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Catalunya Diciembre 2012 · Nº 7 Q uan en una parròquia es tro- ben que tots els nens de la catequesi són fills d’immigrants filipins, les coses ja no es poden fer de la mateixa manera. Aques- ta situació no és una hipòtesi, és una dada d’una parròquia. I els catequistes han hagut de donar resposta a nens que són catalans plenament integrats a través de l’escola, però que viuen en un context cultural diferent. Molts immigrants que ja s’han assentat a Catalunya han portat també amb ells la seva fe. El credo és el mateix per a tots, però no sempre es té la mateixa manera de viure’l i d’expressar- lo. Aquesta és la realitat que han hagut d’atendre i assimilar moltes parròquies. Que deixin de sentir-se en terra extranya. És el que recollim en aquest nú- mero des de dos punts del vista. D’una banda, amb el testimoni d’immigrants cristians. Expli- quen què s’han trobat aquí quan han volgut continuar vivint la fe. L’entorn social i laboral no sempre els ho ha posat fàcil. I, d’altra banda, des dels res- ponsables de les parròquies. A més de la necessitat d’atenció social, agreujada per la crisi, la immigració ha estat un repte pastoral. Però hi ha capellans que ho han entès molt bé. Sense manual d’instruccions, moltes parròquies han anat normalitzant la presència dels immigrants. Una mateixa fe Director Editorial: Juan Rubio. Redactor Jefe: José Lorenzo. Coordinador: Jordi Llisterri. [email protected] Diseño: Sonsoles Hernández. VidaNueva.es CRISTIANS EN UNA TERRA NOVA SE135825

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CatalunyaDiciembre 2012 · Nº 7

Quan en una parròquia es tro-ben que tots els nens de la

catequesi són fi lls d’immigrants fi lipins, les coses ja no es poden fer de la mateixa manera. aques-ta situació no és una hipòtesi, és una dada d’una parròquia. i els catequistes han hagut de donar resposta a nens que són catalans plenament integrats a través de

l’escola, però que viuen en un context cultural diferent. Molts immigrants que ja s’han assentat a catalunya han portat també amb ells la seva fe. El credo és el mateix per a tots, però no sempre es té la mateixa manera de viure’l i d’expressar-lo. aquesta és la realitat que han hagut d’atendre i assimilar

moltes parròquies. Que deixin de sentir-se en terra extranya. És el que recollim en aquest nú-mero des de dos punts del vista. D’una banda, amb el testimoni d’immigrants cristians. Expli-quen què s’han trobat aquí quan han volgut continuar vivint la fe. L’entorn social i laboral no sempre els ho ha posat fàcil.

i, d’altra banda, des dels res-ponsables de les parròquies. a més de la necessitat d’atenció social, agreujada per la crisi, la immigració ha estat un repte pastoral. Però hi ha capellans que ho han entès molt bé. sense manual d’instruccions, moltes parròquies han anat normalitzant la presència dels immigrants.

Una mateixa fe

Director Editorial: Juan Rubio.

redactor Jefe: José Lorenzo.

coordinador: Jordi [email protected]

Diseño: Sonsoles Hernández.

VidaNueva.es

CRISTIANS EN UNA TERRA NOVA

SE135825

Cataluña es un escenario cada vez más diverso, algo que se ve reflejado también en sus

iglesias. Cuando una persona llega a otro país que no es el suyo, surgen varios interrogantes a resolver. Y entre ellos, cómo vivir la dimensión espiritual. Algunos se integran de inmediato a la tradición local, otros localizan a personas de su mismo origen y celebran a su manera el hecho religioso. Hablado con ellos –algunos aparecen con seudóni-mo porque prefirieren mantener el anonimato– aparece la complejidad de vivir el cristianismo lejos de su tierra de origen y en nuestra casa. Son cristianos en una tierra nueva.

Es del todo común ver a perso-nas inmigrantes trabajar en el área doméstica. Así se hacen cargo de familias, bien sea para cuidar de los niños, para contribuir a la buena mar-cha del hogar, o para acompañar a personas mayores. Este es el caso de Yonia, de origen colombiano, y de Cora, filipina.

Yonia trabaja en más de una casa a cargo de personas ancianas. Ex-plica que las cosas han cambiado desde que llegó. Antes vivía el hecho religioso en familia o con su grupo de amigos. Ahora no tiene tiempo: “Trabajo mucho, cuido a tres seño-ras, y eso no me deja espacio para ponerme a buscar comunidades la-tinoamericanas a las que poder ir y donde trabajar la fe.”

