DIGIMON ADVENTURE -EL OCTAVO NIÑO ELEGIDO-

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Laín Coubert 1 DIGIMON ADVENTURE -EL OCTAVO NIÑO ELEGIDO- Tomo 2

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Laín Coubert

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DIGIMON ADVENTURE

-EL OCTAVO NIÑO ELEGIDO-

Tomo 2

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PRÓLOGO

EN UNA REMOTA CABAÑA

Podía oír el leve crujido de la veleta sobre el techo. Densas nubes cubrían el cielo fuera de la

ventana, pero los rayos del sol que se filtraban por ella parecían más fuertes de lo que

esperaba.

–Parece el día en que llegué por primera vez a este mundo.

Recordaba mientras remendaba las costuras del desgastado bolso de tela que usaba para

llevar el Libro durante sus largos viajes.

Luego de huir de su mundo, las únicas cosas que llevaba consigo eran ese libro y su bastón.

Quien tuviese o leyese el Libro Prohibido era castigado en su mundo. Aunque lo sabía, no pudo

contener las ganas de aprender de sus conocimientos secretos. Como resultado, fue

desterrado.

La composición de su cuerpo fue cambiada para que ahora pareciera un muñeco de tamaño

real, y vagando este mundo por lo que parecía una eternidad, y sin alimentarse lo suficiente

por no saber qué cosas eran comestibles y cuáles no, se las arregló para llegar finalmente a un

pueblo donde se desplomó en el suelo, sin energías.

Los aldeanos parecían temer abordar a ese desconocido vagabundo, puesto que ninguno se

atrevió a acercarse.

La puerta se abrió y la luz del sol lo iluminó. Una pequeña sombra se situó en el marco de la

puerta, silueteando la gran puesta del sol. El anillo dorado en el extremo de su cola brilló.

–Lamento molestarte inmediatamente luego de tu regreso– le dijo la pequeña sombra blanca.

–pero tienes nuevas órdenes.

Cualquiera que lo conociera encontraría difícil creer que esa pequeña criatura, que solo le

llegaba a la cintura, pudiera derrotar a oponentes más grandes que esa cabaña.

Se puso de pie. –Pero, no he terminado la búsqueda de los emblemas todavía. Hay dos más…

–La situación ha cambiado. Los preparativos para la invasión deben llevarse acabo de

inmediato, y es nuestro trabajo reunir a las tropas.

–¿Entonces nos olvidamos de los emblemas?

–Esto es más importante– dijo la pequeña sombra blanca con su aguda voz. –Tu labor

complace enormemente al señor Vamdemon, pero estas nuevas órdenes requieren de mucha

prisa.

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–Vamos, Wizarmon

–Entendido, Tailmon.

Cuando él respondió, la pequeña sombra, Tailmon, ya se había dado la vuelta y corría hacia el

castillo.

Te seguiré adonde sea.

Wizarmon, escondió el Libro entre los pliegues de su ropa y fue tras ella.

Hasta ahora es la misma luz que vi en tus ojos cuando me salvaste. Hasta que recuerdes quien

eres.

Un fuerte viento hizo aletear alocadamente su capa detrás de él. Mientras contemplaba el sol

hundirse en el horizonte, también pudo ver las oscuras nubes que nunca se despejaban,

arremolinándose eternamente sobre las sobresalientes montañas espinosas que rodeaban el

castillo de Vamdemon.

CAPÍTULO IV

-El Lago de la Separación-

TEMP LAKE

El Digimundo tenía muchas cosas que hacía a los humanos pensar “Oye, he visto eso en alguna

parte…”. Tal vez se debía a que los datos del mundo real se habían infiltrado cuando este fue

creado. Pero desde luego, su resultado fue una combinación muy coincidente de objetos.

Tomando, por ejemplo, los árboles con sus tomacorrientes en sus troncos o las tapas de

corcho tapando los interiores de las rocas.

Pero el paisaje que rodeaba ese particular lago parecía sacado directamente de un libro de

fotografías de los Alpes.

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El cielo azul se podía ver sin obstáculos extender por kilómetros. La superficie del lago

reflejaba el cielo, haciendo que sus pequeñas olas brillaran. Los vientos allí eran siempre

suaves; nunca se los sentía rugir violentamente o avanzar a más de cinco kilómetros por hora.

Al oeste del lago había una cordillera con la “Montaña del Razonamiento Análogo” extendida

majestuosamente en medio. En la costa norte había un castillo, cuyo estilo arquitectónico era

una combinación imposible de castillos reales construidos en Europa y Japón. Ver un

fenómeno tan inusual sólo reforzaba la impresión de que era el Digimundo.

El lago se extendía largo y estrecho hacia el norte y el sur, y aunque era imposible verlo desde

el castillo, había un parque de atracciones en la costa sur, con una rueda de la fortuna y una

montaña rusa. A su vez había algunos botes con pedales en forma de cisnes atados al puerto

en su orilla.

En la costa este había un restaurante de paredes blancas, con una pintoresca extensión

forestal detrás. En el puerto frente a él había un bote cisne atado.

De pie en medio del bosque había dos sombras. Eran Sora y su compañera, Piyomon.

Sora estaba en la parte trasera del restaurante, donde se encontraba la cocina, tan quieta

como una piedra. El sonido del estallido de los platos podía oírse proveniente desde adentro,

seguida inmediatamente de un grito enfadado. Desde afuera, no podían oír lo que decía la voz,

pero claramente pertenecía a Yamato Ishida.

La puerta trasera se abrió y Gabumon salió sosteniendo una escoba y una pala.

Sora se escondió detrás de un árbol, seguida por Piyomon.

Gabumon vertió los platos rotos en el cesto de la basura. Mientras la puerta permanecía

abierta, pudieron oír otra voz más leve disculpándose por debajo del furioso griterío. Era la de

Jyou Kido.

Sora extrajo un emblema del interior de su riñonera. El símbolo tallado en él era diferente al

emblema de Taichi, y parpadeaba débilmente.

Habían pasado tres meses desde que Taichi y la gran evolución de Agumon, MetalGreymon,

habían desaparecido.

Silenciosamente, Sora se acercó al almacén y colocó el emblema en la estantería más alta

antes de regresar al bosque. A menos que alguien intencionalmente alcanzare el estante,

nadie lo cogería allí.

–Oye, Sora, ¿Por qué no regresas de nuevo con los demás?– preguntó Piyomon.

Sora no respondió. El bosque bloqueaba gran parte del sol, por lo que su cara estaba oculta en

las sombras en ese momento. Piyomon no podía decir que expresión tenía.

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EL PARQUE DE ATRACCIONES

DE LAS DESPEDIDAS

La delicada superficie del agua sin mucha humedad reflejaba el azul del cielo, la blancura de

sus nubes, el verdor de los árboles e incluso los fuertes rayos del sol. Era bella pero, por otro

lado, también algo fría y distante.

De repente…

¡Splash!

Una piedra fue arrojada al lago.

Pero la fuerza con la que fue lanzada era tan débil que el chapoteo del agua sonó casi

lamentoso. Sólo una pequeña ondulación se formó en su lugar.

Takeru Takaishi estaba sentado al final del muelle donde estaban atados los botes, con sus

piernas colgando sobre el agua. Miró las ondas que su piedra provocó sin verlas realmente.

Detrás de él, Tokomon gritó. –¡Takeru!

–Estoy seguro que PicoDevimon encontrará pronto a Yamato. ¡No te preocupes tanto!– sonrió.

No había ninguna intención oculta en su sonrisa. Realmente y de puro corazón quiso decir lo

que dijo.

Pero en ese momento, Takeru debió pensar que su ánimo era falso porque murmuró en tono

de reproche. –¡No creo que lo haga!

Tokomon inclinó su cabeza, mirando a su amigo inexpresivamente. Esa tendría que ser la

última cosa que Takeru quisiese, y sin embargo ¿por qué diría eso? Tokomon apenas podía

entender.

Justo en ese momento, el sonido de un aleteo se oyó acercarse.

–¡Siento haberte hecho esperar!– era la voz de PicoDevimon, un Digimon murciélago que

había conocido el día anterior.

Takeru apresuradamente se puso de pie y preguntó. –¿Y? ¿Has encontrado a mi hermano?

PicoDevimon se posó en el techo del bote y guardó sus alas. –Sí, lo encontré. Estaba con los

otros.

–¿L–Los otros?– preguntó Takeru, asombrado.

–Déjame ver, ¿cuáles eran sus nombres…? Uno de ellos se llamaba Jyou, y la otra era Sora…no

recuerdo los nombres de los otros, pero todos estaban allí.

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Titubeante, Takeru le preguntó. –¿Qué–Qué hacían juntos?

–Jugaban. Me invitaron también pero no acepté, diciendo que Takeru los estaba esperando

hace tiempo.

–¿Y? ¿Qué dijo mi hermano? Le dijiste que estaba esperándolo, ¿verdad? ¿Qué dijo?

PicoDevimon lo miró compasivamente. –Oh, está bien. Eso fue todo.

–No puede ser…– Takeru quedó boquiabierto, asombrado.

–¡Estás mintiendo!

Incapaz de aceptarlo, Tokomon le gritó a PicoDevimon, dejando al descubierto una boca

repleta de dientes afilados que nadie adivinaría que los tuviese por su dulce apariencia. –

¡Yamato nunca diría eso! ¡No mientas!

PicoDevimon le devolvió una mirada fría y serena. –No me importa si lo crees o no, pero él

realmente lo dijo. Y eso no es todo. Incluso llegó a decir: “Odio a Takeru”

–M–Me odia…– repitió Takeru, estupefacto. Sus ojos se llenaron de lágrimas que parecían que

fueran a derramarse en cualquier momento.

Como para dar el toque final, PicoDevimon continuó. –Entonces le pregunté “¿Por qué?” y

Yamato dijo “porque es un llorón”.

–…Uuuh…

Con la gota que rebalsó el vaso, Takeru comenzó a llorar. Estaba tan conmocionado por lo

que había oído que incluso olvidó llevarse las manos a los ojos. De pie allí y alzando la cabeza al

cielo, lloró hasta quedarse sin lágrimas.

Tokomon lloró junto a él.

–Takeru, Takeru– pero este no parecía escucharlo.

–¡Takeru!

Cuando finalmente Takeru respondió a la voz de Tokomon y se volvió hacia él, tenía un aspecto

ligeramente frío en sus ojos. Tokomon nunca lo había visto así antes.

–¡Yamato nunca diría eso!– Tokomon le suplicó de nuevo.

–¿Ah, sí?– dijo Takeru sarcásticamente. Las comisuras de su boca se torcieron casi formando

una mueca. –Pero no importa. Siempre he odiado a mi hermano también.

–¿D–De qué estás hablando, Takeru?– preguntó Tokomon sorprendido.¿Lo que dijo Takeru

podía ser solo una mentira? Pero, ¿por qué mentiría de esa manera?

Y entonces vio a PicoDevimon detrás de Takeru, ahogándose de risa. Cuando notó que

Tokomon lo vio, PicoDevimon le sacó la lengua.

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Es su culpa, pensó Tokomon. No sé porque lo hace, pero está mintiendo.

¡Uuuuh!

Tokomon escupió burbujas de su boca hacia PicoDevimon. Este debió haberlas esquivado si

quisiera, pero en su lugar dejó que las burbujas lo golpearan y gritó. –¡Ay, Ay, Ay, Ay, Ay!–

exagerando el dolor.

–Ayúdame, Takeru!

–¿Qué crees que estás haciendo, Tokomon?– gritó Takeru enojado. –¡Discúlpate con

PicoDevimon!

A espaldas de Takeru, PicoDevimon estaba meneándole sarcásticamente su trasero a Tokomon

mientras se daba nalgadas.

–No– dijo Tokomon rotundamente, volviendo su cabeza.

–¡Tokomon!

Batiendo sus alas, PicoDevimon interrumpió la discusión. –Takeru, no lo culpes. Estoy seguro

de que siente celos de que tú y yo nos llevemos muy bien juntos– girando su cara hacia

Tokomon, dijo. –¿cierto?

Si bien la pregunta parecía amable, había una mueca burlona en su cara.

–¡No!

Tokomon se abalanzó sobre él e intentó agarrarlo con los dientes. Pero Takeru gritó. –¡Ya

basta, Tokomon!

Y acercó a PicoDevimon hacia él. –No sabía que eras un Digimon tan violento– dijo con fuerte

desaprobación en su voz.

–Pero PicoDevimon estaba…

–¡No pongas excusas!

–No es una excu…

Tokomon intentó hacerse oír, pero Takeru parecía pensar que él estaba siendo testarudo

porque lo miró amenazadoramente.

–¡Cállate!

Ese tono cruel hizo a Tokomon cerrar la boca por un momento.

–Por favor, escúchame…– alegó, intentándolo de nuevo, pero Takeru ya tenía suficiente.

–No. Veo que clase de persona eres ahora.

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Y cogiendo su Digivice, que siempre llevaba consigo en la correa de la mochila, Takeru se irguió

hacia atrás como si fuera a arrojarlo al lago.

Pero incluso él pensó que sería duro, puesto que cambió de dirección y lo arrojó hacia la

fangosa orilla en su lugar.

–¡Ah!

Preso del pánico, Tokomon corrió a recogerlo. El Digivice cayó boca arriba y su mitad inferior

quedó enterrada en el barro.

–¿Qué estás haciendo?– clamó Tokomon a Takeru, con sus ojos negros llenos de lágrimas.

Takeru no le quitó la mirada.

–Si no te disculpas con PicoDevimon, no seremos amigos nunca más– dijo rotundamente. –Eso

significa que ya no necesito eso– sus ojos tenían la firmeza de quien intenta defender lo que

realmente cree justo.

Y volviéndose a su derecha, dijo a su nuevo compañero PicoDevimon. –¡Vamos!

–¡Está bien, Takeru!

Fingiendo alegría, PicoDevimon se posó sobre el sombrero verde de Takeru; el mismo espacio

que una vez había sido reservado sólo para Tokomon.

***

Llevando el Digivice en su boca, Tokomon vagó sin rumbo, caminando penosamente a lo largo

de la orilla del lago.

¿Cómo habían llegado a eso? Estaba completamente perdido sobre qué hacer.

Tal vez nada de eso habría sucedido si hubiera pedido disculpas y dicho “lo siento” a

PicoDevimon en ese momento, aunque no lo sintiera. Pero habría podido hacerlo.

En todo caso, tenía que encontrar a Yamato. Si Takeru ya no lo escuchaba, seguramente lo

escucharía a él.

Pero, ¿hacia dónde se marcharon Yamato y Gabumon?

Sin la más mínima idea de adónde ir, lo único que podía hacer era seguir caminando.

Tenía fiebre y su visión era borrosa. El día anterior había caminado bajo la lluvia.

Tambaleándose, Tokomon se desplomó sin previo aviso.

Apenas era consciente de su condición. ¿Estaba despierto o soñando?

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En ese estado, continuaba repitiendo delirantemente. –Yamato…Yamato…

Fue entonces que sucedió.

–Encontrarás a Yamato en un restaurante sólo un poco más adelante. Está junto al superior

Jyou.

Era una voz familiar.

Levantando sus pesados párpados y entreabriendo los ojos, vio a Sora y a Piyomon mirándolo

con preocupación.

Estoy soñando, pensó Tokomon.

Había tenido la misma visión no hace mucho tiempo. En algún momento luego de que Taichi y

MetalGreymon desaparecieran. Durante dos semanas consecutivas, habían estado

buscándolos sin éxito por el desierto junto a Piccolomon.

Entonces, un día, un sonido similar a un trueno se oyó desde el sur y su cielo inmediatamente

se volvió oscuro.

Puesto que también parecían nubes negras, Jyou murmuró preocupado. –No fue una explosión

nuclear, ¿verdad?

–Es Mugen Cannon, pi– susurró Piccolomon, casi como para sí.

–¿Qué es Mugen Cannon?– Gomamon había preguntado, pero Piccolomon sin responder, dijo.

–Tendré que separarme de ustedes aquí, pi.

Y con esas últimas palabras, se fue volando hacia el sur.

Fue a regañadientes que el grupo hizo lo que Piccolomon les dijo, dirigiéndose al oeste.

En su última noche de campamento en el desierto, antes de que llegasen a Temp Lake,

Tokomon estaba seguro que había sido sacudido por alguien mientras dormía profundamente.

–Nhmmhhmm… ¿Quién anda ahí?

Eran Sora y Piyomon. Ambas miraron desde arriba a Tokomon y dijeron. –Iremos a buscar a

Taichi. Házselo saber a los demás, ¿de acuerdo?

Y luego desaparecieron de su vista, abandonándolos a todos.

Tokomon pensaba que tal vez estaba viendo la continuación de ese sueño. Es por eso que

preguntó; “¿Estoy soñando?”.

–S–Si…– Sora asintió, sorprendida. Se volvió hacia Piyomon, y su expresión se agravó. –Ve a

buscar algunas hierbas curativas.

Mientras esperaban a Piyomon, Tokomon le expresó a Sora las angustias que sentía. –Se puso

tan duro luego de que te marcharas, Sora. Primero Jyou y Gomamon se fueron, diciendo que

iban a buscarlas.

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–Sí, sí– Sora asentía con la cabeza, como si no quisiera saber nada del mundo.

–Entonces, cuando llegamos al lago, Koushiro y Tentomon se marcharon.

Piyomon regresó con las hierbas. Sora las cogió, aplastándolas con un puño hasta exprimirlas,

antes de doblarlas cuidadosamente sobre un paño que colocó sobre la cabeza de Tokomon.

Tokomon continúo hablando, sin darse cuenta.

–Después de eso, Yamato y Mimi discutieron, y ella junto a Palmon se fueron a quien sabe

dónde. Luego llegamos al parque de atracciones. Yamato y Gabumon nos abandonaron en un

bote, diciendo que echarían un vistazo alrededor. Takeru y yo esperamos a que Yamato

regresara. Luego de que PicoDevimon llegara…

Su visión se nubló de lágrimas nuevamente, mezclándose con la fiebre.

Quizá estaba oyendo cosas, pero escuchó corridas, y luego silencio.

Tokomon continuaba hablando de todos modos.

–Ese PicoDevimon, dijo que encontraría a Yamato por nosotros, pero cuando regresó lo único

que dijo fueron mentiras. Que Yamato odiaba a Takeru. Entonces, Takeru tomó su Digivice y…

Con su historia revuelta, rompió en llanto al recordar lo que sucedió después.

Fue entonces que oyó una voz que no escuchaba hace tiempo.

–¡Taichi, es Tokomon!

–Me pregunto a quien estaba reaccionando el Digivice…

Tokomon abrió los ojos. Pensaba que había estado hablando con Sora y Piyomon, pero en

algún momento sin darse cuenta, las dos habían desaparecido y Taichi y Koromon ocuparon su

lugar.

Definitivamente debo estar soñando, pensó Tokomon.

–¿Qué crees que debo hacer ahora?– preguntó. –¿Cómo hago para que Takeru lo entienda?

Taichi y Koromon se miraron. Entonces Taichi alzó una mano hacia su cabeza, rascándosela.

–Uh, oye, ¿te importaría contarme que ha sucedido desde el principio? No tengo idea de lo

que está sucediendo aquí…

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LA TRAMPA DE PICODEVIMON

Encima de una roca y adentrado en lo profundo de unos arbustos, brotaba un único botón de

oro, cuyos pétalos reflejaban la silueta de un murciélago con alas abiertamente extendidas.

Había un telégrafo que lo conectaba directamente con el castillo.

–Ehm, aquí PicoDevimon reportándose. La búsqueda de los reclutas está llevando un tiempo,

señor. Ehm, tengo en mente incorporar a muchos a nuestro ejército, pero no aceptan unirse

tan fácilmente. Si continúan rehusándose, renunciaré y buscaré a otros. Cambio y fuera.

Sin darle a su receptor la oportunidad de hablar, PicoDevimon rápidamente desconectó la

línea.

El señor Vamdemon raramente hablaba, pero cuando lo hacía, había problemas.

Aun así, había reportado la búsqueda cuando en realidad no había hecho nada de eso en lo

más mínimo. Si no pudiera reunir a todos los reclutas, ¿qué haría? Tailmon tomaría su lugar de

nuevo.

–¡Esa maldita rata Digimon que parece un gato!– soltó PicoDevimon, escupiendo una montaña

de maldiciones.

Reclutaré algunos exploradores voluntarios en el camino de regreso al castillo, decidió. Dudaba

encontrar a alguien impresionante, pero bastaría siempre y cuando consiguiera un gran

número. Lo más importante en ese momento eran los niños.

Esa maldita chica llamada Sora había robado los emblemas que estaban guardados dentro del

castillo. El emblema del amor, el de la pureza y el de la amistad; de entre los cinco, se las había

arreglado para robar tres.

Si el señor Vamdemon se enteraba de eso, estaba muerto.

En ese caso, decidió poner trampas para que los emblemas nunca se activasen. Serían trampas

ingeniosas que hicieran que los poderes de los emblemas se debilitasen.

PicoDevimon era consciente de su propia falta de fuerza y pensaba que luchar cabeza a cabeza

con los Digimon de los niños no era una buena idea. De hecho, había desafiado al Digimon de

Sora para recuperar los emblemas, y fue derrotado fácilmente.

Por otro lado, tenía una gran confianza en su astucia y habilidad para idear planes malvados.

De momento, su plan marchaba perfectamente. La niña que llevaba el “Emblema del Amor”

dudaba de su propio amor y vagaba sola, mientras quien tenía el “Emblema de la Amistad”

estaba perdiendo el sentido de la amistad. La que llevaba el “Emblema de la Pureza” ni

siquiera necesitaba de su ayuda para hundirse en la ambición y el egoísmo.

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Eso no era todo. Entre los dos restantes que aún no habían encontrado sus emblemas, el niño

con el “Emblema del Conocimiento” había renunciado a todo saber por su propia cuenta,

mientras que el pequeño Takeru, destinado al “Emblema de la Esperanza”, estaba perdiendo

las esperanzas gracias a las elocuentes palabras de PicoDevimon.

PicoDevimon sabía que habían sido Takeru y Patamon quienes habían derrotado a Devimon.

Eso era solo idea suya pero…la esperanza era la más peligrosa de todas. Tenía el extraño poder

de revertir la situación y obtener la victoria en el último momento. Así fue que Devimon había

sido derrotado. Era por eso que tenía que hacer que Takeru perdiera completamente la

esperanza.

Y tenía el plan perfecto.

Haría comer a Takeru las Setas del Olvido. Como su nombre lo indica, una vez que alguien

come esos hongos, todos sus recuerdos son eliminados. Si Takeru las comía, Tokomon sería

completamente borrado de su memoria.

La canasta junto a PicoDevimon estaba hasta arriba de Setas del Olvido que había recogido

previamente. Agarrando las manijas de la canasta con ambos pies, salió volando de entre los

arbustos.

El parque de diversiones debió haber estado lleno de colores vivos hace algún tiempo, pero

como si hubieran sido desgastados por el monótono bosque verde que lo rodeaba, la pintura

se había desprendido por aquí y por allá, mientras que otras partes del parque estaban

oxidadas por la humedad del lago.

Mientras PicoDevimon volaba, la pequeña sonrisa demoníaca desapareció de su cara para ser

reemplazada por la sonrisa cuidadosamente construida de una mascota adorable; una que

fuera apropiada como compañero de Takeru.

