Carta a mi jefe

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Muy respetado señor Jefe: Hoy cumplo 2 meses de estar laborando en esta empresa, bajo sus muy estrictas y ceñudas órdenes. Como usted recordará fui escogido a través de un estricto y muy dilatado proceso de selección, el cual se encargó de descubrir la historia familiar desde la época en que mis antepasados obtuvieron la libertad de manos de los conquistadores a través de una insurrección armada, lo cual por supuesto restó varios puntos a la evaluación de mi personalidad al considerarme descendiente directo de personas poco afectas al cumplimiento de lo establecido y propensas a solucionar los problemas por las vías de hecho. Debo eso sí, admitir que el proceso ayudó a probar gran parte de mis cualidades y descubrir mis defectos, por ejemplo encontré que si la motivación es suficiente y se junta con la necesidad, puedo tener una inagotable dosis de paciencia, bien sea para esperar una llamada durante más de 1 mes para citarme a un examen, puedo esperar sin exaltarme a que un examinador que nos citó para entrevista a las 8 a.m y que además muy diligentemente nos llamó a lista cinco minutos antes de esa hora, retirando del proceso a quienes por alguna razón no estaban presentes al llamado, se desocupe de atender la vida familiar, social, deportiva, afectiva, galante, emotiva y gastronómica e igualmente atienda primero las cosas más importantes como entrevistar sin cita previa a los recomendados de su jefe, amigos, esposa, secretaria, amante, hijos y conocidos, proceso que más adelante y gracias a la cultura política que desarrollamos de un presidente varias veces reelegido, se denomina meritocracia. Finalmente a las 5 de la tarde, solo 9 horas después de la cita, este ejecutivo importantísimo, usted mi gran jefe, delegó en su secretaria el pasarnos un cuestionario de 200 preguntas advirtiéndonos que teníamos 30 minutos para responderlas y que si para entonces no lo habíamos terminado, era mejor despedirnos del puesto, entendí entonces la valiosa enseñanza que el proceso mismo nos estaba dejando para el futuro trabajo bajo presión, agradecí muy especialmente su deferencia al estar pendiente de nuestro examen interrumpiendo nuestra concentración cada 5 minutos para advertir el paso del tiempo y lo poco que nos quedaba para terminar y por supuesto ayudándonos a medir el aprovechamiento con frases tan inteligentes como “quien no haya contestado en este momento por lo menos hasta la pregunta 70 es mejor que entregue y regrese a la vagancia porque el puesto es para pilosos”, después entendí el valor de los mensajes retadores que sacan lo mejor de nosotros para permitir que logremos las metas. Para terminar el examen sonó un pito como de arbitro, después me enteré que usted lo era en los campeonatos del barrio y admiro su deferencia al prestarnos su experiencia en el tema para que el silbato fuera claramente escuchado y a tiempo, eso sí sin tiempo suplementario, otras dos personas se ubicaron estratégicamente en las esquinas posteriores del salón y se nos advirtió que al sonar el pito deberíamos dejar el papel y esfero sobre el escritorio y no intentar siquiera hablar con el compañero o escribir otra respuesta en la hoja, se que muchos le malinterpretaron como falta de confianza en nosotros pero en realidad era un muestra de organización y disciplina de su parte y una prueba de entereza para cada uno de nosotros.

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Page 1: Carta a mi jefe

Muy respetado señor Jefe:

Hoy cumplo 2 meses de estar laborando en esta empresa, bajo sus muy estrictas y

ceñudas órdenes.

Como usted recordará fui escogido a través de un estricto y muy dilatado proceso de

selección, el cual se encargó de descubrir la historia familiar desde la época en que mis

antepasados obtuvieron la libertad de manos de los conquistadores a través de una

insurrección armada, lo cual por supuesto restó varios puntos a la evaluación de mi

personalidad al considerarme descendiente directo de personas poco afectas al

cumplimiento de lo establecido y propensas a solucionar los problemas por las vías de

hecho.

