Didaje Padrenuestro

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REVISTA BÍBLICA Año 46 – 1984 Págs. 287-297 [287] DIDAJÉ VIII 2: EL “PADRE NUESTRO”* Santos Sabugal, OSA En la última década del siglo primero (ca. 96-100 d. C.) tuvo lugar la redacción final de la “Didajé”’ o “Doctrina de los Doce Apóstoles”, 1 el primer catecismo cristiano de la edad post- apostólica. Este librito comienza con la catequesis sobre “los dos caminos” (1, 1-6, 3), para los catecúmenos que se preparaban al bautismo (Cf. 7,1); a esa exposición inicial sigue la parte central (7, * Cf. A. von Harnack, Die Lehre der Zwölf Apostel (TU, II 1-2), Leipzig 1886, 26-28; K. Lake, The Didache, en: AA. VV., “The New Testament in the Apostolic Fathers”, Oxford 1905, 24-36: 29; G. Klein, Die Gebete in der Didache, en: ZNW 9 (1908) 132-46: 133; E. Massaux L’Influence litté- raire de l’Evangile de Mattieu sur la Didaché, en: EThL 25 (1949) 5-41: 15-17; Id., Influence de l’Evangile de saint Matthieu sur la littérature chrétienne avant saint Irenée, Louvain-Gembloux 1950, 616-17; H. Köster, Synoptische Ueberlieferung bei den Apostolischen Väter (TU 66), Berlin 1967 201- 209; D.E. Richardson: The Lord’s Prayer as an Early Eucarist en: Angl ThR 39 (1957) 123-130; J.P. Audet, La Didaché. Instruction des Apôtres, Paris 1958, 171-73. 367-71; N.M. Denis Boulet, La place du Notre Père dans la Liturgie, en: Mai Dieu 85 (1966) 69-91: 71-73; A. Hamman, La oración (trad. españ.), Barcelona 1967 447s; O. Kuss, Das Vaterunser, en: “Auslegung und Verkündigung”, II, Regensburg 1967, 277-333 292-93; J. Jeremias, Das Vater-Unser (CH, 50), Stuttgart 1962, 6-7 (Id., Abba. Göttingen 1966, 152-71: 153-54); R. Freudenberger Zum Text der sweiter Vaterunserbitte, en: NTSt 15 (1968-69) 419-32: 424-26; W. Rordorf-A. Tulier, La doctrine des Douze Apôtres (SCh. 248), Paris 1978 86-87. 172-74 (= texto griego crítico + trad. francesa y notas); S. Sabugal, El Padre Nuestro. Tradición literaria y comentarios patrísticos. en: Rev Ag 21 (1980) 47-72: 64-65; Id., El Padrenuestro en la interpretación catequística antigua y moderna, Salamanca 1982, 36-40. 1 Esa es la datación más probable. Cf. A. Adam, Erwägungen zur Herkunft der Didache, en: ThLZ 31 (1956) 353-56: 354; Id., Erwägugen zur Herkunft der Didache, en: ZKG 68 (1957) 1-47: 45s; S. Sabugal, o.c., 36, n. 88.

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REVISTA BÍBLICA Año 46 – 1984 Págs. 287-297 [287]

DIDAJÉ VIII 2: EL “PADRE NUESTRO”*

Santos Sabugal, OSA

En la última década del siglo primero (ca. 96-100 d. C.) tuvo lugar la redacción final de la “Didajé”’ o “Doctrina de los Doce Apóstoles”,1 el primer catecismo cristiano de la edad post-apostólica. Este librito comienza con la catequesis sobre “los dos caminos” (1, 1-6, 3), para los catecúmenos que se preparaban al bautismo (Cf. 7,1); a esa exposición inicial sigue la parte central (7,

* Cf. A. von Harnack, Die Lehre der Zwölf Apostel (TU, II 1-2), Leipzig 1886, 26-28; K. Lake,

