Cosas de mis padres.

Cuando era pequeña, mi madre, tenía que ir al colegio caminando por caminos y barrancos, porque no había coches, ni guaguas, ni taxis para llevarla en Guía, que es donde nació. Mi padre jugaba siempre por las calles de su barrio de Valencia a la pelota, hacían carreras, saltaban y jugaban siempre haciendo deporte. Comían más sano, porque mis abuelos y abuelas tenían alimentos frescos sin congelar y no había McDonal.

Olimpia Sánchez Felipe

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4º A

2012- 2013

44 1

ANÉCDOTA AUTOR/A Pág.

El despiste de mi abuela. Sheila Artíles Hernández 5

Un buen golpe. Jacqueline Arencibia Hernández

7

El zapato de mi abuela Isolina.

Saúl Vélez Medina 9

El diablo... María López García 11

La casa encantada. Helena Elisabeth Herrera

13

La experiencia laboral de mí abuela.

Alejandro García Mejías 15

África y los zapatos. Claudia Alguacil Saavedra

17

El susto de la vaca. Iraya Vera Ramírez 19

La sartén. Daniel Del Pino Verona 21

Las cuajadas. Brian de la Cruz Martín 23

El palizón José Quirós Rodríguez 25

Mi abuelo y la bandurria.

Mi abuelo Bibiano vive en el Cruce de Sardina pero nació en Barranco Hondo, Juncalillo de Gáldar.

Él suele tocar con sus amigos, todos los fines de semana, música canaria. El día principal de la fiesta del pueblo, no podía faltar. Es el primordial del grupo porque toca la bandurria. No le apetecía ir pero por la insistencia de sus amigos fue. Y cuando llegó allá se le había quedado la bandurria en la casa del Cruce de Sardina. Y desde entonces tiene una en cada casa.

Sarah Carrillo Méndez

2 43

42 cuartillas de anécdota + 2 de Indice

ANÉCDOTA AUTOR/A Pág.

Toro y torero. Marta Velasco Muñoz 27

Mi padre. Tatiana Pérez Artíles 29

La preocupación menos preocupante.

Evelyn González Hormiga 31

Mi hermana Bárbara. David Vidal Díaz 33

La pobreza. Lucas Pavetto 35

El dedo de mi abuelo Dorian Ramírez Sánchez 37

El porrazo de mi abuelo. Iris Puceddu Sánchez 39

Mi abuelo y la bici. Naiara Rodríguez Ramos 41

Mi abuelo y la bandurria. Sarah Carrillo Méndez 43

Cosas de mis padres. Olimpia Sánchez Felipe 44

42 3

Mi abuelo y la bici.

Mi abuelo se encontró con una bici y la cogió, se subió y un señor corriendo detrás de él le decía ¡para, para!.

La bici estaba rota, cogió mucha velocidad se dio un golpetazo. El señor le llevo al médico y la bici a la basura para que nadie la cogiera.

Naiara Rodríguez Ramos

4 41

El despiste de mi abuela.

Cuando mi abuela era pequeña, su madre le mandaba a lavar la ropa al barranco de Santa Lucía. Un día mientras lavaba la ropa, se despistó con una rana que estaba en un charco, y cuando se dio cuenta el agua se había llevado toda la ropa...Se estuvo toda la tarde buscando las piezas por todo el barranco.

Sheila Artíles Hernández

40 5

El porrazo de mi abuelo.

Estaba mi madre, con mi abuelo y mi abuela. Mi abuelo tenía unas gafas de ver cerca.

Salimos un día a pasear y mi abuelo se le olvido las gafas en casa. Se dio un gran porrazo en la puerta de la tienda, pensando que estaba abierta.

Iris Puceddu Sánchez

6 39

Un buen golpe.

Cuenta mi madre, que cuando era pequeña, fue a pasar un fin de semana a casa de su Tía Concha en La Calzada, Tafira.

Allí se encontró con sus primas que eran de su misma edad. Jugaron a las casitas y a las muñecas hasta que se cansaron y decidieron salir a la calle con los patines.

En ese pueblo había una cuesta muy empinada que les pareció muy divertida para tirarse por ella con los patines cuesta abajo. Fueron hasta allí y, emocionadas, se lanzaron por la cuesta abajo. Mi madre iba muy rápido y cuando faltaban pocos metros… ¡oh sorpresa!... el freno derecho se había soltado, mi madre se cayó y estuvo rodando hasta el final de la calle Eso no se le va a olvidar nunca.

Jacqueline Arencibia Hernández

38 7

El dedo de mi abuelo.

Estaban chicos y chicas en un establo de toros. Se escapó uno de ellos y mi abuelo (que tenía 8 años) y todos los demás se echaron a correr, entraron en un portal.

