Cartas Literarias a Una Mujer

31

description

cartas de Gustavo Adolfo Becker

Transcript of Cartas Literarias a Una Mujer

  • Recepcion1628.jpg

  • CATAS LITERARIASA UNA MUJER

    GUSTAVO ADOLFO BCQUER

  • GUSTAVO ADOLFO BCQUER

    Queda rigurosamente prohibida, sin la autorizacin escrita de los titulares del copyright,bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obrapor cualquier medio o procedimiento, comprendidos la fotocopia y el tratamientoinformtico.

    2005, ELALEPH.COM S.R.L.

    [email protected]://www.elaleph.com

  • GUSTAVO ADOLFO BCQUER

    CARTASLITERARIAS

    A UNA MUJER

    Ediciones elaleph.com

  • ESTE LIBRO FUE AUTORIZADO POR ELALEPH.COM PARA EL USO EXCLUSIVO DE NATALIA RUIZ ([email protected])

    CARTA PRIMERA

    En una ocasin me preguntaste:Qu es la poesa?Te acuerdas? No s a qu propsito haba yo hablado

    algunos momentos antes de mi pasin por ella.Qu es la poesa? me dijiste.Yo, que no soy muy fuerte en esto de las definiciones te

    respond titubeando:La poesa es..., es...Sin concluir la frase, buscaba intilmente en mi memoria

    un trmino de comparacin, que no acertaba a encontrar.T habas adelantado un poco la cabeza para escuchar

    mejor mis palabras; los negros rizos de tus cabellos, esoscabellos que tan bien sabes dejar a su antojo sombrear tufrente, con un abandono tan artstico, pendan de tu sien ybajaban rozando tu mejilla hasta descansar en tu seno; en tuspupilas hmedas y azules como el cielo de la noche brillaba unpunto de luz, y tus labios se entreabran ligeramente al impulsode una respiracin perfumada y suave.

    Mis ojos, que, a efecto sin duda de la turbacin queexperimentaba, haban errado un instante sin fijarse en ningnsitio, se volvieron entonces instintivamente hacia los tuyos, yexclam, al fin:

    La poesa..., la poesa eres t!

  • GUSTAVO ADOLFO BCQUER

    8

    Te acuerdas? Yo an tengo presente el gracioso ceo decuriosidad burlada, el acento mezclado de pasin y amarguracon que me dijiste:

    Crees que mi pregunta slo es hija de una vanacuriosidad de mujer? Te equivocas. Yo deseo saber lo que es lapoesa, porque deseo pensar lo que t piensas, hablar de lo quet hablas, sentir con lo que t sientes; penetrar, por ltimo, enese misterioso santuario en donde a veces se refugia tu alma ycuyo umbral no puede traspasar la ma.

    Cuando llegaba a este punto se interrumpi nuestrodilogo. Ya sabes por qu.

    Algunos das han transcurrido. Ni t ni yo lo hemos vueltoa renovar, y, sin embargo, por mi parte no he dejado de pensaren l. T creste, sin duda, que la frase con que contest a tuextraa interrogacin equivala a una evasiva galante.

    Por qu no hablar con franqueza? En aquel momento diaquella definicin porque la sent, sin saber siquiera si deca undisparate. Despus lo he pensado mejor, y no dudo alrepetirlo; la poesa eres t. Te sonres? Tanto peor para losdos.

    Tu incredulidad nos va a costar: a ti, el trabajo de leer unlibro, y a m, el de componerlo.

    Un libro! exclamas, palideciendo y dejando escapar detus manos esta carta

    No te asustes. T lo sabes bien: un libro mo no puede sermuy largo. Erudito, sospecho que tampoco. Insulso, tal vez;mas para ti, escribindolo yo, presumo que no lo ser, y para tilo escribo.

    Sobre la poesa no ha dicho nada casi ningn poeta; pero,en cambio, hay bastante papel emborronado por muchos queno lo son.

    El que la siente se apodera de una idea, la envuelve en unaforma, la arroja en el estudio del saber, y pasa. Los crticos selanzan entonces sobre esa forma, la examinan, la disecan ycreen haberla entendido cuando han hecho su anlisis.