Vive en un piso compartido, con otros colombianos. Ellos creen en Dios, pero no en la Iglesia, así que tampoco Yonia encuentra un punto de apoyo cuando llega a casa. Desde que vive en Cataluña, ha cultivado

una espiritualidad individual: “Los amigos y la familia que tengo allí en Colombia me envían textos y lecturas para que lea. Tengo un familiar que es cura, y después los comentamos vía e-mail”.

Acompañar a misaYonia sigue yendo a misa, pero

de otra manera; sin amigos y sin familia, acompaña a las personas que cuida. “A misa sí que voy, a la iglesia de la Concepción o a la iglesia del Carmen, aunque esto del catalán me cuesta un poco; más o menos ya voy entendiendo. Normalmente voy en los turnos que están más vacíos, así encontramos más tranquilidad”, dice orgullosa.

Los momentos de plegaria también los ha cambiado desde que acom-paña a las personas que cuida. Ahora los integra en su jornada laboral. “Rezo un padrenuestro

y un avemaría con ellos, antes de que entre la noche. Los veo contentos de tener a alguien

con quien orar. Algunos no recuerdan palabras; ya se

sabe, el tiempo hace es-tragos con la memoria y les alegra tenerme al lado para que pueda conti-nuar con la oración en caso de que se queden en blanco”, señala.

Buscando comunidad

Celebraciones conjuntas de distintas comunidades de Barcelona

reportaje

Lucia Montobbio

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Fotos: Marc bartomeus

Cora

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NuestrA NAvidAd

Cora es filipina y trabaja reali-zando varias tareas domésticas en casa de un periodista. Coincide con Yonia al hablar del factor tiempo, por ejemplo, ahora que vienen las Navidades: “Aunque me gustaría celebrarlas en familia, no puedo, porque justamente en Navidad es cuando hay más trabajo”.

Cora, sin embargo, sí que ha en-contrado un espacio para poderse comprometerse con la religión cris-tiana y con la comunidad filipina que existe en Barcelona: “Soy catequista. A veces me cuesta porque trabajo mucho, tengo poco tiempo y llego muy cansada, pero al final vale la pena”.

Cuando se le pregunta si ve alguna diferencia entre la realidad de las comunidades cristianas de Cataluña y la de Filipinas, Cora contesta que sí, y sobre todo en los jóvenes, que no tienen tanta participación: “En-tras en las iglesias de aquí y todos son cabezas grises, lo que está bien, pero falta la fuerza y la alegría de los jóvenes. A mí también me cuesta que los adolescentes sigan la fe y entiendan que trabajar el espíritu es importante, y que es algo que les va ayudar mañana, pero es importante que los acompañemos en este mo-mento, aunque sea difícil, por que ellos darán vida a la Iglesia en el futuro”.

Luis (Nicaragua): “se celebra mucho más que aquí. Los días anteriores a la navidad, los niños van a la iglesia con instrumentos, tocan todos a la vez y se reparten caramelos y otras golosinas durante la celebración. también está lo que llamamos ‘gritería’. El 7 de diciembre todo el mundo grita: ‘¿Quién causa tanta alegría? ¡La concepción de María!’”.Katarina (Polonia): “Los días antes de la navidad, durante el adviento, vamos a la iglesia. allí, la luces se apagan y, de repente, en medio de la oscuridad, aparecen niños que portan farolillos con velitas dentro. Es una imagen muy bonita que echo de menos”. Diana (Colombia): “Donde nací, en bogotá, el 7 de noviembre se celebra la noche de las velas. Marcamos el inicio de la navidad iluminando calles y casas. Es precioso ver cómo los niños van encendiendo velitas. Del 16 al 24 de diciembre rezamos la novena de aguinaldos, una oración que hacemos delante del pesebre, leemos el nuevo testamento, hasta llegar al nacimiento de Jesús”.Paula (China): “En mi país, la navidad no es una fiesta de todos. Vosotros empezáis a sentir que se acerca el 25 de diciembre porque las calles se visten con luces, se llenan de adornos, hacéis el pesebre, tenéis la feria de santa Lucía. En china no todo el mundo conoce a Jesucristo, ni mucho menos. no tenemos un patrimonio de cultura cristiana como el de cataluña. ojalá que algún día sea así”.Rubén (Venezuela): “En nuestro país, la navidad es muy festiva. Los aguinaldos (los villancicos) se pueden escuchar por todos los rincones. Existe un tipo de música que solo se toca en diciembre, se llama gaita y se canta para celebrar la alegría del nacimiento de Jesús. La noche de navidad se lanzan petardos, como vosotros hacéis el día de san Juan.”

