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El Mollete Literario Enero 15, 2015, Número 17, Tercera Época Director: Carlos Ramírez www.noticiastransicion.mx [email protected] Agenda pletórica de actividades 2015, año intenso para las letras

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El Mollete LiterarioEnero 15, 2015, Número 17, Tercera ÉpocaDirector: Carlos Ramírez

www.noticiastransicion.mx [email protected]

Agenda pletórica de actividades

2015, año intensopara las letras

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Mtro. Carlos RamírezPresidente y Director General

[email protected]

Lic. José Luis RojasCoordinador General Editorial

[email protected]

Monserrat MéndezJefa de Redacción

Consejo EditorialRené Avilés Fabila

Wendy Coss y LeónCoordinadora de Relaciones Públicas

Mathieu Domínguez PérezDiseño

Raúl UrbinaAsistente de la Dirección General

El Mollete Literario es una publicación mensual editada por el Grupo de Editores del Estado de México, S. A. y el Centro de Estudios Políticos y de Seguridad Nacional, S. C. Editor responsable: Carlos Javier Ramírez Hernández. Todos los artículos son de responsabilidad de sus autores. Oficinas: Durango 223, Col. Roma, Delegación Cuauhtémoc, C. P. 06700, México D.F. Reserva 15670.Certificación en trámite por la Asociación Interactiva para el Desarrollo Productivo, A. C.

Los malos libros provocan malas costumbres y las malas costumbres provocan buenos libros.

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La aristocracia del pensamiento

Reseñas literarias

Agenda Literaria

Letras Torcidas

¿Cuántas vidas tiene un gato?

Cuento Un año sin Gelman

Por Nallely Pérez Vargas Por César CañedoPor Luis Flores Romero

Índice

El Mollete Literario

René Descartes (1596–1650)

Banquete del escritorPor Luy

Alejandro Amado FraustoSamuel EncisoCarla de Pedro

Por P.I.G. Por Ximena Cobos

El Mollete, otra vez

La persistencia es el esfuerzo intelectual. A lo largo de varios años, El Mollete Literario ha tenido que lidiar con un ambiente adverso para publicaciones ajenas a las capillas o a los grupos de poder. Comenzó con cuatro páginas dentro de la revista La Crisis, luego pudo circular unos meses como edición autónoma pero tuvo que cerrar por falta de publicidad

Ahora El Mollete regresa como edición digital sólo para ir calentando el ambiente, a la espera de que los lectores se conviertan en fuente de finan-ciamiento para tener una edición impresa. La necedad como persistencia podría permitir reabrir este mismo año una nueva etapa de El Mollete.

Somos un grupo promotor de la cultura, del debate y de las ideas. Nos centraremos en lo literario pero abiertas a otras formas de la creación in-telectual. Iremos a las universidades en busca de nuevos escritores y saldre-mos a la calle para encontrar a los lectores.

Comenzamos, pues, con una nueva edición digital, pero con el mismo en-tusiasmo de siempre. Agradecemos el apoyo de los lectores, al final nuestro esfuerzo es para ellos.

Carlos Ramírez,Director general.

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3El Mollete Literario15.01.2015

Por Nallely Pérez Vargas

Agenda Literaria

¿ Acaso todo tiempo pasado fue mejor? Hoy, en el 2015,

las predicciones tecnológicas mostradas por Marty McFly

en “Volver al futuro” son realidad unas; otras, aún ciencia ficción;

mientras que algunas que ahí no figuraban, nos invaden. Estrenamos

lustro, planes y estrategias, también época de este suplemento,

así como agendas. Agendas, de papel, virtuales, touch, e incluso

nemotécnicas.

Este no es, como el anterior, año de centenarios de literatos, conmemoraciones–festejos que nos brinda-ron nutrido entretenimiento entre eventos y activida-des. Mas habrá que mantener la calma, inhala–exhalar, y plantearse ante este –en apariencia– aciago panora-ma ¿qué hay por hacer/ o se avecina en cuestión de literatura dentro de los próximos doce meses?

Abórdense en primera instancia [olvidándose ¡por su contingencia! los menesteres de la escritura y la lec-tura] los acontecimientos ya previstos y que se realizan cada vuelta al Sol. Concursos, premios y, sobre todo, ferias internacionales del libro.

El 2015 es un niño que se hace viejo, a penas transcurridas dieciocho jornadas y algunas horas, ya se han cerrado en el año en curso siete convocatorias de certámenes en el país; entre otras, la del reconocido Premio Xavier Villaurrutia, así como las de la Novela Negra “Otra vuelta de tuerca”, Manuel Herrera de Dra-maturgia, o la del Premio Lipp de Novela en su quinta entrega. Así, en lo que resta de enero llegarán a su fe-cha límite de emplazamiento unas más, dígase las del Concurso Internacional Intervenciones y del Premio Nacional de Novela Breve “Amado Nervo”, competi-ciones éstas que coinciden en tener al día 30 como

último de recepción de obras, pero que difieren por el hecho de que una se valúa en dólares y la otra, no.

En febrero –además de ser las inscripciones– se comenzará el 6 y 27 a designar a los merecedores de los premios de Literatura Infantil y Juvenil, “El Barco de Vapor” y “Gran Angular”, organizados ambos por Fundación SM. Lo mismo sucederá con los convoca-dos por Tierra Adentro: el Nacional de Cuento Joven “Comala” y el Binacional de Novela Joven “Frontera de Palabras”, o el de Poesía “Alfonso Vidal” que por quin-ceava ocasión se condecorará en Hermosillo, Sonora.

En este sentido, teniendo en consideración los otros veinte certámenes con apuntamiento abierto de marzo a julio, sobra decir que no vivimos épocas como en las que Manuel Altamirano rabió. Puede la suma siga creciendo, tal y como se enunció hace al-gunas semanas en Guadalajara, ciudad en la que se dio a conocer, no sólo la creación del galardón Letras de la Naturaleza, en honor al autor de El principio del placer, José Emilio Pacheco; sino también, y con gran beneplácito, la iniciativa “México 20”, impulsada por Conaculta, el British Council y el Hay Festival.

Por tanto, con motivo del año de México en el Rei-no Unido y del Reino Unido en México, dicho proyec-to contempla la edición de una antología bilingüe que reúna las nuevas voces de la literatura nacional. Distri-buida por Pushkin Press y Conaculta, será presentada en The London Book Fair en abril entrante, días antes a la entrega del Premio Cervantes. El jurado de esta selección lo compuso Juan Villoro, Cristina Rivera de la Garza y Guadalupe Nettel, ganadora del Premio He-rralde de Novela 2014.

Desprovista de teorías catastróficas, la lista en la que figuran creadores nacidos entre 1975 y 1983 –a ex-cepción del queretano Gerardo Arana (1987–2012)–, la integran Nadia Villafuerte (¿Te gusta el látex, cielo?, Presidente, por favor y Por el lado salvaje ), José Per-gentino (Hormigas rojas, Lenguaje de los pájaros y Flor de zarzamora), Luis Felipe Lomelí (Ella sigue de viaje, Indio olvidado y Cuaderno de flores), Juan Pablo Ana-ya (Kant y los extraterrestres), Brenda Lozano (Todo o nada y Cuaderno ideal), Eduardo Luis Sosa (La letra de la mirada y Anatomía de la memoria), Valeria Luiselli (Los ingrávidos e Historia de mis dientes), Eduardo Raba-sa (La suma de los ceros) et al. La intención es reconocer y colocar a estos prosistas dentro del mercado interna-cional, tal y como sucedió anteriormente en Beirut 39, Bogotá 39 y África 39, iniciativas que bajo el auspicio de las mencionadas instituciones promovieron a escri-tores menores de 40 años de edad de dichos lugares.

Pero dado la lejanía de esas actividades, abrase es-pacio para contemplar la agenda local de Ferias Litera-rias. Está ya en cuenta regresiva el arranque en el Pala-cio de Minería del magno encuentro organizado por la Facultad de Ingeniería de la UNAM, evento que tiene sus origines en la Feria del Libro de las Artes Gráficas organizada por José Vasconcelos en 1924. En su edi-ción XXVI tendrá como estado invitado a Hidalgo. Del 18 de febrero al 2 marzo, o sea pronto, el recinto de Tacuba 5 albergará a miles de visitantes, cuya afluencia asistente del lunes 23 al miércoles 25 presenciará las Jornadas Juveniles. Sin duda, suceso imprescindible.

Asimismo, con el transcurso vertiginoso de las se-

manas se llegará el momento de otras ferias internacio-nales, a realizarse, según su costumbre, por distintas latitudes. A finales de mayo es el turno de la IV FIL de Saltillo, Coahuila, misma que tendrá como invitado de honor a Uruguay. A principios de octubre se tiene pre-vista también en su cuarta edición, la celebración en Tuxtla Gutiérrez de la FIL de Chiapas. Centroamérica, organizada por la Universidad estatal.

Con el arribo del a veces imperceptible otoño, vol-verán a la capital una serie de eventos que además de la venta de bibliografía, se caracterizan por un conjun-to de conferencias, talleres, presentaciones y, en fin, variada clase de espectáculos que ahí se ofrecen para todas las edades. La Feria del Zócalo dará inicio el se-gundo viernes de octubre, mientras que por trigésima quinta ocasión el Centro Nacional de las Artes dará cabida a la FIL Infantil y Juvenil. Durante esos mismos días, principios de noviembre, se realizará en Oaxaca, Oaxaca otra feria más que goza de popularidad desde hace algunas décadas.

Antes de concluir el ciclo hoy en sus albores, del 28 de noviembre al 6 de diciembre irrumpe en esce-na una vez más la FIL de Guadalajara, considerada la reunión editorial de mayor envergadura en Hispa-noamérica. En correspondencia a lo que ocurrirá en Londres, el evento tapatío tendrá como invitado de honor al Reino Unido.

Ordene su agenda literaria cada quien, basándose en sus intereses y posibilidades. Que no cunda la idea de que no hay oferta de eventos literarios para este 2015. No se pierda de vista que los memorándum se pueblan también en relación a lo imprevisto: edicio-nes en puerta, fallos de condecoraciones, muertes de escritores que reclaman solemnes ceremonias del úl-timo adiós, y nacimientos, los cuales todavía no serán fechados, pues hace ciento un calendarios no sé sabía que había llegado al mundo con sus cantos del aban-dono nuestro cocodrilesco poeta del alba.

