Conquista de Mexico

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El juego de la estrategia en la conquista de México JUAN BATISTA GowzÁi~z Instituto Español de Estudios Estratégicos (CESEDEN) La empresa conquistadora de Hernán Cortés fue, hasta la calda de Tenochtitlan, un hecho fundamentalmente bélico, cuya atención> desde un punto de vista técnico, aún no ha sido aco- metida. El pasado europeo del personaje> su tiempo indiano de conocimiento del medio> el mismo carácter del marqués del Valle, están presentes a lo largo de la fase épica de su aventura americana. El estudio de los aspectos castrenses que la compo- nen contribuye a vertebrar el conjunto de datos sobre ella exis- tente> y ayuda, desde luego, a su cabal comprensión, que abarca a los modos de actuar de cuantos en aquélla se vieron implica- dos. Hubo en el México del tránsito cortesiano dos estrategias frente a frente: una de ellas respaldaba al continuismo políti- co; la otra, a la revolución. Del choque de ambas surgió, de acuerdo con el juicio científicamente apasionado de Carlos Pe- reyra —«la Independencia nació con la Conquista» ‘—, el pri- mer estado moderno del continente americano. 1 Carlos Pereyra, Hernán Cortés> Editorial Porrúa, 5. A., México, 1976, página 192. Quinto Centenario 9. Universidad Complutense de Madrid, 1983

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El juego de la estrategia en la conquistade México

JUAN BATISTA GowzÁi~zInstituto Español de Estudios Estratégicos

(CESEDEN)

¡ La empresaconquistadorade Hernán Cortés fue, hasta lacalda de Tenochtitlan,un hecho fundamentalmentebélico, cuya

¡¡ atención>desdeun punto de vista técnico, aún no ha sido aco-metida. El pasadoeuropeodel personaje>su tiempo indiano deconocimiento del medio> el mismo carácter del marqués delValle, estánpresentesa lo largo de la fase épica de su aventura

• americana.El estudiode los aspectoscastrensesque la compo-nencontribuyea vertebrarel conjunto de datos sobreella exis-tente>y ayuda,desdeluego, a su cabal comprensión,queabarcaa los modos de actuarde cuantosen aquéllase vieron implica-dos. Hubo en el México del tránsito cortesianodos estrategiasfrente a frente: una de ellas respaldabaal continuismo políti-co; la otra, a la revolución. Del choquede ambas surgió, deacuerdocon el juicio científicamenteapasionadode Carlos Pe-

• reyra —«la Independencianació con la Conquista»‘—, el pri-mer estadomodernodel continenteamericano.

1 Carlos Pereyra,Hernán Cortés> Editorial Porrúa, 5. A., México, 1976,página192.

Quinto Centenario 9. UniversidadComplutensede Madrid, 1983

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1. Ei. DISEÑO DE UN EJE ESmATÉGIcO

1.1. Un reto entre dos debilidades

La gran decisiónde Hernán Cortés,y por lo tanto la defi-nición de su éstrategiaoperativa>se hizo pública trasel avecin-damientode su compañíaen Veracruz.Esta«continentalización»de una campañatangencial, que estabasujetahastaentoncesala autoridad de Diego Velázquez,pasabaforzosamentepor unaoperación de desvinculamiento que era preciso revestir de lega-lidad a fin de lograr lá cooperaciónde los ortodoxos y de losmenos esforzados.

Leguas atrás, en Tabasco, tras la batalla «a lo Garellano»planteaday ganadapor Cortés,éstehablaya esbozadocuál erasu intención definitiva, confirmando las proclamas sobre con-quista y poblamiento efectuadasdurante su periplo cubano,cuando reclutaba hombres para su empresay esquivabalosnegativos requerimientosdel gobernador.La mayor parte desu tropa quería llegar al desenlacede Veracruz,para desdeallílanzarsea la explotaciónde iniciales y periféricasvictorias.

Así pues> nombradosMontejo y Puertocarreroalcaldes dela ciudad recién fundaday constituido el cabildo de la misma>trasun protocolo fundacionaltípicamentecastellano,quedóCor-tés, por decisiónde sus propios soldados—lo testifica BernalDiaz, que fue uno de ellos—, reconocidocomo capitán generalde • la campañaconquistadora,que a partir del 26 de julio de1519 —fecha en que Puertocarreroy Montejo, designadospro-curadores>partieron hacia Españaen demandadel favor realpara la iniciativa cortesiana—quedabaplenamente definidacomo aventurasin retorno> formalizada por la determinación,comúnmenteadoptada—lo aseguraBernal Díaz—, «dedar contodos los navíosal través»2 Con ella quedabanconjuradaslasintrigas de filiación velazquistaque habían aflorado en el senode la huesteespañola,la cual, para sobrevivir, no tenía a par-tir de entoncesmás caminoque el de la audacia.En su segun-da Carta de Relación explicó Cortésal emperadorla situaciónprecedente a tal decisión, y la que de ésta se deducía: «. -. y

2 Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de laNuevaEspaña> Editorial Historia-16,Madrid, 1984, colección«CrónicasdeAmérica», tomo A, p. 215.

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porque demás de los que, por ser amigosy criados de DiegoVelázquez, tenían voluntad de salir de la tierra, había otros

¡ que por verla tan grandey de tanta gente> y ver los pocoses-pañoles que éramos, estabandel mismo propósito; creyendoque, si allí los navíos dejase>se me alzarían con ellos, y yén-dose todos los que de esta voluntad estabanyo quedaríacasisolo, tuve maneracómo> so color que los dichos navíosno es-taban para navegar, los eché a la costa; por donde todos per-dieron las esperanzasde salir de la tierra, y yo hice mi caminomás seguro;y sin sospechaque, vueltas las espaldas,no habíade faltarme la gentequeyo en la villa había de dejar»~.

El factorhumanoy el factor ambienteson, en la transcritareflexión, perfectamenteanalizadospor el conquistador,que esplenamenteconscientede su debilidad. En efecto, como ha es-crito Mario HernándezSánchez-Barba,«en aquellos momentos,la situación del puñado de españolesno podía ser más preca-na: en una playa tórrida, al pie de una cordillera que elevabasus cumbres hasta una altura de más de dos mil quinientosmetros, desconociendototalmenteel país> y frente a una civi-lización cuya pujanzaacababade revelarsecomo inmensa;paraterminar de componertan sombrío cuadro se carecía de basede apoyo> pues desde Cuba, más que esperar,debían temer laacción vindicativa de Velázquez...»

Más> en el opuestofrente, la posición del tlacatecuhtliazteca¿erade auténticafortaleza?Tenochtitlán,su residencia,era unaciudad que propendíaa la defensiva estática: rodeadapor elfoso de la laguna> edificada sobre un peñón y unida a tierrafirme por calzadascuya interrupciónestabaprevista> tofo enella hacia frente a un hipotético asedio.El militarismo religio-so como solución a un déficit de terreno cultivable era lo quehablaconvenidoa la comunidadmexícaen una potenciaexpan-siva. Mas su situación con respectoa las poblacionesde su en-torno tan sólo se basabaen la hegemoníao predominio: «ElEstadot~imperialt> azteca,si bien es dominador,no es esencial-menteadministrador.En su mecánicapredominamás la tribu-tación de productosy hombresque la unificación administrati-

3 Hernán Cortés,Cartas de Relación, Editorial Sarpe,<Biblioteca de laHistoria», Madrid, 1985, jx 41.

4 Mario HernándezSánchez-Barba,Historia de América, Editorial Al-hambra,Madrid, 1980, tomo II, p. 66.

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va»~. La imposición brutal de su dios bélico —Huitzilopochtli—a sus vecinosobligabaa éstosaaceptarunaopresiónque> comotal, era por ellos indeseada.Más que en ningún otro espacioultramarino se daba en el mesoamericanola circunstanciaob-senadapor Konetzke: «La guerra constituía la ocupaciónfun-damentalde muchastribus aborígenes,y los conflictos se diri-mían de la maneramás cruel (..). Los grandesimperios de laAmérica primitiva se fundaron a partir de conquistasguerre-ras y mantuvieronsu cohesión por medio del poder brutal»6En el aztecano había tal cohesión> pese a la aplicación paraobtenerlade un poder de tan negativascaracterísticas.

La realidad ambiental mesoamericanaocultaba pues, bajouna aparentecalma> una intensatempestad.Expresadaéstaconla actual terminología revolucionaria,podría decirse que «exis-tía una agudizaciónpor encima de lo normal> del sufrimientoy necesidadesde las clasesoprimidas» ‘, sujetasal yugo de la¿lite militar azteca.La significaci¿n sagradaque dieron los in-dios a la apariciónde Cortésen su territorio les indujo a creeren la inevitabilidad del cambio político. Como el conquistadorespañol,haciendogala de un fino instinto estratégico,supo im-pulsar hacia la acción insurreccionalel generalizadodesconten-to, la situación revolucionariaquedó netamentedefinida en elámbito mexicano: Montezuma(permítasemeaplicar al caudillode los aztecasel nombrecastellanizadoque Bernal Díaz utili-zara)hubo de ponerseal frente de la reacción; Cortés, por suparte> capitaneóla revolución.La debilidad de éste era funda-mentalmentecuantitativa, mientras que la de aquél era cuali-tativa, provocadasobretodo por una¿tica y una espiritualidadque quedaríanpor debajo de las que conformabanla conductade los españoles.

1.2. El forcejeo entre estrategiassemejantes

En el tiempo histórico en que se produjo la llegadade Cor-tés al escenariomexicano, éste se veía torturado por armadas

5 Mario HernándezSánchez-Barba,op. cit., tomo 1, p. 97.6 Richard Konetake,Historia de América Latina, Editorial Siglo XXI,

Madrid, 1976, tomo II, p. 4.Juan Bautista>La antítesisde la paz, Editorial San Martín, Madrid>

1981, p. 195.

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desavenenciasde significación y efectos políticos: sublevaciónde los meridionalesmixtecas cuya reducción abrió a los mexi-cas el caminohacia la dominación de los espaciosguatemalte-

• cos; guerracontraTlaxcala, quesiguió manteniendosu indepen-denciafrente al poder azteca,pesea estarpor él «embolsada>y privada de «algunos elementosfundamentalespara la vidaindígena,como eran el algodón> el cacaoy la sal»8; extinción,por último> de la alianzacon Texcoco,lo que introducíaun fac-tor de tensiónen el ámbito lacustre sobre el que Tenochtitlanejercía su señorío.