Amaba mentir, por lo que no le resultó una tarea realmente difícil. Con esa falsa sonrisa,

despojaría a Takeru de cada gota de esperanza que aún tuviese.

Vio a Takeru en la calesita. Estuvo a punto de llamar al niño cuando se detuvo al ver que no

estaba solo. Junto a él había otro niño y un Digimon nivel bebé que debería ser su compañero.

Y allí también vio a Tokomon, que creyó que el niño lo había rechazado.

¿Quién era ese niño? Nunca lo había visto antes. Pero no había duda de que era un niño

humano.¿Podría haber regresado el niño con el “Emblema del Valor” que había sido absorbido

por el agujero negro con Etemon?

PicoDevimon estaba a punto de darse la vuelta y buscar un lugar donde pudiera estar solo y

reorganizar sus ideas, pero por desgracia, Tokomon lo vio.

Con sus ojos firmes en PicoDevimon, Tokomon dijo algo al muchacho que no era Takeru.

Marcharse en ese momento sería una mala idea.

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Poniendo cuidadosamente una cara amable para que no viesen su agitación, descendió hacia

Takeru.

–Oye, Tokomon está de vuelta. Es genial. Me estaba preocupando por ti– dijo fácilmente sin

sentir nada de eso. PicoDevimon se relajó. Sus mentiras eran perfectas como siempre.

–¿Eres PicoDevimon?

Viendo las gafas envueltas alrededor de la cabeza del niño, PicoDevimon confirmó que su

razonamiento era correcto. Quería preguntarle cómo había regresado del agujero negro, pero

al hacerlo se expondría a preguntas inquisitivas como ser: “¿Cómo es que lo sabes?”

En este punto, PicoDevimon se había hecho a la idea de hacer que todos comieran las Setas del

Olvido, por lo que se lamentaba no poder escuchar el cuento.

–Sí, es cierto. Tú debes ser amigo de Takeru.

–Taichi

–Y yo soy Koromon– dijo a los pies de Taichi.

–Bienvenidos. Es un placer conocerlos. Oh, por cierto, estaba a punto de cocinar algo.

¿Gustan?

–¿Comida?– Taichi inconscientemente se llevó una mano al estómago. –Ahora que lo

mencionas, tenemos hambre. Por supuesto, probaremos un poco.

PicoDevimon se regocijó por dentro. –Entonces, por favor, tómenlas.

Puso la canasta llena de Setas del Olvido sobre el suelo.

–¿Son comestibles?– preguntó Taichi.

–Claro que sí, por supuesto. No tienen muy buena apariencia, pero no dejes que te engañen.

Se derriten en tu boca y son tan suaves como un pastel.

Taichi y Takeru se lo creyeron notablemente.

–Pero aun así, comerlas crudas… ¿tienes algo con que podamos asarlas?

–Entonces déjame que te traiga un hornillo a carbón.

Luego de decir eso, PicoDevimon voló hacia las ruinas del oden vendor ubicado debajo de la

ruleta de la fortuna. Cuando regresó con el hornillo, un pequeño puñado de carbón, un

abanico para mantener vivas las llamas y los pinchos de bambú, Koromon no se veía por

ninguna parte.

–¿Oh? ¿A dónde fue Koromon?

–Al baño– respondió Taichi.

–Ya veo. Entonces vamos a cocinar mientras tanto.

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Mientras Taichi abanicaba suavemente las encendidas piezas de carbón, el dulce aroma de las

seductoras setas hizo gruñir aún más el estómago de Takeru, haciendo brillar sus ojos.

Tokomon, justo enfrente de él, continuó mirándolo a la cara de vez en cuando, pero Takeru se

negaba obstinadamente a devolverle la mirada. Simplemente estaba ignorándolo.

Lo cual significa que aún no han hecho las paces, pensó PicoDevimon con un suspiro de alivio.

–Muy bien. Están listas– dijo Taichi, pinchando una de las setas con un pincho y

entregándoselo a Takeru.

–¡Yay!– dijo Takeru felizmente, a punto de dar un gran bocado. En ese momento, sus ojos se

encontraron con los de Tokomon. Este parecía como si quisiera decir algo, pero Takeru lo

ignoró y dijo. –¡Es hora de comer!

Puso la seta en su boca.

–¡Sí!

PicoDevimon estaba convencido de que su plan había funcionado cuando…

–¡Achachachacha!

Takeru se quitó la seta de la boca, sacando su lengua con una mueca.

–Eso te pasa por morderla sin enfriarla primero– dijo Taichi, riéndose de la impaciencia de

Takeru. Sopló un hongo diferente y se lo dio.

–Lo siento– dijo Takeru obedientemente y se metió la segunda seta en la boca.

Justo en ese momento…

–¡No coman esos hongos!

Koromon corría frenéticamente hacia ellos.

–¡Tranquilo, me aseguré de guardar tu porción, Koromon!– dijo Taichi con una risa irónica,

pero Koromon continuó gritando.

–¡No, no, no! ¡Esos hongos son venenosos!

–¿Q–Qué?

Taichi se abalanzó sobre Takeru, haciéndole escupir un pedazo de hongo que estaba a punto

de tragar.

–¡Oye, tú! ¿Qué intentas hacer?– le espetó a PicoDevimon.

–N–No estoy tratando de hacer nada… ¿tienes pruebas de que son venenosos?

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–¿Pruebas? Si quieres pruebas…– Taichi ensartó una de las setas asadas y la acercó frente a la

nariz de PicoDevimon. –Cómetelo

–E–Eh…

PicoDevimon dio un paso atrás.

Al ver eso, Taichi sonrió triunfante. –Si no vas a comerlo, ¿Qué más pruebas necesitamos?

–¡M–Maldita sea!

La derrota le era más que mortificante. Tenía tanta confianza en su habilidad para mentir, pero

esta vez había sido descubierto.

–Entonces…entonces…– dijo Takeru, horrorizado. –Todo este tiempo… todas, ¿fueron

mentiras?

Si no hubiese llegado a esto, lo habría conseguido.

–Sí, es cierto. Todas eran mentiras. Eres un idiota por creértelas tan fácilmente.

Lágrimas caían de los ojos de Takeru. Volviéndose a Tokomon a su lado, lloró mientras se

disculpaba. –Lo siento mucho, Tokomon.

Tokomon sonrió. –Está bien, Takeru. Mientras todo esté aclarado ahora.

Al verlos, Taichi dijo. –Aquí tienes– y sacó el Digivice de Takeru de su bolsillo, entregándoselo.

–No vuelvas a tirarlo.

–Está bien– dijo Takeru, asintiendo con la cabeza mientras lloraba.

Que maldito montón de mocosos.

Ver a Takeru y a Tokomon abrazarse mientras lloraban, hizo que PicoDevimon sintiera ganas

de vomitar.

Pero al mismo tiempo, estaba frente a dos Digimon de nivel bebé. Previendo que no había

manera de que pudiera perder, atacó.

¡Demi Dardos!

–¡Cuidado, Takeru!

Tokomon saltó en frente de Takeru, cubriéndolo.

Las jeringas de PicoDevimon no se le clavaron, pero rozaron su piel, dejándole cortes rojos.

–¡Tokomon!– gritó Takeru. El indicador en el Digivice de Takeru reaccionó.

Tokomon digi–evoluciona a…¡Patamon!

Era la primera vez que evolucionaba después de su batalla contra Devimon en Isla File.

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¡Burbuja de Aire!

Una bola de aire salió disparada como una bala de la boca de Patamon, golpeando a

PicoDevimon de lleno en la cara.

¡Uwah!

Una seguidilla de burbujas de aire hizo que PicoDevimon optara por huir. Ni siquiera pudo

despedirse con una amenaza.

¿Cómo demonios supo Koromon de las Setas del Olvido después de todo?

EL RESTAURANTE

DE LA ORILLA DEL LAGO

Un ruidoso estallido de platos se oyó desde el interior de la cocina.

Yamato, que estaba tocando su armónica en el patio trasero, despejándose de sus

preocupaciones, oyó el ruido y se detuvo.

–No de nuevo…

Se veía harto.

Poniéndose de pie trabajosamente, como si fuera toda una tarea, guardó su armónica en el

bolsillo trasero de sus pantalones y comenzó a caminar a paso de tortuga hacia la puerta de la

cocina.

–Ten más cuidado– lanzó Yamato, un poco malhumorado. Gabumon no dijo nada al oír eso.

No podía culpar el malhumor de Yamato en lo más mínimo. Cuando dejaron atrás a Takeru y a

Patamon, Yamato prometió que regresarían pronto. Pero no poder salir de allí estaba

acabando con su paciencia. De hecho era admirable como no demostraba esa actitud

abiertamente frente a Jyou.

Aun así, ¿quién sabía cuánto tiempo duraría…? Gabumon podía decir que con cada día que

pasaba, el corazón de Yamato se volvía más duro y amargo.

Fue hace dos meses que Gabumon y Yamato llegaron a ese restaurante. Dejando a Takeru y a

Patamon en el parque de diversiones, tomaron un bote para comprobar la zona a sus

alrededores. Con la costa a su izquierda, pedalearon sin cesar hasta que, justo cuando

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pensaban en regresar, vieron una construcción en forma de “diner” (según Yamato) sobre una

colina frente al lago.

–¿Qué es eso?

Amarrando su bote cisne en la playa, subieron cautelosamente la leve pendiente mientras

vigilaban a los enemigos.

Al llegar al restaurante, oyeron. –¡Bienvenidos todos! ¡Este es el restaurante más delicioso del

mundo!

Era una voz familiar…y no era de extrañar, puesto que pertenecía a Gomamon.

–¡G–Gomamon! ¿Qué estás haciendo aquí?

La boca de Gomamon se abrió.

–¿Gabumon? ¿Yamato?

Parpadeó rápidamente, como si creyera que estaba soñando despierto, pero cuando Gabumon

se acercó y le extendió una mano, se dio cuenta que no era un sueño y corrió hacia él con

lágrimas recorriendo su cara.

¡Waaaaaah!

Se quedaron allí, dejando que Gomamon se abrazara fuertemente a Gabumon mientras

sollozaba.

–¿Está Jyou aquí también?– preguntó Yamato luego de que Gomamon se calmara. Gomamon

asintió y finalmente explicó todo lo que les había sucedido.

–Continuábamos buscando a Sora, pero sin importar adonde fuéramos no podíamos

encontrarla. Cuando nos topamos con este restaurante, entramos deseando comer algo, ya

que estábamos muy hambrientos. La comida era buena. Entonces, cuando fuimos a

pagar, Jyou extendió esos papeles. Dijo que eran dinero, pero el dueño del restaurante,

Digitamamon, dijo que no podíamos usar eso y que tendríamos que trabajar para pagar lo que

comimos. Así lo hicimos, dado que no tuvimos otra opción. Pero la comida que Jyou preparaba

sabía tan mal que comenzamos a perder clientes y entonces tuvimos que reembolsar las

perdidas. También por los platos rotos. Al principio solo teníamos que trabajar por tres días,

pero entonces fue aumentando y ahora llevamos trabajando casi dos semanas…

La expresión de Yamato cambió a una exasperada al escuchar la historia de Gomamon.

–Bueno, Jyou es un tipo bastante torpe. Está equivocado si piensa que puede usar el dinero de

nuestro mundo, aquí. Oye, Gomamon, llévame con ese Digitamamon para que pueda hablar

con él. Veré si podemos llegar a algún tipo de acuerdo.

Yamato habló directamente con Digitamamon. En primer lugar, la suma total de la deuda que

Jyou había acumulado, así como su paga por hora, estaban detalladas claramente. Juntos

calcularon la cantidad de días necesarios para saldar la deuda.

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De modo que cancelarla tomaría cuatro días, y entonces Yamato hizo un trato con

Digitamamon: si él y Gabumon trabajaban duro, la reduciría a dos días.

–Es una promesa– dijo Digitamamon.

Por supuesto, se estableció que si los platos o tazas se rompieran por accidente, sería

descontado de sus pagas. Así que en estas circunstancias se llegó a un acuerdo de antemano

sobre cuánto costaría cada plato o taza.

Cuando entró en la cocina en que Jyou estaba trabajando y le explicó todo, Jyou bajó la cabeza

en tono de disculpa.

–Siento mucho que tuvieras que hacer esto– dijo Jyou apenado. –Pero si rompo más platos…

–Oye, no te preocupes por eso. Uno o dos platos nos costarán sólo un día más– respondió

Yamato con una sonrisa mientras mojaba una esponja con detergente lavavajillas y comenzaba

a fregar.

Pero no acabó siendo uno o dos.

Eran un poco más cada día. A veces incluso pilas de platos, todos a la vez.

Desde que Jyou llegó, era muy probable que haya reemplazado cada plato y taza que haya

habido en el restaurante.

Cuando ambos regresaron a la cocina, Jyou estaba barriendo los pedazos rotos con una escoba

y una pala. Parecía estar a punto de llorar. Desde que Gomamon estaba a cargo de atraer

clientes en la entrada, Jyou estaba solo.

Al darse cuenta que Yamato entró, la expresión de Jyou se veía humillada.

–Lo siento…volvió a suceder…– se disculpó.

Hace una semana Yamato habría respondido “está bien”, pero ahora ni siquiera se molestaba

en mirar a Jyou a la cara. Descuidadamente pisó las piezas de porcelana aún esparcidas por el

suelo, crujiendo bajo sus pies. Parado frente al horno miró las órdenes de los pedidos clavados

en la pared y dijo. –Ahora bien.

Yamato lo encendió, pareciendo un gato cuyo lomo había sido frotado de la manera

incorrecta.

Disgustado, Jyou agachó la cabeza a espaldas de Yamato antes de volver a limpiar el desastre.

Se veía tan miserable que Gabumon calladamente intervino para ayudarlo. Jyou lo miró como

si fuera a decir algo, pero Gabumon negó con la cabeza.

No estaba ayudando por caridad a Jyou, sino porque quería evitar provocar aún más a Yamato.

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Pareciendo entender, Jyou se contuvo e inclinó silenciosamente su cabeza, agradeciéndole a

Gabumon.

***

Entonces anocheció.

Los niños estaban en la sala de calderas que hacía las veces de sus dormitorios. El ruido sordo

de las máquinas resonaba discordantemente en toda la sala al no tener ventanas y casi

ninguna ventilación.

Yamato y Jyou ocupaban sus esquinas opuestas para que cada cual tuviera un espacio diagonal

al que pudieran llamar suyo. Un barral con sábanas sucias atravesaba la sala de un lado al otro,

actuando como separador de ambientes.

Fue Yamato quien sugirió la idea. Cuando Jyou se ofreció a ayudarlo, él cordialmente se negó y

lo hizo todo solo.

No cruzaron palabras ni ninguno de ellos atravesó las sábanas para entrar en el dormitorio del

otro.

Cuando Gabumon le preguntó a Yamato por qué lo hizo, este respondió fríamente. –Para

mantener mi privacidad.

Gabumon había oído de su boca la palabra “privacidad” antes. Cuando Taichi aún estaba con

ellos, Yamato lo observaba decirle a Jyou y a Koushiro que hiciera esto o aquello, haciéndole

un comentario al respecto a Gabumon.

–¿No puede Taichi hacer algo con su personalidad? Se entromete en los asuntos de los demás

y se reserva los suyos. No entiende que la gente tiene su propia intimidad que debe respetar.

Era una crítica constructiva, pero débil. Gabumon de alguna manera sentía que tal vez Yamato

estaba resentido con Taichi.

Normalmente Yamato se desplomaría sobre la cama en cuanto entrara en la habitación, e

inmediatamente se dormiría por la fatiga del trabajo incesante de la mañana a la noche. Pero

algo lo desvelaba esta vez. Algo parecía preocuparle puesto que se sentó doblando las rodillas,

pensativo.

Permaneció en esa posición poco más de una hora, cuando de repente se puso de pie e hizo un

gesto indicándole a Gabumon que lo siguiera.

Una vez afuera, Gabumon se quitó ligeramente su pellet de piel. El sudor, que se había

acumulado debajo estando dentro de la sofocante sala de calderas, recorría su piel mientras el

aire de la noche lo refrescaba. Se sentía muy bien.

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–Entonces, ¿qué es, Yamato?– preguntó Gabumon.

–Shh– dijo Yamato, llevándose un dedo a los labios. Gabumon sabía que esa señal significaba

que se callara.

Yamato se inclinó y dijo en voz baja a la oreja de Gabumon. –Saldremos de aquí.

–¿Salir? ¿Pero qué hay de Jyou y…?

Gabumon trató de imitar el susurro de Yamato, pero no pudo hacerlo muy bien. En el

momento en que quiso volver a intentarlo, Yamato entendió lo que quería decir y volvió a

susurrar. –Nos iremos sin Jyou y Gomamon.

–Digitamamon no parece un mal tipo después de todo. Nos mantiene alimentados y si piensas

en que nos dio empleo en su restaurante…bueno…

Gabumon no pudo decir nada. Para él, no parecía que Yamato pensara que lo que estaba

diciendo fuera verdad.

Yamato parecía tomar el silencio de Gabumon como una muda desaprobación, porque

incómodamente desvió la mirada.

Miró hacia abajo a sus pies durante un tiempo, pero luego se veía apenado por algo, puesto

que de repente pateó el suelo y dijo. –Sí, es cierto. Estoy abandonándolos. Quiero decir, ¿Qué

otra cosa puedo hacer? Si me quedo con él, no volveré a ver a Takeru por el resto de mi vida.

¡Si tuviera que elegir entre un amigo y mi hermano, es normal que elija a mi hermano!

Gabumon entendió que por “hermano” se refería a Takeru, y por “amigo” quería decir Jyou.

Pero como los Digimon no tenían un sistema familiar, no podía entender cuál era la diferencia

entre ellos. ¿No eran ambos importantes?

Gabumon estaba confundido, pero no así Yamato, quien dijo bruscamente. –De todos modos,

me voy. Hagas lo que hagas depende de ti.

Y se alejó.

Incapaz de decidir qué hacer, Gabumon se quedó allí sin poder hacer nada mientras miraba a

Yamato alejarse. Pero cuando la cabeza de Yamato desapareció a lo lejos de la pendiente, fue

abrumado inmediatamente con la soledad.

Separarse de Yamato significaba retroceder al momento en que esperaba impaciente su

llegada en Isla File, sin saber si llegaría ese día o al siguiente.

No quería regresar a eso nunca más.

–Yamato…

Temiendo a sus sentimientos de soledad, Gabumon corrió detrás de Yamato.

No puede haber desaparecido. Aún tiene que estar cerca. Debe estar esperándome en el bote.

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Cuando Gabumon bajó la pendiente, vio a Yamato esperando en medio del camino.

No estaba solo. Taichi, Takeru, Koromon y Patamon estaban también con él.

***

–Oye, Jyou– dijo Gomamon en voz baja, cruzando la sábana y mirando la cama de la otra

habitación. –Yamato está tardando mucho tiempo en el baño.

–Mmm

Jyou asintió, pero pensó que Yamato no regresaría.

La idea no era algo nuevo. Cada vez que Yamato salía a hacer una pausa, cada vez que Jyou iba

al almacén en busca de patatas, incluso cuando iba al baño…temía que Yamato tuviera la

oportunidad de irse.

Pero aun así, Jyou estaba dispuesto a aceptarlo. Se sentía terrible porque Yamato pagase

también los errores que él cometía.

Cuando se conocieron, a Jyou ciertamente no le agradaba Yamato. A pesar de ser más joven,

no se dirigía a él respetuosamente, y era engreído.

Pero por extraño que pareciera, mientras más juntos estuvieron, mayor simpatía sintió por

Yamato. En algún momento dentro de su pequeño grupo, ambos habían asumido el papel de

contener al temerario Taichi.

Pero si se trataba de abrirse y hablar con él, no se veían tan unidos.

De alguna manera, sentía un muro alrededor de Yamato. Una pared invisible, algo que

mantenía distante a los demás. Jyou tenía la sensación de que fue construida

inconscientemente. Takeru era la única persona con quien Yamato interactuaba activamente,

pero desde su punto de vista, eran tan torpes y la situación tan antinatural que era difícil creer

que fuesen hermanos.

Había oído que sus padres se habían divorciado… ¿tal vez eso tuvo algo que ver?

Pero aun así, Jyou entendía que Yamato debía estar extremadamente preocupado por Takeru

después de haberlo dejado en el parque de diversiones.

Y sin embargo, aun pensando que no eran muy buenos amigos, creyendo que no iba a ganar

nada en compañía de Jyou…Yamato optó por trabajar junto a él en el restaurante para

rescatarlo.

Eso había hecho feliz a Jyou. Tan feliz que llenó sus ojos de lágrimas.

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Hasta ahora, Jyou nunca había tenido un amigo que hiciera algo así por él. Tenía amigos de

clases fuera de la escuela, pero a fin de cuentas eran rivales que competían por los lugares más

altos en las escuelas distinguidas. Tampoco consideraba realmente a su familia como algo más

que “las personas que vivían en la misma casa que él”.

Por eso…tenía que hacer su mejor esfuerzo. Por el bien de Yamato.

Al menos eso era lo que deseaba. Pero solo lo encadenaba más, haciéndolo servir los platos en

las mesas equivocadas, tomando mal los pedidos, y rompiendo los platos y los vasos. En lugar

de ayudar a acortar su estadía, todo lo que había hecho fue extenderla.

Podía decir que Yamato estaba irritado. Jyou esperaba ser insultado o apuñeteado y estaba

dispuesto a aceptarlo, pero Yamato nunca hizo nada de eso. Él simplemente volvía a intentarlo

una y otra vez.

Eso hizo que Jyou se sintiese avergonzado de su propia inutilidad, y también muy feliz.

Por esa razón pensaba que si Yamato no regresaba esa noche, lo aceptaría. Yamato no tenía

que sacrificarse solo por él.

Pero si iba a marcharse, deseaba que le dijera que lo haría. De esa manera no solo podría

abogar por que se quedara, sino también agradecerle. Así tendría la oportunidad de decir.

“Gracias por todo lo que has hecho por mi”

Justo en ese momento, oyeron pasos acercándose desde afuera. Varios pasos, de hecho, en

puntillas de pie.

En silencio, la puerta se abrió y Gabumon asomó la cabeza.

–Um… ¿Jyou, Gomamon? Tengo algo que decirles, pero necesito que hagan lo posible por no

sorprenderse, ¿de acuerdo?

–¿Eh?– Gomamon parpadeó. –¿de qué estás hablando? ¿Qué quieres decir con que no nos

sorprendamos?

–Quiero decir que no griten, sea lo que sea.

Jyou y Gomamon intercambiaron miradas. Jyou tragó saliva. No lloraría, se dijo. Sonreiría y

agradecería a Yamato.

–Está bien. Sea lo que tengas para decir, no nos sorprenderemos– respondió Jyou.

–En ese caso…

Gabumon desapareció detrás de la puerta y Taichi asomó la cabeza.

–¡T–Taichi! ¿Qué–Qué estás haciendo aquí?– chilló Jyou en voz alta, sorprendido.

Había estado tan seguro que lo que Gabumon quería decir era que Yamato se había

despedido, y que por eso no debía armar un alboroto. Pero este hecho inesperado le hizo

romper su promesa sin querer.