Olha (Ucrania): “Lo que destacaría como diferente es que nosotros somos de

tradición greco-católica, estamos en la parroquia de santa Mónica. Esto quiere decir que tenemos otro calendario, el juliano. De este modo, nuestra navidad se celebra el 7 de enero, y no el 25

de diciembre”.

plasma también en sus celebraciones religiosas. Es lo que se llama el ve-neno africano, que una vez probado es difícil de olvidar.

Maxime vino a Cataluña desde Ca-merún y vive el hecho religioso de un modo especial: “Vine para estudiar un máster en la Facultad de Medici-na de la Universidad de Barcelona. Los jesuitas me han acogido durante una temporada, los de la comunidad del Clot. Han sido muy amables; me quedaré aquí hasta encontrar un piso y compañeros con quien compartir el alquiler. En la comunidad del Clot puedo celebrar el hecho religioso siempre que quiera. Los jesuitas tie-nen una habitación habilitada como capilla y puedo rezar con ellos siem-pre que quiera”.

A misa va los domingos –a la igle-sia de Sant Martí– y lo que más le impacta es que “parece que sea el cura quien tenga que esperar a que los fieles entren y se sienten en los bancos; allí, en Douala, iba a la igle-sia que estaba más cerca del barrio universitario, la de santo Tomás de Aquino, y los jóvenes llenábamos la iglesia –incluso a las seis de la mañana– para recibir cantando, bai-lando y dando palmas al cura que celebraría la Eucaristía”.

Cora es catequista en la parroquia de la Concepción, pero celebra misa junto a la mayoría de los filipinos en la iglesia de san Agustín: “Los domingos están llenos. Siempre hay entre 500 u 800 filipinos en todos los servicios, tantos que no todos pueden sentarse. El padre Abelino, que es quien nos da la misa en san Agustín, insiste en que vayamos a las parroquias que nos tocan por barrio, para facilitar nuestra integración y repartirnos mejor, pero nosotros hemos encontrado aquí un punto de encuentro, nos sentimos cómodos y, además, el padre Abelino nos ayuda a resolver dudas que tenemos, por ejemplo, laborales o legales de otro tipo”.

un oriente próximoEl domingo, a las doce de la ma-

ñana, en Sant Ramon de Penyafort, una comunidad católica de coreanos se reúne para leer la Biblia y rezar juntos. No son tantos en número como los filipinos o los chinos, pero también han creado su comunidad.

Rafael y Estela explican que: “el padre Joan, responsable de la iglesia de san Ramon de Penyafort, y los otros padres anteriores, nos cedieron amablemente una sala de la nave lateral para podernos reunir unos cuantos y leer la Biblia en coreano. Somos pocos, unos quince o veinte; hoy, por ejemplo, somos menos; es que muchos tenemos trabajos in-ternacionales que nos hacen viajar mucho y a veces no estamos en Bar-celona. Pero aunque pocos, estamos contentos de poder reunirnos y en-contrarnos”.

Cuentan que al llegar a Barcelona no sabían cómo hacerlo, porque to-dos los grupos de fe que encontra-ban eran de coreanos protestantes y ninguno católico. Por eso optaron por unirse y pedir un espacio en Sant Ramon de Penyafort. “Nos reunimos el domingo en esta sala para leer las lecturas en coreano, las mismas que leerá de forma simultánea el padre Joan en catalán en el servicio de las doce, en la nave central de la iglesia de Sant Ramon. Cuando

llega el momento de la comunión, nos juntamos con el resto de fieles y comulgamos todos juntos”. Estela añade: “También viene una vez al mes un cura de Zaragoza que es co-reano. Viene a Barcelona y entonces podemos celebrar misa en coreano.”

