Capítulo 15 El Reportaje de Cantavella

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CAPÍTULO 15 EL REPORTAJE SUSANA DOMÍNGUEZ Universidad de Viga, tomado del libro Redacción para Periodistas: informar e interpretar, de Juan Cantavella y José Francisco Serrano 1. ¿Qué es el reportaje? En el diccionario de la Real Academia Española se define el reportaje como aquel “Trabajo periodístico, cinematográfico, etc., de carácter informativo, referente a un personaje, suceso o cualquier otro tema”. Pero el reportaje es mucho más que eso. Es un género periodístico de indudable valor informativo al que diferentes autores dotan de múltiples cualidades. 1.1. El reportaje en diferentes autores El término reportaje es algo comúnmente aceptado. El público en ge- neral entiende este género tal y como lo hace la RAE, y no siente la necesidad de matizaciones que requiere quien desea situar el concepto en el campo de la Redacción Periodística. Son muchas las definiciones que del reportaje han hecho diferentes autores. Definiciones que poco a poco, con el simple paso del tiempo y con la renovación constante a la que se han sometido los medios de comunicación, han sentido la necesidad de revisar las verdaderas características de este género. Tradicionalmente el reportaje ha sido considerado como un género estrictamente objetivo, muy cercano a la información o noticia. Así, para. Martínez Albertos (1993: 302) el reportaje es “el relato periodístico -descriptivo o narrativo- de una cierta extensión y estilo literario muy personal en el que se intenta explicar cómo han sucedido unos hechos actuales o recientes, aunque estos hechos no sean noticia en un sentido riguroso del concepto”; además, reconoce en este género periodístico una “rigurosa apariencia de objetividad en la presentación de los hechos”. Martín Vivaldi (1973: 46), va un poco más allá y concede al periodista un indudable valor en la elaboración de este género, y así, dice que el reportaje es un “relato periodístico esencialmente informativo, libre en cuanto al tema, objetivo en 1

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CAPÍTULO 15

EL REPORTAJE

SUSANA DOMÍNGUEZ Universidad de Viga, tomado del libro Redacción para Periodistas: informar e interpretar,

de Juan Cantavella y José Francisco Serrano

1. ¿Qué es el reportaje?

En el diccionario de la Real Academia Española se define el reportaje como aquel “Trabajo periodístico, cinematográfico, etc., de carácter informativo, referente a un personaje, suceso o cualquier otro tema”.

Pero el reportaje es mucho más que eso. Es un género periodístico de indudable valor informativo al que diferentes autores dotan de múltiples cualidades.

1.1. El reportaje en diferentes autores

El término reportaje es algo comúnmente aceptado. El público en general entiende este género tal y como lo hace la RAE, y no siente la necesidad de matizaciones que requiere quien desea situar el concepto en el campo de la Redacción Periodística.

Son muchas las definiciones que del reportaje han hecho diferentes autores. Definiciones que poco a poco, con el simple paso del tiempo y con la renovación constante a la que se han sometido los medios de comunicación, han sentido la necesidad de revisar las verdaderas características de este género.

Tradicionalmente el reportaje ha sido considerado como un género estrictamente objetivo, muy cercano a la información o noticia. Así, para. Martínez Albertos (1993: 302) el reportaje es “el relato periodístico -descriptivo o narrativo- de una cierta extensión y estilo literario muy personal en el que se intenta explicar cómo han sucedido unos hechos actuales o recientes, aunque estos hechos no sean noticia en un sentido riguroso del concepto”; además, reconoce en este género periodístico una “rigurosa apariencia de objetividad en la presentación de los hechos”.

Martín Vivaldi (1973: 46), va un poco más allá y concede al periodista un indudable valor en la elaboración de este género, y así, dice que el reportaje es un “relato periodístico esencialmente informativo, libre en cuanto al tema, objetivo en cuanto al modo y redactado preferentemente en estilo directo, en e] que se da cuenta de un hecho o suceso de interés actual o humano; o también: una narración informativa, de vuelo más o menos literario, concebida y realizada según la personalidad del escritor-periodista”.

El reportaje, a diferencia de la noticia pura o información, no sólo relata, además describe y explica. Detrás de cada una de las explicaciones es indudable el valor del autor, del periodista reportero, que indaga e interpreta esa realidad actual o actualizada sobre la que construye un texto más literario, pero aún al servicio de la información.

