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    CONCILIUMRevista internacional

    de Teologa

    DOGMA

    Enero 1965

    K. RAHNER-E. SCHILLEBEECKX : Para qu una nueva revista internacional de Teologta? * Y. CoNGAR: ha Iglesia como pueblo de Dios. ** J. RATZINGER : Implicaciones pastorales de la doctrina de la colegia-lidad de los obispos. * E. SCHILLEBEECKX : Iglesia y Humanidad. ** M. NOVAK : Diversidad de estructuras. Libertad dentro de las estructuras.

    BOLETINES.R. SCHNACKENBURG-J. DUPONT : La Iglesia como pueblode Dios. * B. WILLEMS : La necesidad de la Iglesia para la salvacin.

    DOCUMENTACIN CONCILIUM.R. AUBERT: Los Congresos Eucarsticosde Len XIII a Pablo VI. * R. VAN KETS : La Iglesia y las culturas.

    CRNICA VIVA DE LA IGLESIA.

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    C O N C L I U M

    Revista internacional de Teologa

    D O G M A

    EDICIONES CRISTIANDADMADRID

    1965

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    C O M I T D E R E D A C C I N D E E S T E N U M E R O

    Director:

    Prof. Dr. Edward Schlcbeeckx

    o. p.

    Director-adjunto:

    Prof. Dr. Boniface Willems o. p.

    Miembros:

    Prof. Dr. Juan Alfaro s. j.Prof. Dr. Marie-Dominique Che-

    nu o. p.

    Mgr. Prof. Dr. Cario Colombo.Prof. Dr. Yves Congar o. p.Prof. Dr. Charles DavisProf. Dr. Louis Dingemans o. p.Jacques Dournes m. e. p.Prof. Dr. Bernard-Dominique Du-

    puy o. p.

    Prof. Dr. Cornelius Ernst o. p.Prof. Dr. Johannes Feiner.Prof. Dr. Donal Flanagan.Prof. Dr. Piet Fransen s. j.Prof. Dr. Bonaventura Kloppen-

    burg o. f. m.

    Dr. Constantin Koser o. . m.Prof. Dr. Rene Laurentin.Prof. Dr. Bernulf van Leeuwen

    o. f. m.

    Prof. Dr. Magnus Lhrer o. s. b.Prof. Dr. Henri de Lubac s. j.Prof. Dr. Kevin McNamara.Prof. Dr. Joseph Neuner s. j.Prof. Dr. Gerard Philips.

    Prof. Dr. Joseph Ratznger.Prof. Dr. Joaqun Salaverri s. j.Prof. Dr. Emilio Sauras o. p.Prof. Dr. Piet Schoonenberg s. j.Prof. Dr. Pieter Smulders s. j.Prof. Dr. Jean-Maria Tillard o. p.Dr. Tharcisse Tsbibangu.Dr. Herbert-Martin Vorgrimier.

    Nimega Holanda

    Nimega Holanda

    Roma

    Pars

    Vrese

    Estrasburgo

    Ware

    Roma

    Phu-Bon

    Le Saulchoir

    Etiolles

    Rugelcy

    Chur

    Maynooth

    Heverlee-Lovaina

    Petropolis

    RomaE vry-Petit- Bourg

    Alverna

    Roma

    Lyon

    Maynooth

    Poona

    Lovaina

    MnsterComillas

    Valencia

    Nimega

    Maastricht

    Ottawa

    Elisabethville

    Friburgo en Br.

    Italia

    Francia

    Italia

    Francia

    Inglaterra

    Italia

    Viet-Nam

    Francia

    Inglaterra

    Suiza

    Irlanda

    Blgica

    Brasil

    ItaliaFrancia

    Holanda

    Italia

    Francia

    Irlanda

    India

    Blgica

    AlemaniaEspaa

    Espaa

    Holanda

    Holanda

    Canad

    Rep. del Cong

    Alemania

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    PARA QUE UNA NUEVA REVISTAINTERNACIONAL DE TEOLOGA?

    Hay muchas revistas de teologa: antiguas y recientes, di-vulgativas y de alto nivel, de carcter cientfico y de orientacinprctica. Sin embargo, supuesto que los editores de esta nuevarevista consigan realizar sus planes, queda lugar para ella, puesresponde a un deseo, incluso a una necesidad, justamente por

    que no pretende sustituir ni eliminar a ninguna otra.Autnticos especialistas en teologa se dan cita en esta revista para dirigirse a los hombres consagrados a tareas prcticasdentro de la Iglesia. De estos hombres, de su decisin y actividad, depende mucho; pero ellos saben, aleccionados por lasexperiencias del Concilio, que las decisiones prcticas y la predicacin actual del Evangelio tienen algo que aprender de laautntica ciencia teolgica (y, naturalmente, tambin al revs).Se dan cuenta, en efecto, de que no les basta para su actuacinla teologa que aprendieron antao, en la poca de su formacin.Sin embargo, va perfilndose ya una teologa que puede decirlesalgo ms, en orden a su tarea especfica, de lo que se encontrabaen los libros de texto de los ltimos decenios.

    Resulta imposible sealar ahora, ni siquiera brevemente, losrasgos que caracterizan esa teologa, la cual se nutre, con plena

    conciencia, de la Escritura y de la Historia de salvacin, y tiene,al mismo tiempo, la valenta de abordar los problemas conaudacia, pero con modestia desde la "condicin humana" dehoy, buscando, a partir de nuestra propia situacin, el caminopara comprender mejor la palabra de Dios sobre el hombre ysobre el mundo en nuestro tiempo. Tal visin teolgica es ne-

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    cesara a todo el que acta en la Iglesia y en el mundo con postura de fe.

    A estos hombres de la Iglesia sin excluir a los seglares quetienen responsabilidad en ella pretende procurarles esta nuevarevista, de manera permanente, gracias a un grupo de colaboradores internacionales, informacin sobre los nuevos interrogan-les que vayan apareciendo en todas las disciplinas teolgicas yen todos los lugares de la tierra. Y quiere hacerlo de manera ob

    jetiva, equilibrada, seleccionando y poniendo de relieve, tras

    cuidadosa meditacin, lo realmente importante para tales lectores. Ofrecer al hombre de accin una informacin equilibradasobre toda la teologa internacional (incluidas "cuestiones fronterizas"), apelando a la colaboracin de telogos especialistasseleccionados en el mbito internacional (con ayuda de representantes de las ciencias profanas, para las cuestiones fronterizas): tal es la finalidad de la nueva revista, que quiere ser as

    "catlica" en todos los sentidos.Por eso, cada uno de sus nmeros tendr como tema una

    disciplina teolgica concreta: dogmtica, teologa moral, exge-sis, teologa pastoral, derecho cannico, teologa de la espiritualidad, historia de la Iglesia, liturgia, cuestiones ecumnicas, cuestiones fronterizas de las disciplinas teolgicas. Un boletn de unas20 pginas, que constituye el ncleo de cada uno de los diez

    nmeros anuales, presentar la bibliografa (libros y artculos derevistas) aparecida durante el ltimo ao en el campo de la disciplina teolgica a que vaya dedicado el nmero, con especialreferencia a los puntos de esa bibliografa que, por su contenidoy enfoque, interesen al hombre consagrado a tareas practicasdentro de la Iglesia, pero en posesin de una formacin teolgicay en contacto con los problemas actuales de toda la Iglesia. Artculos ms o menos extensos (colaboraciones originales, que se

    rn lo suficientemente breves para ser ledas de verdad) vendrna completar y profundizar esa informacin internacional.

    Estas dos cosas el boletn detallado y los artculos originales diferencian a esta revista de un "theological digest". Porotra parte, la atencin regular prestada a todas las disciplinas, el

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    jPara qu una nueva revista de Teologa? 5

    carcter internacional de los colaboradores cosa que no quedaal azar, la presencia de la teologa de todo el mundo catlico,as como el afn de ajusfar la misma ciencia a la vida de la Iglesia sin caer en primitivismos, distinguen a esta revista de lasrevistas teolgicas usuales. No obstante, gracias a su boletn,esta revista abre un camino hacia las dems, las cuales no pierden importancia con la nueva publicacin.

    A juzgar por la inmensa tarea que la Iglesia tiene encomen

    dada en cada pas, todos los pases resultan "teolgicamente sub-desarrollados". En esta revista, la teologa de cada uno de lospases ayudar a los dems en su desarrollo. Dado que existendemasiadas revistas como para que pueda abarcarlas el hombrede accin, tiene que haber una que sea un camino hacia ellase informe sobre ellas. Adems, la presente revista aspira a serexpresin de la responsabilidad que la teologa catlica tiene

    para con la vida real de la Iglesia. Por la amplitud de las disciplinas representadas, por los dems, los colaboradores y la ob

    jetividad de la informacin, quiere ser catlica, moderna enel buen sentido de la palabra y til al quehacer pastoral dela Iglesia.

    Cada una de las diez disciplinas mencionadas tiene dos "directores" y un cuadro internacional de colaboradores permanen

    tes, pero se cuenta adems con la colaboracin de otros especialistas en teologa de todos los pases.Para la revista se ha elegido el ttulo de Concilium. Con

    ello no pretende, en modo alguno, arrogarse determinadas prerrogativas oficiales. La eleccin de este ttulo significa, por elcontrario, que tiene muy en cuenta las directrices dadas a losfieles por la autoridad pastoral de la Iglesia, que de forma tanenrgica se ha manifestado en el Concilio Vaticano II. La revista, pues, aspira a seguir construyendo principalmente sobre labase de este Concilio.

    Se denomina asimismo Concilium porque la labor apostlicainiciada por el Concilio Vaticano II tan slo se podr llevar adelante si los telogos se renen constantemente para deliberar ycolaborar entre s (concilium, conkalmm, con-calare), haciendo

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    esto como un servicio de creyentes a los dems creyentes y al

    episcopado universal.Se denomina, finalmente, Concilium en obsequio de gratitud

    a la iniciativa del papa Juan XXIII, tan eficazmente continuadapor el papa Pablo VI. La revista Concilium es, por tanto, incluso como titulo, una constante advertencia dirigida a nosotrossobre la necesidad de un dilogo que no debe interrumpirse enningn momento.

    Aun cuando Concihum no desea convertirse en una miscelnea de opiniones contrapuestas y elige una orientacin muyconcreta la que ha sido iniciada en el Concilio Vaticano II,todo telogo es libre de colaborar activamente en la revista, lacual no busca arrogarse ninguna clase de monopolio. Seriedadteolgico-cientfica puesta al servicio de la revelacin de Dioses aqu el nico criterio, un criterio que no conoce discriminacin alguna.

    Este primer nmero est dedicado a la Dogmtica. El finde esta disciplina es el que sealbamos al hablar de la revistaen general. Y quiz sea a propsito de la reflexin dogmticadonde ms claramente se manifieste la necesidad de un anlisisde la actual experiencia existencial humana a la luz de la revelacin. Porque, indudablemente, toda existencia humana es objeto de un contacto y llamamiento por parte del Dios vivo de

    la salvacin. As, pues, la experiencia existencial humana, dondequiera que se encuentre, es realmente un "locus theologicus",una fuente de la conviccin religiosa vital. Sin embargo, sloesa existencia humana que es Jess, Cristo nacida del

    pueblo de Dios del Antiguo Testamento, con su piedad bblica, es la fuente autorizada de revelacin, a la que accedemosmediante la Escritura y la Tradicin, guiados por la potestad

    docente de la Iglesia. Por ello, la simple experiencia existencialhumana, en cuanto "locus theologicus", no es en s normativay solo es vlida y legtima en la medida en que se ajusta a lanorma non normanda de la existencia humana de Cristo, Hijode Dios, segn lo atestiguan los escritos apostlicos.

