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Corazón Diario de un niño Por Edmondo de Amicis

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CorazónDiariodeunniño

Por

EdmondodeAmicis

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OCTUBRE

Primerdíadeclase

Lunes,17

Hoyhemosempezadoelnuevocurso.Hanpasadocomounsueñolostresmeses de vacaciones transcurridos en el campo. Mi madre me llevó estamañanaalgrupoescolar«Baretti»paramatricularmecomoalumnodetercero.Mientras tantopensabaen el campoe ibadebastantemalagana.Las callesadyacentes eran un hervidero de chiquillos, y las dos librerías próximas algrupoestabanllenasdepadresydemadresquecomprabancarteras,cartillas,libros,estuchesoplumieresconútilesde trabajoycuadernos.Delantede laescuela se agolpaba tanta gente, que el bedel hubo de pedir la presencia deguardias municipales para que mantuviesen el orden y quedase expedita laentrada.

Cerca de la puerta sentí unos golpecitos en el hombro. Me los dio mianteriormaestrodesegundo,alegre,jovial,depelorubio,rizosoyencrespado,quemedijo:

—¿Qué,Enrique?¿Nosseparamosparasiempre?

Demasiadolosabíayo,perosuspalabrasmeapenaronmucho.Entramos,por fin, a empellones. Señoras, caballeros, mujeres del pueblo, obreros,militares,abuelas,criadas,todosconchicosdeunamanoyelmaterialescolarenlaotra,llenabanelvestíbuloylasescaleras,produciendounrumorcomoalentraralteatrodespuésdeunalargaesperaenlacola.

Volvíaverconalegríaelampliozaguánde laplantabajaalquedan laspuertasdesieteaulas,pordondehabíapasadocasitodoslosdíasdurantetresaños.Estabarepletodegente.Lasmaestrasdelospequeñosibanyveníanentodasdirecciones.Laquehabía sidomiprofesorados añosantesme saludódesdelapuertadesuclase,añadiéndome:—Enrique,esteañovasalpisodearriba,ynisiquierateverépasar.Hablómirándomeconaireentristecido.

ElDirectorestabarodeadopormujeresque le instabanaqueadmitieraasushijos,nomatriculadosporfaltadeespacio.Meparecióqueteníalabarbaalgomás canosa que el año pasado. Encontré a algunos chicosmás altos yfuertesquealterminarelcurso.

Enlaplantabajayasehabíahecholadistribucióndelosescolares;habíapequeñinesquenoqueríanentrarenelaulayseencabritabancomopotrillos,debiéndoseles forzarparaquepasasenal interior;peroalgunosseescapabandelosbancosqueleshabíanasignadoyotrosrompíanallorarencuantosus

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padres o acompañantes se marchaban, quienes volvían para consolarlos ohacerlos sentar nuevamente. Con esto las maestras se desesperaban. Mihermanitosequedóenlaclasede lamaestraDelcati,yyoenladelmaestroPerboni,situadaenelpisoprincipal.

A las diez todos estábamos en nuestros sitios respectivos. En mi claseéramos cincuenta y cuatro, pero apenas quince o dieciséis habían sidocompañeros míos el curso anterior, figurando entre ellos Derossi, el quesiempreobteníalasmejoresnotasyacaparabaelprimerpremio.

Pensandoenlosbosquesyenlasmontañaspordondemehabíasolazadoelverano, me parecía muy pequeño y triste el recinto escolar. También meacordabaconpenademianteriormaestro,tanbuenoyalegreytanbajoquecasiparecíaunodenosotros;sentíanoverlodelantedemíconsucabezarubiadepeloenmarañado.

Nuestroactualmaestroesalto.Nosedejalabarba;tieneelpelobastantelargoygris, aunquebienpeinado,yunaarruga rectaen la frente; suvozesalgo ronca. Nosmira fijamente uno a uno, como queriendo leer en nuestrointerior.Enningúnmomentolehevistoreír.

Esta mañana decía para mí: «Es el primer día. Tengo nueve meses pordelante. ¡Cuántos trabajos, cuántos exámenes mensuales he de realizar!»Sentíaverdaderanecesidaddeveramimadrey,alsalir,hecorridoabesarla.Ella,paratranquilizarme,mehadicho:

—Noteapures,Enrique.Estudiaremoslosdosjuntos.

Alentrarencasayaestabamuchomáscontento.Peronotengoelmismomaestro,ese tanbuenazoysiempresonriente.Poresonomehagustado,deprimeras,laescuelatantocomoantes.Veremosloqueocurreesteaño.

*

Nuestromaestro

Martes,18

Tambiénmegustadesdeestamañanaminuevomaestro.

Alentrar,estandoélsentadoensusillón,seasomabandevezencuandoalapuertadelaclasealgunosalumnossuyosdelcursoanteriorparasaludarle.

—Buenosdías,señormaestro.

—Buenosdías,señorPerboni.

Algunos entraban, le estrechaban la mano y se marchaban de prisa. Senotabaquelequeríanyquegustosamentehabríancontinuadoensuclase.Elmaestrolesrespondía:

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—Buenosdías.

Ylesapretabalamanoqueleofrecían,perosinfijarseenninguno;acadasaludopermanecíaserioyvueltohacia laventana,con laarrugade lafrentemás pronunciada, mirando al tejado de una casa próxima. En lugar dealegrarseporlossaludos,parecíaquelecausabanpena.Luegonosmirabaunoaunodetenidamente.

Paraeldictado,bajódelestradoeibapasandoporentrelosbancos.Viendoqueunchicoteníalacaraenrojecidayllenadegranitosparódedictar,se leacercó, le empinó un poco la cara y lo observó atentamente; después lepreguntóqué leocurríay lepuso lamanoen la frentepara saber si la teníacaliente.Mientras tanto, un chico se puso de pie por detrás en su banco yempezó a hacermuecas y tonterías con lasmanos. Elmaestro se volvió derepenteyelchiquillosesentóinstantáneamentepermaneciendoconlacabezagachaenesperadelamerecidareprimenda.PeroelseñorPerbonisólolepusounamanoenlacabezayledijo:

—Nolovuelvasahacer.

Ynadamás.Volvióalamesayacabódedictar.

Alconcluir,nosmiróunos instantesensilencioyacontinuación,consurobusta,peroagradablevoz,empezóadecirnos:

—Escuchad:hemosdepasar juntoscasiunaño.Procuraremospasarlo lomejor posible.Aplicaos y sed buenos chicos.Yono tengo familia.Vosotrosconstituíslamía.Elañopasadotodavíateníaamimadre,perohamuertoyhequedadosolo.Ahorasolamenteostengoavosotros,quesoiselcentrodemisafectosydemispensamientos.Debéissercomohijosmíos.Osquieroycreotenerderechoaquemequeráis,pagándomeconlamismamoneda.Nodeseocastigar a ninguno. Demostradme que sois chicos de buen corazón; nuestraclase será una familia y vosotros, mi consuelo y mi orgullo. No os pidopromesas de palabra, porque estoy seguro que ya lo habéis prometido en elfondodevuestrocorazón.Yosloagradezcosinceramente.

En aquel momento entró el bedel a dar la hora y todos salimos de losbancosmuysilenciosos.Elchicoquesehabíalevantadoenelbancoseacercóalmaestroyledijoconvoztemblorosa:

—¡Perdóneme!

Elmaestrolediounbesoenlafrenteylecontestó:

—Estábien;vete,hijomío.

*

¡Quédesgracia!

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Viernes,21

Yendoestamañanaalaescuelarefiriendoamipadreloquenosdijeraayerel maestro, vimos de pronto mucha gente apiñada ante la puerta del grupoescolar.

—¡Algunadesgracia!—dijomipadre—.¡Malempiezaelcurso!

Entramosnosindificultad.ElgranzaguánsehallabarepletodepadresdealumnosydechicosalosquelosmaestrosnolograbanhacerentrarenclaseytodosmirabanconinsistenciahaciaeldespachodelDirector,oyéndosedecir:«¡Pobremuchacho!¡PobreRobetti!»

Por encima de las cabezas, en el fondo de la habitación, llena de gente,sobresalían el quepis de un guardia municipal y la gran calva del señorDirector.Entróunseñorconsombrerodecopa,ydijeron:

—Eselmédico.

Mipadrepreguntóaunmaestro:

—¿Quéhasucedido?

—Lehapasadounaruedaporelpieyse loha lastimado—respondióelinterpelado.

—Seharotoelpie—dijootro.

Setratabadeunchicodelasegunda,que,yendoalaescuelaporlacalledeDoraGrossa,alvercaerenmediode lacalle,apocospasosdeunómnibusqueseechabaencima,aunniñodepárvulos,quesehabíasoltadodelamanode sumadre, corrió en su ayuda, lo cogióy lopuso a salvo, pero sinpoderimpedirquelepasaraporencimadeunpielaruedadelómnibus.

Mientrasnosreferíanesto,entróenelzaguáncomolocaunamujerqueseabríapasocondecisiónentrelagente.EralamadredeRobetti,alaquehabíanllamado.Otraseñorasalióasuencuentroy,sollozando,leechólosbrazosalcuello:eralamadredelniñosalvadodelpeligro.

Ambas entraron en el cuarto de la dirección y al punto se oyó un gritodesgarrador:

—¡Julio!¡Hijodemialma!

Enaquelmomentosedetuvouncochedelantedelapuertaypocodespuésapareció el señor Director con el chico herido en brazos, que estaba muypálido y con los ojos cerrados, apoyando la cabeza sobre el hombro delDirector.

Todos guardamos silencio absoluto, tan sólo roto por los sollozos de lamadre.ElseñorDirectorsedetuvouninstanteylevantóconlosdosbrazosal

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muchachoquellevabaparaqueloviésemostodos.Losmaestrosymaestras,lospadresyloschicos,exclamamosauna:

—¡Bravo,Robetti!¡Eresungranmuchacho!¡Unverdaderohéroe!¡Pobrechico!

Yleenviabanbesosalaire.Lasmaestrasyloschicosquesehallabanmáscercadeéllebesabanlasmanosylosbrazos.Elabriólosojosymurmuró:

—¡Micartera!

Lamadredelpequeñitosalvadoselaenseñógimoteando,yledijo:

—Telallevoyo,ángelmío;telallevoyo.

Entretantosemanteníaenpielamadredelherido,quesecubríaelrostroconlasmanos.

Salieron, acomodaron a Julio en el coche y éste partió. Entonces todosentramossilenciososenlaescuela.

*

Elchicocalabrés

Sábado,22

Ayer tarde,mientras elmaestro nos daba noticias del pobreRobetti, queandaba ya conmuletas, entró elDirector con otro alumno, un niño de caramuymorena,decabellonegro,ojos tambiénnegrosygrandes,con lascejasespesasyjuntas.Todosuvestidoeradecoloroscuroyllevabauncinturóndecueronegroalrededordeltalle.ElDirector,despuésdehaberhabladoaloídocon el maestro, salió dejándole a su lado al muchacho, que nos mirabaasustado.Elmaestrolotomódelamanoydijoalaclase:

—Osdebéisalegrar.Hoyentraenlaescuelaunnuevoalumno,nacidoenlaprovinciadeCalabria,amásdecincuentaleguasdeaquí.Queredbienaestecompañeroquevienede tan lejos.Hanacido en la tierra gloriosaquedio aItalia antes hombres ilustres y hoy le da honrados labradores y valientessoldados; es una de las comarcasmás hermosas de nuestra patria, en cuyasespesas selvas y elevadasmontañas habita un pueblo lleno de ingenio y decorazón esforzado. Tratadlo bien, a fin de que no sienta estar lejos del paísnatal;hacedleverquetodochicoitalianoencuentrahermanosentodaescuelaitalianadondepongaelpie.

Dichoesto, se levantóynos enseñóenelmapade Italia elpuntodondeestá la provincia de Calabria. Después llamó a Ernesto Derossi, que sacasiempreelprimerpremio.Derossiselevantó.

—Venaquí—añadióelmaestro.

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Derossi salió de su banco y se colocó junto a la mesa, enfrente delcalabrés.

—Como primero de la clase —dijo el profesor— da el abrazo debienvenida,ennombrede todos,alnuevocompañero:elabrazode loshijosdelPiamontealhijodeCalabria.

Derossimurmuróconvozconmovida:

—¡Bienvenidos!—y abrazó al calabrés.Éste le besó en las dosmejillasconfuerza.Todosaplaudieron.

—¡Silencio!…—gritóelmaestro—.Enlaescuelanoseaplaude.

Peroseveíaqueestabasatisfecho,yhastaelcalabrésparecíayaagusto.Elmaestroledesignósitioyleacompañóhastasubanco.Despuésrepuso:

—Acordaos bien de lo que os digo. Lo mismo que un muchacho deCalabriaestácomoensucasaenTurín,unodeTuríndebeestarcomoensupropiacasaenCalabria;porestoluchónuestropaíscincuentaañosymurierontreinta mil italianos. Os debéis respetar y querer todos mutuamente.Cualquieradevosotrosqueofendieseaestecompañeropornohabernacidoennuestra provincia, se haría para siempre indigno de mirar con la frentelevantadalabanderatricolor.

Apenas el calabrés se sentó en su sitio, los más próximos le regalaronplumasyestampas,yotrochico,desdeelúltimobanco,lemandóunsellodeSuecia.

*

Miscompañerosdeclase

Martes,25

Elchicoqueenvióelselloalcalabréseselquemásmeagradadetodos.SellamaGarrone,yeselmayordelaclase;tienecercadecatorceaños,lacabezagrande y los hombros anchos; es bueno, lo que se advierte hasta cuandosonríe,yparecequepiensacomounhombre.Ahoraconozcoyaamuchosdemiscompañeros.OtroquetambiénmegustasellamaCoretti;llevaunjerseycolormarrónoscuroytieneunagorradepiel.Siempreestáalegre.Eshijodeunrevendedordeleñaquefuesoldadoenlaguerrade1866,deladivisióndelpríncipeHumberto,ydicenquetienetresmedallas.EstáelpequeñoNelli,unchico jorobadito, endeble y descolorido. Hay uno muy bien vestido, quesiempreseestáquitandolasmotasdelaropa:Votini.Enelbancodelantedelmíohayotroalquelellaman«elalbañilito»,porsersupadrealbañil;decararedondacomounamanzanaydenarizchata.Tieneunahabilidadespecialparaponer el hocico de liebre; todos le piden que lo haga, y se ríen; lleva unsombrerito viejo, que guarda en el bolsillo como un pañuelo. Junto al

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albañilitoestáGaroffi,untipoaltoydelgado,conlanarizdepicodeloroylosojos muy pequeños, que siempre anda traficando con plumas, estampas ycartones de cajas de cerillas; se escribe notas en las uñas para leerlas ahurtadillascuandodalalección.Haydespuésunseñorito,CarlosNobis,queparecebastanteorgullosoyseencuentraenmediodedosmuchachosquemeresultansimpáticos:elhijodeunherrero,enfundadoenunachaquetaque lellega hasta las rodillas, muy pálido, que parece estar enfermo, siempre concara de asustado y que no se ríe nunca; y otro, rubio, que tiene un brazoinmóvil que lleva en cabestrillo; su padre fue a América y su madre esverdulera.

Es también un tipo curiosomi vecino de la izquierda, Stardi, pequeño yordinariote,sincuelloygruñón,quenohablaconnadieypareceserbastantetorpe,peroestámuyatentoalasexplicacionesdelmaestro,sinparpadear,conlafrentearrugadaylosdientesapretados;silehacenalgunapreguntacuandohablaelmaestro, laprimeray segundavezno responde,ya la terceradaalentrometidouncodazoounpuntapié.Tieneasuladoaundescarado,bastantesinvergüenza,quesellamaFrantiyquefueexpulsadodeotraescuela.

Hay dos hermanos, con vestidos iguales, que parecen gemelos y llevansombrero calabrés con una pluma de faisán. Pero elmejor de todos, elmáslisto y que seguramente será también el primero este año, es Derossi. Elmaestro,queyasehadadocuenta,lepreguntasiempre.

Sin embargo yo quiero mucho a Precossi, el hijo del herrero, el de lachaquetalarga,quepareceestarenfermo.Dicenquesupadrelepega.Esmuytímido;cadavezquepreguntaotropiezaconalguien,dice:«Perdona»,ymiradecontinuoconojostristesybondadosos.Garronees,sinduda,elmayoryelmejordetodos.

*

Ungestogeneroso

Miércoles,26

Garronesehadadoaconocerprecisamenteestamañana.

Cuandoentréenclase—unpocotardeporhabermedetenidolamaestradela primera superior para preguntarme a qué hora podía venir a casa—, elmaestronohabía llegado todavíay tresocuatrochicosseestabanmetiendocon el pobreCrossi, el rubiodel brazomaloy cuyamadre es verdulera.Lepegaban con las reglas, le tiraban a la cara cáscaras de castañas, le decíanmotesy le remedabanponiéndoseelbrazocomoencabestrillo.Elpobrecitoestabasoloensubancodelfondo,asustado,ydabacompasiónverlemirarauno y otro con ojos suplicantes para que lo dejasen en paz. Pero los otrosarreciabanensusburlasyélempezóatemblaryaponerserojodeira.

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Depronto,Franti,eldescarado,sesubióaunbancoy,haciendoademándellevardoscestasenlosbrazos,ridiculizóalamadredeCrossicuandoacudíaaesperarloalapuerta,puesahoranovaporestarenferma.Muchosserieronacarcajadas.EntoncesCrossi perdió la pacienciay, cogiendoun tintero, se lotiróalacabezacontodasufuerza;peroFrantiseagachóyeltinterofueadaralpechodelmaestroqueentrabaenaquelprecisomomento.

Todoscorrieronasusrespectivospuestosycallaronatemorizados.

Elmaestro,pálido,subióalestradoyconvozalteradapreguntó:

—¿Quiénhasido?

Nadierespondió.

Elmaestropreguntó,levantandomáslavoz:

—¿Quiénhasido?

EntoncesGarrone,sintiendocompasióndelpobreCrossi,sepusodepieydijoconresolución:

—Unservidor.

Elmaestrolemiróynosmiróatodos,queestábamospasmados,yluegoreplicóconvoztranquila:

—Nohassidotú.

Pasadounmomentoañadió:

—Elculpablenoserácastigado.¡Queselevante!

Crossiselevantóydijoentresollozos:

—Mepegabanymeinsultaban,perdílacabezaytiré…

—Siéntate —dijo el maestro—. ¡Qué se pongan de pie los que le hanprovocado!

Cuatroselevantaronconlacabezagacha.

—Vosotros—dijoelmaestro—habéisinsultadoauncompañeroquenoosprovocaba;oshabéisburladodeundesgraciadoypegadoaundébilquenopodíadefenderse.Convuestroprocederhabéiscometidounade lasaccionesmás ruines y vergonzosas con que se puede manchar una criatura humana.¡Cobardes!

Dicho esto, pasó entre los bancos, puso una mano en la barbilla deGarrone, que estaba con la vista baja, y, alzándole la cabeza y mirándolefijamente,ledijo:

—¡Tienesunalmanoble!

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Aprovechandolaocasión,Garronemurmurónoséquépalabraaloídodelmaestro,yéste,volviéndosehacialoscuatroculpables,lesdijobruscamente:

—Osperdono.

*

Mimaestra

Jueves,27

Mimaestrahacumplidosupromesayhavenidohoyacasaenelmomentoenquemedisponíaasalirconmimadreparallevarropablancaaunapobremujer,cuyanecesidadhabíamosleídoenlosperiódicos.Hacíaunañoquenolahabíamosvisto en casa; así es que todos la recibimos conmucha alegría.Continúa siendo la misma, menudita, con su velo verde en el sombrero,vestida sencillamente, con peinado algo descuidado por faltarle tiempo paraarreglarse,peromásdescoloridaqueel añopasado,conalgunascanasy sindejardetoser.

Mimadrelehapreguntado:

—¿Cómovadesalud,queridamaestra?

—¡Bah! No importa —ha respondido, sonriéndose de modo alegre ymelancólicoalavez.

—Seesfuerzausteddemasiadohablandofuerte—haañadidomimadre—ybregamuchoconloschiquitos.

Yesverdad;enclasenoparadehablar;lorecuerdodecuandoibaconella;continuamenteestállamandolaatencióndesuspequeñosalumnosparaquenosedistraigan.Noestáunmomentosentada.

Tenía la seguridad de que vendría a vernos, pues no se olvida de susantiguosdiscípulos;duranteañosrecuerdasusnombres;losdíasdeexámenesmensuales acude al despacho de la dirección para informarse de lascalificacionesquehanobtenido; losesperaa lasalidayhaceque leenseñenlosejerciciosparaversirealizanprogresos.HastavanaverlamuchachosquecursanelBachilleratoyllevanyapantalónlargoyreloj.

Hoy regresaba muy cansada del Museo, a donde había llevado a susalumnos,comoacostumbraahacerlocadajueves,explicándoselotodoconelmayor detalle. Pobre maestra, ¡qué delgada está! Pero es muy activa y sereanimacuandohablade su labordocente.Haqueridovolver aver la camadondeestuvemuyenfermohacedosaños,yqueahoraesdemihermano;lahaestadomirandounbuenratomuyemocionada.Sehaidoprontoparavisitaraunchiquillodesuclase,hijodeunsillero,enfermodesarampión,yportener,además, que corregir luego los cuadernos. En fin, que no para de trabajar.

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Antesderetirarseasucasa,aúndebíadarclaseparticulardeAritméticaalahijadeuncomerciante.

—Bueno, Enrique—me ha dicho al despedirse—, ¿quieres todavía a tuantiguamaestra,ahoraqueresuelvesproblemasdifícilesysabeshacerlargascomposiciones?

Mehabesadoy,desdeelúltimopeldañodelaescalera,mehadicho:

—Noteolvidesdemí,Enrique.

¡Nunca me olvidaré de ti, querida maestra! Aun cuando sea mayor terecordaréeiréaverteentretuspequeñuelos.Cadavezquepasecercadeunaescuelayoigalavozdeunamaestra,mepareceráescucharlatuyaypensaréen los dos años que pasé en tu clase, donde tantas veces te vi malucha yfatigada,perosiempreanimosa,indulgente,enfadadacuandoalgunocogíalapluma de manera incorrecta, preocupadísima cuando nos preguntaban losinspectoresylamardesatisfechacuandosalíamosairosos;siempretanbuenaycariñosacomounamadre…¡Nunca,nuncateolvidaré,maestramía!

*

Enlabuhardilla

Viernes,28

AyertardefuiconmimadreymihermanaSilviaallevarropablancaalamujer necesitada recomendada por los periódicos.Yo llevé el paquete ymihermanaelperiódicoenqueestabaelnombreyladirección.

Subimos hasta el último piso de una casa alta y entramos en un largocorredor al que daban muchas puertas de otras tantas viviendas. Mi madrellamóenlaúltima,abriéndonosunamujertodavíajoven,rubiaydemacrada,quede inmediatomeparecióhabervistootrasveces, conelmismopañueloazulalacabeza.

—¿Esustedladelperiódico?—preguntómimadre.

—Sí,señora;yosoy.

—Puesmire,letraemosunapocaropablanca.Aquílatiene.

Lamujernoparabadedarnoslasgraciasydebendecirnos.Mientrastantovi en un rincón de la oscura y desnuda habitación a un chico arrodilladodelantedeuna silla,deespaldas anosotros,yqueparecía estar escribiendo,como así era, efectivamente, teniendo el papel en la silla y el tintero en elsuelo.¿Cómolograbaescribircontanescasísimaluz?Mientraspensabaestopara mí, reconocí de pronto los cabellos rubios y la chaqueta de fustán deCrossi,elhijodelaverdulera,eldelbrazoinmóvil.

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Se lodijeamimadremientras lamujersehacíacargode la ropaque lehabíamosllevado.

—¡Calla!—respondiómimadre—.Puedeserqueseavergüencealverquedasunalimosnaasumadre;noledigasnada.

Pero Crossi se volvió en aquel momento y yo no sabía qué hacer. Medirigióunasonrisa,yentoncesmimadremediounempujoncitoparaqueloabrazara.Loabracé;élselevantóymeestrechólamano.

—Aquímetiene—decíaentretantosumadrealamía—solaconestehijo.MimaridohaceseisañosquesefueaAmérica,yyo,porañadidura,enferma,sinpoderganaralgúndinerovendiendoverdura.NisiquieradispongodeunamesaparaquemiLuisitopuedatrabajarconciertacomodidad.Cuandoteníaen el portal el mostrador, por lo menos podía escribir sobre él; pero se lollevaron. Como ve, hasta carecemos de luz suficiente para que estudie sinperder la vista. Y gracias que puedo enviarlo a la escuela porque elAyuntamientonosdaloslibrosydemásmaterialescolar.¡Pobrehijomío!¡Tú,contantasganasdeestudiar,yyo,infelizdemí,nadapuedohacerporti!

Mimadrelediocuantodinerollevabaenelbolso,besóalmuchachoycasillorabacuandosalimosdelabuhardilla.Teníatodalarazóncuandomedijo:

—Ya ves en qué condiciones se ve obligado a trabajar ese chico. Túdisfrutas de todas las comodidades y aún te parece duro el estudio. ¡Ah,Enriquito!Másméritohayensutrabajodeunsolodíaqueeneltuyodetodounaño.¡Aéldeberíandarlelospremios!

*

Laescuela

Viernes,28

Sí,queridoEnrique,elestudioteresultapesado,comodicetumadre;noteveoiralaescuelaconlaresoluciónylacarasonrientequeyoquisiera.Aúntehaces algoel remolón.Peromira, piensaunpocoen lovanaydespreciablequeseríatujornadasinofuesesalaescuela.Alcabodeunasemanapediríasderodillasvolveraella,hartodeaburrimiento,avergonzado,cansadode tusjuguetesydenohacernadaprovechoso.

Ahora, Enrique, todos estudian. Piensa en los obreros, que van por lanocheaclase,despuésdehaber trabajado todoeldía;en lasmujeres,en lasmuchachasdelpueblo,queacudenalaescuelalosdomingos,trasunasemanade fatigas; en los soldados, que echan mano de libros y cuadernos cuandoregresan, rendidos,de susejerciciosyde lasmaniobras;piensaen losniñosmudosyciegosque,sinembargo,tambiénestudian;yhastaenlospresos,queasimismoaprendenaleeryescribir.

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Cuandosalgasporlasmañanasdetucasa,piensaqueentumismaciudadyeneseprecisomomentovancomo túotros treintamil chicosa encerrarseporespaciodetreshorasenunahabitaciónparaaprenderyserundíahombresdeprovecho.

Pero¡quémás!Piensaenlosinnumerablesniñosqueatodashorasacudena laescuelaen todos lospaíses;contémplaloscon la imaginaciónyendoporlastranquilasysolitariascallejuelasaldeanas,porlasconcurridascallesdelaciudad, por la orilla de losmares y de los lagos, tanto bajo un sol ardientecomoentrenieblas,embarcadosenlospaísessurcadosporcanales,acaballopor las extensas planicies, en trineos sobre la nieve, por valles y colinas, através de bosques y de torrentes, subiendo y bajando sendas solitariasmontañeras,solos,oporparejas,oengrupos,oenlargasfilas,todosconloslibrosbajoelbrazo,vestidosdemildiferentesmaneras,hablandoenmilesdelenguas.DesdelasúltimasescuelasdeRusia,casiperdidasentrehielos,hastalasdeArabia,alasombradepalmeras,millonesdecriaturasvanaaprender,enciendiversasformas,lasmismascosas;imagínateesetanvastohormiguerode chicos de los más diversos pueblos, ese inmenso movimiento del queformasparte,ypiensaquesisedetuviese,lahumanidadvolveríaasumirseenlabarbarie.Esemovimientoesprogreso,esperanzaygloriadelmundo.

Valor, pues, pequeño soldado de semejante y colosal ejército. Tus armasson los libros; tu compañía, la clase; toda la tierra, campo de batalla; tuvictoria,nuestravictoria,significaráelestablecimientodeunapazverdadera,lacomprensiónentretodosloshombres,lacivilizaciónhumana.¡Noseas,hijomío,unsoldadocobarde!

TUPADRE

*

Elpequeñopatriotapaduano

Sábado,29

Noseréunsoldadocobarde,no;peroiríaconmásgustoalaescuelasielmaestronosrefiriese todoslosdíasuncuentocomoeldeestamañana.Dicequetodoslosmesesnoscontaráuno;noslodaráescrito,ysiempresetratarádeunaacciónbuenayverdaderarealizadaporunchico.

EldehoysetitulaElpequeñopatriotapaduano,ydiceasí:

DelpuertodelaciudaddeBarcelonasalióparaGénovaunbarcodecargaypasajefrancés, llevandoabordofranceses,españolesysuizos.Habíaentreotrosunchicodeonceaños,solo,malvestido,quesiempreestabaaisladoymirabaa todosconrecelo.Y tenía razónparahacerloasí.Dosañosantes lehabían entregado al jefe de una compañía de titiriteros sus desconsiderados

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padres, campesinos de los alrededores de Padua. Dicho jefe, después dehaberleenseñadoahacerdiversosejercicios,afuerzadepuñetazos,puntapiésy ayunos, se lo había llevado a través deFrancia y deEspaña, sin parar depegarleniacallarnuncasuhambre.

Una vez enBarcelona, no pudiendo soportar ya los golpes y el hambre,reducidoaunestadoquedabacompasión,seescapódesuverdugoycorrióapedirprotecciónalcónsuldeItalia,que,apiadándosedelmuchacho,lohabíaembarcado en aquel navío, entregándole una carta para el jefe depolicía deGénova, que se encargaría de devolverlo a sus padres, a losmismos que lehabíanentregadoporpocodinero,comosehaceconlosanimales.

Elpobrechicoibavestidodeharaposyenfermo.Lehabíandadobilletedesegunda clase. Todos lo miraban con cierta curiosidad y algunos le hacíanpreguntas;peroélnorespondía,pareciendoquedesconfiabadetodos,porlomucho que le habían exasperado y hecho sufrir las privaciones y losmalostratos.

Sin embargo, tres viajeros, a fuerza de insistir en sus preguntas,consiguieronhacerlehablaryenpocaspalabras,toscamentedichas,mezcladeespañol,francéseitaliano,lescontósutristehistoria.

No eran italianos aquellos tres pasajeros, pero lo comprendieron, y parteporcompasiónyparteporlaexcitacióndelvino,ledieronalgunasmonedas,estimulándole para que les refiriese otros particulares de su vida. Habiendoentradoenlasalaenaquelmomentounasseñoras,lostres,pordarsepostín,leentregaron más dinero, diciéndole: «Toma, toma más». Y hacían sonar lasmonedasenlamesa.

El muchacho se las fue metiendo en el bolsillo dando gracias aregañadientes, con airemalhumorado, pero con unamirada por primera vezsonriente y cariñosa. Después subió a cubierta y se acomodó en su litera,dondesiguiópensandoensuvida.Conaqueldineropodíatomaralgúnbuenbocado a bordo, después de dos años que sólo comía pan y poco; podíacomprarseunachaqueta en cuantodesembarcara enGénova, al cabodedosaños de ir vestido con andrajos; y también podía, llevando algo a casa, seracogido por su padre y su madre más humanamente que yendo con losbolsillosvacíos.Aqueldinerorepresentabaparaélcasiunafortuna,yenestopensaba, consolándose, bajo el toldo del puente, mientras que los trespasajeroscharlaban,sentadosalamesa,enmediodelasaladesegundaclase.

Bebíanyhablabandesusviajesydelospaísesquehabíanvisitadoy,deconversación en conversación, llegaron a dar su parecer sobre Italia. Unocomenzóquejándosedesusfondas;otro,desusferrocarriles,y todosjuntos,animándose,hablaronmaldetodo.UnodecíaquehabríapreferidoviajarporLaponia;otroasegurabaqueenItaliatansólohabíaencontradoestafadoresy

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bandidos; el tercero afirmaba que los empleados italianos eran analfabetos.«Unpuebloignorante»,dijoelprimero.«Sucio»,añadióelsegundo.«La…»,exclamóeltercero,queriendodecir«ladrón»,peronopudoacabarlapalabra,porque sobre sus cabezas y espaldas cayó una tempestad de monedas, querebotabanenlamesaeibanapararalsuelohaciendoruido.

Los tres hombres se levantaron furiosos mirando hacia arriba, y aunrecibieronenlacaraunpuñadodemonedas.

—¡Tomadvuestrodinero!—decíacondesprecioelmuchacho,asomadoalaclaraboya—;yonoaceptolimosnadequienesinsultanamipatria.

NOVIEMBRE

Eldeshollinador

Martes,1

Ayerpor la tarde fui a la escueladeniñasque está al ladode lanuestraparaentregarleelcuentodelmuchachopaduanoalamaestradeSilvia,queloquería leer. ¡Setecientas chicas hay allí! Cuando llegué, empezaban a salir,muycontentas,porlasvacacionesdeTodoslosSantosydelosDifuntos;yvialgoinolvidable.

Frentealapuertadelaescuela,enlaotraaceradelacalle,estabaapoyadoenlaparedylafrentesobreelbrazo,undeshollinadormuypequeño,queteníalacaracompletamentetiznadaysosteníaelsacoyelraspadordesuoficio.Elmuchachollorabaalágrimaviva,sollozando.Seleacercarondosotreschicasdelasegundasecciónquelepreguntaron:

—¿Quétepasa?¿Porquéllorasasí?

Peroélnolesrespondíaycontinuaballorando.

—¿Quétienes?¿Porquélloras?—levolvieronapreguntar.

Quitóentonceselbrazodelrostro,dejandoaldescubiertounacarainfantil,y,gimoteando,lesdijoquehabíaestadotrabajandoenvariascasaslimpiandochimeneas, que había ganado seis reales y los había perdido por habérseleescurrido lasmonedas por un roto que tenía en el bolsillo—les hizo ver elagujerosacándoseelforro—,noatreviéndoseavolverasucasasineldinero.

—¡Elamomepegará!—dijosollozandodenuevoydejandocaerotravezlafrentesobreelbrazoconademándedesesperación.

Las chicas le miraron muy serias. Entretanto se habían acercado otras

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muchachasmayoresypequeñas,pobresyacomodadas,consuscarterasbajoelbrazo.Unadelasmayores,quellevabaunaplumaazulenelsombrero,sesacódelbolsillodosmonedasydijoatodas:

—Yosólotengoestasdosmonedas.¿Porquénohacemosunacolecta?

—También tengoyootrasdosmonedas—dijootravestidadeencarnado—;entretodaspodemosreunirporlomenostreinta.

Empezaronallamarseunasaotras:

—¡Amalia! ¡Luisa! ¡Anita! ¡Una moneda! ¿Quién tiene dinerito? ¡Aquíhacefaltadinero!

Algunas llevaban para comprar flores o cuadernos y lo entregaronenseguida.Otras,máspequeñas,sólopudierondarcalderilla.Ladelaplumaazulsehacíacargodetodoeibadiciendo:

—¡Ocho,diez,quince!

Perohacíafaltamás.

Entonces llegó una mayor, que parecía una maestrita, y entregó unamoneda de plata, recibiendo palabras de alabanza. Todavía faltan cincomonedasdebronce.

—¡Ahoravienenlasdecuarto!—dijouna.Llegaron,efectivamente,lasdecuartoyllovieronlasmonedas.Todassearremolinaban,yerahermosoveralpobrecitodeshollinadorenmediodechicasvestidascondiversoscolores,entodoaquelcírculodeplumas,delazosyderizos.

Habíanreunidomásdeloperdidoporelchico,ylasmáspequeñas,quenotenían dinero, se abrían paso entre las mayores ofreciendo sus ramitos deflores,pordartambiénalgo.

Pocodespuésllególaportera,gritando:

—¡LaseñoraDirectora!

Las chicas se dispersaron en todas direcciones como desbandada depájaros, quedando el pequeño deshollinador solo en medio de la calle,enjugándose los ojos, muy contento, con las manos llenas de dinero y conramitosdefloresenlosojalesdelachaqueta,enlosbolsillos,enelsombrero,habiendonopocasfloresinclusoporelsuelo,rodeandosuspies.

*

EldíadelosDifuntos

Miércoles,2

Este día está consagrado a la conmemoración de los fieles difuntos.

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¿Sabes,Enrique,aquiénesdelosqueyanoestándebéisdedicarunrecuerdoespecialvosotroslosmuchachos?Aaquellosquemássedistinguierondurantelavidaensuamoralosniñosyalosadolescentes.¡Cuántasdeesaspersonasbeneméritasmuerendecontinuo!¿Haspensadoalgunavezenlosmuchísimospadres que consumieron su existencia en el trabajo, y en las madres quebajaron al sepulcro prematuramente extenuadas por las privaciones quesoportaron para sustentar a sus hijos? ¿No sabes que ha habido padres quellegaronalfindesuvidadesesperadosporverasushijosenlamiseria,yquemuchasmujeresperecierondepenaosevolvieronlocasantelapérdidadeunhijo? Piensa hoy en todos esosmuertos, Enrique. Piensa en tantasmaestrasquemurieronjóvenesconsumidasporeldiarioquehacerescolarparabiendelos niños, de los cuales no quisieron separarse; piensa en los médicos quemurierondeenfermedadescontagiosasdelasquenoseprecavíanporcuraralosniños;piensaentodosaquellosqueenlosnaufragios,enlosincendios,enlas épocas de hambre, en un momento de supremo peligro, cedieron a lainfanciaelúltimopedazodepan,laúltimatabladesalvación,laúltimacuerdapara librarse de las llamas, y expiraron satisfechos de su sacrificio queconservabalavidadeunpequeñoinocente.Soninnumerables,Enrique,esosmuertos; todo cementerio encierra centenares de santas criaturas, que, sipudieranlevantarseporunmomentodelasepultura,nosdiríanelnombredealgún niño al que sacrificaron los placeres de la juventud, el sosiego de lavejez, los sentimientos, la inteligencia, la vida; esposas de veinte años,hombresenlaflordelaedad,ancianasoctogenarias,jovencitos—heroicosyoscurosmártiresdelainfancia—,tangrandesygallardos,quenoproducelatierratantasflorescomodebiéramosponerensussepulcros.¡Cuántosequierea los niños! Piensa hoy con gratitud en esos muertos y serás mejor y másafableconlosquetequierenytrabajanporti,afortunadohijomío,túqueeneldíadelosfielesdifuntosnotienesaúnquelloraraninguno.

TUMADRE

*

MiamigoGarrone

Viernes,4

NohansidomásquedoslosdíasdevacacionesymeparecequeheestadomuchotiemposinveraGarrone.Cuantomásloconozco,tantomásloaprecio,y lo mismo les sucede a los demás, con excepción de los presuntuosos yarrogantes, aunque a su lado no puede haberlos, porque no permite queningunosehagaelmandón.Cadavezqueunodelosmayoreslevantalamanosobreunpequeño,gritaéste:«¡Garrone!»yelmayornoosapegarle.

Garroneeselmásaltodelaclase;levantaunbancoconunamano;noparadecomer.Supadreesmaquinistadeltrenyélempezóairtardealaescuela

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porque estuvoenfermodos años.Esmuy servicial: cualquier cosaque se lepida, un lápiz, unagoma,papelo el cortaplumas, loprestao loda.Esmuyserio,yenclasenihablani se ríe; estámuyquietoenelbanco,que resultareducidoparaél,debiendotenerlaespaldaagachadaylacabezacomometidaenloshombros.Cuandolomiro,medirigeunasonrisayentornalosojos,cualsiquisieradecirme:«¿Qué,Enrique?Somosamigos,¿no?»

Da risa verle tan grandote y corpulento, con su chaqueta, pantalones,mangasytododemasiadoestrechoycorto;elsombreronolecubrelacabeza;lleva el pelo rapado, botas pesadas y la corbata siempre arrollada como uncordel.¡Cuántoquieroaesemuchacho!Bastaverunavezsucaraparatomarlecariño.Todoslosmáspequeñosdesearíantenerlojuntoasícomocompañerodebanco.SabemuchodeAritmética.Llevaloslibrosatadosconunacorreadecueroencarnado.Tieneunanavajitaconmangonacaradoqueseencontróelañopasadoen laplazadeArmas,yundía secortóundedohastaelhueso,peroningunoselonotóenclase,yensucasanodijonadaparanoasustarasus padres.Consiente que le digan cualquier cosa sin tomarlo nunca amal;pero, ¡ay si le dicen «no es verdad» cuando afirma algo! Entonces echachispasporlosojosydapuñetazoscapacesdepartirelbanco.

El sábado por la mañana dio una moneda a un chiquito de la primerasuperiorqueestaballorandoenmediodelacalleporquelehabíanquitadoelsuyoyyanopodíacomprarseelcuadernoquenecesitaba.

Hacetresdíasqueestáafanadoenescribirunacartadeochopáginas,condibujos hechos a pluma en los lados, para el onomástico de sumadre, queviene con frecuencia a esperarlo; una mujer alta y gruesa como él, muycariñosa.

Elmaestro está siempremirándole, y cada vez que pasa a su lado le dapalmaditasenelcuellocariñosamente.

Megustaestrecharlelamano,que,porlograndeygorda,pareceladeunhombre.Yolequieromucho.

Estoysegurodequearriesgaríasuvidaporsalvarauncompañeroyquehastasedejaríamatarpordefenderlo.Aunqueporsuhablarrecioparezcaquerefunfuñe,suvozviene,envez,deuncorazónnobleygeneroso.

*

Elcarboneroyelseñor

Lunes,7

Garronenohabríadicho jamás loqueayerpor lamañanaprofirióNobisparazaheriraBetti.CarlosNobissemuestraorgullosoporserhijodepadresacomodados.Supadre,unseñoralto,conbarbanegra,muyserio,acudecasi

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todoslosdíasalapuertadelaescuelaparaacompañarasuhijohastacasa.

AyerNobissepeleóconBetti,unodelosmáspequeñosdenuestraclase,hijodeuncarbonero,ynosabiendoyaquéreplicarle,porquenollevabarazón,ledijoenvozmuyalta:

—Tupadreesunandrajoso.

Bettisepusomuyrojoynorespondió;perolesaltaronlas lágrimasy,alllegar a su casa, le contó lo sucedido a su padre, un honrado carbonero,hombre de poca talla, que parece negro por lo tiznado que va. El ofendidopadresepresentóporlatardeconsuchicodelamanoaquejarsealmaestro.

Mientras esto sucedía, estando todos nosotrosmuy callados, el padre deNobis, que le estaba quitando la capa a su hijo en la puerta, según sucostumbre,oyópronunciarsunombreyentróapedirunaexplicación.

—Este señor —dijo el maestro señalando al carbonero— ha venido aquejarse de que su hijo, Carlos, dijera ayer al suyo: «Tu padre es unandrajoso».

El padre deNobis arrugó el entrecejo y se puso algo colorado.Despuéspreguntóasuhijo:

—¿Esverdadquehasdichoeso?

El chico, de pie en medio de la clase, con la cabeza baja delante delpequeñoBetti, no rechistó. El padre comprendió entonces que era cierto; leagarródeunbrazo,leobligóaqueseaproximasemásalofendido,poniéndolefrenteaél,yledijo:

—¡Pídeleperdón!

Elcarboneroquisointerponerse,diciendo:

—¡No,no,deningunamanera!

PeroelseñorNobisnoloconsintió,yretiróasuhijo:

—¡Pídele perdón! Repite esto: Te ruego me perdones por las palabrasinjuriosas,insensatasygroserasquetedijeayer,ofendiendoatupadre,alcualtieneelmíoelhonordeestrecharlamano.

Elcarbonerohizoungestoresuelto,comodiciendo:

—No,porfavor,yaestábien.

Peroel señorNobis semantuvo firmeensupropósito,y suhijo,aunquelentamenteyconunhilillodevoz,sinlevantarlavistadelsuelo,fuediciendo:

—Te ruego me perdones… por las palabras injuriosas… insensatas… ygroseras…que te dije ayer, ofendiendo a tu padre…al cual tiene elmío el

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honor…deestrecharlamano.

El señor Nobis alargó la mano al carbonero, quien se la estrechó confuerza,yenseguidaempujóasuhijohacialosbrazosdesucompañeroCarlos.

—Le agradeceré —dijo el padre de Nobis al señor maestro— que lospongajuntos,enelmismobanco.

NuestromaestroaccedióyledijoaBettiquesesentaraalladodeNobis.

Cuandoestuvieronjuntos,elpadredeCarlossaludóysalió.

El carbonero permaneció un momento pensativo, mirando a los dosescolares en el mismo banco; después se les acercó, miró a Nobis conexpresióndeafectoyderemordimientoalavez,comosiquisieradecirlealgo,pero no le dijo nada; alargó lamano para hacerle una caricia y se contuvo,limitándose a rozarle ligeramente la frente con sus toscos dedos. Luego seacercóalapuertay,volviéndoseunavezmásparamirarlo,desapareció.

—Acordaosbiendeloqueacabáisdever—dijoelseñormaestro—;eslamejorleccióndelaño.

*

Lamaestrademihermano

Jueves,10

ElhijodelcarbonerofuealumnodelamaestraDelcati,quehoyhavenidoa casa a visitar a mi hermanito, que está malucho, y nos ha hecho reír aldecirnosque lamadrede ese chicohacedos años, le llevó, comoobsequio,unagranespuertadecarbón,paradarle lasgraciaspor lamedallaquehabíadadoasuhijo;lamujerseobstinabaennoquerersellevarelcarbónasucasa,ycasillorabacuandotuvoquevolverseconelregalo.

También nos ha dicho que otra pobremujer le ofreció un gran ramo deflores,dentrodelcualhabíaunpuñaditodemonedas.

Noshemosdivertidomuchooyéndola,y,graciasaella,mihermanitosehatomado lamedicina que en un principio no quería ingerir.Cuánta pacienciadebentenerconlosparvulitos,sindientesenlaboca,comolosancianos,queno sabenpronunciar erre,ni ajo; la clase resultaunguirigay: eluno tose, elotroechasangreporlanariz,hayquienpierdeloszapatitosdebajodelbanco,otro chilla porque se ha pinchado sumanecita demanteca, o por otra cosacualquiera. Apenas pueden estar unos minutos atentos. ¡Qué trabajo máspesado tener cincuenta omás criaturas encerradas en un aula, que no sabenestarsequietosnihacernadaellassolas!Haymadresquequisieranqueasushijitos de tres y cuatro años les enseñasen a leer y escribir; pero con justarazónnoleshacencasolasmaestras,ylesenseñanmuchascosasconvenientes

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fueradeeso,perocomojugando.

Lospequesllevanenlosbolsillitosterronesdeazúcar,botones,taponesdebotella,pedacitosdetejos,todaclasedemenudenciasquelamaestrabuscayno siempre encuentra porque saben esconderlas hasta en los sitios másinverosímiles,inclusoenelcalzado.

Una maestra de parvulitos debe hacer de mamá con esa gentecilla,ayudarles a vestirse, vendarles las heriditas que se producenoque se hacenunos a otros en sus frecuentes riñas y peleas, recoger las gorritas que tiran,cuidardequenocambienlosabriguitos,puesluegotodosonrabietasylloros.

¡Pobresmaestras!Yaúnvan lasmamásaquejarse.«¿Cómoes,señorita,queminenehaperdidolacarterita?»«¿Porquénoaprendecasinada?»«¿Porquénoledaunpremioaminena,quesabetanto?»«¿Cómoesquenosehaocupado de quitar del banco el clavo que ha roto los pantaloncitos de miPedrín?»

Algunavezseenfadaconloscríoslamaestrademihermanitoy,cuandonopuedeaguantarmás,semuerdeundedoparanopropinarningúncacheteniazotito;pero,cuandopierdelapaciencia,searrepienteenseguidayacariciaalnene que ha regañado: a veces se ve obligada a despachar de la clase a unpequeñuelo,perocontienesupenayvaadesahogarseconlospadres,queporcastigodejansincomerasusniños.

LamaestraDelcatiesjovenyalta;vistecongusto;esmorenayvivaracha,ytodolohacecomomovidaporunresorte;seconmueveporcualquiercosa,hablandoentoncescongranternura.

—¿Laquierentodoslosniños?—lehapreguntadomimadre.

—Mucho, sí; pero luego, cuando termina el curso, si te he visto nomeacuerdo.Cuandopasanaotrasclasessuperiores,casiseavergüenzandedecirque han sido alumnos míos. Al cabo de dos años que suelo tenerlos, meencariñomuchoconellosymeduelequedebamossepararnos…Haychicosdelosquedigo:«Éstenoserácomootros,ysiemprememostrarásucariño».Peropasan lasvacaciones,empiezaelnuevocurso, leveo ir tan tiesoaunaclasesuperior,salgoasuencuentroyledigo:«Hola,pequeñín…»,yélvuelvelacarahaciaotraparte.—Lamaestra,emocionada,nopuedeproseguir.

—Túnoharás así, ¿verdadmonín?—hadichoporúltimo, al levantarse,mirando ami hermanito con los ojos humedecidos y besándole—.Túno tevolverásparaotro ladoni considerarásnuncaunaextrañaa tupobreamiga.¿Noescierto?

*

Mimadre

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Jueves,10

Enpresenciadelamaestradetuhermanitofaltastealrespetoatumadre.Procura que esto no vuelva a repetirse, Enrique. Tu irreverente palabra hapenetradoenmi corazóncomopuntade aceradocuchillo.Yopensaba en tumadre cuando hace unos años, estando tú enfermo, pasó toda la nocheinclinada sobre tu cama observando tu respiración, vertiendo lágrimas deangustia y temblando de miedo por creer que iba a perderte; yo temía quellegaseaenloquecerdepena,yantetalposibilidadexperimentéciertaojerizahaciati.¡Noofendasnuncaenlomásmínimo,nisiquieraconelpensamiento,atumadre,quegustosamentedaríaunañodefelicidadporevitarteunahoradedolor,queseríacapazdemendigarportiysedejaríamatarporsalvartelavida!

Mira, Enrique, graba bien en tu mente este pensamiento. Consideratambiénque teaguardanen lavidamuchosdíasamargos,yelmás tristedetodosseráaquélenquepierdasatumadre.

Cuandoyaseasunhombrehechoyderechoyestésprobadoentodaclasedecontrariedades, la invocarásmilveces,oprimidoporel inmensodeseodevolver a oír su vozpor unmomentoy verle abrir de nuevo sus brazos paraarrojarte en ellos sollozando, como tierno niño carente de protección y deconsuelo.

¡Cómo te acordarás entonces de todos los sinsabores que le hubierasocasionado,yconquéremordimientoslosirásexpiandotodos!

Noesperestranquilidadentuvidasihubieresentristecidoatumadre.Tearrepentirás, le pedirás perdón, venerarás sumemoria, pero todo será inútil,pues la conciencia no te dejará vivir en paz; su bondadosa y dulce imagentendrá siempre para ti una expresión de tristeza y de reconvención quetorturará tualma. ¡Muchocuidado,Enrique!Se tratadelmássagradode losafectoshumanos.¡Desgraciadodelquelopisotea!

Elasesinoquerespetaasumadreauntienealgodehonradoydenobleensucorazón;elhombremásilustrequélahagasufrirylaofendanoserámásqueunavilcriatura.Quenosalgadetubocajamásunapalabraduraparalaquetehadadoelser.Ysialgunaseteescapa,noseaeltemoratupadre,sinounimpulsodelalmaloquetehagaarrojarteasuspies,suplicándolequeconelbesodelperdónborredetufrentelamanchadelaingratitud.

Yo te quiero, hijomío, eres lamayor ilusión demi vida; pero preferiríavertemuertoantesqueuningratocontumadre.Poralgúntiempoabstentedemostrarmetuafecto,puesnopodríacorresponderteconcariño.

TUPADRE

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*

Coretti,uncompañerodeclase

Domingo,13

Mipadremeperdonó,aunqueyomequedébastantetriste,ymimadrememandó a dar un paseo con el hijo mayor del portero. A mitad del paseo,cuandoestábamoscercadeuncarroparadodelantedeunatienda,oigoquemellamanporminombre,ymevuelvo.

Era Coretti, mi compañero de clase, con su jersey color chocolate y sugorradepiel,sudandoyalegre,quellevabaungranhazdeleñaalhombro.Unhombresubidoalcarroleechabaunbrazadodeleñavezporvez;éllocogíaylo llevaba a la tienda de su padre, donde los iba amontonando de prisa ycorriendo.

—¿Quéhaces,Coretti?—lepregunté.

—Puesyaloves—respondió,tendiendolosbrazospararecibirlacarga—;repasolalección.

Mehizoreír.Perohablabaenserio,ydespuésdecogerlaleña,empezóadecircorriendo:

—Llámense accidentes del verbo… sus variaciones según el número…,segúnelnúmeroylapersona—luego,echandoyamontonandolaleña—…segúneltiempo…,segúneltiempoalqueserefierelaacción.

Yvolviendohaciaelcarropararecibirotrobrazado:

—…segúnelmodoconqueseenuncialaacción.

EranuestraleccióndeGramáticaparaeldíasiguiente.

—¿Quéquieresquehaga?—medijo—.Aprovechoeltiempo.Mipadrehasalidoconeldependienteparaciertoasunto;mimadreestáenferma,ytengoqueocuparmede ladescarga.Mientras tanto repaso la lecciónparamañana.Mipadremehadichoqueestaráaquía lassieteparapagarleausted—dijodespuésalhombredelcarro.

Almarcharseelcarro,medijoCoretti:

—Entraunmomentoalalmacén.

Era un local bastante amplio, con montones de haces de leña recia ygavillasparaencender.Aunladoviunaromana.

—Hoyesdíademuchotrabajo,teloaseguro—añadióCoretti—;poresotengoquehacerlosdeberesdeclasearatosycomopueda.Estabaescribiendolas oraciones gramaticales que nos hamandado cuando tuve que parar para

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despacharloquemepedíalagente.Alreanudareltrabajo,sehapresentadoelcarro. Estamañana ya he ido dos veces almercado de leña, que está en laplaza de Venecia. Tengo las piernas que no me las siento, y las manoshinchadas.Menosmalquenohedehacerningúndibujo. ¡Paraesoestoyyoahora!—ymientras hablaba iba barriendo las hojas secas y las pajillas querodeabanelmontón.

—¿Ydóndehaceslosdeberes,Coretti?—lepregunté.

—Aquíno,desdeluego—respondió—;venaverlo.

Enseguidamellevóaunahabitaciónenelinteriordelalmacén,queservíade cocina y de comedor, con una mesa a un lado, donde había libros ycuadernosyestabaeltrabajoempezado.

—Precisamente aquí—dijo—he dejado en el aire la segunda respuesta:con el cuero se hacen zapatos, cinturones…; ahora añadiré maletas. —Y,tomandolapluma,sepusoaescribirconsubuenacaligrafía.

—¿No hay nadie? —se oyó gritar en aquel instante a la entrada delalmacén.

—Allá voy—respondióCoretti.Y saltó de allí. Pesó la leña, la cobróycorrió a un ladopara apuntar la venta en un cuaderno.Después volvió a sutrabajoescolar,diciendo:

—A ver si me dejan acabar el período.—Y escribió: bolsas de viaje ymochilasparalossoldados.

—¡Ay! ¡Semeestá saliendo el café!—gritódeprontoy corrió al fogónparaapartarlacafeteradelfuego.Luegoañadió:—Eselcaféparamamá;hetenidoqueaprenderahacerlo.Esperaunpocoyselollevaremos;asíteveráysealegrará.Hacesietedíasqueestáencama.¡Accidentesdelverbo!Siempremequemolosdedosconestadichosacafetera.¿Quéhedeponerdespuésdelas mochilas para los soldados? Hace falta más, pero no se me ocurre demomento.Venaveramamá.

Abrió una puerta y entramos en otro aposento pequeño, donde estaba lamadredeCorettienunacamagrande,conunpañueloblancoenlacabeza.

—Aquí tienes tu café,mamá—dijoCoretti, ofreciéndole la taza—.Estechicoesuncompañeromíodelaescuela.

—¡Cuántome alegro!—medijo lamujer—; acostumbras a visitar a losenfermos,¿noesverdad?

EntretantoCorettiarreglabalasalmohadasqueteníasumadrepordetrás,componíalaropadelacama,atizabaelfuegoyechabaalgatodelacómoda.

—¿Quieresalgomás,mamá?—preguntódespués,alretirarlataza—.¿Te

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has tomado las dos cucharaditas de jarabe? Cuando no quede, haré unaescapada a la farmacia. La leña ya está descargada. A las cuatro pondré lacarneacocer,comomehasdicho,y,cuandopaselamujerdelamantequilla,ledarésudinero.Todosehará:Túnotienesquepreocuparte.

—Gracias, hijo mío—respondió la mujer—; mi pobre hijo—añadió—estáentodo.

Quisoquetomaraunterróndeazúcar,yluegoCorettimeenseñóelretratodesupadreenunafotocolocadaenuncuadritoconmarco,ostentandoenelpecho lamedalla almérito, que ganó en 1866, sirviendo en la división delpríncipeHumberto.Teníalamismacaradelhijo,consusojosvivarachosysusonrisatansimpática.

Volvimosalacocina.

—Yame acuerdodeotra cosa que faltaba—dijoCoretti, y añadió en elcuaderno: también se hacen guarniciones para los caballos—. Lo demás loharéestanoche;meacostaréalgotarde.¡Dichosotúquedisponesdetodoeltiempoquequieresparaestudiar,yaúntesobraparairdepaseo!

Siempreestácontentoydispuestoparaeltrabajo.Encuantoentramosenlatienda-almacén, empezó a poner trozos de leña gruesa en el caballete y aserrarlosporlamitad,diciendoentretanto:

—¡Estosíqueesgimnasiayno losmovimientosdebrazosquehacemosen la escuela!Quiero que cuando regresemi padre encuentre toda esta leñaserrada;sealegrará.Lomaloesque,despuésdeestetrabajo,hagounastesyunaselesque,comodicenuestromaestro.parecenserpientes.¿Quéquieres?Lediréquehetenidoquemoverlosbrazos.Loimportanteesquemimadreseponga bien pronto, eso sí. Hoy, gracias a Dios, está bastante mejor. LaGramáticalaestudiarémañanaallevantarme.¡Ah,ahoravieneelcarroconlostroncos!¡Altrabajo!

Uncarrocargadodetroncossedetuvoanteelalmacén.Corettisalióparahablarconelhombrequeloconducíayluegovolvió.

—Ahora no puedo hacerte compañía —me dijo—, así es que hastamañana.Hashechobienenveniraverme.¡Buenpaseo,Enrique!¡Dichosotú!

Nosestrechamos lasmanos, corrióacargarelprimer troncoyempezóahacerviajesdelcarroalalmacényviceversa,consucarasonrosada,sugorritadepielenlacabeza,siempretanvivoquedagustoverlo.

«¡Dichoso tú!»,me había dicho. Ah, no, Coretti, tú tienesmayor dicha,porqueeresmásútila tupadreya tumadre,cienvecesmejorqueyo,yunchicodemuchovalor,queridocompañeromío.

*

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Eldirectordelaescuela

Viernes,18

Corettiestabamuycontentoestamañanaporhabervenidoapresenciarlosexámenesmensualessumaestrodelasegunda,elseñorCoatti,unhombretónconabundantepelomuycrespo,granbarbanegra,ojosgrandesoscurosyunavozdetrueno,queacostumbraaamenazaralosniñosconhacerlospedazosyllevarlos de la oreja a la prevención, pone el semblante adusto; pero nuncacastiga a nadie, y se sonríe por detrás de su barba, sin que los chicos sepercaten.

ConelseñorCoattisonocholosmaestrosdelgrupo,incluyendotambiénunsuplente,barbilampiño,quepareceunchiquillo.Hayunmaestro,elde laseccióncuarta,algocojo,arropadoenunagranbufandadelana,siemprecondolores adquiridos cuando era maestro rural, pues ejercía en una escuelahúmeda,cuyasparedesgoteaban.

Otromaestro,eldelacuartaB,esyaviejo,muycanosoyhasidoprofesorde ciegos. Hay uno bien vestido, con lentes y bigotitos, al que apodan elabogadillo,porquesiendoyamaestrosehizoabogado,cursólalicenciaturadeDerechoyesautordeunlibroparaenseñaraescribircartas.

En cambio, el que nos da la gimnasia tiene tipo de soldado, estuvosirviendoconGaribaldiyseleveenelcuellolacicatrizdeunaheridadesablequerecibióenlabatalladeMilazzo.

LuegoestáelDirector,unhombrealto,calvo,queusagafasconarmazóndeoro,y tieneunabarbaque le llegaalpecho;vistedenegroy siemprevaabotonadohastalabarbilla;estanbuenoconloschicos,que,cuandovanaladirección temblando para recibir una reprimenda, no les grita, sino que lostoma de la mano y les dice paternalmente que no deben portarse como lohacen, que deben arrepentirse, prometer ser buenos. Habla con modos tansuavesyconunavoztandulce,quetodossalenconlosojosenrojecidosymásconfusosquesiloshubiesecastigado.¡PobreDirector!Eselprimeroquellegaporlamañanaalgrupoparaesperaralosalumnosyhablarconlospadres;ycuandolosmaestrosyasehanidoasucasa,todavíadaunavueltaalrededordelaescuelaparaversihaychicosquesecuelganenlatraseradeloscochesose entretienen por las calles a jugar o llenando las carteras de arena o depiedras; cada vez que aparece por una esquina, tan alto y enlutado, escapanbandadas de muchachos en todas direcciones, suspendiendo al instante eljuegodebolasodepeonza,yéllesamenazabadesdelejosconelíndice,perosinperdersuaireafableytristón.

—Nadielehavistoreír—dicemimadre—desdequemuriósuhijo,queeravoluntarioenelejército,ytienesiemprealavistasuretratosobrelamesa

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deladirección.

Noqueríaseguirejerciendosuprofesióndespuésdesemejantedesgracia;habíaextendido lapeticiónpara jubilarsey la teníadecontinuoen lamesa;pero no la presentaba porque le disgustaba separarse de los niños. Sinembargo,elotrodíaparecíadecidido,ymipadre,quesehallabaconélenladirección,ledecía:

—Esunalástimaqueustedsevaya,señorDirector.

Enestoentróunhombreconunhijo suyoquepasabadeotrocolegioalnuestroporhabercambiadodedomicilio.

Al ver a aquel chico, elDirector hizo un gesto de extrañeza; lemiró unratito, luego observó el retrato que tenía en la mesa, volvió a fijarse en elmuchacho,losentóensusrodillas,haciéndolelevantarlacara.Aquelchicoseparecíamuchoasuhijo,ydijoelDirector:

—Estábien—actoseguidohizolamatrícula,despidióalpadreyalhijo,ysequedópensativo.

—Esuna lástimaquesevaya—repitiómipadre.YentonceselDirectortomósuinstanciadejubilación,larompióendospedazos,ydijo:

—Mequedo.

*

Lossoldados

Martes,22

Su hijo era voluntario del ejército cuandomurió; por eso elDirector vasiempre a la plaza a ver pasar a los soldados cuando salimos de la escuela.Ayerpasabaunregimientodeinfanteríaycincuentamuchachossepusieronasaltar alrededor de lamúsica, cantando y llevando el compás con las reglassobre la cartera. Nosotros estábamos en un grupo, en la acera, mirando.Garrone, oprimido entre su estrecha ropa,mordía un pedazo de pan;Votini,aquel tanelegantito,quesiempreestáquitándose lasmotas;Precossi,elhijodelforjador,conlachaquetadesupadre;elcalabrés;elalbañilito;Crossi,consu roja cabeza; Franti, con su aire descarado, y tambiénRobetti, el hijo delcapitánde artillería, el que salvó al niñodel ómnibusyque ahora anda conmuletas.Frantiseechóareírdeunsoldadoquecojeaba.Perodeprontosintióunamanosobreelhombro;sevolvió:eraelDirector.

—Óyeme—ledijo elDirector—,burlarsedeun soldadocuandoestá enlas filas, cuando no puede vengarse ni responder, es como insultar a unhombreatado;esunavillanía.

Frantidesapareció.Lossoldadospasabandecuatroencuatro,sudorososy

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cubiertosdepolvo,ylaspuntasdelasbayonetasresplandecíanconelsol.ElDirectordijo:

—Debéis querer mucho a los soldados. Son nuestros defensores. Ellosiríanahacersematarpornosotrossimañanaunejércitoextranjeroamenazasenuestro país. Son también muchachos, pues tienen pocos más años quevosotros,ytambiénvanalaescuela:hayentreellospobresyricos,comoentrevosotros,yvienentambiéndetodaspartesdeItalia.Vedlos,casiselespuedereconocerporlacara:pasansicilianos,sardos,napolitanos,lombardos.Ésteesunregimientoveterano,de losquehancombatidoen1848.Lossoldadosnosonyaaquéllos,perolabanderaessiemprelamisma.¡Cuántoshabránmuertoporlapatriaalrededordeesabandera,antesquehubieraisnacidovosotros!

—¡Ahíviene!—dijoGarrone.Yenefecto,seveíayacercalabandera,quesobresalíaporencimadelacabezadelossoldados.

—Haced una cosa, hijos —dijo el Director—; saludad con respeto labanderatricolor.

La bandera, llevada por un oficial, pasó delante de nosotros, rota ydescolorida,consusmedallassobreelasta.Todosalavezllevamoslamanoalasgorras.Eloficialnosmirósonriendoynosdevolvióelsaludoconlamano.

—¡Bien,muchachos!—dijounodetrásdenosotros.Nosvolvimosaverlo:eraunancianoquellevabaenelojallacintaazuldelacampañadeCrimea;unoficialretirado—.¡Bravo!—dijo—;habéishechounacosaqueosenaltece.

Entretanto,labandadelregimientovolvíaporelfondodelaplaza,rodeadade una turba de chiquillos, y gritos alegres acompañaban los sonidos de lastrompetas,comouncantodeguerra.

—¡Bravo! —repitió el bravo oficial mirándonos—. El que de pequeñorespetalabandera,sabrádefenderlacuandoseamayor.

*

ElprotectordeNelly

Miércoles,23

También Nelli, el pobre jorobadito, estuvo mirando ayer el paso delregimiento; pero de unmodo así, comopensando: «¡Yonopodré nunca sersoldado!»Esunbuenchicoy,además,estudioso;perodemacradoypálido,lecuesta trabajo respirar. Sumadre es una señora pequeña y rubia, vestida denegro,queacostumbraaacudiralapuertadelaescuelaalasalidaparaevitarquesalgaentropelconlosdemás,yloacariciamucho.

Comotieneladesgraciadeserjorobado,muchoschicosseburlabandeélen losprimerosdíasyhasta lepegabanen laespaldacon lasbolsas;peroél

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nuncaseenfadabanidecíanadaasumadre,paranodarleeldisgustodesaberquesuhijoeraobjetodeburlaporpartedesuscompañeros.Semofabandeélyelpobrechicosufríayllorabaensilencio,apoyandolafrentesobreelbanco.

PerounamañanaselevantóGarroneydijo:

—¡AlprimeroquetoqueaNelliosemetaconél,ledoyuntortazoquelehagorodarporelsuelo!

Franti nohizocaso;Garrone lepropinóun tortazoy elburladordio tresvueltas sobre el pavimento. A partir de entonces, nadie se metió con eljorobadito.

ElmaestrolepusocercadeGarrone,enelmismobanco,ysehanhechomuy amigos. Nelli ha tomado mucho cariño a su corpulento compañero;apenas entra en la escuela, le busca, y nunca se va sin decirle: «Adiós,Garrone».Ylomismohaceésteconél.

CuandoaNelliselecaeunaplumaounlibrodebajodelbanco,Garroneseinclinayse losrecoge,ydespués leayudaaordenar labolsayaponerseelabrigo.Portodoello,Nellilequieremucho,lemiraconstantementey,cuandoelmaestroloalaba,seponetancontentocomosi lealabase,aél.Nelli tuvoquereferírselo todoasumadre, tanto lasburlasy loque lehacíansufrir losprimeros días como el comportamiento del compañero que le defendió y aquientantoquiere;debehabérselodichoporlosucedidoestamañana.