A la importancia del trabajo realizado por el periodista en el reportaje se refiere Pilar Diezhandino (1994: 86) al reconocer que “el reportaje satisface las necesidades informativas que la noticia no cubre. El lector quiere ver, sentir, entender las cosas como si hubiera estado en el lugar del suceso, comprender la articulación de una serie de hechos y las circunstancias en que se han producido. El reportero se acerca al lugar de los hechos, a sus actores, a sus testigos, pregunta, acopia datos, los relaciona, y después acerca el resultado al lector u oyente, con los recursos de la literatura y la libertad de un texto firmado”, un género que se acerca a un público que necesita algo más que información.

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Muy cercana a esta visión de Pilar Diezhandino está la de Femando Martínez Vallvey (1996: 108) para quien el género reportaje “es un tipo de texto de gran vigencia dentro del periodismo que presenta una información de manera más completa que la simple noticia sobre ese hecho o situación. [...] Cualquier tema es susceptible de ser relatado en un reportaje. Como todos los textos periodísticos, debe estar vinculado a la actualidad. Ahora bien, esta relación con el presente es mucho más relajada que en las noticias, ya que el reportaje se puede publicar al cabo de varios días a partir de una noticia. [...] En éste, el redactor procura profundizar en los hechos o exponerlos con más detenimiento en función de los antecedentes, las reacciones y consecuencias que el hecho puede tener en los lectores”.

1.2. El reportaje según los medios

Si nos acercamos al reportaje a través de lo que los diferentes libros de estilo de los medios de comunicación dicen, no vamos a tener una visión más concreta del género, más específica, pero sí más práctica y si cabe confusa.

En el libro de estilo de El Mundo se considera a la crónica y al reportaje como géneros equivalentes:

III. La crónica y el reportaje. Son dos nombres para un mismo género; fundamentalmente se diferencian por la superior extensión del reportaje. También se puede agregar la distinción que hace el periodismo anglosajón al hablar de news featura (equivalente a la crónica) y de featura (reportaje); la crónica contiene más elementos estrictamente noticiosos que el reportaje y menos que la información.

En ambos casos, se trata de narraciones más ricas en elementos ambientales que las informaciones. Son géneros típicos de los corresponsales y enviados especiales, así como de ciertos cronistas especializados: deportes, toros, cultura, vida social. Requieren alguna brillantez literaria para acercar ambientes y personajes al lector, no están limitados por las normas de redacción y pretenden entretener tanto como informar. Sin embargo, los juicios de valor y las opiniones del redactor no están entre las licencias permitidas. La entrada directa es la excepción, ya que estas narraciones son terreno abonado de la entrada aplazada.

Los reportajes y, a veces las crónicas, gozan de una vida útil más larga que las informaciones. Por ello deben redactarse previendo que posiblemente, o incluso probablemente, seguirán varios días o hasta semanas congelados en el ordenador antes de .su publicación (Libro de estilo. El Mundo, p. 24).

Similar consideración plantea el libro de estilo de ABC:

La crónica, como el reportaje, son géneros más personales que la pura, escueta información. Y ambos toleran un mayor protagonismo de su autor, en la medida en que investiga, selecciona, presenta y enriquece unos hechos de los que es testigo; los relaciona e interpreta, con sus antecedentes y previsibles consecuentes.

El mayor protagonismo del cronista y del reportero no está reñido con la despersonalización expositiva. Ello recomienda evitar el uso de la primera persona del singular, salvo casos excepcionales (Libro de estilo. ABC [2001]. Madrid: Ariel, pág. 166).

Para el libro de estilo de La voz de Galicia, los reportajes son géneros periodísticos en los que tanto la información como la valoración tienen cabida:

Conforman un género periodístico que combina la información con la valoración y las descripciones personales, urdidas mediante un estilo literario. Su atractivo reside tanto en lo que se

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cuenta como en la forma de contarlo, y son a menudo una pieza fundamental para que el lector valore en toda su dimensión hechos que ya conoce como noticias.

Los reportajes, que deberán aparecer siempre firmados, participan de la información y la opinión. Por lo primero, obligan al redactor a la objetividad en el estricto relato de hechos. Por lo segundo, le permiten ofrecer una visión personal de lo que estos hechos significan (La Voz de Galicia. Manual de Estilo [1992]. La Coruña: Biblioteca Gallega, 13).

2. Estilo del reportaje

Después de revisar lo que distintos autores y diferentes medios entienden por reportaje, la conclusión es compleja. No podemos ceñir nuestra visión sobre el reportaje a un concepto único. El reportaje es un género excesivamente amplio, con numerosas tipologías, y por tanto difícil de delimitar.