  • CARTAS LITERARIAS A UNA MUJER

    9

    La diseccin podr revelar el mecanismo del cuerpohumano; pero los fenmenos del alma, el secreto de la vida,cmo se estudian en un cadver?

    No obstante, sobre la poesa se han dado reglas, se hanatestado infinidad de volmenes, se ensea en lasuniversidades, se discute en los crculos literarios y se explicaen los ateneos.

    No te extraes. Un sabio alemn ha tenido la humorada dereducir a notas y encerrar en las cinco lneas de una pauta elmisterioso lenguaje de los ruiseores. Yo, si he de decir laverdad, todava ignoro qu es lo que voy a hacer; as es que nopuedo anuncirtelo anticipadamente.

    Slo te dir, para tranquilizarte, que no te inundar en esediluvio de trminos que pudiramos llamar facultativos, ni tecitar autores que no conozco, ni sentencias en idiomas queninguno de los dos entendemos.

    Antes de ahora te lo he dicho. Yo nada s, nada heestudiado; he ledo un poco, he sentido bastante y he pensadomucho, aunque no acertar a decir si bien o mal. Como slode lo que he sentido y he pensado he de hablarte, te bastarsentir y pensar para comprenderme.

    Herejas histricas, filosficas y literarias, presiento quevoy a decirte muchas. No importa. Yo no pretendo ensear anadie, ni erigirme en autoridad, ni hacer que mi libro se medeclare de texto.

    Quiero hablarte un poco de literatura, siquiera no sea msque por satisfacer un capricho tuyo, quiero decirte lo que s deuna manera intuitiva, comunicarte mi opinin y tener al menosel gusto de saber que, si nos equivocamos, nos equivocamoslos dos; lo cual, dicho sea de paso, para nosotros equivale aacertar.

    La poesa eres t, te he dicho, porque la poesa es elsentimiento, y el sentimiento es la mujer.

  • GUSTAVO ADOLFO BCQUER

    10

    La poesa eres t, porque esa vaga aspiracin a lo bello quela caracteriza, y que es una facultad de la inteligencia en elhombre, en ti pudiera decirse que es un instinto.

    La poesa eres t, porque el sentimiento, que en nosotroses un fenmeno accidental y pasa como una rfaga de aire, sehalla tan ntimamente unido a tu organizacin especial queconstituye una parte de ti misma.

    Ultimamente la poesa eres t, porque t eres el foco dedonde parten sus rayos.

    El genio verdadero tiene algunos atributos extraordinarios,que Balzac llama femeninos, y que, efectivamente, lo son. Enla escala de la inteligencia del poeta hay notas que pertenecen ala de la mujer, y stas son las que expresan la ternura, la pasiny el sentimiento. Yo no s por qu los poetas y las mujeres nose entienden mejor entre s. Su manera de sentir tiene tantospuntos de contacto... Quiz por eso... Pero dejemosdigresiones y volvamos al asunto.

    Decamos Ah, s, hablbamos de la poesa!La poesa es en el hombre una cualidad puramente del

    espritu; reside en su alma, vive con la vida incorprea de laidea, y para revelarla necesita darle una forma. Por eso laescribe. En la mujer, sin embargo, la poesa est comoencarnada en su ser; su aspiracin, sus presentimientos, suspasiones y Destino son poesa: vive, respira, se mueve en unaindefinible atmsfera de idealismo que se desprende de ella,como un fluido luminoso y magntico; es, en una palabra, elverbo potico hecho carne.

    Sin embargo, a la mujer se la acusa vulgarmente deprosasmo. No es extrao; en la mujer es poesa casi todo loque piensa, pero muy poco de lo que habla. La razn, yo laadivino, y t la sabes. Quiz cuanto te he dicho lo habrsencontrado confuso y vago. Tampoco debe maravillarte. Lapoesa es al saber de la Humanidad lo que el amor a las otraspasiones. El amor es un misterio. Todo en l son fenmenos a

  • CARTAS LITERARIAS A UNA MUJER

    11

    cual ms inexplicable; todo en l es ilgico, todo en l esvaguedad y absurdo.

