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1 "Supongo que no lo es. Después de todo se te ve bastante bien." Harry comentó luego de pensarlo un momento y luego agregó: "Nunca me imaginé que te reconciliarías con él en vez de pelear luego de aquel incidente." "Bueno, soy una persona razonable." Hermione se encogió de hombros y decidió que con eso se tendría que acabar la conversación. Harry se fue un par de horas más tarde. Mientras caminaba hacía la chimenea Hermione lo abrazócomo de costumbrey Draco aprovechó ese momento para hacer su aparición. "¿Te vas, Potter? ¿Quizás querrías quedarte para cenar?" Preguntó él de forma casual mientras se acercaba a Hermione y ponía un brazo alrededor de su cintura con una actitud claramente posesiva; ella lo miró a la cara, no podía creer lo que estaba escuchando. Harry también se mostró sorprendido, pero su sorpresa pronto se convirtió en cautela. "Me encantaría, pero tengo un asunto pendiente; quizás en otra ocasión." Con sospecha, se despidió de Hermione con el movimiento de una mano y con un simple asentimiento hacia Draco. Draco aún mantenía su brazo pegado al cuerpo de Hermione una vez que Harry ya se había ido, y ella se quedó observando el punto de su desaparición al hablar: "En verdad aprecio el esfuerzo, Draco, fue muy gentil de tu parte que lo invitaras, pero realmente no me puedo imaginar una situación más tensa que teneros a Harry y a ti en la misma mesa para una comida." "No esperaba que aceptara si eso es lo que te preguntas." "Estoy segura de que él sabía eso."Hermione suspiró y, cuidadosamente, quitó el brazo de Draco de su cintura para caminar tranquilamente hacia el gran sofá en el que había estado sentada con su amigo antes. Draco la siguió y se sentó en un sillón, lo suficientemente cerca como para encararla. "Hemos recibido invitaciones para el casamiento de tu primo. Mi madre también ha sido invitada." "¿Quieres ir?" Preguntó Hermione de forma desinteresada.

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"Supongo que no lo es. Después de todo se te ve bastante bien." Harry comentó luego de pensarlo un momento y luego agregó: "Nunca me imaginé que te reconciliarías con él en vez de pelear luego de aquel incidente."

"Bueno, soy una persona razonable." Hermione se encogió de hombros y decidió que con eso se tendría que acabar la conversación.

Harry se fue un par de horas más tarde. Mientras caminaba hacía la chimenea Hermione lo abrazó—como de costumbre—y Draco aprovechó ese momento para hacer su aparición.

"¿Te vas, Potter? ¿Quizás querrías quedarte para cenar?" Preguntó él de forma casual mientras se acercaba a Hermione y ponía un brazo alrededor de su cintura con una actitud claramente posesiva; ella lo miró a la cara, no podía creer lo que estaba escuchando.

Harry también se mostró sorprendido, pero su sorpresa pronto se convirtió en cautela. "Me encantaría, pero tengo un asunto pendiente; quizás en otra ocasión."

Con sospecha, se despidió de Hermione con el movimiento de una mano y con un simple asentimiento hacia Draco. Draco aún mantenía su brazo pegado al cuerpo de Hermione una vez que Harry ya se había ido, y ella se quedó observando el punto de su desaparición al hablar: "En verdad aprecio el esfuerzo, Draco, fue muy gentil de tu parte que lo invitaras, pero realmente no me puedo imaginar una situación más tensa que teneros a Harry y a ti en la misma mesa para una comida."

"No esperaba que aceptara si eso es lo que te preguntas."

"Estoy segura de que él sabía eso."—Hermione suspiró y, cuidadosamente, quitó el brazo de Draco de su cintura para caminar tranquilamente hacia el gran sofá en el que había estado sentada con su amigo antes. Draco la siguió y se sentó en un sillón, lo suficientemente cerca como para encararla.

"Hemos recibido invitaciones para el casamiento de tu primo. Mi madre también ha sido invitada."

"¿Quieres ir?" Preguntó Hermione de forma desinteresada.

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"¿Tengo opción?" Preguntó Draco de la misma forma que Hermione.

"Por supuesto que la tienes, puedes excusarte y nadie te recordará tu ausencia por los próximos treinta años. Yo, por otro lado, no tengo excusa alguna para no asistir."

"Iré si tu vas." Contestó él simplemente.

"Odias a mis primos."

"No, tus primos me odian a mi; a mi simplemente no me importan en lo más mínimo."—Explicó Draco con su habitual serenidad que otras personas no demostrarían al hablar de algo así. —"Además, ¿importa? También tendré que tolerarlos en cada festividad que quieras pasar con ellos, y en cualquier otro encuentro de cualquier tipo."

Parecía algo natural y simple para él, pero para Hermione era otro asunto para pensar una y otra y otra vez. Todo lo que decía era verdad, era real, y era abrumador. Porque en verdad eran una familia, de una forma más legal que sentimental por supuesto, pero aún así estaban comprometidos en uno con el otro y Draco había asumido completamente el tener que ser parte de su vida como su esposo. Y ella no podía decirle que no.

"Cierto, mejor acostumbrarse a ello." Hermione se quedó mirando en silencio por un momento, preguntándose cómo resultaría acceder a sus deseos y realmente intentar que todo funcionara entre ellos. Él no le devolvió la mirada, estaba mirando en vez a la ventana, concentrado en sus propios pensamientos.

Hermione quería, por el momento, dos cosas: primero, olvidarse de Ron, y segundo, al menos amigarse con Draco, intentar y lograr el armado de una relación con él. No sabía cual de sus metas era la más complicada. ¿Podría olvidarse de Ron de una forma romántica? ¿Dejaría de amarlo algún día? Sabía la respuesta a aquella última pregunta: no, definitivamente no; nunca dejaría de quererlo, pero quizás si podría dejar de amarlo. Quizás si le diera una oportunidad a Draco…

¿Pero sería justo darle a Draco una oportunidad con tal de olvidar a Ron? Hermione no quería usarlo, no era su estilo hacer algo así. Aunque a Draco no le molestaría, ya que él la usaba a ella también.

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'Aunque supongo que si gusta de mi. Si yo no le gustara, no estaríamos aquí ahora mismo, no de esta forma.'

Incluso si le gustaba porque tenía que gustarle, ¿su actitud no debía verse como algo positivo el que dejara de lado todo lo que le disgustaba de ella y que hiciera un esfuerzo por estar a su lado? Ella estaba haciendo exactamente lo mismo en realidad; cuando miraba a Draco no podía pensar en él como alguien que odiara a los muggles, esclavizara elfos y fuera simplemente un hombre deplorable, a pesar de que sabía que todo aquello no estaba lejos de la realidad; lo que veía era a un joven, una persona como ella, que era demasiado terco para pensar distinto, y aún así ella sabía que Draco tenía un buen corazón en lo más profundo de su ser.

Y es lo importante, ¿verdad? Ser bueno a pesar de todas las malas cualidades que uno puede llegar a tener. Quizás él podría ser cambiado con su buena influencia, quizás ella podía hacerle ver las cosas a su manera, quizás él podría convertirse en una mejor persona. Quizás ella podría ayudarlo—incluso si él no quería ser ayudado.

Draco tenía buenas cualidades, Hermione estaba segura de ello. Podía ser muy amable, cómico—aunque su sentido del humor tenía tintes de sarcasmo-, amaba a su madre incondicionalmente a pesar de todos los errores que había cometido, no era partidario de la tortura a pesar de su horrible crianza en el lado oscuro, podía ser paciente—aunque tenía un límite, podía serlo cuando quería.

Era una cuestión de ver el lado positivo.

"¿Qué?" Preguntó Draco al darse cuenta de que Hermione lo observaba detenidamente.

Ella se encogió de hombros y retiró su mirada de la suya, sonrojándose levemente. "No es nada."

"¿Estás enojada?" Su tono era escéptico, entrecerró sus ojos con tal de verla mejor.

"No, ¿por qué piensas eso?" Ella negó con la cabeza y lo volvió a mirar, esta vez con asombro.

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"Porque esta es la primera vez que te veo sonrojarte y no es porque estés enfadada." Draco sonrió de forma triunfante, logrando que Hermione se sonrojara aún más y, antes de que ella pudiera replicar, él agregó: "¿Me estabas comiendo con los ojos?"

"¡Por supuesto que no!"

"¡Si lo estabas!"

"¡No! Tan sólo me estaba preguntando algo."

"Esta bien, me estabas comiendo con los ojos y además te estabas preguntando algo."—él volvió a sonreír, se levantó y se sentó junto a ella en el sofá antes de que pudiera decir algo más. Hermione se movió para tener más espacio personal. —"Por favor, cuéntame, ¿qué te estabas preguntando?" dijo Draco con un tono juguetón.

"Tan sólo me estaba preguntando… si…"—Hermione vaciló, él parecía estar de muy buen humor, pero sería mejor no jugar con fuego. —"¿Me acompañarías a ver a una amiga?"

Sorprendido, Draco la observó con ojos inquisidores. No tenía idea de qué estaba pasando por su cabeza, nunca se habría imaginado que ella quería que él la acompañara a ver a un amigo; ¿y quién sería? De seguro no Potter ni Weasley.

Hermione en realidad tuvo que idear algo bastante rápido. Era algo que había pensado ya hacía bastante tiempo. Si Draco Malfoy aceptaba hacer aquello—y se comportaba bien durante la visita—podrían llegar a tener una oportunidad los dos.

"¿A quién?"

"Andrómeda Tonks."

"¿Andrómeda Tonks?" Preguntó él asombrado. ¿De quién estaba hablando? El nombre Tonks le resultaba familiar, pero no podía combinarlo con ninguna persona en particular. ¿Había un Tonks en Hogwarts? No en Slytherin, eso seguro. Draco no recordaba a nadie de su año de nombre Tonks.

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"Si, tu tía." Ella pronunció cada palabra con delicadeza, esperando una actitud más reaccionaría viniendo de él.

Su primer pensamiento al escuchar la palabra "tía" fue Bellatrix Lestrange, sólo medio segundo más tarde se dio cuenta de quién estaba hablando Hermione: ¡Andrómeda Black! Se había olvidado completamente de que su madre había tenido otra hermana; en verdad, toda su familia se había olvidado de ella. En su infancia se le había prohibido pronunciar su nombre.

El rostro de Draco repentinamente se puso muy pálido y tragó saliva sonoramente al mirar a Hermione a los ojos. Ella quería que él conociera a su tía, la exiliada, ¡y él ni siquiera estaba seguro de poder llamarla "tía"! Jamás la había conocido, tan sólo se le había dicho a sus 7 u 8 años de edad qué era lo que les sucedía a los traidores de sangre, y sus padres habían puesto a aquella hermana de su madre como ejemplo. De no ser por eso nunca en su vida se habría enterado de su existencia; y es que era como si no existiera, como si jamás hubiese nacido… eso era el exilio. Por aquello mismo el nombre "Andrómeda" no le resultaba familiar, tan sólo lo había escuchado una vez en su vida, bueno, dos veces considerando que Hermione acababa de mencionarlo.

"Bueno, ¿qué me dices?" Hermione insistió al ver que Draco se había quedado mudo.

'Esto es una prueba, obviamente.' Pensó Draco; era absolutamente cruel, por supuesto, y aún así, increíblemente brillante. ¿Pero cuales eran sus intenciones? Se preguntó. De seguro quería ver su reacción. Bueno, su silencio por más de un minuto ya le había dado algo que pensar.

"Si, seguro, iré." Dijo repentinamente, dándose cuenta de que no tenía idea de qué tendría que hacer. '¿Realmente me obligara a hacerlo? ¿Debería preguntarle a mi madre? ¿Debería decirle? ¿Cómo reaccionará?' de a poco empezaba a caer en la cuenta y a entrar en pánico, pero debía mantener su compostura en frente de Hermione, así que apartó su mirada de la de ella y se acomodó aún más en el sofá.

"¿En serio?" Preguntó una perpleja Hermione.

Le resultó muy difícil asentir con la cabeza, ni siquiera se atrevió a mirarla a la cara porque de seguro descubriría la batalla que tenía en su cabeza, así que cerró los ojos e intentó relajarse en el sillón.

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"No me molestará ir sola, sabes." Intentó ella otra vez, analizando qué tanta voluntad tenía para no librarse de la propuesta cómo sabía que quería hacer.

"Y a mi no me molestará ir contigo." Contestó Draco mientras suspiraba internamente, manteniendo sus ojos cerrados al continuar con la misma idea. '¿Por qué me está haciendo esto? ¡Me he comportado extremadamente bien! Mi madre odiará la idea…'

"¿Estás seguro?" preguntó Hermione, asombrada aún.

Draco abrió los ojos lentamente y miró los de ella detenidamente; se lo veía torturado pero determinado al mismo tiempo: "Si. Tan sólo no le digas nada a mi madre sobre esto. Jamás debe enterarse."

Hermione, sin palabras, asintió con la cabeza. No esperaba que accediera así nomás, pero lo que más le asombraba era el hecho de que estaba más preocupado de que su madre se enterara en vez de preocuparse por tener que encontrarse con una traidora de sangre—como él la llamaría—de su propia familia.

Aquella misma noche le escribió una carta a Andrómeda preguntándole qué pensaba sobre ver a Draco—y principalmente, qué le parecía que Draco conociera a Teddy. Le aseguró que no había riesgo alguno, y le explicó que necesitaba que Draco la conociera. Andrómeda, desafortunadamente, tan sólo se enteró del casamiento de Hermione por medio de la prensa, por lo tanto, Hermione razonó que estaría absolutamente confundida por las expectativas que tenía, ¿pero qué más debía decirle? ¿Mentir diciendo que Draco quería redimirse o algo así? En verdad, era ella quien quería que él se redimiera. Sería una situación incómoda, pero merecía la pena intentarlo.

Aquella noche tuvieron su primera cena como un matrimonio. Hermione había sido la cocinera, habiéndose rehusado a permitir que los elfos domésticos hicieran algo y, consecuentemente, molestando a Narcissa. Pero tanto ella como Draco quedaron impresionados con su habilidad para cocinar. Narcissa tuvo una mirada de disgusto en su rostro hasta que probó los filetes de cerdo que Hermione había preparado. Aparentemente era un inmenso honor que ella la felicitara por la comida.

Tras encontrarse solas una vez que Draco había decidido recluirse en su habitación; Narcissa no quiso permitirle lavar los platos. Ya era

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suficientemente malo que hubiera cocinado, le explicó Narcissa, una dama de sociedad jamás debía hacer tales cosas como cocinar y limpiar; aparentemente Narcissa había dejado pasar el tema de la cocina por haber escuchado que la forma de llegar al corazón de un hombre era a través de su estomago, por lo que si la comida era lo suficientemente buena de seguro a Draco le caería mejor; pero limpiar era algo que estaría completamente fuera de lugar. Hermione no quería discutir con ella—sinceramente no le importaba si era la primera Malfoy o Zabini en hacer quehaceres—pero no podía permitir que lose elfos domésticos de Narcissa hicieran trabajo de esclavos.

Fue de lo más difícil llegar a un acuerdo con ella pero aparentemente el temor de que Hermione deshonrara el nombre y la sangre de la familia hizo que Narcissa aceptara pagarles a los elfos por su trabajo. 'La próxima vez quizás incluso logre que les dé vacaciones.' Pensó Hermione para sí misma; estaba tan contenta con su pequeña victoria que se fue a la cama con una sonrisa aquella noche.

Cuando despertó a la mañana siguiente, tomó su desayuno junto su suegra, quien era una persona mañanera, a diferencia de su hijo, quien dormía fácilmente hasta las 9 de la mañana o más aparentemente. Antes de que Hermione partiera para la universidad, Narcissa le informó que pasaría el resto del día en Inglaterra, y regresaría para cenar, así que Draco y ella tendrían la casa para ambos por el resto del día. Aunque tampoco sería mucho, ya que Hermione regresaría al mediodía y Draco probablemente se iría luego de almorzar, y para cuando hubiera regresado ya sería la hora de la cena. Hermione estaba agradecida por aquel arreglo, de esa forma tendría toda la tarde—y la casa—para sí. No recordaba cuando había sido la última vez que había estado realmente sola.

Sus clases de la mañana fueron bastante buenas; lamentaba tener que irse de Italia y cambiarse al sistema británico; aunque le resultaría más sencillo por el idioma, se había acostumbrado al sistema italiano y le encantaba el desafío. Antes de su mudanza con Draco, dedicaba todas sus tardes, luego del almuerzo, a hacer sus traducciones y estudiar el idioma con más profundización junto con su carrera. Y su familia era de gran ayuda. Se percató de cuánto extrañaría vivir con ellos cuando volvió a su nueva casa aquel día.

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La casa era hermosa—más allá de lo que dijera Narcissa—todo era nuevo y lujoso, pero no podía verla como su hogar. Apenas había estado viviendo allí por un día y sabía cuan rápido tendría que irse. ¡Y había tenido tantas nuevas casas en el último año! El único lugar al que realmente podía llamar su hogar era la casa de sus padres—actualmente abandonada luego de un mes de cuarentena y otros tres en los que ella vivió en la comodidad de la mansión de sus abuelos.

En los cinco meses que estuvo viviendo con su verdadera madre en Inglaterra, en algún momento llegó a considerar a aquella mansión como su hogar, pero eso hasta que se enteró de su compromiso con Draco Malfoy y decidió no volver a tener nada que ver con su madre (en lo que no tuvo éxito) y dejar la mansión Zabini; luego volvió a la casa de sus padres; el día que pasó en la mansión Malfoy difícilmente podía ser tomado en cuenta; y los cuatro meses que vivió con sus abuelos y el resto de los herederos Zabini era un asunto distinto: se sintió como en su casa luego del primer mes, pero aún no podía pensar que aquella mansión era su hogar porque no tenía ningún derecho sobre ella, y nada de historia al respecto tampoco. La primera semana se sintió como una completa extraña, pero cuando logró conocer mejor a sus primos Illan y Marcus y a sus tíos, sintió que la recibían con los brazos abiertos, y así fue.

'¿Llegaré a considerar a la mansión de los Malfoy como mi hogar algún día?' Legalmente lo era, tenía el derecho sobre el lugar. ¿Pero algún día lo sentiría así?

Colgó su abrigo y su bufanda en el perchero y se quitó los guantes luego de entrar. Afuera estaba helado, en contraste con la cálida temperatura de la casa. Caminó silenciosamente del pasillo hacia el estudio, dónde dejó sus libros. No veía a Draco por ningún lado; no tenía ganas de buscarlo, pero sintió que sería mejor hacerlo si quería llegar a tener una buena relación con él.

"¿Draco?" llamó por el pasillo mientras caminaba hacia la sala de estar: no estaba allí.

El contacto de una mano en su hombro la sobresaltó, y con un grito ahogado se dio vuelta para verlo. Él se mostraba serio y expectante: "¿Cómo estuvo tu día?" Preguntó muy cortésmente.

"Estuvo bien, muy bien." Ella asintió con la cabeza, reasegurando su respuesta luego del pequeño susto. "¿Cómo estuvo tu mañana?"—antes

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de que él pudiera replicar, ella notó lo que tenía puesto—"Veo que aún no ha terminado. ¿Qué haces en pijamas a las 12:15 del mediodía?"

"Por Merlín, suenas como mi madre. La única razón por la que bajé fue porque te escuché llamar."

"Dejare pasar eso."—Dijo Hermione arqueando una ceja—"¿Me acompañarás para almorzar o prefieres esperar hasta el último minuto para prepararte para tus clases e irte?"

Entonces fue Draco quién arqueó una ceja, sorprendido por su actitud tan directa y autoritaria; pero decidió aceptar y vestirse para almorzar. Quería creer que Hermione estaba volviendo a ser como era antes—demostrando aquella actitud que solía odiar tanto en sus años en Hogwarts y que, además, le resultaba fascinante. Prefería a Hermione la mandona que a la depresiva e histérica que le había disgustado tanto en los últimos meses.

"Andrómeda respondió tu carta."—Le comentó Draco a Hermione durante el almuerzo. —"Llegó esta mañana, la lechuza me despertó rascando mi ventana. Gracias a Merlín que mi madre no fue quien la recibió."

"Si te hubieras levantado antes no habría habido mucho riesgo."

"¿Cuál es tu problema con mis horarios? No es que tengas que estar aquí para que te moleste, e incluso si lo estuvieras, ¿por qué te molestaría no verme en toda la mañana?"

"No me molesta."—No pensaba responder a la última pregunta—"Tan sólo me sorprende. Pensé que tendrías algo con qué entretenerte en vez de dormir más que un niño."

"Dormir es de lo más relajante, para que sepas. Me despeja la mente después de haber tenido que tolerarte el día anterior, y me prepara para tener que verte durante el resto del día." Sonrió mientras observaba la mirada penetrante de Hermione; era divertido molestarla. —"Pero si te quedas una mañana, me levantaré a tiempo por si quieres entretenerme."

"Qué infantil eres."—Hermione hizo una pausa para suspirar y decidió volver al tema anterior. —"¿Qué decía la carta?" No iba a dejar que siguiera tocándole los nervios.

"¿Qué te hace pensar que he abierto? No estaba dirigida a mí."

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Algo sorprendida, ella se encogió de hombros. "Tan sólo me imaginé que sería algo que harías."

"Se que no tienes un muy buen concepto de mi, pero al menos podrías intentar disimularlo de vez en cuando." Dijo él con un leve gesto de enfado.

"¡Está bien!"—Enfatizó Hermione mientras se levantaba de la silla apresuradamente. —"¿Dónde la dejaste?"

"¿Estás tan apresurada por leerla que no puedes siquiera terminar una comida con tu esposo?"—No es que le molestara, tan sólo intentaba jugar con ella, para su entretenimiento y molestia de Hermione, quien sólo lo miró con unos ojos para matar mientras esperaba una respuesta. —"Está en mi habitación, en mi mesa de luz al lado de mi cama."—Notó que la muchacha vacilaba y agregó: "Se te está permitido entrar, aunque no puedas creerlo."

Draco creyó haberla visto sonrojarse levemente mientras se daba la vuelta para dirigirse hacia su habitación. Regresó bastante rápida con la carta en una mano. Sólo la abrió una vez que se sentó. Draco la observaba con cautela mientras ella la leía; lo que fuera que dijera la carta, él estaba casi seguro de que no le gustaría. Si su tía era una amante de muggles y amiga de Hermione, de seguro no rechazaría una visita.

"Nos invita a cenar." Comentó Hermione luego de leerla.

"¿Cenar?"—Draco casi se ahoga en lo que había estado comiendo. No había esperado una cena, quizás tan sólo el té de la tarde, ¡algo que no implicaba más de una hora y media de visita! Pero una cena implicaba al menos dos horas y media, en las cuales tendrían que hablar antes de que se sirviera la cena, durante la cena, luego durante el postre, ¡y luego del postre tendrían que hacer sobremesa con té o café!

"Aún puedes retractarte."

"Iré."—Dijo él entre dientes; y ella sonrió de forma desafiante. "¡¿Qué es tan gracioso?"

"Tu lucha interna. ¿A qué le temes, Draco?"

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"No le temo a nada, querida." Enfatizó la última palabra, esperando que le molestara, pero ella no mostró ningún signo de perturbación como solía hacer cada vez que él la llamaba así. —"Tan sólo no estoy emocionado por tener que ir a cenar con una mujer que no conozco, arriesgado la ira de mi madre."

"¿No la has visto en tus 20 años? ¿En serio? ¿Ni siquiera una vez?" Preguntó una sorprendida Hermione.

"Ni siquiera una vez. Todo vínculo fue cortado, a eso se le llama exilio. Todo lo que se me ha dicho de ella es que deshonró a la familia casándose con un sangre—con un hijo de muggles, y peor aún, tuvo su descendencia. Está prohibido hablar de ella, así que el tema tan sólo se me mencionó una vez como ejemplo a no seguir."— Negó con la cabeza con una mirada de preocupación en su rostro. —"Si mi madre llegara a enterarse, no se de ti, pero yo seré hombre muerto."

Hermione se quedó en silencio un momento, observándolo con curiosidad; y luego preguntó: "¿No te interesa conocerla?"

"¿Debería interesarme?" Preguntó él, entre desinteresado y cauteloso porque no quería responder mal.

"'¡Por Merlín, Malfoy! ¿No tienes juicio propio?"—Él abrió su boca para replicar, pero Hermione lo detuvo antes de que pudiera, continuando con lo que tenía en mente.—"No se sobre ti—por lo cual te estoy preguntando pero no pareces siquiera darte cuenta de ello—pero cuando me dijeron que tenía parientes, quise conocerlos, quise saber de dónde venía, cómo era mi familia. Si alguno de los parientes de mi madre estuvieran vivos, me encantaría poder conocerlos a pesar de las horribles historias de su pasado." Hermione pausó por un momento en el que los dos se quedaron en silencio, tan sólo mirándose el uno al otro, uno con interés en la mirada, el otro expectante. "Cuando te dijeron que tenías una tía, ¿no sentiste curiosidad y te preguntaste cómo sería?"

"No lo sé, fue hace mucho tiempo."—Se encogió de hombros, algo incómodo. —"Quizás, supongo." Le resultaba complicado ponerse en el lugar de Hermione, empatizar con ella y lo que pensaba sobre el significado de ser una familia. Él no había tenido mucho contacto con los pocos parientes que llegó a conocer. Su padre no tenía hermanos, sus abuelos estaban todos muertos para cuando fue a Hogwarts, y su tía Bellatrix… bueno, nunca le cayó demasiado bien, más bien solía temerle.

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"Supongo que no tuviste mucha familia con la que relacionarte, ¿huh? Tu única familia en nuestra boda fue tu madre."

"Y 57 de nuestros invitados al casamientos eran parientes tuyos."

"Tengo muchos parientes; me gustaría poder conocerlos a todos tan bien como conozco a Illan y a Marcus… e incluso a Ángela."

"¿Ángela es la muchacha delgada con trenzas que me dio una caja de galletas y una nota de agradecimiento?"

"Si, esa misma. Le has caído bien desde que me obligaste a mudarme aquí."

"Una buena muchacha, de seguro estaría en Slytherin si fuera a Hogwarts."

"Estamos de acuerdo en lo de Slytherin."—La conversación se detuvo por algunos minutos mientras continuaron comiendo. —"¿Qué deberíamos decirle a tu madre sobre esta noche?"

"Le diremos que saldremos a cenar juntos. Remarcaremos la palabra "juntos" para que asuma que es una ocasión especial para nosotros, de seguro creerá que estamos arreglando nuestros problemas y de seguro querrá pasar la noche en la mansión Malfoy para darnos privacidad a nuestro regreso, sólo por si acaso."—Hermione arqueó una ceja, Draco continuó divagando. —"Podría mandar a un elfo doméstico a espiarnos, pero creo que puedo lidiar con ellos."

"¡No te voy a permitir lastimar a esas pobres criaturas tan sólo porque le temes a tu madre!" Exclamó Hermione entre dientes. Draco tan sólo le arqueó una ceja y se quedó mirándola mal.

"No pensaba hacerlo."—Desligó su mirada de la suya y ferozmente llamó a los tres elfos domésticos que su madre había dejado en la casa para que trabajaran. Los tres aparecieron al mismo tiempo, en el mismo segundo que Draco los llamó.

"A vosotros tres os ordeno que no nos sigan bajo ninguna circunstancia esta noche; si mi madre os ordena que hagáis eso, debéis decirle que pedimos tener algo de privacidad, y que sería muy bueno para nuestra

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relación si no persistiera en sus deseos. Si se os obliga, venís a mí directamente. Si os oponéis a mis deseos, los liberaré a todos."

Sus últimas palabras hicieron que los elfos literalmente temblaran con miedo mientras asentían sus pequeñas cabezas. Instantáneamente desaparecieron cuando Draco les dijo que podían irse. Que los elfos temieran la libertad era algo que estaba más allá de la comprensión de Hermione.

"Tu madre…"—Empezó a decir ella lenta y gentilmente. —"…puede amenazarlos tanto como tu. No veo el punto de todo esto, ella se enterará de un modo u otro si quiere hacerlo."

