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15/5/2014 café de las ciudades http://www.cafedelasciudades.com.ar/politica_64_1.htm 1/14 conocimiento, reflexiones y miradas sobre la ciudad r e v i s t a d i g i t a l aparece el primer lunes de cada mes AÑO 7 - NUMERO 64 - Febrero 2008 Política AMBA Mar del Plata Poemas Beyoglu Granada Concurso mensajes café corto > EDICIONES ANTERIORES Buscar Todos Autor Sección Título Subtítulo Ciudad Número Revista 63 Buscar > SUMARIO Política de las ciudades I La izquierda errante en busca de la ciudad futura Un lugar de encuentros múltiples entre gentes diferentes I Por Jordi Borja N. de la R.: Esta nota reproduce el texto elaborado por el autor para NOU CICLE , diciembre de 2007 1. Izquierda y ciudad. Solo encontramos si sabemos lo que buscamos. Un principio epistemológico elemental. O no tanto. Bachelard nos dice que investigar es buscar lo que está escondido, pero mientras lo buscamos difícilmente podemos precisar de qué se trata. Para algunos que nos ocupamos de la ciudad lo que nos atrae especialmente de ésta es que es el lugar de la libertad y de la aventura posibles de cada uno, la multiplicación de los encuentros Página de Inicio Política de las ciudades (II) Buscando "la brújula dorada" en el AMBA Apuntes apresurados sobre el paisaje metropolitano post-electoral en Buenos Aires I Por Artemio Pedro Abba Pareciera que aquí en el AMBA, esa "materia oscura" de la política nacional, los tiempos están cambiados y la discusión de las políticas metropolitanas, que no se profundizó en la previa lucha electoral, entorpece ahora, llegada la etapa de la gestión, cuando se deben buscar puntos en común (que los hay, y muchos) la tarea de gobernar un territorio complejo y en crisis como el del área metropolitana de Buenos Aires. En un clima de desconfianzas recíprocas entre los actores institucionales involucrados, ya una vez asumidas las nuevas autoridades, la mención de las prioridades metropolitanas parece ser una sucesión de "aprietes" mutuos entre los funcionarios porteños y bonaerenses. Planes de las ciudades Mar del Plata, entre la ciudad real y la ciudad ideal Acerca del Plan Estratégico I Por Mirta S. González y Alberto R. Villavicencio No podemos seguir razonando a partir de un simple rechazo a las posibilidades de la iniciativa local, pero tampoco partir de una aceptación ingenua de sus virtudes. Lo local no es un concepto que se encuentra definido de antemano, debe ser construido. Se trata de un proyecto colectivo, donde según qué mecanismos de concertación, negociación y/o cooperación se den, se podrá aseverar si dicho proyecto es incluyente o excluyente. Elaborar un "Plan Estratégico" no es ni más ni menos que definir qué ciudad queremos. ¿Se

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    conocimiento, reflexionesy miradas sobre la ciudad

    r e v i s t a d i g i t a laparece el primer lunes de cada mes

    AO 7 - NUMERO 64 - Febrero 2008

    Poltica AMBAMar delPlata

    Poemas Beyoglu Granada

    Concursomensajescafcorto

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    Todos Autor Seccin

    Ttulo Subttulo Ciudad

    Nmero Revista 63 Buscar

    > SUMARIO

    Poltica de las ciudades I

    La izquierda errante en busca de la ciudad futura

    Un lugar de encuentros mltiples entre gentes diferentes I Por Jordi Borja

    N. de la R.: Esta nota reproduce el texto elaborado por el autor paraNOU CICLE, diciembre de 2007

    1. Izquierda y ciudad.

    Solo encontramos si sabemos lo que buscamos. Un principioepistemolgico elemental. O no tanto. Bachelard nos dice queinvestigar es buscar lo que est escondido, pero mientras lo

    buscamos difcilmente podemos precisar de qu se trata. Paraalgunos que nos ocupamos de la ciudad lo que nos atraeespecialmente de sta es que es el lugar de la libertad y de laaventura posibles de cada uno, la multiplicacin de los encuentros

    Pgina de Inicio

    Poltica de las ciudades (II)

    Buscando "la brjula dorada" enel AMBA

    Apuntes apresurados sobre el paisajemetropolitano post-electoral en BuenosAires I Por Artemio Pedro Abba

    Pareciera que aqu en el AMBA, esa"materia oscura" de la poltica nacional, lostiempos estn cambiados y la discusin delas polticas metropolitanas, que no seprofundiz en la previa lucha electoral,entorpece ahora, llegada la etapa de lagestin, cuando se deben buscar puntos encomn (que los hay, y muchos) la tarea degobernar un territorio complejo y en crisiscomo el del rea metropolitana de BuenosAires. En un clima de desconfianzasrecprocas entre los actores institucionalesinvolucrados, ya una vez asumidas lasnuevas autoridades, la mencin de lasprioridades metropolitanas parece ser unasucesin de "aprietes" mutuos entre losfuncionarios porteos y bonaerenses.