¡ De estasconfrontacionesrecibió noticia Cortés,a través desus eficaces intérpretes Jerónimo de Aguilar y doña Marina.

¡ A ellas se unieron las quejascontra los mexicas de los pacífi-cos cempoalenses.Todasestasreferenciasle permitieron hacer-

• se una idea del clima social imperante,y orientaron acertada-¡ mentesu primeraactitud estratégica: liberó a los pueblos,que

bajo protecciónespañolase pusieron, <leí tributo que les exi-gían los aztecas,no perdiendola ocasiónde despedircon enér-

¡ gica cortesíaa los recaucadoresquepor aquelloscontornosme-rodeaban.Amplió así, desde Veracruz, la exténsión del territo-no emancipadodel dominio tenochca,lo que causó desconoci-da inquietuden la capital de la laguna.

Escogió Cortés el modelo estratégicoque más le convenía:el de «presiónindirecta»o subversión,que en opinión de Mi-

¡ guel Alonso Baquer, empleauna potencia cuando <no dispone(o no está en condicionesde emplearlos)de medios potentes;carece de libertad de acción parala fuerza,pero puedeestimu-lar conflictos que, a largo plazo, resulteninsoportablespara el

¡ sistemapolítico así agredido»~. Ese era, evidentemente>el casode la huesteespañola:teníasobreel potencial enemigolas ven-tajas corolariasde una técnica avanzada(espadasde acero,ar-

¡ mas de fuego> utilización de animalesen la guerra)y de unosprocedimientostácticos depurados.Mas su número era exiguo

• para afrontar francamentela conquistade lo que se mostraba¡ como un estadoposeedorde una consolidadaorganización.

Esta parquedadde efectivos humanosconstituyó una obse-• sión para el caudillo español,transmitida a sus soldados:todos

Mario HernándezSánchez-Barba,op. cit, tomo 1, p. 87.• 9 Miguel Alonso BaQuer,Leccionesde historia militar, Escuelade Es-

tado Mayor, Madrid, 1980. p. 113.

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sabíanque por debajo de determinadonivel numérico> la em-presasería imposible. A lo largo de toda la campañase demos-tró que la fidelidad de los indios comprometidosen el pactocon Cortésno superóciertas pruebas,alguna de ellas sobreve-nida en las mismasvísperasde la definitiva caída de Tenoch-titían. Con gran sentido estratégico,en el que sin duda influ-yeron los consejosde las «lenguas»Jerónimo de Aguilar y doñaMarina, buenosconocedoresdel factor humanoindígena,Cortésrechazóel apoyo armadode las poblacionesque se le aliaron,aceptandosólo ayudasde orden logístico: subsistencias,y por-teadoresque aliviaron a los españolescombatientes—a quie-nes se les habían incorporado constituyendo valioso refuerzolas tripulacionesde los inutilizados barcos— de los esfuerzosque exigíanel arrastrede las piezasde artillería y el transpor-te de los bastimentos.

No se comportó Hernán Cortés quijotescamente,ni tampo-co llevó a cabola cruel conquistaquealgunos,aviesamente>de-finen y condenan.Tenía demasiadosentidoprácticopara lo pri-mero,y carecíademaldady mediosparalo segundo.Conipaginóel viejo estilo democráticocastellano,su formación jurídica sal-mantina y su innata capacidaddirectora, para, dentro de unesquemadominado por la lógica, diseñarel orden estratégicoadecuado.Mandó «muy de hecho»‘~, como afirma Bernal Díaz,quien añadesin ocultar el entusiasmoque le inspira su capi-tán: «Todos pusiéramosla vida por Cortés»~

Ante los indios siempre prefirió —ayudado por sus eficacesintérpretes— la negociación conducentea la transferencia desoberanía—figura jurídica en la que años más tarde fijará suatención, positivamente, Francisco de Vitoria—. Cuando huboque hacer ostentaciónde fuerza, porque era conocedorde sucuantitativa debilidad, recurrió al alarde o a la treta (comocuandoindujo a creera los caciquesde. Tabascoqueel ansiosorelincho de un caballo en celo era grito de furia contra ellos),batallando tan sólo si el enfrentamientoresultaba inevitable.En esteúltimo caso>tras la dolorosaexperienciabélica quepre-cedió a la sumisión de Tlaxcala (la lucha contra los tíaxcaltecasprodujo una transitoria desmoralizaciónentre los españoles,que

10 Bernal Dfaz del Castillo, op. cit, tomo A, p. 128.It Bernal Díaz del Castillo, op. cit, tomo A, p. 125.

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empezarona contar irrellenables huecos en sus filas)> se diocuentade queante la inminenciade un choque,la conservaciónde la iniciativa seria su mejor recurso operativo. La llamada«matanzade Cholulla» fue la consecuenciainsoslayablementecruentade esta acertadaapreciación.El castigo que cayó sobrela ciudad santa de la confederaciónniexica «aumentó—segúnobservaciónde CarlosPereyra—el prestigiode los teúlescaste-llanos. Desde ese día, el Anahuac,vencido por el espanto,que-dé a las plantas del conquistador»12

En el desastrecholulteca culminó la <presión indirecta» o«estrategiade la subversión»~ cortesiana:hastaaquel momen-to, el grupo de españolesha sido más una partida guen-illeraque una unidad militar. Ha logrado materializaruna retaguar-dia mediantela implantaciónde una «zona liberada»,en la quese han revuelto las estructuraspolíticas tradicionales;sus pro-cedimientostácticos resueltosen la violenta y sorpresivaapli-cación de la fuerzason típicos del combateirregular; funcionaperfectamenteel servicio de información basadoen las <velas>rondas,espíasy corredoresde campo»,a los que reiteradamen-te se refiere Bernal Diaz, y en los hábiles interrogatorioslleva-dos a cabopor los eficacesintérpretes;la magnanimidadcon elvencido es: por último, arma moral de excelentesresultados,que cubre las espaldasde la hueste audaz>la cual, olvidandopoco a poco iniciales cautelas>se lanza, hacia Tenochtitlanenpolítica explotaciónde los éxitos alcanzados

Curiosamente,Montezumatrató de comportarse« subversi-vamente»frente a Cortés, tratando de prolongaren aquellaco-yuntura la prácticade los señoresaztecas,según la cual buenaparte de su hegemoníasobre los pueblos del Anahuac se basa-ba en el fomento de las rivalidadesentreellos. El tlacatecuhtli,no obstante>en esta ocasión estuvo dominado por una dudainicial —la divinidad o no divinidad de los blancosrecién lle-gados—que le hizo perder la iniciativa. De maneraque Cortéspudo contar en los comienzosde su aventuracon « la inseguri-dad y división reinantesen el país que se intentabavencer ysometer>,segúnseñalaPaul Herrmann14, promoviendoalianzas

¡2 Carlos Pereyra,op. cii., p. 87.‘3 Migyael Alonso Baquer,op. cii., p. 113.14 Paul Herrmann>Historia de los descubrimientosgeográficos,Edito-

rial Labor, 5. A., Barcelona,1967, tomo 2, p. 177.

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y pacesentre los indígenasliberados del poder mexica, comorecuerdaBernal Díaz aludiendo a la concordia más difícil deestablecerenel mundomesoamericano:«Y demásde esto,Cor-tés los hizo amigos(a los de Tlaxcala)con los de Cholula, quea lo quedespuésvi e entendí,jamásquebraronlas amistades»~.

La pérdida de tiempo de Montezumase transformó en pérdidade espaciodecisivaparael resultadofinal de la guerra,una vezque ésta quedó formalizada.

1.3. La ruta hacia la pérdida de la iniciativa

Tras el triunfo sobre los cholultecas,llegó ante los españo-les la definitiva embajadadel jefe mexica, que les invitaba avisitar Tenochtitlan.Las anterioresvacilacionesdel tacatecuhtjiquedabananuladaspor esta última decisión.Y aquellaspruden-tes palabras de Cortés —«Mirad compañeros>que somos po-cos.. . » “— antesde establecercontactocon los tíaxcaltecasdie-ron pasoa un irreprimible optimismo compartidopor todos loscomponentesde la huestehispana.El explica, en cierto modo>el esfuerzo gratuito de Diego de Ordás, ascendiendoal cráterdel Popocatepeltentreel asombrode un grupo de indios acom-pañantesque no se atrevierona culminar aquella primera ges-ta vertical americana.

Sin duda, estashumanisimasmanifestacionesde carenciadecautelaeran las que quería fomentar Montezumaentre los es-pañoles: invitándolesa un avancerápido sobrela capital azte-ca, les obligabaa no consolidar posición alguna más allá deCholula. Trataron sus aliados indígenasde disuadir al capitángeneral, quien sabedordel riesgo que asumía>pese a lanzarsea una marcha aparentementetemeraria,aceptóalgunos de losconsejosque aquéllosle dieron para culminaría felizmente. Es-cribirá a Carlos 1 que los embajadoresde Montezuma«me que-rían encaminarpor cierto camino dondeellos • debían tener al-gún conciertoparanos ofender>según despuéspareció, porquelo vieron muchos españolesque yo enviabadespuéspor la tie-rra. E había en aquel caminotantaspuentese pasosmalos,que

15 Bernal Díaz del Castillo, op. dt> tomo A, p. 294.It Bernal Díaz del Castillo> op. cit, tomo A, p. 172.

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yendo por él, muy a su salvo pudieran ejecutar su propósito.Mas como Dios haya tenido siempreciudado de encaminarlasrealescosasde vuestrasacramajestaddesde su niñez e comoyo y los de mi compañíaíbamosen su real servicio, nos mos-tró otro camino> aunquealgo agro> no tan peligrosocomo aquelpor dondenos quedanllevar» 17 Bernal Diaz, por su parte, sincriticar la decisión cortesianade progresarhasta México, conla que estuvode acuerdo~ nos transcribe las recoméndacionesque a Cortéshicieron los tíaxcaltecas,inveteradosenemigosdelos mexicas: «quemirase lo quehacía> e se guardasede entraren tan grandeciudad> dondehabíatantasfuerzasy tanta mu]-titud de guerreros; porque un día u otro nos darían guerra, e

• temíanque no podríamos salir con las vidas; e por la buenavoluntadquenos tienen, queellos quierenenviar diez mil hom-bres con capitanesesforzados,que vayan con nosotroscon bas-timentospara el camino»’9.