La diferencia más grande que encuentran entre Corea y Cataluña vuelve a ser la de los jóvenes: “Po-cos jóvenes participan aquí en las

eucaristías; es difícil, tienen muchas cosas y parece que hay una crisis de valores”, afirman preocupados ambos.

el veneno africanoQuien ha viajado a África sabe que

es difícil olvidar este continente. Sobre todo por la alegría que des-prenden sus habitantes, por sus can-tos, sus bailes y la felicidad que se

Echan en falta la fuerza y la alegría de los jóvenes: “Parece que hay una crisis de valores”

reportaje

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Maxime

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Maxime explica que encuentra que las personas en Cataluña son más tristes que las de Camerún: “La tristeza es una actitud que se refleja en todos los ámbitos de la vida de los catalanes. Por ejemplo, ahora que estáis en crisis, parece que el mundo se tenga que acabar. Nosotros siempre hemos estado en crisis, esta-mos acostumbrados a la crisis: ayer crisis, hoy crisis… pero no perdemos la esperanza, una esperanza que

nos transmite el Señor. Creemos que el mañana irá mejor; en cambio, aquí parece que el mañana tenga que ser aún peor”.

Esta actitud, según él, influye en el día a día del creyente: “El pesimis-mo se vuelve desconfianza hacia el otro, deseas construir muros para proteger tus cosas, no quieres que te las roben y abandonas y olvidas a tu hermano. En definitiva, con este comportamiento, nos alejamos del mensaje que nos dejó Jesús, el de querer a tu hermano como te quieres a ti mismo”.

Papeles y más papelesBrandon es de Tennessee y protes-

tante; Laura es católica y de Barcelo-na. Pronto contraerán matrimonio. Al hablar del cómo viven el hecho religioso es inevitable que la primera respuesta sea “como un montón de papeleo; estamos cansados de tan-ta burocracia”. Ninguno de los dos quiere perder su tradición, por lo que harán una ceremonia religiosa en la iglesia metodista y otra en la católica. Se tendrán que casar por la vía civil.

Su convivencia incluye diversidad e integración. Ambos saben ha-

blar perfectamente inglés,

catalán y el castellano. Brandon va a la iglesia de los Josepets cuando está en Barcelona; Laura a la Trinity United Methodist Church cuanto está en Tennessee. “No hay imposición, ninguno gana; de forma voluntaria nos adaptamos el uno al otro”, afirma Laura. Brandon asiente y añade que las diferencias son más culturales que religiosas: “Si vas al fondo de la cuestión, solo son maneras di-ferentes para transmitir el mismo mensaje. Podemos hablar mucho rato sobre las diferencias entre protestan-tes y católicos, o entre catalanes y americanos, pero si nos centramos vemos que estamos de acuerdo en lo fundamental”.

Hablando sobre la Navidad cuen-tan que han adoptado todas las cos-tumbres, tanto las catalanas como las americanas: “No solo nosotros, sino que también hemos animado a nuestras familias a que participen de esta riqueza”, señala Laura. Y Brandon pone un ejemplo: “Todo el mundo sabe que a los Estado Unidos los tres reyes no llegan; de ese área se ocupa Papá Noel, pero mi hermano pequeño, que también es americano, cree en los magos de Oriente con una fuerza superior a la de cualquier niño de aquí”.

Estamos acostumbrados a la crisis, pero no perdemos la esperanza

Laura y Brandon

L’Església no és gaire experta en estadístiques, però alguns rectors ja parlen del trenta per

cent d’activitats de la parròquia re-lacionades amb els immigrants. Al-tres diuen que més de la meitat de nens de la catequesi o la majoria dels joves que es confirmen són fills d’immigrants. Després d’una dècada amb una gran onada migratòria, ara la seva presència es consolida.

“Ara ja és normal que els immi-grants vinguin a la parròquia, lle-geixin lectures, facin de catequistes, alguns estiguin al Consell Pastoral”, explica Josep Maria Jubany. És el de-legat de Pastoral Social de Barcelona i actualment rector a la part alta de Barcelona, però fins fa poc era rector en un barri de l’Hospitalet de Llobre-gat. Des d’aquesta doble experiència en ambients tan diferents també ex-plica que no passa el mateix al centre de la ciutat o als barris més benes-tants: “Vénen a acompanyar alguna àvia a missa, els veiem en porteries, pels carrers, a les botigues… i vénen a demanar ajuda a la borsa de treball o al banc dels aliments, però a les celebracions no hi són, i molt menys en l’estructura de la parròquia”.

És a dir, el fenomen no és majori-tari a totes les parròquies, però ja

hi ha moltes comunitats amb una generació d’immigrants que en forma part amb naturalitat. I, com explica Jubany, també “depèn de la sensibi-litat del rector”.

