Facultad de Derecho y Ciencias Políticas DIP. UNHVAL 2015.pptx
Derecho a La Paz DIP
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Derecho a la Paz
Es un derecho que corresponde a toda la humanidad, y que surgió como
consecuencia de los hechos ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial, y la
situación posterior a ésta, que determinó la existencia de la llamada Guerra Fría,
que involucró a dos grandes potencias, la comunista URSS y la capitalista Estados
Unidos en una carrera armamentista que ponía a todo el planeta en una situación
riesgosa del estallido de una guerra nuclear. Por esa razón, uno de los principales
objetivos de los estados en conjunto fue realizar una campaña mundial de
desarme.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial se establecieron tribunales militares
internacionales por parte de las potencias aliadas (Estados Unidos, la Unión
Soviética, el Reino Unido y Francia) para juzgar a los responsables del régimen
nazi, de los genocidios cometidos. En un acuerdo celebrado en Londres, crearon
el Tribunal Militar Internacional de Nurembreg, cuyo estatuto creó como nuevos
delitos, los crímenes contra la paz y los de lesa humanidad.
La ONU, organismo internacional creado luego de esta Gran Guerra, proclamó en
el artículo 1 de su Carta los propósitos de la institución que son: mantener la paz y
la seguridad entre las naciones, tomando medidas de tipo colectivo para prevenir y
eliminar todo atentado contra la paz, y que todos los conflictos se solucionen por
medios pacíficos, fomentando relaciones de amistad entre los pueblos de los
diversos estados, basándose en dos principios: la igualdad y la libre determinación
de los pueblos.
El Consejo de Seguridad de la ONU es el organismo encargado de llevar adelante
este propósito, de acuerdo al artículo 39 de la Carta de las Naciones Unidas,
tratando de mantener la paz y la seguridad ante cualquier acto de agresión,
aunque a veces no ha podido cumplirlo. En el mismo año 1948 de creación de la
ONU, fue asesinado Gandhi, el líder pacifista hindú, predicador de la lucha por la
liberación de los pueblos erradicando los medios violentos, y usando para lograr
sus fines, medios pacíficos como la huelga de hambre. Poco después se inició la
guerra entre israelíes y Palestinos, al consagrarse el nacimiento del estado de
Israel, y un mes más tarde la URSS bloqueó Berlín. Los ataques contra el derecho
a la paz fueron incesantes, y llegan hasta el presente, como en el caso del ataque
a Irak, por parte de Estados Unidos, que con el apoyo del Reino Unido, hizo la
intervención armada en ese país en el año 2003, sin el requisito de aprobación
multilateral por parte de la ONU. Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz en
1993, y Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en 1998, calificó a la
Guerra contra Irak, como un atentado contra la humanidad. Esta es una de las
tantas voces que condena la guerra contra Irak.
Ya la invasión realizada luego del atentado a las Torres Gemelas a Afganistán, en
la lucha de Estados Unidos contra el terrorismo internacional, justificando el
ataque en la búsqueda del líder terrorista Bin Laden, supuestamente allí refugiado,
fue un sombrío antecedente de estas violaciones al derecho a la paz. De este
conflicto se detuvieron muchas personas sospechadas de participación terrorista,
que se hallan alojadas en Cuba, en una base naval de Estados Unidos en la Bahía
de Guantánamo, en indignas condiciones. Son más de 600 extranjeros que no
fueron sometidos a proceso legal, negándoseles su reconocimiento de prisioneros
de guerra, de acuerdo a los convenios de Ginebra. La Comisión Interamericana de
Derechos Humanos hizo un llamamiento urgente a Estados Unidos para que la
calidad de los detenidos fuera establecida por un tribunal internacional. Amnistía
Internacional, solicitó inspeccionar la prisión. Todos los pedidos fueron desoídos.