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–¡Shh, idiota!– susurró Taichi rápidamente. Al darse cuenta de lo que había hecho, Jyou se

cubrió la boca con ambas manos.

Digitamamon no lo oyó, ¿verdad? ¿Por qué seré siempre así?

Pero no le dio tiempo a reflexionar sobre su error.

–Salgamos de aquí– dijo Taichi, tirando fuertemente de su brazo.

Quería preguntarle en ese momento adonde había desaparecido y que había estado haciendo,

pero Taichi se anticipó. –Te lo contaré más tarde. Primero debemos salir de aquí.

Yamato estaba allí, al igual que Takeru. Takeru miró a Jyou con una sonrisa angelical, pero

Yamato ni siquiera lo miró. Era la misma actitud que había tenido para con Jyou desde hace un

par de semanas, salvo que algo era diferente. Como si hubiera culpa también en su mirada.

Gomamon simplemente estaba contento de reunirse con sus amigos de nuevo, pero Jyou tenía

sentimientos encontrados.

Era su culpa comer en ese restaurante sin pagar, y nadie más que él era el responsable de

todos sus tropiezos luego de eso.

En ese caso, ¿estaba bien que sentirme contento?

No, desde luego. Tengo que cumplir con mis responsabilidades.

En el momento en que lo pensaba, se oyó una voz.

–No me digas que estás preparándote para escapar.

Un huevo en forma de Humpty–Dumpty, o mejor dicho, Digitamamon estaba parado en la

salida, siendo iluminado por la luna llena. –Tienes agallas, irte sin pagar tu deuda.

–¿De qué estás hablando? Esa deuda ya debe estar…– Yamato gritó enojado a Digitamamon,

pero Jyou se interpuso entre ellos, dándole la espalda a Yamato.

–Lo siento. Me quedaré– dijo, mirando a Digitamamon. –Pero por favor, deja que Yamato se

vaya. Es mi deuda, la pagaré de mi bolsillo, ¿de acuerdo?

Era un ruego sincero y directo.

Pero los ojos de Digitamamon, desde la oscuridad de la grieta en su cascarón, brillaron

siniestramente.

–No es una opción. Debes mantener tus promesas– dijo con voz apagada.

–¡Por favor!– Jyou imploró una vez más.

Pero al recibir la misma respuesta, Jyou dijo –¡Ugh!– y regañadamente saltó hacia

Digitamamon como para sacudirlo.

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Sus manos se deslizaron por su suave cascarón y cayó de cara al suelo.

Digitamamon levantó una pierna para pisar la espalda de Jyou.

–A menos que quieran que acabe con la vida de este chico, todos ustedes trabajarán también–

dijo amenazadoramente al resto de los niños, quienes habían estado observando asombrados.

–No puedo dejarlos escapar. Pasé horas poniendo aceite en los bordes de los platos para que

se les resbalaran de las manos más fácilmente, y apilarlos peligrosamente para que se les

cayeran. Si se van ahora, todo ese duro trabajo habría sido en vano.

–¡Así que eso era lo que sucedía! ¡Maldita sea!– dijo Gomamon, rechinando los dientes

consternado y…

Gomamon digi–evoluciona a… ¡Ikkakumon!

Evolucionó a Ikkakumon y se abalanzó hacia Digitamamon. Pero dado que Jyou estaba siendo

tomado como rehén, no podía atacar con su arpón volcán.

Justo cuando la gran criatura de pelaje blanco estaba a punto de tomar la drástica decisión de

embestir a Digitamamon, los ojos de este destellaron con un rayo de luz que lo envió, dando

volteretas, hacia atrás.

–¡Ikkakumon!– habiendo compartido los problemas de Gomamon durante todo el calvario,

Gabumon no podía detenerse a mirar.

Gabumon digi–evoluciona a… ¡Garurumon!

Evolucionó y fue en su ayuda. El punto débil de Digitamamon, razonó Garurumon, serían los

ojos asomados por la grieta en su cascarón. Se abalanzó sobre ellos con sus garras, pero

Digitamamon la cerró antes de que lo alcanzara, y Garurumon golpeó el duro cascarón en su

lugar. Acabó recibiendo daño en vez de infligirlo.

Durante la pelea, Jyou gritaba debajo del pie de Digitamamon. –¡Olvídense de mí, huyan!

–No te abandonaremos– gritó Taichi, pero Jyou negó con la cabeza.

–Olvídense de mí– repitió. –Cuiden de los demás. Yamato…

Volviéndose hacia Yamato, Jyou dijo. –Gracias por todo. Nunca olvidaré tu ayuda.

Enterró su frente en el suelo, dando una pequeña reverencia.

–B–Basta. ¡Yo…– los pálidos labios de Yamato temblaron. –…traté de dejarte y escapar por mi

cuenta!

Pero Jyou solo asintió en silencio. –Lo que hiciste ya pasó. Pero aun así, has vuelto.

–Eso fue porque encontré a Taichi en el camino y me dijo…

–Pero pudiste haberle dicho que no estaba aquí, ¿no es así?

Los ojos de Yamato se inundaron de lágrimas.

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Eran lágrimas mezcladas con remordimiento por sus acciones, de desazón consigo mismo por

su frialdad y de agradecimiento por haber encontrado un amigo irremplazable en Jyou.

–Jyou…¡JYOOOU!

Cuando Yamato gritó con todas sus fuerzas, algo voló desde el interior del oscuro almacén. Se

posó sobre su mano y brilló intensamente.

Era un emblema.

No el emblema de Taichi, sino el de Yamato.

Gabumon súper digi–evoluciona a… ¡WereGarurumon!

Un destello de luz lo envolvió y desapareció por un momento. Dentro de la luz blanca apareció

un gran lobo parado en dos pies. Tenía el aspecto de un hombre con piernas largas vistiendo

pantalones vaqueros, salvo por la cabeza que era la de un lobo. ¿Un hombre lobo?

WereGarurumon pateó el suelo, saltando alto por los aires. Se convirtió en una silueta negra

contrastada con la amarilla luna llena y dibujó un gran semicírculo con una pierna. Y entonces

descendió hacia Digitamamon.

¡Patada de Luna Llena!

El intenso poder de la patada de WereGarurumon envió a Digitamamon a volar.

Aterrizando suavemente en el suelo, WereGarurumon no cesó mientras pateaba el suelo otra

vez, abalanzándose sobre Digitamamon que yacía entre los arbustos incapaz de volver a

levantarse. Sus afiladas y puntiagudas garras centellaron bajo la luz de la luna como navajas.

¡Garras de Lobo!

Sus garras dejaron lleno de rasguños el cascarón de Digitamamon.

¡Uwahh!

La cáscara de huevo de Digitamamon se desquebrajó por la mitad. Los pedazos cayeron al

suelo e instantáneamente se derramó algo negro de su interior. Dando un agudo chillido

furioso, dio vueltas por el cielo de la noche como un globo desinflándose y desapareció por

alguna parte.

–¿Qué fue eso? – preguntó Takeru incómodamente. –¿Un fantasma?

–No estoy seguro– respondió Taichi. –pero pienso que pudo haber sido la verdadera forma de

Digitamamon.

La energía de WereGarurumon se agotó y regresó a su forma bebé: Tsunomon. Yamato se

movió como si fuera a correr hacia Tsunomon, pero cambió de opinión a mitad del camino y

fue hacia donde se encontraba Jyou.

–Jyou, ¿estás bien?– dijo Yamato al caído Jyou.

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–S–Sí. Estoy bien.

–Gracias a Dios…

Yamato tendió una mano hacia Jyou, quien la sujetó.

No hicieron falta las palabras. La calidez que sintieron al estrechar sus manos dijo mucho más

de lo que podían decirse.

LA CIUDAD DE LAS PERSONAS

–Tienes razón– dijo Yamato, mirando su Digivice.

A diferencia de su usual pantalla en blanco, ahora mostraba puntos intermitentes de luz.

Cuatro estaban agrupados, mientras otros tres estaban alejados.

–Es alguna clase de mapa– dijo Taichi. –por lo que puedo decir, esos puntos intermitentes que

ves aquí muestran la ubicación de los Digivices de todos los demás.

En otras palabras, los puntos agrupados eran los Digivices de Taichi, Yamato, Jyou y Takeru,

mientras que los otros tres eran los de Sora, Koushiro y Mimi.

Mientras su entendimiento caía en la cuenta, Yamato echó otro vistazo a su pantalla. Los tres

puntos lejanos le parecieron estar pidiendo ayuda.

Un solo botón en el Digivice le permitía cambiar de pantalla de esta a una normal. Pero su

función al parecer solo funcionaba con aquellos que habían encontrado su emblema y hecho

evolucionar a sus compañeros Digimon a nivel perfecto. Por lo que mientras esa pantalla

aparecía en los Digivices de Taichi y Yamato, los de Jyou y Takeru aún no tenían esa capacidad.

De todos modos, debatieron sobre el uso de la función, recientemente descubierta, para

encontrar a los demás.

Pero ir todos juntos a buscarlos no tendría mucho efecto.

–Así que iré con Jyou– dijo Yamato.

Taichi preguntó inmediatamente. –¿Takeru, quieres venir conmigo?

Takeru dudó antes de responder. –No. Quiero ir con mi hermano.

Como Taichi correctamente lo suponía, Takeru quería disculparse personalmente con Yamato

por dudar de él y creer en las mentiras de PicoDevimon en el parque de diversiones.

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Yamato parecía preocupado, pero con Jyou a su lado dijo amablemente. –Hagámoslo– e hizo

un gesto avergonzado de agradecimiento.

Entrada la noche, decidieron acampar cerca del restaurante y partir temprano por la mañana.

Dado que el verdadero cuerpo de Digitamamon podía regresar en cualquier momento, nadie

deseaba quedarse dentro del restaurante.

–De todos modos, ¿qué sucedió con ustedes después de eso?– preguntó Jyou.

–¡Yo puedo explicarlo!– exclamó Koromon, brincando en lugar de levantar la mano.

–¿Tú?– preguntó Taichi arqueando las cejas, pero Koromon respondió seriamente. –Bueno,

fue la primera vez en mi vida que fui a ese mundo.

–¿Ese mundo?– preguntó Gomamon con ojos bien abiertos.

–El mundo de Taichi. ¡El mundo de los humanos!

***

La historia de Koromon comenzó luego de que ambos fueran absorbidos por el agujero negro.

–No puedo explicarlo muy bien– comenzó a modo de introducción, y ciertamente era el caso.

Se produjo un ruido “dooom dooom dooom” como el del metal eructando y un distorsionado

sonido “waaaaaang waaaaaang” recubriéndolo. Esos sonidos se hicieron eco el uno con el otro

y “lo vimos”.

Ellos “vieron” el sonido…al principio Yamato y los demás pensaron que Koromon lo había

descripto de esa manera por error.

Pero Taichi aclaró que no había otra forma de explicarlo.

Eso no era todo. Koromon y Taichi dijeron que “escucharon” un olor a petróleo quemado que

les hizo picar la nariz y que “olieron” tinta negra pintada, en numerosas ocasiones, sobre más

oscuridad.

Aparentemente los sentidos de la percepción eran más complicados dentro del agujero negro.

De cualquier modo, ambos descendieron hacia su interior.

–No podíamos ver nada por debajo, por lo que era aterrador no saber qué tan profundo

caeríamos. Pero como Taichi estaba a mi lado, no sería tan malo– Koromon habló alegremente

desde su asiento en las rodillas de Taichi.

Y entonces, de repente, aparecieron en un lugar luminoso. Fue en ese momento que, a pesar

de haber sido MetalGreymon antes de ser engullido por el agujero negro, descubrió que había

regresado a ser Koromon en algún momento.

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Se encontraban en un jardín floreciente con flores radiantes, mientras a su alrededor se

alzaban varios edificios y una increíble rueda a su izquierda.

–Era la ciudad de Odaiba donde vive Taichi. Decía que era un lugar grande, pero nunca pensé

que fuera así. Parecía como si todo el lugar estuviera construido, como si no fuera natural. Lo

siento, Taichi.

Ante eso, Yamato y Jyou sonrieron con tristeza. Koromon continuó.

–Había montones y montones de seres humanos por todas partes, incluso algunos más

grandes que Taichi. Se hacían llamar “Ah–dultos”. Taichi dice que es como cuando evoluciono

en Greymon.

Después de eso, se dirigieron a la casa de Taichi. En ese momento, Taichi le advirtió a Koromon

que no hablase sin importar con quienes se encontrasen.

–Me dijo que si hablaba, tendríamos muchos problemas.

Su residencia era uno de los grandes y apilados edificios en forma de cuadrados alineados uno

al lado del otro.

–Dije “Taichi seguro tienes una casa grande” y el respondió “No. El lugar en el que vivo tiene

muchas casas en un mismo edificio, solo vivo en una de ellas”. ¿Cómo las llamó? Ah, cierto.

Dijo que se llaman “Mansons”.

–Son “mansions”, no “mansons”.

En el camino, se cruzaron con algunas personas que Taichi dijo que eran sus “ve–cinos”. Taichi

estaba nervioso, rezando porque nadie notase a Koromon, pero en realidad, nadie lo hizo.

–No me refiero a que no se dieron cuenta de que soy un Digimon. Quiero decir que nadie notó

que existíamos. Al principio, Taichi se enojó con ellos y dijo “Qué más da, los saludo y me

ignoran”. Pero no fue así en absoluto. Era como si nadie pareciera ver que estábamos allí. Esos

“ve–cinos” no nos veían.

En el momento en que Taichi se dio cuenta, pareció perder un poco la calma. ¿Qué había para

refutar que, cuando fue absorbido por el agujero negro, no había muerto y luego convertido

en un fantasma que regresaba para vagar por su mundo?

En cualquier caso, llegaron a la casa.

Su pequeña hermana estaba allí. Se llamaba Hikari. Sus padres estaban fuera, por lo que la

niña estaba durmiendo en la cama litera de abajo. Entonces, Taichi temerosamente la llamó.

Y…

Hikari abrió los ojos y lo miró, sorprendida.

Parecía como si hubiera visto un fantasma.

El corazón de Taichi palpitó al ver su expresión, pero se alivió al escuchar las palabras de Hikari.

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–Hermano… ¿no deberías estar en el campamento?

Más tarde, comprobó la fecha en el periódico y en la televisión. Era el mismo día del

campamento: 01 de agosto de 1999.

–Taichi estaba muy sorprendido. Habíamos pasado mucho tiempo recorriendo la Isla File y el

Continente Server, pero en su mundo había transcurrido solo unas pocas horas.

Hubo algo aún más sorprendente.

Hikari no sólo veía a Taichi y a Koromon mientras el resto de las personas no podía, sino que

también había visto a Koromon sin el más mínimo rastro de asombro. En su lugar, lo había

saludado tranquilamente. –Hola, Koromon…

…a pesar de que acababan de conocerse y ni siquiera le había dicho su nombre aún.

No sólo eso, sino que le preguntó si la recordaba.

–Estaba en un aprieto. Dijo que nos conocimos hace tres años, pero no lo recuerdo. Así que

cuando dije que no la conocía, Hikari se veía tan triste y lo único que dijo fue “Oh…”. Supongo

que habría sido mejor decir que la recordaba, aunque fuera mentira.

Pero Taichi estaba intrigado por lo que había dicho y le preguntó qué había sucedido hace tres

años. También estaba interesado en saber por qué Hikari había susurrado la palabra “Digimon”

mientras veían la televisión, antes de que se marchara al campamento.

Hikari le preguntó a Taichi si también lo recordaba.

Pero cuando él respondió que no, ella dijo. –Entonces no lo entenderías si te lo contara– y

permaneció callada.

Fue entonces que Taichi miró por la ventana y se quedó inmóvil.

–Taichi me dijo que mirara, y cuando lo hice, había un montón de Numemon deslizándose a lo

largo de la pared de la “manson” frente a nosotros. No podía ver ni siquiera un espacio en la

pared de lo amontonados que estaban. Luego Hikari dijo: “entonces también puedes ver las

babosas Digimon, hermano”. Creo que fue mi imaginación, pero ella parecía relajada luego de

eso.

Ella reveló que, en algún momento de su vida, creció pudiendo ver a los Digimon, no siempre

pero si la mayoría de las veces. Sin embargo, como nadie le creería, dejó de hablar de ellos con

los demás hace tiempo.

–Taichi dijo “Debió haber sido duro para ti…” y Hikari asintió con la cabeza antes de echarse a

sus brazos, llorando. Yo no sabía qué hacer y quería ayudarla, pero Taichi me miró y negó con

la cabeza. Entendí que me estaba diciendo que se lo dejara, así que no hice nada. Entonces,

dejamos que se desahogue por unos minutos…hasta que algo sucedió con nosotros.

De pronto, la estática recorrió los cuerpos de Taichi y Koromon.

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Mucho después, Taichi se percató de ello, tal vez todo ese tiempo habían estado rodeados de

estática. Eso se debía a que, hasta el momento en que se encontraron con Hikari (que era la

única que podía verlos y tocarlos), eran invisibles para el resto del mundo.

En ese momento, no pensaba que hubiera algo raro en ello, pero a medida que pasaba el

tiempo, notó algo muy extraño.

–Tal vez sólo a las personas que uno quiere se pueden ver y tocar– dijo Koromon, pero nadie

sabía si era correcto o no.

De todos modos, tanto el cuerpo de Taichi como el de Koromon lentamente comenzaban a

desaparecer.

Taichi entró en pánico, pero Koromon dijo que no tenía miedo.

–Sabía que regresaríamos al Digimundo. No sé cómo, pero lo supe.

Y estaba perfectamente en lo cierto. Quizá sus instintos Digimon se lo dijeron.

Justo cuando ambos se despedían del mundo humano, Hikari dijo…

–Estoy segura de que nos volveremos a ver.

–Me pregunto si Hikari conoce el Digimundo…

CAPÍTULO V

-El Castillo de Vamdemon-

EL CORAZÓN CURIOSO

Koushiro Izumi, junto a su compañero Tentomon, abandonaron el lago y se dirigieron a las

montañas.

La cara de Koushiro no mostraba ni un atisbo de duda, Tentomon estaba seguro de que él

sabía lo que estaba haciendo. Ese es Koushiro, razonó. Debe tener una razón.

Pero cuando no hubo nada interesante que ver, le preguntó. –¿No es hora de que me cuentes

que debemos encontrar en esta montaña?

Koushiro lo miró inexpresivamente. –¿Encontrar? No lo sé.

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Dijo como si no hubiese sugerido subir la montaña. Tentomon se alarmó. –No fui yo quien

quiso venir aquí.

–Lo sé. Pero me pregunto qué me llevó a decidir subir esta montaña…

Koushiro se cruzó de brazos, perdiéndose en sus pensamientos por un momento. Entonces,

señalando las densas nubes que cubrían la cima de la montaña, dijo. –Siento que hay algo allí

arriba. La sensación es bastante vaga, pero creo que las respuestas de por qué fui llamado al

Digimundo y qué es el Digimundo pueden estar allí…

Era un argumento evasivo, muy diferente al que Koushiro acostumbraba.

–De todos modos…

Como para cambiar de tema, Koushiro movió la mano señalando a su alrededor y preguntó a

Tentomon. –¿Qué piensas al ver todo esto, Tentomon?

La superficie del largo y estrecho Temp Lake reflejaba fríamente el sol y el cielo azul. El

panorama de un abundante bosque verde lo rodeaba. Aquí y allá, el bosque estaba salpicado

de edificios; en algunas partes aparecían en pequeños cúmulos como pueblos. Era la vista de

un pájaro que sólo podía verlo desde la cima de la montaña.

Para Tentomon era un paisaje con el que estaba muy familiarizado, ya que podía volar.

Koushiro, sin embargo, no compartía esa capacidad y habló con voz de asombro.

–Ver esto me hace pensar en lo pequeño que realmente somos.

El aire en la montaña era fresco y puro, por lo que la respiración de Koushiro naturalmente

comenzó a volverse más pesada a medida que subían. Tentomon continuaba sugiriendo que

bajaran, pero Koushiro obstinadamente se negaba. Su irresistible deseo de ver lo que se

ocultaba detrás de las nubes que rodeaban la cima de la montaña no fue desapercibido por

Tentomon.

–De acuerdo, como quieras– dijo Tentomon, cediendo. –tu mente es siempre tan curiosa.

Hagámoslo como quieras.

Pero sin importar lo mucho que continuaban subiendo, no podían llegar a la cima.

Cuanto más lo hacían, más le parecía a Tentomon que la distancia hacia la cima se extendía

más y más.

–Creo que sería más rápido evolucionar a Kabuterimon y volar hasta allí, ¿qué dices?– sugirió,

cada vez más impaciente. Pero Koushiro negó con la cabeza.

–No podemos hacer eso. Ir paso a paso es lo que da sentido a subir una montaña– dijo,

explicándole en su lugar. Tentomon se rindió y reanudó la penosa caminata hacia la cima.

¿Cuántos días habían pasado desde que pisaron esa montaña?

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A lo largo de la pendiente, se encontraron con una ruinosa cabaña de montaña ligeramente

torcida.

–Tomemos un descanso aquí– dijo Koushiro.

Cuando entraron, se encontraron con un único Digimon. Parecía ser un pulpo o una planta

Digimon con un cerebro gigante, que se hacía llamar Vadermon. Decía ser el propietario de la

cabaña y que había vivido allí durante un largo tiempo.

–¿Qué tan lejos está de la cima?– preguntó Koushiro, a lo que Vadermon respondió. –¿Qué te

hace pensar que esta montaña tiene una cima?

–Um…pero es normal que una montaña tenga una– respondió Koushiro.

Vadermon negó lentamente con la cabeza.

–Es la primera vez que subes esta montaña, ¿no? Y aun así, has llegado a la conclusión de que

esta montaña es igual a las demás. Utilizas tus conocimientos, limitados en lo que sólo conoces

hasta ahora, y has razonado que esta montaña probablemente no sea diferente, ¿no es cierto?

–B–Bueno, sí pero…– Koushiro asintió, confundido. –¿entonces es diferente?

–No conozco la respuesta. No debemos hablar de lo que no sabemos– respondió Vadermon

evasivamente.

Esa montaña, les contó, se la llamaba la “Montaña del Razonamiento Análogo”. Mientras que

cualquiera era libre de razonar tanto como se les plazca, la montaña nunca les daría una

respuesta. Esa era la clase de montaña que era.

Encontrarse con Vadermon era como un shock cultural para Koushiro.

Con voz afligida, le dijo a Tentomon. –Todo este tiempo, pensé que existían enigmas que

resolver. Sin importar cuán difícil este sea, encontraría la respuesta siempre y cuando

continuara aprendiendo sobre él. Pero cuanto más conocimiento buscaba, mayor era el

número de enigmas. Justo cuando pienso que he resuelto uno, aparece otro. No tienen fin.

Pero, ¿me pregunto qué me instó a resolver esos enigmas? Solía pensar que era porque la

solución de las cosas me apasionaba…que no me conformaba con resolverlos. Pero ahora no

pienso que sea eso. Puede que sea porque simplemente estoy preocupado. Preocupado por

no dejar los enigmas sin resolver.

El niño parecía tan apenado que Tentomon le dijo lo que sentía honestamente. –No tienes que

pensar en eso tan profundamente…

Antes de terminar la frase, los ojos de Koushiro se iluminaron.

