El Milenio y La Naturaleza de Los Indios Americanos - Nelson Manrique

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XIII. El milenio y la naturaleza de los indios americanos 1. América y el universo mental de los conquistadores Ya se ha visto las dificultades insalvables con las que chocaba Cristóbal Colón para entender la naturaleza de los hombres que encon- tró en las tierras que él descubriera v ocupara en nombre de los Reyes Católicos. Pero la suya no era una dificultad personal; corresponde a toda una época y de diversas maneras se repitió en los conquistadores que le sucedieron en la empresa de sujetar a la soberanía española las tierras que se iban descubriendo y a sus ha bitantes a la explotación colonial. Pero las recién descubiertas Indias Occidentales (fue necesario diferenciarlas de la India cuando se descubrió la naturaleza del equívoco colombino Y se supo finalmente que sus naves no habían llegado a las costas del Asia sino habían encontrado en el camino un nuev o continente hasta entonces des- conocido) tenían que ser incorporadas de alguna manera a la idea qu e los españoles tenían de la historia del mundo. Esto suponía definir qué eran esos seres que Colón había encontrado y de los cuales llevó algunas muestras a los Reyes Católicos, para que deprendiesen la lengua . Pero esta empresa chocaba con diversos obstáculos; desde los origi- nados en la necesidad de defender muv prosaicos intereses y convenien- 45 5

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XIII. El milenio y la naturaleza de los

indios americanos

1. América y el universo mental de los conquistadores

Ya se ha visto las dificultades insalvables con las que chocabaCristóbal Colón para entender la naturaleza de los hom bres que encon-tró en las tierras que él descubriera v ocupara en nombre de los ReyesCatólicos. Pero la suya no era una dificultad personal; corresponde a

toda una época y de diversas maneras se repitió en los conquistadores quele sucedieron en la empresa de sujetar a la soberanía española las tierras quese iban descubriendo y a sus ha bitantes a la explotación colonial. Pero lasrecién descubiertas Indias Occidentales (fue necesario diferenciarlas dela India cuando se descubrió la naturaleza del equívoco colombino Y sesupo finalmente que sus naves no habían llegado a las costas del Asia sinohabían encontrado en el camino un nuev o continente hasta entonces des-

conocido) tenían que ser incorporadas de alguna manera a la idea qu e losespañoles tenían de la historia del mundo. Esto suponía definir qué eranesos seres que Colón había encontrado y de los cuales llevó algunas

muestras a los Reyes Católicos, "para que deprendiesen la lengua".Pero esta empresa chocaba con diversos obstáculos; desde los origi-

nados en la necesidad de defender muv prosaicos intereses y convenien-

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cias personales y de grupo —que demandaban legitimar la explotación einclusive el exterminio de los nativos si fuera necesario para conseguirel codiciado oro—, hasta aquellos que derivaban de la naturaleza del

universo mental con el que los conquistadores pensaban sus descubri-mientos. Porque paradójicamente las mismas categorías y esquemas

interpretativos que utilizamos para entender la realidad suelen consti-tuirse en una traba para comprenderla, allí donde aparece otra radical-mente nueva. Existe una inercia mental por la cual se proy ecta sobre lo

nuevo y distinto los esquemas categorías que fueron útiles anterior-mente para aprehend er otras realidades. Se busca entonces hacer encajarlo desconocido en los viejos moldes va conocidos y se proyecta sobre lonuevo las imág enes de otras realidades que, más que develar la realidad,la enmascaran.

Como se anotó en la primera parte del texto', este es un procedimien-to universal. En ese sentido las dificultades que planteó la conquista deAmérica no son exclusivamente atribuibles a limitaciones de los espa-ñoles, pues lo mismo habría sucedido —y sucedió— con los hombres deotras naciones en contacto con una realidad radicalmente nueva. Lo queinteresa es ver qué esquemas e imágenes mentales pro y ectaron los

conquistadores hispanos sobre los indios americanos y de qué manerasurgió, de la dialéctica entre esa manera de leer la realidad americana y

la naturaleza y la dinámica real de las sociedades que así intentaban seraprehendidas, una visión del indio que marcaría a largo plazo la formade relacionarse de Occidente y sus herederos espirituales en Américacon ese "otro" cuya definición alimentaría ardientes controversias a lolargo de todo el siglo XVI.

Distinguimos tres fases en este proceso, que no están rigurosamenteseparadas desde el punto de vista cronológico, pues en determinados

casos se superpusieron, pero que responden a maneras claramente

diferenciadas de pensar a Am érica y a los americanos desde la proyec-ción sobre ellos de imágenes distintas tomadas del universo mental dela peculiarísima sociedad que era la España de la época del descubri-

miento.

La primera corresponde al universo de la reflexión del AlmiranteColón y está fuertemente marcada por su experiencia en las expedicionesesclavistas portuguesas en las islas Canarias y las costas occidentales delAfrica. Gruesamente corresponde al período de la exploración y ocupaciónde las Antillas y el litoral atlántico de América, donde los conquistadores

1 Véase el capítulo II.

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encontraron sociedades de recolectores sin agricultura, o con una agri-cultura incipiente y un escaso grado d e desarrollo de su cultura material.