The Didache, en: AA. VV., “The New Testament in the Apostolic Fathers”, Oxford 1905, 24-36: 29; G. Klein, Die Gebete in der Didache, en: ZNW 9 (1908) 132-46: 133; E. Massaux L’Influence litté-raire de l’Evangile de Mattieu sur la Didaché, en: EThL 25 (1949) 5-41: 15-17; Id., Influence de l’Evangile de saint Matthieu sur la littérature chrétienne avant saint Irenée, Louvain-Gembloux 1950, 616-17; H. Köster, Synoptische Ueberlieferung bei den Apostolischen Väter (TU 66), Berlin 1967 201-209; D.E. Richardson: The Lord’s Prayer as an Early Eucarist en: Angl ThR 39 (1957) 123-130; J.P. Audet, La Didaché. Instruction des Apôtres, Paris 1958, 171-73. 367-71; N.M. Denis Boulet, La place du Notre Père dans la Liturgie, en: Mai Dieu 85 (1966) 69-91: 71-73; A. Hamman, La oración (trad. españ.), Barcelona 1967 447s; O. Kuss, Das Vaterunser, en: “Auslegung und Verkündigung”, II, Regensburg 1967, 277-333 292-93; J. Jeremias, Das Vater-Unser (CH, 50), Stuttgart 1962, 6-7 (Id., Abba. Göttingen 1966, 152-71: 153-54); R. Freudenberger Zum Text der sweiter Vaterunserbitte, en: NTSt 15 (1968-69) 419-32: 424-26; W. Rordorf-A. Tulier, La doctrine des Douze Apôtres (SCh. 248), Paris 1978 86-87. 172-74 (= texto griego crítico + trad. francesa y notas); S. Sabugal, El Padre Nuestro. Tradición literaria y comentarios patrísticos. en: Rev Ag 21 (1980) 47-72: 64-65; Id., El Padrenuestro en la interpretación catequística antigua y moderna, Salamanca 1982, 36-40.

1 Esa es la datación más probable. Cf. A. Adam, Erwägungen zur Herkunft der Didache, en: ThLZ 31 (1956) 353-56: 354; Id., Erwägugen zur Herkunft der Didache, en: ZKG 68 (1957) 1-47: 45s; S. Sabugal, o.c., 36, n. 88.

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[288] 1-15, 4)o instrucción para los fieles, integrada por una catequesis mistagógica “sobre el bautismo” (7, 14), el ayuno (8,1), la oración (8, 2-3) y “sobre la Eucaristía” (9, 1-10, 7), así como por una instrucción práctica sobre la organización y disciplina de la Iglesia (11, 1-15, 4). Una parénesis escatológica o exhortación a vigilar, en la espera de la venida parusíaca del Señor (16, 1-8), concluye esta “preciosa perla de la primitiva literatura cristiana”.2 1. Contexto literario y situación vital

De nuestro interés ahora es la catequesis mistagógica, con que inicia la parte central (7, 1-10, 8):

a) En el contexto literario entre la enseñanza “sobre el Bautismo” (7, 1-4) y la instrucción “sobre la Eucaristía” (9, 1-10, 7) se inserta la catequesis acerca del ayuno y de la oración (8, 1-3). La clara delimitación literaria de las catequesis mistagógicas “sobre el Bautismo” y “sobre la Eucaristía” muestra, que la instrucción acerca del ayuno y la oración forma parte de la catequesis bautismal, como complemento de la misma, introduciendo a la vez a la catequesis eucarística. Es, por lo tanto, un enlace o puente literario entre aquélla y ésta.

En el contexto interno de esa instrucción post-bautismal y preucarística se prohíbe, ante todo, a neófitos y fieles imitar la conducta de “los hipócritas” (8, 1. 2a), es decir, cristianos judai-zantes o herejes judeo-cristianos,3 los cuales siguen la praxis judaica de ayunar “el segundo y quinto día de la semana” (8, 1a),4 y rezan asimismo con ellos “tres veces al día” la “Tefillá” o “Dieciocho Bendiciones”.5 La radical separación de aquéllos

2 K. Bihlmeyer, Die apostolischen Väter, Tübingen 1970, XIII. 3 Esos designan, con toda probabilidad, “los hipócritas” de Did 8, 1-2 (Cf. Gal 2, 13-14), no a los

judíos (Cf. Mt 5,20; 6, 1.2.5.16; 23,5). Así contra casi todos los autores (Cf. E. Massaux, o.c., 616; U., Wilckens, ThWNT, VIII 569; H. Köster, o.c., 202s; J.P. Audet, o.c., 368, y otros), con: A. Schlatter, o.c., 28, W. Rordorf-A. Tulier, o.c., 365; S. Sabugal. o.c.; 38, n. 92.