Como vemos queda mucho para hacer en materia de este derecho, reconocido
aún como anhelo, pero difícil de concretar en la práctica, donde intereses
mezquinos llevaron a enfrentarse a los hombres en guerras desde los inicios de la
historia de la humanidad. Erradicar este flagelo (el de la guerra) es una ambición
acariciada por la mayoría de los habitantes del planeta, que lo reclaman
diariamente, en su lucha cotidiana por la subsistencia, estudiando, trabajando,
creciendo moralmente, y deseando vivir dignamente, derechos éstos pisoteados
por los gobernantes, que con una decisión de declaración de guerra, pueden
frustrar en segundos. Reconocemos la existencia de grandes problemas en el
mundo, pero responder a la violencia con más violencia, genera un círculo vicioso
imposible de romper.
Conflictos armados
El 7 de septiembre de 2001 la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió
que, a partir del año siguiente, cada 21 de septiembre sería observado como Día
Internacional de la Paz, una jornada "de cesación de fuego y de no violencia a
nivel mundial, a fin de que todas las naciones y pueblos se sientan motivados para
cumplir una cesación de hostilidades". Tan sólo faltaban cuatro días para que se
cometieran los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York, uno de los
ataques más dramáticos que se recuerdan, en el que perdieron la vida más de
3.000 personas. Actualmente, existen en el mundo una treintena de conflictos
armados. El de Colombia, donde guerrillas izquierdistas combaten con
paramilitares, es el más antiguo de todos, pese a que las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) iniciaron las negociaciones de paz hace 22
años. El resto se encuentran distribuidos por todo el planeta y en una docena de
ellos se han incrementado las hostilidades en los últimos meses.
La mayoría de los conflictos nacieron entre los años 70 y 90 un periodo en el que
varios consiguieron firmar un acuerdo de paz, como Angola o El Salvador, aunque
éste no siempre supuso el cese de las hostilidades. Con motivo de la celebración
del Día Internacional de la Paz, algunas organizaciones humanitarias llaman la
atención sobre este asunto y reconocen, como el director de comunicación y
portavoz de Médicos Sin Fronteras (MSF), Jordi Passola, que "no hay muchos
motivos para el optimismo". "Si miramos el mapa de los conflictos actuales a nivel
internacional, es cierto que ha habido una cierta disminución de los conflictos
activos, pero eso no quiere decir que en muchos países que se encuentran en
situación de post-conflicto la situación humanitaria haya mejorado, lo que sucede
es que no se producen víctimas directamente como consecuencia del conflicto",
recalca.
Por su parte, Ricardo Magán, responsable del Área de Conflictos y Acción
Humanitaria de Intermón Oxfam , asegura también que "hay tantos conflictos vivos
en la actualidad que el Día Internacional de la Paz se tiende a afrontar con
pesimismo, o al menos con cierta tristeza, para evidenciar y denunciar los escasos
esfuerzos internacionales por dejar de alimentar y evitar los conflictos armados".
Según datos de Intermón Oxfam, cada minuto una persona muere víctima de la
violencia armada. Por ello, en octubre de 2003 la organización puso en marcha la
campaña'Armas Bajo Control'
Desde la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona, la
investigadora María Villellas lamenta esta situación, pero apuesta por una "doble
reflexión" para recordar que, "a pesar de la cantidad y la magnitud de los conflictos
armados, nos encontramos en un momento en el que hay muchos procesos de
paz que están iniciándose, lo que siempre permite tener una visión más
esperanzada". "El Día Internacional de la Paz lo tenemos que enfrentar, con
optimismo o sin optimismo, pero enfrentarlo", subraya el portavoz de Cruz Roja
española, Miguel Ángel Rodríguez.
Conflictos armados o violentos vigentes
Se hallan en: Afganistán, Angola, Argelia, Armenia-Azerbaiján, Burundi, Colombia,
República Democrática del Congo, Costa de Marfil, Chad, Chechenia, Etiopía-
Eritrea, Filipinas, Georgia, India, India-Pakistán (Cachemira), Irak, Israel-Palestina,
Kosovo, Líbano, Myanmar, Nepal, Sahara Occidental, Senegal, Somalia, Sri
Lanka, Sudán, Turquía, Uganda.
El nuevo esquema territorial
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, se abrió en París la correspondiente
conferencia de paz en 1946. Las decisiones quedaron, como ya sucediera con
posterioridad a la Primera Guerra Mundial, en la conferencia de 1919, en manos
de los representantes de las potencias vencedoras.