La segunda corresponde más específicamente al universo mental delos españoles —en particular los castellanos y, sobre todo, los andalucesque formaron entre la tercera parte y la mitad del total de la hueste

conquistadora que se embarcó a las Indias a lo largo del siglo XV I—, yestá marcada por la imagen de los "otros" de la España de la Gran

Reconquista y la liquidación del espíritu de tolerancia que alguna vez

reinó en la España d e las tres religiones. La Españ a de la Inquisición y laintolerancia religiosa, del nacimiento y la consolidación del racismo

antisemita, antijudío y antimusulmán. Gruesamente corresponde en

España al período de la generalización de los estatutos de limpieza de

sangre y la obsesión por la pureza racial. En América corresponde a lafase de la conquista de los g randes imperios americanos, de la caída deTenotchitlán y Cusco. Sociedades altamente organizadas; con una ag ri-cultura muy sofisticada y qu e habían alcanzado elevado grado de desa-rrollo de sus fuerzas productivas y su cultura material, que en muchosaspectos estaban culturamente por delante de Europa.

Finalmente, la tercera fase corresponde al período de las grandes

disputas teológicas en torn o a la licitud de la conquista y los justos títulosde la guerra contra los naturales, y tuvo en Bartolomé de las Casas y

Ginés de Sepúlveda a sus más destacados representantes. Correspondeen España a la fase en que el debate intentaba elevarse por encima de lasimág enes históricas inmediatas desde las cuales se pensara a los indios—los esclavos africanos, los judíos y los moros— buscando qué es lo queexiste de universal en la condición de los hombres. En A mérica corres-ponde a la transición entre el período de la conquista y la organizaciónde la dominación colonial en el largo plazo; el período de la formaciónde los virreinatos y del sometimiento final —particularmente en el P erú—de los levantiscos aventureros que conquistaron los reinos americanospara el rey de España; de la afirmación de la autoridad de la Corona yde la burocracia colonial que la representaba en Am érica.

En las dos primeras fases predomina una impronta medieval en la

reflexión, mientras que la tercera está a caballo entre dos mundos: laEdad Media que termina y el mundo moderno que, con múltiples

dificultades, comienza a perfilarse. Pero las tres, más allá de la diferenciade las imágenes desde las cuales intentaba entenderse a los indiosamericanos, están atravesadas por algunos motivos comun es que perte-necen al mundo mental europeo del período de profunda crisis social

que daría al traste con el feudalismo y sentaría las bases para el naci-

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miento del capitalismo. De estos temas, el más apasionante es sin dudael del milenarismo.

2. a escatología milenarista y el descubrimiento de Am érica

"En toda época ha de intentarse arrancar la tradición al respectivo

conformismo que está a punto de subyugarla. El Mesías no viene

únicamente como redentor; viene como vencedor del A nticristo. El

don de encender en lo pasado la chispa de la esperanza sólo esinherente al historiador que está penetrado de lo siguiente: tampoco los

muertos estarán seguros ante el enemigo cuando .éste venza. Y este

enemigo no ha cesado de vencer."

(Walter Benjamin: Tesis de Filosofía de la historia.)

La idea del Milenio -la instauración del reino de Dios en la tierra-ha ejercido un importante rol en la historia de la humanidad desde la

época de las grandes diásporas del pueblo hebreo. El Milenio ha desple-gado también su fascinación en Am érica, a partir del siglo XVI, acompa-ñando el descubrimiento y la invasión de los dom inios americanos porlos conquistadores hispanos.

Aunque su origen se remonta al Asia, su fase de mayor esplendor

se vivió en Europa, durante la declinación del orden feudal. Es esteproceso, las grandes movilizaciones a que dio lugar :y las imágenes a élasociadas son el origen de las tradiciones escatológicas que serían tras-ladadas a Amé rica, principalmente a través del proceso que Serge Gru-zinski ha denominado "La colonización de lo imaginario": la lucha delos doctrineros hispanos por la conquista de las almas de los nativos

americanos vencidos. Pero el Milenio y el Apocalipsis a él asociadostuvieron vida propia en América; ellos no fueron la simple repetición

del proceso vivido en Europa. El choque con una realidad tan radical-mente nueva como la de la América descubierta por Colón no podía

dejar de modificar profundamente las viejas tradiciones heredadas de

las fuentes antiguas: el Antiguo Testamento, las profecías sibilinas, la

Cábala hebrea -primero- y la cristiana -después-.En la transformación de las concepciones milenaristas en Am érica

jugó un rol fundamental el encuentro de los hombres americanos: los

2 GRUZINSKI, Serge: La colonización de lo im aginario. Sociedades indígenas y occidentaliza-

ción en el México español. Siglos XV I-XV III, Fondo de Cultura Económica, México 1991.

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"indios" descubiertos en el nuevo continente. Exploraremos los orígenesde estas tradiciones y el papel que jugó la presencia de los indios en laconstrucción de los sistemas milenaristas americanos. Dentro de este

vasto tema hem os elegido una línea central como hilo cond uctor: la idea,formulada por algunos de los más influyentes profetas del milenarismocristiano en América, de que los indios descendían de los judíos del

Antiguo Testamento y que su reaparición en la historia era el anunciodel fin de los tiempos. Los indios judíos, redescubiertos luego de vagarperdidos durante milenio y medio, eran la señal que Dios enviaba a la

humanidad (europea, se entiende) de que el retorno del Mesías estabapróximo y de que había q ue preparar el camino para la instauración desu reino en la tierra. Estas ideas jugaron un papel muy importante en laconstrucción de la imagen del indio y cabe preguntarse hasta qué pu ntono siguen ejerciendo -transfiguradas de m uy diversas maneras- algunainfluencia en la historia presente.

La escatología milenarista estuvo presente en el desarrollo de la

empresa colonizadora de Am érica desde sus inicios. Un aspecto al quese le ha prestado una mu y escasa atención es la influencia de estas ideasen el artífice principal de la empresa descubridora, Cristóbal Colón.