A Barcelona és on aquesta expe-riència s’ha estructurat més. Arran de les tancades d’immigrants en algunes esglésies, i sobretot després de la tancada a la catedral que va acabar amb l’entrada de la policia, alguns capellans vinculats a la pastoral obrera van començar a treballar el tema conjuntament. Així, va néixer la Plataforma d’Entitats Cristianes per la Immigració, de caire més social i de denúncia, que integra una vinte-na d’entitats eclesials com Càritas,

Justícia i Pau, Cristianisme i Justícia, moviments de pastoral obrera o reli-giosos en barris.

Però des de l’àmbit més clarament pastoral, també el 2002 va començar a treballar el PAI (Pastoral Amb Im-migrants). Era un grup principalment de capellans que posava l’accent en el fet que calia fer una pastoral “amb” els immigrants, no “per als” immi-grants. Joan Cabot, rector al barri del Poble Sec de Barcelona, va estar en aquest grup des del principi. Explica que la idea inicial era connectar amb les comunitats cristianes catòliques amb llengües o cultures diferents. “Els llatinoamericans tenen més fa-cilitats per anar a les parròquies, però la seva cultura religiosa i la seva manera d’integrar-se a les parròquies és molt diferent. Altres, com els fili-pins, els xinesos o els polonesos, han anat trobant llocs on fan les seves celebracions, però els costa més par-ticipar en la parròquia que els toca per domicili”.

Caminar juntsPer això, el primer treball del PAI

va ser connectar amb les comunitats més singulars de llengua i de cultura. Ha funcionat durant deu anys en què gairebé cada mes un grup de cape-llans s’ha reunit al Centre d’Estudis Pastorals. “Ha estat molt important. A partir de fets concrets de la pastoral hem elaborat orientacions de com anar fent aquest procés”, explica Jubany.

Aquest curs, però, han decidit tancar aquesta etapa per potenciar una altra experiència que funciona paral·lelament a Barcelona des de fa set anys: ‘Caminem junts en la diver-sitat’ (http://www.caminemjunts.com). També ara s’hi ha sumat el bisbat de Sant Feliu de Llobregat.

‘Caminem junts’ agrupa les di-ferents comunitats d’immigrants

La parròquia multicultural

Josep Maria Jubany

Joan Cabot

JorDi LListErri

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pastoral

Cal una pastoral que es plantegi la diversitat d’orígens

que hi ha al bisbat (les diverses nacionalitats llatinoamericanes, xinesos, ucraïnesos, polonesos, fi-lipins, bubis de Guinea Equatorial…) i responsables de parròquies sensi-bilitzades. A més de compartir ex-periències, cada any s’organitzen tres jornades. Una de formació a l’octubre —aquest any dedicada al Vaticà II—; al gener, activitats per celebrar conjuntament la Jornada de les Migracions; i a final de curs, una de més lúdica i concorreguda. El curs passat, la trobada de Poblet es va omplir amb vuit autocars.

Aquesta coordinació pastoral no existeix en el conjunt de Catalunya. Normalment, els responsables dels temes de migració són els mateixos responsables de Càritas, més abocats a les urgències socials. Però això no vol dir que a les ciutats on també hi ha hagut una immigració nombrosa no s’hagin fet processos similars.

Un model és Lleida. Joan Mora és rector de dues parròquies de la ciutat i delegat diocesà d’Atenció Pasto-ral als Immigrants. Comparteix el diagnòstic de la normalitat que s’ha anat assumint: “La pastoral, la part assistencial, les activitats extres… aquí tots treballem conjuntament”.

No amaga que els primers anys hi va haver algunes dificultats dins

de la mateixa comunitat parroquial, “que sempre es produeixen quan hi ha una novetat que demana un canvi de mentalitat”. Però ara a la parròquia hi participen amb nor-malitat cristians de la comunitat llatinoamericana, de la romanesa catòlica o de l’Àfrica. A més, és el temple on celebren les dues comuni-tats ortodoxes de Lleida, els coptes i els romanesos, amb els quals es manté una estreta relació.

Mora parla d’una “simpatia mútua”, a la qual s’ha arribat també a través d’activitats conjuntes com la sortida a Lourdes o d’altres més lúdiques. I amb gestos d’acostament. Com en el darrer festival benèfic en

què un grup d’immigrants va par-ticipar amb una sardana, després d’organitzar-ne un curs a la pa-rròquia: “Hem volgut que hi hagi coneixença mútua; entrar nosaltres en el seu món i introduir-se ells en el d’aquí”. És una experiència que creu que es va estenent per tot el bisbat.

