LA OBRA LOS HERMANOS KARAMAZOV. (Fedor Dostoievski)Haremos una pequeña presentación de la obra Los hermanos Karamazov haciendo énfasis en que los personajes principales son creados por el autor en una situación límite y son sujetos que han perdido su lugar en la sociedad rusa. Los personajes como Teodoro Karamazov e Ivan Karamazov son sujetos donde los valores e ideales tradicionales han perdido crédito. Dostoievski nos presenta en Los hermanos Karamazov, a una familia rusa conformada por Teodoro Karamazov padre, un terrateniente, un usurero capaz de cualquier cosa. También se encuentran sus hijos; Demetrio, quien es el mayor, oficial caído en desgracia por su comportamiento violento y disoluto. Iván, el intelectual de la familia, estudió ciencias naturales en San Petersburgo. Alejo, el menor de los tres hermanos, novicio convencido que vive como un eremita alejado del mundo en un monasterio junto al Padre Zozimo, su adorado guía espiritual. Por último, y como sirviente, está el hijo ilegitimo de Teodoro Karamazov, quien en una juerga, al parecer, se aprovechó de la retardada mental que deambulaba por el pueblo. De esta relación surge Smerdiakov, quien se desempeña como servicio en la casa - lupanar de Teodoro. Estos son los personajes principales de la novela.

El asesinato del Padre Karamazov es el eje a través del cual gira la obra. El rasgo más característico de Teodoro Karamazov es la mezcla de bufón - sabio - oportunista que Dostoievski le crea;

Teodoro Karamazov comenzó con muy poco; era un propietario más que modesto, muy aficionado a comer en casa ajena. Reputado como eterno gorrón, no obstante, al morir poseía más de cien mil rublos en dinero efectivo. Esto no le impidió ser durante toda su vida uno de los tipos más desordenados de nuestro distrito. No se trata, repito, de un imbécil. La mayoría de esos libertinos son bastante inteligentes y astutos. (Dostoievski, 2002. p. 3)

En este personaje se reúne las desmedida, lo desaforado. Su agiotismo, su perspicacia para obtener una máxima ganancia a toda costa, su lujuriosa actividad, contrastan con el papel de bufón que gusta hacer: "Otros añadían que se complacía en su nuevo papel de bufón y que adrede, para hacer reír más, fingía no advertir su cómica postura. ¿Quien sabe si realmente era aquello ingenuidad?"(Dostoievski, 2002. p. 5).

Así pues, Teodoro es un bufón. Típico hombre de la oportunidad, este personaje actúa de acuerdo a las circunstancias, su discurso se moldea de acuerdo a lo más conveniente. Por ello, puede perfectamente hacer de bufón, puede santiguarse y besar la mano del Staretz, sentir un profundo temor a Dios, y luego, en menos de un parpadeo, crear un zafarrancho, declarar a todos los monjes comedores de coles, escoria de la sociedad, y de golpe, abogar por la abolición de la fe y la religión. ¿Pero por qué ocurre esto? ¿Cómo podemos justificar el molde de este personaje? Mihail Bajtin nos da una clave interpretativa. Nos dice sobre el aspecto externo de los personajes de Dostoievski: "O son bufones (Fiodor Pavlovich, Smerdiakov, el demonio y otros) o máscaras (Svidrígailov, Stravrogin). Pero los demás carecen de rostro determinado" (Bajtin, 1997. p. 166-167). Además, señala que "el bufón no tiene lugar en la jerarquía. La seriedad se determina por el lugar que uno ocupa en la jerarquía. Elemento de miedo, amenaza, prohibición. Negación de la relatividad del arriba y abajo"(Bajtin, 1997. p. 166-167). El problema es que Teodoro no ocupa lugar alguno en la jerarquía, se ha desplazado de marido a bufón, de padre a libertino, de terrateniente a usurero. Aparece como agiotista, pero no actúa como la usurera de Crimen y Castigo, requiere su dinero para sí mismo porque no tiene ningún papel en la sociedad agraria y semifeudal rusa. En conclusión. Dostoievski lo vuelve un bufón porque los discursos de la Rusia que vive no pueden corresponder con sus actos y deseos egoístas. Hace parte de un nuevo orden del mundo: El orden bancario de una sociedad en germen y por venir.

Dimitri el primer hijo de Teodoro Karamazov es un hombre ruso, pero también es un huérfano. Él, así como Teodoro, han perdido su lugar en la sociedad rusa, es un exoficial, sin ningún otro atributo que el de hombre apasionado, anhelante por encontrar un sitio en la vastedad de la estepa rusa. Demetrio, sus hermanos y sus padre se encontrarán todos en una situación límite y que nos muestra la percepción que ellos tendrán de sus vidas de hombres si tierra bajo sus botas.

Ivan y Aliosha Karamazov son los otros hermanos. En Ivan encontraremos la representación de los jóvenes intelectuales rusos preocupados por el problema de la justicia y el orden social del mundo. En el capítulo: ¿Por qué existirá un hombre como ese? se plantea el problema sobre el cuál girará el asesinato del Padre: si no hay posibilidad de un fundamento para las acciones, pues los presupuestos importantes como la inmortalidad del alma no existen, ni existe Dios, entonces, todo está permitido, hasta la antropofagia.