    La ambicin, la envidia, la avaricia, todas las demspasiones, tienen su explicacin y aun su objeto, menos la quefecundiza el sentimiento y lo alimenta.

    Yo, sin embargo, la comprendo; la comprendo por mediode una revelacin intensa, confusa e inexplicable.

    Deja esta carta, cierra tus ojos al mundo exterior que terodea, vulvelos a tu alma, presta atencin a los confusosrumores que se elevan de ella, y acaso la comprenders comoyo.

  • CARTA SEGUNDA

    En mi anterior te dije que la poesa eras t, porque t eresla ms bella personificacin del sentimiento, y el verdaderoespritu de la poesa de otro.

    A propsito de esto, la palabra amor se desliz en mipluma en uno de los prrafos de mi carta.

    De aquel prrafo hice el ltimo. Nada ms natural. Voy adecirte el porqu.

    Existe una preocupacin bastante generalizada, aun entrelas personas que se dedican a dar formas a lo que piensan, que,a mi modo de ver, es, sin parecerlo, una de las mayores.

    Si hemos de dar crdito a los que de ella participan, es unaverdad tan innegable que se puede elevar a la categora deaxioma el que nunca se vierte la idea con tanta vida y precisincomo en el momento en que sta se levanta semejante a un gasdesprendido y enardece la fantasa y hace vibrar todas lasfibras sensibles, cual si las tocase alguna chispa elctrica.

    Yo no niego que suceda as. Yo no niego nada; pero, porlo que a m toca, puedo asegurarte que cuando siento noescribo. Guardo, s, en mi cerebro escritas, como en un libromisterioso, las impresiones que han dejado en l su huella alpasar; estas ligeras y ardientes hijas de la sensacin duermenall agrupadas en el fondo de mi memoria hasta el instante enque, puro, tranquilo, sereno y revestido, por decirlo as, de unpoder sobrenatural, mi espritu las evoca, y tienden sus alastransparentes, que bullen con un zumbido extrao, y cruzan

  • GUSTAVO ADOLFO BCQUER

    14

    otra vez por mis ojos como en una visin luminosa ymagnfica.

    Entonces no siento ya con los nervios que se agitan, con elpecho que se oprime, con la parte orgnica natural que seconmueve al rudo choque de las sensaciones producidas por lapasin y los afectos; siento, s, pero de una manera que puedellamarse artificial; escribo como el que copia de una pgina yaescrita; dibujo como el pintor que reproduce el paisaje que sedilata ante sus ojos y se pierde entre la bruma de loshorizontes.

    Todo el mundo siente. Slo a algunos seres les es dado elguardar como un tesoro la memoria viva de lo que hansentido. Yo creo que stos son los poetas. Es ms: creo quenicamente por esto lo son.

    Efectivamente, es ms grande, es ms hermoso, figurarseel genio ebrio de sensaciones y de inspiracin, trazando agrandes rasgos, temblorosa la mano con la ira, llenos an losojos de lgrimas o profundamente conmovidos por la piedadesas tiradas de poesa que ms tarde son la admiracin delmundo; pero, qu quieres?, no siempre la verdad es lo mssublime.

    Te acuerdas? No hace mucho que te lo dije a propsito deuna cuestin parecida.

    Cuando un poeta te pinte en magnficos versos su amor,duda. Cuando te lo d a conocer en prosa, y mala, cree.

    Hay una parte mecnica, pequea y material en todas lasobras del hombre, que la primitiva, la verdadera inspiracindesdea en sus ardientes momentos de arrebato.

    Sin saber cmo, me he distrado del asunto. Comoquieraque lo he hecho para darte una satisfaccin, espero que tuamor propio sabr disculparme. Qu mejor intermedio queste para con una mujer?

    No te enojes. Es uno de los muchos puntos de contactoque tenis con los poetas, o que stos tienen con vosotras.

  • CARTAS LITERARIAS A UNA MUJER

    15

    S, porque lo s, aun cuando t no me lo has dicho, que tequejas de m, porque al hablar del amor detuve mi pluma ytermin mi primera carta como enojado de la tarea.

