Color y su lenguaje

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    Los Colores y su Lenguaje

    1)Introduccin

    Yo creo que uno de los errores mas dainos, que cometen permanentemente tantofilsofos profesionales como personas que se interesan por la filosofa, consiste en

    pensar que la ciencia puede en principio resolver las dificultades o puzzlesfilosficos. Por ejemplo, muy a menudo se ha pensado, desde que, verbigracia,Descartes plantara la semilla de la discordia entre la mente y el cuerpo, que elquebradero de cabeza que es la cuestin de la relacin entre las sustancias es un

    problema resoluble, si lo es en absoluto, nicamente gracias a los deslumbrantesavances de la neurofisiologa. Otro caso ilustrativo de ilusin cientificista loconstituye el asunto de la creacin del mundo: se supone que gracias a la ltimateora o modelo de Big-Bang tenemos la respuesta para interrogantes profundoscomo aquellos que inquietaron a pensadores como San Agustn. Un tercer ejemplo,que es propiamente mi tema en este trabajo, es el de los colores. Aunque muy

    probablemente lo que tengo que decir en relacin con este tema dejar insatisfechosa todos, espero por lo menos hacer ver que los enfoques cientificistas realmente nosirven, filosficamente, prcticamente para nada, excepto para replantear los viejos

    problemas en una nueva terminologa.

    Es evidente que en relacin con los colores surgen dificultades de la msdiversa ndole. Por ejemplo, nos topamos con problemas tpicamente metafsicos,como los de determinar su naturaleza, su estructura (son simples o complejos?Cmo pueden parecerse si son simples?), su carcter (son materiales o mentales ode un tercer status?), su ubicacin (ocupan porciones de espacio real?), su orden(es ste a priori?), su nmero (cuntos y cules son los colores primarios?), etc.;hay, obviamente, enigmas epistemolgicos, como el de esclarecer la clase derelacin cognitiva que mantenemos con los colores (no puedo conocer colores sinantes haberlos visto? Es mi conocimiento de ellos infalible, directo, inferido?); no

    podan faltar, naturalmente, controversias propias de la filosofa del lenguaje (cmosignifican los trminos o nombres de colores? Qu relacin hay entre ellos y la

    ostensin? Dan lugar los colores a enunciados sintticos a priori?). No pretendo, nimucho menos, ofrecer una lista exhaustiva de los problemas suscitados por locolores, sino ms bien dar una idea de su complejidad. De hecho, una teora odoctrina completa acerca de los colores requiere, de uno u otro modo, toda unafilosofa. Mi objetivo aqu es simplemente exponer algunos problemas, discutiralgunas posiciones y tratar de hacer ver cmo los problemas no pueden resolverse sise adoptan enfoques clsicos. Pero antes de que yo me pronuncie sobre el tema,quisiera hacer una presentacin sucinta de lo que de hecho es, si no me equivoco, el

    punto de partida de todos: el realismo ingenuo.

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    2)Realismo ingenuo, fisicalismo y neoidealismo

    El realismo ingenuo queda caracterizado por dos grandes tesis:

    1) Por medio de los sentidos (para nosotros, por medio de la vistaespecialmente) se adquiere un conocimiento genuino, real, directo delmundo externo y sus objetos, y

    2) Las cualidades que la percepcin me revela que los objetos tienen lassiguen teniendo independientemente de que haya observadores o no.Desde esta perspectiva, la percepcin es la representacin sensorial del

    mundo, es decir, la captacin no verbal del mundo tal cual ste es.

    De acuerdo con esto, es cierto que los objetos poseen formas, peso, semueven, etc., y, adems que son coloreados. Los colores, desde esta perspectiva, soncualidades de las cosas.

    Habra que reconocer que, en algn sentido, esta posicin hace justicia allenguaje natural y al modo normal de expresamos. Nadie dice cosas como: Tremeel libro que nada ms es rojo cuando lo estoy viendo o sbete al coche que esverde si y slo hay un observador que lo contemple. Decimos simplemente treme

    el libro rojo y sbete al coche verde, porque tcitamente asumimos o damos aentender que el libro es rojo y el coche es verde. Es innegable, sin embargo, que, ascomo est, el realismo ingenuo es insostenible. Se vuelve imprescindible, por lomenos, trazar alguna distincin entre las propiedades de los objetos, y ello por lasiguiente razn: en la oscuridad los objetos siguen manteniendo algunas de sus

    propiedades, pero pierden otras. En la oscuridad, el libro sigue siendo cuadrado,pesando lo que pesa, etc., pero pierde por completo su color. Pero entonces puedeobjetarse al partidario del realismo ingenuo lo siguiente: qu clase de propiedad esesa que cuando desaparece la luz desaparece con ella? Hay muchas otras vas para

    poner en crisis la identificacin superficial de propiedades que efecta el realista

    ingenuo, pero por el momento con sta nos basta. Lo que podemos afirmar es: loscolores, si son propiedades de los objetos, no son como las otras. Esto me lleva aexaminar rpidamente el punto de vista de John Locke.

    Fue Locke quien introdujo de modo sistemtico las categoras por medio delas cuales se puede recoger el problema sealado ms arriba. Aunque la distincinque l traza es ya clsica, lo cierto es que su formulacin no est exenta dedificultades. Su posicin queda articulada por medio de unas cuantas afirmaciones.Lo primero que nos dice es que una idea es todo aquello que la mente percibe ens misma, o todo aquello que es el objeto inmediato de percepcin, pensamiento o

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    entendimiento.1 En segundo lugar, una cualidad del objeto es el poder paraproducir cualquier idea en nuestra mente.2l distingue entonces entre cualidadesprimarias, secundarias y las de una tercera clase, que para nosotros son irrelevantes.Las cualidades primarias son, bsicamente, la solidez, la extensin, la figura, elmovimiento y el nmero. Su caracterstica es que son completamente inseparablesdel cuerpo.3Deseo sealar que, en mi opinin, Locke no tiene derecho a decir estoy que lo nico que l puede decir es que las cualidades primarias son las que resultancompletamente inseparables de la idea de cuerpo, que no es lo mismo. Lascualidades secundarias, por su parte, son tales que en verdad no son en los objetosmismos ms que poderes para producir diversas sensaciones en nosotros por suscualidades primarias.4 Los colores son instancias de cualidades secundarias. Peroentonces, y haciendo caso omiso del error respecto a las cualidades primarias, lo queLocke est sosteniendo es que los cuerpos tienen ciertos poderes, esto es, cualidades

    primarias, en virtud de los cuales se producen en nosotros las sensaciones decolores. Yo creo que es menester dejar al Locke histrico para asumir al Lockerepresentativo y a este ltimo discutir, porque el Locke histrico es sencillamenteininteligible. A m me habra parecido obvio que Locke est en un error al pensarque son las cualidades primarias las que engendran o causan a las cualidadessecundarias y me parece que l poda y deba ms bien haber apelado a su terceracategora: no se entiende cmo podra el color brotar de la interaccin entre nuestramente y propiedades como la extensin o el nmero. Las cualidades de la terceraclase, en cambio, son meros poderes y por medio de stos, que estaran todava

    por descubrirse, tal vez s se podra dar cuenta de nuestras experiencias de color. Se

    podra, por ejemplo, aludir a la estructura atmica y funcional de los objetos paraexplicar causalmente las sensaciones de colores. Independientemente de ello, nteseque Locke est aqu sugiriendo y dejando abiertas dos lneas posibles (eincompatibles) de investigacin:

    1) puede pensarse que los cuerpos tienen ciertas propiedades fsicas(poderes) que son las causas de nuestra sensaciones de color, pero loscolores mismos, en la medida en que se identifican con sus causas, seranobjetos fsicos y estaran en los cuerpos. De ah que investigar lanaturaleza de color sera investigar esas propiedades fsicas que subyacen

    a nuestras sensaciones. De esta manera, la posicin lockeana pareceaspirar a ser, en primer lugar, una posicin fisicalista.

    2) si se interpreta cualidad secundaria no como denotando un podersino una experiencia, entonces la investigacin acerca del color deber

    1J. Locke,An Essay Concerning Human Understanding. Abridged and edited by A. D. Woozley (GreatBritain: Fontana/Collins, 1964), p. 111.2Ibid., p. 112.3Ibid., p. 112.4Ibid., p. 112.

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    orientarse hacia el sujeto cognoscente. En este caso, las tesis de Lockeabren dos posibilidades:

    a) se identifican la mente y el cerebro o el sistema nervioso y seabre as una nueva opcin, que podramos llamar el neurofi-siologismo

    b) se mantienen separados mente y cuerpo, en cuyo caso la com-prensin objetiva de la naturaleza de color parece escaprsenospara siempre.

    A partir de Locke, por consiguiente, parecen abrirse paso dos propuestas deinvestigacin materialista, viz., la estrictamente fisicalista y la neurofisiologista, y

    una irreduciblemente mentalista. Yo pienso que, dado el papel determinante quetiene idea en el sistema de Locke, por lo que l debera haber optado es por la

    posicin mentalista. No obstante, no es mi propsito enfrascarme aqu en unadiscusin acerca de Locke. Nos basta con recoger lo que l dice para configurar unmapa adecuado del tema y poder as ubicar las diferentes posiciones que vayamosexaminando.

    Examinemos, en primer lugar, la posicin fisicalista. Deseo sostener que staes claramente defectuosa y ello por mltiples razones. Es quiz debatible, pero creoque algunas de ellas son en s mismas contundentes y bastan para poner en crisis el

    fisicalismo respecto a los colores, pero en todo caso lo que parece innegable es quesu acumulacin constituye un alegato muy difcil de eludir. Veamos rpidamentealgunas de estas razones.

