CICLO DE FORMACIÓN HISTÓRICA - Peronista Kirchnerista · Aldo Ferrer: Economía Argentina...
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CICLO DE FORMACIÓN HISTÓRICA:
PATRIA-O-COLONIA
FEDERALES-O-UNITARIOS
BARBARIE-O-CIVILIZACIÓN
FEDERALES-O-PARTIDO LIBERAL
FEDERALES-O-PARTIDO NACIONAL
PATRIA-O-IMPERIO
PUEBLO-O-ANTIPUEBLO
PERÓN-O-BRADEN
PUEBLO-O-ANTIPUEBLO
PERONISMO-O-ANTIPERONISMO
LIBERACIÓN-O-DEPENDENCIA
DEMOCRACIA-O-GENOCIDIO
RESISTENCIA-O-NEOLIBERALISMO
"PATRIA-O-BUITRES"
PATRIA-O-CORPORACIONES NACIONALES E
INTERNACIONALES
“LA PATRIA ES EL OTRO” ARGENTINO Y LATINOAMERICANO
LA PATRIA SOS VOS.
---------------------------------------------------------------------------- “Necesitamos que los distintos dirigentes responsables de las organizaciones,
también organicen cursos de formación sobre política internacional, sobre historia internacional”.
“Ustedes se dieron cuenta que prácticamente, salvo cuestiones catastróficas o muy
evidentes, parece como que la Argentina fuera un planeta solo en el mundo, que no
existiera el resto, porque no hay una sola noticia internacional de nada, de las
económicas ni hablemos”.
“Tenemos que prepararnos, tenemos que saber, porque al que no estudia, al que no
sabe lo que pasa y cómo se fueron produciendo los acontecimientos, lo llevan de la
nariz. Sobre todo, en un mundo, donde los medios de comunicación y,
fundamentalmente también, las redes sociales han adquirido una gran importancia,
el problema es la selectividad de la información” (Militante peronista, ex Presidenta de la República Argentina por 2 períodos consecutivos 2007-2015, Cristina Fernández de Kirchner
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1806-1880
DE LA DEFENSA DE BUENOS AIRES
A LA ARGENTINA OLIGÁRQUICA
Contenidos
Introducción: Ejes de Formación (1806-1880).
Línea de Tiempo (1806-1880).
1810 Revolución.
Camilo Rojas: Las masas populares en la era de Rosas
EJE INTERNACIONAL..
León Pomer: La Guerra del Paraguay: Estado, Política y Negocios"Gran Bretaña: Un nuevo Siglo
XVI".
Eric J. Hobsbawm: Industria e Imperio
Capítulo 3: "La Revolución industrial, 17801840".
EJE ECONÓMICO.
Aldo Ferrer: Economía Argentina
Capítulo 2: "La Etapa de Transición".
Raúl Scalabrini Ortiz: Política Británica en el Río de la Plata "El primer empréstito".
Rodrigo López: "Las ideas económicas de Manuel Belgrano y Mariano Moreno"
EJE POLÍTICO
Mariano Moreno: Plan Revolucionario de Operaciones.
Jorge Abelardo Ramos: Las masas y las lanzas" Artigas y la nación en armas"
Domingo Faustino Sarmiento: Facundo o Civilización y Barbarie en las pampas argentinas
Capítulo 1 .
Norberto Galasso: "La deuda histórica con Felipe Várela"
Felipe Várela: Proclama ¡Viva la Unión Latinoamericana!
DISCURSOS CFK
Bicentenario: Segunda Independencia de América del Sur.
Vuelta de Obligado Día de la Soberanía Nacional.
Reivindicación de Felipe Várela.
Introducción: Ejes de Formación (18061880)
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PREGUNTAS PARA LA DISCUSIÓN Y EL DEBATE : INTERNACIONAL
1. ¿Cuáles son las principales consecuencias de la Revolución Industrial inglesa y de qué
manera se reconfigura el mapa mundial a partir de ellas?
2. ¿Qué cambios se producen, en términos políticos, a partir de la Revolución Francesa?
3. ¿Cuál es el rol de los Estados Unidos luego de la declaración de independencia y la posterior
guerra de secesión en el marco del ordenamiento mundial?
4. ¿De qué manera influyen/condicionan las disputas entre las potencias hegemónicas de la
época en el continente latinoamericano?
5. ¿Cuáles son las principales vertientes hacia el interior de los proyectos independentistas en
América Latina? ¿Cuáles son sus principales figuras?
6. ¿Cuál es el modo en el que el Imperialismo penetra en la Latinoamérica postcolonial?
7. ¿Cuáles son las formas de dominación y dependencia entre América Latina y las metrópolis
hegemónicas del período?
8. ¿Cuáles son los principales intereses (recursos) sobre los que depositan sus intereses las
potencias imperiales?
PREGUNTAS PARA LA DISCUSIÓN Y EL DE BATE: ECONOMÍA.
1. ¿En qué se basaba la economía del Virreinato del Río de la Plata al momento de la
Revolución de Mayo?
2. ¿Qué procesos económicos estaban desarrollándose a nivel mundial en ese momento y en
qué se basaban en términos teóricos?
3. ¿Cuál era el proyecto económico de los "Hombres de Mayo"?
4. ¿Cuál fue el conflicto o disyuntiva económica fundamental durante el período y cómo se
manifestó?
PREGUNTAS PARA LA DISCUSIÓN Y EL DEBATE: POLÍTICA
1. Composición social. ¿Cuáles son los sectores populares y cuales los sectores dominantes
durante la colonia y el proceso revolucionario?
2. ¿Cuál crees que es el proyecto nacional popular de dicha coyuntura y quienes lo encarnan?
3. Definir proyecto político social económico de la facción antinacional (partido
directorial/unitario/liberal)
4. ¿Por qué crees que Cristina dice: "A Artigas no lo dejaron ser argentino" ?
5. Política interior y exterior durante el gobierno de Rosas. Marco de alianzas a nivel local e
internacional. El conflicto civil durante el periodo rosista puede enmarcase a un nivel solo local
(cuenca del plata) o es internacional? ¿Por qué?
6. ¿Qué es La Unión Americana? ¿Cuál es su proyecto? Situación de los sectores populares del
interior durante el mitrismo y durante la guerra de la triple alianza.
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1 8 1 0 - - Revolución
"Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo
que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún
tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruirla tiranía"
Mariano Moreno (1810)
¿Qué empieza el 25 de mayo de 1810? ¿Fue una "revolución" en el sentido que la entendemos
hoy? ¿Quiénes se movilizaron y por qué? ¿Qué intereses había en disputa? ¿Cómo fue contada
la historia de la revolución?
Una revolución siempre es un proceso complejo, difícil de explicar y es aún más difícil definir
sus contornos, límites, objetivos. Cuando, además, se trata de la fecha fundacional de un país,
la cosa se complica aún más, porque en estos doscientos años de historia, la revolución de
mayo fue contada muchas veces, desde distintos ángulos, con distintos intereses. La escuela,
durante años, contribuyó a un relato sencillo que busca crear identidad, pero también ayuda a
crear estereotipos engañosos, útiles para crear un sentido nacional de impronta oligárquica,
vinculada al comercio portuario de Buenos Aires. Dicho brevemente, la "historia oficial",
escrita por primera vez por Bartolomé Mitre y luego reproducida en escuelas, universidades y
medios de comunicación, suele reducir la Revolución de Mayo a una lucha por la libertad de
comercio de algunos criollos, frente al poder colonial español. Inglaterra, que quería lo mismo
se convierte así en una aliada natural de los intereses patrios. Las intenciones ideológicas detrás
de este relato son obvias. Pero la historia de la revolución de mayo no puede reducirse a eso: se
trata de un proceso de liberación, donde distintos estamentos sociales (entre ellos también los
comerciantes) se alzaron contra un poder opresivo, donde por primera vez los sectores
populares intervinieron en los asuntos públicos, donde las reformas sociales y económicas iban
mucho más allá de la libertad comercial, como lo demuestran los documentos escritos por
líderes como Mariano Moreno.
Para comprender mejor esta historia, empecemos por comprender a la revolución de Mayo en
su contexto mundial.
En primer lugar, lo que debe entenderse es que la revolución fue hija de una etapa
revolucionaria por la que atravesaba buena parte del "mundo".
En aquel entonces, para un habitante promedio de Buenos Aires el "mundo" era, básicamente,
Europa y sus territorios coloniales.
Aquella era revolucionaria tenía como origen la revolución francesa de 1789, y en menor
medida la revolución norteamericana de 1776. En ambos casos, los "programas" de estos
movimientos eran contra las monarquías absolutistas, buscaban distintas formas de
representación popular, y la instalación de una "libertad" individual que rigiera tanto para el
comercio y la propiedad privada, como para el derecho a la participación en los asuntos
públicos.
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En términos teóricos, se puede entender como el ascenso de la burguesía, que ya había
conquistado el poder económico, pero aún no conseguía desplazar a la aristocracia del poder
político.
En este sentido, cabe la primera aclaración: en general se comprende a la revolución de mayo
como una revolución contra los "españoles" y en buena parte fue así, sobre todo cuando estalló
la guerra frontal entre el ejército patriota y el realista, pero se debe agregar que en aquel
momento lo "español" era sinónimo de monarquía totalitaria, de imposición imperial para los
territorios coloniales, de tomar las decisiones que afectaban al Río de la Plata en la lejana
Madrid. En definitiva, antes que una discusión de "nacionalidades" lo que se discutía era el
carácter absolutista que tenía españa y que intentaba, desde esa lógica, dominar a sus colonias.
De hecho, en la propia España, cuando el rey absolutista Fernando VII fue apresado por
Napoleón, después de la invasión francesa, surgieron movimientos constitucionalistas que
proponían otra relación con los territorios coloniales, dándoles voz y voto en las decisiones. Es
decir que también en España existían grupos con intereses similares a los de los
revolucionarios de Buenos Aires.
Además de estas ideas compartidas en Europa y América, vinculadas con las revoluciones
burguesas, el sistema colonial en América, particularmente opresivo, terminaba de dibujar un
escenario ideal para la revuelta social y política.
