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Densidad, delincuencia y diseño *: Control formal e informal y ambiente edificado **• A. R. Gillis, U. de Toronto John Hagan, U. de Wisconsin-Madison [Traducción: Tomás del Amo Martín] El desarrollo de la sociología ambien- tal ha traído consigo un interés hacia las características del ambiente construido como una importante causa del delito y la delincuencia. Sin embargo, la mayor parte de las explicaciones se han centrado en el hecho de que el ambiente construi- do puede impedir que se lleven a cabo los mecanismos informales de control social (Gillis, 1974; Jeffery, 1971; Newman, 19 7 2; Yancey, 1972) y han buscado apoyo en datos «oficiales» o agregados. En este artículo discutimos la posibilidad de que este modelo y estos datos ofrezcan una impresión distorsionada de la naturaleza de la relación entre medio y conducta. proponemos que los mismos ambientes que impiden el control informal atraen a los agentes del control formal, y que este último puede tener un mayor efecto so- bre las tasas de delincuencia oficial que el primero. Durante décadas, la distribución espa- cial de la delincuencia juvenil ha llamado la atención de los sociólogos. A partir de los estudios realizados en Gran Bretaña * N. del Autor: Se presentó una primera versión de este artículo en una sesión sobre Sociología Ambiental en la reunión anual de la American Sociological Association, Boston, 1979. Fue posible realizar esta investigación gracias a una beca de Canadá Council. Los autores quieren expresar su agradecimiento a Patty Parker por su ayuda al recoger los datos. El orden de mención de los autores no indica prioridad o antigüedad. La dirección de A. R. Gillis es: Department of Sociology, University of Toronto, Toronto, Ontario, Canada M5S ' A 1. * Extraídos de Criminolog y, vol. 19, núm. 4 (feb.), 1982, págs. 514-529. Estudios de Psicología n.° 17-1984

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Densidad, delincuencia y diseño *:Control formal e informaly ambiente edificado **•

A. R. Gillis,U. de Toronto

John Hagan,U. de Wisconsin-Madison

[Traducción: Tomás del Amo Martín]

El desarrollo de la sociología ambien-tal ha traído consigo un interés hacia lascaracterísticas del ambiente construidocomo una importante causa del delito yla delincuencia. Sin embargo, la mayorparte de las explicaciones se han centradoen el hecho de que el ambiente construi-do puede impedir que se lleven a cabo losmecanismos informales de control social(Gillis, 1974; Jeffery, 1971; Newman,19 7 2; Yancey, 1972) y han buscado apoyoen datos «oficiales» o agregados. En esteartículo discutimos la posibilidad de que

este modelo y estos datos ofrezcan unaimpresión distorsionada de la naturalezade la relación entre medio y conducta.proponemos que los mismos ambientesque impiden el control informal atraen alos agentes del control formal, y que esteúltimo puede tener un mayor efecto so-bre las tasas de delincuencia oficial que elprimero.

Durante décadas, la distribución espa-cial de la delincuencia juvenil ha llamadola atención de los sociólogos. A partir delos estudios realizados en Gran Bretaña

* N. del Autor: Se presentó una primera versión de este artículo en una sesión sobreSociología Ambiental en la reunión anual de la American Sociological Association, Boston,1979. Fue posible realizar esta investigación gracias a una beca de Canadá Council. Los autoresquieren expresar su agradecimiento a Patty Parker por su ayuda al recoger los datos. El ordende mención de los autores no indica prioridad o antigüedad. La dirección de A. R. Gillis es:Department of Sociology, University of Toronto, Toronto, Ontario, Canada M5S ' A 1.

* Extraídos de Criminolog y, vol. 19, núm. 4 (feb.), 1982, págs. 514-529.

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Estudiosen el siglo XIX (véase Levin y Lindes-mith, 1937) y en América en los iniciosdel siglo XX (Shaw, 1929; Shaw y McKay,1 969) diversas investigaciones han mos-trado que ciertos sectores de las ciudadescontribuyen de un modo desproporciona-do a las tasas de delincuencia juvenil.Esto es, resulta mucho más probableencontrar delincuentes juveniles en losvecindarios caracterizados por bajos sala-rios familiares y alta densidad de pobla-ción. (Para discusiones sobre investigacio-nes más recientes en el Reino Unido,véase Baldwin, 1975; y en los EstadosUnidos, Chilton, 1964; Gibbs y Erickson,1976; Gordon, 1967; Webb, 1972).

