Cuando Marx, en los manuscritos, habla acerca de la renta de la tierra, es notorio que el poseedor de la tierra y el que la trabaja tienen una separación abismal entre la manutención de su existencia; por un lado, el poseedor de la tierra es simplemente eso, poseedor, mientras que el que la labra es también eso, labrador; aparece la división entre, lo que hace el terrateniente con la tierra (que sería tener las escrituras de los terrenos) y su ganancia por dicha acción, y lo que hacen los(as) trabajadores(as) (que es transformar la materia prima de dicho terreno) y su ganancia, además, se suma que, los labradores no son los arrendatarios de estos terrenos, sino, son contratados por los arrendatarios, entonces, el terrateniente posee la tierra, el arrendatario (o colono) un capital para adquirir este terreno y el labrador (u obrero) su fuerza de trabajo. Ciertamente el poseedor de dicha propiedad privada posee la mayor cantidad de ganancia, pues en últimas, la ganancia de una tierra equivale a la fuerza de trabajo acumulada, sin duda alguna es el capital fuerza de trabajo acumulada, así, quien posee más fuerza de trabajo acumulada, posera más capital. El que posee la tierra no invierte la misma fuerza de trabajo que el que ara el campo, puesto que, simplemente vive de la renta de esta tierra, es decir, por poseer la tierra y esperar por su

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renta, gana más que el que vive en arriendo. Ésta es una forma neo-medieval de transformación de la tierra, aquí no hay esclavismo como tal, como se ve en el feudalismo, pero sí una explotación –disimulada- del que trabaja la tierra. Marx pone de manifiesto cómo un terrateniente gana de una cuantiosa parte de tierra sin tan siquiera tocarla, pues, la alquila por grandes sumas de capital; estos terrenos, en su mayoría, dan beneficios de tipo natural en donde el humano no tiene ninguna intervención, mejor dicho, lo que ofrece la tierra en su manera primaria no se da por obra humana, después de empezar a ser transformada esta materia prima, y sumando a esto las condiciones climáticas y la forma y los productos explotados en dichas tierras, sí se genera un cambio, pero antes no. Se puede ejemplificar cómo un terrateniente gana de su renta así: los terratenientes dan, digamos, en alquiler un terreno el cual consideran inservible y donde se supone que la mano del humano no podrá dar “frutos”, pero, por accidente o por investigaciones, hallan un pozo de petróleo, algún mineral o algún otro “producto” de gran demanda (dados naturalmente); estos hallazgos harán que el valor de renta incremente y en consecuencia el arrendatario tendrá que invertir capital en las tierras alquiladas sin que el terrateniente invierta capital propio, lo que originará un pago aún mayor por el uso de la tierra, a esto se dice: “En consecuencia, la renta de la tierra, considerada como un precio que se paga por su uso, es naturalmente un precio de monopolio. No guarda proporción con las mejoras que el propietario pudiera haber hecho en ella o con aquello que ha de tomar para no perder, sino más bien con lo que el arrendatario puede, de alguna forma, dar sin perder (Smith, t. I, pág.. 302), (como se cita en (Marx, pág. 23)). Los terratenientes consiguen su capital de una manera más sencilla, pues, el valor de la renta de la tierra se da según la producción ya sea natural y/o artificial que se dé en ésta. El terrateniente al dar en renta -las que él considera- sus tierras, siempre hará un trato en donde el mayor beneficio sea para él y en donde se dé un punto límite de desarrollo de dicha tierra; es cierto que el colono puede desarrollar un gran capital a expensas de la tierra usada, pero, es el terrateniente el que recibe mayor ganancia, porque el colono está invirtiendo, a su vez, capital para la manutención de la tierra y sólo puede sacar ganancias hasta donde lo estipule el contrato, entonces, el colono devolverá la tierra con mayor valor, y tendrá que conseguir otro terrateniente que le alquile otra tierra, mientras la tierra anterior con mayor valor será siempre del terrateniente, que sin mayor esfuerzo ha logrado incrementar sus ganancias y el valor de “sus predios” Ahora bien, dadas las condiciones de necesidad de alimentarse del humano, se crea la producción del alimento, en donde la producción del alimento compra o dispone de una cantidad mayor o menor de trabajo. El humano está dispuesto a hacer lo que sea por alimentarse; en una tierra determinada, generalmente, se da más alimento del que ésta pueda dar, puesto que, es necesario que se dé un excedente, el cual, evidentemente, no se repartirá de una manera ecuánime, ni equitativa, sino que, este excedente será parte de la renta dada por el colono al terrateniente, a esto se dice que: “No solamente es el alimento el origen primero de la renta, sino que si otra porción del producto de la tierra viniera, en lo sucesivo a producir una renta, este incremento de valor de la renta derivaría del acrecentamiento de capacidad para producir alimentos que ha alcanzado el trabajo mediante el cultivo y las mejoras hechas en las tierra (Smith, t. I, pág. 345). El alimento de los hombres alcanza siempre para el pago de la renta (t. I, pág. 337). Los países se pueblan no de una manera proporcional al número de habitantes que pueden vestir y alojar