La reducción de la revolución de mayo a su carácter anti "español" fue una construcción para
nada inocente por parte de la historiografía liberal. El objetivo era quitarle a la revolución su
carácter democrático, rupturista, y su perfil popular, para convertirla en una discusión de
"nacionalidades". Sin embargo, como ocurre siempre, lo que llevó a la generación de mayo a
levantarse contra el orden establecido no fue una mera cuestión de banderas y escudos, sino
una puja de intereses.
En aquel entonces se dividía a la sociedad en castas según el color de la piel y el origen social,
lo que impedía, incluso a sectores criollos adinerados, acceder a cargos públicos por no haber
nacido en España.
Sencillamente, se privilegiaba un español analfabeto por sobre un criollo ilustrado. Ese era el
lema de los hijos de españoles que reclamaban a la Corona un trato más igualitario.
Cada vez más la metrópoli española era vista como un lugar al que se debía tributar mediante
impuestos y limitaciones al comercio (las colonias sólo podían comerciar con España, ni
siquiera estaba permitido el comercio intra colonial) y que a cambio sólo devolvía mayores
niveles de imposición y sojuzgamiento.
Este era el marco general en toda la América española. Desde México, pasando por Colombia,
Perú y el Río de la Plata los alzamientos contra el orden colonial serían simultáneos (entre
1810 y 1811 prácticamente todos los territorios se sublevaron, en una época donde las
comunicaciones demoraban meses). Pero a este marco regional cabe agregarle uno local.
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Las invasiones ingleses de 1806 y 1807, el pueblo de Buenos Aires en armas.
A comienzos del siglo XIX, Inglaterra era la "reina de los mares" y había logrado una
hegemonía mundial en ese campo, frente a los demás imperios. Esa superioridad marítima era
clave para poder llevar sus mercancías y ampliar sus mercados a miles de kilómetros de donde
tenía lugar la revolución industrial que estaba comenzando en su isla. En ese contexto, el
puerto de Buenos Aires bajo dominio español, era una plaza interesante para poder introducir
sus productos.
Cuando tuvo lugar la primera invasión, la débil protección de la ciudad por parte de la corona
española fue vencida rápidamente. Sin embargo, este hecho desencadenó la toma de las armas
por parte de vecinos de la ciudad para su defensa. Esta militarización, conllevó que grupos
sociales que hasta ese momento estaban completamente al margen de la carrera militar y, por
supuesto, de cualquier intervención política, accedieran a ambas. Las milicias porteñas se
constituyeron de españoles, pero también de criollos, e incluso se formaron compañías de
"pardos y morenos libres".
El regimiento más numeroso fue el de Patricios, comandado por Cornelio Saavedra, hasta ese
entonces un civil, y en el que se presentaron voluntariamente 1400 hombres, de distintas
condiciones sociales. En total, se calcula que unos 7000 hombres fueron armados para
defender la ciudad. Para ese entonces, Buenos Aires tenía una población total de 40.000
personas, lo que da una idea del impacto social que tuvo este reclutamiento en una sociedad
donde la regla era una estricta separación por castas. En las dos invasiones, las fuerzas porteñas
lograron superar a las inglesas, impidiendo el asentamiento del poder británico.
Superadas las invasiones inglesas con éxito, el poder colonial aparecía nuevamente, pero la
sociedad ya había cambiado. De ser un ambiente cerrado, con claras divisiones sociales, donde
"lo público" era restringido a los españoles y altos comerciantes, la experiencia de la guerra
sembró la semilla de la participación y la erosión de la legitimidad colonial.
Cuando las noticias de España confirmen el apresamiento del rey y la ausencia, por lo tanto, de
poder sobre las colonias, esa sociedad civil y militar porteña que había nacido en 1806 decidirá
tomar el poder.
Los actores de la revolución
A diferencia de los otros centros coloniales (México y Perú) el Río de la Plata no se consolidó
como un lugar económico relevante para la relación comercial oficial con España. El
contrabando, en un marco de disputa con otras potencias marítimas como Gran Bretaña, le dio
a la región una mayor distancia respecto al poder imperial. La principal riqueza de la región, a
diferencia del oro y la plata de los otros centros, era el cuero extraído del ganado silvestre. El
puerto también servía para la introducción de esclavos cuyo destino era, generalmente, Brasil.
El comercio informal, desde el cual muchos funcionarios coloniales lograban amasar fortunas
importantes, era la norma. Estos elementos, que ya habían jugado su rol explicando por qué
Inglaterra intentó dos veces invadir la ciudad, también son importantes para entender qué tipo
de actores sociales existían.
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¿Qué grupos de poder podríamos identificar? Sin dudas, el centro del conflicto sería el comercio,
sus formas, sus fronteras y límites, y quién estaría al frente de esos negocios.
Por un lado, los comerciantes españoles, asociados al comercio legal vía puerto de Cádiz y con
amplio control del aparato burocrático colonial. Son quienes más jugo sacan del poder
absolutista español que impide comerciar en igualdad de condiciones a los criollos y sólo
permite hacerlo con los puertos de España. Por el otro, los comerciantes y hacendados de origen
criollo asociados al contrabando y con enormes ansias de implantar el librecambio con Gran
Bretaña para integrarse al mercado mundial sin las molestas trabas impuestas por el monopolio
comercial, que de ninguna manera lograba frenar el contrabando pero igualmente dificultaba
las jugosas ganancias que permitía el intercambio de cueros por las manufacturas británicas. A
estos sectores, se les suman también jóvenes ilustrados como Mariano Moreno, French y
Beruti, quienes propugnaban un cambio político que los acercara a los aires revolucionarios
franceses.
Pero además, también tenían lugar aquellos hombres de armas, que se habían organizado con
las invasiones inglesas y que tampoco querían volver a su antiguo lugar de súbditos reales sin
voz ni voto. Saavedra representaba, en parte, a estos sectores.
Todo este frente social y político estaba constituido, entonces, por quienes serían los actores
clave de la revolución de mayo. Éste incluía tanto a los intereses comerciales ligados a Gran
Bretaña como a los sectores populares de la ciudad que habían tenido una experiencia armada
y tenían intereses concretos para defender su libertad política y terminar con las prácticas
opresivas de la colonia.
El documento que mejor expresa estos intereses es el Plan de Operaciones de Mariano
Moreno, por mucho tiempo cuestionado por la historiografía liberal (en tanto no respondía a
sus intereses, porque mostraba un costado radical de la revolución, no atada solamente a
intereses comerciales). Ese documento, además de disposiciones de control militar y logístico,
contiene un programa económico, donde el actor central es el Estado. La razón de ello no es
sólo "ideológica": la revolución de mayo no contaba con una burguesía desarrollada como en
Francia, y sólo tenía comerciantes que habían sabido sacar provecho del contrabando. Dice
Moreno en el Plan de Operaciones: "las fortunas agigantadas en pocos individuos ...no sólo
son perniciosas sino que sirven de ruina a la sociedad civil, cuando no solamente con su poder
absorben el jugo de todos los ramos de un Estado, sino cuando también en nada remedian las
grandes necesidades de los infinitos miembros de la sociedad, demostrándose como una
reunión de aguas estancadas, que no ofrecen otras producciones sino para el terreno que
ocupan, pero que si corriendo rápidamente su curso bañasen todas las partes, no habría un solo
individuo que no las disfrutase..."
En el mismo Plan de Operaciones también se evaluaba enviar una fuerza militar hacia
Montevideo para derrotar militarmente a un Cabildo que no se había sumado a la experiencia
de la Revolución en Buenos Aires, sino que se referenciaba en un Consejo de Regencia de
España, que supuestamente cuidaba los intereses de un rey preso que no tenía control alguno
sobre el territorio español. Esta situación de vacío de poder, en donde no se sabía si se
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respondía al rey José Bonaparte (puesto por Napoleón en España) a un Consejo de Regencia
que no tenía ninguna autoridad real (había sido derrotado el ejército español) generó una
situación en la cual se comenzó a difundir una nueva teoría del poder que había sido desarrollada
por Jean acques Rousseau. Esta teoría planteaba que el poder emanaba del pueblo reunido y era
transferido mediante un pacto al soberano, y cuando éste se ausentaba por alguna razón, el poder
retornaba al pueblo para decidir nuevamente que hacía con su organización.
El germen de la independencia comenzaba a crecer.
La consolidación de la Revolución
La Junta de gobierno de Buenos Aires, con Cornelio Saavedra a la cabeza, se opuso
claramente a los deseos del Consejo de Regencia, pero no impidió que en su seno se
expresaran al menos dos proyectos diferentes de lo que había que hacer con este territorio. Los
intereses económicos vinculados al puerto de Buenos Aires comenzaban a pesar y seducían a los
actores políticos con la posibilidad de obtener protección y recursos por parte de las grandes
potencias mundiales de la época.
Saavedra, que intentó equilibrar entre estos intereses y la propuesta más radical de Moreno no
logró su cometido y las intenciones moderadas sucumbieron ante los intereses económicos que
estaban aposentados en el puerto. Moreno había escrito en el plan de operaciones: la
moderación en tiempos de revolución no es cordura ni virtud, sino que se transforma en una
debilidad.
Es en El plan de operaciones de Mariano Moreno donde se vislumbra un proyecto de país para el fin de
la contienda bélica. La idea del desarrollo y expropiación de las minas del alto Perú, a la par del
desarrollo del comercio garantizando una acumulación propia a partir de la prohibición de
llevarse el metal afuera, daba la idea de que la forma buscada era la del desarrollo de los
sectores productivos, en favor de la mayoría de la población. Minería y comercio eran los
lemas, a los que Manuel Belgrano sumó el desarrollo agrícola y la producción de una empresa
maderera que pudiera llegar a ser la precursora de la construcción de barcos propios que
permitieran vincular al nuevo país con el resto del mundo. Ambos proyectos fueron subsumidos
por los sectores comerciales porteños que se impusieron de la mano de Bernardino Rivadavia en la
década del 20.
