Dossier 26 de junio

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Dossier sobre la masacre del Puente Pueyrredon ocurrida el 26 de junio de 2002 y donde fueron asesinados Maximiliano Kosteki y Darío Santillán,

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¿Pensás que desde los medios alternativos se puede contrar-restar esta situación?Yo creo que tanto un medio de comunicación o un documental que cuestiona el sistema sirve, todo eso sirve. Sirve porque es una forma de dar la lucha simbólica. Si los medios de comunicación golpean en el imaginario del lector o del televidente, nosotros también tenemos que dar la batalla ahí, no en lo ideológico. En lo ideológico es más directo, es más conciente, es más simple, lo otro es mucho más complejo, más movedizo, hay multiplicidad de discursos que van dando vueltas y vos podés agarrar un cachito de uno y un cachito de otro. El imaginario lo va construyendo la persona misma. Lo importante es dar la lucha simbólica. Sino, me voy a laburar a Clarín, pero no tengo ganas. Toda la historia de Clarín te demuestra que echaron a cuanta gente intentó armar un sindicato. Clarín no tiene sindicato; ahí está el tema de la alienación. El trabajador de un medio de comunicación muy pocas vec-es está sindicalizado o está peleando una lucha obrera o de conciencia política. Están totalmente desperdigados. Ojalá este documental sirva para que los tipos se organicen.

¿Tuviste alguna devolución de la gente que entrevistaste? A Pepe le gustó, me dijo que le parecía honesto por lo menos, él estaba asustado por la tapa. No había visto el documental y vio la tapa, en-tonces me dice: “Uh, se fueron al carajo.” Virginia Messi también, no me dijo nada, pero me dijeron que estaba cagada en la patas, quería saber cómo habíamos editado la entrevista. Nosotros no editamos, no cortamos una palabrita y ponemos otra. Además, dura tanto el docu-mental porque podríamos haber cortado y no cortamos. Por ejemplo, Blanck , vos ves el documental y ves que se saca a lo último. En la entrevista fue así, entonces tratamos de respetar eso. No hicimos nada del otro mundo, fuimos coherentes con lo que pensamos. Ellos no nos pueden decir nada. Estaría bueno hablar con Blanck y ver qué opina del documental.

¿De dónde salió la idea de la tapa?No sé, son ideas que se fueron tirando, con alguna idea del diseñador y alguna de Damián. Sabíamos que nos iban a tildar de que iba a ser un documental contra Clarín. En toda la primera parte del documental están los otros medios de comunicación, de televisión y gráfica, que más o menos dicen lo mismo que Clarín. Y nos faltó la radio, que por

una cuestión de presupuesto no pudimos acceder, había que pagar el archivo y no teníamos un mango. En la radio se dijeron muchas más barbaridades que en el diario, porque la radio al igual que la televisión es en el momento. Eso en el documental está. Por suerte en ese mo-mento la gente estaba más activa, más participativa, estaba en la calle, tenía otra visión de los piqueteros; si hubiese sido hoy, ¿qué hubiese pasado? Hubo mucha clase media que al principio fue a las marchas, a pedir que se esclarezca el caso.

¿Y el título, habían pensado algún otro?No, no teníamos título. Lo que me di cuenta es que en las entrevistas, el diario se tornaba en un personaje principal. En todas las entrevistas aparecía el tema de la tapa, todos hablaban de él. Entonces yo dije “ya que es el personaje principal, pongámosle ese nombre”. Lo pusimos entre comillas por las dudas, no queríamos que se nos arme quilombo.

¿Se aprendió algo de la Masacre de Avellaneda?Yo creo que los movimientos aprendieron. Muchos movimientos fueron ingenuamente a pararse ahí, a dar la lucha ahí. A los tipos les cambió la forma de organización también, a plantearse un poco más la cuestión política y cómo la política reprime, y que los medios de comunicación también reprimen. Porque represión no es sólo agarrar un palo y partírtelo en la cabeza, sino que cuando vos, desde la prensa, sabés que fue la policía y ponés que no sabés quien disparó, eso es represión. En el fondo no cambia nada en realidad. Sí creo que en el 2001 hubo un cambio, en el sentido de que hubo participación de gente en las calles, que los que peleamos contra el sistema no lo podíamos creer. La gente en las calles, la gente que se juntaba en las esquinas, hablaba en la asamblea, ahí sí hubo un cambio, ahí hubo una participación real y directa. Sin embargo, después se cae todo por una cuestión de aprendizaje: no estaba la revolución a la vuelta de la esquina. Y se cae también porque la gente sigue buscando alguien en quien delegar el poder para que lleve esto adelante. Si hay cambios yo no los veo, son cambios muy pequeños. En el fondo, en lo concreto, está claro que hay gente que quiere cambiar y hay gente que no quiere cambiar. Por eso te digo que hay un periodismo opuesto, tiene que haber otro periodismo distinto, para difundir, para hacer notas. No me digas cómo, pero tiene que haber otro tipo de periodismo.

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… un país muy, muy lejano que vivía de las riquezas ajenas. Sus arcas se engrosaban a diario con lo que extraían del trabajo del pueblo y con los préstamos de sus dos grandes amigos: uno lo Bancaba Mundial-mente, el otro era la Fuerza Mundial Intergaláctica. En este pequeño país la gente era feliz , compraba electrodomésticos, viajaba a la famosa ciudad de Mimami Memima y elegía siempre a un emperador, que nadie nunca había votado. Después de ser elegido, el emperador mostraba su cara más oscura: se convertía en un brujo malvado. Allí por los años ’90 el brujo Menemino y su secuaz Cavallino eran los dueños del castillo rosa.

En este lejano país no todos disfrutaban del confort electrónico, ni de la bonanza proveniente de la Fuerza Mundial Intergaláctica. Algunos gozaban por tener bellos trabajos, otros sufrían porque iban perdiendo el empleo y así acrecentaban el número de ciudadanos que se veían inmersos en la pobreza más extrema. Durante muchos años esta gran mayoría pasó desapercibida.

Hacia finales de los 90, el brujo Menemino no pudo –mediante sus embru-jos- mantener a esa mayoría callada. Ésta empezó a despertar; la situación del país muy bello y rico ya no era tan así, el castillo rosa poco a poco iba perdiendo su esplendor. En este momento es donde comienza a aparecer el Ejército de Desindustrializados, surgidos de las entrañas del pueblo para luchar contra el brujo Menemino y sus secuaces.

Poco a poco las fuerzas del emperador fueron cediendo ante los em-bates del que sería el nuevo rey: el Emperador Dormilón. Él no parecía tener ninguna fuerza por sí mismo, necesitaba armar una Alianza con otras fuerzas para llegar al trono tan deseado. Como su nombre lo indi-caba, se dedicó a dormir y a no cambiar nada de lo que había realizado

su antecesor en el trono. Poco a poco, el Ejército de Desindustrializados que había creído y confiado en el nuevo emperador, se dio cuenta de su ineptitud. Poco a poco, otras fuerzas comenzaron a aliarse con ellos. Su principal arma secreta era la Cacerola Despertador.

Nuevamente, Cavallino, el niño mimado de los 90, fue invocado por el representante del castillo rosa. Esta situación fue una de las que hizo rebalsar la copa. Allá por el 2001, gracias a las fuerzas de los Piquetes y las Cacerolas el emperador se despertó para subirse al dragón negro alado y abandonar su castillo.

“Que se vayan todos, que no quede, ni uno solo…”, se cantaba en la plaza principal, alternándose con “Piquete y Cacerola, la lucha es una sola.” En esos días memorables, no había emperador válido, los que se sentaron en el trono prontamente lo dejaron. El trono parecía estar en las veredas, en la liberación de los caminos de la opresión automovilís-tica, en las caminatas que a diario unían los dos puntos centrales de la ciudad: el monolito fálico y la plaza central. Finalmente, llegó al cas-tillo rosa el caudillo del Gran Buenos Aires, conocido en sus pagos como la “Gran Cabeza” (no por grandes ideas sino por su gran tamaño).

Mientras tanto, en otro lugar del mundo, la Fuerza Mundial Interga-láctica estaba enfurecida por los sucesos inesperados que ocurrían en este país lejano. La llegada del Gran Cabeza esperanzaba a las fuerzas exteriores para que reine la paz y el orden, como había sucedido du-rante toda la década del 90. Uno de sus aliados preferidos para este nuevo embate, era la Caja Embobadora, que a través de sus criaturas malignas -los periodistruchos-, ofrecía a todo el mundo una mirada vil de su principal enemigo: el Desindustrializado.

El “Gran Cabeza” tuvo sus primeros logros al separar a la cacerola del piquete, con algunas pequeñas promesas de un futuro feliz y con perdices de sobra. Una vez más, el Ejército de Caceroleros abandonaba al de los Desindustrializados. Pero este trabajo no le iba a resultar tan sencillo al nuevo rey.

Luego de muchas pequeñas batallas, se comenzaba a gestar el gran combate: Las fuerzas del Orden Maligno del Gran Cabeza con sus aliados Intergalácticos, se enfrentaba con las fuerzas que todavía no habían sido derrotadas: las del Piquete. Esta lucha se iba a suceder en el puente que unía al fuerte de la ciudad con el resto del territorio. Ese día fue el 26 de junio de 2002, día en el cual la realidad superó ampliamente a la ficción.

¿Cómo empezó ese día para vos?Toda la semana previa hubo un cruce constante entre amenazas del Gobierno y afirmaciones de los grupos piqueteros. Se notaba que era un día de corte no similar a los anteriores. Igual, yo no estaba muy habituado a hacer cortes. Pero ese día tenía una tensión muy especial, lo sentí apenas me levanté para ir a trabajar. De todas maneras, yo no sabía si iba a ir al puente o si iba a hacer otra cosa, porque las coberturas en el diario se reparten y no sabés. Sin embargo, me tocó ir al puente Pueyrredón. En un momento, pensaba que se iba a suspender el corte, era como un deseo, por la tensión que había al llegar al puente… Dije: “esto termine antes de empezar”.

¿Qué veías de diferente exactamente?El despliegue de fuerzas era muy grande: participaban Prefectura, la Federal, la Bonaerense, con helicópteros… Pero lo que hacía que ese día fuera especial era todo lo que se había dicho los días anteriores: las amenazas de Atanasoff, toda esa bravuconada del estilo “no vamos a permitir”, como diciendo “el orden lo ponemos nosotros”. Creo que estaba planteado como un día en que se iban a definir una serie de fuer-zas. Hay que entender que era el 2002. El gobierno recibía presiones de todo el aparato político para encauzar la protesta dentro de un marco.

Había una vez… “Si no hubiera estado en el momento político que estábamos, este trabajo hubiera sido una crónica más”Pepe Mateos, fotógrafo, trabaja para Clarín desde 1992. Fue testigo directo de los asesinatos de Kosteki y Santillán, y su trabajo resultó crucial para identificar a los culpables. Clarín tuvo sus fotos el 26 a la tarde, pero las publicó recién el 28, luego de que la repercusión del caso los obligara a abandonar la especulación política.

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… un país muy, muy lejano que vivía de las riquezas ajenas. Sus arcas se engrosaban a diario con lo que extraían del trabajo del pueblo y con los préstamos de sus dos grandes amigos: uno lo Bancaba Mundial-mente, el otro era la Fuerza Mundial Intergaláctica. En este pequeño país la gente era feliz , compraba electrodomésticos, viajaba a la famosa ciudad de Mimami Memima y elegía siempre a un emperador, que nadie nunca había votado. Después de ser elegido, el emperador mostraba su cara más oscura: se convertía en un brujo malvado. Allí por los años ’90 el brujo Menemino y su secuaz Cavallino eran los dueños del castillo rosa.

En este lejano país no todos disfrutaban del confort electrónico, ni de la bonanza proveniente de la Fuerza Mundial Intergaláctica. Algunos gozaban por tener bellos trabajos, otros sufrían porque iban perdiendo el empleo y así acrecentaban el número de ciudadanos que se veían inmersos en la pobreza más extrema. Durante muchos años esta gran mayoría pasó desapercibida.

Hacia finales de los 90, el brujo Menemino no pudo –mediante sus embru-jos- mantener a esa mayoría callada. Ésta empezó a despertar; la situación del país muy bello y rico ya no era tan así, el castillo rosa poco a poco iba perdiendo su esplendor. En este momento es donde comienza a aparecer el Ejército de Desindustrializados, surgidos de las entrañas del pueblo para luchar contra el brujo Menemino y sus secuaces.

Poco a poco las fuerzas del emperador fueron cediendo ante los em-bates del que sería el nuevo rey: el Emperador Dormilón. Él no parecía tener ninguna fuerza por sí mismo, necesitaba armar una Alianza con otras fuerzas para llegar al trono tan deseado. Como su nombre lo indi-caba, se dedicó a dormir y a no cambiar nada de lo que había realizado

su antecesor en el trono. Poco a poco, el Ejército de Desindustrializados que había creído y confiado en el nuevo emperador, se dio cuenta de su ineptitud. Poco a poco, otras fuerzas comenzaron a aliarse con ellos. Su principal arma secreta era la Cacerola Despertador.

Nuevamente, Cavallino, el niño mimado de los 90, fue invocado por el representante del castillo rosa. Esta situación fue una de las que hizo rebalsar la copa. Allá por el 2001, gracias a las fuerzas de los Piquetes y las Cacerolas el emperador se despertó para subirse al dragón negro alado y abandonar su castillo.