    Planes de las ciudades

    Mar del Plata, entre la ciudad realy la ciudad ideal

    Acerca del Plan Estratgico I Por Mirta S.Gonzlez y Alberto R. Villavicencio

    No podemos seguir razonando a partir deun simple rechazo a las posibilidades de lainiciativa local, pero tampoco partir de unaaceptacin ingenua de sus virtudes. Lolocal no es un concepto que se encuentradefinido de antemano, debe serconstruido. Se trata de un proyecto

    colectivo, donde segn qu mecanismos deconcertacin, negociacin y/o cooperacinse den, se podr aseverar si dicho proyectoes incluyente o excluyente. Elaborar un"Plan Estratgico" no es ni ms ni menosque definir qu ciudad queremos. Se

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    imprevistos, de los azares insospechados. La ciudad puedesorprendernos en cada esquina (Breton) y all queremos vivir "per si hiha una gesta" (Salvat Papasseit). La ciudad es vivencia personal yaccin colectiva a la vez. Sus plazas y calles y sus edificiosemblemticos son el lugar donde la historia se hace, el muro deBerln, la plaza Wenceslas de Praga, el Zcalo mexicano, la plazaTienanmen Y si miramos a un pasado ms lejano, el palacio dePetrogrado y las escaleras del Potemkine o la Bastille y el saln delJeu de Paume junto a la Concorde del Paris revolucionario.Precisamente en este saln se proclamaron Les droits de lhomme:"los hombres nacen y se desarrollan libres e iguales". El mitooriginario de la ciudad es la Torre de Babel, gentes distintas peroiguales, juntas construyendo su "ciudad" como desafo al poder de losdioses, como afirmacin de independencia. Ciudadanos son los queconviven, libres e iguales, en un territorio dotado de identidad yque se autogobierna.

    A una pregunta televisiva, imprevista y en directo sobre como definirael "socialismo" Mitterrand respondi escuetamente: "es la justicia, esla ciudad". La ciudad, pues, es una metfora de la izquierda en sudoble dimensin individual y social, lrica y pica. La ciudad es cliday es el contrapeso a la democracia que es frgida (Dahrendorf). Laciudad, como el socialismo, tiene por vocacin maximizar la libertadindividual en un marco de vida colectiva que minimice lasdesigualdades. La ciudad humaniza el ideal socialista abstracto,introduce el placer de los sentidos a la racionalidad sistemtica, losdeseos ntimos de cada uno modulan los proyectos colectivos. En laciudad el hroe es el personaje de Chandler: duro y tierno: "si no fueraduro, seora, no estara vivo, y si no pudiera ser tierno no mereceraestarlo".

    La ciudad como metfora de la izquierda nos interesa especialmentepues permite enfatizar algo que es comn o necesario a ambas: ladimensin sentimental y sensual, cordial y amorosa,individualizadora y cooperativa, plural y homogeneizadora,protectora y securizante, incierta y sorprendente, transgresora ymisteriosa. Y tambin porque vivimos una poca en que no es casualque ciudad e izquierda se nos pierdan a la vez, parece como si sedisolvieran en el espacio pblico, en sentido fsico y poltico. Si laciudad es el mbito generador de la innovacin y del cambio, es enconsecuencia el humus en el que la izquierda vive y se desarrolla, entanto que fuerza con vocacin de crear futuros posibles y de promoveracciones presentes. La ciudad es a la vez pasado, presente y futurode la izquierda. Y no tener un proyecto y una accin constante deconstruccin de la ciudad, que se nos hace y se nos deshace cadada, es un lento suicidio.

    que definir qu ciudad queremos. Sequiere hacer de la ciudad un espacio derelacin y convivencia, o un espaciocompetitivo donde el ideal es la ciudad-empresa, donde el tiempo de la vida cedepaso al tiempo vaco del capital.

    La mirada del flneur (I)

    Rudimentos de urbanismouniversal

    Cuando Pericles habla a Atenas I PorMateo Rello

    Aqu en la habitacin, de noche, a oscuras,La ciudad toda es un zumbido lejano,Gigantesca dinamo maternal que nosguarda,Que nos mece con la calma de unmecanismo nocturno.Cruzan por el silencio escasos coches; surumor nos llegaSorprendentemente parecido al de olasaisladas al romper en la playa.La ciudad es un zumbido lejano,Todo lo que se oye acompasa con suplcida monotona.Tal vez as, tal cual ahora es y de unapieza,Emergi, chorreante y rotunda, de losabismos perturbados slo por el ondear delas algas y la navegacin lenta ymayesttica de las grandes bestias.Al aire qued expuesta, tal como la ves,para que furamos llegando.

    La mirada del flneur (II)

    Beyond Beyoglu

    Tajos, cuestas y contrafrentes I PorCarmelo Ricot

    Un cartel en un callejn anunciaba uncontrol policial y un agente custodiaba laentrada con un detector de metales. Unpatio detrs de una puerta a la calleestaba rodeado de mingitorios; el cobradoresperaba sentado detrs de una mesa enla vereda. Cruzando la avenida que lleva aTaksim ("es como el Zcalo", me dijo, "allpasa todo", ignorando u omitiendo lasobvias diferencias de calidad del espacio)entramos a un barrio de kurdos y gitanos.Las ropas se tendan de fachada a fachaday las peluqueras estaban llenas, en unade ellas vimos un nio de 11 o 12 aosque atenda a un cliente. La diferenciaevidente con el barrio comercial me dioalgo de vrtigo, pensando en la granextensin de ciudad que no conocamos niconoceramos, ms all de las tres plateasmontaosas mirndose a si mismas pordonde habamos pasado esos das.

    Tendencias

    La Alhambra, Granada: mala

    trampa al pasar a las Alcazabas

    Y otros apuntes andaluces y pan-europeos, incluyendo algunasconsideraciones sobre el fascismoaeroportuario y locutorio I Por CarmeloRicot

    Dej asentada mi queja en la (por cierto,lejana y escondida) oficina de reclamos

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    2. La disolucin paralela de la ciudad y de la izquierda.