Las chicas cerraron las puertas con fuerza y rápidamente pero mi abuelo tenía el dedo puesto donde las bisagras y al cerrar las puertas para que el toro no entrara ¡¡¡plaffff!!! le arrancó el dedo de cuajo.

Se lo pegaron con pomada de esos tiempos.

Dorian Ramírez Sánchez

8 37

El zapato de mi abuela Isolina.

Cuando mi abuela era joven, ella se montó una vez, en una moto, con su padre. Aquel día iba vestida con una falda, una blusa de color rosa y unos zapatos de bailarina. Ella era muy valiente y no tenía miedo. Su padre aceleró la moto al dar la vuelta a una esquina, ella se agarró a su barriga, soltó los pies y perdió un zapato. Cuando llegó a su casa, “mamá Paqui” le había recogido el zapato.

Saúl Vélez Medina

36 9

La pobreza.

Mi bisabuela que vive en Italia, me contó, que cuando era pequeña en su pueblo había mucha pobreza, no había ni coches ni bicicletas ni tampoco supermercados para poder comprar.

Por eso cada casa tenía una huerta con muchas verduras, además de gallinas, conejos, cerdos… para poderlos comer, porqué no había dinero para comprar casi nada.

Los niños cuando volvían del colegio iban a los campos de los granjeros a recoger las cosechas del trigo. Pero un día el granjero pilló a mi bisabuela y tuvo que salir ¡¡¡corriendo!!!.

Lucas Pavetto

10 35

El diablo...

Cuando mi padre era pequeño, a él y a un amigo les gustaba hacer gamberradas. Por eso, cuando un día vieron en la televisión un reportaje de Halloween y de lo que se hacía en esa fiesta, se pusieron manos a la obra: Cogieron una gran calabaza, le hicieron una cara, la limpiaron por dentro, le pusieron una vela en el interior, y le colocaron una verguilla para colgarla. Esperaron a la noche, y a que las mujeres salieran de la misa. Ellas iban por un camino de tierra con higueras y árboles alrededor. Se escondieron, y colgaron la calabaza con la vela encendida en la rama de una higuera. Cuando las mujeres ya habían salido de la misa, y pasaban por ese tenebroso camino, ellos gritaban ¡Uh,Uh! Y ellas, como no sabían nada de esa fiesta, huían gritando que era el diablo. Aunque, aquí no se acaba esta tenebrosa historia, porque mi padre y su amigo se asustaron más que las mujeres al ver a aquellas mujeres tan mayores correr.

María López García

34 11

Mi hermana Bárbara.

Cuando era pequeña le tardó en salir los dientes, sus primeros dientes le salieron con 15 meses.

Un día mi madre le acostó en la cuna y cuando se despertó de la siesta quiso salir sola de la cuna y se calló. Se dio un golpe y empezó a sangrar por la boca, mi madre y mi padre cuando sintieron los gritos de mi hermana salieron los dos corriendo para la habitación.

Mi madre se echó a llorar pensando que se le habían partido los dientes, después de haber esperado 15 meses para que le salieran los dos primeros dientes. Al final solamente fue un golpe en las encías. ¡Vaya susto!.

David Vidal Díaz

12 33

La casa encantada.

Era el año 1985 mi bisabuelo alquiló una casa en Madrelagua (Valleseco).Cuentan mi abuela y mi madre, que cuando la alquilaron, era tenebrosa. La casa no se veía entre las espigas y la maleza. Cuentan que cuando llegaba la noche, esas noches eran muy oscuras y silenciosas, solo se oía en el silencio de la noche, el canto de los grillos y los sapos. Cuentan que en la madrugada de esas noches, se sentían subir las escaleras y en el silencio de la noche llamaban a la puerta. Fue así que mi bisabuelo instalo desde la habitación de las mujeres a la de los hombres, un timbre, para cuando llamaran a la puerta, ellos salían con palos para saber quiénes eran. Nunca se averiguo quienes eran, nunca vieron a nadie. Así ocurrió y así lo cuentan.

Helena Elisabeth Herrera

32 13

La preocupación menos preocupante.

Un tío de mi padre trabajaba de repartidor de agua con una carretilla empujada por unos burros en la isla de Cuba. Cuenta mi padre que con seis o siete años fue con su tío a repartir el agua. Cuando se bajo el tío y mi padre se quedo solo, los burros caminaron un poco. Unas de las ruedas se tropezó con una piedra y mi padre se cayó. En ese momento pensó que si los burros caminaban un poco más le iban a escachar, y así fue. Cuando el tío llego mi padre tenía los labios sangrando, pero no era porque le habían escachado, sino que de tanto apretar los labios se los había dañado. Mi padre a día de hoy cuenta que no le dolió porque se concentró en presionar tanto los labios que se olvido del dolor.