"Y podría amenazarlos por una tercera vez, sería un ciclo sin fin; por lo tanto, ella no verá la razón para doblegar mi voluntad. Pero hará preguntas, te lo aseguro."

"¿Y se supone que debo mentirle?"

"Mentir es una palabra muy fuerte, querida, quizás preferirías decir "evadir la verdad"."

"Tu madre ya no puede públicamente decir que está prohibido tener contacto con su hermana por su matrimonio con un hijo de muggles. No creo que tengas que preocuparte tanto por ello, no debería molestarte por nuestro encuentro."

"Lo que sucede dentro de la familia se queda dentro de la familia. Los Malfoys no salen al público a hablar de sus problemas."

"Cómo sea, Draco; te esperaré a las 7:30 pm. Deberías hablar con tu madre antes de irte a la universidad; estaba planeando venir a cenar."

Hermione negó con la cabeza mientras pensaba: 'Qué paranoico.' El resto del almuerzo fue sorprendentemente bueno, no discutieron por nada, él no intentó tocarle los nervios nuevamente, era impresionante cuan civilizado podía ser cuando quería.

Ella tan sólo esperaba que su buena conducta durara hasta el final del día.

Draco parecía estar a punto de retractarse mientras se preparaban para ir a la casa de Andrómeda aquella noche. Él hablaba como si estuviera muy

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confiado, pero su voluntad no parecía tan fuerte. Hermione se preguntó si era realmente el miedo de la ira de su madre lo que lo hacía vacilar o si en realidad era su aversión a los traidores de sangre—la cual trataba de ocultad de ella—la razón por la que actuaba de aquella forma.

A pesar de sus conflictos internos y la paranoia de su madre, Draco hizo su mejor esfuerzo para fingir indiferencia y, con un brazo alrededor de la cintura de ella—del cual Hermione no se quejaba tan sólo con tal de tener una coexistencia pacífica—Draco entró a la chimenea con ella. La red flú los transportó en la casa de su tía. Antes de que sus ojos se encontraran con la vista, sus oídos reconocieron algo que no escuchaba muy seguido: el llanto de un bebé.

Cuando abrió los ojos—lo cual le tomó un poco más de lo normal—un escalofrío le recorrió la espalda, ya que pensó que estaba viendo a Bellatrix Lestrange. Pero ver que Hermione sonreía y caminaba hacia ella, le aseguró que no se trataba de su tía muerta que había regresado del inframundo con un niño llorón en sus brazos.

Andrómeda la saludó con mucho entusiasmo y le pasó al pequeño Teddy, quien Hermione abrazó y besó efusivamente. El niño dejó de llorar una vez que ella lo tomó en brazos y empezó a reír mientras le tiraba del cabello y balbuceaba cosas inentendibles. Hermione apartó la vista del pequeño para ver a Draco—quien estaba aún tratando de mantener su compostura—siendo abrazado ferozmente por su tía. El pobre muchacho no sabía qué esperar ni como reaccionar a tal demostración de afecto; Hermione se percató de que no estaba acostumbrado a ese tipo de actitud. Teddy la miró a la cara y siguió su línea de visión, entonces pareció notar a Draco y cambió el color de su cabello para que igualara al de él mientras lo señalaba y hacía un sonido de bebé.

"Es tu primo Draco; ¿puedes decir Draco?" le preguntó Hermione; el pequeño Teddy no parecía estar escuchándola, y sólo se quedaba observando a Draco abstraídamente, a quien Andrómeda estaba llevando a través de la sala de estar para sentarlo en un sillón. El rostro de Draco ya no mostraba indiferencia, en aquel momento se veía absolutamente confundido y desesperado mientras le devolvía la mirada a Hermione, suplicándole silenciosamente ayuda con sus ojos.

Hermione sonrió para si misma y los siguió. Se sentó al lado de Draco, con Teddy en su falda—el cual estaba tratando de alcanzar el rostro de

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Draco—y Andrómeda se sentó en un sillón en frente de ellos. Ella había estado halagando a Draco constantemente y haciéndole preguntas personas desde que habían llegado. Draco la observaba con incredulidad y tan sólo asentía la cabeza en respuesta; sólo cuando Teddy emitió un grito de queja Draco apartó sus ojos del rostro de su tía para ver al niño en vez.

"¿Qué?" Sorprendido, le preguntó al bebé, el cual cambió el color de sus ojos al de él cuando pudo finalmente ver los suyos de más cerca.

"Uh-ahh" contestó Teddy, ahora tratando de desprenderse de los brazos de Hermione para ir con Draco.

"Quiere ir contigo, Draco." Andrómeda le dijo mientras Hermione se quejaba a modo de juego de que Teddy la quería abandonar. Ella, expectante, observó a Draco mientras Teddy luchaba por ir con él; si antes Draco había estado desconcertado, ahora no había palabra alguna para describir su estado mental.

"Uhm… Bien…?" Era más una pregunta que una respuesta; Hermione rió para sus adentros y colocó al niño sobre la falda de Draco, lo instruyó para que pusiera al menos una mano en su espalda con tal de prevenir que el niño se cayera. Él observó a Teddy con curiosidad, y Teddy lo observó a él con determinación e interés mientras hacía un esfuerzo por ponerse de pie encima suyo y alcanzar su nariz; aparentemente quería saber cómo se sentía tirar de ella.

"¿Por qué está haciendo esto?" preguntó Draco con un tono de voz peculiar, producto de la investigación del infante.

"Quiere que digas 'quack', como un pato." Explicó Andrómeda.

"Uh-ahh." Confirmó Teddy.

"No voy a decir 'quack'." Su declaración hizo que el infante soltara su nariz y riera alegremente mientras se dejaba caer para volver a sentarse en su falda; ambas mujeres rieron también. Draco no las comprendía, la situación parecía ser cómica, si, pero era extraña. Él nunca en toda su vida había tenido que lidiar con un bebé, ni tampoco con aquella curiosa tía suya que se parecía demasiado a Bellatrix y actuaba de una forma más afectuosa con él de lo que hacía su propia madre.

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No parecía tan mala como para ser una traidora de sangre, reconoció Draco. No es que estuviera de acuerdo con su elección para un esposo—y posterior descendencia; pero parecía simpática. Aunque le resultaba un poco incómodo que fuera tan cariñosa y que insistiera en saber más y más sobre él, y persistiera en hacer preguntar poco adecuadas sobre tiempos de los cuales él no tenía memoria alguna, ya fuera porque había sido muy joven en aquella época o porque directamente no había nacido.

Fue así todo el tiempo durante la cena. Draco había tenido la esperanza de que quizás su tía y su esposa pasarían el resto de la noche hablando la una con la otra sobre sus cosas—después de todo eran mujeres—pero, aparentemente, él era quien debía ser el centro de atención. Quizás si Hermione no hubiese estado tan ocupada entreteniendo al infante durante la mayor parte de la visita, la atención de Andrómeda habría sido más equitativa.

Cuando finalmente llegó el momento de que Teddy se fuera a dormir, Andrómeda los dejó solos por unos minutos. Draco lo envidiaba, él también estaba exhausto pero no podía irse a la cama, tenía que quedarse a tomar café antes de irse. Para su suerte, Hermione también parecía estar cansada; ella bostezó con delicadeza una vez que Andrómeda y Teddy estuvieron fuera de vista.

"Te gusta tanto aquel niño que podría apostar a que lo secuestrarías si nadie estuviera mirando."

"Oh, ¡es que es tan adorable! ¿Viste que feliz que estaba de verme? Y no es posible que me recuerde, ha pasado más de un año desde la última vez que lo vi. ¡Ha crecido tanto!" Hermione sonrió al recordar la escena.—"Verlo tan feliz me alegra el día."

"Entonces deberíamos invitarlo a casa seguido."

"¿Quieres invitarlo para que yo me entretenga? No se si considerarte dulce y considerado o simplemente espeluznante."

"¿Sabes que considero espeluznante?"—Draco se acercó a ella para susurrar en su oído—"Los intentos de aquella mujer por acercarse a mí."

"Tienes que tener en cuenta que tu eres la primera conexión que Andrómeda a tenido con su familia en años, Draco. ¡Por más de 27 años no ha sido parte de lo que una vez fue su todo! ¿Puedes imaginar lo que

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es eso? Que todo lo que tenías, todo lo que conocías y todos a quienes conocías te dieran la espalda y se olvidaran de tu existencia…"

Draco lo consideró por un momento, pero no podía evitar concluir que había sido una elección que había hecho ella por si misma; ella había decidido qué hacer con su vida, tuvo la oportunidad de escoger con quién compartir su vida. Hermione le replicó—de una forma apenas audible, con una mirada de tristeza en su rostro—que el amor nunca podía ser opcional.

"Simplemente… Simplemente no funciona así." Ella se encogió de hombros, ahora recordando a Ron nuevamente. No había sabido de él desde el sábado, cuando se fue luego del accidente. Harry le había dicho que se había ido a la casa de sus padres, Hermione suspiró mientras se preguntaba cómo estaría. Desafortunadamente, no era conveniente para ninguno de los dos verse en aquel momento; aunque Hermione deseaba verlo y hablarle, probablemente sería mejor que no lo hiciera.

Si había una cosa que Draco odiaba, era ver a Hermione triste por Ronald Weasley; él sabía que no podía haber ninguna otra razón para que ella se pusiera melancólica de repente por tan sólo mencionar las palabras "amor" y "elección". Draco frunció el ceño y apartó su mirada de su rostro; prefería que Hermione concentrara su atención en aquel primo suyo en vez de pensar en aquel maldito Weasley.

El retorno de Andrómeda los apartó de sus pensamientos. Ella cerró la puerta detrás de sí y anunció que Teddy finalmente se había quedado dormido. Los tres se sentaron en la sala de estar alrededor de una mesa baja dónde Andrómeda les ofreció té, café y galletas—como si el postre no hubiese sido suficiente. El rostro de Hermione cambió inmediatamente al verla llegar, sonriendo y ofreciéndose para ayudar. Draco, sin embargo, sólo logró mantener una cara de indiferencia.

"Así que estáis casados." Su frase sorprendió a ambos; se percataron de que de todos los temas que habían abarcado, aquel no había sido uno. Draco notó los ojos de Andrómeda en su mano izquierda, aún vendada.—"No ha sido fácil, ¿verdad?" preguntó ella, sin esperar realmente una respuesta mientras les servía té.

"¿Cómo lo evitaste?" Preguntó Draco; recién se daba cuenta, ¡pero era tan obvio! Aquel tipo de arreglos eran tradicionales en ambos lados de su familia; no sólo su madre había tenido un matrimonio forzado, sino

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también su tía Bellatrix, y aquello significaba que Andrómeda debería haber tenido uno también.

"No lo evité."—Contestó ella negando con la cabeza.—"En realidad estaba más que entusiasmada por casarme con mi prometido, Niklaus Earnshaw; ¿queréis conocer mi historia, queridos?"

Hermione, quien tenía su boca ligeramente abierta por asombro, asintió con la cabeza efusivamente. No había pensado que Andrómeda sabría sobre el arreglo matrimonial que tenían, ¡su mente había estado tan ocupada con otras cosas! ¿Qué pensaría Draco de aquello?—giró entonces su rostro para observarlo, se lo veía bastante sereno, y Hermione podía incluso jurar que también parecía sentir curiosidad.

"Fui criada sabiendo con quién me casaría, al igual que mis dos hermanas. No lo veía muy seguido cuando éramos niños, pero nuestros padres se aseguraban de que nos viéramos al menos cuatro veces al año para acostumbrarnos el uno al otro. Sucedía lo mismo con mis hermanas, aunque ambas tenían distintas reacciones respecto de sus prometidos.

Bellatrix, como sabréis, era la mayor de nosotras. A ella nunca le importó mucho su futuro esposo, pero lo aceptaba sin quejas, ya que para ella casarse era un deber y, como era su deber, no veía necesidad alguna de acostumbrarse a él—cada vez que Rodolphus Lestrange visitaba, ella ni siquiera se molestaba en hablarle más de lo que se consideraba necesario. No le importaba su forma de ser, ni siquiera intentó forjar una relación con él, porque tenía claro que se casaría con él de todos modos, fuera como fuera.

Narcissa siempre fue mucho más animada que Bellatrix, y en un principio no le importaba tener que casarse con Lucius, pero dejaré su historia para el final, porque yo voy justo en medio.

A diferencia de mis hermanas, yo era amiga de Niklaus. No era una amistad muy íntima, pero ambos disfrutábamos pasar tiempo el uno con el otro cada vez que nos veíamos. Él era muy bueno conmigo, y yo estaba dispuesta a complacerlo en lo que quisiera, porque él era mi ideal para el futuro; desde muy pequeña incluso ayudé a mi madre a escoger las preparaciones para mi casamiento. Ella se enfadaba cada vez que quería cambiar algo de tanto en tanto, pero a mi me hacía feliz imaginar y planear cómo sería mi vida con él. En verdad, mi deseo no era casarme específicamente con Niklaus, sino tener un esposo. Era la meta de mi vida;

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de haber sido otra persona, lo habría aceptado con el mismo entusiasmo, incluso si él no gustaba de mí.

Bellatrix se casó con Rodolphus cuando tenía 16 años; yo en ese entonces tenía 14 años y no podía esperar para seguir el mismo camino que ella; aunque su matrimonio no parecía ser muy fructífero y a ella realmente no parecía gustarle mucho su esposo. En aquel entonces no podía comprender cómo podía ser tan indiferente mi hermana para con él, ya que él nunca la maltrataba, siempre trataba de complacerla en todo lo que quisiera—al menos en frente de mi familia. Sin embargo, ella jamás se quejaba, y siempre se comportaba del modo que se le había enseñado respecto a sus deberes de esposa.

Mi prometido y yo debíamos casarnos cuando él cumpliera 18 años; yo en ese entonces tenía 17, y dos meses antes de mi boda ya estaba estudiando catálogos de vestidos de casamiento casi todas las tardes después de las clases. Me sentaba con mis compañeras y Narcissa—dos años menor que yo—en un espacio de la sala común de Slytherin, dónde analizábamos y discutíamos qué nos gustaba más para nuestras propias ceremonias. Éramos muy niñas; Bellatrix, a diferencia de nosotras, siempre prefirió concentrarse en sus estudios antes que soñar sobre el futuro.

Pensé que el día de mi boda con Niklaus sería el día más feliz de mi vida, y lo fue hasta la recepción. Lo menos esperado sucedió. Todos estábamos reunidos en un hermoso prado, ya que la fiesta era en el exterior. Había cientos de personas, creo que los invitados eran unos 450 o más, así que podéis imaginaros el tamaño del sitio, la cantidad de mesas y sillas. Creo que mi matrimonio fue el más caro que mis padres tuvieron que pagar; mi madre siempre había estado muy complacida con mi actitud respecto a mi compromiso, y por lo tanto quería recompensarme con la boda que yo quería.

Quizás de no haber habido tanta gente, mi esposo no habría tenido ganas de ir a los bosques con sus amigos para descansar de la fiesta. Yo estaba tan ocupada hablando con mis propios amigos que ni siquiera me percaté de su ausencia una vez que se fue. De haber conocido los riesgos de aquellos bosques le habría pedido que no fuera. Aunque a decir verdad no se si me habría escuchado.

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Aparentemente, mientras caminaban por el bosque, encontraron una cueva. Se les dio por explorarla—a Niklaus siempre le gustó hacer ese tipo de cosas—y así fueron. Nadie esperó encontrar a un hipogrifo allí; normalmente no habría sido un gran problema para tres magos adultos, pero resultó ser una hembra con un recién nacido, y el alcohol tampoco ayudo mucho en el asunto. No tuvieron oportunidad alguna contra una madre enfadada.

Creedme que no podéis imaginar mi desesperación cuando los encontramos, habían sangrado hasta morir. Lloré por días. Estaba triste por la muerte de Niklaus, pero mi depresión no era por amor. Veréis, cuando uno pierde a un cónyuge en este tipo de arreglos matrimoniales, es casi imposible conseguir otro. Yo tenía 17 años, ninguna familia de sangre pura de nuestra clase social se habría molestado en comprometer a uno de sus hijos conmigo—incluso si tenían uno disponible, lo cual tampoco sería muy común ya a esa avanzada edad, pero podía suceder en algunas extrañas circunstancias.

Así que la depresión fue por el hecho de que jamás tendría un esposo, jamás volvería a casarme. Vi como toda mi vida se caía a pedazos al ver el charco de sangre alrededor del cuerpo de Niklaus, no porque él hubiera muerto, sino porque había perdido mi oportunidad para casarme, ¿comprendéis? Fue una forma de pensar muy egoísta y superficial. Pero, bueno, de no haber sucedido aquello, jamás me habría enamorado de Ted.

Creo que fue un mes después de mi casamiento; estaba en mi último año en Hogwarts—al igual que él. Yo era una Slytherin, él un hufflepluf; nunca le había prestado mucha atención, pero teníamos que encontrarnos en las reuniones de los prefectos, y durante algunas rondas compartidas. Por lo general yo era perfectamente capaz de mostrarme despreocupada e indiferente—como la mayoría de los Slytherin hacen—pero mientras las semanas pasaban, en vez de sentirme mejor, me sentía peor. Mis padres estaban intentando lo imposible por conseguirme un nuevo esposo, viajaron a cada país de Europa para conocer a las mejores familias; me di cuenta de que su búsqueda era inútil.

Un día me encontré con Ted para hacer las rondas, y fue la primera vez en mi vida que no pude contenerme más. Cualquiera se habría dado cuenta de que estaba deprimida, no intentaba siquiera ocultarlo. Ted intentó reconfortarme, y yo estaba tan pero tan deprimida que se lo permití; era

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algo absolutamente nuevo para mi, ¡estaba teniendo contacto un hijo de muggles! No acabamos nuestra ronda aquel día. Llegué a conocerlo a pesar de mis prejuicios hacia los de su tipo, y me di cuenta de que yo no le disgustaba a él a pesar de los prejuicios que él sabía que yo tenía contra él y todos los suyos; era como si no se lo tomara personalmente. En un principio me enfadé conmigo misma, ya que se me había enseñado a odiar a los muggles, y el problema era que no podía odiar a Ted.

Luego de unos días de luchar contra mis sentimientos, llegué a una conclusión: no importaba. Nada importaba. ¿Por qué seguir la doctrina de mi sangre cuando mi propia especie no hacía nada por mí? Había perdido a mi esposo, y como se consideraba de mala suerte casarse con una bruja que había perdido a su esposo en un matrimonio forzado, no habría sido escogida por nadie de haberse dado el caso de que alguien estuviera desesperado por una esposa.

Así que me permití enamorarme de Ted. Hicimos nuestro mejor esfuerzo por ocultar nuestra relación hasta que nos graduamos. No podía decirle a mis padres que me quería casar con él—aún tenían la ciega esperanza de encontrarme un nuevo esposo—porque me habrían encerrado con tal de evitarlo. Así que nos graduamos justo después de la graduación. Resultó bastante irónico, ¿sabéis? Pasé la mayor parte de mi juventud planeando una inmensa boda, y la mejor que tuve consistió de Ted, un sacerdote, y yo.

Pero jamás me arrepentí de eso, todo lo que me importaba era mi amor por Ted. Esa fue la razón por la cual nuestro casamiento no pudo haber sido más perfecto, porque me estaba casando con el hombre que amaba. Y me di cuenta de qué tan horrible había sido como persona, ya que nunca había visto a Niklaus de esa forma, como una persona; no creo que jamás hubiese podido amarlo como amé a Ted; tan sólo amaba lo que él sería para mí; era una muchacha muy infantil y superficial, como os dije antes.

Al día siguiente, me encontré con mis padres y les expliqué lo que había hecho. Narcissa estaba presente cuando les dije; ninguno podía creerlo. Los tres se quedaron callados por no sé cuanto tiempo, hasta que mi padre habló y dijo: "Junta todas tus pertenencias y vete. No quiero que quede ningún rastro tuyo en esta casa."

Mi madre no sabía si llorar o mostrarme su espalda. La última cosa que me dijo mi padre fue que tenía dos horas para dejar la mansión, y que no

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quería volver a verme jamás en su vida. Narcissa salió corriendo de la habitación en llantos antes de que pudiera dedicarles mi último adiós a mis padres.

Les pedí a los elfos domésticos que empacaran todo lo que poseía. Cuando fui a mi habitación me encontré con Narcissa allí, llorando en mi cama. Tuvimos nuestra última discusión allí. Solíamos ser muy buenas amigas, tan amigas como pueden ser dos hermanas, ¿sabéis? Comprendí que su enfado no era debido a lo que me hubiera casado con un muggle—no creo que ella me considerara una traidora de sangre—pero porque ello significaba que tendría que dejarla para siempre. Le expliqué lo que había aprendido sobre el amor, el verdadero amor, ya que nunca se nos había enseñado sobre eso. Y una de las últimas cosas que me dijo fue que no se casaría con Lucius, sería su venganza contra nuestros padres por mi exilio; su resistencia haría que todos murieran por la maldición de sangre, y si ella sobrevivía entonces podría hacer como yo y casarse por amor. Tenía tan sólo 14 años en aquel momento, siempre había sido del tipo dramático.

"Bueno, ya sabéis que sucedió después."

Tanto Draco como Hermione estaban tan absortos en la historia que no podían creer que hubiera terminado. Les dio un montón de cosas en que pensar, y les permitió saber muchas cosas de las que no tenían idea sobre Narcissa y su familia. Estuvieron sin palabras por un minuto entero hasta que Andrómeda los instó a decir algo.

"¿Te arrepientes?" preguntó Draco luego de una pequeña vacilación; Hermione no estaba preparada para hablar, parecía estar demasiado comprometida con sus propios pensamientos.

"No, para nada. Es algo muy cruel de mi parte si lo piensas, ya que no me arrepiento de que Niklaus haya muerto. Porque de no haber sucedido aquello, jamás me habría enamorado de Ted. Lo que sí, me habría gustado haber podido seguir en contacto con Narcissa, quería hablarle para poder evitar sus planes—no quería que arriesgara su vida de aquella forma; y a pesar de lo que me habían hecho mis padres, tampoco quería que ellos murieran… pero fue su elección."

"No puedo imaginar a mi madre de la forma en que la describes."

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"¿Ha cambiado mucho? Se casó con Lucius, así que supongo que al final cambió de opinión."

"Si, pero el padre de mi padre murió en el proceso."

"Eso debió asustarla."—Andrómeda asintió con la cabeza y tomó un sorbo de te.—"Pero estoy segura de que aún tiene algo de su juventud muy adentro." Ella pausó para mirar a Hermione, quien parecía estar a kilómetros de distancia.—"¿Estás bien, Hermione, querida?"

Hermione no respondió hasta que Draco le dio un leve codazo. "¡Hermione!"

Sorprendida, ella miró a Andrómeda como si fuera la primera vez.—"¿Qué?—si, si, estoy bien. Fue una muy buena historia, Andrómeda; pero es que estoy tan cansada."—Entonces tomó el brazo de Draco y se levantó, obligándolo a levantarse junto con ella.—"Es muy tarde, me temo que debemos irnos."

Draco quedó aún más perplejo que su tía por la inesperada urgencia que tenía Hermione por irse. Le agradeció un montón la invitación e insistió en repetirlo en el futuro.

Cuando regresaron a la pequeña mansión italiana, Hermione corrió a su habitación. Draco vaciló en seguirla.

Ver a Hermione tan abstraída en sí misma le resultaba perturbador a Draco. Y los Malfoys no debían sentirse perturbados. Le hacía sentir preocupación, y la preocupación lo abrumaba; no sabía cómo reaccionar ante esta situación.

Desde que habían regresado de la casa de su tía—de lo cual ya habían pasado cuatro noches—Hermione empezó a comportarse así. Apenas le prestaba algo de atención, tenía que hablarle dos veces para que se diera cuenta de que estaba siendo interpelada; se quedaba mirando fuera de las ventanas por largos ratos, y ya ni siquiera parecía tener intenciones de ir a visitar a su familia en la calle de en frente. Él le había preguntado si se sentía enferma o algo así, y ya única respuesta que obtuvo fue una negación con la cabeza.

Sus libros quedaban abiertos en su falda mientras observaba el horizonte, parecía que no podía concentrarse ni para leer. Justamente el día anterior,

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Draco había intentado que Hermione le dijera algo comprándole un brazalete de oro; se suponía que ella debía saltar de alegría y abrazarlo por la felicidad—al fin y al cabo las mujeres amaban las joyas—pero no, no Hermione; tan sólo se quedó mirando el objeto dorado y casi un minuto más tarde se dignó a mirarlo a la cara y le agradeció con una sonrisa forzada.

Al pasar los días, el temperamento de Draco decrecía considerablemente, se sentía peculiarmente desesperado por saber qué estaba pasando por la cabeza de la muchacha. Lo extraño era que ella no parecía estar deprimida, ni siquiera triste o angustiada—lo cual era algo positivo, ya que no había razón alguna para que se sintiera así—pero parecía estar pensando demasiado.

Las únicas palabras que escuchaba de su boca últimamente eran "buenos días" y "buenas noches", y eso sólo como respuesta a sus propios saludos y despedidas. Incluso su madre había intentado hablarle, y así acabó con un una rabieta—ya que no había logrado que Hermione hablara, concluyó que él era culpable de alguna forma de lo que fuera que le estaba sucediendo, por lo cual acabó reprendiéndolo.

En el cuarto día, Draco se sentía tan desesperado y desesperanzado que decidió llamar a Blaise y pedirle ayuda—lo que en su mente era bastante similar a hacer un trato con el diablo- Se suponía que los Malfoys debían resolver sus problemas por sí mismos, pedir ayuda era algo vergonzoso. ¿Pero qué más podía hacer? No podía forzarla a hablar por más que tuviera ganas de hacerlo.

La visita de Blaise no duró mucho, tan sólo quince minutos después de haber entrado al estudio—el cual Hermione aparentemente había proclamado como suyo sin anuncio alguno, ya que pasaba la mayor parte de su tiempo allí sin hacer nada—salió con una expresión inescrutable en su rostro.

"Me echó. Nunca antes me había hecho algo así."—Explicó Blaise, aún sin poder creerlo él mismo.

"¿Qué pasó?"

"Nada. Ni siquiera me abrazó; apenas tenía la fuerza de sonreír cuando me vio. ¿Estás seguro de que está alimentándose?"

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"Si, compartimos todas las comidas."—Draco incluso había empezado a levantarse temprano con tal de acompañarla en el desayuno, cosa muy extraña en él.

"Cuando le pregunté si tenía algún problema lo único que hizo fue negar con la cabeza—ni siquiera me miró a la cara—y me dijo que tenía que estudiar; cuando insistí me pidió específicamente que me fuera. Si no vuelve a ser ella misma para mañana, haré que un sanador la revise, Malfoy."

Draco ni siquiera se quejó de que Blaise actuara como si fuera su único y exclusivo protector, al fin y al cabo había tenido la misma intención en mente. Tan sólo un par de horas después de que Blaise se hubiese ido, Draco decidió intentarlo una vez más. Estaban solos en la casa—la madre de Draco estaba tan enfadada por la actitud de Hermione que dijo que no podían continuar habitando la misma casa, y decidió quedarse en la mansión Malfoy de Inglaterra hasta que ambos jóvenes adultos arreglaran cualquiera fuera el problema que tenían.

"¿Cuál es tu problema, Granger?" Sus palabras salieron con un tono agresivo, pero en realidad él estaba preocupado. A Hermione no pareció importarle de todos modos, ni siquiera parecía estar prestándole atención.

Él se acercó a ella de modo que la enfrentó en aquella silla en la que estaba sentada, dejándola sin posibilidad de escapar al ponerse en una posición que prácticamente la cubría. Su cercanía hizo que moviera su rostro para verlo a la cara. No mostraba ni sorpresa ni temor por su presencia, tan sólo lo observaba con una mirada llena de intriga.