    La revolucin urbana que vivimos es una de las principalesexpresiones de nuestra poca. No nos extenderemos sobre unatemtica ampliamente tratada, incluso por el autor de esta nota (Laciudad conquistada, Jordi Borja, Alianza Editorial 2003, y lapublicacin del MACBA-UAB 2005 Capital financiero, propiedadinmobiliaria y cultura, con textos de David Harvey y Neil Smith y unaintroduccin de Jordi Borja titulada Revolucin y contrarrevolucin enla ciudad global.). Las nuevas regiones metropolitanas cuestionannuestra idea de ciudad: son vastos territorios de urbanizacindiscontinua, fragmentada en unos casos, difusa en otros, sin lmitesprecisos, con escasos referentes fsicos y simblicos que marquen elterritorio, de espacios pblicos pobres y sometidos a potentesdinmicas privatizadoras, caracterizada por la segregacin social y laespecializacin funcional a gran escala y por centralidades"gentrificadas" (clasistas) o "museificadas", convertidas en parquestemticos o estratificadas por las ofertas de consumo. Esta ciudad, o"no ciudad" (como dira Marc Aug) es a la vez expresin yreproduccin de una sociedad a la vez heterognea ycompartimentada (o "ghettizada"), es decir mal cohesionada. Laspromesas que conlleva la revolucin urbana, la maximizacin de laautonoma individual especialmente, estn solamente al alcance deuna minora. La multiplicacin de las ofertas de trabajo, residencia,cultura, formacin, ocio, etc., requieren un relativo alto nivel deingresos y de informacin, as como disponer de un efectivoderecho a la movilidad y a la insercin en redes telemticas. Lasrelaciones sociales para una minora se extienden y son menosdependientes del trabajo y de la residencia, pero para una mayora sehan empobrecido, debido a la precarizacin del trabajo y el tiempogastado en la movilidad cotidiana.

    Esta nueva sociedad urbana no est estructurada en grandes grupossociales como los que caracterizaban la sociedad industrial. Es unasociedad individualizada, segmentada, fracturada entre los quetemen perder sus rentas de posicin, mediocres privilegios yseguridades vulnerables y los que viven en precario, en sustrabajos y en sus derechos, sin otro horizonte vital que el de la

    incertidumbre, sin otra garanta que la de no poder alcanzar el nivel desus expectativas. Es una sociedad que necesita del Estado delbienestar, pero precisamente ste no llega, o no lo suficiente, a losque ms lo necesitan. El muy loable propsito de defender el Estadodel bienestar como "nuestro Estado de derecho" (La izquierda sincrisis, Jos M Ridao, El Pas, 25/11/2007) olvida que este programano garantiza el "bienestar", por insuficiente o inadaptado a lasnecesidades de hoy, a gran parte de los que ms lo necesitan: los"mileuristas" y los desocupados, los jvenes que no pueden acceder ala vivienda y los inmigrantes sin derechos reconocidos, los fracasadosde la escuela y los excluidos por la fractura digital. Y los que viven enel crculo vicioso de la marginacin, en urbanizaciones perifricas

    lejana y escondida) oficina de reclamos(aun no tengo respuesta) y me fui,procurando que la indignacin por laarbitrariedad y la ineficiencia del Patronatono alteraran mi satisfaccin por lo muchode bueno, de bello y de sensual conocidodurante el da. En charlas posteriores conamigos y conocidos, comprob que no fuiel nico visitante timado por el Patronato yque la mayora de los que van a laAlhambra salen de ella con alguna afrentasimilar (un uruguayo me cont incluso queen los 80 la entrada al conjunto eragratuita y que, durante un curso realizadoen Granada, era el lugar que elega con suspaisanos para ir a tomar unos mates...).

    Concurso de caf de las ciudades

    Buenas y Malas PrcticasUrbanas 2004-2007

    Bernasconi - Torres del Parque -Kavanagh - Torre Galicia - Splits - GnovaModerna - MTL - Torre Grand Bourg -Showcenter - Condn del Obelisco -Rambla de Mar del Plata - Fundacin ElCeibo - Cartel de Ford.

    Mensajes al caf

    Marketing urbano, v iv iendas tapiadas,satisfaccin parisina, cremortrtaro y digresionessobre la Torre Galicia.

    Caf corto

    Ciclo de Cine y Ciudad - Soleritown - Visiones deuna utopa concreta - Especializacin enDesarrollo Local en Regiones Urbanas, en laUNGS - Gestin Local del Hbitat, en Rosario -Un mundo suburbano? - Imaginarios urbanos yparticipacin social, en Costa Rica - 30-60 FOREXPORT, latinoamericanos en el mundo - Derechoa la red en Iberoamrica - Dudas sobre el TrenBala.

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    o en barrios degradados, lejos de todo y demasiado cerca de los queviven la misma situacin o peor que ellos.

    En estos espacios urbanos y en estas sociedades atomizadas laizquierda se pierde. Por medio de una gestin municipal correcta,atenta a sus electores, ms reproductora que innovadora (ms de lomismo), mantiene su presencia institucional. Y por medio de latelevisin reproduce un apoyo electoral general facilitado por elextremismo reaccionario de la oposicin conservadora. Pero haydisolucin de su presencia como fuerza social, cultural y poltica, porfalta de arraigo militante en el territorio, especialmente entre lossectores sociales ms discriminados en unos casos y ms reactivosen otros. Y, sobre todo, hay disolucin de su discurso. Si hay crisisde la ciudad (riesgo de degeneracin y oportunidad de re-creacin auna escala mayor) la izquierda debiera proponernos en el presente unproyecto de ciudad futura. Pero la izquierda institucional solo nospropone proyectos de arquitectura institucional sin otra lgica que laburocrtica (o la personal) de los que la proponen. Vase ellamentable espectculo que nos ofrece la poltica catalana, incapaz deofrecer soluciones avanzadas sobre la organizacin del territorio, lagobernabilidad metropolitana, la legislacin electoral, la participacinciudadana, etc.

    La cultura "estatista" es comn a los que proceden de la tradicinsocial-demcrata como a los que han adherido al social-liberalismo.Sus lderes polticos e intelectuales se mueven entre lasabstracciones del Estado, de la economa global y de las encuestasde opinin. La ciudad de carne y hueso, de gentes con deseos ynecesidades que se entremezclan en cada uno de ellos y quedemandan respuestas integradas y prximas les queda muy lejos.Cerca, en el mejor de los casos, estn los gestores del da a da,inevitablemente conservadores.