Evelyn González Hormiga

14 31

La experiencia laboral de mí abuela.

Hola mi nombre es María Luisa del Pino Jesús, abuela de Alejandro García. Bueno voy a contarle a mi nieto un poquito de mi “experiencia labora” desde que fui una niña. Mis padres me llevaban de pequeña a los tomateros y me ponían en una caja a jugar. Cuando tenía 12 años empecé a trabajar porque la vida de antes era muy mala y había que llevar dinero a casa, así hasta que fueron pasando los años y seguí empaquetando tomates en un almacén. Puedo decir que he sido una mujer muy trabajadora para sacar a mi familia hacia delante. Antiguamente mis abuelos lo pasaron muy mal porque todo había que hacerlo a mano, lavar, cocinar y traer el agua a cuestas.

Alejandro García Mejías

30 15

Mi padre.

Cuenta mi padre que una mañana, de niño se despertó. Se puso a jugar con su hermano Hilario. Se cayó para atrás y se hizo un agujero en la cabeza. Se cayó justo en el bordillo de la carretera. Mi abuela cuando lo vio se fue al médico con mi abuelo. Y ahora con 36 años todavía se le nota la cicatriz en la cabeza.

Tatiana Pérez Artíles

16 29

Africa y los zapatos.

Mi abuelo se fue a África. Se fue con 22 años en el año 1973. Se estuvo allá llevando a los africanos a una fábrica a trabajar, (Le llamaban fosfato). Cuando estaba allá empezó la marcha verde. Mientras en Canarias mi abuela le mandaba cartas con mechones de pelo para que no se olvidara de ella.

Cuando mi abuela salía con las hermanas a pasear los domingos y si se les acercaba un muchacho le tiraban los zapatos.

Mi abuelo volvió empezando la marcha verde.

Claudia Alguacil Saavedra

28 17

Toro y torero.

Mis tías y mi madre, mientras que estaban jugando a toro y torero, que no es un juego sino que estaban imitando a un torero que toreaba unos toros. Y en un momento que mi tía quitó la capa (que era una sábana) mi madre se estampó contra la puerta y el gran cristal se rompió. Era un cristal muy caro.

Mis abuelos querían saber quién había sido, para darle un gran castigo, pero hasta el día de hoy mis abuelos aún les pregunta a las tres hermanas quien rompió el cristal y ninguna de ellas lo desvela aunque las tres saben quien fue.

Marta Velasco Muñoz

18 27

El susto de la vaca.

Mi padre y su hermano con siete años se fueron a un terreno de Juan Grande a torear vacas y toros. Cuando mi padre estaba despistado fue una vaca corriendo y con los cuernos le dio un topetazo, se cayó al piso y el hermano fue a toda prisa a dónde estaba su hermano, su abuelo fue a donde estaba su nieto y lo llevo a la casa. Vieron que a mi padre no le sucedió nada grave. ¡Le echaron una buena bronca a los tres, a mi padre, a mi tío y a la vaca!.

Iraya Vera Ramírez

26 19

El palizón.

Mi padre fue a trabajar a un teatro con mi madre.

Cuando llegó mi padre le dijo a

mi madre que le comunicara a los

músicos que empezara la música,

pero al pasar por allí se cayó por

las escaleras y cuando iba botando

de escalón en escalón, el publico

decía ¡oh, oh!.

José Quirós Rodríguez

20 25

La sartén.

Mi padre vivió unos años con mis abuelos en el barranco de la Angostura. Cuentan que durante un tiempo oían por la noche, un ruido fuerte, como un ¡taaannng!, ¡taaannng! y claro vivían muy asustados. Una buena noche salió mi abuelo envalentonado en busca del dichoso ruido y cuál fue su sorpresa, cuando vio una sartén vieja colgada de un duraznero que él mismo había colocado allí hacía mucho tiempo, y que el viento zarandeaba a su antojo.

Daniel Del Pino Verona

24 21

Las cuajadas.

Mi abuela nació en Gran Canaria, en el municipio de Teror. De pequeña se crio con sus abuelos, su abuela hacia el queso y cuando se resumía una leche que le llamaban la cuajada .Mi abuela se tomaba muchas cuajadas. Mi abuela se puso enferma y el doctor le dijo a su abuela que gracias a las cuajadas que se tomaba mi abuela se había recuperado bastante mejor. Mi abuela siguió viviendo con sus abuelos hasta la adolescencia y después volvió a vivir con sus padres.

Brian de la Cruz Martín

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