DEMONTE Ditransitividad en español
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DEMONTE, V. (1994): “La ditransitividad en español” en DEMONTE, V. (Ed.) Gramática del español, Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios, México, El Colegio de México.
2.5.1 DEMONTE (1994)
La propuesta de DEMONTE (1994) se vincula con el tema de este trabajo por el hecho
de que procura, desde una postura estrictamente lexicista, dar cuenta de los CLs de dativo
del español a partir de estudios que analizan las oraciones de doble acusativo del inglés.
Procuro explorar con cierto detenimiento esta propuesta, por cuanto es posible rescatar
algunos puntos de interés.
La hipótesis inicial de DEMONTE (1994) plantea la posibilidad de establecer, en la clase
de los verbos ditransitivos del español, una diferenciación en dos grupos de naturaleza
distinta, diferencia justificable a partir de rasgos formales y semánticos presentes en el
léxico y proyectables en la sintaxis. Más ambiciosamente, la idea es demostrar que la
estructura con el clítico dativo del español es la construcción de doble objeto, presente en
otras lenguas como el latín, el francés o el inglés, y más aún, que la relación entre las dos
construcciones se debe a la estructura léxico-conceptual (ELC) de dos clases de verbos
distintos y no a motivos de derivación sintáctica. Para sustentar la diferencia de las
propiedades formales (sintácticas) de estas dos subclases, DEMONTE (1994) toma la
distinción de STROZER (1976), citada ya en (9), de la que extrae la idea de que, en la
sintaxis, los verbos con IND1 permiten la alternancia entre la presencia/ ausencia del clítico
dativo, en tanto que los de IND2 no admiten tal alternancia. Para los IND2, la presencia del
clítico es obligatoria.
Dentro del plano semántico, la diferencia se plantea sobre el supuesto de que, en los
verbos de IND1, la presencia del clítico suma un valor semántico adicional entendido como
“restricción de posesión”.
Del planteo de estas dos distinciones, DEMONTE (1994) deriva la idea que intentará
demostrar a lo largo de la exposición: que las variantes con clíticos tienen una
configuración aspectual o léxico-semántica distinta de las oraciones sin ellos. Esta
hipótesis se inscribe en el marco de la Teoría del Léxico, que supone el principio de que las
Estructuras-P son proyecciones del léxico. Los alcances de este principio permiten estudiar
las incidencias entre las propiedades léxicas y su realización sintáctica y la estructura
argumental, por un lado, y la estructura eventiva, por otro. Aplicado al problema en
cuestión, esta autora intentará probar que la alternancia de los clíticos dativos en español
está motivada por las propiedades léxicas del predicado.
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De entre los trabajos sobre la ditransitividad, DEMONTE (1994) cita dos posturas
diferentes: la de KAYNE (1984), para quien las estructuras ditransitivas obedecen al
principio general de ramificación binaria, y la de LARSON (1988), quien establece que el
número máximo de complementos subcategorizados es uno; de ser dos, deberán formar
una secuencia unitaria, similar a una cláusula reducida. Demonte adhiere explícitamente a
la propuesta de Larson, con algunas precisiones referidas a su génesis.
Para desarrollar las características léxico-conceptuales de las dos clases de OOII,
DEMONTE (1994) establece una (por lo menos controvertida) serie de ejemplos que
refuerzan la generalización de (9), basada en la afirmación de que cuando el OD también
cliticiza la presencia del clítico dativo: a) es opcional en las construcciones de IND1; pero
b) es obligatoria en las de IND2. Algunos ejemplos de dicha serie son los que siguen:
(35) IND1
i. (¡Sí!) La di a Pablo. / Se la di. [Cf. (Le) di la manzana a Pablo.]ii. (¡Sí!) La devolvieron a sus verdaderos padres. / Se la devolvieron a sus verdaderos padres [Cf. Les devolvieron la niña a sus verdaderos padres.]
(36) IND2
i. (¡Sí!) *La preparé a Pablo. / Se la preparé. [Cf. *(Le) preparé la mermelada a Pablo.]ii. (¡Sí!) *Lo lavé a Luisa. / Se lo lavé. [Cf. *(Le) lavé el pantalón a Luisa.]
DEMONTE se cuida de justificar los ejemplos de (35) arguyendo que si bien, como
indica BENTIVOGLIO (1978), estadísticamente las construcciones con IND1 sin el dativo no
aparecen en el uso, son posibles en español en contextos enfáticos en los que se topicaliza
el acusativo. Aun así, los ejemplos de esta serie no dejan de ser al menos extraños a los
oídos de cualquier hablante1, que las juzgan como agramaticales. Así y todo, la validez de
esta afirmación quedaría salvada con otros ejemplos más cotidianos como el siguiente
titular de un canal de noticias, en el que incluso la cliticización del dativo ofrece resistencia
por la indeterminación referencial del argumento interno:
(37) (??Se) lo entregaron a la policía y a las dos horas escapó.
