El mito de las BPA en el campo

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El mito de las BPA en el campo La industrialización y la estandarización de procesos en la producción agropecuaria hicieron que en la misma se comenzara a hablar de Buenas Prácticas Agrícolas. Este concepto proviene de la organización industrial en donde se hace necesario eficientizar –a modo de ejemplo- una cadena de montaje, al tiempo que se resguardan condiciones de seguridad para los operarios. En contraposición a toda la evidencia que aparece a diario denunciando los efectos de los agroquímicos en el ambiente y en la salud de las personas, la industria reacciona con la bandera de las BPA. Estas se resumen en una serie de prácticas y aspectos a tener en cuenta para maximizar la seguridad de quienes aplican productos fitosanitarios disminuyendo también su impacto ambiental. Algunas de estas BPA son las siguientes: Uso de equipo de protección corporal, monitoreo permanente de plagas y malezas, observación de umbrales de daño para la decisión de aplicación, el cuidado de aspectos vinculados al mantenimiento y uso de equipos de aplicación, las condiciones climáticas adecuadas para una pulverización, el adecuado conocimiento de los productos a usar y su correcto orden de mezclado y las condiciones de almacenamiento y disposición final de envases. En este momento del año se produce el mayor movimiento de equipos de pulverización para la protección de cultivos como la soja, el maíz y el girasol, a los que se le suma la alfalfa como cultivo forrajero. El complejo de chinches, todas las especies de orugas, algunas tucuras, trips en zonas secas y el último control de malezas en la soja determinan un movimiento constante de equipos de pulverización terrestres y aéreos. Es el momento ideal del año para poder observar que las Buenas Prácticas Agrícolas son sólo un puñado de buenas intenciones con escasa o nula posibilidad de ser aplicadas con éxito en el grueso de los establecimientos agrícolas. Algunos ejemplos: La escasa disponibilidad de máquinas pulverizadoras determina que los umbrales de daño sean reemplazados por la posibilidad de aplicar inmediatamente. ¿Cómo es esto? Si se observa un número de plagas inferior al umbral de daño pero la pulverizadora está disponible (le está aplicando al vecino, por ejemplo), la aplicación se realiza igual. El mantenimiento de un equipo de pulverización y su amortización depende de la cantidad de hectáreas que realiza. Son equipos caros con un valor de trabajo por hectárea muy bajo. Esto hace que estén obligados a “meter hectáreas”, y por consiguiente no siempre es posible esperar a que las condiciones ambientales sean las adecuadas. Es común observar máquinas aplicando con viento o en horas de alto calor. La velocidad y el apuro con el que deben cumplirse los compromisos de pulverización hacen que las máquinas no se vacíen en el lote sino a la orilla de los tanques o en las calles vecinales, que el protocolo de triple lavado de envases no se realice y que existan problemas de sub o sobredosificación. Nadie que valore su salud dejaría su salud en manos de alguien que no tenga una preparación acorde. Para aplicarnos una inyección acudimos al médico o a una enfermera

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El mito de las BPA en el campo

La industrialización y la estandarización de procesos en la producción agropecuaria hicieron que

en la misma se comenzara a hablar de Buenas Prácticas Agrícolas. Este concepto proviene de la

organización industrial en donde se hace necesario eficientizar –a modo de ejemplo- una cadena

de montaje, al tiempo que se resguardan condiciones de seguridad para los operarios.

En contraposición a toda la evidencia que aparece a diario denunciando los efectos de los

agroquímicos en el ambiente y en la salud de las personas, la industria reacciona con la bandera de

las BPA. Estas se resumen en una serie de prácticas y aspectos a tener en cuenta para maximizar la

seguridad de quienes aplican productos fitosanitarios disminuyendo también su impacto

ambiental. Algunas de estas BPA son las siguientes: Uso de equipo de protección corporal,

monitoreo permanente de plagas y malezas, observación de umbrales de daño para la decisión de

aplicación, el cuidado de aspectos vinculados al mantenimiento y uso de equipos de aplicación, las

condiciones climáticas adecuadas para una pulverización, el adecuado conocimiento de los

productos a usar y su correcto orden de mezclado y las condiciones de almacenamiento y

disposición final de envases.