Los hombresde Tlaxcala sabíanque la resolución de la si-tuación que en la liga mexicahabía creado la aparición de losespañoles,pasabaforzosamentepor la guerratotal. Aunque ca-recemosde documentosque reflejen sospechascortesianascoin-cidentescon los augurios tíaxcaltecas(las «Cartas» de Cortés

¡ no hacen,al referir la determinaciónde marcharsobreTenoch-titían, alusióna tales hipótesis>ni tampocoa la «VerdaderaHis-toria» de Bernal Diaz, en la que éste se limita a exponer,comohemosvisto, los temoresde los indios sometidos),hay que su-poner quea la despiertamentedel conquistadorno se le esca-pabacontar con la posibilidad del conflicto absoluto.

Soy del parecerde que ésta fue plenamenteaceptadaporCortés;mas también opino que trató —-y logró, de forma dra-mática>por cierto— de aplazarla,para quese produjeradentrode un mareo legal que justificase la guerrapor parte española.Tal justificación quedó definida a partir de la transferenciadesoberaníaquehizo Montezumaen favor del rey de España.(Así,cuandoCortésmaterializael cerco de México, no está conquis-tando la ciudad, sino «reconquistándola’>.)

El tránsito de la estrategiaoperativahastaentoncesdesarro-llada por el genio cortesianohacia la estrategiapolítica que

17 Hernán Cortés,op. <‘it., p. 53.1~ Bernal Dfaz del Castillo, op. <‘it., torno A, p. 277.19 Bernal Díaz del Castillo, op. <‘it, tomo A> p. 302.

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desembocaseen el otorgamientode Montezuma como súbditode Carlos 1, habla de hacersea través de la asunción de unalto grado de riesgo> en el que necesariamenteiba a quedarcomprometido el ejercicio de la iniciativa que tan excelentesresultadoshabla dado hasta entoncesa los españoles.Recor-dando aquella aceptacióndel peligro inmediato> escribirá Ber-nal Diaz: «¿Quéhombresha habidoen el universoquetal atre-vimiento tuviesen?»

Quijotescapareceen el relato de este último la renunciaporparte de Cortés a la ayuda militar de los tíaxcaltecas: «.. lesagradeciómucho su buenavoluntad,y les dijo que no era jus-to entraren México con tantacopia de guerreros,especialmentesiendotan contrarioslos unos a los otros; quesolamentehablamenestermil hombres para llevar los tepuzquese fardajes epara adobaralgunos caminos»~. Bernal Díaz es un relator li-neal, que no explica esta determinación de su capitán. Mas,dándose la dircunstanciade • que en no pocas• ocasioneshacecrítica de algunasde las decisionesde éste,llama la atenciónel hecho de que al recordartal momento,no lo relacioneconulteriores penalidades>y no haga censurade aquélla. Lo quequiere decir quehubo acuerdoen la huestehispanaen.ejercera partir de Cholula una función diplomática,mediantela cual,de forma pacífica,se implantaseel poder españolsobrelos pue-blos del Anahuac.

Sin bajar la guardia —seguíanlas «velas» y los «corredo-res» y «los «espias»—>Cortésse proyectaen rápido avanceha-cia Tenochtitlan. Hasta Cholula ha definido un eje estratégicoquese origina en la seguraposición de Veracruz. El último tra-mo de dicho eje (ver figura 1) fue recorrido con premura, ydadoquepor la ruta máspracticableestabapreparadauna ce-lada contra los españoles,hubieron éstos de escogerel caminomás agreste,que les apartabade Chalco,la población en la quelógicamentedebíaterminar la marchainiciada en la costacem-poalense.

A travésdel apéndicesur del ámbito acuáticomexicano,Cor-tés y sus hombresalcanzanlztapalapan,poblado del que arran-

>3 Bernal Díaz del Castillo, op. cit., tomo A, p. 313.21 Bernal Díaz del Castillo, op. <‘it., tomo A, p. 302. Los indios, aclara

Bernal, llamaban ctepusque»a los tiros de artillería que llevaban los es-pañoles.

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ca una de las calzadasque conducen a Tenochtitlan.RecuerdaBernal Díaz: «... nosotrosaún no llegábamosa cuatrocientoscincuentasoldados>y teníamosmuy bien en la memoria las plá-ticas e avisos que nos dieron los de Guaxocingoe Tlaxcala yTamanalco,y con otros muchos consejosque nos habíandadopara que nos guardásemosde entrar en México, que nos ha-

n• bian de matar cuandodentro nos tuviesen» -

Si tales pensamientosocupabanla mentede aquel modestosoldado> está claro que también el máximo responsablede laempresa,en ese histórico 8 de noviembre de 1519, fecha de suentradaen la capital mexica,pensabaen el peligro quea partirde entoncesse cerníasobre él y sus seguidores.Tales medita-ciones son imaginadaspor Paul Herrmann, creo que con bas-tante exactitud: «Cortés ha adivinado lo que proyectaMocte-zuma: quiere atraer a los extranjerosa su capital, presentárse-les, a] principio amistosay pacíficamentey despuésatacarlospor sorpresa(...). Cortéssabe también que en una ciudad la-custre aquello puede ser peligrosísimoy crear una situacióncrítica> y que acometeuna empresatemerariaal entrarsiguien-do por los diques en la capital azteca.Pero la retirada no esya posible(..3. Si se volviese>no duraría ni una jornada.Habíauna sola posibilidad> una solaconsigna: ¡adelante!»~.

Tanto desde el punto de vista operativo como desde el po-lítico —es decir, hay conjugaciónde estrategias—era conve-niente aceptarel reto. Por eso, cuandoaparecefísicamenteenescenael tlacatecuhtli Montezuma,se puededar por termina-da la presentaciónde los personajesde un drama cuyos prota-gonistasprincipales>a partir de entonces,van a verse envueltospor unosacontecimientosnormalmenteimprevisibles.Del modode afrontarlos dependeráel desenlace,y éste será favorable aCortés,máspreparadointelectualmentequesus oponentes.DiceCarlos Pereyra,en su análisis de aquel momentohistórico, queirremediablemente«Europa teníaque adueñarsede América»

y que Cortés fue un instrumento, de excelentecalidad moralpor cierto —«desdePrescott y Helps, norteamericanoel uno>inglés el otro> ha venido manifestándosela reacción contra los

fl Bernal Diaz del Castillo, op. dr, tomo A, PP. 312-313.23 Paul Herrmann, op. <‘it, torno 2, p. 184.~ Carlos Pereyra,op. <‘it., p. 186.

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que velan en Cortés un monstruo de crueldad»‘3~ de ese de-signio inexorable.

2. LA x?¿vrn~sIdN DE LA CAPACIDAD OFENSIVA

2.1- Defensivadual en Tenochtitlan

Las más directasdescripcionesde la personalidadde Monte-zuma procedende las plumas de Cortésy Bernal Diaz, quienesdentro de una gran concordancianarrativa aluden a los zigza-gueosde la conductadel tlacatecuhtli.De ésta,pocasreferenciashay anterioresa los hechosque comenzaronen Veracruz. Paradesempeñarese máximo cargo militar fue elegido Montezuma«entre dieciséis candidatos»>según observa Mario HernándezSánchez-Barba,quien añadeque «las razonesde la elección deMontezumapara la supremamagistraturadebieron radicar endos circunstancias:sus grandeshazañasmilitares, que le habíanconvertido en uno de los más grandesguerrerosde la épocadelas grandesconquistasde su tío Ahuitzotl, y en segundolugar,su acendradoespíritu religioso, que ya le había elevado a lacategoríade Sumo Sacerdote»~. De estasreseñasse colige queMontezumaposeíaun carácterequilibradoy> dentro del mundoen que vivía, un buen equipamientointelectual.

Teniendoen cuentatales referencias resultanchocanteslascontinuasvacilacionesdel caudillo aztecaa partir del momentoen que desembarcaCortés en tierra mexicana> de las que handado cuenta,unánimemente>cronistase historiadores.Pero nohubo en realidad inflexión alguna en el modo de conducirsepor partede Montezuma.Este,como todos los ilustradosde sureino, era un estudiosode los signos celestialesy un conocedorprofundo y respetuosode las tradicionesmexicanas.Y quiso lacasualidadque los españolesarribasena aquellas costasen undía muy señaladopor los oráculos ultramarinos:el establecidopor el dios blanco> Quetzalcoatl,para regresary posesionarsede sus dominios. Inopinadamente,Cortésy sus soldadoss¿vie-ronprotegidosporlaexpectaciónreligiosaquesullegadaprovocó.

A partir de ella, Montezumatrató de maniobrar contra la

~ Carlos Pereyra,op. <‘it., p. 186.~ Mario HernándezSánchez-Barba,op. cit., torno 1, p. 95.

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presuntaembajadadivina> y aunquefracaséen su empeñoporimpedir que éstaalcanzaseTenochtitlan,hay quereconocerqueobró inteligentemente:en el orden político> sus negativasa re-cibir a Cortéssiemprefueron melifluas, orientadasa la blandadisuasiónen pos de un aplazamientode los designiosde la his-toria sagradaazteca;en eí orden estratégico,intentó prolongarsu influencia sobre los sojuzgados>mediante la presión intimidatoria (como ocurrió en Cempoal,por medio de los recauda-dores)y la actividad propagandísticaque probablementeaniméa chontalesy a otomíes,segúnexponeBernal Díaz, a iniciar elconflicto de Tlaxcala”. En favorecer la división para seguirmanteniéndosesobreella, Montezumaseesforzó,realizandounapruebacontra los españolescuandollegó la expediciónde Nar-váez; en el orden operativo,sin atreversefrancamentea presen-tar batalla decisiva,«dejó hacer»a sus generalesadoradoresdeHuitzilopochtli, enemigo de Quetzalcoatl,procurandoquedarsefuera de las decisionesadoptadaspor éstos.Con tales actitudes,ejercidas a través de terceros,cuya participación en ellas erasiempresolemnementenegadapor el tlacatecuhtli,se dinamiza-ba la hostilidad de éste hacia los conquistadoressin que esaconductase pudieseprobar fehacientemente.