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    3. Conflictividad en el territorio y asimetra poltica.

    Es casi un lugar comn en Europa la idea de que la contradiccinpropia a nuestras sociedades se ha trasladado del mbito de laempresa al del territorio, es decir de la contradiccin capital-trabajo ala de las polticas pblicas (por accin u omisin)-condiciones de vida(reproduccin social). Sin embargo esta contradiccin aparececonfusa por la multiformidad de los objetos o materias que laexpresan, tan dispares como la vivienda y la seguridad, el trabajoprecario y la inmigracin, la proteccin del medio ambiente o elpatrimonio y la movilidad. Una confusin que dificulta laconstruccin de proyectos simtricos oponibles.

    A esta asimetra se aade la derivada de la diversidad de sujetos, conintereses a su vez contradictorios y que difcilmente son capaces dedefinir un escenario compartido en el que negociar el conflicto(solamente si el conflicto se agudiza y en casos puntuales).Denominamos esta conflictividad como asimtrica cuando los actoresen confrontacin no pueden definir objetivos negociables o no estn enmedida de asumir responsabilidades. Un caso extremo deconflictividad es cuando se da una rebelin "anmica" (por ejemplo lasprotestas de los "banlieusards" de Paris). Y un ejemplo deconflictividad sin contraparte que asuma responsabilidades es cuandohay una diversidad confusa de actores como ocurre actualmente conel conflicto de las infraestructuras en Catalua.

    Se puede argumentar que esta problemtica afecta a la izquierda, quese encuentra con frecuencia entre y en las distintas partes en conflictopero que difcilmente puede evitarse esta situacin puesto quelgicamente est en las instituciones y tambin representa a laciudadana implicada. Pero la cuestin que interesa en este caso noes la complejidad del conflicto sino la debilidad de las polticas de laizquierda institucional en estos casos. Una debilidad que se derivams de la inconsistencia terica y la laxitud de los valores moralesque del carcter de las personas o las opciones coyunturales de lospartidos. Una debilidad de los principios y de los valores que conduceal oportunismo electoral y a la gestin rutinaria. Veamos unconjunto de cuestiones conflictivas, que se expresan en mbitosterritoriales de proximidad. Temas que pueden servir como test para

    evaluar si la izquierda es portadora de un proyecto de futuro msdemocrtico o es simplemente una gestora del presente, con susprogresos adquiridos y sus contradicciones y retrocesospermanentes.

    > La precariedad del trabajo

    La evolucin de la economa de mercado ha "naturalizado" laprecariedad del trabajo asalariado, la consecuente desvalorizacin delpuesto de trabajo y del proceso adquisitivo de la cualificacinprofesional. La izquierda gobernante ha implementado medidascorrectoras de los efectos ms negativos de la precariedad (seguro dedesempleo, programas de formacin continuada, duracin mnima delos contratos de trabajo, reduccin de la jornada, etc.) pero no esportadora de un proyecto global valorizador del trabajo y de laprofesionalidad de todas las actividades como han planteado algunascorrientes sindicales (por ejemplo Trentin, ex secretario general de laCGIL, la confederacin italiana). Por otra parte, si tenemos en cuentala entrada tarda en el mercado de trabajo, los casi inevitablesperiodos de desocupacin que acechan a gran parte de la poblacin

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    periodos de desocupacin que acechan a gran parte de la poblacinactiva y la jubilacin de personas cuando aun disponen de dos o msdcadas de esperanza de vida, se plantea la cuestin de la necesidadde unos ingresos mnimos garantizados. Actualmente lasdesigualdades y las incertidumbres caracterizan los actualessistemas de pensiones. La propuesta de una renta bsica universal esseguramente discutible en su concepcin y de difcil implementacinpero indica la existencia de un problema que requiere una solucinglobal.

    > La vivienda y el suelo

    La vivienda es un derecho bsico recogido en los textosconstitucionales y en las cartas de derechos humanos pero solamentees un principio orientador de las polticas pblicas, es decir se trata deun "derecho programtico", no garantizado por el Estado de "derecho".Hoy se ha convertido en uno de los grandes problemas socialespara amplios sectores de la poblacin y al mismo tiempo unade las principales fuentes de beneficios especulativos, tanto delcapitalismo financiero como de un extenso y variopinto mundo depropietarios de suelo, promotores y constructores. La urbanizacin, laconstruccin de viviendas y las obras civiles son seguramente elprincipal factor de corrupcin poltica y social. En Espaa, bajogobiernos de izquierda y de derecha se ha destruido por igual elpaisaje costero, la urbanizacin extensiva ha favorecido la mayorespeculacin del suelo de nuestra historia, se han construidocentenares de miles de viviendas que no tienen comprador olocalizadas tan lejos de los centros de trabajo y de servicios quegeneran altos costes sociales y ambientales. La izquierda haabandonado sus objetivos clsicos: propiedad pblica del suelourbanizable y urbano, prioridad a las viviendas de alquiler (que nodebiera superar el 10% de los ingresos familiares), continuidad ymixtura de los tejidos urbanos, etc. Y cuando se proponen medidascorrectoras, como la reciente legislacin sobre las plusvalas urbanas,son de una timidez increble (recuperacin por parte del sectorpblico del 15% de estas plusvalas!: por qu no del 90 o del 100%?).La reciente ley catalana sobre el "derecho a la vivienda", cuyo

    proyecto no iba ms all de otras leyes similares vigentes en lospases occidentales, ha sido desnaturalizada tanto en el debateparlamentario como en la negociacin social. En estos casos, lamayora de los representantes de la izquierda, tanto aqu como enMadrid, han demostrado convicciones muy dbiles frente a losintereses privados. No encontramos hoy en la izquierda unacomprensin clara sobre "el derecho a la vivienda" y menos an sobre"el derecho a la ciudad", una cuestin de la que depende nuestrofuturo como izquierda.