Aquí si bien Dios representa el concepto religioso, tiene importancia no solo desde este plano sino en tanto importante para el actuar humano. Esto es, que sino existe la moral dictada, si no hay normas que vinculen al hombre y lo ordenen en el mundo, todo estaría permitido.

Iván no es un ateo, la tan sonada frase puesta en su boca por Dostoievski: “Si Dios no existe, todo está permitido”, avanza a través del problema de Dios, pero, en la medida que este concepto representa un principio trascendental que sostiene la moral y orden del mundo. Iván rechaza a Dios y el plan divino si este orden está basado en el sufrimiento de los inocentes. Lo que vemos en los Hermanos Karamazov y en las ideas de Iván que plantean que no hay un principio que diriman el cómo actuar es precisamente la asunción del nihilismo, en tanto en Iván el concepto de finalidad es negado, pues para qué una finalidad si está basada en el sufrimiento actual. Es decir, Iván acepta la posibilidad de Dios, del orden geométrico, de que 2 + 2 son igual a 4, pero sin embargo nos dice que el problema está en que, con esto más la finalidad y la creencia en un mundo superior, no podemos explicar y más aún sostener el orden en el cual actualmente vivimos y actuamos, porque si para ello es necesario el sufrimiento, entonces no logran constituir un sentido unificador de la experiencia de la existencia.

Albert Camus en el El hombre Rebelde, nos muestra el modo en que Iván llega a este problema:

“‘Si el sufrimiento de los niños -dice Iván- sirve para completar la suma de los dolores necesarios para la adquisición de la verdad, yo afirmo desde ahora que esta verdad no vale semejante precio’ Iván niega la dependencia profunda que el cristianismo ha introducido entre el sufrimiento y la verdad. El grito más profundo de Iván, el que abre los abismos más trastornadores bajo los pies del rebelde, es : ‘Mi indignación subsistiría aunque Dios existiese, aunque el misterio ocultase una verdad, aunque el starets Zosima tuviese razón’ Iván no aceptaría que esta verdad fuese pagada con el mal, el sufrimiento y la muerte infligidos al hombre”. (Camus, 1978).

Podemos ver que en el planteamiento de Iván la moral, la “ley moral” deriva de Dios. Este es el fundamento incluso del mal y de la injusticia del mundo. Iván, como un Quijote se rebela frente a este orden, lo declara absurdo, y sin embargo, poco puede hacer contra esto.

“Si rechaza la inmortalidad, ¿Qué le queda? La vida en lo que ésta tiene de elemental. Suprimido el sentido de la vida, queda todavía la vida. ‘Vivo -dice Iván- a pesar de la lógica’, y añade: ‘Si no tuviese ya fe en la vida, si dudase de una mujer amada, del orden universal, y estuviese persuadido, por el contrario, de que todo no es sino un caos infernal y maldito, aún entonces, a pesar de todo, querría vivir’. Iván vivirá, por lo tanto, y amará ‘sin saber por qué’. Pero vivir es también obrar. ¿En nombre de qué? Si no hay inmortalidad no hay recompensa ni castigo, ni bien ni mal. ‘Creo que no hay virtud sin inmortalidad’. Y también: ‘Sé solamente que el sufrimiento existe, que no hay culpables, que todo pasa y se equilibra’. Pero si no hay virtud no hay ya ley: ‘Todo está permitido’. (Camus, 1978).

En cierta forma la obra de Dostoievski escenifica o refleja la crisis del sujeto en nuestro tiempo, la crisis de los principios y fundamentos. Más explicítamente el desconsuelo y también la duda por cuál sea el destino humano futuro. Recordemos que Iván no es la única voz que resonará en el mundo de los Karamazov. Cada uno de sus hermanos, su padre y el Starets Zosimo alzarán su voz, dialogando unos con otros, negando la “idea” de uno o aceptando la de otro.

El otro hermano, Aliosha Karamazov es junto con el Staretz Zozimo la representación del hombre bello, de la idea de hombre que intenta defender Dostoievski como la forma en que la humanidad puede superar sus problemas a través de la fe. El autor de Los hermanos Karamazov hace énfasis en el carácter de su héroe Aliosha, a quién califica de hombre original Pero gracias a la maestría de Dostoievski, el calificativo de hombre original, que nos llevaría al solipsismo o al mostrario de criaturas extrañas, se convierte, por un giro de la definición, en "la quintaesencia del patrimonio común" (Dostoievski, 2002. p. 1). Empezamos a vislumbrar que en Aliosha, Dostoievski centra su atención con el objeto de exaltar las cualidades esenciales de lo humano. Recordemos que la imagen de Aliosha está hecha del Cristo dostoievskiano, Cristo que se alimenta de la religión ortodoxa rusa, de la visión del cristo revolucionario común en el socialismo utópico, y además, entendido también, como fuente de la promesa del valor moral.

Esto presentado, podría llamarse la forma general de la novela. Sin embargo la novela adquiere tal grado de complejidad que como lectores, muy probablemente quedaremos a la deriva, ante personajes que cambian tan rápido de parecer y modo de actuar, ante situaciones que se agolpan una contra otra en un pequeño instante de tiempo. Todo ello envuelto en las tesis que defienden los personajes y que los llevan hasta el abismo cuando intentan llegar hasta las últimas consecuencias de sus pensamientos.