Los biógrafos de Colón oscilan entre dos imágenes: quienes loconsideran un codicioso aventurero, capaz de cualquier cosa por conse-

guir el oro, y quienes ven en él a un m ístico, animado por una profundafe religiosa, cuya voluntad no se limita al deseo de ganar a la religión alos gentiles. Esta última es la interpretación que ofrece Todorov: "Lavictoria universal del cristianismo -afirma-: este es el m óvil que an imaa Colón, hombre profundamente piadoso (nunca viaja en domingo),

que, por esta misma razón, se considera como elegido, como encargadode una misión divina, y que ve la intervención divina en todas partes

(...). En realidad, Colón tiene un proy ecto más preciso qu e la exaltacióndel Evangelio en el u niverso, y tanto la existencia como la permanenciade ese proyecto son reveladoras de su mentalidad: tal un Quijote con

varios siglos de atraso en relación con su é poca, Colón quisiera ir a lasCruzadas a liberar Jerusalén" 3 . Es cierto que la motivación religiosa dela empresa descubridora aparece explícitamente planteada en la primerapágina del Diario del primer viaje de Colón, justificando la empresa:

"...por la información que yo avía dado a Vuestras Altezas de las

tierras de la India y de un Príncipe que es llamado Gran Can (que

3 TODOROV: Op. cit., p. 20. Este mismo enfoque había sido sostenido anteriormente por

diversos autores, como Washington Irving, Humboldt y Menéndez y Pelayo.

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quiere dezir en nuestro romance Rey de los Reyes), como muchasvezes él y sus antecessores avían en biado a Roma a ped ir doctoresen nuestra sancta fe porque le enseñasen en ella, y que nunca el

Sancto Padre le avía proveído (...) y Vuestras Altezas, como cathóli-cos cristianos y príncipes amadores de la sancta fe cristiana y acre-centadores d'ella

'

enemigos de la secta de Mahoma y de todas

idolatrías y heregías, pensaron en enviarme a mi, Cristóval Colón, alas dichas partidas de India para ver los dichos príncipes y los

pueblos y las tierras v la disposición d'ellas y de todo, y la manera

que se pudiera tener para la conversión d'ellas a nuestra sancta fe"4.La empresa colombina halla pues_ su justificación en la demanda

realizada (idos siglos atrás!) por el nieto del gran Gengis Kan, Kublai,quien envió a Marco Polo como su em bajador ante el Vaticano. Hov sesabe que la idea de una alianza entre el Oriente y Occidente, entre los

príncipes católicos de Europa y el G ran Kan de Mongolia, para aplastaral enemigo común, el Islam, tuvo en su momento viabilidad histórica:"es cierto —afirma Poliakov— que durante los primeros contactos, a

comienzos de nuestro milenio, los mongoles simpatizaban más con elcristianismo que con el islamismo. En particular los gengiskánidas, quehabían conquistado Asia hasta el Eufrates, pero que no lograban forzarla encarnizada resistencia de los mamelucos, trataron de aliarse con la

Europa cristiana para destruir definitivamente el Islam. A fines del sigloXIII, el Kan A rgun envió con este propósito a embajadores nestorianosa Europa, y ofreció conv ertirse al cristianismo. Pero en la San ta Sede, asícomo ante los reyes de Francia e Inglaterra, sus emisarios chocaron conuna acogida fría si no desdeñosa. Poco después de este chasco, Hulagu,su sucesor, optó finalmente por el islamismo. Esta conversión marca unpunto culminante. Desde entonces, tanto en Asia como en Africa los

progresos del islamismo fueron más sustanciales que los de l cristianis-mo, sobre todo desde que este último se dejó arrastrar por_la ola de

expansión colonial, siendo por ello temido y odiado a la v ez"'.

4 COLON, Cristóbal: Op. cit., pp. 15-16.

POLIAKOV, León: Historia del antisemitismo. De Mahoma a los marranos, p. 76. Sobre el

impacto de las cruzadas en la percepción de Occidente por los orientales, véaseMAALOUF, Amín: Las cruzadas vistas por los árabes, Alianza Editorial, Madrid 1991. JohnPhelan, apoy ándose en la obra de Leonardo Olschki Marco Polo's Precursors, se mani-

fiesta escéptico frente a la real voluntad de los descendientes de Gengis Kan de abrir el

camino a la evangelización de sus reinos. Lo que está fuera de duda es que Colón creía

que tal empresa era realmente factible. PHELAN, John L.: El reino milenario de los

franciscanos en el Nuevo Mundo, Universidad Autónoma de México, México 1972, p. 32.

Ciertamente era otra la situación a fines del siglo XV , pero los reyesde Castilla lo ignoraban y el proyecto debía sedu cirles, luego de que conla toma de Granada (el 2 de enero de 1492) habían culminado la largalucha por expulsar a los musulmanes de Europa. Sin embargo, en el viajedel descubrimiento, Colón, que invoca com o justificación de su empresala salvación de las almas de los paganos y su conversión al cristianismo,se preocupa de llevar hasta dos intérpretes que conocen el caldeo, el

árabe y el hebreo — por si tuviera necesidad de ellos al llegar a las costasdel Asia— pero olvida embarcar un cura...