En la mayoría de los casos, los soció-logos se han centrado en la explicación delos vínculos existentes entre los factoressocioeconómicos y la delincuencia. Pro-bablemente este desinterés por el ambien-te físico como factor con contribuciónpropia se ha debido a varias razones.Primero, en la mayoría de los análisissociológicos se ha aceptado habitualmen-te que las variables socioeconómicas sonlos principales agentes causales. Por con-siguiente, podemos considerar la tenden-cia a destacar estas variables frente a otrascomo parte de la tradición sociológica.Segundo, dentro de esta tradición, larelación entre los factores socioeconómi-cos y el ambiente físico es lógicamentecausal, pero no ha habido una lógica omodo de pensar habitual que enlazaracasualmente el medio físico con la delin-cuencia. Tercero, generalmente se ha en-contrado una fuerte relación entre statussocioeconómico y la mayor parte de lasvariables ambientales, especialmente a ni-vel de datos agregados. Como resultadode su colinealidad, las estimaciones de los«efectos» estadísticos de estas variableshan tendido a carecer de fiabilidad (Fis-cher et al., 1975; Ward, 1975).

Así pues, por razones tanto lógicascomo metodológicas, los sociólogos nose han sentido inclinados a ofrecer expli-caciones causales directas de la relaciónentre los elementos del ambiente físico yla delincuencia juvenil. Sin embargo, re-cientemente los científicos sociales hanaducido que el medio físico puede tener

un impacto importante y directo en losasuntos humanos. Schmitt (1957) indica-ba al final de la década de los 50 que ladensidad de la población podía tener unefecto directo en la inadecuación de con-ducta, pero probablemente fue Calhoun(1962) quien activó realmente este campoal mostrar que la densidad de poblaciónproducía en apariencia diferentes condi-ciones y conductas «patológicas» en ratasnoruegas (entre otras, asexualidad, «vio-lación», infanticidio, canibalismo y «con-ducta materna despreocupada»). Calhouny otros autores han interpretado estosinhabituales patrones de comportamientocomo adaptaciones limitadoras de la fer-tilidad frente a la alta densidad de pobla-ción. Esta investigación originó unaextensa búsqueda de enfermedades socia-les similares entre otros animales y entrelos hombres que vivían en entornos congrandes densidades de población.

A pesar de los problemas metodológi-cos, la investigación con sujetos humanosmuestra que varios tipos de densidad depoblación tienen un efecto en las perso-nas (véase Day y Day, 1973; Michelson,1976). Por lo que respecta al crimen y ladelincuencia, las más destacadas de estasdimensiones parecen ser la densidad en eldiseño del edificio (número de unidadesde vivienda por estructura; Gillis, 1974;Hagan et al., 1978; Newman, 1972; Yan-cey, 1972) y la densidad por vivienda(personas por habitación en una vivienda;Bordua, 1958-1959; Chilton, 1964; Galleet al., 1972; Lander, 1954; Schmitt, 1957,1966). También se ha encontrado que ladensidad por área (personas por acre omilla cuadrada en un área dada) correla-ciona con el delito y la delincuencia (porejemplo, Schmitt, 1957, 1966), pero inves-tigaciones más recientes indican que estetipo de densidad de población es unresultado de la densidad por edificio ytiene tan sólo un pequeño efecto indepen-diente sobre estas variables (por ejemplo,Gillis, 1973, 1974).

CONTROL INFORMAL

La mayoría de las explicaciones elabo-

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Estudios 19radas con el propósito de dar cuenta dede las relaciones entre estos tipos dedensidad y la delincuencia juvenil estánde acuerdo con la descripción de Calhoun(1962) de la inadecuación de los padres,las ideas de «territorialidad» de los etólo-gos (por ejemplo, Ardrey, 1966) y la«teoría del control» de la criminología(Hagan, 1977; Hirschi, 1969; Nettler,1978). Esto es, se cree que el diseño delas residencias multifamiliares, especial-mente los rascacielos, impide a los padrescontrolar adecuadamente a sus hijos ylimita el desarrollo de sentimientos deterritorialidad y control sobre ciertos es-pacios por parte de las personas queresiden en ellos. Específicamente, ciertasáreas como pasillos y huecos de escalera,que son característicos de las viviendasmultifamiliares, no son ni privadas (comoel interior de una unidad de vivienda) nipúblicas (y, por tanto, no están patrulla-das por la policía). Se afirma que estafalta de control da lugar a mayores tasasde crimen y delincuencia en y alrededorde las viviendas multifamiliares (para másdetalles, véase Gillis, 1974; Newman,1972; Yancey, 1972). La densidad porvivienda puede enfocarse desde el mismopunto de vista: esto es, una alta densidadpor vivienda puede aumentar la cantidadde tiempo que los niños permanecenfuera de ella, lo que les aleja del controlde los padres y les expone a la «vida dela calle» y a una «subcultura delincuente»local, en caso de que exista.