Draco estuvo a punto de hacer la misma pregunta otra vez, y tan ferozmente como antes, pero al mirar en sus profundos ojos marrones vaciló—de alguna forma ahora era ella quien lo estaba intimidando a él. No es que tuviera un aspecto tenebroso ni nada por el estilo, pero una situación en la cual él no era quien tenía el control no iba con él.

"¿No me dirás? ¿Por favor?" Intentó otra vez, pero de una forma más suave, y fijando sus ojos en los de ella, sin intención alguna de apartar la mirada.

Hermione se quedó mirándolo tan concentrada en sus propios pensamientos como lo había estado en los últimos días; ella escudriñó su

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rostro, cada uno de sus rasgos y palabras. Luego de un largo momento de silencio, Hermione movió lentamente una de sus manos para llegar al rostro de Draco y acariciar cuidadosamente el lado izquierdo de su cara. Draco, absolutamente perplejo, abrió sus ojos un poco más de lo normal y estuvo a punto de hablar otra vez, pero Hermione lo detuvo con sus propias palabras.

"¿Qué soy para ti, Draco?" En contraste con la pregunta que había hecho él primero, las palabras de ella salían bastante despacio y de una forma considerablemente suave; su voz era muy delicada, no vaciló al hablar, y aún así, parecía que tenía algún tipo de duda al hacerlo.

"Eres mi esposa." Cuando las palabras dejaron su boca, ella inmediatamente retiró la mano de la cara de él y la dejó caer en su propia falda junto a la otra. Asintió con la cabeza abstraídamente y movió su cabeza en otra dirección con tal de no verlo a la cara otra vez. Pero Draco no tenía pensado apartarse de su posición.

"¿Es eso lo que te ha estado molestando? ¿Qué pienso sobre ti?"

Hermione pareció vacilar antes de negar con la cabeza, pero lo hizo.

"¿Qué entonces?"—No hubo respuesta, así que lo intentó otra vez. —"Mírame, por favor."

Draco había utilizado exactamente la misma frase en el casamiento de ambos, ella lo recordó y suspiró sonoramente. Luego de un breve momento, volvió a mirarlo a la cara.

"No quiero ser tu Bellatrix Lestrange o Niklaus Earnshaw."

"Estás haciendo una analogía bastante extraña."

Ella negó con la cabeza, con más determinación esta vez. —"No, es exactamente así. Andrómeda añoraba tener un esposo y habría hecho cualquier cosa por complacerlo y estar con él—eso es justamente lo que haces tú conmigo."—hizo una pausa, durante la cual se quedó mirándolo a los ojos; él se veía completamente confundido, y tan acomplejado como se había mostrado al conocer a Andrómeda—"Y a Bellatrix no le importaba tener un matrimonio sin amor, y tan sólo aceptaba sus deberes sin amor alguno hacia la vida. Eso es lo que quieres que yo haga. Quieres

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una esposa de la forma que Andrómeda quería un esposo, y quieres que tu esposa sea como Bellatrix."

El silencio conquistó todos los sonidos una vez más; Hermione no se veía triste, pero si preocupada de algún modo, había un tinte de añoranza en sus ojos, como si estuviera esperando que él hiciera algo, que dijera las palabras correctas, estando o no de acuerdo con lo que decía ella. Draco estaba aterrorizado.

"¡Por Merlín, Granger! No quiero que seas como nadie de mi familia, especialmente como Bellatrix!" Sus palabras salieron disparadas repentinamente, y él se mostraba perplejo y con una gran dificultad para creer lo que había escuchado. —"Me gustas exactamente como eres."—Negó con la cabeza—"Bueno, no exactamente de esta forma, pero me gustas cuando eres… tu sabes… tu misma."

"¿No quieres que sea una esposa dedicada a ti? ¿Eso es lo que estás diciendo?"

"No podrías serlo, Hermione. Eso nunca jamás sucederá, ni en un millón de años. ¿Qué clase de ingenuo crees que soy?"—Sonrió por el propio asombro de la idea—"Incluso si fuera tan crédulo e ingenuo, preferiría morir antes que tenerte como si fuera s un modelo de Bellatrix."

"Pero fuiste criado para esperar eso."

"Si cumpliera todas las reglas por las que fui criado para seguir, estaríamos viviendo infelizmente en la mansión Malfoy y estaríamos esperando como mínimo a nuestro primero heredero."—En respuesta ella puso una expresión inescrutable en su rostro y volvió a mover la cabeza para mirar a otro lado; Draco entró en pánico, no podía perder esta oportunidad en la que ella podía desahogarse con él. —"De todos modos no creo que te importe mucho estar a la altura de mis expectativas."

Vacilante, Hermione se mordió el labio inferior antes de responder. "No me importa."—entonces cerró los ojos e inhalo una gran bocanada de aire. —"Y no me debería importar que tú estuvieras a la altura de mis propias expectativas."—Volvió a mirarlo a los ojos entonces, mostrándose algo preocupada. —"Pero quiero que tu estés a la altura de las mías."

"Suena injusto para mi."

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"Lo se. El problema es que no logro decidir cómo debería sentirme respecto a esto."

"No puedes controlar tus sentimientos."

"Nadie puede. ¿Cómo es que eso no te molesta? ¿Cómo puedes estar tan sereno y calmado con todo esto?"

"Es que no me molesta nada de esto, es así de simple."—Explicó él. —"Tu problema es que todo te molesta."

"¡Pero te debería molestar! ¿No te gustaría tener la posibilidad de escoger con quién pasar el resto de tu vida?"

"¿Es eso por lo que has estado enfurruñada estos días? ¿Por Weasley?"—Dijo despectivamente, y prácticamente gritó: "¿¡No lo superarás algún día!"

"Sólo responde mi pregunta, Draco."

"¿Qué importa? Todo lo que he querido jamás fue una cuestión de elección. Ahora mismo desearía que no lo amarás, desearía que no te entristecieras por no poder estar con él, quisiera que te olvidaras de él y que yo pudiera ser lo suficientemente bueno para ti."

Hermione miró abajo a sus manos, las cuales repentinamente le resultaban bastante interesantes; Draco estaba tratando de regular su respiración mientras esperaba una réplica, pero ella no estaba segura de qué decir.

"A mi si me importa… Porque desearía que no amarlo como lo amo, desearía poder olvidarme de él, desearía que pudiéramos ser sólo amigos—Ron y yo—y desearía no poder lastimarlo más de lo que ya he hecho."—Hizo una pausa y vaciló por un largo rato al mirar a los severos y expectantes ojos de Draco—"y desearía que pudiéramos amarnos el uno al otro, tu y yo."

El rostro de Draco apenas mostró sorpresa alguna, sus ojos aún denotaban una mirada dura, su boca estaba ligeramente abierta. Aquella era una de las cosas que no había esperado oír, ¿qué era lo que debía decir en respuesta a su deseo? Podía decirle que quería exactamente la misma cosa—en verdad no le importaría amarla—aunque no le importaba tener

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un matrimonio sin amor, pero uno con amor tampoco sonaba mal. Draco no sabía mucho sobre aquel tipo de amor, ya que nunca lo había experimentado. Lo que sí podía decir con toda seguridad era que le importaba de ella, lo que no podía creer era que se diera el mismo caso a la inversa.

"Pero no te crees capaz de amarme."

"No he dicho eso."

"Pero es lo que te has estado preguntando todos estos días, ¿o no? ¿Cómo podrías amar a alguien como yo?"

"No, no es eso, Draco. Me he estado preguntando un montón de cosas, pero esa no ha sido una de ellas. Sé que puedo quererte—puedo querer a cualquiera—sin embargo, no se si podría enamorarme de ti… eso no puedo saberlo con total seguridad."

"Ya no entiendo nada. ¿Qué demonios quieres que haga? He sido bueno contigo, ¿o no? He permitido que te salgas con la tuya todo el tiempo, he aceptado casi todo lo que has querido, ¡incluso le mentí a mi madre por ti! Acepté vivir aquí con tal de que pudieras terminar tu cuatrimestre, y he tolerado cuatro días enteros de esta molesta actitud tuya. No me importa en lo más mínimo si no puedes amarme o enamorarte de mi, pero no puedo tolerar que te encierres en ti mismas y lloriquees todo el tiempo por quién o que no puedes tener; ¡me estás volviendo loco!"

"Bueno, no era mi intención enloquecerte, ¿está bien? Todo lo que quiero… todo lo que quiero es llevarme bien contigo, eso es lo que quiero."

"Pensé que nos estábamos llevando bien."

"Más o menos, supongo. Quizás nos estemos llevando tan bien como podemos llevarnos."

"Entonces recuérdame, por favor, ¿cuál es el problema?"

"El problema es que todo entre nosotros es falso, Draco. Debemos fingir afecto en público; en privado debemos tolerarnos el uno al otro a pesar de nuestra carencia de amistad y afecto alguno. Debemos llevarnos bien tan sólo porque estamos casados, no porque realmente queramos. No me

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malinterpretes, quiero llevarme bien contigo, y se que tú también lo quieres así… ¿pero querrías llevarte bien conmigo si no estuviéramos obligados a estar juntos?"

Su silencio fue toda la respuesta que recibió. ¿Qué podía responder él después de todo? A Draco le gustaba ella, probablemente le gustaría más si no estuviesen casados, pero en verdad, de no estar obligados a estar juntos, él probablemente no se esforzaría tanto en ser bueno con ella.

"Ni siquiera te estoy preguntando si te gustaría en el caso de que fuera hija de muggles, porque se que no se daría el caso… tan sólo te pregunto si actuarías de la misma forma conmigo si todos estos arreglos de matrimonios no existieran—tal y como no deberían existir según la ley. Si yo tan sólo fuera la hermana de Blaise… ni siquiera estoy incluyendo a Harry y a Ron en el tema… ¿entonces qué?"

"Si nada de esto existiera, si tan sólo fueras la hermana de Blaise… estoy seguro de que Blaise ni siquiera me permitiría mirarte. Pero lo intentaría."

"¿Por qué lo intentarías?"

"Porque eres diferente de todo lo que conozco y de todo lo que deberías ser; me gusta eso de ti." Sus palabras eran ciertas, en verdad, aquello era justamente lo que más le atraía de ella: su tozudez para seguir lo que se le impusiera, la bondad de su alma, su voz suave y ojos serenos, su actitud calmada y segura de si misma respecto de cosas por las cuales otras mujeres enloquecerían, sus astutas resoluciones, y su intrépida actitud frente a cosas ante las cuales otros caerían rendidos. Draco estaba seguro de que Hermione aún tenía todo eso dentro de sí a pesar de su actual situación, en la cual se encontraba dependiendo de otros en vez de teniendo a otros dependiendo de ella. Era normal, se imaginó Draco, ya que Hermione no estaba viviendo una situación común y corriente.

Hermione lo observó silenciosamente por un rato, ponderando sus palabras, luchando con sus propios pensamientos. Suspiró una vez más—había estado haciendo eso bastante seguido últimamente—y decidió que era tiempo de hacer una pregunta que la había estado molestando por un tiempo ya: "¿Entonces por qué me rechazaste cuando te besé?"

'Oh…eso…' Inadvertidamente, Draco sintió un escalofrío; había tenido la esperanza de que no recordara aquello. "Veras… yo… yo…"—al encontrarse tartamudeando, tuvo que hacer un gran esfuerzo por

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recomponerse. —"Estaba enfadado, ¿bien? Tu saliste de la nada y me besaste cuando lo que más quería en ese momento era tenerte fuera de mi vida."—Hermione se mostró con una mirada expectante e interesada en su rostro; él prosiguió: "Pero ya han pasado cuatro meses de eso, ¡por todos los cielos! Si yo fuera a guardarte rencor por cada vez que me has hecho aquello mismo, no podría siquiera respirar el mismo aire que tu."

Sorpresivamente, Hermione sonrió con un tinte de timidez; lo más extraño era que parecía estar sonriéndole a él. "Lo que estás diciendo es que te hice lo mismo que tu me hiciste a mi."

Y fue el turno de Draco de sentirse abrumado por la verdad de las palabras de Hermione; se dio cuenta de que tan acertada estaba, y cómo se habían alejado por sus intentos de acercamiento. ¿Pero por qué tenía que ser siempre él el problema? Enfadado, Draco apartó sus ojos de los de ella. No porque estuviera enojado con ella, sino porque lo estaba consigo mismo.

"Tenías razón entonces."—Ella, sin embargo, no apartó sus ojos del rostro de él, y continuó mostrando aquella pequeña sonrisa—"No somos tan distintos como pensaba."

Eso logró llamar la atención de Draco, y así volvió a mirarla a la cara, arqueando una ceja y preguntándose qué estaba pensando ella exactamente. "¿Qué quieres decir?"

"Quiero decir que ambos podemos ser nuestros peores enemigos o todo lo contrario si lo intentamos. Eso creo."

Hermione entonces se levantó de su silla y caminó hacia Draco—quien estaba pasando por la complicada situación de aún intentar comprender qué estaba sucediendo, y la miraba con perplejidad—y ella le ofreció su mano derecha para que la tomara.

Draco tomó su mano y se levantó de su silla con un mismo movimiento. Analizó cuidadosamente sus ojos, preguntándose qué era lo que debía hacer a continuación. Lo suficientemente pronto, Hermione soltó su mano y puso ambos brazos alrededor de su cuello para abrazarlo con fuerza, presionando todo su cuerpo contra el de él.

"Esto es todo lo que quiero ahora."

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"¿Qué haces?" La pregunta era directa, apropiada para la situación. Salió de la boca de Draco. Últimamente le resultaba complicado habitar la misma casa que su esposa.

Justo el día anterior, luego de días de preocuparse por ella, Hermione simplemente le había pedido empezar desde cero, y además lo abrazó. Nunca en sus vidas ella lo había abrazado; y no fue una actuación, ya que no había nadie cerca como para que los viera. ¿Por qué lo había hecho? Aparentemente habría sido un intento de acercarse a él, supuso Draco; sin embargo, Draco no estaba dispuesto a jugar con su suerte, por lo cual lo único que hizo fue abrazarla también—algo temeroso de tocarla—y no hizo pregunta alguna.

Aquella mañana, al día siguiente, Draco conoció otra fase de Hermione de la cual no tenía idea: parecía estar teniendo una rabieta.

Fueron sus gritos de furia los que llamaron su atención y le hicieron ir directo a su dormitorio, en el cual Hermione estaba literalmente caminando alrededor en círculos, viéndose lo suficientemente enfadada como para romper algo.

"¡Se ha ido!" Dijo rotundamente, bastante fuerte. Por lo visto le estaba costando no gritar. —"¡No puedo creer que se haya ido!" Explicó, completamente exasperada.

"¿De qué hablas?"

Hermione cerró sus ojos y negó con la cabeza; respiró hondo, exhaló sonoramente, y luego caminó hasta su cama para sentarse. —"Ron se ha ido…"—Su voz pasó a ser un susurro, su rostro marcado por la tristeza reprimida. —"…huyó de su casa, de nuestro mundo…"

Draco no dijo una palabra, no mostró signo alguno de sorpresa, como tampoco preocupación ni interés; todo lo que hizo fue quedarse parado allí y escucharla.

"…de toda la gente que conoce… sólo dejó una nota."

Hermione respiró otra vez, y ambos se quedaron en silencio hasta que ella volvió a hablar, esta vez girando la cabeza con tal de ver a Draco a la cara. "¿Debería estar enfadada o triste, Draco? No lo sé… Siento ambas cosas al mismo tiempo."

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Y ahora le estaba preguntando qué hacer y cómo sentirse al mismo tiempo. Siempre había algo nuevo que aprender al vivir con ella. Quizás era el momento de sentarse a su lado y confortarla, después eso era lo que hacían los amigos. ¿O no?

"¿Por qué te molesta?" Le preguntó Draco mientras caminaba hacía ella para sentarse a su lado en la cama.

"¡Porque ha pasado una semana, Draco! ¡Se fue hace una semana y recién ahora me informan!"—Su tono se volvió áspero y agresivo de repente—"Harry me mandó una carta… explicó que no me había dicho antes porque pensaba que regresaría…"—y así nomás su voz se rompió, tornándose absolutamente triste—"…y es mi culpa, se fue por mi…"—suspiró y luego susurró: "…por lo que le hice…"

A pesar de que todo el asunto de intentar ser amigos era algo muy bueno para ambos dos, a veces Draco deseaba que Hermione no compartiera ese tipo de cosas con él. Hablar sobre Weasley siempre le hacía enfadar, ¿y cómo podía evitar enojarse cuando se trataba de él? Especialmente considerando que se le estaba recordando de algo que jamás debería haber sucedido, y de tan sólo una semana.

"Estás mejor sin él." La voz le salió un poco más agresiva de lo que habría querido, pero esa iba a ser la única respuesta que Hermione recibiría de Draco. Y, además, era la mejor que podía darle, porque, en verdad, no tenía nada mejor que decir.

"Estoy segura de que él está mejor sin mi."—Hermione se encogió de hombros abstraídamente—"¿Pero tenía que abandonarlo todo por mi?"

Ella no esperaba una respuesta, y Draco no estaba dispuesto a darle una tampoco. La situación sólo podía beneficiarlo. La dejaría hablar y mantendría su boca cerrada por ahora, sería lo mejor… dejarla desahogarse y luego explicarle cuan mejor sería su vida sin Weasley.

"Por supuesto que si."—Hermione se respondió a sí misma—"¿Qué mejor que alejarse de todo e intentar olvidar los problemas? Yo lo hecho más de una vez."

"Pero tus problemas te siguen."—Replicó Draco, fingiendo indiferencia, pero en verdad, enfadado por sus propias palabras.

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"Problemas…"—Hermione suspiró y levantó su mentón para ver a Draco, su voz ahora con un tinte de determinación. —"Problemas son lo que hacemos de la vida."

El silencio reinó por largos segundos en los cuales Draco y Hermione se miraban a la cara, uno de forma pensativa, el otro con prudencia.

"¿Estaría mal, Draco?"—Preguntó tímidamente ella, pero determinada al mismo tiempo. —"¿Estaría mal si quisiera que me besaras ahora mismo?" Draco apenas logró abrir un poco su boca para replicar algo, pero Hermione le puso un dedo en los labios para que se quedara callado. —"Sería injusto, ¿verdad? Porque lo que quiero ahora mismo es olvidarme por completo de él, quiero olvidarlo de la misma forma que quiere olvidarme él a mi."

"Lo olvidarás."—Le respondió Draco con seriedad, ignorando la pregunta anterior. ¿Qué debía decir? La idea de besarla tan sólo porque quería olvidarse de su ex novio no le parecía nada cómica; en verdad sería injusto, tal como ella había dicho. ¿Pero estaría mal? Era extraño qué tan poco atrayente le resultaba la situación en ese momento a Draco; a pesar de querer aprovecharse de la confusión de Hermione, de sus divagaciones y especialmente de su pedido. Pero se sintió culpable. Por alguna razón se sintió así. —"Y te besaré cuando quieras. Pero sabes tan bien como yo que un beso no te hará olvidarlo."

Hermione quedó sorprendida por las palabras de Draco; nuevamente no había esperado que la rechazara, pero esta vez, a pesar de que era doloroso en cierto modo, parecía ser lo más noble y correcto que el muchacho podía hacer dada la situación. Lentamente Hermione apartó sus ojos de los de Draco y pasó su mirada a sus propias manos. "¿Qué hará que me olvide de él?"

"¿El tiempo?"

"¿El tiempo? ¿Quieres decir que 'el tiempo cura todas las heridas'?"—Hermione sonrió sardónicamente, aún sin mirarlo a la cara. —"El tiempo no cura ninguna herida, sólo les tira sal."

"¡Bien! Entonces nunca lo olvidarás, como sea."—Draco entonces se levantó abruptamente y exclamó, exasperado: "¡Vivirás cada día de tu vida llorando por una vida que nunca pudiste tener!"

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Hermione ignoró su arrebato y se paró para estar en frente suyo, con una mirada severa en su rostro. "No lo haré."

"¿No lo harás?" Draco preguntó con la prudencia marcada en su voz.

Ella negó con la cabeza y se alejó de él, dirigiéndose a una inmensa estantería en la cual había fotos y pequeñas ornamentaciones. Tomó tres de ellas y procedió a tirarlas por la ventana—la cual por suerte ya estaba abierta.

"Ya está. He acabado con él." Fue todo lo que dijo luego tirar todos los regalos de Ron. La expresión de la cara de Draco era inescrutable, pero Hermione estaba demasiado resuelta para que le pudiera importar. —"Me desharé de todo lo que me ha dado, y luego iremos a la boda de Marcus."

Draco tan sólo asintió con la cabeza abstraídamente y dejó la habitación, asumiendo que ya era tiempo de dejarla sola. Weasley tan sólo parecía traerle problemas—ahora su esposa estaba arrojando cosas por la ventana como si fuera una adolescente con problemas de temperamento.

'Bueno, supongo que eso es porque después de todo somos adolescentes.' Pensó Draco; y es que no eran completamente adultos, a veces tenía que recordarse eso a sí mismo. En verdad, ambos eran bastante jóvenes cuando tuvieron que empezar a actuar como adultos; y ahora que legalmente eran adultos, parecía que no podían evitar comportarse como si fueran más jóvenes. ¿O quizás se estaban comportando como era debido a aquella edad? No podía saberlo con seguridad; pero aún así, 20 años no eran demasiados.

Tan sólo unas pocas horas atrás Hermione había proclamado haber terminado con Weasley, algo que le habría alegrado el día a Draco de ser cierto; pero él sabía que no era así, ya que tan sólo había estado hablando por furia, y ahora, para empeorar las cosas, Hermione estaba en la recepción de una boda, viendo a un montón de gente feliz luego de una alegre ceremonia. Ella probablemente, no, Hermione seguramente envidiaba a la novia de su primo, quien amaba a Marcus y quería estar casada con él, serían felices juntos, ambos. Cómo deseaba Draco poder darle algo así a Hermione, al menos eso, pero todo lo que parecía poder darle últimamente era miseria, incluso cuando intentaba ser mejor para ella.

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Draco, después de todo, había estado con ella aquel día. Por el momento, habían entrado al lugar de la ceremonia donde él había notado que la sonrisa de Hermione era fingida, ya que no combinaba con la melancolía de sus ojos, algo de lo cual probablemente muchos no se percatarían, pero Draco sabía qué era exactamente lo que estaba pasando por su cabeza.

Cuando el novio y la novia habían pronunciado el encantamiento que los uniría para siempre, Draco había tenido que abrazar a Hermione, teniéndola lo más cerca posible en un intento de evitar que se pusiera a llorar, porque estaba seguro de que no serían sólo unas pocas lágrimas las que derramaría, sino un río de ellas. Por suerte Hermione aceptó su cercanía y luchó contra su propio acongojo.

Una vez terminada la ceremonia e iniciados los festejos que le seguían, Hermione parecía estar compuesta otra vez, sonriendo como si estuviera bien de verdad, hablando animadamente con gente que conocía y cortésmente rechazando a los hombres que le pedían que bailara con ellos porque sería demasiado para tolerar.

"No está bien, ¿verdad?" Le preguntó Blaise a Draco, ya liberado de sus deberes en la toma de fotografías. Hermione estaba a unos pocos metros hablando con algunos de sus parientes.

"¿Te diste cuenta?"

"La conozco. Me imaginé que no se tomaría esto muy bien y reconozco sus intentos de aparentar algo que no siente."

"Caracortada le dijo esta mañana que la comadreja huyó."

"Ya era tiempo."

"Estaba tan enfadada que quiso besarme."

"¿Y la besaste?"

"No, no me pareció correcto."—Explicó, como si las mismas palabras le resultaran extrañas saliendo de su boca. —"Sé que es irónico; la oportunidad más conveniente que se me presenta, eso es exactamente lo que no tomaré."

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"Quien sabe, quizás si tomaste la oportunidad que mas les convenía a ambos."

Sin embargo, solamente Hermione podía decidir aquello. Ella aceptó bailar con su hermano, Draco se había esperado eso; Blaise era una de las pocas personas a las cuales no les podía decir "no". ¿Aceptaría bailar con él? Se preguntó. Sorprendentemente, luego de bailar con su hermano por lo que pareció una eternidad, no rechazó a Draco.

"No tienes por qué hacer esto para demostrar algo, sabes."

"No pensaba demostrar nada."—Respondió ella con sinceridad, mostrándole una sonrisa débil.

"Pensé que no te gustaba mucho bailar."—Comentó él una vez que empezaron un vals.

"Había estado bailando con Blaise por como media hora una vez que me preguntaste."

"Pero rechazaste a todos los otros hombres."

"Porque pensé que estaría mal bailar con cualquier otro hombre sin haber hecho antes con mi esposo."—pausó para mirarlo a los ojos y agregó, pensativa: "Pensé que nunca me lo pedirías cuando Blaise vino a mi."

"Tampoco es que pudieras rehusarte a algo que te pida él."

"Seguramente no."—Al decir aquello, rió de corazón. —"Eres muy bueno en esto, por cierto."

"¿Mejor que tu hermano?"

"¿Importa?"

"Supongo que no."—Él dejó de hablar y continuaron bailando; luego de un rato, Draco comentó: "Sabes, no iba a pedírtelo hasta que te vi bailando con él."

"¿Esto es una competición entre vosotros dos?"—Hermione arqueó una ceja al pensarlo.

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"No. Lo que quiero decir es que no pensé que quisieras bailar conmigo porque habías rechazado muchas invitaciones antes de la suya."

"¿Cómo vamos a lograr algo si continuamos comportándonos de esta forma?"—Se preguntó Hermione en voz alta una vez que ambos se detuvieron.

"¿Qué quieres lograr?"

Hermione tomó su brazo mientras caminaban a su mesa. —"Te lo dije, quiero que seamos amigos."

"¿Cómo empezamos?"

"Ya hemos empezado."—Le sonrió, genuinamente por lo visto. —"Me gusta cuando eres así."

"¿Así como?"

"Simple, eso es todo. Me gusta cuando no actúas, cuando no pretendes que te gusto; me gusta cuando eres tú mismo y te comportas acorde a ello, gentil y amable, pero no demasiado."

"¿Eso es todo?" Preguntó Draco con prudentemente.

"Si, supongo que lo es. Aunque también me gustaría saber más sobre ti."

"Pregunta lo que quieras."

"Uhm…"—Hermione se esforzó en pensar en algo adecuado, y entonces preguntó: "¿Dónde aprendiste a bailar así?"

"Mi madre me enseñó cuando era pequeño. Teníamos mucho tiempo libre antes de que fuera a Hogwarts. Probablemente sucedió lo mismo con tu madre y tu hermano; ¿quién te enseñó a ti?"

"Mi padre." Hermione entonces miró abajo, a sus manos; y al decir aquello, una repentina tristeza se hizo notar en su voz, pero se apresuró en dejar los malos pensamientos de lado y prosiguió: "Era excelente; pero fue hace mucho tiempo… Blaise me ayudó a recordar los movimientos y los pasos correctos."

"Te recordó bien."

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"Gracias."—Dijo ella y pausó por un momento, pensativa mientras observaba a la gente bailando otro vals en la pista de baile. —"Que tal si… ¿qué tal si nos vamos?"

"¿De qué hablas?"

"Ven." Hermione tomó la mano de Draco y lo obligó a levantarse junto con ella. —"Te mostraré algo."

Esta vez, mientras se apuraba a su lado para salir del salón y corrían por los inmensos corredores de aquella mansión, dirigiéndose al exterior, Draco no tenía idea de qué estaba pensando su esposa. Habían estado sólo tres horas en la fiesta, el sol se estaba poniendo y estaba helado afuera, había nieve por todos los campos y los árboles que rodeaban el lugar estaban congelados y no tenían hojas. Una vez afuera, Draco pensó que Hermione se dirigiría a su propia mansión—la cual estaba justo en frente—pero en vez continuó corriendo en dirección contraria. Él corrió junto a ella hasta que no hubo más árboles ni piedras que esquivar. Acabaron justo en frente de un precipicio, y en el horizonte se podía ver como se estaba poniendo el sol, pintando el panorama de colores rojizos.