Esto, sin embargo, no quiere decir que no podamos hablar del estilo del reportaje, y ahí coincidimos con Martínez, Albertos (1993: 302): “La ausencia de un canon abstracto para el reportaje no supone que no puedan exponerse unas normas orientadoras -de inspiración un tanto academicista, si se quiere- que permitan servir de apoyo para la realización técnica de este género periodístico.” A priori no hay un reportaje perfecto, “el mejor reportaje es el que mejor se adapta a los concretos receptores de cada periódico determinado”.

El reportaje ofrece al periodismo un mayor campo para la creación artística que el género información o noticia, pero siempre dentro de los límites de una técnica objetiva de narración. En la información el lenguaje es seco, riguroso y ceñido al hilo del acontecimiento, se muestran los hechos tal y como sucedieron. En el reportaje, sin embargo, se admite una mayor libertad expresiva que no cabe en la información. El lenguaje es menos rígido.

Martínez Albertos (1993: 303) señala las diferencias del estilo del reportaje frente al estilo de la información. Diferencias por razón del lenguaje literario, más vivo y variado en el reportaje; y diferencias por razón de la disposición estructural del cuerpo del trabajo, más complejo y dilatado en el reportaje.

Pese a esta mayor libertad estilística, el reportaje no es el lugar en el que emitir juicios y valoraciones, en principio debe contar los hechos objetivamente, aportando todos los datos posibles. Se debe hablar sin personalizar, sin editorial i zar, se cuentan los hechos impersonal y objetivamente, y se deja que sea el lector quien valore e interprete considerando lo expuesto por el reportero.

Sin lugar a dudas tiene razón Martín Vivaldi (1973: 210) al reconocer que el reportaje se caracteriza diferencialmente por poseer un estilo directo, por tener “una mayor libertad expositiva que la noticia pura; pero libertad condicionada por la necesidad y obligación de informar”.

Y en cuanto al léxico, para Martínez Albertos la palabra periodística propia del reportaje es una palabra: viva, sabida y digna. Palabra viva, sin arcaísmos, sin neologismos, sin barbarismos todavía no suficientemente asimilados. Palabra sabida, una palabra no pedante, en la que caben los extranjerismos usuales y las palabras habituales entre las personas cultas de un país. Y una palabra digna, convencionalmente culta y correcta, ni soez, ni desgarrada.

El uso de este léxico le permitirá al lector estar informado, estar al día de todo lo sucedido, de hechos e ideas que le interesan en cuanto miembro de una comunidad, y que espera adquirir sin excesivo esfuerza mental y con rapidez como receptor que es de la comunicación.

3. Estructura

Si entendemos por estructura el criterio seguido para organizar el material recogido y seleccionado tras la labor de documentación e investigación que encierra todo reportaje, debemos distinguir tres partes fundamentales: el lead, el cuerpo y el cierre.

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El lead o entrada es la puerta de acceso al texto, donde se engancha al lector y se le da un indicio del contenido del reportaje. El cuerpo es la médula del reportaje, en él se fundamentan argumentos, se exponen los hechos, se explican las situaciones. Sin cuerpo no hay reportaje. Y el cierre es el remate final, la puerta de salida del texto, con el que el periodista deja clara su visión y exposición de los hechos, concluye. Al contrario que la noticia, en la que se aplica la pirámide invertida y se reserva para el final lo menos importante, en la mayoría de los reportajes el cierre tiene mucho valor.

3.1. El lead o entradilla

El lead o entradilla del reportaje busca, sobre todo, ganar la atención del lector desde el primer momento del relato. Para la profesora Echevarría Llombart, (1998: 66) la entrada de cualquier texto periodístico debe plantearse cinco objetivos fundamentales: “Atraer la atención del lector hacia el texto. Suscitar interés por su contenido. Avivar el deseo de información. Suscitar a la acción, a continuar leyendo. Aportar alguna sugerencia sobre el contenido del trabajo”.

Pero el reportaje es un género complejo y plural. En ocasiones es difícil identificar el elemento principal para destacarlo en la entradilla, porque hay variedad de hechos, protagonistas o situaciones con importancia similar. Por todo ello hay muchas posibilidades para la redacción de la entradilla o lead de este género.

Lo más habitual es que en la entradilla del reportaje se plantee un aspecto novedoso no divulgado antes, muy similar a una entradilla de noticia, de sumario, en la que lo estético no tiene valor. Cabe también la posibilidad de que se plantee un enfoque original sobre algo conocido; muchas veces el valor de un reportaje recae sobre la interpretación que se hace sobre hechos ya conocidos, y la entrada supone la exposición básica de esa interpretación. O bien puede que se busque la novedad y el interés mediante el detalle o el estilo, una llamada de atención mediante el hábil uso del lenguaje.