    En una poca en que el mundo ha perdido su sentido numi-

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    Para qu una nueva revista de Teologa? 7

    noso y es concebido plenamente como mundo en su aspectoterreno; en una poca en que, adems, el hombre es considerado como faber sui psius un hombre que intenta dar sentidohumano (contemplativo, tcnico y potico) al mundo que se

    pregunta por su propio sentido, la dogmtica se ve precisadaa concentrarse con mayor intensidad en su propia tarea: esclarecer la cercana del misterio divino en la vida humana y lasimplicaciones de ese misterio en nuestra vida de hombres unidosa otros hombres en este mundo. Pues Dios, en su absoluta auto-

    comunicacion por medio de Jesucristo en su Espritu, ha hechoque esa cercana sea accesible para nosotros en la fe, la caridad

    y la esperanza, y que podamos vivirla prcticamente en el misterio de la Iglesia.

    Los nmeros de la revista Concilium dedicados al dogma secentrarn, a partir de la problemtica suscitada por la actual ex

    periencia existencial del hombre, en esa realidad viva de Dios,

    el cual, al revelarse a s mismo, revela tambin el ntimo ser delhombre. Y as el punto inmediato en que ha de trabajar la dogmtica es la Historia de salvacin, iluminada por la palabra de

    Dios. La piedad universal humana, el Antiguo y el Nuevo Testamento, la vida de la Iglesia de Cristo en su unidad y divisin, el mundo secularizado: todo eso es como el "locus theo-logicus" en que se sita la reflexin teolgica para explicar el

    significado de la cercana divina, la cual es necesaria para podervivir cristianamente y de manera personal en nuestro tiempo yen el mundo, la responsabilidad que exige de nosotros el "kairos"de la voluntad salvfica de Dios.

    Es sta, evidentemente, una empresa que slo puede llevarsea cabo mediante una colaboracin verdaderamente catlica, esdecir, universal, de todos los cristianos que piensan, guiada por

    el carisma ministerial de la jerarqua eclesistica.Pero este carisma acta sobre el material de la comunidadviva de la Iglesia, material que es esclarecido precisamente porla teologa en su exploracin teolgico-positiva y en su reflexindogmtica al servicio de una predicacin adaptada a nuestrotiempo. De este modo, la dogmtica, cultivada dentro de la Igle-

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    sia y con miras a ella, es para la Iglesia docente un rgano vivo

    al servicio de su carisma ministerial; sin embargo, es el ministerio eclesistico quien decide sobre el valor de los resultadosobtenidos.

    En este espritu de "diaconta" a toda la comunidad de laesia, guiados por el Espritu que acta en la jerarqua ecle

    sistica, y guiados tambin, dentro de esta comunidad de laesia, por el Espritu que acta en la conciencia de cada cris

    tiano, los nmeros de Concilium dedicados al dogma quierenocupar un lugar especfico en el marco de la tarea de servicioque se ha propuesto esta revista.

    K. RAHNER, S. J.

    E. SCHILLEBEECKX, O. P.

    Igl

    Igl

    4>

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    LA IGLESIA COMO PUEBLO DE DIOS

    Por intervencin de la Comisin Coordinadora, se incorporun captulo De Populo Dei in genere al esquema conciliar DeEcclesia, entre el captulo I, Sobre el misterio de la Iglesia, y elcaptulo Sobre la jerarqua y en particular sobre los Obispos.

    Con ello se intentaba, una vez indicadas las causas divinas dela Iglesia en la Santsima Trinidad y en la Encarnacin del Hijode Dios: 1) mostrar cmo esa misma Iglesia se construye en lahistoria humana; 2) mostrar cmo se extiende en la humanidada distintas categoras de hombres diversamente situados con respecto a la plenitud de vida que se halla en Cristo y cuyo sacramento es la Iglesia por l fundada; 3) exponer lo que es comna todos los miembros del pueblo de Dios, con anterioridad atoda distincin entre ellos, de oficio o estado, en el plano de ladignidad de la existencia cristiana.

    La primera intencin queda exactamente esbozada en el texto conciliar. Estamos, pues, bastante lejos de satisfacer el requerimiento expresado por el Santo Padre en su alocucin del 17 deoctubre de 1963 a los Observadores: "Ese desarrollo, que pedsen vuestros votos, de una "teologa concreta e histrica", "cen

    trada en la Historia de salvacin", lo suscribimos de buen grado,por nuestra parte, y la sugerencia nos parece realmente dignade ser estudiada y profundizada". A la tercera intencin se lehace amplio honor, aunque sin haber llegado a desarrollar unaantropologa cristiana, una imagen del hombre cristiano. Desuerte que, por ltimo, despus de una primera parte, sustancial,que responde a esta tercera intencin, el captulo De Populo

    Dei presenta sin emplear esta palabra, que habra suscitado

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    10 Y. Congar

    interminables debates uno De membris Ecclesiae (segunda in

    tencin). Estas dos partes quedan unidas por un prrafo sobrela universalidad o catolicidad del Pueblo de Dios.

    La iniciativa tomada por la Comisin Coordinadora es unhecho de notables consecuencias. El nuevo captulo no es importante tan slo por su contenido: lo es ya por su ttulo y porel lugar que se le ha asignado. Las palabras tienen su valor y,puede decirse, su vitalidad propia. La expresin "Pueblo de

    Dios" encierra tal densidad, tal savia, que es imposible emplearla para designar esa realidad que es la Iglesia, sin que el pensamiento se vea envuelto en determinadas perspectivas. En cuantoal lugar asignado a este captulo, es conocido el alcance doctrinal, con frecuencia decisivo, del orden puesto en las cuestionesy del lugar concedido a cada una de ellas. En la Suma de santoToms, el orden y el lugar son, para un dato determinado, unelemento muy importante de inteligibilidad. En el esquema DeEcclesia se habra podido seguir la secuencia de Misterio de laIglesia, Jerarqua, Pueblo de Dios en general. En tal caso sehabra dejado de hacer honor a la tercera intencin arriba expresada : exponer lo referente a la cualidad comn de todos losmiembros de la Iglesia, antes de lo que puede diferenciarlos segn la funcin o el estado de vida. Adems se habra sugeridola idea de que, en la Iglesia, el valor primero es la organiza

    cin jerrquica, es decir, la distribucin de los miembros segnun orden de superioridad y de subordinacin. Se ha seguido, encambio, la secuencia de Misterio de la Iglesia, Pueblo de Dios,Jerarqua. As se colocaba como valor primero la cualidad dediscpulo, la dignidad inherente a la existencia cristiana comotal o la realidad de una ontologa de gracia, y luego, en el interior de esa realidad, una estructura jerrquica de organizacin

    social. No es ese mismo el camino seguido por el Seor, quiencomenz a hacer y reunir discpulos, de entre los cuales eligidoce, a los que hizo Apstoles suyos, eligiendo despus entreellos a Simn Pedro, para erigirle en cabeza del Colegio apostlico y de la Iglesia? No es eso lo que hallamos al estudiar elimportante tema del servicio y de la Jerarqua como servicio en

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    La Iglesia como pueblo de Dios 11

    el Nuevo Testamento? 1 Y precisamente en el seno de un pue

    blo totalmente caracterizado por el servicio como por su formapropia de existencia son colocados algunos miembros en una posicin de mando, la cual no es, a fin de cuentas, ms que unpuesto de responsabilidad en el servicio. Las consecuencias dela decisin tomada al poner el captulo De Populo Dei en el lugar que decimos se irn manifestando con el tiempo. Estamosconvencidos de que sern considerables. De ah resultar unnuevo equilibrio del tratado de la Iglesia, en el sentido del verscu

    lo 12, captulo IV, de la Epstola a los Efesios, donde san Pablodefine as el lugar y el papel de las funciones jerrquicas: "Organizando as a los santos (es decir, a los cristianos) para la obradel ministerio (que es obra de todo el cuerpo y que san Pablodefine como) la construccin del Cuerpo de Cristo".

    Sin embargo, en el captulo II de su esquema De Ecclesia,el Concillo ha incorporado slo parcialmente el trabajo de recu

    peracin de la nocin bblica de Pueblo de Dios, que ha sidouno de los rasgos de la eclesiologa catlica en los aos 1937-1957 2

    LA RENOVACIN DE LA IDEA DE PUEBLO DE DIOS

    EN LA TEOLOGA CONTEMPORNEA

    No es siempre posible precisar el brote primero y el origen

    de algunas ideas que, a la vuelta de unos aos, han conquistado

    ampliamente a la opinin. La idea de "Pueblo de Dios" se fue

    1 Vase La Hirarchie cornme service d'apres le Nouveau Testamentet les documents de la Tradition, en L'piscopat et l'glise universelle(Unam Sanctam, 39), Pars, 1962, pgs. 67-99 (recogido en Pour une

    glise servante et pauvre, Pars, 1963).2 Se produjo un redescubrimiento de la idea de Pueblo de Dios, conanterioridad a los estudios crticos de Koster y Cerfaux, como simplefruto del esfuerzo con que, en diversos ambientes, se procuraba entoncesvincular la Iglesia a sus fundamentos bblicos y al Plan de Dios inaugurado en Abrahn. Vanse las referencias en U. Valeske, Votum Ecclesiae,Munich, 1962, pg. 202, nm. 62. Nuestro estudio all citado, publicado

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    afirmando en la teologa catlica durante los aos 1537-1942.

    Su redescubrimiento fue obra de unos hombres que, superandoel punto de vista ms bien jurdico de una fundacin de la Iglesia hecha una vez por Cristo, buscaban en el conjunto de lasEscrituras el desarrollo del Plan de Dios. Y llegaron as a descubrir la continuidad de la Iglesia respecto de Israel, a situar elhecho de la Iglesia en la perspectiva ms amplia de la historiade salvacin y a concebirla como el pueblo de Dios tal como exis

    te en los tiempos mesinicos. Esto iba ligado al redescubrimientode la naturaleza o de la dimensin histrica de la Revelacin yde la institucin salvfica, redescubrimiento que culminaba en elde la escatologa. Y todo ello se produca en un momento enque, gracias al movimiento litrgico y, sobre todo, a la AccinCatlica, se comprenda de una forma nueva que la Iglesia noes solamente institucin, conjunto de medios objetivos de gracia, sino que est compuesta por los hombres que Dios llama yque responden a este llamamiento.

    El naciente movimiento litrgico y la Accin Catlica, yaen pleno desarrollo, haban llevado a un descubrimiento entusiasta de la nocin de Cuerpo mstico. El estudio crtico llegabaentonces. En un librito incisivo, el P. M. D. Koster discutacierta idea de la Iglesia como Cuerpo mstico (1940) 3. Idea que,segn l, haba contribuido a mantener la eclesiologa en un es

    tado precientfico. Ya era hora de pasar a la elaboracin de unaverdadera definicin de la naturaleza de la Iglesia; haba quebuscarla en la idea de Pueblo de Dios (de Cristo), en el cual entran los hombres por el bautismo y son ordenados por la confirmacin y el Orden: los sacramentos que, por imprimir carcter, son a ia vez signos jurdicos por los que se estructura visi-

    en francs en Esquisses du Mysthe de l'glise, Pars, 1941, pgs. 11 s.,haba sido redactado en mayo de 1937.

    3 M. D. Koster, O. P., Ekklesiologie im Werden, Paderborn, 1940.K. Adam critic vivamente el libro en "Theol. Quartalschrift" (Tubinga),1941/4, pgs. 145-166. Tambin del mismo, Volk Gottes im Wachstumdes Glaubens, Heidelberg, 1950; Von den Grttndlagen der Kirchen-gliedschaft, en "Die Neue Ordnung", 4 (1950), pgs. 206 s.