En este momento del año se produce el mayor movimiento de equipos de pulverización para la

protección de cultivos como la soja, el maíz y el girasol, a los que se le suma la alfalfa como cultivo

forrajero. El complejo de chinches, todas las especies de orugas, algunas tucuras, trips en zonas

secas y el último control de malezas en la soja determinan un movimiento constante de equipos

de pulverización terrestres y aéreos. Es el momento ideal del año para poder observar que las

Buenas Prácticas Agrícolas son sólo un puñado de buenas intenciones con escasa o nula

posibilidad de ser aplicadas con éxito en el grueso de los establecimientos agrícolas.

Algunos ejemplos:

La escasa disponibilidad de máquinas pulverizadoras determina que los umbrales de daño

sean reemplazados por la posibilidad de aplicar inmediatamente. ¿Cómo es esto? Si se

observa un número de plagas inferior al umbral de daño pero la pulverizadora está

disponible (le está aplicando al vecino, por ejemplo), la aplicación se realiza igual.

El mantenimiento de un equipo de pulverización y su amortización depende de la cantidad

de hectáreas que realiza. Son equipos caros con un valor de trabajo por hectárea muy

bajo. Esto hace que estén obligados a “meter hectáreas”, y por consiguiente no siempre es

posible esperar a que las condiciones ambientales sean las adecuadas. Es común observar

máquinas aplicando con viento o en horas de alto calor.

La velocidad y el apuro con el que deben cumplirse los compromisos de pulverización

hacen que las máquinas no se vacíen en el lote sino a la orilla de los tanques o en las calles

vecinales, que el protocolo de triple lavado de envases no se realice y que existan

problemas de sub o sobredosificación.

Nadie que valore su salud dejaría su salud en manos de alguien que no tenga una

preparación acorde. Para aplicarnos una inyección acudimos al médico o a una enfermera

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capacitada. Pero el manejo de agroquímicos es, en cambio, realizado por personas con

escasa preparación técnica para el manejo de estos productos, con muy pocas –y

respetables- excepciones.

La naturaleza, de la que la agricultura no debería separarse, no puede analizarse con

racionalidad industrial. Hay factores siempre cambiantes, la temperatura cambia hora a

hora al igual que la humedad ambiente, cada lote es distinto a su vecino, la dinámica de

las plagas es muy dinámica y así con todo…

Entonces, es fácil darse cuenta que esto de las llamadas BPA pueden ser algunas de estas tres

cosas: una idea bienintencionada de alguien que no conoce la dinámica agraria; el invento de la

industria de agroquímicos para “blanquear” la gran cantidad de problemas que está ocasionando

el uso de agroquímicos o una oportunidad comercial de sólo un puñado de productores grandes

que está comenzando a organizar protocolos de producción para ocupar nichos específicos de

mercado. O las tres cosas a la vez.

En virtud de todo esto, es que se hace necesario poner en funci onamiento regímenes legales que

eviten el contacto de las poblaciones con áreas de cultivo en las que se utilicen agroquímicos,

mantengan la calidad de las fuentes de agua y eviten accidentes derivados del almacenamiento de

agroquímicos. El intento de regular u ordenar cualquier actividad económica siempre genera

tensiones y resistencias entre las personas vinculadas a ella. Un marco legal apropiado debe estar

basado en la enorme cantidad de información científica que da cuenta del daño ambi ental al que

nos sometemos a diario. Pero también requiere de su aplicación criteriosa y responsable,

contando con información de todas las partes implicadas.

Ya no se puede tapar el sol con la mano y seguir ocultando una realidad cada vez más visible. Aquí

no se trata de complicar el sustento de algunos particulares sino de proteger la salud de toda la

población. Sin mentiras ni inventos para “tirar la pelota fuera” como son las BPA…

CRISTIAN CRESPO

[email protected]

02355 15694156

AVISO E INVITACIÓN

Mi próximo artículo hablará sobre la construcción con barro. Una alternativa a la que muchos se

han volcado en busca de la sustentabilidad.

En este momento nos encontramos junto a mi familia abocados a construir nuestra casa utilizando

el barro como principal insumo. Invitamos entonces a todos los que quieran conocer y compartir

nuestra experiencia de transición agroecológica (que incluye la construcción natural, la agricultura

regenerativa, la medicina con plantas y varias cosas más…) poniendo las “manos en el barro” en

Colonia Seré, partido de Carlos Tejedor.