Espera la otra entrega de este Mollete, el tercer lu-nes del mes venidero. Ahora, bon appétit.

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4 El Mollete Literario 15.01.2015

Cuento del infante asesino

¿Por qué el amor?

Alejandro Amado Frausto

Christian juega a matar las estrellas. Con su rifle de papel ayer asesinó a la luna, por eso ya no se le ve por las tardes. El conejo que habitaba en ella sangró a tal grado que llovió durante tres días y tres noches sin tregua. Al cuarto día, Christian desenfundó nuevamente el arma que le recortó su madre de un pliego de papel costoso.

–Si has de matar a alguien, mátale con papel fa-briano, que tenga una muerte digna– decía Matilde, su madre.

Christian jugaba a matar a sus vecinos. Siempre disparaba al corazón. No disparaba a la cabeza puesto que no quería liberar lo que habitaba en sus mentes. Constantemente imaginaba cómo desangrarían si su arma fuese de rígido metal. Y es que a su parecer es más bello ver brotar el líquido púrpura del corazón que de la mente, pues su abuelo le ha contado que la mente de los adultos es un complicado revoltijo donde viven monstruos y nefastas hadas que fornican entre sí. Christian teme que si dispara a la cabeza estos seres escapen y comiencen a poblar el mundo y logren do-minarlo. Entonces él tendría que formar un ejército de niños con rifles de papel para proteger a la humanidad infantil de los pensamientos adultos.

Aunque siempre le queda la duda de si habitan algo más que monstruos y nefastas hadas –¿Acaso no habrá algún duende?–. De cualquier forma Christian sigue asesinando humanos. Quizá algún día lo haga con las manos.

Texto publicado con autorización del autor. También puede encontrarse en: http://regionesinferiores.blogspot.

mx/2012/03/cuento–del–infante–asesino.html

Samuel Enciso

Hacia las 12:30 a.m. del sórdido lugar, un hilo de sangre se deslizaba hacia la coladera.

Por aquello de las 2 de la madrugada, la joven Va-nessa grita como poseída al descubrir una mano inerte entre algunas bolsas de basura en el maloliente calle-jón de detrás del bar “Zumatra”. Sus gritos aumentan cuando unida a la mano ve un antebrazo sangrante y luego una cabeza que no parece cabeza, sino más bien una calabaza deshecha. El novio de la chica Vanessa acude al salvaje y aterrorizado grito con una mezcla de miedo e impotencia, se imagina lo peor, pero cuando ve el cadáver, el miedo por ella se transforma en un miedo natural a la muerte. El muchacho muerto es… o más bien era un perfecto desconocido.

Pues bien, alrededor de las 4 de la mañana la poli-cía dictamina un suicidio perfectamente claro y es que en el bolsillo del muchacho hay un poema y una nota de despedida que no está dirigida a nadie en particu-lar. En la pared, además de los sesos, hay un impacto de bala de la pistola que el perfecto desconocido no soltó ni en el último instante. Se ha quedado tan afe-rrada a su mano como el poema a mi mente. Y claro, es un poema de amor.

He soñado con un mundo y una penaPorque existenY he soñado con islas flotantes que tiran la lluvia

desde el cieloPorque son imposiblesY te he soñado a tiInalterable y bellaPura y tristeCercana y radianteMujer de marfil y cabello de terciopelo brillanteDulce ninfa de mis sueños, te he soñado a tiY existes, pero como el aireEtéreoY de nadieAcostumbrado a lo frío de su profesión, un forense

lee el poema con exagerada teatralidad. Sus compañe-ros ríen ante el despliegue de la capacidad histrióni-ca de su colega. Es tan bueno como Schwarzenegger. Después lee la nota con la misma capacidad actoral de un avestruz.

“Si alguien alguna vez encuentra mi cuerpo des-trozado, nunca se enamore” –dice la nota–. “Si me en-cuentras y estás ávido de enamorarte, piensa que el amor no sirve sino para matarte. Pregúntate: ¿Por qué el amor? ¿Por qué el amor, si jode?”.

La interpretación, digna del mejor Keanu Reeves, es recibida con risas eufóricas de los policías y todo el que rodea la escena del suicidio. Incluso Vanessa y su novio, quienes llamaron a la policía y se quedaron ahí para ser atendidos por una ambulancia debido al shock que ella sufrió, ríen un poco. Y yo he terminado de sacar las fotografías para el tabloide. Me largo de ahí, asqueado.

¿Por qué el amor?, pienso cuando subo al eleva-dor que me lleva a mi apartamento alrededor de las 5 a.m. El pobre muchacho tenía razón. Y debía ser un romántico a quien traicionaron y la única salida fue una mágnum 45. Una salida con buen gusto si me lo preguntan. Cara, además. Y muy efectiva, al parecer.

¿Por qué el amor, si jode?Mi novia abre la puerta. Está bastante enojada por-

que cree que vengo de algún “barsucho” y ebrio. Pero luego nota que sólo estoy cansado y que mi aliento no huele a alcohol. Además no tengo ganas de discutir. A esas alturas ya casi estoy convencido de que el amor sólo jode. Le muestro las fotos que acabo de tomar y me voy a la cama enfurecido. Después de un rato ella entra cabizbaja a la habitación y me pide perdón. Se acuesta a mi lado y me sigue pidiendo perdón mien-tras me besa en el cuello… y en el pecho… y el ab-domen y…

¡Y vaya que jode!Una hora después, fumándome un cigarrillo junto

a ella, sintiendo sus senos desnudos sobre mi pecho recuerdo el poema y se lo recito.

Entonces me mira con los ojos desorbitados.–¡Oh por Dios! –exclama y se echa a llorar.De entre sus sollozos extraigo algunas palabras que

me dejan atónito.–Esta tarde vino y le azoté la puerta a él y a su es-

túpido poema… No lo reconocí en las fotos.¡Pues claro que no, había quedado como un mal-

dito Picasso!En ese momento me dieron ganas de golpearla has-

ta dejarle la cara igual que a ese pobre diablo que había fotografiado. Por Dios, el mundo es pequeño pero eso era ridículo y no podía soportarlo. Era como una mala telenovela. La quise ahogar con una almohada.

Pero no lo hice. En cambio salí de ahí a las 6 en punto. Encendí un cigarro. Aún no amanecía plena-mente y las criaturas nocturnas ya se habían escondi-do. Era una lástima. El muchacho suicida tenía razón. Amor. ¡Pff! Estaba sobrevaluado. ¿Por qué el amor?, decía la nota, ¿Por qué el amor, si ahora mismo podría conseguir una prostituta?

Samuel Enciso (Estado de México) Estudió periodismo en la UNAM y ha colaborado en Cinemaspro, una página web dedicada al séptimo arte, y la página web de la revista Vér-tigo. Es amante del rock, la literatura y el cine de fantasía y ciencia ficción. En sus escritos hay algo de oscuro y algo de esperanzador, como la vida misma.

Cuento

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5El Mollete Literario15.01.2015

CuerdasCarla de Pedro

Dejé de ser un día, de pronto. No sabía por qué pero lo sentía. No podía pensarlo, era como si mi cabeza se hubiese quedado sin palabras. Dolía. Pero, ¿por qué el dolor? Él no me lastimaba. Él ha-bía sido fiel siempre. Él me besaba y me decía te amo. Y, sin embargo, dolía. Dolía todos los días y a cada paso.

Era probablemente su silencio o posiblemente su voz. Su voz en la que sólo cabía su voz; su silencio intermedio en el que cabía la nada. Y esa nada era lo peor: ese caminar las tardes en las que él no estaba, esperando que acabaran los minutos, que se agotara el tiempo; añorando la noche en que lo soñaría a mi lado, sin poder cerrar los ojos por haber pasado el día sin tenerlo, sin saberlo.

Esos espacios se hacían cada vez más densos. Yo los llenaba con canciones porque no quería pensar, o quizás porque no podía hacerlo. Él ocupaba mi vida como el agua ocupa un jarro y no dejaba espacio para un poco de aire. Amaba pasar cada instante a su lado, escuchándolo, sintiéndolo, olfateándolo, llenándome de él para poder continuar, para poder respirar; yo que sin él me sentía asfixiarme.

Una mañana, el vacío de su ausencia fue peor que nunca. Me levanté de la cama asustada. No había so-ñado, lo que mostraba que no sólo había perdido las palabras sino también las imágenes. A mi mente no venía siquiera el concepto de miedo y lo que sentía era una angustia de animal de matadero que no sabe qué sucede, que no sabe qué teme, ni que teme sabe acaso. Intenté que las canciones vinieran a mí, mas era tarde: mi alma se quedó sin música. Me había con-vertido en una muñeca sin ideas, colores, melodías ni sentimientos.

Podía haberme quedado en cama esperando a que me descubrieran, a que me pusieran cuerdas, me col-garan, me expusieran en un teatro guiñol; esperando a que me encontraran tirada, me temieran perdida, me creyeran loca; esperando a que me internaran en un manicomio donde sería aquella que no habla, que no se mueve, que permanece estática con su rostro pálido mirando el horizonte en una mecedora que, a veces, el viento mece. Pero no, no me quedé quieta. Algo, como un instinto de sobrevivencia, me impulsó a salir de casa en busca de ayuda y fue así como lo conocí.

En realidad no recuerdo nada de lo que él era. No sé qué música le gustaba ni si amaba los números o la poesía. No sé si era esclavo de una oficina, si corría autos de carreras, si se colgaba del cielo de una carpa de circo, si sabía el secreto de la sustancia divina No supe nada de él sino su cuerpo. Él sólo fue, entonces, en la medida de mi deseo. Lo que si me acuerdo de aquel momento es haber visto un lunar en su cuello, es haberme perdido en sus brazos y en su aroma, en sus piernas y en su espalda.

Nos volvimos a ver. Y luego, cada vez que yo sentía el vacío, corría a sus brazos y él lo llenaba de besos.

Un día el hombre de mi vida se fue. Se fue porque supo mi traición. Se fue con sus ideas, sus palabras, sus imágenes, su ropa, su amor, su odio Se fue con sus aspiraciones, sus nostalgias, la libreta en la que inventaba su vida, sus dolores de infancia, sus notas musicales, sus colores miopes Se fue con su deseo de tocar en mis piernas la suavidad de mi alma que ya no existía porque me había convertido en una muñeca.