    > Las infraestructuras y movilidad de los ciudadanos

    El actual debate sobre las infraestructuras parece centrarse en unadisputa sobre el nivel institucional al que corresponde la principalresponsabilidad de gestin. Sin duda es un tema importante y pareceprobable que una gestin de proximidad de las redes ferroviaria yviaria, de los puertos y de los aeropuertos sera sin duda ms eficaz alestar ms sometida al control social. Pero no es un debate derecha-izquierda y sorprende que ambas coincidan en las mismas propuestas"incrementalistas" a pesar de que en muchos casos suponen costessociales y ambientales difcilmente sostenibles. Parecera lgico quela base de partida de la izquierda fuera el reconocimiento del"derecho a la movilidad", hoy fundamental, que debe considerarseun derecho universal, para todos, para cada da y a todas las escalas.

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    un derecho universal, para todos, para cada da y a todas las escalas.Entonces se priorizara la movilidad ms masiva y ms cotidiana,como son las redes de cercanas. Las infraestructuras son tambin elprincipal motor de la urbanizacin y corresponde especialmente a laizquierda favorecer los desarrollos urbanos apoyados en lacompacidad de los tejidos urbanos. No es as; los ejemplos enEspaa y en Catalua indican que no se asume ni el derecho a lamovilidad ni el buen uso de las infraestructuras para hacer ciudad. EnEspaa se mantienen los modelos radiocntricos y la poltica del"caballo grande, ande o no ande". Y en Catalua es suficiente analizarlos programas viarios para constatar que sirven ms a la especulacininmobiliaria que al derecho a la ciudad.

    > La seguridad ciudadana

    De nuevo nos encontramos con discursos y prcticas que secaracterizan por las ambivalencias, las contradicciones y finalmente lasumisin a valores y comportamientos ms propios de una derechaconservadora y excluyente, que excita los estados de opinin msprimarios. La creacin de ambientes seguros es un derechofundamental para el conjunto de la poblacin y es una obligacin delas polticas pblicas garantizarlo. Especialmente para los colectivosque por razones diversas son ms vulnerables, sufrendiscriminaciones y demandan proteccin. Pero la inseguridad procedede muchas causas: desocupacin o precariedad del trabajo, entornourbano inhspito, pobreza, presencia de colectivos culturalmentedistintos y percibidos como potencialmente "peligrosos", debilidad deltejido social, etc. Por otra parte vivimos en una poca en que lapoltica del "miedo" se ha convertido en un instrumento manipuladorde la opinin pblica por parte de los gobernantes ms reaccionarios.Lamentablemente esta poltica ha contaminado a las izquierdasgobernantes y en bastantes casos han asumido el discurso securitarioy la prctica de la represin preventiva en contra, muchas veces, de

    los colectivos ms vulnerables. El ejemplo ms prximo y msescandaloso es el de las Ordenanzas para la convivencia aprobadaspor el Ayuntamiento de Barcelona, en las que se criminaliza acolectivos sociales enteros (vendedores ambulantes, prostitutas,mendigos, limpiacristales, sin techo, etc.) y se imponen sanciones tanexageradas como inaplicables (Inseguretat ciutadana a la societat derisc, Jordi Borja, Revista Catalana de Seguretat Pblica, n 16, 2006).Todo ello en nombre del "ciudadano normal" que tiene derecho"a no ver aquello que le disgusta". Unas ordenanzas que ladireccin del PSOE ha declarado que debern servir de modelo atodos los ayuntamientos de Espaa en los que participe en elgobierno. Incluso han sido bien recibidas por otros gobernantes de laizquierda europea como el alcalde de Bolonia, durante dcadasconsiderada la ciudad modelo de la gestin progresista.Entendmonos: no se trata de defender una poltica permisiva, todo locontrario. Creemos que la polica de proximidad, la justicia localrpida, la sancin inmediata de los comportamientos incvicos, etc.forman parte de unas polticas pblicas que deben ser propias de laizquierda pues afectan a la gran mayora de los ciudadanos. Pero labase de partida debe ser la consideracin de todos los ciudadanos porigual, la proteccin de los ms dbiles y la construccin de unosmbitos de convivencia que promuevan el conocimiento mutuo, lacooperacin entre los ciudadanos y la solidaridad con los ms dbileso discriminados. Curiosamente, las "ordenanzas" citadas, si bienproclaman al inicio su intencin de sancionar los comportamientosracistas o xenfobos luego se olvidan de concretar esta buenaintencin en el articulado. El derecho a la seguridad hoy no pareceque por ahora est elaborado y asumido por la izquierda gobernante

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    como propio, simplemente se apunta a la ideologa y a las prcticasms conservadoras. Una ideologa y unas prcticas que criminalizana los pobres, a los jvenes sin horizontes de los sectorespopulares y a los inmigrantes.

    > La Escuela pblica y la religin

    La Escuela pblica, obligatoria y laica ha sido histricamente una delas grandes conquistas de la izquierda, en su triple objetivo. Garantizaruna formacin bsica para todos los ciudadanos como medio depromover un desarrollo econmico y social ms justo y ms eficaz.Crear un mecanismo de movilidad social ascendente al alcance de lossectores populares y de los colectivos que sufren discriminacin yexclusin. Y por ltimo, formar ciudadanos para la democracia,mediante una educacin que no imponga creencias que pretendanmonopolizar la verdad y que signifiquen menosprecio para otras designo diferente. Actualmente la combinacin entre los afanes dedistincin de los sectores sociales acomodados, por una parte, y elacceso al sistema educativo de los sectores populares, incluidos losprocedentes de la inmigracin, ha provocado una fuerte fractura enel sistema educativo. A ello ha contribuido el nefastocomportamiento de una parte importante de la Iglesia catlica,defensora de privilegios heredados de la dictadura y convertida en granempresa que ha hecho de la enseanza un negocio y una fuente depoder y de influencia. La izquierda institucional ha entrado en estejuego, polticamente y tambin personalmente. Enva a sus hijos a laescuela privada, incluso religiosa, y admite que las escuelasconcertadas practiquen la discriminacin (por ejemplo respecto a la

    poblacin inmigrante) e incluso incluyan en sus enseanzasobligatorias la religin. Esta debilidad ha trado consigo un retrocesoprogresivo del laicismo y ha permitido que incluso se admita laenseanza de la religin (no la historia de las religiones) en la escuelapblica. El resultado es que ninguno de los tres objetivos de laescuela pblica, obligatoria y laica se cumplen.