    Sin duda, a qu negarlo?, pensaste que esta fecunda idease esteriliz en mi mente por falta de sentimiento. Ya te hedemostrado tu error.

    Al estamparla, un mundo de ideas confusas y sin nombrese elevaron en tropel en mi cerebro y pasaron volteandoalrededor de mi frente, como una fantstica ronda de visionesquimricas. Un vrtigo nubl mis ojos.

    Escribir! Oh! Si yo pudiera haber escrito entonces, no mecambiara por el primer poeta del mundo.

    Mas... entonces lo pens y ahora lo digo. Si yo siento loque siento, para hacer lo que hago, qu gigante ocano de luzy de inspiracin no se agitara en la mente de esos hombresque han escrito lo que a todos nos admira?

    Si t supieras cmo las ideas ms grandes seempequeecen al encerrarse en el crculo de hierro la palabra;si t supieras qu difanas, qu ligeras, qu impalpables son lasgasas de oro que trotan en la imaginacin al envolver esasmisteriosas figuras que crea y de las que slo acertamos areproducir el descarnado esqueleto; si t supieras cunimperceptible es el hilo de luz que ata entre s lospensamientos ms absurdos que nadan en el caos: si tsupieras... Pero, qu digo? T lo sabes, t debes saberlo.

    No has soado nunca? Al despertar, te ha sido algunavez posible referir, con toda su inexplicable vaguedad y poesa,lo que has soado?

    El espritu tiene una manera de sentir y comprenderespecial, misteriosa, porque l es un arcano; inmensa, porquel es infinito; divina, porque su esencia es santa.

    Cmo la palabra, cmo un idioma grosero y mezquino,insuficiente a veces para expresar las necesidades de la materia,podr servir de digno intrprete entre dos almas?

    Imposible.

  • GUSTAVO ADOLFO BCQUER

    16

    Sin embargo, yo procurar apuntar, como de pasada,algunas de las mil ideas que me agitaron durante aquel sueomagnfico, en que vi al amor, envolviendo a la Humanidadcomo en un fluido de fuego, pasar de un siglo en otro,sosteniendo la incomprensible atraccin de los espritus,atraccin semejante a la de los astros, y revelndose al mundoexterior por medio de la poesa, nico idioma que acierta abalbucear algunas de las frases de su inmenso poema.

    Pero, lo ves? Ya quiz ni t me entiendes ni yo s lo queme digo. Hablemos como se habla. Procedamos con orden.El orden! Lo detesto, y, sin embargo, es tan preciso paratodo!...

    La poesa es el sentimiento; pero el sentimiento no es msque un efecto, y todos los efectos proceden de una causa mso menos conocida. Cul lo ser? Cul podr serlo de estedivino arranque de entusiasmo, de esta vaga y melanclicaaspiracin del alma, que se traduce al lenguaje de los hombrespor medio de sus ms suaves armonas sino el amor?

    S; el amor es el manantial perenne de toda poesa, elorigen fecundo de todo lo grande, el principio eterno de todolo bello; y digo el amor porque la religin, nuestra religinsobre todo, es un amor tambin, es el amor ms puro, mshermoso, el nico infinito que se conoce, y slo a estos dosastros de la inteligencia puede volverse el hombre cuandodesea luz que alumbre en su camino, inspiracin que fecundicesu vena estril y fatigada.

    El amor es la causa del sentimiento; pero... qu es elamor? Ya lo ves: el espacio me falta, el asunto es grande, y...te sonres?... Crees que voy a darte una excusa ftil parainterrumpir mi carta en este sitio?

    No; ya no recurrir a los fenmenos del mo paradisculparme de no hablar del amor. Te lo confesaringenuamente: tengo miedo.

    Algunos das, slo algunos, y te lo juro, te hablar delamor, a riesgo de escribir un milln de disparates.