En ese sentido, la dinámica política ligada a los intereses comerciales del puerto de Buenos
Aires, llevó a la autonomía de Bolivia, que había sido el centro de la riqueza de la época
colonial. Esto garantizaba que el eje del poder económico de la nueva República giraría
alrededor del puerto de Buenos Aires y sus comerciantes y sus banqueros serían los
beneficiarios de este proyecto que no incluía ni a los sectores populares ni a los grupos
dominantes de cada una de las provincias. Se iba conformando un país "independiente" pero
inmerso en una dinámica económica que lo llevaría a la dependencia de las grandes potencias
comerciales.
En aquel Plan de Operaciones, figuraba también la necesidad de extender la ola revolucionaria
hacia las costas de la ciudad-puerto de Montevideo, donde aparecía una posible consolidación
de las fuerzas realistas. En definitiva, toda la Banda Oriental aparecía como un complejo
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campo de batalla, donde se cruzaban los intereses españoles y la pretensión portuguesa de
incorporar esos territorios. Fue allí mismo donde surgió uno de los liderazgos más interesantes
de la revolución rioplatense: José Gervasio Artigas, un militar vinculado al mundo rural, tuvo
posiciones de avanzada en temas sociales, particularmente en lo relacionado con la
distribución de la tierra. Si bien en un comienzo tuvo el apoyo financiero y militar de Buenos
Aires, cuando las tendencias unitarias se impusieron, Artigas fue alejándose, hasta el quiebre
definitivo cuando en 1813 los porteños rechazaron a los diputados del caudillo oriental, que
debían integrar la Asamblea del año XIII. Artigas conformó un año después la Liga Federal,
donde fue nucleando a las regiones con las cuales compartía el rechazo a Buenos Aires: en su
momento de mayor esplendor llegó a influir a Corrientes, Entre Ríos y partes de lo que hoy es
Santa Fé. Ese recorrido llevó a que se lo considere el primer caudillo federal. El dato más
relevante es que la lucha de Artigas deja al descubierto la operación "nacional" que vendría
después: en 18101820, la lucha por la libertad no tenía los límites de los países que se
terminarían conformando después, la identidad era la americana, y no las "patrias chicas"
construidas por los intereses oligárquicos, años después.
San Martín, quien había cumplido un papel militar y político fundamental durante los
momentos más duros de la guerra por la independencia (1814
1817), fue perseguido y vituperado por las fuerzas porteñas enemigas de la integración
americana, porque ésta era vista como un impedimento a los negocios directos que hacían con
las potencias coloniales del momento, Inglaterra y Francia. Fue en el Congreso de Tucumán de
1816, que declaró la independencia de las Provincias Unidas del Sud, en donde se pudo ver
cuáles eran las orientaciones para la política interna de este gran estratega militar. Junto con
Manuel Belgrano barajaron el nombre de un familiar del asesinado Tupac Amaru para que ocupara el
trono de una monarquía. De esta forma se le quitaba el poder centralista a Buenos Aires. La historia es
conocida, la posición republicana de los comerciantes del puerto primó con el objetivo de
oponerse a la posibilidad de un poder que los sometiera. San Martín, por el contrario, cuando
estuvo al frente de los gobiernos en Cuyo, primero, y luego en Perú, tuvo un notable
acercamiento a los sectores populares indígenas, mestizos y esclavizados, a través de medidas
puntuales y de la creación de un ejército popular.
Sin embargo Rivadavia, quien presidía el país en los años 20, le puso precio a la cabeza de San
Martín por haber desobedecido una orden porteña que buscaba reprimir a las fuerzas federales
artiguistas. El libertador, que en ese momento se había reunido con Simón Bolívar en
Guayaquil, mostrando un punto de inflexión en la victoria militar sobre España y también las
posibilidades de articulación política entre los dos grandes caudillos de la independencia
americana, terminó partiendo al exilio, cuando advirtió que la puja política en Buenos Aires se
había definido en favor de otros intereses.
Una economía que se transforma. El inicio de la puja entre el puerto y el interior
Como ya se dijo, una de las claves para comprender a la revolución de mayo (aunque no la
única) es el alineamiento de distintos sectores comerciantes, conforme a sus intereses. El
triunfo de la revolución fue, también, el triunfo de los comerciantes criollos de Buenos Aires,
quienes tenían como premisa la apertura comercial, con el fin de ser ellos los articuladores
entre la producción local (tanto de la pampa como el resto del interior) y los agentes
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comerciales ingleses y demás potencias europeas.
Así, la apertura comercial de los años posteriores a la revolución, provocó un cambio de poder
en la geografía económica de todo el Río de la Plata: el interior, las zonas ligadas a la
producción de plata en el Alto Perú, las distintas producciones artesanales de las localidades,
fueron doblegadas por la cada vez más poderosa Buenos Aires que ahora, sin las trabas de la
estructura colonial, podía aprovechar al máximo su rol de ser entrada y salida de exportaciones
e importaciones. Las manufacturas inglesas, velozmente, fueron ganando espacio en todo el
territorio de las ex colonias. Los gauchos comenzaron a usar ponchos fabricados en la lejana e
industrial ciudad de Manchester. La ruina económica del interior profundo es una de las claves
para comprender las razones de la larga y penosa guerra civil entre los caudillos que al frente
de sus montoneras chocaron una y otra vez con las fuerzas porteñas que protegían la llave de la
economía rioplatense, la Aduana del puerto de Buenos Aires.
El resumen de esta realidad quedó descripta inmejorablemente por las palabras de un
comerciante inglés, Sir Woodbine Parish. Citado por el historiador José María Rosa: "El Río
de la Plata debe considerarse como el más rico mercado que se nos ha abierto desde la
emancipación de las colonias españolas, si consideramos no sólo la cantidad de nuestras
manufacturas que aquel país consume, sino también las grandes cantidades de materias primas
de retorno, proveyendo a nuestras manufacturas de nuevos medios de producción y provecho".
Este creciente conflicto entre el interior y el puerto, terminó cristalizándose en la conformación
de dos sectores políticos y sociales, conocidos como "unitarios" y "federales". La visión
unitaria, se correspondió con las ideas liberales, más en términos económicos que políticos,
con asiento en Buenos Aires y los territorios circundantes que eran clave para la producción
primaria con destino a la exportación. Se trata además, de sectores ilustrados, vinculados
culturalmente a Europa, que mirarán al resto de la enorme geografía argentina, como un
espacio "vacío", apenas habitado por pueblos y tradiciones "atrasadas", vinculadas al pasado
español, decadente y reaccionario. Era, por lo tanto, un espacio a conquistar.
Por el contrario, las fuerzas federales, no presentaban tanta unidad de criterio. A grandes
rasgos, habría que anotar que para fines de la década del 20, el espíritu federal tenía
representantes bien distintos. Por un lado, los caudillos del interior profundo, representando a
los territorios donde más se había sentido la apertura comercial y la pérdida de las
producciones locales. Por el otro, las fuerzas federales vinculadas a los territorios del litoral y
Buenos Aires, donde la pujanza de las producciones agropecuarias con destino al puerto, hacía
a estos liderazgos mucho más proclives a posiciones librecambistas.
Esta "interna" se vio reflejada durante las discusiones entre representantes de distintas
provincias para firmar el "Pacto Federal" en 1831. En ese debate, el gobernador de Corrientes,
Pedro Ferré, sostuvo a "la libre concurrencia como una fatalidad para la nación. Los pocos
artículos industriales que produce nuestro país no pueden soportar la competencia extranjera".
Y proponía: "El objeto principal del Congreso Nacional en proyecto debía ser alejar cuanto
pudiese constituir estorbo al desarrollo de la industrial territorial, por medio de la prohibición
de importar artículos producidos en el país". En ese momento, Corrientes era una provincia
productora de tabaco y yerba mate, y tenía una respetable industria naval en diversos astilleros,
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producción que tenía como destino el mercado interno del país. Sin embargo, esta
argumentación chocó con la del representante del gobierno de Buenos Aires, ya a cargo de
Juan Manuel de Rosas, quien sostuvo que "la protección, al restringir el comercio externo,
habría de producir necesariamente la merma de la riqueza ganadera, la mayor del país y la
preponderante en las provincias federales", y que "los sustitutos locales de los productos
extranjeros serían caros y malos, no bastando para satisfacer necesidades que hacen parte ya de
la vida". Quién puede dudar que semejante debate no siga siendo hoy parte de los dilemas
argentinos.
Sin embargo, esta "interna" del federalismo se producía en un marco de avance político
mayúsculo. Después de años de guerra civil y de Buenos Aires aislada en su propio proyecto
autista, la llegada de Rosas a la gobernación y la posterior creación de la Confederación
Argentina (donde Buenos Aires volvía a vincularse al resto de las provincias) generó una
nueva dinámica en el federalismo.
La Confederación Argentina (18351852)
La historia oficial suele obviar este ciclo histórico, incorporándolo a los años de la "guerra
civil" o el caos organizativo. Recién con la derrota de Rosas en 1852 y la firma de la
Constitución en 1853 comenzaría la "historia nacional", según la norma impuesta por los
historiadores liberales.
Elección nada inocente, pero por sobre todas las cosas, completamente injusta.
La Confederación Argentina fue un esfuerzo organizativo de los gobiernos federales, que
tomó fuerza cuando Juan Manuel de Rosas comenzó su segundo mandato como gobernador
de Buenos Aires. A partir de ese ímpetu político, Rosas se encaminó como representante de
esa Confederación, asumiendo el manejo de las relaciones exteriores, como primer paso para
la constitución de un poder político nacional.
Desde ese lugar, Rosas inició la ardua tarea de recuperar la soberanía económica y la vieja
riqueza industrial del virreinato. El instrumento para lograr dicho objetivo fue una Ley de
Aduanas de neto corte proteccionista, casi una repetición de las propuestas que Pedro Ferré
había efectuado cuatro años antes. ¿Qué habrá llevado a un rico hacendado de Buenos Aires,
que hasta hace poco tiempo era proclive a la apertura comercial, a construir una ley que con el
tiempo demostraría que beneficiaba a la totalidad de las provincias? Son muchas las preguntas
que podemos hacernos en torno a esta decisión de Rosas que implicaba una vuelta de página
con respecto a la política económica que se había aplicado a partir de 1809, pero lo concreto es
que la Confederación Argentina fue un instrumento para discutir el modelo de beneficio
exclusivo del puerto.
