ECUADOR - Revista de viajes · reserva alberga también una gran riqueza cultural. De entre los...

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ECUADOR

LA SELVA DEL AMAZONAS

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Los Guardianes de la Selva.

Déjate guiar por una tierra exultante de vida

seno de la mayor biodiversidad del planeta. Bos-

que primario, ríos salvajes y millares de espe-

cies de plantas y animales hacen del Amazonas

un lugar único y fascinante.

Conocedores y protectores de los secretos de la

selva amazónica, los indígenas nos mostrarán

como sobrevivir en este entorno vivo y en cons-

tante evolución.

Los Guardianes de la Selva.

Reserva Faunística de CuyabenoCon más de seis mil kilómetros cuadrados de superficie pro-

tegida y una biodiversidad de las más elevadas del mundo, la

reserva alberga también una gran riqueza cultural.

De entre los grupos indígenas presentes - los Shuar (más co-

nocidos como Jívaros), los Kichwa, los Cofán , los Siona y los

Secoya- los tres últimos son considerados minorías étnicas en

peligro de desaparición.

A orillas del río Aguarico, nos aguardan nuestros guías Cofán,

una de las culturas indígenas más antiguas que sobreviven en

la Amazonía Ecuatoriana.

Invertimos cuatro maravillosas horas en descender el curso

del río, que caprichoso dibuja con sus meandros, brillantes

lazos que serpentean en el extenso mar de vegetación.

El ruido del motor y el frío propio de las travesías en alta mar,

nos inducen a acurrucarnos en el fondo del bote, y a desco-

nectar, dedicándonos a contemplar ensimismados el grandio-

so paisaje que desfila ante nuestros ojos.

La Comunidad de ZábaloDesembarcamos en una pequeña playa de

arena, a unos 200 metros de una aldea de

cabañas de madera alineadas a lo largo de

la ribera, que se ve alterada por las crecidas

estacionales del río, llegando a anegar ocasio-

nalmente los terrenos de la aldea, motivo por

el cual todas las construcciones están en alto.

LA PLAYA QUE SEPARA EL RÍO DE LA ALDEA VARÍA CON LAS CRECIDAS ESTACIONALES DEL RÍO.

Cada grupo familiar tiene su cabaña y los

asuntos de la comunidad se dirimen en la sala

de reuniones, una gran cabaña diáfana dónde

nos recibe la comunidad de Zábalo al comple-

to. Para un Cofán la comunidad lo es todo, si

bien cada uno tiene su función van rotando

las tareas de forma que todos los miembros

participan de los diferentes trabajos, y los

esfuerzos se realizan de forma colectiva por

lo que el sentimiento de grupo que tienen es

muy fuerte. Tras las presentaciones tenemos

la oportunidad de charlar con las fuerzas vivas

de Zábalo, Randy, líder de la comunidad y su

esposa Amelia Quenama, experta en el uso

de plantas medicinales, que nos hace una

pequeña introducción al fascinante mundo de

la medicina natural tradicional. La charla se

prolonga durante la cena, que a base de yuca

y pescado, es una buena muestra de la gas-

tronomía local. Yuca, bananos, arroz, maiz,

la caza, pavas, chanchos, fruta y pescado

son la base de su alimentación. A pesar de la

aparente sencillez de su cocina, la calidad y la

frescura de todos los ingredientes convierte

cada plato en una auténtico manjar.

CHACRA DE PLATANERAS EN LAS AFUERAS DE LA ALDEA

Exhaustos por el largo día de emociones, nos

retiramos a nuestras primorosas cabañas a

descansar. Tumbados en las camas, protegi-

dos tras nuestras mosquiteras y escuchando

los sonidos del bosque, nuestra realidad

urbana se nos antoja irreal, ficticia, absurda

casi. La sensación de “realidad”, de “verdad”

que te embarga es difícil de explicar, como si

los sentidos reaccionasen a un estímulo antes

desconocido y ese hombre primitivo, ese

instinto de supervivencia que todos llevamos

dentro, en nuestros genes, despertase de un

largo sueño para venir a inundar el presente,

el aquí y ahora. A pesar del cansancio del

largo viaje, nuestro cuerpo manifiesta una

urgencia desconocida, una especie de estado

de alerta permanente estimulado por el sin fin

de nuevos olores y sonidos que percibimos.

Por suerte la mente, que siempre va por libre

sigue ocupada saltando de un pensamiento a

otro hasta que el cansancio nos vence y por

fin caemos rendidos en los brazos de Morfeo.