Joan Cabot també destaca els rep-tes que genera aquest nova presència a les parròquies: “Tota la pastoral queda afectada. La litúrgia, la cate-quesi, la formació d’adults, el procés d’iniciació cristiana, l’acció social. Si volem ser realment honestos, no podem continuar fent les misses com les hem fet sempre si, per exemple, hi ha un col·lectiu important de lla-tinoamericans. Cal tenir en compte la seva manera de celebrar, les seves devocions personals”. I posa com a exemple l’arxiprestat del Poble Sec, on s’han anat introduint costums com beneir les imatges del Nen Jesús per Nadal, o com els capellans han de tenir ben present el calendari de celebracions de les marededéus amb més devoció a Llatinoamèrica.

També explica que ara es troben amb grups que es desfan perquè els membres estan retornant al seu país. Però tot i això, molts ja són aquí per quedar-s’hi. I el que cal anar veient és “com es fa una pastoral de les par ròquies que ja d’entrada es plan-tegi la diversitat d’orígens de la gent que en forma part. Com es fa una ges-tió multicultural de tota la pastoral”.

Joan Mora

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plenes d’imatges religioses que evo-quen la religiositat popular d’origen. A vegades, tenen la sort d’obtenir el permís parroquial per posar una estàtua de la seva marededéu en alguna capella lateral de l’església del lloc, i aconsegueixen així una vinculació afectiva amb ella.

Concretament, el 2006, un 88% dels equatorians a Catalunya es consideraven creients i solament un 12% confessava una pràctica religiosa nul·la, mentre que l’11% declarava ser molt practicant i un 19%, bastant practicant. La majoria, però (un 58%), declarava assistir poc als oficis religiosos. Pel que fa als romanesos, que majoritàriament són

ortodoxos (88%), el nombre de no practicants era major, un 18%, però un 17% declarava practicar molt, i un 27%, bastant.

La formació de comunitats de fe a partir de l’origen dels immigrants afavoreix sens dubte la pràctica reli-giosa, ja que aquesta va acompanya-da d’elements de socialització des de paràmetres coneguts per l’immigrant. La comunitat de fe esdevé també un lloc de recerca d’oportunitats labo-rals i de consell davant les dificultats del procés migratori.

Els immigrants es troben, però, amb el repte de decidir quin pa-per donar a la religió en el procés d’inculturació en la nova societat, ja que en la Catalunya postcristiana l’immigrant s’exposa a una doble “marginació”: la que prové del fet de la seva “estrangeritat”, i la de la pertinença a la minoria de cris-tians practicants. Això és encara més palès en la segona generació, quan el jove posa la qüestió religiosa al costat dels elements culturals dels seus pares, enfront dels quals haurà de prendre una certa distància –en continuïtat o en ruptura, segons els casos– si vol inserir-se en el grup de joves del barri de la seva generació.

vida religiosa

La religió constitueix per molts immigrants un oasi enmig del desert del nou món on s’han

instal·lat, companyia per als moments de solitud i taula de salvació en la ma-rea de persones que viuen, pensen, celebren i gaudeixen de manera dife-rent. A l’enyorança dels familiars que han deixat enrere s’afegeix sovint el record malenconiós de les formes de celebració de la fe als països d’origen. Els cristians llatinoamericans, àrabs, africans, xinesos, filipins o d’Europa de l’Est, no en són una excepció, com tampoc no ho van ser els andalusos o extremenys arribats fa dècades a Catalunya. Molts immigrants expres-sen el sentiment de sentir-se sols però amb el consol d’un Déu que els acompanya. La convicció –que és per molts pràcticament una evidència– que Déu no els deixarà abandonats és sovint una font d’esperança fo-namental. “Dono gràcies a Déu de tenir fe”, hem sentit molts dels que treballem amb immigrants.

En la primera etapa de la migració, o en època de dura crisi econòmica com l’actual, la pràctica religiosa no és prioritària, ja que la supervivèn-cia i la recerca de feina ocupen la preocupació principal. Si hi afegim la dificultat de “sentir-se a casa” en les nostres misses mancades de vida i plenes de gent gran, entendrem la desafecció d’alguns d’ells (d’edat més jove) per la pràctica eucarística set manal.

El sentiment religiós resta, però, sovint intacte. Les seves cases estan

JAUME fLAqUER

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cap de l’àrea teològica de cristianisme

i Justícia i coordinador de

l’àrea religiosa de Migra studium

La religió com a taula de salvació dels immigrants