“Que se vayan todos, que no quede, ni uno solo…”, se cantaba en la plaza principal, alternándose con “Piquete y Cacerola, la lucha es una sola.” En esos días memorables, no había emperador válido, los que se sentaron en el trono prontamente lo dejaron. El trono parecía estar en las veredas, en la liberación de los caminos de la opresión automovilís-tica, en las caminatas que a diario unían los dos puntos centrales de la ciudad: el monolito fálico y la plaza central. Finalmente, llegó al cas-tillo rosa el caudillo del Gran Buenos Aires, conocido en sus pagos como la “Gran Cabeza” (no por grandes ideas sino por su gran tamaño).

Mientras tanto, en otro lugar del mundo, la Fuerza Mundial Interga-láctica estaba enfurecida por los sucesos inesperados que ocurrían en este país lejano. La llegada del Gran Cabeza esperanzaba a las fuerzas exteriores para que reine la paz y el orden, como había sucedido du-rante toda la década del 90. Uno de sus aliados preferidos para este nuevo embate, era la Caja Embobadora, que a través de sus criaturas malignas -los periodistruchos-, ofrecía a todo el mundo una mirada vil de su principal enemigo: el Desindustrializado.

El “Gran Cabeza” tuvo sus primeros logros al separar a la cacerola del piquete, con algunas pequeñas promesas de un futuro feliz y con perdices de sobra. Una vez más, el Ejército de Caceroleros abandonaba al de los Desindustrializados. Pero este trabajo no le iba a resultar tan sencillo al nuevo rey.

Luego de muchas pequeñas batallas, se comenzaba a gestar el gran combate: Las fuerzas del Orden Maligno del Gran Cabeza con sus aliados Intergalácticos, se enfrentaba con las fuerzas que todavía no habían sido derrotadas: las del Piquete. Esta lucha se iba a suceder en el puente que unía al fuerte de la ciudad con el resto del territorio. Ese día fue el 26 de junio de 2002, día en el cual la realidad superó ampliamente a la ficción.

¿Cómo empezó ese día para vos?Toda la semana previa hubo un cruce constante entre amenazas del Gobierno y afirmaciones de los grupos piqueteros. Se notaba que era un día de corte no similar a los anteriores. Igual, yo no estaba muy habituado a hacer cortes. Pero ese día tenía una tensión muy especial, lo sentí apenas me levanté para ir a trabajar. De todas maneras, yo no sabía si iba a ir al puente o si iba a hacer otra cosa, porque las coberturas en el diario se reparten y no sabés. Sin embargo, me tocó ir al puente Pueyrredón. En un momento, pensaba que se iba a suspender el corte, era como un deseo, por la tensión que había al llegar al puente… Dije: “esto termine antes de empezar”.

¿Qué veías de diferente exactamente?El despliegue de fuerzas era muy grande: participaban Prefectura, la Federal, la Bonaerense, con helicópteros… Pero lo que hacía que ese día fuera especial era todo lo que se había dicho los días anteriores: las amenazas de Atanasoff, toda esa bravuconada del estilo “no vamos a permitir”, como diciendo “el orden lo ponemos nosotros”. Creo que estaba planteado como un día en que se iban a definir una serie de fuer-zas. Hay que entender que era el 2002. El gobierno recibía presiones de todo el aparato político para encauzar la protesta dentro de un marco.

Había una vez… “Si no hubiera estado en el momento político que estábamos, este trabajo hubiera sido una crónica más”Pepe Mateos, fotógrafo, trabaja para Clarín desde 1992. Fue testigo directo de los asesinatos de Kosteki y Santillán, y su trabajo resultó crucial para identificar a los culpables. Clarín tuvo sus fotos el 26 a la tarde, pero las publicó recién el 28, luego de que la repercusión del caso los obligara a abandonar la especulación política.

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¿En qué momento sentiste que se desató todo?Yo tuve una primera impresión, fea, cuando la columna de La Verón venía avanzando por Pavón. La policía cerró la calle. Veías a la gente avanzando y a la Policía, y decías: “¿esto cómo se resuelve?”. En ese momento, la Policía se corrió media avenida y la gente pasó. Después cuando La Verón tomó posición sobre el tramo que une Mitre con el puente, y por otro lado, venía avanzando el bloque piquetero, la Policía queda en el medio al momento de juntarse las dos columnas. Y dicen “el puente no lo toman, al puente no se sube”. Ahí se genera una ten-sión, una situación de choques y hay un policía que tira una granada de gas. Ahí empezaron todos los enfrentamientos, los disparos, las corridas. Fue un desbande caótico hacia cualquier lado.

¿Y los periodistas estaban ubicados homogéneamente o había despliegue periodístico por todos lados?Los periodistas estaban ubicados en su mayoría sobre el puente peat-onal, porque era el lugar que te daba una buena perspectiva de lo que ocurría. Me acuerdo que estaba con un fotógrafo de Télam, Enrique Cabrera, parados en una parte que veíamos todo bien, y justo comen-tamos: “¿dónde nos ponemos?” Y creo que Enrique se subió al puente, y yo me quedé abajo. Y es justo cuando empiezan los choques, lo que hizo que cuando empieza el despliegue, la mayoría de los periodistas quedan instalados sobre Mitre, o atrás de la Policía. Yo como quedé parado ahí, empecé a correr para el lado de Pavón. La verdad es que cuando te agarran los gases lacrimógenos el estado de confusión es tan grande que no sabés qué hacer, es como que te dejan indefenso, lo único que hacés es correr y llorar. Estás en condiciones de que te den un palo y caer.

¿En ese momento podías pensar en tu trabajo?En un momento pensás un poco cómo armás la foto, qué foto sacás, y en realidad vas revoleando la cámara, mucho no podés pensar. Funciona el cuerpo solo, no la cabeza. Hasta me acuerdo que en un momento co-mento con Carlos, un muchacho de La Verón: “loco, ¿cómo empezaron el quilombo tan rápido?”, como diciendo “hubieran esperado un poco, ¿no?”. Me dice “no, pero no nos dieron margen, empezaron ellos”. Íbamos caminando por Pavón hacia la estación, y era como decir “bue-no, ya se terminó todo, no duró nada” y, en realidad, recién empezaba. La Policía siguió avanzando, Prefectura también, siguieron tirando. Y en un momento estaba en el medio de la calle Pavón y digo “esto no son disparos comunes”. Y si no son disparos comunes, “¿qué estoy haciendo acá?” De hecho, creo que en ese instante, debe haber sido cuando dispararon sobre Maximiliano. A cada paso que daba, uno daba por terminada la situación. En realidad, era un paso más en la avanzada de la represión. Porque, de hecho, yo me fui a las dos de la tarde, pero lo que pasó en el Fiorito, en el allanamiento de Izquierda Unida en Avel-laneda, fue más que decir “acá no se toma el puente y se acabó”. Fue una batalla donde se definieron bastantes cosas. Para los dos sectores fue desastroso, para el gobierno y para las organizaciones.

¿Cómo llegaste a la estación?Llego a la estación y nos encontramos con el cuerpo de Maximiliano. Yo no podía entender qué hacía el cuerpo de Maximiliano ahí, porque cuando lo vi estaba muerto. Decís “¿cómo cayó muerto acá?” Después, entendés que lo llevaron corriendo casi como una cuadra hasta la estación. Había una chica que estaba en el patio con un ataque respiratorio y la estaban atendiendo. Y estaba Darío en la estación, sobre el cuerpo de Maximiliano. En un momento se escuchan muchos gritos, la gente sale corriendo, porque viene la Policía y yo me quedo contra la pared, del lado de adentro. Y ahí entra la policía. Entra Fanchiotti con Acosta, y se producen unos gritos y disparos. Yo quedo congelado contra la pared. Y hay otra gente que está en la otra pared, en diagonal mío, que quedó en un rincón, y vos ves que esa gente está antes y después que entre la policía.Estaban quietos, acurrucados; claramente, impávidos ante la violencia. Cuando entré al patio de la estación estaba el cuerpo de Darío moviéndose, como retor-ciéndose de dolor, del tiro. Fanchiotti, que se había puesto loco, estaba muy alterado, y dos policías levantan a Darío con una saña tremenda, porque no se podía levantar, tenía el tiro de la Itaka en la cintura. Lo ar-rastran hasta afuera, y después cruzamos unas palabras con Fanchiotti ahí cuando lo tenía en el suelo, en el kiosco. No lo escuché, me gritó pero no le entendí lo que me dijo.

¿Y ahí cómo fue trabajo?Sacás lo que podés, no sacás muchas fotos. Hay fotos que no saqué, que las vi y no las saqué. No sé si está bien o está mal. Yo no tengo mucha conciencia de cómo se sucedieron las cosas, porque todo se dio en muy poco tiempo y en ese momento yo llamé al diario y pedí una ambulancia. Y en ese momento es cuando mueven el cuerpo de Maximiliano, y yo cuando lo mueven, pongo la cámara encima y tengo un plano cerrado de su cara y le veo la cara ensangrentada, todo lleno de sangre. Esa foto la miré y no la pude sacar. Digo, no sé si tenía valor. No pude, es mucho.

¿Cómo evaluás tu trabajo de ese día cinco años después?Realmente, yo no lo evalúo más. Sucedió algo, yo estaba ahí. Mi trabajo es el de cualquier fotógrafo con una dinámica y con un interés por las cosas que hace. Las circunstancias hacen que te pongan ahí justo en un momento y lo resolvés más o menos bien. Yo lo resolví más o menos mal. Si no hubiera estado en el momento político que estábamos, ese trabajo hubiera sido una crónica más. La circunstancia política hizo que ese trabajo tomara la importancia que tomó. Justo el 26 de junio fue un momento clave para la política argentina. Y haber estado en el punto central de ese día hace que el trabajo sea importantísimo. ¿Cómo evaluás la proyección política de la Masacre, teniendo en cuenta el tratamiento que tuvo en los medios de comunicación en esos días?Los medios forman parte del entramado político, para bien y para mal, no se lo puede negar, unos con un signo otros con otro. Ese día fue muy confuso en la información. Creo que el título de Clarín “La crisis causó dos nuevas muertes” fue poco feliz , pero también rescato que ese día

Clarín le dedica doce páginas a la información. Si sacás ese título, el día 27 hay gran cantidad de información. Doce páginas es la cantidad que se dedica a una elección, o a un hecho como el atentado en las Torres o el atentado en Madrid. Le da un valor periodístico muy grande. Con sus errores, instaló el tema. Incluso a mí me llamó la atención que la foto de tapa del 27, a media página, fuera la foto de la estación. Más allá de si estoy de acuerdo o no con la edición de la foto, estaba. Los compañeros de La Verón, frente a las cámaras de TN, arman la historia de ese día con las fotos que salieron publicadas, que eran fotos mías y de otros fotógrafos. Esto tiene un peso que realmente excede las impresiones políticas del diario y, de alguna manera, hubo una trampa del destino también ahí, porque esa demora para entender lo que había sucedido hizo que el gobierno saliera a decir cosas que lo dejaron pa-tinando en falso totalmente. Porque Matzkin hace una conferencia de prensa diciendo que había grupos armados, una cantidad de pavadas, y no se desmiente totalmente porque no se sabía cómo era. Para las organizaciones populares no fue bueno porque, de alguna manera, si bien le dio fuerza para reclamar justicia, me parece como que empezó un desgaste.

Hablando respecto a la importancia que tuvieron esto en la cau-sa judicial, ¿a vos te tocó declarar?Sí, el primer día declaré. Después fui al Juzgado y, finalmente, estuve en el juicio. Había material gráfico, videos y fotos. El abogado de Fan-chiotti me pregunta si yo tengo afinidad ideológica -una pregunta que me parece una pelotudez- que la tuviera o no la tuviera daba lo mismo, porque, ¿qué puede cambiar de lo que estaba ahí? El policía disparó igual. Mi testimonio era lo que estaba ya, no había nada que agregar, ni que sacar, porque ¿qué iba a decir? ¿Se le escapó el tiro? ¿Disparó con saña? Todo son interpretaciones, pero lo que importaba en sí eran los videos y las fotografías que había. Una misma foto tiene una lectura tan complicada que algo que para vos es inocente, para otro tiene un peso que no esperás.

“La policía se movía con absoluta impunidad ese día, y vos te sentís impune cuando desde arriba te están respaldando”Sergio Kowalewski recibió como herencia de su padre el oficio de fotógrafo, y convirtió esta herramienta en el centro de su militancia. Con 49 años de edad, lleva casi 20 trabajando con las Madres de Plaza de Mayo, aportando desde su profesión al periódico. En eso estaba cuando el 26 de junio de 2002 las fuerzas de seguridad, en complicidad con el gobierno, decidieron reprimir a los manifestantes que cortaban el puente Pueyrredón. En la entrevista que publicamos a continuación relata qué paso ese día, el accionar de la policía, la campaña de desinformación de los medios masivos de comunicación, y los asesinatos de Kosteki y Santillán en la estación Avellaneda.