El primer día en el Amazonas amanece

pletórico de energía, dispuestos a correr las

más grandes aventuras, nos disponemos a

explorar el río Zábalo y sus inmediaciones.

Y sin duda navegar por el Zábalo es toda

una aventura, en cada recodo nos espera

algo nuevo, un árbol atravesado en el río,

un animal que sale presuroso del agua a

nuestra llegada, un pez que salta…. nada

que ver con la travesía del día anterior, más

que al recogimiento este trayecto nos indu-

ce a estar al acecho. Las aguas de este río

son más negras que las del Aguarico, por-

que drenan el ecosistema que ellos llaman

bosque inundado, van cargadas de taninos,

son aguas de alto contenido húmico y casi

total ausencia de sedimentos. El Igapó o

bosque inundado, que es uno de los cuatro

ecosistemas que se dan en la Reserva de

Cuyabeno, es menos frondoso y tiene un

dosel menos elevado que el de tierra firme.

Aunque que se forma por inundaciones

estacionales de amplias zonas de los már-

genes de los ríos negros, éstas a veces son

permanentes.

El Igapó obosque inundado

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EL IGAPÓ O BOSQUE INUNDADO SE FORMA POR INUNDACIONES ESTACIONALES DE LOS MÁRGENES DE LOS RÍOS NEGROS.

Al parar el motor, podemos oír infinidad de

cantos de aves, incluso en los árboles de la

orilla además de la multitud de aves avista-

mos también algunas de las doce especies

de monos que habita la zona. En el río nos

encontramos con los tímidos delfines de

agua dulce, delfín rosado también llamado

boto o delfín del amazonas que vive en los

ríos, lagunas y caños de la cuenca hidro-

gráfica de la Amazonía. Nos acercamos a la

orilla, para cazar los pájaros que luego utili-

zaremos como cebo en la pesca de piraña y

en nuestro almuerzo. A cierta distancia ob-

servamos una manada de pecaríes de labios

blancos (huanganas) que están comiendo

frutos y semillas cerca de la orilla, son unos

treinta individuos aunque pueden llegar a

verse manadas de hasta cien individuos.

Uno de los atractivos del paseo es la pesca

de la piraña, conocida por sus afilados dien-

tes y por su voracidad. Otros habitantes del

río que también poseen fuertes dentaduras

son el bagre, el pez perro (Rhaphiodon vul-

pinus), la tararira (Hoplias malabaricus) que

tiene dientes hasta en el paladar o la angui-

la electrica (Electrophorus electricus) que

además de morder puede soltar descargas

de hasta 600 voltios. Aunque el rey del río

es sin duda el Arapaima (Arapaima Gigas),

segundo pez de agua dulce más grande

del mundo, llega a medir más de 3 mtrs y

a pesar hasta 250kg. De vuelta en la aldea

tenemos la ocasión de degustar la pesca del

día, la piraña es un pescado sabrosísimo

con una textura muy fina, resulta una pieza

muy apreciada en los mercados de la zona.

Los sonidos del bosque que nos han venido

acompañando durante toda la jornada, los

cantos de los pájaros, los zumbidos de los

insectos, los gritos lejanos de los monos

aulladores, adquieren al caer la noche

un tono más dramático. Envueltos en la

oscuridad más absoluta, nuestro sentido

del oído se agudiza y cada pequeño sonido

se magnifica permitiéndonos disfrutar de

una maravillosa sinfonía nocturna. Desde

el canto de las cigarras y las ranas de árbol

al insistente aullido de los micos noctur-

nos, o el gruñido sordo y amenazante del

jaguar. En un mundo dónde la vida nunca

se detiene, el bosque continúa de noche

con su frenética actividad, y hasta el mundo

vegetal carente por definición de movimien-

to propio nos sorprende con el continuo

murmullo de hojas y ramas, como sí hubie-

se acelerado el paso en su loca carrera por

la supervivencia y pudiésemos escuchar el

sonido de su evolución.

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EN UN MUNDO DÓNDE LA VIDA NUNCA SE DETIENE, EL BOSQUE CONTINÚA DE NOCHE CON SU FRENÉTICA ACTIVIDAD.