Elmaestromemandó llevaralDirectorelprogramade la lecciónmediahora antes de la salida. Estando yo en su despacho entró la señora rubia,vestidadenegro,madredeNelli,quedijo:

—SeñorDirector,¿hayenlaclasedemihijounchicollamadoGarrone?

—Sí,señora.

—¿Tendríalabondaddehacerlevenirunmomento?Esquedeseodecirlealgo.

ElDirector llamó al bedel y lomandó al aula.Unminuto después llegóGarrone, muy extrañado, a la puerta. Apenas lo vio, salió la señora a suencuentro,leechólosbrazosalcuello, lediomuchosbesosenlafrenteyledijo:

—¿¡ErestúGarrone,elamigodemihijo,suprotector!?

Después buscó precipitadamente en sus bolsillos y en su bolso y, noencontrandonada,sequitódelcuellounacadenillaconunacrucecitayselapusoaGarronepordebajodelacorbata,diciéndole:

—Tómala,llévalaenrecuerdomío,queridoniño,enrecuerdodelamadredeNelli,quetedaunmillóndegraciasytebendice.

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*

Elprimerodeclase

Viernes,25

Garronecaptaelcariñodetodos,yDerossi,laadmiración.Haobtenidoelprimerpremioy,contodaseguridad,serátambiénelprimerodelaclaseesteaño, pues nadie puede competir con él; todos reconocen su superioridad entodaslasasignaturas.

Es el primero en Aritmética, en Gramática, en Redacción, en Dibujo…Todolocomprendealvuelo,tieneunamemoriaprodigiosa,entodosobresalesinesfuerzo;parecequeelestudioesunjuegoparaél.Elmaestroledijoayer:

—Has recibido grandes dones de Dios; procura únicamente nomalgastarlos.

Estambién,además,alto,guapo,depelorubioyrizado,muyágil,capazdesaltar por encimadeunbanco sin apoyarmásqueunamano sobre él; y yasabeesgrima.Tienedoceaños;eshijodeuncomerciante;vasiemprevestidodeazul,conbotonesdorados;esvivaracho,alegre,amablecontodos,ayudaalosquepuedeenelexamenynadieseatreveadesairarloodecirleunapalabramalsonante.

Solamente lemirandereojoNobisyFranti,yaVotini lesalta laenvidiaporlosojos;peroélnoparecedarsecuenta.Todoslesonríenyledanlamanoolecogencariñosamenteelbrazocuandopasaarecoger,consuacostumbradaafabilidad, los trabajos que hemos hecho. Regala periódicos ilustrados,dibujos, cuanto a él le regalan en su casa; para el calabrés ha hecho unpequeñomapadeCalabria; todo lodasonriendo, sinpretensiones,a logranseñor,ysinhacerdistinciones.Resulta imposiblenoenvidiarloynosentirseinferioraélentodo.

Ah,yo también loenvidio,comoVotini,yalgunavezexperimentociertaamarguraysientounaespeciedeinquinahaciaélcuandoapenaslogrohacerlosdeberesencasaypiensoqueDerossi loshabrá terminadoconmuypocoesfuerzo. Pero luego, al volver a clase, viéndole tan sencillo, sonriente yafable; oyéndole contestar con tanta seguridad a las preguntas del maestro,arrojodemipechotodorencor,ymeavergüenzodehaberdadocabidaatalessentimientos. Entonces quisiera estar siempre a su lado y seguir todos losestudiosconél.Supresencia,suvoz,sucamaraderíameinfundenvalor,ganasdetrabajar,alegríayplacer.

Elmaestro le ha dado a copiar el cuentomensual que leerámañana: Elpequeño vigía lombardo. Lo estaba copiando esta mañana, y estabaconmovidoporelhechoheroicoqueserelata;seleveíaelrostroencendido,

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los ojos húmedos y la boca temblorosa. Yo le observaba admirando sushermosascualidades,yconmuchogustolehabríadichoensucaracontodafranqueza:«Derossi,¡meaventajasentodo!¡Terespetoyadmiro!»

*

Elpequeñovigíalombardo

Sábado,26

En1859,durantelaguerradeliberacióndeLombardía,pocosdíasdespuésdelabatalladeSolferinoySanMartino,ganadaporlosfranceseseitalianoscontra los austríacos, en una hermosa mañana del mes de junio, iba unpequeñoescuadróndecaballeríadeSaluzzoporestrechasendasolitariahacialasposicionesenemigas,explorandoatentamenteelterreno.

Mandabanelescuadrónunoficialyunsargento;todosmirabanalolejos,delantedesí,conlosojosfijosysilenciosos,preparándoseparaverblanquearde un momento a otro, entre los árboles, los uniformes militares de lasavanzadasenemigas.

Llegaronasíaunacasitarústica,rodeadadefresnos,delantedelacualsólohabíaunchicodeunosdoceaños,quedescortezabaunaramitaconunanavajaparahacerseunbastoncito; enunade lasventanasde lacasa tremolabaunabandera tricolor; dentro no había nadie; los aldeanos, después de izar labandera,habíandesaparecidopormiedoalosaustríacos.

Encuantoel chicodivisó lacaballería, tiróelbastóny sequitó lagorra.Eraunguapomuchacho,deaireatrevido,conojosgrandesyazules,elpelorubioylargo;estabaenmangasdecamisayseleveíaeldesnudopecho.

—¿Quéhacesaquí?—lepreguntóeloficial,deteniendoelcaballo—.¿Porquénotehasidocontufamilia?

—Yonotengofamilia—respondióelmuchacho—.Soyhuérfano.Trabajoparatodos.Mehequedadoaquíparaverlaguerra.

—¿Hasvistopasaralosaustríacos?

—No,señor,desdehacetresdías.

Eloficial sequedópensativo; luegoseapeódelcaballo,y,dejandoa lossoldadosallí, frentealenemigo,entróenlacasaysubióal tejado…Lacasaerabajaydesdeeltejadosóloseabarcabaunapequeñaextensióndeterreno.«Hayquesubiralosárboles»,dijoparasíeloficial;ybajó.

Precisamentedelantede laerahabíaun fresnomuyaltoydelgado,cuyacopasemecíaenelazuldelcielo.

El oficial permaneció un instante indeciso,mirandoya al árbol, ya a los

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soldados;despuéspreguntó,depronto,almuchacho:

—¿Tienesbuenavista,rapaz?

—¿Yo?—respondió el interpelado—.Le aseguro que veo un pajarillo aunaleguadedistancia.

—¿Teatreveríasasubiraloaltodeeseárbol?

—¿Diceustedalacopa?Enmediominutoestoyarriba.

—¿Ysabrásdecirmeloqueveasdesdeallí,sihaysoldadosaustríacosporesaparte,nubesdepolvo,fusilesquerelucen,caballos…?

—¡Claroquesí!

—¿Quédebodarteporprestarmeesteservicio?

—¿A mí? ¡Qué ocurrencia! —dijo el muchacho, sonriéndose—. ¡Nada,naturalmente! ¡Faltaríamás! Si fuese por los alemanes, ¡ni hablar!; pero setratadelosnuestros,yyosoylombardo.

—Bueno.Sube,pues.

—Esperequemedescalce.

Se quitó el calzado, se apretó el cinturón, tiró la gorra a unasmatas dehierbayseabrazóaltroncodelfresno.

—Pero oye… —exclamó el oficial con ánimo de detenerlo comosobrecogidoporrepentinotemor.

Elmuchachosevolvióhaciaél,mirándoleconsushermososojosazules,enactitudinterrogante.

—Nada,nada—dijoeloficial—.Sube.

Elchicoseencaramócomoungato.

—Vosotros—dijoeloficialalossoldados—miradhaciaadelante.

Enunsantiaménestuvoelchiquilloenlomásaltodelárbol,abrazadoaltronco,conlaspiernasentrelashojas,perodejandoaldescubiertosupecho;ledabaelsolen larubiacabeza,quebrillabacomoeloro.Eloficialapenas leveía,porlopequeñoqueresultabaaaquellaaltura.

—Miratododerechoalolejos—ledijoelmilitar.

Elchico,paravermejor,sacólamanoderechadelárbolyselapusosobrelafrenteamaneradevisera.

—¿Quéves?—preguntóeloficial.

Elmuchacho inclinó la cara hacia él y, haciendo bocina con unamano,

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respondió:

—Doshombresacaballoenloblancodelcamino.

—¿Aquédistanciadeaquí?

—Sobremedialegua.

—¿Semueven?

—Estánparados.

—¿Quémásves?—levolvióapreguntartrasunmomentodesilencio—.¡Mirahacialaderecha!

Elchicovolviólavistahaciaelladoindicado,yluegodijo:

—Cerca del cementerio, entre los árboles, se ve relucir algo. Parecenbayonetas.

—¿Vesgente?

—No,señor.Sehabránescondidoenlossembrados.

Enaquelmomentounsilbidodebalamuyagudoseoyóporelaire,yendoaperderselejos,detrásdelacasa.

—¡Bájate,muchacho!—gritó el oficial—.Tehanvisto.Noquiero sabermás.Baja.

—Yonotengomiedo—respondióelvalientemuchacho.

—¡Baja!…—repitióeloficial—.¿Quémásvesalaizquierda?

—¿Alaizquierda?

—Sí,alaizquierda.

Elchicovolviólacabezahacialaizquierda;enaquelinstanteotrosilbidomásagudoymásbajoqueelprimerocortóelaire.Elniñoseencogiótodoloquepudo.

—¡Vaya! —exclamó—. ¡La han tomado conmigo! —La bala le habíapasadomuycerca.

—¡Abajo!—gritóeloficialconenergíayfurioso.

—Bajoenseguida—respondióelchico—;peroelárbolmeresguarda;notengaustedcuidado.¿Alaizquierdaquiereustedsaber?

—Alaizquierda—repusoeloficial—;¡perobájate!

—Alaizquierda—gritóelniñoinclinandoelcuerpohaciaaquellaparte—,dondehayunaermita,meparecever…

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Un tercer silbido rabioso pasó por lo alto, y casi al instante se vio almuchachovenirabajo,deteniéndoseunsegundoenel troncoyenlasramas,paraluegocaeralsuelodecabezaconlosbrazosabiertos.

—¡Maldición!—gritóeloficial,acudiendoensuayuda.

El chico había caído de espaldas, quedando tendido con los brazosabiertos, hacia arriba; un reguero de sangre le salía del pecho por la parteizquierda.Elsargentoydossoldadosseapearondesuscaballos;eloficialseagachó y le separó la camisa: la bala le había penetrado en el pulmónizquierdo.

—¡Estámuerto!—exclamóeloficial.

—No,¡vive!—replicóelsargento.

—Ah, ¡pobre niño, valiente muchacho! —gritó el oficial—. ¡Animo,ánimo!

Peromientras decía «ánimo» y le oprimía el pañuelo sobre la herida, elchicogirólosojoseinclinólacabeza:habíamuerto.

El oficial palideció y estuvo contemplándole unos instantes; luego loacomodó poniéndole la cabeza sobre la hierba; se levantó y permaneció unmomento mirándole. También le miraban, inmóviles, el sargento y los dossoldados;losdemásestabanvueltoshaciaelenemigo.

—¡Pobremuchacho!—repitiótristementeeloficial—.¡Pobreyvaliente!

Luego se acercó a la casa, quitó de la ventana la bandera tricolor y laextendió como paño fúnebre sobre el niño muerto, dejándole la cara aldescubierto. El sargento colocó junto al muerto el calzado, la gorra, elbastoncitoylanavajita.

Aúnpermanecieronunmomentosilenciosos;despuéseloficialsedirigióalsargentoyledijo:

—Mandaremos que venga a recogerle la ambulancia; ha muerto comosoldado,yjustoesquecomoatalledemossepultura.

Dichoesto,envióconlamanounbesoalmuerto,ygritó:

—¡Acaballo!

Todosmontaron,reuniéndoseelescuadrón,yreanudaronlamarcha.

Pocas horas después se rindieron los honores de guerra al valientemuchacho.

Alponerseelsol,todalalíneadelavanguardiaitalianaavanzabahaciaelenemigo, y por el mismo camino que había recorrido por la mañana el

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escuadróndecaballeríamarchabaendosfilasunbatallónde«bersalleros»,elcualpocosdíasanteshabíaregado,valerosamente,desangrelacolinadeSanMartino.Lanoticiade lamuertedelmuchacho sehabíapropagadoyaentreaquellos soldados antes de que dejaran sus campamentos. El sendero,flanqueadoporunarroyuelo,pasabaapocadistanciade lacasa.Cuando losprimerosoficialesdelbatallónvieronelcadáverdelpequeñotendidoalospiesdelfresnoycubiertoporlabanderatricolor,losaludaronconsussables,yunodeelloscogióenlaorilladelarroyounpuñadodefloresyselasesparcióporencimadelcuerpo.

A continuación, conforme iban pasando todos los «bersalleros» cogíanflores que arrojaban sobre el muerto; así es que en pocos minutos estuvocubierto el muchacho de flores silvestres, y tanto los oficiales como lossoldadoslesaludabanalpasar,diciendoalmismotiempo:

—¡Bravo, pequeño lombardo! ¡Adiós, chiquito! ¡Para ti, rubito! ¡Viva elhéroe!¡Loorati!¡Adiós,precioso!

Un oficial le puso la medalla al mérito, otro le besó en la frente. Ycontinuaban lloviendo las flores sobre sus desnudos pies, sobre elensangrentado pecho y sobre la rubia cabeza. Él parecía dormido sobre lahierba,envueltoensubandera,conelrostropálidoycasisonriente,comosisepercatasedelossaludosyestuviesecontentodehaberdadolavidaporsuLombardía.

*

Lospobres

Martes,29

Darlavidaporlapatria,comoelchicolombardo,esunagranvirtud;perotú,hijomío,nodescuidesotrasmásmodestas.Estamañana,yendodelantedemícuandovolvíamosdelaescuela,pasastejuntoaunapobrequeteníaensusrodillasaunniñoextenuadoypálido,quetepidióunalimosna.Lamirasteynoledistenada,aunquellevabasdineroenelbolsillo.

Mira,hijomío,noteacostumbresapasarconindiferenciaantelamiseriaque tiende lamano, ymuchomenos por delante de unamadre que imploraalgoparasuhijo.Piensaenquequizáaquelniñotuviesehambre;piensaenladesesperacióndeaquellamujer.Imagínatelainconsolabletristezaquesufriríatumadresiundíasevieseobligadaadecirte:«Enrique,hoynopuedodarteniunpedazodepan».

Cuando doy una moneda a un mendigo y él me dice: «Que Dios se lopagueylesdémuchasaludaustedyalossuyos»,nopuedescomprenderladulzuraqueexperimentamicorazónantetalespalabrasyloagradecidaquele

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quedo al menesteroso. Me parece que con semejante augurio voy a poderconservarosconbuenasaluddurantemuchotiempo;vuelvoacasacontentaypienso: «¡Oh, aquel pobre me ha dado bastante más de lo que yo le heentregado!»

Puesbien,hazquepuedaoíralgunavezeseaugurioprovocadoymerecidopor ti; prívatedealgoo sacadevezencuandounasmonedasde tubolsilloparaponerloenlamanodeunancianosinprotección,deunamadresinpan,deunniñosinmadre.

A los pobres les gusta la limosna de los chicos porque no los humilla yporque se parecen a ellos al tener necesidad de otros. Por eso suele haberpobrescercadelasescuelas.

Lalimosnadeunhombreesactodecaridad;peroladeunniño,ademásdecaridad,estambiéncomounacaricia,¿comprendes?Escomosidesumanosedesprendiesenalmismotiempounamonedayunaflor.

Piensaquea tinada te falta,yqueaellos les falta todo;quemientras túanhelasserfeliz,ellossecontentanconpoderseguirviviendo.Piensaqueesuna injusticia social que enmedio de tantos palacios, por lasmismas callesque pasan lujosos coches y niños elegantemente vestidos, haya mujeres yniñosquenotienenquécomer.

¡Quéhorror,Diosmío,quechicoscomotú,tanbuenoseinteligentescomotú, viviendo en populosas ciudades, no tengan qué llevarse a la boca yarrastren una existencia infrahumana, parecida a las fieras perdidas en undesierto! ¡Ay,Enrique! ¡Nopases nunca por delante de unamadre que pidelimosnasindejarensumanounamoneda!

TUMADRE

DICIEMBRE

Elnegociante

Jueves,1

Mipadrequierequecadadíadefiestaosinclasetraigaacasaaunodemiscompañeros o que vaya yo a buscarlo, para ir haciéndome más amigo detodos.ElpróximodomingoirédepaseoconVotini,elmuchachobienvestido,quesiempreseestáatusandoyquetantoenvidiaaDerossi.

EstatardehavenidoacasaGaroffi,elchicoaltoydelgado,conlanarizdepicode loroy losojospequeñosypicaruelos,queparecenbuscarpor todas

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partes.Eshijodeundroguero.Untipomuyoriginal.Siempreestácontandoeldinero que lleva en el bolsillo: cuenta muy de prisa con los dedos y hacecualquiermultiplicaciónsinrecurriralatabla.Haceeconomías,ytieneyaunalibretadelaCajadeAhorrosescolar.Yocreoquenosegastanaday,siselecaealgoounamoneditabajoelbanco,escapazdeestarbuscandounasemanaentera.Derossidicequehacecomolasurracas.Todoloqueencuentra,plumasgastadas,sellosusados,alfileres,trocitosdevelas,lorecogecuidadosamente.Hacemásdedosañosquecoleccionasellosdecorreos,yyatienecentenaresdediferentespaísesensugranálbum,quedespuésvenderáallibrerocuandoestécompleto.Entretantoellibreroledaloscuadernosgratisporquelellevamuchoschicosalatienda.

Enlaescuelanoparadecomerciar;todoslosdíasvendecosas,hacerifasysubastas; después se arrepiente y quiere de nuevo sus mercancías; lo quecomprapordoslodaporcuatro;juegaalasaleluyasynuncapierde;revendeperiódicosatrasadosalpirotécnicoyalestanquero,ytieneunalibreta,llenadesumasyrestas,dondeanotatodaslasoperacionesquerealiza.SóloleinteresalaAritmética,ysiambicionapremiosesparaentrarsinpagarenelteatrodemarionetas.

Amímegustaymedivierte.Hemosjugadoavenderconpesosymedidas;sabeelprecioexactodelascosas,conocelaspesas,ylíalascosasenpapeldeestrazaconlahabilidadyprestezadelmejortendero.Dicequeseestableceráencuantosalgadelaescuela,ysededicaráaunnegocionuevoquehaideado.

Sehapuestomuycontentoporque lehedadoalgunossellosextranjeros,habiéndomedichoal instanteelprecioaquesevendenparalascolecciones.Mi padre, haciendo como que leía el periódico, le escuchaba y se distraíaoyéndole. Siempre lleva los bolsillos llenos de pequeñas mercancías, quecubre con un largo delantal oscuro, y parece en todo instante preocupado ypensativo,como loscomerciantesyamayores.Pero loquemásestimaessucoleccióndesellosdecorreos:essutesoroyhabladeélcomosifueseasacarunaverdadera fortuna.Loscompañerosdicenqueesunavaroyunusurero.Yonoséquépensardeél.Lequiero,meenseñamuchascosasymepareceunhombrecito.

Coretti,elhijodelrevendedordeleña,dicequeGaroffinodaríalossellosqueposeeniparasalvarlavidadesumadre.Mipadrenolocreeasí.

—Espera aún para juzgarlo —me ha dicho—; siente pasión por lasganancias,perotienebuencorazón.

*

Vanidad

Lunes,5

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AyerfuiapasearporlarondadeRívoliconVotiniysupadre.Alpasarporla calleDoraGrossa,vimosaStardi, elquenopermiteque ledistraiganenclase, parado,muy tieso, delante del escaparate de una librería con los ojosfijosenunmapa.SabeDiosdesdecuándoestaríaallí,porqueestudiahastaenlacalle;apenassínosdevolvióelsaludoqueledirigimos.

Votini,comosiempre, ibamuyelegante,quizásdemasiado; llevababotasde tafilete con pespuntes encarnados, un traje con bordaduras y borlitas deseda, un sombrero de castor blancoy reloj. ¡Había que ver el postín que sedabaelchico!Peroestavezibaaacabarmalsuvanidad.

Despuésdehaberandadobuentrechoporunacalle,dejandomuyatrásasupadre,queandabadespacio,nosdetuvimosenunbancodepiedra,juntoaunchicomodestamentevestido,queparecíacansadoyestabapensativo,conlacabezagacha.Unhombre,quedebíasersupadre,paseababajolosárbolesleyendounperiódico.

Nossentamos.Votinisepusoentreaquelchicoyyo.Deprontoseacordódequeibamuymajoyquisoqueleadmirarayenvidiarasuvecino.

Levantóunpieymedijo:

—¿Tehasfijadoenmisbotasdemilitar?

Lodijoparallamarlaatencióndelotrochico.Peroéstenomiró.

Entonces bajó el pie, y me enseñó las borlitas de seda, diciéndome,mirandodereojoaldesconocido,quenoterminabandegustarleyquepreferíabotonesdeplata.Peroelotrochicotampocosefijóenlasborlitas.

Votini se puso a hacer girar sobre la punta del dedo índice su preciososombrero de castor blanco. Mas el otro parecía que lo hiciese adrede y nisiquierasedignódirigirunamiradaalsombrero.

Votini empezaba a enfadarse, sacó el reloj, lo abrió y me enseñó lamaquinaria.Tampocovolvióestavezlacabezaelvecinodelbanco.

—¿Esdeplatadorada?—lepregunté.

—No,hombre—merespondió—.Esdeoro.

—Peronoserátododeoro—lerepuse—;tendrátambiénalgodeplata.

—¡No,no!—replicó;yparaobligaralotrochicoamirar,lepusoelrelojdelantedesusojos,diciéndole:

—Oye,tú,fíjate,¿verdadqueesdeoro?

Elinterpeladorespondiósecamente:—Nolosé.

—¡Vaya, vaya! —exclamó Votini lleno de rabia—. ¡Qué soberbia!

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Mientras decía esto, llegó su padre, que había oído su expresión. Mirófijamentealniñodesconocidoydijobruscamenteasuhijo:

—¡Cállate!—einclinándoseasuoído,añadió—:¡Esciego!

Votini sepusodepiedeunsaltoymiró lacaradelmuchacho.Tenía laspupilasapagadas,sinexpresión,sinmirada.

Votini se quedó anonadado, sin palabra, con los ojos bajos. Despuésbalbuceó:

—¡Losiento;nolosabía!

Elcieguecito,quetodolohabíacomprendido,dijosonriendobondadosaymelancólicamente:

—¡Oh,noimporta!

Ciertamente Votini es vanidoso; pero después de todo no tiene malcorazón.Duranteelrestodelpaseonosevolvióareír.

*

Laprimeranevadadelaño

Sábado,10

¡Adiós,paseosporRívoli!Hallegadolahermosaamigadeloschicos.Yahacaídolaprimeranevada.Desdeayertarde,aúltimahora,nohancesadodecaer copos a granel, tan gruesos como flores de jazmín. Esta mañana dabagusto,cuandoestábamosenclase,verlospegarenloscristalesyamontonarseen los repechos; tambiéncontemplabaelmaestroelespectáculoyse frotabalasmanos.Todosestábamoscontentospensandohacerbolasydeslizarnosporelhielo,para luego tenerelplacerdecalentarnos juntoa la lumbreencasa.Únicamente no se distraía Stardi, completamente absorto en la lección ysosteniéndoselassienesconlospuños.

¡Qué preciosidad! ¡Cuánta alegría hubo a la salida! Todos empezamos acorrerysaltarporlascalles,gritando,gesticulando,cogiendobolasdenieveyhundiéndonos en ella como perritos en el agua. Los padres que esperabanfuera tenían los paraguas blancos; los guardiasmunicipales también estabancubiertosdenieve,yblancassepusieronenseguidanuestrasbolsasycarteras.Todosparecíanfueradesíporlaalegría,inclusoPrecossi,elhijodelherrero,elpaliducho,quenuncaseríe,yRobettielquesalvóalniñodelómnibus,quesaltabaconsusmuletas.

Elcalabrés,quenuncahabíatocadolanieve,hizounapelotayempezóacomérselacomosifueraunmelocotón.Crossi,elhijodelaverdulera,sellenódenievelabolsa;yelalbañilitonoshizoreírcuandomipadreleinvitóaquefuesemañana a nuestra casa; tenía la boca llenadenieve, y, no sabiendo si

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escupirla o tragarla, se quedó pasmado sin responder nada. También lasmaestrassalíancorriendoyriéndosede laescuela;mimaestrade laprimerasuperior,¡pobrecilla!,corríaporlanieve,resguardándoselacaraconsuveloverdeysinparardetoser.

Entretanto centenares demuchachas de la escuela vecina pasaban comochillando y pisando la blanca alfombra; los maestros, los bedeles y losguardiasgritaban:

—¡Acasa,acasa!—tragandocoposdenieveyblanqueándoselosbigotesy labarba.Pero también se reíande la turbade chiquillosque festejaban elinvierno.

Mucho festejáis la venida del tiempo invernal… Pero hay chicos quecarecendeabrigo,decalzadoynotienenlumbreparacalentarse.Haymillaresquebajanalpoblado,traslargocamino,llevandoensusmanosateridasdefríounapocadeleñaparacalentarlaescuela.Haycentenaresdeescuelasruralescasisepultadasenlanieve,tandesnudasylóbregascomocavernas,dondeloschicosseahoganporelhumoodandientecondienteporelfrío,mirandoconterror los blancos copos que caen sin cesar, que se amontonan sin descansosobre sus lejanas cabañas, amenazadas por los aludes. Mientras vosotrosfestejáisel invierno,pensaden lasmilesdecriaturasaquienesestaestaciónlestraemiseriaylesproducelamuerte.

TUPADRE

*

Elpequeñoalbañil

Domingo,11

Elalbañilitohavenidohoyacasa,vestidoconunacazadorayviejaropadelpadre, todavíablancapor lacalyelyeso.Mipadredeseabaquevinieseaúnmásqueyo.¡Quégustonoshadado!Alentrarsehaquitadoelviejísimosombrero, cubierto de nieve, y se lo ha metido en el bolsillo; después havenidohaciamíconsuandardescuidadodetrabajadorcansado,volviendoauna y otra parte su cabeza redonda como una manzana y con su narizachatada.En el comedor, despuésde echarunamirada a losmuebles, se hadetenidomirandouncuadritoquerepresentaaRigoletto,unbufónjorobado,ylehapuestolacaraconsuacostumbrado«hocicodeliebre».Esimposiblenoreírsealverlehaceresamueca.

Luego nos hemos puesto a jugar con palitos. Tiene una habilidadextraordinariaparahacertorresypuentes,queparecenosecaendemilagro;trabajaenesomuyserioyconlapacienciapropiadeunhombre.Entreunayotraconstrucciónmehaidohablandodesufamilia:vivenenunabuhardilla;

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supadrevaalaescueladeadultos,denoche,paraaprenderaleer;sumadreesdeBiella.Debenquererlemucho,porque,aunquevavestidopobremente,estábienresguardadodelfríoconropacuidadosamenteremendadayellazodelacorbatahechoconexquisitogusto.Mehadichoquesupadreesunhombretón,un gigante que apenas cabe por las puertas, pero bonachón; acostumbra allamarasuhijo«hocicodeliebre»;él,porelcontrario,esmásbienbajoparalaedadquetiene.

A las cuatro hemos merendado pan y pasas, sentados en el sofá el unojuntoalotro,yalterminar,noséporqué,mipadrenohaqueridoquelimpiaseel respaldomanchado de blanco por el albañilito con su chaquetón.Me hadetenido lamanoy luego loha limpiadoél sinque leviéramos.Jugando,alalbañilitoselehacaídounbotóndelacazadora,ymimadreselohacosido,poniéndoseélmuyrojo,admiradoyconfuso,conteniendoelaliento.Despuésle he enseñado el álbum de caricaturas, y él, sin darse cuenta, imitaba lasmuecasdeaquellascarastanbien,quemipadrenohapodidocontenerlarisa.Tancontentoestabaalirse,quesehaolvidadodeponersesuviejosombreroy,al llegar a la escalera, paramostrarme su reconocimiento,me ha hecho unavezmáslagraciadeponerel«hocicodeliebre».SellamaAntonioRabucco,ytieneochoañosyochomeses…

¿Sabes,hijomío,porquénoquiseque limpiaraselsofá?Porquehacerloviéndolotucompañeroeracasireñirloporhaberloensuciado.Ynoconvenía,primeramenteporquenolohabíamanchadoadrede,y,luego,porquelohabíaensuciadoconropadesupadre,queselahabíaenyesadotrabajando:yloquesemancha trabajandonoes suciedad, sinopolvo, calo loquequieras; todomenossuciedad.Eltrabajonomancha.Nodigasnuncadeunobreroquesaledel trabajo: «Está sucio». Debes decir: «Lleva en su ropa las señales, lashuellasdesutrabajo».Recuérdalobien.Quieremuchoalalbañilito,antetodoporqueescompañerotuyo,ydespuésporqueeshijodeuntrabajador.

TUPADRE

*

Laboladenieve

Viernes,16

Continúanevandosincesar.Estamañana,acausadelanieve,haocurridounseriopercancecuandosalíamosde laescuela.Un tropeldechiquillos,encuantollegaronalaplaza,empezaronatirarbolasdenieveacuosatandurasypesadascomopiedras.Porlaacerapasabamuchagente.Unseñorgritó:

—¡Alto,chavales!

Pero en aquel precisomomento se oyó por otra parte un agudo chillido,

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viéndose a un anciano que había perdido el sombrero y andaba vacilante,cubriéndoselacaraconlasmanos,yjuntoaélunniñoquegritaba:

—¡Auxilio!¡Socorro!

Inmediatamenteacudiógentedetodaspartes.Lehabíapegadounabolaenun ojo. Todos los muchachos escaparon a la desbandada, corriendo comoflechas.Yoestabadelantedelalibrería,adondehabíaentradomipadre,yvillegardeprisaavarioscompañerosmíos,que semezclaronentre losdemásfingiendo que miraban los escaparates: eran Garrone con su acostumbradopanecillo en el bolsillo, Coretti, el albañilito, y Garoffi, el de los sellos decorreos.

Mientras tanto se había reunido mucha gente en torno del anciano; unguardiayotroscorríandeunaparteaotraamenazandoypreguntando:

—¿Quiénhasido?¿Quién?¡Decidquiénhasido!—ymirabanlasmanosdelosmuchachosparaversilasteníanhumedecidasporlanieve.

Garoffiestabaamilado;medicuentadequetemblabayestabatanpálidocomounmuerto.

—¿Quién?¿Quiénhasido?—continuabagritandolagente.

EntoncesoíaGarronequedecíaporlobajoaGaroffi:

—Anda,veapresentarte;seríaunacobardíapermitirqueselocargasenaotro.

—¡Pero si yo no lo he hecho adrede! —respondió Garoffi, temblandocomounahojadeárbol.

—Noimporta,cumplecontudeber—repitióGarrone.

—¡Nomeatrevo!

—Dateánimos,yoteacompañaré.

Elguardiaylosotrosgritabancadavezmásfuerte:

—¿Quiéneselculpable?¿Quiénhasido?¡Lehanmetidouncristaldelasgafasenunojo!¡Lohandejadociego!¡Granujas!

YocreíqueGaroffiseibaadesmayar.

—Ven—ledijoGarronedeformaimperativa—,yotedefenderé.

Ycogiéndoleporunbrazoleempujóhaciaadelante,sosteniéndolecomoaun enfermo. La gente, viéndolo, lo comprendió todo enseguida, y algunosacudieronconlospuñosenalto.PeroGarroneseinterpuso,gritando:

—¿Seráncapacesdearremeterdiezhombrescontraunniño?

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Entoncessecontuvieron;unguardiamunicipaltomóaGaroffidelamanoylocondujoabriéndosepasoentrelamultitudaunapastelería,dondehabíanllevadoalherido.Alverlo,reconocídeinmediatoalviejoempleadoqueviveconsusobrinilloenelcuartopisodenuestracasa.Lohabíanrecostadoenunasilla,poniéndoleunpañuelosobrelosojos:

—¡Nolohehechoadrede,hasidosinquerer!—decía,sollozando,Garoffi,mediomuertodemiedo—.¡Hasidosinquerer!

Dos o tres irrumpieron con violencia en la tienda y lo tiraron al suelo,gritando:

—¡Bajaesacabezaypideperdón!

Perodeprontodosvigorososbrazoslepusierondepie,oyéndoseunavozresueltaquedijo:

—¡No,señores!

EranuestroDirectorquelohabíapresenciadotodo.

—Puesto que ha tenido el valor de presentarse—añadió—, nadie tienederechoamaltratarlo.

Todosguardaronsilencio.

—Pideperdón—ledijoelDirector.

Garoffi, llorando a lágrima viva, abrazó las rodillas del anciano, y éstebuscandoconlamanolacabezadelniño,leacaricióelpelo.

—¡Ea,muchacho,veteacasa!

Mipadremesacódeallíyporelcaminomedijo:

—Enrique,enuncasoanálogo,¿habríastenidoelvalordecumplircontudebereiraconfesartuculpa?

Yolerespondíquesí.

Elmereplicó:

—Dametupalabradehonordequeasíloharías.

—Tedoymipalabra,padre.

*

Lasmaestras

Sábado,17

Garoffiestabahoymuyatemorizado,esperandounaregañinadelmaestro;peroelmaestronohaasistidoy,comofaltabatambiénelsuplente,havenidoa

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darlaclaselaseñoraCromi,lamásviejadelasmaestras,quetienedoshijosmayoresyhaenseñadoaleeryaescribiramuchasseñorasqueahoravanallevarasusniñosa laescuelaBaretti.Hoyestaba tristeporque teníaunhijoenfermo. Apenas la vieron, empezaron a meter ruido. Pero ella, con vozpausadayserena,dijo:

—Respetadmiscanas;yocasinosoyyaunamaestra,sinounamadre.

Y entonces ninguno se atrevió a hablar más, ni siquiera aquel alma decántarodeFranti,quesecontentóconhacerleburlasinqueloviera.AlaclasedelaseñoraCromimandaronalaseñoraDelcati,maestrademihermano;yalpuesto de ésta, a la que llaman la monjita, porque va siempre vestida deoscuro, con una falda negra; su cara es pequeña y la voz tan gangosa, quepareceestámurmurandooraciones.

—Y es cosa que no se comprende—dice mi madre—: tan suave y tantímida, con aquel hilito de voz siempre igual, que apenas suena, sinincomodarsenunca;y,sinembargo,losniñosestántanquietos,quenoselesoye,yhastalosmásatrevidosinclinanlacabezaencuantolesamenazaconeldedo;pareceunaiglesiasuclase,yporesotambiénlallamanlamonjita.

Pero hay otra que me gusta mucho: la maestra de primera enseñanzaelementalnúmerotres;unajovenconlacarasonrosada,quetienedoslunaresmuygraciososenlasmejillas,yquellevaunaplumarojaenelsombreroyunacrucecita amarilla al cuello. Siempre está alegre; y alegre también tiene suclase;sonríey,cuandogritaconaquellavozargentina,parecequecanta;pegaconlareglaenlamesaydapalmadasparaimponersilencio;después,cuandosalen,correcomounaniñadetrásdeunosydeotrosparaponerlosenfila;yaésteletiradelbabero,alotroleabrochaelabrigoparaquenoseresfríe;lossiguehasta lacalleparaquenosealboroten;suplicaa lospadresquenolescastiguenencasa;llevapastillasalosquetienentos;prestasumanguitoalosquetienenfrío,yestácontinuamenteatormentadaporlosmáspequeños,quelehacencariciasylepidenbesos,tirándoladelveloydelvestido;peroellasedeja acariciar y los besa a todos riendo, y todos los días vuelve a casadespeinada y ronca, jadeante y tan contenta, con sus graciosos lunares y supluma roja. Es también maestra de dibujo de las niñas, y sostiene con sutrabajoasumadreyasuhermano.

*

Encasadelancianoherido

Domingo,18

Elsobrinillodelancianoempleadoqueresultóheridoenunojoporlaboladenieveque lanzaraGaroffiestácon lamaestrade laplumaroja; lohemosvistohoyencasadesutío,quelotienecomoaunhijo.Yohabíaterminadode

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escribir el cuento mensual para la próxima semana, titulado El pequeñoescribiente florentino,quemehabíadadoelmaestroacopiar,cuandomehadichomipadre:

—Vamosasubiralcuartopisoparavercómotieneelojoaquelseñor.

Hemosentradoenunahabitacióncasioscura,dondeestabaacomodadoelviejo, sentado en la cama, teniendo varios almohadones por detrás. A lacabecera se hallaba su mujer, y el sobrinillo se encontraba a un lado,entreteniéndoseconunosjuguetes.

Elviejoteníaunojovendado.

Sehaalegradomuchoalveramipadre;lehahechosentarseylehadichoque se encuentra mejor, que no perderá el ojo y que le había asegurado elmédicoquedentrodeunosdíasestarácuradodeltodo.

—Fueunadesgracia—añadió—.Sientoelsustoquedebióllevarseaquelchiquito.

Después nos ha hablado delmédico, que debía venir a esa hora. En eseprecisomomentosuenaeltimbre.

—Debeserelmédico—dijoelama.

Se abre la puerta… y ¿qué veo? Al mismísimo Garoffi, con su capotelargo,lacabezagachaysinatreverseaentrar.

—¿Quiénes?—preguntaelenfermo.

—Elchicoquetirólaboladenieve—dicemipadre.

Elviejoexclamaentonces:

—¡Pobrecriatura!Venaquí.Hasvenidoapreguntarcómoestoy,¿verdad?Puesestatetranquilo,quemeencuentromuchomejorycasicurado.Acércate.

Garoffi,cadavezmásconfuso,seaproximaalacama,esforzándosepornollorar;elviejoleacaricia,perosinpoderhablar.

—Gracias—le dice al fin el anciano—; puedes decir a tu padre y a tumadrequetodovabienyquenotienenquepreocuparse.

PeroGaroffi no semueve, pareciendo querer decir algo, a lo que no seatreve.

—¿Tienesalgoquedecirme?

—Yo,nada.

—Estábien,chiquito.Puedesirteenpaz.

Garoffisehaidohastalapuerta;allísehadetenidoyluegosehaacercado

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dondeestáelsobrinillo,quelehaseguidoymiradoconcuriosidad.Deprontosesacaalgodedebajodelcapoteyseloofrecealpequeño,diciéndole:

—Estoparati.

Elniñoenseñaelregaloasustíosytodosnosotrosquedamosasombrados.

Es el famoso álbum, con su colección de sellos, lo que el pobreGaroffiacabadedejar,el tesorosobreelque tantasesperanzas teníafundadasyquetantoesfuerzolehacostadoconseguir.

¡Pobremuchacho!Ha regalado lamitad de su propia vida a cambio delperdón.

*

Elpequeñoescribienteflorentino

CUENTOMENSUAL

Estaba en la cuarta clase. Era un apuesto florentino de doce años, decabellosnegrosytezblanca,hijomayordeunempleadodeferrocarrilesque,portenermuchafamiliaypocosueldo,vivíaconsumaestrechez.Supadrelequeríamuchoyselemostrababondadosoeindulgenteentodo,menosenlotocantealaescuela;enestoeramuyexigenteysevero,porqueelchicodebíaestar pronto preparado para obtener un empleo con que ayudar alsostenimiento de la familia.Y ya se sabe que para conseguir pronto algunacolocación hay que trabajar mucho en poco tiempo. Aunque el chico eraestudioso,elpadreleincitabasiempremásymásaestudiar.

El hombre era de bastante edad, pero el excesivo trabajo le habíaenvejecido prematuramente. Con todo, para proveer a las necesidades de lafamilia,ademásdeltrabajoquelerequeríasuempleo,todavíaseprocurabadeunladoydeotrotrabajosextraordinariosdecopista,pasandosindescansarensumesabuenapartedelanoche.

Últimamente había recibido de una editorial, que publicaba libros yperiódicos,elencargodeescribirenlasfajas losnombresydireccióndelosabonados, ganando tres liras por cada quinientas de aquellas tiras de papelescritasconcaracteresgrandesyregulares.

Lapesada tarea le cansabay con frecuencia se lamentabade ello con lafamiliaalahoradecomer.

—Estoy perdiendo la vista —decía—. Este trabajo nocturno acabaconmigo.

Elmuchacholedijoundía:

—Papá,déjamequetrabajeentulugar;sabesqueescribocomotú.Nadie

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podráadvertirningunadiferencia.

Peroelpadrelerespondió:

—No, hijo; tú debes estudiar; tu instrucción es bastantemás importantequemisfajillas;sentiríaremordimientositeprivaradeunahoradeestudio;teloagradezco,peronoquiero.Ynohablemosmásdelasunto.

Elhijosabíasobradamentequeconsupadreerainútilinsistirenaquellascosas, yno insistió.Perohe aquí loquehizo.Supadredejabade escribir amedianoche,saliendoentoncesdeldespachoparairalaalcoba.Lohabíaoídoalgunavez.Encuantoelrelojdabalasdoce,sentíainmediatamenteelruidodelasillaquesemovíayellentopasodesupadre.

Unanocheesperóaquese fueseadormir; sevistió sinhacer ruidoy sedirigióatientasalescritorio.Encendióelquinqué,sesentóalamesa,dondehabíaunmontóndefajasenblancoylalistadelossuscriptores,yempezóaescribir imitando con exactitud la grafía de su padre. Escribía con gusto ycontento,aunqueconciertotemor.Lasfajasescritasibanamontonándoseydevez en cuando dejaba la pluma para frotarse las manos; luego volvía aempezarconmásdenuedo,atentoeloídoysonriente.Escribiócientosetentadirecciones, que importaban ¡una lira! Entonces se detuvo; dejó la plumadondeestabaantes,apagólaluzysefuedepuntillasalacama.

Aqueldíasupadresesentóalamesaconmejorhumor.Nohabíaadvertidonada. Realizaba aquel trabajomecánicamente, teniendo en cuenta el tiempoempleado, sin pensar en más, y no contaba las fajillas escritas hasta el díasiguiente.

Tomó asiento de buen humor y golpeando ligeramente el hombro de suhijo,ledijo:

—Eh,Julio,tupadreesmejortrabajadordeloquepuedesfigurarte.Endoshoras hice anoche un terciomás de lo que acostumbraba. Aún está ágilmimano,ylosojossabenresistirlafatiga.

Julio,contento,perocallado,decíaentresí:«¡Pobrepadre!Ademásdelaganancia, le he proporcionado también la satisfacción de creerserejuvenecido».

Alentado por el éxito obtenido, la noche siguiente, en cuanto dieron lasdoce, se levantó otra vez y empezó a trabajar.Así continuóhaciendovariasnoches.Supadreno sedabacuentade tal cosa.Solamenteunavez, cuandoestabancenando,hizolasiguienteobservación:

—Nosé,perodealgúntiempoaestapartevenimosgastandomáspetróleodeloacostumbrado.Debeserdepeorcalidad.

Juliotuvounsobresalto,maslacosanopasódeallí.

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Lo que ocurrió fue que por levantarse a hora tan intempestiva, Julio nodescansabalosuficiente,yporlanoche,alhacerlosdeberesdelaescuela,lecostabatrabajotenerlosojosabiertos.Unanoche,porprimeravezensuvida,sequedódormidosobreelcuaderno.

—Julito, espabílate —le dijo su padre al tiempo que le daba unaspalmaditas—yhaztudeber.

Elchicosedespertóyreanudósutarea.Peroalanochesiguienteydurantealgunos días continuaba ocurriendo lo mismo y aún peor: daba cabezadassobre los libros, se levantaba más tarde de lo acostumbrado, estudiaba laslecciones con dejadez, pareciendo que le disgustaba el quehacer escolar. Supadreempezóaobservarlo;luego,apreocuparseyalfintuvoquereprenderlo.¡Nuncalohubierahecho!

—Julio —le dijo cierta mañana—, me estás decepcionando; no eres elmismo de antes, y eso no me gusta nada. Ten en cuenta que todas lasesperanzas de la familia están puestas en ti. Estoy muy disgustado,¿comprendes?

Antetalreprimenda,laprimeraverdaderamenteseveraquehabíarecibido,elmuchachoseturbó.«Sí,esverdad—dijoparasí—;nopuedocontinuardeestemodo; esprecisoque termineel engaño».Peroaqueldía,por lanoche,estandotodosalamesa,dijoelpadreconalegría:

—¡Este mes he ganado treinta y dos liras más que el pasado con lasfajillas!

Ydiciendoesto, sacódedebajode lamesaunacajadedulcesquehabíacomprado para celebrar con sus hijos la ganancia extraordinaria, cosa quetodosacogieronconelregocijoqueesdesuponer.

Juliocobróánimoydijoparasí:«No,queridopadre;seguiréengañándote;harémayoresesfuerzosparaestudiarduranteeldíaynodejarédecontinuartrabajandodenocheportiyporlosdemás».

Elpadreañadió:—¡Treintaydoslirasmás!Estoycontento…Peroése—yseñalóaJulio—mecausanopocosdisgustos.

Elaludidorecibióelchaparrónensilencio,conteniendodoslágrimasquequeríansalir,perosintiendoalmismotiempociertasatisfacción.

Ycontinuóescribiendofajillasconahínco.Sinembargo,acumulándoseelcansancio,leresultabacadavezmásdifícilresistir.

La cosa durabaya dosmeses.El padre continuaba reprendiendo al buenmuchacho,mirándole con creciente enojo.Un día se presentó en la escuelaparapedirinformessobresuhijo,yelmaestroledijo:

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—Sí, va cumpliendo, porque es un chico inteligente. Pero no tiene lamisma aplicación de antes. Se duerme, bosteza y está distraído. Haceredacciones cortas, pudiéndose comprobar que escribe de prisa y con malacaligrafía.Desdeluegoquetieneaptitudesparahacermás,muchomás.

Aquella noche el padre llamó a su hijo aparte y le dirigió unas palabrasmásdurasdelasquehastaentonceshabíaoído.

—Yaves,Julio,quemesacrificoporlafamilia,ytúnomesecundas.Nopiensaslomásmínimoentushermanos,entumadre,nienmí.

—¡Nodigaseso,papá!—exclamóelhijoahogadoenllantoydecididoaaclararlotodo.Perosupadrelointerrumpió,diciendo:

—Conoces perfectamente la situación de la familia; sabes que todosdebemoshacerloquenoscorrespondaysacrificarnoscuantoseapreciso.Yomismo tengo que doblarmi trabajo. Estemes esperaba una gratificación decienlirasenelferrocarril,yhoyhesabidoquenopuedocontarconnada.

AntesemejantenoticiaJuliosecontuvoparaquenosaliesedesubocalaconfesión que se disponía a hacer, y se dijo resueltamente: «No, padre,mecallaré y guardaré el secreto para poder trabajar por ti; de ese modo tecompensarédelapenaquetecauso;encuantoalaescuela,siempreestudiarélo suficiente para aprobar el curso; lo importante es ayudarte para saliradelanteyaligerartedelaocupaciónquetemata».

Siguióadelante, transcurriendootrosdosmesesde trabajonocturnoydeabatimientoduranteeldía,deesfuerzosdesesperadosporpartedelhijoydeamargosreprochesporpartedelpadre.Perolopeoreraqueéstesemostrabacada vez más frío con el muchacho; raramente le dirigía la palabraconsiderándolounhijopocomenosquedesnaturalizado,delquepocoonadacabíaesperar,ycasiprocurabanocruzarseconsumirada.Juliosedabacuentade todo y sufría interiormente, y cuando su padre le volvía la espalda, leenviaba un beso furtivamente con expresión de ternura compasiva y triste.Mientrastanto,porsugranpenayelmuchocansancio,Julioibaadelgazandoy demacrándose, viéndose obligadomuy a pesar suyo a descuidar cada vezmássusestudios.

Comprendíaque todoaquello tendríaque terminar.Cadanochesedecía:«Hoynomelevantaré».Peroaldarlasdoce,cuandohabríadebidoconfirmarvigorosamente su propósito, sentía remordimiento, pareciéndole que, sicontinuabaenlacama,faltabaaunaobligación,quérobabaunaliraasupadrey a la familia. Y se levantaba pensando que si su padre se despertaba y lesorprendíaalgunanoche,osiseenterabaporcasualidaddelengañocontandodosveceslasfajas,entoncesterminaría,naturalmente,todo,sinunactodesuvoluntad,paraelquenosesentíaconánimos.Ycontinuabarealizandoelno

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pequeñosacrificio.

Masunanoche,enlacena,elpadrepronuncióunapalabraquefuedecisivapara él. Su madre le miró y, pareciéndole más demacrado y pálido que decostumbre,ledijo:

—Túestásmalo, Julio—luego,dirigiéndosealpadre,añadió—:Nuestrohijoestáenfermo.¿Noadviertessupalidez?¿Quétepasa,Julitomío?

Elpadrelemiródereojoydijo:

—Lamala concienciahaceque tenga tambiénmala salud.Noestaba asícuandoeraunchicomuyestudiosoyunhijocariñoso.

—¡Peroestámalo!—replicólamadre.

—¡Nomeimporta!—replicóelpadre.

Aquella palabra fue como una puñalada en el corazón del infelizmuchacho.¡Ah!¡Noleimportabayasusaludasupadre,queantestemblabaconsólooírletoser!Así,pues,noloquería;habíamuertoenelcorazóndesupadre…

«¡No,no!,padremío—dijoentresíelmuchachooprimidoporlaangustia—;estosehaacabadodeverdad;yonopuedovivir sin tucariño; loquieroíntegro paramí; te lo diré todo, no te engañarémás, suceda lo que suceda,padremío,paraquevuelvasaquererme.¡Estavezestoydeltododecidido!»

Noobstante,todavíaselevantóaquellanoche,másporcostumbrequeporotracausa;ycuandoselevantóquisoiravisitar,avolveraverunosminutos,enelsilenciodelanoche,porúltimavez,lapequeñahabitacióndondetantohabía trabajado secretamente, lleno de satisfacción y de ternura. Y cuandovolvió a encontrarse en lamesa, habiendo encendido el quinqué, viendo lasfajasenblancoqueyanollenaríaescribiendounosnombresdeciudadesydepersonasqueyasesabíadememoria,leinvadióunagrantristeza,ytomócondecisiónlaplumaparareanudarsuacostumbradotrabajo.Mas,alextenderlamano,tropezóconunlibroquesecayóalsuelo.Lediounvuelcoelcorazón.¡Si su padre se despertaba!…Claro está que no le sorprendería cometiendoninguna mala acción, y que él mismo había decidido contárselo todo; sinembargo…eloíracercarseaquellospasosenlaoscuridad,elsersorprendidoahora tan intempestiva, el que su madre se despertara y se asustara, elpensamientodequetalvezexperimentarasupadreunahumillaciónanteélalquedar todo descubierto… casi le aterraba. Aguzó el oído, contuvo larespiración…nooyónada…;escuchóporlacerraduradelapuertaqueteníaasusespaldas:nada.Todosdormían.Supadrenohabíaoído.Se tranquilizóyempezóaescribirdenuevo.

Lasfajillasseamontonabanunassobreotras.Oyóelpasocadenciosodela

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guardiamunicipalporladesiertacalle;luego,elruidodeuncoche,quecesóalcabodeun rato;después,pasadocierto tiempo,elestrépitodeunahileradecarros que rodaban lentamente por el empedrado; por último, un silencioprofundointerrumpidodevezencuandoporellejanoladridodealgúnperro.Ycontinuóescribiendo.

Mientras tanto,supadresehallabadetrásdeél:sehabía levantadoaloírcaerellibro,yestuvoesperandobuenrato;elruidodeloscarroshabíahechopasar inadvertido el roce de sus pies y el ligero chirrido de las hojas de lapuerta; allí estaba con su blanca cabeza sobre la negra de Julio; había vistocorrer la pluma sobre las fajas, adivinando, recordando, comprendiéndolotodo,yundesesperadoarrepentimiento,unainmensaternura,habíaninvadidosualma,yleteníanclavadodetrásdesuheroicohijo.

Juliodio,depronto,ungritomuyagudo:dosbrazosconvulsos lehabíanestrechadolacabeza.

—¡Oh,padre,perdóname!—gritóalreconocerasupadreconlágrimasenlosojos.

—¡Túereselquedebesperdonarme!—respondióelpadre, sollozandoycubriéndoledebesoslafrente—.Lohecomprendidotodo,losétodo,¡poresotepidoperdón,santohijomío!¡Ven,venconmigo!—yleempujó,omásbienlellevóalacamadesumadre,queestabadespierta;seloechóasusbrazosyledijo:

—¡Besa a este ángel de hijo, que desde hace tres meses no duerme ytrabajapormí,yalqueheentristecidocuandonosganabaelpan!

La madre lo abrazó fuertemente contra su pecho, sin poder articularpalabra;despuésledijo:

—¡Veteadormiryadescansar,hijomío!¡Llévaloalacama!

El padre lo tomó en brazos, lo llevó a su habitación, lo acostó,acariciándole,ylearreglólasalmohadasylaropa.

—Gracias, padre —repetía el hijo—, gracias; pero acuéstate; ya estoycontento;vetealacama,papá.

Massupadrequeríaverledormido;sesentójuntoaél,letomólamanoyledijo:

—¡Duerme,duerme,hijomío!

Julio, rendido, se durmió y se despertó mucho después, gozando porprimera vez, al cabo de unos meses, de un sueño tranquilo, soñando cosasalegres. Cuando abrió los ojos, hacía un buen rato que brillaba el sol.Primeramentenotóyluegoviolablancacabezadesupadre,quehabíapasado

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lanocheapoyándolaenelbordedelacamacercadesupecho,yquetodavíadormíaconlafrenteinclinadajuntoasucorazón.

*

Lavoluntad

Miércoles,28

Mi compañero Stardi sería capaz de imitar al pequeño florentino. Estamañanaocurrieronenlaescueladossucesosmemorables:Garoffiestabalocodecontentoporquelehabíandevueltosuálbumconlapropinadetressellosde larepúblicadeGuatemala,queélbuscabadesdehacía tresmeses.Stardi,porsuparte,haobtenidolasegundamedalla.¡Casinada!¡StardielprimerodelaclasedespuésdeDerossi!

Todosquedamossorprendidos.Quiénlohabríadichoenoctubrecuandolellevósupadremetidoenelcapoteverde,diciendoalmaestroenpresenciadetodos nosotros: «¡Tenga mucha paciencia con él, pues es bastante duro demollera!» Al principio se le creía un perfecto adoquín. Pero él se dijo: «Orevientootriunfo»;yempezóaestudiarconahíncodedíaydenoche,encasa,enlaescuela,enelpaseo,apretandolosdientesyconlospuñoscerrados,tanpacientecomounbuey,tercocomounmulo,yasí,afuerzademachacar,sinhacercasodelasburlas,ydandopuntapiésocodazosalosqueledistraían,eltestarudohaadelantadoalosdemás.

No comprendía lo más mínimo de Aritmética; llenaba de disparates lasredacciones,nolograbaaprenderdememoriaunperíodoyahoraresuelvelosproblemas, escribe correctamente y canta las lecciones como un papagayo.Claramentesevequeposeeunavoluntaddehierrosiunosefijaensufacha:cabezacuadradaysincuello, lasmanoscortasygorditas,yunavozáspera.Estudiainclusoenlospedazosdeperiódicoyenlosanunciosdelosteatros;encuantoreúneunasmonedassecompraunlibro,habiéndoseyaformado,deesemodo,unapequeñabiblioteca,yenunmomentodebuenhumormedijoquemellevaríaasucasaparaquelaviera.Nohablaconnadie,nienreda;siemprese le ve en el banco con los puños en las sienes, tan firme como una roca,oyendo la explicación del maestro. ¡Cuánto se ha debido esforzar el pobreStardi!

Aunque el maestro estaba esta mañana impaciente y de mal humor, alentregarlelamedalla,ledijo:

—Tefelicito,Stardi,elquelasiguelaconsigue.

Peroélnoparecíaestarenorgullecido;nisiquierahasonreído,yencuantoha regresado al banco, con sumedalla, ha vuelto a apoyar las sienes en lospuños,aestarmásinmóvilyconmayoratenciónqueantes.

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Perolomejorhaocurridoalasalida.Leesperabasupadre,unsangrador,grueso y tosco como él, de cara ancha y voz de trueno. El hombre no seesperabaaquellamedalla,niloqueríacreer;fuemenesterqueseloaseguraseelmaestro,yentoncesseechóareírdegusto,diounasuavemanotadaenelpescuezodesuhijo,diciendoenvozalta:

—¡Muybien,queridoceporrónmío!

Y le miraba sumamente complacido, asombrado y riéndose de gusto.Tambiénnossonreíamostodoslosqueestábamosasualrededor;peronoél,queestabaseriopensandoyaenlaleccióndeldíasiguiente.

*

Gratitud

Sábado,31

YocreoquetucompañeroStardinosequejaránuncadesumaestro.Hasescrito: «Elmaestro estaba estamañana impaciente y demal humor», y lodicesentonoderesentimiento.Piensaenlasvecesquetúteimpacientas,¿yconquién?Contupadreycontumadre,locualconviertetuimpacienciaenuna falta bastante peor. ¡Tiene sobrada razón tu maestro para mostrarseimpaciente alguna que otra vez! Ten en cuenta que lleva muchos añostrabajando con muchachos y que si es cierto que algunos son cariñosos ycorteses,tambiénhayotros,lamayoría,ingratos,queabusandesubondadyno se acuerdan de sus cuidados, resultando que, en definitiva, recibe másamargurasquesatisfacciones.

Piensaqueelhombremássantodelatierra,puestoensulugar,sedejaríallevar a veces por la ira. Y, además, ¡si supieses cuántos días, aun estandoenfermo, acude a clase, por no ser su enfermedad lo suficientemente graveparadispensarsedesuobligación, impacientándoseporquesufremolestiasyleapenaquevosotrosnoloadvirtáisoabuséisdeél…!Respetayquiereatumaestro,hijomío.

Quiéreleporque tupadre loquierey lo respeta;porquededicasuvidaalbien demuchos chicos que luego no se acordarán de él, porque despierta eilumina tu inteligencia y te educa el corazón; porque un día, cuando seashombreyyanoestemosenelmundoniélniyo,suimagensepresentaráconfrecuenciaenturecuerdoalladodelamía,yentonces,ciertasexpresionesdedolorydecansancioen su rostrodehombreapacibleyhonrado,en lasqueahoranoreparas,lasrecordarásytecausaránpena,aunpasadostreintaaños;yteavergonzarás,sentirástristezapornohaberlequeridocomosemerecíayporhaberteportadomalconél.

Quierea tumaestro,porquepertenecea lagran familiadecincuentamil

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docentesprimarios,esparcidosportodalageografíadeItalia,yquesoncomolos padres intelectuales de losmillones de chicos que crecen contigo, unostrabajadores no conceptuados merecidamente y mal pagados, que preparanparanuestrapatriaunageneraciónmejor,másprósperaydesarrolladaquelapresente.

Nomesatisfaráelcariñoquemetienessinoloprofesastambiénatodoslos que te hacen algún bien, y entre ellos ha de ocupar el primer lugar tumaestro, después de tus padres.Quiérele como querrías a un hermanomío;quiérelecuandotecomplaceycuandoteregaña,cuandoatuparecer,obraconjusticiaycuandocreasqueesinjusto;quiérelecuandosemuestreafableydebuen humor, pero más todavía cuando lo veas triste. Quiérele siempre.Pronunciaen todomomentocon respetoelnombredemaestroque,despuésdeldepadre,eselmásnobleydulcequeunhombrepuededaraotro.

TUPADRE

ENERO

Elmaestro

Miércoles,4

Teníarazónmipadrealdecirqueelmaestroestabademalhumorporqueno se encontraba bien, y desde hace tres días, efectivamente, le sustituye elsuplente,eljovenbarbilampiñoqueparecepocomásqueunchiquillo.

Estamañanasucedióunacosadesagradable.Yaelprimerdíayelsegundohabíanalborotadoenlaclaseporqueelsuplentetienemuchapacienciaynosehace respetar.No para de decir: «¡Estaos quietos y en silencio, por favor!»Pero estamañana los chicos sehanpasadode la raya.Tantoy tan fuerte sehablaba, que no se oían sus palabras; él amonestaba y suplicaba,mas no lehacían caso.Dos veces se asomó elDirector y, al irse, crecía elmurmullo,comoenunmercado.

Garrone y Derossi hacían señas a sus compañeros para que guardasenbuenacompostura,yaqueeraunavergüenza loqueestabasucediendo;peroinútilmente.Solamenteestabanquietosycallados,Stardi,conloscodosenelpupitreylospuñosenlassienes,pensando,quizá,ensufamosabiblioteca,yGaroffi, el de la nariz en forma de gancho y apasionado por los sellos, queestaba muy ocupado extendiendo papeletas para la rifa de un tintero debolsillo. Los demás charlaban y reían, hacían sonar plumas clavadas por lapunta en los bancos, y se tirabanbolitas depapel utilizando las ligas de loscalcetines.

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Elsuplenteagarrabaporelbrazoyaauno,yaaotro, lossacudíayhastapusoaunodecaraalapared.Todoresultabainútil.

Nosabiendoyaquéhacer,niaquésantoinvocar,decía:

—¿Peroporquéhacéisesto?¿Queréisobligarmeacastigaros?—despuésdabafuertespuñetazosenlamesaygritabaconvozderabiaydeimpotencia:

—¡Silencio!¡Silencio!¡Silencio!

Dabarealmentepenaoírle;peroelgriteríoseguíaaumentando.

Franti le tiróuna flechadepapel;unos imitabanelmaullarde losgatos;otros se daban pescozones; era un desbarajuste imposible de describir. Deprontoentróelbedelydijo:

—Señormaestro,lellamaelDirector.

El maestro se levantó y salió de prisa desesperado. El alboroto se hizoentoncesmásfuerte.

Mashe aquí que subeGarrone al estrado, descompuestoy apretando lospuños,gritando,ahogadoporlaindignación:

—¡Acabaddeunavez!Soisunosperfectosbotarates.Abusáisporque esbueno.Siosmolieseloshuesos,estaríaismássumisosquelosperros.Soisunacuadrilla de truhanes.Al primero que haga ahora lomásmínimo, le esperofueraylerompolosdientes,¡aunqueseaenpresenciadesupadre!

Actoseguido,reinóelsilenciomásprofundo.

¡Quégustodabaver aGarroneechandochispaspor losojos!Parecíaunleoncillofurioso.Miróunoaunoalosmásdíscolosytodosellosbajabanlacabeza.Cuandoelsuplentevolvióalaclaseconlosojosenrojecidos,sepodíaoír el vuelo de una mosca. Se quedó asombrado. Pero después, al ver aGarronemuyrojoyagitado, locomprendió todo,y ledijoconexpresióndegranafecto,comoselohabríadichoaunhermano:

—¡Muchasgracias,Garrone!

*

LoslibrosdeStardi

Viernes,6

He ido a casa de Stardi, que vive enfrente de la escuela, y he sentidoverdaderamenteenvidiaalversubiblioteca.Noesenmaneraalgunarico,nopuede comprar muchos libros, pero conserva con gran cuidado los de laescuelaylosqueleregalansuspadres;y,además,cuantasmonedasledanlasponeaparteylasgastaenlalibrería;deestemodohareunidoyaunapequeña

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biblioteca, y cuando su padre ha advertido esta afición, le ha comprado unbonitoestantedenogalconcortinasverdes,yhahechoencuadernartodoslosvolúmenes en los colores que a él más le gustan. Así, ahora él tira de uncordoncito, lacortinaverdesedescorreyseven tresfilasde librosde todosloscolores,muybienadornados,limpios,conlostítulosenletrasdoradasenel lomo: libros de cuentos, de viajes y de poesías, y algunos ilustrados conláminas. Él sabe combinar perfectamente los colores; pone los volúmenesblancosjuntoalosencarnados, losamarillosal ladodelosnegros,yjuntoalosblancoslosazules,demodoqueseveandelejosypresentenbuenaspecto;luego se divierte variando las combinaciones.Ha hecho un catálogo, y estácomo el de un bibliotecario. Siempre anda a vueltas con sus libros,limpiándoles el polvo, hojeándolos, examinando sus encuadernaciones: hayqueverconquécuidadolosabreconsusmanoschicasyregordetas,soplandolas hojas: parece que todos están nuevos todavía. ¡Yo en cambio tengo tanestropeados los míos! Para él cada libro nuevo que compra es una deliciaabrirlo,ponerloensusitioyvolveratomarloparamirarloportodosladosyguardarlo después como un tesoro. No hemos visto otra cosa en una hora.Tienelosojosmalosdetantoleer.Estandoyoallí,entróenelcuartosupadre,queesgruesoytoscocomoél,ytienelacabezacomolasuya.Lediodosotrespalmadasenelcuello,ymedijoconaquelvozarrón:

—¿Quémedicesdeestacabezadehierro?Estestarudo,llegaráaseralgo:yoteloaseguro.

Y Stardi entornaba los ojos al recibir aquellas rudas caricias, como unperrodecaza.

Yonoséporqué,peronomeatrevoabromearconél;nomeparececiertoquetengasolamenteunañomásqueyo;ycuandomedijo:«Hastalavista»,enlapuerta,conaquellacararedonda,siemprebronceada,pocomefaltópararesponderle:

—Asudisposición.

Selodijedespuésamipadreencasa.

—Nolocomprendo:Stardinotienetalento,carecedebuenasmaneras,sufiguraescasiridícula,ysinembargomeinfunderespeto.

—Porquetienecarácter—respondiómipadre.

Yañadíyo:

—Enunahoraqueheestadoconélnohapronunciadocincuentapalabras,nome ha enseñado un juguete, no se ha reído una vez, y sin embargo, heestadotancontento.

—Porqueloestimas—añadiómipadre.

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*

Elhijodelherrero

Lunes,9

Sí,perotambiénaprecioaPrecossi,ymeparecepocodecirqueleaprecio.Eselhijodelherrero,elchicopálido,demiradabondadosaytriste,tantímido,quepideperdónporcualquiercosa;siempreenfermuchoy,sinembargo, tanestudioso.

Noesraroquevuelvasupadreacasaborracho.Lepegasinmotivo,letirade un revés los libros y cuadernos, y el pobrecito va a la escuela con elsemblante lívido, algunas veces hinchado, y los ojos inflamados de tantollorar.

Peronuncajamásseleoyedecirquesupadrelehapegado.

—Tupadretehadadounatunda—ledicenloscompañeros.

—Noesverdad,noesverdad—respondeparanodejarenmallugarasupadre.

—Esta hoja no la has quemado tú—le dice el maestro, mostrándole elcuadernomedioquemado.

—Sí,señor—respondeconvoztemblorosa—.Hesidoyo.Semehacaídosinquereralalumbre.

Perotodossabemosmuybienquesupadre,estandoborracho,hadadounpuntapiéalamesayalaluzcuandoelchicoestabahaciendolosdeberesdelaescuela.

Viveenunabuhardilladenuestracasa,perodelaotraescalera;laporteraselocuentatodoamimadre.MihermanaSilvialeoyógritarelotrodíadesdela azotea, cuando le hacía bajar la escalera dando tumbos, porque le habíapedidodineroparacomprarlaGramática.Supadrebebeyapenastrabaja,porloquelafamiliapasahambre.¡CuántasvecesvaelpobrePrecossiaclaseenayunas,ysecomeaescondidasunmendrugodepanqueledaGarrone,ounamanzanaqueleentregalamaestritadelaplumaencarnada,queloconocebienporhaberletenidodealumnoenprimeroinferior!Peroéljamásdice:«Tengohambre;mipadrenomedadecomer».