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    La Iglesia como fteblo de Dios 13

    blemente el Pueblo de Dios, y smbolos sobrenaturales y eficaces

    de la gracia por los que ese pueblo consigue la vida sobrenaturaly la salvacin.

    Poco despus, a partir de un punto de vista totalmente distinto y empleando una tcnica diversa la del anlisis filolgico-exegtico, el cannigo L. Cerfaux demostraba que el conceptode cuerpo (mstico) no era para san Pablo el concepto fundamental por el que se define la Iglesia 4. San Pablo haba partido de

    la idea juda de Israel como Pueblo de Dios al que pertenecenel testamento y las promesas, el conocimiento y el culto del verdadero Dios, su Presencia. Los cristianos son el Pueblo nuevo,en continuidad profunda con Israel, y su asamblea, lo mismoque la de Israel, se llama "iglesia de Dios". Si san Pablo haballamado "Cuerpo de Cristo" al nuevo Israel segn el Espritu,era simplemente para expresar, por una parte, la unidad profunda en Cristo de las comunidades o "iglesias" y, por otra, la

    existencia celeste de la Iglesia, su unin mstica con Cristo:al decir "Cuerpo de Cristo" se aluda tan slo a un atributotrascendente de la Iglesia, cuya definicin si se quiere emplearesta palabra es, en el plano del concepto fundamental, "Pueblo de Dios". El exegeta protestante A. Oepke est de acuerdocon Mons. Cerfaux, si no en todas las consideraciones tcnicas,s en las conclusiones 5. Evidentemente, no vamos a presentar

    ahora los numerosos estudios estrictamente exegticos consagra-

    4 L. Cerfaux, La Thologie de l'glise suivant saint Paul (UnamSanctam, 10), Pars, 1942. Traduccin espaola, La Iglesia en San Pablo,Bilbao, 1963.

    5 A. Oepke, Das nene Gottesvolk in Schrifttam, Schauspiel, bilden-der Kunst und Weltgestaltung, Gtersloh, 195G; tambin en Leib Christioder Volk Gottes bei Paulus, en "Theologische Literaturzeitung", 79(1954), col. 363-368. Oepke muestra que ya en el pensamiento judo hay,lgicamente, un paso de pueblo a cuerpo, pero no viceversa. La nocinde cuerpo es una construccin, una elaboracin, no un concepto primero.San Pablo parti de la idea de Pueblo de Dios: de ello habla en su predicacin misional y cuando propone su doctrina de la justificacin. Slodespus pasa, como a una doctrina ms profunda, para uso de los fieles,a la afirmacin de Cristo en nosotros y a todas las consecuencias ticasde la vita in Christo.

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    dos al tema del Pueblo de Dios 6. Ms de un tratado reciente

    de eclesiologa da cabida a la nocin de Pueblo de Dios o incluso est estructurado en ese marco. Tras escribir The Sfirit andtbe Bride (Londres, 1935), donde presentaba a la Iglesia comoEsposa pursima del Seor de la gloria, en lo absoluto de suexistencia sobrenatural, Dom Anschaire Vonier publicaba un libro menor titulado The People of God (Londres, 1937), en elcual estudiaba o, al menos, evocaba el aspecto humano ehistrico de esa Iglesia. Segn l, "Iglesia" aluda al aspecto sacramental y cu lt ual : "Pue blo de Dio s", al eleme nto de vida,vida total de Dios en la humanidad. Nuestra nocin se tomaba,por tanto, en el sentido de la historia de salvacin y como concepto compensatorio de una nocin excesivamente perfecta, gloriosa, de la Iglesia.

    El tema es tratado ms bblicamente por el Padre Frank B.No r n s , God's own People. An Introductory Study of the Church

    (Baltimore, 1962). La Iglesia es el pueblo que Dios se ha formado, que estaba como en gestacin en la historia de Israel y

    6 Citemos en particular a H. F. Hamilton, The People of God,2 vols., Oxford, 1912 (tiene inters eclesiolgico: muestra el significadopermanente del A. T. y de su religin, el nacimiento y el significado delas funciones o del ministerio eclesistico); E. Ksemann, Das wanderndeGottesvolk. Eine Untersuchttng zum Hebrderbrief, Gttingen, 1938;

    H. Sstrathmann, art. Laos en el Theolg. Wrterbuch zum N. T. deKittel, t. IV, pgs. 29-57 (fase, aparecido en 1938); N. A. Dahl, DasVolk Gottes. Eine Untersuchung zum Kirchenbewusstsein des Urchri-stentums, Oslo, 1941: estudio fundamental, poco tenido en cuenta porrazn de la Guerra, pero reeditado en 1962; C. Spicq, L'glise du Christ,en La Sainte glise universelle ("Cahiers thol. de l'actualit protest."),Neuchtel y Pars, 1948, pgs. 175-219 (catlico); F. Asensio, Yahveh

    y su pueblo, Roma, 1953 (catlico); J. M. Nielen, Gottesvolk und Gottes-sohn. Zum christlichen Verstandnis des Alten Testaments, Frankfurt,

    1954 (catlico); G. von Rad, Das Gottesvolk im Deuteronomium, Stutt-gart, 1929, y Theologie des Alten Testaments, I, Munich, 1957; H. J.Kraus, Das Volk Gottes im Alten Testament, 1958 (traduccin francesa,Le Peuple de Dieu dans l'A.T., Neuchtel-Pars, 1960); W. Trilling, Daswahre Israel. Studien zur Theologie des Matthaus Evangeliums, Leipzig,1959; H. Wildberger, Jahwes Eigentumvolk. Eine Studie zur Traditionsge-schichte und Theologie des Erwablungsgedankens, Zurich-Stuttgart, 1960.

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    La Iglesia como pueblo de Dios /5

    fue constituido en la forma de Iglesia que nosotros conocemos

    por obra del Verbo encarnado y el envo del Espritu Santo.En la teologa de lengua alemana es donde el tema del Pue

    blo de Dios ha penetrado ms la eclesiologa. M. Schmaus lededica una seccin de informacin positiva en su Dogmtica 7.I. Backes la ha tratado con insistente inters, aportando, por suparte, una rica coleccin de textos 8. Podramos citar varios autores ms 9. Aludamos tan slo a la slida elaboracin del cano

    nista Kl. Morsdorf, bastante en consonancia con el esfuerzo delP. M. D. Koster 10. Define la Iglesia como un pueblo de Dios,estructurado segn el tipo de un cuerpo orgnico con miembrosy cabeza, es decir, segn cierto orden jerrquico; un pueblo finalmente reunido para realizar el reino de Dios. Este pueblo de

    7 Katholische Dogmatik, t. III/1 : Die Lehre von der Kirche, Munich, 1958, pgs. 204-239.

    8

    Die Kirche ais Volk Gottes im Neuen Bund, en "Trierer Theolog.Zeitschrift", 69 (1960), pgs. 111-117; Gottes Volk im Neuen Bund,Ibid., 70 (1961), pgs. 80-93; Das Volk Gottes im Neuen Bunde, enKirche, Volk Gottes, editado por H. Asmussen, Stuttsjart, 1961, pginas 97-129.

    9 H. Hanssler, Das Gottesvolk der Kirche, Dusseldorf, 1960 (no tratarealmente nuestro tema; explica, en trminos accesibles al gran pblico, la accin de los cristianos en el mundo); O. Semmelroth, Umdie Einheit des Kirchenhegriffs, en Fragen der Theologie heute, Einsie-

    deln-Colonia, 1957, pgs. 319-335 (sobre todo, pgs. 321-323) (traduccin espaola, Panorama de la Teologa actual, Madrid, 1961, pgs. 401-422). El P. Karl Rahner utiliza el vocablo "Pueblo de Dios" en unsentido particular, para designar a la humanidad en cuanto que se halla,gracias a Cristo, consagrada a Dios y en una situacin objetiva de salvacin posible para todos los hombres; la Iglesia est llamada a constituiresa humanidad salvada, como sociedad formal: vase Schriften zur Theologie, t. II, Einsiedeln-Colonia, 1955, pgs. 84 ss.; traduccin espaola,Escritos de Teologa, t. II, Madrid, 1961.

    10 Die Kirchengliedschaft im Lichte der kirchlichen Rechtsordnung,en "Theologie und Seelsorge", 1944, pgs. 115 s.; Die Stellung der

    Laien in der Kirche, en "Revue de Droit Canonique", vol. 10-11 (M-langes en l'honneur de S. E. Cardinal fulien), 1960-61 pgs.214-234.En su Lehrhuch des Kirchenrechts, 7, 1953, pg. 25, Morsdorf definela Iglesia como "el nuevo Pueblo de Dios existente segn cierto ordenjerrquico, reunido para realizar el reino de Dios .

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    Dios est estructurado y organizado sobre una base sacramental

    por las consagraciones del bautismo, de la confirmacin (que escoronacin del bautismo) y del orden, jerarquizado en diacona-do, presbiterado y episcopado. Todos los miembros de ese pueblo toman parte en la actividad de la Iglesia, y Mrsdorf desarrolla aqu toda una teologa muy positiva del laicado, si bienalgunos se distinguen entre los dems por una manera diversade tomar parte en tal actividad en el triple mbito del culto, laenseanza y el pastoreo.

    NTERES QUE PRESENTA Y SERVICIOS QUE PUEDE

    PRESTAR LA IDEA DE "PUEBLO DE DIOS" EN ORDEN A

    CONCEBIR Y EXPONER EL MISTERIO DE LA IGLESIA

    Valor histrico. La nocin de Pueblo de Dios sirve, en pri

    mer lugar, para expresar la continuidad de la Iglesia respecto deIsrael. Lleva por s misma a descubrirla en una historia dominada y definida por el plan de Dios para con los hombres, que esplan de alianza y salvacin: Pueblo de Dios hace referencia aPlan de Dios y, por tanto, a Historia de salvacin. De este plany de esta historia sabemos que se traduce en una intervencinhistrica, positiva y graciosa de Dios, pero sabemos tambin que

    semejante intervencin, por singular que sea (rasgo esencial asu carcter histrico), afecta a la totalidad de los hombres, e incluso de la creacin, ligada con ellos en su destino.