Al margen de estas consideraciones generales, existen diferentes clasificaciones de tipos de entrada para el reportaje. Para Cari Warren (1959: 101) los leads más importantes del reportaje son: el lead del sumario, el lead del golpe, el lead de la pintura, el lead del contraste, el lead de la pregunta, el lead del telón de fondo y el lead de la cita.

Donde el lead del sumario es igual al lead de la información, y se centra en dar respuesta a las 5 W's (who, what, when, where, why). El lead del golpe es una ironía, un epigrama. El lead de la pintura aporta colorido y plasticidad al texto a través de la descripción. El lead del contraste presenta lo narrado recurriendo a la oposición. El lead de la pregunta plantea un interrogante que puede o no tener respuesta. El lead del telón de fondo enmarca geográficamente un hecho o sitúa psicológicamente a un personaje, antes de entrar en la narración de los acontecimientos. Y, por último el lead de la cita se ciñe a las declaraciones de algún personaje relacionado con los acontecimientos.

Reynaga dice que existen entradas descriptivas, enumerativas, narrativas, apelativas, de cita (1994: 140). Y Ulíbarri recoge doce tipos de entradilla (1994: 140): de resumen, de sumario, narrativas, descriptivas, de contraste, de pregunta, de apelación directa, de cita, deductivas, de parodia, de suspense o incógnita y simbólicas.

La primera es la entrada de resumen, similar a la entrada de la noticia, resume el reportaje, aporta su esencia.

La segunda es la entrada de sumario, que se ajusta a una lista o secuencia de puntos que dan idea de las facetas del reportaje, una enumeración.

La tercera es la entrada narrativa, que utiliza el relato como gancho, hay que seleccionar rnuy bien lo que se va a narrar y cuidar la forma en la que se hará.

» La cuarta es la entrada descriptiva, que muestra personas, paisajes, ambientes. Al narrar mostramos acciones, y al describir lo hacemos de situaciones.

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La quinta es la entrada de contraste, destaca situaciones contradictorias que pueden existir en esa realidad sobre la que se escribe.

La sexta es la entrada de pregunta, plantea un interrogante al inicio de un reportaje, es también frecuente una pregunta clara y precisa, algo que atraiga y sorprenda al lector.

La séptima es la entrada de apelación directa, aquella que se imagina al lector como un interlocutor, dirigiéndose a él en segunda persona.

La octava es la entrada de cita, en la que se aportan palabras textuales de alguna fuente personal o documental.

La novena es la entrada deductiva, que va de lo general a lo particular, de la situación al caso, de la abstracción a un detalle que lo confirma.

La décima es la entrada de parodia en la que, como recurso de humor, se parodia e imita obras o estilos con cierto tono de burla o ironía. Canciones, poemas, refranes, son recursos para llamar la atención.

La undécima entrada de suspense o incógnita, planteada la mayoría de las veces a través de la adivinanza, atrapa y retiene al lector.

La duodécima es la entrada simbólica, que usa determinadas figuras, imágenes, objetos o relaciones para representar concepto. Utiliza símbolos.

A estos tipos de entrada Echevarría añade otro más: la entradilla de caso. En ella se pasa del caso particular a la situación general, es lo contrario a la entrada deductiva, más habitual. Engancha al lector porque humaniza los hechos expuestos.

3.2. El cuerpo

Frente a la sencilla estructura del cuerpo de la información, el cuerpo del reportaje ofrece una amplia trama de posibilidades para su organización y desarrollo. Su estructura es libre y compleja.

El cuerpo es la médula del reportaje. Todo aquello que está entre la entrada y el cierre. En él el periodista tendrá que aportar los resultados acerca de: el enfoque, la investigación, la selección de información, la habilidad estilística y el dominio de la estructura.

La estructura que el periodista utilice para organizar y redactar los contenidos es un aspecto esencial para la correcta elaboración del reportaje. No todos los autores coinciden en señalar los mismos tipos de estructura, pero sí coinciden en resaltar la importancia de que la estructura sea coherente v aporte unidad al texto del reportaje.