¿Por qué fuiste a cubrir ese día el corte del Puente Pueyrredón?Ya en el ‘97 yo tenía vínculos con las madres y con los movimientos de trabajadores desocupados, fundamentalmente el de Florencio Varela y Solano, porque son los que estaban en la zona Sur. Empezamos documentar, a hacer un registro de esa historia. Entonces era lógico que ese 26 de junio estuviera ahí. Tenía la tarea específica de documentar lo que iba a pasar. Nosotros políticamente habíamos analizado que iba a haber una represión, a partir de las declaraciones de Atanasoff y el gobierno en los medios de comunicación. Eran una serie de elementos que te decían que ese día iba a ser un punto de inflexión en la política a los movimientos de desocupados. El gobierno había tomado la determinación, en ese contexto, de resolver el problema de la crisis económica, de la crisis social, con represión. Lo que no teníamos idea era la magnitud o el volumen que iba a tener la represión. Uno en un principio imaginaba gases lacrimógenos, balas de goma, pero jamás imaginábamos en ese contexto que se iban a disparar

balas de plomo e iba a terminar habiendo por lo menos dos asesinados y tres [sic] heridos de bala. ¿Cómo fue el clima que viste ese día, cuando llegaste a la ma-ñana a Avellaneda?Yo llegué temprano. Había columnas que se iban formando sobre la estación, yo vine por el lado de la estación de Avellaneda. Otras fuerzas se iban juntando del lado de la avenida Mitre. Normalmente lo que hago es arrimarme al pelotón de infantería y preguntar cómo viene la mano, porque es parte del laburo, uno tiene que saber dónde ubicarse. El clima era tenso, la cantidad de fuerzas policiales era bastante grosa: Gendarmería, Prefectura, Infantería, Federal. Lo que no imaginaba era que la represión se iba a dar tan inmediatamente, en la llegada casi de las columnas abajo del puente. Y después, tremenda cacería y represión.

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¿En qué momento sentiste que se desató todo?Yo tuve una primera impresión, fea, cuando la columna de La Verón venía avanzando por Pavón. La policía cerró la calle. Veías a la gente avanzando y a la Policía, y decías: “¿esto cómo se resuelve?”. En ese momento, la Policía se corrió media avenida y la gente pasó. Después cuando La Verón tomó posición sobre el tramo que une Mitre con el puente, y por otro lado, venía avanzando el bloque piquetero, la Policía queda en el medio al momento de juntarse las dos columnas. Y dicen “el puente no lo toman, al puente no se sube”. Ahí se genera una ten-sión, una situación de choques y hay un policía que tira una granada de gas. Ahí empezaron todos los enfrentamientos, los disparos, las corridas. Fue un desbande caótico hacia cualquier lado.

¿Y los periodistas estaban ubicados homogéneamente o había despliegue periodístico por todos lados?Los periodistas estaban ubicados en su mayoría sobre el puente peat-onal, porque era el lugar que te daba una buena perspectiva de lo que ocurría. Me acuerdo que estaba con un fotógrafo de Télam, Enrique Cabrera, parados en una parte que veíamos todo bien, y justo comen-tamos: “¿dónde nos ponemos?” Y creo que Enrique se subió al puente, y yo me quedé abajo. Y es justo cuando empiezan los choques, lo que hizo que cuando empieza el despliegue, la mayoría de los periodistas quedan instalados sobre Mitre, o atrás de la Policía. Yo como quedé parado ahí, empecé a correr para el lado de Pavón. La verdad es que cuando te agarran los gases lacrimógenos el estado de confusión es tan grande que no sabés qué hacer, es como que te dejan indefenso, lo único que hacés es correr y llorar. Estás en condiciones de que te den un palo y caer.

¿En ese momento podías pensar en tu trabajo?En un momento pensás un poco cómo armás la foto, qué foto sacás, y en realidad vas revoleando la cámara, mucho no podés pensar. Funciona el cuerpo solo, no la cabeza. Hasta me acuerdo que en un momento co-mento con Carlos, un muchacho de La Verón: “loco, ¿cómo empezaron el quilombo tan rápido?”, como diciendo “hubieran esperado un poco, ¿no?”. Me dice “no, pero no nos dieron margen, empezaron ellos”. Íbamos caminando por Pavón hacia la estación, y era como decir “bue-no, ya se terminó todo, no duró nada” y, en realidad, recién empezaba. La Policía siguió avanzando, Prefectura también, siguieron tirando. Y en un momento estaba en el medio de la calle Pavón y digo “esto no son disparos comunes”. Y si no son disparos comunes, “¿qué estoy haciendo acá?” De hecho, creo que en ese instante, debe haber sido cuando dispararon sobre Maximiliano. A cada paso que daba, uno daba por terminada la situación. En realidad, era un paso más en la avanzada de la represión. Porque, de hecho, yo me fui a las dos de la tarde, pero lo que pasó en el Fiorito, en el allanamiento de Izquierda Unida en Avel-laneda, fue más que decir “acá no se toma el puente y se acabó”. Fue una batalla donde se definieron bastantes cosas. Para los dos sectores fue desastroso, para el gobierno y para las organizaciones.

¿Cómo llegaste a la estación?Llego a la estación y nos encontramos con el cuerpo de Maximiliano. Yo no podía entender qué hacía el cuerpo de Maximiliano ahí, porque cuando lo vi estaba muerto. Decís “¿cómo cayó muerto acá?” Después, entendés que lo llevaron corriendo casi como una cuadra hasta la estación. Había una chica que estaba en el patio con un ataque respiratorio y la estaban atendiendo. Y estaba Darío en la estación, sobre el cuerpo de Maximiliano. En un momento se escuchan muchos gritos, la gente sale corriendo, porque viene la Policía y yo me quedo contra la pared, del lado de adentro. Y ahí entra la policía. Entra Fanchiotti con Acosta, y se producen unos gritos y disparos. Yo quedo congelado contra la pared. Y hay otra gente que está en la otra pared, en diagonal mío, que quedó en un rincón, y vos ves que esa gente está antes y después que entre la policía.Estaban quietos, acurrucados; claramente, impávidos ante la violencia. Cuando entré al patio de la estación estaba el cuerpo de Darío moviéndose, como retor-ciéndose de dolor, del tiro. Fanchiotti, que se había puesto loco, estaba muy alterado, y dos policías levantan a Darío con una saña tremenda, porque no se podía levantar, tenía el tiro de la Itaka en la cintura. Lo ar-rastran hasta afuera, y después cruzamos unas palabras con Fanchiotti ahí cuando lo tenía en el suelo, en el kiosco. No lo escuché, me gritó pero no le entendí lo que me dijo.

¿Y ahí cómo fue trabajo?Sacás lo que podés, no sacás muchas fotos. Hay fotos que no saqué, que las vi y no las saqué. No sé si está bien o está mal. Yo no tengo mucha conciencia de cómo se sucedieron las cosas, porque todo se dio en muy poco tiempo y en ese momento yo llamé al diario y pedí una ambulancia. Y en ese momento es cuando mueven el cuerpo de Maximiliano, y yo cuando lo mueven, pongo la cámara encima y tengo un plano cerrado de su cara y le veo la cara ensangrentada, todo lleno de sangre. Esa foto la miré y no la pude sacar. Digo, no sé si tenía valor. No pude, es mucho.

¿Cómo evaluás tu trabajo de ese día cinco años después?Realmente, yo no lo evalúo más. Sucedió algo, yo estaba ahí. Mi trabajo es el de cualquier fotógrafo con una dinámica y con un interés por las cosas que hace. Las circunstancias hacen que te pongan ahí justo en un momento y lo resolvés más o menos bien. Yo lo resolví más o menos mal. Si no hubiera estado en el momento político que estábamos, ese trabajo hubiera sido una crónica más. La circunstancia política hizo que ese trabajo tomara la importancia que tomó. Justo el 26 de junio fue un momento clave para la política argentina. Y haber estado en el punto central de ese día hace que el trabajo sea importantísimo. ¿Cómo evaluás la proyección política de la Masacre, teniendo en cuenta el tratamiento que tuvo en los medios de comunicación en esos días?Los medios forman parte del entramado político, para bien y para mal, no se lo puede negar, unos con un signo otros con otro. Ese día fue muy confuso en la información. Creo que el título de Clarín “La crisis causó dos nuevas muertes” fue poco feliz , pero también rescato que ese día

Clarín le dedica doce páginas a la información. Si sacás ese título, el día 27 hay gran cantidad de información. Doce páginas es la cantidad que se dedica a una elección, o a un hecho como el atentado en las Torres o el atentado en Madrid. Le da un valor periodístico muy grande. Con sus errores, instaló el tema. Incluso a mí me llamó la atención que la foto de tapa del 27, a media página, fuera la foto de la estación. Más allá de si estoy de acuerdo o no con la edición de la foto, estaba. Los compañeros de La Verón, frente a las cámaras de TN, arman la historia de ese día con las fotos que salieron publicadas, que eran fotos mías y de otros fotógrafos. Esto tiene un peso que realmente excede las impresiones políticas del diario y, de alguna manera, hubo una trampa del destino también ahí, porque esa demora para entender lo que había sucedido hizo que el gobierno saliera a decir cosas que lo dejaron pa-tinando en falso totalmente. Porque Matzkin hace una conferencia de prensa diciendo que había grupos armados, una cantidad de pavadas, y no se desmiente totalmente porque no se sabía cómo era. Para las organizaciones populares no fue bueno porque, de alguna manera, si bien le dio fuerza para reclamar justicia, me parece como que empezó un desgaste.

Hablando respecto a la importancia que tuvieron esto en la cau-sa judicial, ¿a vos te tocó declarar?Sí, el primer día declaré. Después fui al Juzgado y, finalmente, estuve en el juicio. Había material gráfico, videos y fotos. El abogado de Fan-chiotti me pregunta si yo tengo afinidad ideológica -una pregunta que me parece una pelotudez- que la tuviera o no la tuviera daba lo mismo, porque, ¿qué puede cambiar de lo que estaba ahí? El policía disparó igual. Mi testimonio era lo que estaba ya, no había nada que agregar, ni que sacar, porque ¿qué iba a decir? ¿Se le escapó el tiro? ¿Disparó con saña? Todo son interpretaciones, pero lo que importaba en sí eran los videos y las fotografías que había. Una misma foto tiene una lectura tan complicada que algo que para vos es inocente, para otro tiene un peso que no esperás.

“La policía se movía con absoluta impunidad ese día, y vos te sentís impune cuando desde arriba te están respaldando”Sergio Kowalewski recibió como herencia de su padre el oficio de fotógrafo, y convirtió esta herramienta en el centro de su militancia. Con 49 años de edad, lleva casi 20 trabajando con las Madres de Plaza de Mayo, aportando desde su profesión al periódico. En eso estaba cuando el 26 de junio de 2002 las fuerzas de seguridad, en complicidad con el gobierno, decidieron reprimir a los manifestantes que cortaban el puente Pueyrredón. En la entrevista que publicamos a continuación relata qué paso ese día, el accionar de la policía, la campaña de desinformación de los medios masivos de comunicación, y los asesinatos de Kosteki y Santillán en la estación Avellaneda.

¿Por qué fuiste a cubrir ese día el corte del Puente Pueyrredón?Ya en el ‘97 yo tenía vínculos con las madres y con los movimientos de trabajadores desocupados, fundamentalmente el de Florencio Varela y Solano, porque son los que estaban en la zona Sur. Empezamos documentar, a hacer un registro de esa historia. Entonces era lógico que ese 26 de junio estuviera ahí. Tenía la tarea específica de documentar lo que iba a pasar. Nosotros políticamente habíamos analizado que iba a haber una represión, a partir de las declaraciones de Atanasoff y el gobierno en los medios de comunicación. Eran una serie de elementos que te decían que ese día iba a ser un punto de inflexión en la política a los movimientos de desocupados. El gobierno había tomado la determinación, en ese contexto, de resolver el problema de la crisis económica, de la crisis social, con represión. Lo que no teníamos idea era la magnitud o el volumen que iba a tener la represión. Uno en un principio imaginaba gases lacrimógenos, balas de goma, pero jamás imaginábamos en ese contexto que se iban a disparar

balas de plomo e iba a terminar habiendo por lo menos dos asesinados y tres [sic] heridos de bala. ¿Cómo fue el clima que viste ese día, cuando llegaste a la ma-ñana a Avellaneda?Yo llegué temprano. Había columnas que se iban formando sobre la estación, yo vine por el lado de la estación de Avellaneda. Otras fuerzas se iban juntando del lado de la avenida Mitre. Normalmente lo que hago es arrimarme al pelotón de infantería y preguntar cómo viene la mano, porque es parte del laburo, uno tiene que saber dónde ubicarse. El clima era tenso, la cantidad de fuerzas policiales era bastante grosa: Gendarmería, Prefectura, Infantería, Federal. Lo que no imaginaba era que la represión se iba a dar tan inmediatamente, en la llegada casi de las columnas abajo del puente. Y después, tremenda cacería y represión.

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era un escopetazo con bala de goma en la cara. A la mañana comienzo a escuchar los noticieros y una de las primeras cosas que estoy escuchando es que hablaban del enfrentamiento entre piqueteros, las imágenes y lo que mostraban los periódicos no era lo que yo había visto. Aparte había varios fotógrafos, canales y demás, que aunque no tuvieran la imagen uno podía darse cuenta que no era un enfrentamiento entre piqueteros, sino que había habido una fuerte represión policial. Empecé a asociar a Darío Santillán, de gorrita blanca, con las imágenes que tenía. Mi cámara obviamente no es digital, entonces revelo inmediatamente a la mañana, en el laboratorio, y cuando chequeo las imágenes que tengo me comunico con la Correpi y empiezo a asociar: “sí, el comisario que había visto en televisión era el que estaba ahí, ese que entró”. Aunque sea describir más o menos lo que había pasado que obviamente tiraba abajo el discurso de un enfrentamiento entre piqueteros, de que Fanchiotti nunca había ingresado a la estación de Avellaneda. Y aunque mi testimonio no tenga imágenes, recuerdo que había dos oficiales claramente en posición de tiros. Uno de esos dos disparó sobre Darío Santillán. Yo eso lo tenía claro. Darío cae inmediatamente pasando la puerta hacia el patio interior de la estación. Entonces a media mañana me comunico, chequeo la información, chequeo lo que tengo, y digo “que la Correpi disponga de las imágenes y de mi testimonio”. Pensé que lo más lógico no era ir corriendo a un medio a darles las imágenes, sino ponerlo a disposición de los abogados y que ellos determinen si eran publicables.