    Lo primero que se puede decir es que el fisicalismo contiene sugerenciasfalsas. En efecto, el fisicalismo supone que al darnos las causas de los colores, lafsica nos aclara simultneamente la naturaleza del color. Pero es un error total

    pensar que un objeto puede quedar identificado por sus causas. Yo habra pensadoque es obvio que la identidad del objeto debe estar dada antes de que busquemos suscausas.

    En segundo lugar, la explicacin causal no puede nunca proporcionarenunciados de identidad necesarios, que es lo que aqu necesitamos. Aqu estinvolucrado un argumento de corte kripkeano: sea R el designado rgido de un color(digamos, rojo) y la onda de longitud X la descripcin fsica correspondiente.Podemos imaginar dicho color sin tener que asociarlo con las propiedades que losfsicos nos dicen que tiene, en tanto que no podramos imaginar que R no es R. Enotras palabras, no es auto-contradictorio sostener que R tiene otra longitud de ondaque la que de hecho tiene. La identidad R es el color de longitud X, por lo tanto, noes una verdad necesaria, sino una verdad contingente a posteriori. Luego la

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    explicacin fsica no parece ser de gran utilidad para determinar la naturaleza (laesencia) del color, ya que sta requiere de enunciados que expresen necesidades oimposibilidades.

    En tercer lugar, est el argumento que podramos llamar de la abundanciacausal: son sencillamente demasiados los factores fsicos que intervienen en la

    produccin de color. De esta manera, si es una explicacin causal lo que nospermitira comprender la naturaleza del color, la explicacin en trminos de ondasluminosas resulta ser extremadamente pobre y no puede por s sola servir para larealizacin de tal funcin. C. L. Hardin expone la idea como sigue: De esta manera,la asignacin de colores a objetos (o pseudo-objetos, como los arco iris) sobre la

    base de sus propiedades que transforman la luz resulta ser un asunto muycomplicado. Un objeto resulta tener un color de transmisin, un color de reflejo, un

    color de interferencia, etc., ninguno de los cuales es necesariamente el mismo y cadauno de ellos es una funcin del ngulo de deteccin, as como del espectro de la luzque incide.5

    Por ltimo, habra que observar que inclusive si es una explicacin causal loque se requiere para comprender la naturaleza del color, la explicacin fsica no esen principio adecuada y ello por el fenmeno fsico llamado metamerismo: Laenerga espectral, el reflejo y la transmisin son de modo obvio especificables ysignificantes fsicamente. Son causalmente centrales en la percepcin del color y

    juegan un papel fundamental en todas las partes de la ciencia del color. Son, sin

    duda alguna, las caractersticas del mundo fsico que quedan recogidas en el colorpercibido; si algunas propiedades fsicas merecen ser identificadas con el color, sonellas.

    Desafortunadamente, ellas no pueden desempear ese papel bsicamentedebido al fenmeno del metamerismo. Recordemos que luces coloreadas sonmetamricas (para un observador) si son indistinguibles (para un observador) y sinembargo difieren en composicin espectral.6 Lo que esto significa es simplementeque es fcticamente posible que un observador perciba en dos ocasiones distintas elmismo color a pesar de que stos, al ser analizados, resulten tener estructuras fsicas

    distintas; y a la inversa: puede darse el caso de que un sujeto perciba dos coloresdistintos aunque su composicin espectral sea la misma. Esto mina definitivamente,creo yo, la posicin fisicalista. Infiero que, aunque causalmente importante, lacomposicin espectral (i.e., la favorecida por los fsicos) no es la clave o por lomenos no tiene la ltima palabra respecto a la naturaleza del color. As, pues, la ideade que los colores pueden sencillamente identificarse con propiedades fsicas no

    parece tener mayores perspectivas de xito.

    5C. L. Hardin, Color for Philosophers(Indiana/Cambridge: Hackett Publishing Company, 1988), pp. 6-7.6Ibid., p. 64.

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    Empezamos a sentir ya que la naturaleza del color es algo mucho ms

    complicado que lo que propuestas de corte cientfico asumen que es. Para evitar caeren simplismos filosficos, es conveniente tener una idea clara de la naturaleza de la

    problemtica. Se trata, primero, de un problema general de filosofa de la ciencia, yaque casi siempre se presume y se asume sin cuestionar que hay una continuidadconceptual lineal entre la concepcin normal de la realidad y el lenguaje natural, poruna parte, y la ciencia y el lenguaje terico, por la otra. Esto, segn yo, essimplemente falso. En segundo, se trata de un problema de filosofa de la mente y deteora del conocimiento, puesto que se asume tcitamente que por medio de algo

    puramente fsico, como lo es una onda y una clasificacin de ondas, puede surgiralgo no fsico, como la experiencia del color. Esta conexin est lejos de serevidente, porque si las ondas mismas no son coloreadas cmo podra algo no

    coloreado o la acumulacin, la interaccin, etc., de lo no coloreado, hacer surgir algocoloreado? Aunque regresar sobre esto ms abajo, quisiera anunciar que, desde mi

    punto de vista, cuando los cientficos hablan de colores tienen que estar hablando dealgo relacionado con nuestros colores, pero diferente de ellos. Dicho de otro modo,sobre la base de los conceptos de experiencia, esto es, normales, se erigen losdistintos conceptos cientficos, los cuales desarrollan en diversas direcciones

    potencialidades inscritas en los conceptos madre. Pero antes de entrar en la parteconstructiva del texto, quisiera proseguir con la enunciacin de las dificultades dediversas posiciones alternativas.

    Los argumentos esgrimidos ms arriba valen (si valen) para toda clase defisicalismo, pero no son los nicos. Podemos ciertamente aceptar, con Hardin, quelos objetos fsicos no son coloreados. La verdad es que ignoro por qu sostieneHardin esta tesis. Mi justificacin para aceptarla es simplemente que en la definicinde objeto fsico las nociones de colores no intervienen. Lo que se requiere para lamanipulacin de objetos fsicos es cierto instrumental matemtico, las nociones deespacio, tiempo, movimiento, masa, fuerza, etc. Para la aplicacin de esta familia deconceptos los de colores son superfluos y es por eso que no entran en lacaracterizacin de objeto fsico. Es por esa razn que se dice que los objetosfsicos no tienen colores. Esto, empero, no me parece un descubrimiento, sino una

    comn y corriente tautologa.

    Independientemente de ello, parece claro que los fisicalistas, como, e.g., D.Armstrong, no slo no toman en cuenta la proliferacin de factores casuales queentran en juego, sino que inclusive si lo hacen confunden, como dije ms arriba, lacausa del color con el color y con la experiencia del color. Se trata, si no meequivoco, de dos cosas por completo distintas. Por otra parte, parecera que lo quelos fisicalistas inevitablemente hacen es o bien ofrecer un argumento circular o bienincurrir en una peticin de principio. Supongamos, en aras de la discusin, que

    puede identificarse las ondas luminosas con los colores. Las ondas son medibles,

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    cuantificables, etc., pero cmo s yo que la onda de longitud X es lo rojo, porejemplo? No presupongo acaso un concepto de rojo, adquiridoindependientemente, que posteriormente ponga en conexin con el concepto fsicode onda luminosa, medible de tal o cual modo? Si ello es as en qu podra consistirentonces, para efectos filosficos, la aclaracin fisicalista?

    Una variante fisicalista es la que hace de los colores propiedades emergentesde las propiedades fsicas. La idea es la siguiente: la fsica me revela cmo estestructurado el mundo. Las propiedades fsicas del mundo o del mundo fsico,empero, no han de ser ellas mismas identificadas con los colores. Lo que sucede esque los colores brotan, surgen de estas propiedades y nada ms que de ellas.Aunque ellos mismos no son entidades fsicas, los colores seran propiedadesfundadas en propiedades fsicas. Examinemos rpidamente esta extraa posicin.

    Yo tengo la impresin de que nos las habemos aqu con la misma tesisabsurda que se intenta aplicar al problema mente-cuerpo o mente-cerebro (dadacierta configuracin neuronal, se produce, e.g., un recuerdo). Si en efecto el caso delos colores como propiedades emergentes fuera un caso particular de la tesis general,entonces simplemente podran adaptarse para esta nueva aplicacin los antiguosargumentos. Empero, no intentar siquiera hacer tal cosa. Aqu me limitar a sealardiversas debilidades del planteamiento:

    a) No parecen compatibles la idea de que no percibimos propiedades

    fsicas de los objetos y la idea de que, no obstante, s podramospercibir propiedades emergentes de propiedades fsicas. Respecto a loprimero no parece haber mayores dudas: nadie, que yo sepa, ha vistoun protn, ha palpado energa o degustado neutrones. Pero entoncescmo puede siquiera sugerirse que percibimos propiedadesemergentes de entidades y propiedades imperceptibles?

    b) El fisicalismo, en cualquiera de sus variantes, peca en contra deprincipios que, aunque no se les considere ni analticos ni a priori, detodos modos son altamente sugerentes y convincentes. Un principio

    as es: ex nihilo nil. Este principio, como es obvio, es de mltiplesusos: sirve para sembrar desconfianza frente a la afirmacin de que elmundo fue creado de la nada, sirve para resistir a la tesis de que de lomaterial puede surgir lo mental y sirve, en este caso, para evadir elcompromiso con la tesis fisicalista respecto a los colores, porque deseguro que se nos tiene que dar una respuesta satisfactoria a la

    pregunta: cmo puede surgir algo no fsico de combinaciones,interacciones, etc., de objetos puramente fsicos? Cmo puede surgirel color de objetos no coloreados? Aqu el fisicalismo parece haberllegado a los lmites de su explicacin y adentrarse por lo terrenos del

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    misterio y de la pseudo-explicacin.

