El juego en tiempos del Quijote MaquetaciÛn 1 · no convertir su saludable y respetuoso ... gar...
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El Quijote de HonoréDaumier (1808-1879).
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El Juegoen Tiemposdel Quijote
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Primera edición en REINO DE CORDELIA, diciembre de 2015
Edita: Reino de Cordeliawww.reinodecordelia.es
Derechos exclusivos de esta edición en lengua española© Reino de Cordelia, S.L.Avd. Alberto Alcocer, 46 - 3º B
28016 Madrid
© Arsenio Lope Huerta, 2015
Ilustración de cubierta: Diseño de Vicente A. Serrano sobreun detalle de Partida de cartas (1594), de Caravaggio
IBIC: DNFISBN: 978-84-15973-71-3Depósito legal: M-36811-2015
Diseño y maquetación: Jesús EgidoCorrección de pruebas: Pepa Rebollo
Imprime: Sgraf Artes Gráficas Impreso en la Unión Europea Printed in E.U.Encuadernación: Felipe Méndez
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
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El Juegoen Tiemposdel Quijote
Arsenio Lope Huerta
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Índice
A modo de introito y con permiso del lector
Paciencia y barajar
Pecar por carta de más
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Baraja fechada en 1707.de Murillo,
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A mi hija Isabel, en la certeza de que en el pasar está el ganar.
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EL JUEGO, las cartas, los naipes y otrosadminículos, instrumentos o medios me-diante los cuales la humanidad ha ve-nido divirtiéndose a través de los tiem-pos —a veces en compañía, a veces, lasmenos, en solitario, en un extraño y en-trañable ritual onanístico— suponen unode los elementos que menos ha evolu-cionado. Verdad es que, aunque en par-ticular los naipes han venido a configu-rarse como un acompañante del hombredesde hace siglos, han ido sufriendo,acaso a su pesar, una lenta pero inexo-rable transformación en la misma medi-da en que cambiaban las pautas de com-portamiento de la especie humana.
A modo de introito y conpermiso del lector
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Al tedio, origen de multitud de des-cubrimientos y aun de adelantos, le de-be la humanidad una impagable deuda.Ni la teoría de la gravedad ni la penici-lina habrían sido descubiertas si New-ton no hubiera echado una cabezada ba-jo un manzano o Fleming no hubierasentido la necesidad de descansar un ra-to. Y eso solo por no aburrir al lector yno convertir su saludable y respetuosoocio en insufrible aburrimiento.
El tedio, entre la gente despierta ylúcida, es una fuente inagotable de ins-piración para la imaginación y pretex-to para la observación. Anima el inge-nio y agudiza el ánimo. Alienta el espírituy despierta la curiosidad. Hora parecíavenida pues para echar un rato a diva-gar cómo era el juego, referido a aqué-llos que se ejercitaban por medio de losnaipes en tiempos de nuestro buen se-ñor y caballero Don Quijote, a quien unalcalaíno, no menos buen señor y ca-ballero, despertó de sus sueños en laanchurosa Mancha haciéndole iniciaruna hermosa andadura que hoy no pa-rece ver ni meta ni final.
Y por si fuera menester, permítase-me que acuda en petición de socorro a
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esas pícaras y entrañables criaturas queel bueno de don Miguel de Cerbantesse sacara, en hermosa invención, de subien amueblado magín y que no sonotros que su Rinconete y Cortadillo, enla muy digna ocasión en que juntaronsus vidas e infortunios en la populosa ysiempre bella capital sevillana, y en queel uno le confiesa al otro:
«Tomé de mis alhajas las que pu-de y las que me parecieron más ne-cesarias y entre ellas saqué estos nai-pes, con los cuales he ganado mi vidapor los mesones y ventas que hay des-de Madrid aquí; jugando a las vein-tiuna; y aunque vuesa merced las vetan astrosas y maltratadas, usan deuna maravillosa virtud con quieneslas entiende, que no alzará que noquede un as abajo. Y si vuesa mer-ced es versado en este juego, verácuan ventajas lleva el que sabe quetiene cierto un as a la primera carta,que le puede servir de un punto y deonce; que con esta ventaja, siendo laveintiuna envidada, el dinero se que-da en casa. Fuera de esto aprendí deun cocinero de cierto embajador cier-
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Rinconete y Cortadillode Murillo.
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tas tretas de quínolas y del parar, aquien también llaman el andaboba;que así como vuesa merced se pue-de examinar en la corte de sus anti-paras, así puedo ser yo maestro en laciencia vilhanesa».
Y si a eso añadimos que tanto lasveintiuna como quínolas y el parar erandiversos juegos de naipes, alcanzará elbuen lector a entender en qué consis-tía la ciencia vilhanesa.
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