    Conectando as la Iglesia con el Antiguo Testamento, se leatribuyen ifso jacto todos los valores que pertenecen a la nocinbblica de Pueblo de Dios y que determinan el estatuto religiosode este pueblo: a) la idea de eleccin y llamamiento ecclesia

    = convocatio). Esta idea estaba demasiado olvidada en los tratados clsicos De Ecclesia: qu relacin haba, en efecto, entreel. tratado de la Predestinacin o el de la Gracia, por un lado, yel de la Iglesia, por otro? La eleccin, en la Escritura, no es unprivilegio, sino que va siempre acompaada de un servicio yde una misin: una persona es elegida y puesta aparte para la

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    ha Iglesia como pueblo de Dios 17

    realizacin de un plan de Dios que est por encima de ella. Toda

    la Biblia est penetrada por la idea de Pars pro toto, que se hallaen la de primicias; b) la idea, tan fecunda de alianza; c) la deconsagracin a Dios: el Pueblo de Dios est destinado a alabarle, a ser su testigo, a vivir para servirle, para glorificar y hacerque se glorifique su nombre. Este Pueblo pertenece a Dios:

    populus acquisitionis (cf. / Pe 2,5); d) en fin, la idea de promesas : no slo de las promesas de asistencia ("Yo estar contigo",

    Ex 3,12; Mt 28,20), sino de las promesas de cumplimiento, conla consiguiente tensin hacia el futuro y, finalmente, hacia laescatologa. Una de las ms importantes recuperaciones de lateologa catlica contempornea es la del sentido escatolgico,el cual supone un sentido de la Historia y del Plan de Dios queconduce todo a una consumacin. Es algo nuevo y mucho msque un estudio esttico "de Novissimis", segn se haca usual-

    mente en los Manuales de Teologa. Parece ser que, en la presentacin de la Religin especialmente como culto y comoconjunto de obligaciones morales heredada de los clsicos delsiglo XVII, habamos perdido un poco el sentimiento de que elCristianismo presenta una esperanza, una esperanza total, incluso para el mundo llamado material. Esa Religin "razonable"haba permitido que se laicizase la escatologa. De hecho, altiempo que los cristianos descuidaban este aspecto de su mensaje, nacan los filsofos de la Historia (Vico, Montesquieu), loscuales preparaban las grandes interpretaciones modernas de unaHistoria del Mundo sin Dios ni Cristo (Hegel, Marx). Frentea una Religin sin Mundo, los hombres formulaban el ideal deun Mundo sin Religin. Ahora salimos de esa miserable situacin : el Pueblo de Dios vuelve a tomar conciencia de su carcter mesinico y de que es el portador de la esperanza de una

    consumacin del Mundo en Jesucristo.As, pues, la idea de Pueblo de Dios introduce en la consi

    deracin de la Iglesia un elemento dinmico. Ese pueblo tieneuna vida y se halla en marcha hacia un trmino fijado por Dios.Elegido, instituido y consagrado por Dios para que sea su siervoy su testigo, el Pueblo de Dios es, en el mundo, como el sacra-

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    ment de la salvacin ofrecida al mismo mundo. Eso es lo que

    se quiere decir con la afirmacin de que Dios, porque anhela(con voluntad antecedente) la salvacin de todos los hombres,ha puesto en el mundo una causa, de por s suficiente, para llevar efectivamente a trmino ese querer. Y as ha puesto en elmundo a Jesucristo y, dependiendo de l, derivada de l, a laIglesia, pueblo mesinico formado segn la nueva y definitivaDisposicin de la alianza, pueblo que vive de los bienes de esaalianza por los medios que para ello ha dispuesto el Seor. Elpueblo de Dios, formado por la Revelacin, las instituciones y lossacramentos de la nueva y definitiva Disposicin de la alianza,est en medio del mundo y es para el mundo el signo y como elsacramento de la salvacin ofrecida a todos los hombres.

    Pueblo en marcha hacia una consumacin, pueblo siervo ytestigo, el Pueblo de Dios est llamado a proseguir su propiadilatacin, segn la admirable expresin con que tantos textos

    antiguos expresan la idea de Misin. Aspecto frecuentementeexpresado en los textos litrgicos y, muy en concreto, en trminos de populus o de populi.

    Al situar a la Iglesia en el marco de la Historia de salvacin,la nocin de Pueblo de Dios permite particularmente abordar ladifcil e importante cuestin de Israel, es decir, del pueblo judo segn la carne, el que actualmente ha "fallado" (Rom 11,

    11), pero que sigue siendo pueblo elegido y amado por Dios 11.La relacin del "misterio" de Israel con el de la Iglesia, cuyacomprensin no podemos por menos de buscar, slo puede considerarse adecuadamente en una perspectiva de Historia de salvacin, tanto por lo que se refiere al enraizamiento de la Iglesiaen Israel como por lo que afecta al destino del pueblo judo enel marco de la escatologa (vase Rom 9-11).

    Valor antropolgico. Con frecuencia, al describir o pronunciar la palabra "Iglesia", se piensa en la institucin como tal.A veces, en estas condiciones, la Iglesia fue considerada y lo es

    11 Cf. P. Dmann, Israel et l'unit de l'glise, en "Cahiers Sioniens",1953/1, pg. 23 de la separata.

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    todava independientemente de los hombres, como si no estu

    viera esencialmente compuesto de cristianos. Hasta el punto deque algunos textos distinguen entre "la Iglesia" y los hombres,casi oponindolos como la institucin mediadora y aquellos encuyo beneficio funciona la institucin 12. Con ello se designaalgo efectivamente real, que tiene su verdad. Sin embargo, alhablar as, se deja de lado un aspecto esencial de la Iglesia, elaspecto de que est compuesta por los hombres que se convierten al Evangelio. En tal aspecto se fijaban especialmente los Padres. El estudio de stos nos ha convencido de que uno de losrasgos decisivos de su pensamiento eclesiolgico es que, paraellos, la eclesiologa inclua una antropologa 13. De ah que losPadres expongan tan a menudo su visin de la Iglesia explicando el tipo de los personajes bblicos (Abrahn, Rahab, Mara,Magdalena, etc.) o alguna parbola evanglica. Y es que la Iglesia est formada por hombres que se abren al llamamiento de

    Dios, por los cristianos que viven esa relacin religiosa en la que

    12 Por ejemplo, el texto del Catecismo austraco de 1894, que serepite, en cuanto al contenido, en el Catecismo alemn de 1925 (lascosas han cambiado despus!):

    Para qu fund Jesucristo la Iglesia?Jesucristo fund la Iglesia para que llevara los hombres a la fe

    licidad eterna.

    Cmo lleva la Iglesia los hombres a la felicidad eterna?La Iglesia lleva los hombres a la felicidad eterna ejerciendo, conel auxilio de Dios, la triple funcin de Cristo, es decir, su magisterio,su sacerdocio y su funcin regia.

    (Cf. M. Ramsauer, Die Kirche in den Katechismen, in "Zeitsch.f. kath. Theol.", 73 (1951), pgs. 129-169; 313-346; pg. 330.)

    13 El sentido de la eclesiologa patrstica parece conservarse vivo enel pensamiento ortodoxo. Durante la discusin del esquema De Ecclesia,en la segunda sesin del Concilio, hablbamos un da con dos amigos,

    observadores ortodoxos el P. Nissiotis y el P. Alejandro Schmeeman,quienes nos decan: "Si nosotros tuviramos que hacer un De Ecclesia,escnbiramos un captulo sobre el Espritu Santo y otro sobre el hombrecristiano. Tras ello no sera necesario proseguir: estara dicho lo esencial...Es exactamente lo contrario de una eclesiologa tal como la hemos conocido, prcticamente reducida a una teora, bastante jurdica, de la institucin, o a una "jerarquiologa".

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    la e amorosa nos pone con Dios... La liturgia no procede deotro modo. Para ella, la Iglesia es la comunidad de los fieles quemarcha n por los caminos de salvacin; Iglesia qu e designa amenudo con la expresin populus tuus 14.

    En la comunidad en que realiza su propia salvacin y se santifica, el hombre cristiano aporta a todos el beneficio de los donesespirituales que ha recibido. Actualmente estamos tomando de

    nuevo conciencia, por una parte, de la variedad de los cansmaso dones espirituales concedidos a muchos fieles y, por otra, de laaccin saludable, de la verdadera maternidad espiritual ejercidapor la comunidad de los cristianos 15.

    Es cierto que la nocin de Pueblo de Dios es muy adecuadapara tomar sobre s tales realidades, pero conviene reconocer quela de "Cuerpo (mstico)" no lo es menos.

    Valor de historicidad. La liturgia emplea tambin con fre

    cuencia la expresin Populus tuus en un contexto de penitencia;

    por ejemplo, en las colectas de Cuaresma (vanse los textos en

    Schmaus, of. cit., pgs. 205 s., y en A. Schaut, citado en nme

    ro 14). Populus Dei designa en tales textos la comunidad de los

    hombres para quienes se pide la ayuda de Dios, su misericordia,

    las gracias de fidelidad o de conversin: ese Pueblo es el beneficiario del acto por el que Dios perdona y salva, a menudo con

    una referencia tipolgica a las distintas "salvaciones" de que fue

    objeto Israel, comenzando por la salida de Egipto y el paso del

    14 Vase Ausdruckformen der lateinischen Liturgiesprache bis zumElften Jahrhundert, ges. u. dargeb. v. V. Manz, Beuron, 1941; A. Schaut,Die Kirche ais Volk Gottes. Selbstaussagen d. Kirche im rmischen

    Messbuch, en "Benediktinische Monatschrift", 25 (1949), pgs. 187-196:populas se encuentra 90 veces en el Misal romano, ecclesia, 80 veces;familia, 12 veces. Para el Leoniano, vase P. T. Garriga, La palabraEkklesa. Estudio histrico-teolgico, Barcelona, 1958, pgs. 300 s.

    15 Sobre este punto, vase K. Delahaye, Erneuerung der Seelsorgsfor-men aus der Sicht der frhen Patristik, Friburgo, 1958 (traduccin francesa con un prefacio nuestro: Ecclesia Mater cbez les Peres des trois pre~miers siecles. Pour un renouvellement de la Pastorale d'aujourd 'hm, Pars, 1964).

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    concepcin de tales realidades 17. Tenemos siempre un conjuntode miembros, que viven y actan, que participan en la cualidado dignidad de vida del cuerpo, y una estructura de funciones conuna cabeza, para asegurar la unidad y la conducta del todo. Enun pueblo, todos los ciudadanos toman parte en la vida de laciudad y ejercen las actividades especficas de la misma... 18. Yahemos visto el significado, en esta lnea, del captulo De Ecclesia.

    Aadamos ahora una consideracin que, por lo dems, no es ajenaa ese captulo y que enlaza con la idea del sacramento de salvacin arriba expresada. Es el pueblo de Dios as estructuradoquien tiene la misin y representa en el mundo el signo de salvacin establecido por Dios, de manera definitiva, total y suficiente de por s, in Christo et in Ecclesia 19.

    Valor respecto de las comunidades locales y de la Iglesia universal. Es ste un punto que se toca varias veces, de forma

    bastante feliz, en el esquema De Ecclesia 20 . Y se toca bajo los

    dos aspectos: el de la comunidad local como asamblea de ce

    lebracin eucarstica aspecto predilecto de la teologa alema

    na y el de las Iglesias particulares como representantes, en

    cierto modo, dentro de la Iglesia, de la diversidad de los pueblos

    y de las culturas. Como se ve, este punto afecta vivamente tantoa la Pastoral como al Ecumemsmo y a las Misiones. En estos

    17 Vase a este propsito J. Auer, Corpus Christi mysticum, enDie Kircbe und ihre Aemter. Festgabe Kardinal J. Frings, Colonia, 1960,pgs. 1-23; Das "Leib-Modell" und der Kirchenbegriff der kathoUschenKirche, en "Mnchener Theolog. Zeitschr.", 12 (1961), pgs. 14-38.

    18 Es un punto en que insiste santo Toms en uno de los textosdonde habla de la Iglesia como Pueblo y Ciudad de Dios: Com. tn

    Ephes., c. 2, lect. 5, en relacin con su doctrina sobre la Ciudad y losregmenes polticos.

    19 Vase P. Barrau, Le Laicat, signe de l'glise, en "Mases Ouvri-res", nm. 135 (nov. 1957), pgs. 130-188; Padre Crespin, Qu'est-cequ un late}, en "Lettre aux Communauts de la Mission de France"feb. 1962.

    20 En el cap. De populo Dei y en el De Episcopis, a propsito delas iglesias particulares y a propsito del sacerdocio y de su ejercicio enlas comunidades locales.

