En Libreta

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En Libreta/Sarlo: 19 de mayo. Sobre Baudelaire escribe Benjamin: “Lo original en la poesía de Baudelaire es que las imágenes de la mujer y de la muerte se compenetran en una tercera, la de París”. Didi-Huberman (que trae la cita) continúa: “Las alegorías de Baudelaire saben ‘elevar’ lo que sobrevive en la caída, en la descomposición misma, de las figuras de la ciudad”. Esa es la idea de Ninfa moderna. Essai sur le drapé tombé. Seguir las alegorías caídas y los anamorfismos rotos de la fotografía de Germaine Krull que muestra una mendiga, echada, quizás enferma, envuelta en paños que nunca tuvieron ninguna dignidad. El vestido de la ninfa caída olvidó la geometrización de la escultura clásica y del manierismo. Es simplemente resto, sobrante. Y sin embargo hay un fantasma vestido con esos harapos, descubierto por la mirada retrospectiva y anacrónica. Ejercicio: mirar la fotografía de la mendiga como un paño esculpido por Bernini sobre el que cayeron cuatro siglos de basura. Hay algo de estetizante en esa mirada, pero también el reclamo de no limitar el modelado de un paño a lo que alcanzó la habilidad del escultor. A diferencia de

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En Libreta/Sarlo:

19 de mayo. Sobre Baudelaire escribe Benjamin: “Lo original en la poesía de

Baudelaire es que las imágenes de la mujer y de la muerte se compenetran en una

tercera, la de París”. Didi-Huberman (que trae la cita) continúa: “Las alegorías de

Baudelaire saben ‘elevar’ lo que sobrevive en la caída, en la descomposición misma,

de las figuras de la ciudad”. Esa es la idea de Ninfa moderna. Essai sur le drapé

tombé. Seguir las alegorías caídas y los anamorfismos rotos de la fotografía de

Germaine Krull que muestra una mendiga, echada, quizás enferma, envuelta en paños

que nunca tuvieron ninguna dignidad. El vestido de la ninfa caída olvidó la

geometrización de la escultura clásica y del manierismo. Es simplemente resto,

sobrante. Y sin embargo hay un fantasma vestido con esos harapos, descubierto por la

mirada retrospectiva y anacrónica. Ejercicio: mirar la fotografía de la mendiga como

un paño esculpido por Bernini sobre el que cayeron cuatro siglos de basura. Hay algo

de estetizante en esa mirada, pero también el reclamo de no limitar el modelado de un

paño a lo que alcanzó la habilidad del escultor. A diferencia de los dedos de Santa

Teresa que sujetan el paño de Bernini, la ninfa mendiga no sabe lo que es la histeria.

Después de Baudelaire, leído por Benjamin, es posible que la paseante ya no pase: en

la fotografía de Germaine Krull de 1928, la clocharde queda en su lugar, con su

botella de vino, cubierta la cabeza con un sombrero que oculta la mirada, “viejos

restos yacientes”. La muerte espera su momento para roer.