–Oh, ¿Entonces también piensas así, Tentomon? Estaba pensando exactamente eso. No hay

límite al conocimiento, y es probablemente imposible que aprenda todo lo que existe durante

mi vida. Si deseara deshacerme de la inquietud, no debería hablar de eso o pensar en eso en

absoluto.

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Al día siguiente, Koushiro lo discutió con Vadermon, quien alegremente dijo que estaría

encantado de ayudarlo a calmar su mente.

Koushiro fue llevado a la “Habitación del Misterioso Universo”. Esta no tenía techo, paredes ni

pisos, sólo un extraño espacio cósmico que se expandía indefinidamente. Con un diámetro de

dos a tres metros, la habitación era bastante pequeña, pero contenía el sol y los planetas,

incluso los cinturones de los asteroides.

En primer lugar, Vadermon hizo a Koushiro sentarse en la postura de la meditación Zen, sobre

un planeta azul similar a la Tierra y luego habló.

–La fuente de tu preocupación proviene del corazón curioso dentro de ti. Mediante el

entrenamiento, podrás extraerlo de tu cuerpo. Para empezar, debes descartar tus palabras.

Las palabras te hacen pensar cosas innecesarias. A partir de hoy, deshazte de tus letras una por

una. Para tu primer día, lo harás con la “n”.

Y entonces, Koushiro botó sus “n”s.

–Te..tom..deberías e..tre..ar..co..migo.

Koushiro mostraba los resultados de su entrenamiento con Tentomon, quien lo observaba a su

lado.

Tentomon lo intentó.

–Muy bien Koushiro– pero de inmediato dijo. –No, esto no es para mí. Las terminaciones sin

“n” simplemente no suenan bien. Suenan asquerosas.

–Ya veo. Hice que sonara vergonzoso.

Al segundo día. Koushiro botó sus “m”s.

–Puede que ..o lo e..tie..das, Te..to..o.., pero sie..to co..o si u.. gra.. peso fuese quitado de ..is

ho..bros.

–Ya veo. Eso es bueno.

Tentomon sonrió alentadoramente.

Al llegar al séptimo día, Koushiro había botado sus “t”s y “o”s.

Tentomon se sentía triste de haber sido reducido a nada más que una “e”.

Pero al día dieciocho, Koushiro botó sus “e”s. Tentomon ya no tenía un nombre.

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A pesar de dar la bienvenida a todo lo que hacía feliz a Koushiro, Tentomon se sentía

incómodo con todo esto.

No había ninguna duda de que el rostro de Koushiro se volvía más sereno con cada día que

pasaba. Pero sus ojos… se veían tan vacíos. En ninguna parte de ellos podía verse esa chispa

iluminada que una vez tuvieron; como en la fábrica de Andromon mientras escribía

entusiasmado y absorto en su ordenador portátil, o dentro del pozo en el desierto.

Antes de conocer a Koushiro, Tentomon pensaba que la reflexión era un fastidio. Pero conocer

a Koushiro le hizo llegar a sentir que no era tan mala después de todo.

Era por eso que todo fue más doloroso.

Sentía como si Koushiro no fuese más el mismo.

La tristeza de Tentomon lo hizo involucionar a Motimon y luego a Babumon; una bola de barro

con un chupete en la boca.

Al día setenta y uno, Koushiro se había liberado de todo el alfabeto japonés.

En ese momento, Babumon vio algo blanco y circular parecido a una serpiente comiéndose su

propia cola y deslizándose lentamente sobre el pecho de Koushiro.

Alerta, Babumon lo observó volar hacia donde estaba Vadermon, quien en algún momento se

acercó y lo absorbió con una pistola.

Vadermon lo metió en una botella y dijo. –Este es el corazón curioso. Cuidaré bien de él.

Rápidamente abandonó la habitación.

Koushiro esbozó una tranquila y amable sonrisa, como si estuviera satisfecho de haber

conseguido la felicidad.

–Babu, Babu…

Al igual que Koushiro, Babumon no podía hablar. Eso era porque, al ser de nivel bebé, sus

cuerdas vocales no estaban desarrolladas.

Pero aún sin poder expresar sus pensamientos, sus ojos llenos de lágrimas lo hicieron.

Koushiro, ¿es esto lo que quieres?

Las tácitas súplicas de Babumon penetraron en la conciencia de Koushiro. Koushiro no se

preguntaba por qué podía entender. Había perdido su corazón curioso.

Pero al ver su cara reflejada en las lágrimas aún sin derramarse de los ojos de Babumon,

Koushiro pensó distraídamente: “¡Qué cara vacía!”

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Incesantemente, Babumon continuó vocalizándolo. –¡Babu, Babu!

Koushiro sintió que al menos debía darle una respuesta, pero al haber perdido sus palabras, no

podía hablar.

Como si pudiera intuirlo, los ojos de Babumon dirigieron a Koushiro hacia el ordenador portátil

que siempre llevaba en su mochila. Cuando Koushiro lo apoyó en sus rodillas, escribió en el

teclado.

>Siento haberte hecho involucionar.

No sabía si Babumon podía leer japonés. Pero como si sus sentimientos le llegasen, Babumon

brincó entusiasmado, diciendo alegremente. –¡Babu, Babu, Babu!

>Puesto que no tengo mi corazón curioso, no estoy muy seguro…pero siento que he sido

engañado.

–Babu, Babu– asintió Babumon con la cabeza.

>Babumon, ¿me ayudarás a recuperar mi corazón curioso?

Babumon sólo podía decir “Babu, Babu”, pero los oídos de Koushiro podían oír el tinte

nostálgico del dialecto de Kansai en la voz de Tentomon diciendo: “Por supuesto, Koushiro”.

Koushiro y Babumon finalmente salieron de la habitación.

Oyeron la voz de alguien filtrándose desde el interior de la habitación rotulada: “Oficina del

Propietario”.

–Eso es demasiado caro, ¿no puedes hacerme una rebaja?

Vadermon habló.

–No. Solo conseguí este corazón curioso, aún es fresco. No bajaré su precio– dijo con la fuerte

voz de un hombre de negocios, muy diferente a con la que hablaba cuando fingía ser un gurú.

Sin su corazón curioso, a Koushiro no le inquietaba saber con quién hablaba Vadermon, pero

sabía que el corazón que mencionaba le pertenecía.

Tengo que recuperarlo, pensó Koushiro, y abrió la puerta.

La habitación se veía en parte como un salón barato en un Western, y en parte como una sala

de especímenes.

Parado detrás del mostrador, de espalda a las estanterías repletas de corazones embotellados,

Vadermon se encontraba en medio de una negociación comercial con un cliente Digimon.

Vadermon miró a Koushiro y dijo. –¿Qué quieres?

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Lo que Koushiro no pudo hablar, lo demostró con acciones. Decididamente entró en la

habitación y cogió la botella que contenía su curiosidad en frente del cliente Digimon.

Apoyándolo suavemente en su pecho, le pidió disculpas mentalmente: “Siento haberme

desecho de ti, corazón curioso”, y abrió la tapa.

El corazón curioso regresó a donde pertenecía, al interior de Koushiro. Al mismo tiempo, la

capacidad del habla volvió a él.

–Fue mi error haberme desecho de mi corazón curioso. No queriendo no saber quién

soy…quiero saberlo todo. Ese soy yo.

–¡Babuu!

Sobre los hombros de Koushiro, Babumon soplaba burbujas de aprobación.

–Oye, ¿qué está sucediendo?– preguntó el cliente Digimon a Vadermon.

–¿No te das cuenta? Está robando.

Vadermon extrajo lo que parecía una pistola de juguete con una antena parabólica adosada en

su frente. Apuntó el cañón hacia Koushiro. –Devuélvelo.

–No– dijo Koushiro rotundamente.

–Entonces te mataré y lo tomaré de tus restos.

Vadermon apretó el gatillo y aros de luz salieron disparados de la pistola.

–¡Corre!

Koushiro y Babumon salieron de la sala y entraron de nuevo en la “Habitación del Misterioso

Universo”.

Pew pew pew pew pew…

Mientras Koushiro y Babumon nadaban a su manera a través de la gravedad cero del espacio

cósmico, Vadermon lo persiguió con los movimientos zigzagueantes de un ovni, disparándole

en cada oportunidad.

Pew pew pew pew pew…

Los aros de luz eran más poderosos de lo que parecían. Las estrellas que fueron directamente

alcanzadas, estallaron en mil pedazos.

–¿Cómo derrotamos a Vadermon?

El curioso corazón no tardó en ponerse al día en el interior de Koushiro.

Calmándose, analizó la situación.

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Su compañero Digimon no tenía mucho poder de combate. Tendría que evolucionar. Pero,

¿Cómo? ¿Qué era la evolución después de todo? ¿Qué son los Digimon? ¿Qué son los Niños

Elegidos?

–¡Quiero saber! ¡Quiero saber! ¡Quiero saber!– gritó Koushiro.

Una estrella sobre su cabeza brilló, y luego se transformó en algo que Koushiro había visto

antes, volando como una cometa hacia su mano.

Era un emblema.

–¡Tengo mi propio emblema!

La emoción de Koushiro llegó hasta el Digivice. El indicador reaccionó y Babumon evolucionó a

Motimon, luego a Tentomon, y por último a Kabuterimon.

–¿Cómo pudiste evolucionar a nivel adulto de una vez?

Como si lo guiara, su corazón curioso le brindó la respuesta.

–Ya veo. ¡El tamaño de este cosmos es considerablemente reducido, lo que significa que

también el tiempo aquí se acorta!

En lugar de una campana que indicara que estaba en lo cierto, su emblema irradió rayos de

felicitaciones.

Kabuterimon, súper digi–evoluciona a… ¡AtlurKabuterimon!

Kabuterimon cambió de forma a un galante rinoceronte volador rojo.

Volviéndose para acercarse a Vadermon, AtlurKabuterimon lo atravesó con su cuerno.

¡Cuerno Mortal!

¡Ugyaaaaaah!

Vadermon se desintegró en partículas.

Al salir de la cabaña, estaban en la cima de la montaña.

–¿Qué está pasando?– preguntó Motimon a Koushiro, confundido. Dado que había agotado

toda su energía, había involucionado una vez más.

–Pienso que la cima cubierta de nubes era una ilusión creada por Vadermon– respondió

Koushiro con una sonrisa radiante.

–Como es de esperar de Koushiro. Tú lo sabes todo.

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–En realidad no. Sigue siendo un misterio por qué mi emblema estaba allí habiendo tantos

lugares posibles. Es demasiado conveniente por haber sido una coincidencia. Tal vez es algo

que supera incluso el intelecto humano…

Fue interrumpido por una voz.

–¡Oigan!

Eran Yamato y Takeru. Habían subido la montaña siguiendo la señal en el Digivice.

–Vamos, Motimon. Todos están esperándonos.

Y así, Koushiro bajó de la montaña y se reunió con sus amigos.

LA PRINCESA DEL KARAOKE

Hace mucho tiempo, en un país muy, muy lejano, vivía un rey llamado TonosamaGeckomon.

A TonosamaGeckomon le encantaba cantar karaoke, por lo que tomaba el micrófono todos los

días para entonar sus cuerdas vocales.

Un día, proveniente del país oriental, un hechicero muy importante llegó de visita y una fiesta

de bienvenida se celebró en su honor. Los chefs de todo el mundo desplegaron sus grandes

habilidades para preparar los más magníficos platos, y el hechicero quedó satisfecho.

Luego del festín, el torneo karaoke comenzó.

TonosamaGeckomon había bebido un poco, así que estaba de muy buen humor para

presentarle al hechicero su popurrí favorito. El hechicero también parecía estar disfrutando, al

compás de la música.

–Permíteme cantarte en agradecimiento– dijo el hechicero, pidiendo el micrófono.

Pero dado que TonosamaGeckomon aún no se había cansado de cantar, no soltó el micrófono.

A regañadientes, el hechicero le dejó continuar, pero al no parar de cantar hasta la mañana

siguiente, finalmente perdió la paciencia.

–No quiero oírte cantar nunca más.

El hechicero blandió su bastón una vez y de inmediato TonosamaGeckomon se sumió en un

profundo sueño. Se dejó caer sobre el suelo de piedra, hasta que solo su moño sobresalió del

pavimento como el capullo de una planta grande.

–Oh Dios mío, ribbit. Oh Dios mío, ribbit.

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–¿Qué debemos hacer, tama?

Mientras los sirvientes Geckomon y Otamamon entraban en pánico, el hechicero dijo. –No se

preocupen. No está muerto. En trecientos años a partir de ahora, una niña de voz fina vendrá.

Si ella canta, él despertará.

Y entonces, trecientos años pasaron.

Un día, acompañada por un Digimon con una gran flor roja sobre su cabeza, una hermosa niña

llegó al país. Su nombre era Mimi Tachikawa, y el de su Digimon, Palmon.

Aunque ella era realmente muy hermosa, no parecía ser en absoluto un Digimon. Y así era,

puesto que Mimi era un ser humano.

Sin embargo, su voz era como el dulce sonido de las campanas. Y luego de hablar con los

Otamamon y los Geckomon, se dio una oportunidad de cantar.

Levantando su delicado dedo meñique mientras sostenía el micrófono, comenzó la canción.

Su voz era como una suave brisa acariciando el cristal, y todos los Digimon la escuchaban

embelesados.

La niña mantenía un tono alto en la pantalla de karaoke.

Y entonces, ¿pueden creerlo? El moño del durmiente TonosamaGeckomon comenzó a

crisparse.

–¡La profecía del hechicero se cumplió, ribbit!

–¡Nuestro rey está despertando, tama!

Los Digimon comenzaron a alzar las voces.

Pero…

–Renuncio.

De pronto, Mimi dejó de cantar.

–¿P–Por qué? ribbit– preguntó un Geckomon.

–Bueno, me aburrí de esto– dijo Mimi con indiferencia. –Además, tengo hambre. ¿No hay algo

de comer?

Los Geckomon y los Otamamon le prepararon un banquete.

Una vez que Mimi y Palmon se saciaron, los Digimon insistieron –Ahora, canta para nosotros

una vez más, tama.

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Pero con su estómago lleno, Mimi bostezó ampliamente y dijo. –Tengo sueño de tanto comer.

Preparen las camas.

A partir de entonces, la ambición de Mimi comenzó.

El castillo tenía habitaciones al estilo japonés, pero como a ella no le agradaban, pusieron

alfombras en los suelos de tatami y añadieron candelabros a los techos.

Lo que es más, convocó a todos los sastres del país para que le confeccionaran un precioso

vestido con hilos de oro y plata, adornado con joyas.

–¿Ahora, estás lista?, ribbit. Por favor, sigue cantando…

De mala gana, Mimi cantaba, pero siempre se detenía a mitad de la canción.

Cuando la atosigaban, los amenazaba con “Entonces no cantaré más” y “Puedo marcharme

ahora mismo si quieren”.

–Cualquier cosa menos eso, tama.

Los Digimon no deseaban exaltarla. La ambición de Mimi se volvió aún peor.

Dictaminó algunas leyes extravagantes, como ordenarles a todos que la llamasen “Princesa

Mimi” y que la ovacionaran con “A–MA–DA, Princesa Mimi” cada vez que se mostraba en el

balcón, como así también el uso de los flashes de las cámaras al caminar por la pasarela.

Los que no obedecían sus órdenes eran automáticamente arrojados a la celda.

Los sirvientes Digimon estaban muy irritados por cierto. Se susurraban entre sí, con furia.

–La ambición de Mimi se está yendo de las manos, ribbit.

–Lo hemos intentado todo, pero nada funciona, tama.

Fue entonces que sucedió.

Dos humanos acompañados por Digimon, llegaron.

Aparentemente estaban buscando a sus amigos, y después de escuchar la historia de los

Otamamon y los Geckomon, los niños intercambiaron miradas.

–Es Mimi.

–Bueno, para empezar, me alegro de que ella esté bien.

Y entonces, le pidieron a los Geckomon y los Otamamon que los llevasen con Mimi.

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–Oye, este no es momento para andar haciendo tonterías. Quítate esa ridícula ropa ahora

mismo– dijo el niño que se hacía llamar Taichi. Por su enérgica forma de hablar, debía ser un

caballero.

Pero Mimi hizo un mohín con sus labios.

–¿Ropa ridícula?– preguntó enojadamente. –¡Qué grosero! Además, ¿Por qué tengo que

cambiármela?

El joven que se hacía llamar Jyou (quien debería ser un erudito o un sacerdote errante, sin

duda) dijo muy razonablemente. –Va a ser difícil caminar con eso.

–¿Por qué tengo que caminar?

–Debemos ir a por los otros.

–¿Por qué tengo que ir a por los otros?

Mimi continuaba preguntando, como una niña quejosa.

Cansado de la situación, el Gomamon de Jyou dijo. –¡Vamos Palmon, Di algo.

Palmon, que llevaba un vestido igual de deslumbrante que el de Mimi, parecía turbada por un

momento. Sin embargo, dado que su deseo era volver con los otros, tomó coraje y dijo a Mimi.

–Mimi, hagamos lo que dicen los demás. Estás siendo muy ambiciosa y he estado pensando

desde hace algún tiempo que estás causando muchos problemas a los Digimon de este país.

Como era de esperar, esas palabras molestaron enormemente a Mimi.

Gritó casi histéricamente. –Ambiciosa, ¿dices? ¿Cuál es el punto de regresar con los demás

después de todo? No tenemos ni idea de cómo regresar a casa. Voy a vivir de la manera que

quiero aquí. Si quieres irte, Palmon, puedes irte tú misma.

–Mimi…

Al escuchar esas duras palabras de su apreciada compañera, Palmon echó a llorar.

–Llorar no ayudará– dijo Mimi bruscamente, y le dio la espalda para marcharse.

En ese momento, Taichi y Jyou junto a Gomamon y Agumon, intentaron abatirse sobre Mimi.

Pero ella hábilmente los esquivó y ordenó a sus sirvientes Geckomon y Otamamon apresarlos.

Y luego, Taichi y los otros, junto a Palmon, fueron encerrados en las mazmorras subterráneas.

Esa noche, Mimi tuvo un sueño.

Mientras dormía en la cama, alguien se le acercó. Cuando sintió la presencia y abrió los ojos,

una cara conocida le sonrió.

–¿Sora…?

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Sora era una niña hermosa diferente a Mimi. Con un rostro lleno de amor y teñido de tristeza,

Sora dijo. –Comprendes lo que has estado haciendo, ¿verdad?

Mimi asintió.

La verdad era que Mimi sentía que se había pasado de la raya.

La primera vez que se había detenido a medio cantar fue porque pensaba que estaba en

peligro. Una vez que acabara la canción, no era posible saber qué harían los Digimon con ella

luego de ya no serles más útil. Era por eso que nunca terminaba la canción.

Pero desde que los Geckomon y los Otamamon obedecían a cada uno de sus deseos, comenzó

a ceder a sus caprichosas ambiciones.

Oír a Palmon regañarla por eso fue un gran shock para Mimi.

Y ahora había encerrado a Palmon y a sus amigos en el calabozo.

Pero, curiosamente, cuando Sora la reprendió por lo mismo, no sintió ningún fastidio.

Esa clase de persona era Sora. Era como una maravillosa hermana mayor, que trataba a todos

con bondad y sin ningún favoritismo.

–Yo…lo siento…

Mimi se disculpó sinceramente.

–Entonces, ya sabes qué hacer al respecto, ¿no?

–…sí.

Al oír eso, Sora le sonrió gentilmente.

–Es genial. Mimi, realmente eres una buena chica.

Que a uno le digan en la cara que era una buena chica puede ser algo muy embarazoso. Pero

por alguna razón, Mimi, en ese momento, sin ninguna negación o reparo, asintió con la cabeza.

Al hacerlo, de pronto el sueño la embriagó.

Pudo haber sido por que reconoció ser una buena chica. Como si fuese rodeada por el olor del

pan recién horneado, se sumió en un sueño placentero.

Cuando Mimi despertó a la mañana siguiente, se encontró sujetando un emblema en su mano.

Los sucesos de la noche anterior le eran confusos, como si todo hubiera sido parte de un

sueño.

Mimi liberó a Palmon y a los otros del calabozo y se preparó para cantar. Para reparar todo lo

que les había hecho, decidió hacerlo hasta el final.

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Cambiándose el vestido por su ropa habitual, Mimi quedó sola en el escenario. Palmon y los

demás se sentaron en los asientos de la audiencia y antes de que comenzara la canción, Mimi

se disculpó.

Todos la disculparon sonrientes.

La introducción comenzó a sonar y Mimi cantó al máximo.

Todos la escuchaban, embelesados.

Incluso el moño de TonosamaGeckomon, que sobresalía del pavimento, comenzó a

balancearse al compás de la música.

Y cuando Mimi cantó la última nota…

–¡Ribbit!

Una horrible rana roja gigantesca apareció de debajo del suelo.

Era TonosamaGeckomon

Dado que las generaciones de sirvientes habían cambiado durante los últimos trecientos años,

la descripción de la apariencia y personalidad de su amo debieron haberse embellecido con

cada relato de la leyenda. Despierto por segunda vez, TonosamaGeckomon comenzó a destruir

el techo y las paredes, sorprendiendo a los Geckomon y a los Otamamon, que corrían

confundidos.

–¡No sabía que era un tirano, tama!

–¡No debimos haberlo revivido, ribbit!

Agumon evolucionó a Greymon, Gomamon a Ikkakumon y Palmon a Togemon para detenerlo,

pero era demasiado poderoso. TonosamaGeckomon vio a Mimi de pie en el escenario con un

micrófono en la mano y se dio cuenta de que fue ella quien lo había despertado.

Agarrando a Mimi con las manos de un anfibio, le preguntó con una risita ahogada. –¿Sabes

por qué mi boca es tan grande?

–P–Para que puedas cantar con voz fuerte, ¿verdad? – respondió Mimi, pero

TonosamaGeckomon se echó a reír.

–¡Gahahahaha! ¡No, es para poder comerte!– dijo, y abrió su gran boca.

–¡Nooo!

Mimi gritó, y el emblema que sostenía brilló.

Entonces, ¿pueden creerlo?

El cuerpo de Togemon resplandeció en un hermoso color dorado, y como una calabaza

convirtiéndose en un carruaje, se transformó en una linda flor-hada con un bastoncillo rosa

sobre su cabeza.

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Togemon súper digi–evoluciona a… ¡Lilimon!

Con sus cuatro hojas en su espalda, sirviéndole de alas, Lilimon voló rápidamente por el aire

esquivando el ataque de TonosamaGeckomon.

Entonces, sosteniendo una flor con ambas manos, recitó un hechizo mágico.

¡Cañón de Flor!

Un rayo con las luces del arcoíris salió disparado, aterrizando de lleno en la posición de

TonosamaGeckomon.

–¡Ribbiiiiit!

Este gritó y cayó al suelo.

En ese instante, el techo se derrumbó, cayéndosele encima.

Atrapado bajo los escombros, TonosamaGeckomon se sumió una vez más en un largo sueño.

Y entonces, Mimi y Palmon abandonaron el lugar para unirse a Taichi y los demás en su

siguiente aventura.

EL SECRETO DE LOS EMBLEMAS

Oye, Sora, ¿Qué sucede?

¿Por qué no regresas con los demás?

Incluso Taichi, a quien hemos estado buscando tanto tiempo, ha vuelto. Luego de haberse

dispersado por todas partes, todos han vuelto a reencontrarse. Eres la única que queda, Sora.