Cortésy sus capitanes,y la huestetoda,segúnse deducedela crónica de Bernal Díaz, teníanpleno conocimientode que lasestratagemasy obstáculosque hubieron de sorteara lo largode su progresión hacia la capital lacustre estabanurdidos porel soberanode ésta. Pese a tal certeza,que evidentementepo-dría excitar rencores,ocurrió que Montezuma,cuando estable-cié contactopersonalcon los españoles,se ganó el admirativoafecto de éstos (coinciden en tal estimaciónCortés y BernalDiaz), lo que es índice de gran capacidadpara las relacioneshumanas>propia de espírituscultivados.

Así era el temido señor de los mexicas.Sin duda, por enci-ma de todas las característicasde su personalidadse situabael respetoa las tradicionesde su estirpe.De modo que cuandolos españolesentraronen Tenochtitlan,Montezumadecretéunatregua en la confrontación de las estrategias:«Muchos días haque por nuestrasescrituras tenemosde nuestrosantepasadosnoticias queni yo ni todos los queen estatierra habitamosno

27 Bernal Díaz del Castillo, op. <‘it, torno A, p. 255.

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somosnaturalesdella> sino extranjerosy venidosa ella de par-tes muy extrañas;e tenemosasimismoquea estaspartes trajonuestrageneraciónun señor,cuyos vasallostodos eran,el cualse volvió a su naturalezay despuéstorné a venir dendemuchotiempo; y tanto> que ya estabancansadoslos que habían que-dado con las mujeres naturalesde la tierra> y tenían muchageneracióny fechos pueblos dondevivían; e queriéndoloslle-var consigo,no quisieronir, ni menosrecibirle por señor;y asíse volvió. E siemprehemostenido que los quedél descendiesenhabíande venir a sojuzgaresta tierra y a nosotros,como asusvasallos. E segúnde la parteque vos decís que venís,que es ado sale el sol, y las cosasquedecís destegran señoro rey queacáos envié, creemosy tenemospor cierto el sernuestroseñornatural»~.

• Por su parte, Cortés>en el momentoen que con su compa-ñía cruzó la laguna para aposentarseen Tenochtitlan, sin pro-clamarlo, y tal vez sin proponérselo,renunciabaa la estrategiaoperativaque le habíaconducidoa su objetivo jurídico. La zonaliberada de la que precariamentedisponía, estaba respaldadapor las formalidadeslegalescastellanas,que precisabaimponersobreel centro decisorio de la organizaciónpolítica en la quehabía irrumpido. Tal era, para el Cortés-jurista,necesariacon-dición que podría justificar una eventual guerra de conquista.

Con la hispanapresenciaen México, las debilidadescomple-mentadasde Montezumay Cortés se acentúan:sabeel prime-ro, pues conoce la historia de su pueblo, que el tlacatecuhtliTizoc murió envenenado,como consecuenciadel descontentoque en aquél generé su sistema de gobierno3; y se da cuentatambién de quesus súbditosaceptande mal grado la situaciónque acabade crearse.Puedesu autoridadverse discutida>y ental caso, cualquier desenlacees posible. También la situaciónde Cortésy sus hombreses comprometida:percibenel ambien-te hostil que les rodea,el cual es tan evidente,que «Cortésnosmandóque al presentequeno fuésemosmuy lejos de los apo-sentos,hastaentenderlo que más conviniese»30Aparentemen-te, los españolesestánseñoreandoTenochtitlandesdeel palacioen queMontezumales ha instalado-En realidad, son prisione-

‘3 Hernán Cortés,op. <‘it., p. 57.~ Mario HernándezSánchez-Barba,op. <‘it., tomo 1, p. 94~ Bernal flíaz del Castillo, op. <‘it., tomo A, p. 318.

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ros de su propia audacia: carentesde espacioslibres por losque maniobrar,la reducidahuesteestá aisladaen el peñón, ro-deadapor el foso de la lagunay por la intranquilizadora expec-tación ciudadana.

Por otro lado, el avecindamientode los españolesen Tenoch-titían pone de manifiesto,a medida que pasael tiempo> la hu-manacondiciónde éstos.Se lo harásaber,maliciosamente,Mon-tezumaa Cortés: «Malinche, bien sé que te han dicho esos deTíascala,con quien tanta amistadhabeis tomado> que yo: quesoy como dios o teule, quecuantohay en mis casases todo oroe plata y piedrasricas; bien tengo conocido que como sois en-tendidos, y que no lo creíaisy lo teníaispor burla, lo queaho-ra, señor Malinche, veis: mi cuerpode huesoy carnecomo losvuestros,mis casasy palacios de piedray maderay cal; de seryo gran rey, si soy, y tener riquezasde mis antecesores>sí ten-go; masno las locurasy mentirasque de mi os han dicho; asíque también lo tendreispor burla, como yo tengo lo de vuestrostruenosy relámpagos»~‘.

Los acontecimientosprecipitarán el plan de Cortés y sus ca-pitanes,de apoderarsedel soberanoazteca.Dudaronmuchohastadar aquel paso,a todas luces temerario.Y, sorprendentemente>cuandose enfrentarona Montezumay le prendieron,obligándo-le a residir en los aposentosque habitabanlos españoles>éstefue allí de buen grado> y confiadamentese sometió a su custo-dia: la guardiacastellana,en aquella incierta situación,propor-cionábalemayor seguridadque la suya propia. Con respectoaestaconvivencia,dice Cortésal emperador:«E fue tanto el buentratamiento que yo le hice (a Montezuma) y el contentamientoque de mí tenía, que algunasveces y muchas,le acometí consu libertad, rogándoleque fuese a su casa,y me dijo> todas lasveces que se lo decía, que él estababien allí y que no queríairse, porque allí no le faltaba cosaque lo que él quería, comosi en su casa estuviese’>fl; coincide Bernal Díaz con su capitán,al referirse a la conducta observadapor el tlacatecuhtli duran-te el tiempo que compartió con los españolesel techo bajo elqueéstos vivían. Y añadeCortésa lo ya expresado,que temíaMontezmna«que yéndosey habiendo lugar que los señoresde

~‘ Bernal Diaz del Castillo, op. cit., tomo A, p. 320.~2 Hernán Cortés,op. <‘it., p. 60.

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la tierra, sus vasallos,le importunaseno le induciesena quelii-ciese algunacosa contra su voluntad que fuese fuera del servi-cio de vuestraalteza,y queél teníapropuestode servir a vuestramajestaden todo lo a él posible, y quehastatanto que los tu-viese informados de lo que quería hacer, y que ¿1 estababienallí» ~. Hasta que Cortés pudiera escribir este párrafo, impor-tantes novedadesse habíanproducido en el escenarionovoes-pañol. Montezuma,declinadasu autoridad, estabaanímicamentepróximo a la pública y formal cesión de sus poderesen favordel rey de España.Se acercabael triunfo jurídico de Cortés,pero tal victoria estabagravísimamenteamenazadapor el cercoambientalal que los dos caudillos seveían sometidos.Primero,fue un cercopsicológico. Producida la renunciade Montezuma,tenía que estallar la insurreccion.

Los dos protagonistasdel dramatemíaneste desenlace.Tra-taron de evitarlo,o retrasarlo,ejerciendouna«defensivaen dúo»mientrasse esforzabanpor mejorar sus respectivassituaciones:la decadentemajestadde Montezumaintentó extenderse,pro-tectora,sobre la huesteespañola,en tanto queel cadavez másdiscutidoprestigiode Cortésserviade precariopuntal a la auto-ridad de su anfitrión. El desenlace>inexorablemente,llegó, sa-cudiendoviolentamentea los personajes.

22. Maniobras por líneas interiores

Durante los ocho mesesque duró la estanciade la compa-ñía cortesianaen Tenochtitlan,con control remoto se produje-ron hechosbélicos cuya bien propuestafinalidad fue cortar elapoyo costero de los españoles.Veracruz era el punto más fuer-te del bípodeen que se sustentabala irrupción hispana.El otropunto, estratégicamentedébil, era la capital de los aztecas.En-tre ambosse extendíala «zonaliberada», tan amplia como pre-cariamentedominadapor Cortés.

Desdesu defensivapersonal,intentó Montezumael aislamien-to de los extranjerosen el reductomexica, medianteel ataquea Veracruz.No hay que situar a éste dentro de una generalac-

Hernán Cortes, op. <‘it.. p. 60.

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titud ofensiva: fue simplementeuna maniobrapor lineas inte-riores, incompletay fallida, que amplificó en el orden estratégi-co el ambientetensoy pasivoquereinabaen Tenochtitlan.Pro-dujo, empero,un efecto moral importante en los soldadosdeCortés.EscribiráBernal Díaz: «Aquestefue el primer desbarateque tuvimos en la Nueva España;miren los curiosos lectoresla adversafortuna como viene rodando; ¡quien nos vió entraren aquella ciudad con tan solemnerecibimiento y triunfantes,y nos teníamosen posesiónde ricos con lo que Montezumanosdabacada día, así al capitáncomo a nosotros•(...); y nos teníanpor teules,queson ídolos> y quetodas las batallasvencíamos;e ahorahabernosvenido tan grandedesmán,que no nos tuvie-sen en aquellareputaciónque de antes, sino por hombresquepodíamosservencidos,y habersentidocómo se desvergonzabancontra nosotros!» M• Sin posibilidad operativa,Cortéshizo fren-te a la nueva y apuradasituación aprehendiendoa Montezumay castigandoseguidamentecon la muerteal capitánmexicaquematerializóel ataquea Veracruz. Ello abrió un tiempo de hos-ca expectación,en el cual se restablecióla autoridad españolaen la ciudad costerapor medio de Gonzalo de Sandoval,«la se-gunda figura de la conquista»~, en opinión certera de MarioHernández-Barka,y se produjo la abdicacióndel tlacatecuhtli,hecho político que dinamizó el cambio de actitud experimenta-do en la conductade los mexicanoscon respectoa los españo-les, el cual, segúnobservael citado historiador«hay que expli-carlo por el choquede un doble modo de entenderlas cosasyla correspondienteevolución de cadauna de las ideologíascon-frontados entre los grupos humanos.Los mexicas comenzaronintegrando a los españolesdentro de una vieja tradición reli-giosa; por su parte, éstossolamentese preocupabande conse-guir una soberaníapolítica sobreel territorio (...). La confron-tación de ambasideasy los hechosderivadosde ellas —conclu-ye Mario Hernández—son las que producenel cambio de ac-titud cuyas consecuenciasfueron trágicas para los españoleseimpusieronun cambio absolutoen la caracterizaciónde la em-presaque> desdeentonces,y debidoa la firme voluntadde Cor-

~ Bernal Díaz del Castillo, op. <‘it., Tomo A, p. 343.~ Mario HernándezSánchez-Barba,op. <‘it., tomo II, p. 65.