Al principio creí que moriría, creí que no soporta-ría la ausencia que lo abarcaba todo. Mas poco a poco fui recobrando aquello que yacía en mi fondo y que no recordaba ya, aquello que apenas reconocía, un tan-to sorprendida, cuando brotaba. Volví a escuchar mi propia música, mis propias palabras. Descubrí nueva-mente mi pensar, mi sentir, mis memorias dolorosas,

Carla de Pedro (1985) Actualmente estudia Letras Hispá-nicas en la UNAM. Ha participado en tres encuentros de escritores en el Estado de Veracruz y varios de sus textos han sido publicados en el periódico “El Sol de Córdoba”.Carla ha participó en la antología Raudal de palabras y fue ganadora de concurso de cuento de la UNAM.

mis frustradas ambiciones; reencontré a la niña que una vez fui con sus rodillas raspadas; redescubrí mi arcoíris, el olor a café de mis cabellos, mis flores en el vientre. Con asombro pude ver la belleza quebradi-za que era mi alma, mi alma que había permanecido oculta tras yeso. Fue al revelarme a mí misma que me percaté de que no era mía la traición sino suya. Él era quien me había robado la vida, quien me había invadi-do de él, como un cáncer; a mí: tan sólo jarro, tan sólo títere, tan sólo objeto.

Tras recuperarme regresé a ese cuerpo de hombre que había hallado aquella mañana de invierno. Vol-ví a sus labios, a sus brazos, a su cabello chino, a su hermosa espalda, a sus ojos. Le enseñé mi esencia, le canté mis cantos, le mostré mi risa, lloré mi vida, le di a oler las flores de mi vientre, le inculqué mis dioses y mis diablos. Lo llené de mí, de mí, de mí, hasta inun-darlo, hasta desbordármele por los ojos, por los poros, por las palabras. En realidad, tal vez yo haya sido la única culpable del vacío como lo soy ahora del sobre-lleno. Y de nada sirve. De nada sirve ser yo y ser él. No sirve haberlo convertido en mi espejo, en mi esclavo. Hubo un tiempo en que escuchaba, sin ser. Ahora soy y nadie escucha.

He amado tanto como para despegarme el alma de mí misma y he odiado tanto como para despojar a alguien de su alma, aunque no fuera él el causante de mi odio. Aun así no me disculparé, porque algún día él se dará cuenta y se lanzará a los brazos de cualquiera o se arrojará al océano. O tal vez no encuentre a nadie, o quizás no tenga la fuerza para salir corriendo; entonces yo le pondré cuerdas, lo encerraré en una caja y será mío, sólo mío.

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6 El Mollete Literario 15.01.2015

Marcos necio en que la puerta del último piso conducía a otra dimensiónAlejandro Amado Frausto

Las sirenas eran el indicio de ir en la vía correcta. Necio

Ulises que nos mandó taparnos los oídos y él, amarrarse

al mástil. Nosotros nunca las oímos y él nunca pudo desatarse.

Nos perdimos.Jesús Baldovinos, Bitácora

Resultaba una incitación indómita la antigua casa de la Señora Monreal. La vieja Monreal simplemen-te había desaparecido. Marcos aseguraba que la puerta del último piso conducía a otra dimensión; la que no tenía balcón, la que sólo era una puerta y nada más. Una puerta que no llevaba a ningún sitio era el lugar por donde se había ido la vieja.

Nosotros sólo pensábamos que era extraño que la puerta no condujera a ningún lugar. Siempre per-manecía cerrada. Sólo la vimos abierta una tarde de octubre. La vieja se sentó en su mecedora y observó apaciblemente la luna. El balón se quedó quieto, no-sotros dejamos de jugar y ocultos tras la ventana de la casa de Marcos –que era donde podíamos ver mejor la insólita escena– alcanzábamos a escuchar el tenso rechinar de la mecedora.

Una tarde de invierno, sabiendo de la ausencia de la Señora Monreal, Marcos decidió averiguar el secreto que encerraba esa puerta enfrentando los reproches de varios de nosotros. Y entramos a la casa. Sólo Miguel y Natalia decidieron quedarse afuera, por precaución, dijeron. Nosotros sabíamos que era por el mismo mie-do que a nosotros nos corroía las entrañas, a todos, menos a Marcos.

El cielo comenzaba a incendiarse como cada tarde cuando el sol se oculta. Y allanamos la mo-rada. Entrando, en la planta baja había muebles cubiertos con sábanas blancas, lo cual significa-ba que la Señora Monreal no volvería en un largo tiempo. Había cuatro puertas: la primera conducía

a la cocina que aún conservaba ese olor a galletas caseras; la segunda era la del baño, el cual estaba impecable, como si lo hubieran aseado ese mismo día; la tercera llevaba al patio trasero, pero estaba cerrada. Por las ventanas pudimos ver que en ese patio había un naranjo que no sabíamos que exis-tía. Las naranjas se pudrían en el árbol. Nosotros queríamos bajarlas.

La última puerta al parecer llevaba al sótano. María y yo nos negamos a que Marcos la abriera. Él, obsti-nado, me arrojó al suelo en el forcejeo y María ya no pudo hacer nada por detenerlo. Para nuestra fortuna la puerta tenía seguro. Hubiésemos odiado acompañar a Marcos al sótano.

Subimos al siguiente piso, el cual estaba práctica-mente vacío a no ser por una antigua cama. Un gato negro que nunca habíamos visto dormía sobre ella. Polito, el hermano menor de María, quería asustarlo. Marcos lo detuvo, Polito lo dejó en paz.

Subimos al segundo piso el cual estaba cubierto por una densa capa de polvo: en ese piso sólo estaba la mecedora de aquella noche con luna. Había una ven-tana que daba al patio trasero, desde donde pudimos ver más cercano el naranjo. Las naranjas aún estaban lejos, ni aun estirándonos alcanzaríamos la más cerca-na. Pero en este piso también estaba lo que buscába-mos, la razón de que estuviésemos allí, acompañando las manías de Marcos y, en cierto modo, alimentando las nuestras: la puerta que no llevaba a ningún sitio.

Marcos necio en que la puerta conducía a otra dimensión, a algún lugar excepcional e inexplorado, quizá de cielos púrpura y flores negras, donde todo fuera silencio y no escuchara ni su propia voz, sólo silencio. Era osada su valentía o tal vez una brillante estupidez, el caso es que tenía los ojos incendiados. In-tentamos hacerlo entrar en razón, pero él, dogmático como es, no se doblegó y decidió salir por ella. Abajo ya no estaban Miguel y Natalia, al parecer se habían cansado de esperar.

Marcos cayó al abismo de su locura en un tiempo de 0.6 segundos; la acera frenó los 9.81 metros sobre segundo al cuadrado. Se abrió la cabeza. De ella brota-ron un puñado de mariposas color rojo policromático, mariposas semitransparentes.

Las mariposas se dispersaron en diferentes direc-ciones. La mayoría iba rumbo al crepúsculo. Una mari-posa, singular por su mancha negra en el ala izquierda, voló hacía nosotros. María lloraba y no se dio cuenta de su ascenso. Polito lloraba no tanto por la muerte de Marcos, más bien por el llanto de su hermana.

Yo no daba crédito a lo que pasaba. Veía des-concertado cómo la mariposa subía y llegaba hasta nosotros. Se posó sobre las manos de María. Ella dejó de cubrir su rostro y tallar sus lagrimales; ob-servó la mariposa en su mano y sus ojos parecie-ron incendiarse de la misma sed que tenía Marcos. Esbozó una ligera sonrisa y la mariposa voló, se adentró en la casa. Polito, que la vio posarse sobre las manos de María, intento atraparla. Ella lo elu-dió y se paró astutamente en la parte más alta de la ventana. Parecía observar el naranjo y ahí se quedó un par de minutos. Bajó volando sobre las esca-leras, llegó hasta la cama y se posó sobre el gato, éste se despertó e intentó alcanzarla. La mariposa lo esquivó y bajó lentamente a la planta baja. Noso-tros envueltos en curiosidad la seguimos, incluso el gato. Se detuvo sobre la puerta trasera, nuevamente parecía ver el árbol.

La mariposa cruzó velozmente la estancia y salió por una rendija de la puerta frontal. Abrimos la puerta, frente a ella se encontraba el cuerpo dislocado de Mar-cos, su cabeza abierta, brazos y piernas destrozados. Parecía flotar en un estanque de aceite color púrpu-ra. La mariposa no reparó en él. Sigilosa, siguió una ruta que tenía trazada, voló por encima de la casa y la perdimos de vista, pero sabíamos a donde iría, por eso regresamos a la casa y nos plantamos frente a las ventanas, frente al naranjo.

Enseguida llegó la mariposa y se posó sobre una de las naranjas buenas, de las más apetitosas por su color sobresaliente. Una mariposa amarilla venía detrás de la nuestra, se paró sobre la misma na-ranja. Hicieron una danza de hermosos aleteos, de ternura sugestiva entre aleteos y, tras esos aleteos, hicieron el amor. La noche crecía y las dos maripo-sas envueltas en una luminosidad desconcertante se alejaron rumbo a lo que hace unos minutos era el crepúsculo.

Salimos de la casa. La noche se tiñó mucho más negra de lo acostumbrado. Las luces rojas y azules de la ambulancia nos daban en la cara. Veíamos los ros-tros despavoridos de la gente. Nos sentimos tranqui-los. Sabíamos dónde estaba Marcos y lo único en lo que podíamos pensar era en esas extrañas mariposas de una especie que nunca habíamos visto y no hemos vuelto a ver.

Juraría que vinieron de ese lugar del que hablaba Marcos, de cielos púrpura y flores negras, donde todo es silencio y él no escucha ni su propia voz, sólo el silencio.

Cuando se llevaban el cuerpo, María soltó algunas palabras, las últimas que alguien le ha escuchado: la puerta funcionaba al revés.

Texto publicado con autorización del autor. También puede encontrarse en: http://regionesinferiores.blogspot.

mx/2012/03/marcos–necio–en–que–la–puerta–del.html

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7El Mollete Literario15.01.2015

A diferencia de otros géneros, casi todos los

libros de poesía establecen una relación distinta con

los lectores. Se ha dicho que la poesía ocurre afuera del tiempo: no es sólo anécdota lo que se lee, sino también el roce con lo inefable y la

cita con lo asombroso por medio de las palabras. La primera página de un poemario es la que el lector escoja; el primer poema del libro depende sólo del lector; la última

página está por escribirse.