Debo eso sí, admitir que el proceso ayudó a probar gran parte de mis cualidades y

descubrir mis defectos, por ejemplo encontré que si la motivación es suficiente y se

junta con la necesidad, puedo tener una inagotable dosis de paciencia, bien sea para

esperar una llamada durante más de 1 mes para citarme a un examen, puedo esperar sin

exaltarme a que un examinador que nos citó para entrevista a las 8 a.m y que además

muy diligentemente nos llamó a lista cinco minutos antes de esa hora, retirando del

proceso a quienes por alguna razón no estaban presentes al llamado, se desocupe de

atender la vida familiar, social, deportiva, afectiva, galante, emotiva y gastronómica e

igualmente atienda primero las cosas más importantes como entrevistar sin cita previa a

los recomendados de su jefe, amigos, esposa, secretaria, amante, hijos y conocidos,

proceso que más adelante y gracias a la cultura política que desarrollamos de un

presidente varias veces reelegido, se denomina meritocracia. Finalmente a las 5 de la

tarde, solo 9 horas después de la cita, este ejecutivo importantísimo, usted mi gran jefe,

delegó en su secretaria el pasarnos un cuestionario de 200 preguntas advirtiéndonos que

teníamos 30 minutos para responderlas y que si para entonces no lo habíamos

terminado, era mejor despedirnos del puesto, entendí entonces la valiosa enseñanza que

el proceso mismo nos estaba dejando para el futuro trabajo bajo presión, agradecí muy

especialmente su deferencia al estar pendiente de nuestro examen interrumpiendo

nuestra concentración cada 5 minutos para advertir el paso del tiempo y lo poco que

nos quedaba para terminar y por supuesto ayudándonos a medir el aprovechamiento con

frases tan inteligentes como “quien no haya contestado en este momento por lo menos

hasta la pregunta 70 es mejor que entregue y regrese a la vagancia porque el puesto es

para pilosos”, después entendí el valor de los mensajes retadores que sacan lo mejor de

nosotros para permitir que logremos las metas.

Para terminar el examen sonó un pito como de arbitro, después me enteré que usted lo

era en los campeonatos del barrio y admiro su deferencia al prestarnos su experiencia en

el tema para que el silbato fuera claramente escuchado y a tiempo, eso sí sin tiempo

suplementario, otras dos personas se ubicaron estratégicamente en las esquinas

posteriores del salón y se nos advirtió que al sonar el pito deberíamos dejar el papel y

esfero sobre el escritorio y no intentar siquiera hablar con el compañero o escribir otra

respuesta en la hoja, se que muchos le malinterpretaron como falta de confianza en

nosotros pero en realidad era un muestra de organización y disciplina de su parte y una

prueba de entereza para cada uno de nosotros.

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Para no extenderme en detalles que por usted son bien conocidos, esperé 3 semanas más

y fui citado a una entrevista en la cual ya solo estábamos uno 20 candidatos de los 260

del grupo general que inició el proceso, el grupo se completó con los 10 que por

meritocracia habían sido enlistados, no seleccionados pues hasta aquí, de ellos no había

ninguno retirado, imagino que tenían más capacidades y conocimientos que nosotros y

por ello su deserción no había ocurrido.

Los 10 meritócratas, fueron invitados a desayunar, nosotros no, pero entiendo que para

hacernos la vida más fácil pues fuimos citados 3 0 minutos más tarde que ellos,

desafortunadamente el desayuno con ellos se juntó con el almuerzo en el club y

nosotros haciendo gala de la paciencia debimos esperar hasta las 4 de la tarde, hora en

que usted regresó a la oficina, y eso sí, debo reconocerlo haciendo un gran esfuerzo

porque se le notaba cansado y a pesar de el tufo a vino del almuerzo, para no hacernos

perder el tiempo, nos entrevistó a todos y cada uno por casi 5 minutos, admiro su

capacidad de recordación, pues no tomó nota de nada y su gran concentración a pesar de

que su secretaria insistía cada rato para pasarle una nueva llamada de las muchas que no

había atendido durante el día y que usted haciendo gala de su don de gentes devolvió a

pesar de lo ocupado que estaba con nosotros y de que muchas de ellas eran de amigas

para invitarlo a cenar, a novena, a almorzar, a cine etc, las cuales usted a pesar de su

importancia se dignó atender con la misma diligencia y hasta con más cortesía que las

de negocios que por supuesto eran más importantes.