Se prohibió la importación de aquellos artículos o manufacturas de los que existía una versión
nacional que satisfacía la necesidad de consumo local y que no tuviera un precio mayor. Otras
producciones, que todavía no tenían un igual local, pero ya existía un comienzo de sustitución,
tenían un 25% de gravamen. Los artículos de lujo, que no se producían localmente, pero
tampoco eran imprescindibles en el consumo popular, tenían un 50%.
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La aplicación efectiva de la ley de aduanas, se dio en el marco de dos intervenciones
extranjeras, el bloqueo francés de 18381840 y la guerra del Paraná contra la flota
anglo-francesa en 18451846, a lo que hay que agregar las conspiraciones de los unitarios
refugiados en Montevideo y la disputa con el gobernador de entre Ríos, Justo José de Urquiza,
quien terminaría traicionando a Rosas, al convertirse en el jefe militar de las fuerzas liberales
en la batalla de Caseros.
Una evaluación de la política económica del rosismo en el marco de la Confederación
Argentina, arroja estos números: para 1852 existían en Buenos Aires unos 1065
establecimientos fabriles y 2008 casas comerciales. Córdoba, Tucumán y Salta se habían
transformado en importantes centros manufactureros abarcando rubros como los tejidos, la cal,
el calzado, los ingenios azucareros y los cigarrillos. En Mendoza se recuperaron los viñedos
llegando a abarcar más de 500 hectáreas. Más allá de todos estos datos, quizás lo más
destacable de la ley fue que revirtió el endémico déficit de la balanza comercial generado por el
librecambio. Para 1852, la Confederación exportaba por un valor 1.672.932 pesos fuertes e
importaba por unos 497.853 de la misma moneda. Lamentablemente, la derrota en Caseros
determinaría el regreso del liberalismo económico y con ello se pondría fin al experimento
político y económico del federalismo, que podría haber construido una Argentina sobre otras
bases.
El país de la oligarquía
A partir de la derrota del rosismo en 1852, si bien la Confederación Argentina se mantuvo
como esqueleto político durante diez años y se sancionó una Constitución Nacional, el
proyecto federal estaba en franco retroceso. La provincia de Buenos Aires se aisló del resto del
país, funcionando como un Estado autónomo, asegurándose para sí el provecho de los ingresos
aduaneros originados por la producción agrícola-ganadera.
En 1861, otra batalla definió el ingreso definitivo de Buenos Aires al orden constitucional
nacional. José de Urquiza, gobernador de Entre Ríos, que durante esos diez años había
liderado la Confederación después de derrotar a Rosas, abandonó el campo de batalla,
permitiendo que Bartolomé Mitre, al frente de las fuerzas de Buenos Aires, se adjudique la
victoria. Se confirmaba la victoria conservadora que había comenzado en 1852.
A partir de este momento, el país tuvo un orden político más uniforme, bajo los intereses de
Buenos Aires. El gobierno de Mitre se puso un objetivo claro: lograr el control de todas las
provincias, combatir a los caudillos del interior que intentaban defender la causa federal,
subordinar el proyecto de país a las necesidades de Buenos Aires, estrechar los vínculos con
Inglaterra.
Ni bien Mitre tomó control sobre el gobierno nacional, comenzó una "guerra de policía" en
todo el interior del país: las provincias donde los caudillos federales tenían el poder fueron
intervenidas, y en las que el conflicto ya era armado, se realizaron incursiones sangrientas con
el fin de terminar con los líderes federales. El propio Faustino Sarmiento dirigió uno de esos
comandos, en las provincias de San Luis, Mendoza y San Juan.
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En La Rioja, el Chacho Peñaloza y sus montoneras lograría frenar el embate por un tiempo
más, pero finalmente, en 1863 sería capturado y asesinado. Las palabras del propio Mitre
resumen bien el comportamiento de los sectores dominantes en momentos de disputa, no sólo
para esta etapa antigua de la historia argentina: "Mi idea se resume en dos palabras.
Quiero hacer en La Rioja una guerra de policía. La Rioja se ha vuelto una cueva de ladrones
que amenaza a los vecinos y donde no hay gobierno que haga ni policía de la provincia.
Declarando a los montoneros sin hacerles el honor de de considerarlos como partidarios
políticos, ni elevar sus depredaciones al rango de reacción, lo que hay que hacer es muy
sencillo".
De esta manera, para mediados de la década del sesenta fue tomando forma un bloque
oligárquico, tanto en sentido político como económico.
Por el contrario, la apertura revolucionaria y democrática que se había abierto en 1810, y que
había sido retomada en los proyectos federales del interior y del rosismo, quedaba clausurada.
Pero la tensión entre el interior y Buenos Aires aún no había cicatrizado.
La conducción política del país durante el mitrismo quedó de forma muy obvia bajo un
formato centralista, donde mandaban los ingresos de la aduana de Buenos Aires y el vínculo
económico establecido con Gran Bretaña. Las provincias incluso contando a los sectores
dominantes en cada una de ellas quedaron al margen de toda decisión relevante. Pero las
oligarquías del interior no querían dejar pasar el tren imperialista de la historia y encontraron
en la figura de Julio Argentino Roca (de origen tucumano) al político que podía unir a los
poderes provinciales con el proyecto oligárquico porteño.
Roca, a diferencia de las posturas cerradamente porteñas de Mitre, levantó las banderas de la
nacionalización de la aduana y la federalización de Buenos Aires. Logró armar un frente con
las oligarquías del interior, las cuales formaron la Liga de los Gobernadores, obligando a
Buenos Aires a ceder parte de su hegemonía ante el peso político y militar de las provincias,
respondiendo a la necesidad de éstas últimas de sostener una conducción férrea que les
permitiera garantizar la paz interior en cada una de ellas.
Al nacionalizar la aduana, al menos una parte de esos ingresos pasaban a ser distribuidos en el
interior. En tanto, la "federalización" de Buenos Aires, es decir, convertir a la Ciudad de
Buenos Aires en un territorio federal separada de la provincia donde se asienta, garantizaba
que el centro del poder político de la Argentina no sería al mismo tiempo capital de una de
ellas.
Comenzaba un período donde las oligarquías nacionales repartían sus tareas: Buenos Aires era
la encargada de introducir capitales y colocar deuda sin abandonar su rol de intermediario a la
hora de exportar materias primas e importar manufacturas vinculadas con Inglaterra, las
oligarquías del interior eran así beneficiarías secundarias de este mismo esquema que, por otro
lado, les aseguraba gobernabilidad en sus territorios.
Esta consolidación de un proyecto de nación oligárquico estaba inserto en un contexto mundial
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propicio para la alianza entre una clase dominante local con uno de los centros económicos
mundiales: Inglaterra. El auge del imperialismo durante la segunda parte del siglo XIX bajo la
forma de grandes capitales de inversión, provocó la llegada de inversiones financieras a países
periféricos como la Argentina. Este nuevo tipo de capital el financiero se materializaba a
fuerza de empréstitos (deuda externa) generando una estructura económica dependiente del
flujo de divisas.
A nivel continental también asistimos al fin y al comienzo de un ciclo, donde las oligarquías
portuarias habían sepultado los sueños de Patria Grande que las luchas por la independencia
habían hecho surgir cincuenta años antes. Conforme se consolidaron espacios nacionales
fragmentados, surgió la necesidad por parte de las oligarquías locales de generar rápidamente
un sentimiento "nacional" en la población. Es la época de la "argentinidad", la "peruanidad", la
"bolivianidad", en la que los países latinoamericanos elaboran formas jurídicas estables luego
de años de guerra civil pero que, a la vez, estuvo acompañada de una entrega casi total de los
resortes económicos y financieros a las naciones europeas a lo que se sumaría, con el correr de
los años, el nuevo imperio ascendente, Estados Unidos.
Para completar el cuadro, durante esta etapa de consolidación de los estados nacionales, en su
forma oligárquica y de dependencia externa, las dirigencias políticas adscribieron a las
corrientes cientificistas y positivistas que estaban en boga en Europa. Tal vez allí resida el
aspecto "progresista"
de estos elencos gobernantes: en muchos casos propugnaron una separación relevante de la
Iglesia de los asuntos públicos, apoyaron la masificación de la educación pública y ejercieron
cierta ampliación del debate intelectual, posibilitaron un conocimiento más extenso y profundo
de las poblaciones y las riquezas nacionales mediante censos, expediciones, institutos de
investigación, etc.
Sin embargo, siempre es importante entender la matriz conceptual: esta visión liberal y
progresista, al estar vinculada a un esquema de dominación elitista, anclada en los intereses de
las clases dominantes, estuvo al servicio de políticas con ese mismo tamiz ideológico. La
"campaña al desierto" como se nombró en su momento a la conquista de los territorios
indígenas en la patagonia fue hecha bajo el ideal cientificista, del "progreso" y sin embargo
implicó el despojo y la reducción a la servidumbre de los pueblos que habitaban esas tierras.
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LAS MASAS POPULARES
EN LA ERA DE ROSAS
Camilo Rojas
"Un argentinismo criollo, popular, un nacionalismo 'desde abajo' impuso su tónica general, venciendo
en muchas oportunidades las corrientes extranjerizantes, las desviaciones españolistas, afrancesadas y
pro
inglesas que impregnaban los sentimientos y las ideas de los sectores dirigentes de entonces. En los
momentos en que la lucha alcanzó la agudización propia de la guerra, ese nacionalismo del Pueblo
llego al odio militante contra los sectores nativos partidarios de la revolución a la europea".
Eduardo Artesano
"La Confederación Argentina de Rosas con su sufragio universal, igualdad de clases, fuerte
nacionalismo y equitativa distribución de la riqueza, será tenida como una verdadera y sólida
República Socialista (de aquel socialismo 'socia' de 1848 tan diferente al individulismo ursurpador del
nombre), adelantada al tiempo y nacida lejos de Europa. --"Revista del Instituto Juan Manuel de
Rosas.
Los sectores subalternos penetran en la historia de nuestro país, así como en la mayor parte de
nuestro continente, en forma violenta y pasional en medio de las guerras nacionales por la
independencia: Frente a la amenaza externa en una primera instancia; frente a la violencia
interna ejercida por las fuerzas de la antipatria después.