En poesía es donde más se evidencia el lector como elector: visitante activo del vocabulario, la imagen y la sonoridad discursiva. Sin premeditación, aterrizamos en un poema, esto es un comportamiento poético y la mejor manera de llegar a la poesía. Un poema se cons-truye por una serie de eventos cuya explicación no po-demos seguir mecánicamente, de ahí que el efecto sea imprevisto: gozamos la consecuencia, desconocemos la causa. Llegamos a unos versos desconocidos y el poema nos dice algo que no sabíamos, o no sabíamos decir de esa manera.

En 2011, el Fondo de Cultura Económica pu-blicó en dos tomos la obra poética de Juan Gelman. Son cerca de 1200 páginas. En conjunto, es una geografía verbal entretejida por la imaginación y otras cuestiones. El azar poético debería conducir al lector a escoger uno de ambos tomos y abrirlo donde el impulso de las manos lo indique. A mí, ese impulso hizo detenerme en la página 293 del segundo tomo, un verso saltó: “La poesía no es un destino” dice Juan; ese Juan que caminó mucho tiempo en la poesía; la usaba en sus zapatos, su memoria, su rabia, su amor, su exilio, su niñez in-acabable. Él con ella andaba hacia todas partes, por eso no era su destino, sino su transporte, el ritmo de sus pies y de su pecho. Juan iba a donde la poe-sía lo llevaba, o quizás era al revés. Nadie sabrá cuál fue el trato entre Gelman y la poesía: quién guiaba a quién, o ambos andaban paralelamente. Ahora que el poeta tiene un año “en el gran cielo de la poesía”, el amor que tuvo por ella, aquí seguirá. Tener su obra reunida es abrir una y otra puerta para ver (leer) que Juan nos saluda siempre, en cualquier rincón. Abrir sin ningún orden previo esas páginas y leer el poema que salga es comprender que el poeta nos mira desde cada libro suyo.

El mismo ejercicio lo he repetido en el primer tomo, el azar me hace leer en la página 201: “tu mano es un pichón abandonado te arrasaron la cara te reventaron te rompieron es hora de que empieces a cantar”. El dolor fue uno de sus acompañantes, el tío Juan ejercía su oficio (ése que no era suyo) y lo obligaba “a trabajar de día, de noche, / con dolor, con amor, / bajo la lluvia, en la catástrofe”. ¿Y cuántas

Un año sin GelmanPor Luis Flores Romero

habrán sido sus catástrofes? El poeta, siempre en bús-queda, tenía que ajustar su lenguaje hasta volverlo botiquín, río, aire o miel en esas horas de reventazón y rompedura. Fue así que Gelman, en medio de sus dolores, aprendió a juanear a gelmanear, a subirse al mundo en un tren de preguntas sin respuesta, pero con verdad poética:

¿estás como no estás? / ¿meditás vida? / ¿como otro mundo? / ¿humildemente amando? /¿señalás tus pasajes por olvido? /¿arbolarías tus desarbolitos

sólo para sombrar mi ensoñaciónque suda al sol de tus ausencias? / ¿cuándo?me sentás a la mesa de tu alma? /

El hijo del poeta, Marcelo Gelman, fue uno de los tantos desaparecidos durante la dictadura militar ar-gentina. Escribir después de tal hecho, no sólo repre-sentó un desafío a la creación poética, sino a la vida misma del autor. Las palabras no podían ser iguales, no podía sonar igual el verso, la respiración de la frase, el canto y la pregunta. El poeta creó un idioma autó-nomo, era imposible callar o decir la tragedia con los silencios y las palabras de todos los días. Los veinticin-co poemas de Carta abierta (1980), donde pertenecen los versos recién citados, son un quiebre y un ensam-ble de interrogaciones; el poeta no refiere su dolor: lo contagia, lo convierte en ceremonia de incertezas, en una vía insólita para enfrentar con letras la muerte y la injusticia.

Una vez más, el impulso de la mano me hace abrir el segundo tomo en la página 512: “Tesoros invisibles caen / de las desgracias del amor crecido”, y unos ver-sos más adelante: “Los bloques de la noche recorren / lo que siempre recorren y / el mundo es errancia del mundo”; son líneas que pertenecen al libro De atrá-salante en su porfía, escrito en la Ciudad de México y publicado en 2010; Juan Gelman, por entonces, era un poeta octogenario. En sus últimos libros, el autor se muestra como un pájaro que declara cuanto vio, pió, voló y sintió. Su canto, afinado y definido, es instru-mento para decir el mundo, para mundar.

Si algo supo el poeta, fue que el amor desprendía desgracias en su crecimiento porque el mundo nunca se detiene. En tal peregrinaje, Gelman conoció mu-chas latitudes hasta quedarse definitivamente en Mé-xico. Cuando a finales de 2012 recibió la Medalla de Oro de Bellas Artes, aseguró que no era un argenmex sino un mexargén; pues había decidido vivir y morir en México. Así fue: en México “salieron sus cenizas y piaron un rato”. Hoy, un año después, sabemos que en el mundo de los vivos se quedan sus palabras, tesoros invisibles, porque su amor creció bastante, por todos lados. Incluso, se le salían más poetas de su pluma, heterónimos que practicaban sus propias verdades: Sidney West, John Wendell, Yamanokuchi Ando, José Galván y Julio Greco.

Ahora no fue el azar de la mano sino el gusto de releer un poema de Sidney West el que me llevó a la página 106 del primer tomo. Ahí aparece un poema

de singular amor: un hombre, llamado Stanley Hook, ama a un sapo, un sapo “no preocupado por esta fini-tud / no sacudido por triste condición furiosa”. Stanley Hook lo ama “más allá de accidentes geográficos socio-lógicos demográficos climáticos / más allá de cualquie-ra condición”. Este poema nos enseña a amar, a quitar-nos las condiciones y los peros, a saber que “hay quien vive como si fuera inmortal / otros se cuidan como si valieran la pena”, pero, al fin de cuentas, todo amor es trágico porque la muerte existe. Hay múltiples mane-ras para tomar conciencia de ello, la poesía de Gelman es uno de los caminos más directos y profundos.

Abrir un poemario al azar no es el único sendero. No es que haya un instructivo para conocer la obra de Gelman, habrá quien lea la primera página del pri-mer tomo y no lo cierre hasta encontrar el final. Habrá otros que no sostengan el libro, sino que paren la oreja y así encuentren a Juan en sus poemas. En ocasiones, la poesía no viaja del papel al ojo, sino de la voz a los oídos. Otro medio para advertir cómo Gelman y la poesía estaban íntimamente involucrados es escu-charlo de viva voz. Oír su voz pausada es conocer su modo de respirar, saber que las líneas impresas en el papel son respirables y sonoras. Parece que el poeta inhalaba el aire de la poesía para sacar palabras lentas y fecundas. Algo en su tono calmado sugiere que Gel-man tenía cierta actitud de carpintero, un carpintero pensativo, alguien que en silencio trazaba un mueble para después juntar las tablitas y darle asiento a los ojos o los oídos del receptor.

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8 El Mollete Literario 15.01.2015

Luis Flores Romero (Ciudad de México en 1987), estudió Letras Hispánicas en la UNAM. Ha publicado en algunas re-vistas impresas y electrónicas como La palabra y el hombre, Casa del tiempo y Punto de partida. Es autor del poemario Gris urbano, publicado en 2013 por la UACM. Becario de la Fundación para las Letras Mexicanas durante los períodos 2010–2011 y 2011–2012. Actualmente es locutor radiofó-nico y comparte poesía satírica y burlesca en la Fan page Lufloro Panadero

Existen dos grabaciones donde Juan Gelman lee un texto que evoca a los poetas místicos españoles, San Juan de la Cruz y Santa Teresa, con los que su simpa-tía era inmensa y evidente. Se trata del “Comentario VI”, que pertenece a Citas y comentarios (1982), libro donde el amor se dibuja desde el exilio, y donde el país natal es el sitio amado, la ausencia amada, el pró-jimo distante. Todos los poemas de este libro tienen el encanto de trascender el amor al país para trans-formarlo en cualquier tipo de manifestación amoro-sa. Mi primer encuentro con esta serie de poemas fue auditivo. El descubrimiento del “Comentario VI” se lo debo a una página virtual. En ese tiempo, la poesía de Gelman rondaba en todas mis tareas diarias; muchos de sus textos los leía por internet. Fue así que hallé un video donde el poeta aparece sentado, tranquilo, leyendo el “Comentario VI”. A su lado, un bandoneo-nista acompaña la lectura en un ambiente de tango. La lectura serena, el acento argentino y su voz nasal y rasposa, hicieron que repitiera el video varias veces, varias noches. En esos versos habita un dolor causado por la lejanía de su patria, una pena que es dulzura, amor auténtico, amor como el de un hijo obligado a marcharse de su origen:

Durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara fue anunciado el Premio Le-tras de la Naturaleza José Emilio Pacheco, con lo cual se rinde homenaje al gran es-critor mexicano, y el cual será entregado en 2016.

El reglamento será propuesto por su viu-da, Cristina Pacheco, quien además definirá al jurado en cada entrega.

Durante el evento fue anunciada la in-tegración del comité: se trata de la escrito-ra y bióloga Mónica Lavín, la poeta Coral Braco, el escritor y dramaturgo Ignacio So-

[...]y suelta queda la pena como un animalque también es noticia de vos / tierra míade la que estoy atado y desatado /

y rara ausencia / rara compañía /que nadie es sino vos /y yo como alguno colgado queni toca tierra ni al cielo puede subir

como conciencia de un tormento /padecer o desdicha / que es gota de agua en el

grandeocéano de la calor de vos / mariposita honda /libre en la toda luz que das

Esa entidad amada (llámese patria, Dios, mujer, hijo) es una “mariposita honda / libre en la toda luz que das”. Es decir, el amado es libre en dar luz, es da-dor de luz. Los versos del poema transmiten esa luz al lector. La frase “mariposita honda” puede tener efectos inesperados en el interlocutor. Alguna vez pensé que, si el pudor me impedía decirle el poema entero, por lo menos podría atreverme a soltar la “mariposita honda” para ganar el amor de una mujer. En mi primer inten-to no tuve el resultado que esperaba, dije “mariposita honda” y una mujer se asustó. La culpa no fue del epíteto, sino de mi mala suerte. Pero la mala suerte se compensa: pasó el tiempo, con alguien más intenté de nuevo: “mariposita honda” y después agradecí, como nunca, al tío Juan.