¿Cómo siguió el camino de las fotos?El jueves a eso de las siete de la tarde, se comunican conmigo gente de Página/12, que habían hablado con la Correpi, que querían las imágenes y que fuera a Buenos Aires. Yo fui antes del cierre del jueves, di el testimonio con lo que me acordaba en caliente y les entregué las fotos.

¿Cómo evaluás el rol de los medios al otro día y en la semana que siguió respecto a la difusión de información?Yo no hablo de medios, hablo de empresas de comunicación. Y como empresas, la información es una mercancía. Hoy las empresas de co-municación responden a determinados intereses económicos. Por lo tanto, la información responde a esos intereses. En general los medios compraron o aceptaron fácilmente la campaña del Estado en ese momento Previamente era un bombardeo de información permanente. Por ejemplo, Darío Santillán y Maximiliano Kosteki eran piqueteros violentos dos días antes y un día después. Cuando la historia cambia, cuando se da vuelta, se cae abajo la mentira, tenían una bloquera, tenían trabajo social, un pibe que pintaba. Cuando ya la mentira se cae, el negocio de los medios es la credibilidad. Nadie le compraría algo a un medio que sabe que miente. Ellos rápidamente reconvierten el discurso: de golpe y porrazo los que un día anterior eran violentos, pasaron a ser los muchachos buenos que tenían trabajo social, comunitario, solidario, y demás. Qué, ¿esa información no la tenían? ¿No habían ido antes a esos barrios? Ese día, parte de los medios no llegaron a la escena de Avellaneda, porque se entretuvieron sacando los vidrios rotos a la vuelta, en la esquina de Pavón. En un marco de represión, lo que yo privilegio es lo que está sucediendo con la vida de

las personas. Lo material me importa tres bledos. Hay medios que, quizá, les interesa más mostrar el daño a un vehículo, a una propiedad privada, a una vidriera, a que si le rompen la cabeza a alguien.

¿Qué hubiera pasado con las fotos que sacaste si no hubiera ha-bido dos asesinatos? De hecho la trascendencia de lo que pasó tiene que ver con que precisamente hubo dos asesinados, y que de alguna manera las imágenes probaban lo contrario a lo que argumentaba el gobierno. Obviamente tenían un peso. Yo no creo que las imágenes cambien la historia. Lo que cambia la historia son los niveles de conciencia de la sociedad. Si estas fotos, el 26 de junio de 2002, se hubieran cubierto, si esto hubiese sucedido en plena época del menemismo, ¿hubieran impactado en la sociedad de la misma manera? No sé. Ésa es la pregunta. Hubieran pasado como dos fotos, hubo dos muertos y a la mierda. La sociedad no se hubiera movilizado. Pero acá venías de la crisis del 2001, la represión, tenías una sociedad sensibilizada que algo de esto la movió, y fuerte. Fue un disparador, pero tiene que ver con los niveles de conciencia de la sociedad. ¿Tenías la idea de que las ibas a publicar en un medio alterna-tivo, que las ibas a conservar, que las ibas a vender?Yo trabajo con el periódico de las Madres, yo sabía que ahí podía publicar-las. Lo que pasa es que en la inmediatez de lo que sucedió no era para un mensuario, había que ponerlo a disposición de la Correpi en ese caso y si lo iban a poner en un medio grande, punto. ¿Qué repercusión política tuvo este acontecimiento?Y en principio obligó a Duhalde a tener que dar elecciones, cosa que no pensaba hacer. Rápidamente encuadró el tema y salió de una situación en la que estaba absolutamente jaqueado. La persistencia durante un tiempo, de seguir pidiendo justicia, posibilitó que se juzgue y se condene tanto a Fanchiotti como a Acosta. Obviamente el tema del juzgamiento a los responsables políticos, es algo que no depende ni siquiera de la justicia porque es muy difícil probarlo realmente. Depende más de los niveles de conciencia social, si hay una responsabilidad no lo voto más.

¿Cómo empezó la represión?Yo estaba un poco más arriba, no estaba en la columna. Había comenzado a subir hacia Capital porque había visto un cordón acercándose a un pelotón. Cuando me doy vuelta, siento que viene otra masa del otro lado, e inmediatamente veo que un pelotón de infantería queda en el medio de dos tremendas masas. Para aquel que haya estado en represiones y demás, hay algo que es absolutamente ilógico inclusive para la propia seguridad de los pelotones de infantería: jamás un pelotón queda entre dos columnas, siempre cuidan la espalda, nunca vas a ver eso. Y menos habiendo helicópteros, no era un acto sorpresa. La posibilidad de un choque era absolutamente lógica, más cuando el cordón impide que se junten dos grandes columnas. Te das cuenta que ese cordón de policía tenía otro sentido: provocar. Así comenzó, se hizo un desparramo, yo comencé a bajar, y luego una columna, la que venía por avenida Mitre, se fue en esa dirección, yo vine por Pavón. Una vez que comenzó a perfilarse el primer cordón que avanzaba, yo me puse de manera paralela y casi todo el tiempo avancé en forma paralela al pelotón que en ese momento comandaba Fanchiotti. Y desde ahí comencé a avanzar hacia la estación Avellaneda.

En ese momento, ¿podías pensar en tu trabajo?No, yo tenía que documentar. Es una discusión inclusive, de qué es lo que hay que hacer en situaciones de ese tipo. Yo la tengo clara: si mi trabajo fuera otro, no estaría documentando. Soy fotógrafo, tenía que documentar lo que estaba pasando. En un momento tengo una discusión con el pelotón que comandaba Fanchiotti, antes de llegar, planteándole que dejen de reprimir, ya medio entre los gritos, entre los quilombos de los disparos y demás. Porque uno imaginaba en ese contexto que la estación iba a estar abarrotada de gente, no había muchos chicos, pero había, y los gases lacrimógenos en un ambiente cerrado te pueden hacer estragos. A este pelotón que venía meta bala de goma y meta gases, le digo “paren”; si el

objetivo hubiera sido solamente desalojar el puente ya lo habían logrado, la gente ya se había retirado. Entonces él me justificaba señalándome la herida que tenía en el cuello, detrás de la oreja. Y le digo “pero de aquél lado hay palos y piedras, que ni siquiera llegan y ustedes de este lado tienen fierros”. En ese contexto, esto no es un enfrentamiento, es una represión. ¿Eso lo hablabas con Fanchiotti?Sí, eso fue a los gritos, ahí en el medio, hasta que vino un gordo del pelotón y me dijo “si no te gusta, anda del otro lado”. De alguna manera siempre estuve de aquél lado, nunca voy a estar del lado de los tipos que matan.

¿Cómo fue que llegaste a la estación?Ya faltaba poco para la estación, yo me adelanto imaginando ese cuadro, pero cuando ingreso era distinto: había muy poca gente en la estación. En el hall de entrada había entre quince a veinte personas, pero alrededor de lo que era el cartel de la estación había una persona caída que era Maximiliano Kosteki, uno asistiéndolo y otra persona tomándolo de la mano. Alrededor había algunas personas paradas. Esa es la primera imagen que tomo dentro. En ese momento no había una actitud de enfrentar a la Policía, había gente asistiendo heridos, más atrás había una chica que estaba asfixiándose, de lo que también tomé algunas imágenes. Salí a buscar una ambulancia y sentí disparos desde afuera. El pelotón que venía se queda instalado y un grupo ingresa. Yo entro inmediatamente atrás de Acosta, Fanchiotti y Colman, eran tres o cuatro que entraron. Ingreso en forma paralela, ellos se desplazan hacia un costado y yo voy de manera directa. En ese tránsito, los oficiales se corren. La primera imagen que tomo es la caída de Darío contra la columna, todo el recorrido. Mi cámara es una Nikon FM manual, sin motor y ese día no había llevado flash. Luego comienzo a ver que lo retiran. Hay una imagen que tomo de Darío Santillán, cuando lo arrastran afuera,

a contraluz. Después me quedo sacando, miro hacia adentro, y veo que un oficial comienza a mover el cuerpo de Kosteki y comienzo a fotografiar esa secuencia. ¿Cuándo te diste cuenta del valor del material fotográfico que tenías?Yo me quedé hasta las once de la noche. A Darío y a Maximiliano no los conocía. Esa noche ya se hablaba de muertos, pero yo no los identifico. Me imaginaba que uno de los muertos era Kosteki, pero el material que yo tenía era de alguien herido tirado en el piso, pero no podía decir “esto pasó así”. Y a Darío no lo tenía, porque en ese momento uno reg-istraba la idea de un escopetazo con balas de goma a muy corta distancia que obviamente lo voltea, todavía no tenía conciencia de que estaban disparando con balas de plomo. Es más, a Maximiliano yo lo veo con sangre en uno de los pómulos y me imaginaba que

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era un escopetazo con bala de goma en la cara. A la mañana comienzo a escuchar los noticieros y una de las primeras cosas que estoy escuchando es que hablaban del enfrentamiento entre piqueteros, las imágenes y lo que mostraban los periódicos no era lo que yo había visto. Aparte había varios fotógrafos, canales y demás, que aunque no tuvieran la imagen uno podía darse cuenta que no era un enfrentamiento entre piqueteros, sino que había habido una fuerte represión policial. Empecé a asociar a Darío Santillán, de gorrita blanca, con las imágenes que tenía. Mi cámara obviamente no es digital, entonces revelo inmediatamente a la mañana, en el laboratorio, y cuando chequeo las imágenes que tengo me comunico con la Correpi y empiezo a asociar: “sí, el comisario que había visto en televisión era el que estaba ahí, ese que entró”. Aunque sea describir más o menos lo que había pasado que obviamente tiraba abajo el discurso de un enfrentamiento entre piqueteros, de que Fanchiotti nunca había ingresado a la estación de Avellaneda. Y aunque mi testimonio no tenga imágenes, recuerdo que había dos oficiales claramente en posición de tiros. Uno de esos dos disparó sobre Darío Santillán. Yo eso lo tenía claro. Darío cae inmediatamente pasando la puerta hacia el patio interior de la estación. Entonces a media mañana me comunico, chequeo la información, chequeo lo que tengo, y digo “que la Correpi disponga de las imágenes y de mi testimonio”. Pensé que lo más lógico no era ir corriendo a un medio a darles las imágenes, sino ponerlo a disposición de los abogados y que ellos determinen si eran publicables.

¿Cómo siguió el camino de las fotos?El jueves a eso de las siete de la tarde, se comunican conmigo gente de Página/12, que habían hablado con la Correpi, que querían las imágenes y que fuera a Buenos Aires. Yo fui antes del cierre del jueves, di el testimonio con lo que me acordaba en caliente y les entregué las fotos.

¿Cómo evaluás el rol de los medios al otro día y en la semana que siguió respecto a la difusión de información?Yo no hablo de medios, hablo de empresas de comunicación. Y como empresas, la información es una mercancía. Hoy las empresas de co-municación responden a determinados intereses económicos. Por lo tanto, la información responde a esos intereses. En general los medios compraron o aceptaron fácilmente la campaña del Estado en ese momento Previamente era un bombardeo de información permanente. Por ejemplo, Darío Santillán y Maximiliano Kosteki eran piqueteros violentos dos días antes y un día después. Cuando la historia cambia, cuando se da vuelta, se cae abajo la mentira, tenían una bloquera, tenían trabajo social, un pibe que pintaba. Cuando ya la mentira se cae, el negocio de los medios es la credibilidad. Nadie le compraría algo a un medio que sabe que miente. Ellos rápidamente reconvierten el discurso: de golpe y porrazo los que un día anterior eran violentos, pasaron a ser los muchachos buenos que tenían trabajo social, comunitario, solidario, y demás. Qué, ¿esa información no la tenían? ¿No habían ido antes a esos barrios? Ese día, parte de los medios no llegaron a la escena de Avellaneda, porque se entretuvieron sacando los vidrios rotos a la vuelta, en la esquina de Pavón. En un marco de represión, lo que yo privilegio es lo que está sucediendo con la vida de

las personas. Lo material me importa tres bledos. Hay medios que, quizá, les interesa más mostrar el daño a un vehículo, a una propiedad privada, a una vidriera, a que si le rompen la cabeza a alguien.