Estas interpretaciones son lógicas yestán de acuerdo con los datos. Sin em-bargo, los elementos a los que se refierela explicación y los datos que abordanson incongruentes. Esto es, las interpre-taciones que acabamos de esquematizartienen al individuo, la vivienda o el edi-ficio como punto de referencia y, noobstante, la mayor parte de los estudioscitados más arriba son análisis de datosagregados (por ejemplo, tasas medias desecciones del censo). Por ello, estas expli-caciones podrían ser «engañosas ecológica-mente». (Para discusiones generales acer-ca de la agregación y el desglose véaseFirebaugh, 1978; Hammond, 1973; Han-non, 1971; y para una discusión específica

sobre el tema incluyendo densidad, cri-men y delincuencia, véase Roncek, 1975.)

CONTROL FORMAL

Aunque los argumentos desarrolladospor Newman (1972) y Yancey (1972) nonecesitan el apoyo de los datos agrega-dos, se han empleado los registros «ofi-ciales» de crimen y delincuencia comomedidas de la variable dependiente. Algu-nos criminólogos ven con escepticismoestos datos, pues aducen que los registrosoficiales reflejan tendencias idiosincrási-cas en el informe de los delitos y un sesgoen la captura, procesamiento y sentenciade los delincuentes (Hagan, 1977; Kitsusey Cicourel, 1963; Nettler, 1978). Por tan-to, no está claro si la densidad se relacio-na con la conducta inadecuada individual.«Puede simplemente que sea mucho másprobable capturar y procesar como delin-cuentes a las personas que residen enviviendas multifamiliares que a los resi-dentes en unidades separadas, individua-les» (Gillis, 1973), y puede que esto seatambién cierto para los que habitan vi-viendas con alta densidad.

Hagan et al. (1978) han afirmado quela policía tiende a considerar ciertos sec-tores de la ciudad caracterizados por unaalta proporción de viviendas multifami-liares como probables focos de proble-mas. Apoyándose en Cicourel (1968),Plant (1957), Jacobs (1961) y Stinchcom-be (1963), Hagan et al. aducen que laconducta delincuente es más visible, y nomenos, en los ambientes de alta densidad,y que de ello resultan mayores tasas dequejas de los ciudadanos, que afectan y secombinan con las actitudes y actividadesde la policía, dando lugar a mayores tasasde delincuencia oficial. No se ha observa-do ninguna relación entre las tasas, obte-nidas mediante autoinformes, de delin-cuencia o de delitos según las víctimas, yla densidad por edificio en las áreas habi-tadas por delincuentes juveniles. Esto.apoya aún más la noción de que las áreasde alta densidad pueden sufrir un excesode control formal antes que una insufi-ciencia de control social informal.

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Go EstudiosDesgraciadamente, el análisis empren-

dido por Hagan et al. tiene dos limitacio-nes importantes. Primero, su estudio secentraba en la densidad por edificio y noincluía en el análisis la otra dimensiónpotencialmente importante de la densidad(la propia de la vivienda). Segundo, Ha-gan et al. no pudieron ofrecer pruebasdirectas de que la presencia de la policíafuera realmente mayor alrededor de loslugares con alta densidad de viviendasque junto a las casas individuales y sepa-radas. Los informes de la policía indicansu interés por las áreas de alta densidad,pero puede que sea este último tipo decasas dentro de estas áreas el objeto de suatención (protectora). Además, una ma-yor presencia de la policía en un área degran población puede suponer aun unarazón relativamente alta de personas porpolicía. Por tanto, no podemos afirmarcon seguridad que sea más probable quelos delincuentes juveniles se encuentrencon la policía en o alrededor de loslugares con alta densidad de viviendas.

NUESTRO ESTUDIO

Resumiendo, las investigaciones indi-can la existencia de dos tipos de densidadde población (la densidad por edificio ypor vivienda) que predicen la delincuen-cia juvenil empleando los datos oficialesy/o un nivel de análisis agregado. Se hanelaborado explicaciones que se centran enlos mecanismos de control tanto formalescomo informales, pero los argumentos serefieren siempre a la conducta individualy no a los registros agregados oficiales.nuestra investigación elimina la incon-gruencia entre las explicaciones propues-tas y los datos estudiando, mediante pun-tuaciones individuales de autoinformeprocedentes de 835 estudiantes de escuelasecundaria, las perspectivas de controltanto formal como informal acerca de larelación entre el ambiente y la delincuen-cia juvenil.

POBLACION, MUESTRAY PROCEDIMIENTO

El entorno en el que se realizó este

estudio fue un municipio suburbano deunas 2 so.000 personas cerca de una de lasgrandes ciudades de Canadá. Este distritohabía aumentado su población en más deldoble durante los últimos diez años y lallegada de una cantidad tan grande depersonas en un período de tiempo tanreducido había provocado la edificacióngeneralizada dando lugar a una alta den-sidad de viviendas tanto ricas como po-bres. Ello hacía de este municipio unlugar especialmente apropiado para nues-tro estudio, pues reducía la probabilidadde que la densidad por vivienda y elstatus socioeconómico arrojaran correla-ciones demasiado altas, que no permitie-ran estimaciones fiables de «efectos» inde-pendientes.