Para con la conferencia de paz de 1946 los representantes de las grandes
potencias fueron los siguientes: en primer lugar, representando a la URSS, estaría
Molotov; en segundo lugar representó a Gran Bretaña Bevin; en tercer lugar, y por
Estados Unidos, Byrnes; y finalmente fue Bidault el representante de Francia. Los
países derrotados no tuvieron, también como en la conferencia de 1919,
representación alguna.
Se firmaron en estos coloquios tratados de paz, así como el establecimiento de
indemnizaciones y desarmes para con las potencias derrotadas [Italia perdió sus
colonias y cedió Trieste a Yugoslavia; a Rumania se le exigió la cesión de
Bucovina y Besarabia a la URSS; Finlandia entregó Carelia y Hungría volvió a sus
límites originales (en el caso de Japón, y tras su militarización y redacción de una
carta constitucional, se firmaría su tratado de paz en 1951)].
Alemania, sin embargo, fue un caso más complejo, siendo su territorio dividido en
dos sectores caracterizados por ser política y constitucionalmente distintos, uno de
ellos de corte occidental y el otro soviético [se creó la República Federal de
Alemania en mayo de 1949 (Alemania Occidental), y la República Democrática
Alemana en octubre del mismo año (Alemania Oriental)].
Se crea la Organización de las Naciones Unidas o ONU, una entidad
supranacional para salvaguardar la paz mundial, y que acogía a cincuenta
Estados (la Carta de las Naciones Unidas se firmó el 26 de junio de 1945).
La guerra fría
Aunque durante la Segunda guerra mundial la Unión Soviética y los países del
occidente capitalista habían sido aliados en su lucha con el nazismo, el objetivo
común desapareció tras la suscripción de las capitulaciones de Alemania y Japón,
y con él el acercamiento de los dos bloques.
Desde entonces, el enfrentamiento, favorecido por las diferentes estructuras
socioeconómicas y razones de orden ideológico, fue inevitable: el mundo se
dividió en dos bloques contrapuestos y se iniciaría con ello la denominada guerra
fría, que duraría cuarenta años.
Resultaron agravantes para con este resultado el rápido proceso de
transformación de los Estados del este de Europa en democracia populares
gobernadas por partidos satélites de Moscú (los denominados “países satélite”); la
doctrina Truman (Estados Unidos se reservaba el derecho a intervenir en
cualquier país que amenazara sus intereses nacionales; y el Plan Marshall (las
importantes ayudas económicas, destinadas a la reconstrucción, estaban
supeditadas a la expulsión de los partidos comunistas, la aceptación de la
supremacía estadounidense y el fortalecimiento de la presencia militar en
Alemania Occidental).
Caracterizó a la guerra fría, además, los procesos de rearme: la bomba atómica
pasó también a estar en poder de la Unión Soviética, y se crearon diversas
alianzas (el Pacto Atlántico (abril de 1949), la OTAN (1950) y el Pacto de Varsovia
(14 de mayo de 1955).
Finalmente hay que destacar el inicio de la carrera espacial con la puesta en órbita
de las primeras sondas rusas en 1957, para con la cual se empeñarían los dos
bloques en contraponer sus respectivas tecnologías, recursos humanos y
económicos.
Operaciones de mantenimiento de Paz
Se considera que solo las Naciones Unidas tienen la experiencia multilateral,
capacidad de coordinación y la imparcialidad necesarias para prestar asistencia en
estas esferas, especialmente a través del Consejo de Seguridad, la Asamblea
General y el Secretario General.
Es asi que la ONU desarrolla las Operaciones de Mantenimiento de Paz, un medio
para mantener la paz y la seguridad internacionales. Estas comenzaron a
funcionar en 1948 y desde entonces hasta el 2009, han habido 58 operaciones.
Los llamados "cascos azules" de la ONU son soldados de diversos Estados
Miembros entrenados especialmente para restaurar y mantener la paz en zonas
de conflicto. En estas operaciones también participan oficiales de policía, civiles,
observadores electorales y monitores de derechos humanos, entre otros.