Entre las hipótesis a que han dado lugar los innumerables vacíos enel conocimiento de la vida de Colón durante los años anteriores a su

estadía en España, las que ma yor aceptación tienen son las que atribuyensu reserva a la voluntad de encubrir un origen humilde (los mejores

especialistas en temas colombinos aceptan como un hecho que su padreera un tejedor de lana) y aquella que lo sindica como descendiente deuna familia judía. Esta última hipótesis, originalmente planteada por

Salvador de Madariaga, es defendida también por Jean Descola, no tantoen base a evidencias empíricas "objetivas" sino por enfocar la subjetivi-dad de Colón partiendo del análisis de un sorprendente documento, E l

Libro de las Profecías, que el Almirante redactara h acia el final de su vida,cuando la gloria había terminado y llegaba la hora d e la ingratitud y la

amargura. En este extraño texto Colón da rienda suelta a encendidos-arrebatos místicos:

"El almirante —dice Descola— destina su Libro de las Profecías a losReyes Católicos. Pero no lo recibirán jamás. ¿Teme Colón, a últimahora, haber desvelado excesivamente su pensamiento? La verdad esque en su libro resuenan con más frecuencia los irritados trenos deJehová qu e la tierna voz de Jesucristo. Colón se inspira en el AntiguoTestamento más que en el Evangelio. La verdad es, también, que sureligión personal tiene todos los caracteres del judaísmo: una inqu ie-tud ardiente, el sentido mesiánico, cierta inclinación a las catástrofesy, sobre todo, ese mirar el mundo con ojos sombríos de perseguido.Esa vida que se acaba ¿no habrá sido un largo sollozo? Y ese

cristianismo, transido de gritos, bañado de lágrimas, sacudido porlas olas apocalípticas de una desesperación lúcida, ¿es el cristianis-mo de un cristiano viejo?

"El color del pelo y d e la piel, la belleza de los ojos, la form a de loslabios y de la nariz, la aptitud para el comercio, el amor al lucro, nobastan para reconocer a un judío. Pero lo que no engaña es creerse

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elegido, saber esperar y sufrir, buscar el martirio, ser duro en el

poder, estoico en la servidumbre. Y tales son las virtudes esencialesdel genovés Cristóbal Colón".

Se ha especulado ampliamente sobre el origen judío de Colón, quede ser cierto podría explicar muchos aspectos del misterio en que él

envolvió intencionalmente su vida. De ser cierta esta hipótesis, sería

perfectamente com prensible la necesidad del Almirante de esconder suorigen, en una época en la que la intolerancia religiosa y el antijudaísmohabían alcanzado en España el paroxismo. Conviene recordar que porel mismo período en el que se firmaron las capitulaciones de Santa Fe(17 de abril de 1492), por las cuales los Reyes Católicos aprobaron apoyareconómicamen te su proyecto de buscar un camino a las Indias navegan-do hacia el Occidente y se avinieron a aceptar sus condiciones, decreta-ron también la expulsión general de los judíos de sus reinos (el 31 de

marzo del m ismo año), apenas dos sem anas antes de suscribir el conve-nio con Colón. En cualquier caso, el deseo de borrar las huellas de

determinados aspectos de la biografía de C olón fue continuado despuésde su muerte por sus herederos, envueltos en largos pleitos con laCorona para hacer valer los derechos que su padre les había legado. Enmedio de tales vicisitudes desapareció, entre otros docum entos, el origi-

nal del Diario del primer viaje a las Indias de Colón (la versión queconocemos es la que B artolomé de las Casas incluyó en su Historia de lasIndias, a la que tuvo acceso gracias a su gran am istad con Diego C olón,uno de los hijos del A lmirante, y a la que hizo numerosas interpolacio-nes) y E l Libro de las Profecías fue mutilado arrancándosele 14 de sus 84fojas, "sin duda sería lo mejor", afirmaba Juan de Loaísa, el bibliotecariode la B iblioteca Colombina que consignó tal cercenación'.

E l Libro de las Profecías v las motivaciones de C olón al escribirlo, hanprovocado, igualmente, innumerables polémicas. Frente a quienes venen él la expresión de una ardiente y exaltada espiritualidad hay quienesopinan que las motivaciones de Colón al redactarlo eran mucho más

terrenas. Tal es la posición, por ejemplo, del gran especialista colombino

español Ramón Iglesia. Para Iglesia, Colón escribió E l Libro de las Profecíascon la finalidad de obtener la satisfacción de las demandas materiales

que planteaba a la corona española: "Los reyes debían restituirle sus

6 DESCOLA: Op. cit., pp. 176-177.

7 COLON, Cristóbal: El Libro de las Profecías, Alianza Editorial - Universidad de Sevilla -

Sociedad Quinto Centenario, Madrid 1992, p. IX.

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privilegios, anular los permisos que habían dado a otros exploradores.No se sabe q ué admirar más en esta idea, si su ingenuidad o su audacia.(...) Más que ser Colón el siervo de Dios, como se ha dicho, era Dios elsiervo de Colón (...) En resumen, todo el supuesto misticismo, profetis-mo e iluminismo de Colón, no pasa de ser una manifestación parcial deaquella su manía pleiteante de los últimos años" 8 . Ciertamente, los

contrastes de la conducta de Colón pueden avalar tanto las interpreta-ciones que ven en é l a un frío y calculador negociante, capaz de redactarun texto de corte profundamente místico para obtener beneficios mate-

riales, como las de quienes lo consideran un hombre profundamentereligioso, preocupado ante todo por la salvación de su alma y el triunfofinal del cristianismo. Pero nos interesa acercarnos a El L ibro de las

Profecías no tanto para dilucidar la validez de una u otra opinión sino

para ver hasta qué punto el ambiente milenarista que vivía la Europa defines del siglo XV e inicios del XVI puede reflejarse en sus reflexionessobre su destino personal, sus descubrimientos y el destino del mundo.