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    La Iglesia como pueblo ele Dios 23

    diferentes campos es muy importante proponer, dentro de la

    Iglesia total y con relacin a ella, una teologa de la comunidadlocal como realizacin de la Ecclesia y una teologa de las Iglesias particulares nacionales, por ejemplo en su relacin conla catolicidad. En los Padres y en la liturgia, populus designa a;menudo la asamblea local, sobre todo la asamblea eucarstica,en que se realiza ya el profundo misterio de la Iglesia 21 . Es sabido que los exegetas estn de acuerdo en entender los trminosdel encabezamiento de las epstolas de san Pablo por ejemplo,a los corin tios en este se nt id o: "A la Iglesia de Dios en cuantoque existe o se realiza en Corinto". Tambin podra decirse:"Al Pueblo de Dios en cuanto que existe en Corinto." Pero setrata de un pueblo nico, reclutado a travs del mundo enteropara el reino de Dios... En cuanto a los pueblos terrestres, quese caracterizan por una manera de ser particular y poseen valores originales de cultura o de humanidad, todos tienen eviden-

    temen te lugar en la catolicidad del Pueblo de Dios o de la Iglesia : esto, qu e per tenece a un a teologa de la catolic idad y enfavor de lo cual podran alegarse docenas de textos patrsticos eincluso litrgicos 22, figura tambin en el captulo De Populo

    Dei del esquema conciliar.

    Se advierte, pues, que este captulo ha incorporado, de unau otra manera, todos los valores principales de la idea de Pueblo

    de Dios, pero especialmente el valor de igualdad en la dignidadde la existencia cristiana y los del captulo De membris. Losdems valores que acabamos de enumerar quedan sugeridos oexpresados de paso ms que desarrollados.

    Desde el punto de vista pastoral, la nocin de Pueblo deDios se presta a una catcquesis sumamente realista y a comuni-

    21 Vase J. Ratzinger, Volk und Haas Gottes in Augustins Lehre

    von der Kirche, Munich, 1954, pgs. 159 s.22 En los Padres y muy a menudo en la Liturgia latina, sobre todo

    en relacin con el bautismo y la maternidad que en l ejerce la Iglesia,populi (en plural) designa a los fieles en cuanto que ingresan en la comunidad cristiana y forman comunidades. La expresin se refiere tantoa la Iglesia en cuanto comunidad como a la Iglesia en expansin dentrode la humanidad. Los textos son innumerables.

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    car un sentido concreto y dinmico de la Iglesia. Se puede mos

    trar cmo, de entre todos los pueblos de la tierra, Dios reneun pueblo qu e es estrictamente su yo : el pueblo de Dios. Deentre todos los pueblos no slo en el sentido antropolgico y casipoltico de la palabra a este respecto, la Fe y la caridad, altrascender todas las diferencias, no destruyen ningn vnculo natural vlido, antes bien asumen, purifican y confirman todos losvalores autnticos, sino de en medio de cualquier poblacin:

    la de mi aldea, la de mi ciudad, la de mi casa, la del tren enque viajo, la del hospital en que me encuentro... En una poblacin dada, cada uno de los dioses humanos recluta para s unpueblo que le sirva: Mer curio, dios del comer cio; Mar te, diosde la guerra y de la fuerza; Ven us , diosa del amor. .. El Diosverdadero y Jesucristo, su Hijo muy amado, enviado por l almundo, quieren tambin reclutarse un pueblo para su servicio:un pueblo santo, cuya ley sea el amor humilde y sometido. Unpueblo reclutado entre seores y criados, hombres y mujeres,griegos y brbaros; pero en l, en todo y por encima de todo,est Cristo (cf. Gal 3,28). Un pueblo quetiene su ley el amora Dios y al prjimo, sus asambleas,su jerarqua, sus distintivos y prcticas. Un pueblo llamado a dar testimonio de Cristo yde su caridad. Un pueblo compuesto de pecadores, pero que hacen penitencia y procuran marchar por un camino de conversin :

    punto que descuidan muchas presentaciones "clsicas" de la Iglesia, dado su carcter siempre esttico y a menudo jurdico.

    El inters ecumnico de la nocin de Pueblo de Dios es indiscutible, sobre todo para el dilogo con los protestantes 23 . De-

    23 Vase Bo Reicke, Die Bedeutung des Gottesvolksgedanken firden neutestamentl. Kirchenbegriff, en "Kirchenblatt r die ReformierteSchweiz", 1955, fase. 17; N. A. Dahl, The People of God, en "Ecu-menical Review" 9 (enero, 1957), pgs. 154-161; Die Kirche, VolkGottes, editado por H. Asmussen, Stuttgart, 1961 (dilogo entre telogos protestantes y catlicos). Sobre el papel de esta nocin en el dilogo ecumnico, Th. Sartory, Die Oekumenische Bewegung und dieEinheit der Kirche. Ein Beitrag im Dienste einer kumenischen Ekkle-siologie, Maitingen, 1955, pgs. 51, 57, 60, 61, 70, 71, 104, 105, 127,

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    cimos dilogo: hay tantas cosas entre nosotros que son a la vezpuntos de acuerdo y de enfrentamiento... Lo que agrada a losprotestantes en la categora "Pueblo de Dios" es principalmente)la idea de eleccin y llamamiento: todo est colgado de la inicia-tiva de Dios. Les agrada la historicidad con lo que sta encierrade sentido de inacabamiento y de movimiento hacia la escatolo-ga. Tambin el sentimiento de fronteras menos definidas, ya quese trata de una muchedumbre que Dios mismo rene para s. Los

    protestantes ven con agrado, en una abierta referencia a "Pueblosde Dios", la posibilidad de evitar, por una parte, el institucio-nalismo con el empleo intemperante de las ideas de "poder" einfalibilidad, y, por otra, el romanticismo de una concepcin biolgica del Cuerpo mstico, cuya expresin favorita es la de "Encarnacin continuada": como si la Iglesia fuera, al pie de la letra, "Jesucristo difundido y comunicado" 24. La nocin de Pueblo

    de Dios, al decir de algunos autores protestantes, permitira evitar una concepcin ontolgica de la Iglesia, lo que el Prof. R.Mehl llamaba una "Ecclesia quoad substantiam", y considerarla Iglesia simplemente como aquello que Dios rene con vistas asu reino escatolgico: no un cuerpo sustancial con una consistencia definitivamente establecida, sino el resultado de una accinde la Gracia, la cual, puesto que elige, puede siempre tambinrechazar... En tales condiciones llegaba a preguntarse U. Va-

    leske: cabe hablar todava de infalibilidad o incluso de irre-formabilidad de la estructura? 25.

    A nuestro juicio, el pensamiento protestante no se fija enlo que ha aportado de nuevo y definitivo la Encarnacin delHijo de Dios. Sin duda, esta insuficiencia comienza ya en elplano de la cristologa. Adems, no se da todo su valor a lanocin de Cuerpo de Cristo. Se tiende a reducir la Iglesia del

    128, 129, 130, 145, 156, 180. Vanse otras referencias en U. Vaieske,Votttm Ecclesiae, Munich, 1962, pg. 239, nm. 11.

    24 Vase H. Asmussen, of. cit., pgs. 33 ss.; U. Vaieske, of>. cit.,pginas 202 s., 233 s., 248 s. La crtica de la "Encarnacin continuada"es constante por parte de los telogos protestantes.

    25 Op. cit., pg. 249.

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    Verbo Encarnado a las condiciones del Pueblo de Dios bajo

    la antigua Disposicin 26. Dentro de la dialctica del ya y deltodava no caracterstica de la Iglesia en su condicin de "iti-nerancia", parece ser que, en el pensamiento de los protestantes, el todava no destruye u obnubila la verdad del ya... Todoesto, en fin, nos hace presentir que la nocin de Pueblo de Dios,por rica y verdadera que sea, resulta, por s misma, insuficientepara pensar adecuadamente el misterio de la Iglesia presente.

    LOS LIMITES DE LA NOCIN DE "PUEBLO DE DIOS". ESTA NOCIN

    DEBE SER COMPLETADA CON LA DE "CUERPO DE CRISTO"

    Al escribir su epstola, quiz el ao 49, Santiago, el "hermano del Seor", la diriga "a las Doce tribus de la Dispersin".

    Un encabezamiento que tiene gran relacin con el tema de"Pueblo de Dios". Santiago escriba, sin duda, a los judeo-cns-tianos dispersos. Pero bastaba concebir la Iglesia como el pueblode Dios, en el sentido del antiguo Israel, el cual habra recibidoy reconocido simplemente a su Mesas? Parece ser que no. Ycomo, por s misma, dentro de sus propios lmites, la categora"Pueblo de Dios" no dice otra cosa, resulta que, para definir o

    designar a la Iglesia, es necesario superar esa nocin y completarla con otra que exprese lo que la Iglesia tiene de nuevo conrespecto a Israel, con el cual la pone en continuidad la nocin dePueblo de Dios.

    La gran novedad es, evidentemente, el hecho de Jesucristo,el hecho de que Cristo no es simplemente un Mesas, sino el

    26 Vase nuestro libro Vraie et fausse reforme dans l'glise (Unam

    Sanctam, 20), Pars, 1950, pgs. 466-482 (hay traduccin espaola);Pour

    le dialogue avec le Mouuement oecumnique, en "Verbum Caro",4 (1950),pgs. 111-123; Le Christ, Marie et l'glise, Pars, 1952; Regars etrflexions sur la Christologie de Luther, en Das Konzil von Chalkedon.Geschichte and Gegenwart, Wrzburg, tomo III, 1954, pgs. 457-486(reproducido en Chrtiens en dialogue (Unam Sanctam, 50), Pars,1964, pgs. 453-489); Le Mystere du Temple... (Lectio divina, 22),Pars, 1958, pgs. 310-342 (hay traduccin espaola).

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    lacin particular del pueblo en cuanto tal, y en virtud de ella,elegido especialmente por Dios, se beneficia de su solicitud poderosa y tiene parte en su herencia 29. En el Nuevo Testamentose trata de una filiacin por la comunicacin del Espritu deDios y por una verdadera participacin en la vida divina 30. Noes significativo que, despus de citar la expresin tpica "Ellossern su pueblo, y l, Dios-con-ellos, ser su Dios", el Apocalipsis aade, con una alusin a la profeca de Natn que sobrepasa

    ampliamente el sentido inmediato de la misma: "Esta ser laparte del vencedor (= la fuente de vida); y yo ser su Dios, yl ser mi hijo"? (Cf. Apoc 21,3.7).

    La propia herencia, que aparece aqu como herencia de vida,ha experimentado una trasposicin largo tiempo preparada, esdecir, a lo largo del Antiguo Testamento 31. En las promesashechas a Abrahn se trataba de heredar la tierra de Canan

    (cf. Gn 15, 1 s). Asistimos a una progresiva espiritualizacin dela idea de herencia o heredad y, correlativamente, de la deheredero en el Deuteronomio y en jeremas: se trata de bienesligados a la observancia de la alianza y prometidos al grupo delos piadosos que llevan la circunscisin en su corazn (cf. Dt 30,5; Jr 30,3): tema repetido despus del destierro en Zacaras(8,12) e Isaas (57,13; 60,21; 65,8-9). Hasta que, por fin, esYahv mismo la parte de herencia que corresponde a los justos...(cf. Lam 3,24; Sal 16 y 73). En el Nuevo Testamento se tratade heredar el Reino de Dios o la vida eterna 32: esa es "la tierra"cuya herencia se promete a los humildes (Mt 5,5); o, como dice

    29 Vase, en Bible de Jrusalem, la nota a Mt4, 3; tambin J. deFraine, Adam et son lignage, Pars, 1959, pgs. 116 s. Ya Orgenes,De oratione, 22,2 (edicin P. Koetschau, pgs. 346-347).