Martínez Albertos, al hablar del reportaje informativo, defiende la básica e inicial clasificación aportada por Cari Warren: reportaje de acontecimientos (Fact Story), de acción (Action Story) y de citas (Quote Story), y también el reportaje corto. Y, atendiendo a esta clasificación, defiende la existencia de unas estructuras claras:

a) En el reportaje de acontecimiento o Fact Story el periodista ofrece una visión estática de los hechos, los presenta como algo ya acabado. Muy útil para la descripción, para aquellos casos en los que los hechos se presentan de modo simultáneo y perfecto, y no como algo que evoluciona con el tiempo. En este tipo de reportaje los hechos se presentan por orden de importancia y de forma completa. Primero el hecho inicial más importante, después el segundo en importancia, el tercero, y así sucesivamente.

b) En el reportaje de acontecimiento o Fact Story el periodista ofrece una visión dinámica de los hechos que narra, sigue el ritmo de su evolución. Recomendado para la narración, para el relato de sucesos que se producen normalmente una sola vez en el transcurso del tiempo. Su estructura se acomoda a la evolución de los hechos relatados: se cuenta el incidente inicial, se reanuda el relato con más detalles ambientales, vuelve a la redacción con nuevos datos, nueva relación, y así hasta llegar al cierre.

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c) En el reportaje de citas (entrevista) o Quote Story se alternan las palabras textuales de un personaje interrogado con descripciones o narraciones que hace el periodista sobre ese personaje. Su estructura únicamente obedece a la sucesión de citas textuales y narraciones que el propio periodista elabora sobre el personaje, sobre su actuación y sobre el ambiente, entre otras muchas posibilidades.

d) El reportaje corto, muy similar al género información, se caracteriza por el mayor hincapié que hace sobre los detalles ambientales y de interés humano, así como la riqueza y variedad de los recursos lingüísticos no habituales en la información. Warren lo considera además como un reportaje para dar continuidad a los hechos que duran en el interés noticioso a través de él conocemos cómo los hechos se desarrollan en el tiempo. Su estructura es muy similar a la de la información, tras el lead de sumario se redactará el denominado tie-in o tieback; párrafo en el que se hace referencia a detalles ambientales y de interés humano relacionados con los hechos, para después ocuparse de los detalles secundarios en orden decreciente de importancia (Martínez Albertos, 1993: 305-309).

Al margen de estas estructuras ya clásicas, hay autores, como Ulibarri, que defienden otro tipo de estructuras en el reportaje:

a) Estructura por bloques temáticos: es el tipo de estructura más común. Identifica las partes que componen una situación, y desarrolla cada una de ellas, relacionándolas y encadenándolas según la relación que guarden, facilitando su unión mediante el uso de transiciones.

b) Estructura de contrapunto o dialéctica: cuando se exponen temas sobre los que existe diversidad de versiones, opiniones, etc. El periodista actúa como una especie de árbitro. Selecciona lo más representativo de lo que expresan aquellos grupos de personas con opiniones diferentes, destaca las similitudes o diferencias entre sus discursos y consigue, en la medida de lo posible, que el lector se forme una idea clara y ordenada del debate.

Existen dos posibilidades para organizar el texto: según las fuentes o según los aspectos de debate. Hacerlo atendiendo a las fuentes es más sencillo, sintetizar lo expuesto por cada grupo o personaje, y darlo a conocer en secuencia. Entonces el esfuerzo que tendrá que hacer el lector para comprender las discrepancias o similitudes que se tienen sobre el tema es mayor. Si el contenido se organiza de acuerdo con los diferentes aspectos del debate, se identifican los puntos de controversia, se presenta y resume lo que las fuentes opinan, la organización facilita mucho la comprensión del lector (estructura dialéctica).

Esta segunda estructura tiene semejanzas con la de los bloques temáticos, así que la entrada y el cierre son la introducción y la conclusión de lo debatido.

c) Estructura cronológica: contar las cosas tal y como se han ido sucediendo en un ámbito temporal, muy frecuente en la literatura, se puede utilizar también a la hora de redactar un reportaje. El criterio cronológico es básico cuando el propósito es decir cómo se produjo algo, cuándo se manejan hechos, personajes, ambientes, etc.

Pero que los hechos se narren ordenándolos cronológicamente no significa contar todo. Hay que seleccionar, destacar unos elementos sobre otros, y completar los hechos con los antecedentes y datos necesarios para su acertada comprensión.

Dos posibilidades de organizar cronológicamente: cronología lineal y cronología múltiple. La cronología lineal es aquella en la que todos los hechos presentados son sucesivos. La cronología

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múltiple es aquella que juega con el tiempo, y en busca del suspense los hechos se adelantan o se retrasan, al tiempo que se intercalan conceptos y reflexiones.

d) Estructura por escenas o casos: cabe la posibilidad de que se juegue con la superposición de escenas o con la presentación de casos independientes, aunque vinculados, como criterio organizativo. Entonces el autor presenta casos independientes relacionados temáticamente jugando con los cambios, marcando la frontera entre cada caso de forma consciente y deliberada.