4 Cf. Str-Bill, II 241-42; IV 89.91.94s. 5 El judaísmo contemporáneo al NT, en efecto, siguiendo una antigua tradición de orar “tres veces

al día” (Dan 6, 11-14), es decir, “a la tarde, a la mañana, al mediodía” (Sal 55,18), observó la hora tercia, sexta y nona como las tres horas oficiales de oración, rezando en las horas tercia y nona el “Shema” + las “Dieciocho bendiciones”, y a la hora sexta, esta última oración: Cf. Str.-Bill., IV 153. 196-198. 220; G.F. Moore, o.c., II 219s; J. Jeremias, La prière quotidienne dans la vie du Seigneur et dans l’Eglise primitive, en: “La prière des Heures” (ed. por Mons. Cassien - B Botte), París 1963, 43-58: 45-48; Id., Abba, 69-73; K. Hruby, Les heures de prière dans le Judaîsme à l‘époque de Jésus, en: “La prière des Heures”, 59-84.

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[289] con la Sinagoga,6 sin embargo, les prohíbe ayunar “con los hipócritas” el lunes y el jueves, debiendo hacerlo, más bien, el miércoles y el viernes (8, 1). Aquella separación les veda también orar “como” lo hacen ellos, sustituyendo más bien su oración por la que “el Señor preceptuó en su evangelio” (8, 2a), es decir, el Padrenuestro (8, 2b-j), el cual debe ser rezado por ellos, tres veces al día” (8, 3).

b) Ese contexto literario precedente (7, 1-4) y siguiente (9, 1-10, 7) del Padrenuestro (8, 2-3) refleja ya, con claridad, la situación vital interna y externa del mismo, en la redacción literaria del Didajista: — En el interior de la Comunidad Cristiana, en efecto, aquél es la oración, que, por vez primera, rezan los neófitos cristianos después de su regeneración bautismal (7, 14): Tras haber sido “tres veces” (7, 3) bautizados “con agua” (7, 1-3), por inmersión (7, 1-2) o infusión (7, 3), “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (7, 1.3), previo el preparatorio ayuno de “uno o dos días” (7, 4). Así lo insinúa ya la inserción del Padrenuestro por el Didajista dentro de su catequesis “sobre el Bautismo” (7, 1). Lo que significa: Aquél es esencialmente y ante todo una oración bautismal. Reservada exclusivamente a los bautizados, ningún otro —judío o pagano— puede rezarla. Es lo que se deduce, por lo demás, de su marcada interpretación eucarística (Cf. infra), aplicándose también a ella, por tanto, la “disciplina del arcano” impuesta por el Didajista a la Eucaristía cristiana (Cf. 9, 5). Pero el Padrenuestro no es sólo la primera y característica oración del neófito cristiano. Es también la plegaria, que éste debe rezar en adelante “tres veces al día” (8, 3). Deviene por tanto el modo normal, con que, en obediencia a lo “preceptuado por el Señor en su Evangelio” (8, 2a), consolidan, y manifiestan aquéllos la nueva relación para con Dios, su “Padre celes-