La revolución popular conducida por Juan Manuel de Rosas se desarrolla en medio de la
consolidación del sistema capitalista de producción a nivel universal, así como la hegemonía
cultural del liberalismo europeo, el cual define los lugares que ocuparían las clases sociales en
dicho sistema: la burguesía labra la historia, mientras que el proletariado queda relegado
meramente a la producción. La pirámide de relaciones de poder en su sustancia misma.
En el proceso capitalista nacional conducido por Rosas, la hegemonía del poder se subvierte.
El gobierno de Rosas otorga a las masas subalternas un papel fundamental. No son solo
productores, alfareros, artesanos, mineros; no son solo tejedores, agricultores... No. Las masas
subalternas pasan a ser la fuerza social que conducirá, en su condición de "Pueblo en Armas" a
la Nación a su destino de grandeza. Poblados enteros, familias y tribus, desposeídas de todas
las horas, verían en Rosas y su política plebeya, la garantía de su supervivencia en un mundo
en que el "tren de la historia" occidental arrasaba con todas las naciones del tercer mundo,
sometiendo a sus pueblos e imponiendo su lógica imperial.
Mientras el capitalismo europeo relega a la clase trabajadora en mero instrumento de
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producción, reservando la defensa nacional a los ejércitos institucionales, Rosas otorga a las
masas subalternas las herramientas materiales y espirituales necesarias para la defensa, tanto
en el plano externo frente a las agresiones foráneas como en el plano interno frente a la
violencia institucional de los dueños de las tierras y el capital, los cuales acorralaron y cercaron
a los desposeídos desde su consolidación como clase .
Las primeras expresiones de un intento de organización popular se produce en reacción a la
amenaza exterior en 1807, de los Ingleses en Buenos Aires; con la consolidación de nuestra
primera independencia frente al yugo español; y nace allí, en aquellas gestas gloriosas de
nuestra historia, la idea de las barriadas armadas en defensa del territorio, de la población toda
en defensa de lo propio, en rechazo de las imposiciones del "progreso" extranjero que todo lo
arrasaba, que todo lo consumía en "pos del avance de la civilización occidental".
La era de las luchas nacionales parió en su seno conflictivo y contradictorio aquella raza que
sería perseguida, torturada y exterminada a lo largo de todo el siglo XIX: las masas plebeyas.
Estos sectores, diversos en sus orígenes y completamente desorganizados, fueron quienes
darían cuerpo, como factor central de poder, al proyecto federal y continentalista de Rosas.
Rosas expone físicamente, en las calles, en las festividades, en todas partes, a las masas
subalternas. Las cuerdas de tambores retumbaban en las calles del Palermo antiguo. Las
montoneras poblaban las pulperías, los almacenes, rodeaban los edificios públicos en las
fiestas patrias, alzando tacuaras y gorros colorados. El gobernador se reunía abiertamente con
caciques de frontera, vacunaba a sus poblaciones, cometía el enorme pecado histórico de
comunicarse en las lenguas originarias de cada comunidad. El personaje entero era un
escándalo.
Era "indio rubio" para los Ranqueles, y "gaucho" para los poblados criollos que clamaban su
presencia.
Con un inmenso talento y desmedida destreza política para interpretar las necesidades de los
excluidos de su tiempo, el Brigadier supo interpelar a cada uno de los sectores plebeyos.
¿Cuáles son los sectores que conforman el núcleo original de nuestra nacionalidad? Son tres
los cuerpos culturales quienes, en un principio, conforman al ser nacional liderado por Rosas:
los Criollos (personificados centralmente en el Gaucho como figura social predominante), los
Indios (fracciones de las poblaciones originarias más constituidas y desarrolladas
militarmente), y los negros (quienes, hasta la era de Rosas, no poseían derechos reales, más allá
de la presunta libertad obtenida pos independencia).
Estos sectores --completamente distantes en sus orígenes culturales, así como en sus
necesidades y objetivos como grupo-- serán conducidos por el Restaurador hacia la
conformación de un cuerpo orgánico, que permanecería indivisible durante todo su gobierno.
Rosas representa, frente a los pensadores liberales de su época, la idea de la "democracia pura".
Para los apóstoles del liberalismo extranjerizante, un "gobierno de la democrático", es el
"gobierno de las clases plebeyas", por tanto, una tiranía, una amenaza para los privilegios.
-
Rosas personificó así, en los textos liberales, la figura de "apóstol de la democracia".
En palabras del General Paz:
"Esa gran facción de la República que formaba el Partido Federal no combatía solamente por la mera
forma de gobierno, pues otros intereses y sentimientos se refundían en uno solo para hacerlo triunfar:
primero, era la lucha de la parte más ilustrada contra la porción más ignorante; en segundo lugar, la
gente del campo se oponía a la de las ciudades; en tercer lugar, la Plebe se quería sobreponer a la
gente principal. (...) Las tendencias democráticas se oponían a las miras aristocráticas (...) Debe
agregarse el espíritu de democracia que se agitaba en todas partes. Era un ejemplo muy seductor vera
esos Gauchos de la Banda Oriental, Entre Rios y Santa Fe, dando la ley a las otras clases de la
sociedad.
(...) Ver a Artigas, Ramírez y Lúpez, entronizados por el votode esos mismos gauchos legislando a su
antojo".
Para el liberalismo imperante en la era de la Revolución Nacional rosista, "Democracia" era
asociado directamente al libre accionar de las masas populares, así como al sistema que
entronizaba, mediante la desición de las mayorías, a los caudillos en posiciones de poder. Ellos
elegían a sus generales, a sus comandantes. Eran ellos quienes conformaban poblaciones
enteras alzadas en armas frente al invasor foráneo, o a las fuerzas de la antipatria, empecinadas
en el exterminio de las clases populares, en pos de entronizar la tan mentada civilización
occidental, la razón europea, el orden del progreso frente a la anarquía federal.
Rosas representa así, la expresión más acabada del imperio de las masas plebeyas de las
provincias frente al proyecto aristócrata de las clases privilegiadas de Buenos Aires.
Dirá Eduardo Astesano:
"El federalismo significó, en concreto, la alianza, en el poder o en el laño, de 'los de abajo' con
un sector de la burguesía argentina de entonces, con la burguesía federal de las ciudades y
campañas. (...) El ejemplo de las Invasiones, las Montoneras, los Colorados de Rosas,
demostrarán como los sectores populares alcanzan la categoría de 'Pueblo en Armas' y
cumplen las tareas nacionales y populares que su época histórica les plantea".
Las distintas escuelas de pensamiento, de izquierda a derecha, no discutirían la figura de
Rosas... la negarían. "Tiranía, y nada más", dirá José María Rosa, refiriéndose irónicamente al
trato que recibe aquella etapa histórica. Rosas representó, a la luz de los acontecimientos, la
alianza de las distintas facciones de la clase plebeya, interpretada por la política nacionalista y
popular de Rosas. En él se encarnan todos los anhelos de los "nadies" y el odio de los "cultos".
Repudiado por los sectores intelectuales de todas las horas, sólo los "de abajo", como a Perón
en el siglo XX, supieron interpretar la premisa revolucionaria del Brigadier, su proyecto
emancipador y americanista. No hay perdón, ni lo habrá para quien supo formar de las
poblaciones, barriadas armadas en defensa de la soberanía. En sus palabras, "los que entienden
al país no son leídos. Y los leídos, no entienden al país".
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EJE INTERNACIONAL
LEÓN POMER
La Guerra del Paraguay:
Estado, Política y Negocios
Capítulo 1: GRAN BRETAÑA: UN NUEVO SIGLO XVI
1.- Comienzo con piratas
Primero fue el asalto y la rapiña. Los piratas se trocarán en caballeros y estos devendrán
piratas. En los siglos XIV y XV es enorme el desarrollo de la industria europea. El comercio
reclama más medios de pago de los que puede proveer Alemania, la gran productora de plata
en la centuria que va de 1450 a 1550. Hay sed de metal precioso. En el mes de septiembre de
1549 William Damsell, agente financiero de la corona inglesa, logra contratar un empréstito
con los banqueros Fúcar (1) de Alemania. Ha penado varios meses en Amberes hasta
conseguir finalmente £ 54.000 a pagar al cabo de un año. Al terminar el período, la corona se
ve obligada a renovar el crédito y en 1552 Thomas Gresham, que ha sucedido a Damsel,
encuentra que se debe a los Fúcar £ 123.047'.
Es indispensable hacerse de metal precioso; y acaso Gresham haya tenido que recordar a su
soberano que en el siglo XIV, los mercaderes de la liga hanseática aviniéronse a prestar a la
corona a cambio de retener como garantía las insignias del poder real (2). En consecuencia,
vayan los piratas y ejerzan la rapiña. Con la bendición de Su Majestad.
En 1577 parte Francis Drake. A su retorno, tres años más tarde, trae un botín valuado en £
150.000 en oro y plata robados a los españoles.
Mejor negocio que pedir prestado a los alemanes. Sobre todo si se considera que esa suma
representa un beneficio de 4700% sobre el gasto demandado para equipar al pirata, en el que
ha tenido parte Su Majestad la reina (3).
En 1586 zarpa nuevamente Drake. Esta vez saqueará Santo Domingo, Cartagena, San Antonio
y Santa Elena. Invariablemente, obliga a los habitantes de las ciudades saqueadas a pagarle
gruesas sumas en calidad de rescate. Simultáneamente el pirata Cavendish, estacionado en las
proximidades de las costas españolas, ocúpase de asaltar los navios que retornan de Indias y de
Asia.
El asalto y la rapiña se encarnizan contra los más ricos centros del comercio español en Indias.
-
Portobelo, reputada como "mercado de las mayores Ferias que se han visto en el mundo" (4),
es atacada por Drake en 1596, por Juan Morgan en 1668, por Juan Spring en 1670, por la
escuadra inglesa de Jamaica en 1702, por Eduardo Vernon en 1740 y por G. Kinhilsel (de
Jamaica) en 1744. Y paremos de contar, que la lista de depredadores y depredaciones sigue
para largo. Incluye corsarios franceses, holandeses, daneses, etc. El capital comercial que por
entonces predomina exige imperiosamente más y más medios de cambio.