Principios doctrinarios.-
La doctrina de las operaciones de paz establece funciones específicas y
parámetros de funcionamiento, así como principios básicos
y objetivos estratégicos.
Aunque los resultados de las guerras a menudo se determinan por decisiones
militares de alto nivel y operaciones bélicas de gran escala, en las operaciones de
paz las acciones (aun de pequeños grupos de soldados) pueden tener la mayor de
las implicaciones para la estabilidad local y el logro de los mandatos de la misión.
La evolución reciente de las doctrinas de operaciones de paz de las mayores
potencias sugiere que las viejas barreras que inicialmente separaban a las
operaciones de paz de las acciones bélicas clásicas están comenzando a
derrumbarse.
El uso de la fuerza es un componente necesario de la mayoría de las operaciones
de paz, con el fin de autodefensa o para proteger a los civiles, pero esta
circunstancia no puede ser una cuestión aceptada de hecho en todos los casos.
Por esta razón las operaciones de paz deben mantenerse, tanto a nivel de
doctrina como de organización, separadas de las operaciones de combate
clásicas.
Limitaciones.-
El operar más allá de sus capacidades no se limita sólo a la Naciones Unidas.
Globalmente, los países que contribuyen con tropas se han visto presionados por
las demandas combinadas de la ONU, la Organización del Tratado del Atlántico
Norte (OTAN), la Unión Africana (UA), la Unión Europea (UE) y las operaciones de
las fuerzas multinacionales autorizadas por la ONU. Por ejemplo, la
continua erosión de la situación política en Afganistán provocó nuevas dudas
sobre las operaciones de la OTAN en el país, realizadas en medio de difíciles
esfuerzos de reconstrucción estatal y el fortalecimiento de la insurgencia.
La realidad indica que cuando los intereses de potencias regionales o
internacionales relevantes se alinean, las fuerzas de mantenimiento de la paz
pueden servir como contribuyente decisivo del progreso político. En caso
contrario, estas misiones resultan ser onerosas, difíciles de administrar y casi
siempre poco exitosas.
Los problemas de las fuerzas de mantenimiento de la paz en los principales
teatros de operaciones durante 2008 dejaron en claro que actualmente las
misiones de paz han estado mal equipadas para enfrentar un escenario
cambiante.
Con el agravante de una ayuda internacional escasa, esa debilidad quedó patente
ante los impactos negativos provocados por la presencia de actores políticos
irreductibles y grupos locales violentos.
Al final de 2008, el Secretario General, los miembros "permanentes" y los
"rotativos" del Consejo de Seguridad comenzaron un proceso de revisión de las
fuerzas de mantenimiento de paz de la ONU. Todos los participantes están
preocupados por las múltiples realidades derivadas de las operaciones que se ven
forzadas a trabajar más allá de sus capacidades, sean éstas en materia de
tropas, materiales y costos.
Durante el año 2009, las operaciones globales de paz se desarrollaron bajo
circunstancias difíciles, tal el caso de las fuerzas occidentales involucradas en Irak
y Afganistán. Lo mismo ocurrió con tropas africanas y surasiáticas desplegadas
más allá de sus capacidades en operaciones encabezadas por la UA[3]y las
Naciones Unidas. También influyeron las tensiones en la ONU entre el Consejo de
Seguridad, los países que contribuyentes con tropas y los donantes financieros.
Se describen algunas de las operaciones realizadas.