    > La sanidad y la industria farmacutica: lasmultinacionales contra la democracia

    Es indiscutible que uno de los principales avances promovidos por laizquierda y su proyecto, hoy ya histrico, del "estado del bienestar, hasido el establecimiento de un sistema de sanidad pblica quegarantice la atencin a todos la poblacin (incluida la que no tienereconocida la ciudadana). Este sistema sufre hoy de un evidenteagotamiento por sus altos costes de mantenimiento y por suorganizacin administrativa inadecuada, con una oferta dirigida ademandas masivas y no siempre adaptada al tratamiento desituaciones locales y especfica. Se ha producido un considerableaumento de la demanda debido a la tendencia a la medicalizacin decualquier malestar y por los progresos de la atencin mdica as comopor el debilitamiento de la estructura familiar y el acceso de la mujer altrabajo fuera de casa. Ante esta crisis, se han tendido a darrespuestas economicistas y gestoras, basadas en la privatizacinde la atencin y en la autonoma de los centros. Sin entrar ahora adiscutir estas tendencias, nos llama la atencin una omisin: lanegativa influencia de las multinacionales de la industria farmacuticaque estimulan la hipermedicalizacin, excluyen a las demandasmenos solventes del acceso a muchos medicamentos y multiplicansus beneficios a costa precisamente de los contribuyentes quealimentan los fondos pblicos y privados asistenciales. La cuestin delas multinacionales es ms general pero el caso de la industria

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    las multinacionales es ms general pero el caso de la industriafarmacutica es probablemente de los ms escandalosos y tiene unadimensin vinculada a la cotidianidad y a un derecho tan bsico comola salud. Sera lgico esperar que la izquierda, tanto en la escala localcomo en la global, tuviera una posicin de denuncia y confrontacincon estas multinacionales, promoviendo urbi et orbi losmedicamentos genricos, difundiendo las frmulas para que stosllegaran a todos los pases ms pobres, imponiendo condiciones a laproduccin y distribucin de medicamentos fabricados por el sectorprivado, creando redes locales de distribucin alternativa y priorizandola investigacin en los centros pblicos. Y en general, que se nosevitara la vergenza de ver tratar a las empresasmultinacionales (las financieras, las de servicios, lasenergticas, etc.) como representantes del inters nacional porel hecho de tener su origen en el pas (como actan ahora,gobierno, partidos polticos y medios de comunicacin en relacin alas nuevas polticas que emergen en Amrica latina).

    > La inmigracin

    El discurso y la prctica de la izquierda institucional son en este casode una ambigedad que va ms all de la inevitable consideracin delos lmites que tanto los marcos econmico y legal (nacionales yeuropeos) como el estado de la opinin pblica imponen a una polticade la inmigracin. Se practica la contradiccin o el doble discurso

    entre los principios que se proclaman y las normas que se imponen.Vase si no la ley de extranjera que promovi el gobierno socialistaen los aos 80: en la exposicin de motivos se deca que el objetivoera reconocer y proteger los derechos de los inmigrantes mientras queel texto articulado era un compendio de limitaciones al ejercicio dederechos bsicos. Se hacen declaraciones oportunistas e hipcritasnegando la regularizacin de los "ilegales" cuando todos sabemos quees inevitable que la poblacin establecida en el pas, que trabaja ypaga impuestos, acabe siendo regularizada, lo cual deber hacerseperidicamente. Se omiten los injustos costes sociales que debeasumir este ejrcito de reserva de mano de obra que trabaja enprecario mientras espera que al cabo de unos aos sea regularizado.Se ponen trabas a derechos tan bsicos como el reagrupamientofamiliar o el ejercicio de los derechos sindicales. No reclamamos quela izquierda practique una poltica de puertas abiertas en permanenciapero si que admita el derecho de los habitantes del mundo atener un proyecto de vida propio y establezca cauces regulares ydignos para recibir una poblacin que igualmente llega a nuestrospases desarrollados. Tambin aqu faltan principios claros y los msimportantes son los que se refieren a los derechos de los inmigrantes.El derecho a la dignidad, al reconocimiento de su identidad, el tratobasado en la "accin positiva" para facilitar su proceso integrador, lasancin al maltrato (provenga de la sociedad civil o de los funcionariospblicos), la difusin de sus valores y de sus aportes al pas al quellegan. Por ejemplo: los datos nos dicen que el nivel medio educativode los inmigrantes es superior al de los espaoles, y que la tasadelictiva (si excluimos la irregularidad legal) es igual al del resto de lapoblacin. La cuestin fundamental desde una cultura democrtica esreconocer a los inmigrantes instalados en el pas de acogida comociudadanos de plenos derecho. No hay argumentos admisibles quepuedan negar este principio. Para la izquierda es un test ineludible. Lapoblacin de origen no comunitario con residencia legal debe sersujeto de los mismos derechos que los nacionales, incluidos todos losderechos polticos.