6 S. Sabugal, o. c., 36 (n. 88) 38s.

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[290] te”, santificando así cristianamente su jornada. En este sentido, el Padrenuestro es la oración diaria de los fieles. Por lo demás, la situación del Padrenuestro inmediatamente antes de la catequesis mistagógica “sobre la Eucaristía” (9, 1.10, 7), así como la marcada interpretación eucarística del mismo en el contexto de esta instrucción (Cf. infra), deja insinuar también, con suficiente claridad, que aquél es asimismo, en la redacción del Didajista, la oración rezada por los fieles durante su “Acción de gracias”: Una oración esencialmente eucarística. — En la vida exterior o relaciones “ad extra” de la Comunidad cristiana, el Padrenuestro es la oración rezada “tres veces al día” (8, 3) por los fieles cristianos, en sustitución de las otras tantas veces rezada oración (= Tefillá) de la Sinagoga,7 a cuya praxis permanecen ligados “los hipócritas” (8, 2a) judaizantes o herejes judeo-cristianos (Cf. supra) ¡No “oréis como” éstos!, prescribe el Didajista, contraponiendo (allà) seguidamente el modo de hacerlo: “Como el Señor lo preceptuó en su Evangelio” (8, 2a), es decir, rezando el Padrenuestro (8, 2b-j).

Esta introductoria y exhortativa instrucción trasluce, pues, una clara polémica anti-

judaizante y “a fortiori” anti-judaica, en la que, como en la práctica del ayuno (Cf. supra), también en la praxis de la oración la piedad cristiana se distancia neta y radicalmente de la judaica, reflejando a la vez la total separación, que, en la penumbra de la primera centuria, existe ya entre la Sinagoga y la Iglesia. El Padrenuestro es, pues, la oración, que distingue con claridad a los fieles cristianos de los herejes judaizantes y, por tanto, de los judíos, cualificando aquéllos como los únicos miembros de la Comunidad cristiana. En este sentido es la oración característica del verdadero cristiano y, a la vez, en cuanto preceptuada “por el Señor en su Evangelio”, la Oración del Señor.

7 Cf. supra, n.5. Did 8,3 es el testimonio explícito más antiguo sobre la triple oración diaria de las

Comunidades judeo-cristianas, fieles a la praxis de las Comunidades apostólicas en su observancia de las oficiales “horas de oración” del judaísmo: tercia (Cf. Act 2, 1.14), sexta (Cf. Act 10, 7) y nona (Act 8, 1); Cf. Str-Bill, II 696; Mons. Cassien, La prière dans le Nouveau Testament. en: “La prière des Heures” 17-42; 26; J. Jeremias, art. cit., Ib. 55s; Id., Abba, 70-73; A von Harnack, o.c., 27s; C.W. Dugmore, The influence of the Sinagogue upon the Divine Office, Oxford 1944, 65-67; J. Stadlhuber, Das Stundengebet des Laien im christlichen Altertum, en: ZKTh 71 (1949) 131-182.

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[291] 2. Forma textual

El Didajista nos ha trasmitido en su redacción literaria la forma más amplia de la Oración del Señor. Reza así: - Páter hemôn ho en tô ouranô: - Hagiasthéto to ónoma soû, - Elthéto he basileia soû, - Genethéto to thélema soû hos en ouranô kai epi ges; - Ton árton hemôn ton epoúsion dos hemín sémeron; - Cai áphes hemín ten opheilén hos kai hemeîs aphíemen tois opheilétais hemôn; - Cai me eisenégkes hemâs eis peirasmôn, allá - rysai hemâs apo toû poneroû. - Hoti soû estín he dynamis kai he dóxa eis toûs aiônas.

- Padre nuestro, que estás en el cielo (8, 2b):- Santificado sea tu Nombre (8, 2c), - Venga tu Reinado (8, 2d), - Hágase tu Voluntad

como en el cielo también sobre la tierra (8, 2f);

- El pan nuestro “cotidiano” dánosle hoy (8, 2f);

- Y perdónanos nuestra deuda coma también nosotros perdonamos a nuestros deudores (8, 2g); - Y no nos dejes caer en la tentación (8, 2h),

sino - líbranos del mal (8, 2i). - Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos (8, 2j).