¿Qué hubiera pasado con las fotos que sacaste si no hubiera ha-bido dos asesinatos? De hecho la trascendencia de lo que pasó tiene que ver con que precisamente hubo dos asesinados, y que de alguna manera las imágenes probaban lo contrario a lo que argumentaba el gobierno. Obviamente tenían un peso. Yo no creo que las imágenes cambien la historia. Lo que cambia la historia son los niveles de conciencia de la sociedad. Si estas fotos, el 26 de junio de 2002, se hubieran cubierto, si esto hubiese sucedido en plena época del menemismo, ¿hubieran impactado en la sociedad de la misma manera? No sé. Ésa es la pregunta. Hubieran pasado como dos fotos, hubo dos muertos y a la mierda. La sociedad no se hubiera movilizado. Pero acá venías de la crisis del 2001, la represión, tenías una sociedad sensibilizada que algo de esto la movió, y fuerte. Fue un disparador, pero tiene que ver con los niveles de conciencia de la sociedad. ¿Tenías la idea de que las ibas a publicar en un medio alterna-tivo, que las ibas a conservar, que las ibas a vender?Yo trabajo con el periódico de las Madres, yo sabía que ahí podía publicar-las. Lo que pasa es que en la inmediatez de lo que sucedió no era para un mensuario, había que ponerlo a disposición de la Correpi en ese caso y si lo iban a poner en un medio grande, punto. ¿Qué repercusión política tuvo este acontecimiento?Y en principio obligó a Duhalde a tener que dar elecciones, cosa que no pensaba hacer. Rápidamente encuadró el tema y salió de una situación en la que estaba absolutamente jaqueado. La persistencia durante un tiempo, de seguir pidiendo justicia, posibilitó que se juzgue y se condene tanto a Fanchiotti como a Acosta. Obviamente el tema del juzgamiento a los responsables políticos, es algo que no depende ni siquiera de la justicia porque es muy difícil probarlo realmente. Depende más de los niveles de conciencia social, si hay una responsabilidad no lo voto más.

¿Cómo empezó la represión?Yo estaba un poco más arriba, no estaba en la columna. Había comenzado a subir hacia Capital porque había visto un cordón acercándose a un pelotón. Cuando me doy vuelta, siento que viene otra masa del otro lado, e inmediatamente veo que un pelotón de infantería queda en el medio de dos tremendas masas. Para aquel que haya estado en represiones y demás, hay algo que es absolutamente ilógico inclusive para la propia seguridad de los pelotones de infantería: jamás un pelotón queda entre dos columnas, siempre cuidan la espalda, nunca vas a ver eso. Y menos habiendo helicópteros, no era un acto sorpresa. La posibilidad de un choque era absolutamente lógica, más cuando el cordón impide que se junten dos grandes columnas. Te das cuenta que ese cordón de policía tenía otro sentido: provocar. Así comenzó, se hizo un desparramo, yo comencé a bajar, y luego una columna, la que venía por avenida Mitre, se fue en esa dirección, yo vine por Pavón. Una vez que comenzó a perfilarse el primer cordón que avanzaba, yo me puse de manera paralela y casi todo el tiempo avancé en forma paralela al pelotón que en ese momento comandaba Fanchiotti. Y desde ahí comencé a avanzar hacia la estación Avellaneda.

En ese momento, ¿podías pensar en tu trabajo?No, yo tenía que documentar. Es una discusión inclusive, de qué es lo que hay que hacer en situaciones de ese tipo. Yo la tengo clara: si mi trabajo fuera otro, no estaría documentando. Soy fotógrafo, tenía que documentar lo que estaba pasando. En un momento tengo una discusión con el pelotón que comandaba Fanchiotti, antes de llegar, planteándole que dejen de reprimir, ya medio entre los gritos, entre los quilombos de los disparos y demás. Porque uno imaginaba en ese contexto que la estación iba a estar abarrotada de gente, no había muchos chicos, pero había, y los gases lacrimógenos en un ambiente cerrado te pueden hacer estragos. A este pelotón que venía meta bala de goma y meta gases, le digo “paren”; si el

objetivo hubiera sido solamente desalojar el puente ya lo habían logrado, la gente ya se había retirado. Entonces él me justificaba señalándome la herida que tenía en el cuello, detrás de la oreja. Y le digo “pero de aquél lado hay palos y piedras, que ni siquiera llegan y ustedes de este lado tienen fierros”. En ese contexto, esto no es un enfrentamiento, es una represión. ¿Eso lo hablabas con Fanchiotti?Sí, eso fue a los gritos, ahí en el medio, hasta que vino un gordo del pelotón y me dijo “si no te gusta, anda del otro lado”. De alguna manera siempre estuve de aquél lado, nunca voy a estar del lado de los tipos que matan.

¿Cómo fue que llegaste a la estación?Ya faltaba poco para la estación, yo me adelanto imaginando ese cuadro, pero cuando ingreso era distinto: había muy poca gente en la estación. En el hall de entrada había entre quince a veinte personas, pero alrededor de lo que era el cartel de la estación había una persona caída que era Maximiliano Kosteki, uno asistiéndolo y otra persona tomándolo de la mano. Alrededor había algunas personas paradas. Esa es la primera imagen que tomo dentro. En ese momento no había una actitud de enfrentar a la Policía, había gente asistiendo heridos, más atrás había una chica que estaba asfixiándose, de lo que también tomé algunas imágenes. Salí a buscar una ambulancia y sentí disparos desde afuera. El pelotón que venía se queda instalado y un grupo ingresa. Yo entro inmediatamente atrás de Acosta, Fanchiotti y Colman, eran tres o cuatro que entraron. Ingreso en forma paralela, ellos se desplazan hacia un costado y yo voy de manera directa. En ese tránsito, los oficiales se corren. La primera imagen que tomo es la caída de Darío contra la columna, todo el recorrido. Mi cámara es una Nikon FM manual, sin motor y ese día no había llevado flash. Luego comienzo a ver que lo retiran. Hay una imagen que tomo de Darío Santillán, cuando lo arrastran afuera,

a contraluz. Después me quedo sacando, miro hacia adentro, y veo que un oficial comienza a mover el cuerpo de Kosteki y comienzo a fotografiar esa secuencia. ¿Cuándo te diste cuenta del valor del material fotográfico que tenías?Yo me quedé hasta las once de la noche. A Darío y a Maximiliano no los conocía. Esa noche ya se hablaba de muertos, pero yo no los identifico. Me imaginaba que uno de los muertos era Kosteki, pero el material que yo tenía era de alguien herido tirado en el piso, pero no podía decir “esto pasó así”. Y a Darío no lo tenía, porque en ese momento uno reg-istraba la idea de un escopetazo con balas de goma a muy corta distancia que obviamente lo voltea, todavía no tenía conciencia de que estaban disparando con balas de plomo. Es más, a Maximiliano yo lo veo con sangre en uno de los pómulos y me imaginaba que

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Hablabas de la semana previa, de las declaraciones, del clima y de la intencionalidad del gobierno, ¿pensás que el balance para los intereses del gobierno fue positivo o que fue un desastre?Si la represión hubiese sido violenta, si no hubiera habido dos muertos, si no se hubiera podido determinar la responsabilidad de la policía en el asesinato y si hubieran quedado simplemente en heridos inclusive con balas de plomo, yo creo que lo que venía era una fuerte campaña de encarcelamiento de los dirigentes de los movimientos de desocupados. Y en general, después de una violenta represión, la gente se asusta, nadie quiere que te baleen. Lo que pasa es que la situación era crítica, o volvías a morirte de hambre o seguías resistiendo. No era una situación para negociar.Pero al gobierno le salió mal. La policía se movía con absoluta impunidad ese día. Nosotros nos asombrábamos de que pudiéramos fotografiar como fotografiábamos. Cuando después entran al local de Izquierda Unida, pateando la puerta a un par de cuadras del Hospital, había fotógrafos apuntando, pero los tipos siguieron haciéndolo. Se sentían impunes, había una orden. Te sentís impune cuando vos sentís que desde arriba te están respaldando una acción, esa es una realidad. Vos decís que por ahí había fotógrafos de los medios masivos que tomaron fotos como las que tomaste vos y…[interrumpe] Pepe Mateos, de Clarín; Clarín las tenía. Es más, la mejor secuencia en el tránsito de ese hall, es la de Pepe. Con cámara digital, las tenés todas ahí al toque. Por eso te digo que es una cuestión ideológica. Pepe cuando vuelve al diario, dice “los mató la policía”, y no le creyeron. ¿Por qué no le creyeron? Vos como fotógrafo estás en el medio de los quilombos y sabés si fue la policía o no, porque estuviste ahí en ese momento. Entonces, ¿no le creen o era otra cosa? ¿O tenés intereses con el gobierno? ¿O tenés deudas con el Estado? Pepe tenías las imágenes, las tenía arriba de la mesa de edición, a las cuatro de la tarde del mismo miércoles supongo. No hay editor fotográfico que pueda obviar ese material. Pepe entregó las fotos y se fue, estaba muy mal. Sus fotos salieron publicadas el viernes, junto con las de Página 12. Yo me demoro por una cuestión tecnológica. Revelo al otro día. Es más, ellos tenían las imágenes, la Correpi fue a Clarín también, no sólo a Página, y Clarín no decía lo que tenía y estaba esperando ver qué era lo que tenía la Correpi, o sea mis imágenes. Estoy hablando del mismo miércoles a las cuatro de la tarde. Entonces ¿cuál fue la intencionalidad? La imagen que Clarín pone el jueves, de las que podrían haber puesto, es la peor, la más dudosa, la menos clara. ¿Por qué pensás que si Clarín tenía las fotos ese día y no las sacó, sí las sacó al otro? ¿Qué cambió? Las fotos al otro día las ponen porque hubo una fuerte movilización ese mismo jueves, porque se empezó a correr la bolilla, había dos muertos, dos asesinados, no es joda. No era una represión común. Clarín tiene intereses económicos, Papel Prensa y demás, hay varias cosas que están ahí metidas con intereses comunes con el gobierno, créditos, subsidios, propaganda.

-No hay un carajo para ver. Pará Mónica, dejá ahí, a ver, shh….¿Qué? ¿Otro aumento de luz? ¡La puta que los re mil parió! ¿Qué se piensan, que yo cago la guita? Es un desastre. Este país es un desastre. Pensar que le pagamos a 200 ladrones para que calienten la silla del Congreso y se afanen todo. No, pero si los argentinos somos unos pelotudos… - Yo no se para qué prendés eso, Horacio. En vez de mirar la tele me podrías dar una mano con la comida. -Perá que quiero escuchar, che…Ahora voy. Mirá, mañana parece que cortan el puente Pueyrredón. Ahora, yo digo, ¿no les da vergüenza cagarse así en la gente que tiene que ir a laburar? - Horacio, ¿te fijás si se queman las papas?-No, claro, si ellos quieren todo de arriba. 150 pesos por cortar un puente, y yo gano 700 como un pelotudo. Cada vez que me cruzo a uno de esos negros feos me dan ganas de… - Las papas, Horacio…-Yo te digo que se vienen. Te cortan la calle como si fuera de ellos. No, si yo te digo que si no los frenás te ocupan todo, se te meten en tu casa y después no los sacás ni con una grúa. Ojalá que mañana llenen todo de policías y que los caguen a balazos.-¡Se quemaron, Horacio! ¿Podés apagar la tele y hacer algo?

YO TE DIGO QUE SE VIENEN

Las fuerzas de seguridad actuaron de manera ordenada y preventiva. No hubo ningún exceso. Esta gente venía a atacarnos, estaban armados. Lamentablemente generaron una situación desafortunada que termina con el fallecimiento de dos personas. Se emplearon elementos acordes a la situación: postas de goma y gases lacrimógenos.Grupos radicalizados de izquierda destrozaron negocios y quemaron autos y colectivos.El jefe del operativo de seguridad en el puente, comisario Alfredo Fan-chiotti, aseguró que sus fuerzas no portaban proyectiles de plomo y acusó a los piqueteros de disparar con armas de fuego. (La Nación, 27-06-02)No se utilizaron armas de fuego, pero sí se oyeron disparos del lado de ellos. Tenían los rostros cubiertos y venían con palos. Eran grupos radi-calizados. Destrozaron vehículos y vidrieras. Tenían toda la intención de pelear con nosotros. No digo que sean un ejército, pero es gente que quería combatir.

ERAN GRUPOS RADICALIZADOS

- Mañana cubrís vos. - Voy yo, sí. - Me dijeron que va a estar movido. - ¿Ah, entonces sí?- Parece que sí. Hay que ir con cuidado. Pero vamos a tener buen mate-rial. Ojo que no quieren nada que los enquilombe. - Ya se, quedate tranquilo.

PASILLOS

Francisco hunde la nariz en la taza, absorbe hasta la última gota y mira de reojo a su ex compañero.-¿Lo tuyo bien? – Pregunta cómo si no hubiese cambiado nada.Eduardo contesta lo que todos contestan: - Tirando - Dice sin sacar los ojos del diario - Los pibes están grandes, hacen la suya, y la vieja está insoportable, se queja de todo. -Todos nos quejamos de todo. -Ya se, pero viste cómo es.Francisco apoya la tasa con un solo movimiento brusco. El ruido no consigue atrapar la atención de Eduardo, que sigue leyendo. -¿Y la facultad?- Intenta Francisco- ¿Salió el concurso?-No, qué concurso, ni me hablés.Las manos de Eduardo se mueven indecisas. Rascan la nariz , después el pelo y finalmente el bigote.-Se están haciendo los pelotudos. En este país me siento un idiota. Me rajan de la clínica, no consigo nada y tengo que andar mendigándole un puestito a esos burócratas. Y, ¿para qué?, ¿para ganar dos mangos? A un tipo como yo en otro país lo tratan de otra manera…Permanecen callados por un instante. Habían pasado unos cuántos años desde la última vez que se vieron, pero cada respuesta le devolvía a Francisco la seguridad de que su ex compañero seguía siendo el mismo gruñón de siempre.- ¿Che, y la gremial? Hay que organizarse o nos van a pasar por arriba.- ¿Qué gremial? ¡Dejame de joder! Los que no son mafiosos le pegan en el poste. Está todo podrido. Además no tengo ganas de hacer las pavadas que hacía antes. Si de pendejo no hubiera sido tan boludo hoy se me abrirían las puertas. - No me vas a venir otra vez con eso de que hiciste todo mal…-Todo mal no, pero la historia sería otra. Tengo mala fama, entendés. ¿O te pensás que esos gorilas le van a regalar el cargo a un zurdito? Si no tranzás estás afuera. ¿Te acordás de lo que le hicieron al decano cuando salió en el 70 con eso de los genéricos? ¡Le pusieron una bomba! No es joda, viejo. Uno tiene que jugar dentro de las reglas. Hay límites que no se pueden quebrar.