Leer más: http://www.monografias.com/trabajos91/problematica-mantenimiento-
paz-mundial/problematica-mantenimiento-paz-mundial.shtml#ixzz3ox6Cjzak
La construcción de la paz centroamericana en el siglo XXI
Keywords: Trabajar la comprensión de conflictos | Elaborar métodos y recursos
para la paz | Las dificuldades de una cultura de paz en una población que ha
vivido la guerra | Diálogo social para construir la paz | La responsabilidad de las
autoridades políticas con respecto a la paz | La democracía, factor de
paz | | Seguridad y paz | Tratado de Esquipulas | Oscar Arias | Promover una
cultura de paz | Costa-Rica
Tan solo en el siglo XX, alrededor de 110 millones de seres humanos en el
mundo murieron en conflictos armados de diversa índole. Se estima que, de
1990 a la fecha, 90 % de las víctimas mortales de esos conflictos fueron civiles, y
de ellos, 80 % eran mujeres y niños. Impactantes como son, estas cifras no
incluyen a víctimas no mortales que hoy sufren discapacidad, mutilaciones,
enfermedades y otras secuelas. Tampoco contemplan a millones de mujeres y
niños violados, prostituidos, secuestrados por grupos armados para ser utilizados
con fines sexuales, y víctimas de embarazos indeseados. Las cifras tampoco dan
cuenta de los sufrimientos padecidos por los civiles en tiempos de crisis, obligados
a soportar la privación de agua potable, servicios de salud y educación, ni se
refieren a los millones de personas forzadas a dejar sus hogares a causa del
temor. Tampoco dicen nada de los profundos impactos psico-sociales y
ambientales, así como de las pérdidas materiales inconmensurables, directamente
relacionadas con estos conflictos. Así, además de segar vidas humanas, los
conflictos erosionan el respeto a los derechos humanos, retardan el
progreso, generan desintegración social y son, en definitiva, el mayor azote
de la humanidad.
En las últimas décadas, Centroamérica ha sido la única región del mundo capaz
de resolver pacíficamente sus prolongadas guerras civiles mediante una
combinación de acciones regionales y nacionales, no derivadas de la intervención
de fuerzas políticas o militares internacionales.
El proceso de pacificación de la región tiene como antecedente inmediato la
firma de los Acuerdos de Paz conocidos como Esquipulas II, producto de la
iniciativa del entonces Presidente de Costa Rica, Dr. Oscar Arias Sánchez, quien
en 1987, impulsó un compromiso al más alto nivel político para finalizar con el
conflicto armado de Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Además, su impulso
democratizador contribuyo a la abolición del ejército en Panamá y en Haití.
Los programas tendientes a la consolidación de la paz firme y duradera
iniciaron en la Fundación Arias desde los primeros años de su
creación, cuya misión es contribuir a la integración pacífica de las naciones, a la
consolidación de la paz y la justicia y a la lucha por la democracia, promoviendo al
mismo tiempo la desmilitarización y la reducción global de los gastos militares.
Igualmente, a través de sus áreas de trabajo, la Fundación Arias ha acompañado
a los gobiernos y a las organizaciones de la sociedad civil centroamericana en el
proceso de democratización de la región y en particular en el seguimiento a la
implementación de los acuerdos de paz, además de unir esfuerzos para que los
hombres, las mujeres y la niñez de la región centroamericana vean el futuro con
esperanza.
A veinte años de la firma de los Acuerdos de Esquipulas II, reconocemos
que el concepto de paz ha evolucionado desde la visión tradicional, según la
cual la paz es el estado de cese al fuego, hacia otra más amplia que comprende
las dimensiones de la seguridad y el desarrollo humano. Como ha dicho el
Presidente Arias: “La paz no es tan solo ausencia de guerra. La paz se alcanzará
solo cuando las causas de la violencia hayan sido eliminadas.”
Un a bordaje conceptual integral
Para la Fundación Arias el abordaje de la violencia y de los conflictos debe ser
congruente con el enfoque de Resolución Pacífica que se fundamenta en tres
principios: Prevención, Resolución y Reconstrucción.
La Prevención, el primero de estos principios, parte de la estrategia tradicional de
prevención de conflictos encaminada a infundir en las nuevas generaciones un
profundo respeto por la paz y la tolerancia mediante la educación. También
reconoce la importancia de abordar situaciones potencialmente conflictivas,
mediante la intervención solicitada. Sin embargo, es necesario el desarrollo de
iniciativas que promuevan la equidad y la igualdad de derechos y la mitigación de
la pobreza, basados en el empoderamiento, la incidencia política, la educación y la
igualdad, más que en las buenas intenciones o la caridad. Asimismo, es
importante desarrollar programas de capacitación que promuevan la inclusión y
fortalezcan la cohesión social tanto a nivel local y nacional, como internacional.