Desde entonces has estado pensando todo el tiempo en lo que ha dicho. Cuando entramos en

ese extraña bodega subterránea.

Fue un tiempo después de que Taichi y Agumon desaparecieran que nos separamos para

buscarlos. Al final, no pudimos encontrarlos y todos estábamos tan cansados y

desmoralizados.

Pero incluso entonces, Sora fue la única que continuó buscándolos. Seguía creyendo que

estaban por alguna parte y que se encontrarían de alguna manera.

Page 45: DIGIMON ADVENTURE -EL OCTAVO NIÑO ELEGIDO-

45

El ordenador portátil de Koushiro ni siquiera funcionaba en un momento tan importante.

Podía ser tan inútil a veces.

¿O funcionaba, pero no se conectaba a la red sin importar cuantas veces lo intentase? No estoy

segura de entender de qué hablaba.

En todo caso, Etemon estaba enredado entre una gran cantidad de cables cuando murió, así

que tal vez haya sido por eso.

Da igual, estábamos hablando de la bodega.

Dijiste que buscarías a Taichi por tu cuenta y dejarías a los demás.

No, no estaba preocupada. Después de todo, estoy aquí para protegerte cuando estés en

peligro.

Así que, luego de caminar por unos días, llegamos a la bodega.

No esperaba que hubiera una entrada debajo de esa montaña. Quiero decir, estaban esas

extrañas nubes negras arremolinándose sobre ella, y se veían tan espeluznantes que ni

siquiera quise acercarme. ¿Por qué pensaste en ir hasta allí, Sora?

Ya veo…no sabes por que tampoco.

Tuvo que haber sido porque tu emblema dentro de la bodega estaba llamándote. Sí, claro, ese

emblema. Siempre lo llevas contigo, Sora. Es tan bonito. El “Emblema del Amor” te encaja a la

perfección.

Tuve una sensación desagradable cuando nos acercamos a esa bodega. Cuanto más nos

adentrábamos en el bosque, la sensación se volvió mayor.

Aún no anochecía, pero no podíamos ver el sol por ninguna parte. Todo lo que podíamos ver

eran árboles con hojas negras.

A veces, en raras ocasiones, se oían pequeños Digimon moviéndose, pero ninguno se nos

acercó. Parecía como si estuvieran asustados.

Yo también lo estaba un poco. Pero Sora continuó adentrándose más y más.

En el bosque, de repente nos topamos con una pared de roca. Estaba algo sorprendida cuando

me di cuenta que era el fondo de una montaña que se alzaba por encima de los árboles más

altos. Pero lo que sucedió después fue una verdadera sorpresa.

Cuando te acercaste a la montaña, oímos un extraño grito de pánico proveniente de alguna

parte.

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Entonces la roca se abrió y vimos una cálida luz rosa en el interior. Y luego salió ese aborrecible

PicoDevimon.

Supe de inmediato que el grito provenía de él. Se puede decir que es un tipo repulsivo con tan

sólo mirarlo. Es más pequeño, más redondo y oscuro que yo, pero hinchado de tanta

bravuconería.

Y cuando te vio, lo primero que dijo…

–¡Así que tú eres la portadora del Emblema del Amor! ¡Maldita sea, no puedo creer que un

niño elegido esté aquí!

Realmente no sabía de qué estaba hablando, pero sí que el emblema que sostenía era el

origen de la luz rosa.

–Pero no puedo entregarle estos a alguien como tú. ¡El señor Vamdemon me ha ordenado

vigilar este lugar! Cierto, pudo haber sido Tailmon quien encontró estos emblemas, pero al

mismo tiempo dejó afuera algo más, ¡Esta área es mi territorio! ¡No pondrás una mano aquí!

Ni siquiera le preguntamos nada y escupió todo su odio. Debió haber estado realmente en

pánico.

Pero te diste cuenta que había otros emblemas en el interior. ¡No esperaba menos de ti, Sora!

Ese PicoDevimon intentó atacarnos, así que evolucioné a Birdramon y lo ahuyentamos.

Entonces caminamos, sin obstáculos, directamente hacia la montaña.

No hubiéramos sabido, mirando desde el exterior, que el interior de la montaña era una

bodega.

Había tantas cosas raras allí, pero te aseguraste de encontrar los emblemas.

Así que te quedaste pensando en lo que dijo entonces.

–Es irónico que tú seas la portadora del “Emblema del Amor”. Ni siquiera conoces el verdadero

amor.

¡Qué grosero! ¿Cómo puede decir que Sora sabe lo que es el verdadero amor?

Quiero decir, ¡no es posible! Siempre piensas en lo mejor para todos y eres tan amable…

¿Eh? ¿Sora? ¿Por qué estás tan enfadada?

…Lo siento. Por favor Sora, no te enojes conmigo. No, no tienes por qué disculparte.

Hay tantas cosas que no entiendo muy bien, así que debí haber dicho algo en mi ignorancia

que te hizo enfadar.

¿El verdadero amor? Mmm…Yo tampoco sé lo que es realmente.

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47

Pero, ¿Por qué piensas que no sabes lo que es el verdadero amor?

¿Una escuela de cuidados florales? ¿Qué es? ¿Alguien que enseña acerca de las flores?

Así que tu madre enseña cuidados florales. Mmm. Entonces debe haber una gran cantidad de

esos “estudiantes” que dices y tu madre debe estar siempre ocupada.

¿Es la madre de Sora también la madre de esos estudiantes? Nada de eso, pero ella tiene que

pensar en los demás todo el tiempo, ¿no?

¿Qué quieres decir con el “trato familiar”? ¿Uno siempre tiene que comportarse lo mejor

posible? Eso debe ser difícil. Por eso odias ser llamada la hija de una maestra de escuela.

¿Y tu padre?

Ah, quieres a tu padre.

Pero, ¿Nunca está en casa por ser un maestro? Ser profesor debe demandar mucho tiempo.

Por lo que tu madre tiene que asumir el rol de padre también.

¿Por qué crees que tu madre no se preocupa por tu padre?

Ella nunca está en la casa, y tampoco va a ver a tu padre. Por eso piensas de esa manera, Sora.

Crees que tu madre no lo ama. Ya veo, así que es por eso que piensas que tampoco tienes

amor.

¿Tu madre está en contra de que juegues futbol?

En realidad no, ¿solo no quería que juegues en ese partido? ¿Y entonces te sentiste perdida?

Bueno, sí, no hay mucho que se pueda hacer sin el delantero estrella. A ti te gusta mucho

luchar por los demás.

¿Qué sucedió con esa herida?

Oh, gracias a Dios. Se curó sin dejar cicatrices.

Pero a causa de eso, ya no pudiste formar parte del equipo.

Ya veo. Así que por eso piensas que tu madre no te entiende. Puesto que al no haber amor, no

entiendes lo que es.

Pero los emblemas seguro son un misterio. Siempre que su verdadero dueño se encuentra

cerca, brillan con un color tan bonito. Sucedió cuando encontramos a Yamato en el

restaurante, cuando le contamos a Koromon sobre las setas, y cuando encontramos a Mimi en

el castillo de TonosamaGeckomon. Era como si los emblemas estuvieran llamándolos.

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Tu emblema debió haberte llamado también, Sora.

¡Sora! ¡Mira! Esa cosa que vuela en el cielo de la noche, ¿Un dragón? ¿Es así como lo llaman en

tu mundo?

Si, esa cosa que se parece a un dragón negro…ese Digimon es Devidramon. Él es un tipo muy

malo.

Pero olvídalo, mira lo que Devidramon está tirando. Es cuadrada y está hecha de madera.

Tiene ruedas.

¿Parece un carruaje? No estoy seguro de lo que es un carruaje, pero algo muy malvado está

allí dentro. ¿No es extraño que un carruaje esté volando por los aires? Además, ¿no es ese

PicoDevimon quien va volando detrás?

Eh, ¿vamos tras él?

Está bien. Pase lo que pase te protegeré, Sora. ¡Andando!

La parte trasera del carruaje se está abriendo.

Un ataúd fue lanzado desde el interior.

¡Wah!

Está cayendo.

¡Ah! La tapa del ataúd se abrió y algo está saliendo.

Se está dejando caer suavemente al suelo.

Es una sombra negra en forma humana. Lleva una máscara roja.

Parece un humano, pero es un Digimon.

Hay algo muy siniestro en él. Sora, tengo un mal presentimiento.

No sé quién es, pero definitivamente es alguien muy malo.

Ya veo, debe ser quien mencionó PicoDevimon: Vamdemon.

Alguien está del otro lado. ¡Oh no! Es Taichi. Todos los demás están allí también. Koromon,

Tsunomon, Motimon, Tanemon regresaron a su forma bebé.

Vamdemon está alzando su mano.

¡Látigo Sangriento!

Está arremetiendo con algo que parece un látigo rojo.

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¿Están peleando?

¡Ah, están en el suelo! ¡El látigo los está golpeando! ¡No, Koromon y los demás no duraran!

Patamon y Gomamon están ocupados con PicoDevimon. ¡Tengo que ir a ayudarlos

rápidamente!

¿Eh? ¡Sora! ¿Por qué me detienes?

Sora, tengo que ir. Están todos débiles.

Dices que no puedo vencerlo yo sola, pero aun así tengo que ir.

¡Tengo que luchar!

¿Por qué no lo entiendes?

¡Ala Espeluznante!

¡Ah, una gran bandada de murciélagos salió volando del interior de la capa de Vamdemon!

Están casi encima de todos.

¡Allí voy! ¡No puedo ver esto!

Piyomon digi–evoluciona a… ¡Birdramon!

¡Meteoros Fugaces!

Pero no puedo infligir mucho daño a esa figura negra. Tengo que salvar a Taichi y a los demás.

El látigo que se extiende de la mano de Vamdemon atraviesa mi cuerpo.

Puedo sentir que se me agotan las energías. Mi conciencia está a punto de desvanecerse.

Oigo una voz.

Es la voz de Sora.

Sora está gritándome. Puedo oírla. Llena mi corazón con una cálida sensación.

El centro de mi cuerpo se siente caliente. Las luces me envuelven. El emblema en el pecho de

Sora está brillando.

Llamas carmesí llegan como ráfagas desde alguna parte, envolviéndose alrededor de mi

cuerpo.

Birdramon súper digi–evoluciona a… ¡Garudamon!

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Evolucioné a un gigantesco pájaro de aspecto humano con grandes alas.

Evadí los murciélagos que la figura negra de Vamdemon desató y…

¡Alas de Espada!

Lo ataqué, pero Vamdemon es fuerte. Salvar a Taichi y a los demás es mi prioridad. Los cogí

con mis garras y escapé a lo alto en el cielo.

–Antes de que lo notara, estaba actuando como mi mamá. No quería que Piyomon resultara

herida. Entendí el deseo que sentía Piyomon por luchar por los demás. Lo creí tan malo que no

podía dejar que lo hicieras…por fin comprendo cómo se sentía mi madre en ese momento.

LA MANSIÓN SUBMARINA

DE GENNAI

Era como si un fuego hubiera incendiado Temp Lake. El rojo del atardecer, así como el rojizo

cuerpo de Garudamon, se reflejaban en la superficie del agua.

–Oye, Garudamon. ¿Cómo se siente ser un nivel perfecto?– Tanemon, quien había

evolucionado a nivel perfecto sólo unos pocos días antes, le preguntó al oído.

–¿Cómo? Es como si no fuera yo– respondió Garudamon, confundido. La transformación de su

cuerpo había cambiado su voz, por lo que ahora era ruda y ronca.

–Los últimos que quedan ahora somos Gomamon y yo– dijo Patamon.

–Oh, aquí vamos de nuevo– dijo Gomamon, lanzando un gran suspiro. –¡También llegué tarde

a la evolución de nivel adulto! ¡Debemos esforzarnos, Jyou!

Su tono era en broma, pero Jyou también dijo un exagerado “¡Oh, ¿entonces es mi culpa?!”,

haciéndolos reír a todos.

Jyou rió también. Sentirse el mayor del grupo había desaparecido en el buen sentido, y ahora

realmente estaba siendo él mismo en ese momento.

Pero no fue sólo Jyou.

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Cada una de las experiencias de los niños en el lago había sido dolorosa, pero claramente

todos habían madurado.

–Oigan, ¿qué es eso?– preguntó Takeru, señalando la superficie del agua.

Mientras observaban, algo sucedió.

Gwoooooh…

Con un rugido atronador, el lago se abrió en dos.

–¡Geh geh geh geh!– exclamó Jyou exageradamente, pero esta vez no estaba actuando.

–¡Miren! ¡Hay una casa en el fondo del lago! Y… ¿un robot?– dijo Mimi.

Tal como lo dijo, había una mansión japonesa asentada en el descubierto fondo del lago y el

cuerpo blanco de un robot a su lado. Alguien salió del interior de la casa y los saludó con la

mano.

–¡Es Centarumon!– gritó Koushiro. –¡Fue controlado por un engrane negro en la Isla File y nos

atacó, pero es un Digimon bueno!

Al escuchar eso, Taichi dijo. –Bajemos. Parece que quiere algo.

Centarumon rápidamente los instó a pasar a la mansión. Al igual que la puerta se cerraba

detrás de ellos, las dos mitades separadas del lago se unieron una vez más, encerrándolos bajo

el agua.

–Mantener el lago abierto hace que la protección pierda efecto, pero no se lo puede hacer por

mucho tiempo– explicó Centarumon, pero los niños estaban fascinados por el espectáculo

subacuático y no le prestaron realmente mucha atención.

–Permítanme enseñarles el cuarto de huéspedes. Tenemos comida preparada esperándolos

allí, así que pueden descansar tranquilos.

La habitación a la que los llevó era un tatami de veinte de ancho, repleta de plantas y una

amplia mesa de palo de rosa en el centro con un magnifico banquete esperándolos.

–Es como si estuviésemos en un viaje escolar– dijo Jyou luego de comer hasta saciarse,

frotándose el estómago lleno. Se acostó desparramado encima de las alfombrillas, respirando

profundamente para digerir la comida.

El resto de los niños se sentaron cómodamente con sus piernas extendidas o despatarrados

por el suelo. Como si estuviera exhausta luego de su evolución, Pyocomon roncaba

suavemente en el regazo de Sora.

En ese momento, la puerta corrediza suavemente se abrió.

–Lamento haberlos hecho esperar, niños.

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Frente a la puerta había un anciano con una cara arrugada. El poco cabello que le quedaba

estaba atado con una coleta alta.

–¿G–Gennai?

Los niños que estaban durmiendo se despertaron sobresaltados, mientras los que estaban

sentados en el suelo se enderezaron. Todos estaban muy sorprendidos.

Gennai asintió con la cabeza ante la exclamación de los niños. –Ese soy yo.

Centarumon estaba parado detrás de Gennai. Taichi se levantó inmediatamente y se precipitó

hacia Gennai.

–Oye, anciano– exclamó indignado. –¿Por qué no te mostraste antes?

Los otros niños también se reunieron frente a Gennai.

–Una vieja herida en la espalda me está causando dolor– respondió Gennai, encogiéndose de

hombros. –No podía salir de aquí, lamento decirlo.

***

–El Digimundo es similar al nuestro, pero es extraño en algunos lugares. Sus leyes de la física

son un desastre, ¿por qué?

Con su corazón curioso, Koushiro estaba lleno de preguntas.

Se encontraban en el estudio de Gennai, con varias partes de máquinas y modelos de

prototipos esparcidos por todo el suelo de madera. Las paredes estaban hechas de largos

paneles de resina.

Los otros niños estaban durmiendo en el cuarto de huéspedes, agotados por el cansancio del

viaje y el alivio de estar a salvo en un refugio seguro.

Sin embargo, únicamente Koushiro no podía dormir. Estaba cansado, pero había tantas cosas

que quería preguntarle a Gennai.

–Para entender esto, primero debo explicarte la composición de este mundo. Este mundo…el

Digimundo, está formado con los datos de la red informática de su mundo. No obstante, no es

una realidad virtual. Es un lugar en donde la información y los datos de la red se materializan

en forma real. La razón por la que este mundo parece extraño se debe a que cuando esos

datos tomaron forma, ya estaban fragmentados o rotos.

–¿Qué son los Digimon?

–Los Digimon son las manifestaciones físicas de los datos que actúan como criaturas vivas. Los

Digimon nacen de los digihuevos, cuando su ciclo de vida acaba, mueren y son desintegrados

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en datos para volver a nacer de un nuevo digihuevo. Hablando de eso, los Digimon están

clasificados en tres tipos diferentes. En otras palabras, los data, los virus y los vacuna.

–Señor Gennai, ¿es usted un Digimon también?

–Yo soy diferente. Soy un Agente. No tengo ningún atributo.

–¿Agente?

–Sirvo a Homeostasis. Homeostasis gobierna…no, más bien estudia la estabilidad del

Digimundo. ¿Lo entenderías si lo describiese como un sistema de seguridad? Pero puesto que

no tiene forma física, necesita a alguien que pueda moverse y actuar como sus brazos y

piernas. Eso somos los Agentes.

–¿Es Homeostasis quien nos escogió para ser los Niños Elegidos?

–Es correcto. Como era de esperar de ti, Koushiro. Eres muy perspicaz. Pero no me preguntes

por qué fueron elegidos. Homeostasis deberá usar un medio algún día para contárselos.

–¿Qué son los Digivices y los Emblemas?

–Son herramientas hechas para que coincidan con el carácter único de cada Niño Elegido. Cada

una de sus funciones es diferente, pero para ser mutuamente vinculados, ustedes Niños

Elegidos y sus compañeros Digimon deben compartir un cierto tipo de información.

Gennai explicó hasta donde sabía, por supuesto había muchas cosas que ni siquiera él conocía.

Como por ejemplo, por qué se creó el Digimundo.

–No lo sé. En su lugar, permíteme preguntarte. –¿Sabes cómo fue creado tu mundo?

Koushiro estuvo a punto de contestar “El Big Bang”, pero se contuvo. La teoría era solo una

hipótesis, a menos que alguien lo haya visto por sí mismo.

Sólo hubo una pregunta a la que Gennai pospuso su respuesta.

–¿Cuál es el objetivo de los Niños Elegidos? Además, ¿podremos regresar a nuestro mundo?

–Te lo explicaré junto con los demás mañana. Ahora, ya es tarde así que debes descansar un

poco. Pero antes de eso, quisiera que me prestaras tu ordenador portátil para añadirle algunas

funciones convenientes.

***

Y entonces, amaneció.

Después de la comida y de un sueño reparador, las caras de todos los niños se veían y se

sentían refrescadas. Los ánimos de los Digimon también fueron restaurados, y regresaron a sus

estados normales.

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Luego de desayunar, todos doblaron las frazadas que cubrían sus camas. Nadie se los había

ordenado. Después de ver a Yamato tomar la iniciativa, todos los demás siguieron su ejemplo.

Como si hubieran calculado el momento en que terminarían, Gennai y Centarumon llegaron a

la puerta justo cuando acababan de acomodar todo.

Sentados cómodamente, los niños esperaron a Gennai para comenzar a hablar.

En primer lugar, Gennai le devolvió a Koushiro su ordenador portátil. En un lateral del

ordenador había un puerto que, obviamente, fue añadido improvisadamente. Cuando

Koushiro preguntó que era, Gennai explicó. –Es un puerto que envía información desde el

Digivice al Digimon Analyzer.

Al parecer el Digivice tenía una función que registraba la información de los Digimon que

habían visto hasta ahora. Al conectar un Digivice al ordenador de Koushiro, la información en

su interior se mostraría en el programa Digimon Analyzer que había sido instalado en el

ordenador.

Luego de explicar eso, Gennai habló de un tema diferente. –Por cierto, hay algo que debo

decirles.

Gennai cruzó los brazos detrás de su espalda.

–En lo profundo de las montañas a solo unos pocos pasos al oeste de aquí, hay un castillo

llamado el “Castillo de Vamdemon”.

–¿Vamdemon? ¿Te refieres a ese Vamdemon?– preguntó Piyomon. Las caras de los demás se

pusieron rígidas de la ansiedad.

–Es correcto. Vamdemon está reuniendo tropas en este momento.

–¿Para atacarnos?– preguntó Palmon preocupada, pero Gennai negó con la cabeza.

–No. Se está preparando para una invasión.

–¿Una invasión…a dónde?– preguntó Sora.

Ya sea a propósito o por casualidad, Gennai no respondió de inmediato. En su lugar, se aclaró

la garganta.

–A su mundo. Vamdemon planea matar al octavo niño elegido en su mundo.

Por un momento, los niños no entendieron lo que había dicho.

–E–El octavo…¿quieres decir que hay otro Niño Elegido?– preguntó Mimi.

–Mmm– dijo Gennai, asintiendo con la cabeza. –Vamdemon parece creer que el octavo niño

está en Hikarigaoka, pero sabemos que ya no vive allí. Pero donde se encuentra ahora…no lo

sabemos. Sin embargo, los Niños Elegidos cumplirán su destino cuando los ocho se hayan

reunido. Si uno de ustedes desaparece, será el fin de este mundo y del suyo. Por favor, niños.

Encuentren a su octavo compañero y protéjanlos.

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55

OPERACIÓN: INVADIR EL MUNDO REAL

La noche era eterna allí.

Las gruesas nubes negras sin ningún hueco entremedio impedían al bosque por debajo recibir

la luz del sol alguna vez. Era el hábitat perfecto para los Digimon amantes de la oscuridad.

Sin embargo, ni siquiera los Digimon que vivían en el bosque se atrevían a acercarse a la

elevada montaña que se cernía frente a ellos. Le temían. Tenían miedo a las ruinas del castillo

alzado en la cima de la montaña, y a Vamdemon que acechaba en su interior.

¡Hiiiiiiiiiiiiiiiih!

En lo profundo de los pasillos sombríos del castillo, cubiertos de musgos, se oyó una voz gritar.

El grito pertenecía a PicoDevimon, quien estaba atado a un poste y colgado sobre fuego como

un cerdo asándose.

Estaba en la sala de tortura de Vamdemon. A lo largo de sus paredes, donde las salpicaduras

de sangre se habían secado, colgaban instrumentos de tortura que mostraban claramente el

placer sádico de su dueño.

–¡P–Por favor, perdóneme, señor Vamdemon!– PicoDevimon suplicó desesperadamente, pero

Vamdemon sonrió fríamente bajo su máscara roja. Sus delgados dedos con uñas afiladas,

como las de un ave de rapiña, apartaron el flequillo rubio que colgaba sobre su rostro pálido.

–¿Creíste que podías ocultarme que los emblemas fueron robados?

Su voz no era de enfado. De hecho, sonaba casi feliz. Era obvio que se estaba divirtiendo,

disfrutando de los ojos llenos de miedo, los gritos, la cara desencajada por el dolor.

Qué cosa más desagradable…pensó Wizarmon, apartando la mirada.

De pie junto a él estaba Tailmon, que parecía compadecerse de la dura situación de

PicoDevimon, a juzgar por la expresión en su cara.

Desde que ella y PicoDevimon competían para ganar la confianza de Vamdemon, no habría

sido extraño que disfrutase de su fracaso. Tal vez la razón por la que no lo hizo fue porque

había sufrido el mismo castigo por parte de Vamdemon.

Las lenguas de fuego lamían el cuerpo de PicoDevimon.