El Libro de las Profecíases un texto inconcluso. Fue concebido por

Colón a partir de 1500 y se calcula que fue interrumpido en 1504. En élColón recurre a un conjunto heterogéneo de fuentes que incluyen sobretodo profecías del Antiguo Testamento — particularmente de Isaías—, yun arsenal de escritos de carácter escatológico milenarista, entre los que

resaltan las profecías atribuidas a Joaquín de F iore. En la recolección deestos materiales le prestó una gran ayuda el sacerdote Gaspar de G orri-cio, pero la selección final de las fuentes corresponde a Colón.

La motivación que Colón tuvo para redactar este documento está

planteada ya en el texto inicial que encabeza el original de su escrito:

Com ienza el libro o gavilla de autoridades, dichos, sentencias, y profecías acerca

del asunto de la recuperación de la Ciudad Santa y del m onte de Dios de S ión,

y del des cubrimiento y la conversión de las islas de la India y de todas las gentes

y naciones (dedicado) a nuestros Reyes Hispanos Fernando e Isabel, etc. Se tratapues de establecer nexos entre el descubrimiento de las Indias y la

recuperación de Jerusalén y "el monte de D ios de Sión". La recuperaciónde Jerusalén es un tema obsesivamente recurrente que atraviesa todo eltexto, tanto como el de la reconstrucción del Templo, al que Colón llama

8 IGLESIA: Op. cit., pp. 88-89.

9 Tal era, por ejemplo, el juicio de Menéndez y Pelayo que veía en El Libro de las Profecías

"la filosofía del descubrimiento tal como Colón la entendía, con grandeza tal de espíritu

que debe mover a respetuosa veneración al más escéptico". No es de extrañar, pues,

que hasta se planteara la propuesta de canonizarlo.

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en num erosas ocasiones "la Casa Santa", al uso judío: "Yo dise que diríala rasón que tengo de la restitución de la Casa Santa a la Santa Iglesia",explica en una carta escrita a los Reyes Católicos —fechada en S evilla oCádiz en algún momento entre 1501 y 1502, según Bartolomé de las

Casas— que insertó en la primera parte de su libro'''.Para Colón la justificación de la em presa descubridora es la plasma-

ción de los designios divinos, cu y a realización está decretada desde elinicio de los tiempos y anunciada en los textos bíblicos y los escritos deotros profetas: "El Señor se impondrá contra ellos y aniquilará a todoslos dioses de las gentes de la tierra, y le adorarán, cada uno desde su

lugar, todas las islas de las gentes", transcribe de Sofonías (2 ,11), y añade:"o es que los que eran ad orados en los templos de las gentes no creíanque esto les iba a o currir" u . Colón se considera el instrumento que Diosha escogido para realizar sus designios. El propio hecho de q ue obtuvie-ra el apoyo de los Reyes Católicos para su empresa no es el resultado desus años de desvelos en la corte, importunando a los monarcas una y

otra vez, con su inquebrantable tenacidad, sino simplemente el resultadode la intervención divina:

"Todos aquellos que supieron de mi inpresa con rixa le negaronburlando. Todas las ciencias de que dise arriba non m e aprovecha-ron ni las abtoridades d'ellas. En sólo Vuestras altezas quedó la

lumbre y costancia. ¿Quién dubda que esta lumbre no fuese del E spírituSanto, así como de mí? El cual con rayos de claridad maravillosos

consoló con su santa y sacra Escritura a vos muy alta y clara abibán-dome que yo prosiguiese y de contino sin cesar un momento me abibancon gran priesa. Milagro ebidentísimo quiso facer Nuestro Señor enesto del viaje de la Indias por me consolar a m í y a otros en est'otro dela Casa Santa. Siete años pasé aquí en su R eal Corte disputando elcaso con tantas personas de tanta abtoridad v sabios en todas artes,y en fin concluyeron que todo hera en vano v se desistieron con estod'ello. Después, paró en lo que Jhesu Christo Nuestro Redentor disoy de antes avía dicho p or boca de sus Santos P rofetas, y así se devede creher que parerá estotro" (el énfasis es mío)'".

10 COLON, Cristóbal: Op. cit., p. 12. En la sección que sigue nos basamos en la misma

fuente, salvo indicación expresa en contrario.

11 Idem, p. 39.

12 Idem, p. 12. La misma carta a los Reyes Católicos de que forma parte este texto figura

en COLON, Cristóbal: Textos y documentos completos , p. 253.

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Colón está convencido de que sus descubrimientos marcan unaetapa decisiva en la historia de la humanidad, no por la novedad de lastierras descubiertas (hasta su muerte ignorará que ha llegado a un nuev ocontinente), sino porque al llegar al confín de las Indias, naveg ando haciael Occidente, ha creado las condiciones para el triunfo universal del

cristianismo:

"...no en los tiempos cristianos sino mucho antes, fue predicho lo

que se cumple por medio de los cristianos. Los propios judíos que

se quedaron enemigos de Cristo, de cuya futura perfidia tampocose omitió en aquellos textos proféticos, son los que tienen y leen alprofeta que dice: 'Señor, Dios mío y refugio mío en el día de las

desgracias, ante ti vendrán las gentes desde los con fines de la tierray dirán: Verdaderamente nuestros padres adoraron ídolos falsos, yen ellos no hay pro vecho'. Esto es lo que ah ora ocurre, estas son lasgentes que desde los conf ines de la tierra vienen ante Cristo diciendoeso v destrozando ídolos"13.