La Resolución, el segundo principio de nuestro enfoque, lo constituyen los
métodos de resolución de conflictos –tanto tradicionales como no tradicionales-,
entre actores estatales y no estatales. Hoy por hoy, los conflictos involucran
crecientemente a actores no estatales, lo que los diferencia de las luchas
tradicionales entre estados, planteándose nuevos y crecientes desafíos tanto para
los actores políticos como para los activistas de la paz. Nuestro enfoque recoge el
propósito de abordar conflictos de diverso origen y naturaleza y de desarrollar
métodos novedosos de resolución de conflictos. Los diversos métodos tienen
como finalidad generar oportunidades tangibles de reflexión y de diálogo, y
asegurar que las raíces del conflicto sean abordadas en profundidad, con el fin de
asegurar los mayores niveles de sensibilidad y comprensión cultural.
La Reconstrucción. La Fundación Arias ha trabajado durante dos décadas en la
promoción de la democracia, de la equidad de género, del desarme y de la
desmilitarización, fomentando una cultura de paz en el mundo entero.
Construir la paz no es tarea de un día sino de todos los días, mediante la
implementación de proyectos orientados a corregir desequilibrios a través del
diálogo constante y la dedicación inquebrantable a la prevención y resolución de
conflictos, y a la reconstrucción de las sociedades con posterioridad a ellos.
La agenda pendiente en Centroamérica: una apuesta al futuro
La región centroamericana enfrente una compleja situación internacional,
sin haber logrado, en años recientes, avances acelerados en su desarrollo
humano e integración regional. Este panorama plantea desafíos estratégicos
que no sólo exigirán innovadoras y audaces respuestas regionales y nacionales,
sino mejoras significativas en la capacidad colectiva de aplicarlas.
En este sentido, la Fundación Arias ha realizado un trabajo de análisis y reflexión
en el marco del proyecto « Una paz firme y duradera en Centroamérica: La
agenda pendiente 20 años después », con el objetivo de evaluar tres grandes
temas: Democratización, Desarrollo Económico y Social y Seguridad.
En el tema de democratización, una evaluación de los resultados es
urgente, y para ello se analiza desde la perspectiva del proceso de construcción
democrática de la región, el cumplimiento de los Acuerdos de Paz y la situación
actual. Los retos para la región está en términos de procesos electorales,
surgimiento y consolidación de nuevas fuerzas políticas, participación ciudadana,
descentralización y desarrollo local, transparencia y rendición de cuentas, diseño
institucional e innovaciones institucionales y libertades civiles y derechos políticos.
Por otro parte, el proceso de paz, democracia y desarrollo en la región no
tendrían mayor futuro si no se articula un espacio regional a nivel
político, mediante un proceso renovado de integración, que fijara las directrices
para un desarrollo social y económico. Ante la dinámica de la globalización y la
apertura económica, los países reducen sus posibilidades de inserción en el
mundo sino procuran fortalecer el bloque regional, es decir, hay una necesidad de
acción conjunta de reducir las asimetrías a escala intraregional.
Para el caso de Centroamérica, la exclusión es compleja y tiene expresiones
étnico-culturales, de género e incluso geográficas. Los problemas
estructurales como la pobreza, la desigualdad y la precariedad de empleo, se
traducen en un rezago del desarrollo humano que involucra en la presente década
una desaceleración de la inversión social.
A nivel educativo sigue siendo un problema la calidad de la formación, la
cobertura y el rezago a nivel de secundaria. En el campo de la salud se
reconocen avances importantescomo el aumento de esperanza de vida,
cobertura de vacunación, reducción de muerte infantil, entre otros, pero persisten
altos niveles de desnutrición, enfermedades como el VIH-SIDA.
La complejidad de los problemas sociales y económicos de la región
requieren de la continuidad de los procesos que han permitido la estabilización
política y macroeconómica, pero también es necesario trabajar sobre aquellos
factores que generan exclusión social y desigualdad.