    30

    Cf. Rom 8, 14-17; Ef 1,5; Jn 1,12; / Jn 3,1; 2 Pe 1,4.31 Cf. L. Cerfaux, L'glise et le regne de Dieu d'a-pres saint Paul,en "Ephem. Thol. Lovan.", 2 (1925), pgs. 181-198 (reproducido enRecueil Luden Cerfaux, Gembloux, 1954, pgs. 365-387); F. Dreyfus,Le theme de l'hritage dans VA. T., en "Rev. Se. Phil. Thol.", 42(1958), pgs. 3-49.

    32 El Reino: Mt 25,34; / Cor 6,9-10; 15,50; Gal 5,21; Ef 5,5;Sant 2,5. La vida eterna: Mt 19,29; Me 10, 17; Le 10,25 y 18,8.

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    pecado, prevaricacin y penitencia 34. De una u otra manera

    hay que introducir una distincin entre la Iglesia en cuanto quees una determinada realidad suprapersonal unida a Cristo porlos lazos de una alianza inquebrantable Esposa, Cuerpo deCristo y la Iglesia en cuanto que es el conjunto de los cristianos, todos y cada uno de los cuales son falibles y pecadores:se podra hablar entonces, con Dom Vonier, de "pueblo deDios". Sin embargo, lo mismo que es legtima la primera manera de hablar de la Iglesia y autoriza que se le atribuya, endeterminadas condiciones, la indefectibilidad, la infalibilidad, ases necesario reconocer la dualidad de aspectos. La Iglesia no estodava totalmente santa, como reconoca san Agustn a propsitodel sentido de Ef 5,27 ("sine macula et ruga") 35. Tenemos aquuna de las numerosas y fecundas aplicaciones de la verdad deforma dialctica en que se expresa la condicin de la Iglesia en suestado de itinerancia, entre Pentecos ts y la Pa ru sa: el ya y el

    todava no. Pero, como hemos sealado ms arriba, convieneevitar que el "todava no" ahogue la verdad del "ya"...

    Aadamos un ltimo rasgo que caracteriza a la Iglesia en sucondicin de Pueblo de Dios en los tiempos mesinicos, bajo lanueva Disposicin de la alianza, originada por la venida en carnedel Hi jo de Dios y la ven ida del Esp ritu San to : hay, pues, razn para llamar a la Iglesia "Cuerpo de Cristo" 36. Bajo la antigua

    Disposicin de la alianza, el Pueblo de Dios exista en un pueblo

    34 Adems de la primera y ltima referencia de la nota 26, vaseComment l'glise sainte doit se renouveler sans cesse, en "Irenikon", 34(1961), pgs. 322-345 (reproducido en Sainte glise, Pars, 1963, pgs.131-154).

    35 "Ubicumque autem in his libris comrnemoravi Ecclesiam nonhabentem maculam aut rugam, non sic accipiendum est quasi iam sit,

    sed quae praeparatur ut sit, quando apparebit etiam gloriosa. Nuncenim propter quasdam ignorantias et infirmitates membrorum suorumhabet unde quotidie tota dicat: Dimitte nobis debita nostra" (Retract.,II, 18: P. L., 32, 637-638). Comp. Sto. Toms, Summa Theoi, III,q. 8, a. 3, ad 2.

    36 Para lo que sigue, vase A. Chavasse, Du Peufle de Dieu al'glise du Christ, en "La Maison-Dieu", nm. 32 (1952), pgs. 40-52.

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    La Iglesia como -pueblo de Dios 31

    particular, en el sentido humano, social y tnico de la palabra.

    Bajo la nueva Disposicin, ese Pueblo se constituye por la feen la palabra apostlica, en un plano espiritual que le permiteexistir en todos los pueblos, en el sentido tnico de la palabra,aunque conservando su propia existencia y consistencia. Por estemismo motivo, el Pueblo de Dios bajo la nueva Disposicin esespiritual y tiene su propia estructura social y su propia visibilidad formal, independientes de toda sociedad puramente temporal, de toda realidad humana de raza, cultura o poder 37. Asqueda constituida, no slo en comunidad original, sino tambinen cuerpo sui iuris y en Iglesia. Desde el principio, los cristianos tuvieron conciencia de formar un tertium genus, diferentede los judos y de los paganos 38. Desde que la Iglesia logr aparecer al aire libre, fue caracterizada, en el edicto de un emperador todava pagano, como "Corpus Christianorum" 39 . En realidad, esta Iglesia era el Cuerpo de Cristo. Mons. Journet ha

    mostrado acertadamente que la visibilidad de la Iglesia y su espiritualidad se afirman al mismo tiempo y son inseparables 40 .Es ste un profundsimo punto de teologa, ilustrado notablemente por la historia, en especial por la historia de la reformagregoriana del siglo xi, que consisti, por lo que se refiere a laIglesia, en afirmar su propia consistencia de sociedad espiritual

    37

    Esta fue una de las razones de la victoria del cristianismo frenteal judaismo : ste acusaba un eficaz proselitismo, pero obligaba a pasarpor la Ley de Moiss.

    38 Testimonio en A. Harnack, Mission und Aasbreitang des Chri-stentums, 4, 1924, pgs. 259 s.; P. Batiffol, L'glise naissante, 7.a ed.,pg. 92; M. Simn, Veras Israel, Pars, 1948, pgs. 135 s.; A. Oepke,op. cit. (Cf. safra, nota 4).

    39 Vase el Edicto de Licinio, en Lactancio, De mortibus perseca-torum, 48 (Kirch., Enchir. Fontiam Hist. eccl. ant., nm. 353) y los

    estudios de M. Roberti (// Corpas Myscam di san Paolo nella storia dellapersona giaridica, en Studi di Storia e Diritto in onore di Enrico Tiesta, IV,Miln, 1939), y de A. Ehrhardt (Das Corpas Christi and die Korpo-rationen im spatromischen Recht, en "Zeitsch. d. Savigny-St. f. Rechts-gesch.", Rom. Abt., 70, 1953).

    40 Ch. Journet, L'glise da Verbe Incarn, II. Sa stractare interneet son unit cathoque, Pars, 1951, pgs. 8 s., 40, 44-49, etc.

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    32 Y. Congar

    y su propio derecho frente a la sociedad temporal y al derecho

    del Imperio.

    Vemos que la idea de pueblo de Dios, tan rica en los aspectos teolgico y pastoral, es insuficiente para expresar por ssola la realidad de la Iglesia. Bajo la nueva Disposicin la delas promesas realizadas por la Encarnacin del Hijo y el dondel Espritu (el "Prometido"), el pueblo de Dios recibe un

    estatuto que slo es expresable en las categoras y en la teologadel Cuerpo de Cristo. As lo han reconocido, en estos ltimostiempos, exegetas como N. A. Dahl 4 1 y R. Schnackenburg 42 ,telogos catlicos como M. Schmaus 43 , I. Backes 44, J. Ratzin-ger 45 , C. Algermissen 45 , L. Bouyer 47, y un ortodoxo como el

    41 Hablando de la nocin paulina de Iglesia, escribe (of. cit., pgina 273): "Der Unterschied ist dass der 'Kirchenbegriff des Alten

    Testaments durch den Begriff 'Volk YAHWE's' vollstndig um-schrieben war wahrend die Kirche des N. T. nur dadurch das 'VolkGottes' ist, da sie zugleich der 'Leib Christi" und der 'Tempel der Hei-ligen Geistes' ist".

    42 Dice as: "Die Kirche im Neuen Testament bleibt 'Volk Gottes', ist aber ein in Christus hin neukonstituiertes Gottesvolk (...). DieKirche ist 'Volk Gottes' ais 'Leib Christi', und sie ist 'Leib Christi' ineinem vom Volk-Gottes-Gedanken her bestimmten oder grundgelegtenSinn" (Vase Die Kirche im Neuen Testament (Quaest. Disp., 14),

    Friburgo, 1961, pg. 147. Hay traduccin francesa).43 "Die Kirche ist das von Jess Christus gegriindete, hierarchischgeordnete, der Frderung der Herrschaft Gottes und dem Heile derMenschen dienende neutestamentliche Gottesvolk, welches ais Christigeheimnisvoller Leib existiert" (op. cit., pg. 48).

    44 Vanse los estudios citados ms arriba, nota 7 (en vol. de 1961,pginas 119 s.).

    45 O-p. cit., nota 20, pg. 327.46 Konfessionskunde, Paderborn6, 1950, pgs. 78 s.: "Die Kirche

    ist das von den Getauften gebildete Gottesvolk, das, vom Hl. Geist be-seelt, den mvstichen Leib Christi dargestellt und durch das Band vonChristus gelehrten Glaubens und der von ihm eingesetzten Leitung.Liturgie und sakramentalen Ordnung zusammengehalten wird". (Haytraduccin espaola de este libro.)

    47 Ou en est la thologie du Corps Mystique?, en "Rev. des Sciences relig.", 22 (1948), pgs. 313 s. (pgs. 330 s.).

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    La Iglesia corno pueblo de Dios 33

    excelente patrlogo Georges Florovsky 48. La equivocacin del

    Padre Koster, cuyo libro, a pesar de todo, ha resultado muyfecundo, consista, no en emplear la categora "Pueblo Dios",sino en construirla en oposicin a la de Cuerpo de Cristo, dominado como estaba por el uso medieval de esta ltima. Por suparte, al reducir la idea de Iglesia en san Pablo al concepto depueblo de Dios y al hacer de "Cuerpo de Cristo" un simple atributo de esa Iglesia en cuanto que, siendo terrestre, est sin em

    bargo unida y msticamente identificada con el Cristo celeste,Mons. L. Cerfaux no ha dado todo su valor eclesiolgico a lanocin de Cuerpo de Cristo. San Pablo no se content con aadir el atributo "Cuerpo de Cristo" al concepto "Pueblo de Dios"tal como lo haba recibido del ju da is mo; antes bien, introdujola idea de Cuerpo de Cristo precisamente en el plano del concepto esencial que l empleaba para hablar de la Iglesia. Estoera necesario para dar cuenta de lo que el pueblo de Dios haba

    llegado a ser despus de la Encarnacin, Pascua y Pentecosts.Ese pueblo era verdaderamente Cuerpo de Cristo. Slo as posee su referencia cristolgica adecuada.

    YVES M.-J. CONGAR

    48 Christ and His Church. Suggestions and Comments, en L'glise

    et les glises. Mlanges Dom L. Beauduin, Chevetogne, 1954, t. II, pginas 159-170: "The continuous existence of the "Church" throughoutthe whole of the Biblical "Heilsgeschchte" should be conceived and in-terpreted in such a way as to include the unique "newness" of Christ,the Incarnate Lord. And the notion of the "People of God" is obviouslyinadequate for this purpose. or does it provide a sufficient iink withthe mistery of the Cross and Resurreccin..." (pg. 166).

    3

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    IMPLICACIONES PASTORALES DE LA DOCTRINA DELA C0LEG1ALIDAD DE LOS OBISPOS

    I. FUNDAMENTOS DOGMTICOS

    Antes de considerar las exigencias pastorales que encierra elconcepto de colegialidad de los obispos, juzgamos convenienterecordar, aunque de manera esquemtica, cul es exactamente elcontenido teolgico de esta palabra que desde el comienzo delas deliberaciones del actual Concilio sobre la Iglesia ha idosaliendo cada vez ms a primer plano. A este respecto se ha detener en cuenta que el carcter colegial del ministerio episcopalse basa principalmente en dos hechos histricos.