  • ESTE LIBRO FUE AUTORIZADO POR ELALEPH.COM PARA EL USO EXCLUSIVO DE NATALIA RUIZ ([email protected])

    CARTAS LITERARIAS A UNA MUJER

    17

    Por qu tiemblas? dirs sin duda. No hablan de l acada paso gentes que ni an lo conocen? Por qu no has dehablar t, t que dices que lo sientes?

    Ay! Acaso por lo mismo que ignoran lo que es, se atrevena definirlo.

    Vuelves a sonrerte?... Creme: la vida est llena de estosabsurdos.

  • CARTA TERCERA

    Qu es el amor?A pesar del tiempo transcurrido creo que debes acordarte

    de lo que te voy a referir. La fecha en que aconteci, aunqueno la consigne la Historia, ser siempre una fecha memorablepara nosotros.

    Nuestro conocimiento slo databa de algunos meses; eraverano y nos hallbamos en Cdiz. El rigor de la estacin nonos permita pasear sino al amanecer o durante la noche. Unda..., digo mal, no da an: la dudosa claridad del crepsculode la maana tea de un vago azul el cielo, la luna sedesvaneca en el ocaso, envuelta en una bruma violada, y lejos,muy lejos, en la distante lontananza del mar, las nubes secoloraban de amarillo y rojo, cuando la brisa, precursora de laluz, levantndose del Ocano, fresca e impregnada en elmarino perfume de las olas, acarici, al pasar, nuestras frentes.

    La Naturaleza comenzaba entonces a salir de su letargocon un sordo murmullo. Todo a nuestro alrededor estaba ensuspenso y como aguardando una seal misteriosa paraprorrumpir en el gigante himno de alegra de la creacin quedespierta.

    Nosotros, desde lo alto de la fortsima muralla que cie ydefiende la ciudad, y a cuyos pies se rompen las olas con ungemido, contemplbamos con avidez el solemne espectculoque se ofreca a nuestros ojos. Los dos guardbamos un

  • GUSTAVO ADOLFO BCQUER

    20

    silencio profundo, y, no obstante, los dos pensbamos unamisma cosa.

    T formulaste mi pensamiento al decirme:Qu es el sol?En aquel momento, el astro, cuyo disco comenzaba a

    chispear en el lmite del horizonte, rompi el seno de losmares. Sus rayos se tendieron rapidsimos sobre su inmensallanura; el cielo, las aguas y la tierra se inundaron de claridad, ytodo resplandeci como si un ocano de luz se hubiesevolcado sobre el mundo.

    En las crestas de las olas, en los ribetes de las nubes, en losmuros de la ciudad, en el vapor de la maana, sobre nuestrascabezas, a nuestros pies, en todas partes, arda la pura lumbredel astro y flotaba una atmsfera luminosa y transparente, enla que nadaban encendidos los tomos del aire.

    Tus palabras resonaban an en mi odo.Qu es el sol? me habas preguntado.Eso respond, sealndote su disco, que volteaba oscuro

    y franjado de fuego en mitad de aquella difana atmsfera deoro; y tu pupila y tu alma se llenaron de luz, y en laindescriptible expresin de tu rostro conoc que lo habascomprendido.

    Yo ignoraba la definicin cientfica con que puderesponder a tu pregunta; pero, de todos modos, en aquelinstante solemne estoy seguro de que no te hubiera satisfecho.

    Definiciones! Sobre nada se han dado tantas como sobrelas cosas indefinibles. La razn es muy sencilla: ninguna deellas satisface, ninguna es exacta, por lo cual cada cual se creecon derecho para formular la suya.

    Qu es el amor? Con esa frase conclu mi carta de ayer, ycon ella he comenzado la de hoy. Nada me sera ms fcil queresolver, con el apoyo de una autoridad esta cuestin que yomismo me propuse al decirte que es la fuente del sentimiento.Llenos estn los libros de definiciones sobre este punto. Lashay en griego y en rabe, en chino y en latn, en copto y en

  • CARTAS LITERARIAS A UNA MUJER

    21

    ruso... qu s yo?, en todas las lenguas, muertas o vivas, sabiaso ignorantes, que se conocen. Yo he ledo algunas y me hehecho traducir otras. Despus de conocerlas casi todas, hepuesto la mano sobre mi corazn, he consultado missentimientos y no he podido menos de repetir con Hamlet:Palabras, palabras, palabras!