El ecosistema predominante en la Reserva

Faunística de Cuyabeno, es el bosque de

tierras altas o bosque de la colina, como lo

llaman los Cofán. Son bosques de tierras

no inundables dónde predominan los suelos

arcillosos bien drenados y con una vegetación

que va desde el estrato herbáceo hasta el es-

trato arbóreo. El dosel alcanza los 30 metros

de altura y abundan las especies de árboles

grandes, las palmas, las lianas…

La biodiversidad de este ecosistema es real-

mente apabullante, no en vano es una de las

más elevadas del mundo, puede llegar a alber-

gar más de 200 especies de árbol por hectá-

rea. En concreto en Cuyabeno se han detecta-

do 307 especies por hectárea, lo que supone

una marca mundial en diversidad forestal en

zonas tropicales.

Tierra firme obosque de la colina

Este bosque es de gran importancia para

los pueblos indígenas ya que constituye la

principal fuente de la mayoría de sus plantas

útiles. Aprovechan activamente cientos de

plantas para uso medicinal, sin contar con las

que emplean para alimentarse, en la cons-

trucción de las viviendas, la elaboración de la

artesanía y la fabricación de canoas y otros

utensilios de uso cotidiano. A lo largo del

paseo vamos pudiendo comprender la estre-

cha relación que guardan los indígenas con

su entorno y la importancia de este territo-

rio para su cultura y su supervivencia. Los

aproximadamente mil cofán restantes son los

guardianes de muchos conocimientos valiosos

e irremplazables y de más de 400.000 hectá-

reas de territorio ancestral. La mayor parte

de este territorio se encuentra hoy protegido

por acuerdos internacionales y nacionales de

territorio indígena así como por el sistema

de Áreas Protegidas del Ecuador. Es abruma-

dora la excesiva diversidad biológica que se

concentra en estos bosques, el mero hecho de

reconocer una especie de entre esta maraña

de plantas hacinadas que pelean entre sí por

un centímetro de tierra y un poquito de luz es

toda una proeza. Digna de admiración es la

forma en que los indígenas han sabido adap-

tarse a este entorno, extrayendo de él todo

lo necesario para su uso diario, sin romper el

delicado equilibrio natural y contribuyendo a

su desarrollo. Como admirable es la soltura

con que se desenvuelven en este habitat tan

bello como hostil.

La fauna del amazonas Si la diversidad del reino vegetal es extrema, la

del reino animal no le anda a la zaga, aunque

en ocasiones resulte más difícil de observar.

En el curso de una caminata llegamos a avistar

hasta cuatro especies de primates que habitan

estos bosques, el aullador colorado, el volador,

el tití, y el mono araña, aunque para ver otras

especies como el mono lanudo evasivo haya

que adentrarse bastante más en el bosque. Si

bien algunos mamíferos se muestran esquivos

y no es probable encontrase con jaguares o

pumas, otros como nutrias, pecaríes o capiba-

ras son fáciles de encontrar en los alrededores

de los ríos. Imposible enumerar la cantidad de

pájaros que hemos ido encontrando en el ca-

mino, pero las más de 500 especies de aves

que existen en la reserva de Cuyabeno seguro

harán las delicias de cualquier ornitólogo. Aun-

que el Amazonas es sin lugar a duda el paraíso

de los entomólogos, además de las siempre es-

téticas y llamativas mariposas, particularmente

interesantes resultan las hormigas, desde las

peligrosas Conga (Paraponera clavata), o Arrie-

ras (Eciton Spp., la temida marabunta) hasta

las vistosas termitas con sus impresionantes

termiteros. Ya de vuelta en el campamento y

tras una suculenta cena, improvisamos una

expedición en busca de caimanes. A bordo de

las canoas y provistos con linternas, surcamos

las oscuras aguas buscando los destellos que

produce la luz al reflejarse en la pupila del cai-

mán. El caimán negro, llamado así por el color

de la piel de los adultos puede llegar a medir

hasta seis metros de longitud, aunque lo más

frecuente es que ronden los tres metros. No

sin cierto riesgo capturamos una cría para ob-

servarla de cerca, aunque existe división de

opiniones en cuanto al instinto maternal de las

hembras caimán, el gran tamaño y la potencia

de sus enormes mandíbulas exigen máxima

precaución a la hora de aproximarlos.

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Es difícil sintetizar la cantidad de sensaciones

y emociones que el amazonas provoca en no-

sotros, pero lo que queda claro es que es im-

posible permanecer impasibles ante la belleza

extática de estos bosques y la extrema crudeza

que a su vez manifiesta. Vida y muerte adquie-

ren aquí un significado nuevo, una lucha encar-

nizada por la supervivencia en la que nosotros

cocama (hombre blanco) tenemos escasas po-

sibilidades de subsistir. Perdida toda conexión

con la naturaleza, alejados de nuestros instin-

tos, con nuestros sentidos atrofiados, ignoran-

tes de toda sabiduría ancestral e incapaces de

interactuar con el entorno sin destruirlo, no

podemos más que preguntarnos, ¿En que mo-

mento del camino te abandonamos madre tie-

rra? ¿Cuando perdimos nuestra cosmovisión?