LAS REGLAS DEL JUEGO

Grupos de piqueteros intentaron cortar el Puente Pueyrredón. La Policía

bonaerense reprimió. Las muertes -jóvenes de poco más de 20 años- fu-

eron lejos de los choques. Y le agregan aún más tensión a la crisis política

y económica que estalló con la caída de De La Rúa. (Clarín, 27-06-02)

-¿Quién iba a decir?-Ah, ¿viste?, terrible.-Cuando ví las imágenes me dio escalofrío. Francisco echa un ojo al diario y comenta:- Nos estamos matando entre nosotros, pobres contra pobres. Eduardo se inclina hacia atrás, en un gesto típico que Francisco sabe reconocer.Luego junta las manos y mira fijo, como quién revela un secreto: -Estaba todo armado, es obvio. - Seguro – Responde su ex compañero- ¿Vos qué hubieras hecho?- Y…a la cana se le fue la mano. Lo que pasa es que uno juega dentro de ciertas reglas, y hay límites que no se pueden quebrar. Si a vos te dicen “el puente no se puede cortar”, el puente no se corta, y hay que bancársela. Si la decana me dice “hacé tal cosa” la hago y punto, porque sino estoy afuera. Son sacrificios…- Todos hacemos sacrificios. - Por eso, acá no puede mandar el que se pone una capucha y un palo, ¿entendés? - Seguro.

LA CRISIS CAUSÓ 2 NUEVAS MUERTES

Esos con palos y rostros cubiertos

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Page 9: Dossier 26 de junio

Hablabas de la semana previa, de las declaraciones, del clima y de la intencionalidad del gobierno, ¿pensás que el balance para los intereses del gobierno fue positivo o que fue un desastre?Si la represión hubiese sido violenta, si no hubiera habido dos muertos, si no se hubiera podido determinar la responsabilidad de la policía en el asesinato y si hubieran quedado simplemente en heridos inclusive con balas de plomo, yo creo que lo que venía era una fuerte campaña de encarcelamiento de los dirigentes de los movimientos de desocupados. Y en general, después de una violenta represión, la gente se asusta, nadie quiere que te baleen. Lo que pasa es que la situación era crítica, o volvías a morirte de hambre o seguías resistiendo. No era una situación para negociar.Pero al gobierno le salió mal. La policía se movía con absoluta impunidad ese día. Nosotros nos asombrábamos de que pudiéramos fotografiar como fotografiábamos. Cuando después entran al local de Izquierda Unida, pateando la puerta a un par de cuadras del Hospital, había fotógrafos apuntando, pero los tipos siguieron haciéndolo. Se sentían impunes, había una orden. Te sentís impune cuando vos sentís que desde arriba te están respaldando una acción, esa es una realidad. Vos decís que por ahí había fotógrafos de los medios masivos que tomaron fotos como las que tomaste vos y…[interrumpe] Pepe Mateos, de Clarín; Clarín las tenía. Es más, la mejor secuencia en el tránsito de ese hall, es la de Pepe. Con cámara digital, las tenés todas ahí al toque. Por eso te digo que es una cuestión ideológica. Pepe cuando vuelve al diario, dice “los mató la policía”, y no le creyeron. ¿Por qué no le creyeron? Vos como fotógrafo estás en el medio de los quilombos y sabés si fue la policía o no, porque estuviste ahí en ese momento. Entonces, ¿no le creen o era otra cosa? ¿O tenés intereses con el gobierno? ¿O tenés deudas con el Estado? Pepe tenías las imágenes, las tenía arriba de la mesa de edición, a las cuatro de la tarde del mismo miércoles supongo. No hay editor fotográfico que pueda obviar ese material. Pepe entregó las fotos y se fue, estaba muy mal. Sus fotos salieron publicadas el viernes, junto con las de Página 12. Yo me demoro por una cuestión tecnológica. Revelo al otro día. Es más, ellos tenían las imágenes, la Correpi fue a Clarín también, no sólo a Página, y Clarín no decía lo que tenía y estaba esperando ver qué era lo que tenía la Correpi, o sea mis imágenes. Estoy hablando del mismo miércoles a las cuatro de la tarde. Entonces ¿cuál fue la intencionalidad? La imagen que Clarín pone el jueves, de las que podrían haber puesto, es la peor, la más dudosa, la menos clara. ¿Por qué pensás que si Clarín tenía las fotos ese día y no las sacó, sí las sacó al otro? ¿Qué cambió? Las fotos al otro día las ponen porque hubo una fuerte movilización ese mismo jueves, porque se empezó a correr la bolilla, había dos muertos, dos asesinados, no es joda. No era una represión común. Clarín tiene intereses económicos, Papel Prensa y demás, hay varias cosas que están ahí metidas con intereses comunes con el gobierno, créditos, subsidios, propaganda.

-No hay un carajo para ver. Pará Mónica, dejá ahí, a ver, shh….¿Qué? ¿Otro aumento de luz? ¡La puta que los re mil parió! ¿Qué se piensan, que yo cago la guita? Es un desastre. Este país es un desastre. Pensar que le pagamos a 200 ladrones para que calienten la silla del Congreso y se afanen todo. No, pero si los argentinos somos unos pelotudos… - Yo no se para qué prendés eso, Horacio. En vez de mirar la tele me podrías dar una mano con la comida. -Perá que quiero escuchar, che…Ahora voy. Mirá, mañana parece que cortan el puente Pueyrredón. Ahora, yo digo, ¿no les da vergüenza cagarse así en la gente que tiene que ir a laburar? - Horacio, ¿te fijás si se queman las papas?-No, claro, si ellos quieren todo de arriba. 150 pesos por cortar un puente, y yo gano 700 como un pelotudo. Cada vez que me cruzo a uno de esos negros feos me dan ganas de… - Las papas, Horacio…-Yo te digo que se vienen. Te cortan la calle como si fuera de ellos. No, si yo te digo que si no los frenás te ocupan todo, se te meten en tu casa y después no los sacás ni con una grúa. Ojalá que mañana llenen todo de policías y que los caguen a balazos.-¡Se quemaron, Horacio! ¿Podés apagar la tele y hacer algo?

YO TE DIGO QUE SE VIENEN

Las fuerzas de seguridad actuaron de manera ordenada y preventiva. No hubo ningún exceso. Esta gente venía a atacarnos, estaban armados. Lamentablemente generaron una situación desafortunada que termina con el fallecimiento de dos personas. Se emplearon elementos acordes a la situación: postas de goma y gases lacrimógenos.Grupos radicalizados de izquierda destrozaron negocios y quemaron autos y colectivos.El jefe del operativo de seguridad en el puente, comisario Alfredo Fan-chiotti, aseguró que sus fuerzas no portaban proyectiles de plomo y acusó a los piqueteros de disparar con armas de fuego. (La Nación, 27-06-02)No se utilizaron armas de fuego, pero sí se oyeron disparos del lado de ellos. Tenían los rostros cubiertos y venían con palos. Eran grupos radi-calizados. Destrozaron vehículos y vidrieras. Tenían toda la intención de pelear con nosotros. No digo que sean un ejército, pero es gente que quería combatir.

ERAN GRUPOS RADICALIZADOS

- Mañana cubrís vos. - Voy yo, sí. - Me dijeron que va a estar movido. - ¿Ah, entonces sí?- Parece que sí. Hay que ir con cuidado. Pero vamos a tener buen mate-rial. Ojo que no quieren nada que los enquilombe. - Ya se, quedate tranquilo.

PASILLOS

Francisco hunde la nariz en la taza, absorbe hasta la última gota y mira de reojo a su ex compañero.-¿Lo tuyo bien? – Pregunta cómo si no hubiese cambiado nada.Eduardo contesta lo que todos contestan: - Tirando - Dice sin sacar los ojos del diario - Los pibes están grandes, hacen la suya, y la vieja está insoportable, se queja de todo. -Todos nos quejamos de todo. -Ya se, pero viste cómo es.Francisco apoya la tasa con un solo movimiento brusco. El ruido no consigue atrapar la atención de Eduardo, que sigue leyendo. -¿Y la facultad?- Intenta Francisco- ¿Salió el concurso?-No, qué concurso, ni me hablés.Las manos de Eduardo se mueven indecisas. Rascan la nariz , después el pelo y finalmente el bigote.-Se están haciendo los pelotudos. En este país me siento un idiota. Me rajan de la clínica, no consigo nada y tengo que andar mendigándole un puestito a esos burócratas. Y, ¿para qué?, ¿para ganar dos mangos? A un tipo como yo en otro país lo tratan de otra manera…Permanecen callados por un instante. Habían pasado unos cuántos años desde la última vez que se vieron, pero cada respuesta le devolvía a Francisco la seguridad de que su ex compañero seguía siendo el mismo gruñón de siempre.- ¿Che, y la gremial? Hay que organizarse o nos van a pasar por arriba.- ¿Qué gremial? ¡Dejame de joder! Los que no son mafiosos le pegan en el poste. Está todo podrido. Además no tengo ganas de hacer las pavadas que hacía antes. Si de pendejo no hubiera sido tan boludo hoy se me abrirían las puertas. - No me vas a venir otra vez con eso de que hiciste todo mal…-Todo mal no, pero la historia sería otra. Tengo mala fama, entendés. ¿O te pensás que esos gorilas le van a regalar el cargo a un zurdito? Si no tranzás estás afuera. ¿Te acordás de lo que le hicieron al decano cuando salió en el 70 con eso de los genéricos? ¡Le pusieron una bomba! No es joda, viejo. Uno tiene que jugar dentro de las reglas. Hay límites que no se pueden quebrar.

LAS REGLAS DEL JUEGO

Grupos de piqueteros intentaron cortar el Puente Pueyrredón. La Policía

bonaerense reprimió. Las muertes -jóvenes de poco más de 20 años- fu-

eron lejos de los choques. Y le agregan aún más tensión a la crisis política

y económica que estalló con la caída de De La Rúa. (Clarín, 27-06-02)

-¿Quién iba a decir?-Ah, ¿viste?, terrible.-Cuando ví las imágenes me dio escalofrío. Francisco echa un ojo al diario y comenta:- Nos estamos matando entre nosotros, pobres contra pobres. Eduardo se inclina hacia atrás, en un gesto típico que Francisco sabe reconocer.Luego junta las manos y mira fijo, como quién revela un secreto: -Estaba todo armado, es obvio. - Seguro – Responde su ex compañero- ¿Vos qué hubieras hecho?- Y…a la cana se le fue la mano. Lo que pasa es que uno juega dentro de ciertas reglas, y hay límites que no se pueden quebrar. Si a vos te dicen “el puente no se puede cortar”, el puente no se corta, y hay que bancársela. Si la decana me dice “hacé tal cosa” la hago y punto, porque sino estoy afuera. Son sacrificios…- Todos hacemos sacrificios. - Por eso, acá no puede mandar el que se pone una capucha y un palo, ¿entendés? - Seguro.

LA CRISIS CAUSÓ 2 NUEVAS MUERTES

Esos con palos y rostros cubiertos

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Page 10: Dossier 26 de junio

¿Qué disposición tuvieron los medios para hablar con ustedes para el documental?Bien, nos jugó a favor el hecho de que no nos conocía nadie, que no éramos de ningún medio, nos presentamos como estudiantes de periodismo que vamos a hacer un trabajo. Blanck [Julio Blanck , Editor Jefe de Clarín] nos dijo que sí desde el primer momento. El que sí queríamos era Roberto Guareschi [Secretario General de Clarín] , y dijo que no. Al final del docu-mental está la lista de los que dijeron que no. Guareschi fue el que hizo el título de tapa, no Blanck, lo que pasa es que Blanck se pone la camiseta y da la cara, cuando en realidad fue él, Guareschi y varios más, porque fue una mesa de edición. Guareschi dijo que no por teléfono, dijo que si hablaba Blanck ya alcanzaba. Pero los otros todos bien, Laura Vales [Periodista de Página/12] por ejemplo, no hubo ningún problema. Quizás Pepe Mateos más, porque Pepe no quería hablar por todo lo que había pasado, siempre lo veían a él como el culpable de todo, le tiraban mierda. Ahí hubo todo un trabajo para convencerlo y llevarlo a la estación, pero una vez que quiso estuvo todo bien. Lo que sí los canas y los políticos, obviamente nos dijeron que no. Igual no nos calentamos porque teníamos material de archivo. Al abogado de Fanchiotti por ejemplo, yo le decía “tengo archivos de él diciendo que no estuvo en la estación, que no disparó, cosa que se rebatió con las imágenes; ahora si vos no querés que tu cliente hable, que no hable, pero yo tengo los archivos”. Lo mismo con Duhalde, con todos, es al pedo que no hable el tipo, podían dar su versión, pero no lo hicieron.