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    4. Sobre la reconstruccin de una cultura de izquierdas.Tres reflexiones breves y generales

    En este breve y apresurado artculo no pretendemos ni mucho menosanalizar todos los nuevos desafos de debe afrontar la izquierda.Solamente indicamos algunos temas vinculados, y no todos, alterritorio de proximidad, el marco de vida habitual de los ciudadanos.

    La idea central de esta nota es que la izquierda, si quiere ser fiel a susobjetivos histricos de libertad e igualdad, a su vocacininternacionalista y de estar al lado de los son a la vez vctimasnecesarias y resistentes potenciales de un sistema basado en eldespilfarro global y el lucro personal, debe reconstruir sus basestericas y sus valores morales.

    Una lnea de trabajo que promete ser productiva es repensar losderechos ciudadanos correspondientes a nuestra poca (Losderechos ciudadanos, Jordi Borja, Documentos, FundacinAlternativas, Estudios, n 51, 2004, incluye bibliografa). Uno de ellospuede ser el "derecho a la ciudad", que integra los derechos quehemos citado anteriormente: a la vivienda, al espacio pblico, alacceso a la centralidad, a la movilidad, a la visibilidad en el tejidourbano, a la identidad del lugar, etc. En otras dimensiones de la vidasocial, econmica y poltica es preciso reelaborar y precisar "nuevosderechos" que se distinguirn por su mayor complejidad respecto alos tradicionales que sirvieron de emblema a las revolucionesdemocrticas y a las reformas sociales de la vieja sociedad industrial.

    Optamos por conceptualizar estos derechos como ciudadanos y no"humanos", por considerar que forman parte del estatuto deciudadana, es reconocer a la persona como sujeto de derechos ydeberes que le hacen libre en el territorio en el que ha elegido vivir eigual a todos los que conviven en este territorio.

    Una segunda lnea de reflexin es la de repensar el proyecto desociedad hacia el que se aspira, como un horizonte ideal, ms quecomo un modelo armado (tan especulativo como peligroso). Elproyecto de sociedad no se inventa, nace de tres fuentes: la memoriahistrica democrtica, la crtica terica y prctica de la sociedadexistente y las aspiraciones y objetivos que emergen de los conflictos

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    existente y las aspiraciones y objetivos que emergen de los conflictossociales en los que se expresan valores de libertad y de igualdad. Laizquierda, despus del fracaso y del justo rechazo de los modelos detipo "sovitico" y del agotamiento del "estado del bienestar"tradicional, tiene miedo de pensar un "otro mundo posible". Sinembargo tanto los ideales histricos del socialismo y del comunismocomo las prcticas de los movimientos de los trabajadores y endefensa de la democracia, as como las realizaciones del "welfarestate" no solo representan un patrimonio positivo sino que son tambinunas bases para repensar el futuro. Causa vrtigo el vaco culturalde la izquierda, que no quiere mirar hacia atrs ni se atreve a imaginarhacia delante. Y en Espaa, especialmente. La izquierda institucionalteme el debate sobre la memoria histrica y evita la reflexin quecuestione el modelo capitalista despilfarrador que caracteriza nuestromodo de vida.

    Y finalmente una tercera lnea de trabajo requiere vincular en elpensamiento terico y en la prctica poltica lo "local" (o nacional"

    y lo "global" (o internacional). Cuando viajamos a Amrica Latina oa Africa, forzosamente debemos pensar en trminos "globales". Nosolo por la inevitable comparacin entre las situaciones quepercibimos y las que vivimos en nuestro pas. Pero es sobretodo por lainmediata comprensin de que las situaciones que golpean nuestrasensibilidad y nuestra razn en gran parte son debidas a lasrelaciones pasadas y presentes con nuestro mundo. Y nos resultaofensivo regresar y leer las declaraciones de los polticos, incluso dela izquierda, y de los medios de comunicacin, incluidos los"progresistas", defendiendo a Occidente, sus sistemas y susempresas, y denunciando bajo el nombre supuestamenteinfamante de "populismo" cualquier crtica o amenaza a losintereses neocoloniales de gobiernos y empresas. Si contemplamosa "nuestra izquierda" desde el mundo africano o latinoamericano,siento mucho constatar que nos parece que es una derecha,ignorante, insolidaria, arrogante e injusta. Recuperar el"internacionalismo" en el marco de la globalizacin es unaasignatura pendiente de la izquierda occidental.

    5. A modo de eplogo: retorno a la ciudad y elogio delazar

    No confo mucho en la disposicin a pensar, como se recomienda enel punto anterior, de la izquierda institucional, gestora del da a da ysin otro horizonte que el de las prximas elecciones. Como tampococreo que la poltica se construya en los laboratorios de investigacin y

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    en los seminarios acadmicos, solo nos quedan los movimientospolticos alternativos (globales) como los que combaten laglobalizacin del mundo real en nombre de otro mundo posible y losmovimientos sociales y culturales de resistencia (locales) quedefienden identidades o intereses colectivos legtimos pero limitados.Solo nos queda esperar que entre la poltica institucional, los mbitosde investigacin y debate intelectual y los movimientos globales ylocales se generen intercambios y transferencias que puedensentar las bases de una izquierda pragmtica en su accin yradical en sus objetivos.