En materia de seguridad, si bien el escenario centroamericano no presenta
conflictos ideológicos armados, hay una acentuación de la violencia social,
especialmente relacionada con el crimen organizado. La violencia social junto
con la corrupción, el narcotráfico, las maras, la trata de personas y migración, la
persistente pobreza y desigualdad son amenazas a la estabilidad política y
económica.
La situación de inseguridad en la región es uno de los principales desafíos
que requiere de transformaciones puesto que la seguridad ciudadana es un
derecho de la población. Al mismo tiempo, las instituciones gubernamentales
encargadas del tema han sufrido transformaciones a nivel ministerial, policial,
fuerzas armadas, de la administración de la justicia, sistema penintenciario,
diálogo interinstitucional y, particularmente, un acercamiento e involucramiento de
los actores locales.
Si hace dos décadas la región pudo iniciar su alejamiento del autoritarismo y el
conflicto bélico, hoy, con más conciencia de sus necesidades y potencialidades, se
puede impulsar una época de de mejor progreso en desarrollo humano y
lograr una construcción de la paz desde una perspectiva integral.
Notas
Autor de la ficha : Marcela Rodriguez, Politóloga y Oficial de Programas de
la Fundación Arias.
(1) : Fuente: Human Development Report 2005: Conflict deaths data, Sivard
1991, 1996; twentieth century population data, UN 2005d; other population
data, Human Development Report Office interpolation based on Sykes 2004
(table B-10).
(2) : www.unicef.org
La cooperación internacional en clave de paz
por ÁNGELA MARÍA GIRALDO CADAVID, MAGÍSTER EN ESTUDIOS
POLÍTICOS
Una reflexión a propósito del reciente viaje del presidente Juan Manuel Santos por
Europa.
En tiempos de guerras, conflictos y crisis financiera internacional, que Colombia
esté dando ejemplo de construcción de paz y crecimiento económico es un
mensaje esperanzador a nivel global. Muchos miran nuestro país como la “última y
única esperanza para la paz”, como le manifestó el viceprimer ministro británico,
Nick Clegg, al presidente Santos en su reciente visita al Reino Unido. El balance
de la gira del presidente por Europa fue positivo, consiguió el apoyo político para
el proceso de diálogo de paz y la voluntad para complementar la financiación del
posconflicto.
¿Por qué alcanzar la paz en Colombia despierta interés en el mundo? Porque “de
la paz se debe esperar todo. De la guerra, nada más que desastre” Simón Bolívar.
Justamente, tras la devastadora Segunda Guerra Mundial surgió la cooperación
internacional como una estrategia viable para consolidar la paz y la
reconstrucción. Se abrieron entonces múltiples procesos innovadores que
generaron cambios transcendentales en el panorama internacional. Entre ellos se
destacan la Conferencia de Bretton Woods, la creación del Sistema de Naciones
Unidas, los procesos de descolonización, la Guerra Fría y el Plan Marshall,
considerado una de las primeras actividades propias de la cooperación
internacional a nivel mundial, respuesta del gobierno de los Estados Unidos para
la reconstrucción de los países de Europa en la posguerra.
Hoy se habla de un Plan Marshall para Colombia. No obstante, es importante
tener presentes los contextos y la evolución geopolítica de la cooperación
internacional.
Actualmente, la Cooperación Internacional es una herramienta clave de la política
exterior de Colombia orientada a complementar los esfuerzos nacionales en
materias económica, social y ambiental, y contribuir en su posicionamiento
internacional como un actor oferente de cooperación que aporta al progreso de
otros al participar solidariamente en los escenarios mundiales. En este contexto, el
presidente Juan Manuel Santos creó en el 2011 la Agencia Presidencial de
Cooperación Internacional de Colombia (APC-Colombia), entidad adscrita al
Departamento Administrativo de la Presidencia de la República con la misión de
“liderar la cooperación internacional del país, a través de la coordinación, el
fortalecimiento y la diversificación de la oferta y la demanda, en sinergia con los
diferentes actores, para contribuir al desarrollo sostenible y al posicionamiento de
Colombia en el mundo”.