Los piratas están concurriendo a la acumulación primitiva del capital. Mas no se quedan ahí,
puesto que entre la riqueza que traen a la metrópoli se cuentan materias primas que comienza a
demandar la creciente industria.
Sábese que destruida Amberes en 1585 fugan de ella los individuos que fundarán la industria
textil en la Gran Bretaña. En 1621 llegan a Inglaterra las primeras partidas de algodón, desde
las colonias en el norte de América. Y junto con la fibra vendrán en naves piratas índigo y
cochinillas, dos materias tintóreas de origen vegetal que se dan en la América española.
Para responder a la demanda que va creciendo nacen en distintos sitios del planeta
plantaciones que cultivan las materias primas demandadas. Se instaura la esclavitud.
Embozada o abierta, ella se constituye en una de las categorías fundamentales del capitalismo
hasta pasada la mitad del siglo XIX. Los plantadores, legal o clandestinamente, extraen sus
producciones, que marchan generalmente en dirección de los mercados que desarrollan su
industria. Entre tanto Francis Bacon (1561-1626) alude a sus coterráneos en estos términos:
"En intelecto, ángeles brillantes: en codicia, reptiles rastreros".
Estamos en la edad de la manufactura. Su base técnica es primitiva y la producción depende en
ella de la utilización masiva de la fuerza humana. El artesanado de los burgos y la producción
casera aldeana constituyen su base económica. El obrero se vale de la herramienta: después de
1750 comenzará a servir a la máquina. La demanda de materias primas crece. Las tintóreas
que produce América son más codiciadas que nunca. Carolina del Sur, Santo Domingo y
algunas regiones meridionales de América constitúyense en los principales exportadores
mundiales de cochinilla e índigo. Desplazan a la India. En 1773 América del Sur exporta
índigo por valor de £ 1.000.000; pero antes, en 1736, México ya enviaba a Europa £ 800.000
de cochinillas (5). Mas las cifras lejos están de reflejar la realidad. El contrabando que realizan
los ingleses por Jamaica, al que concurren los plantadores y otros productores de las colonias
españolas, les procura ingentes cantidades de metal precioso y materias primas. En su Teoría y
práctica de comercio y marina, Uztáriz cita un libro inglés que relata las hazañas del contrabando
jamaiqueño. Los beneficios que procura a la Gran Bretaña son estimados para comienzos del
siglo XVIII en seis millones de pesos al año, suma mayor que la que obtiene por su
participación en el tráfico por Cádiz (6).
Piratería y contrabando andan del brazo. Sus inspiradores son descriptos de la siguiente
manera en 1707: "Aquí en Inglaterra, reina entre los hombres de comercio un espíritu de
crueldad tal como no se encuentra en ninguna otra sociedad humana ni en ningún otro reino
del mundo" (7).
Inglaterra toma la delantera sobre sus rivales, Francia y Holanda en primer término. Obsérvese
-
el siguiente cuadro:
Cuadro 1. Desarrollo de las flotas mercantes entre 1650 y 1794
Año Tonelaje de los navíos ingleses Tonelaje de los navíos de las demás potencias
1650 49.409 57.260
1663 95.266 47.634
1700 273.693 43.635
1728 432.832 23.635
1738 476.941 26.627
1750 609.798 51.386
1770 703.495 57.476
1785 951.855 103.398
1790 1.260.828 144.132
1792 1.396.000 169.151
1794 1.589.162
Las cifras muestran la creciente ventaja hasta ser abrumadora, de la Gran Bretaña sobre las
demás potencias comerciales de la tierra. Y si en la centuria que va de 1650 a 1750 el tonelaje
inglés crece en 560.389 toneladas, en los próximos cuarenta y cuatro años el ascenso será de
979.364 toneladas. La tasa de crecimiento ha subido en el segundo lapso de manera
extraordinaria. La razón se llama "revolución industrial", fruto de múltiples inventos, pero
principalmente del motor universal que Watt patenta en 1769 y de la introducción de las
máquinas en la industria del algodón. Ha llegado el momento en que la fuerza humana de
trabajo ya no es lo fundamental en la producción; será reemplazada por la máquina y el motor
a vapor. La productividad crece vertiginosamente; por algo consume Inglaterra 2.000. 000 de
libras de algodón en 1750 y treinta años más tarde 15.000.000 (8). La industria textil británica
lanza sus telas sobre el mundo entero; necesita la provisión fluida y permanente de materias
primas y mercados de consumo. La revolución industrial instaura definitivamente el mercado
mundial. Sin él es inconcebible la gran industria.
2.- El período único.
Vengamos al siglo XIX, al momento en que poco falta para llegar a la mitad de la centuria.
Entre 1848 y 1864 acaece en la Gran Bretaña "un período único en los anales de la historia por
el desarrollo de su industria y el florecimiento de su comercio...". En paradoja más aparente
que real, "...la muerte por hambre llegó a instaurarse en la capital del imperio británico"9.
Federico Engels describirá en 1845 la situación de la clase obrera en Inglaterra. Lo hará con
trazos más que sombríos. No lo son menos los dibujos de Dante Gabriel Rosetti que hoy
cuelgan en el Museo Británico: allí se exhibe la miseria espantosa en que vive el pueblo.
También Dickens la describirá en sus novelas. En Hard Times, de 1854, la crítica deviene sátira
al sistema manchesteriano de "laissez faire"; de él afirma Dickens que "el culto interés que
evidencian por sí mismos [sus sostenedores, L. P.] no pasa de ser una inculta crueldad". Mas la
inculta crueldad da buenos dividendos.
-
Cuadro 2. Ganancias que produce el obrero inglés en las hilanderías de algodón
(1819-1882) Año Producción de hilo por Ganancia media anual
obrero (en libras) por obrero
1819-1821 968 £ 26 y 13 chelines
1829-1831 1546 £ 27 y 6 chelines
1844-1846 2754 £ 28 y 12 chelines
1859-1861 3671 £ 32 y 10 chelines
1880-1882 5520 £ 44 y 4 chelines
Cuadro 3. Ganancias que produce el obrero inglés en las tejedurías de algodón (18191882)
Año Rendimiento por
obrero (en libras) Ingreso anual por obrero
1819-1821 322 £ 20 y 18 chelines
1829-1831 521 £ 19 y 8 chelines
1844-1846 1658 £ 24 y 10 chelines
1859-1861 3206 £ 30 y 15 chelines
1880-1882 4039 £ 39
FUENTE: Werner Sombart
La plusvalía va en aumento en la rama fundamental de la industria británica; como la sombra
la persigue la miseria. Mas no es solo la del pueblo inglés y el de Irlanda, diezmado este último
en términos equiparables al de los trabajadores de las plantaciones tropicales. Es la miseria de
todos aquellos países y territorios sometidos a dominio colonial.
Obsérvese qué sucede en la India. En los años del 30 nómbrase en Inglaterra una comisión que
deberá dictaminar sobre un problema que inquieta a los industriales textiles: ¿cómo hacer para
que la India absorba parte considerable del producto de la industria algodonera británica? El
cónclave de aburguesados lores pronunciará un dictamen escasamente salomónico: destruir la
industria textil vernácula de la India Oriental.
Acatará el gobierno el consejo y puesto a la obra llegará a buen fin, con solo medidas fiscales y
aduaneras. El gobernador de la India escribe en su Informe para los años 1835-36: "La miseria
encuentra apenas un paralelo en la historia del comercio. Los huesos de los indios tejedores de
algodón blanquean en las llanuras de la India.
G. K. Chesterton jamás se reprochó el haber escrito: "...Su gloria no data de las grandes
cruzadas, sino de los grandes saqueos"11. No se refiere a los piratas, sino a la burguesía inglesa
del siglo XIX.
El crecimiento extraordinario de la productividad, la provisión fluida y permanente de materias
primas y la destrucción de la competencia representada por las industrias artesanales de los
pueblos sometidos a dominio colonial se traducen en significativos guarismos.
-
Cuadro 4.- Exportación de la Gran Bretaña de 1846 a 1866
Año Valor en £ Año Valor en £
1846 58.842.377 1860 135.842.817
1849 63.596.052 1865 165.862.402
1856 115.826.948 1866 188.917.563
FUENTE: Carlos Marx
Detrás de los guarismos fríos existe una múltiple acción política y militar, económica y
diplomática que abarca todos los rumbos del orbe. En 1860 las colonias de Su Majestad cubren
2.500.000 kilómetros cuadrados que habitan 145.000.000 de seres humanos. En 1880 la
superficie es de 7.700.000 kilómetros cuadrados y la población de 267.900.000 habitantes.
Y debe advertirse que aquí no está sumada la Argentina, que al igual que todos o casi todos los
pueblos de la América española es para ese tiempo una colonia sin las formalidades coloniales:
gobernador británico, funcionarios y tropas venidas de Albión para mantener a raya a los
nativos...
Florecen la industria y el comercio en "ese período único" y ya vamos viendo el cómo y el
porqué. Y si otras primeras potencias de la época no pueden exhibir tan brillantes resultados,
en la práctica rapiñesca no le van a la zaga a la Gran Bretaña. Vaya aquí mismo un muestrario
de agresiones y conquistas que está muy lejos de agotar la enumeración.
• En 1830 Francia conquista Argelia.
• En 1839 el gobierno chino prohibe la importación de opio; Inglaterra responde
bombardeando Cantón y ocupando Shanghai.
• Ocupación de Aden.
• En 1840, anexión de Nueva Zelanda.
•En 1842 Inglaterra obliga a la dinastía manchú a firmar un tratado de comercio; Cantón y
cuatro puertos más quedan abiertos a la libre introducción de las mercancías inglesas.
•Anexión de Hong Kong.
• En 1849, anexión de Pendjab por Inglaterra.
•En 1853 los EE UU envían al Japón al almirante Perry para exigir la apertura de los puertos al
comercio.
• En 1855 el Zar de Rusia envía al Japón una flota de guerra bajo el mando del almirante
-
Putiatin.