Las escenas o casos diferentes se identifican y unen gracias a la redacción de una entrada en común que prepara al lector para identificar el nexo temático, y un cierre que, la mayoría de las veces, refuerza esa relación y unión planteada ya desde el primer párrafo.

e) Estructura coloquial: Ulibarri utiliza esta terminología para aquellos reportajes de estructura libre y personal, en los que la mayoría de las veces es el periodista-narrador que ha experimentado la realidad el que dota de estructura al relato. Muy similares a la crónica, se suelen redactar en primera persona del plural, y están repletos de anécdotas y recursos literarios.

A estas cinco estructuras modernas del reportaje reseñadas por Ulibarri, la profesora Echevarría añade una más: la estructura de pregunta/respuesta. Con esta estructura, cada vez más frecuente en diarios y revistas, el periodista formula preguntas expresas que presenta como tales al lector y va ofreciendo respuesta a cada una de ellas, aportando datos y documentación. Su éxito reside en la elección de las preguntas, que el periodista ofrezca las que realmente demanda y necesita el lector.

En la entradilla suelen anunciar al lector el cuestionario, y no necesitan un cierre especial, sino la perfecta elección de la pregunta y respuesta apropiadas. En caso de necesitar datos, explicaciones, aclaraciones, etcétera, éstas se redactan en textos de apoyo independientes.

3.3. El cierre

El cierre o último párrafo de un reportaje es también un elemento esencial de su redacción.En él el periodista debe dejar al lector completamente satisfecho de lo que ha leído, debe

rematar, concluir, cerrar con acierto todo lo expuesto.Uno de los autores que más han trabajado sobre los finales del reportaje es Ulibarri, quien ofrece

una clasificación de seis tipos: cierre de caso, cierre de conclusión o resumen, cierre de moraleja, cierre de incógnita, cierre de proyección o futuro y cierre anticlimático.

En el cierre de caso es frecuente que la anécdota citada a la entrada se retome en el cierre para completar el círculo, se vuelve al principio del reportaje.

En el cierre de conclusión o resumen se sintetizan los elementos esenciales del reportaje, o se extrae alguna conclusión o mensaje de ellos. Para concluir, el periodista puede recurrir a citas representativas que han dicho otros, o asumir la responsabilidad de ser él quien resuma y concluya; e incluso puede mezclar ambas posibilidades.

El cierre de moraleja o instancia a la acción es un tipo de cierre que se debe evitar, porque muchas veces no dejamos que el lector deduzca la moraleja, sino que se le impone, convirtiéndose en un recurso pernicioso. Lo mismo sucede cuando instamos a la acción, esto tiene sentido en un texto de opinión pero en el reportaje es una interferencia.

Es difícil justificar que tras la lectura de un reportaje se termine con dudas o incógnitas, pero en algunos casos puede ser correcto y es lo que sucede con el cierre de incógnita, muy lógico y frecuente cuando el propósito del reportaje ha sido manifestar las preguntas sin respuesta de un tema.

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El cierre de proyección o futuro es aquel que presenta posibilidades futuras de un hecho o situación, preparando al lector para lo que pueda venir.

Y el cierre anticlimático es una forma de reducir la tensión volcada en el reportaje ofreciendo detalles curiosos de un hecho o personaje, usando citas, anécdotas, reflexiones, que simplemente aligeran el final.

3.4. Otros elementos en la elaboración del reportaje

Como todo género periodístico, el reportaje necesita un titular. La titulación del reportaje debe invitar al lector a leer el texto, captar su atención. Se caracteriza por su enorme libertad formal y estilística, y por la utilización de elementos como el título, el subtítulo, sumarios o destacados, y ladillos. El título debe ser breve, sencillo, y se completará con los demás elementos de titulación. En el reportaje el título y el subtítulo dependen sintáctica y semánticamente, justo al contrario de lo que establecen las normas de titulación para las noticias en el título el reportero crea, utiliza el ingenio, y en el subtítulo informa.

El titular, el lead, el cuerpo y el cierre del reportaje no son los únicos elementos que componen el reportaje. A ellos podemos añadir otros que no siempre existen por la libertad y poca rigidez normativa que encierra este género, y que sin embargo debemos considerar: el párrafo clave, las transiciones y los textos de apoyo o despieces.

El párrafo clave es un elemento opcional que plantea una idea del texto y concreta. Es un puente que el autor tiende entre la entrada y el cuerpo del reportaje para reforzar esa llamada de atención sobre el lector.

Las transiciones se utilizan para que el lector pase fluidamente de la entrada o el párrafo clave al cuerpo, o para que pase de un aspecto a otro de su contenido sin sobresaltos ni brusquedades. Son nexos que dan una mayor unidad conceptual al contenido. Bien utilizadas, pasan desapercibidas al lector.