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tés de apoderarsede aquel territorio, tomó un marcadomatizmilitar, de conquista,de campañade vanguardia»~.

En este ambienteelectrizanteirrumpió de súbito la noticiade la llegadade Pánfilo de Narváez>planteándoseentre los es-pañolesun problemade legitimidadesque capté plenamenteelágil entendimientode Montezuma. Intentó éste, una vez más>la prácticade la estrategiasubversiva,aunquesin descenderdelnivel político. La respuestadel caudillo español fue rápida ycontundente:como su oponenteazteca,empleó la subversión>dividiendo los ánimosde los componentesde la fuerza de Nar-

• váez, pero ademásactué en el plano operativo>de igual modoque mesesanteshizo Montezuma,maniobrandopor líneas inte-riores.Fue la última acciónguerrillerade Cortésen México: conun audazgolpe de manonocturno,desbaratéel campamentode

¡ aquél, a quien hizo prisionero. Para llevar a cabo esta salida,tuvo Cortésque dividir sus fuerzas,duplicandocon ello su nu-mérica debilidad. Quedó en TenochtitlanAlvarado, quien teníamucho y buenode guerrero, pero muy poco de político. Su di-námicareacciónante ciertasactividadesmexicasque considerósospechosasprovocó los primeros conatos de generalizadole-vantamiento.

RetornabaCortésa «su’> Tenochtitlán(recordemos’la formaldimisión de Montezuma),victorioso y con su huesteengrosadacon las desercioneshabidasen la de Narváez,cuandopor men-sajerostíaxcaltecasenviadospor Alvaradose enteróde los suce-sos de México: teniendopor seguroque la fuerza desembarcadaderrotaría,dadasu superioridadnumérica,a la pequeñapartidadestacadaal mandode Cortés,Montezumay sus capitanesinten-taron por su parteabatir al grupo de españolesqueen la capitalhabía quedado: «cuando supieronnuestravictoria, dejarondedarles guerra»~, aclara Bernal Diaz.

Perola treguaera efímera. Cortéshizo susegundaentradaenTenochtitlánal frente de mil trescientossoldadosespañolesy«dos mil hombres,indios de guerra» proporcionadospor Tlax-cala.Consideróque esta tropa,a la que habíaqueañadir la quequedóen la capital azteca,era suficientepararetomarel controlde ella. No ocurrió tal. Novelescamentenarra Paul Herrmann

~‘ Mario HernándezSánchez-Barba,op. <‘it., tomo U, p. 71.‘Bernal Diaz del Castillo, op. cit., tomo A, p. 448.

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estallegadade la reforzadahuestecortesianaaMéxico: t.. reinala calma>pero es una calma opresiva>lúgubre, la que suelepre-cedera la tempectad.Nadie sale al encuentrodel victorioso cau-dillo; las calles estándesiertasy en ellas resuenanlos pasosdelos españoles.Para distraera su gente,Cortés ordena: «¡Músi-ca!»; pero el son agudo de las trompetaspareceun grito demuerte,el de las flautas produceun efectoangustioso,el redoblede los grandestamboreseuropeosquedapronto ahogadopor elsiniestro fragor de los enormes timbales de piel de serpienterecubiertosde sangreseca,colocadosen la cúspidede las pirá-mides sagradas.Un escalofrío recorre el espinazode los espa-ñoles»>~.

Era el 24 de junio de 1520. Faltabanseis días para el. grandesastre.

2.3. Una retirada con buen final

La situación defensivaen quecayóCortésdesdeel momentoen que estableciósu real en Tenochtitlánculminé el 30 de juniode 1520, con la desordenadasalida de su huestea través de lalaguna,en buscade la tierra firme salvadora.Todoslos intentospara aplacarla ira de los mexicasresultaronbaldíos.La contra-ofensiva que sufrieron los españolesy sus aliados respondióalesquemade guerra total, que afortunadamentepara ellos nollegó a alcanzarel nivel político> ni siquierael estratégico.Nopuedesituarseen aquél la muerte de Montezuma,quefue trági-ca anécdotacon inevitablesconsecuencias—mediatas,a travésde la figura del nuevo tlacatecuhtli,Cuitlahuac, sin resoluciónhistóricadebido a su pronto fallecimiento— en los hechosbéli-cos posterioresafrontadospor las dos fuerzasque en el escena-rio novoespañolacabaronpor definirse.

Sin ambajes,llama Bernal Díaz «huida» al retrocesoespañolde la Noche Triste~. La contraofensivaaztecafue completayfrontal, típica del combate primitivo. Cuandoestudiala artille-ría en la conquistade México, JorgeVigón observaque «ataca-ban los indios ciegosy en masasenormes,lo quehacía fácil el

~ Paul Hernnann,op. cii., tomo 2, p. 191.~ Bernal Diaz del Castillo, op. cii., cap. CXXVIII. El término es usado

en la presentacióny se repite numerosasveces.

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empleo de las armasde fuego»¶ verdadera> queCortésy Ber-nal Díaz comentaronen repetidasocasiones.Mas, en el reducidoespaciotenochca>las sucesivasy multitudinariasacometidasdelos mexicasneutralizabanla acción de la tormentariay tambiénde la caballería.Se impusola fuerzadel número sobrelas nulasposibilidadesde maniobra de los españoles,y Cortés,viendo asus hombresdesbaratados,optó por la retirada, que al serdes-cubierta se trocé en atropelladafuga.

En tierra firme, aflojaron los aztecassu presión, no expío-tandoel éxito logrado. Salvéa la huestecortesianael primitivis-mo guerrerode sus oponentes,paraquienesla batalla se basabaen el choquemasivo a fin de provocar la huida del adversario.Tal colisión era feroz> pero anárquica.porque no consistíaen lamaniobra de grupos ordenados,sino en la suma de ímpetuspersonales>así que tras cada triunfo parcial tenían que reorga-nizarse antes de reñir con el enemigoen retrocesouna nuevabatalla frontal.

Esta deficiencia táctica permitió a Cortés transformar lacaótica huida en retirada estratégica: tuvo incluso tiempo dehacerrecuentode efectivos,encontrando«que le faltaban másde seiscientoshombres»~‘, entre ellos uno de sus mejorescapi-tanes, Juan Velázquez de León, quien fue de los muchos que>afines al gobernadorde Cuba en los primeros momentosde laaventuranovoespañola,se integrarondespuéscon entusiasmoala dirección cortesiana.

Perturbaronlos mexicasel recorrido de la hueste,que desdeTacubarodeé la laguna por el norte para buscarel amparodeTlaxcala. Pero los ataquesque desarrollaron fueron disconti-nuos, más propios de una partida irregular que de un ejércitodispuestoa rematarla victoria, aspiraciónque tomó cuerpo enOtumba,donde, reorganizados,decidieronlos aztecaspor segun-da y definitiva vez presentarbatalla a los españoles.

De este encuentro,tenido tradicionalmentepor trascenden-tal, he comparadolos testimoniosde Cortésy de su soldado-emnistaBernal Díaz6: mientrasel segundolo narra pormeno-

~O JorgeVigón, Historia de la Artillería española,ConsejoSuperiordeInvestigacionesCientíficas,Instituto JerónimoZurita, Madrid, 1947, tomo 1,página474.

6 Mario HernándezSánchez-Barba,op. cii., tomo II, p. 74.42 Bernal Díaz del Castillo, op. cU., cap. CXXVIII; Hernán Cortés,

op. <‘it., PP. 85-86.

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rizadamente,incluyendoen su relato elogiosal genio de su capi-tán, éstelo describecomo unarefriega más de aquellosazarososdías, resuelta con buena fortuna para las armas españolas.Laexplicaciónde estaaparentediscordanciaresideen los diferentesescalonesestratégicosen que hay que situar a Cortés y a susubordinado.Paraéstefue la de Otumbauna victoria decisiva,que, logradaen dramáticascircunstancias,elevó su moral y lade los compañerosde su mismo nivel de responsabilidad;paraaquél, no fue más queun obstáculoparcial> cuya superaciónlefranqueabael caminoal objetivo estratégicoqueanhelabaalcan-zar: Tlaxcala.

ConocedorCortésdel mudablecomportamientode los indios,dudabade que el recibimiento que le dispensaranlos tíaxcalte-cas fuera el que él deseaba.Quebrantaday diezmadala orgu-llosa huesteque duranteocho meseshabla señoreadoTnochti-tlán, entregábaseen aquellosmomentosa la protecciónde susaliados.¿Cómorecibirían éstos a los derrotadosespañoles?Sinduda, esta preguntaocupé los pensamientosde Cortésdurantetodo el tiempo que duró aquel repliegue.

La coaliciónhispano-tíaxcaltecase mantuvo.Expondráel capi-tán español a Carlos 1 que los indios amigos «me ayudaríanhastamorir para satisfacermedel dañoque aquéllosme hablanhecho,porque, demás de les obligar a ello servasallos de vues-tra alteza, se dolían de muchos hijos y hermanosque en micompañíales habíanmuerto,y de otrasmuchasinjurias que enlos tiempos pasadosdellos habían recibido, y que tuviese porcierto queme sedanmuy cienosy verdaderosamigoshastalamuerte»~>.

Con excepciónde la referenciaal vasallajeaceptadopor lasgentes de Tlaxcala, de esta exposicióncortesiana,que me pare-ce muy ajustadaa la realidaddel momento en que fue escrita>se deduceque la belicosaactitud antimexicade aquéllasse fun-damentabaen las «injurias pasadas»,y especialmenteen los«hijos y hermanosmuertos»durante las últimas jornadas. Sitenemosen cuenta que un miedo supersticiosohabría, mesesmás tarde> de abatir el ímpetu combativo de los tíaxcaltecasmuy pocos días antes de la definitiva caída de Tenochtitlán,podemosargilir que los acuerdosde amistadestablecidosentre

Hernán Cortés,op. <‘it., p. 86.

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Cortésy aquéllossubsistieronen medio de tan penosascircuns-tanciasgraciasa los reavivadosdeseosde venganzade los ances-trales amigosde los tenochcas.