Juan Gelman publicó más de veinte libros de poe-sía, tan difícil es realizar un examen de su obra como comprender que el poeta ya no ronda en carne y hue-so por este mundo. Ha transcurrido un año desde su partida, los años seguirán yéndose de golpe, su poesía permanece: nos golpea, nos besa, nos hace reír, llorar, pensar, escribir, guardar silencio. Mi intención en es-tas líneas es ofrecer alguna forma de encontrarse con la poesía de Gelman, pero cada lector hallará la suya, encontrará su Gelman y su momento de leerlo, escu-charlo, verlo, celebrarlo.

Anuncian en FIL, Premio Letras de la Naturaleza José Emilio Pacheco

lares, el biólogo José Sarukhán, así como por el arquitecto y urbanista Fernando González Gortázar.

El premio, calificado durante la FIL de Gua-dalajara como “un nuevo espacio de encuen-tro entre la literatura y la ciencia”, consiste en un diploma expedido por la FIL y el Museo de Ciencias Ambientales, una medalla con la efigie de José Emilio Pacheco y 200 mil pesos.

El nombre del premio corresponde a la in-clinación de Emilio Pacheco por escribir sobre el medio ambiente y la ecología. Escritores, no lo pierdan de vista.

En ocasiones, la poesía no viaja del papel al ojo, sino de la voz a los oídos. Otro medio para

advertir cómo Gelman y la poesía estaban íntimamente involucrados

es escucharlo de viva voz. Oír su voz pausada es conocer su

modo de respirar, saber que las líneas impresas en el papel son

respirables y sonoras.

Por Monserrat Méndez

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9El Mollete Literario15.01.2015

A1

para Kheri Villagrán

IEnviado desde el abyectodeseo de la carne de varón por proclamar a un hombreque se entrega a otro hombredesde una sincronía que redime, una paz, un solo éxtasis, dos cuerpos.Tu nombre es el anhelo del amor perdido, la esperanza infecunda que humaniza,la garganta de Adán que se atragantaen ríos de semen de carrera trunca.Tu ternura es proverbial, chiveada,de niño táctil que acaricia un niño,cuna de calma de marea profusa,memoria prístina en primeras veces. Tu palabra tiene la esperanza humildedel vendedor de nuez garapiñada,de todos los que están en la paz silenciosa y en el hacer alegre que trasgredeel límite exigido de una vida al margen.Tu presencia es fuente de verdad,camino firme del amor que une,recuerdo de salvación en el futuro,despertar luminoso de una vida dignaque estuvo ensombrecida por la culpay el miedo y el rechazo.Tu cuerpo es Occidente con Uranosrevestido del Padre y en el Hijo, divino desde la punta de tu uña torcidahasta la punta del páramo marfil de tus omóplatos

1 Publicado en la revista electrónica Círculo de Poesía.

Letras Torcidas

Desde ese templo de incensario azteca,quemada llanta de ciempiés naranjafinal vagón de un sacrificio machoen esa inversa cacería del génesisdondelos últimos serán los primerosen venirserecorro vista Lot la oferta frescacon la cancelación del consumistaque ve tres comerciales en la teley quiere que la escala sea la mismatú no, tú fuiste gordo, tú muy loca, adiós, lo cacarizo nunca vende,tú tienes cara de varón de lechos,a ti te sobra lo que a mí me faltaentre las piernas,lo bueno de la oferta y la demandaes que en cada estación juega la suertede los escaparates renovados, cinco pesos,una entrada en escena de actores de repartoy en la próxima tal vez se suba éseque dé sentido a mi The Truman Show,en la lúbrica urgencia de lo gay sin nombreel sexo por el sexo de varón torcidoy así claudica el reino de los cienos.

Pero de pronto, en la esquinitaarrinconados en su amor destajodos hombres ya mayores se compartenen sesenta y pico de fallidos sueñosy son la hidra altanera entrelazadaen el recuerdo del terror del tiempoy cual Gorgona, congela más su vistaque la estatua de sal que tú esperabas.

Son los testigos de la pandemia,del miedo, del rechazoy están ahí juntos, erectos.Dándose lo que les queda de una dignidad despojo y muerte y sal.Aprendieron a jotear sin mapas, a pelo,tocándose la verga como señal que invita,sin más radar que su intuición, sin Manhunt.Destilan la paciente certeza de que no hay mañanani futuro mejorpara los que como ellos buscan santificarse por la

luz del falo.Una mano entrelaza sus canas de fracasos, su es-

trella de David,qué importa, te miran retadores, que tú seas joven,

igual llegarás.Y dan repudio, dan asco y un ternúrico miedo que

te inunda,son tu memento cinaedus, la hora que será el ahora para los que compramos

en la Zona Rosaun futuro muy rosa y muy jodido.Con este estigma crecerás, como ellos.Te dará sarpullido en los huevos, como a ellos.

Por César Cañedo

Próxima estación

Kherigma1

Te invadirán las ladillas, como a ellos.Serás aprisionado en un matrimonio gay, no como

ellos,que en el promiscuo encontraron al profeta.

Repasas lo que cuestacada una de tus prendasy con el dedo activasla burla de tu smartphonepara virtual y en vivobuscar macho caladoque quite lo salino del futuroy que te dé esperanza en cada palopara envilecer de puro orgasmopara pensar con el culo y no sentir sintiendoque la noche no es noche si está sola

Correspondencia con ya no quieres saber si es Ga-ribaldi.

nalga, sudor, lunares, miembro erecto,ensortijado azabache de gallardo potro,de la crin a la cola perla turgente,atléticas ancas de viril pendencia,memoria del futbol son tus dos piernasy un tímido six pack que te hace encuadre,en el robusto, pero delicado,lúbrico, mas no excesivo,glandezco, aunque no gigante,pletórico, real, supremo pene.Llegaste ungido de la buena nuevay por eso te abrí la casa de mi entraña,de mi templo esculpido de varón sin mancha. Y todo transformó, primavérica, expectante, divina, tu venida.Esa mística calma del amor misterio dejó la pro-

fecíay se hizo hombre.Ese desear sentir como a ninguno dejó la onanastía y se hizo hombre.Ese tocar la dicha de la gracia en el encuentro con

otro dejó la fantasíay se hizo hombre.Ese fundir tu cuerpo con el mío dejó la cobardíay nos hizo hombres.¡Oh dicha, que proclama la paz de un tiempo nue-

voa partir de tu rostro!¡Oh esperanza, que me invita a estar siempre en

alertay anhelar tu regreso y tu presencia!¿De qué me serviría haber rodado tantoen el inmundo mercado de varones,en la orgiástica carne por la carne,en el tropezar de ídolos de un día,de profetas merolicos de pasiones muertas,si no vendría el tiempo de nuestro encuentro?¡Oh proclama del ideal cumplidoen tu cuerpo, en tu nombre y en el mío!Oh revelación gozosaque me incita a pedir más y nada a cambioque me postra de hinojos en tu temploque hace me sacuda las sandalias del Marrakesh, de Zona Rosa, Grindr y los saunas.Es éste tu tiempo de maravilla y gloria,de sendas a tu lado,de parábolas en tus brazos para que duerma colmado en tu presencia.

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10 El Mollete Literario 15.01.2015

M1

Pero mira cómo beben las vírgenes su río,Pero mira cómo beben el fruto de su estío,

Beben y beben y vuelven a beberLas vírgenes entre ellas para sentir placer.

Cantar de Pastor–ella.

María abrasa a Magdalenase reconoce a sí misma en cada espasmo, en la perla tupida de floresta,en el sándalo púrpura del dedo,en la vestal cocupiscencia ocultade vírgenes ungidas de paráclito.Vainas sagradas,envueltas en un manto de estrellas que punzan,rozan, amasijan, redoblan, amamantan la tierna y blanda carne.“Puerta del cielo eres, Dios te salve, María”,le dijo Magdalena al oído, trémula, gimiendo.“Y tú, consoladora y reina,mi torre de marfil, mi casa de oro, Magdalena”, replicó la otra entre mares de espuma suya.Gozosas de concha nácar, de melodías de salterio,de ritual de palomas encontradas,las vírgenes florecen son lunas ascendentes de mareasy mieles descendientes se ladeany despiden un olor castísimode jazmines y flores de naranjo.La Virgen mira al cieloen éxtasis supremoy se encuentra con Ése que vigila. “No temas, María, que serás Virgen eterna y Santa Altísima,porque no te ha tocado Varón”.

1 Publicado en la revista electrónica Círculo de Poesía.

Es éste tu verbo hecho promesa,tu enunciación unida con la míaconectada por fuerzas que provocanalzar mi voz al cielo en tanta calmay decir es verdad y es porque existes.

II¿Pero no estoy, también, crucificado?¿No es ésta acaso tormentosa angustiade tus clavos cuando mi voz se callay no queda de ti sino el silencio?Cuando todo mi cuerpo se electrizapero tú te retiras del espasmoy me cierras la puerta de tu historia.Si mi mejor proclama no te llega,no te hace eco porque ya estás lejos,cómo poder vivir de aquel recuerdo,de una paz que se apaga porque así lo has querido.¿Por qué para vivir en tu presenciael calvario es el Alfa y el Omega?¿qué los planes, los sueños, el tiempo y el latido,en qué coladera del amor se ocultancuando te haces distante como el cielo?Tu anunciación va unida a mi penumbray la duda es la lanza de Longinos:para quedarme con lo ya vivido,debo de renunciar a tus gemidos.Debo aceptar tu pacto,por el que reconoces:“fuiste llamado, pero no elegido”y en esa posición que me confinas,jaque perpetuo de mi amor frustrado,parálisis de estrategias, retirada¿retirada?retirada en la tregua del amigo.Unirme a tu amistad es no sentir divino,es una inútil mediación de iglesiaque me hace verte desde el lente oscuro,porque tu vista daña la pupila.Es contemplar tu imagen, llevarme tu estampita en

el bolsillo,en la proclamación de una doctrina muda,en una fe que no quiere ser ciegaporque transmuta la esperanza en terquedad be-

rrinche:¡Vuelve a mí, vuelve a mí, vuelve a mí!