La población de este estudio la consti-tuían los estudiantes de las cuatro escue-las secundarias que funcionaban en elárea central del municipio. Se realizó elmuestreo a partir de las listas de alumnosde la escuela, con sus nombres y direccio-nes, extrayéndose de ella una muestraaleatoria estratificada. Se emplearon lasdirecciones donde figuraba el número deunidad o apartamento para distinguir alos que habitaban viviendas multifamilia-res o individuales y separadas, lo que nospermitió seleccionar un número igual deestudiantes procedentes de ambos tiposde hogares para las cuatro escuelas.

Se pagó a cada uno de los sujetos cincodólares por su participación en la investi-gación. Al hacer esto y asegurarles laconfidencialidad de las respuestas, lestransmitimos un sentimiento de seriedaddel estudio, intentando elevar así tanto lacalidad como la cantidad de la participa-ción. La muestra final incluyó 835 perso-nas, lo que representaba una tasa derespuesta del 83,5 por ioo.

Se administró el cuestionario en lasaulas a un grupo de estudiantes una vezfinalizadas las clases. Uno de los investi-gadores lo leía en alto y los sujetos leseguían, rellenando sus propios ejempla-res. Empleamos este procedimiento envez de permitir a cada uno que lo com-pletara de modo autoadministrado parareducir el sesgo en las respuestas, dadoque probablemente la comprensión de la

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Estudioslectura esté relacionada indirectamentecon la delincuencia a través de la edad yel sexo (por ejemplo, Hagan et al., 1979).Además, datos recientes indican que lainteligencia y la delincuencia suelen mos-trar una correlación inversa (Hirschi yHindelang, 1977). Por estas razones, esposible que la incapacidad para compren-der el cuestionario estuviera relacionadacon la conducta delincuente, lo que fal-searía las respuestas si se autoadministra-ra la encuesta. Al leer este cuestionario alos sujetos, intentamos .eludir o reducireste sesgo, y al hacer que ellos llenaransus propios ejemplares no comprometi-mos su intimidad o anonimato, comohubiera ocurrido en el caso de haberlocompletado nosotros mismos en una en-trevista estructurada.

LAS VARIABLES Y SUSINDICADORES

(X.) Densidad por edificio, se midió pi-diendo a cada sujeto que identificara sucasa entre ocho tipos comunes de diseño(individual y aislada; adosada, en gruposde cuatro, casas en filas, casas en filas ycon otra fila adosada por detrás, hoteli-tos, apartamentos sin ascensor y aparta-mentos de rascacielos) * dibujados en elcuestionario (véase Gillis, 1977, para losplanos, elevaciones y secciones de estosdiseños). Aunque estos tipos de diseñoson categorías nominales, la ordenaciónpresentada corresponde de modo muyestrecho a la densidad por edificio (uni-dades de vivienda por estructura).

(L) Densidad por vivienda, registradapor un elemento de la encuesta que pre-guntaba al sujeto cuántas personas com-partían su dormitorio. Esta medida essuperior a las medidas habituales de den-sidad por vivienda (personas por habita-ción o por dormitorio, con la viviendacomo unidad de análisis). Nuestra medidaindica la densidad real del propio espacio

del niño en la unidad de vivienda yelimina la posibilidad de distorsión me-diante un efecto de agregación-desgloseque pudiera actuar entre los niveles deanálisis correspondientes a dormitorios yvivienda.

(X3) Status socioeconómico, se midió pi-diendo a los sujetos que describieran envarias frases la ocupación habitual delcabeza de familia en el grupo de inquili-nos. Las respuestas se codificaron deacuerdo con el Socioeconomic Index ofOccupations de Duncan (1960). Se inclu-yó este elemento en calidad de variable decontrol.

(X4) Tasa de delincuencia según el autoin-forme, basada en las respuestas a seiselementos de la encuesta adoptados dela escala de delincuencia de Hirschi(1969-54):

a) ¿Cuántas veces has cogido peque-ñas cosas (de un valor menor a dosdólares) que no te pertenecieran duranteel último ario?

b) ¿Cuántas veces has cogido cosas decierto valor (entre dos y cincuenta dóla-res) que no te pertenecieran durante elúltimo año?

e) ¿Cuántas veces has cogido cosas degran valor (que costaban por encima decincuenta dólares) que no te pertenecie-ran durante el último año?

d) ¿Cuántas veces has cogido un cochepara dar una vuelta sin permiso de sudueño durante el último ario?

e) ¿Cuántas veces has roto intenciona-damente a golpes algo que no te pertene-ciera durante el último ario?

f) Sin contar las peleas que hayas po-dido haber tenido con un hermano ohermana, ¿cuántas veces has golpeado oherido a alguien intencionadamente du-rante el último ario?