La estaciónde acogiday socorroque, despuésde la «NocheTriste»,constituyóTlaxcalaparalos españoles,se transformaríaen la gran baselogística que alimentéel cercode Tenochtitlan.Se perdió el último tramo del eje estratégicodiseñadopor Cor-tés,masla porción queteníaen Tlaxcalay Veracruzsus puntosde apoyo pudo demostrarsu solidez.

Las fuerzas aliadas hablan sufrido una importante derrotatáctica.Pero la escasaambiciónestratégicaexhibida por los me-xicas dejaba las cosasen este nivel operativo como lo estabanen el tiempo inmediatamenteanteriora la primeraentradaespa-ñola en la ciudad de la laguna. Hernán Cortés se disponía arecuperarla iniciativa estratégicapara culminar un proyectopolítico de trascendenciauniversal.

3. LA RECONQUIsTA DE MÉxico

3.1. La hermandad de armas novoespañola

Tras la llegadade Cortésy sus hombresa Tlaxcala, el 7 deJulio de 1520> comenzóuna nuevaetapaen la confrontaciónque

bia convulsionadoal Anahuac.La enfermedadmortal de Cui-tlahuae, el sucesorde Montezuma,provocó una crisis políticaentre los aztecas,que no se resolvió hasta diciembre, cuando>fallecido el tlacatecuhtli,fue Guatemoz(utilizo el nombrecaste-llanizado que le aplica Bernal Díaz) elevadoal máximo rangomexica.

Esta circunstanciaes de interés, pues influyó en las opera-ciones, positivamente para Cortés y negativamentepara susoponentes.Estos,inadaptadosparala guerra moderna,en aque-líos mesesdecisivossólo procuraronrestablecersu antiguo po-derío recurriendoa los mismosmodosqueutilizabanparasome-ter rebeldíaspuntualesy desobedienciaslocalizadas.No valora-ron cualitativamenteel factor enemigo, y> en consecuencia,lasubversiónde sello cortesianopudo madurarhacia la insurgen-cia total.

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La exploración de castigo> el merodeo intimidatorio, la ins-talación de tropas en poblacionesespecialmentesumisas,eranmétodosusadospor el militarismo mexica para mantenerelpredominio de Tenochtitlan, basadoen la decisión política deque tal hegemoníase enfrentabaal resto de los pueblos delAnahuac.Estos,en su totalidad>eran paralos aztecasenemigospotenciales.El ámbito mexicano precortesianoera un mundosin pactos, o, lo que es peor, de alianzasefímeras> siemprpetraicionadaso rotas, fundamentadasen el temor o en el odio,y propiciadoras,en consecuencia>de un recelo generalizadoyplural, que fue importantecomponentede los comportamientosindígenashastala llegadade los españoles.

En estesentido,Cortésse comportécomo un gran innovador.Poseíasólidos conocimientos jurídicos ademásde experienciaindiana—como consecuenciade supaso por Cubay La Españo-la— e ideales religiososy caballerescos>ingredientesestos últi-mos del bagajemoral del «hombrede ~ —con un píeen la Edad Media de la Reconquistacristiana y otro en la Mo-derna del humanismoliberalista— que ve Morales Padrón entodoconquistadorde América. Era, por último> característicadela personalidadde Cortéssu sobresalientecapacidadpara gene-rar lealtades, como reconoce Bernal Díaz, que en su crónicarepresentaal «nosotros»~ de la Conquista.El broncovigor az-tecaquedó,pues>neutralizadopor la acción psicológicadel cau-dillo español,quien supo convertir en proyecto estratégicolainsurrección larvadaque existía en el seno de la confederaciónmexica.

Con gran sentidopolítico> Cortés fue configurandouna «coa-lición amplificable»,quecomenzópor propiciar la armoníaentretíaxcaltecas,cempoalesesy cholultecas,y aseguréel buenordenen la zona liberada de la influencia azteca.Es decir, los espa-ñoles promovieron «pactos constructivos» hacia la unión deesfuerzos,en tanto que la política tenochcaprocurabaél predo-minio de la sociedadlacustremedianteel mantenimientode ladivisión entre los sojuzgados>bien por medio de la presiónmi-litar directa> del pacto de agresión contra un tercero o de laalimentación de las rencillas intertribales. Los aztecashablan

~ FranciscoMorales Padrón,Los conquistadoresde América, Espasa-Calpe> S. A., Colección Austral, Madrid, 17974, p. 64.

~Francisco MoralesPadrón,op. <‘it, p. 78.

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• dominado «en negativo»el Anahuac.Cortés ofreció un dominioespañol«en positivo», liberador, unionista, organizador.En lamente del conquistadorhubo un México-nación, concepto deltodo desconocidoparalos mexicas,incluidos sus más esclareci-dos dirigentes.

La primerahermandadde armasindohispanaque se consti-tuyó en América fue, como hemosvisto, con ocasiónde la se-gundaentradade Cortésen Tenochtitlan.En su primeraacciónde guerraquedódiezmaday desbaratada,pesea lo cual la coali-ción entreespañolesy tíaxcaltecassubsistió.Pilar de ella, comoanteriormentehe razonado,fue la enemistadde éstoshacia sustradicionalesadversarios>que aquél encuadró—y así lo mani-festó al emperador—en su proyecto político hispanizante.In-quebrantadaestaunión inicial, se generóun proceso,completadoen breve tiempo, aliancista contra el poder mexica: partidasespañolasdirigieron duranteuna campañaofensiva, en la quese evitó la obsesiónpor Tenochtitlan —objetivo final al queCortés>con buencriterio, decidió llegar tras la consolidadaocu-pación de objetivos parciales—,accionesinsurgentesquefueronreduciendoel territorio bajo dominio aztecay potenciandobéli-cas cooperacionesindígenascontra el gmpo tribal cuya prepo-tencia habíaque reducir. Antes de que se formalizaseel cercodefinitivo a Tenochtitlan, la autoridad de Cortés sobre todoaquel ámbito indiano era absoluta>hasta el punto de que «ve-nían ante él pleitos de indios de lejanas tierras, en especialsobre cosas de cacicazgosy señoríos»t Si para entoncesyainfluía y decidíaen lo político, es evidentequecontó en el planomilitar con la colaboraciónde las fuerzasindígenas.Estas,cons-tituidas antes por masasmal organizadasde guerrerosprimiti-vos, pasarona formar partede un auténticoejércitocombinado,el cual fue el primer ejército verdaderamentemexicano.

3.2. Mutación en la estrategia cortesiana

Los temoresde Cortéssubsiguientesal descalabrode la No-che Triste fueron por éste descritos en su SegundaCarta deRelaciónal emperador.Trasencontraracogiday reposoen Tlax-

46 Bernal Diaz del Castillo, op. <‘it.. tomo A, p. 501.

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caía> sus preocupacionesse orientaron hacia Veracruz, compro-bando que la ciudad se mantenía bajo dominio españoly quesus comunicacionescon Tlaxcala se efectuabansin problemas.El eje estratégicocortesianopermanecíadentro de la «zona libe-rada». Despuésde adquirir y valorar esta información, Cortésemitió su definitiva decisión>desoyendocon ella no pocoscon-sejos,segúnlos cualesconveníaretrocedersobre la ciudad cos-tera parahacersefuertesen éstay asegurar,en último extremo,unaeventual retirada.

Opté Cortes,acertadamente>por la actitud ofensiva: conocíaya el terrenodondehabíande desarrollarselas futuras operacio-nes; sabia cómo era el enemigoy cuáles las posibilidades deéstemás allá del mero plano táctico, pues permitió que perma-necieseen poder de los españolesel vector Veracruz-Tlaxcala,el cual seguíaamenazandoa Tenochtitlan; en cuanto a los me-dios humanospropios, encuadrandodecididamentea los aliados,podían llegar a ser numéricamenteimportantes,superioresin-cluso a los disponibles por los aztecas.Así que se decidió porel ataque>y justificó por escrito tal determinación:«E yo, vien-do que mostrara los naturalespoco ánimo, en especiala nues-tros amigos>era causade más amadejarnosy ser contra nos-otros> acordándomequesiempre a los osadosayuda la fortunay que éramoscristianos, y confianza en la grandisimabondady misericordiade Dios> que no permitirla que del todo perecié-semosy se perdiesetantay tan noble tierra como paravuestramajestadestabapacíficay en punto a se pacificar, ni se dejasede hacer tan gran servicio como se hacia e continuarla guerra,por cúya causase había de seguir la pacificaciónde la tierra,como antesestaba,me determiné de por ninguna manera debajar los puertos hacia la mar»47

En esta comunicación al emperadoralude Cortés,con reite-ración, a «la paz que antesreinabaen el territorio a pacificar».No le preocupaban,obviamente,presuntasbonanzasprecorte-sianas,sino la paz queél concibió> a través de la cesión de sobe-ranía, que abría un proyecto político al que en modo algunoestabadispuestoa renunciar. Desdeun punto de vista jurídicoqueseaprestabaa resolver bélicamente,la toma de Tenochtitlanadoptaba para el conquistadorforma de «reconquista”. No le

<‘Hernán Cortés,op. cit., p. 87.

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faltaba razón: México, por dimisión de Montezuma,ya habíaestadoen su poder.

La guerra estaba,pues, plenamentejustificada, y con ellala estrategiaa utilizar: «Me determinabade por todas partes

¡ que pudiesevolver sobre los enemigosy ofenderlospor cuantasvías a mí fuese posible»~ Cortéselige para comenzar,mientrasva creciendosu libertad de acción,el modelo de «aproximaciónindirecta»,al quese ajustaortodoxamente,buscando«la resolu-

• ción favorable del conflicto (incluso sin declarar formalmentela guerraen un principio)> por la discretacombinaciónde ame-nazasdirectas>dc presionesindirectasy de accionesen fuerzamuy limitadas» S tras las que,unay otra vez, hacea Guatemozpropuestasde paz.