Los textos de apoyo o despieces acompañan frecuentemente a los reportajes, aligerando la lectura de textos a veces excesivamente extensos. Tienen título propio, y se suelen centrar en aquellos aspectos que no se han tratado en el cuerpo del reportaje, o sobre los que se ha pasado superficialmente. Por todo ello su temática es muy amplia, puede aportar datos, crear un contexto, aportar diferentes opiniones y reacciones ante un hecho, aportar declaraciones de alguno de los protagonistas, y a veces llega a ofrecer al lector la explicación de algún aspecto técnico.

Muchas veces el texto de apoyo es una infografía que conecta con el lector de forma más atractiva; entonces no hay texto, sino un gráfico explicativo que apela a la cultura audiovisual de los lectores, algo que en el reportaje también tiene valor.

4. El papel del periodista. Cómo se elabora un reportaje

Ya ha quedado claro, desde el inicio del capítulo, que el peso del reportero periodista en la elaboración del reportaje es algo que queda fuera de duda. Dentro de la laboriosa tarea de este profesional de la información en la elaboración de este género podemos discernir al menos dos etapas indispensables: la búsqueda de ideas o temas para el reportaje, y establecer el paso de la idea al enfoque.

4.1. La búsqueda de la idea y el enfoque

La posibilidad de encontrar ideas o temas para el reportaje es amplia y plural, y sobrepasa a la noticia. Los hechos o acontecimientos que las noticias nos acercan a diario generalmente generan ideas para reportajes. Al conocer la actualidad, al examinarla, encontraremos temas para desarrollar en géneros más amplios que la simple información. Una vez seleccionado el tema se buscarán vínculos: con el pasado (antecedentes, causas, relación con acontecimientos anteriores...), con el

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presente (qué significa, a quién afecta...) y con el futuro (la posibilidad de desarrollo). Cuanto más interesantes sean las respuestas, más posibilidades hay de elegir un buen tema para el reportaje.

Pero no es esta la única forma de elegir el tema de un reportaje, también determinadas situaciones y personas pueden convertirse en la base sobre la que construirlo. El periodista debe ser lo suficientemente hábil para identificar aquellas situaciones y aquellos personajes que inquietan al público y que, sin embargo, no son tenidos en cuenta por los medios, para convertirlos en la idea o tema central de un reportaje. Y es que un lugar, un objeto y una obra artística también pueden ser idea para un reportaje.

Una vez elegida la idea, hay que buscar el enfoque. Para hacerlo es necesario considerar la idea en relación con elementos como: lo publicado sobre ella, el contexto en que se enmarca, el público al que se dirige, el medio que lo difundirá, los recursos disponibles. Además la idea se debe considerar en relación con sus características propias: si es actual, interesante, útil, original, relevante. Como dice Reynaga (1994: 63 y ss.), decidir desde qué perspectiva se realizará la investigación.

Este autor asegura que para elaborar un reportaje se deben seguir los cinco momentos indiscutibles. Primero elegir un tema, que sea interesante, actual; y tener claro qué es lo que se va a investigar. Después decidir desde qué perspectiva se realizará la investigación, el enfoque. Posteriormente plantear por escrito lo que se va a hacer, dónde, cuándo, cómo y cuánto costará; pensar un esquema de actuación. Con ello hacer un plan de previsiones, estudio previo de aspectos como el lugar donde se encuentran las informaciones, la existencia de fuentes documentales y fuentes personales, y la accesibilidad de las mismas y el tiempo real de la realización. Y, como punto final, hacer una selección de las técnicas, análisis de aquello que hará falta para realizar el reportaje: entrevistas personales, fuentes documentales, encuestas, estadísticas, gráficos, ilustraciones, etcétera.

4.2. La investigación

A esta búsqueda de la idea o tema, y a la elección del enfoque deberíamos añadir la necesidad de la investigación, algo indispensable para la elaboración del reportaje. Una vez decidido el tema, o la idea, el periodista debe ser consciente de la necesidad de buscar y alcanzar la información suficiente para poder realizar su trabajo. Así, debe buscar fuentes, personas o instituciones, que suministren datos sobre los que elaborar el relato.

Las fuentes son personas, instituciones y organismos que facilitan la información necesaria para que los medios elaboren sus textos; y sobre ellas se pueden hacer las diferentes clasificaciones atendiendo a la procedencia, a la profesionalidad o a la actitud de la fuente.