Se asignó a cada sujeto una puntuaciónen esta escala sumando sus respuestas acada uno de estos seis elementos. Hirschi(1969) advierte que los elementos de estaescala tienen «validez lógica», pues miden

* N. del Traductor: Se ha tratado de encontrar la traducción más adecuada para cada tipode casa. Las designaciones en el original son: «single, detached», «semidetached», «four-plex»,«zowhonsing», «baik-to-back zowhonsing», «maisonettes», «walk-up apartments», «highsiseapartments».

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62 Estudiosrobos de pequeña y gran cuantía, robo deautos, vandalismo (gamberrismo con ma-licia) y violencia.

(X 5 ) Consumo de marihuana, se incluyócomo una variable separada porque es unfactor importante y destacado en la des-viación de los adolescentes omitida en laescala de Hirschi y porque representa unode los tipos más lógicos de conductailegal asociada a la densidad y el diseño.Habitualmente, se fuma marihuana ensoledad o en grupo; los espacios noprotegidos en zonas de gran densidad devivienda (por ejemplo, los huecos de laescalera), ofrecen áreas convenientes ycercanas en las que hacerlo con relativaintimidad. Además, las grandes concen-traciones de personas en rascacielos congran densidad de viviendas puede aumen-tar la probabilidad de que surjan interesesde grupo específicos o desviantes a nivellocal, como Fischer (1976) indica quesucede a niveles superiores. (Ambos ar-gumentos están de acuerdo con el víncu-lo establecido por la teoría del consensoentre los ambientes densos y la conductadelincuente.) Medimos esta variable pre-guntando a los sujetos cuántas veces du-rante el pasado ario habían consumidoproductos derivados del cannabis (porejemplo, marihuana, hachís).

X6 Presencia de la policía y (X7) Contac-to de los delincuentes juveniles con la policía.De acuerdo con Hagan et al. (1978), lavisibilidad de las transgresiones en las

áreas de alta densidad da lugar (a) agrandes tasas de quejas de los ciudadanos,(b) a que la policía perciba las áreas degran densidad como focos de problemas,y (c) a altas tasas de delincuencia registra-da oficialmente. Las quejas frecuentes ylas actitudes negativas por parte de lapolicía deberían provocar una mayor pre-sencia de ésta en las áreas de alta densidady una mayor probabilidad de que tomaracontacto con los delincuentes juveniles.Para comprobar esto, medimos la presen-cia de la policía preguntando a los sujetoscuántas veces habían visto a un miembrode este cuerpo en las cercanías de suvecindario. Se midió el contacto con lapolicía preguntando a adolescentes cuán-tas veces, durante el último ario, habíansufrido una detención.

RESULTADOS

Podemos representar la discusión quevamos a exponer en el siguiente modelográfico, donde la densidad por edificio(X,), por vivienda (L) y el status socioe-conómico (X 3 ) son las variables exóge-nas, la delincuencia medida según losautoinformes (X,), el consumo de mari-huana (X 5 ) y la presencia de la policía(X6) son las variables moduladoras, y elcontacto con la policía (X 7) es la variabledependiente. (En la Tabla i aparecen lascorrelaciones de orden cero entre estasvariables.)

TABLA I

Correlaciones de orden cero entre las variables

Densidadpor

edificio

Densidadpor

vivienda

Statussocio-

económico

—.03—.01—.10*

Delincuen-cia segúnautoin-formes

Consumode

marihuana

ContactoPresión con lapolicial policía

Densidad por edificio Densidad por vivienda Status socioeconómico Delincuencia según autoin-

formes Consumo de marihuana Presión policial Contacto con la policía

.14—.09*

.02

.10*

.30*

.09*

—.08*

-. II*—.07*

.04—.05

.32*

.17*

.43 *.24*•48* .27*

* p .05

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.12

Presenciapolicial

Consumode marihuana

.80

.36

/Densidad por714ificio(

Densidad porvivienda

(—.8

\ Statussocioeconómico

Contacto conla policía

.09

.92Delincuencia

según4 autoinformes

U3

Ui U4

Estudios 63

FIGURA 1: Un modelo de la densidad, el diseño _y el contacto con la policía de los delincuentes juveniles.

En primer lugar, las correlaciones deorden cero entre las variables exógenasson todas estadísticamente significativas(con p< .05), pero inferiores a las queproducirían problemas de colinealidad.Ello no es sorprendente, pues el statussocioeconómico está relacionado negati-vamente con ambos tipos de densidad; esmás probable que comparta su habitaciónun adolescente que habita un edificio degran densidad que otro que viva en unode diseño menos denso.