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con sus producciones, sino en proporción al número de los que puedan alimentar (Smith, t, I, pág... 342)” (como se cita en (Marx, pág. 25)” El terrateniente, aparte de conseguir ganancias de una tierra robada, también recibe ganancias de la sociedad en la que “sus tierras” se encuentran; al incrementar la población, también se incrementa la demanda de productos, y en una tierra donde haya comida, y su demanda se incremente por el crecimiento de la población, también se incrementará el precio de la renta, pues a mayor venta del producto que se dé en dicha tierra, mayor renta, lo que significa, a mayor demanda, menores son los costos del producto vendido, pero es mayor la renta de la tierra. Sabiendo pues que, el terrateniente consigue ganancias del trabajo ajeno, y de los desarrollos de la sociedad, Marx considera que es una estupidez pensar que el terrateniente esté interesado por el bienestar de una sociedad, pues, el crecimiento de la población de una sociedad es para el terrateniente, nada más que, el incremento de sus arcas, y el incremento de desigualdad, esclavitud y pobreza de dicha sociedad. Esta visión de incremento de riquezas del terrateniente es similar a la competencia de capitalista pequeña-capitalista grande, en donde el capitalista pequeño, o bien, se ve forzado a reducir costos de venta e incrementar costos de compra, y caer en la ruina, o sucumbir ante la presión del capital grande y ceder su capital y convertirse en uno más de la clase obrera. Es por esto que, cada terrateniente tiene un interés particular, que sería el de crear un monopolio en donde el más fuerte (el de mayor tierra, capital) sea el dueño, por decirlo así, de un todo (que hace referencia a los productos demandados por la sociedad). El incremento de riquezas del terrateniente se debe a la producción de sus tierras, lo que significa que entre más fructíferas sean éstas, mayor tendencia tendrán al aumento de su terreno, este aumento de la tierra crea la competencia entre grandes tierras y pequeñas tierras, esta disputa como se mencionaba anteriormente hace que los terrenos pequeños queden supeditados a los grandes, esto quiere decir que, para poder crear un gran latifundio es necesario saber venderse mejor, saber explotar lo que se tiene, crear mayor demanda, (dependiendo de las necesidades de la sociedad) saber reducir costos, y poder explotar mejor sin riesgo de perdidas, crecer de manera avasalladora, consumirse todo rival que por el camino aparezca, robar la mejor tierra, la más fértil, la que cree mayor ganancia, pues la tierra que genera mayor capital hará que todas las demás se subyuguen a sus precios, es decir, poseer la mayor cantidad de propiedad privada. La renta de la tierra también depende de la tasa corriente de interés, es decir: “Si la renta de la tierra descendiera muy por debajo del interés del dinero nadie compraría más fincas rústicas y éstas registrarían muy pronto un descenso en su precio corriente. Por el contrario, si la renta de la tierra excediese con mucho de la tasa del interés, todo el mundo compraría fincas y esto restauraría igualmente con rapidez su precio corriente» (t. II, Págs. 367—368). De esta relación de la renta de la tierra con el interés del dinero se desprende que las rentas han de descender cada vez más, de forma que, por último, sólo los más ricos puedan vivir de ellas. Por consiguiente, competencia cada vez mayor entre los terratenientes que no arrienden sus tierras. Ruina de una parte de ellos, reiterada acumulación del gran latifundio” (Marx, pág. 28)” Marx dice que tal competencia hace que gran parte de la propiedad territorial caiga en manos del capitalista, convirtiendo, así, al terrateniente en un capitalista más, en donde la tierra ya hace parte de un comercio, un uso, reduciendo de tres a dos las clases de población, obrero y capitalista. En la comercialización de la propiedad privada de la tierra se ve la manera feudal