    Deseo insistir en que no se me puede achacar el punto de vista de que la fsicasea un fracaso, que no puede identificar a sus objetos, etc. La fsica tiene criteriosformalmente correctos y materialmente adecuados para la identificacin yreidentificacin de los objetos de su universo de discurso. Lo que sostengo es que aeste universo no pertenecen los colores. Inclusive podemos aceptar que son objetosde estudio de la fsica cosas como rayos de luz, ondas luminosas, fotones, etc.

    Ninguno de esos objetos, empero, es idntico a un color. De ah que preguntar por elcolor de un objeto fsico sea como pedir el color del nmero siete. Lo que es unfracaso es ms bien el intento de exigir de la fsica una solucin para un enigmafilosfico. La fsica falla en darnos la naturaleza del color entre otras razones porquenunca pudo haber sido ese su objetivo. De este modo, creo que podemos descartar el

    fisicalismo como una posicin aceptable concerniente a la naturaleza ltima de loscolores.

    Examinemos ahora la segunda posible posicin lockeana, esto es, elneurofisiologismo. Esta propuesta es una curiosa mezcolanza de materialismo ymentalismo en la que lo que se enfatiza es la importancia del aparatoneurofisiolgico del perceptor. La idea es que hablar de colores es hablar deexperiencias subjetivas, i.e., de los contenidos de actos de percepcin que tienenlugar dentro de un sujeto. stos quedaran explicados causalmente en trminos denervios pticos, retinas, neuronas, etc., y posteriormente, apelando a la desacreditada

    tesis de la identidad, se pasara a identificar la experiencia con un evento fsicodeterminado. As presenta este punto de vista uno de sus ms ardientes defensores,viz., C. L. Hardin: La tctica que se sugiere a s misma es mostrar cmo losfenmenos del campo visual estn representados en la corteza visual y entoncesmostrar cmo las descripciones del campo visual pueden ser reemplazadas pordescripciones de los procesos neuronales.7 La verdad es que la propuesta me

    parece ininteligible, pero veamos qu se puede decir al respecto.

    Todos estamos de acuerdo en que sera absurdo negar, al igual que enrelacin con el fisicalismo, que intervienen en el conocimiento emprico de los

    colores mltiples y decisivos factores causales. El problema radica en determinarqu, concretamente, podemos inferir vlidamente de la realidad de dichos factores.Es evidente de suyo que el aparato perceptual del sujeto est por algo en la

    percepcin de colores, pero qu? Por lo pronto, yo creo que lo nico que nopodemos hacer es reemplazar una respuesta de fondo por una respuesta dada entrminos de detalles cientficos. El enigma no se disuelve dando datos, que es (dichosea de paso) lo que permanentemente hace Hardin y a lo que parece reducirse suestrategia. Examinemos esto ms detenidamente.

    7Ibid., p. 134.

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    El sofisma de Hardin se inicia sustituyendo temas: en lugar de hablar de

    colores, l va a hablar de estados cromticos. Aqu ya est prejuzgada toda lacuestin: por medio de un discreto sinnimo, aparentemente inocuo, reubicamos los

    problemas (Hardin se reconoce como eliminativista, metafsicamente) en el terrenode la neurofisiologa (y se autodenomina reduccionista epistemolgico), puestoque los estados cromticos van a ser estados neuronales. Pero adems de estatransicin, que no por imperceptible es justificada, nunca queda claro si Hardindefiende la variante del fisicalismo que llam neurofisiologismo o pretende ir msall y abogar por un mentalismo. Habra que reconocer, empero, que aunque no se

    pronuncia claramente al respecto, Hardin parece mantener una concepcin fisicalistay, por ende, la teora de identidad. Nosotros, sin embargo, que ya sabemos lo queeso entraa, podemos afirmar que si en eso consiste la posicin de Hardin, entonces

    su propuesta filosfica est destinada al fracaso. Recordemos, pues, que su estrategiaconsistir ante todo en abrumarnos con una cantidad inmensa de detalles y minuciasfisiolgicos, para de este modo explicar el color en trminos de lo que sucededentro de un sujeto cuando ste ve. La investigacin, en cuanto tal, me pareceinobjetable (e iluminadora), pero creo que en el fondo es irrelevante para lo que anosotros nos incumbe. En lo que sigue, me concentrar nicamente en un par deideas de su libro, pero antes quisiera hacer una observacin que me parece que

    puede ser til.

    En mi opinin, en relacin con los colores es preciso distinguir por lo menos

    tres grandes teoras o, quiz mejor, tres grupos de teoras:

    a) Las teoras fsicas o fisicalistas del colorb) Las teoras neurofisiolgicas o neuorofisiologizantes del

    colorc) Las doctrinas fenomenolgicas del color.

    Huelga decir que todas estas clases de teoras tienen grandes abogados.Empero, creo que puede afirmarse con confianza que, aunque podemos aprendermucho de ellas, filosficamente tienden ms bien a ser nocivas puesto que, en el

    mejor de los casos, desvan nuestra atencin de los problemas de fondo paracentramos en asuntos que son, a final de cuentas, de poca monta. Por mi parte,sostengo que estas clases de teoras son irreducibles unas a otras y que parte de lasconfusiones proceden por no respetar sus respectivas autonomas. Los resultados ylas conexiones a los que pueden conducir las distintas clases de teoras no estnfijados a priori. As, es perfectamente posible que lo que es fenomenolgicamentesimple sea fsicamente compuesto y que est neurofisiolgicamente determinado.

    Nada de eso, empero, le resta simplicidad fenomenolgica. Es, pues, un error fatalpretender trasladar teoras de un campo a otro. Una vez dicho esto, podemosocuparnos de algunas de las afirmaciones de Hardin.

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    En contra del fisicalismo, el subjetivista Hardin elabora el siguiente

    argumento: los objetos coloreados o son fsicos o no son fsicos. Los objetos fsicosno son coloreados. Por lo tanto, el color no est en los objetos. Hardin extrae lafantstica conclusin de que Los objetos coloreados son ilusiones, pero noilusiones infundadas. Estamos normalmente en estados perceptuales cromticos yestos son estados neuronales. Debido a que las percepciones de diferencias de colory las percepciones de lmites son procesos neuronales estrechamente ligados, vemos

    juntos colores y formas. A grandes rasgos, si hay color hay forma visual.Consecuentemente, no hay formas visuales en sentido ltimo, as como no haycolores. Pero las formas visuales tienen sus anlogos estructurales en el mundofsico, a saber, las formas simpliciter, y los colores no.8El color es, pues, algo que

    pone el cerebro o, dependiendo de si Hardin identifica la mente con el cerebro, la

    mente.

    Algo que llama la atencin en el planteamiento de Hardin es el marcadocontraste entre su erudicin en el rea la ciencia del color y la debilidad o loabsurdo de sus conclusiones filosficas. Hay mucho en su libro acerca delfuncionamiento de la retina, de las funciones de los conos y los bastones, etc., perosus conclusiones filosficas son sumamente endebles. En mi opinin, por ejemplo,la conclusin de que los colores son ilusiones representa un atentado inaceptableen contra del lenguaje natural. Lo que quiero decir es simplemente que lo que lafirma no parece tener mayor sentido. Puede desde luego hablarse de una ilusin

    permanente y colectiva, pero slo bajo condiciones muy especficas. Pero debera yaser evidente para todos que el uso metafsico de las palabras, esto es, el uso que

    borra los contrastes naturales, slo aparentemente da lugar a aseveracionessignificativas. En este caso, puede decirse que tiene sentido hablar de ilusiones en

    parte porque podemos contrastar los estados ilusorios con estados no ilusorios. Deah que, parafraseando a Wittgenstein, podamos decir que si, como quiere Hardin,todo lo que vemos nos va a parecer ilusorio, entonces no podemos hablar aqu deilusorio. Los colores, por lo tanto, en la medida en que son percibidos de modo

    permanente por todos nosotros (dejando de lado los casos de desviaciones depercepcin) no pueden ser algo meramente ilusorio.

    Adems de los argumentos de principio procedentes del rea de la filosofadel lenguaje, pienso que se puede n formular por lo menos tres argumentos en contrade la teora de Hardin y, en particular, en contra de su objetivo central, viz., que elcolor es un estado cromtico y, por ende, un estado neuronal. Por consiguiente, me

    propongo sostener que:

    1) aun si tenemos un organismo con todas las caractersticas que Hardin

    8Ibid., pp. 111-12.

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    describe y lo ponemos a funcionar en la oscuridad, no se produceningn color. Luego la simple identidad que Hardin pretendehacernos aceptar no puede quedar establecida.

    2) Inclusive si se demostrara que un ciego de nacimiento, al serdebidamente estimulado, percibe colores, esas supuestas ex-

    periencias seran tales que no le permitiran desarrollar ningnlenguaje de colores genuino. En otras palabras, el invidente encuestin no dispondra de los conceptos de colores y no podracomunicarle a nadie pensamientos sobre los colores.

    3) La tesis central de Hardin (colores = estados cromticos = estadosneuronales) nos pone a todos en la misma situacin que la del

    invidente y hace completamente imposible la comunicacin.