    Por eso he credo ms oportuno recordarte una escenapasada que tiene alguna analoga con nuestra situacinpresente, y decirte ahora como entonces:

    Quieres saber lo que es el amor? Recgete dentro de timisma, y si es verdad lo que abrigas en tu alma, sintelo y locomprenders, pero no me lo preguntes.

    Yo slo te podr decir que l es la suprema ley deluniverso; ley misteriosa por la que todo se gobierna y rige,desde el tomo inanimado hasta la criatura racional; que de lparte y a l convergen, como a un centro de irresistibleatraccin, todas nuestras ideas y acciones; que est, aunqueoculto, en el fondo de toda cosa y efecto de una primera causa:Dios es, a su vez, origen de esos mil pensamientosdesconocidos, que todos ellos son poesa verdadera yespontnea que la mujer no sabe formular, pero que siente ycomprende mejor que nosotros.

    S. Que poesa es, y no otra cosa, esa aspiracinmelanclica y vaga que agita tu espritu con el deseo de unaperfeccin imposible.

    Poesa, esas lgrimas involuntarias que tiemblan uninstante en tus prpados, se desprenden en silencio, ruedan yse evaporan como un perfume.

    Poesa, el gozo improviso que ilumina tus facciones conuna sonrisa suave, y cuya oculta causa ignoras dnde est.

    Poesa son, por ltimo, todos esos fenmenosinexplicables que modifican el alma de la mujer cuandodespierta al sentimiento y la pasin.

    Dulces palabras que brotis del corazn, asomis al labio ymors sin resonar apenas, mientras que el rubor enciende las

  • GUSTAVO ADOLFO BCQUER

    22

    mejillas! Murmullos extraos de la noche, que imitis lospasos del amante que se espera! Gemidos del viento, quefings una voz querida que nos llama entre las sombras!Imgenes confusas, que pasis cantando una cancin sinritmo ni palabras, que slo percibe y entiende el espritu!Febriles exaltaciones de la pasin, que dais colores y formas alas ideas ms abstractas! Presentimientos incomprensibles,que iluminis como un relmpago nuestro porvenir! Espaciossin lmites, que os abrs ante los ojos del alma, vida deinmensidad, y la arrastris a vuestro seno, y la saciis deinfinito! Sonrisas, lgrimas, suspiros y deseos, que formis elmisterioso cortejo del amor! Vosotros sois la poesa, laverdadera poesa que puede encontrar un eco, producir unasensacin o despertar una idea!

    Y todo este tesoro inagotable de sentimiento, todo esteanimado poema de esperanzas y de abnegaciones, de sueos yde tristezas, de alegras y lgrimas, donde cada sensacin esuna estrofa, y cada pasin, un canto, todo est contenido envuestro corazn de mujer.

    Un escritor francs ha dicho, juzgando a un msico yaclebre, el autor de Tannhauser: Es un hombre de talento, quehace todo lo posible por disimularlo, pero que a veces no lopuede conseguir y, a su pesar, lo demuestra.

    Respecto a la poesa de vuestras almas, puede decirse lomismo.

    Pero, qu!, frunces el ceo y arrojas la carta?... Bah! Note incomodes... Sabes de una vez y para siempre que, tal comoos manifestis, yo creo, y conmigo lo creen todos, que lasmujeres son la poesa del mundo.

  • CARTA CUARTA

    El amor es poesa; la religin es amor. Dos cosassemejantes a una tercera son iguales entre s.

    He aqu un axioma que deba ahorrarme el trabajo deescribir una nueva carta. Sin embargo, yo mismo conozco queesta conclusin matemtica, que en efecto lo parece, as puedeser una verdad como un sofisma.

    La lgica sabe fraguar razonamientos inatacables que, apesar de todo, no convencen. Con tanta facilidad se sacandeducciones precisas de una base falsa!

    En cambio, la conviccin ntima suele persuadir, aunqueen el mtodo del raciocinio reine el mayor desorden. Tanirresistible es el acento de la fe!