Supadreacudealgunavezabuscarlocuandopasaporcasualidaddelantede laescuela,pálido, tambaleándose,concara torva,elpeloen losojosy lagorra al revés. El pobre chico tiembla cuando le ve en la calle, pero, sinembargo,correasuencuentrosonriendo,yelhombrehacecomosinolovieraypensaseenotracosa.¡PobrePrecossi!Recosesuscuadernosdesbarajustadoso rotos; pide prestados los libros para estudiar, se sujeta con alfileres los

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jironesdelacamisaydalástimaverlehacergimnasiaconzapatosqueparecenhechosparados,conpantalonesqueselecaendeanchosyelchaquetóntanlargo,conmangasquehadesubirsehastaloscodos.

Estudia con ahínco y seguramente sería uno de los primeros si pudieseatenderensucasalasfaenasescolaresconalgunatranquilidad.

Estamañana se ha presentado en clase con la señal de un arañazo en lacara,yloscompañeroslehandicho:

—Eso te lo ha hecho tu padre.Vamos, no digas que no. Esta vez no lopuedesnegar.

Pero él ha contestado, poniéndose rojo y con la voz ahogada por lairritación:

—¡Noescierto!¡Mipadrenomepeganunca!

Mas luego, durante la lección, se le caían las lágrimas sobre el banco, ycuandoalgunolemiraba,seesforzabaensonreírparadisimular.¡Esunchicodignodecompasión!

Mañana irán ami casaDerossi, Coretti y Nelli; yo quisiera que viniesetambién Precossi para hacerlemerendar conmigo, regalarle algunos libros yprocurarpor todos losmediosdivertirley llenarle losbolsillosde frutaparavercontentosiquieraunavezamibuencompañeroquetansufridoes.

*

Visitaagradable

Jueves,12

Hoyha sidounode los juevesmásgratosdel añoparamí.A lasdosenpunto han llegado a casa Derossi y Coretti, en compañía de Nelli, eljorobadito.APrecossinolehadejadovenirsupadre.

Derossi y Coretti apenas podían contener la risa contándome que por lacalle habían visto a Crossi, el hijo de la verdulera—el pelirrojo del brazoinmóvil—quellevabaavenderunacolfenomenal,lamardecontentoporquecon lo que le dieran pensaba comprarse una pluma y alguna otra cosita, y,además, porque habían recibido carta de su padre, que se encuentra enAmérica,diciéndolesqueleesperasendeundíaparaotro.

¡Quédoshorasmásfeliceshemospasadojuntos!DerossiyCorettisonlosdos más alegres de la clase; mi padre estaba contento al verles en micompañía.Coretti llevabasu inseparable jerseymarrónoscuroysugorradepiel.Esundiablilloquesiemprequisieraestarhaciendoalgo.Porlamañana,temprano, ya se había cargado en las espaldasmedia carretada de leña; sinembargo,noparóun instante, recorriendo toda la casa,observándolo todoy

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sin parar de hablar, con la listeza y viveza de una ardilla. Al pasar por lacocinapreguntóalacocineracuántolecostabandiezkilosdeleña,cosaquesupadrevendíaporcuarentaycincocéntimos.Siempreestáhablandodesupadre,decuandosirvióenelregimientocuarentaynueveytomóparteenlabatalla de Custoza, a las órdenes del príncipe Humberto. Es un chico demodalesmásfinosde loquecabríaesperardeél.Aunquehanacidoysehacriadoentrelosleños,segúnmipadre,tienedistinciónenlasangre.

Derossi nos ha divertido mucho; sabe la Geografía como un maestro.Cerrandolosojosdecía:«EstoyviendotodaItalia,losApeninos,querecorrenla Península hasta el mar Jónico, los ríos que van de un lado para otro,fertilizando la tierra por donde pasan; las blancas ciudades, los golfos, losazules lagos, las verdes islas», y, al mismo tiempo, iba diciendo loscorrespondientesnombres,porsuordenycongranrapidez,comosihubieseestado leyéndolos en el mapa. Estábamos admirados de oírle y verle tangallardo,consusrubiosrizos,losojoscerrados,vestidodeazul,conbotonesdorados,tanesbeltoybienproporcionadocomounaestatua…Enunahorasehabía aprendido de memoria casi tres páginas que deberá recitar pasadomañana en los funerales de Víctor Manuel. Nelli también le miraba conadmiraciónycariño,sonriéndoseconsusojosclarosymelancólicos.

Me ha gustado mucho la visita, que me ha dejado gratas impresiones,comochispazos,enlamenteyenelcorazón.Tambiénmehasatisfechoveralpobrecito Nelli entre los otros dos, altos y robustos, cuando se han ido,haciéndolereírcomohastaahoranuncalohabíahecho.

Al volver a entrar en nuestro comedor,mehe dado cuenta de que no sehallabaenelsitioacostumbradoelcuadroquerepresentaaRigoletto,elbufónjorobado.LohabíaquitadomipadreparaevitarquelovieseNelli.

*

LosfuneralesporVíctorManuel

Martes,17

Estatarde,alasdos,apenashabíamosentradoenclase,llamóelmaestroaDerossi,quesepusojuntoalamesa,frenteanosotros,empezandoadecirconacento sonoro, alzando cada vez más su clara voz y animándoseprogresivamente:

«Hace ahora cuatro años, tal día como hoy y a la misma hora, llegabadelante del Panteón, en Roma, el carro fúnebre con el cadáver de VíctorManuel II, primer rey de Italia, muerto después de veintinueve años dereinado, durante los cuales la gran patria italiana, fragmentada en sieteEstados, oprimida por extranjeros y tiranos, quedó constituida en uno solo,independienteylibre,trasveintinueveañosdereinadoqueélhabíailustradoy

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dignificadoconsuvalor,consulealtad,consusangrefríaenlospeligros,conlaprudenciaenlostriunfosylaconstanciaenlaadversidad.

Llegaba el carro fúnebre, cargado de coronas, tras haber recorrido todaRomabajounalluviadeflores,enmediodelsilenciodeunainmensamultitudafligida, procedente de todas partes de Italia, precedido por un numerosogrupo de generales, de ministros y de príncipes, seguido por un cortejo deinválidos y mutilados de guerra, de un bosque de banderas, de losrepresentantes de trescientas ciudades, de todo lo que tiene significado delpoderíoydelagloriadeunpueblo,deteniéndoseanteelaugustotemploenelqueleesperabalatumba.

Eneseprecisomomentodocecoracerossacabanelféretrodelcarro,ypormedio de ellos daba Italia el último adiós de despedida a su reymuerto, alviejomonarcaquetanenamoradodeellahabíaestado,elúltimosaludoasucaudilloypadre, a losveintinueve añosmás afortunadosy fructíferosde suhistoria.Fueronunosmomentosgrandiososysolemnes.Lamirada,elalmadetodos temblaba de emoción entre el féretro y las enlutadas banderas de losochenta regimientos portadas por otros tantos oficiales, formados a su paso;porque estaba representada toda Italia en aquellas ochenta enseñas, querecordaban losmillares demuertos, los torrentes de sangre, nuestras gloriasmássagradas,nuestrosmayoressacrificios,nuestrosmástremendosdolores.

Pasóel féretro llevadoporcoraceros,yanteél se inclinaronaunmismotiempo todas las banderas de los regimientos, en señal de saludo, tanto lasnuevas como las viejas rotas en Goito, Pastrengo, Santa Lucía, Novara,Crimea,Palestro,SanMartinoyCasteifidardo;cayeronochentavelosnegros;cienmedallas chocaron contra el armón, y aquel estrépito sonoro y confusoque hizo estremecerse a todos fue como el eco de cien voces humanas quedecíanauntiempo:«¡Adiós,buenrey,valientecaudillo,magníficosoberano!VivirásenelcorazóndetupueblomientrasalumbreelsoldeItalia».

Despuéssevolvieronaerguirlasbanderas,conelastahaciaelcielo,yelreyVíctorManuelentróenlagloriainmortaldelatumba.

*

Frantiesexpulsadodelcolegio

Sábado,21

SolamenteunoeracapazdereírsemientrasDerossideclamabaeldiscursopor los funerales del rey, y fue, precisamente, Franti. Lo detesto. Es malo,Cuando un padre viene a la escuela a reñir a su hijo delante de todos, éldisfruta; si alguien llora, él se ríe. Tiembla anteGarrone,molesta y pega alalbañilitoporqueespequeño;atormentaaCrossiporquetieneimposibilitadoun brazo; se burla de Precossi, a quien todos respetamos, y hasta se ríe de

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Robetti, el de segundo, que anda conmuletas por haber salvado a un niño.Provoca a los que son más débiles que él y, cuando pega, se enfurece yprocurahacerelmayordañoposible.

Hayalgoqueinspirarepugnanciaensufrentebaja,ensustorvosojos,quequedanocultosporlaviseradesugorradehule.Norespetaanadie.Seríedelmaestro,hurtacuantopuede,niegadesvergonzadamente,siemprehadeestarpeleándoseconalguien,llevaalfileresparapincharalosqueestáncercadeél,se arranca los botones de la chaqueta, se los arranca a otros y luego se losjuega; no se esmera en nada; su cartera, sus libros, sus cuadernos, son unaverdaderapenaydagrimaverlos,porlodeslucidos,destrozadosysuciosquelostiene;sureglaestámelladaylaplumalasmásdelasvecesinservible;secome lasuñas; lleva la ropa llenademanchasyde rotosquesehaceen laspeleas.

Dicen que sumadre está enfermade los disgustos que le proporciona, yque su padre lo ha echado ya tres veces de su casa; su madre acude a laescueladevezencuandoapedirinformesysevallorando.Elodialaescuela,a loscompañerosyalmaestro.Nuestromaestro fingealgunavezquenovesusfechorías;peronoporesoseenmienda,sinoque,porelcontrario,escadavezpeor.Haintentadocorregirleporlasbuenas,peroélseríedeloquelediceoinsinúa.Siledice,regañándole,palabrastremendas,secubrelacaraconlasmanoscomosillorara,peroseestáriendoporlobajo.Estuvoexpulsadotresdíasdelaescuela,yvolviómásgranujaymásinsolentequeantes.UndíaledijoDerossi:

—Pero hombre, ¿por qué no te enmiendas? ¿No ves que haces sufrirdemasiadoalseñormaestro?

Portodacontestaciónleamenazóconmeterleunclavoenlabarriga.

Pero esta mañana hizo que le echaran como a un perro. Mientras elmaestrodabaaGarroneelborradordelTamborcillosardo,elcuentomensualcorrespondienteaenero,paraquelopusieseenlimpio,Frantitiróalsuelounpetardoqueestalló,haciendoretemblarlasparedes.Todalaclaseexperimentóunasacudida.Elmaestrosepusoenpieygritó:

—¡Fueradelaescuela,Franti!

Elrespondió:

—¡Nohesidoyo!—perosereía.

Elmaestrorepitió:

—¡Hedichoquetevayas!

—¡Yonomemuevo!—replicó.

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Elmaestroperdió losestribos, se fuehaciaél, locogiódeunbrazoy loarrancó del banco. Franti se revolvía, rechinaba los dientes, y tuvo quearrastrarloavivafuerza.Elmaestrolollevócasienviloaladirección,yluegovolvió solo a la clase, y, sentado a su mesa, cogiéndose la cabeza con lasmanos, todo agitado, con una expresión de cansancio y de pena, que dabacompasión,meneandotristementelacabeza,exclamó:

—¡Despuésdetreintaañosdeprofesióntodavíanomehabíaocurridocosasemejante!

Todosconteníamoslarespiración.

Le temblaban las manos, y la arruga recta que tiene en la frente se leprofundizó de tal manera, que parecía una gran herida. Daba pena verlo.Derossiselevantóydijo:

—¡Nosufrausted,señormaestro!Nosotroslequeremosmucho.

Entoncessetranquilizóyalgodespuésdijo:

—Prosigamoslalección,muchachos.

*

Eltamborcillosardo

CUENTOMENSUAL

El24de juliode1848,primerdíade labatalladeCustoza,unossesentasoldados de un regimiento de infantería de nuestro ejército, enviados a unacolinitaparaocuparciertacasasolitaria,sevieronderepenteacometidospordoscompañíasdesoldadosaustríacosque,disparándolesdesdediversossitios,apenaslesdierontiempopararefugiarseenlacasaycerrarprecipitadamentelas puertas, reforzándolas, después de haber dejado en el campo algunosmuertosyheridos.

Unaveztrancadaslaspuertas,losnuestrosacudieronpresurosamentealasventanas de la planta baja y del piso de arriba, y empezaron a hacer fuegocerradosobrelosasaltantes,quienes,acercándosepocoapoco,colocadosenformadesemicírculo,contestabanvigorosamenteconsusdisparos.

Alossesentasoldados italianos losmandabandosoficialessubalternosyuncapitánviejo,alto,delgadoysevero,conelpeloyelbigoteblancos.Estabacon ellos un tamborcillo sardo, chico de poco más de catorce años, queaparentabatenerescasamentedoce,decaramorenatrigueña,conojosnegrosyhundidos,queparecíandesprenderchispas.

Desde una habitación del primer piso dirigía la defensa el capitán,cursando órdenes como pistoletazos, sin que en su cara de hierro se notasesignoalgunodeemoción.Eltamborcillo,unpocopálido,perofirmesobresus

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piernas, subido a unamesa, estiraba el cuello, apoyándose en la pared, paramiraralexteriorporlasventanas;porloscampos,atravésdelhumo,veíalosblancos uniformes de los austríacos, que avanzaban lentamente. La casa sehallabaenloaltodeempinadapendiente,yporlapartedelacuestasóloteníauna ventanilla alta, único hueco de una pequeña habitación del último piso;poresolosaustríacosnoamenazabanlacasaporaquellaparte;solamentesehacíafuegocontralafachadaylosdosflancos.

Peroeraunfuegoinfernal,unaverdaderagranizadadebalas,quedesdeelexterior resquebrajaba las paredes, hacía trizas las tejas y destrozaba en elinteriortechumbres,muebles,puertas,arrojandoalaireastillas,nubesdeyesoy fragmentos de vasijas de barro y de vidrios, silbando, rebotando,rompiéndolotodoconunfragorespeluznante.Devezencuandocaíaalsueloalguno de los que disparaban por las ventanas, siendo llevado aparte.Otrosiban vacilantes, de habitación en habitación apretándose las heridas con lasmanos.En la cocina había ya unmuerto, con la frente agujereada.El cercoenemigoseibaestrechando.

En cierto momento se vio al capitán, hasta entonces impasible, darmuestras de inquietud y salir precipitadamente del cuarto, seguido de unsargento. Al cabo de tres minutos volvió corriendo el sargento y llamó altamborcillo,haciéndoleseñasparaqueleacompañase.Elmuchacholesiguió,subiendorápidamenteporunaescalerademadera,yentróconélenundesvándesmantelado,dondeestabael capitánescribiendocon lápizen.unahojadepapel,apoyándoseenlaventanilla;asuspies,enrolladaenelsuelo,habíaunasogadelasqueseusanenlospozos.

El capitán dobló la hoja, y clavando en el muchacho sus ojos, grises yfríos,anteloscualestemblabantodoslossoldados,ledijoabocajarro:

—¡Tambor!

Elmuchachosellevólamanoalavisera,yelcapitánlepreguntó:

—¿Túeresvaliente?

—Sí,micapitán—respondióelchico,relampagueándolelosojos.

—Miraalláalolejos—dijoelcapitán,llevándolealaventanita—,alllanoquehaypróximoalascasasdeVillafrancadondebrillanbayonetas.Allíestánlos nuestros inmóviles. Toma este papel, agárrate a la cuerda, baja por laventanita,cruzaatodaprisalacuesta,vecorriendoacampotraviesa,procurallegarcuantoantesalosnuestrosyentregaselpapelalprimeroficialqueveas.Quítateenseguidaelcinturónylamochila.

El tamborcillosequitóelcinturóny lamochilaysemetióelpapelenelbolsillodelpecho;elsargentoechólacuerdafuerayagarróconambasmanos

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unodelosextremos;elcapitánayudóalmuchachoasalirporlaventana,deespaldasalcampo.

—¡Tencuidado!—ledijo—;lasalvacióndeldestacamentodependedetuvalorydetuspiernas.

—Confíeenmí,capitán—respondióeltamborcillodescolgándose.

—Agáchate mientras bajas —añadió el capitán, agarrando la cuerda,juntamenteconelsargento.

—¡Notengaustedcuidado!

—¡QueDiosteayude!

En unos instantes estuvo el tamborcillo en el suelo; el sargento subió lacuerdayéldesapareció.Elcapitánseasomóprecipitadamentealaventanitayvioalmuchachocorriendocuestaabajo.

Ya confiaba que hubiese logrado pasar inadvertido, cuando cinco o seisnubecillas de polvo, que se elevaron del suelo por delante y detrás delmuchacho, ledieronaentenderquelehabíanvistoy ledisparabandesdeunalto.Laspequeñasnubeserandetierralevantadaporlasbalas.Peroelchicocontinuaba corriendo precipitadamente sin reparar en nada. De pronto,exclamóconsternado:

—¡Lehandado!

Nohabíaterminadodedecirlapalabracuandoviolevantarsedenuevoaltamborcillo.

«¡Ah,nohasidomásqueunacaída!»,dijoparasíyrespiró.Elmuchacho,efectivamente,volvióacorrercontodassusfuerzas,aunquecojeaba.«¡Sehadebido torcerunpie!»,pensóel capitán.Todavía se levantóalgunaqueotranubecilladepolvoentornodelvalientesoldadito,perocadavezmáslejosdeél. ¡Estabaa salvo!Elcapitán lanzóunaexclamacióndealivio.Con todo lesiguiócon lavistay temblando,porqueeracuestióndeunosminutos;denollegar a tiempo con el escrito en el que pedía inmediata ayuda, o todos sussoldadoscaeríanmuertosotendríaquerendirseconlossupervivientes,comoprisionero.Elpequeñosardocorríavelozmenteunrato,masluegoaminorabala marcha, cojeando; después reanudaba la carrera, pero con indudablesmuestrasdeagotamiento,deteniéndoseacadainstante.«¡Lehabrározadounpiealgunabala!»,pensóelcapitán.Nolequitabaojo,sumamenteangustiado,yledabaánimoscomosilepudieraoír.Medíaincesantementeconlavistaladistanciaque le faltabapara llegar al sitiodonde seveían relucirbayonetas,alláenelllano,enmediodeunostrigalesdoradosporelsol.

Entretantooíaelsilbidoyelestrépitodelasbalasenlasdependenciasdeabajo,lasvocesdemandoylosgritosderabiadelosoficialesysargentos,los

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agudosquejidosdelosheridos,elruidodelosmueblesydelosdesconchadosdeparedqueseibandesprendiendo.

—¡Ánimo,valor!—gritabasiguiendoconlamiradaaltamborcillo,queyaapenas divisaba—. ¡Adelante! ¡Corre! ¡Se para! ¡Maldición! ¡Ah, vuelve acorrer!…

Un oficial se acerca para decirle que los enemigos, sin interrumpir elfuego,ondeanunpañueloblancoincitandoalarendición.

—¡Que no se responda! —grita el capitán sin apartar la vista delmuchacho,queyahabíallegadoalllano,peroquenocorríayparecíamoverseaduraspenas.

—¡Anda!…¡Corre!—decía el capitán apretando lospuñosy losdientes—.¡Desángrate,mueresiespreciso,peroentregaelpapel!

Despuéslanzóunahorribleimprecación.

—¡Elinfameholgazánsehasentado!

Elchico,enefecto,cuyacabezahabíavistosobresalirhastaentoncesporencimadeuncampode trigo,habíadesaparecido,comosisehubiesecaído.Mas,pasadosunosinstantes,sucabezavolvióaemerger.Finalmenteseperdiópordetrásdelossetosyyanoleviomás.

Entonces bajó impetuosamente; las balas entraban a granizadas; lashabitacionesestabanllenasdeheridos,algunosdeloscualesseretorcíancomoembriagados,agarrándosea losmuebles; lasparedesyelpavimentoestabanteñidosdesangre;habíacadáveresenlosumbralesdelaspuertas;eltenienteteníaelbrazoderechodestrozadoporunabala,ytodoestabaenvueltoporelhumoyelpolvo.

—¡Ánimo!—gritóelcapitán—.¡Permanecedenvuestrospuestos!¡Vanallegarrefuerzos!¡Unpocodevalortodavía!

Losaustríacossehabíanaproximadomás,yatravésdelhumoseveíansuscaras descompuestas. En medio de los tiros se les oía gritar salvajemente,insultando a los nuestros e intimándoles a que se rindiesen, so pena dedegollarlos.Algúnqueotrosoldado,inducidoporelmiedo,seretirabadelasventanasylossargentosleempujabanhaciaadelante.

De todas formas iba disminuyendo la resistencia de los sitiados y eldesaliento se manifestaba en todos los rostros, no pareciendo posible quepudiesecontinuar ladefensa.Enciertomomento,elataquede losaustríacosfueremitiendo,yunavozdetruenogritó,primeramenteenalemányluegoenitaliano:

—¡Rendíos!

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—¡No!—respondióelcapitándesdeunaventana.Yeltiroteosereanudóconmayorrabiaporambaspartes.Cayeronotrossoldados,yyahabíamásdeuna ventana sin defensores. Elmomento fatal parecía inminente. El capitángruñíaentredientesconvozqueseleahogabaensugarganta:«¡Novienen!¡Novienen!».Corríafuriosodeunladoparaotro,doblandoelsableconmanoconvulsa, resuelto amorir, hasta que un sargento, bajando apresuradamentedeldesván,gritóconvozestentórea:—¡Yallegan,yallegan!

Ante semejante anuncio, los sanos y los heridos, los sargentos y losoficiales,acudieronpresurososalasventanas,yseprosiguiólaresistenciaconrenovadoesfuerzo.

En poco tiempo se advirtió una especie de vacilación y un principio dedesorden entre los enemigos. De pronto, a toda prisa, reunió el capitán ungrupodesoldadosenelpisobajopararealizarunasalidaconbayonetacalada;luegosubióalaplantasuperior.Apenasllegó,losdefensoresempezaronadarsaltosdealegríayalanzarhurrasporhabervistodesdelasventanasentreelhumodelapólvoralossombrerosdedospicosdelos«carabineros»italianos,un escuadrón arrastrándose por tierra y un brillante centelleo de espadasarremolinadas por encima de las cabezas, sobre los hombros y las espaldas.Entonces el pequeño grupo ordenado por el capitán salió de la casa con labayoneta calada, los enemigos se desconcertaron, dieron media vuelta y sebatieronenretirada.Elterrenoquedódespejado,lacasa,libre,ypocodespuésocupabanlaalturadosbatallonesdeinfanteríaitalianosquedisponíandedoscañones.

Elcapitán,conlossoldadosque lequedaban,se incorporóal regimiento,continuóluchando,yfueligeramenteheridoenlamanoizquierdaporunabalaquerebotóenelúltimoataquealabayoneta.

Lajornadaacabóconlavictoriadelosnuestros.

Peroaldía siguiente,habiéndose reanudado la lucha, los italianos fueronderrotados,apesardesu indudablevalor,por laabrumadoramayoríade losaustríacos; y en lamañana del veintiséis tuvieron que emprender la retiradahaciaelMincio.

Elcapitán,aunqueherido,fueapiejuntamenteconsussoldados,cansadosysilenciosos,yllegandoalponerseelsolaGoito,aorillasdelMincio,buscóenseguida a su teniente, quehabía sido recogidopor una ambulancia con elbrazo roto y debía haber llegado allí antes que él. Le indicaron una iglesia,donde se había improvisado un hospital de campaña. Entró y vio que elsagradorecintosehallaballenodeheridoscolocadosendoshilerasdecamasydecolchonesextendidosenelsuelo;dosmédicosyvariospracticantesibandeunladoparaotroafanosamenteoyéndosegemidosyquejidosahogados.

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Alentrarelcapitán,sedetuvoydirigiólamiradaentornosuyoenbuscadesuoficial.

Enaquelmomentooyóqueledecíanconunavozapagada:

—¡Micapitán!

Sevolvió.Eraeltamborcillo.

Estabatendidosobreuncatre,cubiertohastaelpechoporunatoscacortinade ventana, de cuadros rojos y blancos con los brazos fuera: pálido,demacrado,peroconsusojossiemprebrillantes,comodospreciosasgemas.

—¿Aquí estás tú? —le preguntó el capitán, extrañado, pero conbrusquedad—.¡Bravo,muchacho!Hascumplidocontudeber.

—Hehecholoquehepodido—lerespondióeltamborcillo.

—¿Estás herido?—dijo el capitán, tratando de ver a su teniente en lascamaspróximas.

—¡Qué vamos a hacer!—dijo el muchacho, a quien daba alientos parahablar la honra de estar herido por primera vez, y sin lo cual no se hubieraatrevido a abrir la boca delante de aquel capitán—; a pesar de que procuréocultarme,nopudeevitarquemeviesenenseguida.Sinomealcanzan,habríallegadoveinteminutosantes.Afortunadamente,encontréprontoauncapitándeEstadoMayor,aquienentreguéelpapel.Peromecostógrantrabajollegardespuésdelacariciarecibida.Memoríadesed;temíanopoderllegardondeestabanlosnuestros,yllorabaderabiapensandoquecadaminutoderetrasoseiba al otromundouno de los de arriba.En fin, he hecho lo que he podido.Estoycontento.Peromireusted,ydispense,micapitán,estáperdiendosangre.

Efectivamente, de la palma de lamano,mal vendada, del capitán salíanalgunasgotas,queseescurríanporlosdedos.

—¿Quierequeleaprietelavenda,micapitán?Acérqueseunpocomás.

El capitán le dio lamano izquierda, y alargó la derecha para ayudarle asoltarelnudoyvolverloahacer;peroelchicosepusomáspálidoencuantosealzódelaalmohadaytuvoquevolveraapoyarlacabezasobreella.

—¡Basta,basta!—dijoelcapitánmirándoloyretirandolamanovendadaque el soldadito quería sujetar—.Cuida de lo tuyo en vez de pensar en losdemás, porque las cosas ligeras, si se descuidan, pueden traer malasconsecuencias.

Eltamborcillomoviólacabeza.

—Pero tú—repusoelcapitán,mirándolomásatentamente—,hasdebidoperdermuchasangreparaestartandébil.

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—¿Mucha sangre dice usted? —respondió el muchacho, sonriendo—.Algomásquesangre.¡Mire!

Yseapartóalgolacolcha.

Elcapitándiounpasoatráshorrorizado.

Elchiconoteníamásqueunapierna;laizquierdaselahabíanamputadoporencimadelarodilla;elmuñónestabavendadocontirasensangrentadas.

Enaquel instantepasóelmédicomilitar,pequeñoyregordeteenmangasdecamisa.

—He aquí, señor capitán—empezó a decirle, indicando almuchacho—,uncasorealmentedesgraciado;esapiernasehabríasalvadoconfacilidadsiélno la hubiese forzado tan atrozmente comohizo; se produjo unamalhadadainflamaciónyalfinseletuvoquecortarparasalvarlelavida.Peroleaseguroqueesunmuchachomuyvaliente;nohaderramadounasolalágrimaniselehaoídoningúngrito.¡Palabradehonorquemesentíaorgullosodequefueseunchicoitaliano!Afemíaqueesdebuenaraza.

Dichoesto,prosiguiósucamino.

El capitán arrugó sus grandes cejas blancas y miró fijamente altamborcillo,subiéndolelacolchaconprecaución;despuéslentamente,casisindarse cuenta y sin parar de mirarlo, levantó la mano hasta la altura de lacabezaysequitóelquepis.

—¡Mi capitán!—exclamó el muchacho, admirado—. ¿Qué hace usted?¿Espormí?

Entoncesaquelrudomilitar,quenuncahabíadichounapalabrasuaveaunsubordinadosuyo,lerespondióconunavozextremadamentedulceycariñosa:

—Yonosoymásqueunsimplecapitán;tú,encambio,eresunhéroe.

Luegosearrojóconlosbrazosabiertossobreeltamborcilloylebesótresvecesenlapartedelcorazón.

*

ElamoralaPatria

Martes,24

PuestoqueelcuentodelTamborcillotehaconmovido,fácilteseráescribirestamañana la redacción sobre el tema del examen: «¿Por qué se ama a laPatria?¿PorquéquieroamiPatria?»¿Nose tehanocurridoenseguidacienrespuestas?AmoamiPatriaporquemimadrehanacidoenella,porquesangresuyaeslaquecorrepormisvenas,porqueeslatierradondeestánsepultadoslosmuertosporlosquerezamimadreyalosqueveneramipadre,porquela

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ciudaddondehevistolaluz,lalenguaquehablo,loslibrosquemeinstruyen,mihermanoymihermana,miscompañeros,elpueblodelqueformoparte,elbellopaisajequemerodea,cuantoveo, loqueamo, loqueestudioy loqueadmiroperteneceamiPatria.

¡Tú no puedes sentir todavía ese gran afecto en toda su intensidad! Losentirás cuando seas un hombre, cuando retornes a ella tras un largo viaje,después de una prolongada ausencia, y asomándote una mañana desde lacubiertadelbuque,contemplesenelhorizontelasgrandesmontañasazulesdetupaís;entonceslosentirásconelímpetudeternuraquetellenarálosojosdelágrimasytearrancaráungrito.

Lo advertirás en alguna gran ciudad lejana por el impulso del almaque,entre ladesconocidamultitud, te llevaráhaciaun trabajadordesconocido, alque,pasando,lehabrásoídodeciralgunapalabraentupropialengua.

Lo sentirás en la dolorosa y profunda indignación que te hará subir lasangrealacabeza,cuandodelabocadealgúnextranjerosalganexpresionesinjuriosaspara la tierraque tevionacer,yconmayorviolenciayalteracióntodavíasi laamenazadeunpuebloenemigolevantaunatempestaddefuegosobretuPatriayveaseldesasosiegopordoquier,alosjóvenesqueacudenenmasa a tomar las armas, a los padres besar a sus hijos gritando: «¡Adiós!¡Volvedvictoriosos!»

Losentiráscon insuperable júbilosi tuvieres ladichadepresenciaren tuciudadlosregimientosdiezmados,cansados,coneluniformedestrozado,conaireterrible,conelbrillodelavictoriaenlosojosylasbanderasatravesadasporlasbalas,seguidosporunnúmerointerminabledevalientesquellevaránsus cabezas vendadas y brazos sinmanos, entre unamultitud enfervorecidapor el entusiasmo, que los cubrirá de flores, de bendiciones y de besos.EntoncescomprenderásloqueeselamoralaPatria,Enrique.

LaPatriaesalgotangrandeysagrado,quesiundíatevieseregresarsalvoysanodeunabatallaenlaquetehubieseshallado,porhaberteescondidoparaconservarlavida,apesardesercarnedemicarneyalmademialma,yo,tupadre,queterecibocontantaalegríacuandovuelvesdelaescuela,teacogeríacon la angustiadenopodertequerer, ymoriría con esepuñal clavadoen elcorazón.

TUPADRE

*

Envidia

Miércoles,25

ElquehahechomejorlacomposiciónsobrelaPatriahasidoDerossi.¡Y

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Votini,quecreíaseguroelprimerpremio!YoqueríamuchoaVotini,aunqueesalgovanidosoypresumido;peromedisgustaahoraqueestoyconélenelbanco ver cómo envidia aDerossi.Y estudia para competir con él; pero nopuede en manera alguna, porque el otro le da cien vueltas en todas lasasignaturas,yaVotiniseleponenlosdienteslargos.TambiénsienteenvidiadeCarlosNobis; pero éste tiene tanto orgullo, que lamisma soberbia no ledejadescubrir.Votini,porelcontrario,setraiciona,sequejadelasnotasensucasaydicequeelmaestrocometeinjusticias;ycuandoDerossirespondealaspreguntas tanprontoy tanbiencomosiempre,élponelacarahosca,baja lacabeza,fingenooíryseesfuerzaporreír,peroconlarisadelconejo.Ycomotodoslosaben,encuantoelmaestroalabaaDerossitodossevuelvenamiraraVotiniquetragaveneno,yelalbañilitolehacelamuecadehocicodeliebre.Estamañana,porejemplo,lohademostrado.Elmaestroentróenlaescuelayanuncióelresultadodelosexámenes:—Derossi:diezylaprimeramedalla.

—Votiniestornudó.Elmaestrolemiró,porquelacosaestababienclara.

—Votini —le dijo—, no dejes que se apodere de ti la serpiente de laenvidia:esunaserpientequeroeelcerebroycorrompeelcorazón.

Todoslemiraron,menosDerossi.Votiniquisoresponderynopudo;quedócomo petrificado y con el semblante pálido. Después, mientras el maestrodabalalección,sepusoaescribir,engruesoscaracteres,enunahoja:«Yonotengo envidia de los que ganan la primera medalla por enchufe y coninjusticia». Este papel queríamandárselo aDerossi. Pero entretanto observéque losque estaban junto aDerossi tramabanalgo entre sí y sehablaban aloído, y uno hacía con el cortaplumas una medalla de papel, sobre la cualhabíandibujadounaserpientenegra.Votininoadvirtiónada.Elmaestrosaliópor breves momentos. Enseguida, los que estaban junto a Derossi selevantaronparasalirdelbancoypresentarsolemnementelamedalladepapelaVotini.Todalaclasesepreparabaparapresenciarunaescenadesagradable.Votiniestabatemblando.Derossigritó:

—¡Dádmela!

—Sí,esmejor—respondieronlosdemás—;túereselquedebellevársela.

Derossi recogió la medalla y la hizo mil pedazos. En aquel momentovolvióelmaestroysereanudólaclase.YonoquitabaojoaVotini,queestabarojodevergüenza.Tomóelpapeldespacito,comosilohiciesedistraídamente,lohizomildoblecesaescondidas,selopusoenlaboca,lomascóunpocoydespuésloechódebajodelbanco.AlsalirdelaescuelaypasarpordelantedeDerossi, Votini, que estaba un poco confuso, dejó caer el arrugado papel.Derossi, siempre noble, lo recogió y se lo puso en la cartera, ayudándole aabrocharseelcinturón.Votininoseatrevióalevantarlacabeza.

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*

LamadredeFranti

Sábado,28

Votini es incorregible. Ayer, en la clase de religión, en presencia delDirector,elmaestropreguntóaDerossisisesabíadememorialasdosestrofasdel librode lecturaqueempiezancon laspalabras:«Doquiera lamentemía,susalasrápidaslleva…»DerossidijoquenolassabíayVotiniseapresuróadecirqueélsílassabía.Lodijosonriendo,paramortificaraDerossi,peroelmortificado fue él, pues no pudo recitar la poesía, por entrar en el aula,mientrastanto,lamadredeFranti,angustiada,despeinadossusgrisescabellos,todallenadenieve, llevandocomoalafuerzaasuhijo,queochodíasanteshabíasidoexpulsadodelaescuela.

¡Quéescenamástristetuvimosquepresenciar!

La pobre señora se hincó casi de rodillas delante del Director, con lasmanoscruzadasydiciéndoleentonosuplicante:

—¡Tenga la bondad, señorDirector, de admitir denuevo amihijo en laescuela! Hace tres días que está en casa, pero lo he tenido escondido. ¡NopermitaDios que su padre lo descubra, porque es capaz dematarlo! ¡Tengacompasióndeestamadreinfeliz,quenosabequéhacer!¡Selopidocontodaelalma!

El Director procuró llevarla fuera, pero ella se resistía sin dejar desuplicarleydellorar.

—¡Siustedsupiese loqueestehijomehacesufrir, tendríacompasióndemí!¡Porfavor,admítalo!Yocreoque llegaráaenmendarse.Noesperovivirmucho tiempo, pues llevo la muerte dentro de mí. Pero antes de expirardesearíaverlecambiar,porque…

Elllantoahogósuspalabrasynopudoterminarlafrase;luegoañadió:

—Es mi hijo, lo quiero y moriría de pena; admítalo de nuevo, señorDirector, para que no sobrevenga una desgracia en la familia. ¡Hágalo porcaridadhaciaunapobremadre!—ysecubrióelrostroconambasmanos,sinparardesollozar.

Franti permanecía impasible, con la cabeza baja. El Director le miró,estuvounratopensativoy,alfin,ledijo:

—Veteatusitio.

Lamadresequitóentonceslasmanosdelacara,muyconsolada,yempezóadarlelasgracias,sindejardehablaralDirector,ysemarchóhacialapuerta,enjugándoselosojosydiciendoatropelladamente:

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—Hijo mío, sé bueno. Tengan paciencia con él. Muchas gracias, señorDirector;hahechoustedunagranobradecaridad.Adiós,hijo.Pórtatebien.Buenos días, niños. Gracias, señor maestro; hasta la vista. Perdonen tantamolestia.¡Soyunamadre…!

Ydirigiendodesdeelumbralunamiradamásdesúplicaasuhijo,sefue,recogiendoelchalqueleibaarrastrando,pálida,encorvada,temblorosa,yaúnlaoímostosercuandobajabaporlaescalera.

ElseñorDirectormirófijamenteaFrantienmediodelsilenciodelaclase,yledijoconvozquehacíatemblar:

—¡Franti,estásmatandoatumadre!

TodosmiramosaFranti,yelsinvergüenzasesonrió.

*

Esperanza

Domingo,29

Mucho me ha complacido, Enrique, el gesto que has tenido cuando, alvolver de la clase de religión, te has echado enmis brazos. ¡Qué cosas tanhermosasytanconsoladorastehadichoelmaestro!Dios,quenoshapuestoalunoenlosbrazosdelotro,nonossepararánunca;cuandomuramostupadreyyo,nonosdiremos las tremendasydesalentadoraspalabras: «Madre, padre,Enrique,¡noteveréyamás!»Nosvolveremosaencontrarenotravida,yelquehubieresufridomuchoenésta,quedaráampliamenterecompensado;quienameintensamenteenlatierraestaráconlasalmasdelosseresqueridosenunmundo sin culpas, ni aflicciones, ni muerte. Pero debemos hacernos todosdignosdeesaotravida.

Mira,hijomío:cadabuenaaccióntuya,cadapalabradecariñoparaquienbientequiere,cadaactodecortesíahaciatuscompañeros,cadapensamientonobletuyo,escomounpasoadelantehaciaaquelmundo.Ytambiénteelevanhaciaéltodaslasdesgraciasylaspenas,porquelaspenassonlaexpiacióndeunaculpaytodalágrimaborraunamancha.Propontecadadíasermejorymásamablequeeldíaanterior.Ditodaslasmañanas:«Hoyquierohaceralgoquepueda alabarme la conciencia y contente a mi padre, algo que aumente elapreciode talocual compañero, el afectodelmaestro,demihermanoodeotros».

PideaDiosquetedéfuerzasparaponerenprácticatusbuenospropósitos.Dile:«Señor,quieroserbueno,tenernoblessentimientos,seranimoso,afabley sincero. ¡Ayudadme!Hacedquecadanoche, aldarmemimadreelúltimobeso,puedadecirle:¡Estanochebesasaunchicomejor,másdignoqueelquebesasteayer!»TensiempreentupensamientoalEnriquesobrehumanoyfeliz

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quepodrásserdespuésdeestavida.¡Yreza!Nopuedesimaginarladulzuraylasatisfacciónqueexperimentaunamadrecuandoveasuhijoarrodilladoyconlasmanosjuntasenactituddeoración.Cuandoteveorezando,mepareceimposible que no haya quien te esté viendo y escuchándote. Creo entoncesmásfirmementequehayunaBondadsupremayunaPiedadinfinita;tequieromás; trabajo con mayor ardor, sufro con más fortaleza, perdono de todocorazónypiensoenlamuerteconserenidad.

¡Qué dicha, Dios mío, volver a oír después de la muerte la voz de mimadre,volveraencontraramishijos,verdenuevoamiEnrique,amiEnriquebendito e inmortal, y estrecharlo en un abrazo que ya no tendrá fin nuncajamás,enunaeternidad…!

¡Reza, recemos; querámonos, seamos buenos, y llevemos en el alma,adoradohijomío,esacelestialesperanza!

TUMADRE

FEBRERO

Medallabienconcedida

Sábado,4

Estamañana vino a repartir los premios el Inspector, un señor de barbablanca y vestido de negro.Entró con elDirector poco antes de terminar lasclases y tomó asiento al lado del maestro. Hizo algunas preguntas y luegoentrególaprimeramedallaaDerossi.Antesdedarlasegunda,estuvooyendoal Director y al maestro, que le hablaban en voz baja. Todos nospreguntábamosparaquiénseríalasegunda.

ElInspectordijoenvozalta:

—EstavezsehahechomerecedordelasegundamedallaelalumnoPedroPrecossiporloquehatrabajadoensucasa,porlaslecciones,lacaligrafía,elcomportamientoytodoengeneral.

Todos miramos a Precossi, pudiéndose apreciar que aprobábamos taldistinciónenlaexpresióndenuestrosrostros.Precossiselevantó,peroestabatanconfusoquenosabíaadóndeir.ElInspectorlollamóyélsaliódelbanco,yendoasituarsealladodelmaestro.

El Inspector se fijó en la cara color de cera, en el desmedrado cuerpoenfundadoenropanohechaasumedidadenuestroejemplarcompañero,asícomo en sus bondadosos y tristones ojos que rehuían enfrentarse con los

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suyos, dejando adivinar una historia de grandes sufrimientos. Al prenderledespuéslamedallaenelpecho,ledijoconvozllenadecariño:

—Precossi, teconcedo lamedalla.Nadiemásdignoque túpara llevarla,nosóloportuclarainteligenciaylabuenavoluntaddequehasdadopruebas,sino tambiénpor tucorazón,por tuvalor,porserunhijomagnífico.¿Noesverdad—añadió,dirigiéndoseanosotros—quetambiénlamereceporeso?

—Sí,sí—respondimosacoro.

Precossimoviósugargantacomoparatragaralgo,ygirólamiradaporlosbancosparaexpresarnossugratitud.

—Puedesretirarte,queridomuchacho—ledijoelInspector—,yqueDiosteproteja.

Eralahoradesalir,ylosdemiclasefuimoslosprimeros.Apenassalimos,¡quiénlodijera!,vimosenelgranzaguán,precisamente juntoa lapuerta,alpadredePrecossi,elherrero,pálidocomodecostumbre,consutorvamirada,conelpelohastalosojos,lagorraladeadaytambaleándose.

El maestro lo reconoció enseguida y dijo unas palabras al oído delInspector,quiensefuepresurosoenbuscadePrecossi,letomódelamanoylollevó a su padre. El chico temblaba. También se acercaron el maestro y elDirector,ymuchosniñosleshicieroncorro.

—Ustedeselpadredeestechico,¿noesverdad?—preguntóelInspectoral herrero con aire jovial, como si hubiesen sido amigos. Sin esperar larespuesta,añadió:

—Lefelicito.Mire,haganadolasegundamedallaacincuentaycuatrodesuscompañeros;selahamerecidoporlaRedacción,laAritméticayportodo.Esunmuchachode inteligenciadespiertaydegranvoluntad,que, sinduda,harácarrera;todosloaprecian;leaseguroquepuedeustedestarorgullosodeél.

El herrero, que había permanecido escuchando con la boca abierta,mirófijamentealInspectoryalDirector,yluegoasuhijo,queestabadelantedeélcon la vista baja, sinparar de temblar; y como si recordaseo comprendieseentoncesporprimeravez loquehabíahechopadecer a suhijo, así como labondadylaheroicaperseveranciaconquelehabíaaguantado,seleadvirtiódeprontoensucaraciertaestupefactaadmiración,luegounaamargapena,yporfin,unaternuraviolentaytriste;agarróconrápidogestoalmuchachoporlacabezayloestrechófuertementecontrasupecho.Todosnosotrospasamospordelantedeél.YoleinvitéaquevinieseacasaeljuevesconGarroneyCrossi:otros le saludaron; unos le daban golpecitos cariñosos, otros se limitaban atocar la medalla; todos le decían algo. El padre nos miraba con cara de

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asombro, apretando contra su pecho la cabeza del hijo, que no paraba desollozar.

*

Buenasintenciones

Domingo,5

LamedalladadaaPrecossihadespertadoenmíciertoremordimiento.¡Yotodavía no he ganado ninguna! De un tiempo a esta parte no estudio losuficienteyestoydescontentodemí,de igualmodoque también loestánelmaestro, mi padre y mi madre. Ni siquiera me divierto con la mismasatisfacciónque antes, cuando trabajabade buenagana.Recuerdoquede lamesa corría amis juegos llenode alegría, como si nohubiera jugado enunmesentero.Ahoranomesientoconlosmíosalamesaconelmismogustodetiemposatrás.Parecequemepersigueunasombrayqueunavozinteriormedice:«Estonomarcha,novadeningunamanera».

Cuando a primeras horas de la noche veo pasar por la plaza a tantosjóvenes y mayores, que regresan del trabajo, visiblemente cansados, peroalegres y satisfechos, que apresuran el paso para llegar pronto a su casa,lavarseyponerseacomer,hablandofuerte,riendoygolpeándoselasespaldasconlasmanosennegrecidasporelcarbónoblanqueadasporelyesoylacal,ypienso que han estado trabajando de sol a sol en los tejados, delante de loshornos, entremáquinasodentrodel agua,obajo la tierra, sin comer,quizá,másqueunpedazodepan,mesientoavergonzado,yaqueentodoesetiemponomeha faltado nada yme he limitado a emborronar demala gana cuatropaginuchas.

Sí.Estoydescontento,meencuentroinsatisfecho.

Yoveoquemipadreestádemalhumoryquisieradecírmelo,peroaguantaconpenayesperatodavía.Queridopadre,¡túquetantotrabajas!

Tuyoescuantoveoytocoencasa.Todoloquemeabrigayalimenta, loquemeinstruyeymedivierte,frutoesdetutrabajo,yyo,encambio,nomeesfuerzo;todotehacostadopreocupaciones,privaciones,sinsabores,fatigas,yyo no te correspondo cumpliendo debidamente mi obligación. Ah, esto esdemasiadoinjustoymerobalapaz.

Desdehoyquieroempezarunanuevavida,estudiar,comoStardi,conlospuñosylosdientesapretados,trabajarenlosquehaceresdelaescuelacontodalafuerzademivoluntadydemicorazón;quierovencerelsueñoporlanoche,tirarme temprano de la cama, avivar mi inteligencia sin cesar, dominarplenamentemipereza, fatigarmeyhastasufrir,paranoarrastraryamásestavida de debilidad y de desgana, que me envilece y llena de tristeza a mis

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padres.

¡Ánimoyatrabajar!¡Atrabajarcontodaelalmaylasfuerzasdequesoycapaz! El trabajo me dará tranquilo reposo, juegos alegres y comidassatisfactorias;metraerádenuevolacomplacientesonrisademimaestroyelcariñodemispadres.

*

Eltrendejuguete

Viernes,10

Ayer vinieron a casa Precossi y Garrone. Yo creo que no se les habríarecibidoconmayoralborozoyatencionessihubiesensidohijosdepríncipes.Garrone era la primera vez que venía, porque es bastante huraño y seavergüenza un tanto de ser compañero nuestro de clase siendo tan grandón.Todoslosdecasaacudimosaabrirleslapuertaencuantollamaron.Crossinovino,porqueal finha llegadosupadredeAmérica,despuésdeseisañosdeausencia.MimadrebesóinmediatamenteaPrecossi,ymipadrelepresentóaGarrone,diciéndole:

—Aquí tienesaestecompañerode tuhijo,quenoessolamenteunbuenmuchacho,sinotodoungentilhombre.

Garrone bajó su rapada cabeza, sonriéndose a escondidas conmigo.Precossillevabasumedalla,yestabacontentoporquesupadrehareanudadoeltrabajoyhacecincodíasquenopruebalabebida,quierequeestéconélenlaherrería,ypareceotro.

Yosaquétodosmisjuguetesyempezamosaentretenernos.Precossiquedóencantadoanteel trenecitoqueandacuandose ledacuerda;nunca lohabíavisto,ydevorabaconlavistalamaquinitaylosvagoncitosrojosyamarillos.Leentregué la llaveparaquesedivirtieraasusanchas;searrodillóyyanovolvióalevantarlacabeza.

Nuncalehabíavistotancontento.Acadainstantenosdecía:

—Perdonad,perdonad.

Ynosapartabalasmanossiintentábamosdetenerlamáquina;luegocogíay ponía los vagoncitos conmucho cuidado, como si fueran de frágil vidrio.Temíaestropearloshastaconelaliento,yloslimpiabamirándolosporarribayporabajo,sindejardesonreírconsatisfacción.

Todos nosotros estábamos de pie, sin cesar de mirar con la mayorcomplacencia aquel cuello tan delgadito, las torturadas orejas que yo habíavisto sangrar cierto día, aquel chaquetón con las bocamangas vueltas, pordondesalíanlosdosbracitosdeenfermoquetantasvecessehabíanlevantado

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paradefenderlacaradelosgolpes.

¡Oh!Enaquelmomentolehabríaregaladotodosmisjuguetesytodosmislibros,mehabríaquitadodelabocaelúltimopedazodepanparadárselo,mehabríadespojadodemiropaparavestirloymehabríaarrodilladoparabesarlelasmanos.«Porlomenoshedeentregarleeltrenecillo»,penséentremí;perotendría que pedir la debida autorización ami padre. Entonces noté quemeponíanunpapelitoenunamano; lohabíaescritomipadrecon lápizyenéldecía:«APrecossi legusta tu tren.Élno tiene juguetes.¿Notedicenadaelcorazón?»Alinstantecogíconambasmanoslamáquinaylosvagoncillos,yselopusetodoensusbrazos,diciéndole:

—Tómalo,estuyo.

Élsequedómirándomesincomprender.

—Estuyo—lerepetí—;teloregalo.

Precossimiróamipadreyamimadre,lamardeaturdido,ylespreguntó:

—Pero,¿porqué?

Mipadrelerespondió:

—TeloregalaEnriqueporqueesamigotuyo,porqueteaprecia…yparacelebrarquetehayanconcedidolamedalla.

Elchicopreguntócontimidez:

—¿Podréllevármelo…amicasa?

—¡Puesclaro!—ledijimostodos.

Ya estaba en la puerta y aún no se atrevía amarcharse. ¡Se sentíamuyfeliz!Pedíadisculpaysuboca temblabayreíaalmismotiempo.Garrone leayudóaenvolverel trenecilloenelpañuelo,yal inclinarse,senotóelruidoqueproducíanlostrozosdepanalchocarentresíensubolsillo.

—Undía—medijoPrecossi— tienesque ir a laherreríaparaver cómotrabajamipadre.Tedaréunosclavos.

MimadrepusounramilleteenelojaldelachaquetadeGarroneparaqueseloentregaseasumadre.

—Gracias—lecontestó,sinlevantarlabarbilladelpecho,perobrillándoleenlosojossualmanobleyllenadebondad.

*

Soberbia

Sábado,11

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¡YpensarqueCarlosNobisse limpiaconafectación lamangacuando letocaPrecossialpasar!Eslasoberbiapersonificada,ytodoporquesupadreesun ricachón. ¡También es rico el padre deDerossi!Carlos desearía tener unbanco para él solo; teme que todos lo ensucien,mira a los compañeros porencimadelhombroysiempretieneaflordelabiosunasonrisadedesdén.¡Aysiselepisaunpiecuandosalimosenfiladedos!Pornadalanzaalrostrounapalabra injuriosa o amenaza con hacer venir a su padre a la escuela. ¡Ycuidado que su padre le regañó cuando trató de andrajoso al hijo delcarbonero!Nuncahevistosemejantealtanería.Nadielehablanisedespidedeél a la salida, ni hay quien le apunte lomásmínimo cuando no se sabe lalección.Élnoseinteresapornadie,yfingedespreciara todos,enespecialaDerossi,porserelprimero,y luegoaGarroneporquetodoslequieren.PeroDerossinisiquierareparaenél,yencuantoaGarrone,cuandoledijeronqueNobishablabamaldeél,contestó:

—Meimportaunhigoeseorgullosotonto.Adecirverdadnimerecequeletoque,nisiquieraconmispuños.

ElmismoCoretti,undíaqueseburlabadesugorradepieldegato,llegóadecirle:

—VeteconDerossiparaaprenderatenereducación.

Ayer fue a quejarse al maestro porque el calabrés le había tocado unapiernaconelpie.Elmaestropreguntóalcalabréssilohabíahechoadrede,yalresponderlecontodafranquezaqueno,dijoalquerelloso:

—Eresdemasiadoquisquilloso,Nobis.

Éste,consuacostumbradoairedemimado,contestó:

—Selodiréamipadre.

Elmaestroseencolerizóentoncesyrepuso:

—Tupadrenoteharácaso,comohaocurridootrasveces.Además,enlaescuelaeselmaestroquienúnicamentejuzgaysanciona—luegoañadiócondulzura—. Vamos, Nobis, cambia de modales, sé bueno y cortés con tuscompañeros.Aquíhayhijosdetrabajadoresydeseñores,dericosydepobres;todosseaprecianysetratancomohermanos…¿Porquénohacestúlomismoque losdemás? ¡Quépoco tecostaríahacertequererpor todosyencontrartemáscontentoenesteambiente…!¿Qué?¿Notienesnadaquecontestar?

Nobis, que había escuchado las reflexiones del profesor con suacostumbradasonrisadespectiva,lerespondiófríamente:

—No,señor.

—Siéntate —le dijo el maestro—; te compadezco. Eres un chico sin

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corazón.

Todo parecía haber terminado; pero el albañilito, que está en el primerbanco,volviendosucara redondahaciaNobis,quesesientaenelúltimo, lehizolaacostumbradamueca,poniéndolehocicodeliebre,contantaexactitudygracia,queentodalaclaseestallóunasonorarisotada.Elmaestroleregañó,perotuvoquetaparselabocaparaocultarsurisa.Nobistambiénserio,sibiensurisanopasabadelosdientes.

*

Heridoseneltrabajo

Lunes,13

NobispuedehacerparejaconFranti:niunoniotro seconmovieronestamañanaanteloquepasódelantedenuestrasnarices.

Fuerayadelaescuela,estabayoconmipadremirandoaunospilluelosdelasecciónsegundaquesearrodillabanpararestregarelhieloconlascarpetasylasgorrasypoderresbalarmejor,cuandovimosvenirpormediodelacalleunamultitud de gente con paso precipitado, serios, espantados, hablando envoz baja. Enmedio venían tres guardiasmunicipales, y detrás de estos doshombresquellevabanunacamilla.Detodaspartesacudieronlosmuchachos.Lamuchedumbreavanzabahacianosotros.Sobrelacamillaveníatendidounhombre,blancocomounmuerto,conlacabezacaídasobreunhombro,elpeloenmarañadoyllenodesangre,quetambiénlesalíadelabocaydelosoídos.Alladodelacamillaveníaunamujerconunniñoenbrazos;parecíaloca;acadapasogritaba:

—¡Estámuerto!¡Estámuerto!¡Estámuerto!

Seguía a la muchedumbre un muchacho con su cartera bajo el brazo ysollozando.

—¿Quéhapasado?—preguntómipadre.

Alguiencontestóqueeraunpobrealbañilquesehabíacaídodeuncuartopiso donde estaba trabajando. Los que llevaban la camilla se detuvieron uninstante.Muchosvolvieron lacabezahorrorizados.Vique lamaestritade laplumarojasosteníaamimaestradeclasesuperior,casidesmayada.Almismotiempo sentí que me tocaban en el codo: era el pobre albañilito, pálido ytembloroso de pies a cabeza. Pensaba seguramente en su padre; también yopenséenél.Pormiparte,tengoalmenoselánimotranquilocuandoestoyenlaescuela,porqueséquemipadreestáencasa, sentadoasumesa, lejosdetodo peligro; pero ¡cuántos de mis compañeros pensarán que sus padrestrabajansobreunaltopuenteocercadelasruedasdeunamáquinayquesóloungestoounpasoen falso lespuedecostar lavida!Soncomootros tantos

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hijosdesoldadosquetienenasuspadresenlaguerra.Elalbañilitomirabayremirabatemblandocadavezmás,y,aladvertirlomipadre,ledijo:

—Veteacasa,muchacho,veteaescapecontupadre,aquienencontrarássanoytranquilo;anda.

Elhijodelalbañilsemarchó,volviendolacarahaciaatrásacadapasoquedaba. Entretanto la multitud se puso en movimiento, y la pobre mujerdestrozabaelcorazóngritando:

—¡Estámuerto!¡Estámuerto!¡Estámuerto!

—No,noestámuerto—ledecíantodos.

Ella no hacía caso y se arrancaba los cabellos. Oigo en esto una vozindignadaquedice:

—¡Teríes!

EraunhombreconbarbaquemirabacaraacaraaFranti, el cual seguíasonriendo.El hombre, entonces, de un cachetazo le arrojó la gorra al suelo,diciendo:

—¡Descúbrete,malnacido!¡Pasaunheridodeltrabajo!

Todalamultitudhabíapasadoya,yseveíaenlacalleunlargoreguerodesangre.

*

Elprisionero

Viernes,17

Heaquíelsucesoquizámásextrañodetodoelaño.

En lamañanadeayerme llevómipadrea losalrededoresdeMoncalieriparaverunacasaquequeríatomarenrentaduranteelpróximoverano,porqueesteañonovamosaChieri.Teníalasllavesdelafincaelmaestro,que,apartede su labor escolar, llevaba la administración de los bienes del dueño. Noshizoverlacasayluegonosacompañóasudespacho,dondenosobsequióconunascopas.

Sobre la mesa escritorio había un tintero de madera, de forma cónica,talladodeformasingular.Viendoquemipadrelomiraba,ledijoelmaestro:

—Esetinteroesalgopreciadoparamí.¡Siustedsupiesesuhistoria…!—Ynoslarefirió:

—Hacealgunosaños,siendoyomaestroenTurín,fuiadarclasetodouninvierno a los presos de la cárcel. Explicaba las lecciones en la capilla delestablecimiento penitenciario, una estancia redonda, de paredes altas y

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desnudasconmuchasventanitascuadradas,cerradaspordosbarrasdehierrocruzadas, cada una de las cuales daba al interior de una reducida celda.Explicaba las lecciones paseando por la fría y oscura capilla, estando losalumnos asomados por sus correspondientes agujeros, con sus cuadernosapoyadosenloshierros,sinqueselesvieramásquelosrostrosentresombras,unas caras escuálidas y ceñudas, conbarbas enmarañadas y grises, conojosfijos de homicidas y ladrones.Entre todos, en el número 78, había uno queprestaba mayor atención, estudiaba mucho y me miraba con muestras derespetoyhastadegratitud.Eraunjovendebarbanegra,másdesgraciadoquemalvado, un ebanista que, en un momento de arrebato, había dado con uncepillo a su patrón, que desde algún tiempo le perseguía de mil maneras,dejándolemortalmenteherido,porlocuallehabíancondenadoavariosañosde reclusión. En tresmeses aprendió a leer y escribir, y no cesaba de leer;cuantomásaprendíatantomásparecíaquesehacíamejorysearrepentíadesudelito.Undía,al terminarlaclase,mehizoseñasparaquemeacercaseasuventanita,ymedijocontristezaquealdíasiguientelosacaríandeTurínparallevarlo aVenecia a terminar de cumplir su reclusión.Después de darme eladiósdedespedidamesuplicóconacentosumisoyconmovidoqueledejasetocar mi mano. Yo se la alargué y él me la besó. Me dio las gracias ydesapareció.Cuandoretirélamanocomprobéqueestabacubiertadelágrimas.Desdeentoncesloperdídevista.Pasaronseisaños.Loquemenospensabayoeraenaqueldesventurado,cuandoayerporlamañanaveoquesepresentaenmi casa un desconocido, con gran barba negra, un poco entrecana ypobrementevestido.

—¿Esusted—medijo—elmaestroquedabaclaseenlacárceldeTurín?

—Elmismo.Pero,¿quiénesusted?—lepregunté.

—Yosoy—medijo—elpresodelnúmero78.Ustedmeenseñóaleeryescribirhaceahoraseisaños.Siseacuerda,enlaúltimalecciónmedioustedsumano;ahora,quehecumplidolacondena,vengoaverle…yleruegoquehaga el favor de aceptar un recuerdomío, una baratija que he hecho en lacárcel.¿Quiererecibirlacomorecuerdomío,señormaestro?

Mequedésinsaberquédecir.Elcreyóquenoqueríaaceptarelregalo,yme miró como queriendo decirme: «¡Seis años de padecimientos no hanbastado, pues, para purificarmismanos!» Fue tal y tan vivo el dolor de sumirada,quetendílamanoytoméinmediatamenteloquemetraía.Yaquílotiene.

Examinamos atentamente el tintero; parecía haber sido trabajado con lapuntadeunclavo,afuerzadegrandísimapaciencia.Teníatalladaunaplumaatravesando un cuaderno y aparecía escrito a su alrededor: «Ami maestro.Recuerdodelnúmero78.¡Seisaños!»Ypordebajo,enpequeñoscaracteres:

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«Estudioyesperanza»…Elmaestronodijonadamásynosmarchamos.

Entodoeltrayecto,desdeMoncalieriaTurín,yonopodíaquitarmedelacabeza aquel preso asomado a la ventanita, el adiós de despedida, el tinterolabradoenlacárcel,quetantascosasrevelaba.Porlanochesoñéconélyestamañanatodavíapensabaqueloteníadelante…¡Cuánlejosestabadeimaginarla sorpresa que me esperaba en la escuela! Entretanto apenas me habíacolocadoenminuevobanco,juntoaDerossi,despuésdecopiarelproblemade Matemáticas para el examen mensual, conté a mi compañero toda lahistoriadelpresoydeltintero,refiriéndolecómoestabahecho,conlaplumaatravesandoelcuadernoylainscripcióngrabadaasualrededor:«¡Seisaños!»DerossisesobresaltóantesemejantespalabrasyempezóamirartanprontoamícomoaCrossi,elhijodelaverdulera,queestabaenelbancodedelante,dándonoslaespalda,enteramenteabsortoenelproblema.

—¡Cállate!—medijoenvozbaja,cogiéndomeunbrazo—.Crossimedijoanteayerquehabíavistoporcasualidaduntinterodemaderaenlasmanosdesupadre,reciénllegadodeAmérica;untinterocónico,hechoamano,conuncuadernoyunapluma.¡Eselmismodelquemehashablado!«¡Seisaños!»ÉldecíaquesupadreestabaenAmérica,pero lociertoesquesehallabaen lacárcel.Crossieramuypequeñocuandosecometióeldelito;nolorecuerda.Sumadrelehavenidoengañando,yélnosabenada.¡Peroquenoseteescapeniunasolapalabradeesto!Yomequedésinhabla,mirandofijamenteaCrossi.Derossi resolvió el problema y lo pasó a Crossi por debajo del banco. Leentregóunahojadepapel,lequitódelasmanosElenfermerodelTata,cuentomensual que elmaestro le había dado a copiar, para escribirlo él; le regalóplumas,lediounosgolpecitoscariñososenlaespalda,mehizoprometerbajopalabradehonorquenodiríanadaanadiey,cuandosalimosdeclase,medijoapresuradamente:

—Ayervinosupadreporél;seguramentehabrávenidoahoraaesperarlo;túhazloquehagayo.

Alsaliralacalle,vimosque,efectivamente,estabaelpadredeCrossienlugar algo separado.Eraunhombredebarbanegra, conalgunas canas,malvestido,desemblantepálidoypensativo.DerossiestrechólamanodeCrossi,paraqueleviese,yledijoenvozalta:

—Hastamañana,Crossi—ylepasólamanopordebajodelabarbilla.Yohicelomismo.PeroDerossi,alhaceraquello,sepusorojocomounaamapola,y yo también. El padre de Crossi nos miró atentamente, con ojos debenevolencia, pero en ellos se traslucía una expresión de inquietud y desospecha,quenoshelóelcorazón.

*

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ElenfermerodelTata

CUENTOMENSUAL

En lamañanadeundía lluviosodemarzo,un chicovestidode aldeano,caladohastaloshuesosyllenodebarro,sepresentóenlaporteríadelHospitaldelosPeregrinosdeNápoles,conunfajoderopabajoelbrazo,parapreguntarporsupadre.Llevabaunacartaenlamano.Teníaunaagraciadacaraovaladade colormoreno pálido, ojos pensativos y gruesos labios entreabiertos, quepermitían ver sus blanquísimos dientes. Procedía de un pueblecito de lascercaníasde laciudad.Supadrehabía salidodecasahacíaunañopara ir aFranciaenbuscadetrabajo,yhabíavueltoaItalia,desembarcandounosdíasantesenNápoles,dondehabíaenfermado tan repentinamente,queapenas lediotiempoparaescribirunaslíneasalafamiliaanunciándolesuregresoysuentradaenelhospital.Angustiadapor talnoticiaynopudiendomoversedecasa por tener una niña enferma y una criatura en pañales, la mujer habíamandadoaNápolesalhijomayorparacuidardesupadre,desutata,queeselnombrecariñosoquedanporallílosniñosalospadres.Elmuchachotuvoquerecorrerdiezleguasdecamino.

Elportero,despuésdedarunaojeadaalacarta,llamóaunenfermeroyledijoquellevasealmuchachodondeestabasupadre.

—¿Cómosellamatupadre?—lepreguntóelenfermero.

El chico, temblando ante el temor de recibir unamala noticia, le dijo elnombre.

Elenfermeronoseacordabadeél.

—¿Esunviejotrabajador,quehallegadodefuera?—preguntó.

—Trabajador,sí—respondióelmuchachocadavezmásanhelante—;peronomuyviejo.Defuerasíquehavenido.

—¿Cuándoentróenelhospital?—preguntóelenfermero.

Elmuchachodiounamiradaalacarta.

—Creoquehacecincodías.

Elenfermerosequedóalgopensativo;luego,comorecordandodepronto:

—¡Ah!—dijo—,lasalacuarta,lacamadelfondo.

—¿Está muy enfermo? ¿Cómo se encuentra? —preguntó el chico conansiedad.

Elenfermerolemirósinresponder.Luegoledijo:

—Venconmigo.

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Subierondostramosdeescalera;fueronalextremodeunampliocorredor,hastahallarseantelapuertaabiertadeunasaladondehabíadoslargasfilasdecamas.

—Ven—repitióelenfermero,entrando.

Elmuchachosearmódevalorylesiguió,dirigiendomiradasmedrosasaderecha e izquierda, sobre los blancos y consumidos semblantes de losenfermos,algunosde loscuales tenían losojoscerradosyparecíanmuertos;otrosmirabanalespacioconojosgrandesyfijos,comoespantados.Nofaltabaquien gemía como un niño. La sala estaba oscura y el aire impregnado depenetranteolordemedicamentos.DosHermanasdelaCaridadibandeunoaotroladoconfrascosenlamano.

Habiendo llegado al extremo de la sala, el enfermero se detuvo a lacabeceradeunacama;apartóunpocolascortinillasydijo:

—Ahítienesatupadre.

Elchicorompióallorary,dejandocaerelenvoltorioquellevaba,reclinósucabezasobreelhombrodelenfermo,cogiéndoleconunamanoelbrazoqueteníaextendidoeinmóvilsobrelacubierta.Elenfermonosemovió.

Elmuchacho se irguió,miró a su padre y empezó a llorar de nuevo. Elenfermoledirigióentoncesunalargamiradayparecióreconocerlo.Perosuslabiosno semovían.Pobre tata, ¡quécambiadoestaba!Suhijono lehabríareconocido.Habíaencanecido,teníalacarahinchadayenrojecida,conlapieltersa y reluciente, los ojos empequeñecidos, los labios abultados, toda lafisonomíaalterada;tansóloconservabaigualeslafrenteyelarcodelascejas.Respirabaafanosamente.