"Esto…"-Empezó él, jadeando por el frío y la actividad física. —"¿Esto es lo que querías mostrarme?" Entonces apuntó al horizonte, a aquel cielo rojo y amarillo, mientras se dejaba caer sentado en la nieve, al lado de ella.

Hermione asintió con la cabeza en respuesta. "¿No te gusta más que un montón de ente hablando y bailando valses?"

"Mucho más."—Reconoció Draco con una sonrisa. —"Es una gran vista."

"Solía venir aquí cuando me sentía deprimida."

"¿Estás deprimida ahora?"

"No, no lo estoy."—Hermione negó con la cabeza y luego se giró para verlo a la cara. —"Tan sólo quería compartir esto contigo, eso es todo."

"Nunca me habría imaginado que preferirías compartir esto conmigo que estar en la mansión Zabini rodeada por tu familiar y otro centenar de personas que no conoces."

"Bueno, este es el tipo de cosas que hacen los amigos."

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"¿Has venido aquí con tus amigos antes?"

"Una o dos veces, si. Quería que vieran esto."

El silencio predominó por unos minutos mientras ambos observaban el hermoso horizonte, oyendo no más que la respiración del otro y el gentil silbido del viento invernal. Fue Draco quien, luego de un largo rato, rompió el silencio.

"Pero no estás bien."

Sus palabras la dejaron perpleja, y se tomó un prolongado momento antes de contestar, aún mirando al cielo. "A pesar de todo lo que ha sucedido entre él y yo, aún somos amigos. Nuestra amistad siempre ha sido lo suficientemente fuerte como para superar cualquier problema; ese es el motivo por el cual no puedo comprender que se fuera así. Es como si se hubiera rendido… como si se hubiera rendido en nuestra amistad."

Nuevamente, Draco no sabía cómo comportarse apropiadamente en esta situación; tan sólo unos pocos meses atrás se habría aprovechado de ella, pero ahora parecía haber adquirido una conciencia, y aquella pequeña molestia no lo dejaría en paz.

Tercera Parte: Cuando entra la Luz.

Mis pesadillas empezaron otra vez en una fría noche de diciembre. No era culpa de nadie, tan sólo la época del año. Muy pronto tendría que enfrentar el aniversario de un año de la muerte de mis padres. Así que mi mente me recordaba el accidente, mostrándome las más horrendas imágenes que uno pudiera imaginar.

Aunque había algo positivo en la situación: Estaba peleando contra la depresión en vez de dejarme caer en ella. Los horribles recuerdos jamás se irían, la culpa y el arrepentimiento llegarían a la superficie de vez en cuando, pero no estaba dispuesta a quedarme tirada en la cama sintiendo lástima, ni tampoco quería apoyarme en el hombro de nadie para llorar. Quería seguir adelante con mi vida, quería vivir, quería concentrarme en mi carrera y perdonar a mi madre.

La primera vez, sin embargo, no fue nada fácil. Luego de meses de finalmente lograr dormir durante toda la noche, me desperté gritando.

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Cuando Draco abrió la puerta de mi habitación aquella noche, mis ojos estaban inundados con lágrimas que caían por todo mi rostro.

Ni siquiera tocó a la puerta, tan sólo entró y encendió la luz (ya que los anteriores dueños de la casa eran muggles, no se habían hecho arreglos para quitar la electricidad, y a Draco le resultó peculiarmente útil), con su varita en la mano.

"¿Mal sueño?" Fue todo lo que preguntó una vez que se aseguró de que no había intruso alguno en mi habitación. Asentí con la cabeza mientras secaba mi rostro con mis manos.

"¿Quieres contarme?" Me había acostumbrado a la actitud amable y cortés de Draco, la cual se había vuelto una costumbre aquellos días. Especialmente cuando se percató de que yo necesitaba que se comportara de esa forma. Me sentí agradecida por tenerlo cuando caminó hacia mí y se sentó a mi lado para escucharme aquella noche.

"Estaba en el coche, en el asiento trasero."—Lentamente levanté mi mentón para mirar a su cara, no parecía estar cansado, lo había despertado por completo. —"En frente estaban mis padres, mi padre conduciendo, mamá hablándole."—No quise continuar mirándolo a la cara cuando dije lo que sucedió después: "Un camión apareció de repente en frente nuestro, no había forma de que papá pudiera esquivarlo."

"Pudo haber sido un recuerdo."

Asentí con la cabeza y me abracé a mis piernas. "¿Crees que hayan sufrido?"—Pregunté en un abstraído susurro. —"Debe sonar horrible, pero espero que hayan tenido un paro cardíaco antes de la colisión. Sólo con tal de que no hayan sentido el choque."

Draco no me respondió, apenas comprendía de qué estaba hablando; había leído sobre automóviles, camiones y cosas por el estilo en uno de sus libros sobre muggles, pero eso no quería decir que comprendiera por completo la clase de problemas que se me pasaban por la cabeza.

"Lamento haberte despertado, Draco."

"No hay problema. Aunque me alegra que mi madre se haya quedado en la mansión Malfoy esta noche, no le habría gustado mucho despertarse a las 3 de la mañana."

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Demasiado abrumada como para que me importara, me acerqué silenciosamente a él, permitiéndole poner un brazo en mis hombros y dejando que mi cabeza descansara contra un lado de su pecho. Era la primera vez en nuestras vidas que le permitía consolarme de esa forma, pero de alguna forma me había acostumbrado a tenerlo alrededor, y aunque no éramos amigos íntimos, podíamos vivir confortablemente el uno con el otro; en el lapso de un mes logramos dejar de lado nuestras diferencias con tal de poder convivir.

No era que no discutiéramos de vez en cuando, no vivíamos en una absoluta armonía y felicidad, pero podíamos tolerarnos mutuamente, y eso era un gran avance. El tema era que ambos queríamos dejar el pasado atrás y seguir adelante con nuestras vidas.

Pasaron varios minutos y yo no tenía intención alguna de volver a dormir; Draco, sin embargo, empezaba a cabecear. Sentí curiosidad mientras escuchaba los silencios de la noche, ¿estaría mal que lo dejara dormir en mi cama? ¿Se haría la idea equivocada? No parecía estar lo suficientemente despierto como para hacer otra cosa que irse al mundo de los sueños, y yo no quería estar sola aquella noche.

No iba a olvidar los rostros pálidos de mis padres, estaba segura de que sería todo lo que vería una vez que cerrara los ojos. Mi madre biológica había sido quien me había ayudado en las primeras semanas luego del accidente, cuando apenas podía dormir por una hora entera por mis pesadillas; ella se acostaba a mi lado cada noche con tal de que pudiera sentirme más segura. Mucho más adelante, sintiéndome mejor, despertaba sola y me iba a la habitación de mi hermano si me sentía demasiado mal como para dormir sola. No podía ir con ninguno de ellos en aquel momento, y Draco no podía ser una opción tan mala.

Así que lentamente tomé mi varita mágica—la cual estaba en mi mesa de noche—y susurré un hechizo para apagar las luces; Draco abrió sus ojos por completo cuando hice eso, e hizo un movimiento para levantarse y dejarme sola, pero yo lo tomé por la manga de sus pijamas para detenerlo.

"¿No te quedarás conmigo esta noche?" Le pregunté en una voz muy baja, como si hubiera alguien más en la casa que pudiera oírnos.

Lo tomé por sorpresa al preguntar eso, incluso en la oscuridad podía ver su expresión de perplejidad.

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"No quiero dormir sola esta noche."—Le expliqué en un susurro, agradecida de que la luz estuviera apagada, así no podía verme sonrojada.

"Está bien." Respondió él mientras se dejaba caer en la cama, su espalda en el acolchado, su rostro observándome con una mirada inquisitiva mientras cubría su cuerpo con sábanas y frazadas.

"Hace mucho frío." Le expliqué, asegurándome de que comprendiera que quería que se quedara. Entonces me acosté a su lado bajo las sábanas, mirándolo a los ojos bajo la luz de la luna que venía de las inmensas ventanas de mi habitación.

"No sé cómo haré para dormir ahora." Me dijo él, tan inseguro como se veía.

Suspiré y le di la espalda, un tanto decepcionado, un tanto enfadada. "Vete a tu dormitorio si quieres, no me importa."

Supuse que se levantaría y se iría pero, en vez, sentí como se acercaba a mi cuerpo y me abrazaba cuidadosamente desde atrás; sentí su frente en mi nuca y su aliento haciéndome cosquillas cuando habló: "Pero podía acostumbrarme a esto."

Sonreí para mi misma y me di vuelta para verlo a la cara, su brazo aún estaba a mí alrededor; me acomodé de modo que pude recostarme contra su pecho. Ninguno de los dos dijo más nada aquella noche, él se durmió bastante rápido, y yo me quedé callada mientras escuchaba el gentil latido de su corazón y el susurro de su respiración.

En verdad era muy agradable tenerlo cerca; podía estar con mi hermano toda mi vida, mucho menos todas las noches. Tampoco a mi madre.

No me sentía culpable por tenerlo ahí conmigo, no quería creer que lo estaba usando para sentirme más segura. Tan sólo me permití sentirme bien en sus brazos, y luego de una larga hora, u horas quizás, me dormí también.

Ninguna pesadilla me aterrorizó en aquel segundo intento, no soñé nada en realidad. Y, cuando desperté en la mañana, mis ojos se encontraron con los de Draco.

"¿Qué sucede?" Pregunté con curiosidad.

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"Me estaba preguntando si me gritarías por estar aquí."

"¿Por qué haría eso? Te pedí que te quedaras."

"Ese es el problema. No estaba seguro de si estabas consciente de lo que estabas pidiendo."

"¡Lo estaba!"—Le dije un tanto enfadada—"Estaba asustada. Solía ir con Blaise cuando tenía pesadillas, pero…" Me encogí de hombros y no terminé mi oración.

"Puedo dormir contigo cuando quieras."—Me sonrió y se levantó de la cama. —"Espero que te acostumbres."

Entonces salió de la habitación sin volver a mirarme a la cara; por suerte, porque estaba sonrojada.

No mucho más tarde de que hubiera cerrado la puerta me fui a mi baño privado para tomar una larga y relajante ducha. Luego de terminar de vestirme, encontré a Draco en la sala de estar, tocando un hermoso soneto en el piano. Era algo que hacía de vez en cuando, tenía una gran habilidad y disfrutaba de hacerlo. Escuché una gran variedad de música saliendo de aquel piano, algunas melodías eran tristes, otras alegres, otras oscuras, pero todas eran siempre bellas para escuchar.

Me senté silenciosamente en un sillón para observarlo mientras tocaba, él no hizo señal alguna de percatarse de mi presencia hasta que aplaudí una vez que terminó de tocar. Draco se dio vuelta en su asiento para verme y sonrió.

"Eres buen público."

"Siempre es agradable que toques el piano."—Le devolví la sonrisa con una propia y luego agregué: "¿Quieres almorzar con mi familia hoy?"

"¿Dos días seguidos?" Preguntó, apenas pudiendo evitar hacer una mala cara.

"¿Ya no estás enojada con ella?"

"Siempre estaré enojada con ella en algún grado, pero no puedo rechazarla por siempre." Me encogí de hombros, él me observó con curiosidad en la mirada.

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"No tenemos que ir si no quieres; podemos darle una buena excusa."

"No creo que ya nos queden excusas que dar."—De hecho, ya habíamos dado bastantes en las últimas cuatro semanas. —"Será mejor que lo hagamos de una vez de todos modos."

No sólo quise decir que quería perdonar a mi madre, sino también que quería olvidarme de Ron. Aún me sentía triste y enfadada con él, era difícil no pensar en él, pero me había acostumbrado bastante a su ausencia en mi vida.

Draco nunca hacía comentario alguno cuando me mostraba molesta por Ron, parecía que era algo que le incomodaba bastante; supuse que tenía sus razones. Pero él siempre estaba a mi lado, como Blaise, y acabé apreciando eso.

Por supuesto, Draco no era nada como Blaise; es decir, no era como un hermano para mí, a pesar de lo posesivo y protector que era conmigo. No era afectuoso, era casi tan respetuoso conmigo como lo sería con un extraño.

Nuestras vidas eran bastante simples, nuestra rutina diaria consistía en levantarnos, ir a nuestras clases, y almorzar o cenar juntos la mayoría de los días. Muchas veces después de sus clases, Draco iría a Inglaterra para controlar los negocios de su familia, y llegaría muy tarde para cenar. No era difícil vivir con él ya que apenas nos veíamos durante el día. Los fines de semana, sin embargo, pasábamos largas horas juntos estudiando en la biblioteca; quedé muy sorprendida al principio por su capacidad de concentración, recordando que no era tan sencillo estudiar cuando estaba en Hogwarts y tenía a Ron y a Harry a mi lado.

Y no pasaba una semana entera en la que no tuviéramos que ir a visitar a mi familia, fuera para almorzar o para cenar. Draco se comportaba sorprendentemente bien, incluso si su madre no nos acompañaba.

Narcissa Malfoy no se había podido acostumbrar a la vida en Italia, así que básicamente iba de un país al otro, pasando la mayor parte de su tiempo en Londres, dónde aún participaba de varios eventos sociales, a los cuales Draco y yo apenas podíamos evitar asistir.

Fue justo después de una de las fiestas de su madre que, creo, empecé a sentir algo por él.

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Sucedió una noche luego de una de las fiestas de su madre. Nunca me gustaron las reuniones de la alta sociedad, siempre repletas de cientos de snobs, muchos de ellos "ex" mortífagos o las esposas e hijos de ellos. Básicamente no tenía nadie con quien hablar; lo cómico era que todas esas personas me veían como si fuera uno de ellos, mientras que yo me sentía como la oveja negra. Las mujeres mayores en especial me adoraban a pesar de ser tan estrictas y criadas a la antigua; podrían pasar toda la jornada hablando de qué tan maravillosa era la esposa del hijo de Narcissa Malfoy, probablemente cansadas de tantos años de tener que halagar a Draco en frente de Narcissa.

Las mujeres de mediana edad, aquellas de la edad de mi madre, no perdían el tiempo halagándome a la cara, parecían tener un gusto en aconsejarme sobre mi matrimonio, notando que no era tan fructífero como debería ser. Apenas podía tolerar escuchar las pláticas sobre sus propios matrimonios de ya 20 a 30 años. La mayoría de la gente sabía (o al menos asumía) que nuestro matrimonio había sido arreglado, pero nadie se atrevía a comentar aquel detalle, al menos no de forma directa. Aún así, siempre sabía cuando se referían a eso, y ellas sabían que yo me daba cuenta.

"Me casé con mi querido Jonathan cuando tenía 16, todas tenemos que pasar por eso, querida. Él era tan guapo en aquella época, eso realmente ayudó." La señora Rottemberg me dijo, siempre con un Martini en una mano, mientras con la otra hacía señas constantemente para enfatizar lo que decía. Su vestido rojo de seda estaba encantado para brillar con cada movimiento que hacía. "Tuvimos tres hermosos niños; te imaginarás que la mezcla de sus genes con los míos… bueno, no fue difícil encontrarles buenas parejas.

Estar obligada a estar rodeada de tantas mujeres charlatanas y ruidosas me hacía envidiar a Draco, quien tan sólo se juntaba con los hombros, hablando de negocios o de quidditch. Nunca parecía pasarla mal en aquellas fiestas y reuniones, probablemente estaba bastante acostumbrado, pero de seguro no tenía que tolerar todos los consejos maritales e historias de hijos que yo tenía que aguantar.

Y también estaba el problema de que mi madre siempre estaba invitada, y por supuesto, siempre asistía a las reuniones sociales de Narcissa (al igual que Narcissa asistía a las de mi madre). Bueno, se aseguraba de hablar sobre me con toda persona con la que se encontrara, asegurándose

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especialmente de que yo lo notara, y llamando la atención hacia mi, lo cual últimamente me llevaba a pedirle hablar en privado con ella con tal de suplicarle que dejara de hacerlo y subsecuentemente aceptar su súplica de perdón. Al menos no teníamos que sentarnos en la misma mesa siempre, normalmente ella estaba con la gente de su edad, mientras Draco y yo por lo general nos sentábamos con gente de nuestra edad. Aunque no puedo decir si es mejor o peor sentarse con ex Slytherins o sus padres, pero al menos mis antiguos compañeros se comportaban conmigo como si fuera uno de ellos en vez de maltratarme por haber estado en Gryffindor. Las chicas incluso actuaban como si les cayera bien y quisieran ser mis amigas, diciendo que nos deberíamos juntar alguna vez, lo cual por suerte jamás sucedía, ya que nunca se esforzaban por hacerlo en realidad.

"Y resultó que tenía dos meses de embarazo…" Todas las muchachas de mi edad parecían estar ansiosas por tener hijos, siendo tan jóvenes como de 18 a 20 años; desde mi punto de vista, 22 años sería una edad más razonable para pensar en tener hijos, ¿pero a los 18? Algunas chicas habían quedado embarazadas justo después de graduarse de Hogwarts-o cualquier otra escuela a la que hubiesen ido; me costaba comprender cómo era posible que aquella fuera la única meta de sus vidas: tener hijos. Incluso parecían creer que era un deber. A veces, al pasar tiempo con ellos en esos antiguos salones de las mansiones, vestida en caros y anticuados vestidos, podía imaginarme con facilidad que estaba en el siglo XVIII o XIX, en un tiempo en el cual habría tenido mucho más sentido escuchar a una niña de 18 años hablando de lo gratificante que es ser una madre.

Aunque fueran víctimas de su propia educación, ¿cómo no podían ver que había más en la vida que criar a los herederos de sus esposos? ¿Cómo no podían tener mayores expectativas en la vida que ser madres que se quedaban en casa, teniendo suficiente dinero como para comprar una isla? A veces, cuando les explicaba que quería tener una carrera y trabajar en vez de tener hijos, me contestaban con unas caras de perplejidad tan impresionantes que tenía que dejarlas de lado por un momento tan sólo para asegurarme de que no había viajado en el tiempo.

En verdad, era un tema por cual no quería hacerme mucho problema, no quería pensar en eso, en tener hijos. Siempre había querido uno o dos, pero al hacer aquellos planes, estaba con Ron; y me preguntaba si al menos uno de nuestros hijos heredaría su cabello rojo o sus ojos azules, si tendría varones o niñas, si Ron quería una familia tan grande como la suya (lo cual yo no quería). La vida, sin embargo, normalmente no resulta de la

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forma que uno espera, y acabé casada con Draco Malfoy, a quien ya no odiaba, incluso logré que llegara a importarme, tenerle cierto afecto, pero no podía decir que estaba enamorada de él ni que lo amaba; el amor tomó mucho más tiempo.

Así que, en vez de escuchar a un montón de mujeres hablando sobre tener hijos, obviamente me hacía pensar sobre un tema que quería evitar, haciéndome a su vez detestar las reuniones sociales que organizaban Narcissa o mi madre, o cualquier otra a la que se nos invitara, hasta el punto en el que una vez llegué a gritar de lo nerviosa que estaba, obligando a Draco que nos excusara con su madre, en forma de súplica.

Es que ya había tenido un día lo suficientemente duro, apenas dormí y tuve un examen muy difícil en la universidad (el cual hice a la perfección). Estaba absolutamente agotada cuando llegué a casa, y luego de felicitarme por mi examen, Draco me dice que su madre nos esperaba aquella noche a las 8 para su tan anticipado baile de invierno; incluso me había mandado un vestido nuevo y joyas para usar.

"¡No, Draco! ¡No puedo! ¡Tan sólo ha pasado una semana desde el último, y necesito al menos un mes entero para recuperarme!"

"¿Qué pasó en el último? Parecías estar bien."

"Pero no lo estaba, me sentía miserable. ¡No puedo soportar seis horas de charla con docenas de chicas embarazadas, cientos de madres jóvenes, y miles de adultas que parecen creer que es su deber aconsejarme sobre mi propio matrimonio! Dile a tu madre que no iré."

Draco, viendo como unas lágrimas empezaban a caer de mis ojos, y qué tan exasperada estaba, aceptó y pasó una hora entera rogándole a su madre que nos permitiera no asistir; me di cuenta de que tan difícil fue para él hacer eso, y se lo agradecí un montón; realmente apreciaba aquel lado suyo, especialmente cuando prefería escoger mi salud mental por encima de los caprichos de su madre.

Al lograr que se nos excusara de ese baile, no habría forma de evitar la cena de gala que le seguía en el calendario social. Por suerte nos sentamos en una mesa con gente de todas las edades, permitiéndonos escoger con quién hablar, y yo decidí tomar parte en la charla de negocios de Draco; a las otras mujeres les resultó muy curioso que me interesara en tales temas

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a una tan temprana edad y, viendo que no estaban tan bien informadas como yo, eventualmente me dejaron fuera de sus propias conversaciones.

Creo que lo único que me gusta de las cenas de gala es la comida y el baile, bailar con mi hermano (que era raro de ver en una de las reuniones de Narcissa, siempre con excusas tipo "No tengo pareja") o con Draco; aunque la mejor parte de todo era el final, cuando por fin podíamos irnos.

A pesar de lo tarde que era, aquella noche me fui con una sonrisa de triunfo y, cuando llegamos a casa, me dejé caer en un sofá y dije: "Sobreviví, lo logré."

Y Draco se veía más cansado que yo.

"Pareciera que te han estado tratando de persuadir para tener hijos toda la noche."—Le comenté desde mi lugar en un gran sofá de la sala de estar de nuestra casa italiana; lo observé mientras se quitaba su abrigo.

"Me han hablado de eso desde mis 13 años, se podría decir que ya estoy bastante acostumbrado."

Me había imaginado algo así, después de todo él era parte de toda esa gente cuyo único pensamiento era procrear y tener más y más dinero; de hecho, Draco tenía el deber de tener al menos un heredero varón para continuar con el nombre de la familia. Así que me pregunté por qué siempre había sido tan respetuoso conmigo, nunca tratando de convencerme de cooperar en ese aspecto, nunca siquiera insinuando que hablaríamos de ello algún día, a diferencia de su madre, que ya tenía la idea de que tendríamos hijos como si estuviera escrito en piedra.

"¿Por qué nunca has intentado…? quiero decir, nunca me has preguntando… tu sabes, sobre tener un hijo."—Me encogí de hombros y lo miré a los ojos. —"¿Es que no quieres?"

"Debería querer, ¿no crees?" Draco suspiró y se dejó caer en un sillón en frente mío. —"¿Qué dirías si te lo pidiera?"—Al decir eso sonrió irónicamente, pero sin dejar de mostrarse cansado como estaba. —"Me darías una bofetada, o quizás te daría un ataque de risa."

Al escuchar aquello, sentí que mis mejillas se sonrojaban rápidamente. "No… ¡Por supuesto que no!"—Exclamé, algo molesta por la idea que tenía sobre mí. —"Supongo que tan sólo diría que no."

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"Exacto. Así que, si ya sé la respuesta, ¿por qué molestarme en preguntar?"

"Porque para ti es como un deber, ¿o no? Eres el último Malfoy que queda."

"No me recuerdes eso, por favor."—Dijo él con un largo suspiro, mirando ahora al techo y luego lentamente cerrando sus ojos mientras dejaba que su espalda descansara contra el sillón. —"No es mi deber, al menos no desde mi punto de vista; los deberes deberían ser escogidos, libremente escogidos, ¿no lo crees? Y por lo que se, nada ni nadie puede obligarme a cumplir con esa expectativa familiar; a eso sí que no me pueden obligar."

"Así que… ¿no quieres ser padre?"

Mi pregunta lo hizo abrir sus ojos y lentamente girar su cabeza para mirarme a los ojos con una expresión tan prudente como curiosa.

"Debería ser padre ya, como la mayoría de los hombres de mi edad."—Estuve a punto de decirle que eso no respondía mi pregunta, pero el prosiguió: "Debería tener hijos y continuar con el nombre y honor de la familia… pero…"—Respiró profundamente antes de decir lo que seguía: "Pero realmente no le veo el punto, especialmente si mi esposa no esta dispuesta a colaborar."

"Aún no respondes mi pregunta, Draco. ¿Quieres o no quieres ser padre?"

"Supongo que no. Tener un hijo significaría tener más responsabilidad, toda una nueva vida para proteger, alguien que criar, alguien que me tendría como modelo a seguir… ¿y qué vería? ¿En qué se convertiría? No me parece que esté listo para tomar parte en eso. Así que, a menos que algún día llegues a la conclusión de que quieres tener un hijo conmigo, no me trataré de persuadirte de ello."

Quedé perpleja por la sinceridad e impresionante lógica de sus palabras; me di cuenta entonces que él no era como el resto de las personas de nuestra edad que había conocido en estas reuniones sociales; Draco no lo decía directamente, pero se podía asumir que ser un padre para él en verdad significaba algo más que continuar con el nombre de la familia; él no quería ser como los otros hombres que dejaban a sus hijos al cuidado de sus esposas y niñeras mientras se ocupaban únicamente de sus negocios. Él quería significar algo más para sus hijos, quería ser un buen

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padre y tomar parte de la vida de ellos. Y estaba asustado, estado porque pensaba que no podría llegar a ser lo suficientemente bueno.

"Bien."—Dije luego de una larga pausa, sacándole una mirada prudente otra vez con mi actitud dudosa y mis mejillas sonrojadas. —"Tengo otra pregunta."

"¿Qué?"

"Por lo visto no te preocupa mucho tener hijos, no te importa demasiado ser el último Malfoy en la tierra."—Creí verlo hacer una cara de disgusto al decir aquello. —"Lo entiendo, y me impresiona bastante, pero lo que me sorprende más es que tu no… tu no…"—Estaba decidida a preguntarle, pero no podía evitar tartamudear y sonrojarme aún más. —"No pareces tener las mismas necesidades que la mayoría de los hombres tienen."

Draco comprendió inmediatamente lo que decía y se sonrojó automáticamente al escucharme, pero no se sonrojaba por vergüenza sino por enfado. "Si tengo las mismas necesidades que cualquier hombre, Granger."—Me miró con unos ojos mortíferos al decir eso. —"Pero resulta que soy extremadamente respetuoso de ti, como habrás notado."

"¿Eso eso porque… porque no te atraigo?" Ese pensamiento me había estado dando vueltas en la cabeza por un largo rato; llegué a pensar que a Draco ni siquiera le parecía linda, o que quizás era tan repugnante que él ni siquiera consideraría tocarme, pero siempre recibía mensajes confusos; a veces pensaba que me deseaba, otras que no. Era extraño en verdad, que pudiera ser tan respetuoso, aunque no le daba exactamente otra opción, pero podría haber intentado algo.

"¿Hablas en serio?"

Asentí con la cabeza expectantemente.

"De todas las chicas con las que mis padres me pudieron haber comprometido, debes ser la más rara."

Quedé muda ante sus palabras, sin lograr comprender por completo a dónde quería llegar con eso; y él continuó hablando:

"Me has atraído desde la primera vez que te vi."

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"¿Estás hablando en serio?" Enfaticé la pregunta, arqueando una ceja al mismo tiempo.

"En serio."—Asintió con la cabeza seriamente. —"Siempre te consideré linda, y me enfadé bastante al averiguar que eras hija de muggles. A pesar de que no habría podido tenerte aunque fueras de sangre pura… lo cual en realidad eras, y además resultaste ser mi prometida. La vida puede ser bastante irónica, ¿no crees?"

"¿Estás de broma, Malfoy? ¿Con el cabello inmanejable, los colmillos gigantes y la pila de libros que cargaba?"

"Siempre fuiste única, me gusta eso."

"Wow." Fue todo lo que pude murmurar luego de escuchar una declaración tan impactante. Nunca en un millón de años me habría imaginado que Draco Malfoy gustaba de mí cuando éramos niños.

"Así que, si quieres que conteste tu pregunta más directamente, te lo diré a la cara: si te deseo, tan sólo estoy esperando que tu sientas lo mismo. Porque se que algún día lo sentirás, ¿qué otra opción tienes?"

Me sonrojé nuevamente, un poco molesta por su insinuación. "Te superas día a día." Le dije sarcásticamente.

"¿Por qué lo dices? ¿Porque puedo ser paciente?"