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en la que éstas son administradas, en donde el señor feudal es dueño de una porción de tierra, y donde todo lo que ésta contenga hace parte del dueño de las mismas, ya sean trabajadores, colonos, etc.… el terrateniente ve, nada más, en la tierra una manera de poder expandirse, de controlar, de hacerse sentir indispensable, pues, si él no rentara sus tierras no las podrían laborar y no se podría entonces suplir las demandas de una sociedad. Cuando la propiedad privada –territorial- entra en ese juego del monopolio, de la industrialización, crea en la clase obrera un sentido de desligamiento entre sí, de separación, se cambia la esclavitud del humano entre humano para bien de iglesias y/o aristócratas, a la esclavitud –explotación- de humano entre humano para adquisición de capital con beneficios particulares; ahora no son unos los esclavos, sino todos, pero con la diferencia que unos son esclavos por el deseo de poder, y los otros son esclavos por la creación de una forma alienada de ver la existencia, se supone que la vida es para el consumo constante de mercancías, sin importar si son de uso vital o mero lujo. En el sistema capitalista se re-ordenan las necesidades básicas del humano, se le sumerge en una vida vana, vacía, se le convierte en mecanismo, se ve reflejada la concepción darwinista en donde el más fuerte prevalece sobre el más débil; así, en la producción en cadena y en masa somos meras piezas de un engranaje y podemos ser reemplazados, siempre y cuando la nueva pieza esté dispuesta a regalar parte de su fuerza de trabajo; aparece la lucha del dominante (capitalista) y el dominado (clase obrera); se reduce a la clase obrera al vivir por un sueldo, pero no cualquier sueldo, sino el sueldo mínimo que se pueda dar para poder tener a estos apenas vivos, se crea el fetiche capitalista de adquisición, se crean brechas entre las personas para poder crear individuos sin ánimo de unión y de cambio y así poder seguir el circulo del capital y el aumento en la adquisición de bienes. Sabiendo, pues, cómo la propiedad privada –en el capitalismo- y el monopolio reducen al obrero a un estado de mercancía, Marx muestra las fallas de la economía política para auto-sustentarse, pues dice que, parte de leyes que no entienden, de supuestos como el de la propiedad privada, que no son explicados de manera clara. Marx propone una tarea diciendo que: “Nuestra tarea es ahora, por tanto, la de comprender la conexión esencial entre la propiedad privada, la codicia, la separación de trabajo, capital y tierra, la de intercambio y competencia, valor y desvalorización del hombre; monopolio y competencia; tenemos que comprender la conexión de toda esta enajenación con el sistema monetario” (Marx, pág. 32) Marx parte de un hecho económico, dado en su época y aún en ésta, mostrando que el capital se da para que unos pocos tengan un número exagerado de éste y haya más con menos. Es por esto que entre más produzca el obrero, menos tiene éste tal producto, el trabajo crea en el obrero un aparte de lo que éste produce, se cosifica el objeto en producción, y cuanto mayor es el volumen de producción mayor es el nivel de mercancía del obrero, en consecuencia, el producto hecho es la objetivación del trabajo, esta objetivación subyuga al obrero a una necesidad del producto dado, este producto que entre más se produzca, más lejano lo ve el productor (obrero), y más lo subyuga a éste, es el capital. Tal objetivación del trabajo crea en el trabajador un ser ajeno no sólo al producto creado, sino a él mismo, crea un ser dado para la producción y cosificación del mundo sensible, en donde entre más se apropia éste del mundo sensible, más lo entrelaza con la necesidad de producción y cosificación, pues, este pensar dice que “sólo en cuanto trabajador puede mantenerse como sujeto físico y que sólo como sujeto físico es ya trabajador" (Marx, pág. 33)

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Son las leyes económicas las que crean en el trabajador ese ser enajenado, en donde el producto hecho se da para que el trabajador esté más lejano a él. Marx dice, entonces, que el trabajo enajenado consiste en la negación de uno mismo, en el hacer algo que no es para mí, en suplir la necesidad del otro: “Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de auto-sacrificio, de ascetismo. En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a sí mismo, sino a otro. Así como en la religión la actividad propia de la fantasía humana, de la mente y del corazón humano, actúa sobre el individuo independientemente de él, es decir, como una actividad extraña, divina o diabólica, así también la actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo. (Marx, pág. 34)” Esta enajenación del trabajo convierte el mundo sensible en un algo ajeno al trabajador, reacio a él, se pierde la relación de humano y mundo sensible, se le convierte en una partícula aislada y se le hace olvidar su carácter genérico y de unión con el mundo (que no es una creación de su conciencia, sino algo exterior); se le presenta un mundo en donde la conservación física sólo es lograda mediante la individualización y la negación de la potencia del espíritu creador y el trabajo para otro. Quien goza del trabajo ajeno es el capitalista y posee para sí el producto de la producción, el trabajador enajenado siempre trabaja para otro.. El trabajador hace para otro y en función de otro, pues no posee los medios para poder subsistir, sólo posee fuerza de trabajo para intercambiar por dinero. Este trabajo enajenado, que crea un ser ajeno a sí mismo y al mundo sensible, da la relación de un humano que produce algo ajeno para sí, está relación tiene como consecuencia la aparición de la propiedad privada. Cuando aparece la propiedad privada, dada por la enajenación del trabajo aparece el salario, que sería entonces lo mismo que una propiedad privada es por eso que “El salario es una consecuencia inmediata del trabajo enajenado y el trabajo enajenado es la causa inmediata de la propiedad privada. Al desaparecer un término debe también, por esto, desaparecer el otro.” (Marx, pág. 39). El trabajo enajenado, y cualquier tipo de producción, siempre supone la división del trabajo, pues en el trabajo se supone siempre una división entre el trabajo intelectual y el trabajo físico, en sólo ese hecho ya hay división del trabajo, además se suma a esto que, la producción rural y urbana se separan y se hacen ver como no conectadas entre sí.

Bibliografía

Hegel, W. F. (1997). Fenomenología del espíritu. Bogotá: Fondo de cultura económica.

Marx, K. (1989). Contribución a la crítica de la economía política. México: Editorial progreso.

Marx, K. (s.f.). Manuscritos económico-filosóficos de 1884. Recuperado el 4 de Junio de 2012,

de http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/44mp/