Esa forma textual es afín a la de la redacción mateana (Cf. infra) y, sin embargo, independiente de ella.8 Así lo reflejan no sólo las variantes textuales9 y la litúrgica adición de la doxología final,10 sino también el diverso contexto literario11 y, sobre

8 La sinopsis del Padrenuestro en Mt (6, 9.13) y Did 8, 2 (cf. H. Köster, Synoptische Ueberlieferung

bei den Apostolischen Väter (TU 65), Berlín 1957, 204) muestra esa afinidad literaria ante el texto de Mateo y el del Didajista (Cf. E. Massaux, art. cit., 15-17; Id., o.c., 616s), el cual integra en su texto frases y vocablos característicos de la redacción mateana: La invocación inicial, la petición por el cumplimiento de la voluntad del Padre, y el vocablo “ponerós”. El texto de Didajé es, sin embargo, independiente del de Mateo, como lo reflejan las variante. textuales y la diversidad tanto del contexto literario como de la finalidad asignada. Así, contra: A. Harnack, Die Lehre der Zwölf Apostel 73-76; K. Lake, o.c., 28s; B.H. Streeter, o.c., 508; E. Massaux, l.c. Con: H. Köster, o.c., 206s; J.P. Audet, o.c., 171-78; R. Glover, The Didache quotations and the Synoptic Gospels, en: NTSt 5 (1958) 12-29: 18s; W. Rordorf - A. Tuiller, o.c., 86s. Las afinidades literarias entre Didajé y Mateo, sin embargo, muestran que el Didajista enlaza directamente con la tradición mateana subsiguiente a la redacción de Mateo.

9 Ofrecidas por la ed. crítica de W. Rordorf-A. Tuiller, o.c., 172-174. 10 Doxologías análogas ofrece la literatura neotestamentaria antigua. (Cf. Gal 1,5; Rm 16,27; Fil 4,

20; 1 Tim 6, 16; Hebr 13, 21; 2Pe 3, 18) y tardía (Cf. Apoc 1, 6; 5, 13; 7, 12; 19, 1), siendo también praxis judaica concluir las oraciones con el “sello” de una doxología: Cf. A. Schlatter, Der Evangelist Matthäus, Stuttgart 1963, 217; J. Jeremias, Abba, 170s; también Str.-Bill, I 423s. La doxología de Did 8,3 puede, pues, ser antigua, compuesta por influjo del uso litúrgico (Cf. Apoc 5, 13; 7, 21; 19, 1) del Padrenuestro (Cf. infra); también puede ser obra del Didajista, como parece sugerirlo su repetición en el próximo contexto literario (Cf. Did 9, 4; 10, 5).

11 Mientras que en Mateo la catequesis sobre la oración (6, 5-15) sigue a la de la limosna (6, 2-4) y precede a la del ayuno (6, 16-18), en Did esta última precede (8, 1) a aquélla (8, 2-3), no mencionando en este contexto el Didajista la praxis de la limosna: Esta, junto con la oración, es mencionada en una ulterior instrucción disciplinar (15, 4), pero en una secuencia (oraciones + limosnas) diversa de la de Mateo 6, 1-6 ( limosna + oración).

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[292] todo, la finalidad diferente de ambas redacciones: Mientras que en Mateo “los discípulos” deben rezar el Padrenuestro (Mt 6, 9-13) para evitar el modo como oran “los hipócritas” judíos (Cf. Mt 6, 5-6) y principalmente “los paganos” (Cf. Mt 6,7-8), en Did los neófitos lo rezan en sustitución de la oración y praxis judaica, imitada por “los hipócritas” o judaizantes cristianos. Por lo demás, la variante textual más saliente es la doxología final, añadida probablemente por el mismo Didajista (Cf. 9,4; l0,5),.para dar al Padrenuestro la misma composición interna de las oraciones de alabanza y bendición judaicas (“berakoth”) y, en particular, de las “Dieciocho bendiciones” (Cf. infra): Aquél es así interpretado como la sustitutiva “berakah” del cristianismo, es decir, la gozosa oración de alabanza y bendición cristiana o, también, la exultante confesión (hecha plegaria) de la Iglesia (Cf. infra). 3. Estructura literaria

La estructura literaria del Padrenuestro en la redacción didajeana es fácilmente detectable:

A la Invocación inicial (8, 2b) siguen siete súplicas (8, 2c-i); las tres primeras de ellas (8, 2c-e) se relacionan directamente con algo propio (“tu”) del Padre invocado (= “Nombre” — “Reinado” — “Voluntad”), siendo por tanto súplicas de alabanza; las cuatro restantes (8, 2f-i) se refieren, más bien, a los hijos invocantes (“nos” — “nuestro”), como súplicas de petición por lo que necesitan ( “pan” — “perdón” — “no caer” — “liberación”); con la doxología final (8, 2j) concluye (¡y culmina!) en un grito de exultante alabanza el Padrenuestro. La composición interna de su parte central (alabanza + petición + alabanza) re-

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[293] fleja, pues, una estructura tripartita del todo afín a la de las “berakoth” judaicas y, en particular, a la estructura interna de la “Tefillá” o “Dieciocho Bendiciones”.12 Finalmente, todo el Padrenuestro está introducido por una parénesis a rezarlo “tal como lo preceptuó el Señor en su evangelio”, para soslayar la praxis de “los hipócritas” (8, 2a), y concluido con una exhortación a hacerlo “tres veces al día” (8, 3). Esta es, pues, su composición orgánica: 1. Introducción (8, 2a): La oración que deben rezar loa neófitos y fieles cristianos. 2. El Padrenuestro (8, 2b-i):

1) Invocación (8, 2b)

2) Súplicas (8, 2c-i)

a) de alabanza (8,2c-f)

b) de petición (8,2g-i)

-Santificación del Nombre del Padre (8, 2c); -Venida del reinado del Padre (8, 2d); -Cumplimiento de la Voluntad del Padre (8, 2e); -El pan “cotidiano” (8, 2f); -El perdón de la deuda (8,2g); -Preservación de sucumbir a

la tentación (8, 2h); -Liberación del mal (8, 2i).

3) Doxología (8, 2j). 3. Conclusión (8, 3): Cuándo deben rezar la Oración del Señor los neófitos y fieles cristianos. Esa estructura literaria muestra que el Padrenuestro, la oración que los neófitos dirigen al “Padre celeste”, es esencialmente una oración de bendición o alabanza cristiana. Así lo refleja ya la inclusión temática (= alabanza), creada por las tres primeras súplicas y la doxología final. Y eso mismo insinúa el puesto primordial, asignado a las tres súplicas de alabanza: ¡Lo primero que hace la Comunidad de los bautizados, tras invocar al Padre, es bendecirle y alabarlo tres veces, insistentemente!. Por lo demás, la mencionada inclusión muestra que las súplicas de petición forman también parte de esa alabanza: La petición al Padre de dones necesarios implica, en efecto, el agradecido reconocimiento tanto de Su poder y riqueza como —y sobre todo— de Su bondad. Son, por tanto, peticiones, que Le glorifican y ensalzan, in-

12 Cf. Str.-Bill., IV 214-218; 1. Elbogen, Der jüdische Gottesdienst, in seiner geschichtlichen

Entwicklung, Frankfurt 1931, 28. 31. 43-59; L. Bouyer, Eucaristía (trad. español), Barcelona 1968, 84-99.

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[294] vitando nuevamente a los orantes a la exultante confesión de Su alabanza. Y esto, justamente, traduce la doxología final, en la que culmina la Oración del Señor y sobre la que recae el acento de su redacción didajeana: “¡Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos!”.

Estos análisis sobre la estructura literaria del Padrenuestro desembocan en la siguiente conclusión: Al nivel de la redacción dídajeana, la Oración del Señor es la bendición (“berakah”) cristiana por excelencia, en sustitución de la “berakah” judaica; más exactamente: La exultante bendición y alabanza, que la Comunidad de los neófitos y fieles, dócil a la enseñanza del “Señor en su evangelio dirige “tres veces diariamente” al “Padre celeste” como agradecida respuesta por Su intervención salvífica en el Bautismo y en la Eucaristía. 4. Interpretación teológica

Los antecedentes desarrollos sobre el contexto literario y situación vital del Padrenuestro, su forma textual y estructura literaria, ofrecen las premisas necesarias, para detectar la interpretación teológica del mismo por el Didajista:

a) Re-asumiendo resultados ya obtenidos, podemos decir que el Padrenuestro es la oración del Señor, por Él preceptuada “en su evangelio”, devenida una oración esencialmente bautismal y eucarística13 en cuanto es la primera oración de los neófitos así como la oración característica de los fieles; aquél es también el vademecum oracional del cristiano, siendo asimismo la gozosa confesión del Cristianismo, es decir, la exultante bendición por excelencia de la Iglesia.