Los ejemplos de (36) no dejan de presentar algún reparo a la hora de afirmar que la
ausencia del dativo es agramatical. De hecho, puede emplearse el mismo argumento que
DEMONTE utiliza para justificar la serie de (35), si se quiere establecer la validez de
ejemplos como los de (38):
(38) i. Preparé la mermelada a Pablo.ii. Lavé el pantalón a Luisa.iii. Guardé la chaqueta a mi madre.
1 Me encargué de verificar lo que afirmo con varias personas que consideran mal formadas las oraciones de (35), especialmente (35.i).
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Ninguna de estas secuencias se presenta como agramatical con la ausencia del clítico
dativo, como pretende Demonte, ni puede ser atribuida a variantes dialectales. Al contrario,
puede hablarse de que la presencia del clítico indica una especie de compromiso afectivo
del hablante con la acción enunciada por el verbo, al punto que roza con la interpretación
de un dativo ético o de interés el cual, como se viene diciendo, es superfluo desde el punto
de vista sintáctico, y para nada obligatorio como pretende la autora.
Más productiva y verificable es la distinción que se establece en DEMONTE (1994:437)
entre dos clases de verbos ditransitivos: a) predicados de transferencia y b) predicados de
creación. La caracterización temática de estas dos clases es, prima facie, válida y se
sintetiza en (39):
(39) i. IND1: 1. origen o causa; 2. tema; 3. metaii. IND2: 1. agente; 2. tema; 3. beneficiario
La objeción que puede hacerse a esta clasificación es que, en efecto, los verbos de
IND2 pueden llevar una meta, además del benefactivo (40). Del mismo modo, los verbos
de IND1 aceptan el benefactivo, además de la meta (41):
(40) i. Le preparé una tarta a María para su madre / Se la preparé para su madre.ii. Les dibujé unas casitas a mis alumnos para sus madres / Se las dibujé para sus madres.iii. Les dibujé unas casitas para sus madres. iv. Lesi dibujé unas casitas (a las tarjetasi) para mis alumnosj.
(41) i. Le di un pantalón a María para su hijo. / Se lo di para su hijo.ii. Le llevaré bombones a mi hermana para los niños.
La serie de (40) demuestra que los verbos de IND2 aceptan perfectamente la presencia
simultánea de la meta y del benefactivo, y que no hay sustitución del segundo por la
primera, aunque sea en términos de una “casi-paráfrasis”, como afirma DEMONTE. De
hecho, la presencia del clítico dativo en (40.iii y 40.iv) confirma que la construcción con
para, si bien puede pensarse como sustituto del OI, sigue siendo en todos los casos el
beneficiario de la acción. En otras palabras, el clítico no está coindizado con el SN término
de para, como se observa claramente en (40.iv), por lo que puede afirmarse que en
oraciones como:
(42) i. Mi madre hizo un vestido para María.ii. Mi madre (lei) hizo un vestido (a Juani) para Maríaj.
la no aparición en superficie del OI, no es prueba concluyente de que éste sea
desempeñado sintácticamente por la construcción benefactiva ni que ésta sature la posición
de Meta. Lo que queda demostrado es la posibilidad de referencialidad disjunta cuando se
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incluye el clítico dativo. Todo esto parece cuestionar la afirmación de que el benefactivo
sea un argumento del verbo. En todo caso, la explicación posible para (42.i) es que la meta
y el beneficiario coinciden, esto es, tienen el mismo referente, y ésa es la razón de que en
ciertos contextos pueda no aparecer saturada en superficie la posición del OI2.
(43) Mi madre hizo un vestido (a María) para María.
Esta sencilla interpretación explicaría por qué algunos verbos como los citados por
VÁZQUEZ ROSAS (1988) (referidos por Demonte en (20) del texto en cuestión) no aceptan
la estructura con para:
(44) i. Le coloqué cortinas al salón. / *Coloqué cortinas para el salón.ii. Le acarició la mano a la chica. / *Acarició la mano para la chica.
En los dos ejemplos de (44), los verbos proyectan lugares para el objeto y la meta, pero
no prevén la participación de un beneficiario de la acción3.
Otra cuestión que se plantea en DEMONTE (1994) es la comparación entre las
estructuras ditransitivas del español y las del inglés, lengua ésta que posee la estructura de
doble objeto (como el doble acusativo del latín) y que es denominada alternancia de dativo
o dative shift. Así, en inglés, numerosos verbos, que se ajustan a la grilla [AGENTE, TEMA,
META], como give, lend, buy o show, presentan dos posibilidades estructurales para la
realización sintáctica del TEMA y la META:
(45) i. John gave a book to Mary.ii. John gave Mary a book.
La discusión se establece en términos de diferencia de mando-c en cada uno de los
casos, pero antes de pensar ese punto, veamos qué ocurre en términos de la Teoría
Temática al respecto, en los ejemplos de (45) y, como ilustración, en un ejemplo del latín.