    La religin es amor y, porque es amor, es poesa.He aqu el tema que me he propuesto desenvolver hoy.Al tratar un asunto tan grande en tan corto espacio y con

    tan escasa ciencia como la de que yo dispongo, slo me animauna esperanza. Si para persuadir basta creer, yo siento lo queescribo.

    Hace ya mucho tiempo yo no te conoca y con estoexcuso el decir que an no haba amado, sent en mi interiorun fenmeno inexplicable. Sent, no dir un vaco, porquesobre ser vulgar, no es sta la frase propia; sent en mi alma yen todo mi ser como una plenitud de vida, como undesbordamiento de actividad moral que, no encontrandoobjeto en qu emplearse, se elevaba en forma de ensueos y

  • GUSTAVO ADOLFO BCQUER

    24

    fantasas, ensueos y fantasas en los cuales buscaba en vano laexpansin, estando como estaban dentro de m mismo.

    Tapa y coloca al fuego un vaso con un lquido cualquiera.El vapor, con un ronco hervidero, se desprende del fondo, ysube, y pugna por salir, y vuelve a caer deshecho en menudasgotas, y torna a elevarse, y torna a deshacerse, hasta que alcabo estalla comprimido y quiebra la crcel que lo detiene.ste es el secreto de la muerte prematura y misteriosa dealgunas mujeres y de algunos poetas, arpas que se rompen sinque nadie haya arrancado una meloda de sus cuerdas de oro.sta es la verdad de la situacin de mi espritu, cuandoaconteci lo que voy a referirte.

    Estaba en Toledo, la ciudad sombra y melanclica porexcelencia. All cada lugar recuerda una historia, cada piedra unsiglo, cada monumento una civilizacin; historias, siglos ycivilizaciones que han pasado y cuyos actores tal vez son ahorael polvo oscuro que arrastra el viento en remolinos, al silbar ensus estrechas y tortuosas calles. Sin embargo, por un contrastemaravilloso, all donde todo parece muerto, donde no se venms que ruinas, donde slo se tropieza con rotas columnas ydestrozados capiteles, mudos sarcasmos de la loca aspiracindel hombre a perpetuarse, dirase que el alma, sobrecogida deterror y sedienta de inmortalidad, busca algo eterno en donderefugiarse, y como el nufrago que se ase de una tabla, setranquiliza al recordar su origen.

    Un da entr en el antiguo convento de San Juan de losReyes. Me sent en una de las piedras de su ruinoso claustro yme puse a dibujar. El cuadro que se ofreca a mis ojos eramagnfico. Largas hileras de pilares que sustentan una bvedacruzada de mil y mil crestones caprichosos; anchas ojivascaladas, como los encajes de un rostrillo; ricos doseletes degranito con caireles de yedra que suben por entre las labores,como afrentando a las naturales; ligeras creaciones del cincelque parecen han de agitarse al soplo del viento; estatuasvestidas de luengos paos que flotan, como al andar; caprichos

  • CARTAS LITERARIAS A UNA MUJER

    25

    fantsticos, gnomos, hipogrifos, dragones y reptiles sinnmero que ya asoman por cima de un capitel, ya corren porlas cornisas, se enroscan en las columnas, o trepan babeandopor el tronco de las guirnaldas de trbol; galeras que seprolongan y que se pierden, rboles que inclinan sus ramassobre una fuente, flores risueas, pjaros bulliciosos formandocontraste con las tristes ruinas y las calladas naves, y porltimo, el cielo, un pedazo de cielo azul que se ve ms all delas crestas de pizarra de los miradores a travs de los caladosde un rosetn.

    En tu lbum tienes mi dibujo; una reproduccin plida,imperfecta, ligersima, de aquel lugar, pero que no obstantepuede darte una idea de su melanclica hermosura. Noensayar, pues, describrtela con palabras, intiles tantas veces.

