Divina Proportione
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EDICIÓN DE “DE DIVINA PROPORTIONE”
EDITION OF “DE DIVINA PROPORTIONE”
ENRIQUE CELIS REAL. COLEGIO SAN PEDRO PASCUAL DE VALENCIA.
RESUMEN: LUCA PACIOLI, “De Divina Proportione”. Introducción, traducción y
notas de Antonio Manuel González Rodríguez, profesor de la Universidad Complutense
de Madrid. Valencia. Ediciones Grial, S.L. 2007. 136 p.
PALABRAS CLAVE: DIVINA PROPORTIONE. LUCA PACIOLI. EDICIONES
GRIAL S.L.
ABSTRACT: LUCA PACIOLI, “De Divina Proportione”. Introduction, traduction and
notes by Antonio Manuel González Rodríguez, teacher at the Universidad Complutense
in Madrid. Valencia. Ediciones Grial, S.L. 2007. 136 p.
KEY WORDS: DIVINA PROPORTIONE. LUCA PACIOLI. EDICIONES GRIAL
S.L.
Con esta edición se ofrece a un público más numeroso uno de los tesoros de la
Biblioteca Ambrosiana de Milán, que aparece con doble signatura (antigua F 180 sup. y
actual S.P. 6, que se refiere a su presencia en la llamada “Sala del Prefecto”, si bien el
códice se custodia actualmente en la “Sala del Tesoro”, el depósito subterráneo de la
Biblioteca). Este manuscrito, escrito en un pergamino de 130 folios, guarda el texto del
De Divina Proportione de Luca Pacioli. El códice ahora reproducido consigue un valor
absolutamente único e inigualable debido a los dibujos de los sesenta sólidos regulares,
realizados a pluma, tinta y acuarela por el propio Leonardo da Vinci, que se incluyen al
final de la obra.
El libro comienza con una biografía del “frate” franciscano del Quattrocento, Luca
Pacioli, seguida del catálogo de su extensa producción bibliográfica. A continuación se
incluye un índice temático de la obra original por capítulos para llegar así a la
traducción anotada. La parte final está compuesta por un índice de las imágenes
integradas a lo largo de toda la obra.
Este tratado es el producto, en gran medida, de los llamados “encuentros de Milán”
(“laudable y científico duelo”) que se produjeron entre Pacioli y el duque Ludovico “il
Moro” y, sobre todo, de las discusiones mantenidas con Leonardo da Vinci. La
peculiaridad del ambiente que rodeó la corte de Ludovico a finales del Quattrocento fue
el marco científico y artístico que se convirtió en el fondo de sus reflexiones.
Sin embargo, este libro, con abundantes referencias esotéricas y místicas, no va dirigido
al gran público, a pesar de su composición en “vulgar”. Con toda seguridad es una
muestra de fina y admirable doctrina, imprescindible para el conocimiento de aquella
“secretissima scienza” que preocupó tan profundamente a los artistas de la época.
La fuentes más destacables son el Timeo de Platón, los Elementos de Euclides, la obra
de Vitrubio y las especulaciones de los neoplatónicos florentinos, por más que, como
señala el propio Pacioli, se usan numerosas elaboraciones originarias del mundo clásico,
la Edad Media y del Humanismo de la época. El rigor lógico y su claridad en la
exposición de las argumentaciones son obra del profundo conocimiento que el autor
poseía de la filosofía de los escolásticos.
El tratado asume desde su comienzo la primacía de las matemáticas sobre todas las
demás disciplinas.
A partir del capítulo V surge la cuestión fundamental de este tratado: la divina
proporción, nacida de la descrita en el libro VI de los Elementos de Euclides y que ya
Platón recogió en su Timeo (“la división de un segmento en media y extrema razón”).
Esta proporción es denominada “divina” por sus coincidencias y semejanzas con las
propiedades de la Divinidad: la “divina proporción” es “una sola y no más, y no es
posible asignarle otras especies y diferencias”, igualmente que la unidad es el máximo
epíteto de Dios; además la “divina proporción” ha de encontrarse en tres términos como
la sustancia divina se encuentra en tres personas; tampoco se puede definir como no se
puede hacer con la esencia divina que no puede cambiarse, siendo siempre idéntica;
finalmente da, como “virtud celeste”, el ser formal a todo lo creado. Esto aplicado a la
geometría produce como resultado el llamado número M, caracterizado por su
inconmensurabilidad.
Todo este discurso de Pacioli podría ser resumido en la propuesta de que la arquitectura
(como cualquier arte) debe reflejar, como “allo specchio”, la estructura matemática del
Universo. La “proporción matemática”, principio universal y objetivo de la vélelas,
debe convertirse en la referencia obligada de todo arte.
Su carácter inconmensurable fue la causa de su escasa aplicación real a la arquitectura y
en la pintura del Renacimiento. Fue importante en la geometría medieval también.
Cuando en el siglo XIX aparece de nuevo el interés por las proporciones
inconmensurables, la llamada “sección áurea” será clave en las especulaciones artísticas
y estéticas
Su carácter abre camino en el mundo moderno a una nueva recuperación simbólica y a
su aplicación en la naturaleza y el arte, así lo demuestran le Corbusier, Paul Valéry y
otros.