—¡Tata, tata!—dijo elmuchacho—. ¡Soy yo! ¿Es que nome conoces?Soy Cecilio, tu Cecilio; he venido desde el pueblo por encargo de mamá.Fíjateenmí.¿Nomereconoces?Dimeaunquesóloseaunapalabra.

Peroelenfermo,despuésdehaberlemiradoconatención,cerrólosojos.

—¡Tata,tata!¿Quétepasa?Soytuhijo,tuCecilio.

Elhombrenosemovióycontinuórespirandocondificultad.

Llorandoalágrimaviva,elmuchachotomóentoncesunasillaysesentóasu lado, esperando sin apartar la vista de su cara. «Pasará algún médicohaciendo la visita», pensaba. «Algome dirá». Y se sumergió en sus tristespensamientos,recordandomuchascosasdesubuenpadre:eldíadesupartida,cuando le había dado el último adiós desde el barco, las esperanzas que lafamiliahabía fundadoenaquelviaje, ladesolacióndesumadreal recibir lacarta.Pensóen lamuerte.Yaveía a supadremuerto, a lamadrevestidadeluto y la familia en la miseria. Así permaneció mucho tiempo. Una suave

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manoletocóenelhombro,yélseestremeció.Eraunamonja.

—¿Quétienemipadre?—lepreguntóenseguida.

—¡Ah!¿Estupadre?—lerespondiólahermanacongrandulzura.

—Sí,esmipadre.Acabodellegar.¿Quétiene?

—¡Animo, muchacho! —le respondió la hermana—. Ahora vendrá elmédico.—Ysealejósindecirmás.

Alcabodemediahoraseoyóeltoquedeunacampanilla,yvioqueporelfondo de la sala entraba el médico, acompañado por un practicante. Lesseguíanlahermanayunenfermero.Empezaronlavisita,deteniéndoseencadacama.Laespera se lehacía eternaalmuchacho,y suansiedadaumentabaacada paso del médico. Al fin llegó a la cama inmediata. El médico era unseñor alto y encorvado, de aspecto respetuoso.Antes de que se separara deaquellacama,elchicoselevantóy,alacercarse,empezóallorar.

Elmédicolemiró.

—Eselhijodelenfermo—dijolahermana—;hallegadoestamañanadesupueblo.

El médico le puso una mano en el hombro y luego se inclinó sobre elenfermo, le tomó el pulso, le tocó la frente e hizo algunas preguntas a lareligiosa,queselimitóaresponder:

—Nadadeparticular.

Quedóalgopensativoydespuésdijo:

—Continúecomohastaahora.

Elmuchachosearmódevalorypreguntóconvozllorosa:

—¿Quétienemipadre?

—¡Animo, muchacho!—le respondió el médico volviéndole a poner lamano en el hombro—. Tiene una erisipela facial. Es cosa de cuidado, perotodavíahayesperanzas.Noledejessolo.Tupresenciapuedeserlebeneficiosa.

—¡Nomehaconocido!—exclamóelchicocondesolación.

—Tereconocerá…mañana.¡Quiénsabe!Confiemosquetodovayabien.¡Valor,hijo!

El chico hubiera querido preguntarlemás, pero no se atrevió.Elmédicosiguió adelante y el niño comenzó entonces su papel de enfermero. Nopudiendo hacer otra cosa, arreglaba la ropa de la cama, tocaba de vez encuandolamanodelenfermo,leapartabalosmosquitos,seinclinabasobreélsiempre que le oía gemir y, cuando la hermana le llevaba algo de beber, le

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cogíaelvasoolacucharillayselodabaél.Elenfermolemirabaalgunaqueotra vez, pero sin dar señales de reconocerlo. Sin embargo su mirada sedetenía cada vez en su cara, sobre todo cuando se limpiaba los ojos con elpañuelo.

Así transcurrió el primer día. Por la noche, el chico durmió sobre dossillas, en un ángulo de la sala y a la mañana siguiente reanudó sus filialesatenciones.Aqueldíaparecióquelosojosdelenfermodabanaentenderqueempezabaadarsecuentadeloquesucedíaasualrededor,porque,cuandoelchicolehablabacariñosamente,seadvertíaensuspupilasunavagaexpresióndegratitud,yenciertaocasiónhastamovióunpocoloslabioscomoqueriendodeciralgo.

Despuésdecadabreveintervalodesomnolencia,abriendolosojos,parecíaquebuscabaasupequeñoenfermero.Elmédicopasóotrasdosvecesynotócierta mejoría. Hacia la tarde, al acercarle el muchacho un vaso a la boca,creyó advertir en sus hinchados labios el esbozo de una ligera sonrisa.Conestoempezóa reanimarseya tenermayorconfianzaensu restablecimiento.Creyendoquelepodríaentender,aunqueconfusamente,lehablababastantedela madre, de las hermanitas, de la vuelta a su casa, y le daba ánimosempleandolaspalabrasmásencendidasycariñosasqueseleocurrían.

Yaunqueamenudodudabadequepudieraentenderle,leseguíahablandoporparecerlequeelenfermoleescuchabaconciertoagrado,complaciéndoleaquelladesacostumbradademostracióndeafectoydetristeza.Deestamanerapasaron el segundo, el tercero y el cuarto días en continua alternativa deligeras mejorías y de imprevistos empeoramientos. Tan entregado estaba elchicoaloscuidados,queapenastomabaaldíaotroalimentoqueunpocodepanyquesoquelellevabalahermana,sinapenasadvertir loquesucedíaentorno suyo: los estertores de los moribundos, las presurosas visitas de lashermanaspor lanoche, los llorosy ladesolacióndelosvisitantesquesalíansinesperanza, todas lasdolorosasy tristesescenasde lavidadeunhospital,queenotrascircunstanciaslehabríanaturdidoyhorrorizado.

Transcurrían las horas y los días, y él permanecía sin moverse junto allechodesutata,atento,anhelante,sobresaltadoacadasuspiroymirada,conelalmaenunhiloentrelaesperanzaqueleensanchabaelpechoyundesalientoquelehelabalasangreenlasvenas.

Alquintodíaelenfermosepusorepentinamentepeor.

Elmédicomoviólacabezacuandoelchicolepreguntóporelestadodelenfermo,comoqueriendodecirqueseestaballegandoalfinal,conloqueelafligido muchacho se abandonó sobre la silla, rompiendo a sollozar. Sinembargo había una cosa que le proporcionaba cierto consuelo: a pesar delempeoramiento, le parecía que el enfermo iba recobrando paulatinamente el

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conocimiento.Lemirabacadavezconmayorfijezayconcrecienteexpresióndedulzura;noquería tomarningunabebidanimedicina sinode sumano,yhacía con mayor frecuencia el movimiento forzado de los labios, comoqueriendo pronunciar alguna palabra; y tan distintamente lo hacía algunasveces, que su hijo le sujetaba el brazo con violencia, aliviado por repentinaesperanza,yledecíaconacentocasidealegría:

—¡Animo, ánimo, tata, te pondrás bien! Volveremos a casa donde nosesperamamá.¡Unpocomásdevalor!

Eranlascuatrodelatarde,momentoenqueelchicosehabíaentregadoauno de tales transportes de ternura y de esperanza, cuando por detrás de lapuertamáspróximadelasalaoyóruidodepasosyluegounafuertevozquedijotansólo:

—Hastaluego,hermana.

Elsaltódesusilla,lanzandounaexclamaciónqueseahogóensugarganta.

Enelmismoinstanteentróenlasalaunhombreconungranenvoltorioenlamano,seguidodeunahermana.

Elchicodioungritomuyagudoyquedócomoclavadoensusitio.

Elhombrelemiróuninstanteylanzóotrogritoasuvez:

—¡Cecilio!—Ycorrióhaciaél.

El muchacho cayó en los brazos de su padre como sin sentido. Lasreligiosas, los enfermeros, el practicante acudieron apresuradamente y sequedaronestupefactos.

Elchiconopodíarecobrarlavoz.

—¡Hijoquerido!—exclamóelpadre,trashaberdirigidounaatentamiradaal enfermo, y sin parar de besar repetidamente almuchacho—. ¡Cecilio,miqueridohijito!¿Cómohapodidosucederesto?Tellevaronalacamadeotroenfermo. ¡Y pensar queme desesperaba por no verte ami lado después dehabermeinformadomamáporcartadequetehabíaenviadoaquí!¡PobrecitoCecilio! ¿Cuántos días llevas así? ¿Cómo ha podido suceder semejanteconfusión?Yomehecuradoenpocotiempo.Estoyperfectamente,¿sabes?¿YConchita?Y la chiquitina, ¿cómo está?Me han dado de alta ymemarcho.Vámonos,hijo,¡SantoDios!¡Quiénlohubieradicho!

El muchacho intentó hilvanar cuatro palabras para dar noticias de lafamilia:

—¡Quécontentoestoy!—balbuceó—.¡Peroquécontento! ¡Quédías tanmaloshepasado!

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Ynoparabadebesarasupadre.

Sinembargonosemovía.

—Venga,vámonos.¿Quéhacesahí?—ledijoelpadre—.Aúnpodremosllegarestatardeacasa—yleatrajohaciasí.

Maselchicovolviólavistahaciasuenfermo.

—Pero…¿vienesono?—lepreguntósupadremuyextrañado.

Elchicocontinuabamirandoalenfermo,queenaquellosmomentosabriólosojosylemirófijamente.

Entoncesbrotódesualmauntorrentedepalabras.

—No,tata,espera…Mira,nopuedo.Fíjateeneseviejo.Estoyaquídesdehacecincodías, ynodejademirarme.Yocreíaqueeras túy lehe tomadocariño.Memirayyoledoydebeber.Quierequeestéasuladoyahoraestámuymalo;tenpaciencia;nomeatrevo,nosé,medamuchalástima;mañanairéyoacasa;déjameestaraquíalgomás,nodeboabandonarlo.Noséquiénes,peromequiereysemoriríasimefuera.¡Déjameestaraquí,queridotata!

—¡Bravo,pequeño!—exclamóelpracticante.

Elpadrequedóperplejomirandoasuhijo;luegosefijóenelenfermo.

—¿Quiénes?—preguntó.

—Un campesino como usted—respondió el practicante—, que vino defueraeingresóenelhospitalelmismodíaqueusted.Lotrajeronsinsentidoynopudodecirnada.Talvezestélejossufamilia,quizástengahijos.Sindudacreeráqueésteesunodeellos.

Elenfermonocesabademiraralmuchacho,yelpadredijoaCecilio:

—Quédate.

—Talveznotendráqueasistirlemuchotiempo—añadióelpracticante.

—Quédate —repitió el padre—. Tienes buen corazón. Yo me voyenseguida para casa, pues tu madre debe estar muy intranquila. Toma unamonedaparatusgastos.Hastapronto,hijomío.¡Adiós!

Leabrazó,lemirófijamenteconinmensaternura,lebesórepetidasvecesenlafrenteysefue.

Elniñovolviójuntoalacamadelenfermoyésteparecióconsolado.

Cecilio reanudó su oficio de enfermero, sin llorar, pero con el mismointerés,conidénticapacienciaqueantes.Levolvióadardebeber,aarreglarlelaropa,aacariciarlelamano,ahablarledulcementeparadarleánimos.

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Loasistióaquellatardeyporlanoche,ytambiénaldíasiguiente.Peroelenfermoseibaagravandopormomentos;sucaraseamorataba,surespiraciónsehacíamásafanosayaumentabasuagitación; le salíande labocasonidosinarticuladosy lahinchazónsehacíamonstruosa.En lavisitade la tardé,elmédicodijoquenopasaríadeaquellanoche.

Cecilio redobló entonces sus cuidados y no lo perdía de vista un soloinstante.Elenfermolemirabayaunmovíaloslabiosdevezencuando,congranesfuerzo,comoqueriendodeciralgo,yunaexpresióndeinfinitaternuraseledibujabaenlosojos,quecadavezseempequeñecíanmásypocoapoco,lentamenteseleibanvelando.

Aquella noche permaneció el chico en vela hasta que vio clarear por lasventanas la luzdelalba,yapareció lahermana,quien seaproximóal lecho,miróalenfermoysealejóprecipitadamente,volviendoalpococonelmédicoayudanteyunenfermero,quellevabaunalinterna.

—Estáenlosúltimosmomentos—dijoelmédico.

Elchicotomólamanodelenfermo.Ésteabriólosojos,miróalmuchachoylosvolvióacerrar.Leparecióalchicoqueleapretabalamano.

—¡Mehaapretadolamano!—exclamó.

El médico permaneció inclinado sobre el enfermo un ratito y luego seincorporó.Lamonjadescolgóuncrucifijoquependíadelapared.

—¿Estámuerto?—preguntóelmuchacho.

—Vete, hijomío—dijo elmédico—.Tu obra ha terminado.Vete y quetengasmuchasuerte,comomereces.Diosteprotegerá.¡Adiós!

La hermana, que se había alejado un momento antes, volvió con unramillete de violetas que cogió de un vaso que había en la ventana, y se loentregóalmuchacho,diciéndole:

—Notengootracosaquedarte.Tomaestocomorecuerdodelhospital.

—Gracias —respondió el chico, al tiempo que cogía con una mano elramilleteyseenjugabaconlaotralosojos—.Perotengoqueandarmucho…ylasvoyaestropear.

Despuésdesatóelramilleteyesparciólasvioletasporlacama,diciendo:

—Lasdejocomorecuerdoamiqueridomuerto.Gracias,hermana;muchasgracias,señorDoctor.

Después,dirigiéndosealmuerto:

—¡Adiós!…—Ymientrasbuscabaquénombredarle,levinoalabocaelcariñosoquelehabíadadodurantecincodías:—¡Adiós…pobretata!

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Dicho locual, sepusoelenvoltoriode ropabajoelbrazoyapaso lentosaliódelasala.

Comenzabaadespuntareldía.

*

Eltaller

Sábado,18

AyervinoPrecossiarecordarmequeteníaqueiraversutaller,queestáenloúltimodelacalle,yestamañana,alsalirconmipadre,hicequemellevaseallí unmomento. Según nos íbamos acercando al taller, vi que salía de allíGarofficorriendoconunpaqueteenlamano,haciendoondearsugrancapa,que tapaba lasmercancías. ¡Ah! ¡Ahorayasédóndeatrapa las limadurasdehierro, que vende luego por periódicos atrasados, ese traficante de Garoffi!AsomándonosalapuertavimosaPrecossisentadoenunmontóndeladrillos:estaba estudiando la lección con el libro sobre las rodillas. Se levantóinmediatamente y nos hizo pasar; era un cuarto grande, lleno de polvo decarbón,conlasparedescubiertasdemartillos,tenazas,barras,hierrosdetodasformas;enun rincónardíael fuegode la fragua,en laquesoplabael fuelletiradoporunmuchacho.Precossipadreestabacercadelyunque,yelaprendizteníaunabarradehierrometidaenelfuego.

—¡Ah! ¡Aquí tenemos—dijo el herrero, apenas nos vio, quitándose lagorra—alguapomuchachoqueregalaferrocarriles!Havenidoavertrabajarunrato,¿noesverdad?Seráustedservido.—Ydiciendoasí,sonreía;noteníayaaquellacaratorva,aquellosojosatravesadosdeotrasveces.Elaprendizlepresentóunalargabarradehierroenrojecidaporlapuntayelherrerolaapoyósobreelyunque.Ibaahacerunade lasbarrasconvolutaqueseusanenlosantepechos de los balcones. Levantó un granmartillo y comenzó a golpear,moviendo la parte enrojecida para ponerla, ora de un lado, ora de otro,sacándola a la orilla del yunque, o introduciéndola hacia elmedio, dándolesiempre muchas vueltas; y causaba maravilla ver cómo, bajo los golpesveloces, precisos del martillo, el hierro se encorvaba, se retorcía y tomabapoco a poco la forma graciosa de la hoja rizada de una flor, cual si fueracanutodepastamodeladaconlamano.

El hijo entretanto nos miraba con cierto aire orgulloso, como diciendo:«¡Miradcómotrabajamipadre!»

—¿Ha visto cómo se hace, señorito?—me preguntó el herrero, una vezterminadoyponiéndomedelantelabarra,queparecíaelbáculodeunobispo.Lacolocóaunladoymetióotraenelfuego.

—En verdad que está bien hecha —le dijo mi padre; y prosiguió—:

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¡Vamos!…Yaveoquesetrabaja,¿eh?¿Havueltolagana?

—Havuelto,sí—respondióelobrero limpiándoseelsudoryponiéndosealgoencendido—.¿Ysabequién lahahechovolver?—Mipadresehizoeldesentendido—.Aquelguapomuchacho—dijoelherrero,señalandoasuhijocon el dedo—; aquel buen hijo que está allí, que estudiaba y honraba a supadre,mientras que su padre andaba de pirotecnia y lo trataba como a unabestia.Cuandohevisto aquellamedalla…¡Ah, chiquitínmío, alto comouncañamón,venacáquetemireunpocoesacara!—Elmuchachoseprecipitóhaciasupadre;yésteleasióylepusoenpiesobreelyunqueysosteniéndolepor debajo de los brazos, le dijo—: Limpia un poco el frontispicio a esteanimalóndepapá.

EntoncesPrecossi cubrió de besos la cara ennegrecida de su padre hastaponersetambiénélenteramentenegro.

—Asímegusta—dijoelherreroylopusoentierra.

—¡Asímegusta,Precossi!—exclamómipadreconalegría.

Yhabiéndonosdespedidodelherreroydesuhijo,salimos.Alretirarnos,Precossimedijo:

—Dispénsame—ymemetióenelbolsillounpaquetedeclavos;leinvitéparaquefueraaverlasmáscarasacasa.

—Túlehasregaladotutren—medijomipadreporelcamino—;peroaúncuandohubieseestadollenodeoroyperlas,hubierasidopequeñoregaloparaaquelhijoqueharehechoelcorazóndesupadre.

*

Elpayasito

Lunes,20

Toda la ciudad es un hervidero bullicioso a causa del carnaval, que estáterminando. En las plazas hay carruseles y barracones de titiriteros. Antenuestrasventanastenemos,precisamente,uncircodelona,dondetrabajaunapequeñacompañíavenecianaquetienecincocaballos.

El circo se encuentra en medio de la plaza, y en sitio aparte hay tresgrandes carretas, donde los artistas duermen y se visten; tres casitas sobreruedas,consusventanitasyunapequeñachimeneacadauna,quesiempreestáechandohumo;entrelasventanitassevetendidaropadecriaturas.

Hay unamujer que da demamar a un niño de pecho, hace la comida ybaila,además,enlacuerda.

¡Pobregente!

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Se les llama titiriteros de forma despectiva, y, sin embargo, se gananhonradamenteelpandivirtiendoalagente.¡Yhayqueverloqueseesfuerzanytrabajan!

Todoelsantodíavandelcircoalascarretasyviceversa,encamiseta,¡conel frío que hace! Toman dos bocados de prisa y corriendo, sin ni siquierasentarse,entreunayotrarepresentación,yaveces,cuandotienenyallenoelcirco,semueveunvientofuertequerasgalaslonasyapagalasluces,y¡adiósespectáculo!Sevenobligadosadevolvereldineroyatrabajartodalanochepararepararlosdesperfectosdelbarracón.

En el circo trabajan dos muchachos, a uno de los cuales reconoció mipadrecuandocruzabalaplaza.Eselhijodeldueño,elmismoaquienvimoselaño pasado hacer los juegos a caballo en un circo de la plaza de VíctorManuel.

Hacrecido;tendráunosochoaños;esunchavalguapo,decaritaredondaymorena,ojosdepillín,conmuchosrizosnegrosqueselesalendelsombrerocónico.Vistedepayaso,metidoenunaespeciedesacograndeconmangas,decolorblancoybordadosnegros.Calzazapatitosde tela.Esundiablillo,quegustaatodos.Hacedetodo.Porlamañanatempranoseleveenvueltoenunmantón,llevandolalecheasucasitademadera;luegovaabuscarloscaballosalacuadra,queestáenunacalleinmediata;tieneenbrazosalniñodepecho;transportaaros,caballetes,barras,cuerdas;limpialoscarros,enciendeelfuegoyenlosmomentosdedescansonoseapartadesumadre.

Mipadre loobservadesde laventanaynocesadehablardeélyde lossuyos,queparecenbuenagenteytienentrazadequerermuchoasushijos.

Unanochefuimosalcirco.Hacíafríoynohabíacasinadie;peronoporeso dejaba el payasito de estar en continuo movimiento para entretener alescaso público: daba saltos mortales, se agarraba al rabo de los caballos,andabaconlaspiernasenaltoélsolo,ycantaba,mostrandosiempresonrientesu graciosa caramorena; su padre, vestido de rojo, con pantalones blancos,botasaltasylafustaenlamano,lemiraba;peroestabatriste.

Mipadresintiócompasióndeellosyaldíasiguientehablódelasuntoconel pintor Delis, que vino a casa. ¡Esa pobre gente se mata trabajando paraganarmuypoco!Elquedamáslástimaeselgraciosopayasito.¿Quésepodríahacerporellos?Elpintortuvounaidea.

—Publica un buen artículo en el periódico —le dijo—, ya que sabesescribir;cuenta losprodigiosdelpayasitoyyoharéunesbozodesuretrato;todosleenelperiódicoyalmenosunavezirágente.

Asílohicieron.Mipadreescribióunbonitoartículo,llenodegracia,quedecíaloquenosotrosveíamosdesdelasventanasyponíaganasdeconocery

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acariciaralpequeñoartista,yelpintortrazóunbonitoretratoartísticoquefuepublicadoelsábadoporlatarde.Enlarepresentacióndeldomingoacudióunagran multitud al circo. Estaba anunciado: Gran función a beneficio delpayasitocomoselellamabaenelperiódico.Mipadremellevóalosasientosdelaprimerafila.

Enlaentradahabíanfijadounejemplardelperiódico.Nocabíaunalfiler.Muchosdelosespectadoresllevabanenlamanoelperiódico,queenseñabanalpayasito,elcualsereíaycorríadeunladoparaotrosumamentesatisfecho.

Elcircosellenóporcompletoyfaltaronlocalidades.

El dueño estaba que no cabía en sí de gozo. Hasta entonces ningúnperiódicosehabíaocupadodesuespectáculo,yeléxitoestabaalavista.Nohayquedecirquelarecaudaciónsuperótodaslasprevisiones.

Mipadresesentóamilado.Entrelosespectadoreshabíagenteconocida.Cercadelaentradapordondeaparecíanloscaballossehallaba,depie,nuestromaestrodegimnasia,quehabíamilitadoalasórdenesdeGaribaldi,yfrenteanosotros, en la segunda fila vi al albañilito, con su carita redonda, sentadojunto al gigante de su padre; en cuanto se cruzó conmimirada,mehizo lamueca del hocico de liebre. Algo más allá vi a Garoffi, que contaba losespectadores y calculaba con los dedos lo que se habría recaudado. En lassillasdelaprimerafila,aciertadistanciadenosotros,estabaelpobreRobetti,elquesalvóaunniñodeseratropelladoporelómnibus,teniendolasmuletasentrelasrodillas,juntoasupadre,elcapitándeArtillería,queteníaapoyadaunamanosobresuhombro.

Empezólafunción.

Enciertomomentoviqueelmaestrodegimnasiahablabaaloídoconeldueñodelcirco,yqueéstedirigíarepentinamenteunamiradaporlassillasdelaprimerafila,comosibuscaseaalguien.Suvistasequedófijaennosotros.Mipadreloadvirtió,comprendiendoqueelmaestrolehabríadichoqueeraelautordelartículoaparecidoenelperiódicoy,paraevitarcompromisosyqueacudieraelbuenhombreadarlelasgracias,seausentódellocaldiciéndome:

—Quédate,Enrique.Teesperaréfuera.

Elpayasito, trashaber intercambiadounaspalabrascon supadre, realizóunejerciciomás.Depiesobreelcaballo,quegalopaba,sevistiócuatroveces:primerodeperegrino,luegodemarinero,despuésdesoldado,y,porúltimo,deacróbata, y cuantas veces pasaba por delante de mí me dirigía una miradaafectuosa.

Albajarse,empezóadarunavueltaporlapistaconelsombrerodepayasoenlamano,amododebandeja,ylagenteleechabamonedas,dulces,yotras

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cosas;perocuandollegófrenteamí,pusoelsombreroatrás,memiróypasóadelante.Quedémortificado.¿Porquémehabíahechoaquello?

Unavezterminadalarepresentación,eldueñodiolasgraciasalpúblicoytodoslosespectadoresse levantaronysedirigieronentropelhacia lasalida.Yoibaentre lamultitudyestabaparasalircuandonotéquemetocabanunamano.Mevolví;eraelpayasín,deagraciadacaritamorenaydenegrosricitos,quemesonreía.Teníalasmanosllenasdeconfites.Entoncescomprendí.

—¿Querrías—medijo—aceptarestosdulcesdelpayasito?

Yoleindiquéquesíytométresocuatro.

—Entonces—añadió—,aceptatambiénunbeso.

—Damedos—respondí,yleofrecílacara.Élselimpióconlamangalacaraenharinada,merodeóelcuelloconunbrazoymediodosbesosen lasmejillas,diciéndome:—Tomayllevaunoatupadre.

*

Ultimodíadecarnaval

Martes,21

¡Qué escena más impresionante presenciamos hoy en el desfile de lasmáscaras!Terminóbien,peropodíahaberocurridounadesgracia.EnlaplazadesanCarlos,decoradaconbanderolasyfestonesamarillos,rojosyblancos,seapiñabaunagranmultitud;dabanvueltasmáscarasdetodocolor;pasabancarrozas doradas y enguirnaldadas, llenas de colgaduras, en forma deescenarios y de barcas, ocupadas por arlequines y guerreros, cocineros,marinerosypastorcillas;entre tantaconfusiónnosesabíaadóndemirar;unestrépito ensordecedor de trompetas, cuernosyplatillos; lasmáscaras de lascarrozasbebíanycantaban, apostrofandoa lagentede lacalleya lade lasventanas, que respondíanhasta desgañitarse, y se tiraban con furia naranjas,confettiyserpentinas.Porencimadelascarrozasydelamultitud,hastadondealcanzaba la vista, se veían ondear banderolas, brillar cascos, tremolarpenachos, agitarse cabezudos de cartón piedra, gorros gigantescos, trompasenormes,armasextravagantes,tambores,castañuelas,gorrosrojosybotellas;todosparecíanlocos.

Cuando nuestro carruaje entró en la plaza iba delante de nosotros unamagníficacarroza,tiradaporcuatrocaballoscongualdrapasbordadasdeoro,llena de guirnaldas de rosas artificiales, y en la que iban catorce o quincejóvenesdisfrazadosdecaballerosde lacortedeFrancia,conbrillantes trajesde seda, peluca blanca rizada, sombrero de pluma bajo el brazo y espadín,luciendoenelpechomuchoslazosyencajes.

Todoscantabanacorounacancioncillafrancesa,arrojabandulces,confetti

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yserpentinasalagente,yéstaaplaudíaylanzabaexclamacionesjubilosas.Deprontovimosqueunhombre,situadoanuestraizquierda,levantabasobrelascabezas de la multitud a una niña de cinco o seis años, que llorabadesconsoladamente, agitando los brazos como acometida por ataquesconvulsivos.

Elhombre seabriópasohacia la carroza;unode losque ibanenella seinclinó,yelhombredijoenvozalta:

—Tomeaestaniña,quehaperdidoasumadreentrelagente;téngalaenbrazos;sumadrenodebeestarlejos,ylaverá;creoqueeslomejorquepuedehacerse.

El de la carroza tomó a la niña en brazos; todos los demás dejaron decantar; laniñachillabaymanoteaba;el jovensequitó lacaretay lacarrozaprosiguiósumarchaconlentitud.

Mientras tanto, según nos dijeron después, en el extremo opuesto de laplaza,unaafligidamujer,medioenloquecida,seabríapasoentrelamultitudacodazosyempellones,gritando:

—¡María! ¡María! ¡María! ¿Dónde está mi hijita? ¡Me la han robado!¡Habrámuertopisoteada!

Hacíauncuartodehoraquesehallabaenaquelestadodedesesperación,yendohaciaunladoyotro,apretujadaporlagente,que,aduraspenas,lograbaabrirlepaso.

Eldelacarroza,entretanto,nocesabadeestrecharcontralascintasylosbordadosdesupechoaladesconsoladaniña,girandosumiradaporlaplazaytratandodeaquietaralapobrecriatura,quesetapabalacaraconlasmanos,sinsaberdóndesehallabaysinparardellorar.

Elquelallevabaestabadesconcertado;aquellosgritoslellegabanalalma;losotrosofrecíanalaniñanaranjasydulces;peroellatodolorechazaba,cadavezmásasustadayconvulsa.

—¡Busquen a su madre! —gritaba el de la carroza a la multitud—.¡Busquenasumadre!

Todossevolvíanaderechaeizquierda,perolamadrenoaparecía.PorfinaunospasosdelaentradadelacalledeRoma,unamujerselanzabahacialacarroza…¡Jamás laolvidaré!Noparecíapersonahumana: tenía lacabellerasuelta,lacaradesfiguradayelvestidoroto.Selanzóhaciaadelante,dandoungritoquenosesabíasieradegozo,deangustiaoderabia,yalzólasmanoscomodosgarrasparaasirasuhijita.Lacarrozasedetuvo.

—¡Aquílatiene!—dijoelquelallevaba,entregándolelaniña,despuésdehaberle dado un beso; y la puso en los brazos de su madre que la apretó

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fuertemente contra su pecho… Pero una de las manecitas quedó por unossegundosentrelasmanosdeljoven,yéste,sacándosedelamanoderechaunanillodeoroconungruesodiamante, lopusocon rapidezenundedode laniña.

—Toma—ledijo—,guárdateestoquepodrásertudotedeesposa.

Lamadresepusomuycontenta,lagenteprorrumpióenaplausos;eldelacarroza y sus compañeros reanudaron el canto, y el vehículo prosiguiólentamenteenmediodeunatempestaddeaplausosydevítores.

*

Loschicosciegos

Jueves,23

Nuestromaestrosehapuestomuyenfermoyparasustituirlehavenidoeldecuarto,quehasidoprofesorenelInstitutodelosCiegos;eselmásviejodetodos; tiene el pelo tanblanco, queparece lleve en la cabezaunapelucadealgodón,yhablacomosientonaseunacanciónmelancólica;peroenseñabien,ysabemucho.Encuantoentróenclase,alverunchicoconunojovendado,seacercóalbancoylepreguntóquétenía.

—Muchaatenciónconlosojos,chiquito—ledijo.

Derossilepreguntó:

—¿Escierto,señormaestro,quehasidoustedprofesordelosciegos?

—Sí,durantevariosaños—respondió.YDerossiinsinuóamediavoz:

—¿Porquénonosdicealgodeellos?

Elmaestrosesentóensumesa.

Corettidijoenvozalta:

—ElInstitutodelosCiegosestáenlacalleNiza.

—Vosotrosdecísciegos—comenzóelmaestro—,comodiríaisenfermos,pobres o qué sé yo. Pero ¿comprendéis bien el alcance de esa palabra?Reflexionadunpoco.¡Ciegos!¡Novernuncanada!¡Nodistinguireldíadelanoche;noverelcielo,nielsol,nialospropiospadres;nadadetodoloquenosrodeaysetoca;estarsumergidosenperpetuaoscuridadycomosepultadosenlasentrañasdelatierra!Cerradlosojosunmomentoypensadquepodríaispermanecer siempre así; inmediatamente os sobrecogerán la angustia y elterror,ospareceráimposiblevivirdeesemodo,osvendránganasdegritar,yal final o enloqueceríais omoriríais. Y, sin embargo… cuando se entra porprimeravez en el Institutode losCiegos, durante el recreo, y seoye a esaspobrescriaturastocarelviolínolaflautaportodaspartes,hablarfuerteyreír,

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subiendoybajandolasescalerasconpasosrápidosymoviéndoseconsolturaporloscorredoresydormitorios,nadiediríaquesontandesventurados.Hayqueobservarloscondetención.

Hay jóvenes de dieciséis o dieciocho años, robustos y alegres, quesobrellevan la ceguera con calma y hasta con cierta jovialidad; pero secomprende por la expresión severa y alterada de los semblantes que debenhabersufridotremendamenteantesderesignarseatamañadesgracia;otros,derostropálidoydulce,enlosqueseadvierteunagranresignación,peroestántristesyseadivinaqueasolastienenratosdegrandepresión.¡Ay,hijosmíos!Pensadquealgunosdeesoschicoshanperdidolavistaenpocosdías;otros,tras unos años de verdaderomartirio ymuchas operaciones quirúrgicas; nopocos nacieron así, en una noche que jamás ha tenido amanecer para ellos,habiendoentradoenelmundocomoenuna inmensa tumba, sin sabercómoestá formado el rostro humano. Imaginaos cuánto deben haber sufrido ysufrirán cuando piensen, confusamente, en la tremenda diferencia que hayentreellosyquieneslosven.Seguramentesepreguntaránasímismos:«¿Porqué esta diferencia sin ninguna culpa por nuestra parte?»Yo, que he estadovarios años entre ellos, cuando recuerdo aquella clase, todos aquellos ojosselladosparasiempre,aquellaspupilassinmiradaysinvida,yluegomefijoen vosotros… me parece imposible que no os consideréis todos dichosos.¡Pensad que hay unos treinta mil ciegos en nuestra nación! ¡Treinta milpersonasquenovenlaluz…!¡Unejércitoquetardaríamásdecuatrohorasendesfilarbajonuestrosbalconesoventanas!

Elmaestrocallóyenlaclasenoseoíanirespirar.Derossipreguntósiesciertoquelosciegostieneneltactomásfinoquenosotros.Elmaestrodijo:

—Esverdad.Alcarecerdelavisiónseafinanenelloslosdemássentidosporque, debiendo suplir entre todos el de la vista, están más y mejorejercitados que los que ven. Por la mañana, en los dormitorios, el uno lepregunta al otro: «¿Hace sol?», y el que antes sevisteva corriendoal patioparaagitarlasmanosenelaireycomprobarsielsolselascalienta;encasoafirmativoseapresuraadarlabuenanoticia:«¡Hacesol!»Porlavozdeunapersona se forma idea de la estatura; nosotros juzgamos el carácter de laspersonasporlosojos,ellosporlavoz;recuerdanlaentonaciónyelacentoatravésdelosaños.Sedancuentasienunahabitaciónhaymásdeunapersonaaunquehablesolamenteunoypermanezcaninmóviles.Poreltactoadviertensiunacucharaestámásomenoslimpia…Lasniñasdistinguenlalanateñidade la que tiene su color natural. Al pasar en fila de a dos por las calles,reconocencasi todaslastiendasporelolor,aunaquellasenlasquenosotrosnopercibimosninguno.Juegana lapeonzay,aloírelzumbidoqueproducegirando,vanderechoacogerla, sin titubear. Juegana, losarcos,a losbolos,saltana lacomba,hacencasitasconpedruscos,cogenvioletasyotras flores

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comosilasviesen,fabricanesterasycanastillos,entrelazandoespartos,hilosyjunquillos de diversos colores con extraordinaria destreza: ¡tanto tienenejercitadoeltacto!Paraelloseseltactoloqueparanosotroslavista;unodesusmayoresplaceresconsisteentocaryoprimirparaadivinarlaformadelascosas, palpándolas. Cuando los llevan alMuseo Industrial, donde los dejantocar cuanto quieren, resulta emotivo ver con qué gusto se apoderan de loscuerposgeométricos,delosmodelitosdecasas,delosdiferentesinstrumentos,ylaalegríaconquepalpan,frotanyrevuelvenentrelasmanostodaslascosasparavercómoestánhechas.¡Porqueellosdicenver!

GaroffiinterrumpióalmaestroparapreguntarlesiesciertoqueloschicosciegosaprendenlasMatemáticasmejorquelosotros.

Elmaestrorespondió:

—Asíes.Aprendenaresolverproblemasyaleer.Tienenlibrosapropósitoconcaracteresenrelieve;pasanlosdedosporencima,reconocenlasletrasydicen las palabras; leen de corrido. Y hay que ver lo que se ruborizan lospobrecitos cuandocometenalguna falta.Tambiénescriben, aunque sin tinta.Lohacensobreunpapelgruesoyduroconunpunzoncitodemetalquemarcamuchos puntitos hundidos y agrupados según un alfabeto especial; dichospuntitosaparecenenrelieveporelrevésdelpapel,deformaque,alvolverlahoja,pasandolosdedosporencimadeellos,puedeleerseloescrito,asícomola escritura de otros. De esta forma hacen redacciones y se intercambiancartas. De igual manera escriben los números y hacen las operaciones.Calculanmentalmenteconpasmosafacilidad,dadoquenolesdistraelavista,comonosocurrealosvidentes.¡Sivieraisloquelesgustaoírleer,loatentosque están, cómo lo recuerdan todo, cómo discuten entre sí, aun los máspequeños, de cosas de historia y de lenguaje, sentados cuatro o cinco en elmismobanco,sinvolverseelunohaciaelotro,yconversandoelprimeroconelterceroyelsegundoconelcuarto,envozaltaytodosaunmismotiempo,sinperderunasolapalabra,porlarapidezyagudezaquetieneneneloído!

Danmásimportanciaquevosotrosalosexámenes,osloaseguro,ysientenmayorcariñoasusmaestros.Almaestroloreconocenenelandarymedianteel olfato; saben si está debuenomal humor, si se encuentra bienomal desalud, tan sólo por el timbre de su voz. Les gusta que elmaestro los toquecuando los anima o los alaba, y le palpan las manos y los brazos paraexpresarle su gratitud. Acostumbran a querersemucho entre sí; son buenoscompañeros.Enlashorasderecreo,casisiempresereúnenlosmismos.Enlaescuelade las chicas,por ejemplo, forman tantosgruposcomo instrumentostocan.Asíhaygruposdeviolinistas,depianistas,de flautistas…ynunca seseparan. Cuando le toman cariño a alguien, es difícil que se cansen deprofesárselo. Encuentran mucho consuelo en la amistad. Se juzgan conrectitudentresí.Tienenunconceptomuyclaroyprofundodelbienydelmal.

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Nadieexaltacomoellosunaaccióngenerosaounhechograndequeoiganleeroreferir.

Votinipreguntósitocabanbien.

—Sientenhondamentelamúsica—respondióelmaestro—.Sugozoysuvida parecen estar en ella. Hay cieguitos, recién entrados en el Instituto,capaces de estar tres horas inmóviles oyendo tocar. Aprenden fácilmente atocar y lohacen converdaderapasión.Cuando elmaestrodemúsicadice aalguno que carece de aptitudes para la música, sufremucho, pero entoncesempiezaaestudiarcomoundesesperado.¡Ah,sioyeraislamúsicaallídentro,si vieseis a los cieguitos cuando tocan con la frente alta, la sonrisa en loslabios, el semblante encendido, temblando de emoción, como extasiados alescucharlasarmoníasqueseesparcenporlainfinitaoscuridadquelosrodea!¡Cómocomprenderíaisentonceseldivinoconsuelodelamúsica!

Se llenan de júbilo y rebosan de dicha cuando unmaestro les dice: «Túllegarásaserunartista».Paraellos,elprimeroenlamúsica,elquesobresaleentocarelpianooelviolín,escomounrey: loadmirany loveneran.Siseoriginaunaltercadoentredosdeellos,sidosamigossedisgustan,acudenaélparadirimirlacuestiónoparareconciliarlos.Élesquienseencargadeenseñaratocaralosmáspequeños,yloconsideranpocomenosquecomoaunpadre.Antesdeacostarse,todosvanadarlelasbuenasnoches.Continuamenteestánhablandodemúsica.Yaacostados,despuésdeundíafatigosodeestudioydetrabajo, aun medio dormidos, se les oye charlar en voz baja de piezasmusicales, de maestros, orquestas e instrumentos. Para ellos es un castigoprivarlesdelalecturaodelaleccióndemúsica,ysufrentanto,quecasinuncasetieneelvalorderecurriramedidatanextremada.

Lamúsicaesparaellosloquelaluzparanosotros.

Derossipreguntósiseríaposibleiraverlos.

—Sí, sepuede—respondióelmaestro—;peronoconvienequevosotrosvayáisporahora;iréismástarde,cuandoestéisencondicionesdecomprendertoda la magnitud de la desventura que padecen y sentir la compasión quemerecen.Esunespectáculomuytriste,hijosmíos.Avecessevenallíchicossentadosfrenteaunaventanaabiertadeparenpar,respirandoconfruiciónelairefresco,peroconlacarainmóvil,pareciendoquemiranlaextensaplanicieverdeylasazuladasmontañasquevosotrospodéiscontemplar…;peropensarqueellosnovennipodránverjamástantabelleza,deprimeelcorazón,comosisehubiesenquedadociegosenaquelinstante.Losciegosdenacimiento,quepor no haber visto nunca el mundo no conservan ninguna imagen de cosaalguna,inspiranmenoscompasión.Perohayniñosquesehanquedadociegosunosmesesantes,seacuerdandetodo,sedanperfectamentecuentadeloquehanperdido,yéstossufrenmásalnotarquecadadíaselesvanborrandoun

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poco más las imágenes más queridas, como si fuera desapareciendo de sumemoria el recuerdo de las personas amadas. Uno de esos muchachos medecíaciertodíaconinexpresabletristeza:«¡Desearíarecobrarlavista,aunquesólo fueseunmomentoparavolveraver lacarademimadre,queyano larecuerdo!»

Ycuandovanavisitarloslasmadres,lespasanlasmanosporlacara,lestocandespacitodesdelafrentealabarbilla,luegolosoídos,paradarsecuentade cómo son; casi no se convencen de que no podrán verlas, y las llamanmuchasvecesporsunombrecomopararogarlesquesedejenversiquieraunavez.

¡Cuántossalendeallíllorando,aunlosmásdurosdecorazón!Alsalir,nosparece que somos una excepción, que disfrutamos de un privilegio casiinmerecidoalveralagente,lascasas,elcielo…Estoyseguroqueningunodevosotros, al salir de allí, dejaría de estar dispuesto a privarse de algo de lapropiavistaparadaraunquesólofueseunligeroresplandoratodosaquellosinfelicesniñosparaquieneselsolcarecedeluzynopuedenveronohanvistojamáslasfaccionesdesumadre.

*

Elmaestroestáenfermo

Sábado,25

Ayer tarde, al salir de la escuela, fui a visitar amimaestro enfermo. Eltrabajo excesivo le ha hecho enfermar.Cinco horas de lección al día, luegouna hora de gimnasia, luego otras dos horas de escuela de adultos por lanoche, locual significaqueduermemuypoco,quecomeaescapeyquenopuede ni respirar siquiera tranquilamente de lamañana a la noche; no tieneremedio,haarruinadosusalud.Estodicemimadre.Ellameesperóabajo,enla puerta de la calle; subí, y en las escalerasme encontré almaestro de lasbarbazasnegras,Coatti,aquelquemetemiedoatodosynocastigaanadie;élmemiróconlosojosfijos,bramócomounleónenbroma,ypasómuyserio.Aúnmereíayocuandollegabaalpisocuartoytirabadelacampanilla;peroprontocambié,cuando lacriadamehizoentrarenuncuartopobre,medioaoscuras,dondesehallabaacurrucadomimaestro.Estabaenunacamapequeñadehierro, teníalabarbacrecida.Sepusolamanoenlafrentecomopantallaparavermemejor,yexclamóconvozafectuosa:

—¡Oh,Enrique!

Meacerquéallecho,mepusounamanosobreelhombroymedijo:

—Muybien,hijomío.Hashechobienenveniraveratupobremaestro.Estoy en mal estado, como ves, querido Enrique. Y, ¿cómo va la escuela?

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¿Quétal loscompañeros?¿Todovabien,eh,aunsinmí?Osencontráisbiensinmí,¿noesverdad?¡Sinvuestroviejomaestro!

Yoqueríadecirqueno;élmeinterrumpió:

—Ea,vamos,yaloséquenomequeréismal.

Ydiounsuspiro.

Yomirabaunasfotografíasclavadasenlasparedes.

—¿Ves?—me dijo—. Todos esosmuchachosme han dado sus retratos,desdehacemásdeveinteaños.Guaposchicos.Heahímisrecuerdos.Cuandomemuera,laúltimamiradalaecharéallí,atodosaquellospilluelos,entreloscuales he pasado la vida. ¿Me darás tu retrato también cuando termines elgradoelemental?

Luegotomóunanaranjaqueteníasobrelamesadenoche,ymelaalargódiciendo:

—Notengootracosaquedarte;esunregalodeenfermo.

Yolemirabayteníaelcorazóntriste,noséporqué.

—Tencuidado,¿eh?—volvióadecirme—;yoesperoquesaldrébiendeésta;perosinomecurase…,cuídatedeponertefuerteenAritmética,queestupunto débil; haz un esfuerzo; no se trata más que de un primer esfuerzo,porqueavecesnoesfaltadeaptitud;esunapreocupacióno,comosisedijese,unamanía.

Pero,entretanto,respirabafuerte;seveíaquesufría.

—Tengounafiebremuyalta…—ysuspiró—.Estoymediomuerto.Telorepito: ¡firme en Aritmética y en los problemas! ¿Que no sale bien a laprimera?Sedescansaunmomentoysevuelveaintentar.¿Quetodavíanosalebien? Otro poco de descanso y vuelta a empezar. Y adelante, pero contranquilidad,sincansarse,sinperderlacabeza.Vete.Saludaatumadre.Ynovuelvasasubirlasescaleras;nosvolveremosaverenlaescuela.Ysinonosvolvemos a ver, acuérdate alguna vez de tu maestro del tercer año, quesiempretehaqueridobien.

Aloíraquellaspalabras,sentídeseosdellorar.

—Inclina la cabeza—me dijo. La incliné sobre la almohada yme besósobre los cabellos. Luego añadió—: Vete—y volvió la cara del lado de lapared.Yobajévolandolasescaleras,porqueteníanecesidaddeabrazaramimadre.

*

Lacalle

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Sábado,25

Esta tarde te he estado observando desde la ventana cuando venías devisitaralmaestroyhevistoquetropezabasconunaseñora.Tenmáscuidadocuandovayasporlacalle.Tambiénhayenelladeberesquecumplir.Sienunacasaprocurasmedirlospasosylosgestos,¿porquénohasdehacerotrotantoenlacalle,queesdedominiopúblico?

Recuérdalo,Enrique:cuandoencuentresaunanciano,aunamujerconsucriaturaenbrazos,aunoqueandaconmuletas,aunhombreconsucargaacuestas,auna familiavestidade luto,cédeleselpaso,con respeto;debemostener atenciones especiales con la vejez, la miseria, el amor maternal, laenfermedad,lafatigaylamuerte.

Cada vez que veas a una persona en peligro de ser arrollada por unvehículo,sácaladelacalzadasiesunniño;adviértelesisetratadeunhombre.Cuando veas a un pequeño llorar, pregúntale siempre qué le pasa. Coge elbastónalancianoquelohadejadocaer.Sidosniñosriñen,sepáralos;sisondoshombres,aléjateparanopresenciarelespectáculodelaviolenciabrutal,queofendeyendureceelcorazón.Sivespasaraunhombremaniatadoentredos guardias, no añadas tu curiosidad a la cruel de la gente, pues podríatratarsedeuninocente.Dejadehablarcontucompañeroydesonreírcuandoveasunacamilladehospital,quetalvezlleveunmoribundo,opaseuncortejofúnebre,pensandoquebienpodríasalirmañanadetucasa.Miraconlamayorconsideraciónaloschicosdeunorfelinato,quevanenfiladeados,lomismoquea losciegos,a losmudos,a losraquíticos,a loshuérfanosya losniñosabandonados; piensa que pasan la desventura y la caridad humana. Fingesiemprenoveraquientengaunadeformidadrepugnanteoridícula.

Apaga cualquier cerilla o colilla que veas encendida a tu paso, ya quepuede ocasionarmuchomal.Contesta con educación al que te pregunte poruna calle.Nomires a nadie demanera burlona, no corras sin necesidad, nigrites.

Respeta la calle. La educación de un pueblo se juzga, ante todo, por elcomportamientoqueobservaal irpor lavíapública.Siadviertesdescortesíaporlascalles,tambiénlahallarásenelinteriordelascasas.

Yapréndetebienlascallesdelaciudaddondevives;sialgúndíatuvierasque estar lejos de ella, te alegraría tenerla presente en la memoria, poderrecorrer con el pensamiento tu patria chica, la queha constituidopor tantosaños tumundo, donde diste los primeros pasos al lado de tumadre, dondesentiste las primeras emociones y encontraste los primeros amigos.Ha sidouna madre para ti: te ha instruido, deleitado y protegido. Estúdiala en suscallesyensugente,quiérelaydefiéndelasialgunavezladespreciandelantedeti.

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TUPADRE

MARZO

Clasesnocturnas

Jueves,2

Anocheme llevómi padre a ver las clases nocturnas de nuestra secciónBaretti.Estabanyalasaulasiluminadasylosobrerosempezabanaentrar.

AlllegarvimosqueelDirectorylosmaestrosestabandisgustadosporquepocoanteshabíanrotodeunapedradaelcristaldeunaventana.Elbedelhabíasalido inmediatamente, atrapando a un muchacho que pasaba; pero en elmismomomentosepresentóStardi,queviveenfrentedelaescuela,diciendo:

—Éstenohasido.ElculpableesFranti,quetirólapiedraymedijo:«¡Aydeticomodigasalgo!»Peroyonoletengomiedo.

ElDirectordijoqueFrantiquedaríadefinitivamenteexpulsado.Entretantoseibafijandoenlosobrerosqueentrabanporparejasoengrupitosdeatres,habiendoyaenlasclasesmásdedoscientos.

¡Nunca me había imaginado que fuese tan digna de verse una escuelanocturna!Habíamuchachosdedoceaños enadelante, yhombres conbarbaque volvían del trabajo, llevando libros y cuadernos. Eran carpinteros,fogonerosconlacaraennegrecida,albañilesconlasmanosblancas,mozosdepanadería con el pelo enharinado; se notaba olor a barniz, a cuero, a pez,olores de todos los oficios. También entró un grupo de obreros de laMaestranzadeArtillería,uniformados,mandadosporelcabo.Todosocupabanseguidamente su sitio en los bancos, quitaban el travesaño donde nosotrosponemos los pies y enseguida inclinaban su cabeza sobre el trabajo escolar.Algunos se acercaban al maestro para pedirle explicaciones, llevando loscuadernos abiertos. Vi al maestro joven y bien vestido, al que llaman «elabogadillo», con tres o cuatro obreros alrededor de su mesa, y hacíacorreccionesconlapluma;tambiénestabaallíelmaestrocojo,quesereíaconuntintoreroquelehabíallevadouncuadernomanchadodetintarojayazul.Asimismodabaclasemimaestro,yacurado,quemañanavolveráaencargarsedenosotros.

Las puertas de las aulas estaban abiertas. Me quedé admirado cuandoempezaronlasclasesviendoloatentosyquietosqueestabantodos,oyendosinpestañearlasexplicacionesdelosmaestros,apesardeque,segúnnosdijoelDirector,lamayoríanohabíaidoacasaacomeralgo,porloquedebíansentir

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hambre.

Lospequeños,alcabodemediahoradeclase,dabancabezadasyalgunosincluso se dormían. Elmaestro les despertaba haciéndoles cosquillas en lasorejas. Los mayores, no; estaban muy despiertos, escuchando con la bocaabierta,sinmoverselomásmínimo.Mecausabaadmiraciónverennuestrosbancosahombresbarbudos.

Subimosalpisodearriba,corríalapuertademiclaseyvisentadoenmisitioaunhombredegrandesbigotes,quellevabaunamanovendada,quetalvezsehabría lastimadoaccionandoalgunamáquinaoherramienta;perocontodoseesforzabaporescribir,aunquemuydespacio.Loquemásmegustóverfuequeelpuestodel albañilito loocupabaprecisamente supadre, el albañiltan corpulento como un gigante, que apenas cabía sentado, con la barbillasobrelospuñosylavistaenellibro,conunaatenciónmuyintensa,sinquesele oyera respirar.Y no era una casualidad que estuviese allí, puesto que yahabíadichoalDirectorlaprimeranoche:

—SeñorDirector, leagradeceríaquemepusieseenelmismositiodemi«hocicodeliebre»—puesasíescomosiemprellamaasuhijo.

Mipadreme tuvoallíhastael final,yvimosen lacallemuchasmujeresconlosniñosabrazadosalcuelloqueesperabanasusmaridos,y,cuandoéstossalían,sehacíaelcambio:loshombrestomabanensusbrazosalascriaturasylasmujeresllevabanloslibrosycuadernoshastaelpropiodomicilio.Lacallepermaneció algún tiempo llena de gente y de ruido. Después todo quedónuevamenteensilencio,ynodistinguimosyamásquelafiguraaltaycansadadelDirector,quesealejaba.

*

Lapelea

Domingo,5

Eradeesperar:Franti, al serexpulsadoporelDirector,quisovengarseyesperóaStardienunaesquinaalasalidadelaescuela,cuandoacostumbraapasar por allí todos los días con su hermana, a la que acompaña desde sucolegio,sitoenlacalleDoraGrossa.TodolopresenciómihermanaSilviaalsalirdesusección,yllegóacasamuyasustada.

He aquí lo sucedido: Franti, que llevaba puesta su lujosa gorra de hule,aplastadaycaída sobreunaoreja, fuedepuntillashastaalcanzar aStardi,yparaprovocarlodiounestirónalatrenzadesuhermana,perotanfuertequecasilahizocaeralsuelo.Laniñalanzóungritoysuhermanovolviólacara.Franti, que esmuchomás alto y fuerte que él, pensaba: «O se aguanta o lomueloagolpes.»PeroStardinolopensódosveces.Apesardelopequeñajoy

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débil que es, se arrojó de un salto sobre el chulo grandullón y le propinómuchospuñetazos;sinembargo,nolepodíayrecibiómásgolpesdelosquedio.

A aquella hora sólo pasaban por la calle niñas y nadie podía separarlos.Frantilotiróalsuelo;peroStardisepusoenseguidaenpieyvolvióaplantarlecara,aunquesinpoderevitarqueelotrolozarandeaseylogolpearacomoaunapuerta.Alcabodeunosmomentos,learrancómediaoreja,leamoratóunojoylerompiólasnarices,porlasquelesalíasangreabundante.MasnoporesocejóStardi,quedecía:

—Túmematarás,peromelashasdepagar.

Frantinocesabadedar a sucontrariopuntapiésypuñetazos.Unamujergritódesdelaventana:

—¡Bravoporelpequeño!

Otrasdecían:

—Esechicodefiendeasuhermana.¡Animo,valiente!

YaFrantilegritaban:

—¡Tehaceselchuloporqueeresmayorqueél!¡Cobarde!

ElmuygranujaechólazancadillaaStardiyéstecayódebajodeél:

—¡Ríndete!—ledijoFranti.

Stardilereplicó:

—¡No!

Logró escabullirse de su enemigo y se puso de nuevo en pie; Franti leagarróentoncesporlacinturay,conunesfuerzofurioso,lotiróalempedradoylepusounarodillasobreelpecho.

—¡El muy infame tiene una navaja! —gritó un hombre, que acudiócorriendoparadesarmaraFranti.PeroStardifueradesíyalehabíasujetadoelbrazoconambasmanosy,dándoleunfuertemordiscoenelpuño,leobligóadejarcaerlanavajita,empezandoasangrarlelamano.

Entretanto habían acudido otros, que separaron y levantaron a loscontendientes. Franti desapareció como perrito con el rabo entre piernas, yStardi quedó dueño del campo, con la cara arañada y un ojo hinchado, escierto,peroconairedetriunfojuntoasuhermanita,quelloraba.Unaschicasrecogieronloslibrosycuadernosesparcidosporelsuelo.

—¡Elpequeño—decían—esunvalientequeha salidoendefensade suhermana!

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Stardi, sin embargo, pensaba más en su cartera que en la victoria, yenseguida se puso a comprobar si le faltaba algo y si sus enseres escolareshabíansufridodesperfectos.Limpióloslibrosconlamanga,guardólapluma,lopusotodoenordeny,conlaseriedadhabitualenél,dijoasuhermanita:

—Vamos de prisa, que tengo que resolver un problema de cuatrooperaciones.

*

Lospadresdelosmuchachos

Lunes,6

EstamañanaacudióalapuertadelaescuelaelcorpulentopadredeStardiaesperarlo,portemorqueseencontraraotravezaFranti;perodicenqueéstenovolverá,porquelovanameterenunreformatorio.

AdemásdelpadredeStardihabíaotrosmuchos.Entreellos,elrevendedorde leña,elpadredeCoretti,puroretratodesuhijo,desenvuelto,alegre,consus bigotes terminados en punta y un lacito de dos colores en el ojal de lasolapaizquierda.

Yaconozcoacasitodoslospadresdelosescolaresafuerzadeverlosporallí.

Hay una abuela encorvada, con toca blanca, que aunque llueva, nieve oesté tronando,acudeindefectiblementecuatrovecesaldíaparaacompañaryesperarasunietecillo,unchiquitodeprimerosuperior;lequitalacapitaqueluego,alasalida,levuelveaponer,learreglalacorbata,lesacudeelpolvo,loatusa y le guarda los cuadernos.Bien se conoce que no tiene otro en quienpensaryquenohayparaellaenelmundonadamáshermoso.TambiénveoconfrecuenciaalcapitándeArtillería,padredeRobetti,eldelasmuletas,quelibróaunniñodeseratropellado;ycomoquieraquetodosloscompañerosdesuhijo tienenparaélungestoopalabracariñosaalpasarporsu lado,él lesdevuelve el saludoo corresponde a susmuestras de cariño, sin olvidarse denadie;atodoshaceunainclinacióndecabeza,ycuantomáspobressonypeorvestidosvan,contantomayoratenciónlesdalasgracias.

Avecesocurrencosasdesagradables.Unseñor,quenoacudíadesdehaceunmes por habérselemuerto un hijo ymandaba a la criada por el otro, alvolverayerporprimeravez,cuandoviodenuevolaclaseyaloscompañerosdesudifuntopequeño,seapartóaunrincónyselesaltaronlaslágrimas,queélprocuróocultarllevándoseambasmanosalacara.ElDirectorlocogiódeunbrazoyloacompañóasudespacho.

Haypadresymadresqueconocenporsunombreatodosloscompañerosde sus hijos, y chicas de la escuela contigua y alumnos del Instituto de

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enseñanzamediaqueacudenaesperarasushermanitos.Acostumbraavenirun caballero de edad avanzada, un antiguo coronel, quien no tieneinconvenienteenagacharsepara recogerdel suelouncuadernoounaplumaqueselehayacaídoaalgúnchico.

Tampoco faltan señoras bien vestidas que hablan con otras mujeres depañuelosalacabezaylacestaalbrazodelascosasdelaescuela,ydicen,porejemplo:

—¡Elproblemadehoyeramuydifícil!

—LaleccióndeGramáticadeestamañananoparecíatenerfin.

Ycuandoseenfermaalguno,todaslosaben,ysealegrancuandorecobralasalud.Precisamentehabíaestamañanaochoodiezseñorasy trabajadorasquerodeabanalamadredeCrossi, laverdulera,preguntándoleporelestadodeunniñode la clasedemihermanito,vecinodeella, que se encuentra enpeligrodemuerte.Parecequelaescuelahagaatodosigualesyamigos.

*

Elnúmero78

Miércoles,8

Ayer tarde estuve presenciando una escena conmovedora. Hacía algúntiempo que la verdulera miraba a Derossi con expresión de singular afectocadavezquepasabacercadeél,ytodoporqueelmuchachodemuestramayorcariñoasuhijodespuésdehaberseenteradodelaprocedenciadeltinterodemaderayde loocurridocon sumarido, elpresonúmero78.Derossi ayuda,efectivamente, a Crossi, el pelirrojo del brazo inmóvil, en los trabajos deescuelaleapuntalasrespuestas,ledapapel,plumaylápices,ensuma,seportaconélcomounbuenhermanoparacompensarlo,quizá,deladesgraciadesupadre,queharepercutidoenél,aunquesinpercatarsedetantristerealidad.Detalmodolemirabalaverduleradeuntiempoaestaparte,queparecíaquererdejarlosojosenél,porloagradecidaqueleestá.YesquelabuenamujervivependientedesuinfortunadohijitoysesientelamardereconocidaaDerossi.Mascomoquieraqueésteesdefamiliaacomodadayelprimerodelaclase,loconsiderapocomenosquecomoaunreyyaunsanto,sintiendoporesociertoreparoenhablarle.

Peroayerporlamañanaporfinsedecidió,ledetuvodelantedeunapuertayledijo:

—Discúlpeme,señorito.Usted,quees tanbuenoyque tantoquiereamihijo, tenga la bondad de aceptar este pequeño obsequio de una madreinfortunada.

Y, acto seguido, sacó de la cesta de las verduras una cajita de cartón,

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blanca y dorada. Derossi se puso rojo y rehusó el presente, diciendo conresolución:

—Déselaasuhijo;noquieronada.

Lamujerquedómortificadaypidióperdón,balbuceando:

—Nocreíaquepodíaofenderle…Esunacajitadecaramelos.

Derossi repitió su negativa moviendo la cabeza. Entonces ella sacó contimidezdelacestaunmanojoderabanitos,yledijo:

—Acepte por lo menos esto. Son unos rabanitos muy frescos, queseguramentelegustaránasumamá.

Derossisesonrióyrepuso:

—Muchasgracias,señora;peroyalehedichoquenoquierorecibirnada.ContinuaréhaciendoloquepuedaporCrossi,sinqueustedtengaquedarmecosaalgunaporello.

—¿Nosehabráofendidousted?—lepreguntólaverduleraconansiedad.

—¡Quéva,buenamujer!—lecontestósonriendo,mientrasellaexclamabaconalegría:

—¡Quémuchachomásbueno!

Conestoparecíahaber terminadoel asunto.Sinembargo,por la tarde, alascuatro,envezdelamadre,seacercóaDerossielpadredeCrossi,consucaratristonaymelancólica.PorlaformaquelemirócomprendíenseguidaquesospechabaqueDerossiestabaenteradodesusecreto,yledijoconvoztristeyafectuosa:

—Ustedquieremuchoamihijo…¿puedosaberporqué?

Derossi se ruborizó. Habría querido responderle: «Le quiero por lodesventurado que es, porque usted mismo ha sido más desgraciado queculpable; ha expiado cumplidamente su delito y es un hombre de buencorazón». Pero le faltó valor, porque en el fondo sentía temor y casirepugnanciaanteaquelhombrequehabíaatacadoaotroypasadoseisañosenpresidio.Élloadivinótodoy,bajandolavoz,dijoaloído,ycasitemblando,aDerossi:

—Quieresamihijo…Nodespreciasasupadre,¿noesverdad?

—¡Ah,no,no!iTodolocontrario!—exclamóDerossienunarranquedesubuencorazón.

El hombre tuvo entonces la intención de darle un abrazo; pero no seatrevió, limitándose a tomar entre sus dedos uno de los dorados rizos del

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chico,acariciándolo.Luegosealejó,masencuantohubodadounospasossevolvió, se llevó lamanoa labocay labesómirandoaDerossi con losojoshumedecidos,paraexpresarlequeleenviabaaquelbeso.Despuéstomódelamanoasuhijitoyambosdesaparecieronconrapidez.

*

Elniñomuerto

Lunes,13

El niño que vivía en el patio de la verdulera, de primero superior,compañerodemihermanito,hamuerto.LamaestraDelcatisepresentómuyafligidaelsábadoporlatardeparacomunicaramimaestrolatristenoticia,einmediatamenteseofrecieronGarroneyCorettiparallevarelataúd.

Era un excelente muchachito que la semana última se había ganado lamedalla. Quería mucho a mi hermanito y, como prueba de su amistad, leregaló una hucha rota; mi madre le acariciaba siempre que lo encontraba.Llevabaungorrocondoslistasdepañorojo.Supadreesmozodeestación.

Ayer tarde, domingo, fuimos a las cuatro y media a su casa paraacompañarle hasta la iglesia. Viven en la planta baja. En el patio había yamuchoschicosdeprimerosuperiorconsusmadresyvelasenlasmanos,cincooseismaestrasyalgunosvecinos.

LamaestradelaplumarojaylaseñoraDelcatientraronenlavivienda,ylasveíamosllorarporunaventanaabierta;tambiénseoíanlosfuertessollozosdelaafligidamadredelniño.Dosseñoras,madresdecompañerosdelmuerto,habíanllevadoguirnaldasdeflores.

A lascincoenpunto, encuanto llegóel sacerdote, sepusoenmarcha lacomitiva. Ibadelanteunmuchacho,que llevaba la cruzparroquial, detrás elsacerdoteyacontinuaciónelataúd,unacajapequeña,¡pobrechico!,conunpaño negro encima, y sujetas alrededor las guirnaldas de flores de las dosseñoras. En una parte del paño negro habían prendido la medalla y tresmencioneshonoríficasqueelpequeñosehabíaganadoalolargodelaño.

Llevaban el ataúd Garrone, Coretti y dos chicos de la vecindad. Detrásiban,primeramente,laseñoraDelcati,quellorabacomosielmuertohubiesesidohijosuyoyacontinuaciónlasotrasmaestras;detrásdeéstas,loschicos,algunosmuypequeños,conramilletesdevioletasenunamano,quemirabanel féretro con cierto estupor, dando la otra a las respectivas madres, quellevabanlasvelasporellos.

Oíaunodeellos,quedecía:

—¿Yahorayanovendrámásalaescuela?

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Al salir el féretro del patio, por la ventana se oyó un grito desesperado,lanzadoporlamadredelniñodifunto;peroenseguidalahicieronentrarenelinterior.

Yaenlacalle,encontramosaloschicosdeuncolegio,queibanenfiladeados, y viendo el ataúd con la medalla y acompañado por las maestras, sequitarontodossusgorras.

¡Pobreniño!¡Sefuealcieloparasiempre,durmiendosucuerpecitoconsumedallaen lasentrañasde la tierra!Yano lovolveremosaverconsugorroencarnado.Estababien,yfallecióaloscuatrodíasdecaermalo.Elúltimodíatodavíaquiso levantarseparahacersu trabajitodevocabulario,yseempeñóentenerlamedallasobresucama,pormiedoaqueselaquitaran.¡Nadietelaquitaráya,pobrepequeño!¡Adiós,adiós!SiemprenosacordaremosdetienelgrupoBaretti.¡Descansaenpaz,angelito!

*

Lavísperadeldía14demarzo

La jornadadehoyha sidobastantemás alegreque lade ayer. ¡Trecedemarzo!Vísperade la distribucióndepremios en el teatroVíctorManuel, lagrandeyhermosafiestadetodoslosaños.Peroestaveznosedesignanalazarlosalumnosquehandesubiralescenarioparapresentarlosdiplomasdelospremiosalosseñoresencargadosdeentregarlos.

ElDirector vino estamañana poco antes de la hora de salida, y empezódiciendo:

—Muchachos, tengo que daros una buena noticia. —Luego añadió: —¡Coraci!—Elcalabréssepusoinmediatamentedepie—.¿Quieresseruno—le preguntó— de los quemañana entreguen en el teatro los diplomas a lasautoridades?