    Hardin expone minuciosamente la estructura, el funcionamiento y el papeldel aparato perceptor humano en los procesos de visin y en relacin con lo que ltiene que decir a este respecto difcilmente se le podra corregir (yo por lo menossera incapaz de ello). Pero sus conclusiones filosficas son insostenibles sobre

    bases tan frgiles. l muestra, e.g., que si no funcionan las tres clases de conos quenormalmente operan en la retina, el ser humano, tal como lo conocemos, no tendraeso que llamamos percepciones cromticas. Pero con eso no se ha demostrado quelas propiedades fsicas sean redundantes ni, por consiguiente, que el mero aparato

    perceptual del sujeto baste para poder hablar de colores. Yo pienso que sin luz nohay ni puede haber colores. Esto implica, por hiptesis, que el ciego no sabe ni

    puede saber lo que es el color, por ms que se le estimulen las neuronas. Infiero deesto que el estado cromtico no puede ser identificado simpliciter con el color.

    Asumamos ahora, per impossibile, que se logr detectar e identificar elestado neuronal en el que sistemticamente se encuentra cualquier sujeto que ve,digamos, amarillo. Supongamos ahora que se estimulan las neuronas del ciego denacimiento del modo adecuado. Por impertinente que suene, tenemos derecho a

    plantear la pregunta: cmo podramos saber nosotros que en efecto el ciego est

    viendo amarillo? Es claro que el nico juez posible ser el ciego mismo. Peroentonces (con base en argumentos harto conocidos), podemos afirmar que en esecaso se carece de criterios de identidad para los objetos de la supuesta experienciavisual del ciego y no podramos nunca decir si los ha identificado correctamente ono. Esto est relacionado con un asunto que considerar ms abajo, viz., el aspectoconductual de la nociones de colores.

    Si Hardin tiene razn, es un autntico milagro el que podamos compartir unlenguaje para o de colores. Segn l, la faceta fenomnica de los colores es algo

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    constituido por un subconjunto de cdigos neuronales.9 Ms explcitamentetodava, Hardin afirma que lejos de que el lenguaje labre categoras a partir de unmundo sin estructura de color, las categoras lingsticas bsicas mismas han sidoinducidas por rasgos perceptuales sobresalientes comunes a la raza humana.10 Estoes lo suficientemente vago como para aceptarlo o rechazarlo en funcin delsignificado que se le atribuya. Si inducir quiere decir algo como propiciar, noser necesario cuestionar lo que Hardin afirma. Si inducir es usado en el sentido dedeterminar, entonces s creo que Hardin est en un error total. Si el color es algoque depende nica y exclusivamente de mi aparato perceptual, entonces cmo

    podra yo saber que mis objetos coloreados corresponden a los objetos coloreados deotras personas cuando usamos los mismos nombres? Algo debe estar mal en la teorade Hardin, puesto que l no puede bloquear la posibilidad de que usemos los mismostrminos y, sin embargo, tengamos experiencias distintas (decimos rojo, pero unos

    ven morado, otros rojo, otros anaranjado, etc.).

    Es mucho lo que puede aprenderse de teoras como la de Hardin. Tomemos elcaso de la incompatibilidad de los colores. Todos sabemos que no puede haber unrojo verduzco ni un verde rojizo. Hay aqu, prima facie, una oposicin tanto fsicacomo fenomenolgica. Ahora bien, esta oposicin, en opinin de Hardin, quedaexplicada por la neurofisiologa (y eliminada en favor de ella). Lo que hace que lascosas que llamamos rojas se vean tpicamente rojas para nosotros es que excitan elcanal de opuestos rojo-verde y lo que hace que las cosas que llamamos verdes sevean tpicamente verdes para nosotros es que inhiben el canal rojo-verde (...) y el

    canal rojo-verde no puede estar al mismo tiempo excitado e inhibido. De modo quenada puede verse verde-rojizo y puesto que a todo se le adscribe un color, por asdecirlo, nicamente por cortesa de los percipientes de colores, nada puede serverde-rojizo. Un anlisis paralelo sirve para el azul amarillento, con una simpleextensin a todos los binarios opuestos. Los colores son en verdad icebergsepistmicos, pero la parte oculta est ms bien dentro que fuera del animal

    perceptual.11 Con esto, aparentemente, se nos estara aclarando por qu ciertosjuicios, como no hay un verde-rojizo, han sido considerados en ocasiones inclusivecomo paradigmas de juicios sintticos a priori. Desde esta perspectiva, lo sinttico a

    priori tendra una fundamentacin fisiolgica.

    Tal vez una descripcin ms precisa de lo que Hardin dice sera sta: rayos deluz de determinada onda activan cierta parte del aparato perceptual visual del sujeto,y otros rayos, con una estructura fsica distinta, inhiben exactamente la misma parte.Por lo tanto, los colores asociados con las dos clases de rayos se excluyen mutua-mente. Todo esto me parece muy interesante, slo que niego que con ello seexplique o aclare el carcter necesario de enunciados como nada puede ser

    9Ibid., p. 131.10Ibid., p. 168.11Ibid., p. 168.

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    simultneamente verde y rojo. Hardin cree firmemente que la justificacin de lalgica de nuestro lenguaje de colores reside en nuestra estructura neurofisiolgica.Yo creo que eso es un completo error. Expuesto del modo ms general posible, elargumento en contra de Hardin es que ste no muestra cmo se conectan lasestructuras del lenguaje con los hechos neurofisiolgicos, cmo se deriva el

    primero de estos ltimos. l est convencido de que la mera enunciacin de dichoshechos basta para explicar el funcionamiento del lenguaje. De ah que lconfiadamente prosiga y afirme, sin fijarse mayormente en el contenido de susaseveraciones, que una vez detectados el canal de oposiciones y los fenmenos deexcitacin e inhibicin, surgen dos posibilidades:

    1) la oposicin permea todo el mecanismo de la visin del color, y

    2) la oposicin se produce nicamente en el lugar en el que se recibeninput luminosos.

    Segn l, en el primer caso, la imposibilidad de que hubiera, e.g., un rojoverduzco sera total, en tanto que en el segundo caso sera contingente. Yo creoque una vez ms estamos en presencia de un fantasma gramatical. Veamos por qu.

    En primer lugar, debo decir que no logro entender qu puede significar laexpresin necesidad contingente y la razn es que la expresin misma necesidadcontingente me parece totalmente asignificativa. Si algo es necesario, entonces no

    es posible que no sea necesario, pues de lo contrario estaramos haciendo de lonecesario algo contingente. Luego si no hay un verde rojizo es necesario, entoncesno hay manera de hacerlo contingente, que es lo que Hardin sugiere que se puedehacer. En segundo lugar, me parece que en la descripcin del fenmeno de laincompatibilidad del verde y del rojo tan importante es la neurofisiologa como lafsica, porque de seguro que la inhibicin y la excitacin dependen en alguna medidade las longitudes de las ondas y medidas diferentes resultan incompatibles. En tercerlugar, deseo sealar que Hardin est lejos de articular lo nico que le permitirainferir lo que l quiere, es decir, un argumento trascendental. Slo un argumento asle permitira establecer el carcter apodctico que requiere su tesis. No obstante, lo

    nico que l logra hacer es detectar cierta concomitancia entre el uso de losconceptos de color y la realidad neurofisiolgica que le subyace. Correlacionesfactuales como esa son, sin embargo, demasiado dbiles y no permiten extraerconclusiones filosficas de grandes magnitudes. Por consiguiente, Hardin no hademostrado que, dado nuestro aparato perceptual, nuestro lenguaje de colores no

    podra o no habra podido ser diferente. Parece claro, sin embargo, que con el mismoaparato perceptual es posible disponer de diferentes sistemas de conceptos decolores. l podra intentar replicar que, inclusive en esos casos, no podra haber unverde rojizo, pero es obvio que esta afirmacin, hecha dentro del nuevo lenguaje, notendra el menor sentido. Un ejemplo aclarar, espero, esto.

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    Imaginemos un lenguaje tal que en l se aplicara siempre lo que en nuestro

    lenguaje es verde slo para casos en los que en nuestro lenguaje sera algo comoverde yuxtapuesto a amarillo, rojo slo para los casos que nosotros viramoscomo rojo yuxtapuesto a azul y as sucesivamente. En otras palabras, para losusuarios de ese lenguaje las palabras de colores denotaran lo que para nosotros soncombinaciones de colores y nunca colores sueltos. Se supone, naturalmente, quedichos sujetos estaran conformados como nosotros. Pero entonces queda claro queno podra decirse que, en ese lenguaje posible, la expresin nada puede ser verde yrojo simultneamente sera una verdad necesaria, puesto que verde y rojo por ssolos ni siquiera seran palabras completas (sus palabras seran trminos comoverzul, amarjo, amazul, etc.). Si esto es acertado, entonces se puede rechazar la

    pretensin de Hardin de justificar o validar la gramtica en profundidad de nuestro

    lenguaje de o para los colores en trminos de la estructura y el funcionamiento denuestro aparato perceptual.

    Un ltimo punto antes de dejar esta limitada exposicin crtica de diversasescuelas o corrientes. Considrense las posibilidades que se le abren a alguien queaceptara la versin de los hechos que nos da Hardin. Alguien as podra, comoHardin, aceptar el neurofisiologismo, en cuyos casos su posicin sera unacombinacin de materialismo subjetivista y teora de la identidad. No obstante, l

    podra optar tambin por un emergentismo: de todos modos seguira siendomaterialista neurofisiologista, pero ya no podra ser subjetivista y, desde luego,

    tendra que abandonar tambin la tesis de la identidad. Por ltimo, Hardin podraoptar por un dualismo. Desde esta perspectiva, aunque el equipo neurofisiolgicoresulta indispensable, el color tendra que ser identificado con la experiencia delcolor, con lo cual se volvera extraamente redundante toda su exposicin cientfica.El color se convertira, as, en un algo de carcter mental. Esta ltima posicin, porlo tanto, no parece ser la que mejor encajara con todo su trabajo. Hardin ha de servisto, por consiguiente, como un materialista. Ahora bien, del materialismo ya meocup y creo haber ofrecido algunas razones en virtud de las cuales podemosaseverar que es inadecuado.