"No, no sólo por eso, sino también porque nunca has tratado de forzarme de ningún modo, apenas has insinuado algo una o dos veces, pero nunca intentaste… y eres un hombre, ¿y puedes ser paciente? Es… simplemente es extraño. Eso es todo."

"Nunca te obligaría a hacer algo que no quieres, Hermione."—Se mostró preocupado al decir aquello, pensando quizás que yo creía lo peor de él. —"¿Realmente piensas eso de mi?"

"¡No! Por supuesto que no. Tan sólo trataba de comprender cómo puedes ser tan paciente y sereno…"

"En realidad es bastante simple."—Se encogió de hombros con indiferencia. —"Lo que no conoces no puede hacerte daño."

"¿Quieres decir que tu nunca…?"

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"No."—Arqueó una ceja, demostrando que era una respuesta bastante obvia. —"¿Tu?"

"No."—Negué con la cabeza y miré abajo, a mis manos. —"Nunca llegué tan lejos."

Draco rió un poco y me miró con ojos divertidos. "Tenemos un matrimonio medieval perfecto, ¿no crees? Ambos somos célibes y casados contra nuestro juicio y voluntad."

"Lo más curioso es que te resulte entretenido." Le dije prudentemente.

"Es entretenido. No estaba contento pensando que Weasley había tomado a mi esposa."

Mis mejillas tomaron un color rojizo más intenso y entonces decidí dejar de mirarlo a la cara, y preferiblemente concentrar mi vista en una pared lejana.

"Ahora que has tocado el tema…"

"No."

"Bien, tan sólo quería asegurarme. Pero si cambias de opinión, sabes donde encontrarme. Buenas noches."

No lo seguí cuando se fue, tan sólo supe que se había ido al escuchar el cerrar de la puerta. Quedé sola entonces, pensando y reconsiderando todo lo que había pensando sobre mi esposo, quien había resultado ser más humano de lo que pensaba que podía ser.

Y entonces pensé que teníamos la posibilidad de ser felices el uno con el otro.

Siempre podía sorprenderme al conversar con él; siempre había algo nuevo e inesperado sobre él que podía descubrir, aunque tuviera ciertos límites. Draco no era un libro abierto, pero a veces dejaba algo en la superficie para que yo descifrara, y mis conclusiones me hacían apegarme más a él.

Su ausencia a veces me tocaba los nervios; me di cuenta de que nos íbamos viendo menos y menos los días de semana. Luego de un mes me

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dio, Draco empezó a ausentarse en algunas comidas, fuera el almuerzo, la cena, o incluso ambas en un mismo día, explicando que estaba demasiado ocupado. Draco repartía una buena parte de su tiempo trabajando en la compañía de su familia, la cual manejaba junto con su madre.

Así que de vez en cuando me encontraban sentada absolutamente sola en la mesa para comer. Luego de haber estado rodeada de tanta gente por tanto tiempo, me resultaba bastante extraño y no podía acostumbrarme, así que empecé a visitar a mi familia italiana más seguido. Pero quedarme con ellos para comer me hacía considerar cómo sería mi vida en la mansión Malfoy cuando me mudara allí, para lo cual sólo me quedaban unas pocas semanas. Ciertamente no tendría el tiempo de ir a Italia dos veces al día o cuando fuera que me sintiera sola, y era seguro que Draco tendría que ocuparse aún más de su trabajo.

No quería vivir sola en la mansión Malfoy, y no estaba dispuesta a ser dejada de lado. Cuando quise discutir el tema con Draco, sin embargo, todo el asunto dio una vuelta inesperada.

"No quiero pasar el 80% de mi tiempo libre sola en la mansión Malfoy, Draco. No lo soportaré. No podré ver a mi familia seguido, y ni siquiera tendré a los elfos domésticos para hablar ya que tu madre les ha prohibido acercarse a mi si no es por una emergencia, y tu estás empezando a mostrar señales de una adicción al trabajo."—Le dije, mirándolo directo a los ojos. —"Puedo pasar las mañanas en clase, puedo pasar las tardes leyendo y estudiando, pero…"

"Comprendo."—Él me interrumpió, su voz seria, su mirada determinada y a la vez indiferente. —"No tienes que mudarte conmigo si no quieres. Puedes olvidarte de nuestro trato, quédate donde quieras."

Sonaba sincero y resuelto, me ofrecía libertad, algo que había olvidado haber dejado en sus manos desde que me acostumbré a vivir con él. Y así me vi con sentimientos encontrados: por un lado pensé que ya no le importaba, y como lo que quería era pedirle que pasar más tiempo conmigo y menos en el trabajo, sus palabras me hirieron un poco; pero, por otro lado, pensé que quizás, por lo que se veía en sus ojos, tan sólo quería complacerme, hacer lo que le pareciera mejor para mi.

"No me importa si quieres quedarte en esta casa, la compré por ti de todos modos."

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No le contesté, no le di ninguna explicación, todo lo que hice fue pararme en frente suyo, acercarme más a él y besarlo en los labios. Esa vez, sin embargo, él me devolvió el beso y no tuve intenciones de apartarlo. Sentí sus labios suaves besándome tan bruscamente como yo lo había besado a él. Era apasionado, sus manos se encaminaban por mi espalda y las mías pronto se encontraron alrededor de su cuello. Sentí su aliento en mi boca y de alguna forma acabamos recostados en un sofá, besándonos de una forma que jamás habíamos experimentado juntos. Y se sintió bien—no me sentí culpable, no pensé en Ron, tan sólo me permití perderme en sus labios, en su abrazo y sus caricias; y él parecía perderse en mí también. No fuimos más lejos que eso, no estoy segura de que lo hubiera permitido, pero lo que nos interrumpió no fue mi voluntad, sino la llegada de mi suegra. El sofá en el que estábamos se encontraba justo en frente de la chimenea, la cual resultaba ser el lugar por el que llegó.

Lo primero que vio al llegar fue a su hijo encima de mí, besándome apasionadamente. Cuando Draco la escuchó llegar, se apartó inmediatamente de mí.

"¡Madre!" Dijo abruptamente con su respiración entrecortada, su rostro sonrojado, y con una expresión de terror en su rostro.

Su madre, sin embargo, se mostró tan seria e indiferente como de costumbre; habló en una voz muy severa al entrar a la sala de estar. "Es absolutamente alentador ver que os estáis llevando así de bien, queridos, sin embargo, os aconsejaría hacer eso en un dormitorio, en una cama si es posible. Sino me veré forzada a tirar algunos muebles."

"Lo siento tanto, Señora Malfoy, en realidad no estábamos…"—Narcissa arqueó una ceja, yo estaba tartamudeando y me veía aún más avergonzada que Draco.—"No fue más que un beso."

"Aún así, es mejor en un dormitorio, querida. Recuerda que eres una dama y debes comportarte como tal."

"Ha sido mi culpa, madre. Tendremos más cuidado la próxima vez."

Decidí dejarlos entonces y evitarlos a ambos por el resto del día encerrándome en mi habitación. Me preguntaba qué estaría pensando Draco, ¿qué impresión le había dejado? ¿Habrá pensado que lo deseaba? ¿Que me gustaba? ¿Que lo amaba? ¿Se habrá quedado con ganas de más?

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¿O habrá pensando que tan sólo lo besé por estar agradecida de haber quedado desligada del trato?

Luego de un par de horas de estar acostada sola en mi cama con mis pensamientos, escuché a Draco tocando una sonata en el piano; sabía que era él porque reconocía su forma de tocar, el tiempo entre nota y nota, la pasión que ponía cada vez que sus dedos tocaban una tecla, y la brusquedad de su actual humor. Esperando encontrarlo solo, dejé mi habitación y bajé las escaleras, atravesé el corredor y luego entré a la sala de estar.

Draco dejó de tocar una vez que me vio entrar a la habitación.

"No tenías por qué detenerte."

"Oh, por supuesto que sí." Me contradijo él, sus ojos centelleando, demostrando de alguna forma que quería significar algo completamente distinto.

"Me gustaría que hubieras continuado." Le sonreí tímidamente, siguiendo las líneas de su pensamiento. "De no haber habido ninguna interrupción."

No me respondió y, en vez, empezó a tocar otra vez, esta vez algo más suave. Me senté a su lado en el piano, haciéndolo parar otra vez. Draco movió su cabeza para verme a la cara, cuestionándome con los ojos.

"No quise decir que quería dejarte, no me molesta vivir contigo. Lo que si me molesta es pasar tanto tiempo sola cuando tu podrías estar aquí y acompañarme."

"¿Desde cuando te interesa mi compañía?"

"No lo se."—Me encogí de hombros. —"Es que estoy tan acostumbrada que ahora es raro no tenerte en la cena para charlar, o verte estudiar cerca de mí en la librería. Supongo que no tienes mucho tiempo para sentirte solo, ¿verdad?"

"No, realmente no."

"Bueno, yo si. Y tu ni siquiera has terminado tu carrera aún y ya estás adicto al trabajo."

"Estoy segura de que tu también lo estarás algún día también."

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"Es muy probable. Sobretodo si no tengo nada mejor que hacer."

"No me imaginaría que pudieras pensar que hay algo más en la vida que estudiar y trabajar."

"¿Entonces por qué crees que te besé?"

"¿Porque soy absolutamente guapo y ya no podías aguantarte?"

"¿Eres guapo?"—Lo miré con fingida curiosidad e impresión. —"No lo había notado." Le dije de forma juguetona, con un tono burlón.

Eso lo hizo reír, yo sonreí.

"Te besé porque vi algo en ti más allá de tus lindos rasgos."

De repente su rostro cambió a uno de absoluta seriedad, apartó su mirada de la mía y se movió para levantarse y alejarse de mí.

"¿Qué sucede, Draco?" Le pregunté, completamente confundida; no había nada en aquella frase mía que pudiera haberlo ofendido.

"No soy tan bueno, no deberías ilusionarte."

"¿De qué hablas?"

"No importa; tan sólo olvídalo."

Y así dejó la habitación; yo me quedé preguntándome qué le estaba sucediendo. Pero no estaba dispuesta a ser dejada de lado de esa forma, así que no mucho después me levanté y lo seguí. Lo encontré en las escaleras, seguramente encaminándose a su dormitorio.

"Draco…"

"Sé que opinas distinto, pero realmente no necesito una discusión ahora."

"Tan sólo dime si dije algo para que te enojaras."

"No, no hiciste nada. No estoy enojado contigo."

"¿Entonces por qué no podemos estar bien?"—Le pregunté con un tono de súplica, el cual pareció hacerle reconsiderar su conducta. —"Hace tan

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sólo unas horas pensé que habíamos dado un paso adelante en vez de uno atrás; ¿no era eso lo que querías? ¿No es bueno para los dos?"

Se quedó en silencio por un momento, mirándome pensativamente. Tomó una gran bocanada de aire antes de responder: "¿Qué tal si lo que crees bueno es en realidad… malo?"

"¿Cómo puede ser malo? Estamos casados, sólo nos tenemos el uno al otro, y cuando intento que las cosas funcionen entre nosotros, tu…"

"No me refería a eso."—Me interrumpió. —"Tan sólo quiero decir que no deberías creer que soy una buena persona. No quiero que te decepciones."

"Creo saber qué esperar de ti, Draco. Y también sé que eres bueno, incluso si no quieres demostrarlo, tienes una buena alma."

"Y yo me conozco mejor, así que te aconsejo que no creas de otra forma. No soy ningún santo."

"Se que no lo eres, yo tampoco soy perfecta, Draco. Pero te acepto de todos modos."

"¿Por qué?"

"Porque tu me aceptas como soy también y, como te dije antes, se que eres una buena persona. No eres perfecto, como cualquier otro ser humano, pero puedes ser bueno y eres bueno."

Me acerqué más a él y acaricié su mejilla cuidadosamente; su mirada era inescrutable.

"No creo ser lo suficientemente bueno para ti."

"¿Y yo lo soy para ti? No puedo pensar en ese tipo de cosas ahora mismo; no me importa en realidad. Lo que importa es este momento, Draco, ahora mismo. Quizás no nos amamos, quizás tan sólo seremos amigos, tal vez tan sólo gustamos el uno del otro, pero lo bueno es que no nos odiamos, podemos vivir juntos, podemos cooperar y coexistir…"

"Eres demasiado buena para mi, Hermione."—Habló con sinceridad, y a su vez con la misma seriedad de antes. —"Y lamento que hayas acabado conmigo, mereces a alguien mejor."

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"Normalmente no piensas tan mal de ti mismo, Draco. ¿Qué te sucede?"

Draco entonces suspiró y lentamente levantó una mano para apartar un mechón de mi cabello que estaba en mi cara. "Siempre pienso de esta forma, por lo general no lo demuestro, pero es lo que veo y creo." Luego de un momento de silencio, dejó caer su mano y usó la otra para levantarse la manga de un brazo, mostrando una inmensa cicatriz; la cicatriz que le había quedado después de la muerte de Voldermort.

"Esto siempre me recordará de ello, y debería servirte de recordatorio a ti también."

Lenta y precavidamente acaricié la cicatriz en su brazo con un dedo, apartando mi mirada de sus ojos. "No tuviste opción."

"Nunca he tenido opción."

"Y por eso te puedo perdonar, Draco."—Entonces lo miré al rostro, demostrándole la honestidad de mis palabras con los ojos.

"No entiendes."

"Explícamelo entonces. ¿Qué intentas decirme?"

"Trato de que comprendas que no deberías sobreestimarme, Hermione. No me beses porque crees que soy bueno, porque no lo soy, al menos no de la forma que quieres creer que soy. Soy tu esposo, y siempre querré lo mejor para ti, pero ese es mi deber. Y si eso significa que vivirás a 10 mil kilómetros de mi, entonces estaré bien siempre y cuando te haga feliz."

Era bastante contradictorio que me dijera que no era una buena persona y al mismo tiempo que explicara que le interesaba mi felicidad; diciendo además que mi felicidad era un deber, como si su tarea fuera complacerme de cualquier forma que quisiera. Algo a lo que no había estado dispuesto cuando nos casamos hace medio año. Era interesante y confuso verlo comportarse de esa forma, porque tenía que asumir que estaba ocultando algo, algo que lo estaba molestando, haciéndolo sentirse culpable, haciéndole buscar redención.

"Y… ¿qué tal si… qué tal si quiero hacerte feliz también?" Le pregunté con curiosidad. No podía explicarme cuál era su problema, y me di cuenta de

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que no estaba dispuesto a decírmelo. Y no quería que se sintiera miserable.

"No es así, Hermione. No soy quien hubieras elegido para hacer feliz, no soy quien quieres y nunca lo seré."—Su tonó se volvía más y más brusco a medida que pronunciaba cada palabra, pero en ningún momento quiso intimidarme de ninguna forma. —"No… no dejes que nada de esto te confunda. Esto no es más que una cuestión de hábito, te has acostumbrado a estar cerca de mí, me has aceptado de la forma que soy y yo te he aceptado de la forma que eres, pero…"—Entonces hizo una pausa para suspirar, y su voz se volvió algo más cálida nuevamente. —"Pero no estamos enamorados, tan sólo quisiste besarme con tal de intentarlo, y yo te beso porque me gusta hacerlo. Podemos ir aún más lejos y, aún así, no me amarás. No de esta forma, tan sólo por intentarlo."

Era sin duda un suceso muy extraño, pero había sucedido: se había abierto conmigo, había compartido sus sentimientos conmigo; y había dicho casi las mismas cosas que habían pasado por mi cabeza una y otra vez en el último tiempo. E, irónicamente, eso hacía que me gustara; eso hizo que me gustara lo suficiente como para besarlo—y no tan sólo con tal de intentarlo como él había dicho, sino porque realmente, en aquel momento, me gustaba. Me gustaba porque había intentado mostrarme su verdadera forma de ser, porque había compartido algo íntimo conmigo, porque me había aconsejado sobre algo que creía malo para mi, porque quería lo mejor para mi, porque me respetaba y me aceptaba tal y como era a pesar de todo lo que le había hecho pasar.

"No, Draco."—Negué con la cabeza y sonreí. —"Quiero que seas feliz, y te amaré por amarte, porque puedo amarte y tu puedes amarme también."

Draco se quedó mirándome en silencio con un rostro un tanto escéptico. En ese mismo instante otro beso se habría visto bien luego de decir algo así, pero las circunstancias no parecían hacerlo correcto, así tan sólo tomé una de sus manos y la sostuve con fuerza.

"¿Qué es esto, Hermione? ¿Se supone que debo ser tu reemplazo para Weasley ahora?"

"No, por supuesto que no."—Le dije con un tinte de enfado en mi voz. —"Mira, Draco, ahora mismo te considero mi amigo, y te quiero como a un amigo. Me importas y quiero lo mejor para ti también, tanto como tu quieres para mi."—Le mostré una sonrisa de aliento y apreté un poco su

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mano. —"No quiero apresurar las cosas, tan sólo estoy diciendo que me gustas y que podemos ser felices. ¿No lo crees tú también? Hace meses me pediste que creyera, tanto antes como después de que nos casáramos. Me pediste que creyera en ti y yo no quería hacerlo, pero ahora mismo creo en ti, y también creo en mi misma."

"¿Eres feliz cuando estás conmigo?" Su voz era un tanto incrédula, y la prudencia se notaba evidente en sus ojos mientras me cuestionaba con la mirada.

"Soy feliz cuando me hablas, cuando compartes tus sentimientos conmigo y cuando tratas de hacerme sonreír."—Tomé su otra mano y me acerqué un poco más a él. —"También soy feliz cuando tocas el piano, cuando me acompañas a aquellas fiestas y reuniones, incluso a esas a las que no estás obligado a asistir, y también soy feliz cuando quieres reconfortarme y cuando te veo sonreír."

Mi pequeño discurso, aparentemente, lo dejó confundido, y lo suficientemente acomplejado como para no hablar por un extenso minuto en el que me preguntaba qué podía estar pasando por su cabeza. Lo que más quería en ese momento era que sonriera y que me besara. Después de todo acababa de confesarle que me gustaba, ¿no debería responder positivamente como cualquier otro muchacho en aquella peculiar situación? Pero no, no Draco, él era tan diferente de los otros como yo. Único en su especie, tal y como me había descripto a mi.

Y, de hecho, no me besó. Se desprendió de mis manos y, en vez, me abrazó suavemente. A pesar de que estaba un tanto sorprendida por su reacción, le devolví el abrazo y no dije nada más. Tan sólo nos quedamos ahí por un largo rato, sintiendo la palpitación y la respiración el uno del otro mientras nos preguntábamos distintas cosas. No puedo decir en qué pensaría él, creí ver culpa en sus ojos; pero sé que yo me quedé pensando cuando sería él el primero en besarme y yo quien le devolvería el sentimiento.

El día que más temía había llegado: el primer aniversario de la muerte de mis padres. Había sido en este mismo día que había estado demasiado enferma como para que mis padres me mantuvieran en nuestra casa, y decidieron llevarme al hospital… no mucho más tarde ambos estaban muertos.

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No quería despertar aquel día, pero, como todos los días, lo hice. Me desperté temprano, a las 4:20 am de hecho. Había estado tomando una poción para dormir sin soñar para poder pasar la noche últimamente, así que no me despertó una pesadilla, pero el fuerte soplar del viento y un inmenso sentimiento de angustia que no me permitía volver a dormir.

Vi el reloj en mi mesa de noche y conté las horas. Imaginé que exactamente hacía un año, mis padres me habrían llevado al auto dentro de unas dos horas más, a las 6 de la mañana, muriendo alrededor de las 7.

¿Por qué tuvieron que morir? Me pregunté otra vez, al igual que había estado haciendo todo el último año. Eran buenas personas, no habían hecho ningún mal a nadie, no merecían tener un destino tan horrible. Habían sido personas felices con vidas alegres, ayudaban a otras, vivían y creían en paz.

Lloré silenciosamente en mi almohada por algunos minutos mientras pasaban aquellos pensamientos por mi mente. Hacía mucho tiempo que estaba cansada de llorar, pero justo en ese momento, en aquel día, no parecía mal hacerlo.

Después de lavarme la cara en mi baño privado, decidí ir abajo. No iba a volver a dormir, y no quería bajo ningún concepto perturbar el sueño de Draco.

Horas más tarde él despertó y me encontró en la sala de estar, observando el campo de nieve en que nuestros jardines se habían convertido.

Draco ya estaba completamente vestido de una forma elegante y listo para salir.

"Buenos días."—Lo saludé.—"¿A dónde vas tan temprano?"

"Los dos vamos a ir al cementerio de tu familia."

Quedé sorprendida de que se acordara, and también de que estuviera preparado para salir a las 9 de la mañana mientras yo estaba sentada en un sofá con un aspecto horrendo. Suspiré lamentosamente, no estaba segura de qué hacer; quería ir, pero al mismo tiempo sabía que no sería capaz de tolerarlo. No quería ver a mi madre allí, no quería escuchar el discurso de mi abuelo en conmemoración de mi padre, su hijo; no quería

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tener a todo el mundo vigilándome, esperando que cayera al piso y me largara a llorar. Quería confrontar la tumba de mi padre sola, quería estar sola con mi dolor y mis recuerdos, no quería tolerar el afecto de mi familia. Pero sabía que también me sentiría culpable si no iba.

Así que fui, y todos los que pensé que estarían allí, estaban presentes, incluyendo a mi madre y a Narcissa Malfoy. Me pareció bastante insultante que estuvieran allí puesto que, de no haber sido por ellas, mis padres podrían seguir con vida. Era confuso pensar sobre ello, en realidad, sólo pensar cómo serían las cosas de distintas para mi si aquellas mujeres no hubiesen hecho un contrato tan diabólico.

Si mi madre no me hubiese puesto bajo una maldición para que me casara con Draco, mi padre probablemente no la habría dejado. Entonces habría sido criada como una bruja de sangre pura, habría vivido en una inmensa mansión, habría crecido junto con mi hermano, incluso podría haber tenido más hermanos. Incluso podría haber acabado en Slytherin en vez de Gryffindor, quizás ni siquiera habría conocido a Harry y a Ron. Y, quizás lo más importante, nunca habría conocido a mi otra madre, la mujer con la que mi padre reemplazó a mi madre biológica. No sabía qué pensar de eso, ella era la más dulce y amable mujer del mundo, y siempre pensaré en ella como mi madre, incluso si no lo era realmente.

Pero queriéndola como la quise, no podía pensar que mereciera la pena conocerla, tenerla como mi madre, si eso significaba que tenía que morir. Porque si mi padre no hubiese dejado a mi verdadera madre, probablemente no la hubiera conocido, y así, yo tampoco. Y de todas las personas involucradas en la situación, ella sin duda era la que menos tenía que ver con lo sucedido, la que no podía ver qué vendría, la más inocente e indefensa, ya que había sido una muggle.

¿Así qué a quién tenía que culpar? ¿A mi padre por dejar a mi verdadera madre e involucrar a una mujer inocente que aprendí a querer como a ninguna otra en una situación en la cual no se podía defender? ¿O a mi madre por empezar todo eso? En verdad, ninguno de los dos había manejado la situación bien. Mi verdadera madre por obvias razones, mi padre porque pudo haber escogido otros métodos, pudo haber utilizado la magia para defenderse—lo cual no hizo sólo para no ser encontrado—pudo haber aceptado que no había salida luego de investigar durante 16 años, pudo haber decidido rendirse y permitir que mi verdadera madre

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me encontrara para que nos pudiera proteger a todos. Pero él había sido incluso más terco que yo, y su terquedad lo dejó dos metros bajo tierra.

El tema es que, en realidad, no podía culpar a ninguno de ellos, porque también sabía que no habían querido hacerme ningún daño. Mi madre debido a su crianza, mi padre debido a la suya. En el final, a pesar de que hicieron todo mal, en realidad siempre quisieron lo mejor para mí.

Por ello le permití a mi madre sostenerme mientras escuchaba el discurso de mi abuelo, a pesar del rencor que le tenía. Pero eso también acepté las condolencias de Narcissa, a pesar de no estar absolutamente segura de que sus palabras igualaran a sus sentimientos.

Me quedé allí sola en el cementerio una vez que todos se fueron; toda mi familia—incluyendo a Narcissa y a Draco—se fue a almorzar, pero yo no quería acompañarlos y me entendieron. Necesitaba estar un momento sola, necesitaba estar sola con mis sentimientos.

Mi madre yacía al lado de mi padre en el cementerio Zabini, había sido una batalla difícil de ganar, porque ella había sido una muggle, y jamás había habido un muggle en aquel cementerio. Era un lugar inmenso con cientos y cientos de tumbas, y mi madre no debía estar allí, porque no sólo no era una Zabini, sino porque también era una muggle. Alegué que ella había sido la verdadera acompañante de mi padre en su vida, que había sido quien me había criado y querido como mi madre, y que merecía yacer al lado de él por siempre, incluso si aquel lugar se suponía que estaba allí para mi verdadera madre.

Fue una batalla muy difícil de ganar, pero al final mis abuelos aceptaron mi petición, y concluyeron que mi madre biológica tendría un lugar al lado de la tumba de Blaise. Era algo bastante enfermizo en mi opinión, pero ya tenían reservados lugares para todos los hombres Zabini y sus esposas que estaban vivos. No quería ni ver esas tumbas, era horrible pensar que algún día serían ocupadas.

Me resultó bastante pacífico estar allí, tanto que me senté allí en frente de las tumbas de mis padres por horas, sólo pensando sobre ellos, recordándolos. Pasando por mis mejores recuerdos sobre ellos. Al pasar el tiempo, empecé a sentirme mejor. No era que la angustia se hubieran ido, ni que me sintiera satisfecha, pero de alguna forma pude sentir que el dolor se iba y que algún día podría encontrar paz.

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Fue como a las 3 de la tarde que Draco decidió que era hora de ir a buscarme. Sólo fui consciente de su presencia cuando sentí su mano en mi hombro.

"Hermione, hacen menos cinco grados centígrados aquí y han pasado horas…"

"Si, será mejor que me vaya."—Me di cuenta entonces de que no sentía mis piernas ni mis pies. Moví mi cuello muy lentamente para mirarlo desde allí abajo.—"Creo que necesito ayuda."

Él, muy gentilmente, me ayudó a levantarme por la cintura para que pudiera usar su cuerpo como soporte para caminar. Nos apareció a nuestra casa donde el calor de la chimenea nos dio la bienvenida. Draco me ayudó a quitarme mi abrigo y yo, con gusto, me senté en frente del fuego. Había una taza de chocolate caliente y algunas galletas servidas en la mesa de café en frente del sofá en el que estaba sentada.

"¿Cómo te sientes?" Me preguntó él mientras se sentaba a mi lado.

Me tomé un momento para responderle, observando el fuego más que viéndolo a él. "No puedo sentirme bien, pero tampoco me siento horrible."—Hice una pausa para beber de mi taza, y luego proseguí.—"No pensé que me ayudaría estar allí y escuchar a mi abuelo y ver sus tumbas… sabes."

Draco no dijo nada y, en cambio, nos sentamos en un silencio agradable. Luego de eternos minutos de observar el fuego, hablé otra vez: "No creo que alguna vez vaya a dejar de extrañarlos y de sentir pena por sus muertes, no creo que alguna vez vaya a superar que hayan fallecido, pero siento que puedo seguir con mi vida."

"Puedes." Dijo él en concordancia conmigo, asintiendo con la cabeza como para acentuar su asentimiento.

Entonces me moví para verlo a la cara y le sonreí débilmente. "Gracias por acompañarme, Draco. Ahora me siento culpable por no haberte acompañado al funeral de tu padre."

"Fue mejor que no estuvieras ahí, créeme."

Temí preguntar, asustada por la respuesta que obtendría.

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"Lo siento."—Lo miré profundamente a los ojos, mi voz suplicante.—"Siento tanto lo que sucedió, debería haber…"

"Hermione…"—Él me interrumpió antes de que pudiera terminar mi oración—"Nada de esto ha sido nuestra culpa, sino la de nuestros padres. Al menos en mi parte de la familia este tipo de arreglos son normales, todos sabían en qué se estaban metiendo… excepto tu padre, por supuesto, que nunca quiso que nada de esto sucediera."