En dirección contraria a los esfuerzostácticos cortesianos,desarrollábanselos logísticos,siempresobrela línea penetranteVeracruz-Tlaxcala,convertidaen palancade la proyecciónalia-da. Cuando se prolongó hastaChalco,Tlaxcalaactué como ful-cro de ella. Esta ciudad fue> cabalmente,la gran dinamizadorade la conquista de México. Se constituyóen colector de basti-mentosy recursoshumanos;en ella se fabricaron lanzas,saetasy bolaños.y la escuadrade trecebergantinesquetan eficazmen-te cooperó en el asalto final a la capital de los aztecas.Fuerefugio de heridos y estaciónde tránsito en las comunicacionescon Veracruz.A éstaiban llegandoexpedicionescubanasenvia-das por Velázquez,que Cortés,usandode su capacidadpersua-soria> incorporabaa sus efectivos.Del enclavecosteropartían,asimismo,expedicionescon finalidad logística (viajes a Jamaicay La Españolaparacomprarcaballosy tiros)> e incluso política,como el envio de Diegode Ordás y Manso de Mendozaa Españacon la SegundaCartade Relación>en la quese proponeal empe-rador el nombrede NuevaEspañapara el territorio en trancede ser conquistado: « - - - me pareció que el más convenientenombreparael de estatierra era el de la Nueva Españadel MarOcéano;y así,en nombrede vuestramajestadse le puso aques-te nombre.Humildementesuplico a vuestraalteza lo tengaporbien y mandequese nombreasí»‘>,

~ HernánCortés,op. ch., p. 87.<9 Miguel Alonso Baquer,op. oit., pp. 113-114.~ HernánCortés.op. cii., p. 94.

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La estrategiade aproximaciónindirecta de Cortés fue alcan-zandouno por uno los objetivos parcialescuya ocupaciónacon-sejabael eficaz servicio de información de los indígenasadictosa los españoles:Tepeaca>Guacachula,Guasucingo,Ocupatuyo,Izzucan,Guajocingo,Castoaca,jalonabanel avancealiado y ma-terializaban el irremisible declinar de la hegemonía mexica. Ypara demostrarque esta progresión del Cortés-estrategano ha-bía de tenerretomo, el Cortés-políticorealiza la segundafunda-ción urbananovoespañola,en plenazonarecientementeindepen-dizadadel poder azteca:Segurade la Frontera,dondeestablecesu real por algún tiempo y firma, el 30 de octubre.de 1520, susegundaCarta de Relación.

El último día de dicho añofue ocupadasin lucha la ciudadde Texcoco> con lo que la fuerza aliada alcanzabala laguna.Jornadasmás tarde> Gonzalo de Sandoval sometía a Chalco>«puntoclave, por estarsituadoen la encrucijadaentreTexcocoy Tlaxcala»~‘. Con la caída de Iztapalapanmuy poco después,lo que ocm-rió tras dura batalla, toda la ribera oriental de lalagunamexicanavino a quedaren poder de los sitiadores.ParaMario Hernández-SánchezBarba, toda esta última fase de lacampañacortesianaestuvo mspirada en «la estrategiade Fer-nandoel Católico manifiestaen la conquistade Granda»;comoel de éste,el propósitode Cortés«eradejar completamenteais-lada la ciudad para, una vez conseguidoesto, lanzarseal asal-to» ~. Ciertamente,hay un paralelismooperacionalentre ambasguerras>que se desarrollaron>por otra parte, en escenariosse-mejantes,fragososy compartimentados.El objetivo final> tantode la unacomo de la otra, era unaciudad inexpugnable.No esextraña,pues,la analogíaqueseobservaentrela campañapenin-sulary la indiana.

El cerco aTenochtitlanse formalizó trasun bélico recorridoen torno a la laguna: « Huaxtepec>Hiutepee, Yautepec,Cuauh-nauac,Xochimilco, Coyoacan,Tacuba>fueron los principaleses-cenariosde una algaradapermanenteque duró diecisiete díasy quesustrajotodas estasciudadesy regionesde la alianzaconlos tenoclicas»~. La orgulIosacapital de la lagunahabíaqueda-do definitivamente aislada. Guatemoz,su tlacatecuhtli, después

~‘ Mario HernándezSánchez-Barba>op. <‘it., tomo U, p. 76.~ Mario HernándezSánchez-Barba,op. <‘it., tomo II, p. 76.53 Mario HernándezSánchez-Barba,op. cit.. tomo II, p. 76.

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de reunir consejoparadecidir entreresistiro pedir paz, y pues-to que éste se inclinó por la primera opción, se aprestóa ladefensa>quefue verdaderamentenumantina.

Los dos adversariosse entregarona la prácticade la estra-tega definitiva: la de «guerratotal, en busca de la resolucióninmediatadel conflicto y la rendición incondicionaldel adver-

- SI

sano>

33. Cerco y calda de Tenochtitlan

Recordandola expediciónespiral realizadapor los españolespara materializarel aislamientode la capital tenoclica, cuentaBernal Diaz «cómoCortésy todos nosotrosestábamosmirandodesde Tacubael gran cu del ídolo Huichilobos>y el Tatelulcoy los aposentosdondesolíamosestar>y mirábamostoda la ciu-dad,y los puentesy calzadaspor dondesalimoshuyendo;y eneste instante suspiré Cortés con una muy gran tristeza...»~.

Intentaronconsolar los soldadosa su capitán>y éste les contes-tó «queya veíancuántasveceshabíaenviadoa México a rogar-les con la paz, y que la tristeza no la teníapor una sola cosa>sino en pensaren los grandestrabajosen quenos habíamosdever hastatornarla a señorear>y quecon la ayudade Dios prestolo pondríamospor la obra»~.

Era Cortésmáspartidario de la negociaciónque de la mani-obra, y de ésta más que del choque.En él estabael políticopor encima del estratega>y el estrategaantes que el guerrerode la lucha próxima. Hubiesedeseadouna capitulaciónmexica-na menos heroica —lo fue para él y sus hombresy para losenconadosdefensoresde Tenochtitlan—,pero máspráctica.Sen-tía por la ciudad «tanta atraccióncomo férvida admiración»~‘,

y, por consiguiente, la idea de una guerra irremediablementelargay encarnizada,reñidaen un medio urbano y anfibio (doscaracterísticasque dificultan extraordinariamentelas posibilida-des de maniobra),era algo hacia lo que sentíalógica renuencia.Habría gran mortandad y destruccióny existía el peligro de

~ Miguel Alonso Baquer, op. cit., p. 114.~ Bernal Dlaz del Castillo, op. <‘it., tomo B, pp. 38-39.~ Bernal Díaz del Castillo, op. <‘U., tomo B, p. 39.~ Mario HernándezSánchez-Barba,op. dL, tomo II, p. 75.

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epidemiasclásico de los asedios>el cual podía producirsetantoen el bandositiado como en el sitiador. De ocurrir tal evento,todossus esfuerzosquedaríanarruinados.Evidentemente,comohombre prudentey cultivado que era, Cortés sabía que con latremendabatalla de desgasteque se veía obligado a aceptarasumía un cúmulo de riesgos directos e indirectos> inevitablesunosy productosotros del azar.

Con el sitio de Tenochtitlan, por parte de Cortés>el juegode la estrategiadesaparece.Practicauna «guerra total» quenoes iniciativa suya> sino del enemigo: fue Guatemozquien eligió«defendersehasta morir»> y es en el caudillo aztecaen quiendebemosver visión estratégica—toda la quetuvieron los mexi-cas anteriormente—duranteesta fase resolutiva del conflicto.Entendió claramenteque el gran sosténmoral de la coaliciónquese le enfrentabalo constituíala fuerzaespañola:«ochentay cuatrode a caballoy seiscientoscincuentasoldadosde espaday rodela;e muchosde lanzas,eciento y noventay cuatroballes-terosy escopeteros»~, recuerdaBernal Díaz aludiendo al alar-de previo a la batalla. Era, evidentemente>una fuerza exigua,a pesarde esas«muchaslanzas»atisbadaspor el cronista.Estosefectivos, además,tuvieron que dividirse en cuatro capitanías—Sandoval,Olid, Alvarado y Cortés—,que habíande conquis-tar las calzadasde accesoa la ciudad> y una buena parte deellos se distribuyeronentrelos bergantines,ProporcionaBernalDíaz una buena relación de este reparto, dando una correctaidea del inevitable e intensofraccionamientode los españoles.Por otra parte,éstossiempreactuaronen vanguardia,arrostran-do los mayorespeligros. La consecuenciainmediatade esta dis-tribución de esfuerzosera que si las bajas hispanasexcedíande un determinadolímite, fracasaríala operación.Fue, pues>preciso luchar con extremadacautela,ganandolas calzadasme-tro a metro y asegurandosiempre la retaguardiamedianteelcegamientode los puentes.Guatemozdirigió el esfuerzo de laluchacontra los españoles,sabedorde queen el númeroestabala gran vulnerabilidadde éstos.

En la laguna> los bergantinescumplieron dos importantesmisiones: servir de puestosde tiro avanzadosy lograr el domi-alo del medio acuático,lo queno fue fácil, ya que los aztecas,

Bernal Diaz del Castillo, op. <‘it., tomo B, p. 76.

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conocedoresde las diferenciasde profundidad de aquélla> po-nían trampasen los puntos adecuados>inmovilizando en másde una ocasión a los barcos> sobrelos que se lanzabandesdesus canoasal asalto.Se puedeafirmar que hubo en el sitio deTenochtitlanuna verdaderaguerranaval, y que la superioridaden la laguna influyó decisivamenteen el desenlacedel conflicto.El desarrollo de éste exigió de los bergantinesuna prestaciónque resultó de extraordinariautilidad: resguardar>apoyándosecontra las calzadas,los flancos de las columnasespañolas,cu-briéndolosasí del ataquedesdelas canoasindígenas>y facilitan-do la laborzapadorade los que,en un nivel bélico menosheroi-co pero igualmentesacrificado,iban cegandolos puentestrocán-dolos en diques y compartimentandola laguna, para anular lamaniobrabilidad de las embarcacionesindias.