¿Es demasiado tarde ya para rectificar?

CRIA DE CAIMÁN NEGRO

Varcea o bosque llano de la inundaciónEste ecosistema viene definido por inundacio-

nes estacionales de agua dulce, como el Igapó

salvo que en este caso se trata de aguas con

elevado contenido de sedimentos y con una

persistencia anual inferior a los cuatro meses.

El bosque asociado a este tipo de ecosistema

es conocido como Várcea y se encuentra en

las riberas de los grandes ríos de la cuenca

Amazónica, en el Cuyabeno sólo en los alrede-

dores del río Aguarico, precisamente dónde se

encuentra ubicada la comunidad de Zábalo.

Creado por el río Aguarico de el agua blan-

ca, este llano que permanece inundado está

caracterizado por suelos extremadamente

fértiles y bosque de crecimiento rápido.

Contrariamente al Igapó este bosque posee un

rico estrato herbáceo constituido por especies

como la Calathea, Heliconia o plátano salvaje,

Echinochloa polystachya o pasto alemán y un

rico estrato arbustivo.

Los árboles son más altos que en el bosque

de la colina, e incluyen la enorme Ceiba, una

especie catalogada definitivamente dentro de

los árboles más grandes del mundo, llegando

alcanzar los 25-30 metros de altura.

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LA VARCEA POSEE UN RICO ESTRATO HERBÁCEO CON ESPECIES COMO LA CALATHEA, LA HELICONIA, O LAS BROMELIAS.

Lo más sorprendente quizás de estos bosques

es la multitud de formas y figuras que adop-

tan las raíces de los árboles en su desespera-

do intento por aferrarse al suelo.

Otro de los grandes atractivos de la várcea

son las charcas que se forman tras las inunda-

ciones, que además de albergar gran número

de peces y batracios, son un lugar ideal para

encontrar anacondas.

De la cantidad de especies de serpientes y

culebras que habitan en la reserva de Cuya-

beno, muchas de ellas no resultan peligrosas

para el ser humano, no poseen veneno y se

limitan a alimentarse de insectos y gusanos, o

de sanguijuelas, anguilas y peces, como hace

la coral acuática.

Una inesperada lluvia torrencial nos da la

posibilidad de quedarnos en la aldea y charlar

con algunos de los indígenas dedicados al

trabajo de la artesanía.

CREDITOS Fotografia: Jesús López Texto: Gabi Echenique Diseño : Paula Posadas

AGRADECIMIENTOS TROPIC www.tropiceco.com

El pueblo Cofán tiene una larga tradición

artesana, aunque últimamente esta actividad

se ha visto potenciada como un uso sosteni-

ble de los recursos del Amazonas, frente al

cultivo del “café de selva” (plantaciones que

atienden ciertos criterios ecológicos y de no

explotación de la mano de obra) o a los bo-

tones de marfil vegetal (tagua) que entrañan

grandes alteraciones del bosque natural.

El pueblo Cofán es una comunidad muy res-

ponsable y madura en muchos sentidos, el

plan de sobrevivencia del pueblo cofán es un

plan que se plantea a quinientos años vista

y su implicación en la conservación de su

patrimonio es modélica, sin embargo como in-

dividuos transmiten una pureza, una candidez

tan entrañable como sorprendente.

Nada en este viaje resulta anodino, ni la selva

con sus mil tonos de verde, tan exuberante y

colorida como despiadada, ni sus habitantes

fieles guardianes de sus orillas que mantienen

vivos en sus corazones los tesoros de un mun-

do que ya cayó en el olvido.

Mientras regresamos río arriba hacia la civili-

zación de dónde venimos, no ceso de pensar

en los Cofán, en la importante lección que de

ellos hemos aprendido.

Y mientras majestuosos árboles surgidos de

las aguas sirven de otero a los numerosos

pájaros que alborotando con sus gritos nos

despiden, no puedo más que preguntarme…

¿seré capaz de transmitir lo que he vivido?

Gracias a los pueblos indígenas de la Amazo-

nía porque con su vida protegen y perpetúan

la sagrada unión del hombre y la naturaleza.

Gracias por conservar y compartir la verdade-

ra sabiduría de la humanidad.

Gracias.