Para que no quede duda de que la transcripción de esta profecía deJeremías (16,19) se refiere al descubrimiento que él h a llevado a cabo,Colón añade dos apostillas, al margen del texto citado. La primera dice,"la India está en el confín de la tierra, en oriente, y España con Etiopía,en occidente; en medio está la mar océana"; lo que según él p rueba quelos cristianos han llegado a los confines de la Tierra v que las condicionespara la realización de la profecía han sido creadas por sus descubrimien-tos. La segunda apostilla es aun más explícita: "ya vienen los indios ydestrozan los ídolos"14.

Pero las condiciones que se han abierto para el triunfo final del

cristianismo a nivel universal son una señal de que algo más trascenden-te está por suceder: se aproxima el fin de la historia de la humanidad.Aunqu e la iglesia cristiana medieval se pretendía universal, su ámbitode difusión era realmente parroqu ial, particularmente si se compara co nla expansión del Islam. Pero el descubrimiento de las rutas para llegarcon seguridad a la gente del Asia y América cambió dramáticamente elpanorama de la expansión del cristianismo:

"La cristiandad, por primera vez, podía cumplir sus pretensionesuniversales a escala mundial. El Evangelio podía ser llevado a todala gente y a todas las razas. Ahora sería posible predicar en todas las

13 COLON, Cristóbal: El L ibro de las Profecías, p. 44.

14 Ibídem.

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En

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lenguas que el homb re hablaba. La cristiandad podía ser global tantocomo universal. Para los de temperamento místico, esta posibilidadles pareció una visión tan cegadora y radiante, que su cumplimientoanunciaba la cercanía del fin del mundo. Pensaban que después deque todas las razas de la humanidad fueran convertidas, nada máspodría suceder en este mundo; cualquier otra cosa sería demasia-

do "

Para ratificar su profecía, Colón se remite al libro del cardenal Pierred'Ailly Sobre las leyes y las sectas: "después de la ley de Mahoma no vendráninguna secta sino la le y del Anticristo y los astrónomos están igualmen-te de acuerdo en que habrá alguien poderoso que establecerá después

de Mahom a una ley horrenda y mágica que dejará en suspenso a todaslas demás, por ello sería muy útil a la Iglesia de Dios calcular el tiempode esta ley, si vendrá inmediatamente después o mucho después de la

destrucción de la ley de /vIahoma"16.Si recordamos la primera página del Diario del primer viaje que

hemos citado anteriormente, en ella Colón señala como uno de losobjetivos de su empresa entrar en contacto con el gran Kan, señor de losmongoles. Hasta aquí, aparentemente lo que estaría en juego sería un

reordenamiento general del mapa político universal, un red ise.ño geo-político planetario cuya clave residiría en establecer la soñada alianza

con los mongoles para aplastar al Islam. Pero lo que El Libro de lasProfecías muestra va bastante más allá. Se trata de una propuesta escato-lógica de amplias implicancias. Destruida la "ley de M ahoma", lo másimportante es prepararse para la venida del Anticristo, y es fundamentalconocer cuánto tiempo falta para que tal catástrofe acontezca, pues esees el plazo de que los cristianos disponen para crear las condiciones parael advenimiento del Milenio.

Para Colón, su descubrimiento del confín de la Tierra (hecho que,como ya se ha visto, formaba parte de los designios divinos y estaba

anunciado desde mucho tiempo atrás por las profecías) permite conocercon bastante exactitud cuánto tiempo falta para que llegue el ineluctablefinal de la historia de la humanidad. Tom ando como referencias la Biblia,

el Elucidario sobre el acuerdo de la astronomía con la teología, las tablasastronómicas del rey Alfonso X El Sabio, el libro Sobre el acuerdo de laverdad astronómicay la narración de la historia de Pierre d'Ailly y otras

15 PHELAN: Op. cit., p. 32.

16 Idem, pp. 52-53.

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fuentes, que incluyen las profecías atribuidas a Joaquín de F iore' 7 , Colónpronostica que faltan apenas 155 años para el cumplimiento de los sietemil años que durará la historia. Después "avrá de fenecer el mundo"18.La cuenta regresiva se ha iniciado con el descubrimiento de las Indias y estehecho milagroso guarda estrecha relación con la tarea crucial que deberánrealizar los Reyes Católicos: rescatar Jerusalén de m anos de los infieles

"Ya dise que para la hesecución de la inpresa de las Indias no me

aprovechó rasón ni matemática ni mapamundos: llenamente se

cumplió lo que diso Isaías, y esto es lo que deseo de escrivir pOr leredusir a Vuestras Altezas a memoria y porque se alegren del otroque yo le diré de Jherusalén por las mesmas autoridades, de la cualinpresa tengan por muy cierta la vitoria (...) Yo dise arriba que

quedava mucho por compl ir de las prophetías, y digo que son cosasgrandes en el mundo, y digo que la señal es que Nuestro Señor seda priessa en ello: el predicar del Evangelio en tantas tierras de tanpoco tiempo acá me lo dice.

"El abad Joachín, calabrés, diso que había de salir de España quienhavía de red ificar la Casa del monte Sión"19.