El caso es que después de 6 semanas un día recibí la tan anhelada llamada en que me

indicaban que estaba entre los seleccionados para el training, para lo cual debía

presentarme el siguiente Lunes a las 7 de la mañana, adjuntado:

Examen de sangre

Examen médico general

Examen de pulmones

Examen de orina

Examen de heces fecales

Pasado judicial

Certificado de la procuraduría sobre la no existencia de expedientes disciplinarios

Libreta militar

Cédula de ciudadanía

Tarjeta de eps

Declaración de renta de los 4 últimos años

Rut actualizado

4 fotos tamaño 4x4 fondo azul con corbata

3 recomendaciones personales

3 recomendaciones familiares

3 recomendaciones comerciales

3 referencias bancarias

hoja de vida en original y dos fotocopias

fotocopias de los diplomas

y otros documentos de los cuales ya no me acuerdo

Además debíamos llevar fotocopias de los certificados de notas de educación primaria,

secundaria, técnica, universitaria, post universitaria, etc. autenticadas, eso sí debo

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agradecerle no haber hecho referencia a nuestra educación preescolar, porque debo

admitir que debido a mi edad, en el momento en que inicié mi proceso educativo, los

jardines infantiles no estaban debidamente organizados y yo, tuve que aprender a

escribir números, vocales y el alfabeto de la mano de mi madre y abuela, que se

turnaban para ayudarme a avanzar. Ahí no hubiera podido adjuntar ningún certificado y

habría quedado relegado del proceso.

Training

No se porque esa palabrita me ha hecho pensar siempre en los instrumentos de tortura

con que estiraban a los herejes en la inquisición halándolos de las extremidades con 4

caballos, aunque después de finalizar el proceso comprendí que mi subconsciente me

había estado enviando mensajes de advertencia al respecto mediante esa analogía.

La sala de training a la cual fuimos citados los 2 seleccionados por el proceso normal y

los 10 meritócratas estaba ubicada en el sitio mas remoto de las oficinas generales,

dentro del almacén de materias primas, imagino que nosotros mismos éramos materia

prima en bruto para fabricar productos finales con los atributos y cualidades que el

proceso de calidad iso exige, allí nos ubicaron desde el primer día para hacer la

inducción y luego todo el proceso de capacitación y entrenamiento definido en la norma

de calidad.

La instructora con cara de prefecto de disciplina de escuela pública (en donde realicé

gran parte de mis estudios de primaria y secundaria) nos contó sobre las normas que

debían cumplirse en la organización a la cual ella misma había servido diligentemente

por más de 35 años y en la que había hecho una carrera que la había llevado desde la

recepción del edificio a la asistencia de training, no sin antes haber pasado por

recepcionista, secretaria de personal, secretaria de uno de los coordinadores, secretaria

de un supervisor y ahora secretaria del jefe de selección, delegada al training casi de

tiempo completo. Nos recitó de memoria los horarios de entrada y salida, el catálogo

de faltas leves, graves y gravísimas, el procedimiento para imposición de sanciones y

por supuesto las causales de cada una de ellas, nos contó de todas las personas

despedidas en el año por no cumplir fielmente con los compromisos laborales o no

adecuar su carácter a las normas de empresa y además lo hizo en un tono enérgico que

según ella muestra la energía que pone en su diaria labor para demostrar el compromiso

y compenetración con los objetivos empresariales, advirtiéndonos constantemente de lo

estricto de su jefe y lo difícil que era complacerlo con el trabajo ya que en sus palabras

en un doctor muy exigente, debo confesar que recordé por un momento la formación

en filas realizada en el patio de la escuela cuando la directivas consideraban que la

conducta de alguno de los alumnos debía reprocharse y aprovechaban el momento para

hacerlo en público y como si todos fuéramos culpables de la misma cosa.

Hacia las 12:30 se suspendió la “conferencia” para que nosotros tomáramos 1 hora para

almorzar, debíamos regresar sin falta a la 1.30 pm so pena por supuesto de “no

continuar en el proceso”. Los seleccionados por meritocracia fueron invitados a la sala

de juntas en donde les servirían el almuerzo suministrado por la empresa, los otros 2

salimos a recorrer el barrio para tratar de encontrar un lugar donde almorzar con los

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pocos pesos que teníamos en el bolsillo, dada nuestra precaria economía después de

varios meses sin recibir salario.