La densidad por edificio y por vivien-da predice el consumo de marihuana, conb= .1 2 y b= — .o8, respectivamente (véa-se la figura i). (Ambas pendientes parcia-les normalizadas son significativas estadís-ticamente, con p< .05. En el gráfico apa-recen únicamente las pendientes estadísti-camente significativas.) La pendiente delconsumo de marihuana sobre la densidadpor edificio apoya el argumento de quelos diseños de gran densidad de habitan-tes facilitan a los adolescentes el consumode esta droga, permitiéndoles disfrutar de

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la intimidad para hacerlo. Sin embargo, laausencia de una relación significativa en-tre la densidad por edificio y la delincuen-cia medida según los autoinformes seopone al argumento de que los diseñosde alta densidad contribuyen directamen-te a una conducta desviada más generalpor parte de los delincuentes juveniles, alimpedir el control informal.

Existe una relación significativa entrela densidad por vivienda, por una parte,y el consumo de marihuana y la delincuen-cia según los autoinformes, por otra. Noobstante, estas pendientes no discurrenen la dirección predicha, indicando quecuanto mayor es la densidad por vivien-da, menos probable es que un sujeto afir-me que fuma marihuana o se comprome-ta en actividades delictivas. La razón deesta inesperada relación se encuentra en elhecho de que las chicas comparten más amenudo su dormitorio que los chicos(r = .24), y es menos probable que ellasparticipen en la mayor parte de activida-des delictivas (Hagan et al., 1 979). Al

64 I-;studioscontrolar el sexo, se reducen las pendien-tes del consumo de marihuana y la delin-cuencia según los autoinformes hasta ha-cerlas insignificantes.

Debido a las diferencias de sexo en lastasas de delincuencia obtenidas en losautoinformes, comprobamos tambiénnuestro modelo para ambos sexos separa-damente, con el fin de ver si esta variablemostraba alguna interacción, y encontra-mos que no era así.

El status socioeconómico no predice niel consumo de marihuana ni los autoin-formes de conducta delictiva.

En nuestro modelo, el mejor predictorde la delincuencia, medida según los au-toinformes, era el consumo de marihuana(b= .3 r= .3z). Es posible que el consu-mo del cannabis induzca a los delincuen-tes juveniles a una mayor desviación,particularmente desde el momento en queel tomar contacto con una subculturadesviada facilita el acceso a la droga y,asimismo, proporciona un conocimientoacerca de cómo usarla (Becker, 1953). Sinembargo, podemos aducir también queprobablemente los adolescentes que par-ticipen en conductas delictivas consumi-rán cannabis, y ello es tan razonablecomo lo anterior. Así, la dirección de laflecha que une el consumo de marihuanacon la delincuencia medida por los autoin-formes puede ser opuesta a la que apareceen la figura i. En cualquier caso, sudirección no es esencial para las perspec-tivas que estamos evaluando.

La presencia de la policía está relacio-nada con la densidad por edificio, elconsumo de marihuana y la delincuenciaregistrada mediante los autoinformes, pe-ro la densidad por edificio es el predictormás poderoso (b=.28). Esto apoya lanoción de que la policía despliega supersonal según la densidad de población,sus propias creencias acerca de la perti-nencia de hacerlo y las quejas de losciudadanos.

Ni la densidad por vivienda ni el status'socioeconómico están relacionados con lapresencia de la policía, ni este tipo dedensidad predice el contacto con ella. Lospredictores más poderosos de esta varia-ble son el uso de la marihuana (b=.36),

y la delincuencia medida por los autoin-formes (b=.3o), lo que apoya la idea deque la gran densidad de viviendas impideel control social informal de esta conduc-ta. No obstante, el efecto directo de lapresencia policial sobre el contacto de losdelincuentes con ella (b=.12) revela tam-bién la importancia de los factores extra-legales y apoya la noción de que losfactores de control formal afectan al víncu-lo entre vivienda y tasa de delincuenciajuvenil.

DISCUSION Y CONCLUSIONES

Merece la pena destacar el hecho deque el status socioeconómico predice demodo muy limitado las variables endóge-nas, lo que, sin embargo, está de acuerdocon anteriores estudios sobre el crimen yla delincuencia medida según autoinfor-mes, así como con recientes investigacio-nes acerca de los registros oficiales decrimen y delincuencia (véase Tittle et al.,1978, para una discusión detallada). Ennuestros sujetos, el status socioeconómi-co no fue un predictor significativo de laspuntuaciones combinadas de la escala dedelincuencia ni de los elementos indivi-duales que la formaban, todos y cada unode estos elementos correlacionaron demodo muy débil con el status socioeco-nómico. Así, no es posible objetar quenuestra medida compendio de la delin-cuencia esté oscureciendo importantesvínculos entre actos específicos y statussocioeconómico (por ejemplo, Elliott yAgeton, 1980).

