El durmiente del valle

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Un hoyo de verdor, por el que canta un río enganchando, a lo loco, por la yerba, jirones de plata; donde el sol de la montaña altiva brilla: una vaguada que crece en musgo y luz. Un soldado, sin casco y con la boca abierta, bañada por el berro fresco y azul su nuca, duerme, tendido, bajo las nubes, en la yerba, pálido, en su lecho, sobre el que llueve el sol. Con sus pies entre gladios duerme y sonríe como sonríe un niño enfermo; sin duda está soñando: Natura, acúnalo con calor: tiene frío. Su nariz ya no late con el olor del campo; duerme en el sol; su mano sobre el pecho tranquilo; con dos boquetes rojos en el lado derecho. Selección de textos y dislocaciones, Eliza Mizrahi, Juanpablo Avendaño, Edwin Culp. Con la colaboracion de Adriana Casas. 1 Dostoyevski, Fiódor. Crimen y castigo. 3 Rimbaud, Arthur. El durmiente del valle. 5 Lucio Cabañas. 4 Fotograma de ¡Vámonos con Pancho Villa! (Fernando de Fuentes, 1936, D.F. Gabriel Figueroa). 2 Benjamin, Walter. Para una crítica de la violencia. 1 5 3 2 4 Casi podríamos decir que es un rostro de temor. Incluso esa forma rara del temor que aparece cuando uno está a punto de reaccionar porque ya no se puede más. Este hombre no tendría esa arma si hubiera otro remedio. Ahora no hay una acción, solamente está sentado en medio de la selva. La posición de su cuerpo todavía desconcierta más: la camisa, suelta, le queda un poco grande, los brazos están caídos, como si quisieran estar relajados. Es más, ni siquiera sostiene realmente el fusil sino que éste ocupa el espacio entre uno de los muslos y las manos, una abierta sobre la otra, que más bien sirven para que el arma no caiga. Uno pensaría que quien tomaba la fotografía no buscaba la inmortalidad de su sujeto sino, acaso, la revelación de una existencia desnuda, el testimonio de un cuerpo clandestino. La violencia mítica es violencia sangrienta sobre la desnuda vida en nombre de la violencia sobre toda vida, en nombre del viviente. La pura violencia divina es violencia sobre toda vida, en nombre del viviente. La primera exige sacrificios, la segunda los acepta Así, este hombre, con la vida desnuda, cesa el dominio del derecho sobre el viviente. Manifestación de la violencia que como violencia educativa en su forma perfecta cae fuera del derecho. El Durmiente del Valle Estaba inmóvil, esperando. A medida que iba aumentado el silencio nocturno, los latidos de su corazón eran más violentos y dolorosos. ¡Qué calma tan profunda…! De pronto se oyó un seco crujido, semejante al que produce una astilla de madera al quebrarse. Después todo volvió a quedar en silencio. Una mosca se despertó y todo volvió a quedar en silencio. Una mosca se despertó y se precipitó contra los cristales, dejando oír su bordoneo quejumbroso.

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Colaboración de Eliza Mizrahi, Edwin Culp y Juanpablo Avendaño para el libro El rumor del oleaje, segmento No. 3 del proyecto La Rebeldía. Lagartijas Tiradas al Sol, 2010

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Un hoyo de verdor, por el que canta un río enganchando,a lo loco, por la yerba, jirones de plata; donde el solde la montaña altiva brilla: una vaguada que crece en musgo y luz.

Un soldado, sin casco y con la boca abierta, bañada por el berrofresco y azul su nuca, duerme, tendido, bajo las nubes,en la yerba, pálido, en su lecho, sobre el que llueve el sol.

Con sus pies entre gladios duerme y sonríe como sonríe un niñoenfermo; sin duda está soñando: Natura, acúnalo con calor:tiene frío.

Su nariz ya no late con el olor del campo; duerme en el sol;su mano sobre el pecho tranquilo; con dos boquetes rojosen el lado derecho.

Selección de textos y dislocaciones, Eliza Mizrahi, Juanpablo Avendaño, Edwin Culp.Con la colaboracion de Adriana Casas.

1 Dostoyevski, Fiódor. Crimen y castigo.3 Rimbaud, Arthur. El durmiente del valle.5 Lucio Cabañas.4 Fotograma de ¡Vámonos con Pancho Villa!(Fernando de Fuentes, 1936, D.F. Gabriel Figueroa).2 Benjamin, Walter. Para una crítica de la violencia.

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Casi podríamos decir que es un rostro de temor. Inclusoesa forma rara del temor que aparece cuando uno estáa punto de reaccionar porque ya no se puede más.

Este hombre no tendría esa arma si hubiera otro remedio.Ahora no hay una acción, solamente está sentadoen medio de la selva.

La posición de su cuerpo todavía desconcierta más:la camisa, suelta, le queda un poco grande, los brazosestán caídos, como si quisieran estar relajados. Es más,ni siquiera sostiene realmente el fusil sino que éste ocupael espacio entre uno de los muslos y las manos, una abiertasobre la otra, que más bien sirven para que el arma no caiga.

Uno pensaría que quien tomaba la fotografía no buscabala inmortalidad de su sujeto sino, acaso, la revelación de unaexistencia desnuda, el testimonio de un cuerpo clandestino.

La violencia mítica es violencia sangrienta sobre la desnudavida en nombre de la violencia sobre toda vida, en nombredel viviente. La pura violencia divina es violencia sobre todavida, en nombre del viviente. La primera exige sacrificios, lasegunda los acepta

Así, este hombre, con la vida desnuda, cesa el dominiodel derecho sobre el viviente. Manifestación de la violenciaque como violencia educativa en su forma perfectacae fuera del derecho.

El Durmiente del Valle

Estaba inmóvil, esperando. A medida que iba aumentado el silencionocturno, los latidos de su corazón eran más violentos y dolorosos.¡Qué calma tan profunda…! De pronto se oyó un seco crujido, semejante al que produce una astilla de madera al quebrarse. Después todo volvióa quedar en silencio. Una mosca se despertó y todo volvió a quedar en silencio. Una mosca se despertó y se precipitó contra los cristales, dejando oír su bordoneo quejumbroso.