"Pero aún así, Draco, cometí el mismo error que mi padre. No quería admitir lo que tenía entre manos, no quería reconocer lo que sucedería, quería creer tanto que había una forma de escapar de todo esto que me cegué y acabé por creérmelo, y por ello, por mi terquedad…"

"No, Hermione."—Draco me interrumpió otra vez, de una forma tan tranquila y determinada que no parecía acorde a la situación—"No te culpo, así que realmente no deberías culparte a ti misma. Todos pudimos haber actuado de otra forma, pudimos haber escogido mejores métodos, y todos cometimos errores… pero esto… esta cosa en la que nos metieron era demasiado grande, y nosotros no éramos más que—aún lo somos en realidad—adolescentes."

Habló con palabras de sabiduría, sorprendiéndome una vez más.

"¿Me perdonarías, Draco? ¿Alguna vez me perdonarás por no haber aceptado antes?"

En vez de contestarme con palabras, me contestó con un beso. Se acercó a mí, inclinándose levemente, y me besó con suavidad en los labios. De nuestros pocos besos, nunca había sentido un toque tan tierno viniendo de él, por lo general era violento y necesitado, pero no esta vez, esta vez fue dulce y gentil, y me gustó.

Cerré mis ojos y lentamente abrí un poco los labios, y pronto sentí su mano en la parte trasera de mi cabeza, acariciando mi cabello; su otra mano pronto se encontró en mi espalda, y las mías en la suya.

Nuestro beso, esta vez, sin embargo, sólo duró unos pocos segundos, pero fue dulce, fue tierno, fue adorable. Abrí mis ojos cuando él se apartó de mi, y lo vi observándome, no con lujuria en sus ojos, no con arrepentimiento ni agonía, furia u odio, sino con lo que quería interpretar como amor.

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Casi le pregunto ahí si me amaba, pero pensándolo mejor sabía que no era así. Tan sólo me había demostrado que le gustaba, y estaba segura en ese momento de que era verdad, podía verlo en sus ojos, no era un acto. Le gustaba, y de alguna forma, yo también gustaba de él.

"No fue tu culpa." Me dijo luego de una prolongada pausa en la cual sólo nos habíamos estado mirando el uno al otro.

No fue mucho después de esa frase que lo volví a besar, esta vez con pasión, y él me contestó con la misma fuerza, un gran contraste con el beso que habíamos compartido antes, pues éste ahora era necesitado en ambas partes involucradas.

Y fue en ese mismo día que, luego de estar casados por medio año, consumamos nuestro matrimonio.

La pasión siempre conlleva problemas; o al menos eso aprendí, sin importar que esté ligada a la furia, dicha o lujuria.

No sé si fue lo más inteligente que pudimos hacer, pero lo hicimos. Éramos jóvenes y estúpidos, como algunos dirían, aunque éramos lo suficientemente grandes. Pero no tuvimos cuidado. Tengo por seguro que yo no estaba pensando correctamente al momento.

Aunque si sé que lo disfruté; ambos lo disfrutamos. Fue muy lindo en un sentido; Draco fue muy amable, y ambos fuimos apasionados, sabiendo y sin saber al mismo tiempo en lo que nos estábamos metiendo.

Desperté horas más tarde en su dormitorio, él estaba a mi lado, durmiendo sonoramente. La conciencia se me hizo presente enseguida, de hecho pensé que todo había sido un sueño, pero cuando vi su torso desnudo bajo las sábanas de su cama, entré en pánico.

Reprimí un grito agudo cubriendo mi boca con una mano y despertando a Draco al mismo tiempo. Él abrió sus ojos y lo primero que vio fue mi cara consternada de horror. Su rostro adormecido pronto cambió a uno lleno de confusión.

"¿Qué sucede?" Preguntó Draco mientras se sentaba lentamente en su cama, dejando tranquilamente que las sábanas cayeran para revelar su pecho desnudo. Yo tenía demasiado temor para contestarle, y todo lo que

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hice fue apresurarme en salir de la cama, arropándome con cuidado con una sábana, y corrí fuera de la habitación.

Con un dejo de torpeza llegué a mi propio dormitorio, tropezándome dos veces con mis pies. Lo primero que hice cuando llegué allí fue buscar mi agenda, rogando todo el tiempo que mis cálculos mentales fueran correctos. Me comporté tan atolondrada como me veía y busqué en docenas de cajones para encontrar el maldito objeto que buscaba; fue mi pánico lo que no me permitía pensar adecuadamente, pues encontré mi agenda en el único lugar donde siempre la guardaba.

Al ir página tras página, Draco abrió la puerta de mi habitación, sin siquiera molestarse en golpear. Se posicionó con su espalda contra la puerta y me miró con una ceja arqueada, aparentemente sólo tenía una bata puesta.

Lo ignoré y suspiré aliviada. Tenía razón.

"No puedo estar embarazada. No estoy en mi período de ovulación." Le expliqué, ya que tenía una mirada expectante en su rostro.

"Oh, así que era eso." Draco también pareció aliviado y sonrió.

"¿Qué quieres decir con que era eso? ¿Por qué pensabas que tenía tanto miedo?"

"Pensé que te habías arrepentido, eso es todo."

Me encontré sonrojándome entonces, porque, en verdad, ni siquiera había pensado en eso, en lo que habíamos hecho. A pesar de sentirme un tanto adolorida, me gustó, pero como me sentía como una completa idiota por permitir que mis emociones controlaran mis acciones en vez de mi cerebro, no pude responderle a la primera.

"Y también pensé que ya habíamos superado el asunto de sonrojarnos. En serio, Hermione, ya era hora, ¿no crees? Lo habríamos hecho algún día."

No me tomé bien sus palabras, ya que me resultó bastante grosero de su parte decir algo así, más allá de que fuera verdad o no. Además, ¿por qué no le importaba que pudiera haber quedado embarazada?

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"¿Es por eso que tú… es por eso que lo hicimos? ¿Porque debíamos hacerlo algún día?" Le pregunté con furia en mi voz; mi actitud no lo sorprendió, y me miró con una gran seriedad al replicarme.

"Lo hicimos porque quisimos. Nadie te forzó, nadie nos forzó."

Draco no lo comprendía, no entendía lo que le estaba preguntando. Quería escucharle decir que había significado algo para él, algo más que un deber como parecía creer que era cuando dijo que era algo que debíamos hacer.

Y por supuesto, él quería hacerlo, era un hombre después de todo. Y de haber quedado embarazada, habría sido excelente para él, porque habría significado cumplir uno de sus deberes, incluso si no le importaba tanto como ya me había dicho antes.

Me sentí estresada de repente, sintiéndome estúpida por creer en algo que había sido no más que una ilusión. Él no me amaba, tan sólo me había deseado; aparentemente le importaba, quería que fuera feliz, comprendía eso, pero no parecía—al momento—ser mucho más que eso. Aún así me permití a mi misma creer otra cosa en un momento de pasión, en un momento en el que no estaba pensando bien. Pero al mismo tiempo, ¿no había sido lo mismo para mí? Yo tampoco estaba enamorada de él, tan sólo lo había deseado… fue un momento de pasión; al final pareciera que fue lo mismo para ambos. Pero eso no me hacía sentir mejor.

Le di la espalda y sequé una lágrima de mi rostro, pidiéndole que se fuera. No escuché su salida, y por supuesto, él estaba ahí cuando volví a darme vuelta.

"¿Cuál es tu problema?" Me preguntó otra vez, mostrándose tremendamente serio, en el mismo lugar en el que estaba antes, su voz un tanto severa, sus ojos penetrantes.

"Mi problema…"—Empecé a decir lentamente, con un tanto de enojo haciéndose evidente en mi voz. —"…es que cometimos un error."—Hice una pequeña pausa, y reconsideré lo que dije antes de que él pudiera replicarme. —"No. Yo cometí un error, tú tan sólo actuaste como debías. Eres igual que cualquier otro muchacho u hombre de alta sociedad sangre pura."

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Él podía sentir la agonía detrás de mis palabras y la furia esparciéndose por todo mi ser. No se mostraba sorprendido sin embargo, ni parecía demostrar ningún tipo de arrepentimiento, condolencia o sensibilidad, tal y como era normal en él, justamente lo que no me gustaba de él.

"¿Qué esperabas?"—Me preguntó luego de una corta pausa, aún atravesándome con sus ojos, pero manteniendo un tono de voz calmo. —"Soy lo que soy, soy quien soy." Draco se acercó más hacia mí rápidamente para verme desde más cerca, cara a cara. Sólo había un escritorio separándonos cuando se detuvo. —"Has sabido esto desde el primer día."

Era verdad, todo lo que decía era verdad, y tan sólo hacía que me doliera más todo. Sabía que él era de la alta sociedad purasangre, y que sólo le importaban los negocios y mantener su estatus, sabía que pensaba en mí más como un deber que como una amiga, incluso si muy dentro quería amarme; sabía que había actuado por lujuria, al igual que había hecho yo, y sabía que no lo lamentaba. Sin embargo, yo no podía evitar sentirme mal por ello.

"¿Por qué todo tiene que ser tan complicado, Draco?" Le pregunté con una voz suplicante, ya sin verle a la cara, ni siquiera demostrando mi enojo.

"Tú lo estás haciendo difícil, Hermione. Si tan sólo pudieras aceptar quien eres…"

"¿Qué se supone que significa eso?" Le pregunté mirándolo a la cara, ahora atravesándolo yo con los ojos.

"Quiero decir que aún crees que no estás en tu lugar, en dónde perteneces; pero si lo estás."

"¿Lo estoy?" Me pregunté a mi misma en un susurro. Era cierto lo que había dicho; a pesar del hecho de que amaba a mi familia, apenas podía pensar en mi misma como una Zabini; y sinceramente no podía permitir que la gente me llamara Malfoy. Siempre me sentí fuera de lugar cuando asistía a eventos de alta sociedad, no me sentía parte de ellos, pero lo era… y todos los demás me veían como tal, a pesar de que la mayoría me odiaba, o al menos solía hacerlo.

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"No tienes que sentirte mal por esto…"-Me dijo él intentando asegurarme que estaba en lo correcto. —"Es normal, es lo que todo el mundo hace, es lo que debía suceder."

En cierto modo estaba en lo cierto otra vez. Era lo que todo el mundo hacía, era natural… ¿pero debía suceder? ¿Teníamos que hacerlo porque todas las demás parejas casadas—enamoradas o no—lo hacían? ¿Eran la lujuria y la procreación tan importantes como el amor? No podía pensar así, más allá de que fuera uno de ellos, no podía simplemente dormir con mi esposo porque era lo que se suponía que debía hacer, no podía tener sus hijos porque era lo que se esperaba de mí. Era ya bastante difícil actuar como si nos amáramos el uno al otro, jugando con nuestras mentes tanto en público como en privado. ¿O no era así?

"Entonces, ¿qué quieres de mí ahora? ¿Somos amigos con derechos?"—Pregunté lamentosamente, algo devastada por mis propias palabras y pensamientos. —"Hace no mucho te dije que te consideraba mi amigo… ahora hemos cruzado la raya… pero debía suceder…"—Miré abajo, al suelo, sintiéndome extremadamente incómoda y, al mismo tiempo, sintiendo pena por mí misma, porque, de hecho, esta no era la vida que quería. No quería estar con él porque debía, quería estar con él por amarlo, porque podía enamorarme de él… pero su crianza lo estaba haciendo muy difícil. Todos estos eventos no eran más que un obstáculo en nuestra relación en vez de ser un paso adelante.

Mis pensamientos me impidieron darme cuenta de que Draco se estaba acercando poco a poco hacia mí. Pronto sentí su mano acariciando mi cabello, y me di cuenta de que estaba apenas a unos centímetros de distancia de mi persona; había estado pensando tanto en mi misma que ni siquiera me di cuenta de su acercamiento.

"¿Por qué te arrepientes?"

"Porque no me quieres."

Él se tomó un largo rato para contestar, probablemente intentando decidir qué era lo mejor que podía decir en esa situación. La mano que había estado acariciando mi cabello pronto cayó a su lado y él suspiró exasperadamente.

"Si te quiero."

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Lo miré con escepticismo, demostrando que no le creía con mi expresión facial. "¿Acaso sabes siquiera lo que es el amor?" Le pregunté de forma desafiante.

"El amor es el sentimiento de querer estar con alguien para siempre, sentir aprecio por esa persona, sentir afecto y atracción… me siento así por ti; ¿acaso eso no es amor?"

"Tan sólo estás diciendo que te gusto y que me quieres como amiga, o amante. Eso no es lo que quiero para mi vida, Draco…"-Suspiré y lentamente negué con la cabeza. —"Ni para la tuya."

"¿Entonces qué es el amor?"

"El amor… es como un apego que resulta de apreciar profundamente la bondad del otro."—Me encogí de hombros al decir eso—"Es una cuestión de valores, es cuestión de concentrarse en lo bueno de una persona y compartir tus sentimientos con esa persona…es respeto y generosidad…y también, una elección personal. No escogimos casarnos; ¿pero podremos escoger amarnos?" Ya ni siquiera conocía la respuesta a esa pregunta.

"Me importas, te respeto, te he dado todo lo que me has pedido y veo lo bueno de ti y lo aprecio. ¿Cómo es que no te quiero entonces?"

"Pero eso no es algo que has elegido; es un deber que me respetes, que te importe, complacerme y demás. Tú nunca elegiste nada de eso, te ha sido impuesto por tu crianza."

"Estoy eligiendo ahora." Dijo él, completamente determinado, con una seria expresión en su rostro.

"¿Lo estás?"—Pregunté cansinamente, con una gran cantidad de escepticismo en mi voz y sintiéndome bajoneada. —"No te engañes a ti mismo, Draco. Puedes creer lo que estás diciendo, pero sólo porque me consideras uno de los tuyos."

"Eres una de los míos."

"Y otra vez, ahí estás equivocado. Pude haber nacido en tu misma clase social, pude haber sido criada como uno de los tuyos en los primeros años de mi vida… pero la mayor parte de mi vida fui criada como una muggle, y luego me consideré hija de tales… y como tal, no puedo tolerar que se

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separe a la gente por su sangre como si fuéramos animales, ¿sabes? Soy de sangre pura, pero no podría importarme menos."—Hice una pause para tomar aire y observé sus ojos en silencio por un corto momento. Noté que estaba cansándose tanto como yo. —"Es como si tu gente nos considerara caballos de crianza, nos casan para conseguir una unión fructífera que llevará a un mejor estado económico y demás, y se supone que debemos tener hijos para continuar con el ciclo sin fin de la vida y continuar nuestra sangre."

"Estamos de acuerdo en eso; sin duda alguna somos como caballos de crianza."—Él dijo eso con una sardónica sonrisa, encontrándolo más cómico que horrible. —"Pero sé a dónde estás yendo, y estás equivocada."

"¿En qué?"

"No te quiero porque eres una de mi clase; te quiero porque eres tú, porque eres tú misma; porque eres única para mí."

"No."—Negué con la cabeza, desafiando sus palabras, contradiciéndolo. —"No dirías eso si yo fuera hija de muggles o una squib… o simplemente una muggle. ¿Qué tal si no tuviera nada de magia? ¿Me mirarías siquiera?"

"Tendrías magia incluso si fueras muggle."

Me besó entonces, suavemente en los labios antes de que pudiera decir nada. Fue tierno, dulce y me gustó. Me sentí confundida, pero me gustó de todos modos. No duró mucho, no lo rechacé, pero no podía comprender por completo lo que estaba sucediendo en mi mente.

Me había encantado lo que había dicho, adoraba la forma de comportarse que acababa de demostrar, pero de todos modos tenía mis dudas respecto de todo lo que había dicho, sobre querer a otra persona, sobre los valores. Era verdad que me respetaba, lo había probado en varias ocasiones; era cierto que le importaba, de seguro se sentía atraído por mí—al menos físicamente; y por lo general me daba todo lo que quería… pero respecto de los valores, de la moral… ya no sabía qué pensar sobre eso. Era seguro que no teníamos los mismos valores, incluso si había dicho que gustaba de mi porque yo era única para él, no compartíamos las mismas creencias, no teníamos un plan en común para nuestra convivencia, para nuestro futuro. Sin embargo, podía ver la bondad en él, y supongo que él también podía verla en mí… ¿pero era suficiente? ¿Eso significaba que estaba enamorada de él? ¿Significaba que podía estar

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enamorada? ¿Que todo entre nosotros estaba bien? ¿Que todo lo que hacíamos estaba bien? ¿Que él, de hecho, me quería como decía quererme?

"Serás única…"—Empezó a decir lentamente luego de terminar el beso. —"…pero también eres de mi especie; somos humanos, Hermione. Así que pienses lo que pienses, somos de la misma clase."

Comprendí lo que quiso decir entonces, y ello me permitió responder a unas cuantas preguntas en mi mente. Podía amarlo si pensaba de esa forma, si podía ver que había más en la gente que sangre y dinero. Sabía que él era bueno, sabía que podía serlo, pero no estaba segura de si podía ser bueno más allá de su clase social… queriendo decir que él no veía el mundo de la forma que yo si lo veía. Y lo que acababa de decir, si era verdad, probaba que si podía hacerlo.

"¿Entonces por qué te importa tanto la pureza de la sangre?" Le pregunté reconsiderando sus palabras, conocía la respuesta a esa pregunta, pero no lograba comprender por qué le importaba tanto… ¿qué tal si fuéramos mestizos? ¿Qué era tan importante si al fin y al cabo ambos éramos personas?

"¿Puedes imaginar un mundo sin magia?"—Preguntó él con simpleza, y luego respondió a su propia pregunta antes de que yo pudiera asentir dos veces con la cabeza. —"Por supuesto que puedes, pues viviste en un mundo así. Bueno, yo no. Y es seguro que no quiero uno. La pureza de nuestra sangre asegura que la magia seguirá de generación en generación y que nosotros, los magos y brujas, continuaremos existiendo; que nuestro mundo continuará existiendo."

"Sin embargo, los muggles también pueden tener niños magos, al igual que los sangre pura pueden tener squibs."

"Si, y eso sólo prueba mi punto. Los muggles pueden tener hijos con magia porque, en algún momento, hubo un mago o una bruja en el árbol genealógico de la familia. Eso significa que nuestros genes, los genes mágicos, son recesivos. Tomemos tu caso, asumiendo que fueras una hija de muggles, habrías tenido un ancestro mago hará cien años, eso son al menos 4 generaciones de distancia; así, si los magos se mezclan con los muggles, en vez de crear más magos, se crearán más muggles. Los squibs, por otro lado, son un error genético, una malformación de algún tipo."

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No me gustaba su punto de vista a pesar de que lo comprendía; y también estaba de acuerdo con que no quería que la magia desapareciera. Pero eso no significaba que estuviera en lo correcto respecto del gen mágico recesivo.

"Nada de lo que estás diciendo ha sido probado, Draco. Conozco a varias personas que son producto tanto de un mago como de un muggle. Aquel gen recesivo del que hablas puede ser real para algunas personas, pero no para todos. Al igual que un mago puede tener un muggle al procrear con otro muggle, dos sangre pura pueden tener un squib, y los squibs no son malformaciones… son personas que simplemente no tienen el gen mágico. Creo que es como la fiebre amarilla, algunas personas la tuvieran y sobrevivieron, otros tantos no. Somos los descendientes de los sobrevivientes de esa enfermedad, somos genéticamente más fuertes que aquellos que murieron; por ello… otros magos y brujas que tienen niños con muggles, terminan teniendo muggles por ese gen recesivo, mientras que otros tuvieron un gen dominante."

"Eso tampoco está probado."—Explicó él de forma pensante. —"Pero, quien sabe, puede que tengas tanta razón como yo."—Draco entonces sonrió y habló con un tono de voz juguetón. —"Deberíamos experimentar. Si tenemos 7 varones y son todos magos, entonces mi teoría será correcta."

"¿Eso como probaría qué?"—Le pregunté con una ceja arqueada. —"¿Y por qué tendríamos 7 varones?"

"Quiero un equipo de quidditch."—Respondió más seriamente de lo que había esperado. —"Los Malfoys."

No podía decidirme entre reír o alejarme atemorizada. —"Tienes que estar de broma."

"Sólo piénsalo: empezaría a entrenarlos desde muy pequeños, les enseñaré cómo volar. Cuando tengan edad suficiente los mandaremos a una escuela de entrenamiento para perfeccionar sus habilidades, y cuando entren en Hogwarts, tendremos 7 hijos que ya podrán desenvolverse sin nuestro dinero."

Era probablemente la idea más ridícula que había oído en mi vida. En ningún momento quité la expresión escéptica de mi rostro. "¿Y tendrían que ser varones? ¿Qué tal si fueran niñas?"

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"Espero que sean sólo varones, las niñas no deberían jugar al quidditch, es demasiado peligroso."

No sabía si lo estaba diciendo por machista o por sobreprotector. Quizás se veía como un padre sobreprotector para una niña. Entonces me imaginé que sería muy cómico ver a Draco lidiando con tres o cuatro niñas. Me podía imaginar las situaciones más graciosas, y sus cabellos rubios tornándose blancos por el estrés.

Me pregunté aquella noche, sola en mi habitación, ¿qué clase de padre sería? No era la primera vez que lo hacía, pero en aquel momento, pensé que podía tener hijos. No siete como él decía—estaba esperando que eso hubiese sido una broma—pero quizás si dos o tres, como siempre había querido antes de que mi vida con Draco empezara.

Me encontré teniendo una gran dificultad para dormir aquella noche, pensando una y otra vez sobre eso. Curiosamente, haber hablado con Draco me hizo pensar más en tener un hijo que todas las mujeres que me molestaban con el tema durante aquellos horrendos encuentros de alta sociedad; él, por otro lado, me había hecho incluso llegar a considerarlo… sobre todo después de lo que habíamos hecho. Y estaba segura de una cosa: nuestra conversación no había terminado.

No era demasiado tarde cuando llamé a su puerta. Él se levantó para responder y me dejó pasar, observándome de forma curiosa.

"¿Quieres dormir aquí esta noche?" Preguntó él, entre esperanzado y escéptico.

Sólo había ido hasta allí para hablar, pero viendo que sólo estaba usando mi camisón y una bata, Draco pudo haber pensado distinto.

"Sólo necesito algo de ti."

"¿Qué?" Preguntó con cautela.

"Prueba… necesito que me pruebes que valoras la vida tanto como yo."

Se mostró terriblemente serio y no vaciló antes de responder: "Esta bien."

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Justo después de decir eso, se alejó de mí para entrar a su guardarropas. Le tomó sólo un momento regresar para enfrentarme otra vez, tenía medias en una mano y un papel en blanco en la otra.

"Elfos domésticos." Los llamó y pronto se vieron tres elfos que trabajaban en la casa apareciendo a su lado, ellos se inclinaron en silencio.

Sorprendentemente, Draco le dio a cada uno una media. "Sois todos libres ahora. Haced lo que queráis con vuestras vidas; hay 50 galeones en cada media para que sobreviváis hasta encontrar una nueva forma de vida."

Nadie podría decir quién estaba más sorprendido: los elfos o yo. Las pobres criaturas empezaron a llorar, dos de ellas se inclinaron hasta que sus cabezas tocaron el piso, mientras que el otro se arrodilló en frente nuestro y nos agradeció profusamente. Sólo ese se fue, mientras que los otros dos no dejaban de llorar, suplicando misericordia… no querían irse.

"Podéis empezar una nueva vida… tenéis libre albedrío ahora… ¡eso es bueno!" ¿Cómo es que no podéis verlo?" Pregunté exasperada y preocupada.

"Siempre hemos vivido para servir a los Malfoy."

"Es lo que somos."

Explicaron aquello entre lágrimas. Estaba demasiado impresionada por sus palabras, se sentían heridos, se sentían abandonados. Se sentían como objetos con un propósito que se les había arrebatado.

"Aquí tienes."—Miré entonces a Draco, quien me estaba dando aquel papel blanco que había estado sosteniendo. Era una cheque en blanco."

"Escribe cualquier cantidad que quieras para hacer algo para ellos. Puedes hacer un refugio de algún tipo para estas criaturas. Puedes enseñarles lo que crees que deberían ser sus vidas."

Entre los llantos y súplicas de aquellas pobres criaturas, me di cuenta de que el efecto de la bondad, de la generosidad orientada a otro es profundo. Te permite introducirte en el mundo de otra persona y te abre para que puedas recibir su bondad. Te permite amar a la otra persona… y estaba pensando que justamente en ese momento podía estar enamorándome de él. Pero, al mismo tiempo, me di cuenta de que no le

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había dado nada yo a él. Y dar conlleva a amar… así que, ¿cómo podía él amarme? ¿Cómo podía llegar a enamorarse de mí alguna vez? Porque eso era lo que yo quería, lo que necesitaba de él… quería que estuviera enamorado de mí.

Una vez acabadas las festividades nos mudamos a la mansión Malfoy. No estaba encantada de vivir allí—era una casa que apenas podía llegar a gustarme—pero quería ver el lado bueno: iba porque quería, porque lo elegí. Al mudarme de vuelta con Draco a la residencia Malfoy, quería demostrarle que quería estar con él, especialmente considerando que Draco me dijo que se había anulado el trato.

Mientras que mi familia italiana no estaba de lo más contenta de que me mudara al Reino Unido, mi madre y mi hermano estaban de lo más felices, y también lo estaba Harry. Era extraño no pasar las fiestas con Harry y Ron luego de haberlo hecho por tantos años, especialmente considerando que no se encontraba por ningún lado a Ron. Un hecho que no me alegraba en nada el día cuando se suponía que debía estar contenta—al pasar navidad y año nuevo con toda mi familia en Italia, incluyendo a Draco y a su madre. Pero estaba empezando una nueva fase de mi vida con Draco, y no le iba a permitir saber que estaba preocupada por Ron.

Y, de algún modo, a pesar de que Ron no podía ser una amenaza para él por varias razones, Draco no podía tolerar oír su nombre.

"Estuve con Harry el otro día." Le comenté a mi hermano una tarde que estábamos paseando por un parque cerca de mi nueva residencia.

A Blaise no le interesaba en lo más mínimo Harry, como no le importaba demostrar, pero de todos modos si le interesaba todo lo que hacía yo y así, a diferencia de Draco, Blaise podía seguir cualquier tema que se me ocurriera.

"¿Lo pasaste bien con él?"

"Si, siempre lo pasamos bien juntos."

"¿Pero…?"

Y, como si hubiésemos vivido todas nuestras vidas juntos, él sabía exactamente cuando estaba pensando algo distinto de lo que decía, o

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cuando quería explicar las cosas con mayor determinación. Él también sabía que no necesitaba insistir demasiado para que le dijera las cosas.

"Está preocupado por Ron… no se presentó para las fiestas… ¡Lo cual es ridículo! Ha pasado más de un mes, comprendo perfectamente que no quiera verme más; ¡pero eso no significa que no pueda pasar las fiestas con su familia! O al menos enviarles una maldita tarjeta, sabes."

Por sólo un momento, por sólo una mirada, creía haber visto un signo de incomodidad en el rostro de Blaise, pero cuando habló, aquella apariencia ya se había ido. "Estás preocupada por él."

"Por supuesto que sí." Le contesté. Estaba al tanto que a mi hermano tampoco le gustaba el tema de conversación, y que estaba incómodo. Pero él era la única persona además de Harry con quien podía compartir mi preocupación por Ron.

"Es mi amigo… no creo que lo que haya pasado entre nosotros debiera de haber cambiado eso… incluso si no es lo mismo para él." Suspiré con tristeza. "Me importa de él, quizás ya no esté enamorada de él pero me importa muchísimo."

Mi última frase pareció alegrarlo un poco, ya que mostró una sonrisa triunfante, sólo por algunos segundos; y su tono era alegre también—aunque escéptico al mismo tiempo—cuando volvió a hablar: "¿No estás enamorada de él?"