La falta de variación en el status socio-económico podría explicar este bajo po-der predictivo. La población de la queextrajimos la muestra es suburbana y loshabitantes de este tipo de barrios secaracterizan habitualmente por pertenecera la clase media. Sin embargo, no es esteel caso, pues los barrios de Toronto sonrelativamente heterogéneos en una varie-dad de factores, incluyendo el status so-cioeconómico, y nuestra muestra reflejaeste hecho. La puntuación media de nues-tros sujetos en el índice de Duncan fue de47'94, con una desviación típica de 25'44.

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EstudiosA la vista de esto, podemos eliminar lafalta de variación como origen del fracasode esta variable en constituirse comopredictor.

El hecho de que la densidad por vivien-da no prediga las variables endógenas,puede indicar simplemente que esta varia-ble carece de relación con el comporta-miento al nivel individual de conducta.Sin embargo, deberíamos señalar que laincidencia y el número de personas quecomparten el dormitorio es bajo entrenuestros sujetos, y podría aparecer unefecto de umbral en niveles más altos(véase Gillis, 19 79 , para datos acerca deeste efecto).

La principal contribución de nuestroestudio la constituye el ofrecer un apoyoempírico a la idea de que el ambienteedificado puede afectar al control tantoformal como informal de los delincuentesjuveniles. Aunque la densidad de edificiosno predice las actividades ilegales de laescala de Hirschi, sí predice otras (porejemplo, el consumo de marihuana). Estoconcuerda con el argumento de que elambiente edificado puede impedir la rea-lización del control social informal. Estosdatos indican también que ciertas conduc-tas particulares, legales o ilegales, se aso-cian con ciertos espacios o diseños, mien-tras que otras no lo hacen. Las posterio-res investigaciones acerca de la relaciónentre el ambiente edificado y la actividadcriminal o delincuente deben centrarse enconductas específicas que se ajusten lógi-camente a factores ambientales, dejando delado actividades más generales cuyo úni-co principio unificador sea su status des-viado.

La densidad por edificio es el mejorpredictor aislado de la presencia policialque, a su vez, predice de modo significa-tivo el contacto con ella. Esto apoya laidea de que la alta densidad de viviendasatrae a los agentes formales de control,independientemente del nivel aparente deconducta desviante adolescente.

Hemos de admitir que nuestra medidade la presencia policial es débil. El hechode que los delincuentes juveniles, especial-

mente aquellos que han tenido contactocon la policía se inclinen más a advertirsu presencia, puede indicar una mayorsensibilidad por parte del observador an-tes que una ubicuidad del observado. Sinembargo, las afirmaciones de nuestrossujetos están de acuerdo con las de losagentes. Esto es, la densidad de la vivien-da de los sujetos está directamente rela-cionada con el hecho de que los delin-cuentes juveniles perciban la presenciapolicial y, por otro lado, los funcionariosde la policía perciben las áreas con altadensidad de viviendas como focos Po-tenciales de problemas, desplegándose deacuerdo con ello (Hagan et al., 1978).Así, las estimaciones de la policía y losdelincuentes juveniles convergen, hacien-do más dificil sostener que haya unapercepción incorrecta.

La relación del control formal e infor-mal con el ambiente edificado es comple-ja. Es posible que la densidad por edificioimpida el control informal y elicite a lavez el formal. De hecho, la disminucióndel control informal, tal como fue descri-ta por Newman (1972), Yancey (1972), yotros, puede dar lugar a un aumento decontrol formal, fenómeno que, a su vez,han descrito Hagan et al. (1978). Porejemplo, afirmamos que los factores dediseño están relacionados con el consumode productos derivados del cannabis porparte de los delincuentes juveniles y losdatos están de acuerdo con nuestro argu-mento. Sin embargo, el consumo delcannabis es un predictor directo de lapresencia y el contacto con la policía.Puede que otras conductas criminales noincluidas en la escala de autoinforme,estén asociadas también con la densidadpor edificio, y añadamos a esto el interésde la policía por las altas densidades deviviendas. En estos ejemplos, una dismi-nución del control informal tradicional,inducida ambientalmente, puede haberdado lugar a un aumento compensatorio(o incluso hipercompensatorio) de las ac-tividades de los agentes de control for-mal. Así pues, es posible que la transicióndel control informal al formal, en unnivel superior o más general, que laescuela de Chicago consideró como un

Estudios de Psicoloyia 1--198.1

Gó Estudiosproducto de la urbanización y la moder-nización (véase también Wilson, 1968),haya sido provocado o reproducido demodo paralelo mediante el ambiente delas viviendas.

Aunque algunas de las pendientes delas que se informa en este estudio sonmoderadamente grandes, otras son bas-tante pequeñas. Las pendientes parcialesnormalizadas del consumo de marihuanasobre la densidad por edificio y del con-tacto con la policía sobre la presencia deésta, por ejemplo, son ambas de b=Esto puede indicar que, a pesar de susignificación estadística, estas relacionescarecen de importancia sustantiva. Porotra parte, cuando la unidad de análisis laconstituye el individuo antes que el agre-gado, el prror aleatorio impide en granmedida la aparición de resultados muyclaros y no tautológicos. Esto, junto anuestro uso de medidas ordinales en vezde internas en las ecuaciones de regresión,puede explicar la modestia de alguna denuestras pendientes.