    Pienso que algunos argumentos que valen en contra del materialismo sepueden fcilmente adaptar y usarse en contra del mentalismo. As sucede con, e.g.,algunos argumentos elaborados por Malcolm en contra de la teora de la identidad.Landesman, por ejemplo, avanza un contundente argumento de corte malcolmianoen contra del mentalismo. Porque cmo pueden los colores residir en laconciencia? La interpretacin ms natural de la tesis de que lo rojo existe en algnelemento (item) es que el elemento (item) mismo es rojo. Pero cmo puede unevento mental ejemplificar un color? Todo lo que tiene color tiene forma. Pueden

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    los eventos o estados mentales tener forma?.12 La pregunta es retrica, puesto quela respuesta es obvia. En verdad, resulta ininteligible la idea de que un evento mentales de tal o cual color. Pero entonces, sobre la base de este y otros argumentos que

    podran elaborarse referentes a la identificacin y re-identificacin de entidades, a lacomunicacin, etc., se ve que la caracterizacin de los colores como entidadesmentales, sea lo que sea lo que esto significa, no se sostiene y tiene queabandonarse.

    Aunque no pretendo ni mucho menos haber refutado lo que denomin laposicin lockeana (en el sentido de haber dejado al lockeano sin ninguna va

    posible de argumentacin), s creo haber ofrecido razones para pensar que elprograma mismo, en cualquiera de sus variantes, es muy poco plausible y que no sevislumbran para l posibilidades de xito. Ya es, pues, tiempo de que, sobre la base

    de los tiles resultados que proporciona la crtica, intentemos decir algo constructivoen relacin con nuestro tema.

    3) Consideraciones wittgensteinianas en torno a los colores

    Antes de esbozar o delinear lo que creo que es el ncleo de los puntos de vista deWittgenstein respecto a los colores, quisiera especificar algunas por lo menos de lacondiciones que cualquier doctrina o posicin tiene que satisfacer para poder serconsiderada como candidato viable. Por lo pronto, podemos sealar las siguientes

    condiciones:

    1) Se tiene que poder dar cuenta de la verdad o falsedad de nuestrosjuicios referentes a los colores de la cosas.

    2) Se tiene que poder evitar situaciones paradjicas, como la de coincidenciaen juicios y divergencia de experiencias.

    3) Se tiene que poder explicar la diversidad conceptual concerniente a loscolores (los colores fsicos, los colores experimentados, etc.).

    Creo que no estar de ms que haga explcito lo que constituye mi base opunto de partida. Este es el reconocimiento de que hay una multiplicidad de juegosde lenguaje en los que intervienen nombres de colores. Por ejemplo, una persona

    puede nombrar colores, clasificar o identificar objetos en funcin de sus colores,solicitar objetos de tal o cual color, etc. Los nombres de colores son, pues,sumamente tiles y son usados en conexin con una amplia variedad de actividades;si una persona sabe usar, es decir, emplea correctamente los nombres de los colores

    12Ch. Landesman, Color and Consciousness. An Essay in Metaphysics(Philadelphia: Temple UniversityPress, 1989), p. 10.

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    y reacciona del modo adecuado frente a su emisin, entonces puede decirse de esapersona que sabe lo que son los colores. Esta conexin entre uso correcto dellenguaje y comprensin me perece inapelable y mi argumento para asumirla essimple pero, creo, definitivo: la situacin contraria es sencillamente ininteligible,

    pues habra que decir que alguien sabe expresarse y sin embargo no sabe de quhabla. Si no me equivoco, entonces, lo que queda puesto de manifiesto es que laclave para la comprensin del color o de la naturaleza del color es la comprensindel lenguaje de los colores. Esto, empero, es algo ms difcil de aclarar de lo que

    podra pensarse en un primer acercamiento al tema.

    Ntese que nuestro punto de partida nos garantiza que una de las condicionesenunciadas ms arriba queda satisfecha. En efecto, la existencia de juegos delenguaje en los que entran nombres de colores asegura que hay una concordancia

    con respecto a la verdad y la falsedad de nuestros juicios. Los usuarios coinciden,por ejemplo, respecto a si algo es morado, violeta, guinda o lila. No hay confusinlingstica en este sentido. As, podemos afirmar que nuestros juicios sobre loscolores de las cosas son tan objetivos como los juicios sobre los pescados o sobre lasestrellas. Contrariamente a lo que acontece con las concepciones idealistas, desdeesta perspectiva no se parte de lo dado en la experiencia, en el sentido de unamateria prima o cruda de experiencia, enteramente subjetiva o privada y sobre la

    base de la cual se ira reconstruyendo la experiencia tal como la conocemos, tantopersonal como colectiva. Desde nuestro punto de vista, si hay algo dado ese algono son otra cosa que las formas de vida. Lo que tiene que aceptarse, lo dado, son

    as podra decirse las formas de vida.13 Estas formas de vida son, dicho delmodo ms sucinto posible, el sistema compartido de actividades y prcticas hechas

    posibles por el uso del lenguaje. Todo escepticismo referente a los colores queda,pues, cancelado ab initiocomo un autntico sinsentido.

    Despus de estas palabras preliminares, lo que har ser abordar el tema delos colores desde tres perspectivas diferentes o, mejor dicho, en relacin con tresreas de inters diferentes. Como podr fcilmente apreciarse, los diversos temasestn entrelazados, por lo que ninguna distincin ntida es factible. Lo que aquintentar hacer sern algunas aclaraciones respecto a los colores relacionados,

    respectivamente, con el lenguaje y el significado de los trminos de color, laexperiencia del color y las distintas clases de conceptos de colores. Me enfrentar alas dificultades en el orden en que fueron mencionadas.

    4) Colores, lenguaje y experiencia

    El carcter social del lenguaje de inmediato hace que salte a la vista su faceta

    13L. Wittgenstein, Philosophical Investigations(Oxford: Basil Blackwell, 1974), p. 226.

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    conductista. No deberamos, sin embargo, precipitarnos y atribuirle a Wittgensteinuna teora puramente conductista de los colores o intentar defender nosotros,recurriendo a argumentos wittgensteinianos, una teora as. Al hablar deconductismo lo nico que deseo enfatizar es que parte de la explicacin de lasignificacin (el uso) de los nombres de los colores tendr que tomar en cuenta laconducta contextualizada (regular o sistemtica y socializada) de los hablantes. Enverdad, podemos apuntar a por lo menos tres razones en virtud de las cuales lo que

    podramos llamar una teora conductista pura de los colores estara destinada alfracaso. La primera es que es imposible identificar lo que sera la conducta ante lorojo, la conducta de verde, etc. Frente a objetos rojos, por ejemplo, una persona

    puede llorar, gemir, rerse, quedarse impvida, fijar la mirada, voltear la cara,arrodillarse, brincar, etc. En segundo lugar, tampoco es cierto que cada vez que unove algo rojo le sucede a uno algo especfico, ya sea interna ya sea externamente. No

    hay, pues, una reaccin (y, por ende, una conducta) especial para cada color. Entercer lugar, aun si fuera aceptable, la teora conductista del color de todos modosdejara sin explicar la experiencia del color cuando sta es expresada en primera

    persona. No obstante estas debilidades o deficiencias, el factor conducta siguesiendo importante. Lo que tiene que quedarnos claro es ms bien cmo entra laconducta en la explicacin general de la naturaleza del color.

    Una de las intuiciones fundamentales de Wittgenstein en relacin con elasunto que nos atae es que los conceptos de color son como los conceptos desensacin. Los conceptos de color tienen que tratarse como los de sensacin.14

    As vistos, rojo y dolor, por ejemplo, comparten (por lo menos parcialmente)una misma gramtica. Esto refuerza lo dicho ms arriba, viz., que se tiene quereconocer que los conceptos de colores tienen una aplicacin asimtrica,dependiendo de si son usados en primera o en tercera persona. Sera, pues, un graveerror intentar proporcionar una explicacin uniforme para yo veo en este momentoun objeto rojo y l ve en este momento un objeto rojo. Es por esto que, como dijems arriba, una teora meramente conductista de los colores sera inaceptable: dadoque yo no recurro al examen de mi conducta para dar expresin a lo que percibo,una teora exclusivamente conductista estara dejando de lado la mitad de laexplicacin, puesto que no podra dar cuenta de los usos de los nombres de colores

    cuando son usados con verbos en primera persona. Ahora bien, de este uso hay quedar filosficamente cuenta, por razones obvias. Antes de abordar el tema, sinembargo, quisiera decir unas cuantas palabras acerca del otro uso de las expresionesde color, i.e., su uso en oraciones con verbos conjugados en tercera persona.

    Los diversos juegos de lenguaje en los que aparecen trminos para coloresson o equivalen a una cierta tcnica lingstica que tiene como objeto determinar o

    14L. Wittgenstein, Observaciones sobre los Colores. Traduccin de Alejandro Tomasini Bassols (Mxico:UNAM/Paidos, 1987), III, sec. 72.