Nuevamente Colón recurre a la autoridad de Joaquín de Fiore paraseñalar a los monarcas de España como los llamados por la providenciapara recuperar Jerusalén, y vuelve sobre este tema en otras partes de E l

Libro.. . Remitiéndose a una carta de los embajadores genoveses a losReyes de España escrita en 1492 , felicitándolos por la recuperación de

17 Idem, pp. 51-55. Colón glosa también la obra del filósofo Aethico Ister escrita en latín

bajo del siglo XII, de la siguiente manera: "Sé que si la Iglesia quisiera volver a examinar

el texto sagrado y las profecías sagradas y (las) de la Sibila y Merlín, de Aquilafi y

Joaquín (de Fiore) y de muchos otros, además de las historias y los libros de los filósofos

y ordenara tener en cuenta los caminos de la astronomía, se encontraría una sospecha

suficiente o, mejor, una certeza del tiempo del Anticristo" (p. 53). Colón es consciente

de que sus fuentes pueden ser fundadamente acusadas de heterodoxas, y se cura en

salud, pero persiste en otorgarles pleno valor profético. Así, refiriéndose al IV Concilio

de Letrán (1215), realizado bajo el pontificado del Papa Pedro Inocencio III (1198-1216),

dice : "también en él fueron condenados el libro que el abad Joaquín escribió contra el

maestro Pedro Lombardo, y Al ma rico con su doctrina herética, pero no fue condenada

la doctrina del citado abad Joaquín, que vivió en Calabria y escribió muchos libros útiles,

ya que, al preguntarle reyes y príncipes por la peregrinación que hacían a Tierra Santa,

predijo que sacarían escaso beneficio debido a que todavía no había llegado el momento

de ello" (p. 55). Evidentemente, es con él que el tiempo ha llegado finalmente.

18 Idem, p. 14. Los cálculos de Colón figuran en COLON, Cristóbal: Textos y documentos

completos, pp. 14-15 y 252-256.

19 ídem, pp. 15-16.

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Granada, transcribe: "Aseguro con todo respeto y razón que a v osotros,magníficos reyes, os están reservadas empresas mayores, puesto que

ciertamente hemos leído que el abad calabrés Joaquín predijo que de

España sería quien habría de reconstruir la ciudadela de Sión"' n . L aautenticidad de la carta está en entredicho, pero lo qu e no parece o frecermayores dudas son las intenciones de C olón.

El tema de la recuperación de Jerusalén es recurrente en las preocu-paciones de Colón desde el primer viaje, según ha qu edado consignadoen su Diario: después de dejar a algunos tripulantes de la Santa María

en tierra cuando ésta encalla, construyendo el fuerte Natividad para quese protejan, él escribe que confía en que para cuando retorne a recogerlosellos habrán juntado ya un barril de oro por rescates (es decir, intercam-bios con los nativos), encontrado las minas de oro y la especería, "yaquello en tanta cantidad que los Reyes antes de tres años emprendieseny aderecacen para ir a conquistar la Casa Sancta, que así protesté aVuestras Altezas que toda la ganancia d'esta mi empresa se gastase enla conquista de Hierusalem, y Vuestras Altezas se rieron y dixeron queles plazía, y que sin esto tenían aquella gana".n.

La cuestión de que los Reyes Católicos debieran asumir la misiónprovidencial de rescatar Jerusalén vuelve a reaparecer en la "Relacióndel cuarto viaje", fechada el 7 de julio de 1503, a raíz de noticias que ha

recibido sobre la existencia de grandes minas de oro de Beragna que,como vimos, él afirmaba que colindaba con las minas de Aurea, dedonde el rey Salomón sacó el oro para edificar el Templo:

"Hierusalem y el monte Sión ha de ser reedificado por mano decristiano; quién a de ser, dios por boca del Propheta en el décimo

cuarto psalmo lo dice. El abad Joachin dixo que este havía de salirde España (...) ¿Quién será que se ofrezca a esto?"".

La sombra de Joaquín de Fiore prosigue pues cobijando los sueñosmilenaristas de Colón.

Un hecho que puede tener implicancias muy importantes para la

comprensión de la vida del Almirante de la Mar Océano es que la

reconstrucción del Templo de Jerusalén, elemento recurrente en la esca-

tología que sus textos esbozan, es de clara estirpe judía. De acuerdo a laortodoxia cristiana esta empresa la realizará el hijo de la perdición, el

20 Idem, p. 113.

21 Idem, p. 101.

22 Idem, p. 302.

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Anticristo. Es en el milenarismo hebreo que esta tarea tiene sentido, puesdeberá ser realizada por el Mesías que aún no ha llegado. Esto ha sidoconvincentemente sostenido por Juan Gil, quien ha mostrado que el

sueño de la reconstrucción del Templo fue amorosamente trasmitido degeneración en generación entre los judíos, como la reafirmación de laesperanza en la llegada del día de la redención del p ueblo elegido. Estetema fue recogido inclusive en los epitafios de las lápidas de las necró-polis hebreas, como aquel colocado sobre la tumba del sefardí Mar

Abisay, muerto en 1135: "Dios lo haga digno de ver la reconstrucción

del Templo"23."He aquí cómo Colón, el siempre cauto Colón, el hombre que logramantener su vida en el más completo de los m isterios, comete unaindiscreción temeraria. Pero es que la escatología, que refleja los másíntimos sentimientos de la comunidad, es lo más difícil de asimilarde una religión; con mayor o menor facilidad se pueden entenderconceptos básicos o imitar hábitos externos, pero echar por la bordatodo lo que se ha sentido en la niñez, cortar por lo sano con todas lastradiciones seculares es punto menos que imposible, sobre todo enuna cuestión en la que la escatología cristiana y la escatología judíaconvergían, por irredutibles que fuesen sus respectivos puntos de

vista. Atávicas creencias hacen desear a Colón que el Templo sea

reconstruido: la llamada del subconsciente es dem asiado fuerte paraque el almirante pueda vencerla. A esta luz la enfermiza manía deColón por Jerusalén es totalmente comprensible".