ElcalabrésdijoquesíyelDirectorcontestó:

—Estábien;asíhabráun representantedeCalabria.Osaseguroqueseráunactodignodeverse.EsteañohaqueridoelAyuntamientoquediezodocechicos de las diversas regiones de Italia, designados en los distintos centrosdocentes de la ciudad, se encarguen de presentar los premios. Contamosactualmente en Turín con veinte grupos escolares y cinco anejos, quefrecuentansietemilalumnos,yentre tangrannúmeronohacostadomuchotrabajoencontrarunmuchachoporcadaregiónitaliana.Enelgrupo«TorcuatoTasso»sehallabandosrepresentantesdelasislas:unsardoyunsiciliano;laescuelaBoncompagniproveyóunchicoflorentino,hijodeunebanista;hayunromano de la misma Roma en el grupo «Tommaseo»; se encontraronfácilmente vénetos, lombardos y romañolos; el grupo «Monviso» da un

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napolitano, hijo de un militar; nosotros designamos a un genovés y a uncalabrés; éste eres tú,Coraci.Con el piamontés, habrá doce. ¿No os pareceque la idea es acertada? Serán hermanos vuestros de todas las regionesitalianaslosqueosdenlospremios.Mirad,sepresentaránlosdocealavezenelescenario.Nodejéisdesaludarlosconnutridosaplausos.Esverdadquesonunoschicoscomovosotros,perorepresentanasusrespectivasregionescomosifueranyapersonasmayores.UnapequeñabanderatricolorsimbolizaaItalialomismoqueunagrande,¿noesasí?Aplaudidlos,pues,calurosamenteparademostrar que vuestros corazones infantiles saben sentir gran amor y quevuestrasalmasdediezañosseexaltanantelasantaimagendelaPatria.

Dichoesto,sefue,yelmaestrodijo,sonriéndose:

—Demaneraquetú,Coraci,ereseldesignadoporCalabria.

Todosaplaudimosentonces,sinparardereírnos,ycuandoestuvimosenlacalle,rodeamosaCoraci;algunoslecogieronporlaspiernas,loalzaronylollevaroncomoentriunfo,gritando:

—¡VivaeldiputadodeCalabria!

Era;naturalmente,unabroma,perosinningúnsaboraescarnio,sinotodolocontrario,parademostrarleafecto,puesesunchicoalquetodosqueremos;yélsesonreíadesatisfacción.

Así lo llevaron hasta la esquina, donde se encontraron con un señor debarbanegra,quetambiénseechóareír.Aldecirelcalabrésqueerasupadre,losotrosledejaronasuladoyseesparcieronentodasdirecciones.

*

Lospremios

Martes,14

Elamplioteatroestabayacompletamentellenoaesodelasdos.Elpatiodebutacas, lasplateas, lospalcos,elescenario,estabanocupadosporentero,viéndosemillares de caras deniños, señoras,maestros, obreros,mujeres delpuebloyhombres.Eracomounmardecabezasquesemovían,uncontinuovaivén de lazos y rizos, percibiéndose un murmullo denso y alegre queproducíamuchogozo.

El teatroaparecíaadornadoconcolgadurasdepañorojo,blancoyverde.Enelpatiodebutacashabíanpuestodosescaleras,unaaladerecha,pordondedebían subir al escenario los premiados, y otra a la izquierda, por dondedeberían bajar después de recibir el premio.Delante, en el escenario, habíaunafiladesillonesrojos,ydelrespaldodelqueocupabaelcentropendíaunapequeñacoronadelaurel;elfondodelescenarioeraunbosquedebanderas;aunladohabíaunamesitacontapeteverdecontodoslospremiosenrolladosy

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atadosconcintasdesedatricolores.Labandademúsicaocupabaunaplateacerca del escenario. Los maestros y las maestras llenaban la mitad de laprimera galería, que les había sido reservada; los bancos y los corredoresestabanatestadosdecentenaresdechicoscantoresconlospapelesdemúsicaenlasmanos.Porelfondoyporlosladosibanyveníanmaestrosymaestrasqueponíanen lasprimeras filasa losdesignadospara recibir lospremios,yportodasparteshabíapadresymadresquedabanelúltimotoquealascabezasyalascorbatasdesushijosynodejabandemirarlos.

Encuantoentréconmifamiliaenelpalcoquenoscorrespondía,vienotrodeenfrentealamaestritadelaplumaroja,consusgraciososhoyuelos,quesereía,yconellaalamaestrademihermano,asícomoala«monjita»,vestidadenegro,ymimaestradeprimerosuperior;perolapobreestabatanpálidaytosía tan fuerte, que se le oía desde todas partes. En el patio de butacasdistinguíenseguidalasimpáticacaradeGarroneylapequeñacabezarubiadeNelli,queestabamuypegadoaél.AlgomásalláviaGaroffi,consunarizdelechuza,queseafanabapararecogerlistasimpresasdelosqueibanarecibirelpremio, y ya tenía un buen fajo de ellas, seguramente para alguno de susnegocios…Mañanalosabremos.Cercadelapuertasehallabaelvendedordeleñajuntamenteconsumujervestidosdefiesta,alladodesuhijoqueconnopequeño asombromío no llevaba la gorra de piel de gato ni el jersey colorchocolate,sinoqueestabatrajeadocomounseñorito.EnunagaleríaviunosinstantesaVotini,consugrancuellobordado,peroenseguidadesapareció.Enunpalcodeproscenio,llenodegente,estabaelcapitándeArtillería,padredeRobetti,eldelasmuletas.

Al dar las dos, empezó a tocar la banda de música y al mismo tiemposubieron por la escalera de la derecha el señor Alcalde, el Gobernador, elSecretario,elInspectorymuchosotrosseñores,todosvestidosdenegro,quetomaron asiento en los sillones rojos colocados en la parte delantera delescenario.

Cuando la banda cesó de tocar, se adelantó el director de canto de lasescuelasconlabatutaenlamano.Aunaseñalsuyatodosloschicosdelpatiodebutacassepusierondepie,yaotra,empezaronacantar.Eransetecientoslos que interpretaban una bellísima canción. ¡Qué gusto daba oír aquelinmenso coro! Todos escuchaban inmóviles. Era un canto dulce, de vocesclaras, tan lento como uno de iglesia.Cuando callaron, todos aplaudieron yluegoguardaroncompletosilencio.

Iba a comenzar la distribución de premios. Mi maestro de la secciónsegundayasehabíaadelantado,consucabezarubiaysusavispadosojos,porser el encargado de leer los nombres de los premiados. Se esperaba queentrasen los doce chicos designados para ir dando los diplomas. Losperiódicos ya habían anunciado que seríanmuchachos de todas las regiones

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italianas. Todos lo sabían y los esperaban, mirando con curiosidad hacia laparte por donde debían hacer su aparición. También guardaban silencio elseñorAlcaldeydemásseñoresdelossillonesrojos.

De pronto aparecieron contentos y sonrientes los doce, que subieronrápidamente al escenario, donde se situaron en correcta formación. Las tresmilpersonasquellenabanelteatrosepusierondepiesúbitamente,oyéndoseun estruendoso aplauso. Los chicos permanecieron unos instantes comoaturdidos.

—¡EsoesItalia!—dijounavoz.

EnseguidareconocíaCoraci,elcalabrés,vestidodenegro,comosiempre.UnseñordelAyuntamiento,queestabaconnosotrosyconocíaatodos,leibadiciendoamimadre:

—Aquel pequeño rubio es el representante deVenecia. El romano es elotroaltoyconelpelorizado.

Habíadoso tresbien trajeados; losdemáseranhijosdeobreros, aunquetodos estaban limpios y aseados. El florentino, que era el más pequeño,llevaba una faja azul en la cintura. Pasaron todos por delante del señorAlcalde,quefuebesándolosenlafrentemientrasqueunseñorsentadojuntoaélledecíaporlobajoysonriendolosnombresdelasciudades:

—Florencia,Nápoles,Bolonia,Palermo…—yelteatroaplaudíaconformeibanpasando.Luegotodosellosseacercaronalamesitaverdeparatomarlosdiplomas.Elmaestroempezóaleerlalista,mencionandolosgruposescolares,las secciones y las clases a que pertenecían, así como los nombres de lospremiados, y éstos comenzaron a subir, según los iban nombrando, alescenario.

Apenashabíansubidolosprimeroscuandoempezóaoírsepordetrásdelescenariounasuavemúsicadeviolines,quenocesómientrasdesfilaban losagraciados.Eraunamelodíagrataaloído,queparecíaunmurmullodemuchasvocesensordina,lasdelasmadres,maestrosymaestras,comositodosaunalesdiesenconsejos,rezasenporellosoleshicieranamorosasreconvenciones.Entretanto, los premiados desfilaban uno a uno por delante de los señoressentadosenlossillonesrojos,quelesibanentregandolosdiplomas,diciendoacada uno unas palabritas o haciéndoles una caricia. Los muchachos de lasbutacasydelasgaleríasaplaudíancadavezquepasabaalgunomuypequeñoomáspobrementevestido.Habíaalgunosdeprimerosuperiorque,unavezenelescenario, se confundían y no sabían hacia dónde tenían que dirigirse,provocandounarisageneral.Pasóunoqueapenastendríatrespalmosdealto,conungranlazocolorderosaenlaespalda,queaduraspenaspodíaandar,elcualtropezóenlaalfombraycayó;elGobernadorlelevantóyfuemotivode

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risaydeaplausos.Otroseresbalóporlaescalerilla,yendoapararalpatiodebutacas;aunqueseoyerongritosdealarma,nosehizodañoalguno.Fuerondesfilando chicos de toda clase, caritas de galopines, semblantes asustados,algunos tan encarnados como la grana, chiquitines graciosos que a todossonreían, y en cuanto volvían a donde estaban sus padres, las mamás loscogíanyselosllevaban.

Cuandotocólavezanuestrogrupo,¡entoncessíquemedivertí!Pasabanmuchos a los que conocía. Entre ellos Coretti, vestido de nuevo de pies acabeza,consu risueñoyalegre semblante,enseñandosusblancosdientes,ysinembargo,nadiepodíasaberlosquintalesdeleñaquehabríallevadoasusespaldasporlamañana.Alentregarleeldiploma,elseñorAlcaldelepreguntóquéeraunaseñalrojaqueteníaenlafrente,manteniendoentretantounamanosobresuhombro.Yobusquéconlavistaasupadreyasumadreporelpatiodebutacas,yobservéque se reían, tapándose labocaconunamano.LuegopasóDerossi,luciendounbonitotrajeazulconbotonesdoradosquebrillabanmuchoysusdoradosrizos,esbelto,decidido,conlafrentealta,tansimpáticocomosiempre;debuenaganalehabríadadounabrazo;losseñoresledecíanalgoyledabanlamano.

Elmaestrogritódespués:

—¡JulioRobetti!

VimosavanzaralhijodelcapitándeArtillería,apoyándoseensusmuletas.Cientos de muchachos conocían el hecho heroico y al momento corrió lanoticiaporelinmensosalónestallandounasalvadeaplausosydevítoresquehizo temblar las paredes; los hombres se pusieron de pie, las señorasempezaronaagitarsuspañuelos,yRobettisedetuvoenmediodelescenarioaturdido y tembloroso…El señor Alcalde, le puso junto a sí, le entregó elpremio,lediounbeso,y,sacandodelrespaldodelsillónlacoronitadelaurel,se la puso en la almohadilla de lamuleta…Después lo acompañó hasta elpalcodelprosceniodondeestabaelcapitán,supadre,quienlotomóysubióenviloalinterior,enmediodevítoresyaclamaciones.Entretantocontinuabalasuave y grata música de los violines y seguían desfilando los chicospremiados: los del grupo de la Consolata, en su mayoría hijos decomerciantes; los del grupo de «Vanquiglia», hijos de trabajadores; los delgrupo de «Boncompagni», muchos de ellos hijos de agricultores; los de laescuela«Ranieri»,quefuelaúltima.

En cuanto terminó el reparto de premios, los setecientos chicos de lasbutacasentonaronunacanciónmuybonita;despuéshablóelseñorAlcaldeyacontinuaciónelSecretario,queterminódiciendo:

—…No salgáis de aquí, queridos niños, sin antes enviar un saludo aquienestantoseafananporvosotros,alosqueosdedicantodaslasenergíasde

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suinteligenciaydesucorazón,yquevivenymuerenporvosotros.

Yseñalólagaleríadelosmaestros.

Entonces se levantaron los chicos que había en el teatro y tendieron losbrazoshacialasmaestrasylosmaestros,quecontestaronmoviendolasmanos,lossombrerosylospañuelos,depieyvisiblementeemocionados.

Por último tocó otra vez la banda de música y el público dedicó unpostrero y estruendoso aplauso a los chicos representantes de las regionesitalianas, que se presentaron en el escenario en fila y con los brazosentrelazados,bajounalluviaderamosdeflores.

*

Ladisputa

Lunes,20

Puedoasegurarquenohasidolaenvidiaporhaberrecibidoélunpremioyyono,elmotivodeladisputaqueestamañanahetenidoconCoretti.Nohasidoporenvidia,peroreconozcoqueheobradomal.

Elmaestro le puso junto amí.Yo estaba escribiendo enmi cuadernodecaligrafía; élme dio un empujoncito en el codo yme hizo echar un borrónhastamancharelcuentomensual,Sangreromañola,quedebíacopiarparaelalbañilito, que está enfermo. Yo me enfadé y le dije una palabrota. Él mecontestósonriendo:

—Nolohehechoadrede.

Deberíahaberlecreído,puesleconozcobien;sinembargo,medesagradóque se sonriese y pensé: «Éste se siente orgulloso porque le han dado elpremio»;yluego,paravengarme,lediunempujónqueleestropeólaplana.Entonces,montandoencólera,medijo:

—¡Tú sí que lo has hecho aposta! —Y levantó la mano, que retiró deinmediato porque le observaba el maestro. Pero añadió en voz baja—: ¡Teesperoalasalida!

Yomequedémortificado,semedesvaneciólafuriaymearrepentíenmiinterior.

No; ciertamente no podía haberlo hecho Coretti con mala intención. Esbuenmuchacho,pensé.Meacordédecómolehabíavistoensucasatrabajar,atenderasumadreenfermaylaalegríaconquedespuéslerecibíenmicasaylabuenaimpresiónquehabíacausadoamipadre.¡Cuántohabríadadopornohaberledichoaquellapalabrotanihabermeportadotansoezmenteconél!Meacordédel consejodemipadre: «¿Hasobradomal?Puespideperdón».Sinembargonoqueríahacerlo,meavergonzabatenerquehumillarme.Lemiraba

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dereojo;veíalamalladesujerseyabiertaporlaespalda,quizádelamuchaleñaquehabíatenidoquetransportar,notabaquemeinspirabagranafecto,ydecíaparamí:«Tenvalor»;perolapalabra«perdóname»semequedabaenlagarganta.Éltambiénmemirabadereojo,devezencuando,ymeparecíaqueestaba más apesadumbrado que enfadado. Pero entonces yo le miraba congestoadustoparadarleaentenderquenoleteníamiedo.Elmerepitió:

—Nosveremoslascarascuandosalgamos.

—Sí,noslasveremos—lecontesté.

Pero pensaba en lo que me aconsejaba mi padre: «Si te ofenden,defiéndete; pero sin llegar nunca a pelearte». Y en conformidad con talmáxima pensaba, efectivamente, defenderme, pero sin pelearme a golpes ypuñetazos.Sinembargoestabamuynerviosoyapesadumbrado,ynisiquieraseguíalasexplicacionesdelmaestro.

Porfinllegóelmomentodesalir.CuandoestuvesoloenlacalleviquemeseguíaCoretti.Medetuveyleesperéconlareglaenlamano.Élsemeacercó,yolevantélareglaensondeamenazayélmedijo,sonriendoamablementeyapartándomelaregla:

—No,Enrique;seamostanamigoscomoantes.

Por un momento me quedé aturdido y sin saber qué hacer, pero luego,comosiunamanomehubieseempujadoporlaespalda,meencontréentresusbrazos.Elmagníficocompañeromediounbesoymedijo:

—Nadadeenfadosentrenosotros,¿noteparece?

—Sí,tienesrazón—lerespondí.

Ynosseparamoscontentos.

Cuando llegué a casa y se lo conté todo a mi padre, creyendo que leagradaría,seenojóymedijo:

—Túdebíashabersidoelprimeroentenderlelamano,puestoquehabíasfaltado.—Luegoañadió—:¡Nodebisteusarlareglaconuncompañeromejorquetú,sobreelhijodeunantiguosoldado!

Y,tomándomelaregla,lahizodospedazosylatirócontralapared.

*

Mihermana

Viernes,24

¿Por qué, Enrique, después de afearte nuestro padre tu malcomportamiento con Coretti, has sido tan descortés conmigo? No puedes

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figurarte lomucho queme ha dolido. ¿No sabes que cuando eras pequeñínpasabahorasenteras juntoa tucunaenlugardeira jugarconmisamigasyquecuandoestabas enfermo saltaba todas lasnochesde la camaparaver siteníasfiebre?¿Nosabestúqueofendesatuhermana,que,sisobrenosotrosseabatiera una tremenda desgracia, te haría demadre y te querría como a unhijo?¿Nosabesque,cuandonuestropadreynuestramadreyanoexistan,seréyotumejoramiga,laúnicaconquienpodráshablardenuestrosdifuntosydetu infancia, y que si fuese preciso trabajaría para sostenerte y proveer a tusestudios, y que te querré aun cuando seas mayor, que te seguiré con elpensamientocuandoteencuentreslejos,siempre,porquehemoscrecidojuntosytenemoslamismasangre?¡Oh,Enrique!Tenporciertoquesicuandoseashombretesucedealgunadesgraciay,encontrándotesolo,vinierasadecirme:«Silvia, hermana mía, déjame estar contigo; hablemos de cuando éramosdichosos, ¿te acuerdas? Hablemos de nuestra madre, de nuestra casa, deaquellos venturosos días tan lejanos», entonces, Enrique, encontrarás a tuhermanaconlosbrazosabiertos.

Sí,queridoEnrique,yperdónameelreprochequeahorateexpreso.Nomeacordaré de ninguna mala pasada tuya y, aunque me des otros disgustos,siempreserásmihermano;sólomeacordarédequetetuveenbrazoscuandoeraspequeñín,dehaberqueridocontigoanuestropadreyanuestramadre,dehabertevistocrecer,dehabersidotumásfielcompañeradurantetantosaños.Peroescríbemesiquieraunapalabracariñosaenestecuadernoparaquepuedaleerlaantesdelanochecer.Entretanto,parademostrartequenoestoyenojadacontigo,viendoqueayerestabascansado,hecopiadoportielcuentomensual,Sangre romañola, que tú debías copiar para el albañilito, que está enfermo;búscaloenelcajoncitodelaizquierdadetumesa;loescribíanochemientrasdormías.Porfavor,Enrique,escríbemeunapalabracariñosa.

TUHERMANASILVIA

Nosoydignodebesartelasmanos.

ENRIQUE

*

Sangreromañola

CUENTOMENSUAL

AquellatardelacasadeFedericoestabamástranquilaquedecostumbre.Elpadre,queteníaunatienda-bazar,había idoaForlídecompras;conélsehabíamarchadolamadrellevandoaLuisita,suhermanita,paraquelavieseeloculista, que debía operarle un ojo enfermo; pensaban regresar a lamañanasiguiente.

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Poco faltaba para la medianoche. La mujer que prestaba sus serviciosdurante el día se había ido hacia el oscurecer. En la casa sólo quedaban laabuela,conlaspiernasparalizadas,yFederico,sunieto,detreceaños.Eraunacasitadeplantabaja, situadaen lacarreteraycomoaun tirode fusildeunpueblecitopocoapartadodeForlí,ciudaddelaRomaña,nohabiendocercadeellamásqueunacasadeshabitada,enruinasdesdehacíadosmesesacausadeunincendio,ysobrelacualtodavíaseveíaelletrerodeunaposada.Pordetrásde lacasitahabíaunhuertecito rodeadodesetos,alquedabaunapuertecitarústica;lapuertadelatienda,queeratambiénladelacasa,seabríasobrelacarretera.Enderredorseextendía lacampiñasolitariaconvastoscamposdecultivoyplantasdemoras.

Faltabapocoparalamedianoche;llovíaysoplabaelviento.Federicoysuabuela,todavíalevantados,sehallabanenlacocina-comedor,entrelacualyelhuerto había una pequeña habitación llena de trastos y muebles viejos.Federicohabía vuelto a casa sobre las once, despuésdepasar fueramuchashoras,ylaabuelalehabíaesperadodespierta,llenadeansiedad,inmovilizadaenun ancho sillón de brazos en el que solía pasar todo el día y, amenudo,tambiéntodalanoche,pueslafatiganolepermitíaestaracostada.

Llovía,yelvientolanzabalalluviacontraloscristales.Eraunanochemuyoscura. Federico había vuelto cansado, lleno de barro, con la chaquetadesgarrada y un cardenal en la frente, producido por una pedrada; se habíapeleadoconotrosmuchachosy,porañadidura,habíajugadoyperdidotodoeldineroquellevaba,dejandolagorraenunazanja.

Aunque la cocina sólo estaba iluminada por un quinqué semiapagadocolocadoenunextremodelamesajuntoalsillón,lapobreabuelahabíavistoalmomentoel lastimosoestadoenquesehallabasunieto, sabiendo todo losucedidoenparteporhaberloadivinadoylodemásporlaconfesiónquesacóaFedericosobresustravesuras.

Laancianaseñoraqueríacontodaelalmaalmuchachoy,cuandoseenteródetodo,seechóallorar.

—¡Ah,no!—dijodespuésdeunlargosilencio—;notienescompasióndetupobreabuela,delocontrarionoteaprovecharíasdelaausenciadetumadrepara darme tantos disgustos. Ya ves, me has dejado sola todo el día. Deboadvertirte, Federico, que has emprendido un camino que te conducirá a untristefin.Hevistoaotrosquecomenzaroncomotúyacabaronmuymal.Seempieza por salir de casa para pelearse con otros muchachos, jugarse eldinero, y luego, poco a poco, de las pedradas se pasa a las cuchilladas, deljuegoaotrosvicios,ydeéstos…¡alrobo!

Federicoescuchabaasuabueladepie,atrespasosdedistancia,apoyadoen un arca, con la barbilla sobre el pecho, el entrecejo arrugado y todavía

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encendido por la ira de la pelea. Sobre la frente le caía un mechón dehermososcabelloscastaños,teniendoinmóvilessusazulesojos.

—Deljuegoalrobo—repitiólaabuelaquecontinuaballorando—.Piensaen eso, Federico. Piensa en el botarate del pueblo, enVíctorMozzoni, queahoravagabundeaporlaciudad,queasusveinticuatroañoshaestadoyadosveces en la cárcel y ha hechomorir de pena a su pobremadre, a la que yoconocía, obligando a su padre a marcharse a Suiza, para no sufrir mayorvergüenza. Piensa en ese desgraciado joven, siempre en compañía de otrospeoresqueélhastaeldíaenquelometanenpresidioparatodasuvida.Puesbien,yoleconocídemuchacho,yempezócomotú.Tenpresentequepuedesdenigrar a tu padre y a tu madre como él y causarles tanto mal como esedesventurado.

Federico guardaba silencio. No estaba pesaroso, ni mucho menos. Suactitud obedecía más bien al exceso de vitalidad y de audacia que a purasensiblería; su padre le había acostumbrado mal precisamente porque,considerándole capaz, en el fondo, de los más hermosos sentimientos,esperandoponerleapruebadeaccionesvaronilesygenerosas,ledejabariendasuelta,enlaconfianzadequeseiríareformandoporsísolo.Erabueno,perotozudo,aunqueaparecieseensucorazónelarrepentimientoydejaseescaparde suboca las buenaspalabras quenos inclinan a perdonar: «¡Sí, nomeheportadobien;no loharémás, te loprometo!Perdóname».Aveces se sentíaembargadodeternura,perosuorgullonoselopermitíamanifestar.

—¡Ay, Federico! —continuó la abuela viéndole tan callado—. ¡No medicesniunapalabradearrepentimiento!Yaveselestadoenquemeencuentro,quepuedeacabarconmigo.Nodebierasconsentirquepadecieratanto,queportuculpa llorase lamadrede tumadre, tanviejaypróximaasufin, tupobreabuela,quesiempretehaqueridotanto,quetemecíanochesenterascuandoerasunnenedepocosmeses,yquenocomíaporentretenerte.¡Túquésabes!Yo siempre decía: «¡Éste será mi último consuelo!», y ahora me matas adisgustos.Debuenaganadaríalopocoquemequedadevidacontaldequefuesesotravezunbuenchico,tanobedientecomoaquellosdías…cuandotellevaba al santuario de la SantísimaVirgen. ¿Te acuerdas, Federico?Túmellenabas losbolsillosdepiedrecitasydehierbas,yyo te traíaacasaenmisbrazos, dormidito. En cambio, ahora que estoy paralítica y tengo tantanecesidaddetucariñocomodelairepararespirar,porquenotengo,pobredemí,aotroserenelmundo…¡Diosmío!

Federico estaba por echarse en brazos de su abuela, dominado por laemoción,cuandoleparecióoírunligeroruido,unoscrujidoscontinuadosenla habitación de al lado, que daba al huerto. Pero no distinguía si eran laspuertasuotracosa.

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Pusooídoatento.Lalluviacaíaconfuerza.Elruidoserepitió,ylaabuelatambiénlooyó.

—¿Quées?—preguntóunmomentodespués,muyintrigada.

—Debeserlalluvia—murmuróelmuchacho.

—Entonces, Federico —dijo la anciana, enjugándose los ojos—, ¿meprometesserbuenoynohacerlloraryamásatupobreabuela?

Unnuevoruidolainterrumpió.

—¡Nome parece que sea la lluvia!—exclamó, palideciendo—. ¡Vete aver!

Masenseguidaañadió:

—No,¡quédateaquí!—Yasióalmuchachoporunamano.

Quedaron los dos conteniendo la respiración. Solamente se oía el ruidoproducidoporlalluvia.

Acontinuaciónambossintieronunescalofrío.Alosdosleshabíaparecidooírruidodepiesenlahabitacioncitadelosmueblesviejos.

—¿Quiénes?—preguntóFedericohaciendodetripascorazón.

Nadierespondió.

—¿Quiénandaahí?—repitióFederico,muertodemiedo.

Peroapenashubopronunciadotalespalabras,amboslanzaronungritodeterror.Doshombresentraronenlacocina-comedor:elunosujetóalmuchachoyletapólabocaconlamano;elotroagarróalaancianaporlagarganta.Elprimerodijo:

—¡Silencio,sinoquieresmorir!

Elsegundo:

—¡Calle!—y alzó el puñal. Los dos llevaban un pañuelo oscuro por lacara,conagujerosalaalturadelosojos.

Durante unos instantes sólo se percibió la respiración de los cuatro y elruidoproducidoporlalluvia,laancianaapenaspodíarespirar,yteníalosojosdesorbitados.

Elquesujetabaalmuchacholedijoaloído:

—¿Dóndedejatupadreeldinero?

Elchicorespondióconunhilillodevoz,ydandodientecondiente:

—Allá…enelarmario.

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—Venconmigo—ledijoelhombre.

Y lo llevó a la fuerza al cuartito, sin dejar de agarrarle el cuello por lagarganta.Enelsuelohabíaunalinterna.

—¿Dóndeestáelarmario?—preguntó.

Elmuchacho,medioahogado,señalóelarmario.

Entonces,para estar segurodelmuchacho, elhombre lopusode rodillasanteelarmario,apretándolefuertementeelcuelloentresuspiernas,demaneraquepudieraestrangularlosichillaba,yteniendolalinternaenunamano,sacóconlaotradelbolsillounaganzúa,quemetióenlacerradura;hurgó,rompió,abriódeparenpar lashojasde lapuerta, lo revolvió todoconfusamente, sellenó losbolsillos,cerró,volvióaabriryabuscar.Luegocogiódenuevoalmuchacho,llevándoledondeelotroteníaaúnagarradaalaanciana,convulsa,conlacabezacaídaylabocaabierta.

Elquesujetabaalaabuelapreguntóenvozbajaalotro:

—¿Hacaídoalgo?

—Sí—lecontestó.Yañadió—:Mirahacialapuerta.

Elqueestabaconlaancianafuealapuertadelhuertoparacerciorarsesihabíaalguienporallí,ydijodesdeelcuartitodelostrastos,conunavozqueparecíaunsilbido:

—Ven.

El que había quedado en la cocina y retenía a Federico enseñó un armablancaalmuchachoyalaanciana,queacababadeabrirotravezlosojos:

—¡Niunasolapalabraovuelvoyosdegüello!

Ymirófijamentealosdos.

Enaquelmomentoseoyóalolejos,porlacarretera,uncantodemuchasvoces.

Elladróngirórápidamentelacabezahacialapuerta,yporlaviolenciadelmovimientoselecayóelantifaz.

Laancianalanzóungrito:

—¡Mozzoni!

—¡Maldita!—rugióelreconocido—.¡Tienesquemorir!

Y se abalanzó con un puñal en alto contra la anciana, que quedódesvanecidaenelacto.

Elasesinodescargóelgolpe,peroconunmovimiento rapidísimo,dando

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ungritodesesperado,Federicosehabíaarrojadosobrelaabuela,cubriéndolaconsucuerpo.

Elasesinohuyó,chocandoconlamesayvolcóelquinqué,queseapagó.

El muchacho se deslizó lentamente sobre la abuela, cayó de rodillas ypermanecióentalactitudabrazandoalaancianaporlacinturayconlacabezaapoyadaensuregazo.

Transcurrieron unos instantes; todo estaba a oscuras; el canto de losaldeanosseibaalejandoporelcampo.Laancianarecobróelsentido.

—¡Federico!—dijoconvozapenasperceptibleydandodientecondienteporeltemblorquelainvadió.

—¡Abuela!—respondióél.

La anciana hizo un esfuerzo para hablar, pero el terror le paralizaba lalengua.

Permaneció un ratito en silencio, sin parar de temblar violentamente.Luegologrópreguntar:

—¿Sehanidoya?—Sí,sefueron.

—¡Nomehanmatado!—murmurólaancianaconvozahogada.

—No…estásasalvo—dijoFedericoconvozmuydébil—.Estásasalvo,yayita.Sehanllevadoeldinero.Peropapáhabíadejadopoco.

Laancianadiounsuspiro.

—Yaya—dijoFederico,permaneciendoderodillasyteniendounbrazoensucintura—,yayita,¿verdadquemequieres?

—¿Notehedequerer,hijomío?—lerespondió,poniéndoleunamanoenla cabeza—. ¡Qué susto has debido llevar, pobrecito mío! ¡Señor, Diosmisericordioso! Enciende la luz… Pero no, es mejor que continuemos aoscuras.Tengotodavíamuchomiedo.

—Abuela—replicóelmuchacho—,siempreoshedadomuchosdisgustosatodos…

—No, Federico, no digas eso; yo no me acuerdo de nada, todo lo heolvidado.¡Tequieromucho,ángelmío!

—Os he dadomuchos disgustos—continuó diciendo Federico con grandificultad, temblándole la voz—; pero… os quiero. ¿Me perdonas, yaya?¡Perdóname!

—Sí,querido, teperdono, teperdonode todocorazón. ¡Puesno te iba aperdonar!¡Nofaltabamás!Anda,levántate.Yanotereñirémás.Eresbueno,

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muybueno.Ea,enciendelaluz,querido.Levántate.

—Gracias,yaya—lecontestóelmuchachoconvozcadavezmásdébil—.Ahora… estoy contento. ¿Verdad que te acordarás de mí, yayita… de tuFederico?

—¡Federico!—exclamó laabuela, inquietaypreocupada,poniéndole lasmanosenlaespaldaeinclinandolacabezaparamirarlelacara.

—Acuérdatedemí—murmuróaúnelmuchachoconunavozqueparecíaunsoplo—.Dalesunbesodemiparteapapá,amamá…aLuisita…¡Adiós,yaya,yayita…!

—¡Por todos los Santos! ¿Qué tienes?—gritó la anciana, palpando conansiedadlacabezadelchico,queestabareclinadaensusrodillas.Luego,contoda la voz que pudo sacar, exclamó con desesperación—: ¡Federico!¡Federico!¡Amormío!¡Ángelesdelcielo,ayudadme!

PeroFedericoyanoreplicó.Elpequeñohéroe,elsalvadordelamadredesu madre, herido mortalmente por artera puñalada en la espalda, habíaentregadoaDiossubellayvalerosaalma.

*

Elalbañil

Martes,28

El albañilito está gravemente enfermo; el maestro nos recomendó quefuésemos a verle, y convinimosGarrone,Derossi y yo en ir los tres juntos.Stardi gustosamente nos habría acompañado; pero como el maestro nosencargó la descripcióndelMonumento aCavour, dijoquequeríaverloparahacermásexactaladescripción.Porprobartambién,invitamosalorgullosodeNobis,quenosdiounarotundanegativa.Votiniseexcusó,quizáspormiedoamancharse el traje de yeso. Nos fuimos al salir de la escuela, a las cuatro.Llovíaacántaros.PorelcaminosedetuvoGarroneydijoconlabocallenadepan:

—¿Quévamosacomprar?—yhacíasonardosmonedasquellevabaenelbolsillo.

Pusimosdiezcéntimoscadaunoycompramostresgrandesnaranjas.

Subimosalabuhardilla.DelantedelapuertaDerossisequitólamedallayselaguardóenelbolsillo.Lepreguntéporquélohacíaymerespondió:

—Bueno,nosé…paranopresentarmeconella…;meparecemásdelicadonollevarlamedalla.

Llamamosynosabrióelpadredenuestrocompañero.Eraunhombretón

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formidable, como un gigante, pero tenía alterado el semblante y parecíaasustado.

—¿Quiénessois?—preguntó.

Garronerespondió.

—UnoscompañerosdeAntonio,queletraemostresnaranjas.

—¡Ah, pobreAntoñito!—exclamó el albañilmoviendo la cabeza—,metemoquenolaspuedacomer—yseenjugólosojosconelrevésdelamano.

Nos hizo pasar. Entramos en su cuarto a tejavana, donde vimos alalbañilito tendidoenunacamitadehierro;sumadreestaba juntoaélcon lacara entre las manos y apenas se volvió para mirarnos. En la pared habíaalgunas escobillas de encalar, un pico y una criba; a los pies del enfermoestabaextendida lachaquetadelalbañil,blancadeyeso.Elpobremuchachoaparecía demacrado, muy pálido, con la nariz afilada, y respiraba condificultad. ¡Oh, querido Antoñito, tan bueno y alegre, compañerito mío!¡Cuánto hubiera dado por volver a verle poner el hocico de liebre, pobrealbañilito!Garroneledejóunanaranjaenlaalmohada,juntoalacara:suolorledespertó,latomóenseguida,perolasoltóymirófijamenteaGarrone.

—Soyyo—dijoéste—,Garrone.¿Meconoces?

Élledirigióunasonrisaapenasperceptible,levantócondificultadsucortamanoyse lapresentóaGarrone,que laestrechóentre lassuyasyapoyóenellaunamejilla,diciéndole:

—¡Animo,ánimo,albañilito!Prontoestarásbien,volverásalaescuelayelmaestrotepondráamilado.¿Teparecebien?

Peroelalbañilitonorespondió.Lamadreprorrumpióensollozos:

—¡PobreAntoñitomío, tan bueno y trabajador y el Señorme lo quierellevar!

—¡Cállate!—legritóelalbañilcondesesperación—.¡Cállate,porelamordeDios,sinoquieresquepierdalacabeza!—Luego,dirigiéndoseanosotros,añadió—: ¡Marchaos, marchaos, muchachos, y muchas gracias por vuestravisita! ¿Qué podéis hacer ya aquí? Os lo agradezco; pero volved a vuestracasa.

Elmuchachohabíacerradodenuevolosojosyparecíamuerto.

—¿Noquierequelehagaalgúnrecado?—preguntóGarronealpadre.

—No,buenmuchacho,gracias—respondióelalbañil—;marchaosacasa,puestalvezosesténesperando.

Ydiciendoesto,nosdirigióhacialaescaleraycerrólapuerta.

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Perocuandoíbamosporlamitaddelosescalones,oímosllamar:

—¡Garrone,Garrone!

Subimosrápidamentelostres.

—¡Garrone!—dijo el albañil, visiblemente desconcertado—. ¡Mi hijo teha llamadoporelnombre!Hacíadosdíasquenohablabay tehanombradodosveces.¿Quierespasar?¡Ah,santoDios,siestofueraunabuenaseñal!

—¡Hastaluego!—nosdijoGarrone—;yomequedo—yentróenlacasaconelpadre.Derossiteníalosojosllenosdelágrimas,yyolepregunté:

—¿Llorasporelalbañilito?Comoyahahabladoesseguroquesepondrábien.

—Sí,esocreo—respondióDerossi—;peroenestemomentonopensabaenél,sinoenlobuenoqueesGarroneyensuhermosaalma.

*

ElcondeCavour

Miércoles,29

Debes hacer la descripción del monumento al conde Cavour. Puedeshacerla; pero sin lograr comprender todavía por ahora la figura del insignepersonaje.Demomentohasdesaberlosiguiente:porespaciodemuchosañosfueelprimerministrodelPiamonte;mandóelejércitopiamontésenCrimeapararevalidarlagloriamilitardenuestrapatriaconlavictoriadeCernaia,quehabía quedado ofuscada por la derrota sufrida enNovara; él fue quien hizopasarlosAlpesacientocincuentamilfrancesesparaarrojaralosaustríacosdeLombardía, quien gobernó a Italia en el períodomás importante de nuestrarevolución, el que dio aquellos años el impulso más poderoso a la santaempresa de la unificación de la patria, con su claro ingenio, con invencibleconstanciayconunalaboriosidadmásquehumana.

Muchos generales conocieron horas tremendas en el campo de batalla;pero él las pasó más terribles aún en su despacho, cuando la grandiosaempresa podía venirse abajo de un momento a otro como frágil edificiosacudidoporunterremoto;pasóhoras,nochesdeluchaydeansiedad,capacesdetrastornarlarazónoproducirlaparalizacióndelcorazón.Tangigantescoytempestuosotrabajolequitóveinteañosdevida.Peroaunconunafiebrequeledevorabayhabríadellevarlealsepulcro,luchabadesesperadamenteconlaenfermedadparahaceralgoporsuPatria.

—Esextraño—decíacondolorensulechodemuerte—;yanosénipuedoleer.

Mientraslesacabansangre,decíaimperiosamente:

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—Curadme;mimentesenublaynecesitoestarenposesióndetodasmisfacultadesparaocuparmedegravesasuntos.

Estando ya en sus últimos momentos, cuando toda la ciudad se sentíaconsternadayelmismoReynoseapartabadesucabecera,todavíadecíacongranafán:

—Tengomuchascosasquedeciros,Majestad;peromeencuentromuymalynopuedo,nopuedo—yseacongojaba.

Su pensamiento febril no se apartaba de los asuntos de Estado, de lasprovinciasitalianasquesehabíanunidoanosotrosydelasmuchascosasquequedabanporhacer.Ensusdeliriosdecía:

—¡Educadalainfanciayalajuventud…!Gobiérneseconlibertad.

Eldelirioaumentaba,lamuertelesobreveníayauninvocabaconardientespalabrasalgeneralGaribaldi,conelcualhabíatenidociertasdiscrepancias,ynombrabaconfrenesíVeneciayRoma,quetodavíanoeranlibres;teníavastasvisionessobreItaliayEuropa;soñabaconunainvasiónextranjera,preguntabadóndeestabanloscuerposdelejércitoylosgenerales;auntemíapornosotros,porsupueblo.

Sumayorpena,yalocomprenderás,noeramorir,sinolaimposibilidaddedirigir laPatria,que todavía lonecesitabaypor la cualhabíaconsumidoenpocosañoslasdesmedidasfuerzasdesuprodigiosoorganismo.Murióconelgritodebatallaensugarganta,ysumuertetuvolagrandezaquecorrespondíaasuadmirableexistencia.

Piensa,Enrique,quérepresentanuestro trabajo,pormuchoquenospese,quésonnuestraspenalidadesynuestramismamuerte,encomparacióndelostrabajos,delosformidablesafanes,delastremendascongojasdeloshombressobrecuyocorazóngravitalaresponsabilidaddeunanaciónyaundetodounmundo. Piensa en eso, hijomío, cuando pases por delante de la imagen demármolydiledetodocorazón:«¡Gloriaati!»

TUPADRE

ABRIL

Primavera

Sábado,1

¡Primerodeabril!¡Todavíanosquedantresmesesdecurso!Estamañanahasidounadelasmásbellasdelaño.

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En la escuela estaba contento porque Coretti me había propuesto quepasadomañana fuésemos apresenciar la entradadelRey juntamente con supadre, que lo conoce personalmente, y también por haberme prometido mimadrellevarmeesemismodíaavisitarlaguarderíadelaavenidadeValdocco.También estaba contento porque el albañilito va mejorando, y porque elmaestrodijeraayertardeamipadrecuandolepreguntópormí:

—Vamuchomejor.

Hemos tenido un tiempo realmente primaveral.Desde las ventanas de laclaseseveíaelcieloazul, losárbolesdel jardín llenosdebrotesnuevos, lasventanas de las casas abiertas de par en par, con los cajones y lasmacetascubiertosdeverdor.

Elmaestronosereía,porquenuncaseríe,peroestabadebuenhumor,ycasinoseleadvertíalaarrugarectaquecasisiempretieneenlafrente.Hastabromeaba al explicar en la pizarra un problema. Se notaba que encontrabaplacer respirando el aire del jardín que entraba por las ventanas, con frescooloratierrayhojas,quehacíapensarenlospaseosporelcampo.

Mientrasexplicaba,seoíanlosgolpesdeunherrerosobreelyunque,yenlacasadeenfrente,aunamujerquecantabaparadormirasunene;alolejos,enelcuarteldeCernaia,tocabanlastrompetas.

Todosestábamoscontentos,inclusoStardi.

Aciertopunto el herrerode la calle inmediata empezóadargolpesmásfuertes; la mujer a cantar más alto. El maestro cesó de explicar y prestóatención.Luegodijolentamente,mirandoporlaventana:

—El cielo nos sonríe; unamadre canta, un hombre honrado trabaja; loschicosestudian;¡quécosasmásestupendas!

Cuando salimos de clase, pudimos comprobar que también estaban losdemás alegres; marchaban en fila marcando fuertemente el paso ycanturreando, como en vísperas de unas vacaciones de cuatro días; lasmaestrasbromeaban;ladelaplumarojasaltabadetrásdesusalumnitoscomounacolegiala;lospadresdeloschicoshablabanentresíriéndose,ylamadredeCrossi,laverdulera,llevabaenlascestastantosramilletesdevioletas,quellenabandeperfumeelgranzaguándelaescuela.

Nuncamehabíasentidotancontentocomoalverestamañanaamimadreesperándomeenlacalle.Yselodijeyendoasuencuentro:

—Estoycontento.¿Porquéestoytancontentoestamañana?

Y mi madre me contestó sonriendo que era por la primavera y laconcienciatranquila.

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*

ElreyHumberto

Lunes,3

AlasdiezenpuntoviomipadredesdelaventanaaCoretti,elvendedordeleña,yasuhijo,esperándomeenlaplaza,ymedijo:

—Ahíestán,Enrique;veteaveralRey.

Bajécomouncohete.Padreehijoestabanmásalegresquedeordinarioynuncacomoestamañanahabíanotadosugranparecido;elpadrellevabaenlachaqueta lamedalla al valor entre otras dos conmemorativas; las puntas delbigote retorcidasypuntiagudas comoalfileres. Inmediatamentenospusimosencaminohacialaestacióndelferrocarril,dondeelReydebíallegaralasdiezymedia.Corettipadrefumabasupipaysefrotabalasmanos.

—¿Sabéis—decía—quenolehevueltoaverdesdelaguerradelsesentayseis? La friolera de quince años y seis meses. Primeramente tres años enFrancia;luegoenMondoví;yaquíquelehabríapodidover,nuncasehadadolamalditacasualidadquemeencontraseenlaciudadcuandoveníaél.¡Loquesonlascircunstancias!

Llamaba al Rey simplemente Humberto, como si fuera un camarada:«Humbertomandabala16ªdivisión».«Humbertoteníaveintidósañosytantosdías».«Humbertomontabauncaballoasíyasí…»

—¡Quinceaños!—decíaconvozfuerte,alargandoelpaso.

—¡Yatengoganasdevolverloaver!Lodejépríncipe,yloencuentrorey.Tambiénhecambiadoyo:desoldadohepasadoaservendedordeleña—ysereía.

Suhijolepreguntó:

—¿Teconocería,siteviese?

Elhombreseechóareír.

—Estásloco—contestó—.Esoesimposible.Él,Humberto,eraunosolo,ynosotroséramoscomolasmoscas.¿Túcreesquesedetuvoamirarnosunoporuno?

Desembocamosen la avenidadeVíctorManuel.Muchagente sedirigía,comonosotros,alaestación.Pasabaunacompañíadealpinosconlabandadetrompetasabriendolamarcha.Doscarabinerosacaballoibanalgalope.

—¡Sí! —exclamó Coretti padre, animándose—; tengo mucho gusto envolver a ver a mi general de división. ¡Lástima que haya envejecido tanpronto!Mepareceque era ayer cuando llevaba lamochila a la espalday el

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fusilenlasmanosenmediodeunaenormeconfusión,aquellamañanadel24de junio,cuando íbamosaentrarencombate.Humberto ibayveníaconsusoficiales mientras a lo lejos retumbaba el cañón. Todos lo mirábamos ydecíamos:«Contaldequenoletoquenlas…»Estabaamilleguasdepensarquepocodespuésloibaatenertancercadelaslanzasdelosulanosaustríacos,precisamente a cuatro pasos el uno del otro, hijitos. Hacía un tiempomagníficoyelcieloparecíaunespejo.Veamossisepuedeentrar.

Habíamos llegado a la estación. Había un gentío inmenso, coches,guardias, carabineros, representantes de entidades con banderas. Tocaba labandadeunregimiento.

Coretti padre intentó entrar bajo un pórtico, pero se lo impidieron.Entoncespensósituarseenprimerafila,entrelamultitudqueseagrupabaalasalida,y,abriéndosepasoacodazos,logrósupropósito;nosotrosleseguimos.Peroelgentío,ensusmovimientosdevaivén,nosllevabadeunladoaotro.Elvendedordeleñasecolocójuntoalaprimeracolumnadelpórtico,dondelosguardiasnodejabanestaranadie.

—Venidconmigo—dijoderepente,y,llevándonosdelamano,cruzamosrápidamenteelespaciolibresituándonosdeespaldasalapared.

EnseguidasepresentóunoficialdeSeguridad,queledijo:

—Aquínosepuedeestar.

—Yosoydelcuartobatallóndel49—lerespondióCoretti,señalándolelamedalla.

Elpolicíalemiróydijo:

—¡Quédese!

—¿Nodigoyo?—exclamómuyufanoCoretti—;elcuartodelcuarentaynueveesunapalabramágica.¿Notengoderechoaverconciertacomodidadami general, después de haber formado el cuadro? Si entonces lo vi tan decerca, justo es, creo yo, que lo vea también ahora de cerca. ¡Y qué digogeneral!¡Sidurantemediahorafueelcomandantedemibatallón,porqueenaquellosmomentoséleraquienlomandabaestandoenmediodenosotros,ynoelmayorUlrich,quédiablos!

En lasaladeesperayensusproximidadesseveía,entretanto,amuchosseñores y militares; delante de la puerta se alineaban los coches con loscriadosvestidosderojo.

Coretti preguntó a supadre si el príncipeHumberto tenía en sumano laespadacuandoestabaenelbatallón.

—¡Ya lo creo!—respondió—; para poder parar una lanzada, que podía

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tocarlecomoacualquierotro.¡Losdemoniosdesencadenadossenosecharonencima! Corrían por entre los grupos, los escuadrones y los cañones,pareciendo remolinosdeunhuracán, rompiéndoloydestrozándolo todo.Erauna confusión de coraceros de Alejandría, lanceros de Foggia, de infantes,ulanos, bersalleros, un infierno en el que nadie se entendía. Yo oí gritar:«¡Alteza! ¡Alteza!», viendo venir seguidamente las lanzas enemigas;disparamoslosfusilesyunanubedepólvoraloocultótodo…Luegosedisipóelhumo…Elsueloestabacubiertodecaballosydeulanosheridosymuertos.YovolvíhaciaatrásyvienmediodenosotrosaHumberto,montadoacaballoque miraba a su alrededor, tranquilo, como con deseos de preguntar: «¿Harecibido arañazos algunodemis valientes?»Ynosotros le vitoreamos en sumismacaracomolocos.¡Quémomentos,santoDios!…Yallegaeltrenreal.

Labandatocó;acudieronlosoficialesylamultitudseapoyóenlapuntadelospies.

—¡Habráqueesperarunpoco!—dijounguardia—.Ahoraestáoyendoundiscurso.

Corettipadrenocabíaensídegozo.

—¡Ah!Cuandopiensoenél,mepareceverloallá.Bienestáqueacudaavisitaralosatacadosporelcólerayquesehalleentrelosdamnificadosporlosterremotos, para darles ánimo, eso es meritorio; pero yo siempre lo tengopresente en mi recuerdo como lo vi entonces, en medio de nosotros, conasombrosaserenidad.Yestoysegurodequetambiénseacordaráéldelcuartodel 49, aun ahora que es rey, y le gustaría reunirse con todos nosotros enalgunaocasión,conlosqueteníaasualrededorenaquellosinstantes.Ahoralerodeangeneralesyseñoresencopetados;entoncesnoteníacercadesímásquepobres soldados. ¡Si yo pudiera cruzar con él unas cuantas palabras! ¡Casinada,nuestrogeneraldeveintidósaños,nuestroaugustopríncipe,confiadoanuestrasbayonetas…!¡Quinceañosquenoloveo…!¡NuestroHumberto…!¡Esamúsicamehacehervirlasangre,palabradehonor!

Gritos frenéticos le interrumpieron;millares de sombreros se agitaron alviento;cuatroseñoresvestidosdeetiquetasubieronalprimercarruaje.

—¡Es él! —gritó Coretti, permaneciendo como encantado. Despuésprosiguióporlobajo—:¡Virgenmía,quécanosoestá!

Los tres nos descubrimos.El coche real avanzaba con lentitud, entre losvítoresdelamultitud,quegritabaylesaludabaconlossombrerosenlamano.Yo miraba a Coretti padre. Me pareció otro, como si de pronto se hubiesehechomásalto,pálido,rígido,apoyándoseenlacolumna.

Elcocherealllegódelantedenosotros,aunpasodelapilastra.

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—¡Viva!—gritaronmuchasvocesauna.

—¡Viva!—gritóCorettidespuésdelosdemás.

ElReysefijóenélysedetuvoduranteunosinstantesenlastresmedallas.

Coretti perdió entonces la cabeza y exclamó: —¡Cuarto batallón delcuarentaynueve!

El Rey, que ya estaba mirando a otra parte, se volvió hacia nosotros y,fijándosemásenCoretti,sacólamanofueradelcoche.

Corettidiounsaltoadelanteyselaestrechó.

Elcarruajepasó,seinterpusoelgentíoynosseparó,perdiendodevistaaCorettipadre.Fuetansólouninstante.Enseguidasepusoanhelante,conlosojoshumedecidos,yllamóavocesasuhijo,teniendolamanoenalto.Elhijocorrióhaciaél.

—¡Venacá,hijomío—ledijo—quetodavíatengocalientelamano!—Yselapasóporlacara,añadiendo:—EstaeslacariciadelRey.

Allísequedó,comosidespertaradeunsueño,conlosojosfijossobrelalejanacarrozareal,sonriendo,conlapipaenlasmanos,enmediodeungrupodecuriososquelemiraban.

—Esunodelcuartodel49—decían—,esunantiguosoldadoqueconocealRey.ElReylohareconocidoylehaestrechadolamano.

—HaentregadounmemorialalRey—añadióotroentonomásalto.

—¡Esonoescierto!—rebatióCorettivolviéndoseconbrusquedad—;nole hepedidoningún favor.Otra cosa le daría sime la pidiese…—Todos lemiraronconciertoasombro.Yélañadiósininmutarse—:¡Misangre!

*

Laguardería

Martes,4

Cumpliendosupromesa,mimadremellevóayer,despuésdealmorzar,alaguarderíainfantildelaavenidadeValdocco,pararecomendaraladirectoraaunahermanitadePrecossi.

Yonohabíavistonuncauncentroasí.¡Québienlopasé!Erandoscientos,entre niños y niñas, tan pequeños, que nuestros parvulitos de la primerainferiorsonunoshombresasu lado.Llegamoscuandoentrabanen filadeados en el refectorio, donde había dos mesas muy largas con muchasescotaduras redondas, y en cada una de ellas una escudilla negra, llena dearrozyhabichuelas,yunacucharadeestañoallado.

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Alentrar,algunossecaíanypermanecíansentadosenelsuelo,hastaqueacudíanlasmaestrasparalevantarlos.Muchosseparabananteunaescudilla,creyendoquefueseaquelsusitio,yengullíaninmediatamenteunacucharada;peroalgunamaestralesdecía:«¡Adelante!»Ellosdabantresocuatropasosytomabanotracucharada,yasíhastaquellegabanasupuesto,despuésdehaberconsumidoacucharadassueltasmediaraciónporlomenos.Alfin,afuerzadeempujarlosydegritar:«Cadacualasusitio»,lospusieronenordenyempezólaoración.Perolosdelafiladedentro,quepararezarteníanqueponersedeespaldasalaescudilla,volvíandevezencuandolacabezaparanoperderladevistayquenadie lesbirlasenada; rezabancon lasmanos juntasy lamiradahacia el cielo, pero con el corazón en la comidita. Terminada la oración,empezaronacomer.

¡Quéespectáculotandivertido!Unocomíacondoscucharas;otroseservíaexclusivamentede lasmanos;muchoscogían lashabichuelasunaaunayselas iban guardando en el bolsillito; otros, en cambio, se las ponían en eldelantalitoylasmachacabanhastaconvertirlasenunapasta.Nofaltabanlosque no comían por embobarse viendo volar las moscas, y algunosestornudaban y lanzaban una granizada de arroz en torno suyo. Aquelloparecía un gallinero. Pero era muy divertido. Eran dignas de verse las doshileras de niñas con el pelo sujeto en lo alto de la cabeza con cintas rojas,verdesyazules.Unamaestrapreguntóaunafiladeochoniñas:

—¿Dóndesecríaelarroz?

Lasochoabrieronlabocallenadecomidayrespondieronauna,cantando:

—Elarrozsecríaenelagua.

Despuésmandólamaestra:

—¡Manosenalto!

Yfuebonitoobservarqueselevantabantodosaquellosbracitos,queunosmeses antes estaban en pañales, y agitarse todas las manecitas, dando lasensacióndeserotrastantasmariposasblancasysonrosadas.

Luegosalieronal recreo,no sinantescoger lascestitascon lamerienda,queestabancolgadasenlapared.

Fueron al jardín y se esparcieron, sacando sus provisiones: pan, ciruelaspasas,untrocitodequeso,unhuevohervido,peraspequeñitas,unpuñadodegarbanzosounaladepollo.Enunosinstantestodoel jardínestuvocubiertode migajas y partículas como si en él hubieran esparcido granzas parabandadasdepájaros.Comíanenlasposturasmásextrañas,comolosconejos,lostopos,losgatos,royendo,lamiendo,chupando.Unniñososteníasobresupechounarebanadadepanylaibauntandoconunaníspola,comosisacara

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brilloaunaespada.Unasniñasestrujabanenlamanorequesonesfrescosqueescurríancomolecheentre losdedosyse losmetíanen lasmangas,sinqueellas se apercibieran. Corrían y se perseguían con las manzanas y lospanecillosenlosdientes,comolosperritos.Viatresqueintroducíanunpalilloen un huevo duro creyendo descubrir en él verdaderos tesoros, lo esparcíanporelsueloyluegolorecogíanpedacitoapedacitocongranpaciencia,comosi hubiesen sido perlas. Los que llevaban algo extraordinario tenían a sualrededor a ocho o diez criaturas con la cabeza inclinada hacia el interior,como habrían mirado la luna en un pozo. Al menos unos veinte estabanalrededordeunchiquitoqueteníaenlamanouncucuruchodeazúcar,ytodosle hacían cumplidos para que les permitiesemojar el pan; él lo consentía aunos;yaotros,despuésdehacerserogar,sólolespermitíachuparseeldedo.

Entretantomimadrehabíaacudidoal jardínyacariciabaoraaunooraaotro.Muchosleseguían,einclusoseleechabanencimaparapedirleunbeso,poniendo lacaritahaciaarriba,comosimirasenaun tercerpiso,abriendoycerrandolabocacualsipidierandemamar.Unoleofrecióungajodenaranjayamordido;otrounacortecitadepan;unaniñalediounahoja,otraleenseñómuyseriecitalapuntadeldedoíndice,donde,fijándosebien,podíaverseunaampollitamicroscópica,quesehabíahechoeldíaanterioraltocarlallamadeuna vela. Le ponían ante los ojos, como grandes maravillas, insectos tanpequeñosquenomeexplicocómopodíanverlosycogerlos,pedazosdetapóndecorcho,botoncitosdecamisayflorecitascortadasdelasmacetas.Unniñoconlacabezavendada,quequeríaseleatendieseatodacosta,lebalbuceónoséquéhistoriadeunavoltereta,sinqueseleentendieralomásmínimo;otroquisoquemimadreseinclinaseyledijoaloído:

—Mipadrehaceescobas.

Mientras tanto ocurrían por todas partes mil peripecias que obligaban aacudiralasmaestras:niñasquellorabanporquenopodíandeshacerunnudodelpañuelo;otrasquepordossemillasdemanzanadisputabanagritosysearañaban; un niño se había caído boca abajo sobre un banquito volcado, yllorabapornopoderselevantar.

Antesdemarcharnos,mimadretomóenbrazosatresocuatroyentoncesacudieron de todas partes, con las carasmanchadas de yemade huevo y dezumodenaranja,paraqueloscogiera;unoleagarrabalasmanos;otrolecogíaundedoparaverlelasortija;quiénleestirabadelacadenitadelrelojyhabíaunoqueseempeñabaentocarlelastrenzas.

—¡Cuidado, señora —decían las maestras—, que le van a estropear elvestido!

Peromimadrenohacíacasoycontinuóbesándolos.Seleechabanencima,losprimerosconlosbracitosextendidos,comoqueriendotreparporella,ylos

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másdistantestratandodeabrirsepasoparaponerseenprimertérmino.Todosledecíanagritos:

—¡Adiós!¡Adiós!¡Adiós!

Alfinlogróescapardeljardín,yentoncestodoscorrieronaasomarseporentre los barrotes de la verja, para verla pasar y sacar los bracitos fuera ensaludo,ofreciéndolotodavíapedazosdepan,trocitosdeníspolaycortezasdequeso,gritandoalavez:

—¡Adiós!¡Adiós!¡Adiós!¡Vuelvemañana!¡Venotravez!

Mimadre,alpasar,moviósumanoporencimadeaquellascienmanecitasqueseagitaban,comosobreunaguirnaldaderosasvivas,ycuandoestuvimosenlacalle,apesardeirellacubiertademigajasydemanchas,manoseadaydespeinada, con una mano llena de flores y los ojos hinchados por laslágrimas,sesentíatancontentacomosisalieradeunafiesta.

A lo lejos seguía oyéndose el vocerío del jardín de la guardería infantil,comoungorjeodepajarillos,diciendo:

—¡Adiós!¡Adiós!¡Venotravez,señora!

*

Enclasedegimnasia

Miércoles,5

Comoquieraquecontinúahaciendountiempoespléndido,noshanhechopasarlosaparatosdegimnasiadesdelasalaaljardín.

Garrone estaba ayer en el despacho del señor Director cuando llegó lamadredeNelli,larubiaseñoravestidadenegro,pararogarlequedispensaraasu hijo de los nuevos ejercicios. Cada palabra le costaba un esfuerzo, yhablabateniendounamanosobrelacabezadesuhijo.

—Nopuede…—dijoalDirector.

SinembargoNellisemostrómuycontrariadoantelaposibilidaddequedarexcluidodedichosejerciciosysufrirunahumillaciónmás…,porloquedijoasumadre:

—Yaverás,mamá,quesoycapazdehacerloqueotros.

Su madre le miraba en silencio, con aire de compasión y de afecto.Despuésdijoalgocavilosa:

—Medanmiedosuscompañeros…

Queríadecirquetemíaseburlasendeél.PeroNellilereplicó:

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—Nomeimportanada…Además,estáGarrone.Bastaqueélnoseburle.

Entoncesconsintieronquefuesealaclasedegimnasia.

El profesor, el de la cicatriz en el cuello, que sirvió a las órdenes deGaribaldi, nos llevó enseguida a las barras verticales, que sonmuy altas, yhabía que subirse hasta lo último, quedando de pie sobre el eje transversal.Derossi y Coretti subieron como dos monos; también se mostró ágil en lasubidaelpequeñoPrecossi,aunqueestorbándoleelchaquetónquele llegabahasta las rodillas, y para hacerle reír y estimularle, le repetíamos suacostumbradoestribillo:

—Perdona,perdona.

Stardi bufaba, se ponía rojo como un pavo y apretaba los dientes comoperrito rabioso; pero aunque hubiese reventado habría llegado a lo último,como,enefecto,llegó.TambiénsuperólapruebaNobis,queadoptódesdeloalto la postura de un emperador.Votini se resbaló dos veces, a pesar de subonito traje con listas azules, que le habían hecho expresamente para lagimnasia.

Parasubirconmayorfacilidad,todosnosembadurnábamoslasmanosconpez griega, o colofonia, como la llaman, y, por supuesto, es el traficante deGaroffi quien la provee a todos en polvo, vendiéndola a perragorda elcucurucho,ganándosecasiotrotanto.

Luego le correspondió a Garrone, que trepó, sin dejar de masticar pan,comosinotuvieraimportancia,ycreoquehabríasidocapazdesubirllevandoa uno de nosotros a la espalda; tanta es la fuerza de ese torete.Después deGarronellególavezaNelli.Encuantoseagarróalasbarrasconsuslargasydébilesmanos,muchosempezaronareírseyburlarse;peroGarronecruzósusrobustos brazos sobre el pecho y dirigió en torno suyo una mirada tanexpresiva, que todos comprendieron que recibiría unos guantazos, aun enpresenciadelprofesor,elqueprosiguieraenlaburla.Anteesto,todosdejarondereírseinmediatamente.

Nelli empezó a subir; al pobrecillo le costabamucho; se poníamorado;respirabafuerteylecorríaelsudorporlafrente.

Elprofesorledijo:

—¡Baja!

Peronoleobedeció,yhacíaesfuerzosobstinados.Yoesperabaverlecaerde unmomento a otro,mediomuerto. ¡Pobre,Nelli! Pensaba que, de haberestadoensulugar,encasodequemehubiesevistomimadre,habríasufridomuchísimo.Ylohacíaporqueleaprecioynoséquéhabríadadoparahacerlesubir;lehabríaempujadodesdeabajosinquemevieran.EntretantoGarrone,

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DerossiyCorettiledecían:

—¡Arriba,arriba,Nelli!¡Venga,valiente!¡Animo,sigue!

Nellihizoungranesfuerzo,lanzandoungemidoyestuvoadospalmosdeltravesaño.

—¡Muy bien, valiente!—gritaron los otros—. ¡Animo!Ya no faltamásqueunpoquito.

Nelliseagarróaltravesaño,ytodosleaplaudimos.

—¡Bravo!—dijoelprofesor—,peroyaestábien.Bájate.

SinembargoNelliquisohacerlomismoquelosanteriores,y,despuésdenopocoesfuerzo,consiguióponerloscodoseneltravesaño,luegolasrodillas,y,porúltimo,lospies,plantándose,alfin,enél.Sincasipoderrespirar,perosonriendo,nosdirigióatodosunamiradadesatisfacción.Todosleaplaudimosdenuevoyélvolviólacabezahacialacalle.Yomevolvítambiénenaquelladireccióny,atravésdelasplantasquehaydelantedelaverjadeljardín,viasumadre,quepaseabaporlaacera,sinatreverseamirar.

Nelli descendió y todos le felicitamos. Estaba excitado, colorado y lebrillabanlosojos;noparecíaelmismo.

A la salida, cuando la madre salió a su encuentro y le preguntó coninquietud,abrazándole:

—¿Quétalhaido,hijomío?

Todosrespondimosacoro:

—¡Lohahechomuybien!Hasubidocomonosotros.Está fuerte,¿sabe?¡Yágil!Haceloquecualquierotro.

Noesparadecirlaalegríadelabuenaseñora.Quisodarnoslasgraciasunopor uno, y no pudo. Estrechó la mano a tres o cuatro, hizo una caricia aGarrone,sellevóconsigoalhijoylosvimosmarcharungrantrechodeprisa,hablandoygesticulandoentreellos,sumamentecontentoscomoantesnoloshabíavistonadie.

*

Elmaestrodemipadre

Martes,11

¡Quéexcursiónmásagradablehiceayerconmipadre!Lavoyadescribir.Anteayer,durante lacomida, leyendomipadreelperiódico, lanzódeprontounaexclamacióndeasombro.Despuésnosdijo:

—Yyoquesuponíaquehabíamuertohaceporlomenosveinteaños!¿No

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sabéis que todavía vivemi primermaestro,DonVicenteCrosetti, que tieneochenta y cuatro años? Acabo de enterarme de que el Ministerio le haconcedido lamedalla del trabajo por los sesenta años que ha dedicado a laenseñanza.¡Sesentaaños!¿Quéosparece?Yhacesolamentedosquedejódedar clase. ¡Pobre señor! Vive a una hora de tren de aquí, en Condove, elpueblodenuestraantiguajardineradelchaletdeChieri—Yluegoañadió—:Enrique,iremosaverlo.

Todalatardeestuvohablándonosdeél.

Elnombredesuprimermaestroletraíaalamemoriamilrecuerdosdesuinfancia,desusprimeroscompañeros,desudifuntamadre.

—¡ElseñorCrosetti!—exclamaba—.Teníaunoscuarentaañoscuandoyoasistía a su escuela. Aun me parece estar viéndolo: un hombre ya algoencorvado,deojosclarosylacarasiempreafeitada.Severo,perodebuenosmodales,quenosqueríacomounpadre,aunquesinconsentirnosnadaquenoestuviesebien.Erahijodecampesinos,ehizolacarreraafuerzadeestudioydemuchasprivaciones.Mimadre le apreciabamuchoymipadre lo tratabacomoamigo.¿CómohabráidoapararaCondove,desdeTurín?Seguramenteque no me reconocerá. Pero no importa. Lo reconoceré yo. ¡Han pasadocuarenta y cuatro años! Cuarenta y cuatro años, Enrique; iremos a verlomañana.

Yayerpor lamañana,a lasnueve,estábamosen laestacióndeSusa.Yohabría querido que nos acompañaseGarrone; pero no pudo, por encontrarseenfermasumadre.

Era una espléndida mañana primaveral. El tren corría entre los verdescamposy lossetosen flor, respirándoseunaireperfumado.Mipadreestabacontento, y, de vez en cuando,me echaba un brazo al cuello y,mirando elpanoramaqueseibaofreciendoanuestravista,mehablabacomoaunamigo.

—¡PobreseñorCrosetti!—decía—.Hasidoelprimerhombrequemehaqueridoyhamiradopormibien,despuésdemipadre.Nuncaheechadoenolvido sus buenos consejos y hasta ciertos reproches destemplados que mehacíaniramicasademaltalante.Teníalasmanoscortasygruesas.Mepareceestar viéndolo cuando entraba en la escuela: ponía el bastón en un rincón ycolgabasucapaenlapercha,siempreconidénticosmovimientos.Conservabatodoslosdíasigualhumor, tanconcienzudo,metódico,atentoyvoluntariosocomo si diese clase por primera vez. Lo recuerdo como si ahoramismo leoyesedecir,llamándomelaatención:«Eh,tú,Bottini,ponelíndiceyeldedocorazón en el palillero». Seguramente estará muy cambiado después decuarentaaños.