Atendiendo a la procedencia de la fuente deducimos que la información puede llegar al medio por dos vías esenciales, a través de fuentes ajenas o generales, o bien a través de fuentes propias o exclusivas.

Son fuentes ajenas o generales aquellas que sirven a todos los medios sin distinción, ofreciendo una información común (agencias de prensa, gabinetes, etc.). Y son fuentes propias o exclusivas aquellas que ofrecen información diferenciada, no compartida, y permiten al medio la obtención de información exclusiva o diferenciada.

Si atendemos a la profesionalidad de la fuente nos podemos encontrar con fuentes organizadas, cuyo trabajo es actuar como fuente (agencias y gabinetes de prensa); o bien con fuentes no organizadas, aquellas que no se dedican profesionalmente a dar información, pero que pueden ofrecer información exclusiva, información filtrada o datos que permiten completar la información aportada por fuentes profesionales.

Pero no siempre las fuentes están interesadas en hablar con el periodista, así podemos discernir entre la información buscada, que supone un esfuerzo para el periodista, y la información recibida, que llega al periodista sin que éste la haya buscado. Atendiendo a esa actitud de la fuente podemos distinguir una fuente resistente, con una reacia actitud a comunicar información, que pone

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obstáculos; de una fuente abierta, que no pone resistencia, pero tampoco toma la iniciativa, la buscan para que comunique información.

Cuando la información llega al periodista sin que la haya buscado, es la fuente la que tiene interés, con tres grados de actitud diferentes: la fuente espontánea (asume ella misma la iniciativa de informar, de manera natural, corriente y por motivación propia); la fuente ávida (toma también la iniciativa de informar con carga de intensidad y urgencia); la fuente compulsiva (toma la iniciativa utilizando recursos que obligan al periódico a comunicar su información, presionando).

El periodista que ha utilizado las fuentes como medio para obtener información debe presentarla a los lectores. Debe exponer tanto qué se ha dicho, como quién lo ha dicho, y esta referencia es lo que se denomina atribución.

La atribución es importante, sobre todo porque incrementa la veracidad sobre lo expuesto, y ayuda a conseguir la neutralidad informativa, Son posibles cuatro grados de atribución: directa, con reservas, con reserva obligada y con reserva total.

La atribución directa (on the record) es aquella en la que el periódico identifica claramente la fuente y cita la información que le ha proporcionado.

En la atribución con reservas el periódico no identifica explícitamente la fuente pero la sitúa, cita una fuente genérica, y cita la información proporcionada.

Un paso más es la atribución con reserva obligada o completa, en la que el periódico convierte en anónima la fuente que ha utilizado, no la identifica, y filtra la información sin que figure ningún tipo de fuente.

Y por último la atribución con reserva total (off the record), en la que el periódico no publica la información recibida, y por tanto no la atribuye a fuente alguna. Es material que no se puede difundir, es confidencial, y el periodista lo utiliza como vía para alcanzar la correcta interpretación de los hechos.

4.3. La Estructura Reportaje de Acontecimiento

a) Fact Story

b) Action Story

10

Hecho inicial y más importante

Hecho segundo en importancia

Hecho tercero

Hecho cuarto

Page 11: Capítulo 15 El Reportaje de Cantavella

c) Quote Story

d) Reportajes cortos: Follow-Up Story

11

Se cuenta el incidente inicial

Se reanuda el relato con más

detalles de ambiente

Vuelta a la relación con nuevos datos

Nueva relación

Cierre

Lead de sumario o introducción al tema y personaje

Cita: palabras textuales

Nuevo sumario: ambiente, documental, de continuidad

Más citas del personaje

Nuevo sumario: narración en tercera persona…

Etc.

Page 12: Capítulo 15 El Reportaje de Cantavella

Ya se ha explicado que estos reportajes —concebidos por Cari Warren para los pronósticos y la continuidad de hechos que duran en el interés noticioso— son muy similares al género información. Aparte de la riqueza y variedad de los recursos lingüísticos no habituales en la información, estos reportajes se caracterizan por el mayor hincapié que se hace en ellos sobre los detalles ambientales y de interés humano. Una pieza indispensable de este diagrama es el tie-in o tieback, siempre que se plantee rigurosamente como un reportaje de continuidad o pronóstico. Cuando estos reportajes no cumplan esta finalidad, el tie-in puede estar ausente. Cari Warren los diseña así

Bibliografía

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ULIBARRI, E. (1994): Idea y vida del reportaje, Trillas, México.

WARREN, C. (1959): Modern News Reporting, 3 ed., Nueva York.

12

Lead de Sumario

Tie-in

Detalles secundarios en orden decreciente