¿Cómo fundirme, cómo estar de nuevosin que tu manto púrpura me arrope?¿Cómo pactar renuncia sin olvido?¿Cómo acallar el mundanal ruidoque me grita que fuiste cruel conmigo?Y entre tanta frustrativa sombra y tanta duda de recuerdos fríos, entre lo que esperaba y lo vivido,entre los latigazos y las burlas por todo aquello que no fue ni ha sido,de tanto martillar entre mis clavos, vuelve triunfante aquel tiempo del gozoy la imagen de un amor sacrísimo que nos unió por un instante altísimosusurra el más noble misterio,entona en una voz que sale de la tuyala única verdad que me consuela:habrá una parusía que no tendrá tu rostro,serás transfigurado en otros hombresque sí se inmolen en este cordero,en este cáliz de ofrecer abierto,que puedo dar y que me pertenece gracias a aquello que aprendí contigo,gloria a Dios.Por eso, por la bendita memoria de un querer sin límites,comulgo en tu fraterna eucaristía, te acepto todo en este fiel recuerdo,que de amistad nos colme y santifique,renuncio a la renuncia y al olvido,perdono mi perdón y tu rechazo,tomo de nuestras culpas la alegría,hago de nuestro gozo bienvenidaa un compartirnos por los siglos,a un comprendernos sin martirio,a un requerirnos sin delirio.

Bendito seas por siempre entre los hombres que se aman entre sí,porque fuiste mi Kherigma de un amor tan puroque no será contigo en estos tiempos,aunque eso no cancelani tu presencia cálidani mi amor a otros futuros Cristosni la duda dulcífica y amargaque vuelve a revestirme de esperanza.

María y Magdalena1

“Baño de Ninfas”, Jan Brueghel I

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11El Mollete Literario15.01.2015

Para un perfil de Manhunt.net1 Pollock1 Mandamientos diversosP1

De hombre a hombre y de un lugar al tuyo,cauce lascivo de tu áspid sigomas si descubro que no vales, ¡huyo!y el ciclo de la búsqueda persigo.

Penetrar tus abismos, es, amigo,provocación de este virtual barullo.De la solaz chaqueta a estar contigolo segundo es mejor, ven, yo te instruyo.

Con frenesí tu retaguardia invocoy entro y voy a donde diga y mandeel antifaz crecido de tu glande.

Mi humanidad entera te colocoy para no hacerte el cuento grandedejarás de temer hasta del coco.

1 Publicado en la revista electrónica Círculo de Poesía.

P1

Aquí debería estar tu nombre…pero no está porque es de hombre.

Detrás de ti, a mano alzada, juego con tu pincel, exprimo en tu paletacolorido y viril engrudo y tuyo.Ya las sierpes se empinan, más me acerco, como agarrando firme la bandera de méquico, legado de nuestro semen, que tantas glorias coronó

en mi primaria. Desde ese abrazo desigual, por esa empuñadura

(manco pacto envainado), hierven pecho con nuca, espalda y frente,y por tu caracola tersa orejaasomo tímida barda la mirada,al hipnótico vaivén del sube y baja punta rosada, que no chirría, gime en tus espasmos,y al inclinarme todo, proxemia favorable, más se acercan tu atrás con mi adelante, más tu cuerpo al mío enhiesto, más engrudo,más lúbrico redoble, más mi mano,y tu arqueada vista que no sigo, encuentra mi nariz

desflorada,ambas deléitense, muérdanse, chóquense,en ese ciego succionar de incómodos rostros tor-

cidos,en mi no detenerse que contempla y en tu estática

fuerza que coopera.

Viertes de pecho espasmos que contracturan,y aventados muchos hombres bala se derramanen el Pollock transfigurado de tu abdomenque te hace ser mi lienzo de una tarde.

De mi mano labrada cae de muerte un finalcosechando simiente para nada.

1 Publicado en la revista electrónica Círculo de Poesía.

7. Amarás a tu semejante por sobre todas las cosas.

17. Santificarás el baile de los 41, y el día de la muerte de Monsiváis, y la de Withman y Wilde, el nacimiento de Cernuda y de Arenas, el día de la lu-cha contra el sida, el aniversario de todo lo que tenga aniversario de Abigael Bohórquez.

13. Honrarás a Salvador Novo y a Pedro Lemebel.41/2 No tendrás deseos heterosexuales.69. No usarás Grindr ni Manhunt y verás con dis-

creción pornografía casera homosexual, de preferen-cia interracial con hombres sin cuadritos ni cintura ni ojos verdes.

69. 69 Fornicarás con la pareja de tu prójimo.3–5 Harás la edición crítica de Poeta en Nueva

York o la de Supino rostro arriba o la de cualquier joto inédito o mal editado.

1. Te protegerás del sida.–8. No desearás ser la estrella de la noche en el

Marrakesh, ni una jota poeta laureada, ni una editora reconocida del mundo joto. Ni todo aquello que bri-lle más que Harvey Milk pero sin sentido social.

41. No soñarás que el mundo cambia, que tu madre te perdona, ni que tu padre llorando te abraza. No soñarás que tus compañeritos de primaria te tiran flores y no piedras. No soñarás que no te corren del trabajo por ser homosexual. No soñarás que te casas tantas veces con todos esos amores frustrados por reprimidos que arrastras en el psicoanálisis. No sentirás rabia e impotencia ante tanto maricón desvalido. No desearás tener un hijo. No desearás haber nacido raro. No desearás que te extiendan la mano todos los que te la niegan porque parece que tienes lepra. No añorarás la cura del vih. No mecerás la cuna de tu hermanito, aliviado porque alguien por fin dará nietos. No tendrás novias para taparle el hocico un rato al qué dirán. No te masturbarás pensando en tu amigo y tu amiga que ya son novios, para poder pensar en él mientras le da a ella. No buscarás salir del clóset. No prepararás psicológicamente a tu familia para la noticia. No aguardarás a que todo mundo lo pueda asimilar. No tendrás miedo de ser diferente.

César Cañedo (El Fuerte, Sinaloa, 1988), poeta, atleta, profesor, investigador, actualmente estudia el Doctorado en Letras en la UNAM, donde ha estudiado su licenciatura y maestría con trabajos de investigación sobre poetas y escrito-res marginales mexicanos del siglo XIX, como Antonio Plaza, Josefa Murillo y Adolfo Carrillo. Es fundador y codirector del Seminario de Literatura Lésbica Gay, UNAM y ha sido publicado en Círculo de poesía.

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12 El Mollete Literario 15.01.2015

Hace algunos ayeres el conductor de televisión Ho-racio Villalobos señalaba que la única aristocracia que existe en este mundo (la menos desdeñable desde mi punto de vista) es la aristocracia del pen-samiento. De ella, según su teoría (inventada qui-zás al momento de la transmisión), se desprendían las verdaderas jerarquías, establecidas a partir del conocimiento que el ser humano poseyese y el uso que hacía del mismo.

Entiéndase lo anterior del tipo de conocimiento que se posee, el que se adquiere a través de la experiencia racional (o no), más allá de las reglas y fórmulas que se aprenden por medio del constate estudio, lo que en lo sucesivo se vuelve una consecuente memorización de leyes, teorías y aplicaciones exactas, inamovibles, que no precisamente representan libre pensamiento.

Evidentemente el comentario del tal Horacio se quedó como eso, un mero comentario que se aderezó con otros tantos de él y de los que le acompañan en el programa. Horacio y lo demás son un asunto muy aparte.

La aristocracia del pensamiento. ¿Existe? Mucho me temo que no, al menos no de la forma en que se conoce a la aristocracia, por ejemplo, económica, a la aristocracia política o religiosa. Es decir, éstas que son palpables y netamente visibles, que desde luego tienen patrones de comportamiento y gozan de característi-cas muy peculiares que las identifican de entre las mu-chas otras clases de aristocracias.

Puede que las unas se mezclen con las otras, puede que un ser pueda pertenecer a una u otra, no existe una ley que lo prohíba. Pero cuántos de ellos que for-man parte de las filas aristocráticas de la economía, la política o la religión (e incluso de la cultura –como producto–, que dicho sea de paso se ha convertido también en un linaje exclusivo para unos cuantos) forman también parte del ninguneado séquito de los pensadores, en su mayoría fervientes creyentes de la libertad, libertad en todos los sentidos.

Digamos que la aristocracia dominante ha sido, desde que se tiene conocimiento, el de la fuerza y después de ésta la que está conformada por los pode-rosos (que no precisamente fuertes) monetariamente hablando. Dicho de otra manera, la aristocracia que se alza por encima de todas las demás es la de los adine-rados, claro, si nos remitimos ultimadamente al pleno material.

Pero como la aristocracia de la que hablaba Hora-cio incluso podría catalogarse de intangible, invisible si se quiere e intrascendente (por no decir sin impor-tancia para muchos), es por ello que me sirvo de hacer la siguiente reflexión.

Las aristocracias arriba mencionadas se traducen en: uno, desigualdades; dos, discriminación; tres, cerrazón; cuatro, intolerancia; cinco, hermetismo; seis, nepotismo; siete, estupidez (casi al grado de llegar al pendejismo, si se me permite la palabra); ocho; nueve; cien; mil…

Agreguen todos y cada uno de los adjetivos que les parezcan más apropiados. Lo cierto es que la única aristocracia, la intangible, invisible e intrascendente es la que menos daño ha hecho a esta sociedad y es al mismo tiempo la que más beneficios ha traído, claro, visto desde mi humilde perspectiva.

La aristocracia del pensamiento no generó la bom-ba atómica, no excomulgó a los herejes, les arrebató el pan de la boca y los orilló a perecer abrazados por el fuego en la hoguera; la aristocracia del pensamiento no cree en las clases sociales, se ve sumergido en ellas pues es imposible escapar de las leyes físico–materia-les de una sociedad, mas no se siente perteneciente a la de arriba, la de en medio o la de abajo.

El pensador no sabe del más rico o el más pobre, no entiende de limosnas al necesitado y de envidias al pu-diente. Su mundo no se limita al poder de una tarjeta de crédito, a las poses del concepto V.I.P., al privilegio de las cuentas bancarias, al mundo de los elegidos por un Dios todavía inexistente, al de los que creen entender una obra de arte y tener una interpretación para ella.

Los aristócratas librepensadores no buscan posi-cionarse por encima de sus semejantes (bueno, omitan esto último, suena a frase de cristiano predicador).