Aunque era claramente una pregunta, parecía más una afirmación. Comprendía que él sólo quería lo que era mejor para mi, y para él eso significaba que estar enamorada de Ron no me haría ningún bien. Y creía exactamente lo mismo pero, como siempre me recordaba a mí misma, el amor no es algo que se puede elegir sentir o no sentir.

"No… no creo estarlo." Le respondí sin certeza, y procedí a cuestionarme a mi misma.

"Lo quiero, como un amigo, como siempre lo he querido. Me importa, y no le deseo nada más que felicidad… pero ya no siento la necesidad de estar con él en un sentido romántico. Quiero decir que sí deseo que regrese a mí como un amigo, como solíamos ser hasta hace no mucho."

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"¿Y estás actualmente enamorada de otra persona?" me preguntó en un tono juguetón, actuando como un niño de escuela buscando chismes.

De haber sido ese el caso, de haber sido ambos niños de escuela con vidas simples y con no mucho más que cotilleos para contar, probablemente me habría encontrado sonrojada en frente de él, tartamudeando, sin saber realmente qué decir… o como evadir la pregunta.

Pero no éramos tan jóvenes, no éramos superficiales y, a pesar de que había algo de juego en su voz, sabía que me estaba preguntando algo bastante serio, y sinceramente ni yo misma conocía la respuesta a esa pregunta.

"Si quiero a Draco." Le expliqué cuidadosamente, mirando a mi hermano a los ojos. "¿Pero cómo puedo saber si estoy enamorada de él?"

Blaise, quien parecía bastante conforme con que la conversación hubiese tomado otro curso, mostró una media sonrisa y colocó su brazo alrededor de mi hombro de una forma protectora y afectuosa.—"No he estado enamorado varias veces, pero no es algo racional. Sólo lo sabes cuándo lo sientes…"

"…y no puedes describirlo bien." Terminé por él.

Él negó con la cabeza y sonrió, probablemente recordando algo que le había sucedido a él mismo. "¿Puedes describir lo que sientes por él?"

"Puedo."—Dije encogiéndome de hombros. —"Supongo que eso significa que no estoy muy enamorada de él."

"Pero tienes dudas."

Asentí silenciosamente con la cabeza y dejé caer mi cabeza sobre el costado izquierdo de su pecho. No me sentía incómoda teniendo aquella conversación con mi hermano, era una que tenía normalmente conmigo misma cuando tenía tiempo para estar sola.

Después de todo, mi primera experiencia de enamoramiento fue con Viktor Krum, o eso pensé en aquél momento. Me gustaba, pero más que nada porque él gustaba de mí, y nunca nadie me había demostrado eso. Estábamos mejor como amigos, sin embargo, porque a decir verdad, no estaba enamorada de él. Fue su obsesión conmigo lo que llamó mi

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atención. Fue lo que me hizo pensar que yo también lo quería. Aún así, me di cuenta de que realmente no tenía sentimientos románticos para con él.

Después de Viktor vino Ron. De hecho, me gusta decir que tuvimos una hermosa relación. Tomó mucho más para empezar de lo que debería haber tomado. Parecía que tendríamos un futuro, pero ese futuro nunca llegó. Tuvimos nuestras subidas y bajadas, como cualquier otra pareja, pero al final acabamos mejor como amigos. Mi relación con él, sin embargo, es la única en la que puedo decir por seguro que estaba enamorada de él—incluso si fue por un breve período de tiempo—y fue alguien a quien elegí; elegí estar con él, y él eligió estar conmigo. Eso—pensaba yo—era lo que lo convertía en amor.

Draco era un tema totalmente distinto. Me tomó un año entero empezar a pensar—ni siquiera estaba segura sobre si estábamos enamorados o no. En principio sólo me importaba de él (algo que también tomó mucho tiempo en desarrollarse), más tarde pude decir que medio como que nos hicimos amigos, y mucho después, cuando definitivamente cruzamos los límites de la amistad, no podía decir cuáles eran mis sentimientos realmente. No estaba segura, algo había cambiado entre nosotros y era bueno, pero no podía estar segura de que nuestros sentimientos fueran reales.

¿No debería uno estar seguro de sentir algo tan profundo como el amor? Draco sería mi tercera experiencia, pero estando en una situación completamente distinta, sin lugar para tener elección, teniéndolo sólo a él y sólo pudiendo estar con él, me hacía preguntarme si mis sentimientos estaban bien. Si ambos estábamos bien… si es que tenía algún sentido que pudiera enamorarme de él luego de un año de estar casados, luego de casi un año de negación, luego de consumar nuestro matrimonio y discutir sobre eso y otras cosas tan importantes como el amor y los valores…

A veces se me hacía muy difícil concluir que no importaba si él no estaba enamorado de mí, que no importaba si todo lo que hacíamos, todo lo que compartíamos no era por amor pero simplemente por pasión y necesidad. Porque quería que importara, quería que todo significara algo.

Y así, concluí que si estábamos casados e íbamos a permanecer casados por y para siempre, tenía que asegurarme de que nuestra relación se desarrollara de una buena forma. En otras palabras, estaba definitivamente dispuesta a dejar de lado mis opiniones, mis

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preocupaciones y miedos, y simplemente pensar en él como alguien a quien quería, como alguien con quien quería estar.

Haría mi parte, del mismo modo que él hizo la suya.

Mi primera decisión fue compartir un dormitorio con él, y así pasar todas las noches a su lado. Lo menos que se puede decir es que Draco estaba impresionado cuando escuchó mi propuesta, pero no tuvo ninguna objeción. Y, de hecho, ninguno de los dos tenía nada de qué quejarse, ambos disfrutábamos pasar nuestras noches juntos. A veces me acurrucaba a su lado, a veces él besaba mi cuello y nos perdíamos el uno en el otro… era un lindo hábito que teníamos de vez en cuando.

Una mañana, más tarde en Enero, me desperté primero y con sueño aún, me quedé mirando su pacífica expresión facial mientras dormía. Parecía feliz, pensé, y eso me hizo feliz a mí también, porque quería que él fuera feliz, fuera mi amigo, mi amante, o el indicado. Lo merecía, al igual que yo.

Mientras la conciencia me daba la bienvenida, me acerqué más a él en la cama y planté un suave beso en sus labios. Él abrió los ojos y me observó de forma inquisitiva.

"No quería despertarte."

"No me molesta."—Respondió él luego de un largo bostezo—"¿Entonces qué pensabas hacer?" Draco sonrió de una forma juguetona y se sentó para verme a la cara en otra posición; ya parecía estar completamente despierto.

Reí fuerte al pensarlo y me senté en frente de él, cuidadosamente cubriendo la mitad superior de mi cuerpo con una sábana. "Quería empezar el día con un beso, eso es todo. Puede ser nuestra nueva rutina de ahora en adelante."

"Suena bien." Me besó entonces con fuerza en los labios y me tiró hacia la cama en el mismo movimiento. Le respondí el beso, dejándome llevar profundamente por él, cerrando mis ojos y enredando mis dedos en su sedoso cabello mientras él presionaba su cuerpo contra el mío. Sólo lo detuve porque necesitaba respirar.

"Eso es suficiente como saludo mañanero." Dije con una risa. "Tenemos que irnos."

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Empezamos a ir juntos a la universidad ese semestre, era lo que habíamos acordado, aunque Draco me dijo que podía elegir cualquier universidad que quisiera, no me molestaba ir a la misma que él; no significaba que tuviéramos que vernos todo el tiempo porque estudiábamos distintas materias de distintas carreras, ni siquiera íbamos a clase en el mismo edificio. Como sólo íbamos de mañana, sólo nos veíamos cuando entrábamos y cuando salíamos.

Mi primer día en mi nueva facultad fue bastante distinto del primero que tuve en Italia, más que nada porque el grupo había empezado medio año antes y todos hablábamos inglés y sólo inglés. No era un grupo muy grande, así todos pudieron conocerme, y así me convertí en la clásica "chica nueva"; la que todos quieren conocer porque es algo nuevo y brillante.

Todos eran agradables, al igual que mis antiguos compañeros de clase; algunos me reconocieron por ser amiga de Harry, otros por estar casada con Draco, muy pocos por haber ido a Hogwarts. Pero siempre había alguien que no me conocía; y si ese alguien era un muchacho que resultaba estar interesado en mí… bueno, podía ser vergonzoso.

"Así que, ¿qué te parece salir después de clases?" Me preguntó Gerard Courel mientras me acompañaba al aula donde tendríamos la última materia del día.

"¿Todos?" Pregunté esperando que quisiera decir que saliéramos como grupo, y así no tendría que decir que estaba casada.

"No, sólo tú y yo."

No era la primera vez que sucedía; en Italia había tenido más de una proposición de ese estilo; en aquel momento, sin embargo, estaba bastante enfadada por estar casada con Draco Malfoy. Y en aquello momentos ni siquiera decía que estaba casada, más bien encontraba una excusa diciendo que estaba viendo a alguien, esperando que todos pensaran que tenia novio.

Nunca pude comprender cómo era que no se hacían una idea simplemente por ver mi mano izquierda: tenía una bella alianza de oro con una inmensa piedra preciosa. Los chicos probablemente no creían que estuviera casada, quizás simplemente pensaban que era otro anillo en la mano de una chica rica; pero ese era el único anillo que usaba. Los

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hombros, después de todo, no iban directamente a mirar la mano izquierda de una mujer, eso lo hacíamos nosotras.

"No creo que a mi esposo le guste la idea."

Mostré una media sonrisa ante su expresión de "tienes que estar bromeando". Levanté mi mano en el aire y le mostré el anillo para probar mi punto.

Su vista enseguida cambió de mi mano a mi plano estómago, y luego de vuelta a mi rostro. Comprendí lo que estaba pensando, era lo que todo el mundo pensaba cuando les decía que estaba casada—eso si no eran pura sangres de alta sociedad que sabían en secreto sobre los matrimonios arreglados—él simplemente pensó que tenía que estar loca o embarazada para estar casada a mi edad.

"Y no, no estoy embarazada."

Pensé que quizás, si no estuviera casada con mi esposo, probablemente habría aceptado su oferta, podríamos haber salido… podríamos haber tenido un futuro juntos. Era lo mismo que pensaba una y otra y otra vez cada vez que algo así sucedía, cada vez que un hombre me invitaba a salir.

Aquella vez, sin embargo, algo era diferente: Me sentí un tanto avergonzada por estar casada...algo que a la gente le resultaba tan extraño para mi edad, y algo sobre lo que no estaba enfadada. No estaba enfadada por no poder salir con quien quisiera, no estaba enojada por estar ligada a mi esposo, a Draco, para siempre…

Quizás se podría decir que había encontrado paz. Había llegado a aceptar la situación completamente, llegando tan lejos como para aceptar a Draco, en su totalidad, incluso las partes que no me gustaban. Al igual que él había hecho conmigo.

Quedé convencida de ello cuando lo encontré esperándome fuera del aula, esperando porque ambos nos íbamos a ir juntos.

Me sentí feliz cuando lo vi allí, sabiendo que me esperaba, sabiendo que quería estar conmigo. Era algo que apenas empezaba a notar, pero me resultó adorable verlo después de 5 horas de estar separados.

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Y, mientras lo besaba forzosamente en los labios, decidida a ignorar las miradas de mis compañeros de clase, me di cuenta de lo felices que podíamos ser juntos.

"¿Esto también será una rutina?" Me preguntó con ese peculiar tono juguetón mientras caminábamos por los corredores de la universidad.

"Podría serlo. Aunque realmente no tienes que esperarme todos los días, Draco."

"No fue mucho tiempo."

"Tus clases terminan 20 minutos antes que las mías todos los días. No es que no lo aprecie, pero no es justo para ti."

"No me importa esperarte."

Estaba segura de que podía esperar una eternidad si era necesario. Me lo había demostrado muchas veces en el pasado: me esperó para que aceptara nuestro contrato matrimonial, esperó que me calmara para poder comportarme civilmente con él, me esperó para consumar nuestro matrimonio… él siempre había esperado por mí; esa era justamente una de las cosas que me aseguraba que tenía una buena alma, que era en verdad bueno: porque esperaba.

Sabía que esperaría para siempre, incluso si se le acababa la paciencia, incluso si se enfermaba y hartaba alguna vez y decidía amenazarme para obtener lo que quería. No era difícil quererlo si uno simplemente pensaba en su lado bueno.

No era difícil ser feliz, sonreír y besarlo cada vez que lo veía. Pensé sobre eso, si pensaba sobre cuán bueno había sido conmigo a pesar de mis consideraciones respecto de nuestra alianza.

"¿Qué estás pensando?" Me preguntó con curiosidad mientras me veía pensando en mi propio mundo. Aún caminábamos juntos.

"Me estaba preguntando cuantas chicas te habrán invitado a salir con ellas desde que nos casamos."

Draco se quedó pensativo por un largo minuto antes de responder. "Alrededor de seis o siete creo, al menos directamente. Supongo que las

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otras lo insinuaron cuando me preguntaron si mi anillo significaba que estaba comprometido o algo así."

"Debieron de haber quedado muy decepcionadas cuando les dijiste que estabas casado, ¿no?"

"Supongo." Al decir eso se encogió de hombros, restándole importancia al asunto.

"¿Eso no te hizo pensar, Draco?"

"¿Pensar qué?"

"Que si no estuviéramos casados podríamos estar viendo a quien sea que quisiéramos."

La idea le hizo pensar automáticamente en Ron, por lo visto; lo supuse por el repentino gesto de enfado en su rostro, pero no estaba dispuesta a permitir que la conversación tomara ese curso.

"A lo que me refiero es… ¿nunca te sentiste atraído por alguna de esas chicas que te pidieron salir? ¿No te diste cuenta de que nunca podrías besarla, y no te enfadaste por ello?

"No soy como tú, Hermione. No paso cada hora de mi vida pensando cómo habrían podido ser las cosas, o como podrían ser. Resulta que creo que la vida a tomado su curso natural—sé tú piensas seriamente lo contrario, pero yo lo creo así."

Draco simplemente aceptaba la vida de la forma que se le había presentado. Él era más indiferente y práctico. No le importaba el amor, o eso había oído yo, pero cuando aparecía, lo aceptaba de buen agrado. Al mismo tiempo no le importaba si yo estaba enamorada de él, o si él lo estaba de mí, porque desde su punto de vista, por su crianza, eso realmente no tenía importancia; aunque era medio rebelde en asuntos de familia, al igual que yo. Pero su rebeldía no significaba que no le importara cumplir con lo que se esperaba de él respecto de su matrimonio… de nuestro matrimonio.

"No estás respondiendo a mi pregunta."

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Él suspiró. "No, nunca me he sentido atraído hacía nadie que no fueras tú."

"Y ahora mientes." Dije—"Puedes decirme, no me molestaré."

Lo pensó por un largo momento antes de responder con un suspiro. "Si, una o dos veces, supongo; cuando estabas viviendo con tu familia en Italia. Pero no tenía sentido preocuparme por eso… así no me importaba mucho, supongo."

"¿Cómo fueron para ti esos cuatro meses que estuvimos separados?"

"En un principio estaba enfadado, tuve tiempo para lidiar con la muerte de mi padre… y me tomó semanas sentirme mejor. Me concentré más que nada en mi carrera, y empecé a tomar parte en los asuntos de la compañía con mi madre, así que tenía la cabeza bastante ocupada… había decidido rendirme entonces, pero… bueno, sabes lo que sucedió después."

"¿Rendirte… te refieres a mí? ¿A nosotros?" Pregunté con timidez.

"Me refiero a mis sueños; supongo que eso te incluye a ti."

"¿Cómo soy parte de tus sueños?" Estaba más interesada que antes, nunca habíamos discutido algo así, algo que nos implicaba a nosotros y a un futuro, un futuro juntos.

"Bueno, siempre me imaginé que tendría una esposa y que pasaríamos nuestras vidas juntos, empezar una familia y todo, tu sabes."

"¿Tu sueño es empezar una familia? ¿Eso es lo que quieres para tu vida?" Había esperado que dijera algo sobre dinero y poder y más dinero. "Hace unas semanas me dijiste que no querías niños."

"No." Él negó con la cabeza con determinación—"Te dije que no quería la responsabilidad, y que no quería presionarte para tener descendencia con tal de cumplir con un deber familiar. Si espero, algún día, tener hijos contigo."

Sorprendida por su confesión, lo observé inquisitivamente. "¿Y por qué?" Asumí que había cambiado de opinión sobre cumplir con los deberes familiares, o que quizás estaba determinado a continuar el nombre de la familia o simplemente quería hacer feliz a su madre.

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"Porque te amo."

Obviamente me dejó sin palabras. Mi corazón pareció omitir un latido, y me quedé mirándolo con los ojos muy abiertos por la impresión. Ambos nos detuvimos en aquel momento. Él arqueó sus cejas.

Era la segunda vez que lo decía, en realidad, la primera vez siendo simplemente el resultado de una discusión. Esta vez, sin embargo, él lo había dicho en un contexto completamente distinto… y era un contexto muy especial en verdad.

Por ello, mi caso peculiar en el cual quería a mi esposo impuesto pero no sabía si estaba enamorada de él y viceversa, era particularmente complicado. Considerando que Draco tenía muy poca experiencia en esos asuntos—probablemente menos aún que yo—apenas podía creer que supiera de qué estaba hablando cuando dijo que me amaba.

Pasó una mano por su cabello y preguntó: "¿Por qué no puedes creerme?"

"Es sólo que… no comprendo cómo. ¿Cómo puede ser? Nunca he hecho nada para que me amaras."

Los corredores del a facultad estaban llenos de gente, algunos corriendo en una u otra dirección, otros caminando tranquilamente. Todos parecían ignorar la situación que ocurría entre mi esposo y yo.

"Has sido tú misma, eso es razón suficiente."

Podía ver que Draco se estaba impacientando, pero esa era su forma de ser. Eso no significaba que estuviera mintiendo, le era imposible mentir cuando se enfadaba.

Así que ignoré su repentina molestia y busqué su mano para tomarla y continué caminando con él a mi lado.

"Está bien."

"¿Está bien?" preguntó Draco.

"Si, está bien." Le di a su mano un gentil apretón y le sonreí. Él me sonrió a mí también, sabía que podía ver algo de conflictividad interna en mis ojos. Estaba agradecida de que decidiera ignorarlo. Draco apretó mi mano y caminamos hacia la salida del edificio.

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Estuve entre dos sentimientos entonces—estaba feliz porque él había dicho algo tan lindo, y confundida porque no sabía ya qué debía pensar y sentir.

Y la vida, como de costumbre, siempre toma un curso inesperado. Un curso que experimenté no mucho más tarde.

Al ser una señora de la mansión Malfoy, aparentemente tenía deberes, obligaciones como decían Narcissa Malfoy y mi madre.

Una tarde de Febrero estábamos cenando en la mansión Zabini con nuestras madres. La comida estaba bien, como de costumbre, la conversación relativamente bien, pero luego de un rato de estar escuchando el cotilleo de esas dos mujeres sobre gente que no conocía o no me importaba, empecé a prestar menos y menos atención, mirando cada tanto a mi esposo—que se sentaba justo en frente mío—cada tanto: él parecía estar haciendo lo mismo que yo.

Se veía tan pálido. Era natural, considerando el color de su piel y el hecho de que estábamos en invierno, y se acababa de recuperar de un terrible resfriado—necesitó dos fuertes pociones para superarlo. De todos modos me preocupaba. A veces, cuando estábamos solos, me daba cuenta de que se veía débil y frágil, pero en el momento que notaba que lo estaba mirando, de alguna forma cambiaba su expresión facial para verse casi perfecto otra vez, mostrando una gentil sonrisa e invitándome a acompañarlo en lo que fuera que estuviera haciendo.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando una única frase salida de la boca de mi madre atrapó mi atención.

"Estoy segura de que Hermione lo hará maravillosamente; será el evento del año."

Me atraganté con mi puré de patatas. "¿Disculpen?" Dije—"¿De qué estáis hablando?"

"Sobre tu debut como anfitriona, querida. ¿No estabas escuchando?" Preguntó Narcissa mientras que al mismo tiempo arqueaba una delicada ceja.

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Al no importarme mi carencia de interés por su conversación, no me sentí avergonzada como les habría gustado cuando respondí con una simple negativa.

"No, a decir verdad no. Tampoco sabía que fuera a dar una fiesta."—Dije arqueando una ceja también; no me gustaba la idea de ser anfitriona de nada. Al decir eso, noté la mueca en el rostro de la señora Malfoy, el suspiro viniendo de la boca de mi madre, y la sutil táctica que estaba utilizando Draco para no intervenir en la conversación: poner tanta comida como pudiera en su boca y, al mismo tiempo, ser lo suficientemente cuidadoso como para no verse mal educado.

"El término correcto sería 'ser anfitriona de un evento social', querida." Explicó mi madre, muy cuidadosamente, temiendo mi posible reacción.

"¿Y por qué haría eso?"

"Porque es una tradición, querida. Lo usual es ser anfitriona después de la luna de miel, sabes, pero tuvimos un año tan complicado que no pudo suceder. Ahora es tiempo de que hagas tu debut en la sociedad."

Todos en la mesa sabían que yo no era ninguna fanática de las tradiciones, y cuanto ánimo tenía con tal de no seguirlas. Draco aceptaba mi actitud, y la mayoría de las veces incluso parecía gustarle; mi madre estaba resignada con el tema, pero intentaba convencerme lo mejor posible de todos modos; Narcissa Malfoy, sin embargo, no parecía percatarse del todo, y tenía una tendencia a hablarme sobre tradiciones familiares como si me gustaran tanto como a ella.

"¿No se supone que los debuts en sociedad se hacen cuando una muchacha tiene 17 o 18 años? ¿Y sin estar casada? Creo que ya no puedo hacer eso."

Fue el turno de Narcissa de suspirar exasperada, y el momento en que mi madre se conmocionaba como solía hacerlo cada vez que hablábamos de algo que me había perdido.

"Oh, es algo completamente distinto, querido. Estás hablando de tu presentación formal en sociedad, tu debut." Suspiró dramáticamente y negó con la cabeza.

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"Tenía tantas ganas de presentarte yo misma, al igual que mi madre había hecho conmigo, es una de las tradiciones familiares más antiguas… recuerdo que empecé a planear tu debut incluso antes de que nacieras…"

"¿Más o menos al mismo tiempo que planeaste mi matrimonio, madre?" Le pregunté con sarcasmo en mi voz. Ella continuó hablando como si no la hubiese interrumpido.

"…pero no pudo suceder, una verdadera lástima, habría sido maravilloso."

"Si, habría sido escoltada por mi dulce Draco, y luego habrían anunciado su compromiso."

Mi madre asintió con la cabeza y me explicó: "Nosotros, en el mundo de los magos, tenemos la costumbre de anunciar los compromisos formalmente en el baile de debutantes todos los años. A diferencia del funcionamiento del mundo muggle, donde las jóvenes simplemente son presentadas en sociedad como muchachas listas para comprometerse, o al menos eso tengo entendido que hacen."

Mi madre continuó hablando: "Pero, como no pudiste tener tu debut, lo que te queda es ser anfitriona de tu primer evento social. Podrás escoger todo lo que quieras, ¡absolutamente todo! Incluso el tema del evento… ¿no te hace ilusión?"

La mueca de disgusto de mi rostro pareció ser respuesta suficiente a su última pregunta, ya que ambas continuaron hablando, prácticamente ignorándome a pesar de que en realidad estaban hablando sobre mí.

"Por supuesto que te ayudaremos con cualquier duda que tengas, querida, pero todo el trabajo quedará como tuyo, ya que el crédito debe ser tuyo y sólo tuyo."

"Estoy segura de que estarías más emocionada por esto de haber tenido tu debut, querida; pero ya verás cuan agradable es cuando finalmente realizas tu primer evento."

"Y cuando todos los periódicos empiezan a hablar de ello…"

"¡Por semanas! Especialmente luego de que otros eventos se realizan y los comparan con el tuyo…"

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"…diciendo cuan mejor fue…"

"…y preguntándose cuándo será el próximo."

Justo cuando estaba a punto de preguntar qué tal si no quiero hacerlo, Draco decidió intervenir antes de que las cosas se tornaran feas.

"Estoy seguro de que lo harás excelente, Hermione." Me mostró una mirada suplicante.

Comprendí que no quería que empezara una pelea y, a pesar de que estaba de humor para discutir, preferí seguir su liderazgo; aunque no iba a acabarse allí.

"Hablaremos de eso más tarde." Murmuré y miré a Draco. Me quedé tocando con la cuchara mi postre sin mucho interés.

Ambas mujeres empezaron a planear mi aparente fiesta luego de que Draco yo termináramos nuestro postre y nos excusáramos para hablar en privado. Cuando estuvimos en un sitio más seguro—es decir que nuestras madres no podían oírnos—resignada me senté en un sofá, crucé mis brazos sobre mi pecho y esperé a que él hablara.

"¿Y bien? ¿Me vas a convencer de llevar a cabo esa atrocidad?"

Él suspiró y se pasó una mano por el cabello, se sentó a mi lado. Cuando habló, su voz era suave y cansina, "Lo llamas atrocidad como si fuera una masacre de elfos domésticos."

"Ese es otro tema, estoy segura de que la comida de esos eventos no es cocinada por humanos." Fruncí el ceño. "¿Y por qué te importa tanto a ti? Pensé que tampoco te gustaban las tradiciones."

"Algunas me gustan, otras no." Se encogió de hombros. "La mayoría no me importan… pero, Hermione, no tienes idea de en qué te estás metiendo al no querer hacer esto."

"Eso me resulta familiar." Arquee una ceja. "¿Ahora me vas a decir que hay algún tipo de maldición para aquellas mujeres que no son anfitrionas de eventos sociales?"

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"No, por supuesto que no." Se lo vio pensativo por un momento, y luego agregó: "Al menos ninguna que yo conozca… a lo que de seguro te enfrentarías es a la ira de mi madre, y debo aconsejarte que no lo hagas."

"No le temo a tu madre, Draco."

"Se que no, pero yo sí; y si no estás de acuerdo con esto, a mí también me saldrá caro."

"¿Cómo? Tu eres su persona preferida en el mundo, sinceramente dudo que te fuera a hacer algún daño."

"No estoy hablando de daño físico, Hermione, estoy hablando de daño psicológico. No nos dejará en paz hasta que esto acabe, y no será agradable."

"Estoy segura de que no será tan malo como tener que planear una fiesta para cientos de persona que no conozco o no quiero conocer, o para gente que conozco y no me agrada en lo más mínimo, y tener que estar parada por una hora entera en la entrada dándole la bienvenida a los invitados, y luego pasar las siguientes 4 o 6 horas hablando con todos los invitados sobre el clima, preguntando cómo están sus familias y si la comida es suficientemente buena para ellos o no."

"Sólo sería una vez, Hermione, ¡vamos! Además, yo estaría a tu lado todo el tiempo, no tendrás que hacerlo sola."

"Por supuesto que estarías todo el tiempo conmigo si yo accediera a ser anfitriona. Ya es bastante aburrido asistir a los eventos sociales de nuestras familias, pero ser anfitriona de uno sería diez veces peor." Dije con furia.

Draco no parecía impacientarse, comparado con mi poca paciencia. "De todos modos no vamos a todos los eventos a los que nos invitan, excepto por los de caridad."

"Eso es porque son los únicos que merecen la pena."

"Podrías invitar a toda tu familia, y quiero decir a todos tus parientes." Intentó usar un tono persuasivo conmigo, pero no funcionó.

"Todavía no logras convencerme."

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"¿Cómo puedo convencerte entonces?"

"¿Por qué te importa tanto? No es más que una tradición tonta."

"No para mi madre."

"Estoy segura de que sobrevivirá a que su nuera no sea anfitriona de su propia fiesta."

"Ese es el problema: no sobrevivirá, al menos no socialmente; y su status social es su vida." Suspiró y negó con la cabeza lentamente. —"Si no lo haces por ella, ¿sería mucho pedir que lo hicieras por mí?"

"¿Tanto significa para ti?" Miré a sus ojos profundamente, aquellos ojos que parecían haber perdido el brillo que una vez tuvieron.

"Si hace feliz a mi madre." Explicó él y sonrió débilmente mientras tomaba una de mis manos.