    I. La "Colegialidad" de los Apstoles

    El primero de estos hechos es el carcter colegial del misterio apostlico, que en un principio aparece como el ministerio;de los Doce, antes de que a raz de los acontecimientos de Pen

    tecosts viniera a convertirse en un autntico ministerio de misin,un "Apostolado" en sentido estricto. Hoy podemos decir, comoun resultado seguro de la exgesis, que de los dos conceptos, "losDoce" y "los Apstoles", el primero es ms antiguo que elsegundo el cual, como hemos dicho, se ha de considerar comoposterior a Pentecosts, y adems que en un principio estosdos conceptos no coincidan; es en la teologa lucana, relativa

    mente tarda, donde aparecen identificados por primera vez; demodo que entonces, a partir de las expresiones "los Doce" y

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    Pastoral y colegialidad de los obispos 35

    "los Apstoles", originariamente distintas aunque se interfirie

    ran en el contenido, surgi la ecuacin "los 12 Apstoles" quefij en adelante la concepcin histrica de la cristiandad 1. Estaafirmacin de la exgesis no se reduce a una pura curiosidad deanticuario, sino que hace posible un conocimiento ms profundode la tarea que el Seor encomend a aquellos hombres que Elllam para que fueran sus ms inmediatos seguidores. Nos descubre, en efecto, que el ministerio de estos hombres tena carc

    ter de signo y era de ndole comunitaria. Tras una historia llenade fracasos y frustradas esperanzas, Israel esperaba, al fin delos tiempos, la restauracin de las doce tribus con que haba comenzado y en las que se expresaba su plenitud csmica 2. Elhecho, por tanto, de que Jess llame a doce es una accin significativa esca tolgica : origin ari amente , la tarea de estos ho mbres no es en primer trmino hacer o realizar algo determinado,sino ser un signo anunciador de que "el fin de los tiempos" est

    muy cerca, de que Dios cumple su promesa y congrega al Israeldefinitivo. La eleccin del apstol Matas para completar el nmero de doce roto por la traicin de Judas hace ver que, inclusoen los primeros momentos despus de la resurreccin del Seor,el simbolismo escatolgico de los Doce segua siendo para la naciente Iglesia una parte fundamental en la misin de los quedeban pertenecer al crculo ms ntimo de los testigos de Jesu

    cristo. Na tu ra lm en te , ahora les inc umb e un a nueva ta rea: sertestigos de la resurreccin de Jess (Act 1, 22). En la vocacin de

    1 Vase el estudio de C. Klein, Die zwlf Afostel (1961), especialmente pgs. 202 s., donde se expone esta visin, slidamente fundada,sobre el tema de los Doce, que resulta aprovechable, aunque sin admitir las restantes especulaciones, demasiado especulativas para que puedanconvencer. En cuanto a la eleccin del grupo de los Doce por el Seor,

    puede consultarse todava con provecho K. H. Rengstorf, diraxoXoq,ThWNT I 424-438. Cfr. tambin el resumen que ofrece K. H. Schel-kle y H. Bacht en LThK I, pgs. 734-738.

    2 Cf. R. Schnackenburg, Die Kirche im Neuen Testament (1961)30; B. Rigaux, Die "Zwlf in Geschichte and Kerygma, en: Der hi-storische Jess und der kerygmatische Christus (Berln, 1960), pginas468-486; K. H. Rengstorf, ScSsxa, ThWNT II, pgs. 325 ss.

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    san Pablo encontramos ya slo esta segunda funcin, concretada

    ahora por el hecho de que Pablo se siente llamado a ser testigopara los gentiles; as, la primitiva simblica israelita de los Docese desvanece y comienza a formarse una nueva y ms ampliaconcepcin del ministerio 3.

    Pero volvamos de nuevo por unos instantes a la funcin primitiva determinada por el carcter de signo escatolgico del nmero Doce. El carcter de signo y la ndole comunitaria de esteprimer "ministerio" en el proceso de formacin de la Iglesia loconsiderbamos demostrado por el hecho de que el ministerioapareca unido al nmero y, por tanto, consista slo en la articulacin comunitaria de un grupo de llamados que nicamenteen la unidad con los otros posean sentido propio. Dicho esto,podemos precisar ms aadiendo otras dos nuevas afirmaciones:el sentido del simbolismo de los Doce es, como sealbamos, laanticipacin en signo del Israel escatolgico segn la tcnica de

    las acciones simblicas de los profetas que conocemos por elAntiguo Testamento 4. Pero en ese caso estos hombres no representan slo a los futuros obispos y encargados de ministerio;representan tambin, o mejor, en primer lugar al "pueblo nuevo" que se llamar "la Iglesia". Sin duda esto crea al especialistade teologa dogmtica algunas dificultades, ya que, en los cometidos que Jess seala a los Apstoles, no le ser fcil deter

    minar si con ello se dirige slo a los futuros encargados del ministerio, o si lo dicho se refiere a los Doce como representantesde todo el pueblo de los fieles. La interpretacin protestante veaqu fundamentalmente esto ltimo y lo considera como un importante apoyo a su doctrina del sacerdocio comn de todos losfieles. Pero de este modo no tiene en cuenta que ya en vida deJess formaban los Doce un grupo especial y as anunciaban cla-

    3 Sobre el concepto de apostolado en san Pablo, vase Rengstorf,ThWNT I, pgs. 438-444.

    4 Sobre el significado de las acciones simblicas en los profetas,Cf. G. Fohrer, Die symbolischen Handlungen der Propheten (1953);G. v. Rad. Theologie des Alten Testaments, II (1960), pgs. 108-111;K. H. Rengstorf, or([istov, ThWNT VII, pgs. 215 s.

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    ramente la situacin particular del ministerio. La interpretacincatlica, en cambio, puede caer fcilmente en el peligro contrario: olvidar que, en otro sentido, los Doce representan tambina toda la Iglesia y constituyen una unidad de ministerio y comunidad que debemos concebir como otra peculiaridad fundamental del nuevo ministerio creado por Cristo. Peculiaridad quese halla estrechamente relacionada con la ltima caracterstica deque nos vamos a ocupar: el carcter escatolgico de este mi

    nisterio.Resulta extraordinariamente difcil precisar en qu consiste

    este carcter escatolgico. En primer lugar viene a constituir sinduda una referencia al fin del antiguo aln de la opresin y elfracaso del pueblo de Israel y el anuncio de un nuevo y definitivopueblo de Dios. Que este cambio radical no se realizar bajo laforma del fin del mundo y restauracin del paraso, sino mediante

    la muerte y resurreccin de Jess y la extensin del mensaje deDios a los gentiles la apertura al conjunto de pueblos de latierra, no parece que pudiera deducirse sencillamente, eliminando toda duda, del mensaje del Jess terreno; en todo caso,incluso despus de Pascua, los mismos Doce no lo haban comprendido, como se nos narra en los Hechos de los Apstoles(1, 6). Slo bajo la accin del Espritu de Pentecosts lograronver la nueva realidad, un pueblo de Dios fundado no en la descendencia sino en la fe, no en el poder sino en el servicio, yaprendieron a descubrir en l la nueva realidad "escatolgica" dela llegada de los ltimos tiempos. Y no tenemos que aprendertambin nosotros a entender de nuevo esta nueva realidad? Estan ajena a las viejas y hondamente arraigadas concepciones delhombre! 5

    El hecho de que el Concilio, de acuerdo con la tradicineclesistica, designe a los Apstoles como un "Colegio" debemosconsiderarlo como una explicacin del carcter comunitario que,

    5 Cf. H. Schlier, Die Entscheidung fr die Heidenmission in derUrchristenheit, en: Die Zeit der Kirche (1958 2), pgs. 90-107; E. Pe-terson, Theologische Traktute (1951), pgs. 409-429. (Trad. espaola,Madrid, 1965).

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    38 j . Ratzinger

    segn hemos dicho, posea el primitivo ministerio de los Doce.

    Explicacin significa en este caso traduccin a una nueva manera

    de en te nd er lo : la situacin de Israel en ti empo de Cris to result

    pronto extraa a los fieles procedentes de la gentilidad. Mediante

    el concepto jurdico de colegio se intent expresar el aspecto co

    lectivo original del ministerio apostlico. El Concilio ha vuelto

    a esta lnea de pensamiento del ti emp o de los Pa dr es ; pero este

    pensamiento, para poder ser entendido rectamente, ha de ser

    considerado sobre el fondo de los orgenes bblicos, de cuya plenitud slo poda captar una parte.

    2. El carcter colegial del ministerio eclesistico en la antigua

    lolesia.

    Con esto venimos al segundo pilar de la doctrina de la cole-gialidad del ministerio episcopal. Constitua el primero repeti

    mos el carcter "colegial" del primitivo ministerio de los Doce

    Apsto les , que slo juntos son lo qu e deb en ser: anuncio del

    Israel de Dios escatolgico. Aqu se poda ahora continuar senci

    lla men te : el ministerio de los Apsto les es colegial; los obispos

    son los sucesores de los Apstoles, por tanto, se han de concebir

    tambin colegialmente, de manera que el colegio de los obisposviene a suceder al colegio de los Apstoles, y lo mismo que cada

    uno de los Apstoles tena una funcin propia slo en cuanto

    unido a los otros, que con l formaban la comunidad apostlica,

    as tambin cada obispo posee su ministerio slo en cuanto per

    tenece al colegio que representa la continuacin, tras la muerte

    de los Apstoles, del colegio apostlico. En realidad, este razo

    namiento viene a ser un resumen esquemtico de la doctrina de

    la colegialidad de los obispos 6. Pero por s solo no podra bastar

    para sostener dicha doctrina, pues en las realidades decisivas de

    6 Cf. la exposicin de K. Rahner en: Rahner-Ratzinger, Episko-pat und Primat (1961), pgs. 70-85, cuyas ideas he tomado y aplicadoa la teologa del Concilio en mi trabajo: Zw Theologie des Konzils,en "Catholica", 15 (1961), pgs. 292-304.

    i,

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    la Iglesia no se trata de razonamientos, sino de realidades histricas. Por eso, este razonamiento slo ser vlido si a la vezexplica el proceso histrico del desarrollo del ministerio eclesistico en la antigua Iglesia, y este proceso es precisamente el segundo pilar del concepto de colegialidad.

    Tambin aqu es suficiente un rpido esbozo. Mientras en elNuevo Testamento los ministerios eclesisticos aparecen estructura

    dos todava con escasa rigidez, en el umbral de la era postapostli-ca, con Ignacio de Antioqua (lo ms tarde el 117), encontramosya completamente desarrollada la configuracin ministerialque en adelante ser bsica dentro de la Iglesia catlica: elministerio se presenta en una triple divisin, obispo-presbtero-dicono, en la que presbiterado y diaconado se entienden "cole-gialmente", mientras el obispo encarna la unidad de la comuni

    dad : "Estad, por tanto, atentos a serviros de una Eucarista puesuna es la carne de nuestro Seor Jesucristo y uno el cliz paraunin con su sangre, uno el altar, como uno es el obispo juntocon los presbteros y los diconos, mis hermanos en el ministerio...", dice el obispo en su carta a los cristianos de Filadelfia 7.Para entender rectamente este estado de cosas es preciso no olvidar que con esta divisin tripartita del ministerio, que culminaen el obispo como en un vrtice unificador, se describe la estruc

    tura de las Iglesias locales. Esto tiene importancia en un doblesentido. Por una parte hace ver que para la cristiandad primitivael primer significado, y el que ms veces ocupa el primer plano,de la palabra "Ecclesia" es el de Iglesia local. En otras palabras:la realidad Iglesia aparece ante todo y sobre todo en las distintasIglesias locales que no son simples partes de un conjunto administrativo mayor, sino que cada una de ellas contiene toda la

    realidad "Iglesia". Las Iglesias locales no son centros administrativos de un gran organismo, sino clulas vivas, en cada una de lascuales se halla presente todo el misterio vital del nico cuerpo quees la Iglesia; y as cada una de ellas tiene derecho a llamarse

    7 4, I.