b) Pero es algo más. La catequesis “sobre la Eucaristía” (9, 1-10, 7) sigue inmediatamente a la instrucción sobre la oración (8, 2.3). ¿Una conexión literaria casual? ¡Difícilmente! Lo veda ya el modo, con que el Didajista separa cuidadosamente la catequesis “sobre el Bautismo” (7, 1-8, 3) de la respectiva “sobre la Eucaristía” (9, 1-10, 7). Late aquí, sin duda, una intencionada y bien precisa composición literaria. A ésta se debe, consiguiente-

13 Cf. F. H. Chase, o.c., 13s; J. Lebreton, Histoire du dogme de la Trinité, II París 1928, 183s; S.

Sabugal, o.c., 38.

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[295] mente, tanto la inserción del Padrenuestro en el contexto de la catequesis bautismal (Cf. supra) como la situación redaccional del mismo antes de la instrucción eucarística.

Un resultado, por lo demás, corroborado con otro indicio literario ciertamente objetivo: En

el contexto de la catequesis “sobre la Eucaristía” el Didajista re-asume, reiteradamente a veces, varios vocablos y frases del Padrenuestro, reproduciéndolos literalmente o parafraseándoles. En efecto:

Los fieles dan gracias invocando reiteradamente al “Padre nuestro” (9, 2.3); y lo hacen “por tu santo Nombre” (10, 2), agradecidos por haberles sido regalado “el alimento y bebida espiritual” (10, 3); al Padre suplican seguidamente, para que “venga” la salvación final (10, 6), tras haber reunido a la Iglesia —“santificada” ya— “en tu Reino” (10, 5; Cf. 9, 4), y haberla “liberado de (apo) todo mal” (10, 5); un exultante agradecimiento, que culmina en la repetida exclamación doxológica: ¡Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos!” (9,4; 10, 5; Cf.9, 2.3; 10, 2.4).

Tampoco esta reiterada evocación de la oración “preceptuada por el Señor en su

Evangelio” es casual. Responde, más bien a una intencionada interpretación eucarística de la misma por el autor de la Didajé.14 Lo que confirma nuestra previa calificación: El Padrenuestro es una oración esencialmente eucarística.

e) Este contexto eucarístico permite, por lo demás, detectar el significado teológico de cada una de sus partes en el contexto de la redacción didajeana:

— La invocación inicial se dirige al “Padre-nuestro” (9, 2.3), es decir, al Padre de los fieles, el cual es también el “Padre santo” (10, 2) y el Señor (10, 2.5) tanto de “su Siervo Jesús” (9, 2.3; 10, 2.3) como de “su Iglesia” (10, 5).

— La súplica por la santificación de su Nombre, ya “Santo” y santificado mediante su “inhabitación en los corazones” de los fieles (Cf. 10, 2), anhela la santificación del mismo en la Iglesia,

14 Cf. F.H. Chase, The Lord’s Prayer in the Early Church (TS, I 3), Cambridge 1891, 13; J.

Lebreton, o.c., 183; R.D. Richardson, art. cit., 124ss; J. Blenkinsopp, A propos of the Lord’s Prayer, en: HeyJ 3 (1962) 51-60: 59; R. Freudenberger, art. cit., 425s. Si Did 9 “consists entirely in the Lord’s Prayer... interpreted and transformed into thanksgiving”, Did 10 es también “a interpreted Lord’s Prayer” (R.D. Richardson, art. cit.,123.128); Cf. también S.Sabugal, o.c. 38, n. 91.

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[296] librándola “de todo mal”, perfeccionándola “en Su amor” y reuniéndola “de los cuatro vientos.., en su Reinado” escatológico (Cf. 10, 5).