Es claro que, en términos de asignación de roles, no hay diferencias entre los dos
ejemplos de (45): el V asignará el rol de TEMA al objeto y el de META al destinatario (o
nuevo poseedor) del objeto. En latín, un verbo como docere proyecta dos lugares en la
sintaxis: uno para el objeto de cosa y otro para el objeto de persona:
(46) Magister pueros docet grammaticam.
Así, docere asigna, por un lado, el papel de TEMA al objeto de cosa y el de META al
objeto de persona, y por otro, asigna caso acusativo a esas dos estructuras. Esto es similar
(más allá de las cuestiones de posición) a lo que ocurre en (22.ii) del inglés.
2 En última instancia, lo que se deriva casi naturalmente de esto es la puesta en tela de juicio sobre si los OOII son, en todos los casos de (40) y (41), verdaderos argumentos del V.3 Otra posibilidad es pensar que el beneficiario debe poseer el rasgo [+ animado]; de allí la agramaticalidad de estas secuencias.
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La versión española de las oraciones de (45) y (46) muestra la misma distribución de
roles, pero algunas diferencias en la sintaxis que semejan la estructura de (45.i):
(47) i. Juan dio un libro a María. / Juan dio (a) María un libro. / [Juan (le) dio un libro a María.]
ii. El maestro enseña gramática a los alumnos. / El maestro enseña (a) los alumnos gramática.
Como se sabe, la desaparición de la flexión nominal de la morfosintaxis del español
llevó a marcar el caso dativo (y el acusativo de persona) con la preposición a para evitar la
ambigüedad en las construcciones ditransitivas o de doble acusativo. Esto permitiría
sostener la hipótesis de Demonte de que la estructura con el clítico es la construcción de
doble objeto. Sin embargo, existe tanto en la gramática del inglés como en la del latín una
característica de estas construcciones que la autora no se detiene a revisar en profundidad y
que determina la especificidad del comportamiento de los verbos ditransitivos del español.
Se trata de la pasivización de estas estructuras.
En inglés, oraciones como las de (45.ii) poseen dos formas pasivas análogas, que se
distinguen como “pasiva primera” y “pasiva segunda”, como se observa en (48):
(48) i. Mary was given a book (by John) [pasiva primera] [*María fue dada un libro por Juan]ii. A book was given (to) Mary (by John) [pasiva segunda] [Un libro fue dado a María por Juan]
De estas dos, la pasiva primera, en la que el SN2 (OI) se vuelve sujeto, es la más
común; asimismo, la paráfrasis prepositiva (con to) es más usual que la pasiva segunda.
En latín ocurre lo mismo. Una oración como (46) admite dos pasivas distintas: una en
la que el acusativo de cosa es el sujeto y otra en la que lo es el acusativo de persona:
(49) i. Pueri docentur a magistro. [*Los alumnos son enseñados por el maestro.]ii. Grammatica docetur a magistro. [La gramática es enseñada por el maestro.]
Esta doble posibilidad no es plausible en español, como indica el asterisco en los
ejemplos traducidos y en los que se citan en (50) y (51), puesto que el OI de esas
construcciones no puede ser sujeto de la voz pasiva. Incluyo en los ejemplos el clítico de
dativo para demostrar que éste se mantiene sin agramaticalidad tanto en la pasiva de las
construcciones de IND1 como en las de IND2:
(50) i. María (le) devolvió la camisa a Juan. (IND1)ii. La camisa (le) fue devuelta a Juan (por María).iii. *Juan fue devuelto a la camisa (por María).
(51) i. María (le) preparó la cena a Juan. (IND2)ii. La cena (le) fue preparada a Juan (por María).iii. *Juan fue preparado a la cena (por María).
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En la tercera parte de la exposición, Demonte reconoce los problemas de su propuesta
ante esta característica del español, pero atribuye las causas a “la bifurcación en la
pasividad de las estructuras ditransitivas”, lo que se explicaría por “las propiedades léxicas
de las subclases de dativos; más específicamente, (por) la forma como se realicen
sintácticamente los argumentos canónicos y los incorporados o aumentados” (DEMONTE,
1994:468).
Particularmente, me inclino a pensar que –como demuestran los contraejemplos– no es
dable sostener que el fenómeno del doble acusativo del latín y del inglés tenga un parangón
directo con el español, sobre todo por la solución que dio esta lengua a la distinción de los
objetos con la pérdida de la flexión nominal. En cuanto al punto esencial referido al
comportamiento de los clíticos con los dos grupos de verbos, ha quedado planteada la
posibilidad de que en todos los casos de ditransitividad la estructura argumental que
proyectan los verbos es la misma, salvo que en algunos casos la coincidencia referencial de
la meta con el benefactivo, permite la expresión de este último únicamente, lo que excluye
la posibilidad de aparición del clítico dativo por generar ambigüedad en cuanto a la
determinación del referente.
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