COMO NACIÓ EL PROYECTO:

“DESARROLLO INTEGRAL DEL JOVEN EN LA

ESCUELA”

En las actuales circunstancias en que discurren

las actividades dentro de todas las instituciones

educativas, una dificultad enorme es la de los gastos

corrientes.

Obligado a políticas muchas veces ajenas a las

prioridades sociales, el Estado ha generado el recorte

de presupuestos para obras de infraestructura y de

gastos corrientes en las instituciones educativas,

particularmente las que se ubican en zonas

marginadas o de alta marginalidad y, aunque no es

privativo de esas zonas, la inmensa mayoría de las

escuelas ha optado por resolver las necesidades de la

escuela recurriendo a las aportaciones económicas de

los padres de familia o implementando rifas que

muchas de las veces, ni arrojan las ganancias

suficientes, ni garantizan la armonía entre los actores,

en cambio profundiza diferencias, genera

insatisfacciones y distrae tiempo tanto al personal

como a los alumnos, con los consabidos reclamos de

los padres de familia.

A este respecto, y con la convicción de que

generar la autosuficiencia en las instituciones

educativas, debe formar parte de los asuntos que

contribuyan en la educación de los estudiantes, sin

que ello implique obligadamente, la afectación de la

hacienda familiar de cada uno de los educando, las

instituciones educativas deben procurar todo género

de actividades tendientes a generar una economía

interna, con la participación de toda la comunidad

escolar, entendida ésta como la conjunción de los

esfuerzos del personal de la escuela, el alumnado y los

padres de familia.

Generar una economía interna, obliga a recurrir

a lo que se tiene en la propia institución y que abra las

perspectivas para la comercialización o venta de

servicios. Así, las tecnologías y el laboratorio pueden

y deben convertirse no solamente en instrumentos

para que el alumno obtenga un aprendizaje específico;

que no sirvan solamente para justificar una asignatura,

sino ir más allá; debe hacer que el estudiante

comprenda que su aprendizaje también puede

ayudarle a la escuela a obtener ingresos y a él mismo,

obtener frutos de su trabajo.

Con ese convencimiento, se hicieron las

gestiones que permitieron contar con un invernadero

de 600 mts2

. La búsqueda de cómo organizar el

trabajo productivo en la escuela, permitió el desarrollo

de un capital intelectual que, con el concurso de toda

la comunidad escolar, llevó a la conformación de

brigadas de trabajo integradas por alumnos, personal y

padres de familia, así como la conformación de una

Comisión de Producción y Venta.

El mismo hecho nos orilló a la necesidad de

establecer una política de presupuestos con el fin de

darle orden al gasto escolar.