¿Selecto? Sí, supongo que un diputado, un sa-cerdote, una figura de la farándula (salvo honrosas y contadas excepciones, como el mismo Horacio), un empresario explotador y muchos otros que ni esto ni aquello, no pueden formar parte de la aristocracia del conocimiento, por la sencilla razón de que sus intere-ses mezquinos, su credo petulante, su fama, su dinero o su plena y absoluta ignorancia no pueden caber en la concepción de un posible grupo selecto (mas no reducido) de seres que saben que en el mundo no se come si no hay apetito de por medio.

No es tan sencillo. Tan poco se requiere de una serie de ritos macabros, meditaciones extraterrenales y cavilaciones desproporcionadas que más bien se ase-mejen a un ejercicio de extrapolación interna.

El aristócrata del pensamiento es libre, hace y deshace, duerme, come, bebe, fuma, tiene sexo, de-feca, como cualquier ser humano, pero complementa sus vacíos no con autos, ni con pantallas de plasma

o la última generación del celular más popular. Su complemento lo encuentra en otro lado.

Este aristócrata critica y juzga todo, nada lo quiere predigerido y prediseñado; cuestiona, repulsa, escupe, maldice. Sabe que su única arma es lo que lleva en la ca-beza, pero de ella se sirve para abrirse paso entre la gente, pues su condición intelectual no está fijada por el valor de un bolso, de una camisa, de un traje o un vestido; su carta de presentación no es un celular costoso o un reloj carísimo que, a final de cuentas, sólo marca la hora.

Este personaje es un proscrito en su propio estado, un incomprendido (por más patética que pueda resul-tar esta palabra), un desterrado. Sí, sólo en contadas ocasiones éste puede lograr que su voz sea escuchada y que retumbe en la mente de los demás, acto que por supuesto arrastra consigo la necesaria reacción de denostar su creación.

Inevitable, cuando se tocan las fibras sensibles de las otras aristocracias, el poder (que no la fuerza, in-sisto) entra en acción y la maquinaria se echa a andar para frenar, reprimir, castigar e incluso prohibir al li-brepensador para evitar en la medida de lo posible que vuelva a atentar contra los pilares fundamentales de la “gente de bien”.

¿Quiénes forman parte, pues, de este séquito de di-sidentes anónimos? Supongo que no es necesario que te los enumere, pues estoy seguro que sabes quiénes son y conoces a más de uno. Mas cuestiónate a ti mis-mo sobre la injerencia en tu vida cotidiana de todas las clases de aristocracias que existen y si perteneces a alguna de ellas.

Sólo recuerda, antes de que el físico entendiera la importancia del aire para empujar los objetos y de que el científico recorriera grandes extensiones de terreno con sus naves, el aristócrata del pensamiento ya ha-bía recorrido 80 veces el mundo en un mismo día, y lo sigue haciendo, mientras que los otros aristócratas prefieren creer que su capacidad material les permitirá la felicidad eterna.

La aristocracia del pensamiento no existe, no como debiera para competir y a la posteridad desplazar a las demás, pero está presente, siempre lo ha estado. Kafka prefirió transformarse en un insecto antes de verse obligado a acudir al colegio para cumplir con los lineamientos determinados de su familia.

Nietzsche se atrevió a cuestionar ya no tanto la existencia de un ser supremo, sino la moral de los cre-yentes, sus contradicciones y sus puntos débiles. Sade optó por ver al cuerpo como una herramienta creadora de placer, más que como un expendedor de vida a diestra y siniestra.

Ése es el librepensamiento, ése es el aristócrata del pensamiento, el que engrosa las filas de la más alta jerarquía: la de creador del mundo. Las otras restan-tes (muy por encima de ricos, clasemedieros y pobres) sólo existen para tener así puntos de comparación: el sabio, el listo, el irreverente, el ser libre, el tonto, el estúpido y el ser humano común.

La aristocracia del pensamiento

Por P.I.G.

Uriel Arteaga Apolinar, autodenominado “P.I.G”. (en abier-ta referencia al personaje de Xavier Velasco), o en su modo más laxo “El Doctor Pluma” (referencia al Doctor Alquitrán de Poe), fue colaborador de principio a fin de los extintos fanzines universitarios Almohadón de Plumas y Noúmeno. Colaborador permanente del blog literario Regiones Inferio-res, tuvo oportunidad de publicar una crónica para el perió-dico 24 Horas, en 2012. Egresado de la carrera de Comuni-cación y Periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón, con especialidad en prensa escrita, durante los últi-mos años se ha desempeñado como analista de información y corrector de estilo. Recientemente labora como asistente editorial en la Coordinación de Publicaciones Académicas de la Universidad Anáhuac.Los aristócratas, Fresco, 1923–19 José Clemente Orozco

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13El Mollete Literario15.01.2015

Reseñas literariasPor La Redacción

José Revueltas: obra reunidaEl pasado año, Ediciones Era, saco a la venta

con el título José Revueltas: obra reunida, una reedición de siete tomos de las obras más desta-cadas del escritor con motivo del centenario de su natalicio. La obra consta de escritos provenientes de la narrativa, de la dramaturgia, el guion cine-matográfico, la crónica, la autobiografía y el ensa-yo. En esta edición conmemorativa se encuentran sus libros más conocidos como: Los días terrena-les, Los muros de agua y los errores entre otros. Bien vale la pena releer los textos de este escritor quien para unos es único en nuestro país y de una gran calidad moral (Ediciones Era. 2012. México)

Gabo de cabo a Cuba: Relato de un náufrago (in-telectual)

Entrevistas y apuntes sobre Gabriel García Már-quez y otras que el autor realizó en su época de reportero, nos muestra el desencanto sobre la revo-lución cubana a raíz de la represión en la isla y los incesantes trabajos del escritor colombiano como mediador entre la crisis y el bloqueo de Estados Unidos a Cuba.

Gabo, de cabo a Cuba, muestra al escritor gana-dor del Premio Nobel como el intelectual al servicio de Fidel Castro. Interesante libro que vale mucho retomar tras el anuncio de Obama y Raúl Castro so-bre el restablecimiento de sus relaciones diplomáti-cas, las cuales se rompieron desde 1961 y derivaron en el famoso bloqueo económico a Cuba.

Carlos Ramírez. Ediciones del Centro de Estu-dios Políticos y de Seguridad Nacional, S.C., 217 pág.México. Disponible en www.amason.com en Kindle Store.

Entrevistas con protagonista de la Transición Espa-ñola a la Democracia. Carlos Ramírez

Se trata de una serie de 10 entrevistas realizadas en 2009 por el maestro en Ciencias Políticas y perio-dista Carlos Ramírez, sobre la Transición española. De acuerdo con el autor, su idea central era usar estas entrevistas en cinco programas de televisión de una hora y transmitirlos en algunas televisoras públicas del interior de México. Las entrevistas, precedidas de comentarios grabados en las calles sobre temas de la transición, fueron realizadas durante dos semanas en ciudad de Madrid y sus alrededores. Hoy el autor nos presenta en este libro las transcripciones de dichas en-trevistas, en el que se deja ver el panorama de la tran-sición española en voces de sus protagonistas como Santiago Carrillo entre otros.

Una edición del Centro de Estudios Políticos y de Seguridad Nacional, S.C. 95 pág. 2014. Mexico. Dis-ponibles en www.amazon.com en Kindle store

Ciudades de Papel. John Green.Con un estilo único que combina humor y

sensibilidad, John Green, autor de Bajo la misma estrella, teje una emotiva historia a la que da vida un inolvidable elenco. La historia gira en torno a dos adolescentes, en su último año de secundaria, que viven en Orlando, Florida: Quentin Jacob-sen (“Q”), y Margo Roth Spiegelman.

Aunque Q está perdidamente enamorado de Margo, pertenecen a “dos mundos diferentes”. Ella es popular y llamativa mientras que Q es un poco nerd. Sin embargo, una noche Margo se presenta en casa de Q, vestida de Ninja, para que la ayude vengarse de su novio (Jese), quien la está engañan-do con Becca. Después de escabullirse en casa de éste, lo hacen también en las de otros personajes, dejando marcas de grafitti con una letra M, o peces muertos.

Ganadora del prestigioso premio Edgar, Ciu-dades de papel aborda los temas de la amistad, el amor y la identidad para plantearnos una pregun-ta: ¿vemos en los demás, y en nosotros mismos, sólo aquello que queremos ver?

Nube de Tinta. 368 pág. 2013

Vacío de Dios. La encrucijada humana ante lo abso-luto. Héctor Sevilla Godínez

Niklas habita en un Monasterio desde que tiene memoria; el pasado que le llevó hasta ahí será devela-do y cuestionará profundamente sus creencias. Corne-lius espera a que alguien conozca lo que ha escrito; sus diarios son el punto de partida que incitó su rebelión, aquella de la cual obtuvo trágicas consecuencias. Re-nato, un Abad firme y devoto, encierra detrás de sus ojos el misterio que le llevó a la consagración defini-tiva; debajo de su hábito se esconde una sed de ven-ganza reprimida por el anhelo de agradar a su madre. Plaza & Valdés. 2012. 424 pág. México.

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14 El Mollete Literario 15.01.2015

I. En el sillón de la casa que aún no está, con la niña que aún no vemos

U na miradita de color insospechado con

vestidito de amaranto y guarachitos de papel

picado, que adornan la fiesta que es vivir con ella y papá (tú), está tocándome la cara con pasitos de

sus dedos y pregunta: ¿Cuántas vidas tiene un gato mamá?... me quedo suspendida lamiendo mis

patitas en el pensamiento, ella (Viento) se cuela con una sonrisita,

que hace se arrugue su nariz, a través de mis pupilas dilatadas. Por

fin me atrevo a contestar:

–Tiene el número exacto de recuerdos precisos que guardas cuando has pasado de ser un hombre a ser un gato.

– ¿Y cuántos recuerdos tienes tú, mamá?...El gato sólo se lamió las patitas para poder con-

testar, la pequeña contó meticulosamente cada movi-miento clave, después, salió corriendo hacia el jardín y se puso a preguntar a los demás gatos de la casa.