¡Hiiiiiiiiiiiiiiiih!

Humo negro emergió a espaldas de PicoDevimon como un caucho quemado.

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Luego de que el castigo haya terminado (o más precisamente, luego de aburrirse de azotarlo),

Vamdemon abandonó la sala de torturas.

Tailmon inmediatamente caminó detrás de la arrastrada capa roja de Vamdemon, y Wizarmon

la siguió lo más discretamente posible.

Las pisadas de las botas de Vamdemon sonaron en el silencio, aunque el sonido fue absorbido

por los pasillos circundantes y su eco regresaba unos segundos después.

Aunque los pasillos no eran estrechos, no había esquinas rectas a las cuales poder llamar como

tales. Daba la sensación de que estaban atrapados en su interior. Si quien no lo conocía

entraba al castillo, se perdería de inmediato y se volvería loco. Sólo Wizarmon se había

percatado de ello.

El pasillo que tomaron los condujo a un patio, que también se veía extraño. Por ejemplo,

Wizarmon que ahora observaba, podía ver a Nanimon adiestrando a los Veggiemon con su

enérgico grito: “Abajo”. Lo que iría arriba estaba abajo, y lo que iría abajo estaba arriba. En

otras palabras, el espacio allí estaba deformado. Las distorsionadas escaleras y los caminos

creaban un mundo trampantojo.

Vamdemon se detuvo. Allí estaba la puerta de su habitación, pero no hizo ningún intento por

abrirla.

Tailmon le indicó a Wizarmon con una seña. Y entonces este se apresuró a abrir la puerta.

La habitación, con sus cortinas cerradas, era ligeramente oscura y tenía olor a humedad.

Ambos lados del a habitación estaban adornados con estantes repletos de gruesos

manuscritos antiguos, y junto a la ventana…que no permitía que la luz se filtrase desde el

exterior, había un ornamental escritorio.

Vamdemon caminó en esa dirección, tomando las cartas que había allí en lugar de libros.

Luego, se dirigió hacia los estantes del lado derecho de la habitación, giró las agujas de una

brújula que colgaba sobre la pared.

Con un leve chirrido, los estantes se hicieron a un lado. Apareciendo por detrás una escalera

negra que conducía a una habitación de piedra subterránea. Echando hacia atrás su capa,

Vamdemon entró.

Desde luego, Tailmon y Wizarmon no se quedaron atrás.

Velas rojas encendidas colgaban a lo largo de las paredes de la escalera caracol, su cera

chorreaba como sangre a sus pies.

Al ver las llamas de las velas proyectándose en una larga sombra sobre las paredes, Wizarmon

tuvo un mal presentimiento. Sintió como si un mal presagio lo esperaba.

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Incluso cuando llegaron al fondo de la habitación de piedra, ese presentimiento no

desapareció. De hecho, se volvió aún mayor.

Delante de ellos había una gran puerta que conectaba el Digimundo con otros.

Si bien Wizarmon había recorrido muchos mundos diferentes, ver esa puerta le dio la

desagradable sensación de que ese sería su último viaje.

Vamdemon se paró frente a la pizarra de piedra en medio de la habitación.

La mitad de esta estaba dividida en cuadrados de 3×3, con un signo ∴a su izquierda y tres

formas diferentes de cuadrados tallados en su lateral derecho. Sobre estos había la foto de un

león, la de un arquero y la de un mono. Dentro de cada cuadrado, yendo hacia abajo, había un

número creciente de estrellas: ☆, ☆☆ y ☆☆☆.

Vamdemon puso las cartas, que tomó de su habitación, sobre la pizarra de piedra. Y entonces,

desde su lugar y sin dirigirse a nadie en particular, habló.

–La llave está en mi poder. Revela el significado oculto de las cartas y el orden en el que

corresponden. Luego la puerta al otro mundo se abrirá…je je je je je. Oh, niños elegidos, por

mucho que se resistan, ya es demasiado tarde.

***

¡Screeeeeeeeech!

Un enjambre de Dokugumon se dejó caer del techo al suelo, gateando hacia Taichi y los

demás.

–Déjenmelo a mí!– gritó Gabumon.

–¡Está bien!

El Digivice y el Emblema de Yamato brillaron.

Gabumon digi–evoluciona a… ¡Garurumon! Garurumon súper digi–evoluciona a…

¡WereGarurumon!

¡Garras de Lobo!

Palmon digi–evoluciona a… ¡Togemon! Togemon súper digi–evoluciona a… ¡Lilimon!

¡Cañón de Flor!

Sus ataques especiales convirtieron a los Dokugumon en partículas de datos.

–¡Pelearé también!– exclamó Agumon, pero Taichi negó con la cabeza.

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–No puedes convertirte en MetalGreymon en este apretado lugar, nos aplastarás a todos.

–Oh, ya veo– dijo Agumon, rascándose tímidamente la cabeza.

Si bien los Dokugumon les hicieron pasar un mal rato, los niños lograron deshacerse de ellos y

avanzar a la siguiente área.

Un Digimon estaba allí esperándolos. Este se veía como la deforme cabeza de un anciano con

piernas y gafas de sol. Los Veggiemon, vestidos como soldados rasos, esperaban sus órdenes a

su espalda.

–¡Es mi turno!

Justo cuando Tentomon estaba a punto de lanzar su súper trueno…

¡Hyaaaaaah!

Los soldados se dispersaron como hojas al viento.

–¿Qué Digimon era ese?– dijo Tentomon. Koushiro inmediatamente lo comprobó con su

Digimon Analyzer.

–Su nombre es Nanimon,

De todos modos, agradecieron que nadie se interpusiera en su camino. Necesitaban preservar

la mayor cantidad de energía posible. Hasta que llegaron a la habitación de piedra, donde

Gennai les había dicho que se encontraba la puerta que los llevaría al mundo real.

***

–¡Malas noticias, señor Vamdemon!

PicoDevimon, que había terminado el tratamiento de sus heridas, llegó volando a la habitación

de piedra.

En ella, los Digimon que Tailmon había reclutado de diferentes áreas fueron alineados,

esperando la orden de partida.

De pie frente a la pizarra de piedra con una mirada impasible en su rostro, Vamdemon

preguntó. –¿Qué? ¿Han llegado los Niños Elegidos?

–Sí, señor. ¿Qué debemos hacer?

–Déjenlos. Prepárense para partir– dijo, alzando la voz en las últimas palabras.

Aclamaciones de conformidad resonaron a lo largo de toda la pequeña habitación de piedra.

–Préstenme atención. Su objetivo es el octavo niño elegido. Encuéntrenlo y mátenlo.

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–¡Siiiii!

–Cubran todo de oscuridad con el poder de las tinieblas.

–¡Siiiii!

Wizarmon sin entusiasmo sacudió su puño en el aire. Sobre su cabeza, oyó voces.

¡Llama Bebé!

¡Fuego Mágico!

¡Marcha de Peces!

¡Burbuja de Aire!

Podía decir que los Niños Elegidos habían llegado.

Pero Vamdemon no parecía preocupado en absoluto. Colocó las cartas sobre la pizarra de

piedra y alzó los brazos, recitando un hechizo extraño.

–Tlön, Uqbar, Orbis Tertius.

El montón de cartas flotaron en el aire como si estuvieran siendo barajadas por una mano

invisible, se separaron y encajaron perfectamente en los nueve espacios de la pizarra de

piedra.

La puerta que los conectaba al otro mundo, la misma que le brindaba a Wizarmon un horrible

presagio de muerte, se abrió lentamente.

–¡Siiii!

La luz con los colores del arcoíris brilló del otro lado de la puerta.

–¡Agghh!

Como quien ama la oscuridad y detesta la luz, Vamdemon se cubrió con su capa. Y, como si le

escapara, se zambulló en el ataúd dentro del carruaje tirado por Devidramon, cerrando la tapa.

–¡Adelante!– fue el grito de PicoDevimon. Aprovechó la oportunidad de tomar el mando que,

por derecho, le correspondía antes que a Tailmon.

–¡Esperen!

–¡No permitiremos que vayan a nuestro mundo!

Los niños elegidos llegaron a la carga bajando la escalera caracol.

–¡Hya hya hya!– PicoDevimon batió sus alas en estado de pánico. –¡Son los Niños Elegidos!– y

ordenó a los Digimon. –Atrápenlos.

Pero ninguno de ellos se movió. Era lógico. Había sido Tailmon quien los había reclutado.

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–¿Q–Qué sucede con ustedes?– dijo PicoDevimon nerviosamente. –¡Ataquen!

Observando a PicoDevimon perder los nervios, Tailmon resopló burlonamente. Luego,

dirigiéndose a los Digimon que había traído consigo, dijo con calma. –Continúen adelante con

el señor Vamdemon. Yo me encargaré.

Obedeciendo sus órdenes, los Digimon cruzaron uno a uno la puerta. El carruaje que llevaba el

ataúd de Vamdemon iba detrás.

–¿Estarás bien sola?– preguntó Wizarmon a Tailmon, preocupado.

–Estaré bien– respondió Tailmon. El anillo en su cola se mecía tintineando. –No te preocupes,

Wizarmon. Vete.

–Entendido. Nos veremos en el otro mundo.

Dicho lo cual, Wizarmon se dirigió a la puerta.

Justo antes de cruzarla, miró hacia atrás por última vez. No era para ver a Tailmon. Sino

porque quería conservar en su memoria los recuerdos de ese mundo que podría nunca volver

a ver, de ese Digimundo que lo había llevado a encontrarse con Tailmon.

–¿Quién es este ahora?– dijo Ikkakumon.

A su lado, Jyou dijo. –Fuera, fuera. Sal del camino. No querrás salir lastimado.

Era a Tailmon a quien le estaba hablando.

Ni Jyou, Ikkakumon o el resto del grupo conocía la verdadera fuerza de Tailmon. Era difícil

imaginar que su pequeña figura de aspecto inocente haya pasado por muchas batallas.

–Me están subestimando– dijo Tailmon, un poco molesto. –Miren esto.

Tailmon saltó.

Greymon le lanzó un claro golpe con la mano, pero Tailmon lo esquivó dando una media vuelta

y se posó sobre su pecho.

¡Golpe de Gato!

Parecía como si sólo hubiese tocado ligeramente a Greymon. Pero su poder inimaginable atacó

a Greymon y…

¡Waah!

Greymon perdió el equilibrio.

–Es más fuerte de lo que parece.

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Mientras Yamato decía lo obvio, Kabuterimon, Birdramon, Ikkakumon y los otros se

prepararon para luchar. Aun así, Tailmon continuó con sus golpes de gato, derribándolos.

Patamon voló y se ubicó delante de la puerta, luchando con PicoDevimon.

–¡Si no nos damos prisa, la puerta se cerrará!– exclamó.

–Lo sé. ¡Maldita sea!– dijo Taichi irritado, y apretó su emblema.

Viéndolo desear evolucionar a su Digimon a nivel perfecto, Tailmon decidió que era hora de

marcharse.

La puerta pronto se cerraría.

Yendo a lo seguro, Tailmon golpeó a cada uno de los Digimon antes de correr hacia la puerta.

–¡Ah!

Sólo una pequeña abertura quedaba de la puerta cuando Tailmon y PicoDevimon la cruzaron,

cerrándose bruscamente a sus espaldas.

–N–No puede ser…

Los niños se quedaron atónitos.

Era su única oportunidad de regresar a su mundo.

Era su deber proteger al octavo niño elegido.

–¡Maldita sea!

Taichi corrió hacia la puerta, golpeándola con los puños en señal de frustración y

desesperación. Pero esta no se movió.

Los puñetazos de Taichi sólo sonaban en vano a través de toda la habitación de piedra.

Mientras permanecían allí perdidos, los ojos de Koushiro se posaron en las cartas esparcidas

por el suelo.

Gennai le había contado que había oído algo acerca de unas cartas. Que cuando estas fueran

ubicadas correctamente en la pizarra de piedra, se abrirían las puertas a otros mundos.

Cada una de las cartas tenía una imagen de un Digimon, y había nueve en total.

Koushiro miró en la pizarra de piedra la imagen de un león, la de un arquero y por último la de

un mono. Allí había también tres grupos de estrellas.

En otras palabras…

Tenían que ubicar una carta en cada espacio.

Mientras Koushiro las estudiaba, no supo que Sora se paró detrás en algún momento.

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Y entonces ella le preguntó. –¿Sabes lo que significan?

–No, en absoluto. Pero esta marca ∴en la pizarra parece familiar. Tal vez fue Aleister Crowley…

–¿Aleister Crowley? ¿Quién es ese?

Mientras debatían, sus otros amigos se reunieron a su alrededor.

Gennai había advertido que si las cartas eran colocadas de la manera incorrecta, podrían

acabar en un mundo completamente diferente al mundo real o al Digimundo. También existe

la posibilidad de que al momento de cruzar la puerta, sus datos se desintegrasen y perdiesen

sus cuerpos.

Por lo tanto, tenían que ser cuidadosos con el orden que escogieran.

–De todos modos, intentémoslo– dijo Taichi, y tomó las nueve cartas de la mano de Koushiro.

Cada una de ellas tenía un diseño diferente.

Gomamon

Kuwagamon

Andromon

Unimon

Elecmon

Drimogemon

Gazimon

Digitamamon

TonosamaGeckomon

–Mmm.

Dibujando cuadrados de 3×3 en el suelo, Taichi probó su idea primero.

Observando como colocaba las nueve cartas en sus lugares, Jyou preguntó. –¿Qué es eso?

–Los chicos buenos, los malos y los sucios.

–Eso no puede ser.

Esta vez Jyou se arrodilló para intentarlo.

–Los pequeños, los normales y los grandes.

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El siguiente fue Yamato, quien los dividió según la fuerza.

Sora los separó por su hábitat, y Mimi por el número de letras en sus nombres.

Ni la elección de Sora como la de Mimi encajaba.

Continuaron intentándolo por turnos, hasta que Jyou luego de un momento, se puso de pie.

–No tiene sentido.

–No, no digas eso– protestó Mimi, a punto de llorar.

Pero Jyou dijo con calma. –No tenemos en que basarnos para saber que combinación es la

correcta.

Todos se quedaron callados. Jyou tenía razón.

Justo cuando un sombrío silencio invadía la habitación, Jyou habló.

–Taichi.

–¿Mmm?– Taichi miró a Jyou, quien dijo con una mirada animada en su cara.

–Te lo encargo, Taichi.

–¿Q–Qué?

–No intento evitar la responsabilidad. Confío en tu juicio.

Yamato se puso de pie.

–Yo también. Seguiré lo que decida nuestro líder– dijo con firmeza.

–Oye, ¿desde cuándo me convertí en líder?

–En el momento en que desapareciste de entre nosotros, todos nos separamos. Fuiste tú,

Taichi, quien nos reencontró de nuevo.

Las palabras de Yamato no tenían ni el más mínimo indicio de sarcasmo. Ellas venían

directamente de su corazón.

–Chicos, están de acuerdo, ¿verdad?– preguntó Jyou.

Sora, Koushiro, Mimi, Takeru y por supuesto todos los Digimon asintieron.

–Mmm…– reflexionó Taichi.

Independientemente de si era o no la persona adecuada para ser el líder, quería responder a

los sentimientos unánimes de todos. Al igual que en su momento había contado con la ayuda

de sus amigos cuando se sentía deprimido por lo sucedido con SkullGreymon, ahora tenía que

hacerlo por ellos.

Creer en el otro es lo que hacen los amigos.

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–Está bien.

Taichi cogió las cartas y se paró frente a la pizarra.

No intentaba escapar a la gran responsabilidad de acarrear con la vida de todos en sus manos.

Pero por más que mirase la pizarra, no hallaba una buena solución.

Taichi intentó verlo como un partido de fútbol.

Era la oportunidad de un tiro libre que convertiría la puntuación. Las cartas eran la pelota, y la

pizarra de piedra la portería. Los ojos de todos estaban puestos en él mientras se preparaba

para patear.

Ahora, ¿hacia dónde debía patear? Si conociera los movimientos del portero, los utilizaría a su

favor. Pero aquí, no lo hacía. Podía dejárselo al azar, pero si hubiera alguien que supiera las

manías del portero, podría preguntárselas…

–Koushiro.

Oyendo a Taichi llamarlo en el momento en que se decidiría sus destinos, Koushiro preguntó. –

¿Q–Qué?

–¿Puedo preguntarte en qué orden pondrías estas cartas?

–O–Oh, no. ¿Me estás pidiendo que decida?– dijo Koushiro con lágrimas en las esquinas de sus

ojos.

Pero Taichi dijo. –No, tonto, yo decidiré. Sólo es que, desde que llegamos aquí, hemos

confiado en tu inteligencia para atravesar una situación difícil. No puedo pasar por alto eso en

lo que podría ser nuestro último momento.

Y Taichi sonrió.

Todos los ojos se concentraron en Koushiro. Pero en lugar de sentirse angustiado por sus

miradas, sintió su apoyo. En cada uno de sus ojos, Koushiro pudo ver que todos lo reconocían

como el legítimo estratega del equipo.

Antes de ahora, antes de que llegara al Digimundo, Koushiro se había considerado un ser

humano insignificante y sin valor. Sabía de computadoras, ¿pero de que servía? Incluso era

consciente de que sobresalía como un sabelotodo en clases, y pensaba que si él no existía, el

mundo aún continuaría.

Nada alejado del momento en que Koushiro descubrió el secreto de su nacimiento.

Cuando era mucho más joven había oído hablar a sus padres en voz baja en la sala de estar

mientras se dirigía al baño una noche.

–Oye, cariño, ¿cuándo le diremos la verdad?

–Esperemos un poco más. Si le contamos ahora, Koushiro se traumará…

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Con tan sólo esas palabras, Koushiro supo que no era hijo de sus padres.

No sabía a quién pertenecía. Su propia existencia era incierta.

No sabía cómo acercarse a sus padres, y su timidez creció a la hora de interactuar con otras

personas.

Pero ahora mismo, justo aquí, Koushiro era alguien que todos necesitaban.

–Está bien. Lo haré.

Koushiro cambió sus sentimientos de ansiedad por confianza, su voluntad vacilante por creer

en sus propias habilidades. Taichi retrocedió para que Koushiro pudiera quedar frente a la

pizarra de piedra.

Entonces…

Koushiro pensó.

¿Qué debo hacer primero?

Si existe una regla que esas nueve cartas deben seguir, entonces primero debía comprender su

significado.

En otras palabras, necesitaba la información de los Digimon en esas cartas.

Información Digimon…Información Digimon…

Eso es, usaría el Digimon Analyzer que Gennai le había dado.

Koushiro se arrodilló en el suelo y encendió su ordenador portátil.

Preguntándose lo que estaba haciendo, los otros observaron cada uno de sus movimientos.

Gomamon: mamífero Digimon marino, nivel infantil, vacuna.

Kuwagamon: Digimon insecto, nivel adulto, virus.

Andromon: Digimon cyborg, nivel perfecto, vacuna.

Unimon; Digimon bestia mítica, nivel adulto, vacuna.

Elecmon: Digimon mamífero, nivel infantil, data.

Drimogemon; Digimon bestia, nivel adulto, data.

Gazimon: Digimon mamífero, nivel infantil, virus.

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Eso era todo lo que sabía. Pero los datos de Digitamamon y TonosamaGeckomon no estaban

en su Digivice. Eso se debía a que no los había conocido.

–¿Alguien conoció a Digitamamon y a TonosamaGeckomon?

–Ah, yo– dijo Jyou, y le entregó a Koushiro su Digivice.

Cuando lo conectó en su ordenador, la información apareció.

Digitamamon: Digimon perfecto, nivel perfecto, data.

TonosamaGeckomon: Digimon anfibio, nivel perfecto, virus.

Al comparar todo, Koushiro notó una regla. Todos se dividían claramente en data, virus y

vacuna, como así también en los niveles infantil, adulto y perfecto.

–¡Eso es!– gritó Koushiro a pesar suyo. Los gritos anticipados de todos se alzaron aún más.

–Pero…

No entendía el significado del león, el arquero y el mono en la pizarra. El león y el arquero

formaban parte de las doce constelaciones, pero ellas no incluían un mono. Se los imaginó en

su cabeza. Y entonces…

–¡Ya veo!

Koushiro usó el Digimon Analyzer una vez más. Y encontró la información que estaba

buscando.

Leomon: Digimon hombre bestia, nivel adulto, vacuna.

Centarumon: Digimon hombre bestia, nivel adulto, data.

Etemon: Digimon marioneta, nivel perfecto, virus.

–¡Lo tengo!– gritó Koushiro. –El león, el arquero y el mono representan a Leomon,

Centarumon y Etemon. Cada uno de ellos tiene su propio atributo. En otras palabras, vacuna,

data y virus. Después, creo que el número de estrellas indica de arriba hacia abajo los niveles

infantil, adulto y perfecto. Así que si se colocan las cartas de acuerdo a ambas categorías…

¡Encajaba a la perfección!

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–¡Buen trabajo, Koushiro!

Todos aplaudieron y vitorearon.

Koushiro se veía avergonzado. –Pero no estoy seguro si es correcto o no…– dijo

repentinamente vacilante.

Pero nadie le prestó atención.

Era lo que Taichi (que había dependido de Koushiro para encontrar la respuesta) había

decidido.

Incluso si la respuesta era incorrecta, todos estaban unidos. Eso era mejor que estar solo.

Sus caras relucientes llenaron a Koushiro de felicidad.

–¡Está bien entonces, vamos!

–¡Sí!

Las voces enérgicas de los niños se hicieron eco a través de toda la misteriosa habitación de

piedra.

Taichi colocó las cartas en la pizarra de piedra siguiendo el análisis de Koushiro.

La puerta se abrió.

–¡Bueno, vamos, chicos!

Todos corrieron en su dirección. Para los niños, la luz del arcoíris del otro lado parecía

prometerles esperanzas para el futuro.

CAPÍTULO VI

-Tokio-

01 DE AGOSTO DE 1999

Los autobuses con los niños a bordo llegaron a Odaiba. El campamento de verano fue

cancelado debido a la inesperada nevada, así que en vez de atenerse al plan original de dormir

esa noche, decidieron regresar a casa.

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–La profecía del juicio final resultó ser falsa, pero no me esperaba una nevada así– Ichiro

Fujiyama, el profesor del salón de clases 5–2 de la escuela primaria de Odaiba, murmuró para

sí.

–De todos modos, me alegro de que los niños estén bien.

Los niños ya habían recogido sus equipajes y formaban fila. De entre el gran número de

estudiantes que subían a los dos autobuses, Fujiyama no se percató de que algunos llevaban

más equipaje que el que tenían al llegar al campamento.

–Profesor, ¿Cuál es la profecía del fin del mundo de la que habla?

–Es una profecía de Nostradamus. Dijo que en julio de 1999 algo terrible sucedería. Lo escuché

cuando era niño. Ah, espera, olvídalo, no es importante. Ya casi estamos en casa, así que vayan

directo con sus familias sin desviaciones, ¿entendido? Sus padres se preocuparan por ustedes.

–¡Adiós!

–¡Nos vemos mañana!

Los niños se dispersaron ruidosamente de regreso a sus hogares.

Luego de que Jyou caminara un buen trecho, Gomamon asomó la cara por la mochila de Jyou.

–Jyou, ¿está bien ahora?

–¿Eh? Oh. Sí, pero esperemos a Taichi y los demás aquí.