Hoy, más que nunca, la cooperación internacional está llamada a desempeñar un
papel trascendental en la consolidación de la paz de Colombia, complementando
el presupuesto nacional para financiar los costos del posconflicto y, lo más
importante, ofreciendo experiencias y conocimientos para crear capacidades y
competencias en Colombia para construir paz. Urge por tanto: fortalecer los
programas destinados a suplir las necesidades en materias de nutrición, salud,
educación, vivienda, justicia y medio ambiente, así como la participación política
de la mujer y los grupos minoritarios. Reforzar las entidades territoriales
mejorando las capacidades del talento humano y su operatividad institucional para
así implementar políticas públicas eficientes que promuevan la construcción de
paz y el desarrollo local con enfoque diferencial de edad, genero, étnico y
vocacional, en zonas prioritarias de atención integral, donde históricamente la
presencia del Estado ha sido débil.
Consolidar el Sistema de Justicia y el Ministerio Público a través del Fondo de
Justicia Transicional. Intensificar los programas de formación en DIH y DD. HH. a
entidades nacionales y locales; organizaciones civiles para que la protección, la
seguridad ciudadana y la cultura de paz reemplacen la lógica de la guerra, de una
sociedad que sólo ha conocido la guerra por más de medio siglo. En conclusión,
es un reto revisar nuestras estrategias y nuestro plan de desarrollo a la luz de un
país diferente, con una experiencia y una memoria social únicas, marcadas por el
conflicto y ahora por la reconciliación, y con grandes retos de lograr la igualdad y
la inclusión social y económica.
Más allá de esto, debemos entender que la construcción de una paz estable y
duradera es responsabilidad de cada uno de los colombianos. La cooperación
internacional complementa los esfuerzos del Estado, pero no reemplaza sus
obligaciones. Colombia es un país de renta media, su tendencia es dejar de ser un
país receptor de cooperación y convertirse en un país líder en el panorama
internacional, para lo cual nos estamos posicionando como oferentes de
Cooperación Solidaria, Sur-Sur y Triangular. Nuestras instituciones se deben ir
adaptando a este nuevo papel de Colombia en el ámbito de la Cooperación al
Desarrollo.
Además del apoyo internacional, Colombia necesita con urgencia un “Plan de
Reconstrucción Nacional” con estrategias de desarrollo acordes a la realidad
actual, que una esfuerzos de la comunidad internacional, los empresarios, la
academia, las entidades públicas, las organizaciones civiles comunitarias y hasta
las asociaciones de vecinos, con cada colombiano y cada colombiana,
identificando, todos y cada uno, un papel y una responsabilidad para hacer
realidad la consolidación de la paz y el posconflicto. Este debe ser un Plan de
Estado con vigencia mínima de 50 años, que no termine con las administraciones
de turno, donde los ciudadanos deben responsablemente desempeñar un papel
de veeduría que limite las posibilidades de corrupción.
Nuestros grandes empresarios, que tienen un papel fundamental en la
recuperación social, económica y política de Colombia, tras más de 50 años de
guerra. “No puede haber una empresa sana en un medio social enfermo, porque
tarde o temprano los males del medio repercuten en su desempeño. Por eso, el
empresario responsable debe comprometerse en la solución de los problemas
sociales”. Manuel Carvajal Sinisterra, 1960.
La cooperación internacional va a apoyar el posconflicto pues “silenciar los fusiles
significa recuperar enormes extensiones del campo colombiano. Colombia es
considerada por la FAO uno de los ocho países en el mundo que pueden
aumentar significativamente su producción de alimentos y, en la medida en que
las tierras recuperadas se vuelvan productivas, estaremos contribuyendo a la
seguridad alimentaria del planeta” …. “Colombia es el país con mayor
biodiversidad del planeta por kilómetro cuadrado y la conservación de su
ecosistema es de suma importancia para la humanidad”, como lo explicó el
presidente Santos en la entrevista con EurActiv.
Entre las muchas cosas que podemos esperar de la paz está el apoyo fraterno y
solidario de la comunidad internacional. Compartiendo con ellos los grandes
desafíos del posconflicto, vendrá una Colombia fortalecida, para aportarle al
mundo un modelo de paz exitoso y lecciones de desarrollo que aporten
conocimientos útiles para la superación de otros conflictos internacionales.