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    medir y manipular de determinada manera algunos aspectos de la realidad. Lo quehay que notar, empero, es que, independientemente de qu clase de manipulacinfaciliten o propicien, de todos modos Los conceptos de color y forma deben seraprendidos objetivamente.15 Esto quiere decir que los conceptos de colores, o si se

    prefiere, los usos asimilados de las palabras para colores, estn sometidos a losmismos procesos de enseanza ostensiva, definicin, etc., que cualesquiera otrostrminos.

    Una diferencia fundamental entre trminos como dolor y palabras comoverde es, como ya dije, que estas ltimas no sirven para reemplazar reaccionesespontneas. En este punto, dos nociones wittgensteinianas son particularmentetiles, a saber:

    a) instrumentos del lenguaje, yb) semejanza de familia.

    La primera de estas nociones sirve para destacar el papel que desempean losejemplares, las muestras de colores por medio de las cuales se introducen en ellenguaje los nombres de los colores. La segunda permite eliminar toda tentacinrespecto a la bsqueda de un factor comn en todos los casos de aplicacin de untrmino. Esto ltimo permite comprender por qu podemos hablar, e.g., de un rojo

    bermelln, un rojo escarlata, un rojo oscuro, etc., siendo todos ellos simples. Lo quesucede es que disponemos de paradigmas, sobre la base de los cuales efectuamos

    transiciones en la aplicacin de los trminos, en funcin tanto de nuestrasnecesidades como de nuestras reacciones y facultades cognitivas. Sobre estoregresar ms abajo. Por otra parte, decimos de una persona que ya sabe distinguirentre colores cuando reacciona del modo correcto frente a expresiones de la clasetreme la pelota verde esmeralda y no la verde olivo, es decir, cuando la personaen cuestin trae el objeto que se le solicita y no otro. Hasta aqu, lo nico relevante

    para la determinacin del color (o, ms exactamente, para la atribucin a otros deconocimiento de los colores) es la conducta de los oyentes. As, el significado (paraun hablante) de las palabras para colores es una funcin de su participacin en losdiversos juegos de lenguaje en los que son usadas. Todo lo que est involucrado

    hasta aqu son cosas como la conducta, las emisiones, las reacciones, las acciones,etc. Podra objetarse, sin embargo, que est faltando en esta descripcin lo realmenteimportante, a saber, la descripcin de la experiencia misma del color. Para darcuenta de sta, lo que se tiene que hacer es pasar del examen de, e.g., l ve unobjeto blanco a yo veo un objeto blanco.

    Wittgenstein hace una afirmacin importante en su libro sobre los colores pormedio de la cual ilustra con claridad qu direccin le va a imprimir a su

    15L. Wittgenstein,Remarks on the Philosophy of Psychology(Oxford: Basil Blackwell, 1980), vol. I, p. 449.

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    investigacin. Segn l, Si bien no existe la fenomenologa, s hay problemasfenomenolgicos.16Un problema fenomenolgico es un problema concerniente anuestra experiencia inmediata. En relacin con los colores, por consiguiente, sonlegtimos los debates fenomenolgicos, sujetos sin embargo a ciertas restricciones.Dos son particularmente importantes:

    a) no deben interpretarse los resultados como resultados de una cienciaespecial

    b) es vano intentar recurrir para los ejercicios fenomenolgicos o parala formulacin de sus resultados a un lenguaje privado, en elsentido establecido (y proscrito) de la expresin.

    Examinemos ahora un caso particular: el del color blanco.

    Como ya fue dicho, el anlisis fenomenolgico es el anlisis de la experienciainmediata. Dicho anlisis exige que se utilice todo un vocabulario especializado,mas (y esto es importante) no tcnico. O sea, dicho vocabulario es tambin parte dellenguaje natural. En otras palabras, no se trata de un lenguaje esotrico, cientfico,etc. Palabras tiles en este sentido son trminos como transparencia,profundidad, opacidad, luz, oscuridad, saturacin, todas ellas palabras dellenguaje natural. La faena fenomenolgica consiste, por lo tanto, en describir nuestraexperiencia en esta terminologa.

    Mucho de lo que Wittgenstein dice en relacin con el blanco tiene que ver ocon la transparencia y la opacidad o con la luz y la coloracin. Empecemos con susconsideraciones acerca de la transparencia o la opacidad del blanco. Lo primero que

    podemos sealar es que todo objeto blanco, puesto detrs de un medio coloreado(e.g., un vidrio rojo, un plstico verde, etc.) se ve del color del medio (rojo, verde,etc.), en tanto que un objeto coloreado detrs de un medio blanco ni pierde su colorni contina tenindolo: desaparece en tanto que objeto coloreado. Esto muestra quehay una conexin diferente entre la transparencia y el blanco, por una parte, y latransparencia y los dems colores (con excepcin del negro), por la otra. Ladiferencia es esta: no podemos decir de ningn objeto blanco que es transparente o,

    mejor dicho, podemos afirmar que si algo es transparente, entonces ya no es blanco.Decir que lo blanco transparente es inimaginable es decir que a la expresin blancotransparente no la dotamos de ningn sentido, que no tiene aplicacin. Por otra

    parte, puede afirmarse sin temor que La transparencia y los reflejos existen slo enla dimensin de la profundidad de una imagen visual.17 De todo esto podemosinferir que el blanco es esencialmente un color de superficie. Cabe preguntar: ques un color de superficie? La respuesta es simple: un color de superficie (como el

    16Observaciones sobre los Colores, I, sec. 53.17Ibid., I, sec. 19

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    dorado, el plateado, etc.) es un color que no deja pasar la luz. El blanco es, pues,como bien han dicho algunos de quienes se han ocupado del tema, un color

    barrera.18 Sin pretender adentrarnos en la explicacin causal, es decir,mantenindonos en el plano fenomenolgico, podemos intentar explicar por qu el

    blanco es un color barrera. Consideremos detenidamente nuestro campo visual.Supongamos que estamos frente a un conjunto de platos, vasos, cubiertos, etc., dediferentes colores, en un rea bien iluminada (de modo natural, esto es, por la luz delsol). Lo que vemos es, restringiendo nuestra atencin al caso de los objetos blancos,que stos hacen rebotar la luz. Precisamente por eso son opacos.

    Veamos ahora qu sucede cuando, por ejemplo, mezclamos gotas de pinturade diversos colores con gotas de pintura blanca. El resultado general es que loscolores se diluyen. Esto lo expresa Wittgenstein diciendo que La mezcla con

    blanco quita la coloracin al color.19 El blanco, por ser un color de superficie,reduce el brillo del color con el que es mezclado. Al reducir el brillo, empero, lo quese hace es disminuir la intensidad de la luz o, si se prefiere, incrementar laoscuridad. La mezcla con blanco borra la diferencia entre la luz y la oscuridad, laluz y la sombra; define eso ms exactamente los conceptos? As lo creo.20 Eseste un punto en torno al cual Wittgenstein parece aceptar el veredicto de Goethe,

    para quien los colores eran ante todo sombras. Aqu se produce un marcadocontraste con los diagnsticos de gente como Hardin, Landesman, Westphal, etc.,

    para quienes los colores son ms bien alucinaciones. Wittgenstein presenta la ideacomo sigue: No es correcto decir que en un cuadro el blanco siempre debe ser el

    color ms claro. Pero s debe ser el color ms claro en una muestra plana demanchas de color. Un cuadro podra representar en una sombra un libro hecho de

    papel blanco y, ms claro que l, un cielo amarillo o azul o rojizo luminoso. Pero sidescribo una superficie plana, e.g., un tapiz de pared, diciendo que consiste encuadros amarillos, rojos, azules, blancos y negros puros, los amarillos no pueden serms claros que los blancos, los rojos ms claros que los amarillos.

    Por eso los colores eran sombras para Goethe.21

    El anlisis de la experiencia de lo blanco muestra que ste juega papeles distintossegn los contornos o contextos. Dada su relacin con la coloracin, la saturacin, la

    luz, etc., en ocasiones se tiende a ver en el blanco no un color, sino ms bien laausencia de color. Lo que esto pone de manifiesto es que el concepto de blanco esms complejo que otros conceptos de colores: podemos verlo de uno u otro modo,segn nuestros intereses del momento. Obsrvese, por otra parte, que lo que hemosestado haciendo ha sido reportar aspectos de nuestra experiencia visual referente a

    18Vase, por ejemplo, el libro de J. Westphall, Colours. Some Philosophical Problems from Wittgenstein(Oxford: Basil Blackwell, 1987), p. 15.19Observaciones sobre los Colores, II, sec. 2.20Ibid., II, sec. 9.21Ibid., III, sec. 57.

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    los colores. Lo interesante y curioso del asunto, empero, es que las verdades a lasque supuestamente accedemos, primero, aunque sirven para reportar mi experiencia,esto es, lo que me sucede o veo cuando percibo blanco, lo mezclo con rojo, etc., detodos modos es comprensible por todos y, segundo, que dichas verdades, queaparentemente nos dan lingsticamente lo que podramos denominar el contenidode nuestra experiencia, en el fondo son otra cosa. A este respecto Wittgenstein nos

    pone en guardia: no debemos pensar que estamos realizando avances en unasupuesta ciencia de la experiencia, esto es, una ciencia intermedia entre la fsica yla lgica. Lo nico que estamos haciendo es hacer observadores concernientes a lagramtica de nuestro lenguaje, en este caso, a la gramtica del concepto blanco.