En cualquier caso, el propósito delestudio no consistía en explicar todo oincluso gran parte del consumo adoles-cente de marihuana mediante la densidadpor edificio. Por el contrario, intentába-mos examinar las relaciones etre todas lasvariables de nuestro modelo, intentandoeliminar los senderos cuya importanciano fuera significativa. De este modo,esperábamos obtener apoyo empírico pa-ra los argumentos basados bien en elcontrol formal, bien en el informal. Peroha resultado que no hemos podido recha-zar ninguna de las dos explicaciones de la

relación entre vivienda y conducta delin-cuente.

Hay dos aspectos específicos que pare-cen ser importantes para otros investiga-dores sobre el tema. En primer lugar, sibien los adolescentes a los que entrevis-tamos variaban en el grado en que reco-nocían estar comprometidos en activida-des ilegales, es verdad que informaron deun bajo nivel absoluto de conducta delic-tiva. Así, nuestra población puede habertenido una baja tendencia general a des-viarse. Dado que esta tendencia es unelemento fundamental del modelo deNewman, nuestro estudio podría haberofrecido resultados muy distintos si sehubiera seleccionado una población dife-rente. Quizá las futuras investigacionesacerca de la relación entre vivienda ycontrol deban centrarse en poblacionesurbanas y no suburbanas o en poblacio-nes con una mayor tendencia a participaren hechos delictivos.

En segundo lugar, aunque hemos mos-trado que el consumo de la marihuana yla densidad por edificio están relaciona-das empíricamente, no tenemos informa-ción alguna acerca de las razones paraque ello sea así. La existencia de huecosde escalera y la presencia de subculturasconstituyen explicaciones razonables, pe-ro puede que ninguna, una o ambas sean,de hecho, variables moduladoras. Lasfuturas investigaciones deberían centrar-se, pues, en la localización específica deactividades, antes que en la búsqueda de laresidencia de los actores del drama, si sequieren evitar los problemas de agrega-ción y desglose.

Notas1 A. R. Gillis es Associate Professor of Sociology en la Universidad de Toronto. La mayor parte de su investigación

se centra en las relaciones entre el medio físico y diferentes conductas y condiciones. Sus actuales intereses incluyen, conCharles Tilly, el análisis histórico de las diferencias urbanas e interurbanas en las tasas de crímenes y desórdenes colectivos.

2 John Hagan es Professor of l'ociology en la Universidad de Wisconsin-Madison, donde continúa investigando sobrela reforma y toma de decisiones en justicia criminal. Los resultados de esta investigación aparecerán en un próximo artículoen American Journal of Sociology titulado «Race, Class and the Perception of Criminal Injustice in America», yotro trabajo, también de próxima aparición, en Social Forces, titulado «The Corporate Advantage: A Study of theInvolmeent of Corporate and Individual Victims in the Criminal Justice system».

hshatos de Pstcologia 1—.1981

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ResumenEste trabajo revisa la literatura acerca del impacto general del ambiente físico sobre la

desorganización social, el crimen y la delincuencia juvenil, centrándose más específicamente en larelación de la densidad por vivienda, la densidad en el diseño del edificio_y la delincuencia juvenil.Se muestra que en el contexto ambiental se han desarrollado dos perspectivas de control. Unadestaca la capacidad de impedir el control social informal del medio edificado, y la otra, laatracción que ejerce este mismo ambiente sobre los agentes de control social formal (la policía).Se presenta un modelo de senderos que muestra que la densidad en el diseño de los edificios predicede modo independiente el consumo de marihuana y apoya la noción de que el ambiente físico puedeafectar al control informal. El modelo muestra también que la densidad en el diseño del edificiopredice de modo significativo la presencia de la policía, ofreciendo así un apoyo empírico a lanoción de que el ambiente físico puede afectar al control formal.

Summar'This study reviews the literature concerning the general impar/ of the physical environment

on social disorganization, crime, and juvenile delinquency, with a specific focus on the relationshipbetzveen household density, building density-design, and juvenile delinquency. Two perspectives oncontrol are shown to have developed in an environmental context. One emphasizes the capacity ofthe built environment lo impair informal social control, and the other focuses on the attractionof the same environments for agents of formal social control (the police). A path model ispresented, shozving that building density-design is an independent predictor of marijuana use andsupportin the view the physical environment can affect informal control. The model also showsthat building' density-design is a significant predictor of police presence, thus giving empiricalsupport to the notion that the physical environment can affect formal control.

Estudios de Psicología n.°