Dado que algunos de sus Digimon, como ser Agumon, eran demasiado grandes para caber

dentro de una mochila, tuvieron que esconderse en los portaequipajes de los autobuses y

sujetarse fuertemente.

En el momento en que los autobuses aparcaron, saltaron y se escabulleron entre ellos.

–¡Oh, aquí vienen!

Jyou los llamó. Los niños y sus Digimon tuvieron que dar muchas vueltas antes de llegar, para

no ser descubiertos por el señor Fujiyama y los demás.

–¡Gracias a Dios! Me estaba preocupando por ustedes, chicos.

Taichi cargaba con Agumon. Junto a ellos, Patamon estaba montado sobre la cabeza de

Takeru.

–Estoy bien– dijo Patamon con una sonrisa.

–Shh. Todavía no puedes hablar, Patamon– Takeru cubrió la boca de Patamon con su mano. –

Aún finge ser un muñeco.

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–Pero es tan pesado cargarlos. Espero que pronto evolucionen para que puedan caminar por

su propia cuenta– suspiró Mimi, cargando entre sus brazos con la forma bebé de Palmon,

Tanemon.

–Resultó bastante cómodo– respondió Tanemon. –pero fue duro sujetarse al portaequipaje

del autobús todo el viaje.

Gabumon y Palmon, que habían luchado en sus niveles perfectos de WereGarurumon y

Lilimon en el castillo de Vamdemon, regresaron a sus formas bebé: Tanemon y Tsunomon.

Mimi y Yamato los llevaban consigo a todas partes.

–De todos modos– dijo Sora, mirando a su alrededor para asegurarse que la zona estuviera

despejada. –vayamos a casa por hoy. Todos estamos cansados, y no podemos dejar que

nuestras familias se preocupen por nosotros.

–No parece haber ninguna noticia de Vamdemon y su ejército haciendo estragos tampoco–

añadió Koushiro. Había conectado su ordenador portátil a internet durante el viaje y había

revisado las noticias.

–Dejemos para mañana la decisión de lo que hacer y como buscar al octavo niño elegido– dijo

Sora.

Tokio en agosto era cálido, incluso en los momentos de la puesta del sol. La humedad se

aferraba a sus cuerpos. Era completamente diferente al frio que habían sentido en las

montañas de los campamentos.

Pero a ninguno de los niños le importó. Los edificios que se alzaban frente a ellos eran, sin

lugar a dudas, sus hogares.

–Estamos en casa– dijo Jyou.

En el mundo real, llegaron físicamente la misma mañana, pero mentalmente, más de medio

año había transcurrido. Era una sensación que no sintieron al regresar de sus campamentos,

pero sí ahora.

Cuando despertaron, había nieve por todas partes. Jyou no recordaba que hubo una nevada

justo antes de haber sido enviados al Digimundo, y pensó por un momento que el tiempo

había pasado y el invierno había llegado. Como prueba de que sus aventuras en el Digimundo

no habían sido un sueño, sus Digimon estaban con ellos.

Cuando abandonaron el hokora en lo alto de la montaña y bajaron de regreso a los

campamentos, se reunieron con Fujiyama y sus amigos. No tardaron en darse cuenta de que

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aún era 01 de agosto. Sólo tres horas habían pasado. Sorpresa y alegría los superó al mismo

tiempo, casi haciéndolos olvidar que tenía que ocultar a sus Digimon de sus amigos de escuela.

–Esta es mi casa– dijo Mimi.

Su voz era media solloza. Al acercarse a los apartamentos, sus pasos se aceleraron.

–Nos vemos mañana– dijo Taichi en el cruce peatonal.

Taichi y Yamato vivían en los apartamentos que se encontraban al cruzar la calle y doblar a la

derecha desde allí.

–¡Hablaremos mañana!– gritó, corriendo cuando el semáforo se puso verde. Los demás

también corrieron hacia sus hogares.

Los únicos que quedaban de pie allí eran Yamato, sosteniendo a Tsunomon entre sus brazos, y

Takeru, con Patamon sobre su cabeza.

–Hermano.

Al oír a su hermano llamándolo, Yamato se volvió y comenzó a caminar.

Si regresaba a casa, su padre no estaría en ese momento.

Por el sonido de la puerta de entrada abriéndose, Hikari supo que Taichi había vuelto a casa.

Oyó la voz de su madre diciendo en voz desde la sala de estar.

–¿Taichi? ¿Has vuelto? Algo sucedió, ¿verdad? Recibí una llamada de la escuela que el

campamento fue cancelado.

Cuando Taichi escuchó su voz, metió a Agumon, sin hacer ruido, en su cuarto. Mirando a Hikari

en su interior con una expresión que decía “Cuida de él”, se volvió indiferentemente para

hablar con su madre, que venía caminando de la sala de estar.

–Estoy en casa.

Ella sonrió. No había visto a su madre en más de medio año.

Taichi corrió hacia ella y comenzó a llorar, abrazándola.

–Oye, ¿Qué te sucede?

Hikari fingió no oír la voz confundida de su madre o el llanto de su hermano mayor.

Agumon la miró y sonrió. Hikari le devolvió la sonrisa.

–Eres tú, Koromon. Eres mucho más pequeño esta vez.

Agumon no supo qué quiso decir con “esta vez”, por lo que ladeó su cabeza, perplejo.

–Me llamo Agumon ahora. ¿Está mejor tu resfrío?

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–Si– mientras respondía, se llevó un dedo a los labios y dijo en voz baja. –Shh.

–Estoy bien. No me he lastimado.

Mientras Koushiro le sonreía, su madre no solo se sintió aliviada sino que intuyó que algo

andaba mal. Sentía que ese Koushiro no era el que conocía.

No debería estar pensando en eso.

Hubo una breve pausa antes de que pudiera sonreír.

–Gracias a Dios no sucedió nada. ¿Quieres algo fresco de beber?

–Sí, pero para más tarde. Iré a guardar esto.

Koushiro se quitó la mochila del ordenador portátil que llevaba y entró en su cuarto. Mientras

observaba su espalda, su madre sintió que algo definitivamente había cambiado. Oyó el sonido

de una llave girando en la cerradura.

La residencia de la familia Izumi estaba en el primer piso de ese apartamento, y aunque era

pequeña, tenía un jardín privado. Koushiro abrió silenciosamente la ventana y habló en voz

baja en dirección al jardín.

–Por aquí, Tentomon.

Tentomon asomó la cabeza por detrás de las macetas de las plantas y voló hacia adentro.

–Wow, está caluroso aquí. Simplemente no puedo soportar este calor.

–Shhh. Por favor, cálmate. Te traeré algo de beber.

Alcanzó a ver a Piyomon volar por sobre sus cabezas.

La casa de Sora estaba vacía.

–Pero deseaba conocer a la madre de Sora– dijo Piyomon, haciendo puchero poco después de

entrar volando por la ventana.

–Se me olvidó. Dijo que regresaría tarde a casa porque tenía una clase hoy. Ni siquiera hizo

falta que entraras por la ventana, Piyomon.

–¿Clase?

–Para los arreglos florales. Plantan flores juntas bastantes parecidas. Ella enseña eso.

–Oh, es cierto.

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Además, ¿Qué diría su madre si de pronto se encontrase cara a cara con un Digimon?

–Pero te prometo que te la presentaré algún día.

Había algo que Sora deseaba decirle a su madre antes que nada. No sabía cómo ponerlo en las

palabras adecuadas pero, para empezar, quería decirle: “Gracias”.

–¡La comida que preparas es tan deliciosa, mami!– dijo Mimi con alegría, mientras comía los

kimchi de arroz frito cubiertos con fresas y crema batida.

–Oh, ¿sí? Prueba esto también, es la fría ensalada udon con trozos de jamón y jarabe de

chocolate.

La madre de Mimi, Satoe, sonrió mientras extendía un plato.

A ojos de la sociedad, su menú familiar era…hablando en término cortés, inusual. Para

empezar, a menudo contenían combinaciones de alimentos que uno normalmente no ve.

Si bien hubo muchas cosas que Mimi no había podido soportar en el Digimundo, la razón de

ser quien menos se quejaba en el grupo a la hora de la comida, fue porque así era como

habitualmente comía.

De hecho, la mayoría de las combinaciones de los platos se hicieron a gusto de Mimi.

–Está bien, gracias y…

El tenedor de Mimi se detuvo a medio camino hacia su boca.

–¿Qué sucede? ¿Estás llena?

–No, quiero comer más y más. ¿Pero puedo llevarlo a mi cuarto?

–Está bien, si eso es lo que quieres hacer, Mimi.

La personalidad despreocupada de Satoe no encontró en las acciones de su hija la más mínima

sospecha.

Si veía a Mimi (quien regresaba a su cuarto con un plato rebosante de comida) alimentando a

una criatura parecida a un bulbo de planta con ojos y una boca, probablemente no se

asombraría tampoco.

–¡Esto es tan sabroso! Mimi, tu mamá cocina genial.

–¿Si?

Debido a que el cuarto de Mimi estaba lleno de muñecas, el bulbo de planta,

Tanemon, masticando un pedazo de jamón, no parecía fuera de lugar.

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–Ojalá pudieras quedarte aquí conmigo para siempre, Tanemon.

–Tienes razón. Lo sé.

Después de todo el esfuerzo para volver a casa, ¿tendría que regresar a ese mundo otra vez?

¿Tendría que luchar de nuevo?

Mimi se deprimió.

–Ahhh, los baños calientes son lo mejor que hay.

–Yo lo habría preferido un poco más tibio.

Mientras viajaban esos meses por el Digimundo, la preocupación de Jyou habían sido sus

estudios escolares. Puesto que era el único alumno de sexto grado del grupo, y nadie

consideraba dar un examen de ingreso a la escuela secundaria privada, no podía hablar de ello

con nadie. Era un gran problema para él. Sin olvidarse de estudiar, se había convencido de que

el día del examen ya había pasado.

Pero si bien habían transcurridos meses en el Digimundo, solo unas pocas horas lo hicieron en

el mundo real.

–Todavía puedo hacerlo. Gracias a Dios.

–¿No sería mejor simplemente renunciar a ello por completo?

–No puedo hacer eso, es muy importante para mí. Mi papá es médico y mis hermanos se están

esforzando para convertirse en médicos también.

Tenía que estudiar mucho, ingresar a las mejores escuelas, obtener buenas calificaciones como

sus hermanos, y convertirse en el médico que su padre quería que fuera.

–Mis hermanos son increíbles. No solo tienen buenas calificaciones, sino que Shin–niisan

siempre fue elegido como presidente del consejo estudiantil, y Shuu–niisan también es bueno

en atletismo. Incluso participó en los equipos nacionales de atletismo una vez. Pero…

Miró su Digivice, pero este no tenía la capacidad de mostrar la ubicaciones de los otros como

lo hacía el de Taichi.

–Esto es más importante ahora. Tenemos que encontrar al octavo niño elegido de alguna

manera.

–Fhwaaaaaah– bostezó Gomamon.

–¿Tienes sueño?

–Mmm, sólo un poco.

Jyou se dio cuenta que también estaba un poco cansado. Hasta ahora, acostado en su cama,

nunca había pensado en lo cómodo que sus sábanas se sentían.

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–Ha sido un día muy largo– susurró, mientras se sumía en un profundo sueño.

NOCHE

Yamato y Takeru estaban a bordo del tren Yurikamome rumbo a Shinbashi.

–Papá no ha vuelto a casa después de todo.

–Sí, nunca vuelve a esta hora.

–Así que trabaja hasta tarde la noche del domingo. Debe ser duro.

El padre de Yamato trabajaba en una estación de televisión, y a menudo llegaba tarde a casa.

Los dos niños tenían que prepararse la cena. Como Yamato estaba acostumbrado a cocinar,

usó lo que quedaba en la nevera para hacer pastas.

–Eran ricos espaguetis– dijo Takeru.

Patamon asintió calladamente. Él junto a Tsunomon viajaban en sus regazos, fingiéndose ser

animales de peluche.

Después del divorcio, Takeru y su madre se mudaron a Sangenjaya. Como se suponía que

Takeru dormiría esa noche en los campamentos, su madre probablemente trabajaría hasta

tarde ese día.

Sin embargo, Yamato pensó…sería mejor que Takeru regresara a casa también.

Estar en el Digimundo significaba que no veía a su madre por más de medio año. No hablaba

de eso, pero debía querer verla pronto.

En cualquiera caso, no debía regresar solo a casa. Por eso, Yamato lo acompañaba Sangenjaya.

Alguien observaba el Yurikamome.

Aunque hacía calor, aún luego de la puesta del sol, llevaba una larga capa que le cubría el

cuerpo y ondeaba al viento. Era el subordinado de Tailmon, Wizarmon.

Wizarmon sabía que dos de los niños elegidos estaban en el Yurikamome. Pero en lugar de

mostrarse interesado por perseguirlos, desapareció en la oscuridad de la noche.

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***

–Las comunicaciones por teléfono celular están caídas en todas las zonas a lo largo de Tokio,

seguidas por la señal bloqueada de la televisión y las ondas de radio. Existen altas sospechas de

que alguien está utilizando ondas ilegales para obstruir los sistemas de comunicación

eléctricos. El primero de dichos fenómenos ocurrió esta tarde, en el distrito de Nerima cerca de

Hikarigaoka…

–¿Entonces? ¿Encontraste algo?

El padre de Yamato Ishida, Hiroaki, hablaba por teléfono mientras veía las noticias en los

monitores de televisión. Estaba hablando con Chioka, el asistente del director.

–Nada aún, señor. El alcance es demasiado grande. Pensé por un momento que era sólo en

Nerima, pero se ha extendido hacia el norte hasta Saitama, al sur de Shinagawa, al este de

Ginza, y al oeste de Ogikubo.

–Oí que ha llegado hasta Kichijouji. No se sabe cuándo alcanzará a Odaiba. Sólo recoge toda la

información que puedas, y no regreses aquí hasta que no hayas encontrado algo.

Colgó el teléfono sin esperar oír una respuesta. Agarrando sus cigarrillos y un encendedor, se

dirigió al área de fumadores. Desde que ese nuevo edificio de oficinas fue construido en

Odaiba, lo único que le molestaba era que ya no le permitían fumar en su escritorio.

–Una radio ilegal terrorista, ¿eh? Vaya, ¿Quién demonios quisiera hacer eso con este calor?–

susurró Hiroaki, mientras exhalaba humo.

La interferencia electromagnética (EMI) que había comenzado en Nerima, se expandía a

medida que pasaba el tiempo. ¿O sería más exacto decir que se esparcía? Era como si

vehículos que transportaban dispositivos estropeados emitieran ondas de radio hacia

diferentes direcciones, desde Nerima a otras partes de la ciudad a la vez. El problema era que

nadie podía encontrar esos vehículos.

–Sin embargo no parecen ser esa clase de dispositivos que los humanos pueden llevar a todas

partes.

Incluso había reportes de que los semáforos no funcionaban. Descubrir donde estaban esos

vehículos o quien era el culpable, antes que la policía u otros canales de televisión los

atrapasen, era el principal desafío en ese momento. Desafortunadamente, el tiempo pasó y no

halló ninguna pista.

No tenía forma de saber que unas criaturas llamadas Digimon eran la causa de esa EMI…o

incluso que sus propios hijos estaban involucrados.

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***

La errática señal parpadeando en la intersección del cruce de Ginza fue restaurada.

Desde lo alto de un edificio, un pequeño gato blanco miraba hacia abajo la larga fila de autos

reanudar su avance lento. Era Tailmon. Dado que ninguno de los humanos que caminaba allí

abajo miraban hacia arriba, nadie se fijó en ella.

A pesar de ser de noche, las luces de neón de Ginza iluminaban el cielo, y resaltaron la figura

de un globo negro que se aproximaba. El globo venía batiendo sus alas, pero nadie lo notó

tampoco.

Era PicoDevimon, quien se posó al lado de Tailmon.

–¿Has encontrado al niño elegido?

–¿Y tú?

–Mi papel es el de informar al señor Vamdemon. Encontrar al niño es algo secundario– se

burló PicoDevimon.

Ambos llevaban emblemas. El emblema del octavo niño elegido estaba escondido en un lugar

que nadie conocía. El conocimiento de las artes oscuras le permitió a Vamdemon hacer copias

del verdadero emblema.

Aunque sus réplicas no poseían completamente las mismas funciones que el original, al menos,

el emblema debía brillar al acercarse al niño destinado.

Los subordinados Digimon de Vamdemon usaban esas copias para buscarlo por todo Tokio. A

diferencia de Agumon y los demás en sus formas infantiles, los efectos que los Digimon de

nivel adulto tenían sobre los dispositivos eléctricos en el mundo real eran enormes. Eran sus

propias existencias las que causaron la EMI.

Algunos buscaban desde el cielo, mientras otros en las alcantarillas. Incluso había quien con la

suficiente forma humana, como Wizarmon, o lo suficientemente pequeño, como Tailmon,

buscaban mientras caminaban. Dondequiera que fueran, las señales del tránsito parpadeaban

alocadamente y los teléfonos celulares quedaban fuera de servicio.

Lo que calcularon mal fue el tamaño de Tokio y cuantas personas habitaban allí. Era imposible

saber cuánto tiempo les llevaría encontrar a un sólo niño entre la multitud.

–¿Dónde está el señor Vamdemon?

–Salió a cenar.

Otro error de cálculo de Vamdemon fue la intensidad del sol en pleno verano en Tokio.

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Aunque era un Digimon, Vamdemon compartía las mismas características que los vampiros de

la leyenda, y era sensible a la luz. A diferencia de su castillo en el Digimundo, allí no había

nubes arremolinadas que lo protegieran del sol.

Pero la noche le pertenecía. Y su “cena” también era exactamente como indica la leyenda.

–Bueno, da lo mejor de ti y encuentra a ese niño por la mañana. Estaré esperando un buen

reporte.

Luego de que PicoDevimon saliera volando, Tailmon se dio la vuelta lentamente.

–¿Cuál es el problema? ¿Por qué te escondes?

Wizarmon salió de la oscuridad.

–Hay algo que debo decirte.

***

Koushiro notó cuando Yamato y Takeru abandonaron Odaiba.

–¿Hasta cuándo seguirás con esta seria investigación de tus amigos, Koushiro?

Koushiro tenía su ordenador portátil abierto y había estado trabajando en eso durante un

largo rato.

–Gennai instaló un montón de software aquí dentro, pero hay muchos de ellos con funciones

que no entiendo. Debe haber algo que sea útil para encontrar al octavo niño elegido mañana,

por lo que debo verificarlos todos hoy.

No hubo tiempo suficiente para comprobarlos durante el viaje en autobús.

Pensando que su Digivice debía tener algo aparte de su conexión de datos con su ordenador

portátil al conectarse, lo desabrochó y lo sostuvo en la mano. Fue entonces que vio dos puntos

desplazándose en la pantalla.

Abrió la ventana para mirar afuera a su alrededor. Había dos niños elegidos que viajaban en el

Yurikamome.

–Yamato debe estar acompañando a Takeru a casa.

Al decir eso mientras miraba su Digivice, se dio cuenta de algo más.

***

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78

Una espesa niebla de varios metros de ancho se formó abruptamente, cubriendo la noche de

Tokio. Dentro de esa niebla, decían algunos, se oyó el chirrido de unas ruedas pesadas. Otros

dijeron que vieron la sombra de un carruaje, pero ningún caballo tiraba de él.

Después de disiparse la niebla, una mujer inconsciente fue encontrada. Aunque tenía la piel

arrugada de una anciana, la ropa que llevaba era la de una de veinte. Su cuello tenía la señal

de haber sido mordida por colmillos.

–Es como si hubiese sido mordida por un vampiro– susurró tan bajo el paramédico que la

asistía que nadie pudo escucharlo. Pero nunca se le ocurriría que lo que había dicho fuera

cierto.

A medida que la niebla se desplazaba hacia el sur, el número de víctimas creció.

LOS DIGIMON DE SHIBUYA

Yamato y Takeru se encontraban en Shibuya.

Justo cuando cambiaban la línea del metro rumbo a Sangenjaya, Takeru y Patamon

comenzaron a discutir sobre algo trivial, y Patamon salió volando rabiado.

–Fue mi culpa por gritarle de esa manera– dijo Takeru tristemente.

–No te deprimas.

Era todo lo que Yamato podía decir.

La razón por la que discutieron se debió a que Takeru dijo que podía hacer el resto del camino

a casa, y Yamato estuvo en desacuerdo.

Ambos encontraban dificultoso separarse el uno del otro, y Patamon parecía intuirlo puesto

que preguntó. –¿Realmente es tan difícil separarse?

Eso había exasperado a Takeru.

–¡No tienes derecho a decir eso!

El tren en el que se encontraba arribaba a Shibuya en ese momento, así que cuando las

puertas se abrieron, Patamon salió volando. Cuando se apresuraron a perseguirlo, este ya

había abandonado el metro. Así que Yamato, Takeru y Tsunomon acabaron lidiando con la

multitud de Dogenzaka.

La gente de Shibuya no prestaba atención al resto de las personas. Ni siquiera ver a Patamon

volar parecía haber captado su interés.

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–Si fuera cualquier otro lugar, la gente estaría gritando y no nos gustaría saber hacia dónde

fue. No estoy seguro si es bueno o malo– dijo Yamato, mirando a su alrededor mientras

sujetaba a Tsunomon entre sus brazos.

Se toparon con un dúo, que habían estado causando un griterío en la ciudad, mientras bajaban

caminaban por Spain Hill.

¡Kyahahahahaha!

El extraño dúo, del tamaño de unos niños, reía mientras subía corriendo hacia Spain Hill, en

dirección a ellos.

–¡Son Digimon!– gritó Tsunomon, y se zafó de los brazos de Yamato. Con un destello de luz,

inmediatamente se convirtió en Gabumon.

–Ustedes dos trabajan para Vamdemon, ¿no es cierto?

Los Digimon se detuvieron.

–¡Hay una chica más aterradora que Vamdemon persiguiéndonos!– dijo el Digimon que, para

todo el mundo, tenía en la cabeza una iluminada calabaza de Halloween. Lo que lo hacía un

poco diferente a una calabaza normal era la gran hacha clavada en su cabeza.

–¡Ayúdennos!– dijo el voluminoso Digimon que, a ojos de todos, estaba formado por un

conjunto de rocas apiladas dándole un aspecto humano.

Yamato, Takeru y Tsunomon los miraron boquiabiertos, cuando el agudo grito de una chica

diciendo “¿Dónde demonios se han metido?” llegó de debajo de la colina. Ambos Digimon se

escondieron al costado del camino.

–¿Hacia dónde fue cabeza–de–calabaza?

Una chica llegó corriendo hacia ellos, agitando su mochila mientras la sangre goteaba de su

nariz. Desde una perspectiva más cercana, la chica tenía un gran piercing en la nariz por donde

la sangre caía. El Digimon calabaza debió haber tirado de él.

–Se fueron por allá– dijo Yamato a regañadientes, apuntando a la cima de la calle.

La chica corrió hacia donde señalaba, dando un grito incomprensible pero asesino. Los

Digimon aparecieron delante de él después de que ella se fuera.

–¡Muchísimas gracias! Soy Pumpmon– dijo el Digimon calabaza.

–Yo soy Gotsumon– dijo el Digimon de roca.

–¡Somos los Digimon de Shibuya!