— Por la venida de este Reinado ruega la segunda súplica, deseando que. “venga la gracia” (10, 6a) o salvación final, con el retorno parusíaco del Señor Jesús (10, 6b; Cf. 16, 7-8), para reunir a “tu Iglesia”, previamente librada “de todo mal” y “santificada, en el reino que (le) has preparado” (10, 5).

— El pan “cotidiano” se identifica probablemente con el corporal “alimento y bebida”, dados “a los hombres para su disfrute” por el “Señor omnipotente” y Creador de todo (10, 3a). No es ése, sin embargo, el único significado. El pan suplicado, en efecto, es un alimento bien específico o determinado (“el pan”) y, por lo demás, no solamente propio de los fieles cristianos (“nuestro”) sino también “ton epiousion”. El significado, de este adjetivo atributivo, cuya determinación subraya el énfasis de sustantivo “el pan”, nos es dado, sin duda, por el contexto eucarístico del Padrenuestro (Cf. supra): Se trata del eucarístico “Alimento y Bebida espiritual (Cf. 1 Cor. 10, 3) y la Vida eterna” (Cf. Jn. 6, 51. 58), con el que a diferencia de los demás hombres (Cf. 10, 3a), los fieles (“pero a nosotros”) fueron agraciados por Dios “mediante su Siervo” Jesús (10, 3b), es decir, “el Pan supersustancial”, que los “reunidos cada día del Señor” parten, tras haber confesado sus pecados (16, 1). “Tres veces al día” suplican aquéllos al Padre ese cotidianamente “muy necesario” (= “epiousion”) alimento corporal y, sobre todo, “el supersustancial?’ (= “epiousion”) Pan eucarístico. Un alimento, en ambos casos, del todo imprescindible: “¡Dánosle hoy! “.

—“El mal”, por cuya liberación ruega la última súplica, no es sólo el diabólico “maligno” sino “todo mal” (Cf. Sab 168), del que los fieles piden al Señor sea liberada su Iglesia, perfeccionándola en “Su amor” y reuniéndola, ya “santificada, en su Reino...” (10, 5).

— Finalmente, la doxología conclusiva (Cf. 9,4 +10,5; 9,2.3; 10, 2.4) confiere a todo el Padrenuestro el significado de una exultante alabanza, que la Comunidad de neófitos y fieles “tres veces al día” dirige al Padre celeste, a quien pertenece “el poder y la gloria por los siglos”.

d) Todo esto muestra, que, en la redacción del Didajista, el Padrenuestro recibió una interpretación preponderantemente

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[297] eclesiológica: Es la oración de la Iglesia o Comunidad cristiana de los bautizados, reunida en exultante celebración eucarística. Una celebración, por lo demás, profundamente marcada por la vigilante espera y anhelo del retorno parusíaco del Señor: “Marana tha” = ¡Ven, Señor nuestro! (10, 6). Así ora esa Comunidad esencialmente escatológica. Lo que significa: En la interpretación del Didajista, el Padrenuestro no es solamente una oración euca-rística y eclesiológica, sino también —y por ello— una oración escatológica.

Resumiendo estos análisis: el Padrenuestro se enmarca en el contexto de una catequesis

mistagógica sobre el cuándo de la oración cristiana (“¡tres veces al día!-”), dirigida a los neófitos que, tras haberla rezado por vez primera a raíz de su bautismo, se preparan a la celebración eucarística. Redactado como la “berakah” cristiana, que sustituye la respectiva (“Dieciocho Bendiciones”) judaica, aquél es la oración característica de la Iglesia: La exultante bendición, con la que la comunidad de los fieles responde al “Padre celeste”, por su acción salvífica realizada en el Bautismo y en la Eucaristía. Nada de extraño, pues, si esa “berakah” es también esencialmente una oración bautismal y eucarística. En el contexto de esa interpretación, el acento recae, ante todo, sobre la doxología final, que exalta el eterno “poder y gloria” del Padre. También recae sobre la petición del “cotidiano Pan” eucarístico. Finalmente la marcada impronta escatológica tanto de la Iglesia como de la Eucaristía didajeanas explica la interpretación netamente escatológica del Padrenuestro en la redacción del Didajista.