Apenas llegamosaCondove, fuimosabuscaranuestraantigua jardinera

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de Chieri, que tiene una tiendecita en una de las callecitas del pueblo. Laencontramosconsushijos,ysealegrómuchodevernos.Nosdionoticiasdesumarido, que estaba para regresar deGrecia, a donde había ido a trabajarhace tres años, así como de su hija mayor, que se halla en el Instituto deSordomudos de Turín. Luego nos indicó por dónde debíamos ir a casa delmaestrodemipadre,muyconocidoenelpueblo.

Salimos del pueblo y fuimos por una senda en cuesta flanqueada porfloridossetos.

Mipadrenohablaba,parecíaquefueraabsortoensuspensamientos,ydevezencuandosesonreíayluegomovíalacabeza.

Deprontosedetuvoydijo:

—Allíestá.Seguroqueesél.

Hacia nosotros bajaba por la senda un anciano de pequeña estatura, debarba blanca, con ancho sombrero en la cabeza, apoyándose en un bastón.Arrastrabalospiesyletemblabanlasmanos.

—¡Esél!—repitiómipadre,apresurandoelpaso.

Nos detuvimos cuando estábamos cerca. También se detuvo el anciano,que miró a mi padre. Tenía la cara todavía fresca, y los ojos claros yvivarachos.

—¿Esusted—lepreguntómipadrealtiempoquesequitabaelsombrero—elmaestrodonVicenteCrosetti?

—Elmismo—respondió convoz algo trémula, pero robusta—. ¿Enquépuedoservirle?

—Mire, permita a un antiguo alumno suyo estrecharle la mano ypreguntarlecómoseencuentra.HevenidodeTurínexpresamenteparaverlo.

Elancianolemiró,extrañado.Luegodijo:

—Esmuchohonorparamí…nosé…¿Cuándofuealumnomío?Perdone¿quierehacerelfavordedecirmesunombre?

—AlbertoBottini—lecontestómipadre,añadiendoel lugaryelañoenquehabíaasistidoasuescuela—.Usted,claroestá,noseacordarádemí.Peroyosílerecuerdoperfectamente.

Elmaestroinclinólacabezaymiróalsuelo,pensativo,ymurmuródosotresveceselnombredemipadre.Despuésdijolentamente:

—¿AlbertoBottini?¿ElhijodelingenieroBottini,quevivíaenlaplazadelaConsolata?

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—Elmismo—lerespondiómipadre,tendiéndolelasmanos.

—Entoncespermíteme,miqueridoamigo,que tedéunabrazo.—Así lohizo,ysublancacabezaapenassillegabaalhombrodemipadre,quienapoyósumejillaenlafrentedelanciano.Luegomepresentó:

—ÉsteesmihijoEnrique.

El anciano me miró con complacencia y me besó en la frente. Acontinuaciónnosdijo:

—Venidconmigo.

Sinañadirmás,sevolvióynosencaminamoshaciasucasa.

Llegamosaunapequeñaexplanada,antelacualhabíaunacasitacondospuertas,unadelascualesteníaencaladountrozodeparedensuderredor.

Elmaestroabriólaotraynosinvitóapasar.

Entramosenunapequeñaestancia, con suscuatroparedesencaladas.Enunrincónhabíaunacamadetablasconjergóndehojasdemaízyunacubiertade cuadros blancos y azules. En otro se veía una mesita y una pequeñabiblioteca. Cuatro sillas completaban el modesto mobiliario. En una de lasparedes,unviejomapasujetocontachuelas.Sepercibíaoloramiel.

Nos sentamos los tres. Mi padre y el maestro se miraron un rato ensilencio.

—¡ConqueBottini!—exclamó elmaestro, fijando sumirada en el sueloenladrillado,dondeelsolreflejabauntablerodeajedrez—.¡Meacuerdomuybien!Tumadre erauna señoramuybuena.Túestuviste elprimer añoenelprimerbanco, juntoa laventana.Fíjate simeacuerdo.Aúnmepareceestarviendo tu cabeza rizada—luego pensó unmomento—. Eras un chicomuyespabilado.Elsegundoañoestuvisteenfermodegarrotillo.Meacuerdoquetellevarondespuésaclasemuydemacrado,envueltoenunmantón.Hanpasadocuarenta años, ¿no es verdad? Has hecho bien en acordarte de tu pobremaestro. Han venido otros a visitarme, entre ellos un coronel, sacerdotes yotrosdediversasprofesiones—luegopreguntóamipadreaquésededicaba,ya continuación añadió—:Me alegro, me alegro de todo corazón que hayasvenido, y te doy las gracias. Hacía tiempo que no veía a ninguno de misantiguosalumnos,ytemoqueseasprecisamentetúelúltimo.

—¡Nodigaustedeso!—exclamómipadre—.Ustedestábienyaúntienemuchavitalidad.

—¡Ah,no!—respondióél—.¿Esquenovescómo tiemblo?—yenseñósusmanos—.Estoesunmalindicio.Meacometióeltemblorhacetresaños,estandoenclase.Alprincipionohicecaso,creyendoquesemepasaría;pero

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noha sidoasí, sinoqueha idoenaumento. ¡Aqueldía, cuandoporprimeravezhiceungarrapatoenelcuadernodeunchicofueungolpemortalparamí,puedes creerlo! Aún seguí dando clase por cierto tiempo, pero llegó unmomento en que ya no me fue posible continuar. Al cabo de sesenta añosdedicadosalaenseñanzatuvequedespedirmedelaescuela,delosalumnosydeltrabajo.Ylosentímuchísimo,comopuedesfigurarte.Laúltimavezquediclase me acompañaron todos a casa y me festejaron; pero yo estaba triste,comprendiendoque seme acababa la vida.El año antes habíaperdido amiesposayamihijoúnico,quemuriódeapendicitis.Nomequedaronmásquedosnietoscampesinos.Ahoravivoconalgunoscientosdelirasquemedandepensión. No hago nada, y los días parece que no tienen fin. Mi únicaocupación, ya lo ves, es hojearmis viejos libros de escuela, colecciones deperiódicosydiariosescolares,asícomoalgunoslibrosquemehanregalado…Míralos—dijo señalando la biblioteca—; ahí están mis recuerdos, todo mipasado… No me queda otra cosa en el mundo —Luego, en tonorepentinamente jovial, dijo—: Te voy a proporcionar una grata sorpresa,queridoBottini.

Se levantó y, acercándose a lamesa, abrió un largo cajón, que conteníamuchospequeñospaquetes,todosellosatadosconuncordoncito,apareciendoescritaencadaunounafechadecuatrocifras.Despuésdehaberbuscadounpoco,desatóuno,hojeómuchospapelesysacó_unoamarillento,quepresentóamipadre.Erauntrabajosuyodelaescuela,realizadocuarentaañosatrás.Enlacabecerahabíaescrito:AlbertoBottini.Dictado,3deabrilde1838.

Mi padre reconoció enseguida su letra gruesa de niño y empezó a leer,sonriéndose.Mas de pronto se le humedecieron los ojos.Yome apresuré apreguntarlequélepasaba.

Elmerodeóconunbrazolacinturay,apretándomecontrasí,medijo:

—Miraestahoja.¿Ves?Estascorreccioneslashizomipobremadre.Ellasiempremereforzabalaselesylastes.Losúltimosrenglonessonenteramentesuyos.Habíaaprendidoaimitarperfectamentemisrasgosy,cuandoyoestabarendido de sueño, ella terminaba el trabajo pormí. ¡Benditamadremía!—Dichoesto,besólapágina.

—Aquí están —dijo el maestro, enseñando otros paquetes— mismemorias. Cada año iba poniendo aparte un trabajo de cada uno de misalumnos,teniéndolostodosordenadosynumerados.Avecesloshojeo,yleoal azar algunas líneas, volviendo a mi recuerdo mil cosas, con lo que meparece revivir el tiempo pasado. ¡Cuántos años han transcurrido, queridoBottini! Yo cierro los ojos y veo caras y más caras, clases tras clases,centenaresycentenaresdechicos,muchosdeloscualeshandesaparecidoya.Denopocosmeacuerdoperfectamente.Meacuerdobiendelosmejoresyde

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los peores, de los que me han proporcionado muchas satisfacciones y dequienesmehanhechopasarmomentostristes,porquedetodohahabidoenlavida,comoes fácil suponer.Peroahora,ya locomprenderás,escomosimeencontraseenelotromundo,yatodoslosquieroigualmente.

Sevolvióasentarytomóunademismanosentrelassuyas.

—Ydemí—lepreguntómipadre, sonriéndose—,¿no recuerdaningunamalapasada?

—De ti—respondió el anciano, sonriéndose también—por elmomento,no.Peroesonoquieredecirquenohicierasalguna.Erasunchicojuicioso,talvezmásseriodeloquecorrespondíaatuedad.Meacuerdodelomuchoquetequeríatubuenamadre…Hashechobienyteagradezcolaatenciónquehastenido conmigo en venir a verme. ¿Cómo has podido dejar tus ocupacionesparallegaralamoradadetupobreyviejomaestro?

—Oiga,señorCrosetti—dijomipadreconviveza—.Meacuerdocomosifueseahora,laprimeravezquemimadremeacompañóalaescuela,debiendosepararsedemíporespaciodedoshorasydejarmefueradecasaenmanosdeuna persona desconocida. Esa es la verdad. Para aquella santa criatura, miingresoenlaescuelaeracomolaentradaenelmundo,laprimeradeunaseriede separaciones dolorosas, pero necesarias; la sociedad le quitaba por vezprimeraalhijoparanodevolvérseloyaporcompleto.Estabaemocionadayyotambién.Me recomendó a usted convoz temblorosa, y luego, almarcharse,aúnmesaludóporunresquiciodelapuerta,conlosojosllenosdelágrimas.Yprecisamenteentonceslehizoustedunademánconunamano,poniéndoselaotra sobre el pecho, como diciéndole: «Confíe en mí, señora». Pues bien,jamásloheolvidado,sinoquesiemprehapermanecidoenmicorazónaquelgesto suyo, aquella mirada, que eran expresiones de que usted se habíapercatado de los sentimientos de mi madre, y que constituían la honestapromesadeprotección,decariñoydeindulgencia.EserecuerdoeselquemehaimpulsadoasalirdeTurín.Yaquímetiene,alcabodecuarentaycuatroañosparadecirle:Gracias,queridomaestro.

Elmaestronorespondió;meacariciabaelpeloconlosdedos,ysumanotemblaba,saltabadelpeloalafrente,ydeéstaalhombro.

Entretanto mi padre miraba las desnudas paredes, el mísero lecho, unpedazo de pan y una botellita de aceite que había en la ventana, como siquisieradecir:«¿Ésteeselpremioqueseteotorgadespuésdesesentaañosdeintensotrabajo?»

Pero el anciano estaba contento y empezó a hablar de nuevo con granvivacidad de nuestra familia, de otros maestros de aquellos años y de loscompañeros de clase demi padre, el cual se acordaba de unos, pero no de

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otros; los dos se comunicaban noticias sobre éste o aquél. De prontointerrumpiómi padre la conversación para rogar almaestro que bajase connosotros al pueblo con el fin de almorzar juntos. Él contestó con muchaespontaneidad:

—Te lo agradezco, te lo agradezco.—Sin embargo parecía indeciso.Mipadreletendióambasmanosylereiterólainvitación.

—¿Cómome lasvoyaarreglarconestaspobresmanosquenoparandebailar,comoves?Esunmartiriotambiénparalosdemás.

—Nosotrosleayudaremos,señormaestro—lereplicómipadre.Entoncesaceptó,procurandosonreírseymoviendolacabeza.

—¡Hermoso día! —dijo cerrando la puerta desde fuera—. Un díainolvidable,queridoBottini.Teaseguroquelorecordarémientrasviva.

Mipadreledioelbrazo,yélmecogiódelamano,bajandodeesemodopor el caminillo.Encontramosados chicasdescalzas, quecuidabandeunasvacas,yaunmuchacho,quepasócorriendoconungranhazdehierbaalasespaldas. Elmaestro dijo que los tres eran alumnos de segundo, que por lamañana llevaban las vacas a pacer y trabajaban en el campo, con los piesdescalzos,yendoporlatarde,calzados,alaescuela.

Era casi mediodía, y ya no encontramos a nadie más. En unosminutosllegamosalaposada,nossentamosenunamesagrande,poniendoenmedioalmaestro, y enseguida empezamos a comer.Mi padre le cortaba la carne, lepartíaelpanyechabasalasuplato.Parabeberteníaquesujetarelvasoconambasmanos,yaunasíchocabaensusdientes.

Elmaestrosemostrabaalegre,perolamismaemocióndelfelizencuentroaumentabasutemblor,quecasileimpedíacomer.

Cuandoentramosenlaposada,reinabaenellaunsilencioconventual;sinembargo,prontoquedóroto,porqueelancianohablabamuchoyconcalordeloslibrosdelecturadecuandoélerajoven,deloshorariosdeentonces,deloselogiosquelehabíanhecholossuperiores,delanuevareglamentacióndelasescuelas dispuesta por el Gobierno, sin perder su serena fisonomía, aunquecon más colorido que al principio, la voz más agradable y la sonrisa casipropia de un joven. Mi padre lo miraba con gran atención, con la mismaexpresión que le veo a veces cuando se fija enmí, pensando y sonriendo asolasylacabezaalgoinclinadaaunlado.Almaestrolecayóalgodevinoenelpecho,ymipadreseapresuróalimpiárseloconlaservilleta.

—¡No, eso no, hijo mío, no te lo consiento!—le dijo, y se reía. Decíaalgunaspalabrasenlatín.Alfinallevantóelvaso,quelebailabaenlamano,ydijoconmuchaseriedad—:¡Atusalud,señoringeniero,ladetushijosyala

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memoriadetubuenamadre!

—¡A la suya, mi buenmaestro!—respondió mi padre, estrechándole lamano.

En el fondo de la estancia estaban el posadero y otros que miraban ysonreíancomosihubiesenparticipadode la fiestaquesehacíaenhonordelmaestrodesupueblo.

Salimosdespuésdelasdos,yelmaestroseempeñóenacompañarnosalaestación.Mipadre ledio elbrazootravezy élmecogióde lamano;yo lellevabaelbastón.Anuestropasosedeteníalagenteamirar,porserpersonamuyconocida,yalgunoslosaludaban.Enciertopuntodelcaminooímossalirporunaventanamuchasvocesdechicosqueleíanauntiempo.Elancianosedetuvoyparecióentristecerse.

—Estoes,miqueridoBottini—dijo—,loquemásmeapena:eloírlavozde los chicos en la escuela sin estar yo en ella y ser otro el encargado dedirigirlos.Heescuchadoesamúsicaporespaciodesesentaañosymicorazónsehabíahechoaella…Ahorameencuentrosinfamilia,yanotengohijos.

—Nodiga eso, señormaestro—replicómipadre, reanudandoel camino—;ustedtienemuchoshijosesparcidosporelanchomundo,queseacuerdandeustedlomismoqueyomeheacordadosiempre.

—No, no—respondió el maestro con tristeza—; ya no tengo escuela ycarezco de hijos. Así no creo poder vivir mucho tiempo. Pronto sonará miúltimahora.

—¡PorDios,nopienseasí!—ledijomipadre—.Detodosmodos,ustedhacumplidoconsudeber,hahechomuchobienyhaempleadonoblementesuvida.

Elmaestroinclinóunmomentosublancacabezaenelhombrodemipadreymediounapretón.

Llegamosalaestacióncuandoeltrenestabaparasalir.

—¡Adiós, señor maestro! —dijo mi padre, abrazándolo y besándolo enambasmejillas.

—¡Adiós,hijo,ymuchasgracias!—respondióelmaestro tomándoleunamanoentrelassuyastemblorosasyllevándoselasalcorazón.

Despuéslobeséyo,ynotéqueteníamojadalacara.Mipadremeayudóasubiral tren,y,cuando ibaasubirél,cogiócon rapidezel toscobastónquellevaba en su mano el maestro y le puso en su lugar la hermosa caña conempuñaduradeplataysusiniciales,diciéndole:

—Guárdelacomorecuerdomío.

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Elancianointentódevolvérselayrecobrarsubastón;peromipadreestabayadentroycerrólaportezuela.

—¡Adiós,queridomaestro!

—¡Adiós,hijo—respondióélmientraseltrenseponíaenmovimiento—,yqueDiostebendigaporelconsueloquemehastraído!

—¡Hastalavista!—gritómipadre,agitandolamano.

Peroelmaestromoviólacabezacomodiciendo:«Yanonosvolveremosaver».

—Sí,sí,hastaotravez—replicómipadre.

Elrespondiólevantandosutrémulamano,señalandoalcielo:

—¡Alláarriba!

Ydesapareciódenuestravistaconlamanoenalto.

*

Enconvalecencia

Jueves,20

¿Quién iba a decirme, cuando regresaba con mi padre de tan grataexcursión,queporespaciodediezdíasnopodríaverelcamponielcielo?Heestadomuymalo,enpeligrodemuerte.Heoídosollozaramimadreyhevistoa mi padre muy pálido, mirándome fijamente, a mi hermana Silvia y a mihermanito, hablando en vozmuy baja, y almédico de las gafas, que no seapartabademiladoymedecíacosasquenoentendía.Heestadoapuntodedespedirmedetodosparasiempre.

¡Pobremamá!Pasétresocuatrodíasporlomenosdelosquenorecuerdonadaenabsoluto,comosihubieseestadoenmediodeunsueñoembrolladoyoscuro. Me parece haber visto junto a mi cama a mi buena maestra de laprimera superior, esforzándose por reprimir la tos con el pañuelito, para nomolestarme; recuerdomuy confusamente amimaestro, que se inclinó parabesarmeymepinchóunpocolacaraconlabarba.Vipasar,comoenmediode espesaniebla, la rubia cabezadeCrossi, losdorados rizosdeDerossi, elcalabrésvestidodenegro,yaGarrone,queme trajounanaranjamandarinacon un verde ramito de hojas, y que semarchó enseguida porque sumadreestabaenferma.

Después me desperté como de un sueño muy largo, y comprendí queestabamejor viendo sonreír amimadre y oyendo canturrear a Silvia. ¡Quésueñomástristehasido!Luegoempecéamejorardíaadía.

Vino el albañilito, que me hizo reír por primera vez, después de tanto

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tiempoponiéndomesuacostumbradohocicodeliebre.¡Québienlesaleahoraqueselehaalargadounpocolacaraporlaenfermedad!HanvenidoCorettiyGaroffi,ésteconelfinderegalarmedosparticipacionesdesunuevarifapara«unanavajaconcincosorpresas»,quecompróaunvendedorambulanteenlacalle Bertola. Ayer, por último,mientras dormía vino Precossi, poniendo lamejilladebajodemimano,perosindespertarme,ycomoveníadelaherrería,conlacaraennegrecidaporelcarbón,medejótiznadalamanga,cosaquemehagustadoveraldespertarme.

¡Quéverdessehanpuestolosárbolesenestospocosdías!¡Yquéenvidiamedan los chicosquevana la escuela con sus libros, cuandomipadremeasoma a la ventana! Pero también empezaré a ir yo otra vez pronto. Estoyimpacienteporvolveraveramiscompañeros,mibanco,eljardín,lascallesdecostumbre,sabertodoloquemehasucedidoestosdías,cogerdenuevomislibrosycuadernos,quemeparecenoloshayatocadoenunaño.

¡Quédelgadaypálidaestámipobremamá!¡Quéexpresióndecansanciotiene mi padre! ¿Y qué decir de mis compañeros, que vinieron a verme, ycaminabandepuntillasymebesabanenlafrente?Medapenapensarqueundía tendremos que separarnos. Tal vez continúe los estudios con Derossi yalgúnotro,pero¿ylosdemás?Unavezterminadoslosestudiosprimarios,yanovolveremosavernos;yanovendránavisitarmecuandoestéenfermo.Metendré que separar definitivamente de Garrone, de Precossi, de Coretti, detantosbuenosyqueridoscompañeros.

*

Losobreros

Jueves,20

¿Porqué,Enrique,nolesvolverásaver?Estodependedeti.Unavezquetermines cuarto, irás al bachiller superiory ellos sepondrán a trabajar.Peropermaneceréis en lamisma ciudad quizá pormuchos años. ¿Por qué no osvolveréis aver?Cuandoestés en launiversidado en la academia, les irás abuscar a sus tiendas o a sus talleres y te alegrarás de encontrarte con tuscompañerosdelainfancia,yahombres,ensutrabajo.¡CómoesposiblequetúnoteencuentresconCorettiyPrecossi,dondequieraqueestén!

Irásypasarásconelloshorasenterasensucompañía,yverás,estudiandola vida y elmundo, cuántas cosas puedes aprender de ellos, y que nadie tesabrá enseñar mejor, tanto sobre sus oficios, como acerca de su sociedad,comodetupaís.

Y ten presente que si no conservas estas amistades, serámuydifícil queadquieras otras semejantes en el futuro; amistades, quiero decir, fuera de laclaseaquetúperteneces;yasívivirásenunasolaclase;yelhombrequeno

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frecuentamásqueunaclasesola,escomoelhombreestudiosoquenoleemásque un solo libro. Proponte por consiguiente, desde ahora, conservar estosbuenosamigosauncuandooshayáisseparado,yprocuracultivarsutratoconpreferencia,precisamenteporquesonhijosdeartesanos.

Mira:loshombresdelasclasessuperioressonlosoficiales,ylosobrerosson los soldados del trabajo; pero tanto en la sociedad civil como en elejército,nosóloelsoldadonoesmenosnoblequeeloficial,yaquelanoblezaestáeneltrabajo,ynoenlaganancia,enelvalor,ynoenelgrado,sinoque,sihaysuperioridadenelmérito,estádepartedelsoldadoydelobrero,porquesacandesupropioesfuerzomenorganancia.Ama,pues,yrespetasobretodo,entretuscompañeros,aloshijosdelossoldadosdeltrabajo;honraenelloselsacrificio de sus padres; desprecia las diferencias de fortunay clase, porquesólolasgentessuperficialesmidenlossentimientosylacortesíaporaquellasdiferencias;piensaquede lasvenasde losque trabajanen los talleresy loscampos salió la sangrebenditaque redimió lapatria; amaaGarrone, amaaPrecossi, ama a Coretti, ama a tu albañilito, que en sus pechos de obrerosencierran corazones de príncipes; júrate a ti mismo que ningún cambio defortunapodrájamásarrancardetualmaestassantasamistadesinfantiles.Juraque si dentro de cuarenta años, al pasar por una estación de ferrocarril,reconocieras bajo el traje de maquinista a tu viejo Garrone, con la caranegra… ¡Ah! No quiero que lo jures; estoy seguro que saltarás sobre lamáquina y que le echarás los brazos al cuello, aun cuando seas senador delReino.

TUPADRE

*

LamadredeGarrone

Viernes,28

Encuantovolvíalaescuela,medieronunatristenoticia:hacíavariosdíasque Garrone faltaba a clase por estar su madre gravemente enferma. Estafallecióelsábadoporlatarde.

Ayerporlamañana,encuantoentramosenelaula,nosdijoelmaestro:

—Al pobre Garrone le ha sucedido la mayor desgracia que puedesobrevenirleaunniño:lamuertedesumadre.Desdeahoraospido,queridosniños,que respetéis el tremendodolorquedestroza sualma.Cuandovenga,saludadlo con cariño y seriedad; que nadie le gaste bromas ni se ría en supresencia.Oslorecomiendoencarecidamente.

Esta mañana se ha presentado en clase Garrone algo más tarde que losdemásy, al verlo, he sentidounagran angustia en el corazón.Tenía la cara

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mustiayapenassesosteníaenlaspiernas;parecíaquehubieseestadounmesenfermo; viste de luto riguroso y da pena verlo. Todos hemos contenido larespiraciónmirándolo.Encuantohaentrado, alvolver aver la escuela, a laque su madre acostumbraba acudir para acompañarlo; el banco en dondetantas veces se había inclinado los días de examen para hacerle las últimasrecomendaciones, y en el que tantas veces había pensado en él conimpaciencia,anhelandosalirasuencuentro,nopudocontenerelllanto.

Elmaestroselehaacercado,lohaestrechadocontrasíylehadicho:

—Llora,llora,pobrechico,peronopierdaselánimoytenvalor.Tumadreyano está aquí, pero te ve, te quiereyno se aleja de tu lado…yundía lavolverás a ver, porque tienes un alma buena y honrada como ella. ¡Muchovalor,hijomío!

Dichoesto, lohaacompañadoalbanco,cercademí.Yonomeatrevíaamirarlo. Al sacar los libros y cuadernos, que no había abierto desde hacemuchosdías,yverenellibrodelecturaundibujoquerepresentaaunamadrellevando al hijo de la mano, ha vuelto a llorar copiosamente, inclinando lacabeza en el brazo. Elmaestro nos ha hecho señal de dejarlo en paz, y hacomenzadolalección.

Mehabríagustadodecirlemuchascosas;peronosemeocurríanada.Alfin le he puesto una mano en el brazo y le he dicho al oído:—No llores,Garrone.

Élnomeharespondido,limitándoseacolocarunratitosumanoencimadelamía,perosinlevantarlacabeza.

A la salida, nadie le ha hablado, pero todos le hemos rodeado conrespetuososilencio.

Viendoamimadrequeestabaesperándome,hecorridoaabrazarla;masellameharechazado,mirandoaGarrone.Enseguidaheconocidolacausa,aldarmecuentaqueGarrone,yasolo,meestabamirandoconexpresióndesumatristeza,comodiciendo:«Tútienesladichadeabrazaratumadre;yoyanolaabrazaréjamás.Tumadreviveylamíahamuerto».

Por esome ha rechazadomimadre, y he salido sin ni siquiera darle lamano.

*

JoséMazzini

Sábado,29

Garronevinotambiénhoyporlamañanaalaescuela;estabapálidoyteníalosojoshinchadosdellorar;apenasmirólosregalillosquelehabíamospuesto

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sobre el banco para consolarlo. Elmaestro había llevado, sin embargo, unapágina de un libro de lectura para reanimarlo. Primero nos advirtió quefuésemostodosmañanaalasdocealAyuntamientoparaasistiralaentregadelamedallaalméritoaunmuchachoquehasalvadoaunniñoenelPo,yqueellunesdictaríaélladescripcióndelafiesta,envezdelcuentomensual.Luego,volviéndoseaGarrone,queestabaconlacabezabaja,ledijo:

—Garrone,hazunesfuerzo,yescribetútambiénloquevoyadictar.

Todostomamoslapluma.Elmaestrodictó:

—José Mazzini, nacido en Génova en 1805, murió en Pisa en 1872;patriota de alma grande, escritor de preclaro ingenuo, inspirador y primerapóstol de la revolución italiana, por amor a la patria vivió cuarenta añospobre, desterrado, perseguido, errante, con heroica consecuencia en susprincipiosyensuspropósitos.JoséMazzini,queadorabaasumadre,yquehabíaheredadodeellatodoloqueensualmafortísimaynoblehabíademáselevado y puro, escribía así a un fiel amigo suyo para consolarle de lasdesventuras.Pocomásomenos,heaquísuspalabras:«Amigo:No,noverásnuncaatumadresobreestatierra.Estaeslatremendaverdad.Novoyaverte,porqueeltuyoesdeaquellosdoloressolemnesysantosqueesnecesariosufriryvencerporsímismo.¿Comprendesloquequierodecirconestaspalabras?¡Hay que vencer el dolor! Vencer lo que el dolor tiene demenos santo, demenospurificador; loque,envezdemejorarelalma, ladebilitay larebaja.Pero la otra parte del dolor, la parte noble, la que engrandece y levanta elespíritu, ésta debe permanecer contigo y no abandonarte jamás. Aquí abajonada sustituye a una buena madre. En los dolores, en los consuelos quetodavíapuededarte lavida, túno laolvidarás jamás.Perodebes recordarla,amarla, entristecerte por sumuerte de unmodo que sea digno de ella. ¡Oh,amigo, escúchame! La muerte no existe, no es nada. Ni siquiera se puedecomprender.Lavidaeslavida,ysiguelaleydelavida:elprogreso.Teníasayerunamadreenlatierra;hoytienesunángelenotraparte.Todoloqueesbueno sobrevive, con mayor potencia, a la vida terrena. Por consiguiente,tambiénel amorde tumadre.Ella tequiere ahoramásquenunca,y tú eresresponsabledetusactosanteellamásqueantes.Detidepende,detusobras,encontrarla, volverla a ver en otra existencia. Debes, por tanto, por amor yreverenciaa tumadre, llegarasermejor;quesealegredetien tuconducta.Tú,enadelante,deberásentodoactotuyo,decirteatimismo:«¿Loaprobaríami madre?» Su transformación ha puesto para ti en el mundo un ángelcustodio, al cual debes referir todas las cosas. Sé fuerte y bueno; resiste eldolordesesperadoyvulgar;tenlatranquilidaddelosgrandessufrimientosenlasalmasgrandes;estoesloqueellaquiere».

—¡Garrone!—añadió elmaestro—, sé fuerte y está tranquilo; esto es loqueellaquiere.¿Comprendes?

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Garroneindicóquesíconlacabeza;perogruesasyabundanteslágrimaslecaíansobrelasmanos,sobreelcuaderno,sobreelbanco.

*

Valorcívico

CUENTOMENSUAL

AlasdoceestábamosconnuestromaestroanteelpalaciomunicipalparapresenciarelactodeentregadelamedalladelvalorcívicoalchicoquesalvóauncompañerosuyodeperecerahogadoenelPo.

Enelbalcónprincipaldelafachadaondeabaunagranbanderatricolor.

Entramosenelpatiodelpalaciomunicipalquesehallabarepletodegente.Alfondohabíaunamesacontapeteencarnado;encima,papeles,ypordetrásunahileradesillonesdoradosparaelalcaldey loscomponentesde la junta.Tambiénhabíaujieresmunicipalescondalmáticasazulesycalzasblancas.Aladerechadel patio estaba formadounpiquetedeguardiasmunicipales queostentabanenelpechomuchascondecoraciones,y juntoaellosungrupodecarabineros; en la parte opuesta había bomberos con uniforme de gala, ybastantes soldados de caballería, de infantería y de artillería, en grupo, quehabíanacudidoparapresenciar laceremonia.Los lateralesestabanocupadospor gente del pueblo, algunos militares, mujeres y niños, todos apiñados.Nosotrosnossituamosenunángulo,dondeyahabíamuchosalumnosdeotrasescuelas con sus respectivos maestros, y cerca de nosotros un grupo demuchachos del pueblo, entre los diez y los dieciocho años, que se reían yhablabanfuerte,notándosequeerandelbarriodelPo,amigosoconocidosdelqueibaarecibirlamedalla.

PorlasventanasdeledificioseasomabanlosempleadosdelAyuntamiento.Lagaleríadelabibliotecaestabatambiénllenadegente,queseapiñabacontralabalaustrada,yenelladoopuesto,enloshuecosquehayencimadelapuertade entrada, había gran número de chicas de las escuelas públicas ymuchashuérfanasdemilitaresconsusoscurosuniformes,luciendotodasellasenlossombreroscintasazules.Aquelloparecíaunteatroenfuncióndegala.Todoscharlábamosanimadamente,mirandodevezencuandohaciadondeestabalamesaroja,paraversillegabanlasautoridades.Labandamunicipal,situadaenel fondo del pórtico, amenizaba el acto tocando diversas composiciones entono bastante bajo. Las paredes estaban iluminadas por el sol.Resultaba unespectáculorealmenteprecioso.

Deprontocuantosestábamosenelpatiolomismoquequienessehallabanenlospisossuperiores,empezamosaaplaudir.

Yomepusedepuntillasparavermejor.

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La gente que se hallaba detrás de la mesa presidencial dejó paso a unhombre y a una mujer. El daba la mano a su hijo, el muchacho que habíasalvadoauncompañero.

El hombre era albañil e iba vestido de fiesta. Su mujer, bajita y rubia,vestía de negro.Elmuchacho, también rubio ymás bienbajo para su edad,llevabaunachaquetagris.

Alver talgentíoy escuchar la estruendosaovación, los tres sequedarontansorprendidosquenoacertabanamirarhacianingunaparteniamoverunsolo pie. Un ujier les acompañó al sitio que se les había designado, a laderechadelamesaroja.

Demomentoseprodujoungransilencio,ydespuésseempezóaaplaudirportodaspartes.Elmuchachomiróhacialasventanasyluegoalagaleríadelas Hijas de los militares; tenía el sombrero en las manos y parecía nocomprenderdóndeestaba.Yodiríaqueen la fisonomía separecebastante aCoretti,aunquetienecolormásencendido.Supadreysumadrenolevantabanlavistadelamesa.

EntretantoloschicosdelbarriodelPo,quesehallabancercadenosotros,procuraban ponerse en sitio preferente y hacían señas a su compañero parahacersever,ylellamabanenvozbaja,peroinsinuante:«¡Pin!¡Pin!¡Pinot!»Afuerzade llamarle sehicieronoír.Elmuchacho losmiróyocultó su sonrisaponiéndosedelanteelsombrero.

Aciertopuntotodoslosguardiassecuadraron.

EntróelseñorAlcalde,acompañadopormuchosseñores.

ElAlcalde,vestidodeblanco,conunagranfaja tricolorenbandolera,sesituódepiejuntoalamesa,quedandolosdemásdetrásyaloslados.

Labandademúsicadejódetocar,yaunaseñaldelseñorAlcalde, todoscallamos.

Empezó a hablar. Sus primeras palabras no las oí bien, pero supuse queestabarefiriéndosealheroicocomportamientodelmuchacho.Despuéslevantómáslavoz,yseesparciócontalclaridadysonoridadportodoelpatio,queyanoperdípalabra.

—…Cuando desde la orilla vio al compañero que se debatía en el río,presayadel terrorde lamuerte,élsedesnudóysedispusoa tirarsealaguaparaacudirensocorrodelqueestabaenpeligrodemuerte.«¡Notetires—ledijeron—,queteahogarás!»Ylesujetaron.Maséllogródesasirsedetodos,yselanzóresueltamentealagua.

El río ibamuy crecido, constituyendo un riesgo terrible, incluso para unhombre.Peroéldesafiólamuertecontodaslasfuerzasdesupequeñocuerpo

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ygrancorazón,consiguiendollegarjuntoalquesehundía,agarrarloysacarloaflote.Luchódenodadamenteconlacorriente,quelequeríaengullir,yconelcompañeroquese leenredaba;variasvecesdesaparecióyvolvióasalira lasuperficiehaciendoesfuerzosdesesperados;conadmirableobstinaciónensuempeño,noparecíaunmuchachocondeseosdesalvaraotromuchacho,sinounpadreluchandoporlibrardelamuerteaunhijo,queessuesperanzaysuvida.

AlfinnopermitióDiosqueunahazañatangenerosaresultaseinútil,yelnadadorarrebatósupresaalgigantescorío,lasacóalaorillayaunleprestó,juntamenteconotros, losprimerosauxilios;despuésde lo cualmarchóa sucasa,sanoytranquilo,parareferiringenuamentesumeritísimaacción.

Señores,belloyadmirableeselheroísmodeunhombre;peroeldeunniñosin miras de ambición o de interés alguno, que debe tener tanto másatrevimiento cuanto menores son sus fuerzas; el de un niño al que nada leexigimosyqueanadaestáobligado,pareciéndonosunseramableynoble,noyacuandocumplesuspequeñosdeberes,sinocuandosepercatadelsacrificioajeno,elheroísmodeunniño,digo,rayaenlodivino.Nadamásquieroañadir,señorasycaballeros.Nohedeadornarconpalabrassuperfluasunagrandezatan manifiesta. Aquí tienen ustedes al generoso y admirable salvador.Saludadlo,soldados,comoaunhermano;vosotras,madres,bendecidlocomoaunhijo;vosotros,chicosaquípresentes,recordadsunombre,grabadbienenvuestramemoriasusemblante,yquesufiguranoseborrejamásnidevuestramentenidevuestrocorazón.Acércate,muchacho.EnnombredelRey,prendoentupecholamedallaalméritocivil.

Un viva estruendoso, dicho a la vez por centenares de gargantas, hizoretemblarlasparedesdeledificio.

ElseñorAlcaldetomódelamesalacondecoraciónylapusoenelpechodelmuchacho,y,actoseguido,loabrazóybesó.

Lamadresellevóunamanoalosojosyelpadreteníalabarbillasobreelpecho.

El Alcalde estrechó la mano de ambos y entregó el diploma de laconcesión,atadoconunacintadesedaalaventurosamadre.

Después,dirigiéndosealmuchacho,ledijo:

—Queelrecuerdodeestedíatanfaustoparatiytanhonrosoparatupadrey tumadre, te sostenga toda lavidapor el caminode lavirtudydel honor.¡Adiós!

ElAlcalde, seguido de su acompañamiento, salió del patio; la banda demúsica empezó a tocar y, cuando todo parecía terminado, el grupo de

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bomberosseabrióparadejarpasoaunchicodeochoonueveaños,impulsadopor una señora que enseguida se ocultó; el niño corrió a abrazar con todaefusiónalmuchachocondecorado.

Volvieron a repetirse los vítores y aplausos de la multitud. Todoscomprendieron al puntoque se tratabadel niño libradodeperecer en elPo,quedabagraciaspúblicamenteasusalvador.Despuésdebesarlo,seagarróasubrazoparaacompañarlofuera.Yendolosdosdelante,ydetráselpadreylamadre del homenajeado, se dirigieron a la puerta de salida, pasando condificultad por entre la gente, que se apretujaba para hacerles calle, entremezcladeguardias,chiquillos,soldadosymujeres.Todosintentabanponersedelante y se empinaban para ver al heroicomuchacho. Los que estaban enprimertérminoletocabancariñosamentelamano.

Al pasar ante los chicos de las escuelas, todos agitaron sus gorras en elaire.LosdelbarriodelPoeranlosmásbulliciosos,leestirabandelosbrazosydelachaqueta,gritando:«¡Pin!¡VivaPin!¡Bravo,Pinot!»,

Pasó muy cerca de mí, pudiendo ver que estaba colorado, que seencontraba contento y que la cinta de la condecoración llevaba los coloresnacionales.Sumadrellorabayreíaalavez:supadreseretorcíalaspuntasdelbigote con una mano que le temblaba mucho, como si hubiese estadoacometidoporlafiebre.Desdelaventanasygaleríascontinuabanasomándoseyaplaudiendo.CuandoelcondecoradoylossuyosibanaentrarbajoelpórticodelagaleríaocupadaporlashuérfanasHijasdemilitarescayósobrelacabezadel muchacho y de sus padres una verdadera lluvia de pensamientos,ramilletesdevioletasymargaritas.Muchosseapresuraronarecogerlasfloresesparcidas por el suelo para ofrecerlas a lamadre.En el fondodel patio, labandatocabaentonobajounpreciosomotivo,queparecíaelcantodemuchasvocesargentinasalejándoselentamenteporlasorillasdelgranrío.

MAYO

Lospequeñosminusválidos

Viernes,5

Hoynoheidoalaescuelaporquenomeencontrababien,ymimadremeha llevadoal Institutode losniñosminusválidos, donde fue a recomendar aunaniñadelportero;peronomehadejadoentrar…

Supongo,Enrique,quehabráscomprendidoporquénotehedejadoentrar:paranopresentarte,entreesascriaturasdesdichadas,comomuestraostentosadeunchico sanoy robusto.Demasiadasocasiones se lesofrecenparahacer

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dolorosascomparaciones.

¡Quéespectáculomásdeprimente!Encuantoentrésentíunagrancongojaen mi pecho. Habría unos sesenta, entre niños y niñas… ¡Pobres huesostorturados!¡Pobresmanos,pobrespiececitosencogidosyatrofiados!¡Pobrescuerpecitoscontrahechos!Prontopudeobservarguapascaritas,ojosllenosdeinteligencia y cariño.Había una niñita de nariz afilada, barbilla puntiaguda,queparecíaunaviejecita,peroconunasonrisadedulzuracelestial.Algunos,vistos por delante, parecen completamente normales y sin ningunadeformación…pero,alvolverse,se leparteaunaelcorazón.ElmédicodelInstitutolosponíadepiesobrelosbancosyleslevantabalaropaparatocarlesel vientre abultado y las articulaciones; las pobres criaturas no seavergonzaban,debidoalacostumbredeestardesnudasyquelasexaminenypalpenportodaspartes.¡Ypensarqueahoraestánenelmejorperíododesuenfermedadyquecasiyanosufren!Pero,¿quiénpuedesabercuántosufrierondurante la deformaciónde su cuerpecito, cuando aumentando la enfermedadveíanquedisminuíaelcariñoalrededordeellos,abandonadoslospobrecitoshoras y horas en algún rincón de una habitación o de un patio, malalimentados y a veces torturados meses enteros por vendajes y aparatosortopédicosinútiles?

Ahora, gracias a los cuidados de personas competentes, a la buenaalimentaciónyalagimnasia,muchosvanmejorando.Lamaestralesobligóahacergimnasia.Daba lástimavercómo,anteciertasórdenes,extendíanbajolos bancos sus piernecitas fajadas, oprimidas entre los aparatos, nudosas,deformes, unas piernecitas que se habrían cubierto de besos. Algunos nopodíanlevantarsedelbanco,ypermanecíanconlacabezacaídasobreelbrazo,acariciandolasmuletasconlamano;otros,almoverlosbrazos,notabanquelesfaltabalarespiración,yvolvíanasentarse,muypálidos,perosonriéndoseparadisimularsuimpotencia.

¡Ah,Enrique!Túylosqueestáisbiennoapreciáislasalud.Yopensabaenloschicossanosyrobustosque lasmadres llevanapasear,comoen triunfo,orgullosasdesubelleza;yhabríaestrechado todasaquellaspobrescabecitascontramicorazón.Dehaberestadosola,sinobligacionesfamiliares,debuenaganamehabríaquedadoallíparadedicarles todamivida, servirles,hacerlesdemadrehastalosúltimosinstantesdemiexistencia…

Entretanto cantaban, y lo hacían con sus vocecitas delicadas, dulces ytristes,quellegabanalalma,mostrándosemuycontentosporquelamaestraloselogióal terminar.Mientraspasabanpor losbancos, lebesaban lasmanosylosbrazosparademostrarsugratitudaquientantosedesvelaporellos.Yesque, además de reconocidos, esos pobrecitos sonmuy cariñosos.Y algunossonlistosyestudianconnotableprovecho,segúnmedijolamaestra,queesjovenyagraciada,mostrandosubondadenelsemblante,peroconciertoaire

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de tristeza, como reflejo de las desventuras que ella acaricia y consuela.¡Meritísimamuchacha!Entretodoslosquesegananlavidaconsutrabajo,nohaynadiequelohagamássantamentequetú.

TUMADRE

*

Sacrificio

Martes,9

MimadreesbuenaymihermanaSilviaselepareceenbondadygrandezadecorazón.

AyerporlanocheestabaescribiendounapartedelcuentomensualDelosApeninosalosAndes,queelmaestronoshadadoacopiaratodosportrozos,pues es muy largo, cuando entrómi hermana Silvia de puntillas yme dijodeprisaybajito:

—Ven conmigo a ver a mamá. Esta mañana les he oído hablarpreocupados.A papá le ha debido salirmal algún asunto; estaba afligido, ymamá ledecíapalabrasdealiento.Seguramenteestamospasandomomentosde apuros, ¿comprendes?No hay dinero, y papá decía que es preciso hacersacrificios para salvar la situación. ¿No te parece que nosotros debemosayudarlesenlamedidadenuestrasposibilidades?¿Túestásdispuesto?Bueno,pues cuando yo hable a mamá, no tienes más que asentir a lo que diga yprometerle,comohombre,queseharáloqueacordemos.

Dichoesto,me tomóde lamanoyme llevóal salón,dondemamácosíaconcarapreocupada.YomesentéaunladodelsofáySilviaalaotraparte,diciendoseguidamente:

—Mamá, tengo que hablar contigo. Bueno, venimos los dos a hablarcontigo.

Mamánosmiróextrañada,ySilviaempezó:

—Papánotienedinero,¿noesasí?

—¿Quédices, criatura?—replicó convivezamamá—. ¿Qué sabes tú deeso?Noesverdad.¿Quiéntehadichoeso?

—Yo que lo sé —respondió Silvia—. Mira, mamá, nosotros estamostambién dispuestos a hacer sacrificios. Túme habías prometido un abanicopara finales de mayo y Enrique esperaba su caja de pinturas; no queremosnada,nogastéisdineroconnosotros,yestaremosmuycontentos,¿sabes?

Mamáintentóhablas,peroSilviaañadió:

—Tiene que ser así. Lo hemos decidido.Hasta que papá no se reponga,

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suprimiremoslospostresycuantoseanecesario.Nosbastaráconunplatodesopaalmediodía,yparadesayunarnoscontentaremosconunpedazodepan.Asísegastarámenosparacomer,queyasegastabastanteentreunascosasyotras.Yteprometemosquenosverássiempretanalegrescomoantes.¿Noesasí,Enrique?

Yorespondíquesí.

—Siempre tan contentos como antes—repitió Silvia, tapando la boca amamáconunamano—,ysihayquehaceralgúnotrosacrificioenelvestiroen lo que sea, lo haremos conmucho gusto. También venderemos nuestrosregalos;estoydispuestaadesprendermedecuantoposeadevalor.Teharédecamarera, nomandaremos a hacer nada fuera de casa, trabajaré todo el díacontigo y haré cuanto quieras, pues estoy dispuesta a todo. ¡A todo! —exclamóechandolosbrazosalcuellodemamá—,paraquenuestrosqueridospapáymamánosufranyesténtantranquilosycontentoscomosiempreconsu Silvia y su Enrique, que os quieren muchísimo y darían la vida porvosotros.

Jamáshabíavisto amimadre tan contenta comoaloír talespalabras, ninuncanoshabíabesadoenlafrentedemodosemejante,llorandoyriendoalavez,sinpoderhablar.DespuésaseguróaSilviaquehabíaentendidomal,quenoestábamostanapuradoscomosefigurabaynosdiomilveceslasgracias.Estuvo muy contenta hasta que llegó papá, a quien le contó todo. Él noreplicó. ¡Pobre papá! Pero este mediodía, cuando nos sentamos a comer,experimentéungranplaceryprofundodisgustoa lavez,puesdebajodemiservilletaencontrémicajadepinturasySilvia,suabanico.

*

Elincendio

Jueves,11

Estamañanahabía terminadodecopiar lapartequemecorrespondíadelcuento De los Apeninos a los Andes, y estaba buscando un tema para laredacciónqueelmaestronoshaencargado,cuandooíungriteríoinsólitoporlaescalera,entrandopocodespuésencasadosbomberos,quepidieronamipadrepermisoparaexaminarlasestufasylaschimeneas,porqueseveíahumoporlostejadossinsaberdedóndeprocedía.Mipadrelesdijoquerevisasenloque creyeran necesario y, aunque no teníamos nada encendido, ellosrecorrieron las habitaciones, registrando las paredes, para comprobar si elfuego hacía ruido por el interior de las subidas de los otros pisos quecomunicabanconlaschimeneasdelacasa.

Mientrasibanporlashabitaciones,medijomipadre:

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—Ahítienes,Enrique,unbuentemaparatucomposición:Losbomberos.Escribeloquevoyacontarte.

«Yolosvitrabajandounanoche,hacedosaños,cuandosalíamosdelteatroBalbo.AlentrarenlacalleRoma,viunresplandordesacostumbradoymuchagente que corría. Se había declarado un incendio en una casa. Grandesllamaradasynubesdehumosalíanporlasventanasyporencimadeltejado.Hombres,mujeresyniñosaparecíanydesaparecíandenuestravistalanzandogritosdesesperados.Delantedelapuertagritabalagente:

—¡Quesequemanvivos!¡Socorro!¡Losbomberos!

En aquelmomento llegó un coche; de él saltaron inmediatamente cuatrobomberos, los primeros que se encontraron en el Ayuntamiento, y seprecipitaronalinteriordeledificiosiniestrado.

Apenas habían entrado, vimos algo horroroso: una mujer se asomó,gritando,porunaventanadeltercerpiso;seagarróalantepecho,saltóyluegoquedócolgando,comosuspendidaenelvacío,conlaespaldafuera,encorvadabajo el humoy las llamas, que, saliendode lahabitación, casi le tocaban lacabeza.

Lamultitudlanzóungritodehorror.Losbomberos,queporequivocaciónse habían detenido en el segundo piso, requeridos por los aterrorizadosinquilinos,habíanderribadoyaunapared,introduciéndoseenunapartamento,cuandocientosdegargantaslesgritaban:

—¡Altercerpiso!¡Altercerpiso!

Subieron volando al tercer piso y pudieron apreciar una devastacióninfernal:vigasdel techoquecrujían,pasillos llenosde llamasydeunhumoasfixiante… Para llegar a las habitaciones en que estaban los inquilinosencerrados,nohabíamáscaminoqueeltejado.Seecharonparaadelanteyunminuto después se vio como un fantasma negro saltar por las tejas entre elespesohumo.Eraeljefe,quehabíallegadoantes.Parairalapartedeltejadoque correspondía al cuartito cerrado por el fuego, tenía que pasar por unespaciomuyreducidoentreunaleroylafachada;todolodemásseencontrabaen llamas, y aquel estrecho pasillo estaba cubierto de nieve y de hielo, sinlugardóndeagarrarse.

—¡Esimposiblequepase!—decíalagentequehabíaenlacalle.

El jefe de bomberos avanzó por el alero, y todos temblaban mirando yconteniendolarespiración.Pasó,yseoyóunagranovación.Eljefereanudólamarchay,alllegaralpuntoamenazado,empezóaromperfuriosamenteconunpequeño pico tejas y viguetas, para abrir un agujero por el que colarse alinterior.Entretanto lamujercontinuabasuspendida fuerade laventanay las

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llamas le llegabana la cabeza.Unminutomásyhabría caídoa la calle.Encuanto estuvo abierto el agujero, el jefe se quitó la banderola y descendió,siguiéndolelosotrosbomberos.Enaquelinstantellegaronotrosbomberosconuna altísima escalera, que apoyaron en la cornisa de la casa, delante de lasventanaspordonde salían las llamasy locosalaridos.Perocreíamosqueyaerademasiadotarde.

—¡Ninguno se salvará!—comentaba la gente—. ¡Los bomberos arden!¡Estosehaacabado!¡Hanmuertostodos!

Mas de pronto apareció por la ventana de la esquina la negra figura deljefe, iluminada por las llamas de arriba abajo. Lamujer se inclinó hacia élcuantopudo,yelhombrelacogióconambosbrazosporlacintura,lasubióylametió a la habitación.Lamultitud dio un grito que superó el crepitar delincendio.Pero,¿ylosdemás?¿Cómopodránbajar?

La escalera, apoyada en el tejado por delante de otra ventana, distababastantedel sitioenqueseprecisaba.¿Cómopodríanutilizarla?Mientras lagente se hacía tal pregunta, uno de los bomberos salió fuera de la ventana,pusoelpiederechoenelaleroyelizquierdoenlaescalera,ydeestemodo,depieyconelcuerpoalaire,fuecogiendoconsusbrazosunoaunoatodoslosinquilinos,quelosotrosleibandandodesdeelinterior;despuéslosentregabaaotrocompañeroquehabíasubidodesdelacalleyquelosibabajandounoauno,ayudadoporotroscompañeros.

Primeramente pasó lamujer que había corridomayor peligro, luego unaniña,otramujeryunanciano.Alfintodosquedaronasalvo.Traselancianodescendieron losbomberosquehabíanquedadoenel interior,haciéndoloenúltimolugareljefe,quefueelprimeroenacudir.

La multitud los acogió a todos con salvas de aplausos, pero cuandoaparecióelprimerodelossalvadores,elquehabíaafrontadoantesquetodoselabismoyquehabríamuertosialguienhubiesetenidoqueperecer,elgentíolosaludócomoauntriunfador,gritandoyextendiendolosbrazosenseñaldeafectuosa admiración y de gratitud. En unos instantes, su nombre, antesdesconocido,JoséRobbino,serepetíaenmillaresdebocas.

Esoesvalor,Enrique,elvalordelcorazónqueno razonanivacila,yvaderechoconlosojoscerradosadondeoyeelgritodequiensemuere.Undíate llevaréa losejerciciosdeamaestramientoque realizan losbomberos,y tepresentaréaljefeRobbino,porquecreoquetegustaráconocerlo,¿noesasí?»

Yorespondíquesí.

—Aquílotienes—dijomipadre.

Yomevolvíderepente.Losdosbomberos,unavezterminadalavisitade

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inspección,cruzabanlahabitaciónparasalirdecasa.

Mipadremeseñalóalmásbajo,quellevabagalones,ymedijo:

—EstrechalamanoalseñorRobbino.

Elaludidosedetuvoymediolamano,sonriendo;yoselaestreché;élmehizoelsaludoysemarchó.

—Noolvidesestemomento—añadiómipadre—,porquede losmillaresdemanosqueestrechesentuvida,talveznohayanidiezquevalgancomolasuya.

*

DelosApeninosalosAndes

CUENTOMENSUAL

Hace muchos años, un chico genovés de trece años, hijo de un obrero,marchó solo desdeGénova aAmérica en busca de sumadre, que dos añosantes había ido a Buenos Aires, capital de la República Argentina, paraponerseaservirenalgunacasadegentericayayudar,deestemodo,asalirdeapuros a su familia, que, por diversas causas, había caído en la pobreza ycontraídobastantesdeudas.

Nosonpocaslasmujeresintrépidasquerealizanunviajetanlargoconesemismofin,yque,graciasalabuenaremuneraciónquetienenallálosserviciosdomésticos,regresanalapatriaalcabodeunosañosconunosmilesdeliras.La pobre mujer había llorado mucho al separarse de sus hijos, uno dedieciocho años y otro de once; pero marchó muy animada y llena deesperanza.

La travesía seefectuócon todanormalidad,yalpoco tiempode llegaraBuenos Aires, por medio de un comerciante genovés, primo de su marido,establecido allí desde hacía tiempo, encontró colocación en casa de unafamiliaargentinaacomodada,quelepagabamuchoylatratababien.

Durantealgúntiempomantuvounacorrespondenciaregularconlossuyos.Según lo tenían acordado, el marido dirigía las cartas al primo, quien lasentregabaalamujer,yéstaledabalassuyasparaquelasenviaseaGénova,escribiendosiemprealgodesuparte.

Como ganaba ochenta liras al mes y no tenía gastos, cada tres mesespodíanenviarasumaridounacantidadconsiderable,conlaqueelhombreibapagando las deudas más urgentes y manteniendo de ese modo su buenareputacióndepersonahonrada.

Entretanto trabajaba y estaba contento de sus cosas, porque tenía laesperanzadeque lamujer regresaríapronto,yaque lacasa,sinella,parecía

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estarvacía,yelhijomenor,demaneraespecial,quequeríamuchísimoa sumadre,nopodíaresignarseatanprolongadaausencia.

Pero,transcurridounañodesdesupartida,despuésdeunacartadepocaslíneas,enlaquedecíaquenoseencontrababiendesalud,nohabíanvueltoarecibir ninguna otra. Escribieron dos veces al primo, y éste no contestó.También escribieron a la familia argentina a la que prestaba sus servicios,pero,nohabiendollegadoasudestinatario,talvezpornohaberpuestobienladirección, tampoco obtuvieron respuesta. Temiendo alguna desgracia,escribieronalConsuladoitalianodeBuenosAires,pidiéndolequehicieselasoportunas averiguaciones;mas al cabo de tresmeses les contestó elCónsulque,apesardelanunciopublicadoenlosperiódicos,nadiesehabíapresentadoadaralgunanoticiadesuparadero.

Ynopodíaserdeotromodo,aparteotrasrazones,porquelamujer,conelfindesalvarelhonordelossuyos,queaellaleparecíamancharlohaciéndosecriada,nohabíadadoalafamiliaargentinasuverdaderonombre.

Pasaron otros meses sin ninguna noticia. El padre y los hijos estabanconsternados; el más pequeño, sobre todo, no podía librarse de sudesconsolada tristeza.¿Quéhaceren talescircunstancias?¿Aquién recurrir?LaprimeraideadelpadrefueemprenderelviajeeiraAméricaenbuscadesumujer. Pero, ¿cómo abandonar el trabajo? ¿Quién sostendría a sus hijos?Tampocopodíaausentarseelhijomayor,queporentoncesempezabaaganaralgo y era imprescindible para la familia. Con esta inquietud vivían,repitiéndosetodoslosdíaslasmismasdolorosasconsideracionesymirándoseentre sí silenciosos, cuando una noche, dijoMarco, el hijomenor, con granresolución:

—YoiréaAméricaabuscaramimadre.

El padremovió la cabeza, entristecido, y no respondió. Era algo loable,pero imposiblede realizar.¿Cómoibaa ir soloaAméricaunchicode treceaños,sihacíafaltaunmespara llegar?Peroelmuchachoinsistióensu ideaaquel día y en los sucesivos, sin ninguna vacilación y razonando como unhombre.

—Otros han ido—decía—y aunmenores queyo.Unavez en el barco,llegaréallácomocualquierotro,ycuandoestéenBuenosAiresnotengomásquebuscarelcomerciodel tío.Hay tantos italianosporaquellas tierras,quealgunomedirápordóndehedeir.Unavezqueencuentrealtío,encontraréamamá,ysinolaencuentro,acudiréalCónsulybuscaréalafamiliaargentina.Ocurra o que ocurra, allí hay trabajo para todos, y alguno encontraré paraganarlosuficienteconquepagarelpasajedevuelta.

De esta forma, poco a poco casi logró convencer a su padre. Éste lo

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apreciaba, sabía que era un chico juicioso y valiente, acostumbrado a lasprivacionesyalossacrificios,cualidadesquedaríandoblefuerzaasucorazónparallevarabuenfinelpropósitodeencontrarasumadre,alaqueadoraba.

A esto se añadía que un capitán de barco, amigo de un conocido de lafamilia, que había oído hablar del asunto, accedió a que el chico fuese sinpagarhastaBuenosAirescomopasajerode terceraclase.Entonces,despuésdealgunavacilación,elpadrediosuconsentimientoyquedódecididoelviaje.

Llenaron una bolsa de ropa, le entregaron algún dinero, le dieron ladirección de la tienda del pariente y una hermosa tarde delmes de abril loembarcaron.

—Hijo mío —le dijo el padre al darle el último beso con los ojoshumedecidos, en la escalerilla del trasatlántico que estaba para partir—, séanimoso.VasconunsantopropósitoyDiosteayudará.

¡Pobre Marco! Era esforzado y estaba preparado para las más duraspruebasdeaquelviaje;perocuandoviodesaparecerdelhorizontelahermosaGénova y se encontró en alta mar, sobre el gran buque abarrotado decampesinos emigrantes, sin ningún conocido a bordo, con la bolsa, quecontenía toda su fortuna, le sobrevino un repentino desaliento. Durante dosdías permaneció acurrucado en la proa, como un perrito, sin casi probarbocado, con muchas ganas de llorar. Por su mente pasaban toda clase depensamientos,peroelmás tristey terrible era elquemás le atormentaba: laposibilidaddequesumadrehubiesemuerto.Ensussueños, interrumpidosypenosos, siempre veía la cara de un desconocido que le miraba con airecompasivoyledecíaaloído:«Tumadrehamuerto».Entoncessedespertabaahogandoungrito.Sinembargo,pasadoelestrechodeGibraltar,alavistadelOcéanoAtlántico, recobró algo de ánimoy de esperanza. Pero fue un cortoalivio. El inmensomar, siempre igual; el calor progresivo; lamelancolía detoda la pobre gente que le rodeaba y la sensación de la propia soledad,volvieronadeprimirlo.Losdías,quesesucedíanconexasperantemonotonía,se leconfundíanen lamemoria,comolessucedea losenfermos.Leparecíaque ya llevaba un año en el mar. Todas las mañanas, al despertarse,experimentabaunanuevaextrañezaporencontrarsesoloenmediodeaquellainmensidaddeagua,caminodeAmérica.Losmagníficospecesvoladoresqueavecescaíanenelbarco, lasmaravillosaspuestasdesoldelostrópicos, lasenormesnubesde fuegoysangrey las fosforescenciasnocturnas,quedanatodo el océano el aspecto de unmar de hirviente lava, no le parecían cosasreales,sinoprodigiosvistosenelsueño.

Hubo días de mal tiempo, durante los cuales permaneció encerradocontinuamenteenelcamarote,dondetodobailabaycaía,enmediodeuncoroespantoso de quejidos y de imprecaciones, creyendo que había llegado su

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últimahora.

Pasaronotrosdíasdemartranquiloyamarillento,decalorinsoportableeinfinito aburrimiento, horas interminablesy siniestras, durante las cuales lospasajeros, deprimidos, tendidos e inmóviles sobre las tablas, parecían estarmuertos.

Elviajesehacíainterminable:marycielo,cieloymar,hoycomoayerymañana como hoy, siempre, eternamente. El muchacho pasaba largas horasapoyadoenlabordamirandoelmarsinfin,aturdido,pensandovagamenteensumadrehasta que se le cerraban los ojos y se le caía la cabezamuertodesueño. Entonces volvía a ver la cara desconocida que le miraba con airecompasivo y le repetía al oído: «Tu madre ha muerto». Aquella voz ledespertabasobresaltado,paraempezardenuevoasoñarconlosojosabiertosyacontemplarelinalterablehorizonte.

Veintisiete días duró la travesía; pero los últimos fueron losmejores. Eltiempoeramagníficoyelairefresco.Elmuchachohabíaentabladorelacionesconunhombre lombardoque ibaaAméricapara reunirseconunhijosuyo,agricultordeRosario.Lehabíareferidotodolodesucasayelbuenviejolerepetíaacada instante,dándolepalmaditasenelcuello:«Animo,galopín, túencontrarás a tu madre sana y contenta». Su compañía le alentaba y suspresentimientos,detristes,sehabíanvueltoalegres.

Sentadoenlaproa,juntoalviejocampesinoquefumabaenpipa,bajounhermosocieloestrellado,enelquesedestacabalanuncavistaconstelacióndela Cruz del Sur, en medio de grupos de emigrantes, que cantaban, serepresentaba mil veces en la imaginación el momento de llegar a BuenosAires,yque luego,enciertacalle,encontraba la tiendadelpariente,aquienpreguntaría: «¿Cómo se encuentra mi madre? ¿Dónde está? ¿Quiereacompañarme enseguida?», a lo que le respondería el otro: «Se encuentraperfectamente.Venteconmigo».Iríanlosdosmuydeprisa,sedetendríananteuna puerta, subirían una escalera, llamarían y… Aquí se detenía su mudosoliloquioysuimaginaciónseperdíaenunsentimientodeindecibleternura,quelehacíasacarseaescondidasunamedallitaquellevabaalcuello,besarlaymurmurarsusoraciones.

Llegaron a los veintisiete días de haber zarpado de Génova. Cuando elbuqueechóanclascercade laorilladel inmensoríode laPlataen laqueseextiende lavastaciudaddeBuenosAires,capitalde laRepúblicaArgentina,eran las primeras horas de una hermosa mañana del mes de mayo, aunquebastante fría, puesto que por aquellas latitudes corresponde dicho mes anuestro noviembre. El cielo despejado, le pareció de buen augurio. Elmuchacho estaba fuera de sí por la alegría y la impaciencia. ¡Su madre sehallaba a pocas millas de distancia de él y la volvería a ver unas horas

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después!

¡Se encontraba en América, en el Nuevo Mundo, y había tenido elatrevimiento de ir solo! Todo el larguísimo viaje se le figuraba que habíapasado enpoco tiempo, como si soñandohubiesevoladoy se despertara enaquelinstante.Sesentíatandichosoquecasinoseinmutóniafligiócuando,hurgando en sus bolsillos, solamente encontró una de las dos partes en quehabía dividido supequeño tesoro, para estar segurodenoperderlo todo.Lehabíanquitadolamitadysolamentelequedabanunascuantasliras.Pero,¿quéleimportabasiyaestabatancercadesumadre?

Consubolsaenlamano,bajójuntamenteconotrosmuchospasajerosaunvaporcitoquelesllevóapocadistanciadelaorillasaltandoluegoaunalanchaque llevaba el nombre de Andrea Doria, y desembarcó en el muelle. Sedespidiódesuviejoamigolombardoyseencaminóhacialaciudad.

SedetuvoalllegaralaprimerabocacalleypreguntóalprimerhombrequeviopasarladirecciónquedebíaseguirparairalacalledeLasArtes.Diolacasualidad que aquel hombre era un obrero italiano, que le miró concuriosidadylepreguntósisabíaleer.Elchicocontestóquesí,yentoncesledijoelobrero:

—Pues bien, sigue todo derecho por ahí sin dejar de leer en todas lasesquinaslosnombresdelascalles,yencontraráslaquebuscas.

Elmuchacholediolasgraciasymarchóporlacallequeelcompatriotalehabíaindicado.

Eraunacallerecta,interminableperobastanteestrecha,concasasbajasyblancas,parecidasacasitasdecampo,llenadegenteydecarruajesdetodoslos tamaños, que producían un ruido ensordecedor. Por una y otra parte seveíangrandesbanderasdelosmásdiversoscoloresqueteníanescritoenletrasgrandes el horario de salida de vapores para ciudades desconocidas.A cadainstante,mirandoaderechaeizquierda,veíaotrascallestiradasacordel,tanlargasque losextremosparecíaque ibana tocarse, tambiéndecasasbajasyblancas, llenas de gente y de vehículos, situadas en el mismo plano de lailimitada llanura americana, semejante al mar, cuyo horizonte es un círculocerrado.

Laciudad leparecía infinita,yquepodríaandarporelladíasy semanasenteras viendo por doquier calles como aquéllas, figurándosele que todaAméricaeraunainmensaciudad.

Sefijabaconatenciónenlosnombresdelascalles,nombresrarosparaél,que los leía con no pequeña dificultad. A cada nueva calle, le latíamás deprisa el corazón, pensando que fuese la que buscaba. Miraba a todas lasmujeresconlaideadeencontrarasumadre.Viodeprontounacercadeél,y

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se le alborotó la sangre; seaproximómásyviocongrandesilusiónqueeraunanegra.

Seguía andando, acelerando el paso. Llegó a una glorieta, leyó y quedócomoclavadoen la acera. ¡Allí estaba la calledeLasArtes!Vioelnúmero117:latiendadelparientesehallabaenel175.Apresurótodavíamáselpaso;casi corría.Tuvoquedetenerse en el número171para tomar aliento, y dijoentresí:«¡Ay,madremía!¿Esverdadquevoyavertedentrodeuninstante?»

Corrióhaciaadelantey llegóaunapequeña tiendademercería. ¡Aquéllaera!Seasomóyvioaunamujerdecabellosgrisesycongafas.

—¿Quéquieres,pibe?—lepreguntóenespañol.

—¿Noesésta—dijoelmuchacho,esforzándoseparaquelesalieselavoz—latiendadeFrancescoMerelli?

—FrancescoMerelliémorto—lerespondiólamujerenitaliano.

Marcorecibiólaimpresióndeuntiroenelpecho.—¿Ycuándomurió?

—Oh,hacetiempo,unosdosmeses—respondiólaseñora—.Lefuemalelnegocioysemarchó.Dicenquese fueaBahíaBlanca, lejosdeaquí,yquemuriópocodespués.Estatiendaesmía.

Elchiquillopalideció.

Luegodijoprecipitadamente:

—Merelli conocía a mi madre, que estaba aquí sirviendo a la familiaMequínez. Sólo él podría decirme dónde está. Yo he venido aquí desdemitierra en busca de mi madre, ¿sabe usted? Merelli le mandaba las cartas.¡Tengoqueencontraramimadre!

—Yonosénada,hijomío—lerespondiólamujer—.Puedopreguntaralchicodelaportera.ElconocíaalmuchachoquelehacíalosrecadosaMerelli.Talvezpuedadecirtealgo.

Actoseguidollamóalmuchachoporelfondodelatienda,yélsepresentóalinstante.