II. Res novum de vita sene (En la azotea)Aquí no hay zapatos ni tampoco edades, hay pe-

litos pequeños de un gris azulado volando a través de la luz del sol que entra por la parte del ventanal no cubierta por la cortina roja. Un bandoneón sue-na entre las manos de Astor Piazzola (Contrastes) y la piel se eriza. Una habitación vieja mira por esa rendija que viste antes. En un cojín, tirado junto a la pata de un sofá cuadriculado, un gato se calien-ta el lomo a las diez de la mañana. Los niños ya juegan en el jardín buscando los rayos del sol que va sonriendo por sus travesuras, sus gritos se cue-lan (igual que los cabellos cálidos de ese que está arriba) hasta los oídos del gato que se asoma a la ventana y mira unos zapatitos correr desesperados porque unas manitas morenitas los siguen con una manguera que grita chorros helados. Mientras los ve andar por el patio entre brincos, se cruza por su cabeza un recuerdo borroso y de colores. Un sólo tono que le parece demasiado familiar se fija en su mente: tú y yo en el jardín bajo el calor de la mañana ¿Por qué estás tan morada? –porque soy un enanomorado escondido entre tus labios, que sale de tus pupilas para poder mirarte de frente y lue-go hacerte el amor…un beso, largo, transparente, infinito, expansivo y fulminante. (Las almas flotan)

LSD. No, sólo amor, una sustancia más poderosa por-que lleva al extremo al hombre, a la muerte en vida si es malvado, al placer insospechado si es sagrado y al odio más profundo si está dañado. El tiempo sus-pendido en transmisión de calor cuerpo a cuerpo. (Respiraciones)

El azul grisáceo de sus mejillas se encoje tras una sonrisa. El recuerdo le ha causado gran satisfacción. Se reacomoda en su hueco del cojín, estira sus patas y lanza un bostezo.

Quien dice que únicamente el gato de Cheshire se podía reír, sólo que nunca los vemos porque son tan sutiles que los ojos humanos no reconocen las sonrisas de los gatos porque no saben bien de la felicidad.

III. Del conteo meticuloso de una niña

Hoy venía vestida de Aura, porque es nuestro viento suave que sopla cuando nos despierta al ama-necer. La descubriste saltando la cuerda y misteriosa-mente sólo contaba de 6 en 6. Seguiste mirando desde el quicio de la puerta muy intrigado y seguía contando sólo de seis en seis. Comenzó a cantar

– 1, 2, 3, 4, 5, 6, el gato tiene recuerdos.–1, 2, 3, 4, 5, 6, me los contó a mi primero.–1, 2, 3, 4, 5, 6, yo voy a contarlos en silencio…M) Aparecen unos guaraches de tiras de color ver-

de, amarillo y rojo. Más arriba, unos tobillos que siem-pre se tuercen se unen a unas piernitas delgaditas que se cubren con rapidez por unos pantalones pescador de mezclilla. Una sencilla playerita blanca llega hasta ti antes que el rostro morenito de ojos grandes y oscuros. La niña atraviesa la calle. Sube en posición de tijera, una pierna en la pared, la otra en la jacaranda. Alcanza el timbre y suena. Nadie contesta. Cynthia no está. Los guarachitos caminan tristes hasta su banqueta, se sienta con la cara entre las manos y los codos en las rodillas. No hay con quien jugar. De pronto, una bici-cleta roja atraviesa la calle con un frutsi en la rueda tra-sera, imposible de ignorar. Un niño morenito de ojos todavía más grandes y cabello hace tiempo sin cortar se estaciona frente a ella. Usa unos Panam azul marino que están por romperse de tanto patear balones.

– ¿y tú qué tienes niña?La niña, con la nariz y la boquita arrugadas, lo

observa, levanta los hombros y no quiere contestar. El niño sudoroso saca un chicle de su bolsillo y lo extiende. –me hace daño, dice la niña– más para mí, contesta él.

– ¿te quieres subir a mi bicicleta?–no sé andar.–yo te llevo, en la última calle hay unos gatotes de

este tamaño que están jugando en la barda del pan-teón.

Nos alejamos mientras te sujeto de la cintura y tu bici sigue zumbando. No avisé a mis papás.

I) Siempre unos guaraches, esta vez son blancos y más pequeños, un vestidito del mismo color y un cuerpo entre cuatro y tres años, un banquito y una

¿Cuántas vidas tiene un gato?Primera parte

Por Ximena Cobos

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15El Mollete Literario15.01.2015

caja oscura. Gente. Un cuarto en casa de la abuela frente a la cocina de olor a tierra, humedad, frescor, alivio; mis raíces. Una luz extraña. Los piecitos se dis-ponen a subir los escalones. Uno, muchas personas alrededor; dos, todos visten de negro; y tres, nadie me mira, entonces me asomo. Nunca pensé que esta-ba dormida, desde hacía tiempo que ya era un gato, una siamés que ya venía preparándose. La misma que escapó de mi casa dos días después del entierro para irse a Veracruz de azotea en azotea por la salida a Puebla, cruzar el vértigo de las Cumbres y ver el pico de Orizaba. Mis raíces me contaron sus recuerdos. Algún día, cuando todos seamos gatos, sabré cuántas vidas se tienen en mi familia.

X) –No te había dicho, pero un día, cuando estabas en la cárcel, vi al diablo.

–Pues yo no te había dicho, pero tu carta del tarot es el Diablo.

Los dos gatos se fueron, uno al norte (el futu-ro, la quimera) otro al sur (el origen, la fuerza). La ventana ficou socinha. Parpadeando sólo el rumor de unos ojos y una carta de tarot sobre una cama que se guarda cálida tras la ventana del cuarto de una adolecente que sale a caminar cubierta de unos chinos largos y unos ojos grandes, con olor a mu-chos sueños y fragmentos de recuerdos de otros siglos descubiertos en cartas y pedazos de papel guardados en una caja desde antes que naciera. Por su mente ronda como un espiral, a cada paso, la última frase escrita, con una letra que reconoce de su madre, en la parte trasera del Arcano XV: en su juego y en su trampa, el diablo es amor.

Así, fortuitamente, se descubren los secretos de una familia. Los gatos volverán más tarde, quizá no a la ventana, pero cada uno sigue a la chica en su caminar desde su lado, por la barda…

E) Tengo un fractal de años, una silla a la mi-tad del jardín que tiene un fractal de años junto a mí, una miríada de gatos que vienen y van a través del tiempo y del espacio acariciándome las pier-

nas mientras estoy sentada en la silla en medio del jardín. Una pipa despide un humo fino de olor co-nocido. La realidad que me rodea es inasible, pero lo único de lo que tengo certeza en este momento es de haberte conocido, que te perdí y que me en-señaste dónde realmente tenho meu coração: en el estómago. Se me hace trizas cada que te vas, vomito por las mañanas cuando tengo la esperanza, que el diablo me ha dado, de volver a verte y vomito por las noches cuando sé que no te vi. Al final de este recuerdo reconozco que no vas a volver. Espero un trasplante de estómago o la eterna oscuridad de una mente sin recuerdos que provoque paz y nada de miedo. El punto es no decir más te amos.

N) El cuarto de la abuela de Othón nos esconde de los demás que no están en la casa. La oscuridad y unas cuantas gotas que refrescan el aire comienzan a entrar por la ventana. Ambos despertamos, semidesnudos. Hablas de ella, yo hablo de él. Nuestros fantasmas que nos presentamos desde el principio para tener en claro que nunca nos íbamos a pertenecer por más unidos que estuviéramos, por más cosas que pasarán, por más amor que nos tuviéramos. Claramente no por ellos, porque en el fondo no importaban tanto, ni los amába-mos en verdad. Era autodefensa, miedo porque reco-nocimos desde el principio, aquella primera noche en la casa de Candiles, en la recamara de las literas, bajo la noche y solos por primera vez, mientras los demás bebían en la sala, ante ese primer beso que nos trajo los recuerdos del pasado y el futuro, que algo terrible iba a suceder. Porque en esta vida trazamos límites y pusimos barreras intentando nunca pertenecernos, tratando de no entregarnos uno al otro para no incen-diar el mundo entero como todas esas veces ya, entre-gándonos, sin embargo, con tanta fuerza. Hoy, al re-cordar ese viaje de las primeras veces, al traer más que al presente esa primera vez que recorriste mi cuerpo y te acercaste tímidamente a mi sexo, sigo sin encontrar nada de nuevo en ello. Era como si lo hubieras hecho siempre y siempre tan bien. Como un instante repeti-

Ximena Cobos CRUZ (“para no olvidar el puerto que le puso a mi sangre la necedad de buscar calor a toda costa) es una mujer que a sus 26 años busca titularse de la carrera de Letras Hispánicas, pero que, ya que la única montaña rusa a la que me he subido es a la de las emociones, escribo en todas las hojas que me encuentro textos muchas veces inin-teligibles. Por ello, me declaro una de las categorías faltantes en el Manifiesto Infrarrealista de Mario Santiago Papasquia-ro: El Caos Total. He publicado en dos ocasiones en la revista Letras de Reserva, pero manejo un blog junto a un amigo en el que, creyente fervorosa de que un escritor, antes de ser leído, necesita generar un público, busco acercar a cual-quiera que se deje con mis textos a los autores que me han construido”, así se autodefine nuestra colaboradora.

do tantas veces, como un despertar constante y eterno, porque ambos sabemos que la realidad es un sueño de la realidad de un sueño de la realidad de un sueño de la realidad de un sueño de la realidad de un sueño de la realidad de un sueño de la realidad de un sueño de la realidad… y así hasta el final, o el principio.

Y entonces, todo tiene sentido. Y entonces, sé porque no queríamos estar juntos

de nuevo. Y entonces, reconozco tu esencia en todos los

cuerpos de antaño y me quedo girando en un espi-ral, porque en esta vida nos tocó estar condenados al recuerdo.

A) Tienes un mate en la mano que acabo de ce-bar, le das un sorbo y calienta tu cuerpo, Viento sale corriendo y se abraza a tu pierna, detrás suenan los Beatles con Drive my car, la nena se pone a bailar y tú la miras con una gran sonrisa, salgo y me tomas de las manos y nos ponemos a bailar, los gatos dejan de lamerse asombrados y nos miran fijamente con la gravedad que les caracteriza. Me das un beso que me sabe a pasado, presente, futuro y realidad. Te abrazo muy fuerte y Viento se mete entre los dos, la cargas y la llenas de besos como siempre habías prometido. ¿No te parece curioso que este sea el último recuerdo de un gato a punto de morir?.

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