¿Y cuál es el discurso de Clarín que resultó de tus entrevistas?Ellos lo plantean aún hoy como un error periodístico. Conciente o in-conscientemente, la estructura jerárquica de organización del laburo que tienen esos medios de comunicación, hace que pienses que pudo haber sido un error periodístico. Quizás hay uno que sabe que no es así y lo dice para lavarse las manos, pero hay otra gente que para ellos fue un error periodístico. Por ejemplo, para Virgina Messi [Periodista de Clarín] fue un error, que de alguna manera no vieron las fotos. Nosotros tuvimos las secuencias de todos los que estuvieron ese día en la est-ación: Kowalewski, Pepe, Mariano Espinosa, cuatro o cinco fotógrafos. La mejor es la de Pepe. Parece que estuviera filmado cuadro por cuadro. Y sin embargo… El chabón las dejó ahí, estaba cagado en las patas, se sentía mal por lo que había visto, todo lo que vos quieras, las dejó ahí y se fue: eso hace que vos no te sientas parte de tu trabajo, de tu producto. Porque así vos decís “ese producto pertenece a Clarín, no me pertenece a mí”. Capaz si él se hubiera sentido más partícipe, si el producto le perteneciera, habría pasado otra cosa con esas fotos, más rápido. Kowalewski las reveló a la noche y a la mañana estaba llaman-do a los abogados para decir que tenía las fotos. Esas fotos no decían mucho, el tema se armó después porque Clarín estaba pensando que había más gente que tenía fotos, que ellos no eran los únicos. Eso es lo que pensamos nosotros. Pero ellos dicen que no, que fue un error peri-odístico, que no las vieron, que el título fue un error. Blanck dice “¿qué querés que haga, que me mate? Fue un error, ya está” Ellos quieren minimizarlo, cuando sos el diario más vendido del país, tenés las rela-ciones más importantes con todos los gobiernos, con toda la policía, con todos los movimientos piqueteros, y sabías a las 19hs que había

pasado todo eso, tenés dos muertos políticos, que ellos no los ven. ¿Por qué nosotros en el documental ponemos a Darío Santillán chorreando sangre cuando lo suben a la camioneta? Nosotros lo discutimos, es una imagen fuerte, sanguinaria. Y lo pusimos, porque mostrar ese tipo de cosas hace que cuando Blanck venga y te diga que se equivocó, sepas que se está haciendo el boludo. Como dice Pablo Llonto, si vos te equiv-ocás 24hs, eso hace que las pruebas sean diferentes, eso apreta a los testigos, porque en esas –en realidad- 48hs, los movimientos tenían a toda la cana en los barrios golpeando puertas. Podría haber habido secuestros tranquilamente. No es inocente, no es un error.

¿Por qué Clarín hizo eso entonces?Por un lado, hay un proceso de alienación de trabajo periodístico. Y por otro lado, yo creo que hubo una complicidad con el gobierno. Que esté la SIDE, que estén todas las fuerzas represivas metidas, que tengan balas de plomo: no podés hacer algo semejante sin tener los medios de comunicación a favor. Y sigue pasando. Los medios de comunicación masivos pertenecen a este sistema capitalista y tratan de mantener el status quo. Si llega a pasar algo por lo cual socialmente se quiere destruir una institución, los tipos la van a defender, sea la que sea, porque sostienen este sistema. Sean de derecha o se llamen de izqui-erda. Si vos sos realmente de izquierda, tendrías que ir contra esas in-stituciones que hacen que el pueblo tenga hambre, que se maneje todo de forma jerárquica, de que los medios de producción estén en manos de pocos. En el 2001, cuando se estaba yendo todo al carajo, no salieron a reflejar eso, o a alimentarlo, salieron a decir que se calme todo. Siempre cuando está todo bastante podrido aparecen las elecciones. Después de que mataron a los chicos, Duhalde llamó a elecciones. Y todos los medios hablaban de eso, y dejaron el tema de los muertos de Avellaneda. Blanck nos decía que nosotros no sabíamos nada de peri-odismo, que cuando un Presidente llama a elecciones, ese es el tema principal a tratar. Pero si nadie estaba pensando en las elecciones, no había ni candidatos. ¿Quién era Kirchner antes del 2001, en el 2002? Entonces, para mí, es como que estamos hablando otro idioma. Porque creo que hay otro tipo de periodismo, este no es el periodismo que me representa. La cuestión es tener en claro las posiciones, la conciencia política. Porque hay tipos de derecha, Hadad, La Nación, por ejemplo. Teníamos material de sobra para usar con ellos en el documental. Pero ellos son coherentes con su postura política, sabés que te van a mentir, que siembran el caos; lo raro sería que te dijeran la verdad. ¿Pero por qué a nosotros nos llama la atención Clarín? Porque Clarín es el medio más peligroso en ese sentido. Porque se hacen los independientes, los objetivos, son los que tienen más llegada a la población, no quieren dejar entrever los negociados con el poder, ni quieren dejar entrever su posición política. Se dicen abiertos, que tienen gente de izquierda y derecha dentro del diario. Es todo mentira, y eso es mucho más peligroso. Esta gente no es objetiva, todos los grandes medios tienen arreglos con el poder.

¿Te acordás qué estabas haciendo puntualmente ese día, el 26?Estaba en la facultad, cursando las últimas materias. En ese momento estaba militando en la asamblea de Parque Lezama. En el momento en que pasó estaba en la Facultad, y a la tarde-noche, nos juntamos con la gente de la asamblea, y vimos para dónde íbamos. Yo no estuve ese día en Avellaneda, y tampoco estuve en la marcha del otro día. Después fui yendo a otras marchas, en ese entonces no participé.

¿Y cómo se fue dando el armado del documental?Este fue nuestro primer documental, empezamos a investigar qué había pasado en la masacre, y sobre todo en los medios de comuni-cación masivos. Salió hacer este tema porque juntaba las dos cosas: la pata política del sistema y los medios de comunicación. El documental lo hicimos tres chicos nada más. Unos cuantos más se agregaron después pero para cuestiones específicas: sonido, cámara, diseño. Yo conocía a Damián de la asamblea, él estudió cine en Avellaneda. Con otro amigo trabajamos más la parte periodística, pero él después se fue a Chile. Entonces lo hicimos nosotros dos: no hubo un mango, y no hubo un mango tampoco para los que laburaron. Lo financiamos todo nosotros, y no ganamos nada. Nosotros no hicimos la película para ganar plata, sino por una cuestión de denuncia. Los medios son los que generan el caldo de cultivo, los que producen la posibilidad de que haya una represión, que haya muertos y nadie diga nada.

¿Cuál era el objetivo? ¿Qué querían mostrar con la película?Empezar a debatir desde un audiovisual -que es mucho más accesible que un libro por ejemplo, porque hoy la gente no lee nada-, llevarlo a los cines y que eso sea fuente de debate tanto para los que están en la lucha, como para los que no. Tanto para los movimientos y quienes luchan, como para los que la ven de afuera, como son los mismos lec-tores de Clarín. La idea nuestra es que por lo menos se cuestione qué es lo que compra, qué es lo que leen cuando compran este tipo de cosas. Porque no es la primera vez que pasó, ni será la última vez. Cuando hay una lucha de trabajadores, los medios de comunicación salen a decir otra cosa, no por qué el trabajador está ahí peleando. En el periodismo te enseñan la pirámide invertida, y para mí está doblemente invertida, porque lo más importante lo dejan para lo último, que es el por qué. El objetivo era ése, que la gente comience a cuestionarse qué es lo que está consumiendo; tampoco tenemos grandes expectativas, pero por eso queremos que esté en la mayor cantidad de cines posibles.

Pero por el tema que tocamos, y por ser un trabajo independiente, no tiene salas.

¿Qué repercusión tuvo el documental? Fue todo nuevo para nosotros, era la primera vez que hacíamos un documental. Una vez brindamos e hicimos un asado porque habíamos terminado, y nos encontramos con que… ¿y ahora qué hacemos? La gente lo tenía que ver. Entonces ahora había que hacer el doble de trabajo para lograr que se vea. Hablar con productores, hablar con distribuidores, y vas conociendo el ámbito, ves cómo te cagan, etc. Y a la vez nos fuimos conociendo con otra gente que hace documentales, que están en la misma que nosotros, nos fuimos juntando en lo que es ahora DOCA, la asociación de documentalistas. Esta película en general no vende, está hecha para debatir. Dura 85 minutos: lo ideal es verla y después quedarte media hora para debatir. Incluso está dividida en dos partes, podés cortarla por la mitad, discutir y pasar la segunda mitad. Hay miles de formas de discutirla, está hecha para eso. Después, si se llenan las salas de cines, mejor. Y como queríamos llegar a esa gente que lee Clarín, que no está metida en la lucha, tratamos de no hacer un panfleto. Si bien tiene nuestro punto de vista, y nuestra subjetividad, tratamos de que haya multiplicidad de discursos ahí adentro, de dis-tintas posiciones.

¿Tenían una hipótesis a desarrollar en la investigación?Sí, teníamos una hipótesis, un punto de partida: hay unas fotos, ¿qué pasó que no salieron? Como había muchas ganas, salimos a filmar. Entonces pensamos quiénes estaban relacionados con las fotos, y nos mandamos a hacer entrevistas: Pepe Mateos [Fotógrafo de Clarín], Sergio Kowalewski [Fotógrafo independiente] , etc. El documental no iba a ser como salió, pero no teníamos tiempo, ni plata. Queríamos hacer un documental más de análisis de situación, y no tanto de gente sentada hablando. Pero lo más fácil es gente sentada hablando. Hacer algo más armado implica estar seis meses adentro de un diario, y nosotros tenemos que laburar, el documental lo hicimos en nuestros tiempos libres. Este es un documental de información. Pero no lo veo como algo malo, lo hicimos para dejarle claro a esta gente que lee Clarín lo que pasó. Me refiero a los hechos, nosotros el discurso no lo cerramos, pero sí dejar en claro como fueron sucediéndose los hechos. Por eso ponemos la hora abajo, indicamos el lugar, ponemos planos, para que si viene alguien que no sabe nada, lo pueda entender.

“No podés hacer algo semejante sin los medios a favor”En el año 2006, una película denunció la manipulación de los medios masivos de comunicación en la Masacre de Avellaneda: el documental “La crisis causó 2 nuevas muertes”, toma su nombre del paradigmático titular que publicó Clarín al día siguiente de los asesinatos. Patricio Escobar es co-director y responsable de la producción periodística de la película, habla en esta entrevista de la relación entre los medios masivos, la política y el poder económico. Los medios alternativos y la posibilidad de otro periodismo.

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¿Qué disposición tuvieron los medios para hablar con ustedes para el documental?Bien, nos jugó a favor el hecho de que no nos conocía nadie, que no éramos de ningún medio, nos presentamos como estudiantes de periodismo que vamos a hacer un trabajo. Blanck [Julio Blanck , Editor Jefe de Clarín] nos dijo que sí desde el primer momento. El que sí queríamos era Roberto Guareschi [Secretario General de Clarín] , y dijo que no. Al final del docu-mental está la lista de los que dijeron que no. Guareschi fue el que hizo el título de tapa, no Blanck, lo que pasa es que Blanck se pone la camiseta y da la cara, cuando en realidad fue él, Guareschi y varios más, porque fue una mesa de edición. Guareschi dijo que no por teléfono, dijo que si hablaba Blanck ya alcanzaba. Pero los otros todos bien, Laura Vales [Periodista de Página/12] por ejemplo, no hubo ningún problema. Quizás Pepe Mateos más, porque Pepe no quería hablar por todo lo que había pasado, siempre lo veían a él como el culpable de todo, le tiraban mierda. Ahí hubo todo un trabajo para convencerlo y llevarlo a la estación, pero una vez que quiso estuvo todo bien. Lo que sí los canas y los políticos, obviamente nos dijeron que no. Igual no nos calentamos porque teníamos material de archivo. Al abogado de Fanchiotti por ejemplo, yo le decía “tengo archivos de él diciendo que no estuvo en la estación, que no disparó, cosa que se rebatió con las imágenes; ahora si vos no querés que tu cliente hable, que no hable, pero yo tengo los archivos”. Lo mismo con Duhalde, con todos, es al pedo que no hable el tipo, podían dar su versión, pero no lo hicieron.

¿Y cuál es el discurso de Clarín que resultó de tus entrevistas?Ellos lo plantean aún hoy como un error periodístico. Conciente o in-conscientemente, la estructura jerárquica de organización del laburo que tienen esos medios de comunicación, hace que pienses que pudo haber sido un error periodístico. Quizás hay uno que sabe que no es así y lo dice para lavarse las manos, pero hay otra gente que para ellos fue un error periodístico. Por ejemplo, para Virgina Messi [Periodista de Clarín] fue un error, que de alguna manera no vieron las fotos. Nosotros tuvimos las secuencias de todos los que estuvieron ese día en la est-ación: Kowalewski, Pepe, Mariano Espinosa, cuatro o cinco fotógrafos. La mejor es la de Pepe. Parece que estuviera filmado cuadro por cuadro. Y sin embargo… El chabón las dejó ahí, estaba cagado en las patas, se sentía mal por lo que había visto, todo lo que vos quieras, las dejó ahí y se fue: eso hace que vos no te sientas parte de tu trabajo, de tu producto. Porque así vos decís “ese producto pertenece a Clarín, no me pertenece a mí”. Capaz si él se hubiera sentido más partícipe, si el producto le perteneciera, habría pasado otra cosa con esas fotos, más rápido. Kowalewski las reveló a la noche y a la mañana estaba llaman-do a los abogados para decir que tenía las fotos. Esas fotos no decían mucho, el tema se armó después porque Clarín estaba pensando que había más gente que tenía fotos, que ellos no eran los únicos. Eso es lo que pensamos nosotros. Pero ellos dicen que no, que fue un error peri-odístico, que no las vieron, que el título fue un error. Blanck dice “¿qué querés que haga, que me mate? Fue un error, ya está” Ellos quieren minimizarlo, cuando sos el diario más vendido del país, tenés las rela-ciones más importantes con todos los gobiernos, con toda la policía, con todos los movimientos piqueteros, y sabías a las 19hs que había

pasado todo eso, tenés dos muertos políticos, que ellos no los ven. ¿Por qué nosotros en el documental ponemos a Darío Santillán chorreando sangre cuando lo suben a la camioneta? Nosotros lo discutimos, es una imagen fuerte, sanguinaria. Y lo pusimos, porque mostrar ese tipo de cosas hace que cuando Blanck venga y te diga que se equivocó, sepas que se está haciendo el boludo. Como dice Pablo Llonto, si vos te equiv-ocás 24hs, eso hace que las pruebas sean diferentes, eso apreta a los testigos, porque en esas –en realidad- 48hs, los movimientos tenían a toda la cana en los barrios golpeando puertas. Podría haber habido secuestros tranquilamente. No es inocente, no es un error.