—Dime—lepreguntóladueña—,¿recuerdassieldependientedeMerelliibaalgunavezallevarcartasaunamujerqueestabadesirvientaencasadeunosseñoresdeacá?

—EncasadelseñorMequínez—respondióelchico—sí,señora.Algunasveces.AlfinaldelacalledeLasArtes.

—¡Gracias, gracias, señora! —gritó Marco—. Dígame el número, porfavor… ¿No lo sabe? ¡Haga que me acompañen! Acompáñame tú mismo,chico.Aúnmequedaunpocodedineroenelbolsillo.

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Lopidiódetalmanera,queelchicoaquel,sinesperarningunaindicacióndelatendera,ledijo:

—Vamos—yfueelprimeroensalirdeprisa.

Casi corriendo, sin decirse palabra alguna, fueron hasta el final de lalarguísima calle; atravesaron el portal de una pequeña casa blanca y sedetuvieron ante una hermosa cancela de hierro, por entre la cual se veía unpatiorepletodemacetasconflores.Marcodiountirónalacampanilla.

Aparecióunaseñorita.

—AquívivelafamiliaMequínez,¿noesverdad?—preguntóconansiedadelmuchacho.

—Cistava—lerespondiólaseñorita,pronunciandoelitalianoconacentoespañol—.Oracistiamonoi,Zeballos.

—Y entonces… ¿a dónde han ido los señores Mequínez? —preguntóMarco,sumamentepreocupado.

—SefueronaCórdoba.

—¡Córdoba!—exclamóMarco—.¿YdóndeestáCórdoba?¿Ylapersonaqueteníanasuservicio?Lamujer,mimadre;lacriadaeramimadre.¿Selallevaronconsigo?

Laseñoritalemiróydijo:

—Nolosé.Talvezlosepamipadre,quelosviocuandosefueron.Esperaunmomento.

Sefueyvolvióalpococonsupadre,unseñoraltodebarbagris,quemiróunos instantes al simpático chiquillo, con aspecto de pequeño marinerogenovés,elpelorubioylanarizaguileña;enmalitalianolepreguntó:

—¿Tumadreesgenovesa?

Marcorespondióafirmativamente.

—Puesmira,lacriadagenovesasemarchóconellos.Estoyseguro.

—¿Adónde?

—ACórdoba,queesunaciudad.

Elchicodiounsuspiroyluegodijoconresignación:

—Bueno,notengomásremedioqueiraCórdoba.

—¡Pobre pibe! —exclamó el señor, mirándole con cierta compasión—.¡Pobrecriatura!Córdobadistadeaquícientosdekilómetros.

Marcopalideciócomounmuertoy,paranocaerse,seapoyóconunamano

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enlacancela.

—Veamos, veamos —dijo entonces el señor Ceballos, movido acompasiónyabriendolapuerta—.Entraunmomento,yveremossisepuedehaceralgo.

Sesentó,ofrecióasientoaMarco,ydijoaéstequelecontarasuhistoria.Le miró con atención y se quedó un poco pensativo. Luego dijo conresolución:

—Túnotienesplata,¿noesasí?

—Algomequedatodavía…,peropoca—lerespondióelmuchacho.

Elargentinoestuvopensativootroscincominutos.Después se sentóa lamesa,escribióunacarta,lacerróy,entregándoselaalchico,ledijo:

—Oyeitalianito.VasairconestacartaaBoca,unpobladodondelamitadporlomenossongenovesesyqueseencuentraadoshorasdecamino.Todossabrán decirte por dónde has de ir. Una vez allí, buscas al señor al que vadirigidoelsobre,personamuyconocida;leentregaslacarta,yéltefacilitaráel medio de salir mañana mismo con dirección a Rosario. No dejará derecomendarte a alguien de allá, que tal vez te proporcione la manera deproseguirhastaCórdoba,dondehallarásalafamiliaMequínezyatumadre.Entretanto,tomaesto—yledioalgunasmonedas—.Anda,ynotedesanimes.En este país haymuchos compatriotas tuyos, que no te abandonarán.Ya loverás.Notedesanimespornada.¡Adiós!

Elmuchacho ledio lasgraciasy, sinmás, saliócon subolsaalhombro,tomando con paso tranquilo el camino hacia Boca a través de la grande yruidosaciudad,llenodetristezaydeasombro.

Todoloquesucediódesdeaquelmomentohastalanochedeldíasiguientese le quedó grabado en la memoria de manera confusa e incierta comofantasmagoríadeuncalenturiento,porlocansado,perturbadoydeprimidoquesehallaba.

Al día siguiente, hacia el oscurecer, después de haber dormido la nocheanterior en un cuartucho de una casa de Boca, al lado de un almacén delpuerto,ytrashaberpasadocasitodoeldíasentadoenunmontóndemadera,comoadormilado,frenteamillaresdegabarrasydevaporcitos,sehallabaenlapopadeunabarcaza a vela, cargadade fruta, que salía para la ciudaddeRosario, conducida por tres robustos genoveses bronceados por el sol, cuyavoz y el querido dialecto que hablaban dio no poco alivio a su contristadocorazón.

Salieron, y el viaje duró tres días y cuatro noches, siendo de continuaadmiración para el pequeño viajero. Tres días y cuatro noches sobre la

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superficie delmaravilloso río Paraná, respecto al cual, nuestro río Po no esmás que un arroyuelo y la longitud de nuestra península cuadruplicada noalcanzaladesucurso.

Labarcazamarchabalentamenteencontradelacorrientedeaquellamasainconmensurablede agua.Pasabaentre largas islas, enotro tiemponidosdeserpientes y guaridas de tigres, cubiertas de sauces y otros diversos árbolesfrondosos, que daban la impresión de bosques flotantes; otras veces sedeslizabaporvastasextensionesdeaguaparecidasagrandeslagostranquilos;después,nuevamenteentreislas,porintrincadoscanalesdeunarchipiélago,enmediodeexuberantesvegetaciones.Reinabaunsilenciosepulcral.En largostrechos,lasorillasylasaguassolitariasyamplísimas,evocabanlaimagendeun río desconocido que la pobre embarcación a vela fuese la primera delmundo en surcar. Cuanto más se avanzaba, tanto más le descorazonaba elinmenso río.Se le figurabaque sumadre sehallabaen sus fuentesyque lanavegaciónibaadurarañosenteros.

Dosvecesaldíatomabaunpocodepanycarnesaladaconlosbarquerosque,viéndoletantriste,nuncaledirigíanlapalabra.Porlanochedormíasobrecubiertaysedespertabaaintervalos,sobresaltado,admirandolaclaridaddelaluna que blanqueaba la inmensa superficie acuosa y las lejanas orillas,oprimiéndosele entonces el corazón. «¡Córdoba! ¡Córdoba!», repetía estenombre como el de una de las misteriosas ciudades de las que había oídohablarenlasleyendas.Peroluegopensaba:«Mimadrehapasadoporaquí,havistoestas islasyestasorillas»,yentoncesyano leparecían tanextrañosysolitarios aquellos lugares en los que se había detenido la mirada de suadoradamadre.

Porlanochecantabaalgúnbarquero,ysuvozlerecordabalascancionesdesumamáparadormirlecuandoerapequeñito.Laúltimanocheempezóalloraraloírcantar.Elbarquerointerrumpióelcantoyenseguidaledijo:

—¡Noteaflijas,chiquito!¡Quédiablos!¡Ungenovésnodebellorarjamáspor estar lejos de su casa! Los genoveses dan la vuelta al mundo tancampantescomoorgullosos.

Ante tales palabras, se turbó. Percibió la voz de la sangre genovesa ylevantólafrenteconaltivez,dandounpuñetazosobrelastablas.«¡Estábien!—dijoentresí—;aunquetengaquedarlavueltaalmundo,viajarañosyañosy recorrer a pie centenares de leguas, seguiré adelante hasta encontrar amimadre.¡Aunquelleguemoribundoycaigamuertoasuspies,contaldeverlaunasolavez!¡Valor,Marco!»

En este estadode ánimo llegó al despuntar de una rosaday fríamañanafrente a la ciudad de Rosario, situada en la ribera del Paraná, sobre unapequeña altura, reflejándose en las aguas los mástiles y banderas de cien

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barcosdetodoslospaíses.

Pocodespuésdedesembarcar,subióalaciudadconsubolsaenlamanoenbuscadelseñorargentinoparaelquesuprotectordeBocalehabíaentregadounacartaconalgunaspalabrasderecomendación.

AlentrarenRosario, leparecíahallarseenunaciudadconocida.Antesuvistaseofrecíandenuevocallesinterminables,tiradasacordel,decasasbajasyblancas,cruzadasen todasdirecciones,porencimade los tejados,porunamaraña de hilos de la luz, telegráficos y telefónicos, semejantes a enormestelarañas,yungrantropeldegente,decaballeríasydevehículos.Lacabezaseleiba,ycreíahallarsedenuevoenBuenosAires,teniendoquebuscarotravez al primo de su padre. Anduvo cerca de una hora, dando vueltas yrevueltas,pareciéndolequesiempreseencontrabaenlamismacalle.Afuerzadepreguntasencontró lacasadesunuevoprotector.Llamóyseasomóa lapuerta un hombre gordo rubio, áspero, con aire de administrador, que lepreguntódescortésmente,conpronunciaciónextranjera:

—¿Quéseteofrece?

Marcodijoelnombredelpatrónalquebuscaba.

—El patrón —le contestó el administrador— se fue ayer para BuenosAirescontodalafamilia.

Elmuchachosequedóparalizado.

Despuésbalbuceó:

—Peroyo…notengoaquíanadie.¡Estoysolo!—ylepresentólacarta.

Elhombrelatomó,laleyóydijoconvisiblemalhumor:

—Noséquéhacer.Yaseladarédentrodeunmes,cuandoregrese.

—¡Pero yo estoy solo y necesito ayuda! —exclamó Marco en tonosuplicante.

—Yamí,¿quémeimporta?DemasiadospordioserosdetutierrahayyaenRosario.VeteamendigaraItalia.

Yledioconlapuertaenlasnarices.

Elchicosequedópetrificado.

Luegotomócondesalientosubolsaysemarchóangustiado,conlacabezaaturdida, asaltado por un cúmulo de tristes pensamientos. ¿Qué hacer? ¿Adóndedirigirse?DeRosarioaCórdobahabíaundíadeviajeenferrocarril,yllevabaconsigomuypocodinero.Calculando loquenecesitabagastaraqueldía, no le quedaría casi nada. ¿Dónde podía encontrar dinero para pagar elbillete?Podía trabajar,pero¿enqué?¿Yaquién recurrir?¿Pediría limosna?

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¡Ah,esono!Noqueríaque lodespachasencomoaunperrosarnoso,que loinsultaran y lo humillaran como poco antes. ¡Todo menos eso! Con estospensamientos,volviendoaverantesí la larguísimacallequeseperdíaenelhorizonte,sintióquelefaltabanotravezfuerzas.Dejólaabultadabolsaenlaacera, sesentósobreella,deespaldasa lapared,ysecubrió lacaracon lasmanos,sinllorar,enactituddesconsolada.Lagentetropezabaconélalpasar;loscarruajesllenabanderuidolacalle;algunoschicossepararonamirarlo…Asípermanecióunbuenrato,hastaquelesacódesu letargounavozqueledijomedioenitalianoymedioenlombardo:

—¿Quéhacestúaquí,chiquillo?

Alzólacarae inmediatamentesepusoenpie, lanzandounaexclamacióndeasombro.

—¡¿Usted?!

Era el viejo campesino lombardo con el que había intimado durante elviaje.Lasorpresadelviejonofuemenor.PeroMarconoledio tiempoparapreguntarleylecontóenpocaspalabrasloqueleocurría.

—Ahora estoy sin un real. Tengo que trabajar. Búsqueme usted algúntrabajoparapoderreunireldineroquenecesito.Puedohacerloquesea:llevarbultos,barrerlascalles,hacerrecadosyhastafaenasdelcampo.Meconformoconpodercomerpannegro.Loquequieroespodersalirprontoyencontraramimadre.¡Hágameesefavor!¡Búsquemetrabajo,porelamordeDios,queyanopuedoresistirmás!

—¡Diantre, diantre! —dijo el lombardo mirando en torno suyo yrascándose la barbilla—. ¡Y qué caso! Trabajar… Eso se dice pronto. Perovamos a ver; ¿es que costaría tanto reunir el dinero que necesitas para ir aCórdobahabiendoaquítantoscompatriotasnuestros?

Elchicolemiraba,sostenidoporunrayodeesperanza.

—Venteconmigo—ledijoelhombre.

—¿Adónde?—lepreguntóMarco,volviendoatomarsubolsa.

—Yaloverás.

El lombardo se puso enmarcha yMarco le siguió.Anduvieron un buentrechodecalle juntos, sinhablar.Elhombresedetuvoante lapuertadeunacantina que tenía en el dintel una estrella y debajo el rótulo: La estrella deItalia;seasomóalinteriorydijoalmuchacho:

—Llegamosenbuenmomento.

Entraron en una amplia sala, donde había varias mesas y bastanteshombressentados,quebebíanyhablabanfuerte.Elviejolombardoseacercóa

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la primera mesa, y por la manera de saludar a los seis parroquianos queestabanasualrededorsecomprendíaquehabíaestadoconellospocoantes.Estabanmuyencarnadosyhacíansonarlosvasos,voceandoyriendo.

—¡Camaradas! —dijo sin más el lombardo, permaneciendo de pie ypresentandoaMarco—.Aquítenéisaestechico,compatriotanuestro,quehavenidosolodesdeGénovaenbuscadesumadre.EnBuenosAiresledijeronque no estaba allí, que se encontraba en Córdoba. Ha venido en barco aRosarioyhaempleadoenelviaje tresdíasy tresnoches.Traeunacartaderecomendación escrita por un italiano de Boca; pero al entregarla le hanrecibidodemalamanera.No tieneniuncéntimo.Estáaquídesesperado.Setrata deun chicomuyanimoso.Algodebemoshacerpor él, ¿noosparece?Sólo quiere el dinero necesario para trasladarse en ferrocarril a Córdoba.¿Vamosadejarloaquícomoperroabandonado?

—¡Por nada del mundo! ¡Eso no se dirá jamás de nosotros!—gritarontodosalavez,dandopuñetazosenlamesa—.¡Uncompatriotanuestro!

—¡Ven acá, pequeño! —¡Cuenta con nosotros, los emigrantes! —¡Quéchiquillo más guapo y espabilado!—¡Aflojad el bolsillo, camaradas! ¡Quévaliente! ¡Ha venido solo! —¡Es un chico de oro! —¡Toma un trago,compatriota!¡Noteapures,queverásatumadre!

El uno le tocaba la mejilla; otro le daba palmaditas en la espalda; untercero le cogía la voluminosa bolsa.De lamesa inmediata acudieron otrosemigrantes;lahistoriadelmuchachocorrióportodoelestablecimiento.Delahabitacióncontiguasalierontresparroquianosargentinos…Enmenosdediezminutos recorrió el lombardo las distintas mesas, presentaba el sombrero amaneradebandejayrecaudómásdinerodelnecesarioparaelviaje.

—¿Hasvisto—dijoentonces,dirigiéndosealmuchacho—quépronto seconsigueestoenAmérica?

—¡Bebe!—legritóotro,ofreciéndoleunvasodevino—.¡Alasaluddetumadre!

—¡Alasaluddemi…!

Pero no pudo acabar la frase, porque un sollozo de alegría le cerró lagarganta,y,dejandoelvasoenlamesa,seechóenbrazosdelviejolombardo.

A la mañana siguiente, antes de la salida del sol, tomó el tren paraCórdoba, sintiéndose animado y lleno de pensamientos halagüeños. Pero nohayalegríaduraderaanteciertosaspectossiniestrosdelanaturaleza.Elcieloestaba encapotado, gris, oscuro; el tren, semivacío, corría a través de lainmensaplanicieenlaquenoseadvertíanseñalesdevida.Seencontrabasoloenunvagónmuylargoqueseparecíaalosquetransportanheridos.Mirabaa

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derecha e izquierda y sólo contemplaba una soledad sin fin, interrumpida aintervalosporpequeñosydeformesárboles,deramasytroncosretorcidos,enactitudes jamás vistas, como de ira y de angustia; una vegetación oscura,extrañaytriste,quedabaalallanuralaaparienciadeuninmensocementerio.

Permanecíasomnolientoporespaciodemediahorayvolvíaaasomarsealaventanilla,paraversiempreelmismoespectáculo.

Lasestacionesporlasquepasabaeltrenestabansolitarias,comocasasdeermitaños; y cuando el convoy se detenía, no se percibía ninguna voz,pareciéndolequesehallabaenun trenperdido,abandonadoenmediodeundesierto.Cadaestacióncreíaqueibaaserlaúltima,yqueentrabadespuésenlasmisteriosasyespantosastierrasdelosindiossalvajes.Unabrisaheladaleazotabalacara.AlembarcarloenGénova,afinalesdeabril,supadrenohabíatenido en cuenta que en América del Sur sería invierno, y le dio ropa deverano.Alcabodeunashorasempezóanotarfrío,yconél,elcansancioporelajetreodelosdíasprecedentes,llenosdeemocionesviolentasydeagitadasnochesdeinsomnio.

Se durmió. Estuvo durmiendo mucho tiempo, y se despertó aterido. Sesentíamal.Entoncesleacometióeltemordecaerenfermo,morirenelviajeyserarrojadoallá,enmediodeladesoladallanura,dondesucadáverseríapastodelosperrosyavesderapiña,comoalgunoscuerposdevacasqueveíadevezencuandocercade lavíayde losqueapartaba lamiradaconespanto.Conaquel malestar inquieto, en medio del tétrico silencio de la naturaleza, seexcitaba su imaginación y volvía a pensar en lo peor. ¿Estaba seguro deencontrarasumadreenCórdoba?¿Ysinoestuvieraallí?¿Noeraposiblequese hubiese equivocado el señor de la calle de Las Artes? ¿Y si hubierafallecido? Con estos pensamientos volvió a conciliar el sueño. Soñó quellegabaaCórdobadenocheyquedesdetodaslaspuertasyventanasledecían:«¡Noestá!¡Noesta!¡Noestá!»Sedespertódesobresalto,aterrorizado,yvioen el fondo del vagón a tres hombres, barbudos, tapados con mantas dediversos colores, que le miraban, hablando entre sí, pasándole por laimaginación que bien podía tratarse de asesinos que quisiesenmatarlo pararobarlelaropayeldinero.Alfríoyalmalestarseunióelmiedo;lafantasía,yaturbada,sedesenfrenó.Lostreshombresnocesabandemirarlo,yunodeellossemovióhaciaél;elmuchachoperdióentonces la razóny,yendoasuencuentro,conlosbrazosabiertos,gritó;

—¡Notengonada!¡Soyunpobreniño!HevenidodeItaliaabuscaramimadreyestoysolo.¡Nomehaganada!

Los viajeros comprendieron lo que le sucedía. Le tuvieron lástima, loacariciaron y lo tranquilizaron diciéndole palabras que no entendía. Viendoque tiritabade frío, lo taparonconunade susmantasy lehicieronvolvera

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sentarse para quedurmiese. Se quedó, efectivamente, dormido al anochecer.CuandoledespertaronestabanenCórdoba.

¡Conquésatisfacciónrespiróyconquéímpetusaliódelvagón!Preguntóaun empleado de la estación dónde estaba la casa del ingeniero señorMequínez;yelinterrogadoledioelnombredeunaiglesia,diciéndolequeeltalingenierovivíaalladodeella.

Marcosedirigiócorriendohaciaallá.

Eradenoche.Entróen laciudady leparecióque sehallabaotravezenRosario por ver de nuevo las calles largas y rectas, flanqueadas de casitasbajas,cortadasporotrascallesasimismomuylargasyrectas.Perohabíapocagente.Alaclaridaddelosescasosfarolesencontrabacarasraras,deuncolordesconocido, entre negruzco y verdoso. Alzando la vista, veía de vez encuandoiglesiasdeunaarquitecturarara,quesedibujabaninmensasynegrasenelfirmamento.Laciudadestabaoscuraysilenciosa;mas,despuésdehaberatravesadoel inmensodesierto, leparecíaalegre.Preguntóaunsacerdote,yprontohallólaiglesiaylacasaquebuscaba;tiródelacampanillaconmanotemblorosa, y se puso la otra sobre el pecho para contener los latidos delcorazón,queselequeríasubiralagarganta.

Le abrió una anciana, que llevaba una luz en la mano. Marco no pudohablarenseguida.

—¿Aquiénbuscas,pibe?—lepreguntólamujerencastellano.

—AlingenieroMequínez—dijoelmuchacho.

Laancianahizoademándecruzar losbrazossobreelpechoy respondiómoviendolacabeza:

—¡TambiénvienestúpreguntandoporelingenieroMequínez!Mepareceque ya es hora de que esto termine. Hace tres meses que no paran demolestarnos. No nos basta haberlo dicho en los periódicos; tendremos queponercartelesenlasesquinasdiciendoqueelseñorMequínezsehatrasladadoaTucumán.

Elmuchachohizoungestodedesesperación.Luegotuvounaccesodeirayexclamó:

—¡Esunamaldición!Estávistoquememorirésinencontraramimadre.¡Yomevuelvoloco!¡Quédesesperación,Diosmío!¿Quiereustedrepetirmeelnombredeesepueblo,dóndeseencuentrayaquédistanciadeaquí?

—¡Pobre criatura!—le respondió la anciana, compadeciéndose de él—.¡Casinada!Yocreoqueestaráporlomenosacuatrocientasleguas.

Elmuchachosecubrióelrostroconlasmanosyluegodijosollozando:

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—¿Yquéhagoahora?

—¿Quéquieresquetediga,pobrecitohijo?Nolosé.—Peroenseguidaseleocurrióunaideayañadió—:Mira,ahoraquepienso,puedeshacerunacosa.Volviendolaesquina,aladerecha,enlaterceracasa,encontrarásunapuertaquedaaunpatio,dondeviveuncomerciantequesalemañanaconsuscarretasparaTucumán.Puedesversiquierellevarte,ofreciéndoletusservicios.Talvezteasigneunpuestoenalgunacarreta.Veenseguida.

Marco tomósubolsa,dio lasgraciasdeescapadaya losdosminutossehallabaenunampliopatiocomolosdelasposadas,iluminadoporfarolesdemano, donde varios hombres estaban ocupados en cargar sacos de trigo enunos grandes carros, parecidos a las casetas sobre ruedas que llevan lostitiriteros,conlacubiertadelonaredondeadayunasruedasdegrandiámetro.Dirigía la operación un hombre alto, bigotudo, envuelto en una especie decapaconcuadrosblancosynegros,quecalzabaanchosborceguíes.Marcoseleacercó,yleformulótímidamentesupregunta,diciéndolequehabíallegadodeItaliaeibaenbuscadesumadre.

El capataz,o sea, el conductordeaquella caravanadecarros, lemiródearribaabajoyledijoconsequedad:

—¡Nohaysitioparati!

—Llevoquinceliras—lereplicóelmuchachoentonosuplicante—.Selasdaré todas.Trabajarédurante el camino. Iré abuscar aguaypiensopara lascaballerías,harétodoloqueustedmemande.Paracomermebastaunpocodepan.¡Déjemeir,señor!

Elcapatazvolvióamirarleylecontestóentonoamable:

—Mira, muchacho… La verdad es que no hay sitio libre. Además, novamosaTucumán,sinoaSantiagodelEstero.Enciertopuntotetendríamosquedejaryaúntendríasquerecorrerapieunagrandistancia.

—¡Estoy dispuesto a todo! —exclamó Marco—. Andaré lo que seapreciso, y llegaré de todas formas. Déjeme un sitio; por caridad, no meabandoneaquí.

—Tenencuentaqueesunviajedeveintedías.

—¡Noimporta!

—¡Ymuypesado!

—¡Todoloaguantaré!

—¡Luegotendrásqueirtúsolo!

—¡Nadamedamiedo!Elcasoesencontraramimadre.¡Tengapiedadde

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mí!

Elcapatazleacercóalacaraelfarolquellevabaenlamano,yluegodijo:

—Estábien.

Marco,agradecido,lebesólamano.

—Esta noche dormirás en un carro—añadió el capataz—; te despertarémañanaalascuatrodelamadrugada.Buenasnoches.

Al día siguiente, a las cuatro, a la luz de las estrellas, se puso enmovimiento la larga fila de carros, produciendo no pequeño estrépito. Cadacarro iba tirado por seis bueyes, seguidos todos por muchos animales derefresco. El muchacho, despierto y colocado en el interior de una carreta,sobre los sacos, no tardó en quedarse dormido profundamente. Cuando sedespertó, el convoy estabadetenido enun lugar solitario, al sol, y todos loshombres, lospeones,sehallabansentados, formandocírculo,en tornodeuncuartodeterneraqueseasabaalairelibre,clavadoenunaespeciedeespadónplantadoenelsuelo,juntoalahogueraavivadaporelviento.

Comieron todos juntos, echaron la siesta y luego se puso en marcha elconvoy.Asícontinuóelviajeconlaregularidaddeunamarchamilitar.Cadamañanaseponíanencaminoalascincoyparabanalasnueve,paraproseguiralascincodelatardeyhacersealtoalasdiezdelanoche.

Los peones iban a caballo y estimulaban a los bueyes con largas picas.Marco encendía el fuego para el asado, daba de comer a los animales,limpiabalosfarolesyacarreabaelaguanecesaria.

El paisaje se sucedía ante sus ojos como una visión fantástica: vastosbosquesdepequeñosárbolesoscuros;pobladosdepocascasasesparcidasconlas fachadas rojas y almenadas; muy amplios espacios, tal vez lechos deantiguos lagos salados, blanqueados por efecto de la sal, se extendían hastadondealcanzaba lavista;ypor todaspartes, lasempiterna llanurasolitariaysilenciosa.Rarasvecesencontrabaadosotresviajerosacaballo,seguidosdecaballossueltos,quepasabanagalope,comounaexhalación.

Los días se sucedían con desesperada uniformidad, como en el mar,sombríos e interminables. Pero el tiempo eramuy bueno. Lomalo era que,como el muchacho se había hecho el sirviente de los peones, éstos semostrabancadavezmásexigentes.Algunoslotratabanbrutalmenteyhastaleamenazaban;todossemostrabandesconsideradosalrequerirsusservicios:lehacían llevar grandes haces de forraje; lo mandaban por agua a grandesdistancias; y él, extenuado por la fatiga, ni siquiera podía dormirtranquilamenteenlasnoches,despertándoseacadainstanteporlassacudidasdelcarroyporelruidoensordecedordelasruedasylaspiezasdemadera.Por

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añadidura, al moverse el viento, se levantaban grandes polvaredas de tierrafina, rojizaygrasientaque lepenetrabapordebajode la ropa, le llenaba losojosylabocaynoledejabavernirespirar.Erarealmentealgoqueleoprimíayresultabainsoportable.

Extenuado por la fatiga y el insomnio, roto y sucio, reprendido ymaltratadodelamañanaalanoche,elpobrechicosedeprimíacadavezmás,ysehabríadescorazonadoporcompleto,denohaberledirigidoelcapatazdevezencuandoalgunapalabracariñosa.Confrecuencia,sentadoenunrincóndelacarreta, lloraba,sinquelevieran,abrazadoyponiendolacarasobrelabolsa,quesóloconteníayaharapos.Cadamañanaselevantabamásdecaídoydesanimadoalversiemprelailimitadaeimplacablellanuracomounocéanodetierra,ydecíaentresí:«Hoynollegoalanoche.¡Memueroenelcamino!»

Aumentabanlasfatigasyseredoblabanlosmalostratos.Unamañana,porhaber tardado en llevar agua, uno de los hombres le pegó en ausencia delcapataz.Apartirdeentoncesempezaronahacerloporcostumbrey,cuandolemandabanalgo,lepropinabanunpescozónsinveniracuento,diciéndole:

—¡Toma,haragán!¡Llevaestoatumadre!

Elcorazónselepartíaycayóenfermo.Permaneciótresdíasenlacarreta,tapadoconunamanta,calenturiento,sinveranadiemásquealcapataz,quelellevaba de beber y le tomaba el pulso.Marco se creyó perdido e invocabadesesperadamenteasumadre,llamándolacienvecesporsunombre:«¡Madremía!¡Madremía!¡Ayúdame!¡Ven,quememuero!¡Ay,pobrecitamadremía!¡Yanotevolveréaver!¡Meencontrarásmuertoenestedesierto!»Juntabalasmanossobreelpechoyrezabalasoracionesqueellalehabíaenseñado.

Másadelantemejoró,gracias a los cuidadosdel capataz,y sepusobien.Peroconlacuraciónllegóeldíamásdolorosodelviaje,cuandoibaaquedarsesolo.

Hacíamás de dos semanas que habían salido deCórdoba, y, al llegar alpunto en el que se separaban el camino de Tucumán y el de Santiago delEstero,elcapataz ledijoqueapartirdeallí tendríaqueproseguirelviajeélsolo,comoyaselohabíaanunciado.Ledioalgunasinstruccionesacercadelcamino, le entregó la bolsa de la ropa y sin añadir más, por temor aconmoverse,losaludó.Marcoapenastuvotiempodebesarlelamanoenseñaldeagradecimiento.Tambiénparecieronsentiralgunacompasiónloshombresquetanmallohabíantratado,alverlotansolito,ylesaludaronconlamanocuando se alejaron. Él les devolvió el saludo de igual modo y se quedómirandolacaravanahastaquelaperdiódevista,envueltaenelpolvorojizodelcaminoydelallanura.Despuéssepusoacaminartristemente.

Una cosa le consoló algo, sin embargo, desde un principio. Al cabo de

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tantosdíasdeviajeatravésdelailimitadaplanicie,siempreigual,veíadelantede sí una cadena de montañas muy elevadas, azuladas y con las cimasnevadas, que le recordaban los Alpes y le producían la sensación deaproximarse a su tierra. Eran los Andes, la espina dorsal del continenteamericano, la inmensa cadena que se extiende desde la Tierra del Fuego,bordeandolaparteoccidentaldeAméricadelSur,hastaelistmodePanamá,conuna longitudde7.500kms.,prolongándose luegocondiversosnombresporCentroamérica yAmérica delNorte hastaAlaska, en elOcéanoGlacialÁrtico.También le animaba notar que el aire se iba haciendo cada vezmáscaliente. Y es que, avanzando hacia el Norte, se acercaba a las regionestropicales.Agrandesdistanciasencontrabapequeñospobladosenlosquenofaltabaunatienda,dondecomprabaalgoparacomer.Porelcaminosecruzabaconhombresacaballo;devezencuandoveíamujeresyniñossentadosenelsuelo, inmóvilesy serios, con caras completamentenuevaspara él, de colortierra,conlosojosoblicuosylospómulossalientes,quelemirabanfijamentey le seguían con la vista, volviendo la cabeza lentamente, como autómatas.Eranindios.

El primer día anduvo mientras se lo permitieron sus fuerzas y durmiódebajo de un árbol. El segundo día recorrió menos distancia y con mayordepresión de ánimo. Tenía las botas rotas, los pies despellejados, y elestómagodebilitadopor lamala alimentación.Hacia el anochecer empezóatener miedo. Había oído decir por su tierra que en aquellas regiones habíaserpientes. Creía oírlas arrastrarse; se detenía, echaba a correr y sentíaescalofríosenloshuesos.Avecessentíamuchalástimadesímismoyllorabasilenciosamenteconforme ibaandando.Luegopensaba:«¡Cuántosufriríamimadresi supieseque tengo tantomiedo!»,yestepensamiento lo reanimaba.Después,paradominarelmiedo,pensabaenmuchascosasdeella,traíaasumemorialoquehabíadichoalsalirdeGénova,yelmodoconquelearreglabalaropadelacamacuandoestabaacostado;ycuandoeraniño,queaveceslotomaba en sus brazos, diciéndole: «Estate aquí un poco conmigo», y élpermanecíamuchotiempoconlacabezaapoyadaenlasuya,pensando.Ysedecía entre sí: «¿Llegaré a verte, querida madre, al final de este viaje?»Marchaba sin interrupción en medio de árboles desconocidos, de extensasplantaciones de caña de azúcar y praderas sin fin, siempre con aquellasgrandes montañas azules por delante, que cortaban el sereno cielo con susaltísimospicosysuslíneassinuosas.

Pasaroncuatrodías,cinco,unasemana.Lasfuerzasleibandisminuyendorápidamente y los pies le sangraban. Al fin una tarde, al ponerse el sol ledijeron:

—Tucumánsehallaacincoleguasdeaquí.

El lanzó un grito de alegría y apresuró el paso, como si en un instante

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hubiese recobrado todo el vigor perdido. Pero fue una corta ilusión. Lasfuerzas le abandonarondeprontoycayóextenuadoa laorilladeunazanja.Sinembargoelcorazónlesaltabadegozo.Elcielocuajadodeestrellasmuybrillantes, entre las que sobresalían las de la Cruz del Sur, nunca le habíaparecidotanhermoso.Lascontemplabatendidosobrelahierba,condeseosdedormir, y pensaba que tal vez le estuviese esperando sumadre en aquellosmomentos. Y se decía: «¿Dónde estás, madre mía? ¿Qué haces ahora?¿PiensasentuMarco,queestácercadeti?»

¡PobreMarco!Sihubiesepodidoverelestadoenqueentoncessehallabasumadre,habríahechounesfuerzosobrehumanoparaandartodavíayllegarasu lado sin pérdida de tiempo. Estaba enferma, echada en la cama, en unahabitaciónde laplantabajadeunhotelito,dondevivía lafamiliaMequínez,que le había tomado gran cariño y le prestaba solícitos cuidados. La pobremujeryanoseencontrababiencuandoelingenierotuvoquesalirprecipitadodeBuenosAiresynosehabíarestablecidodeltodoapesardelbuenclimadeCórdoba.Después,alnohaberrecibidocontestaciónasuscartasnidelmaridonidelprimo,elpresentimientocadavezmástorturantedealgunadesgracia,lacontinua ansiedad en que había vivido, dudando entre marchar y quedarse,esperandotodoslosdíasunanoticiafatal, lehabíahechoempeorardemodoextraordinario. Últimamente se le había manifestado una enfermedad muygrave, unahernia estrangulada.Hacía quincedías queno se levantabade lacama, y era preciso intervenirla quirúrgicamente para salvarle la vida. Enaquelmismoinstante,mientraslainvocabasuMarco,estabanjuntoasucamalosseñoresdelacasaqueriéndolaconvencer,conmuchadulzura,paraquesedejaseoperar;masellapersistíaensutercanegativaynodejabauninstantedellorar.

Ya había ido la semana anterior, a tal efecto, un prestigioso cirujano deTucumán,peroinútilmente.

—No, queridos señores —decía ella—, no merece la pena; no tengofuerzaspararesistirymoriríaenlaoperación.Esmejorquemedejen.Yanotengoapegoalavida.Paramítodoseacabó.Prefieromorirasaberloquehaocurridoamifamilia.

Losseñoresseoponían,ledecíanquetuviesevalor,quelasúltimascartasenviadasdirectamenteaGénovatendríanrespuesta,quesedejaseoperar,quelohicieraporsushijos.

Pero el recuerdo de sus hijos aumentaba todavía más la angustia y elprofundodesaliento,quelateníadeprimidadesdehacíamuchotiempo.Aloíraquellaspalabraslesaltabanlaslágrimas.

—¡Ah,mishijos!¡Misqueridoshijos!—exclamabajuntandolasmanos—.¡Talvezhayanmuerto!¡Másvalequemuerayotambién!Detodasformasles

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quedomuyagradecida,queridosseñores.Esinútilquevuelvaeldoctorpasadomañana.Quieromoriraquí.Eseesmidestino.Yalohedecidido.

Losseñores,sincesardeconsolarla,lerepetían:

—No diga eso, buenamujer—y le cogían lamano para hacerlemayorpresión.

Pero ella cerraba entonces los ojos, agotada y caía en un sopor comomuerta.

Los dueños permanecían a su lado algún tiempo y, al mirarla a la luzmortecina de una lamparilla, sentían gran compasión de aquella madreadmirablequeporelbiendesufamiliahabíaidoamoriraseismilleguasdesu patria, tras haber penado tanto. ¡Pobre mujer, tan honesta, buena ydesgraciada!

Aldíasiguiente,muydemañana,encorvadoymediotambaleándose,consubolsaacuestas,perosumamenteanimoso,entrabaMarcoen laciudaddeTucumán,unadelasmássuavesyflorecientesdelaRepúblicaArgentina.Lepareció que volvía a ver Córdoba, Rosario y Buenos Aires, puesto quecontemplaba análogas calles largas y rectas con lasmismas casas blancas ybajas; pero por todas partes aparecía una nueva y magnífica vegetación,notándoseunaireperfumado,unaluzmaravillosa,uncielotransparenteyazulcomoéljamáshabíavisto,nisiquieraenItalia.

Yendo adelante por las calles, advirtió la febril agitación que habíapresenciadoenBuenosAires.Miraba lasventanasy laspuertasde todas lascasas;sefijabaentodaslasmujeresquepasabanconanhelanteesperanzadeverasumadre,ydebuenaganahabríapreguntadoatodos,peronoseatrevíaa parar a nadie. Cuantos se cruzaban con él se volvían para ver a aquelmuchacho harapiento y lleno de polvo, que daba señales de venir de muylejos. El buscaba entre la gente una cara que le inspirase confianza paradirigirlelatremendapregunta,cuandoseofrecióantesusojoselrótulodeunatienda con nombre italiano. Se aproximó pausadamente a la puerta y conánimoresueltodijo:

—¿PodríandecirmedóndevivelafamiliaMequínez?

—¿LosseñoresMequínez?—repitióeltendero.

—Sí, sí, la casa del ingeniero señorMequínez—respondió elmuchachoconunhilodevoz.

—LafamiliaMequínez—dijoelcomerciante—noestáenTucumán.

Ungritodedesaliento, comoeldeunapersonaheridaporpuñalada, fuecomoelecodeaquellaspalabras.

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Acudieron el tendero y algunas mujeres que se encontraban en elestablecimiento.

—¿Quétepasa,muchacho?—lepreguntóeltenderohaciéndolesentar—.¡No hay que desesperarse, qué diablos! Los Mequínez no están aquí, perovivencerca,apocashorasdeTucumán.

—¿Dónde?¿Dónde?—gritóMarco,poniéndosedepiecomomovidoporunresorte.

—A unas quince leguas de aquí —continuó el hombre—, a orillas delSaladillo, en un lugar donde están construyendounagran fábrica de azúcar.Entreotras,estálacasadelseñorMequínez,quetodosconocen.Teseráfácilllegarallí.

—Yoestuvehaceunmes—dijounjovenquehabíaacudidoaloírelgrito.

Marco abrió desmesuradamente los ojos, miró al joven y preguntóatropelladamente,palideciendo:

—¿VioustedallíalasirvientadelseñorMéquinez,alaitaliana?

—¿Lagenovesa?Sí,lavi.

Marcó prorrumpió en un sollozo convulso, riendo y llorando a la vez.Luego,impulsadoporviolentaresolución,preguntó:

—¿Pordóndeseva?¡Pronto!¡Enséñenmeelcamino!¡Mevoyenseguida!

—Perosihayunajornadalarga—lecontestaron—yestásmuycansado…Debesdescansar.¡Déjaloparamañana!

—¡Imposible! ¡Imposible!—repusoMarco—.Díganmepordóndeseva,no puedo esperar ni un minuto más; me voy enseguida, ¡aunque me caigamuertoporelcamino!

Viéndoletandecidido,noseopusieron.

—¡QueDiosteacompañe!—ledijeron—.Tencuidadoporelcaminodelbosque.¡Felizviaje,italianito!

Un hombre lo acompañó hasta las afueras de la población, le indicó elcaminoquedebíaseguir,ledioalgunosconsejosysequedómirándolecómosealejaba.

Elmuchachodesaparecióalcabodeunosminutos,cojeando,conelbultode ropa a la espalda, por detrás de los espesos árboles que bordeaban lacarretera.

Aquellanochefueatrozparalapobreenferma.Sentíaagudosdoloresquelearrancabangritoscapacesderomperlasvenas,ypasabapormomentosde

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delirio.Lasmujeresque laasistíannosabíanquéhacer.Ladueñaacudíadevezencuando,muydesconsolada.Todosempezarona temerque, aunenelcasodeaccederaque laoperaran,comoelcirujanono iríahasta lamañanasiguiente, seguramente llegaría demasiado tarde. Pero en los momentos delucidez, se comprendíaque sumayor tormentono lo constituían los doloresfísicos,sinoelpensamientodesulejanafamilia.Moribunda,deshecha,conlamirada extraviada, se metía los dedos entre el pelo con actitud dedesesperaciónquepartíaelalma,ygritaba:

—¡Diosmío!¡Diosmío!¡Morir tan lejos,sinverlos!¡Pobreshijosmíos,que se quedan sin madre, mis pobres criaturas, sangre de mi sangre! ¡MiMarco,todavíapequeño,tanbuenoycariñoso!¡Ustedesnopuedenfigurarsecómo es! ¡Si usted lo conociera, señora…! Cuando salí de casa, no podíadespegármelodelcuello; sollozabadeunamaneradesgarradora.Parecíaquesospechabaqueyanovolvería averme. ¡Pobre criaturamía! ¡Ojaláhubiesemuerto de repente entonces, cuando me estaba despidiendo! ¡Huérfano demadremihijito,quetantomequiere,queaúnmenecesita!Sinsumadrecaeráenlamiseria,ytendráqueirpidiendolimosnaparaacallarelhambre…

¡Dios eterno! ¡No, no lo permitáis! ¡No quieromorir! ¡Elmédico! ¡Quevenga enseguida! ¡Llámenle, por favor! ¡Que venga y me abra por dondequiera,contaldequemesalvelavida!¡Elmédico!¡Socorro!

Lasmujeres lesujetaban lasmanos, la tranquilizabana fuerzaderuegos.Al hacerla volver en sí, le hablaban de Dios y de la esperanza que todosdebemosponer enÉl.Entonces la enferma recaía enun abatimientomortal,lloraba mesándose los grises cabellos, gemía como una niña, lanzandolamentoscontinuadosymurmurandoaintervalos:

—¡OhGénovamía!¡Micasa!¡Aquelmar…!¡OhmiMarco,miqueridoMarco!¿Dóndeestaráahoralapobrecriatura?

Eramedianoche,yMarco,despuésdehaberpasadomuchashorasalbordedeun foso, completamente extenuado,marchaba a través de una floresta deárboles gigantescos, monstruos de la vegetación, de troncos desmesurados,semejantes a columnas de catedrales, que a una altura inconcebibleentrelazaban sus enormes copas plateadas por la luna. En aquellasemioscuridad veía vagamentemillares de troncos de todas formas, rectos einclinados, retorcidos, interpuestos en extrañas actitudes de amenaza y delucha;porelsuelohabíaalgunosderribados,comotorrescaídasdeunavez,cubiertos de una vegetación exuberante y confusa, que parecía unamultitudfuriosa, disputándose el espacio palmo a palmo; otros formaban gruposverticales y apretados como haces de lanzas titánicas, cuyas puntas seocultabanenlasnubes;unagrandiosidadsoberbia;undesordenprodigiosodeformas colosales, el espectáculomásmajestuosamente terrible que jamás le

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habíaofrecidolanaturalezavegetal,propiodelaselvavirgen.

Enciertosmomentoslesobrecogíaungranestupor,peroprontovolabaconelpensamientohaciasumadre.Estabaagotado,conlospiesensangrentados,solo en aquella imponente selva, donde únicamente veía a largos intervalospequeñas viviendas humanas, que al pie de aquellos majestuosos árbolesparecíannidosdehormigas,yalgúnqueotrobúfalodormidoenelcamino.Seencontraba rendido de cansancio y solo, mas no por eso tenía miedo. Lagrandeza de la selva virgen elevaba su alma; la proximidad de sumadre lecomunicabalafuerzayelatrevimientodeunhombre;elrecuerdodelocéano,de losdesalientosyde laspenalidadespasadasysuperadas, lasprolongadasfatigas y la férrea constancia de que había dado pruebas le hacían erguir lafrente; todo el torrente de su fuerte y noble sangre genovesa afluía a sucorazónenardienteoleadadeorgulloydeaudacia.

Una nueva sensación advertía en él: hasta entonces había llevado en lamenteunaimagendesumadreoscurecidayconfusauntantoporlosdosañosde ausencia,mas en aquellos instantes adquiríamás claridad y tenía rasgosmejor definidos; volvía a ver su cara entera y propia como hacía muchotiempo no la había contemplado; la percibía muy cerca, iluminada y comohablándole;volvíaaverlosmovimientosmásinsignificantesdesusojosydesuslabios,todassusactitudes,susgestosylassombrasdesuspensamientos;sostenidopor tanacuciantes recuerdos, apretabaelpaso,yunnuevocariño,unaindecibleternuraibacreciendoensucorazón,quelehacíacorrerporsusmejillasdulcesysosegadas lágrimas.Conforme ibaandandoenmediode laoscuridad,lehablabadiciéndolelaspalabrasqueprontolemurmuraríaaloído:«¡Aquíestoy,madremía;aquímetienes;yanomeapartarédeti!¡Volveremoslosdosacasayestarésiempreatulado,pegadoati,sinquenadienosseparenunca, mientras vivas!» Entretanto no se daba cuenta de que ibadesapareciendodelacopadelosgigantescosárboleslaplateadaluzdelalunaparadejarpasoalarosadaauroraqueyaaparecíaporlosbalconesdeloriente.

A las ocho de aquella mañana estaba junto al lecho de la enferma elcirujano de Tucumán, joven argentino, en compañía de un practicante, paraintentar por última vez convencerla de que le permitiera operarla. A susrequerimientos se unían los del ingenieroMequínez y su esposa. Pero todoresultaba inútil, puesto que la mujer, sintiéndose sin fuerzas, no teníaconfianzaenelbuenresultadodelaintervenciónquirúrgica.Estabaseguradequemoriríaduranteellaoquesólosobreviviríaunascuantashorasdespuésdehabersufridoinútilmenteunosdoloresmásatrocesdelosqueleproduciríalamuertenatural.

Eldoctornocesabaderepetirle:

—Mire,señora,elresultadodelaoperaciónesseguroyciertasucuración

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contalquesearmedeunpocodevalor.Siseniega,moriráindefectiblemente.

Apesardetodo,resultabanpalabrasinútiles.

—No—respondíaconsudébilvoz—;tengovalorparamorir.peronoparasufrirenvano.Gracias,doctor.Eseesmidestino.Déjememorirenpaz.

Elcirujanodesistiódesuempeñoynadiedijomása laenferma, lacual,dirigiéndoseasudueña,lehizoconvozmoribundalosúltimosruegos.

—Miqueridaybuenaseñora—dijoesforzándosemuchoyentresollozos—, le pido que haga el favor de enviar a mi familia. por medio del señorCónsul, el pocodineroy la ropaqueposeo.Supongoque todosvivirán.Micorazón lo presiente en estos últimos momentos. Tenga la bondad deescribir…quesiemprehepensadoenellos,quehetrabajadoporellos…pormishijos…yquemiúnicapenaesnovolveraverlos…,peroquehemuertoconbuenánimo…resignada…bendiciéndolos;yqueamimarido…yamihijo mayor… les recomiendo que velen por el más pequeño, mi pobrecitoMarco… a quien he tenido presente en mi corazón… hasta el últimomomento…—Poseídaderepentinaexaltación,exclamó,juntandolasmanos:—¡MiMarco!¡Miniño!¡Mivida!…

Peroalgirarsusojosanegadosenlágrimas,yanovioalaseñora;alguienla había llamado por señas sin que la paciente lo advirtiera. Buscó alingeniero,y tambiénhabíadesaparecido.Solamenteestabanen lahabitaciónlasdosenfermerasyelayudantedelmédico.

Enlahabitacióncontiguaseoíanpasosacelerados,palabrasentrecortadasyexclamacionescontenidas.

Laenfermamiróhacialapuertaconojosveladosenactitudexpectante.Alcabodeunosminutosvioapareceralcirujanoconexpresiónextraña,yluegoasus señores también visiblemente alterados. Los tres la miraron de modosingular y se intercambiaron unas palabras en voz baja. Le pareció que eldoctordecíaalaseñora:

—Esmejorenseguida.

Laenfermanocomprendía.

—Josefa—le dijo la señora con voz temblorosa—, tengo que darle unabuenanoticia.Prepáresearecibirla.

Lamujerlemiróconextremadaatención.

—Esunanoticia—prosiguiódiciendo la señora—que le causarámuchaalegría.

Laenfermaabriódesmesuradamentelosojos.

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—Dispóngase —añadió— a ver a una persona… a la que quieremuchísimo.

Lamujerlevantólacabezaconvigorosoimpulsoyempezóamiraroraalaseñora,orahacialapuerta,conojosfulgurantes.

—Esunapersona—añadiólaseñora,palideciendo—queacabadellegarinesperadamente.

—¿Quiénes?—preguntólaenfermaconvozquebradayextraña,comodepersonaasustada.

Un instante después lanzó un grito agudísimo, intentando sentarse en lacama; pero tuvo que permanecer inmóvil, con los ojos desencajados y lasmanosenlassienes,cualsisetratasedeunaapariciónsobrenatural.

Marco,extenuadoycubiertodepolvo,estabadepieenlapuerta.Eldoctorlesujetabaporunbrazo.

Lamujergritó:

—¡Dios!¡Dios!¡Diosmío!

Marco se acercó, ella extendió sus descarnados brazos y, estrechándolocontra su pecho con la fuerza de una tigresa, comenzó a reír a carcajadas,mezclando la risa con profundos sollozos sin lágrimas, que le hicieron caercasisinalientoenlaalmohada.

Peroprontoserepusoygritólocadealegría,cubriendodebesoslacabezadesuhijo:

—¿Cómo estás aquí? ¿Por qué? ¿Pero eres tú? ¡Cuánto has crecido!¿Quién te ha traído? ¿Hasvenido tú solo? ¿Te encuentras bien? ¡Eres túmiMarco,noestoysoñando!¡Diosmío!¡Háblame!¡Dimealgo!

Luego,cambiandorepentinamentedetono,añadió:

—¡No!¡Todavíano!¡Nomedigasnada!¡Esperaunpoco!

Actoseguido,dirigiéndosealcirujano,exclamó:

—¡Pronto,señordoctor!¡Quierocurarme!¡Estoydispuesta!Nopierdauninstante.Llévenseamihijoparaquenosufra.Estonoesnada,¿sabes,Marco?Yamelocontarástodo.Otrobeso,hijo.Ahoravete.¡Aquímetiene,doctor!

Sacaron aMarcode la habitacióny salieronde ella apresuradamente losseñoresylasmujeres,quedándoseúnicamenteelcirujanoysuayudante,quecerraronlapuerta.

ElseñorMequíneztratódellevarseaMarcoaunahabitaciónalejada;perolefueimposible,puesparecíaquelehabíanclavadoenelpavimento.

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—¿Quées?—preguntó—.¿Quétienemimadre?¿Quéleestánhaciendo?

Elingenierolerespondiómuybajito,intentandosacarlodeallí:

—Mira,escucha; tumadreestáenfermayhayquehacerleunaoperaciónsencilla.Teloexplicarétodo.Ahoraventeconmigo.

—No, señor —respondió el muchacho con obstinación—. Quieroquedarmeaquí.Dígameaquíloquequiera.

Elingenieroamontonabapalabrassobrepalabras,tratandodellevárselo,yelchicoempezabaaasustarseyatemblar.

De pronto resonó por toda la casa un grito muy agudo, como el de unheridomortalmente.

Elmuchachoreplicócongritodesesperado.

—¡Mimadrehamuerto!

Elmédicoaparecióenlapuertaydijo:

—Tumadresehasalvado.

Elchicolemiróunmomentoyluegosearrojóasuspies,sollozando:

—¡Gracias,doctor!

Peroeljovencirujanolemandóalzarse,diciéndole:

—¡Levántate!…¡Túeres,heroiconiño,quienhasalvadoatumadre!

*

Verano

Miércoles,24

Marco el genovés es el penúltimo pequeño héroe que conoceremos esteaño; sólo queda otro para elmes de junio. Faltan dos exámenesmensuales,veintiséisdíasdeclase,seisjuevesycincodomingos.Sepercibeyaelairedefinde curso.Los árbolesdel jardín, cubiertosdehojasy flores, dan sombrasobrelosaparatosdegimnasia.Losalumnosvanvestidosdeverano.Dagustopresenciar la salida de clase: ¡qué distinto de los meses pasados! Lascabelleras que llegaban hasta los hombros han desaparecido; todos se hancortadoelpelo;sevencuellosypiernasdesnudos,sombrerosdepajadetodasformas,concintasquecuelgansobrelasespaldas;camisasycorbatasdetodoscolores; losmáspequeñitossiemprellevanalgorojooazul,algunacinta,unribete,unaborla,ounremiendodecolorvivo,cosidoporlamadre,paraquehagabonitoa lavista,hasta losmáspobres;muchosvienena laescuela sinsombrero,comosisehubieranescapadodecasa.Otrosllevaneltrajeclarodegimnasia.HayunmuchachodelaclasedelamaestraDelcatiquevavestido

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de rojo de pies a cabeza, como un cangrejo cocido. Varios llevan trajes demarinero.

Peroelmásdivertidoeselalbañilito,quellevaunsombrerotedepajatangrande,quepareceunamediavelaconsupalmatoria,ycomosiempre,noesposiblecontenerlarisaalverleponerelhocicodeliebrebajosusombrero.

Corettitambiénhadejadosugorradepieldegato,yllevaunagorrilladeviajedesedagris.Votinitieneunaespeciedetrajeescocés,y,comosiempre,muyatildado.Crossivaenseñandoelpechodesnudo.Precossidesaparecebajolos pliegues de una blusa azul turquí de herrero. ¿YGaroffi?Ahora que hatenido que dejar el capotón bajo el cual escondía su comercio, le quedan aldescubiertotodossusbolsillos,repletosdetodaclasedebaratijas,yleasomanlaspuntasdelosnúmerosdesusrifas.

Ahora todos dejan ver bien lo que llevan: abanicos hechos con medioperiódico,pedazosdecaña,flechasparadispararcontra lospájaros,hierbayotrascosasqueasomanporlosbolsillosyvancayéndosepocoapocodelaschaquetas. Muchos chiquitines traen ramitos de flores para las maestras.Tambiénéstasvanvestidasdeverano,concoloresalegres,aexcepcióndelamonjita,quesiemprevadenegro,ylamaestritadelaplumaroja,quelallevasiempre,yunlazocolorrosaalcuello,enteramenteajadoporlasmanecitasdesusalumnos,quesiemprelahacenreírycorrertrasellos.

Eslaestacióndelascerezas,delasmariposas,delamúsicaporlascallesydelospaseosporelcampo;muchosdecuartoseescapanabañarseenelPo;todos sueñan con las vacaciones, cada día salimos de la escuela másimpacientesycontentosqueeldíaanterior.SólomedapenaveraGarronedelutoyamipobremaestradeprimeraño,quecadavezestámásconsumida,máspálida,ytosiendoconmásfuerza.¡Caminaenteramenteencorvada,ymesaludaconunaexpresióntantriste…!

*

Poesía

Viernes,26

Comienzasaentenderlapoesíadelaescuela,Enrique;peroporahoranoveslaescuelamásquepordentro:teparecerámuchomáshermosaypoéticadentrode treintaaños,cuandovengasaacompañara tushijosy laveasporfueracomoyolaveo.Esperandolahoradesalida,voyyvuelvoporlascallessilenciosasquehayenderredordeledificio,yacercomioídoalasventanasdela planta baja, cerradas con persianas. En una ventana oigo la voz de unamaestraquedice:

—¡Eh!¡Elrasgodela‘te’noestábien,hijomío!¿Quédiríadeéltupadre?

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Enlaventanasiguienteseoyelagruesavozdeunmaestroquedictaconlentitud:

—Comprócincuentametrosdetela…acuatrolirascincuentacentavoselmetro…,losvolvióavender…

Másallá,lamaestritadelaplumarojaleeenaltavoz:

—Entonces,PedroMicca,conlamechaencendida…

De la clase cercana sale como un gorjeo de cien pájaros, lo cual quieredecir que elmaestro ha salido fuera unmomento.Voymás adelante, y a lavueltadelaesquinaoigoquelloraunalumno,ylavozdelamaestraqueloreprendeyconsuela.Porotrasventanaslleganamisoídosversos,nombresdegrandeshombres,fragmentosdesentenciasqueaconsejanlavirtud,elamoralapatria,elvalor.Siguendespuésinstantesdesilencio,enloscualessediríaqueeledificioestabavacío;pareceimposiblequeallídentrohayasetecientosmuchachos;deprontoseoyenestrepitosasrisas,provocadasporunabromadealgúnmaestro de buenhumor…Lagente quepasa se detiene a escuchar, ytodos vuelven una mirada de simpatía hacia aquel hermoso edificio queencierratantajuventudytantasesperanzas.

Seoyeluegoderepenteunruidosordo,ungolpeardelibrosydecarteles,unrocedepisadas,unzumbidoquesepropagadeclaseenclase,ydearribaaabajo,comoaldifundirsedeimprovisounabuenanoticia:eselbedelquevaaanunciarlahora.Aestemurmullo,unamultituddemujeres,hombres,chicasychicosseaprietaaunoyotroladodelasalidaparaesperaraloshijos,aloshermanos,alosnietecillos;entretanto,delaspuertasdelasclasessedeslizanenelsalóndeespera,comoaborbotones,gruposdemuchachospequeños,quevan a recoger sus capotitos y sombreros, haciendo con ellos revoltijos en elsuelo,ybrincandoalrededor,hastaqueelbedellosvuelveahacerentrarunopor uno en clase. Finalmente, salen en largas filas y marcando el paso.Entonces comienza de parte de los padres una lluvia de preguntas: «¿Hassabido la lección?» «¿Cuánto trabajo te ha puesto?» «¿Qué tenéis paramañana?»«¿Cuándoeselexamenmensual?»

Yhastalaspobresmadresquenosabenleerabrenloscuadernosmirandolos problemas y preguntan las notas que han tenido. «¿Solamente ocho?»«¿Diez,sobresaliente?»«¿Nueve,delección?»Yseinquietan,ysealegran,ypreguntan a los maestros, y hablan de programas y de exámenes. ¡Quéhermosoestodoesto;cuángrandeyquéinmensapromesaparaelmundo!

TUPADRE

*

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Lasordomuda

Domingo,28

Nopodíaterminarmejorelmesdemayoqueconlavisitadeestamañana.

Oímoslacampanillaytodoscorrimosalapuerta.

Deprontooigodeciramipadreentonodeextrañeza:

—¿Túporaquí,Jorge?

EranuestrojardinerodeChieri,queahoratienealafamiliaenCondoveyacababa de llegar deGénova, donde había desembarcado el día anterior, deregreso de Grecia, después de trabajar tres años en las vías del ferrocarril.Traía un voluminoso fardo. Está algo más envejecido, pero conserva comosiemprebuencolorynohaperdidosuacostumbradajovialidad.

Mipadreleinvitóaentrar,masélnoquisoypreguntó,poniéndoseserio:

—¿Cómoestámifamilia?¿YLuisita?

—Hastahaceunosdíasestababien—respondiómimadre.

Jorgediounsuspiro:

—¡Alabado sea Dios! No me atrevía a presentarme en el colegio deSordomudos sin tener antes noticias de ella. Dejaré aquí el bulto y voyenseguida a verla. ¡Ya hace tres años que no la veo! ¡Tres años sin ver aningunodelosmíos!

Mipadremedijo:

—Acompáñalo.

—Perdone,peroqueríapreguntarle…

Mipadreleinterrumpió:

—¿Cómolehaidoporallá?

—Bien —le respondió él—. He traído algún dinero. Pero deseabapreguntarlecómovalainstruccióndemimudita.Cuandoladejé,parecíaunacriatura insensible. ¡Pobrehijamía!Yono tengomucha feenesoscolegios.¿Sabe usted si ha aprendido ya a hacer gestos?Mi mujer me decía en suscartasqueaprendeahablaryqueadelanta.Yodigoquepoconosimportaqueaprendaahablar sinopodemosentendernosconellaporno saberhacer losgestos.¿Noleparece?Esoestarábienparaquelosmudosseentiendanentresí…

Mipadresesonrióyledijo:

—Noquieroadelantarlenada.Yaveráustedloquehay.Vaya,vayaaverla,

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sinpérdidadetiempo.

Salimos.Elcolegioestácerca.Porelcaminoeljardineromefuehablandomostrándoseacadapasomáspesimista.

—¡PobreLuisitamía!¡Quéfatalidadnacerconesadesgracia!¡Pensarquenuncameheoídollamarpadre,niellahaoídolapalabrahija,niningunaotra!¡Ah!Ypuedodargracias,queunseñorcaritativolehacosteadolaestanciaenelcolegio.Pero…nohapodidoirantesdelosochoaños.Hacetresañosquenoestáencasa.Vaahaceronce.¿Hacrecido?¿Estácontenta?

—Prontolovaaver—lecontesté,apretandoelpaso.

—¿Pero dónde está el colegio?Mimujer la llevó a él cuando yo estabaausente.Debeestarporaquí.

Habíamosllegadoalapuerta.Enseguidafuimosallocutorio.

Sepresentóenseguidaunasistente.

—Yo soy el padre de Luisa Voggi—dijo el jardinero—. Desearía verlacuantoantes.

—Ahora están en recreo —contestó el empleado—; se lo diré a laprofesora.

Eljardineroyanopodíahablarniestarsequieto.Mirabaloscuadrosdelasparedessinvernada.

Seabriólapuertayentróunamaestravestidadenegroconunachicadelamano.

Padreehijasemiraronunmomentoyluegoseabrazaroncongranefusión.

Lachica llevabaunabatade telacon rayasblancasydecolor rosayundelantalitoblanco.Esmásaltaqueyo.Llorabayteníaasupadreapretadoporelcuelloconambosbrazos.

Supadre sedesasiódeellosyempezóamirarladearribaabajo,con losojos llenos de lágrimasy tan agitado como si acabase de echar una carrera.Luegoexclamó:

—¡Quécrecida está! ¡Quéguapa! ¡Oh,miquerida,mipobrecitaLuisita!¡Mimudita! ¿Es usted, señora, sumaestra?Dígale quemehaga sus signos;algoentenderé.Despuésyairéaprendiendopocoapoco.¿Nopodríadecirmealgoporgestos?

Laprofesorasesonrióydijoenvozbajaalachica:

—¿Quiénesestehombrequehavenidoaverte?

Lamuchacha,conunavozoscura,gruesayextraña,comoladeunsalvaje

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que hablase por primera vez nuestra lengua, pero pronunciando con granclaridad,ysonriéndose,contestó:

—Esmipa-dre.

Eljardinerodiounpasoatrás,comoasustado,ygritó:

—¡Habla!¿Peroesposible,Diosmío?¡Mehashabladotú,hijita!¿Cómosehaoperadoestemilagro?

Ydenuevolaabrazóylebesótresvecesseguidaslafrente.

—¿Cómomeibaafigurar,señoramaestra,quehablasediciendopalabrascomonosotros,ynocongestos?

—Esodehablarcongestos,señorVoggi,esunsistemayaanticuado.Aquíaplicamosenmétodooral.Meextrañaquenolosupiera.

—¡Esqueheestadofueratresaños,señora!—respondióeljardinero—,y,aunquemelohayandichoporcarta,nuncacreíquefueraunarealidad.Tengounacabezamuydura, ¿comprende?…Entonces, ¡túmeentiendes!, ¿verdad,hijamía?¿Oyesloquedigo?

—¡Ah, no, no, buen hombre!—replicó la profesora—.Nopuede oír laspalabras ni ningún otro sonido, porque es sorda total. Pero por losmovimientosdesuslabiossabeloqueusteddice.Nooyelaspalabrasdeustedni lassuyas,ésaes laverdad; laspronunciaporquelehemosenseñado, letraporletra,cómohadeponerloslabiosymoverlalengua,asícomoelesfuerzoquedebehacerconelpechoylagargantaparaemitirlossonidos.

Eljardineronocomprendiómuchodeesaexplicación.Sequedómirándolaboquiabierto,sinllegaracreerloqueestabaviendoyoyendo.

—Dime,Luisita—preguntóalahija,hablándolealoído—,¿estáscontentadequehayavueltotupadre?—Y,levantandolacabeza,sequedóesperandolarespuesta.

Lachicalemiró,pensativa,ynodijonada.

Elpadresemostrómuycontrariado.

Laprofesoraseechóareír,yluegodijo:

—No le responde, buenhombre, porquenoha visto losmovimientos desus labios; le ha hablado usted al oído. Repítale la pregunta poniéndosedelantedeella.

Elpadre,mirándolafijamente,repitió:

—¿Estáscontentadequehayavueltotupadreydequeyanosevaya?

Lachica,quehabíaseguidoconlavista,muyatenta,losmovimientosde

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sus labios, tratando hasta de ver el interior de la boca, respondió con gransoltura:

—Sí,es-toycon-ten-tadequeha-yasvuel-toydequeyanoteva-yasnun-ca.

El padre la abrazó impetuosamente, y luego, a toda prisa, la abrumó apreguntasparacerciorarsedequepodíaentenderseconella.

—¿Cómosellamamamá?

—Anto-nia.

—¿Ytuhermanita?

—Ade-laida.

—¿Cómosellamaestecolegio?

—Desordo-mudos.

—¿Cuántossondiezydiez?

—Vein-te.

Cuando creíamos que iba a reírse de alegría, de pronto se echó a llorar.Perosuslágrimaseran,indudablemente,degozo,nopudocontenerse.

—¡Mucho ánimo! —le dijo la profesora—. Tiene usted motivos paraalegrarseynollorar.¿Novequehacellorartambiénasuhija?Bueno,entotal,queestáustedcontento,¿noesasí?

Eljardineroestrechófuertementelamanodelaprofesorayselabesódosotresveces,diciendo:

—Gracias,gracias,muchasgracias,señoramaestra,yperdonequenosepadecirleotracosa.

—Ademásdehablar—repuso la profesora—suhija sabe escribir, hacercuentas;conoceelnombredelosobjetoscorrientes.Sabealgodehistoriaydegeografía.Ahoraestáenlaclasenormal.Cuandohayacursadolosotrosdosaños,sabrámucho,muchomás.Saldrádeaquíencondicionesdeejercerunaprofesión.Ya tenemos sordomudos colocados en comerciosque sirven a losclientesycumplentanbiencomolosdemás.

El jardinero quedó todavía más sorprendido que antes. Parecía que denuevose leconfundían las ideas.Miróa suhijay se rascó la frente.Por suexpresión,deseabamásexplicaciones.

Laprofesorasedirigióentoncesalempleadoyledijo:

—Llameaunaniñadelaclasedepreparatorio.

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Elhombrevolviópocodespuésconunasordomudadeunosochoonueveaños,quehacíapocohabíaingresadoenelcolegio.

—Esta chiquita —dijo la profesora— es una de aquellas a las queenseñamos lomás elemental. Fíjese cómo se hace.Quiero hacerle decir ‘e’.Presteatención.

La profesora abrió la boca como se pone para pronunciar dicha vocal, eindicóalaniñaqueabrieselabocadeigualmanera.Lapequeñaobedeció.Laprofesora, pormediode señas, le pidióque emitiera el sonido.Ella lohizo,peroenvezde‘e’dijo‘o’.

—No,no—leadvirtiólaprofesora—;noesasí.

Ycogiendoambasmanosa laniña, lepusounadeellas abierta sobre lagarganta,ylaotraenelpecho.Repitió:‘e’.

Laniña,quehabíapercibidoensusmanoselmovimientodelagargantaydelpechodelaprofesora,volvióaabrirlabocaypronuncióperfectamentela‘e’.Demodoanálogo lehizodecir ‘c’y ‘d’,manteniendoen todomomentolasmanecitassobreelpechoylagarganta.