• En 1856, bombardeo de Cantón por barcos de guerra británicos.
• En 1857 estalla en la India la sublevación de los cipayos; terminará dos años más tarde en la
derrota. Al mismo tiempo que se los fusila en masa atados a la boca de los cañones, Inglaterra
comienza a construir el primer ferrocarril.
•En 1860 un cuerpo expedicionario franco-británico desembarca en China y saquea el Palacio
de Verano de Pekín.
•En 1861 comienza la aventura mexicana de Luis Napoleón Bonaparte, que se prolongará
hasta 1867.
• En 1862 Francia se apodera de la península de Indochina.
• En 1863, rebelión en Japón contra la intervención extranjera. Naves de guerra de los EE.
UU., Francia y Holanda bombardean Kagoshima; luego desembarcan, participando en la
represión del movimiento popular.
• En 1864 Maximiliano de Austria es coronado Emperador de México.
La resultante de estas y muchas otras acciones colonialistas se traduce de la siguiente manera:
Cuadro 5 Expansión colonial de las grandes potencias (1862-1912)
Potencia colonial Millones de millas cuadradas inglesas Habitantes de las colonias en 1910 (en
millones)
En 1862 En 1912
Gran Bretaña 5,3 11,5 421
Rusia 7,6 10,2 167
EE. UU. 1,5 3,7 103
Francia 0,4 4,8 86
Alemania 0,24 1,2 78
Japón 0,15 0,26 70
Italia 0,1 0,7 36
Totales 15,29 32,36 961
FUENTE: Werner Sombart
El cuadro 5 puede ser expresado también así: en 1862 el 29,4% del planeta es dominio
colonial; en 1912 el porcentaje asciende al 62,3%.
Entre tanto, en 1910 el 60% de los seres humanos viven bajo la opresión colonial: 961
millones sobre 1600 millones. Gran Bretaña tiene bajo su yugo directo (repito: no se considera
la sujeción indirecta y disimulada) nada menos que a 421 millones de individuos (12).
Observemos ahora en qué medida los distintos continentes, excluida Europa, son víctimas del
colonialismo.
-
América es el único lugar del globo que muestra un retroceso. No nos llena de orgullo. No
tuvimos gobernador inglés ni tropas de ocupación, pero ¿quién podría afirmar que nuestra
voluntad fue libre y soberana?
Gran Bretaña no siempre abrió los mercados a cañonazos; hábilmente combinó caricias y
palos. Aquí los cómplices vernáculos le evitaron el gasto de la administración colonial y los
soldados. La "inculta crueldad del laissez/aire" fue practicada con singular eficacia. En América
y en todo el orbe. La verdad definitiva fue la succión de las riquezas indígenas. Se traducirán
en un portentoso crecimiento de la renta nacional de Gran Bretaña. (Nacional por así decirlo:
renta que fue a parar sustancialmente a las clases dominantes). Obsérvese el cuadro siguiente:
Cuadro 7.- Crecimiento de la renta nacional de Gran Bretaña (1812-1885)
Año Monto en libras Año Monto en libras
1812 2,7 mil millones 1865 6 mil millones
1833 3,6 mil millones 1875 8,5 mil millones
1845 4 mil millones 1885 10 mil millones
FUENTE: Werner Sombart
Los números dicen que en la primera mitad del siglo XIX la renta nacional crece en la Gran
Bretaña a un promedio anual del 1,5%; en la segunda mitad de la centuria el promedio se eleva
a 3,3%. Esto indica que en la década del 50 comienza un tiempo en que la acción combinada
de distintos factores determina un vertiginoso crecimiento de los beneficios.
Los cuadros 5, 6 y 7 nos introducen en la "etapa superior del capitalismo: el imperialismo",
cuyos comienzos en Europa occidental ubica Lenin en 1876 (13). Los cuadros 5 y 6 señalan
que el "imperialismo" trae un aumento de la usurpación colonial: se ha multiplicado la
voracidad y la agresividad del capitalismo. Los guarismos del cuadro 7 muestran los
resultados.
3. ¿Qué significa el ferrocarril?
La revolución industrial del siglo XVIII comenzó en Inglaterra en la industria del algodón, más
de inmediato se comunicó al transporte por tierra y por agua. Aquí el revolucionario fue el
vapor. El primer cruce del Atlántico EE. UU. a Inglaterra por barco a vapor se verifica en
1819.
Significativamente se trata del "Savannah", que transporta algodón. La línea férrea
Manchester-Liverpool se construye en 1830 y tiene la misión de trasladar del gran puerto
materias primas. El mercado mundial necesita estar perfectamente intercomunicado; necesita
también una velocidad y una capacidad de carga que el barco a vela y el transporte a tracción a
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sangre no pueden darle.
Pero el ferrocarril aquí nos interesa solo él es más que un medio de transporte: es un gran
negocio en sí mismo, del que dependen fuertes industrias y sectores de la actividad minera.
Para equipar una vía férrea en la Inglaterra de la década de 1830 a 1840 hacen falta 701
toneladas de fundición. La cifra incluye rieles, durmientes (que por cierto no serán de
quebracho, como en la Argentina), locomotoras, vagones, filtros de agua, curvas y agujas,
puentes, galpones, talleres y otros rubros de menor importancia. Esto permite hacerse una idea
del complejo industrial que existe detrás de una vía férrea instalada y funcionando. Pero
también incluye la actividad extractiva (el primer paso) y su ulterior elaboración hasta ingresar
en los talleres que la transformarán en locomotoras, etc. Los 10.000 kilómetros de caminos de
hierro que se construyen en Gran Bretaña entre 1830 y 1850 demandan 7 millones de
toneladas de fundición. Solo los rieles han consumido 317,5 toneladas del total de 701 por
milla; los durmientes, otras 125 toneladas, etc., etc. (14).
La revolución en los transportes suscita una reacción en cadena. Por lo demás, si nacida de las
necesidades de unificar el mercado mundial, revierte sobre su causa hasta devenir un
formidable impulsor del progreso capitalista.
Otra consecuencia de los caminos de hierro se llama valoración de los campos que atraviesan.
Eso es tan válido en la metrópoli como en la colonia. ¡Si habrán multiplicado el valor de sus
campos nuestros oligarcas vernáculos! ¡Si habrán ganado las compañías inglesas haciéndose
regalar inmensas extensiones a ambos lados de la vía férrea!
Finalmente, el ferrocarril permite audaces y rapiñescas especulaciones de bolsa a quienes
dirigen las compañías ferroviarias.
Permite el tráfico de concesiones obtenidas a favor de la buena voluntad de tal o cual ministro
o presidente. En suma: el mundo moderno es impensable tal como lo conocemos sin la
revolución en los transportes que comenzó modestamente con el motor a vapor de Watt.
4.- Algunas circunstancias transitorias
Nuestra limitadísima y escueta descripción de algunos aspectos que hacen al desarrollo del
capitalismo en la Gran Bretaña en un determinado momento histórico puede dar la falsa
sensación de un crecimiento sin crisis ni excesivos problemas. Esta impresión debe ser
desechada y nos importa señalarlo porque es imprescindible delinear claramente un proceso
cuya trascendencia es mundial. Cuando allí tosen aquí nos resfriamos. Y esas que llamamos
"circunstancias transitorias", que afectan a Gran Bretaña, tienen su proyección en la Argentina
y países vecinos. Más adelante observaremos que con motivo de la guerra civil en los EE. UU
fuimos materia de sumo interés para la Gran Bretaña como campo de cultivo algodonero.
También lo fue Paraguay. Pero antes conviene conocer con más precisión qué significación
tenía la industria algodonera dentro del conjunto de la industria inglesa.
A inicios de la decimonona centuria, Inglaterra consume 108 millones de kilogramos de la
fibra textil; en 1880 consumirá 2000 millones de kilogramos. En el mismo lapso la absorción
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de lana por la industria crece de 222 a 850 millones de kilogramos (15).
Desde temprano son los EE. UU. el principal productor mundial (proporciona en líneas
generales el 50% de las cifras que se dan en el cuadro 8) y principalísimo proveedor de la Gran
Bretaña.
Cuadro 8. Producción mundial de algodón (1826-1890)
Año Tonelaje
1826-1830 67.900
1846-1850 503.800
1866-1870 911.300
FUENTE: Werner Sombart, ob. cit. Pág. 273
Cuadro 9. Importación inglesa de algodón de los EE.UU. (1824-1861)
Año Tonelaje
18261830 67.900
18461850 503.800
18661870 911.300
18861890 1.869.100
FUENTE: Werner Sombart, ob. cit. Pág. 50
En 1860 Inglaterra exporta por un valor de £ 135.842.817; los hilados y tejidos de algodón
representan algo más del 38% de esta cifra: £ 9.
870.874 y £ 42.141.505 respectivamente16. Cinco años después la exportación monta £
165.862.402 y la parte de hilados y tejidos de algodón casi el 35%: £ 10.351.049 y £
46.903.790 (17).
El algodón constituye la rama vital de la industria británica y del comercio de exportación, y el
que en el 60 tenga Inglaterra 30 millones de husos, contra 6 de Francia, otro tanto de los EE.
UU., un millón y medio de Alemania e igual cifra de Rusia, le permite a aquella duplicar ese
mismo año el comercio exterior de Francia y casi triplicar el de Alemania. El algodón es el
corazón mismo del sistema capitalista británico.
Ya sabemos que en 1880 la línea férrea de Liverpool a Manchester se inaugura con un fin
expreso: trasladar algodón norteamericano desde el gran puerto a la gran ciudad industrial.
Pero tres décadas más tarde el camino de hierro se ve amenazado con el paro forzado, puesto
que la guerra civil en los EE. UU. acarrea una crisis catastrófica a la industria inglesa. Anotan
Marx y Engels: "Francia, que por esta causa (la guerra civil en los EE. UU.) pierde un mercado
(los EE. UU.) para sus productos, e Inglaterra, cuya industria está amenazada con la ruina
parcial ocasionada por la paralización de la exportación de algodón procedente de los estados
esclavistas, siguen el desarrollo de la guerra civil en los EE. UU. con ferviente intensidad"
(18). Más tarde agregarán: "Inglaterra hace frente hoy (1861), como hace quince años (19) a
-
una catástrofe que amenaza sacudir la raíz misma de todo su sistema económico". Siendo que
el algodón es la materia prima de la rama dominante de la industria inglesa, "de su manufactura
depende la subsistencia de una masa de gente mayor que el total de la población de Escocia y los dos
tercios del actual número de habitantes de Irlanda"20.