Aunque este hecho no tiene de por sí un carácter probatorio, cierta-mente avala la tesis que postula el origen judío de Colón. Una revisiónatenta de los escritos del Almirante permite encontrar ciertos lapsus

calam ii del Almirante que ratifican esta impresión, como cuando queján-dose de la vida disipada de los españoles que han pasado a las Indias,

escribe a los reyes: "me parece que no sea servicio de Dios ni lo puedoremediar, como del comer de la carne en sábado y otras malas costumbresque no son de buenos cristianos" (el énfasis es mío). El detalle clave eneste párrafo es que la interdicción al consumo de la carne entre los

cristianos rige para el día viernes (santo), mientras que el sábado es eldía de guardar hebreo.

23 GIL: Op. cit., pp. 211.

24 Idem, pp. 211-212.

25 COLON, Cristóbal: Op. cit., pp. 225-226.

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La Jerusalén de los textos recogidos en El L ibro de las Profecías es

ciertamente más cercana a la visión del reino milenario judío que a la delSanto Sepulcro que los cruzados se proponían reconqu istar:

"Y el Señor rugirá desde Sión y desde Jerusalén lanzará su v oz. Y seconmoverán los cielos y la tierra; y el Señor es la esperanza de supueblo y la fortaleza de los hijos de Israel. Y sabréis que yo soy elSeñor, vuestro Dios, el que hab ita Sión, en mi monte santo; y Jeru-salén será santa, y los extranjeros no pasarán más por ella. Y será enese día, los montes destilarán dulzor y las colinas manarán leche, ypor todos los arroyos de Judá discurrirán las aguas; y una fuente

brotará de la casa del Señor, y regará el torrente de las espinas" (Joel,capítulo 2)26.

Colón era ya un anciano cuando empezó la composición de El Libro...

El texto quedó inconcluso hacia 1505, cuando el Almirante, viejo, enfer-mo y casi ciego había perdido a su paño de lágrimas y más firme apoyodurante las intensas décadas anteriores. La muerte de la reina Isabel

representó el final de sus ilusiones de poder retornar a las Indias por éldescubiertas. Su rol mesiánico no se cumpliría. Según D escola, El L ibro

de las Profecías no llegó a ser conocido siquiera por los Reyes Católicospara quienes había sido redactado. Sus ideas no tendrían difusión hasta

mucho después. Pero eso no impidió que el milenarismo siguiera sucamino en las tierras americanas. Esa es la mejor prueba de que los

tiempos en el Nuevo Mundo (nuevo mundo = fin del mundo) eranpropicios para el florecimiento de la prédica mesiánica y apocalíptica.

3. La conquista de México y el milenarismo

El milenarismo vuelve a hacerse presente durante la conquista de

los grandes imperios americanos. Un primer gran momento es el de laconquista de México. El conquistador Hernán Cortés muestra una evi-dente influencia de los frailes franciscanos, que empezaron a llegar a susdominios desde 1523 para evangelizar a los indios. "Los franciscanos

—afirma E lliot—, la mayoría de los cuales parece que fueron influidosmenos por Erasm o que por las tradiciones apocalípticas italianas y porel pensamiento de Sav onarola, llegaron con el ardiente deseo de estable-cer, en un México todavía sin corromper por los vicios europeos, una

26 COLON, Cristóbal: El Libro de las Profecías, pp. 84-85.

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réplica de la iglesia de los apóstoles" 2 7 . Es por influencia franciscana quesus cartas de relación cuarta y quinta contienen una violenta diatriba

contra la mundanalidad, pompa y avaricia de las dignidades eclesiásti-cas y la profecía de que en México se levantaría una nueva iglesia,

"donde más que en todas las partes del mundo Dios Nuestro Señor seráservido y honrado". Los franciscanos dotaron a Cortés de una visión

providencial de su papel "como el agente elegido por Dios en un

momento vital del ordenamiento de la historia del mundo, en el que lasúbita posibilidad de convertir a millones de hombres para la fe casi

ponía al alcance de la mano el tan largo tiempo esperado milenio" 2 8 . Laescatología milenarista continúa pues imprimiendo su huella sobre loshombres que conducen una de las empresas más ambiciosas y de mayo-res consecuencias de la historia de la humanidad.

Elliot postula que tras los intentos de Cortés de proseguir sus con-quistas en la malhadada expedición a Hibueras y el proyecto de seguirdesde México a través del Pacífico hacia el Oriente, había una complejavisión, alimentada por sus propios sueños de conquistar Catay (laChina), los sueños erasmistas y de la Corona hispánica de fundar un

imperio universal, y los sueños franciscanos sobre la conversión de lahumanidad como un preludio esencial del fin del mundo. La idea de

continuar hacia la China reaparece también m ás tardíamente en la ela-

boración de algunos teólogos franciscanos como el sabio Bernardino deSahagún, quien hacia el último tercio del siglo X VI estaba tan desilusio-nado con los resultados de la evangelización de los indígenas que en suobra máxima sugirió que el significado de la conquista de México podríaser el de constituir una escala para la conquista espiritual del "gran Reyn ode China donde ha y gente habilísima, de gran policía y de gran sabe r",donde sin duda el cristianismo podría echar raíces más d uraderas29.

No fue, sin embargo, el pesimismo la nota histórica dominante en eltrabajo evangelizador de los franciscanos en la Nueva España (México).Por el contrario, ellos vivieron la primera etapa de la conquista en mediode la gran euforia de las conversiones masivas de indígenas que demos-traban un interés v una devoción admirable frente a las enseñanzas

traídas por los hijos de Francisco de Asís. De hecho, los franciscanosjugaron un rol fundamental en el proceso de idealización que convertiría

27 ELLIOT, J.H.: España y su mundo 1500— 1700, Alianza Editorial, Madrid 1990, p. 63.

28 Idern, p. 64.

29 BRADING: Op. cit., p. 143.

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