—¿Hacomprendidoustedahora?—lepreguntó.

Elpadrehabíacomprendido;peroparecíamásasombradoquecuandonoentendíanada.

—¿Y así es como ustedes enseñan a hablar?—preguntó después de unminutodereflexión,mirandoalaprofesora—.¡Quépaciencianecesitanparaenseñardeestemodoatodasestascriaturas,unaporuna!¡Ustedessonunassantas!¡UnosángelesdelParaíso!Nadadeestemundopuederecompensarlesloqueestánhaciendo.¿Quémástengoquedecirle…?¡Ah!¿Mepermiteestaraunquesóloseancincominutosasolasconmihija?

Separándosedenosotros, tomaronasientoyelhombreempezóahacerlepreguntasque lachica ibacontestando.Élsereíacon losojoshumedecidos,pegándosepuñetazosenlasrodillas;cogíalasmanosdesuhijaysequedabamirándola,embelesadoporlaalegríaqueledabaoírla,comosihubiesesidounavozbajadadelcielo.Despuéspreguntóalaprofesora:

—¿.PodríadarlasgraciasalseñorDirector?

—ElDirectornoestá—lecontestó—,perohayaquíotrapersonitaaquiendebe usted dar las gracias. Cada niña pequeña está al cuidado de unacompañeramayor,quelehacedehermana,demadre.Lasuyaestáconfiadaaunasordomudadediecisieteaños,hijadeunpanadero,muybuena,yquelaquieremucho.Hace dos años que le ayuda a vestirse, la peina, le enseña acoser,learreglalaropaylehacecompañía.—Luisa,¿cómosellamatumadredelcolegio?

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—Cata-lina Gior-dano—Luego dijo a su padre:—Mu-y bu-e-na, mu-ybue-na.

El empleado, que había salido a una señal de la profesora, volvió casienseguidaconunasordomudarubia,robusta,deexpresiónalegre,vestidaconun uniforme idéntico al de Luisita. Se detuvo a la entrada y, poniéndosebastante colorada, inclinó la cabeza, sonriendo. Aunque tenía el cuerpo demujeryaformada,parecíaunaniña.

LahijadeJorgecorrióasuencuentro,lacogiódelbrazoylapresentóasupadre,diciendoconsugruesavoz:

—Cata-linaGior-dano.

—¡Ah! ¡La muchacha extraordinaria! —exclamó el padre. Y alargó lamanocomoparahacerleunacaricia,peroenseguida la retiró, repitiendo:—¡Magníficamuchacha,queDiostebendigaytedétodaclasedeconsuelosysatisfacciones,queoshagafelicesatiyalostuyos!Asíoslodeseandetodocorazónunabuenamuchacha,mipobrecitaLuisa,yunagradecidopadredefamilia.

Catalina acariciaba a Luisita, teniendo ella la cabeza baja y sonriéndoseplácidamente.Eljardinerolamirabaconlaveneraciónquesesienteanteunavirgen.

—Hoypuedellevarseasuhija—dijolaprofesora.

—¡Quésatisfacciónmásgrandemeproporciona!MelallevaréaCondoveylatraerémañanatemprano—contestóeljardinero.

La chica, que había vuelto con una capita y un gorrito, entrelazógustosamentesubrazoconeldelpadre.

—Graciasatodos—dijoéstedesdelapuerta—.¡Graciasatodoscontodamialma!Volveréaexpresarledenuevomiprofundoreconocimiento.

Sequedóunmomentopensativo;luegosedesligóbruscamentedesuhija,volvió,rebuscandoenelbolsillodelchaleco,yexclamó:

—Aunquesoyunpobrehombre,aquídejoveintelirasparaelcolegio,unhermosoynuevomarengodeoro.

Y,dandoungolpesobrelamesa,dejóenellalamoneda.

—No,no,deningunamanera,buenhombre—dijoconmovidalaprofesora—. Recoja su dinero. Yo no puedo aceptarlo. Ya vendrá cuando esté elDirector, aunque es seguro que tampoco aceptará él nada. Le ha costadomuchossudoresganarlo.Lequedamos,detodasformas,muyagradecidos.

—¡Lodejo!—repitióeljardinero—,yluego…yaveremos.

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Pero la profesora le puso la moneda en el bolsillo sin darle tiempo derechazarla.

Élse resignó,moviendo lacabeza; luego, trasenviarunbesoalairea laprofesora y otro a Catalina, volvió a coger del brazo a su hija y saliórápidamente,diciendo:

—¡Vencontupadre,hijamía,muditamía,mitesoro!

La chica le correspondió, diciendo con su profunda voz:—¡Qué sol tanher-mo-so!

JUNIO

Garibaldi

Sábado,3.Mañanaesfiestanacional.

Hoy está de luto nuestra patria.Anoche fallecióGaribaldi. ¿Sabes quiénera?ElqueliberóadiezmillonesdeitalianosdelatiraníadelosBorbones.Hamuertoalossetentaycincoañosdeedad.

Había nacido en Niza, hijo de un capitán de barco. Cuando tenía ochoaños, salvó la vida a una mujer; a los trece, libró del naufragio una barcarepleta de compañeros; a los veintisiete, sacó del agua, en Marsella, a unjovencitoqueseahogaba;aloscuarentayuno,evitóelincendiodeunbarcoen altamar. Luchó enAmérica por la libertad de un pueblo, que no era elsuyo. Participó en tres guerras contra los austríacos por la liberación deLombardíaydelTrentino; defendióRomael año1849 contra los franceses;liberó Palermo y Nápoles en 1860; volvió a combatir por Roma en 1867;luchóen1870contralosalemanesendefensadeFrancia.Teníaensuespíritulallamadelheroísmoyelgeniodelaguerra.Entróencombatecuarentavecesysalióvictoriosoentreintaysiete.

Cuandono luchabacon lasarmas, trabajabaparaviviro seencerrabaenunaislasolitariadedicándoseacultivarlatierra.

Fuemaestro,marinero, obrero, comerciante, soldado, general y dictador.Un gran hombre sencillo y de buenos sentimientos. Odiaba a todos losopresores; amaba a todos los pueblos; protegía a los débiles; su únicaaspiración era hacer el bien; rehusaba los honores, despreciaba lamuerte yadoraba Italia. Cuando lanzaba el grito de guerra, legiones de valientesacudían a su lado desde todas partes: hubo señores que abandonaron suslujosos palacios, obreros que dejaron la fábrica o el taller, jóvenes queinterrumpieron los estudios para ir a combatir a sus órdenes. En la guerra

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usabaunacamisaroja.Erarubio,fuerteyapuesto.Enloscamposdebatalla,unrayo;enlossentimientos,unniño;enlossufrimientos,unsanto.

Millares de italianos murieron por la patria, considerándose dichosos alverlo pasar a lo lejos victorioso; millares se habrían dejado matar por él;milloneslohanbendecidoylobendecirán.

¡Ha muerto el gran héroe! El mundo entero lo llora. Tú no puedescomprenderloahora;peroleerássushazañas,oiráshablardeélcontinuamenteen tu vida, y, conforme vayas creciendo, su imagen se agrandará ante ti;cuando seas hombre, lo tendrás por gigante; y cuando ya no estés en estemundo,nivivanloshijosdetushijos,todavíaveránlasgeneracionesenaltosucabezaconlaaureoladeredentordelospueblossojuzgados,coronadaconlosnombresdesusvictoriascomocírculodeestrellas,yatodoslositalianoslesresplandeceránlafrenteyelalmaalpronunciarsunombre.

TUPADRE

*

Elejército

Domingo,11.Fiestanacional.

RetrasadasietedíasporlamuertedeGaribaldi.

Fuimos a la plaza del Castillo para presenciar el desfile de los soldadosanteelComandantedelCuerpodeejército,enmediodedosgrandeshilerasdegente.Conforme ibandesfilandoal sonde las cornetasybandasdemúsica,me indicabamipadre lasunidadesmilitaresy losgloriosos recuerdosde lasdistintasbanderas.

Primeramente pasaron los alumnos oficiales de la academiamilitar, queluego serán oficiales de Ingenieros y de Artillería, unos trescientos, conuniformes negros, muy marciales y desenvueltos, como soldados yestudiantes.TrasellosdesfilólaInfantería:labrigadadeAosta,queluchóenGoito y en San Martino, y la de Bérgamo, que se batió en Castelfidardo;cuatroregimientos,compañíatrascompañía,millaresdepenachosrojos,queparecían otras tantas dobles guirnaldas de flores muy largas, color sangre,tendidasyagitadasporambosextremosyllevadasatravésdelamultitud.

DespuésdelaInfanteríaavanzaronlossoldadosdeIngenieros,losobrerosde la guerra, con sus penachos de crin negros y galones de color carmesí.Mientras desfilaban, se veían avanzar tras ellos centenares de largas plumasque sobresalían por encima de las cabezas de los espectadores: eran losalpinos,losdefensoresdelasfronterasdeItalia,todosellosaltos,sonrosadosyfuertes,consombreroscalabresesy lasdivisasdecolorverdevivo,como lahierbadesusmontañas.Todavíadesfilabanlosalpinoscuandolamultitudse

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sintióestremecidaantelaaparicióndelos«bersalleros»,elantiguoduodécimobatallón, los primeros que entraron en Roma por la brecha de Porta Pía,morenos, marciales, vivarachos, con los penachos agitados por el viento;pasaroncomooleadadenegrotorrente,haciendoretumbarlaplazaconagudostoquesdetrompeta,queparecíangritosdealegría.

Perosucharangaquedósofocadaporunestrépitosordoycontinuado,queanunciaba a la artillería de campaña, pasandogallardamente sentados en losaltosarmones,tiradosportrescientasparejasdebriososcaballos,losvalerosossoldados de cordones amarillos, y los largos cañones de bronce y de acero,muy relucientes en sus ligeros afustes, que saltaban y resonaban, haciendotemblarelsuelo.Acontinuaciónmarchabalenta,graveybella,conaparienciapesaday ruda,consusaltos soldadosysuspoderososmulos, laartilleríademontaña, que lleva la desolación y la muerte hasta donde llega la plantahumana.

Finalmentepasóalgalope,con loscascosquebrillabanal sol, las lanzasderechasylasbanderasdesplegadas,deslumbrantesdeoroyplata,llenandoelaire de retintines y de relinchos, el apuesto regimiento de caballería deGénova, que cayó como un torbellino sobre diez campos de batalla, desdeSantaLucíaaVillafranca.

—¡Québonitoestodoesto!—exclamé.

Peromipadrecasimereprochótalexpresión,ymedijo:

—Nodebesconsideraralejércitocomounbonitoespectáculo.Todosesosjóvenes,pletóricosdevidaydeesperanzas,puedenserllamadosencualquiermomento para defender al país y quedar muertos en pocas horas por lametrallaenemiga.Cadavezqueoigasgritarconmotivodeunafiesta:«¡Vivaelejército!¡VivaItalia!»,figúratetambiénloscamposdebatallacubiertosdecadáveresyanegadosensangre,puesentonceslosvítoresalejércitotesaldránde lo más profundo del corazón y te parecerá más severa y grandiosa laimagendeItalia.

*

Italia

Martes,13

Saludaalapatriadeestemodoenlosdíasdesusfiestas:

Italia, patria mía, noble y querida tierra donde mi padre y mi madrenacierony seránenterrados,dondeyoesperovivirymorir, dondemishijoscreceránymorirán;bonitaItalia,grandeygloriosadesdehacesiglos,unidaylibre desde hace pocos años; que esparciste sobre el mundo tanta luz dedivinasinteligencias,yporlacualtantosvalientesmurieronenloscamposde

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batallaytantoshéroesenelpatíbulo;madreaugustadetrescientasciudadesyde treintamillones de hijos; yo, niño, que todavía no te comprendo y no teconozcoporcompleto,teveneroyteamocontodamialma,yestoyorgullosodehabernacidodetiydellamarmehijotuyo.Amotusmaresespléndidosytus sublimes Alpes; amo tus monumentos solemnes y tus memoriasinmortales;amotugloriaytubelleza, teamoyvenerocomoaaquellapartepreferidadondeporvezprimeravielsolyoítunombre.Osamoatodasconelmismocariño,yconigualgratitud,valerosaTurín,Génovasoberbia,doctaBolonia, encantadora Venecia, poderosaMilán; con lamisma reverencia dehijoosamo,gentilFlorenciayterriblePalermo,Nápolesinmensayhermosa,Roma maravillosa y eterna. ¡Te amo, sagrada patria! Y te juro que querrésiempre a todos tus hijos como a hermanos; que honraré siempre en micorazón a tus hombres ilustres vivos y a tus grandes hombresmuertos; queseréciudadanoactivoyhonrado,atentotansóloaennoblecermeparahacermedignodetiycooperarconmismínimasfuerzasparaquedesaparezcandetufaz lamiseria, la ignorancia, la injusticia, el delito; para que puedas vivir ydesarrollartetranquilaenlamajestaddetuderechoydetufuerza.Juroqueteserviré en lo que pueda con la inteligencia, con el brazo y con el corazón,humildeyvalerosamente;yquesi llegaundíaenelquedebadarpor timisangreymivida,darémividaymisangreymoriréelevandoalcielotusantonombreyenviandomiúltimobesoatubenditabandera.

TUPADRE

*

Uncalorsofocante

Viernes,16

En loscincodías transcurridosdesde lacelebraciónde la fiestanacional,haidoaumentandoelcalor,subiendotresgradoseltermómetro.Puededecirsequeyaestamosenplenoverano.Todosempezamosasentircansancioydelascarashadesaparecidoelcolorsonrosadoqueteníandurante laprimavera;seadelgazanlaspiernasyloscuellos,setambaleanlascabezasysecierranlospárpados.ElpobreNelli,quenotamuchoelcaloryestámuypálido,sequedaalgunasvecesprofundamentedormidoconlacabezasobreelcuaderno;menosmalqueGarroneseocupadeponerledelanteunlibroabiertoyplantado,paraquenoleveaelmaestro.Crossiapoyasurubiacabezaenelbanco,deformaqueparecequeestáseparadadelcuerpo.Nobissequejadequesomosmuchosenlaclaseyleviciamoselaire.

¡Quéfuerzahayquetenerahoraparaestudiar!

Cuando miro por las ventanas de mi casa la confortable sombra queproyectanlosfrondososárboles,debuenaganairíaarecrearmeenella,ynoa

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encerrarmeentrecuatroparedesconlosbancosdelaclase.

Peroluegosientonuevosánimos,cuandomibuenamamá,alvolveryodelaescuela,memiralacaraparaversiestoyonopálido.Cuandomeentregoalestudioya losquehaceresescolaresymepreguntasi todavíamesientoconfuerzas,asícomocuandomediceporlasmañanas,allevantarme:«Resisteunpoco más; sólo quedan unos días de clase; después podrás descansar ysolazartea lasombrade losárboles»,quieroarmarmedevaloryesforzarmehastaelúltimodíadeescuela.

Tienerazóndesobracuandomerecuerdaamuchachosquetrabajanenelcampobajolosabrasadoresrayosdelsol,oenlasblancasorillasdelosríos,quelescieganyqueman,oenlasfábricasdecristal,dondepasaneldíaconlacara inclinada sobre una llama de gas, teniendo que levantarse antes quenosotrosysinvacaciones.

¡Ánimo!

Derossi es también en esto el primero: no le arredra el calor; lasomnolencia no puede con él; se muestra en todo instante tan campante ycontentocomoenel invierno,sinhabersecuidadodecortarseelpeloparairmásfresco;estudiacontesónymantienebiendespiertosalosqueestáncercadeél,comosiconsuvozrefrescaseelambiente.

Hay, asimismo, otros dos, siempre atentos y trabajadores: el incansableStardi,quesemuerdeloslabiosparanodormirseyquecuantomáscalorhacey más cansado está tanto más aprieta los dientes y abre los ojos, como siquisiera comerse al maestro; y el «negociante» Garoffi, ocupado en hacerabanicosdepapelencarnado,alosquepegafiguritassacadasdelascajasdecerillas,quevendeadoscéntimoscadauno.

PeroelmejoresCoretti,tienequelevantarsealascincoparaayudarasupadreenel trajíndela leña.Enclase,a lasonce,yanopuedetener losojosabiertosyseledoblalacabezasobreelpecho;sinembargo,seesfuerzapordominarse,sedapalmadasenlanucaypidepermisoparasalirconelfindemojarse la cara; también dice a los que tiene a su lado que no dejen depellizcarleodarlecodazossilevencabecear.Contodo,estamañananopudoresistirmásysequedóprofundamentedormido.Elmaestrolellamóconvozfuerte:

—¡Coretti!

Peroélnoleoyó.

—¡Coretti!—repitióelmaestro,irritado.

Entonces, el hijo del carbonero, que se sienta a su lado, se levantó paradecir:

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—¡Es que ha estado trabajando desde las cinco de la mañana, llevandohacesdeleña!

Elmaestro le dejó dormir, y continuó explicando la lecciónmedia horamás.LuegoseacercóalbancodeCoretti,empezóasoplarledespacitoen lacarayledespertó.Alversedelantedelmaestro,tuvounmovimientodesusto.Peroelmaestrolecogiólacabezaentrelasmanos,lediounbesoyledijo:

—Notereprendo,hijomío.Noteduermesporpereza,sinoporcansancio.

*

Mipadre

Sábado,17

TuscompañerosCorettiyGarronenocontestaríannuncaasupadre,hijomío,comotúlohashechoestatardealtuyo.

¡Enrique!¿Quéhapasado?Debesjurarmequenuncamásvolveráaocurrircosasemejante.Cuandotereprendatupadreyvayaasalirdetuslabiosunamalarespuesta,piensaeneldíaque,irremisiblemente,tendráquellegar,enelquetellameasucabeceraparadecirte:

—Tedejo,Enrique.

¡Oh, hijo mío! Cuando oigas su voz por última vez, y también muchodespués, al llorar a solas en la habitación donde dio el último suspiro, enmediodeloslibrosqueyanuncaabrirá,sientoncesrecuerdashaberlefaltadoalguna vez al respeto, también te preguntarás: «¿Cómo pudo suceder talcosa?»Comprenderás que fue siempre tumejor amigo, que, cuando se veíaobligadoa reprenderteo castigarte, sufríamásque tú,nohabiéndoleguiadojamásotracosaquetubien.Entoncestearrepentirásybesaráslamesaenlaquetantotrabajóysobrelaquedejósusfuerzasenbiendesushijos,yconelfindequenadanosfaltara.

Ahora no te das cuenta de muchas cosas. El oculta todas suspreocupaciones,exceptosubondadysucariño.Nosabesquealgunosdíasseencuentratancansado,quecreequesólolequedanpocassemanasdevida,yentonces no cesa de hablar de ti, no siente más pesar que dejarte sinprotección,lamentandolaposibilidaddequenologressituartecomoélquiereenlavida;entoncesencuentranuevosestímulosparaproseguirsuesfuerzo.Nisiquiera sabes que con frecuencia desea tu compañía porque tiene unaamarguraenelcorazónydisgustos,comotodosloshombresdeestemundo.Tebuscacomoaunamigoparaconsolarseyolvidar.Serefugiaentucariñopararecobrarlaserenidadynuevosánimos.

Piensa, pues, lo doloroso que debe ser para él encontrar en ti frialdad yfaltadeafectocuandovaenbuscadelcariñofilial.¡Notemanchesjamáscon

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lanegraingratitud!Noolvidesque,aunenelcasodequetuvieseslabondadde un santo, no podrías compensarle lo suficiente por lo que ha hecho ycontinúahaciendoporti.Piensa,asimismo,quenadietienelavidaasegurada,y que una desgracia inesperada podría arrebatarte a tu padre, del que tantanecesidadtienes,dentrodedosaños,detresmesesomañanamismo.¡Cómoverías cambiar entonces, hijo mío, todo cuanto te rodea, lo vacía, triste ydesoladaquetepareceríaestacasa,contupobremadrevestidadeluto!Anda,Enrique,vetealdespachoendondeestátrabajandotupadre;vedepuntillas,paraquelepaseinadvertidatuentrada,pontufrenteensusrodillasydilequeteperdoneytebendiga.

TUMADRE

*

Enelcampo

Lunes,19

Mi buen padreme perdonó una vezmás, yme dio permiso para ir a laexcursiónquehabíamosproyectadohacerelmiércolesconelpadredeCoretti,elvendedordeleña.Todosteníamosnecesidadderespirarelairedelacolina.

Fueunplacer.Ayer,a lasdosde la tarde,nosreunimosenlaplazade laConstitución: Derossi, Garrone, Garoffi, Precossi, padre e hijo, y yo, connuestrasrespectivasprovisionesdefruta,salchichasyhuevosduros;tambiénllevábamoscantimplorasyvasitosdehojalata.Garrone llevabaunacalabazaconvinoblanco;Coretti,lacantimploradesoldadodesupadre,llenadevinotinto,yelpequeñoPrecossi,consuinseparableblusadeherrero,teníabajoelbrazounahogazadepandedoskilos.

FuimosenautobúshastalaGranMadredeDios,yluego,rápidamente,apie por las colinas. Era una delicia disfrutar de tanto verdor, de sombra yfrescura… Nos revolcábamos sobre la hierba, metíamos la cara en losarroyuelos y saltábamos por los vericuetos. Coretti padre nos seguía a grandistancia,conlachaquetaalhombro,fumandoensupipa,ydevezencuandonos hacía señas con las manos para que tuviésemos cuidado y no nosrasgásemos los pantalones. Precossi silbaba; nunca le había oído silbar, ymenosde talmanera.Corettihijohacíade todoporel camino; esunartistacon su navajita de un dedo de larga; sabe hacer ruedecitas de molino,tenedores, barquitos…No sé cómo se las arregla; además, quería ayudar allevar cosas de otros; tan cargado iba, que sudaba de lo lindo, pero no sequedabaatrás.Derossisedeteníaacadainstanteparadecirnoslosnombresdelasplantasydelosinsectosqueencontrábamosanuestropaso;nomeexplicocómo sabe tanto.Garrone, no podía ser de otra forma, no paraba de comer,perocaminabaensilencio;desdelamuertedesumadrenopareceelmismo,y

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yanomuestralamismafruicióndeantesalmordisquearelpan.Perocontinúasiendo tan bueno como siempre. Cuando alguno de nosotros tomábamoscarrerillaparasaltarunobstáculo,élsesituabaalotroladoparatendernoslasmanos, y como quiera que a Precossi le dabanmiedo las vacas, porque depequeñolehabíaembestidouna,Garroneseleponíadelanteparaprotegerlo.

SubimoshastaSantaMargarita,y luegobajamospor lapendiente,dandosaltos y echándonos a rodar. Precossi se enredó en una aliaga, se hizo unrasgón en la blusa y se quedó avergonzado con su jirón colgando; peroGaroffi,quesiemprellevaalfileresenlachaqueta,seloarreglódemaneraquecasinoseadvertía,mientrasélnocesabadedecirle:

—¡Perdona,perdóname!

Garoffinoperdíaeltiempo,mientrastanto:cogíahierbasparalaensalada,caracoles y cuantas piedrecitas relucían algo; se las guardaba en el bolsillo,pensandoquequizásfuesendeoroodeplata.

Corríamos,saltábamosynosechábamosarodar,trepábamosalasombrayal solpor todas laselevacionesysenderos,hastaque llegamossinpodernostener de pie a lomás alto de una colina, donde nos sentamos o tumbamossobrelahierbaparamerendar.

Desde allí se divisaba una llanura inmensa, viéndose al fondo losAlpesazulados,consuscimassiempreblancas.

Teníamosunhambreatrozyelpandesaparecíacomoporencanto.Corettipadre nos daba lonchas de salchichón en hojas de calabaza. Empezamos ahablar de todo: de los maestros, de los compañeros que no habían podidoparticiparenlaexcursiónydelosexámenes.Precossiseavergonzabaalgodecomerenpresenciadelosdemás,yGarroneleponíaenlabocalomejordesufiambrera, haciéndoselo comer a la fuerza.Coretti estaba sentado junto a supadre,conlaspiernascruzadas;másparecíandoshermanosquepadreehijo,viéndolostancercaalunodelotro,ambosconbuencolor,sonrientesyconlosdientes blancos… El padre comía con gusto y apuraba los vasos quedejábamosamedias,diciéndonos:

—A los que estudiáis seguramente os hace daño el vino, pero losvendedores de leña lo necesitamos —Luego cogía por la nariz al hijo, lozarandeabaydecía—:Muchachos,queredmuchoaéste,queesunbuenchico;¡oslodigoyo!

Ytodosreíamos,aexcepcióndeGarrone.

—¡Qué lástima!—añadió—. Ahora estáis todos vosotros reunidos aquí,comobuenoscamaradas;perodentrodeunosañosEnriqueyDerossi serán,probablemente, abogados o profesores, u otra cosa por el estilo, y los otros

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trabajaréis en un comercio o en un oficio o Dios sabe en qué. Y entonces,¡adióscompañerismo!

—¿Quédiceusted?—seapresuróadecirDerossi—.ParamíGarroneserásiempreGarrone;Precossi, siemprePrecossi, y losdemás lomismo, aunquellegaseaemperadordeRusia.Dondeesténellos,iréyo.

—¡Benditoseas!—exclamóCorettipadrealzandolacantimplora—.¡Asíse habla, qué caramba! ¡Venga esamano! ¡Vivan los buenos compañeros yvivatambiénlaescuela,quehaceunasolafamiliadelosquetienenydelosquenotienenbienes!

Todos tocamos con nuestros vasos su cantimplora y echamos el últimotrago.Sepusodepie,apurandolaúltimagota,yluegogritó:

—¡Viva el Regimiento del cuarenta y nueve! Si alguna vez tuvieseisvosotrosqueluchar,aversiosmantenéistanfirmescomoestuvimosnosotros,muchachos.

Ya era bastante tarde, y emprendimos el camino de regreso cantando ycorreteando.A trechos íbamos con los brazos entrelazados. Llegamos al Pocuando empezaba a oscurecer y cruzaban el aire millares de pequeñasluciérnagas.Nosseparamosen laplazade laConstitución,despuésdehaberacordadoreunirnostodosdenuevoeldomingoparairalteatroVíctorManuelapresenciarelrepartodepremiosalosalumnosdelasescuelasnocturnas.

¡Qué díamás delicioso pasamos! ¡Con quémuestras de contento habríaentradoenmicasadenohabermecruzadoconmipobrecitaantiguamaestraen la escalera, cuando se marchaba! Como la escalera estaba a oscuras, alprincipio nome reconoció; pero luegome tomó ambasmanos yme dijo aloído:

—¡Adiós,Enrique;acuérdatedemí!

Me di cuenta que lloraba. Subí y se lo dije a mi madre, la cual merespondió:

—Va a meterse en cama. —Después dijo con tristeza y mirándomefijamente—:Tupobremaestra…estámuymal.

*

Lospremiosalosobreros

Domingo,25

Comolohabíamosconvenido,fuimostodosjuntosalteatroVíctorManuelpara presenciar la distribución de premios a los alumnos de las clasesnocturnasdeadultos,obrerosensuinmensamayoría.

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El teatro estaba adornadoy repleto de gente como el 14 demarzo; perocasitodoelpúblicolocomponíanfamiliaresdelosalumnosobreros.Elpatiode butacas estaba ocupado en gran parte por los alumnos y alumnas de lasescuelas de canto, que interpretaron un himno en honor de los soldadosmuertosenCrimea,muybonito,tantoque,cuandoterminó,todossepusieronde pie sin cesar de aplaudir y de vitorear, de manera que tuvieron querepetirlo.

Acto seguido, empezaron a desfilar los premiados por delante delGobernador,delAlcaldeydeotraspersonalidades,quienesentregabana losgalardonadoslibretasdelaCajadeAhorros,diplomasymedallas.

Enun rincóndelpatiovial albañilito, sentado juntoa sumadre;enotraparteestabanuestroDirector,ydetrásdeélsedivisabalarubiacabezademimaestrodesegundo.

Primeramente pasaron los alumnos de las escuelas nocturnas de dibujo:plateros,escultores,litógrafos,yalgunoscarpinterosyalbañiles;luegolosdelaescueladecomercio;acontinuaciónlosdelliceomusical,entreloscualesiban variasmuchachas obreras, todas con susmejores trajes, que recibieronuna gran ovación, a la que contestaron con cariñosas sonrisas. Por últimodesfilaron los alumnos de las escuelas nocturnas elementales. Era digno deverse el espectáculo qué ofrecían aquellos jóvenes y hombres de todas lasedades,de todos losoficiosyvestidosdemuydiferentesmodos,muchosdeellosconelpeloentrecanoybienpobladabarbanegra.Losdemenoredadsepresentabancongrandesenvoltura,peroloshombres,conciertoazoramiento.Lagenteaplaudíatantoalosmásviejoscomoalosmásjóvenes.Sinembargo,ningúnespectadorse reía,al revésde loqueocurríaeldíadenuestra fiesta,sinoquetodosestabanatentosyserios.

Muchos de los premiados tenían en el teatro a sumujer y a sus hijos, yhabíaniñosque,alverpasaralpadrehaciaelescenario, lo llamabanpor sunombreenaltavozyloseñalabanconeldedoriendo.

Pasaronlabradoresypeones:delaescuelaBoncompagni.Delaescueladela Ciudadela se presentó un limpiabotas, conocido de mi padre, al que elGobernadorentregóundiploma.Trasélvipasaraunhombretón,conaspectode gigante, al que me parecía haber visto otras veces… Era el padre delalbañilito,quehabíaganado¡elsegundopremio!Recordéhaberlevistoenlabuhardilla,juntoalacamadesuhijoenfermo,ybusquéenseguidaconlavistaasuhijo.Elpobrealbañilitomirabaasupadreconlosojosbrillantes,y,paraocultarydisimularsuemoción,poníaelacostumbradohocicodeliebre.

Enaquel instanteoíun estruendosoaplauso.Miré al escenarioyvi aunpequeño deshollinador, con la cara lavada, pero con su traje de faena; elAlcalde le hablaba sujetándole lamano.Después del deshollinador apareció

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un cocinero.A continuación se presentó a recoger su premio un barrenderomunicipal,de laescuelaRanieri.Dentrodemí sentíaunnoséqué,algoasícomoungran afectoymucho respeto, pensando cuántohabrían costado lospremios a todos aquellos esforzados trabajadores, padres de familia en grannúmero,llenosdepreocupaciones;cuántasfatigassumadasalasdesuoficio,cuántashorasarrebatadasalsueñodelque tantonecesitan,y tambiéncuántoesfuerzo de su inteligencia, no acostumbrada al estudio, con las manosencallecidasenelrudotrabajo.

Subió al escenario un aprendiz de taller, al que su padre le debía haberprestadosuchaqueta; tanto lecolgaban lasmangasqueallímismo tuvoquesubírselas para poder tomar su premio; muchos rieron, mas pronto quedóacallada la risa con los aplausos. Después apareció un viejo, con la cabezacalva y la barba blanca. Tras él pasaron soldados de artillería, de los queasistíanaclaseennuestrogrupo;luegopolicíasmunicipalesyguardiasdelosqueprestanservicioantenuestrasescuelas.

Losalumnosde lasescuelasnocturnascantaron,porúltimo,elhimnoenhonor de los caídos en Crimea, pero esta vez con tanto ímpetu, con unsentimiento tal, que la gente, emocionada, casi no aplaudió, tras de lo cualsalierontodosconmovidos,lentamenteysinhacerruido.

Enpocosminutostodalacalleestaballenadegente.Delantedelapuertadelteatroseencontrabaeldeshollinadorconsulibrodepremio,encuadernadoentelaroja,rodeadodeungrupodeseñoresquelehablaban.Porunoyotrolado de la calle se intercambiaban afectuosos saludos obreros, muchachos,guardias y maestros. Vi a mi maestro de segundo entre dos soldados deArtillería, y mujeres de obreros con niños en brazos que llevaban en susmanecitaseldiplomadelpadreyloenseñabanconorgulloalagente.

*

Mimaestrahamuerto

Martes,27

Mipobremaestra agonizabamientrasnoshallábamosen el teatroVíctorManuel. Falleció a las dos, siete días después de haber ido a visitar a mimadre. Ayer por la mañana estuvo el Director en la escuela para darnos latristenoticia.

—Todoslosquehabéissidoalumnossuyos—nosdijo—sabéislobuenaqueeraylomuchoquequeríaalosniños,paralosquesiemprefueunamadre.Ahora ya no está entre nosotros. Una terrible enfermedad veníaconsumiéndola desde hace tiempo. De no haber tenido que trabajar paraganarse el diario sustento, se habría curado, o, por lo menos, habríaconservado la vida algunos meses; pero nunca quiso solicitar el oportuno

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permiso,prefiriendoestarconlosniñoshastaelúltimodía.Elsábado,17,porlatarde,sedespidiódeellosconlacertezadequeyanovolveríaaverlos,yaunlesdiobuenosconsejos,losbesóysefuesollozando.¡Nadielaveráya!Acordaosdeella,queridosniños.

Precossi,quehabíasidoalumnosuyoenprimero,doblólacabezasobreelbancoyempezóallorar.

Ayer tarde, después de la clase, fuimos todos en grupo a la casa de lamuerta, para acompañar su cadáver a la iglesia. En la calle la esperaba uncarrofúnebrecondoscaballosymuchagentealrededor,quehablabaenvozbaja.EstabanelDirectorytodoslosmaestrosymaestrasdenuestrogrupo,asícomodelasdemásescuelasdondehabíaenseñadoañosatrás.Casitodoslosniños de su clase, llevados de la mano por sus madres, iban con velas.También habíamuchos de otras clases y unas cincuenta alumnas del grupoBaretti,unasllevandocoronasyotras,ramosderosas.Sobreelataúdhabíancolocadomuchosramosdefloresy,pendientedelcarrofúnebre,seveíaunagran corona de siemprevivas con una inscripción en caracteres negros, quedecía:Asumaestra,lasantiguasalumnasdecuarto.Pordebajodeellahabíaotrapequeña,enviadaporsusalumnos.

Entre lamultitudseveíanmuchassirvientas,enviadasporsusamas,convelas, e incluso dos lacayos. de librea con cirios encendidos; un señor rico,padredeunalumnitode ladifunta,habíaenviadosucoche, forradodesedaazulada.

Todosseapiñabanantelapuertadelacasa.Variaschicasseenjugabanlaslágrimas.

Estuvimosesperandolargotiempoensilencio.Finalmente,bajaronlacaja.Cuando algunos niños vieron subir el féretro al carro fúnebre, empezaron allorar fuertemente y uno comenzó a gritar como si sólo entonces se hubierapercatadodeque sumaestrahabíamuerto; tanconvulsivoera su llanto,quetuvieronquellevárselo.

Lafúnebrecomitivasepusoenmarchaenordenylentamente.EnprimertérminoibanlasHijasdelRefugiodelaConcepción,vestidasdeverde;luegolasHijasdeMaría,deblancoconlazosazules;despuéselclero,y,detrásdelcoche,lasmaestrasylosmaestros,losalumnosdelaprimerasuperiorytodoslosdemás;porúltimo,unamultituddepersonas.Lagente se asomabaa lasventanasyalaspuertas,y,alveralosniñosylascoronas,decían:

—Esunamaestra.

Algunasseñorasqueacompañabanalospequeñosibanllorando.

Cuandoelcortejollegóalaiglesia,sacaronlacajadelcochefúnebreyla

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pusieron enmedio de la nave central, delante del altarmayor; lasmaestrasdepositaronsobreellalascoronasylosniñoslacubrierondeflores.Lagente,colocada a su alrededor, con las velas encendidas, empezó a cantar lasoracionesderigorenmediodelaoscuridaddeltemplo.

DespuésqueelsacerdotepronuncióelúltimoAmén,seapagaronlasvelasytodossalieronseguidamente,quedándosesolalamaestra.

¡Pobrecitamaestra,quetantomequería,tanpacienteycontantosañosdeservicio!Hadejadosuspocoslibrosalosalumnos;auno,untintero;aotro,uncuadernillo, todoloqueposeía,ydosdíasantesdemorirdijoalDirectorquenodejaseiralosmáspequeñosalentierro,paraquenollorasen.Siemprehizoelbien;sufrióyhamuerto.¡Descanseenpaz!¡Adiós,pobremaestra,quehasquedadosolaenlaoscuraiglesia!¡Adiós!¡Adiósparasiempre,mibuenaamiga,dulceytristerecuerdodemiinfancia!

*

Muchasgracias

Miércoles,28

Mi pobre maestra quería terminar el curso, pero se fue cuando sólofaltabantresdíasdeclase,porquepasadomañanairemosaoírleerelúltimocuentomensual,Naufragio.Después…¡seacabó!Elsábado,primerodejulio,habráexámenes.

Hapasado,pues,otrocurso,elcuarto.Ydenohabermuertomimaestra,habríapasadofelizmente.

Ahorapiensoenloquesabíaenoctubreyloqueséhoy.Yocreoqueheadelantadobastante, tengomuchascosasnuevasenmicabeza, logroescribirmejorloquepienso;podríaresolverproblemasquemuchaspersonasmayoresnosoncapacesdesolucionaryayudarlosensusnegocios;comprendomuchomás y entiendo mejor lo que leo. Estoy contento… Pero ¡cuántos me hanestimuladoyayudadoaaprender,quiéndeunmodo,quiéndeotro,tantoenlaclasecomoencasa,porlacalleyentodaspartes,pordondeheidoyhevistoalgo!Enestemomentomesientoagradecidoatodos.

Primeramente debo darte las gracias a. ti, mi buen maestro, que tanindulgenteycariñosotehasmostradoconmigo,paraquienharepresentadonopoco trabajocadanuevoconocimientoqueheadquiridoyqueahoraesparamímotivodesatisfacciónydesanoorgullo.También teagradezco,Derossi,admirablecompañero,lasexplicacionesconquemehashechocomprenderdeamable manera tantas veces cosas difíciles y superar escollos para míinsalvables en los exámenes; a ti, Stardi, fuerte y valeroso, que me hasdemostradoqueconférreavoluntadtodosealcanza;ati,estupendoGarrone,

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bueno y generoso, que te ganas las simpatías y la admiración de cuantos tetratan; también a vosotros, Precossi y Coretti, que siempreme habéis dadoejemplodevalorenlossufrimientosydeserenidadeneltrabajo.Dándooslasgraciasavosotros,lasdoyatodoslosdemás.

Pero,sobretodo,tedoylasgraciasati,padre,ati,miprimermaestro,miprimeramigoyconfidente,quemehasdadotantosbuenosconsejosymehasenseñado tantas cosas mientras trabajabas por mí, ocultándome siempre tustristezasytratandoportodoslosmodosdehacermefácilelestudioybellalavida;yati,dulcemadre,amadoángeldemiguarda,quehasgozadocontodasmisalegríasysufridoconmisamarguras,quehasestudiado,tehascansadoyhas llorado conmigo, acariciándome con unamano la frente e indicándomeconlaotraelCielo.

Yomearrodilloantevosotros,comocuandoerachiquito,yosdoygraciascontodalaternuraquehabéispuestoenmialmaendoceañosdesacrificioydeamor.

*

Naufragio

ÚLTIMOCUENTOMENSUAL

Hacemuchosaños,ciertamañanadelmesdediciembrezarpabadelpuertode Liverpool un gran buque de vapor llevando a bordo más de doscientaspersonas,entreellassetentahombresdedotación.Elcapitánycasitodoslosmarineros eran ingleses. Entre los pasajeros había varios italianos: trescaballeros,unsacerdoteyunacompañíademúsicos.ElbarcosalióconrumboalaisladeMalta.Eltiempoerabastanteinclemente.

Entrelospasajerosdeterceraclase,situadaaproa,habíaunchicoitalianodeunosdoceaños,bajodeestaturaparasuedad,perorobusto:unsicilianitodeaireserioyaudaz.Permanecíasolo juntoal trinquete,sentadoenungranrollo de maromas. A su lado tenía una maletilla bastante deteriorada, queconteníasuequipaje,ysobrelacualapoyabaunamano.Eramoreno;supelo,negroyrizado,casi le llegabaa laespalda.Ibapobrementevestido,conunamanta raída sobre los hombros y una vieja bolsa de cuero en bandolera.Mirabaentornosuyo,pensativo,alosotrospasajeros,lasdistintaspartesdelbarco y a los marineros que pasaban corriendo, así como al mar inquieto.Tenía el aspecto de unmuchacho que acababa de sufrir una gran desgraciafamiliar:caradeniñoyexpresióndehombre.

Poco después de la salida pasó por la proa un marinero de los de ladotacióndelbarco,italiano,hombredepelogris,quellevabadelamanoaunachica.Sedetuvodelantedelpequeñosicilianoyledijo:

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—Mario,aquítienesunacompañeradeviaje.

Luegosefue.

Lachicasesentótambiénenelrollodemaromas,juntoalmuchacho.

Ambossemiraron.

—¿Adóndevas?—1epreguntóelsiciliano.

Lachicarespondió:

—AMalta,pasandoporNápoles.—Luegoañadió—:Voyareunirmeconmipadreymimadre,quemeesperan.YomellamoJulitaFaggiani.

Elmuchachonodijonada.

Pasadosunosminutos,sacódelabolsapanyfrutassecas;lachicallevababizcochos.Losdosseofrecieronmutuamentesusprovisionesycomieronconbuenapetito.

—¡Estosehaanimado!—gritóelmarineroitaliano,pasandorápidamente—.¡Ahoraempiezaelbaile!

Elvientoarreciabayelbarcodabafuertesbandazos.Perolosdoschicos,quenosemareaban,apenasseinmutaron.Lachicasonreía.Teníapocomásomenoslaedaddesucompañero,aunqueerabastantemásalta,morena,fina,deaspectoalgoenfermizoyvestidamásquemodestamente.Teníaelcabellocortoyondulado,unpañueloencarnadoenlacabezayzarcillosdeplataenlasorejas.

Mientras comían fueron contándose cosas de su vida. El muchacho noteníapadrenimadre.Supadre,obrero,habíamuertoenLiverpoolpocosdíasantes, dejándole solo, y el cónsul italiano le había enviado a su tierra, aPalermo, donde le quedaban algunos parientes lejanos.A la chica la habíanllevadoaLondreselañoanterioracasadeunatíasuya,viuda,quelaqueríamucho,yalaquesuspadres,queeranpobres,selahabíandejadoporalgúntiempo, con la esperanza de que fuera su heredera, como ella lo teníaprometido.Peropocosmesesdespuésmuriólatíaenaccidentedecirculación,atropellada por un coche, sin dejarle ningún dinero. Recurrió también alcónsul y éste la embarcó para Italia. Los dos estaban recomendados almarineroitaliano.

—Mispadres—concluyólaniña—creíanquevolveríarica,y,encambio,vuelvo sin un céntimo.Pero de todas formasmequieren lomismoquemishermanos.Tengocuatrohermanitos, todospequeños.Yosoylamayordemicasa y les ayudo a vestirse. Se pondrán muy contentos cuando me vean.Entraréencasadepuntillas…¡Quémaloestáelmar!

Despuéspreguntóalmuchacho:

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—¿Ytú?¿Vasavivircontusparientes?

—Sí…,siellosquieren—lerespondió.

—¿Esquenotequieren?

—Nolosé.

—EnNavidadcumplotreceaños—dijolamuchacha.

Luegoempezaronacharlarsobreelmarylagentedeabordo.Todoeldíaestuvieron juntos, intercambiándose algunas palabras. Los pasajeros creíanque eran hermanos. La chica hacía punto de media; el muchacho estabapensativo.Elmarcontinuabacadavezmásborrascoso.

Porlanoche,enelmomentodesepararseparairadormir,lachicadijoaMario.

—Queduermasbien.

—Nadiedormirábienestanoche,amiguitosmíos—exclamóelmarineroitaliano,pasandodeprisaporquelehabíallamadoelcapitán.

Elmuchacho estaba para corresponder a su amiguita y desearle tambiénuna buena noche, cuando de pronto un inesperado golpe de mar lo lanzóviolentamentecontraunbanco.

—¡Madre mía, sangras! —gritó la muchacha corriendo hacia él paraatenderlo.

Lospasajeros,queseapresurabanabajaralosdormitorios,noleshicieronelmenorcaso.LachicasearrodillójuntoaMario,quehabíaquedadoaturdidoporelgolpe;lelimpiólafrente,quelesangrabay,quitándoseelpañuelorojo,seloatóalrededordelacabeza;luegolaapretócontrasíparahacerelnudo,quedándole una mancha de sangre en el vestido amarillo, a la altura de lacintura.Marioserepusoyselevantó.

—¿Tesientesmejor?—lepreguntólachica.

—Yanotengonada—contestó.

—Quedescanses—dijoJulita.

—Buenasnoches—respondióMario.

Yambosbajaronpordosescaleraspróximasasusrespectivosdormitorios.

El marinero había acertado. Aún no se habían dormido cuando sedesencadenó una horrible tempestad. Fue como un asalto inesperado detremendas olas que en pocos minutos rompieron un mástil y arrastraronconsigo,comosihubiesensidohojas,tresdelasbarcascolgadasdelasgrúasycuatrobueyesquesehallabanenlaproa.Enelinteriordelbuqueseprodujo

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granconfusiónyunespantoimposiblededescribir:ungriteríoestremecedor,conmezcladellantosydeplegarias,queponíalospelosdepunta.

Latempestadfuearreciandosufuriatodalanochey,alamanecer,aúnseencrespó más. Las enormes olas azotaban el barco por los costados eirrumpían sobre la cubierta, destrozando, barriendo y arrastrándolo todo. Sehundió la plataforma que cubría la maquinaria, y el agua se precipitó alinteriorconruidoinfernal;lascalderasseapagaronylosmaquinistashuyeron;portodaspartespenetraronimpetuosostorrentesdeagua.Unavozfuertegritó:

—¡Alasbombas!

Eralavozdelcapitán.

Losmarinerosecharonmanoalasbombas.Perounrápidogolpedemar,que se abatió por detrás sobre el buque, deshizo gran parte del casco y seprecipitóalinteriordemaneraincontenible.

Lospasajeros,másmuertosquevivos, sehabían refugiadoen lasaladelcentrodelbarco.

Aciertomomentoaparecióelcapitán.

—¡Capitán!¡Capitán!—gritarontodosalavez—.¿Quéhacemos?¿Cómoestamos?¿Hayalgunaesperanza?¡Sálvenos!

Elcapitánesperóaquetodoscallasen,ydijo:

—¡Resignémonos!

Unamujerlanzóungrito:

—¡Piedad!

Nadiemáspudohablar,porqueatodoslosteníaparalizadoselpánico.Asítranscurriómuchotiempoenmediodeunsilenciosepulcral.Todossemirabancon caras cadavéricas. El mar se enfurecía cada vezmás. El barco a duraspenas podía navegar. A cierto punto el capitán intentó echar al agua unalancha.Cincomarineros semetieron en ella; la lancha se sostenía, perounaolalavolcó,yperecierondosmarineros,unodeloscualesera,precisamente,el italiano; los otros, con mucho esfuerzo, lograron asirse de nuevo a lascuerdasysubirabordo.

Tras esto, los mismos tripulantes perdieron toda esperanza. Dos horasdespués,elbarcoestabasumergidohastalaalturadelaborda.

Entretanto,sobrecubiertasedesarrollabaunespectáculoestremecedor.Lasmadresestrechabandesesperadamentecontrasupechoaloshijos;losamigosseabrazabanysedabaneladiósdedespedidadefinitiva;algunosbajabanaloscamarotesparamorirsinverelmar.Unpasajerosepegóuntiroenlacabeza,

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y fue rodando escaleras abajo hasta el dormitorio, donde expiró.Muchos seagarraban frenéticamente los unos a los otros y algunas mujeres padecíanhorriblesconvulsiones.Nopocossearrodillabanrodeandoalsacerdote.Seoíauncorodesollozos,delamentacionesinfantiles,devocesagudasyextrañas,viéndoseporaquíyporallápersonastaninmóvilescomoestatuas,atontadasporelpánico,conlosojosdilatadosysinvista,carascadavéricas,ypropiasdelocos.MarioyJulia,agarradosaunmástil,mirabanelmarconlosojosfijos,comoalucinados.

Elmarsehabíaaquietadounpoco;peroelbuquecontinuabahundiéndoselentamente;sólolequedabanunosminutosdevida.

—¡Lalanchaalagua!—gritóelcapitán.

Unachalupaquequedaba,laúltima,fuelanzadaalmar,ysemetieronenellacatorcemarinerosytrespasajeros.

Elcapitánpermanecióabordo.

—¡Vengaconnosotros!—ledijerondesdelabarca.

—Yodebomorirenmipuesto—contestóelcapitán.

—Encontraremos algún barco —le gritaron los marineros— y nossalvaremos.¡Baje!¡Estáperdido!

—¡Yomequedoaquí,marchaosvosotros!

—¡Todavía hay un sitio! —gritaron entonces, dirigiéndose a los otrospasajeros—.¡Unamujer!

Entonces avanzó una mujer, sostenida por el capitán; pero, al ver ladistanciaqueleseparabadelachalupa,notuvovalorparadarelsaltoycayósobre cubierta. Las demásmujeres casi todas estaban desvanecidas y comomuertas.

—¡Unchico!—gritaronalgunos.

Aloírlo,elmuchachosicilianoysucompañera,quehastaentonceshabíanpermanecidocomopetrificadosporunestuporsobrehumano,impulsadosporel instinto de vivir, se apartaron a la vez del palo y corrieron al borde delbuque,exclamandoalavez:

—¡Yo!—Yserechazabanelunoalotrocomodosfierassalvajes.

—¡El más pequeño! —dijeron los de la chalupa—. ¡La barca estásobrecargada!¡Elmáspequeño!

Al oírlo, lamuchacha, como herida por un rayo, dejó caer los brazos ypermanecióinmóvil,mirandoaMarioconlosojosapagados.

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Mario lamiró un instante, vio lamanchade sangre quehabía dejado enella, se acordóde lo que había hechopor él y cruzópor sumente una ideadivina.

—¡El más pequeño! —gritaban a coro los marineros con imperiosaimpaciencia—.¡Nosvamos!

EntoncesMario,conunavozquenoparecíalasuya,gritó:

—¡Ellapesamenos! ¡Vete tú, Julia! ¡Tecedomisitio! ¡Anda,mujer!Tútienespadres,yyosoysolo.

—¡Échalaalmar!—corearonlosmarineros.

MariocogióaJuliaporlacinturaylaechóalagua.

Lamuchachadioungritoycayó;unmarinerolaagarródeunbrazoylasubióalabarca.

Mariopermaneciófirmesobrelabordadelbuque,conlafrenteerguidayelcabelloflotandoalviento,inmóvil,tranquilo,sublime.Labarcasepusoenmovimientoyapenastuvotiempodeesquivarelvertiginosoremolinodeaguaformadoporelbuquealhundirse.

La muchacha, que hasta aquel momento había estado casi inconsciente,alzólosojoshaciaelchicoyempezóallorardesconsoladamente.

—¡Adiós,Mario!—gritóentre sollozos,con losbrazos tendidoshaciaél—.¡Adiós!¡Adiós!¡Adiós!

—¡Adiós!—lecontestóelmuchachoelevandolamano.

La barca se alejó con la rapidez que le permitía elmar agitado, bajo uncielo oscuro. Sobre el buque siniestrado nadie hablaba ya. El agua lamía elbordedelacubierta.

Deprontosepusoelmuchachoderodillas, juntó lasmanosydirigió losojosalCielo.

Lamuchachasetapólacara.

Cuando alzó la cabeza, echó una mirada al mar. El buque habíadesaparecido.

JULIO

Laúltimapáginademimadre

Sábado,1

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Elcursohaterminado,Enrique;bienestáquetequedecomorecuerdodelúltimodíalaimagendelniñosublimequediolavidaporsuamiga.Ahoratevasa separarde tusmaestrosyde tus compañeros,ydebocomunicarteunatristenoticia.Nosetratadeunaseparacióndemeses,sinoparasiempre.Pormotivos de su profesión, tu padre tiene quemarcharse de Turín, y nosotrosiremos con él.Marcharemos el próximo otoño. Entrarás en otra escuela, locual te disgusta y contraría, ¿no es así? Porque estoy segura de que estásencariñado con tu escuela, donde por espacio de cuatro años hasexperimentadodosvecesaldíalasatisfaccióndehabertrabajado;dondehasconvivido tanto tiempo, a las mismas horas, con los mismos chicos, losmismosmaestros, losmismos padres de tus compañeros y los tuyos, que teesperaban sonriendo; sentirás dejar la escuela donde se ha desarrollado tuinteligencia,enlaquehasconocidoabuenosamigos,endondecadapalabraquehasoídoteníaporobjetotubien,sinsufrirningúndisgustoquenotefueraprovechoso.

Llévate,pues,eseafectocontigoydaunadiósquetesalgadelcorazónatodosesosniños.

Algunosconocerándesgraciasirreparables,perderánprontoasupadreoasumadre;otrosmoriránjóvenes;otrosquizáviertangenerosamentesusangreen alguna posible guerra; muchos serán buenos y honestos trabajadores,padresdefamiliaslaboriosasyhonradascomoellos;¡yquiénsabesinohabrátambién alguno que preste grandes servicios a la nación y haga glorioso sunombre!

Sepárate,portanto,deellosconafecto;dejaunpocodetualmaenlagranfamiliaenlaqueingresastedeniñoydelaquesalesenedadadolescente,alacualquierentupadreytumadreporqueenellatambiéntehanquerido.

La escuela es como unamadre, Enrique: te tomó demis brazos cuandoapenas hablabas y te devuelve ahora mayorcito, fuerte, bueno y estudioso.¡Benditasea,ynolaolvidesjamás,hijomío!

Serás hombre, irás por elmundo, verás ciudades inmensas,monumentossorprendentes, y también te olvidarás de ellos; pero del modesto edificioblanco, con sus persianas cerradas y el pequeño jardín donde se abrió laprimeraflordetuinteligencia,nuncateolvidarás,sinoquelotendráspresentehastaelúltimodíadetuexistencia,lomismoqueyorecordarétodamividalacasaenqueoítuvozporprimeravez.

TUMADRE

*

Losexámenes

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Martes,4

Porfinhemosllegadoalosexámenes.Enlascallesjuntoalaescuela,losalumnos,lospadresylasmadres,einclusolasniñeras,hablabandeexámenes,calificaciones, temas, nota media, suspensos, promocionados… Ayer por lamañananosexaminamosderedacciónyhoydeAritmética.

Lospadresqueacompañabanasushijosalaescuelalesdabanlosúltimosconsejos,ymuchasmadres ibancon loschicoshastadejarlosen losbancos,viendo si había tinta en los tinteros, comprobando si las plumas estaban enbuenascondiciones,y,alsalir,sevolvíandesdelapuertapararecomendarlesoptimismoyatención.

NuestrovigilanteeraelseñorCoatti,elmaestrodelabarbanegrayvozdeleón,quenuncacastigaanadie.

Habíachicosconunacaratanblancacomoelpapel,demiedoquetenían.

Cuandoelmaestro abrió el sobre enviadopor elAyuntamientoy sacóelejerciciodeMatemáticas,todoscontuvimoslarespiración.

Dictó el problema con voz fuerte, mirándonos a unos y otros con ojosescrutadores y severos; pero era evidente que, de haber podido dictarnos lasolución, lo habría hecho, para que todos aprobásemos y estuviésemoscontentos.

Después de una hora de trabajo, no pocos empezaban a desanimarseporque el problema era difícil.Uno lloraba. Crossi se daba puñetazos en lacabeza.Muchosno tenían culpadeno saber resolverlo, pornohaber tenidotiempo para estudiar lo suficiente o por no haberlos ayudado los padres encasaduranteelcurso.

Perosiempreseencuentralaprovidencia.EraunespectáculovercómoselasarreglabaDerossiparapasarunacifraysugerirunaoperación,sinqueledescubriesen; parecía nuestro maestro. También ayudaba en lo que podíaGarrone, que está fuerte en Aritmética, y hasta Nobis, que, al hallarse enapuros,sehabíavueltoamable.Stardiestuvoinmóvilmásdeunahora,conlosojosfijosenelproblemaylospuñosenlassienes;luegotodolohizoencincominutos.

Elmaestrodabavueltasporentrelosbancosydecía:

—¡Calma!¡Calma!Noosprecipitéisyreflexionadunpoco.

Cuandoveíaaalgunodescorazonado,parahacerlereíreinfundirleánimos,abríalabocacomoparatragárselo,imitandoalleón.

Hacialasonce,mirandoatravésdelaspersianas,viabajoamuchospadresquesepaseabanconcaradeimpaciencia;estabaelpadredePrecossi,consu

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blusa azul y la cara llena de tiznajos: seguramente acabaría de salir de lafragua.TambiénvialamadredeCrossi,laverdulera,yladeNelli,vestidadenegro,quenopodíaestarunmomentoquieta.Pocoantesdelmediodíallegómipadreymiróhacia laventanapordondeyoestaba.Pobrepadre, ¡cuántomequiere!

Alasdoceenpuntotodoshabíamosterminado.

Había que ver lo que ocurrió a la salida. Los padres venían a nuestroencuentro, y no paraban de hacernos preguntas, hojear los cuadernos ycompararlostrabajosdeunosydeotros.Seoíanestasyparecidaspreguntas:«¿Cuántas operaciones?» «¿Cuál es el total?» «¿Y la substracción?» «¿Y larespuesta?»«¿Ylacomadelosdecimales?»…

Losmaestrosibandeunaaotraparte,requeridospormultituddepadres.

Mipadremetomóenseguidaelborrador,miróydijo:

—Estábien.

AnuestroladoestabaelherreroPrecossi,quemirabatambiéneltrabajodesu hijo, algo inquieto, porque no se aclaraba. Dirigiéndose a mi padre, lepreguntó:

—¿Tendríalabondaddedecirmeelresultado?

Mipadreselodijo.Miróeldesuhijoycomprobóqueeraelmismo.

—¡Bravo, hijo!—exclamómuy contento.Mi padre y él semiraron concaradesatisfacción,comodosbuenosamigos,yelherreroestrechólamanoqueletendiómipadre.Sesepararondiciendo:

—Hastaelexamenoral.

Pocodespuésoímosunavozdefalsete,quenoshizovolverlacabeza.Eraelherrero,quesealejabacantando.

*

Elúltimoexamen

Viernes,7

Estamañanahemosdadoelexamenoral.Alasochoestábamosya todosen nuestros sitios.A las ocho y cuarto empezaron a llamarnos de cuatro encuatroparairalsalóndeactos,dondehabíaunamesacubiertaconuntapeteverde,y sentadoen tornoa ella elDirectory cuatromaestros, entre ellos elnuestro.

Yofuiunodelosprimerosllamados.¡Pobremaestro!¡Cómomehedadohoycuentadelomuchoquenosquiere!

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Mientras los demás nos preguntaban, él no nos quitaba ojo, se turbabacuandovacilábamosenresponder,prestabaoídomuyatentoynoshacíalamarde gestos con las manos y con la cabeza para decirnos: «¡Bien!», «¡no!»,«¡presta atención!», «¡más despacio!», «¡ánimo!» Si hubiese podido hablar,noshabríasugeridotodaslasrespuestas.Unpadrenohabríahechomásqueél.Debuenaganalehabríadadolasgraciasdiezvecesdelantedetodos.

Cuandolosotrosmaestrosdijeron:«Estábien,vetetranquilo»,lebrillaronlosojosdealegría.

Yovolvíseguidamentealaclaseparaesperaramipadre.Aúnestabanallícasitodos.MesentéjuntoaGarrone.Yonoestabacontento.Pensabaqueerala última vez que íbamos a vernos. Aún no le había dicho a mi buencompañeroquealañosiguientenoestaríaencuartoconél,porqueteníaquemarcharmedeTurínconmifamilia.Comosiempre,estabaalgoencogido,conlacabezainclinadasobreelbanco,pintandoadornosalrededordeunafotodesupadre,vestidodemaquinista,unhombrerecioyalto,concuellodetoroyaspecto serio y honrado como él.Mientras hacía sus dibujos, como tenía lacamisaalgodesabrochada,visobresudesnudopecholacruzqueleregalaralamadredeNellicuandosupoqueprotegíaasuhijo.

Me creí obligado a manifestarle que me ausentaría definitivamente deTurín.Haciendounesfuerzo,ledije,sinmirarle:

—Garrone,esteotoñomipadresemarcharádeTurínparasiempre.

Mepreguntósimemarcharíayotambién,ylerespondíquesí.

—Entonces—añadió—,¿notetendremosdecompañeroencuartocurso?

Le contesté que no. De momento se quedó callado, prosiguiendo sutrabajo.Luegosinlevantarlacabeza,mepreguntó:

—¿Teacordarásdetuscompañerosdetercero?

—Sí, sí, de todos—le repuse—;pero de ti…másquede nadie. ¿Quiénpuedeolvidarsedeti?

Él,contrariado,medirigióunamiradacomoqueriendodecirmemilcosas,peroguardósilencio.Selimitóaalargarmesumanoizquierda,fingiendoqueseguía dibujando con la derecha. Yo estreché entre las mías aquella manofuerteyleal.

Enaquelinstanteentródeprisaelmaestro,conlacaraencendidaydijoenvozbajayrápida,entonoalegre:«¡Hastaahoratodovabien;aversilosquequedan continúan lo mismo! ¡Mucho ánimo, hijitos! ¡Estoy contento devosotros!» Paramostrar su alegría, al salir con paso rápido, hizo como quetropezaba y tenía que agarrarse a la pared para no caerse; ¡él, a quien nohabíamos visto reír en todo el curso! La cosa nos pareció tan sumamente

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extraña, que, en vez de reírnos, todos nos quedamos asombrados; nossonreímos,peroningunoserio.Aquelactodealegría,propiodeunchiquillo,sinsaberporqué,meprodujopenayternura.Talmomentodealegríaerasuúnicopremio,lacompensaciónpornuevemesesdepaciencia,deesfuerzosydesinsabores.Paraaquelresultadosatisfactoriosehabíaafanadoyhabíaidoadar clasemuchas veces estando enfermo.Aquello, y nadamás que aquello,nos pedía a cambio de tanto cariño y de tantas preocupaciones. Ahora mepareceque, al acordarmedeél, siempre loveré enaquellapostura;y sinosencontramos, lerecordaréelactoquetanhondomehallegadoalcorazón,ynodejarédebesarsuscanas.

*

¡Adiós!

Lunes,10

Porlatardenosreunimostodosporúltimavezparaconocerelresultadodelosexámenesyrecogerlascartillasconlascorrespondientescalificaciones.

La calle estaba llena de padres, que también habían invadido el ampliozaguán. No pocos entraron en las aulas, empujándose hasta la mesa delmaestro.Enlanuestraocupabantodoelespacioquehayentrelaparedylosprimerosbancos.

EntreellosvialpadredeGarrone,lamadredeDerossi,elherreroPrecossi,Coretti, la señora Nelli, la verdulera, el padre del albañilito, el de Stardi ymuchosotrosquenoconocía.Por todaspartessepercibíaunmurmulloyseoíahablarcomocuandoseestáenunaplaza.

Entró elmaestroyguardamos completo silencio.Llevabauna lista en lamanoyempezóaleerseguidamente:

—Abatucci,aprobado,6,6;Archimi,aprobado,5,5;elalbañilito,aprobado;Crossi, aprobado… —Luego añadió con voz fuerte—: Derossi Ernesto,aprobado,7,7yprimerpremio.

Todos los que estaban presentes y le conocían, gritaron: —¡Bien porDerossi!

Élsediounestirónalosrubiosrizosymiróconfruiciónasumadre,quelesaludóconlamano.Garoffi,Garroneyelcalabréstambiénfiguraronentrelos aprobados. Después leyó los nombres de tres o cuatro que tienen querepetircurso,echándoseallorarunodeellosporqueleamenazósupadre,queestabaenlapuerta.Elmaestroseapresuróadecirle:

—Mire,nosepongaasí,porquemuchasvecesespormalasuerte,comohasucedidoenelcasodesuhijo.

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Continuóleyendo.Nellisacóaprobadoysumadreleenvióunbesoalaireconelabanico.Stardiobtuvonotabledemedia,masnoporesosesonriónisequitó los puños de las sienes. El último de la lista fue Votini, que resultóaprobado. Era el que iba vestido con mayor elegancia y mejor peinado.Terminadalalecturadelascalificaciones,elmaestroselevantóynosdijo:

—Muchachos, ésta es la última vez que nos reunimos. Hemos estadojuntos todo el curso y ahora nos separamos como buenos amigos, ¿no esverdad? Siento esta separación, queridos niños…—Se interrumpió y luegocontinuó diciendo—: Si alguna vez he llegado a perder la paciencia, si enalguna ocasión he pecado de injusto, sin quererlo, o me he mostradoexcesivamentesevero,perdonadme.

—¡No,no,señormaestro!—dijeronauntiempopadresyalumnos.

—Disculpadme —repitió el maestro— y no dejéis de quererme. Elpróximo curso ya no estaréis conmigo, pero os veré con frecuencia ypermaneceréis en mi corazón. ¡Felices vacaciones, muchachos, y hasta lavista!

Dichoestopasóentrenosotrosy todos le tendían lamano,empinándose,subiéndose en los bancos, le tiraban de la chaqueta y le cogían los brazos.Algunosleabrazaronycincuentavocesdijeronacoro:

—¡Hasta la vista, señormaestro! ¡Gracias por todo! ¡Que le vaya bien!¡Acuérdesedenosotros!

Cuandosalióestabaemocionado.

Abandonamos la clase en tropel.También salían almismo tiempode lasotras clases y se produjo una gran confusión de saludos y de mutuasdespedidasentremuchachos,maestros,padresymaestras.

La maestra de la pluma roja tenía cuatro o cinco niños encima y unasveintecriaturasasualrededor,quenoledejabanrespirar.Ala«monjita»casilehabíandestrozadoelsombreroylahabíanllenadoderamitosdefloresqueponíanenlosojalesyenlosbolsillosdelvestidonegro.MuchosfelicitabanaRobetti,queaqueldíaera,precisamente,elprimeroqueibasinmuletas.

Portodaspartesseoíadecir:«¡Hastaelpróximocurso!»«¡Hastaelveintedeoctubre!»«¡NosveremosporTodoslosSantos!»

Tambiénnosdespedimosmipadreyyodelosconocidos.

¡Cómo se olvidan en esosmomentos los sinsabores pasados!Votini, quesiempre se había mostrado tan envidioso de Derossi, fue el primero enabrazarlo con efusión. Yo saludé y estreché la mano del albañilito en elinstante que por última vezme ponía el hocico de liebre. ¡Qué buen chico!SaludéaPrecossiyaGaroffi,elcualmedijoquehabíaobtenidounpremioen

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laúltimarifaymeentregóunpequeñopisapapelesdemayólica,algorotoporunaesquina.Detodosmedespedíconunapretóndemanos.

FueemocionantevercómoseacercóelpobrecitoNelliaGarrone,delquenopodíandespegarlo.TodosrodeabanaGarrone,loabrazabanyzarandeabanen prueba de cariño, como bien se lomerecía el ejemplarmuchacho, que atodos sonreía. Su padre estaba allí embobado ante semejante muestra deafecto. A Garrone fue el último a quien abracé, ya en la calle, procurandocontenerunsollozoaltenermicarasobresupecho;élmediounbesoenlafrente.

Despuéscorríareunirmeconmipadreymimadre.Mipadremepreguntósimehabíadespedidodetodos,yyoledijequesí.

Luego me recomendó que buscara y pidiera perdón a quien le hubiesefaltadoalgunavez.

—Nohayninguno—lerespondí.

—Bueno,puesentonces,vámonos.

Dirigióunaúltimamiradaalaescuelaydijoconvozconmovida:

—¡Adiós!

Mimadrerepitió:

—¡Adiós!

Yo…nopudedecirnada.