Entre enero y septiembre de 1861 el comercio exterior de Inglaterra da un quebranto de ocho
millones de libras esterlinas, de las cuales, cinco millones seiscientas mil corresponden al
comercio con los EE. UU. Por añadidura, en el mismo lapso las importaciones de trigo
aumentan en relación con igual período de un año atrás. Y de los quince millones trescientos
ochenta mil trescientas libras esterlinas que en 1861 gasta Inglaterra para comprar cereales en
el exterior, casi seis millones corresponden a adquisiciones en los EE. UU. Por eso, "Inglaterra
sufriría más por la imposibilidad de comprar cereal norteamericano, de lo que sufriría la Unión
por la imposibilidad de venderlo"21.
A las razones permanentes que tiene la Gran Bretaña para luchar por la conquista de nuevos
mercados, acrecentar la penetración en los que ya posee y asegurarse la provisión fluida y
creciente de materias primas y alimentos, se agregan razones circunstanciales que no cesarán
hasta 1865, cuando finaliza la guerra civil en los EE. UU. Entre tanto, había que reemplazar el
algodón y los cereales de origen norteamericano; pero al mismo tiempo buscar mercados
capaces de absorber la hasta ese momento gigantesca demanda por los EE. UU. de productos
manufacturados. Y esto hasta que cesara una guerra civil que no llevaba traza de resolverse en
breve tiempo22. Inglaterra debía encontrar en otros sitios del globo lo que transitoriamente no
podía hallar en Norteamérica. Y era el problema de tal magnitud, que en algún momento
fueron puestas en duda las bases mismas del sistema. Finalmente todo será resuelto. Y si por
un instante los beneficios se habían resentido, más tarde retomarían vuelo hasta resarcirse
ampliamente. Pero lo cierto es que, si en 1859 la prosperidad era muy grande y las fábricas
iban en aumento, y un año después la industria algodonera llegaba a su cénit, en 18621863
producíase un derrumbe casi total y soberanamente estrepitoso.
Alguien debería pagar ese quebranto de la burguesía inglesa. No es posible olvidar que la
guerra contra el Paraguay se inscribe en este contexto, el de "un período único en los anales de la
historia [no solo de Inglaterra, L. P.J por el desarrollo de su industria y el fortalecimiento de su
comercio...", cuando la extracción de plusvalía a la clase obrera inglesa crece de año a año y la
agresividad del capitalismo se traduce en asombrosa usurpación colonial, sometiendo a la
mayor parte del planeta y sus hombres a su dominio y elevando la renta nacional en términos
que no tenían precedentes. Un periodo que se ve bruscamente interrumpido por una crisis
desgarradora de la que habrá de recuperarse la poderosa Albión. La recuperación se hará con
métodos que justifiquen una vez más a Chesterton cuando anota que el honor de la burguesía
de su tierra se funda en la deshonra, como el honor "de cualquier galanteador y gracioso". Lo
que no debe extrañar explica, porque esos burgueses agresivos, altaneros y ensoberbecidos
traen desde la cuna la mala semilla, como que sus padres fueron "usureros y ladrones"23. Lo
que es decir algo.
Y decirlo quien lo veía en su propia casa y con ojos de una agudeza poco frecuente.
A esa burguesía no le era indiferente nada de lo que pasara en cualquier sitio de la tierra, sobre
-
todo si ello implicaba alguna limitación a su sed de mercados, de materias primas y de
alimentos. Su política era mundial porque lo era el mercado que abarcaba. No reparará en
medios para ejercerla. Cuando deba recurrir a la agresión armada sin salvar apariencias no
trepidará en hacerlo, salvo cuando su propio pueblo se lo impida... Pero a veces lograba que
otros pusieran la cara, gobernados esos otros ¡desde luego! por el guante ora blanco, ora de
hierro de la diplomacia inglesa. Naturalmente, ocurría que a veces no hacía falta disparar
siquiera unos pocos tiros: ya antes de Quevedo los mercaderes británicos sabían qué poderoso
caballero es Don Dinero.
En eso de dominar ellos tenían artes varias; y hete aquí que se encuentran con un Estado
sudamericano que escapa a su manaza de hierro y anda queriendo construir su destino con su
sola voluntad. Se trata del Paraguay, con el que han tenido sus más y sus menos. Un país
pequeño, selvático y caluroso, que busca y parece haber encontrado un camino propio de
desarrollo sin burgueses ingleses. Vale la pena ver de cerca ese fenómeno que tanto escuece a
ciertas gentes de las lejanas y brumosas islas y a otras de la pretensiosa Atenas del Plata. Que
aquí también había unos cuantos que andaban codiciando al Paraguay y teniéndole miedo por
el mal ejemplo que ostentaba ante los pueblos de esta y de otras partes de América. Veamos de
qué se trata.
1. Ernesto Hering. Los Fúcar. México. Fondo de Cultura Económica. 1944. págs, 315316.
2. Ibid.. pág. 17.William Miller, Historia de los Estados Unidos. México. Novaro, 1963, pág.
73.
3. Dionisio de Alcedo y Herrera, Piraterías y agresiones de los ingleses y otros pueblos de
Europa en la América Española, desde el siglo XVI al XVIII. deducidas de las obras de... por J.
Zaragoza. Madrid, Imprenta Manuel G. Hernández. 1883, pág. XXIV.
4. V. Danilevsky, Historia de la Técnica, Buenos Aires. Editorial Lautaro. 1946, pág. 71.
5. Documentos. La libertad de comercio en la Nueva España en la segunda década del siglo
XIX.
introducción de Luis Chávez Orozco, México. 1943, pág. 6.
6. Carlos Marx, El Capital. Buenos Aires, Biblioteca Nueva. 1946. pág. 95.
7. V. Danilevsky. op. cit. pág. 74.
8. Franz Mehring. Carlos Marx. Buenos Aires. Claridad. 1943. págs. 284285.
9. Werner Sombart. op. cit., t. I. pág. 508.
10. G. K. Chesterton. Pequeña historia de Inglaterra, Buenos Aires. EspasaCalpe Argentina,
1946.
-
pág. 189.
12. Werner Sombart. op. cit. pág. 79.
13. V. I. Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo. Buenos Aires, Editorial
Problemas, 1946, t. II. pág. 497.
14. V. Danilevsky, op. cit.. pág. 175.
15. Werner Sombart, op. cit, pág. 272.
16. Carlos Marx. op. cit.. pág. 475.
17. Ibid.. pág. 475.
18. Carlos Marx y Federico Engels. La guerra civil en los EE. UU., Buenos Aires. Lautaro,
1946. pág.
83.
19. Marx y Engels se refieren a la crisis de las patatas. A partir de 1845 una enfermedad de la
planta arruinó varias cosechas y ello dio como consecuencia la muerte de hambre de un millón
doscientos cincuenta mil campesinos irlandeses, de quienes era el principal alimento. Los
hacendados, al no percibir las rentas habituales y no poder cumplir con los compromisos
contraídos con la City de Londres, agravaron el problema expulsando de la tierra a los
campesinos, con el fin de aprovecharla de manera más conveniente a sus intereses. A los tres
años del hambre un cuarto de la población de Irlanda fue desposeída de la tierra y
posteriormente la proporción llegó a las tres cuartas partes de la población (Hilaire Belloc.
Historia de Inglaterra. Madrid, La Nave, 1934, pág. 579).
20. Carlos Marx y Federico Engels. op. cit, págs. 108112.
21. Carlos Marx y Federico Engels. op. cit. pág. 161.
22. No es indiferente a este trabajo anotar que en 1860, cuando los Estados del sur de los EE.
UU.
anunciaron su intención de separarse de los del norte. Inglaterra también se dividió en
opiniones...
Algunos radicales y las iglesias disidentes se asociaron a los que luchaban contra la esclavitud:
la sociedad. Londres, la aristocracia que guiaba la política inglesa estuvo con el sur. "Allí, en
efecto, los modales eran mejores, el acento más refinado: de allí venía también el algodón que
tanto necesitaba Inglaterra" (André Maurois. Historia de Inglaterra. Santiago de Chile.
Ediciones Ercilla. 1945, pág. 432).
-
Y allí, agreguemos, no existía la pretensión de erigir una industria capaz de competir con
Inglaterra.
Por otra parte, el que la Gran Bretaña no haya entrado en la guerra tomando partido por los del
sur se debe, en opinión de Marx, al "mitin monstruo de St. James Hall, celebrado bajo la
presidencia de Bright". que incapacitó a Palmerston para declarar la guerra a los EE. UU.
"como se disponía a hacerlo". Finalmente, los organizadores del magro mitin eran los vocales
ingleses de la recién fundada Primera Internacional (Franz Mehring. Carlos Marx. op. cit.. pág.
283).
23. G. K. Chesterton, op. cit. pág. 189.
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Eric J. Hobsbawm:
INDUSTRIA E IMPERIO
CAPÍTULO 3:
"LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL,
1780-1840"
HOBSBAWM, Eric J. (1968; 1977): "La Revolución industrial, 1780-1840" Capítulo 3 (pp. 55-76)
de: Industria e Imperio : Una historia económica de Gran Bretaña desde 1750 / Traducción de Gonzalo
Pontón Barcelona : Ariel, 1977 -- 375 p. -- ISBN: 84-344-6520-5 --
Hay una ed. más reciente: Barcelona : Crítica, 2001 [Traducción de: Industry and Empire: An
Economic History of Britain since 1750 Harmondsworth; London: Penguin Books ; Weidenfeld and
Nicolson, 1968]
Capítulo 3
LA REVOLUCION INDUSTRIAL, 1780-1840 (1)
Hablar de Revolución industrial, es hablar del algodón. Con él asociamos inmediatamente, al igual que
los visitantes extranjeros que por entonces acudían a Inglaterra, a la rev