¿Por qué Clarín hizo eso entonces?Por un lado, hay un proceso de alienación de trabajo periodístico. Y por otro lado, yo creo que hubo una complicidad con el gobierno. Que esté la SIDE, que estén todas las fuerzas represivas metidas, que tengan balas de plomo: no podés hacer algo semejante sin tener los medios de comunicación a favor. Y sigue pasando. Los medios de comunicación masivos pertenecen a este sistema capitalista y tratan de mantener el status quo. Si llega a pasar algo por lo cual socialmente se quiere destruir una institución, los tipos la van a defender, sea la que sea, porque sostienen este sistema. Sean de derecha o se llamen de izqui-erda. Si vos sos realmente de izquierda, tendrías que ir contra esas in-stituciones que hacen que el pueblo tenga hambre, que se maneje todo de forma jerárquica, de que los medios de producción estén en manos de pocos. En el 2001, cuando se estaba yendo todo al carajo, no salieron a reflejar eso, o a alimentarlo, salieron a decir que se calme todo. Siempre cuando está todo bastante podrido aparecen las elecciones. Después de que mataron a los chicos, Duhalde llamó a elecciones. Y todos los medios hablaban de eso, y dejaron el tema de los muertos de Avellaneda. Blanck nos decía que nosotros no sabíamos nada de peri-odismo, que cuando un Presidente llama a elecciones, ese es el tema principal a tratar. Pero si nadie estaba pensando en las elecciones, no había ni candidatos. ¿Quién era Kirchner antes del 2001, en el 2002? Entonces, para mí, es como que estamos hablando otro idioma. Porque creo que hay otro tipo de periodismo, este no es el periodismo que me representa. La cuestión es tener en claro las posiciones, la conciencia política. Porque hay tipos de derecha, Hadad, La Nación, por ejemplo. Teníamos material de sobra para usar con ellos en el documental. Pero ellos son coherentes con su postura política, sabés que te van a mentir, que siembran el caos; lo raro sería que te dijeran la verdad. ¿Pero por qué a nosotros nos llama la atención Clarín? Porque Clarín es el medio más peligroso en ese sentido. Porque se hacen los independientes, los objetivos, son los que tienen más llegada a la población, no quieren dejar entrever los negociados con el poder, ni quieren dejar entrever su posición política. Se dicen abiertos, que tienen gente de izquierda y derecha dentro del diario. Es todo mentira, y eso es mucho más peligroso. Esta gente no es objetiva, todos los grandes medios tienen arreglos con el poder.

¿Te acordás qué estabas haciendo puntualmente ese día, el 26?Estaba en la facultad, cursando las últimas materias. En ese momento estaba militando en la asamblea de Parque Lezama. En el momento en que pasó estaba en la Facultad, y a la tarde-noche, nos juntamos con la gente de la asamblea, y vimos para dónde íbamos. Yo no estuve ese día en Avellaneda, y tampoco estuve en la marcha del otro día. Después fui yendo a otras marchas, en ese entonces no participé.

¿Y cómo se fue dando el armado del documental?Este fue nuestro primer documental, empezamos a investigar qué había pasado en la masacre, y sobre todo en los medios de comuni-cación masivos. Salió hacer este tema porque juntaba las dos cosas: la pata política del sistema y los medios de comunicación. El documental lo hicimos tres chicos nada más. Unos cuantos más se agregaron después pero para cuestiones específicas: sonido, cámara, diseño. Yo conocía a Damián de la asamblea, él estudió cine en Avellaneda. Con otro amigo trabajamos más la parte periodística, pero él después se fue a Chile. Entonces lo hicimos nosotros dos: no hubo un mango, y no hubo un mango tampoco para los que laburaron. Lo financiamos todo nosotros, y no ganamos nada. Nosotros no hicimos la película para ganar plata, sino por una cuestión de denuncia. Los medios son los que generan el caldo de cultivo, los que producen la posibilidad de que haya una represión, que haya muertos y nadie diga nada.

¿Cuál era el objetivo? ¿Qué querían mostrar con la película?Empezar a debatir desde un audiovisual -que es mucho más accesible que un libro por ejemplo, porque hoy la gente no lee nada-, llevarlo a los cines y que eso sea fuente de debate tanto para los que están en la lucha, como para los que no. Tanto para los movimientos y quienes luchan, como para los que la ven de afuera, como son los mismos lec-tores de Clarín. La idea nuestra es que por lo menos se cuestione qué es lo que compra, qué es lo que leen cuando compran este tipo de cosas. Porque no es la primera vez que pasó, ni será la última vez. Cuando hay una lucha de trabajadores, los medios de comunicación salen a decir otra cosa, no por qué el trabajador está ahí peleando. En el periodismo te enseñan la pirámide invertida, y para mí está doblemente invertida, porque lo más importante lo dejan para lo último, que es el por qué. El objetivo era ése, que la gente comience a cuestionarse qué es lo que está consumiendo; tampoco tenemos grandes expectativas, pero por eso queremos que esté en la mayor cantidad de cines posibles.

Pero por el tema que tocamos, y por ser un trabajo independiente, no tiene salas.

¿Qué repercusión tuvo el documental? Fue todo nuevo para nosotros, era la primera vez que hacíamos un documental. Una vez brindamos e hicimos un asado porque habíamos terminado, y nos encontramos con que… ¿y ahora qué hacemos? La gente lo tenía que ver. Entonces ahora había que hacer el doble de trabajo para lograr que se vea. Hablar con productores, hablar con distribuidores, y vas conociendo el ámbito, ves cómo te cagan, etc. Y a la vez nos fuimos conociendo con otra gente que hace documentales, que están en la misma que nosotros, nos fuimos juntando en lo que es ahora DOCA, la asociación de documentalistas. Esta película en general no vende, está hecha para debatir. Dura 85 minutos: lo ideal es verla y después quedarte media hora para debatir. Incluso está dividida en dos partes, podés cortarla por la mitad, discutir y pasar la segunda mitad. Hay miles de formas de discutirla, está hecha para eso. Después, si se llenan las salas de cines, mejor. Y como queríamos llegar a esa gente que lee Clarín, que no está metida en la lucha, tratamos de no hacer un panfleto. Si bien tiene nuestro punto de vista, y nuestra subjetividad, tratamos de que haya multiplicidad de discursos ahí adentro, de dis-tintas posiciones.

¿Tenían una hipótesis a desarrollar en la investigación?Sí, teníamos una hipótesis, un punto de partida: hay unas fotos, ¿qué pasó que no salieron? Como había muchas ganas, salimos a filmar. Entonces pensamos quiénes estaban relacionados con las fotos, y nos mandamos a hacer entrevistas: Pepe Mateos [Fotógrafo de Clarín], Sergio Kowalewski [Fotógrafo independiente] , etc. El documental no iba a ser como salió, pero no teníamos tiempo, ni plata. Queríamos hacer un documental más de análisis de situación, y no tanto de gente sentada hablando. Pero lo más fácil es gente sentada hablando. Hacer algo más armado implica estar seis meses adentro de un diario, y nosotros tenemos que laburar, el documental lo hicimos en nuestros tiempos libres. Este es un documental de información. Pero no lo veo como algo malo, lo hicimos para dejarle claro a esta gente que lee Clarín lo que pasó. Me refiero a los hechos, nosotros el discurso no lo cerramos, pero sí dejar en claro como fueron sucediéndose los hechos. Por eso ponemos la hora abajo, indicamos el lugar, ponemos planos, para que si viene alguien que no sabe nada, lo pueda entender.

“No podés hacer algo semejante sin los medios a favor”En el año 2006, una película denunció la manipulación de los medios masivos de comunicación en la Masacre de Avellaneda: el documental “La crisis causó 2 nuevas muertes”, toma su nombre del paradigmático titular que publicó Clarín al día siguiente de los asesinatos. Patricio Escobar es co-director y responsable de la producción periodística de la película, habla en esta entrevista de la relación entre los medios masivos, la política y el poder económico. Los medios alternativos y la posibilidad de otro periodismo.

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¿Pensás que desde los medios alternativos se puede contrar-restar esta situación?Yo creo que tanto un medio de comunicación o un documental que cuestiona el sistema sirve, todo eso sirve. Sirve porque es una forma de dar la lucha simbólica. Si los medios de comunicación golpean en el imaginario del lector o del televidente, nosotros también tenemos que dar la batalla ahí, no en lo ideológico. En lo ideológico es más directo, es más conciente, es más simple, lo otro es mucho más complejo, más movedizo, hay multiplicidad de discursos que van dando vueltas y vos podés agarrar un cachito de uno y un cachito de otro. El imaginario lo va construyendo la persona misma. Lo importante es dar la lucha simbólica. Sino, me voy a laburar a Clarín, pero no tengo ganas. Toda la historia de Clarín te demuestra que echaron a cuanta gente intentó armar un sindicato. Clarín no tiene sindicato; ahí está el tema de la alienación. El trabajador de un medio de comunicación muy pocas vec-es está sindicalizado o está peleando una lucha obrera o de conciencia política. Están totalmente desperdigados. Ojalá este documental sirva para que los tipos se organicen.

¿Tuviste alguna devolución de la gente que entrevistaste? A Pepe le gustó, me dijo que le parecía honesto por lo menos, él estaba asustado por la tapa. No había visto el documental y vio la tapa, en-tonces me dice: “Uh, se fueron al carajo.” Virginia Messi también, no me dijo nada, pero me dijeron que estaba cagada en la patas, quería saber cómo habíamos editado la entrevista. Nosotros no editamos, no cortamos una palabrita y ponemos otra. Además, dura tanto el docu-mental porque podríamos haber cortado y no cortamos. Por ejemplo, Blanck , vos ves el documental y ves que se saca a lo último. En la entrevista fue así, entonces tratamos de respetar eso. No hicimos nada del otro mundo, fuimos coherentes con lo que pensamos. Ellos no nos pueden decir nada. Estaría bueno hablar con Blanck y ver qué opina del documental.

¿De dónde salió la idea de la tapa?No sé, son ideas que se fueron tirando, con alguna idea del diseñador y alguna de Damián. Sabíamos que nos iban a tildar de que iba a ser un documental contra Clarín. En toda la primera parte del documental están los otros medios de comunicación, de televisión y gráfica, que más o menos dicen lo mismo que Clarín. Y nos faltó la radio, que por

una cuestión de presupuesto no pudimos acceder, había que pagar el archivo y no teníamos un mango. En la radio se dijeron muchas más barbaridades que en el diario, porque la radio al igual que la televisión es en el momento. Eso en el documental está. Por suerte en ese mo-mento la gente estaba más activa, más participativa, estaba en la calle, tenía otra visión de los piqueteros; si hubiese sido hoy, ¿qué hubiese pasado? Hubo mucha clase media que al principio fue a las marchas, a pedir que se esclarezca el caso.

¿Y el título, habían pensado algún otro?No, no teníamos título. Lo que me di cuenta es que en las entrevistas, el diario se tornaba en un personaje principal. En todas las entrevistas aparecía el tema de la tapa, todos hablaban de él. Entonces yo dije “ya que es el personaje principal, pongámosle ese nombre”. Lo pusimos entre comillas por las dudas, no queríamos que se nos arme quilombo.

¿Se aprendió algo de la Masacre de Avellaneda?Yo creo que los movimientos aprendieron. Muchos movimientos fueron ingenuamente a pararse ahí, a dar la lucha ahí. A los tipos les cambió la forma de organización también, a plantearse un poco más la cuestión política y cómo la política reprime, y que los medios de comunicación también reprimen. Porque represión no es sólo agarrar un palo y partírtelo en la cabeza, sino que cuando vos, desde la prensa, sabés que fue la policía y ponés que no sabés quien disparó, eso es represión. En el fondo no cambia nada en realidad. Sí creo que en el 2001 hubo un cambio, en el sentido de que hubo participación de gente en las calles, que los que peleamos contra el sistema no lo podíamos creer. La gente en las calles, la gente que se juntaba en las esquinas, hablaba en la asamblea, ahí sí hubo un cambio, ahí hubo una participación real y directa. Sin embargo, después se cae todo por una cuestión de aprendizaje: no estaba la revolución a la vuelta de la esquina. Y se cae también porque la gente sigue buscando alguien en quien delegar el poder para que lleve esto adelante. Si hay cambios yo no los veo, son cambios muy pequeños. En el fondo, en lo concreto, está claro que hay gente que quiere cambiar y hay gente que no quiere cambiar. Por eso te digo que hay un periodismo opuesto, tiene que haber otro periodismo distinto, para difundir, para hacer notas. No me digas cómo, pero tiene que haber otro tipo de periodismo.

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