A la 1:30 de la tarde nosotros regresamos muy juiciosamente al salón de training para

continuar con el proceso, allí nos esperaba la asistente de training. A nuestra llegada

miró el reloj y luego a nosotros como para comprobar si aún estábamos en tiempo para

continuar en el proceso. A eso de las 2 pm los meritócratas hicieron su arribo

acompañados de usted mi gran jefe quien los instaba a continuar con el proceso con

palmaditas en el hombro y fuertes abrazos, estimo que dada su ocupación y por

supuesto la falta de cercanía no recibimos tales palmadas en el hombro, hoy entiendo

que probablemente fueron mis celos profesionales o la falta de confianza en mi mismo

lo que me llevó a tales pensamientos negativos en aquel tiempo.

El entrenamiento eso sí tenía una gran dosis de disciplina y mucho de automatización,

como para enseñarnos a responder casi inconscientemente a cualquier orden recibida, la

primera parte de cualquier frase llevaba una alta dosis de entonación militar, supongo

que para despertarnos del letargo y luego prepararnos para asumir los nuevos desafíos.

A nosotros los que no habíamos llegado por meritocracia, nos correspondieron equipos

un poco mas viejos y algunos en un grado de obsolescencia tal que dificultaban el

manejo y en algunos casos carecían de las piezas mencionadas en las instrucciones, eso

sí en honor a la verdad, no de todas para ser justo y también estimo que fue una

consideración especial para no apabullarnos con tecnología de punta que probablemente

no estaríamos en capacidad de manejar. .

El proceso fue realmente muy dedicado y tardó casi 3 semanas, que se me hicieron

demasiado largas, debido a que mis fondos de por sí escasos habían pasado a ser

francamente inexistentes, lo cual me obligaba a salir de mi casa muy temprano y

caminar parte de la ruta para ahorrar el valor de uno de los pasajes, debía además llevar

un sándwich en una bolsa de almacenes TIA, ya que tampoco tenía lonchera, por

supuesto en esta etapa como aún no estábamos contratados, tampoco recibíamos salario,

pero estábamos allí para aprovechar la oportunidad que ustedes nos estaban dando.

Afortunadamente usted con un corazón grande y tan generoso como el de un presidente

de mi hermoso país que reinó, corrijo gobernó por varios años, tuvo a bien prestarme

uno de los manuales de funciones, para que yo fuera automatizando también lo

necesario para recitar de memoria las actividades a las cuales debía dedicarme en caso

de terminar exitosamente el entrenamiento.

Pasadas las 3 semanas finalmente debimos presentar el examen final que nos habilitaría

o no para seguir en el proceso, nunca supe por que los meritocratas no lo presentaron o

si lo hicieron en otro momento, imagino que en su sabiduría quiso usted evitar que ellos

seguramente mejor preparados causaran algún estrés a nuestras vidas, lo que recuerdo es

que ese examen fue muy exhaustivo y duro casi 4 horas, las más tensionantes de mi

vida, al terminar me dijeron que podía irme y que esperara llamada por si decidían

contratarme.

Page 5: Carta a mi jefe

Nuevamente pasaron casi dos meses pero al fin una mañana de Viernes me avisaron

que debía presentarme el Lunes a la 7 de la mañana, con todos los exámenes que me

pidieron inicialmente, certificados, recomendaciones, diplomas, extractos y demás

documentos debidamente autenticados con no mas de 3 días de antigüedad y que si me

interesaba, trabajar ganando el salario mínimo, como asistente administrativo, no se

porqué pero después me decían en la oficina que era el patinador y que lo de asistente

administrativo se debía a que debía asistir a la administración en todo lo que alguien

debía hacer y no tenía ganas o tiempo de hacerlo.

Y ahí empezó mi carrera, cada vez más acelerada, pues debía ir corriendo por toda la

empresa, luego al banco, al restaurante, a la bodega, y a todos los lugares donde

alguien quería enviarme. Gracias al régimen físico impuesto, he eliminado en tan corto

tiempo todo el sobrepeso que tenía al ingresar a esta empresa y me hallo perfectamente

entrenado para correr la media maratón de Bogotá, la cual se corre mañana.

Por esta razón R E N U N C I O!

PD. Por si aún no se dio cuenta, todo lo anterior es completo sarcasmo, usted y su

sistema son un completo fracaso!