    Sentado, como te dije, en una de las rotas piedras, trabajen l toda la maana, torn a emprender mi tarea a la tarde, ypermanec absorto en mi ocupacin hasta que comenz afaltar la luz. Entonces, dejando a un lado el lpiz y la cartera,tend una mirada por el fondo de las solitarias galeras y meabandon a mis pensamientos.

    El sol haba desaparecido. Slo turbaban el alto silencio deaquellas ruinas el montono rumor del agua de la fuente, eltrmulo murmullo del viento que suspiraba en los claustros, yel temeroso y confuso rumor de las hojas de los rboles queparecan hablar entre s en voz baja.

    Mis deseos comenzaron a hervir y a levantarse en vapor defantasas. Busqu a mi lado una mujer, una persona a quiencomunicar mis sensaciones. Estaba solo. Entonces me acordde esta verdad que haba ledo en no s qu autor: La soledades muy hermosa... cuando se tiene junto a alguien a quiendecrselo.

    No haba an concluido de repetir esta frase clebre,cuando me pareci ver levantarse a mi lado y de entre lassombras una figura ideal, cubierta con una tnica flotante yceida la frente de una aureola. Era una de las estatuas del

  • GUSTAVO ADOLFO BCQUER

    26

    claustro derruido, una escultura que, arrancada de su pedestal yarrimada al muro en que me haba recostado, yaca all,cubierta de polvo y medio escondida entre el follaje, junto a larota losa de un sepulcro y el capitel de una columna. Ms all,a lo lejos y veladas por las penumbras y la oscuridad de lasextensas bvedas, se distinguan confusamente algunas otrasimgenes: vrgenes con sus palmas y sus nimbos, monjes consus bculos y sus capuchas, eremitas con sus libros y suscruces, mrtires con sus emblemas y sus aureolas, toda unageneracin de granito, silenciosa e inmvil, pero en cuyosrostros haba grabado el cincel la huella del ascetismo y unaexpresin de beatitud y serenidad inefables.

    He aqu, exclam, un mundo de piedra: fantasmasinanimados de otros seres que han existido y cuya memorialeg a las pocas venideras un siglo de entusiasmo y de fe.Vrgenes solitarias, austeros cenobitas, mrtires esforzadosque, como yo, vivieron sin amores ni placeres; que, como yo,arrastraron una existencia oscura y miserable, solos con suspensamientos y el ardiente corazn inerte bajo el sayal, comoun cadver en su sepulcro. Volv a fijarme en aquellasfacciones angulosas y expresivas; volv a examinar aquellasfiguras secas, altas, espirituales y serenas, y prosegu diciendo:Es posible que hayis vivido sin pasiones, ni temor, niesperanzas, ni deseos? Quin ha recogido las emanaciones deamor que, como un aroma, se desprenderan de vuestrasalmas? Quin ha saciado la sed de ternura que abrasaravuestros pechos en la juventud? Qu espacios sin lmites seabrieron a los ojos de vuestros espritus, vidos de inmensidad,al despertarse al sentimiento...? La noche haba cerrado pocoa poco. A la dudosa claridad del crepsculo haba sustituidouna luz tibia y azul; la luz de la luna que, velada un instante porlos oscuros chapiteles de la torre, ba en aquel momento conun rayo plateado los pilares de la desierta galera.

    Entonces repar que todas aquellas figuras, cuyas largassombras se proyectaban en los muros y en el pavimento, cuyas

  • ESTE LIBRO FUE AUTORIZADO POR ELALEPH.COM PARA EL USO EXCLUSIVO DE NATALIA RUIZ ([email protected])

    CARTAS LITERARIAS A UNA MUJER

    27

    flotantes ropas parecan moverse, en cuyas demacradasfacciones brillaba una expresin de indescriptible, santo ysereno gozo, tenan sus pupilas sin luz, vueltas al cielo, como siel escultor quisiera semejar que sus miradas se perdan en elinfinito buscando a Dios.

    A Dios, foco eterno y ardiente de hermosura, al que sevuelve con los ojos, como a un polo de amor, el sentimientode la tierra.

    El Contemporneo23 de abril, 1861

  • NDICE

    Carta primera 7Carta segunda 13Carta tercera 19Carta cuarta 23