    En el Tractatus, Wittgenstein haba sostenido que era en virtud de la lgicadel color que proposiciones como esto es rojo y esto es verde se excluyen

    mutuamente. La idea era simplemente que dos manchas de color no pueden ocuparel mismo espacio. Para Wittgenstein, parte del problema consista en que al hablarde lgica estaba apuntando a imposibilidades o necesidades estrictas, en tanto que alhablar de exclusin a lo que aluda era sencillamente a una oposicin factual y, porende, contingente. Pero cmo podra ser contingente una incompatibilidad lgica?Por otra parte, dada esta incompatibilidad lgica y su concepcin de las

    proposiciones elementales, Wittgenstein se vea constreido a no incluir entre lasproposiciones elementales a las proposiciones que asignan colores a las cosas, porms que desde el punto de vista de la fenomenologa stas ltimas fueron realmentelas ms simples. Pero entonces Wittgenstein, a diferencia de lo suceda con Russell,

    se privaba de los nicos candidatos viables para ejemplificar lo que eran lasproposiciones elementales. Es por eso, entre otras razones, que, en opinin demuchos, los problemas de fondo en el Tractatus empiezan precisamente con las

    proposiciones acerca de colores. P. M. S. Hacker ha expresado esto como sigue: laprimera filosofa de Wittgenstein se derrumb ante su incapacidad para resolver unproblema: la exclusin del color.22 En otras palabras, la visin atomista dellenguaje no permite dar cuenta del significado de las proposiciones acerca decolores.

    Wittgenstein dio un primer paso en la direccin correcta al admitir que

    inclusive las proposiciones elementales, si son significativas, lo son porque lossignificados de unas expresiones dependen de los de otras. Los colores no sonconocidos o cognoscibles con total independencia unos de otros, puesto que formanun sistema. Cmo sabemos que los colores forman un sistema? Si, e.g., alguien havisto nicamente rojo durante toda su vida no dira entonces l que conocinicamente un color? A esto podemos responder que si todo lo que l vio era rojo yl pudiera describir eso, l debera tambin poder construir la proposicin Eso no esrojo y ello ya presupone la existencia de otros colores. O, tambin al decir eso, que

    22P. M. S. Hacker,Insight and Illusion(Oxford. Oxford University Press, 1970), p. 86.

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    l quiso decir algo que no puede describir, en cuyo caso l, en nuestro sentido, noconoce en absoluto los colores; en ese caso, tampoco se le podra preguntar si el rojo

    presupone un sistema de colores. De ah que si la palabra rojo tiene un significado,ya presupone un sistema de colores.23 No es, pues, posible que palabras comorojo, verde, azul, negro, etc., sean significativas si se les considera de modototalmente aislado, esto es, con completa independencia vis vis las dems. Noquiere esto decir, desde luego, que ese sea el caso de todas las palabras para colores.Es obvio que el significado de rosa, por ejemplo, presupone los de rojo yblanco y, asimismo, que la inversa no vale. Llegamos as a la nocin de color

    primario. La idea es la siguiente: hay un conjunto mnimo de nombres de coloresque son bsicos. Los colores nombrados por estos nombres son los coloresprimarios. Los dems resultan de combinaciones o mezclas de colores primarios.

    Nuestra pregunta ahora es: cules son esos colores primarios?

    La respuesta de Wittgenstein a esta pregunta no se comprende si no se estfamiliarizado con sus puntos de vista sobre el lenguaje. A este respecto, una ideamuy importante de la segunda filosofa de Wittgenstein es la de que hay algo que

    podemos llamar elementos de representacin. Su mera introduccin no equivale auna descripcin de nada. En el conjunto de dichos elementos encontramos no slo

    palabras, sino tambin lo que Wittgenstein llam instrumentos del lenguaje y queincluyen cosas como gestos, muestras, sonidos, etc. Desde esta perspectiva, ellenguaje no incluye nicamente palabras. Ahora bien, concentrndonos en loscolores, lo que podemos afirmar es que las muestras o ejemplares de colores

    fundamentales contribuyen a fijar lo que tiene y lo que no tiene sentido decir enrelacin con los colores y, por ende, determinar lo que puede ser o no puede ser unaexperiencia. Quiz lo ms apropiado sea empezar por el muy til diagrama deloctaedro de los colores, el cual reviste esta forma:

    23Wittgenstein and the Vienna Circle. Editado por B. F. McGuinness (Oxford: Basil Blackwell, 1979), p. 261.

    Blanco

    Negro

    Rojo VerdeAmarillo

    Azul

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    Lo que el octaedro grficamente representa son los lmites de lo decible.Vemos, por ejemplo, que as como no puede haber un negro blancuzco o blanconegruzco, tampoco puede haber un azul amarillento o un rojo verduzco. El octaedrode los colores es gramtica, puesto que dice que se puede hablar de un azul rojizo,mas no de un verde rojizo, etc.24 Los colores primarios son como polos, algunosms cercanos entre s que otros. As, lo que el octaedro permite es visualizar lo queson en nuestro lenguaje las reglas que fijan tanto las conexiones semnticas

    permitidas como las prohibidas. Es sobre la base de estas conexiones queposteriormente se podrn establecer las diversas ciencias de los colores. La fsicadifiere de la fenomenologa por cuanto se ocupa de establecer leyes. Lafenomenologa slo establece las posibilidades. As, la fenomenologa sera lagramtica de la descripcin de aquellos hechos sobre los cuales la fsica elabora susteoras.25

    As contemplada la cuestin de la naturaleza del color, se vuelven clarasmuchas tesis tradicionales y se disuelven muchas controversias filosficas, como lade si los colores dan lugar de modo ejemplar a enunciados sintticos a priori. Aques muy difcil no sentir la tentacin de pensar que la gramtica de los colores est asu vez fijada por algo externa a ella, esto es, por la realidad en s. Es este un errorque Wittgenstein est ansioso de disipar. Su posicin es bien conocida: la gramticano est determinada por nada o por lo menos por nada decible o expresable.Podemos entender por realidad la totalidad de los hechos que la conforman, peroes claro que cada vez que queremos referirnos a un sector de realidad lo tendremos

    que hacer por medio de nuestras categoras, de nuestros conceptos, recurriendo anuestra gramtica, es decir, a nuestro sistema conceptual que ser lo que fije oestablezca lo que se puede y no se puede decir, lo que se puede o no se puedeexperimentar. No tiene el menor sentido hablar de una realidad extra-gramatical.

    Tenemos, pues, un sistema de colores, una de cuyas caractersticas msimportantes es que es expandible. Wittgenstein traza un interesante parangn connuestro sistema numrico. Tenemos un sistema de colores como tenemos unsistema de nmeros. Residen los sistemas en nuestra naturaleza o en la naturalezade las cosas? Cmo vamos a expresar esto? No en la naturaleza de los nmeros o

    de los colores.26

    El caso de los nmeros es tan claro a este respecto como el de loscolores. En relacin con los primeros, se empieza con los nmeros bsicos, esto es,los naturales y gradualmente se pasa a los reales, los complejos, etc. Difcilmente

    podra sostenerse que en algn momento son nuestras matemticas, en un sentidono-gdeliano, incompletas. Lo mismo sucede con nuestro sistema de colores:empezamos con los primarios y posteriormente lo vamos haciendo crecer con

    24L. Wittgenstein, Observaciones Filosficas. Traduccin de Alejandro Tomasini Bassols (Mxico: Institutode Investigaciones Filosficas, 1997), IV, sec. 3925Ibid., I, sec. 1.26Remarks on the Philosophy of Psychology, vol. II, sec. 426.

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    nuevos colores. La complejidad del sistema es en gran medida funcin de nuestrosrequerimientos tanto prcticos como tericos. En todo caso, una cosa es clara: algoes un color si y slo si es lo suficientemente semejante a eso que nosotros llamamoscolores.

    Como todo sistema, el de los colores se funda en ciertas distinciones. Porejemplo, distinguimos entre colores primarios y derivados. Aqu es importante noconfundir la mera posibilidad lgica de que lo que para nosotros son mezclas decolores (e.g., el anaranjado o el violeta) fueran los colores primarios para otros seresy las propuestas de cambio que son para nosotros pensables. Hay entonces algoarbitrario acerca de este sistema? S y no. Es parecido tanto a lo que es arbitrariocomo a lo que no es arbitrario.27 En otras palabras, si alguien hiciera una nueva

    propuesta respecto a lo que habran de considerarse colores primarios junto con la

    descripcin de lo que bajo esas nuevas circunstancias sera nuestro sistema deprcticas, actividades, reacciones, etc., entonces s podramos dotar de sentido, porejemplo, a la expresin el rojo es complejo y el anaranjado simple. En la medidaen que nuestro sistema de colores, como nuestras matemticas o nuestro ajedrez,acarrean consigo esta posibilidad, el sistema en cuestin tiene algo de arbitrario; porotra parte, en la medida en que de hecho no podemos sustituir a placer un sistema

    por otro, nuestro sistema real nos resultar no arbitrario. Colores primarios.Supngase que los colores que llamamos mezclas desempearan entre otroshombres el papel de nuestros colores primarios; deberamos decir que sus colores

    primarios son, por ejemplo, este anaranjado, este rojo azulado, este verde azulado,

    etc.? Se reduce entonces la proposicin el rojo es un color primario a esto: el rojojuega entre nosotros tal y cual papel; reaccionamos a lo rojo, lo amarillo, etc., deeste y de este otro modo? La mayor parte de las veces uno no lo piensa as; es decir,el rojo es un color puro es una proposicin acerca de la esencia de lo rojo, eltiempo no entra en ella; no se puede imaginar que este color pudiera no sersimple.28 De esta manera, si alguien dijera que se percata o ve o sabe que lo rojono es simple, lo que habra que responder es que no se entiende qu quiso decir.

