El misionero redentorista

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EL MISIONERO REDENTORISTA Los Redentoristas son apóstoles de fe robusta, de esperanza alegre, de ardiente caridad y celo encendido. No presumen de sí y practican la oración constante. Como hombres apostólicos e hijos genuinos de San Alfonso, siguen gozosamente a Cristo Salvador, participan de su misterio y lo anuncian con la sencillez evangélica de su vida y de su palabra. Con plena disponibilidad para todo lo arduo, como fruto de la abnegación de sí mismos, viven preocupados por llevar a los hombres la "Redención copiosa" de Cristo.

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EL MISIONERO REDENTORISTA

Los Redentoristas son apóstoles de fe robusta, de esperanza alegre, de ardiente caridad y celo encendido. No presumen de sí y practican la oración constante. Como hombres apostólicos e hijos genuinos de San Alfonso, siguen gozosamente a Cristo Salvador, participan de su misterio y lo anuncian con la sencillez evangélica de su vida y de su palabra.Con plena disponibilidad para todo lo arduo, como fruto de la abnegación de sí mismos, viven preocupados por llevar a los hombres la "Redención copiosa" de Cristo.

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QUIEN ES SAN ALFONSO MARIA DE LIGORIO.San Alfonso, nace el 27 de septiembre de 1696 en Marianella, un pequeño puerto del Reino de Nápoles. Un niño de sangre azul y cuna de oro, un chico que lo tenía todo y nada, un padre heroico y la exigente, y una madre dulce y religiosa.Joven sumamente inteligente, sabía de todo. Pintor, escultor, escritor, músico, y a los 16 años ya era abogado. Su mundo estaba lleno de joyas, banquetes, fiestas, bailes y mucha etiqueta, los tribunales rebosaban de buenos casos como de constante corrupción…! Pobre niño rico ¡ con todo lo que quería, pero sin sentido, si sabor, sin color… con muchas cosas, que no llenaban lo que el corazón anhelaba, todo era decepción.Si embargo, en medio de la oscuridad, de la confusión, Dios dejo ver la luz, un pequeño huequito dejó pasar un rayo de sol, el hospital de los incurables.

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En medio de moribundos, hombres y mujeres sin fuerzas más que para esperar la muerte, Alfonso oye el llamado del Señor, de dar aún más, de darse por completo y sin reservas a aquellos que muestran el rostro sufrido de Jesús… “Alfonso, déjalo todo, ven y sígueme”… a lo que responde: “aquí estoy, Señor” y se hace sacerdote.

El 21 de diciembre de 1726 recibe el ministerio Sacerdotal.El 9 de noviembre de 1732, junto a otros tres sacerdotes y un hermano, funda la congregación del Santísimo Redentor, entre pastores y cabreros de Scala, dejan los compromisos de la ciudad y asumen la opción de vivir con los campesinos en su ambiente.La misión será para San Alfonso una experiencia que le impulsa por ser para él la mejor respuesta a la llamada central del evangelio: Conversión y Buena Noticia. Creer en la Buena Noticia fue para Alfonso, descubrir que Dios nos ama y que somos testigos de ese amor fue la experiencia fundamental de su vida.

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La encarnación, pasión muerte y resurrección de Cristo son la plenitud del amor hecho celebración, fiesta y presencia en la Eucaristía.Toda su existencia no solo la gastó en animar en otros este amor por Dios, además empleó años en componer varios libros, para que el pueblo pudiera conocer los misterios divinos y pudiera tener un trato familiar con su Padre que esta en los cielos, como hijos e hijas de Dios. (Padre de la teología Moral. Luchó incansablemente por enamorar al pueblo con Dios a través de la práctica de la oración y el amor a María)Alfonso, entrega definitivamente su vida al Señor, a los 91 años, el 1 de agosto de 1787, en pagani, estaba rodeado de sus hermanos de comunidad.Humanizar su vida y dignificar la vida del otro era su consigna. Fue fiel al proyecto que el Señor inspiró en su corazón. Como Jesús, supo decir sí hasta el final, y al igual que él, fue glorificado: canonizado en 1839, nombrado doctor de la iglesia en 1871 y patrono de los moralistas y confesores en 1950.