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    40 } . Ratzinger

    sencillamente "Ecclesia". En consecuencia podemos decir: la

    nica Iglesia de Dios que existe consta de Iglesias individuales,cada una de las cuales representa a la totalidad de la Iglesia. Estas Iglesias se caracterizan por la estructuracin vertical

    ObispoPresbiterio + Diconos

    Comunidad

    que se centraliza en el vrtice episcopal. Con esto podemos pasarahora al otro aspecto de la situacin: Las mltiples Iglesias individuales, en cada una de las cuales se realiza la nica Iglesiade Dios y que, sin embargo, todas juntas no son otra cosa que lanica Iglesia de Dios, se hallan unidas entre s en la horizontalque se expresa en la lnea

    Obispo Obispo Obispo;

    es decir, aunque la estructura descrita anteriormente de suyo esuna totalidad, no se basta a s misma sin ms, sino que comoestructura de la comunidad individual presenta un punto abierto : slo alcanza su plenitud si el obispo no est solo, sino quepor su parte vive en comunin con los dems obispos de las otrasIglesias de Dios.

    Resulta, pues, que de un lado la Iglesia individual es ciertamente una totalidad cerrada en s, que abarca todo ser de laIglesia de Dios; pero al mismo tiempo est abierta a todos loslados, mediante el vnculo de comunin y slo puede conservarsu condicin de Iglesia mediante esta apertura, esta incorporacin en la trama de comunin que es la Iglesia. Por tanto, ese

    todo cerrado e ntegro que es la Iglesia local no puede considerarse como algo aislado, pues slo en la apertura, en la unidad dela mutua intercomunicacin alcanza su pereccin total. Podamos decir tambin: en la antigedad cristiana, la unidad de laIglesia est determinada por dos elementos, lo "catlico" y loapostlico", viendo lo apostlico en el principio episcopal y lo

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    Pastoral y colegialidad de los obispos 41

    catlico en la comunin de todas las Iglesias entre s. Natural

    mente se manifiesta as tambin la ntima relacin entre amboselementos, pues el obispo slo es obispo porque se halla en co

    munin con los otros obispos; lo catlico es inconcebible sin lo

    apostlico, y viceversa.

    Para nuestro estudio tiene especial importancia una consi

    deracin que se deduce de lo di ch o: mientras la direccin de las

    Iglesias locales es monrquica aunque tambin sta incluye el

    colegio de los presbteros y la colaboracin de toda la comunidad, la unidad de la Iglesia universal se basa en los vnculos

    mutuos que unen a los obispos entre s y que constituyen la ver

    dadera esencia de la catolicidad. La Iglesia aparece as como la

    comunin del pan y de la palabra, del cuerpo y del logos de

    Jesucristo, de manera que la red de comuniones que forma la

    Iglesia tiene sus puntos fijos en los obispos y en la colectividad

    de los mismos.Con esto venimos a parar de nuevo a nuestro tema. Vemos,

    en efecto, que para la antigua Iglesia el ministerio episcopal est

    referido a la comunidad de los obispos y que cada obispo no pue

    de tener su condicin de obispo, sino en la comunin con los

    otros obispos de la Iglesia de Dios. Las discusiones del Concilio

    y el provechoso impulso que dieron a la reflexin sobre los datos

    de la tradicin han hecho que se reuniera una abundante seriede documentos 8 sobre esta cuestin que consideramos innecesa

    rio repetir aqu. Nos contentaremos con algunas referencias es

    quemticas. Al asumir su ministerio, cada obispo debe asegu

    rarse de la koinona con los dems obispos, pues sin ella no puede

    8 Vase la obra colectiva editada por Y. Congar-B. Dupuy, L'pis-copat et l'glise universelle (1962); Cf. tambin J. Colson, L'piscopat

    catholique. Collgialit et primaut dans les trois premiers sicles del'glise (1963); }. Hamer, L'glise est une communion (1962); W. deVries, Der Episcopat auf den Synoden vor Nic'da, en "Theol.-prakt.Quartalschrift", 1963, pgs. 263-277; G. Dejaifve, Les douze Apotreset leur unit dans la tradition catholique, en "Eph. thol. Lov.", 39(1963), pgs. 760-778. La "Colegialidad" fue tambin el tema de unsymposio teolgico celebrado en Constanza en Pentecosts de 1964,cuyas ponencias publicar Y. Congar en la coleccin Unam Sanctam.

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    42 J. Ratzinger

    ejercer su ministerio episcopal 9. Ya el hecho de que ha de ser

    consagrado al menos por tres obispos da a entender que es lacolectividad (de obispos) quien lo introduce en la colectividad 10.

    Pero hay algo qu e resulta sobre manera evi de nt e: en los obispos

    de la Iglesia antigua existe una conciencia viva de su responsa

    bilidad frente a la Iglesia entera, conciencia que da lugar a las

    distintas formas de preocupacin colectiva por la nica Iglesia

    que encontramos en ellos. "El llamado al ministerio episcopal no

    es llamado al dominio, sino al servicio en toda la Iglesia", diceOrgenes 11; y la historia de la Iglesia antigua constituye en

    gran parte una ilustracin de este principio. Las cartas de san

    Ignacio, de san Clemente de Roma, del santo obispo Dionisio de

    Corinto, de san Policarpo, son expresin de esta solicitud uni

    versal. Al mismo tiempo hay que recordar la costumbre, introdu

    cida muy pronto de los snodos episcopales en los que los asun

    tos de mayor importancia son tratados de manera "colegial"12

    .Desde el siglo ni aparece incluso expresamente la palabra

    colegium", con la que se designa no slo el conjunto de todos

    los obispos, sino tambin agrupaciones parciales dentro del epis

    copado 13; junto a ste encontramos, naturalmente, otros trmi-

    9 Puede encontrarse una documentacin abundante en la obra de

    J. Guyot, Das apostolische Amt (1961); asimismo en L. Hertiing, Com-munio und Primat-Kirche und Papsttum in der cbristlichen Anttke,en: "Una Sancta", 17 (1962), pgs. 91-125 (reedicin completada deeste importante trabajo aparecido por primera vez en 1943, en "Mise.Hist. Pont.").

    10 Cf. el desarrollo que de este punto ofrece B. Botte en J. Guyot,p. cit., pg. 81.

    11 In Isaiam. hora., 6, 1 GGS 8 (Baehrens), pgs. 269, 18 s. Cf.K. Baus, Handbuch der Kirchengeschichte, I (1962), pg. 391.

    12 A

    este respecto puede encontrarse amplia documentacin en eltrabajo de W. de Vries en "Theol.-prakt. Quartalschrift", 1963, pginas 263-277, citado ya en la nota 8; Cf. tambin K. Baus, Handbuchder Kirchengeschichte, I (1962), pgs. 397 s.

    13 Cf. Cipriano, Ep. 68, 3-4 CSEL III 2, pgs. 746 s.: Copiosumcorpus est sacerdotum concordiae mutuae glutino... copulatum, ut siqtus ex collegio nostro haeresim facer... temptaverit, subveniant cete-

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    Pastoral y colegialidad de los obispos 43

    nos como ordo, corpus, fraternitas 14. Esta falta de uniformidad en

    la terminologa es importante, pues demuestra que ninguna de

    las categoras suministradas por el derecho romano o por la filoso

    fa de la poca era suficiente para expresar de manera adecuada

    la realidad que se esconda en el carcter comunitario del minis

    terio episcopal. As fueron seleccionados diversos trminos que,

    acercndose a la realidad por distintos lados, en cierta manera sealaban el lugar donde haba de buscarse aqulla. Todo esto tiene

    tambin importancia en la actual discusin. Los aficionados a las

    definiciones precisas insisten en saber si el trmino "Collegium"

    se ha de entender en un sentido estrictamente jurdico o slo en

    un sentido moral, vago que no supone compromiso. Lo primero

    dicen es imposible, pues segn la definicin del Derecho ro

    mano un Collegium es una comunidad de personas de igual

    rango, y el Colegio de los obispos no es una comunidad de

    miembros iguales, pues dentro de l se encuentra el ministerio del

    sucesor de Pedro y con ste el primado de jurisdiccin del Papa.

    A esto hemos de responder que, naturalmente, no se trata aqu

    de un Collegium en el sentido del Derecho romano, pero s de

    algo ms que una alusin moral vaga a la concordia de los obis

    pos. Se trata de un estado de cosas que se ha de definir desde

    dentro de la Iglesia, que no puede deducirse de otros sistemaspreexistentes, sino que se ha de determinar a partir de la natu

    raleza de la misma Iglesia. De esta manera aparecer una

    concepcin nueva, espiritual de Collegium, segn la cual al minis-

    ri... El trmino aparece empleado regularmente en Optato de Mileve,Contra Parm., p. e. 1, 4, CSEL 26, pg. 5, y otros.

    En la edicin de las ponencias del symposio de Constanza, }. Lcu-yer, ofrecer una abundante coleccin de textos sacados de cartas delos papas del siglo v.

    14 La expresin "ordo episcoporum" aparece ya en Tertuliano, Adv.Marc. 4, 5, 2 CChr I, 551; Praescr. Haer. 32, 1 CChr I, 212; Cf. tambin De exhort. cast. 7, 2CChr II, 1024 (ordo sacerdotalis), 7, 5 ibid.(ordo et plebs), y otros. Sobre el concepto de "ordo", vase el interesante estudio de B. Botte, Presbyterium et ordo episcoporum, en: "Iremkon",29 (1956), pgs. 5-27. Podr encontrarse documentacin sobre "frater

    nitas" y "corpus" en la coleccin de textos de Lcuyer (Cf., nota 13).

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    terio episcopal pertenece la comunidad de servicio y responsabi

    lidad, y la Iglesia se basa esencialmente en la comunidad de esteservicio. Por tanto, el trmino Colegialidad no se ha de entenderen un sentido jurdico-profano; pero menos an debe quedar reducido a un simple clich retrico totalmente vaco. El trminoexpresa una estructura jurdica peculiar de la Iglesia que vive enla unidad de comunin de las Iglesias particulares y, por tanto,de la concorde pluralidad de los obispos que representan a estas

    Iglesias.La objecin que acabamos de citar que "Colegio" no sepuede entender en sentido jurdico y, por tanto, capaz de condicionar en concreto la esencia de la Iglesia, y a la que hemosintentado responder brevemente, tiene, sin embargo, una importancia positiva en cuanto pone de manifiesto los lmites internosde la palabra Colegio, que en realidad slo puede considerarsecomo una de las mltiples "descripciones" posibles, pero que por

    s sola no constituye una expresin adecuada de la realidad quese significa. As nos lo demuestra una simple mirada a la historiadel uso de esta palabra en el lenguaje de la Iglesia. Esta miradanos har ver tambin cmo el paso a la idea de colegialidad encierto sentido representa ya una prdida notable frente a unaespiritualidad originaria ms rica y amplia. Nos limitamos aqua unas breves alusiones. En los primeros siglos de la historia

    cristiana, los cristianos de todos los rdenes se llamaban mutuamente hermanos y hermanas, de acuerdo con las palabras delSeor: "No os hagis llamar rab, porque uno es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. No llamis tampoco a nadieen la tierra padre, pues uno es vuestro Padre, el celestial" (Mt23, 8 s.). Segn esto, las comunidades de las Iglesias locales sellamaban adelfotes comunidad de hermanos. En el siglo IIencontramos una importante reduccin en el empleo de estostrminos, cuyo exponente ms claro vienen a ser quiz las cartasde san Cipriano. Ciertamente sigue dirigindose a su grey con elsaludo "amados hermanos", pero en el dilogo individual slousa la palabra "he