    Antes de terminar esta seccin, quisiera muy rpidamente abordar el espinosoasunto de la distincin filosfica entre objetos de experiencia y objetos de

    experiencia inmediata, objetos e ideas, sense-data y objetos percibidos, etc. Ladistincin filosfica queda fielmente recogida, creo, como sigue: de algn modo,todos vemos, e.g., la misma mesa, pero cada quien tiene su propio panorama de lamesa. Hay, pues, un sentido de ver que es de uso comn y otro que sera de usoestrictamente privado. Huelga decir que no sabramos qu hacer con semejantedistincin. La posicin que deseo defender es ligeramente diferente. En mi opinin,lo que sucede es que el lenguaje debe proporcionar alguna clase de mecanismo para

    27Ibid., vol. II, sec. 427.28Ibid., vol. II, sec. 622.

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    distinguir entre yo veo X cuando hay un X que ver y yo veo X cuando no hay talX. Si este requerimiento lingstico no fuera satisfecho o bien la comunicacin seraimposible o bien habra mltiples casos de percepcin engaosa de los cuales no

    podramos dar cuenta. Ahora bien, el fenomenalista, por ejemplo, acepta ladistincin, pero la reinterpreta, con lo cual la distorsiona. En lugar de comprenderque lo que est involucrado es un mecanismo lingstico determinado, opta porinventar y postular una nueva clase de objetos. De este modo, el mundo de laapariencia, de lo dado a la mente, de lo inmediato, de las imgenes, etc., sevuelve prioritario. Es evidente que de los embrollos que con ello crea no se salenunca. La estrategia filosfica, adems, conlleva una obvia tergiversacin del modocomo de hecho aprendemos a hablar. El usuario normal del lenguaje aprende

    primero expresiones como esto es rojo y slo despus expresiones de la forma meparece que eso es rojo. Expresiones de la segunda clase representan un avance

    lingstico considerable. Como bien dice Wittgenstein. La impresin visual roja esun nuevo concepto.29 Esto refuerza lo que ya hemos dicho. El lenguaje de loscolores es ante todo una tcnica lingstica particular. Todo lo que se pueda hacerlingsticamente con los colores representa, por lo tanto, un desarrollo, unaexpansin de los juegos de lenguaje originales. El aspecto subjetivo de laexperiencia es algo que aparece muy posteriormente. Sobre la slida base dellenguaje de los colores, se erige el lenguaje de las imgenes, impresiones, etc., decolores, no al revs, como quieren los filsofos. Esto me lleva a la ltima parte deeste trabajo.

    5) Conceptos de colores

    Yo creo que despus de estas disquisiciones en torno a los colores estamos en unamejor posicin para comprender los avances de la fsica y para evaluar las

    pretensiones de los fisicalistas, segn los cuales las explicaciones fsicas nos dan laesencia del color. Dado que no soy fsico, no puedo reconstruir aqu en tododetalle el contenido de la ltima teora fsica concerniente al color. Me limitar, porlo tanto, a ejemplificar, recurriendo al caso ms elemental posible, el tipo de cosasque se obtiene por medio de una teora fsica y la clase de ampliacin conceptual

    que gracias a ella se promueve.

    Probablemente el fenmeno ms interesante y relevante para nuestrospropsitos sea el bien conocido fenmeno de la dispersin de la luz. A mi modo dever, lo nico que nos capacitara para comprender debidamente el fenmeno y laexplicacin es la descripcin del marco dentro del cual se da la explicacin encuestin. Los fsicos, en general, tienden a olvidarse precisamente de esto ltimo. Laverdad es que, para efectos puramente cientficos, tienen razn en desentenderse de

    29Ibid., vol. II, sec. 316.

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    los asuntos que no son directamente abordados en sus teoras, pero para efectos decomprensin filosfica la descripcin en cuestin resulta decisiva. Veamos por ques ello efectivamente as.

    Nuestro punto de partida son consideraciones de experiencia inmediata, estoes, fenomenolgicas. Todos sabemos lo que es la luz, sin que para ello tengamos quedar una definicin de luz. La luz es eso que emana del sol, que ilumina los objetos,que un ciego no puede conocer, etc. Asimismo, los usuarios normales del lenguajesabemos lo que son los colores, en el sentido ya aclarado de que sabemos usar losnombres de los colores. Consideremos ahora la siguiente situacin: a travs de unaranura, hacemos pasar un rayo de luz. Detrs de la ranura colocamos una lente. Ellose hace para volver a concentrar en un punto el haz de luz que tiende a expandirse al

    pasar por la ranura. Una vez ms, detrs del lente colocamos un prisma, esto es, un

    medio transparente limitado por dos planos que no son paralelos. Lo que entonces seproduce es, asumiendo que el rayo de la luz era blanco, lo que podra tal vezllamarse un anlisis de la luz. En efecto, al pasar por el prisma, el rayo de luz sedesva y se descompone en una banda luminosa y continua. Esta banda es lo que seconoce como el espectro de la luz. Qu es lo que encontramos en dicho espectro?Rayos de colores ordenados de un modo especfico. Los ms importantes son,ordenados en funcin de sus ngulos de desviacin en relacin con el prisma, lossiguientes: el rojo, el anaranjado, el amarillo, el verde, el azul, el ndigo y el violeta.Dicho de otro modo, con lo que de inmediato nos topamos es bsicamente con loscolores del arco iris.

    Obsrvese que cuando hablamos de, por ejemplo, rayos rojos, usamos rojoen un sentido un tanto ampliado o enriquecido. Por una parte, lo que vemos es rojo,en el sentido fenomenolgico del trmino, slo que en este caso eso que es rojoviene o queda identificado no slo perceptualmente, sino tambin por una teoradeterminada. Ya no se trata nicamente de un simple rojo de experiencia, sino de unrojo que es una mezcla de experiencia y de teora. Este nuevo rojo es medido. Loque se mide es su ndice de refraccin. Lo que aqu tenemos es, pues, como acabo dedecir, un rojo fsico, el cual queda definido de una manera que ya no es meramentefenomenolgica. En este sentido, es perfectamente posible que el rayo definido por

    tal o cual ndice de refraccin no fuera lo que normalmente llamamos rojo. Enverdad, es perfectamente posible que el color que fsicamente qued definido comoel color que se refracta con tal o cual ndice no es el que de hecho queda identificadode esa manera. No hay nada de contradictorio en una hiptesis como esa. Hay, pues,un sentido en el que la descripcin fsica es slo contingentemente verdadera delobjeto.

    Estn aqu involucrados diversos problemas que ms que considerar melimitar a mencionar. El primero es la inferencia usual de los cientficos,aparentemente a-problemtica, concerniente a la naturaleza de lo blanco. Si el rayo

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    original que pasa por el prisma es de un color que no sea blanco, su paso a travs delprisma no cambia su color; en cambio, si el rayo de luz es blanco, entonces al pasarpor el prisma se descompone. De la conjuncin de estos hechos, los cientficosextraen la extraordinaria conclusin de que lo blanco es una superposicin o unamezcla de todos los colores. Esto me parece ser o una inferencia totalmenteinjustificada e incomprensible o una inferencia basada en un significado no usualsino tcnico de los nombres de colores y de palabras como mezcla. En mi opinin,lo que sucede es que blanco, usado en conjuncin con rayo de luz, es un trminoterico, en tanto que usado normalmente es el nombre de un color ms. Lo mismo

    pasa con rojo, amarillo, etc. As, las caracterizaciones fsicas lo que hacen esmodificar, tecnificndolo, el significado original de nuestras palabras. Es as quenuestro sistema conceptual se ampla o expande. Pero esto a su vez aclara cmo o

    por qu se puede producir una paradoja como la consistente en afirmar que un color

    simple, como lo es el blanco, es, por as decirlo, la suma de todos los colores. Enel sentido normal del trmino, decir que el blanco es la suma de todos los colores esemitir un absurdo. Eso slo tiene sentido cuando lo que se emplea es el trminotcnico blanco.

    6) Consideraciones finales

    Difcilmente se podra haber intentado siquiera echar luz sobre todos los temasrelacionados con los colores y nunca este trabajo anid semejante pretensin. Mis

    ambiciones fueron desde el principio mucho ms modestas. A lo que desde elcomienzo aspir fue sencillamente a despejar en alguna medida, y en algunossectores tan slo, la espesa niebla en la que est toda el rea. Como era de esperarse,no habra resultado posible siquiera aludir a muchos e importantes temasinternamente conectados con los que aqu fueron abordados. Por ejemplo, no

    pudimos enfrentarnos a cuestiones como la simplicidad del color, la relacin entrelos colores y las formas, los distintos usos de los paradigmas o muestras, lasrelaciones entre diversos colores, la mismidad del color, etc. No obstante, siguesiendo mi conviccin que la clave para la comprensin ltima de las complicacionesconceptuales engendradas por los colores, esto es, la clave para la disolucin

    definitiva de los puzzles que surgen en torno a ellos, es algo que slo puede provenirdel examen de los juegos de lenguaje en los que son usados trminos para colores y,eventualmente, de las formas de vida a las que dan lugar. Para ello, las tcnicaswittgensteinianas de disolucin gradual son imprescindibles. Y si hubiera algn

    problema filosfico insoluble, un problema que fuera resistente al anlisisgramatical, lo nico que puedo decir es que no tengo la menor idea de cul puedaser.