    Como no se pueden inventar los puentes entre estos actores tandistintos y tan distanciados solo se me ocurre confiar en el azar. Y en

    la ciudad. En la "serindipity" de la ciudad. Si no supieran el origen deesta palabra se los explico (La ville cest les autres, Franois Ascher,CCI-Centre Pompidou, 2007 y Examen clinique, journal dunhypermoderne, Editions de lAube, 2007). La "invent" el escritor inglsHorace Walpole a partir de un relato, Aventuras de los tres prncipesde Serendip, pas que luego se llam Ceylan y actualmente Skri-Lanka. Los tres prncipes en su viaje descubren, siempre sin buscarloy por intervencin del azar, una multitud de hechos curiosos y muynovedosos para ellos. La "serindipity" puede entenderse comoencontrar lo que no se busca (el Viagra es producto de unasinvestigaciones sobre la hipertensin). O como resultado del azar queestablece conexiones imprevistas entre personas o entre stas yhechos. La serendipity, obviamente, supone una disposicin aobservar, aprender, relacionar. Y para que el azar actu es preciso queel medio en el que puede producirse la serindipity sea denso y diverso,que genere mltiples contactos imprevistos, que los sujetos percibanhechos que no forman parte de sus trabajos ni de su cotidianidad, queen cualquier esquina pueda aparecer la sorpresa o la aventura(como dice la cita de Breton que aparece al inicio de este texto -Nadja, Andr Breton, Gallimard, 1964).

    La ciudad, real e imaginaria, la ciudad compacta y heterognea, secaracteriza por la talla de la poblacin y la velocidad de lasconexiones que hace posible, es decir que multiplica las interaccionesentre actores muy diversos. El peligro puede residir en un exceso deplanificacin racionalista, de ordenamiento funcional, de programacinde las conexiones, de previsibilidad de los comportamientos. Sennett,en una de sus primeras obras, ya alertaba contra los efectosperversos del urbanismo funcionalista y reclamaba una ciudad quefuera lugar de encuentros mltiples entre gentes diferentes. Y eldirector de urbanismo de la City de Londres expona en un encuentrointernacional que los "pubs" eran el lugar ms idneo para lainnovacin econmica y cultural pues los encuentros informales sonmuchas veces los ms productivos (The uses of disorder: PersonalIdentity and City Life, New York 1970, versin castellana de EdicionesPennsula, 1975; la cita del director de urbanismo del Distrito de laCity de Londres se refiere a una intervencin oral en el Seminario deGrandes Ciudades, Centro Cultural San Martn, Buenos Aires 1996).

    No proponemos que los militantes pensantes se distribuyan por lascafeteras y suban y bajen de los tranvas. Pero si que hagamos delurbanismo una cuestin "poltica". Las dinmicas actuales tiendena atomizar la ciudad, a segregar grupos sociales y actividades, areducir los intercambios entre ciudadanos, substituidos por relacionesentre servicios y usuarios, equipamientos y clientes. Como diceAscher "el urbanismo debe producir lugares, momentos y situacionesfavorables a la serendipity".

    La ciudad es el lugar de la historia, de la innovacin cultural y poltica,

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    caf de las ciudades es un lugar en la red para el encuentro de conocimientos, reflexiones y miradas sobre la ciudad. No es propiedad deningn grupo, disciplina o profesin: cualquiera que tenga algo que decir puede sentarse a sus mesas, y hablar con los parroquianos. Amor por la

    ciudad (la propia, alguna en particular, o todas, segn el gusto de cada uno), y tolerancia con las opiniones ajenas, son la nica condicin para

    entrar. Hay quien desconfa de las charlas de caf: trataremos de demostrarle su error. Nuestro caf est en cualquier lugar donde alguien lo quiera

    disfrutar, pero algunos datos ayudarn a encontrarlo. Estamos en una esquina, porque nos gustan los encuentros, y porque desde all se mira mejor

    en todas las direcciones. Tenemos ventanas muy amplias para ver la vida en las calles, y no nos asustan sus conflictos. Es fcil l legar caminando a

    nuestro caf, y por eso viene gente del centro y de todos los barrios (s alguien prefiere un ambiente exclusivo, que se busque otro lugar). No faltaran

    datos sobre cafs amigos, porque nos gusta andar de bar en bar: cmo pedirle a los parroquianos que se queden toda la noche en el nuestro? Esa

    es la nica cadena a la que pertenece el caf de las ciudades: la de todos los cafs nicos e irrepetibles, en cualquier esquina decualquier ciudad.

    Marca en trmiteEditor y Director: Marcelo CortiDiseo: Laura I. CortiCorresponsal en Buenos Aires: Mario L. Tercco

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    La ciudad es el lugar de la historia, de la innovacin cultural y poltica,es el entorno en el que se puede recrear y desarrollar la izquierda. Hoyhay tendencias disolutorias de la ciudad y de la ciudadana. Es eldoble desafo al que se enfrenta la izquierda: reinventar la ciudad yreinventarse a s misma en la ciudad.

    JB

    El autor es profesor de la Universitat Oberta de Catalunya. De suautora, ver tambin en caf de las ciudades:

    Nmero 42 I Poltica de las ciudades (I) Espacio pblico, condicin de la ciudad democrtica I La

    creacin de un lugar de intercambio. I Jordi Borja

    Nmero 38 I Poltica de las ciudades (I) "El circulo vicioso de la marginacin" I Jordi Borja y la violencia en

    el banlieue de Pars. I Jordi Borja

    Nmero 32 I Tendencias La Revolucin Urbana (II) I De un urbanismo de oferta a un

    urbanismo de demanda: oportunidades, peligros y abusos. I JordiBorja

    Nmero 31 I Tendencias La Revolucin Urbana (I) I Las ciudades ante la globalizacin: entre

    la sumisin y la resistencia. I Por Jordi Borja

    Nmero 21 I Poltica Barcelona y su urbanismo I Exitos pasados, desafos presentes,

    oportunidades futuras. I Jordi Borja

    Nmero 15 I Poltica "Tendencia no es destino" I Ciudadana global e innovacin en La

    Ciudad Conquistada, de Jordi Borja. I Marcelo Corti

    Nmero 2 I Tendencias Jordi Borja: La Ciudad Conquistada I "La ciudad es el desafo a losdioses, la torre de Babel, la mezcla de lenguas y culturas, de oficios y

    de ideas. Sin memoria y sin futuro la ciudad es decadencia". I JordiBorja

    > ACERCA DE CAF DE LAS CIUDADES

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