Los dos dijeron al unísono, rieron y luego huyeron. Yamato, Takeru y Gabumon los miraron

desconcertados. Cual chispazo, los dos salieron corriendo.

Aunque no sabían lo que estaba sucediendo, los persiguieron.

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***

Koushiro se escabulló silenciosamente por la ventana a la calle y se paró frente al apartamento

de Taichi. De pie junto a él, vestido con una gabardina que se ajustaba perfectamente a todo

su cuerpo, estaba Tentomon.

–Esta reacción…

Koushiro le mostró a Tentomon la pantalla de su Digivice. Había varios puntos intermitentes en

ella.

–Uno, dos, tres…se superponen cuando están cerca uno del otro, pero hay seis aquí. Este

punto en el medio eres tú Koushiro, ¿verdad?

–Los tres aquí son Jyou, Sora y Mimi, Y estos dos aquí…

–¿No son Taichi y Yamato?

–No, Yamato y Takeru dejaron Odaiba hace unos momentos. Estos puntos estaban aquí

después de que se fueran. Yamato no ha regresado desde entonces, y además Yamato vive por

allí.

Señaló un edificio separado del apartamento de Taichi. Era una luz que provenía de una

dirección diferente a la que veían ahora en la pantalla.

–¿Eh? ¿Entonces, qué? Eso significa que la luz es…

–El octavo Digivice. En otras palabras, el octavo niño. Lo que es más…

Koushiro alzó la vista hacia el apartamento.

–El niño vive en el mismo lugar que Taichi.

***

–¡Nos encanta divertirnos!– dijo Pumpmon mientras lamía un cono de helado con sabor a

calabaza. Lo había robado de una tienda de helados.

–¡Este sabe tan frio y delicioso!

Gotsumon estaba probando un helado de batata, el cual también había sido robado.

–Chicos, robar es malo– les dijo Yamato, jadeando.

Cuando el dueño de la tienda salió a perseguirlos, Yamato, Takeru y Gabumon también

tuvieron que huir, puesto que habían sido vistos junto a ellos.

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Incluso anteriormente, Pumpmon y Gotsumon habían estado haciendo lo que querían a su

antojo mientras corrían por Shibuya. Saltaban sobre los semáforos y los agitaban, haciendo

que sus luces parpadearan y se detuviera el tránsito. Habían entrado en el escaparate de una

tienda y se probaron la ropa de los maniquíes. Molestaban a las parejas en sus aniversarios,

abrían las tapas de las alcantarillas, dibujaban grafitis en los carteles públicos, etc…

–Ya basta– dijo Yamato molesto. A esa altura, no sabía porque estaban persiguiéndolos de

todos modos.

En su frenética carrera de confusión, fueron a descansar a algún lugar al suroeste de Shibuya, a

un terreno baldío donde casi no transitaba nadie. Esa tierra vacía parecía haber sido alguna

vez una zona residencial antes de ser abandonada.

Varios terrenos baldíos como este aparecieron después de que estallara la burbuja económica

en Japón. Sólo paredes de chapa separaban los edificios. Los materiales de construcción fueron

cuidadosamente amontonados en los terrenos baldíos, proporcionándoles un lugar donde

sentarse y descansar.

De todos modos, Yamato no sintió que esos extraños Digimon fueran sus enemigos.

–Yamato, quiero un helado también.

Dado que Gabumon llevaba un pellet de piel, se acaloraba fácilmente. Sus palabras hicieron a

Yamato titubear, y a juzgar por la expresión de Takeru, podía decir que él también sentía calor

como Gabumon.

–Más tarde– estuvo a punto de decir, cuando un viento helado lo hizo volverse.

Las luces de la calle se apagaron, y pudo ver algo blanco acercándose del otro lado del camino.

Una espesa neblina se aproximaba, acercándose cada vez más.

–Es el señor Vamdemon.

–Ustedes deberían esconderse.

No había tiempo para decidir si los Digimon eran confiables o no. Los niños y Gabumon se

adentraron aún más en el terreno baldío, escondiéndose detrás de algunas tuberías de

desagüe apiladas a lo alto.

El camino del terreno baldío estaba ahora completamente cubierto de niebla. Detrás, se oía un

pesado traqueteo de ruedas acercándose, hasta que se detuvo. Luego el chirrido de una

puerta abriéndose, seguido por el sonido de alguien saliendo.

–Pumpmon, Gotsumon.

Era la voz de Vamdemon. –¿Han encontrado al niño elegido?

–No, aún no…

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–¿Entonces que están haciendo aquí?

No hizo falta que respondieran. Él lo sabía todo. Podían decirlo por el tono de su voz.

–Señor…Vamdemon.

Pumpmon y Gotsumon sabían lo que se le venía.

–¿Saben lo que le sucede a los traidores?

Mientras hablaba, Vamdemon se acercó, revelándose desde dentro de la niebla. La máscara

roja que llevaba sobre sus ojos parecía brillar, pero no se debía únicamente a las luces de neón

que lo iluminaban.

¡Ala Espeluznante!

Mientras extendía lentamente su capa, una gran bandada de murciélagos los atacó.

¡Truco o Trato!

Gritó Pumpmon. Una gigantesca calabaza, del tamaño de un pequeño camión, apareció sobre

la cabeza de Vamdemon.

Pese a su apariencia, Pumpmon era de nivel perfecto y su capacidad ofensiva no era en

absoluto débil. La calabaza que invocó a través de su extraña técnica tenía tanto la masa como

la tenacidad para aplastar a la mayoría de sus enemigos, aplanándolos con un solo golpe.

Pero los murciélagos de Vamdemon fueron más rápidos.

Volando de regreso en la dirección opuesta, la envolvieron con sus colmillos, deteniéndola en

el aire. La calabaza fue rápidamente cubierta de murciélagos, convirtiéndose en una masa

negra que se achicaba gradualmente. Los murciélagos se comieron la calabaza entera con sus

apetitos sin límites.

Pumpmon quedó horrorizado de que su ataque pudiera ser tan fácilmente detenido.

Gotsumon recogió la mayor cantidad de poder posible para lanzar una roca desde su frente.

¡Puño de Roca!

La roca voló, dirigida directamente a la frente de Vamdemon. Tenía una velocidad imposible

de evadir. Al verla, los ojos de Vamdemon centellaron sólo un segundo, y la roca se convirtió

en polvo.

Los murciélagos terminaron de comer la calabaza sobre sus cabezas y fueron a por ellos.

Pumpmon y Gotsumon desaparecieron detrás de una masa negra de retorcidos murciélagos.

–No miren.

Yamato, quien lo había estado observando todo, cubrió la cabeza de Takeru con sus brazos. No

imaginó que Vamdemon pondría una mano encima de sus subordinados tan fácilmente. No

llegaron a tiempo para salvar a Pumpmon y Gotsumon.

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Hubo gritos, pero no duraron mucho tiempo.

El sonido de los aleteos cesó lentamente.

Las únicas cosas que cayeron al suelo con un ruido sordo fueron el hacha sobre la cabeza de

Pumpmon, y una roca que formaba parte del cuerpo de Gotsumon. Ambas se volvieron

partículas y se desintegraron.

–Sé que están aquí, niños elegidos.

La voz de Vamdemon se acercaba.

Yamato alejó a Takeru.

–Fueron buenos chicos.

Las lágrimas caían de sus ojos mientras miraba hacia arriba.

–¡No tenías que matarlos!

Recogiendo los sentimientos de Yamato, el indicador de su Digivice reaccionó.

Gabumon digi–evoluciona a… ¡Garurumon!

La resplandeciente luz de la evolución hizo que Vamdemon cerrara los ojos.

Un gigantesco lobo saltó desde el interior de la luz, golpeando el cuerpo de Vamdemon. El

repentino golpe envió a Vamdemon fuera del terreno baldío hacia la calle del edificio de

enfrente. Pero Vamdemon mandó a Garurumon a volar de un manotazo. Cuando Garurumon

se recompuso en el aire, lanzó las llamas pálidas de su boca.

¡Aullido Explosivo!

Pero Vamdemon permanecía en el aire también, flotando a pesar de las leyes de la gravedad.

Las llamas de Garurumon fueron detrás de Vamdemon, quien las desvió sacudiendo su capa.

–Fue sólo por un rato, pero eran nuestros amigos.

Yamato cogió su emblema. Garurumon tomó impulso contra la pared de un edificio para

desplazarse por el aire rápidamente hacia Vamdemon.

–¡Garurumon!– gritó Yamato.

El emblema en su mano irradió energía azul.

El cuerpo entero de Garurumon quedó envuelto en luz. Su forma cambió en medio del aire.

Garurumon súper digi–evoluciona a… ¡WereGarurumon!

El gigantesco lobo se convirtió en un hombre lobo vestido con pantalones vaqueros, y dio una

amplia patada en el aire antes de que la luz que lo rodeaba pudiera desaparecer.

¡Patada de Luna Llena!

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La patada quedó lejos del alcance de su objetivo. Sin embargo, una onda expansiva

proveniente de ella, en forma de luna creciente, voló en dirección a Vamdemon.

Los ojos de Vamdemon se agrandaron y las comisuras de sus labios se torcieron ligeramente

formando una sonrisa. Parecía pensar que las cosas se habían vuelto interesantes. Con un

puñetazo, desvió a un lado el curso del ataque.

Las ondas explosivas volaron hacia donde ellos se encontraban, explotando silenciosamente.

Las luces de la calle se destruyeron en pedazos y las ventanas de vidrio de los edificios se

esparcieron por todas partes.

***

Koushiro y Tentomon tomaron el ascensor del apartamento, y se pararon frente a la puerta

con la placa identificativa de la familia “Yagami”.

Miraron la reacción del Digivice. No se equivocaban, había dos puntos parpadeantes allí

dentro.

–Taichi dijo una vez que tenía una hermana menor, ¿no? ¿Ella es…?

Renuente a tocar el botón del timbre a esa hora de la noche, Koushiro decidió regresar a su

cuarto y llamar a Taichi en su lugar.

***

La plaza frente a la estación de Shibuya, donde se encontraba la estatua de Hachiko, era un

famoso lugar donde las personas se reunían hace tiempo. Patamon debió haber oído esa

información por alguna parte, puesto que se encontraba allí, mirando hacia abajo desde lo alto

de los árboles.

Incluso no tenía idea de por qué había abandonado el metro tan rabiado en aquel momento.

No se daba cuenta de ello dado que sus emociones estaban sincronizadas con las de Takeru.

Ahora se arrepentía y sentía que debía haber pedido disculpas de inmediato.

Pero, ¿cómo encontraría a Takeru y a los otros? No estaba seguro de si esperar allí ayudaría a

encontrarlos de nuevo, pero no podía pensar en otra opción.

Oyó el murmullo de la gente. A lo lejos hubo una explosión. Cuando se volvió para mirar en esa

dirección, las luces de neón de la ciudad estaban siendo destrozadas una tras otra. La batalla

entre Vamdemon y el feroz WereGarurumon había comenzado.

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¡Látigo Sangriento!

Una misteriosa electricidad roja emergió de la palma de Vamdemon, dirigiéndose como un

látigo hacia WereGarurumon.

Luego de volar por los aires para aterrizar sobre una pared de Tokyu Hands, WereGarurumon

clavó sus garras y dio una voltereta vertical para esquivarlo. El látigo eléctrico se estrelló

contra la pared.

Dando tres volteretas más antes de volver a saltar por los aires, WereGarurumon contraatacó.

¡Garras de Lobo!

Sus garras cortaron el viento, generando una ola de aire comprimido directo hacia Vamdemon.

Vamdemon, suspendido en el aire debajo, alzó sus brazos para esquivarlo. Sin embargo, la

fuerza del impacto lo envió hacia atrás, haciéndolo atravesar la pared de un edificio a su

espalda.

Un instante después, un enjambre de murciélagos salió volando del interior del edificio hacia

WereGarurumon.

WereGarurumon usó sus brazos y piernas para quitarse de encima a los murciélagos. Pero no

pudo esquivar el látigo que llegó desde entre la tormenta de murciélagos.

El ataque lo alcanzó directamente. Mientras volaba hacia el cartel luminoso de un Parco,

Vamdemon le asestó otro latigazo. WereGarurumon rodó inerte sobre el tejado, con el cuerpo

entumecido incapaz de volver a moverse.

Vamdemon descendió en su dirección con una sonrisa triunfante. Dos látigos emergieron de

ambas manos de Vamdemon y lo golpearon.

–¡WereGarurumon!

Yamato y Takeru miraban desde abajo, sin poder hacer nada. Takeru gritó en su corazón:

“¡Alguien, ayuda! ¡Patamon!”.

Su grito llegó a Patamon, quien atravesaba el parque volando. El indicador del Digivice de

Takeru reaccionó.

Patamon digi–evoluciona a… ¡Angemon!

La gente del parque, sorprendida por las explosiones de las luces, quedó aún más sorprendida

al ser testigos de la aparición de un ángel volando por sobre sus cabezas.

Vamdemon podía sentir la luz del poder sagrado acercarse por detrás.

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Se dio la vuelta blandiendo su látigo.

Pero Angemon se desplazaba más rápido de lo que esperaba. Tomó todo lo que tenía al

alcance para evadir el golpe de la vara dorada que se le aproximaba.

–¡Angemon!– gritó Takeru. Su voz sonaba feliz, pero con un tinte de miedo. Sólo había visto

una vez a Angemon, y en esa oportunidad…

El ángel de seis alas flotaba en el aire sobre el Parco en el que se encontraba Vamdemon. El

vampiro con su capa negra que se había alejado para tomar un poco de distancia, también

continuaba suspendido en el aire.

Angemon, sin bajar la guardia, se paró frente a Vamdemon mientras habló con

WereGarurumon a su espalda.

–¿Estás bien?

–Sí, me las arreglaré.

WereGarurumon logró recomponerse. Se puso de pie, y el poder regresó a él una vez más.

Si alguien con poderes sagrados se encuentra aquí, no sería conveniente permanecer en este

lugar mucho tiempo más.

Vamdemon recordó que aún tenía que terminar su cena.

La oportunidad no pasó desapercibida para Angemon y WereGarurumon.

¡Garras de Lobo!

¡Golpe de Fe!

Una ola de aire comprimido y luz dorada se mezclaron en dirección a Vamdemon.

¡Ala Espeluznante!

Vamdemon liberó sus murciélagos, y al mismo tiempo azotó con su látigo rojo, el cual viajó por

el aire a la velocidad del rayo.

¡Látigo Sangriento!

Los poderes de la luz y la oscuridad chocaron entre sí en los cielos de Shibuya. A medida que el

cielo cambiaba de color, el impacto se expandía lo suficiente como para cubrir toda la ciudad.

La habitual ciudad iluminada sufrió un apagón durante los siguientes quince minutos.

Vamdemon había huido en el instante en que se distrajeron.

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Angemon regresó a ser Patamon. Al volverse más pequeño y alcanzar el suelo tras perder sus

energías, Takeru suavemente lo recogió.

–Patamon.

–Takeru…estoy bien.

Takeru abrazó cuidadosamente a Patamon. No murió esta vez, gracias a Dios, pensó.

En lugar de regresar a su forma bebé, WereGarurumon involucionó en Gabumon.

ENCUENTRO

–¿Qué sucede, Koushiro? ¿Por qué me llamas tan tarde?

–Tienes que escucharme atentamente, Taichi. Tienes tu Digivice contigo, ¿verdad? Mira en la

pantalla y dime cuantos puntos ves.

Las siguientes palabras de Koushiro fueron el mayor susto de su vida.

–No puede ser…¿Hikari es el octavo niño elegido?

Cuando Taichi regresó a su cuarto, sin poder creer lo que había oído, se llevó una sorpresa aún

mayor.

–¡Taichi!– gritó Agumon, su voz sonaba como si no supiera qué hacer.

La puerta de vidrio del balcón estaba abierta, y Hikari estaba allí afuera. Había otros con ella.

Un gato blanco parado sobre sus patas traseras, y alguien oculto detrás de una capa y un

sombrero.

–¡Tailmon!

Taichi corrió hacia Hikari en el balcón.

Hikari le sonrió y dijo. –Oh, hermano. Es Tailmon, mi Digimon.

–¿Qué?

No sabía que más decir.

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Pudo ver a Hikari sujetar un Digivice en su mano. Por supuesto, el suyo lo llevaba consigo en

ese momento.

–Ella es mi compañera. Al igual que Koromon lo es para ti.

El octavo niño elegido naturalmente tendría su propio compañero Digimon. Pero pensando

que ese Digimon sería su enemigo…

Sin embargo, Taichi no era el único asombrado.

Tailmon contempló a Hikari sin decir nada.

Con su bastón y el Libro en la mano, Wizarmon le dijo en voz baja. –Por favor recuerda,

Tailmon. El día en que me conociste, y lo que sucedió antes de eso.

Cualquiera que fueran los efectos que contenían sus palabras, los recuerdos olvidados poco a

poco regresaron a Tailmon.

Sí, siempre esperaba.

Me desperté en un lugar desconocido.

Esperaba

Y esperaba

Y continúe haciéndolo.

Fue una larga espera.

Fue hace tanto tiempo.

Entonces me olvidé qué estaba esperando.

Aprendí a sobrevivir y evolucioné por mi cuenta.

Si no evolucionaba, moriría.

Aunque sabía que, en realidad, se supondría que lo haría junto a alguien a mi lado.

Busqué a la persona que esperaba.

Pero…

No pude encontrarla.

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¿En qué momento comencé a trabajar para él?

¿Cuándo Vamdemon me acogió?

Para ese entonces, ya había dejado de esperar.

Pero la verdad era…

La verdad era que siempre esperaba.

Incluso antes de nacer, esperaba…

A mi compañera.

A Hikari.

–¡Hikari!

Al oír la voz de Taichi, Tailmon volvió en sí.

–¿Cuándo dices que ese…ese Tailmon es tu Digimon…?

–Puedo decirlo, ¿no, Tailmon?

Tailmon comprendió el significado de la dulce mirada en los ojos de la niña.

–Hikari…

Con esa sola palabra, Wizarmon entendió todo.

–Tus recuerdos han regresado, Tailmon. Tus ojos lucen igual que la vez que me salvaste.

–Sí. Hikari es…mi más preciada compañera. A quien he estado esperando todo este tiempo era

a Hikari.

Tailmon sabía que el emblema que ella sostenía en su mano estaba brillando débilmente.

–Entonces Hikari realmente es el octavo niño…

Taichi miró su propio Digivice y el que Hikari sostenía. –Hikari, ¿cuándo conseguiste eso?

–Oh, ¿esto? Lo encontré cuando regresaba a casa, pero luego desapareció. Lo encontré de

nuevo en el balcón hace unos momentos.

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Luego de que él y MetalGreymon fueran absorbidos por el agujero negro de Etemon, no pudo

haber sido una coincidencia que en lugar de regresar a los campamentos o a Hikarigaoka,

llegaran a Odaiba en su lugar.

Esa idea se le ocurrió a Taichi mucho más tarde, luego de recordar esos sucesos.

–Es peligroso que ella tenga ese Digivice– dijo Wizarmon a Taichi. –Vamdemon nos ordenó

encontrar ese Digivice, con la reacción de esto.

Alzó la réplica del emblema para que pudieran verla.

–¿Es el emblema de Hikari?

–No, es una copia. Vamdemon tiene el original.

Los ojos de Tailmon se agudizaron. –Debemos recuperarlo. Debemos quitarle a Vamdemon el

emblema de Hikari.

–Pero ella no debe cargar con ese Digivice– dijo Wizarmon a Taichi. –Hasta que no consigamos

el verdadero emblema, te pido que protejas a Hikari y al Digivice.

–Es demasiado arriesgado. Iremos contigo también, ¿no, Agumon?

–Por supuesto, Taichi.

–Taichi, ¿estás despierto? Tienes una llamada de Ishida.

Era la voz de su madre.

–Oh, ya voy.

Al volver a darse la vuelta hacia Tailmon y Wizarmon, ellos ya no estaban allí.

–Mierda…

Tailmon y Wizarmon se escabulleron silenciosamente en la oscuridad de la noche.

Desafortunadamente, PicoDevimon los vio abandonar la ciudad de Odaiba. Había estado

siguiendo a Yamato y a Takeru bajo las órdenes de Vamdemon, y acababa de llegar de

Sangenjaya a Odaiba.

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DOS EMBLEMAS

El ataúd de Vamdemon se encontraba bajo la tierra de Hikarigaoka. Estaba protegido por una

barrera mágica que hacía a los humanos evitar, inconscientemente, acercarse a la zona.

Incluso mirando en esa dirección, lo único que alcanzaba a verse era una tenue oscuridad.

Tailmon y Wizarmon abrieron el ataúd. En su interior había una caja sellada mágicamente.

Vamdemon debería ser el único capaz de abrirla, pero con el conocimiento de Wizarmon sobre

las artes secretas, hacerlo era sólo cuestión de tiempo.

Cuando hubo desecho el hechizo, abrió la caja para coger el verdadero emblema. Había dos

emblemas en su interior; uno de ellos era el que Sora había perdido al recuperar los que se

encontraban en la bodega. Silenciosamente, se escondió ambos entre los pliegues de su ropa.

Pero para cuando regresaron a Odaiba, era casi el atardecer.

–Llegan tarde. La mañana se nos viene encima.

En la entrada de Odaiba, PicoDevimon y Vamdemon estaban esperándolos.

–Esos ojos. Ojos que nunca pierden la esperanza, sin importar las circunstancias. Ojos que

creen en el porvenir. Son los que más odio– dijo Vamdemon, y sus labios se curvaron

formando una sonrisa.

–Conozco la verdad. Pensar que eres el compañero Digimon del octavo niño. Irónico, ¿no?

Planeaba matar al octavo niño elegido antes de que tuviera la oportunidad de conocer a su

compañero Digimon…

Sus ojos se estrecharon.

–Y sin embargo, fui yo quien lo trajo a este mundo. Pero, de esta manera, me ahorras el

trabajo.

–Dale esto a Hikari.

Mientras Wizarmon le entregaba el emblema a Tailmon, Vamdemon atacó.

–¡Tailmon!

No había manera de que pudiera ganarle. Luego de recibir el impacto de su eléctrico látigo,

ella dejó de moverse.

Wizarmon alzó su bastón y recitó un hechizo. Nubes oscuras aparecieron encima de sus

cabezas.

¡Nube de Trueno!

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Un rayo cayó directo hacia Vamdemon. Habría sido un golpe directo. Pero para Vamdemon,

que había recargado plenamente su energía después de una noche de “festejos”, no surtió

efecto alguno.

¡Ala Espeluznante!

Wizarmon fue arrastrado por la ola de murciélagos y lanzado al océano.

–¡Ah! ¡El emblema!– gritó PicoDevimon impaciente.

–No importa. Con ella, podré encontrar al niño.

Vamdemon recogió a la inconsciente Tailmon.

La luz del atardecer se asomaba por el horizonte.

–No nos apresuremos. Esperaremos hasta mañana por la noche. Reagrupa a los demás aquí

para entonces– ordenó Vamdemon a PicoDevimon, y abordó su carruaje.

El carruaje sin caballos resonó entre la niebla y desapareció. La niebla lentamente se alejó.

Wizarmon se hundió en el océano.

En su puño apretado, sujetaba los dos emblemas.

CONTINUARÁ…