En las postrimerías del asedio, la acometividadazteca setrocó en auténticaferocidad: coincidiendocon el aniversario dela Noche Triste, en un enérgicocontraataquelos mexicascaptu-raron vivos a sesentay dos españoles.Fue el tremendotributoque pagó Cortés a la impaciencia; se lo repruebaBernal Díaz

58al comentar«el gran peligro en que nos vimos por su causa» -Posteriormente>los soldadosfueron sacrificadosen el altar deHuitzilopochtli a la vista de sus compañeros>que hubieron depresenciarimpotentes el terrible ritual, efectuadocon medidaparsimoniaa lo largo de varios días. El efecto moral de estedesbaratefue demoledor: convirtióse el hombre>para los azte-cas> en directo objetivo estratégico.Para los españoles,la posi-bilidad de sercapturadospor sus adversariosfue una pesadillaque Bernal Díaz recuerdacon espanto: «.. no estábamoslejosdellos y no les podíamosremediar> y antesrogábamosa Diosquefueseservidode nos guardarde tan cruelísimamuerte.Puesen aquelinstantequehacíanaquelsacrificio, vinieron sobrenos-otros grandesescuadronesde guerreros,y nos dabanpor todaspartesbien que hacer,que ni nos podíamosvaler, de una mane-ra ni de otra, contraellos> y nos decían: «Mirad quedestama-nera habeis de morir todos> que nuestrosdioses nos lo hanprometido muchas veces»~. Junto a la guerra total, practicóGuatemoz la subversión,propalando la captura y muerte delos capitanesespafiole>,lo que produjo alarmay desalientoen

Bernal Diaz del Castillo, op. <‘it., tomo B, p. 87.

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los combatientesde las diversas columnas duranteel tiempoque se tardó en comprobar la falsedad de tales noticias. Porúltimo, difundió entre los indios aliados de Cortés un terriblehoróscopo:como el Sol y la estrellade Quetzalcoatl—Venus—van a entrar en conjunción> el lucero vespertinodejaráde servisible. Ello implicará la extremavulnerabilidad —y por lo tan-to la derrota— de los extranjeros.Este último esfuerzosubver-sivo tuvo el efecto deseado.Lo comentaexpresivamentePaulHerrmann: «Tambiénlas tropas indias auxiliares de los españo-les tienen sus astrólogos,y las deduccionesde éstos coincidencon las de sus colegasaztecas.De la noche a la mañanalos co-brizos deponenlas armas y desaparecenen las montanas» -

Atravesaronlos españolesuna breve pero crítica situación queBernal Díaz sintetiza cuando explica «de la manera que peleá-

61

bamos; y se nos fueron todos los amigos a sus pueblos» -Inercialmenteaguantó la huestecortesianaestasúltimas aco-

metidas físicas y morales. Paralelamente,el derrumbamientohumanoy material de Tenochtitanera total. La resistenciahis-panacontradecíalos negrosoráculos,y los aliadoshuidos retor-naron al combate.«El 13 de agostolanzó Cortésel último ataquede aquel sitio, quehabíaduradotres mesesy medio. Esemismodía fue hecho prisioneroCuauhtemoc.Quedó consumadala con-quista de Tenochtitlan e inmediatamenteinició Cortés la orga-

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nización,y por supuestolos planespara extendersu dominio» -Peroesta es ya otra historia,porqueaquí terminael Cortés-

estrategapara dar paso al Cortés-estadista.Fue Clausewitzquien escribió que «sólo aquel que realice

grandes hechos con medios pequeñoshabrá alcanzado la metaen forma triunfante»~. Ignoro si al emitir tal sentenciapensóel tratadistaen algún arquetipode la misma. Más de un perso-naje histórico puede,sin duda, inscribirseen ella. Si se estable-ciera tal nómina> por merecimientos,el nombre del capitánge-neral don Hernán Cortés,marquésdel Valle, habría de figuraren sitio destacadocon el mejor de los derechos.

60 Paul Herrmann,op. <‘it, tomo 2, p. 199.61 Bernal Dfaz del Castillo, op. cd., tomo B, p. 89.62 Mario HernándezSánchez-Barba,op. cir., tomo U, p. 77.63 Karl von Clausewitz,De la guerra, Editorial Labor, Barcelona,1976,

página313.

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4. REPREsENncIÓN GRÁFICA: DEcrsIo~s CRUZADAS

Poniendoa Cortéscomo primer ejemplo>afirma Morales Pa-drón que «el legalismoes nota de todo español»64 Esta carac-terísticaes sin duda la gran inspiradorade las Cartasde Rela-ción del conquistadorde México> que necesitabajustificar anteel emperadordeterminadasdecisionesqueentrabanen el campode lo heterodoxo.

Este legalismo cortesiano,pormenorizador,acabó por serelarranquedel completo relato de aquella gestaindiana: el caudi-llo que la protagonizóha ido dando puntual cuenta a la poste-ridad del cuándoy del porqué de todassus determinaciones.EnAmérica entera,y por tanto en el ámbito mexica, «los que con-templabanel advenimientoeuropeose asomabana los bordesde un continenteprimitivo> llevandouna forma de vida antihis-tórica. Ignoraban la gran evolución espiritual y técnica que seles echabaencima inesperadamente»~. lista evidencia, inevita-blemente> implicó paralizadorasorpresae indecisión, ya queaquellaAmérica se hallaba«envueltatodavíaen la Edad Mítica,rodeadade demonios,pobladade hombresque aún no se hanelevadoal ser mismo».

Hubo, pues> en el momento en que los españolespisaronresueltamentesuelo mexicanodos actitudescontrapuestas:una,la de ellos> representadapor Cortés, se concretóen el avancedecididoespoleadopor la confianzay la curiosidad; otra> la delos forzados anfitriones,de la que Montezumaes prototipo, se

¡ resolvió en inicial pasividad provocadapor un miedo religioso.Esteesel momentoinicial de la representacióngráfica—«Las

decisionescruzadas»—que apareceen la figura 2> dentro del«Area de las decisiones»(nivel temporal «A»)> en la que a unadecisiónprincipal e inicial de Cortés,como es la fundaciónde‘Veracruz (hay que considerara cadaacontecimientodel gráfico,inmerso en un lapso caracterizadopor sucesosdel mismo signo:así, en vez de la fundación de Veracruz, podríamossituar endicho nivel «A» la batalla de Tabasco>o la inutilización de laflota cortesiana)>se opone,en el sectorde las decisionessecun-darias, el estupor inmovilizante de Montezumay su corte, que

6~ FranciscoMorales Padrón,op. <‘it., p. 89.~ FranciscoMorales Padrón, op. <‘it., p. 145.66 FranciscoMoralesPadrón,op. <‘it., p. 146.

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en el plano dinámico se resuelveen embajadasde carácterinfor-mativo.

Sigue en la figura el nivel «B», representadoen el bando deCortéspor la victoria sobre los tiaxcaltecasy el posteriorpactocon ellos, y en el de Montezumapor la emboscadafallida deCholula. Progresan,triunfantes, los españoleshacia Tenochtitlan,y sudeterminaciónse mantieneen el campode las «principales»,más próxima a las decisiones«secundarias»aztecas>por dos ra-zones:primera,porque éstoshan intentadollevar a cáboalgunaacción de carácteroperativo, y segunda>porque aquéllos se en-caminanhacia la capital mexica, que no es espaciosino punto>dondela maniobra,por tanto, no es posible.

El encuentrofísico entreCortésy Montezuma(nivel «C») esunaetapade crucede decisiones,y consecuentemente>de expec-tación. Para ambosdirigentes,que están estratégicamentecon-fusos,el momento culminantede este período es la transferen-cia de soberanía.Mas lo verdaderamenteimportanteocurrepar-simonosamentepor debajodel -plano donde se hallan situados:los aztecasper’ciben la humananaturalezade sus visitantes,y elensayoofensivo de Veracruz es el primer episodio en el truequede la iniciativa.

En el nivel «D», las decisionesprincipalesson adoptadasporel tlacatecuhtli, quien combina, en el mejor momento de suestrategasubversiva> la connivencia con Narváez y la conjuramexica.El golpe cortesianoen el real de Narváezpuedeofrecerla impresiónde que el capitánespañolse mantienefirmementeen su línea ofensiva inicial. La realidad es que Cortés, con suentradaen Tenochtitlan, ha perdido la iniciativa. Maniobrandodefensivamentepor lineas interiores, ha logrado un éxito tácti-co, mientras en la capital azteca,levantadacontra Alvarado, sefragua su revésestratégicode la NocheTriste (nivel «E»), dondese interrumpenlas dos subversionesenfrentadas,y apareceuncorto período de guerra total en el que la iniciativa es tenochca.La partidaguerrillerade Cortésse ha convertido,con la aporta-ción tíaxcalteca,en fuerza combinada>cuya primera operaciónha terminadoen derrota.

Mas, como ésta,en el orden estratégico>no se consuma,lahuesteespañolaalcanzaTlaxcala (nivel «F») tras el choque deOtumba, de neutro resultado táctico, pero importanteal repre-sentarel último esfuerzo de la presiónazteca. A partir de este

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Intentos derecuperación territorial

Retrocesoestratético

DefensadeTecnochtitlén

Noche triste

Llegadaa Tiascala

Aseguramientode zona liberada

Operacionesde cerco

Moctezuma - Guatemozcortés

Rl juego de la estrategia en la conquistade México 85

SECUN

Embajadasinformativas

Emboscadafallidaen Cholula

Ensayo ofensivode Veracruz

1

Insurreccióncontra Alvarado

contra

los españoles

Otu mho

Triunfo y pactode Tíascala

Llegada deCortés a México

-4

Ataque al realde Narvaez

Sitio deTecnochtitlán

Fn 1—Lasdecisionescruzadas.

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momento, y tras la definitiva fijación de los dominios territo-riales de los adversariosen presencia(nivel «G»)> toma Cortésirreversiblementela ofensiva>y trasunaminuciosaoperacióndecerco(nivel «H») ajustadaa la estrategiade aproximaciónindi-recta(es decir, contemplandola posibilidadde concertarcon elnuevo tlacatecuhtli, Guatemoz,la paz> sin llegar a la guerratotal)> sitia y conquistaTenochtitlan.La última decisión(defen-sa a toda costa) es> lógicamente>iniciativa de Guatemoz>perocomo consecuenciadel total retrocesoestratégicomexicaanteelavancede las fuerzasaliadas.Por ello> en el gráfico (nivel «1»)apareceaquéllaen el campode las secundarias.

En la conquista de México se enfrentaron—y se encontra-ron— dos culturas>dos espiritualidades>dosmodos de entenderla vida. Se enfrentarontambién dos caudillos cuyas facultadesracionalesbuscaronafanosamentela victoria final - Los crucesque experimentansus decisionesdefinen un esquemalógico>dotadode una doble simetría temporal. Es natural: eranhom-bres, y como tales se comportaron.La primera gran guerra dela Historia de América (lo anterior es prehistoria o protohisto-rfa) se desarrollóbajo los dictadosde la razón.