"No me hará feliz a mí." Murmuré; y una idea se me vino a la mente: "Pero si hacerla feliz te hace feliz… entonces podrías ayudarme."

"¿Con qué?"

"¡Con absolutamente todo! Desde escoger los arreglos florares hasta las servilletas rosadas, el tipo de música e incluso la posición de los asientos para los comensales."

Noté que Draco estaba sonrojado por la vergüenza, y sus ojos mostraban signos tanto de miedo como de confusión. Cuando habló, sus palabras salieron con un tartamudeo. "Pero… ¡pero esas son cosas de mujeres!"

"¿Quién dice?" Crucé mis brazos sobre mi pecho y lo miré con ojos penetrantes.

"¡La tradición!"

"¡No me importan las tradiciones! Estoy harta de ellas, y no voy a tolerar otro deber impuesto. Si tu, sin embargo, quieres que lo haga, lo haré sólo por ti—por única vez—y sólo si tu cooperas conmigo."

Draco cerró sus ojos y se pasó las manos por la cabeza por un momento. Su réplica salió como un suspiro de derrota. "Está bien, pero nadie debe

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saber sobre esto, y quiero decir nadie. Ni mi madre, ni tu madre, ni tu hermano, nadie."

"Es lo justo." Asentí con la cabeza y sonreí. Me acerqué a él y lo abracé, Draco me abrazó también y acarició mi cabello; nos habríamos besado entonces, de no haber sido porque le dio un ataque de tos.

Me sentía inútil cada vez que eso sucedía, viéndolo toser de esa forma, a punto de desgarrarse la garganta; todo lo que podía hacer era acariciar su espalda de forma calmante.

"Estoy bien." Dijo él una vez que pudo recuperar su aliento.

"No, no lo estás." Dije. "Tienes que ver a un sanador."

"No necesito un sanador, una poción más fuerte será suficiente."

Pero esa poción no funcionó, ni la que le siguió. Para cuando estábamos planeando juntos mi fiesta en secreto, apenas podía concentrarme en los temas. A veces, cuando estudiaba, me quedaría observando su figura cansada, Draco se veía casi viejo, tenía círculos oscuros bajo los ojos, no tenía apetito para comer, y apenas tenía la fuerza para levantarse todas las mañanas. Y recientemente había notado que a veces tenía que apoyarse en mi hombro cuando caminábamos juntos.

Temí que estuviera deprimiéndose, ya que tenía todos los síntomas. Eran los mismos que tuve yo cuando mis padres murieron.

Marzo se acercaba y mi preocupación por Draco me hizo olvidar a cualquier otra persona que debería importarme. Su madre me acompañó en eso y ambas empezamos a cuidar a Draco como si fuera un niño pequeño enfermo. Pensé que sería mejor hablar con él antes de forzarlo a ver a un sanador, como Narcissa y yo queríamos hacer.

Así, un día lo encontré en el estudio de su padre—el misterioso estudio en el que desaparecía por horas. Finalmente me había permitido ver el estudio luego de una pequeña discusión que tuvimos. Fue un intento de demostrarme que no había nada allí que pudiera serme de utilidad para la Orden, y me dio libre acceso para poder entrar siempre que quisiera…

Él estaba leyendo un libro detrás del escritorio de su padre, concentrado en su lectura como una persona mayor haría. De no haberse visto tan

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enfermo, habría encontrado la imagen bastante atractiva. Pero su aspecto pálido y enfermizo me preocupaba. Intentaba pensar que estaba siendo paranoica, pero no podía evitar imaginarme que algo estaba mal.

"¿Qué sucede?" Me preguntó una vez que finalmente apartó la mirada de su libro. Me observó con curiosidad.

"¿Qué estás haciendo aquí?" Le pregunté por curiosidad. "Hay cientos de habitaciones en la mansión y tú eliges venir justo aquí, a este tenebroso estudio de tu padre…"

Draco se encogió de hombros y frunció un tanto el ceño. "No era todo sobre mortífagos lo que trataba aquí, también trabajaba sobre las finanzas de la familia, manejaba nuestras empresas desde aquí, probablemente incluyo haya planeado nuestro matrimonio desde esta habitación."

"¿Lo extrañas?" Le pregunté, cuestionándome si esa podría ser la razón por su aparente depresión.

"A veces, supongo." Se volvió a encoger de hombros.

"¿Por eso has estado así estas últimas semanas, Draco?"

"¿De qué hablas?"

"Has estado tan enfermo… no pareces estar mejorando y ni siquiera quieres ver a un sanador… casi no comes, apenas puedes dormir de noche, tienes la garganta roja por tus ataques de tos que tienes al menos dos veces a la semana…" Miré suplicantemente a sus ojos.

"No estás bien… Draco… ¿estás deprimido? ¿Es eso?"

"Es sólo un resfriado, Hermione." Replicó cansino.

"¡No puedes tener el mismo resfriado por un mes entero, Draco! Sólo dime la verdad, ¿estás deprimido o no?"

"Aparentemente puedo, y no, no estoy deprimido. ¿Por qué lo estaría?"

"Tienes los síntomas de un mago deprimido."

"No, no los tengo." Dijo con terquedad.

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"¡Si los tienes!" Grité, dejando caer mis brazos a mis costados. "Draco, comes tan poco como es posible, no puedes dormir dos horas seguidas, ni siquiera tienes la fuerza para tocarme ya, y te quedas por largas horas en estos lugares oscuros, leyendo los libros antiguos de tu padre… ¿y ni siquiera puedes admitir que no te sientes bien? ¿Qué sucede entonces? ¿Cuál es el problema? ¿Soy yo?"

"Estás siendo paranoica." Él arqueó una ceja y se levantó de su silla, puso sus manos sobre la mesa para poder sostenerse, y caminó hacia mí.

"No, no eres tú, no soy yo, no es nada, en serio. Nada más que un resfriado, tu también lo has tenido."

Estando tan cerca, pude notar que su respiración a través de su boca era irregular. Fruncí el ceño. No me gustaba como se estaban tornando las cosas.

"Mi resfrío no fue nada comparado con el tuyo, no reaccionamos de la misma forma… Con sólo una poción me sentí mejor; tú ya has tomado seis o siete. Tu salud sólo parece mejorar por unos pocos días, y luego quedas tan enfermo como antes, si no peor. ¿Qué sucede, Draco? ¿Por qué haces esto?"

"¿Hacer qué?" Su pregunta salió con tal debilidad…

"No te permites mejorar."

Él suspiró y volvió a su silla, tirándose sobre ella. "Veré a un sanador si eso te hace sentir mejor, ¿bien?"

"Bien, íbamos a obligarte a ver uno mañana si no hubieras accedido solo." Le sonreí y me levanté de mi silla para acercarme a él. "Pero estará todo bien si te curas de lo que sea que tengas, Draco." Le susurré suavemente y me senté en su falda para besarlo con ternura en los labios.

No noté la mirada de horror en sus ojos, ni su buen intento de ocultar el libro que había estado leyendo mientras yo lo abrazaba amorosamente.

Parte IV: La vida no es más que un espejo, y para ver lo que hay fuera, primero debes ver dentro de ti.

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Hermione estaba sentada en el piso de su más antiguo dormitorio en la mansión de su madre. Estaba decorado en escalas de color rosado. Juguetes de niña y muñecos de peluche estaban alineados en distintas estanterías y sobre otras había libritos de cuentos.

En el centro de la habitación había una cuna de madera pintada de blanco con pequeñas flores pintadas alrededor. Había algunos cuadros en las paredes, uno de un unicornio, otro de un castillo, y otros de paisajes cubiertos con docenas de mariposas voladoras. Los armarios estaban llenos de ropas de bebé muy bien dobladas, sin haber sido tocadas en 18 años. Había cofres de juguetes, muchos de ellos mágicos, la mayoría no le traía recuerdos.

Ella se sentaría allí de tanto en tanto intentando recordar las memorias de su infancia, pero ninguna llegaba. Las pocas cosas que le resultaban familiares, no sabía si en verdad las recordaba o simplemente intentaba hacerlo; podía haber sido simplemente su imaginación, porque podía verse como una bebé jugando allí, usando esos hermosos vestidos, durmiendo en esa anormalmente grande cuna… pero no era más que un truco de su imaginación.

Aquel era uno de esos días en el que quería recordar algo.

Habían pasado un par de horas cuando Blaise la encontró en aquella habitación, y fue de puntillas. Se sentó en silencio a su lado, no la consoló, sino que, en vez, hizo lo que ella y se sentó con sus rodillas al pecho y su espalda contra la pared.

Pasó un rato antes de que uno de ellos hablara.

"¿Hay algo que pueda hacer por ti?" Blaise preguntó con suavidad. No necesitaba verla para saber que estaba encogiéndose de hombros, no necesitaba verla a la cara para saber qué estaba sucediendo en su cabeza en ese momento, y comprendía la respuesta a pesar de que no respondía su pregunta directamente.

"Desearía poder recordar algo." Dijo ella en un susurro.

"¿Eso te ayudará de algo?"—Preguntó él. —"Recuerdo esta habitación, pero no tengo ningún buen recuerdo para compartir contigo."

"No necesito tus recuerdos, necesito los míos."

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Él suspiró y continuó en el mismo lugar. "Podríamos ver algunas fotografías; nuestra madre tiene muchas de ti en esta habitación, álbumes enteros."

"Creo que ya las he visto todas." Su respuesta fue corta pero el dolor en su voz sólo lo lastimaría más si mirara a su adolorida expresión facial.

"Desearía que las cosas fueran distintas."

"¿No lo deseamos todos?" Blaise sintió que se encogía de hombros en respuesta. Se veía incómodo, lo cual no era normal en él; él siempre parecía confidente, fuerte, imperturbable, sereno… pero ahora penas podía mirar a su hermana a los ojos. "He estado deseando que las cosas fueran distintas por ya más de un año; pero mis deseos han cambiado de tiempo en tiempo… parece que ahora los que tuve primero están regresando para torturarme."

"No es culpa tuya."

"No, es su culpa." Dijo ella de forma cansina, cansada de escucharlo, cansada de pensarlo, cansada de razonarlo. "Pero las cosas podrían haber sido distintas, siempre hay algo que pudo haber sido hecho para prevenir aquello. Hay miles de cosas de las que podría pensar… cosas que podría haber hecho."

"No eres la única."

"Todo el mundo parece creer saber mejor que yo, lo que es mejor para mi, lo que debería hacer, lo que no debería hacer… y cada paso que tomo parece ser erróneo."

"Nuestra madre sabe lo que es mejor para ti, pero eso no significa que tu no. Tan sólo has intentado llevar tu vida tu misma, no hay nada de malo con eso."

"Sólo que he lastimado a quienes quiero."

"Eso no es cierto."

"Puedes decirlo tantas veces como quieras, pero no me lo creeré."

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"Como gustes."—Él suspiró. Movió la cabeza para verla a la cara. Dolía ver a sus ojos, pero tenía que hacerlo. El dolor era tan visible que rompía su corazón.

"¿Me dirás sobre qué hablasteis vosotros dos aquella última vez?" Su voz era de alguna forma suplicante y le reclamaba a Blaise que le dijera lo que había sucedido en la habitación aquella noche. Pero Blaise era lo suficientemente fuerte como para no rendirse, incluso si verla le rompía el corazón, incluso si lo que sabía lo estaba carcomiendo por dentro.

"No puedo decirte aún." Fue su única respuesta. Evitar la conversación se hacía más y más difícil mientras pasaban los días.

Sin embargo, Hermione esperaba aquella respuesta. Así que retiró su mirada de los ojos de él y miró al suelo, a la suave alfombra blanco sobre la cual sus pies descansaban.

"Odio cuando dices aún."—dijo ella en un susurro bajo—"Significa que estás esperando algo, y lo que sea que eso sea… lo que sea que sea sé que será malo."

"Probablemente." Cansinamente lo reconoció y se levantó del suelo. Blaise la observó con traumados ojos por un momento antes de hablar otra vez: "Potter te está esperando."

Hermione levantó el mentón y lo observó con ojos inquisitivos. Blaise había estado allí con ella por quien sabe cuánto tiempo, ¿y en todo ese tiempo sabía que Harry había llegado y la estaba esperando? En circunstancias normales se habría peleado con Blaise por hacer eso, habrían discutido y ella le habría preguntado por qué tenía tan malos modales con su amigo. Pero aquel día se dio cuenta de que no tenía la fuerza para pelear, ni para importarle.

"Dile que venga." Dijo ella.

Blaise dejó la habitación sin otra palabra, y sólo unos minutos más tarde Harry entró. Hermione no se levantó para recibirlo; sólo tornó la cabeza para enfrentarlo y le mostró una débil sonrisa.

Harry se veía preocupado e incómodo. Se quedó parado en la entrada por un momento, observando la habitación, luego a Hermione. La vista de su amiga no le permitió sonreír en retorno, a pesar de que sabía qué esperar

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cuando decidió visitarla. A pesar de querer actuar de una forma más alegre para que Hermione pudiera pensar en algo distinto por un momento.

"Puedes sentarte…"—empezó a decir lentamente ella—"a excepción que prefieras quedarte allí parado."

Su respuesta llegó en pasos rápidos; caminó hacia ella y se sentó en el mismo lugar que Blaise había ocupado sólo momentos antes. Abrió su boca para decir algo pero ninguna palabra salió. Hermione se lo quedó mirando de forma inquisitiva, preguntándose si tenía que ordenarle que hablara, y entonces se dio cuenta de cuál era el problema: ella.

"Entiendo que debo ser un desastre." Dijo ella suavemente y suspiró en la misma forma. A decir verdad, a Hermione ya no le importaba cómo se veía en estos días. No se había molestado en intentar peinar su cabello, ni siquiera se puso un poco de maquillaje, y se vestía con las viejas ropas de Draco para jugar quidditch, las cuales le quedaban excesivamente grandes.

"No…" Intentó mentir. —"Te ves… es sólo que… me recuerdas del tiempo que estuvimos de campamento, tratando de escapar de Voldermort y sus mortífagos."

Era un tema que a ella no le gustaba discutir, mucho menos recordar en un momento en el que tenía mayores cosas de las que preocuparse. "Tus ojos están tan rojos… Hermione… ¿cuánto tiempo ha pasado esta vez?"

"No llevo la cuenta." Dijo Hermione de forma pensativa mientras observaba una de las grandes ventanas de su antigua habitación. "El sol se está poniendo, así que supongo que habrá pasado un día."

"No puedes leer por 24 horas seguidas, Hermione, incluso si eres capaz de recordar todo lo que lees… no es bueno para tu salud."

"No me importa."

"Tu…" Él estaba a punto de decir 'obsesión' pero cambió de idea, "…investigación sería mucho más fructífera si te permitieras dormir más de una hora… en una cama… y… ¿has comido algo?"

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"He estado comiendo."—Dijo ella. —"A pesar de que en verdad no tengo ganas."

"Eso es bueno, ahora si intentaras no sólo comer, sino también dormir como una persona normal…"

"No tengo el tiempo." Ella lo interrumpió y lo miró desesperada. "No sé cuánto tiempo tengo… nadie lo sabe."

"Mira… Hermione, la primavera ya casi está aquí, apuesto a que…"

"Eso es lo que él dijo." Hermione lo interrumpió otra vez con su voz temblorosa e intentó reprimir las lágrimas que se formaban rápidamente alrededor de sus ojos. "Él dijo que se sentiría mejor para cuando llegara la primavera. Que el clima cálido y el aire suave…" Hermione se limpió las lágrimas que caían por sus mejillas.

Y Harry decidió cambiar de tema, aunque sabía que no serviría de nada, porque todo en su vida, todo lo que hacía, estaba ligado a lo que sucedía con Draco.

"Así que, ¿qué estás haciendo aquí?"

"Pensando. A veces vengo aquí a pensar… a reorganizar mis pensamientos… mi investigación, mi… todo." Ella suspiró. "Por lo general cuando no puedo continuar leyendo, a pesar de querer… mis ojos duelen mucho y… no puedo concentrarme… no puedo ver bien las letras… pensé que quizás si venía aquí por un rato y trataba de pensar en otra cosa… entonces me sentiría mejor para poder continuar leyendo. Pero no puedo aclarar mi mente, y no puedo recordar nada, para nada."

"Recordarías lo que has estado leyendo si durmieras en vez de sentarte aquí y mirar la nada."

"No, si recuerdo lo que he estado leyendo, simplemente porque sé que no he leído nada que me sirviera." Se encogió de hombros. "Lo que quiero decir es que no recuerdo nada de esta habitación."

"Eso no es raro."

"Pero quiero recordar." Ella se quejó con una voz cansina y adolorida, abrazando sus piernas más cerca de su pecho por confort.

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Harry vaciló, pero se movió un poquito más cerca a ella y le pasó un brazo alrededor de los hombros, esperando confortarla también. Ella no pareció percatarse de su tacto, y Harry pensó que era una buena reacción, porque últimamente ella rechazaba lisa y llanamente a quienquiera que quisiera tocarla, incluso si no era más que un intento de hacerla sentir mejor.

"Debería sentirme como en casa aquí." Hermione explicó luego de una larga pausa. "Quiero sentirme como en casa… pero no puedo hacerlo sin él."

"Por eso no has estado en la mansión Malfoy últimamente." Dijo Harry.

Ella asintió con la cabeza. "Todo allí me recuerda a él y no me puedo concentrar. No puedo siquiera conciliar el sueño en ninguna habitación porque no lo tengo a mi lado…"

Hermione hizo otra pausa. "… así que vine aquí esperando sentirme mejor… así puedo investigar mejor."

Harry la observó pensativamente. "¿Tienes miedo de dormir?"

La muchacha asintió con la cabeza y lo miró a los ojos. "Tengo miedo de despertar y que alguien me diga que… que se acabó… que no pudo continuar más."

Ella asintió con la cabeza y lo miró a los ojos. "Temo que despertaré y alguien me dirá… que se ha acabado… que Draco no pudo continuar."

"No está tan mal, Hermione. Al menos eso me han dicho. "

Sus ojos pronto cambiaron a una mezcla de furia y dolor. "¿Tan mal? Harry, ¡no ha estado mejorando en lo más mínimo! Ningún tratamiento funciona, ninguna poción, nada funciona. Sus pulmones se están achicando, ¡por Merlín!"—Hermione estaba casi gritando en este punto. —"Y ha pasado un mes, un mes entero en el cual no ha despertado… y eso en San Mungos, ¡el mejor hospital para enfermedades mágicas que hay en el continente!"

Harry no se movió, no se sintió intimidado, tan sólo se sintió peor por ella.

"Supongo que, a veces, desafortunadamente, es el temor de perder a alguien lo que te hace darte cuenta de cuánto quieres en realidad a esa

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persona." Harry dijo gentilmente. Le echó una mirada a su amiga, no quería que se desmoronara. "Y es ese temor lo que te impide de hacer cosas que normalmente harías, como visitarlo en vez de quedarte en tu casa leyendo."

"Lo dices como si no fuera algo útil." Ella se quejó cansinamente. "He estado investigando por él desde que se descubrió el problema… creo que es más útil que quedarse a su lado todos los días, observándolo… esperando que abra sus ojos otra vez… como hace su madre."

"Estoy segura de que encontrarás algo, Hermione, pero no de esta forma. O tomas una poción para dormir y duermes ocho horas seguidas, o vas y lo visitas, pero tiene que ser esta noche. Lo que sea que escojas será mejor que quedarse en este lugar temiendo lo que sucederá luego."

"Lo sé." Dijo ella adolorida.

"¿Qué harás?"

"No lo sé… supongo que quiero verlo… ha pasado más de una semana desde la última vez que lo vi… pero es tan doloroso verlo acostado allí… y su madre siempre a su lado…"

"Puedo hacer arreglos para que su madre deje su lado por esta noche, ella necesita dormir en una cama tanto como tú."

"Narcissa nunca lo deja… sólo cuando los sanadores intentan nuevas cosas en él, y sólo si es realmente necesario."

"Se irá si prometes cuidarlo esta noche."

"¿Cómo puede estar tan seguro?" preguntó una Hermione escéptica.

"Fui bien informado por tu familia. Confía en mí."

Hermione se quedó mirándolo pensativa, él mostró una débil pero reconfortante sonrisa; ella sospechaba algo.

"Mi madre te mandó aquí." Ella lo acusó.

"Vine por mí mismo, pero sí hablamos por un rato antes de que Blaise me dijera que podía verte. Ella cree que te hará bien visitarlo."

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"Puede que tenga razón…" Hermione se encogió de hombros. "Quizás si hago lo que me aconseja por esta vez… algo bueno saldrá de ello." Hermione suspiró y agregó: "No es que espere que despierte pronto."

"No pierdas la esperanza, Hermione."

"Esperanza es todo lo que me queda." Ella puso sus manos en el piso como apoyo para levantarse. Parecía ser un gran esfuerzo para Hermione, ya que Harry tuvo que ayudarla tomándola del brazo para prevenir que cayera.

Ambos dejaron la habitación sin decir una palabra, Hermione se apoyó en Harry mientras caminaban por los pasillos de la mansión, haciendo su camino hacia la sala de estar donde estaban esperando la madre de Hermione y Blaise.

"Irá." Anunció Harry.

La mujer mayor sonrió aliviada y se acercó a su hija para darle un abrazo. Habían pasado varios días desde que Hermione había dejado la casa; su comportamiento sólo lograba preocuparla. Los únicos lugares a los que usualmente asistía eran la librería, un baño y su antiguo dormitorio. Hermione había pasado su tiempo trabajando diligentemente en su investigación sin fin; incluso mientras comía, algo que tampoco duraba lo suficiente, ya que comía sobre sus libros en la librería.

"Me alegra tanto, mi querida." Hyppolyta sonrió gentilmente a Harry. "Muchas gracias."

"Es sólo por esta noche." Explicó una muy cansada Hermione, "Regresaré por la mañana."

"Lo que mejor te parezca, querida." Dijo Hyppolyta mientras acariciaba el costado del rostro de su hija. "Te he preparado una mochila con ropa limpia sólo por si quieres quedarte toda la noche."

"Gracias." Contestó Hermione con un tanto de timidez, yéndose con Harry.

Blaise observó a Harry con resentimiento mientras guiaba a Hermione hacia la chimenea; había logrado en menos de media hora lo que Blaise no había podido hacer en días.

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Narcissa Malfoy no se veía perfectamente elegante últimamente; tenía su cabello suelto, sin ningún arreglo, como si no tuviera vida. Era una mujer hermosa y nunca necesitó mucho maquillaje, pero hoy en día apenas se molestaba en ponerse lápiz labial siquiera, ni en cubrir las ojeras que ya empezaban a notársele.

De todos modos, muy pocas personas podían verla en ese estado, ya que casi nunca dejaba a su hijo. Narcissa había convertido, prácticamente, la habitación de hospital de Draco en su propia suite de hotel, donde podía observar a su hijo todo el día, y vigilar a los sanadores experimentando con nuevas pociones en él.

Aquella noche, cuando Hermione y Harry llegaron, Narcissa no estaba de buen humor. Por un lado quería reprender a su nuera por no pasarse más a menudo. Y, por el otro lado, no quería dejar a Draco; temía hacerlo. ¿Qué tal si despertaba y ella no estaba allí con él? ¿Qué tal si su estado empeoraba?

Pero Hyppolyta había hablado con ella aquel día temprano y la convenció de que le haría bien pasar una noche en la mansión Malfoy, su hogar, el cual no había visitado desde que su hijo había caído en un estado de inconsciencia. También sería bueno para Hermione verlo, le había dicho, y quizás inclusive para él, aunque nadie sabía si es que Draco podía sentir a la gente a su alrededor.

Ella no podía evitar sentir algo de amargura al pensar en Hermione: desde que Draco había caído inconsciente, Hermione apenas lo visitaba. Era como si Draco no le importara, como si a ella no le afectara. Y Narcissa estaba segura de que él la necesitaba a Hermione, y que le gustaría tenerla cerca, incluso si estaba en un sueño sin fin.

Las pocas veces que la muchacha se había dignado en ir a verlo, apenas se había quedado por unos pocos minutos. No parecía ser capaz de tolerar la situación. Quizás no tenía esperanza, pero Narcissa no podía pensar así, porque ella si tenía esperanza, sabía que su hijo despertaría y que se pondría mejor; la esperanza era lo único que le quedaba.

Cuando entraron a la habitación, sin embargo, la furia de Narcissa contra Hermione decreció inmensamente. Sólo por verla a la cara, Narcissa dedujo que Hermione se veía muerta por dentro, y su exterior no era mucho mejor. La muchacha no habló al entrar a la habitación, y mientras

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Harry Potter saludó a Narcissa, Hermione sólo observaba a Draco en un estado que parecía de hipnotismo.

Harry tuvo que sacudirla para que volviera a la realidad.

"¡Hermione!"—Cuando llamó su nombre, pareció llamar su atención, y ella, abruptamente, tornó su cabeza para verlo a la cara, su rustro la apresuraba a hacer algo, y, un momento más tarde, se dio cuenta de que había estado ignorando a su suegra desde que entraron en la habitación.

"Mrs. Malfoy, lo siento. Buenas tardes." La saludo ella de una forma lamentable, casi asustada de mirarla a la cara.

"Hermione." Dijo la mujer mayor, intentando sonar tan calmada como era posible. —"Pareces estar agotada, ¿estás segura de que quieres hacer esto?"

Hermione respondió asintiendo con la cabeza, aunque con una voz insegura. —"Si, seguro; traje algunos libros para leer."

La muchacha no parecía haber comprendido lo que implicaba la pregunta de Narcissa, y esta suspiró dramáticamente. Era obvio que la niña estaba bastante devastada; y así, Narcissa se preguntó si realmente era lo mejor dejarla quedarse sola con Draco.

"No es que algo vaya a suceder de todos modos." Agregó Hermione en una voz monótona.

"No digas eso," La reprendió Narcissa con furia. "Lo último que mi hijo necesita es que perdamos la esperanza."

"No he perdido la esperanza," contestó ella con voz cansina. "Habría dejado mi investigación hace mucho tiempo de haberla perdido."

Narcissa suspiró suavemente y negó con la cabeza. —"No hay nada que puedas descubrir que los sanadores no hayan intentado ya, querida."

Eso era lo que todos le decían, y Harry tomó la oportunidad para intervenir antes de que Hermione perdiera el temperamento por oír aquello otra vez, que es lo que solía suceder por lo general.

"Hermione, ¿por qué no vas a tomar una ducha y te relajas? Te hará bien."—Él la animó mostrándole la puerta del baño. —"Tienes todo lo que

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necesitas en tu cartera. Dejaré la mochila con tus libros en aquél sillón allí y me iré antes de que termines, ¿bien?"

La muchacha, Narcissa notó, parecía responderle a ese muchacho como si fuera un robot, era algo mecánico. Ella simplemente fue al baño sin murmurar una sola palabra. Y parecía que era algo que su propia familia no había logrado hacer en días. Su nuera se veía mucho peor que la misma Narcissa.

"Apesta," Comentó la mujer mayor. "La última vez que la vi al menos intentaba arreglar su cabello; o al menos dejaba que su madre lo hiciera, supongo."

"No lo está llevando bien, señora Malfoy. No sé cómo se mantiene despierta últimamente; se pasa todo el día leyendo."

"Si, Hyppolyta me dijo que la encontró incontables veces dormida encima de una pila de libros en su biblioteca."—Ella suspiró dramáticamente y agregó: "La pobre cree que puede más que los sanadores de este hospital."

"Hermione es inteligente y testadura; puede acabar sorprendiéndonos a todos."

"Esperemos que así sea; pero prefiero confiar en los sanadores que en aquella pobre muchacha obsesionada."

En el baño, Hermione no podía oír las voces de afuera; aunque no es que le importara lo que tuvieran que decir sobre ella. Ella ya sabía, y sólo viendo su imagen en el espejo se podía imaginar cuanta conversación podía crear en estos días. Hermione no recordaba cuándo había sido la última vez que se había mirado en el espejo, y no le gustaba la imagen que la observaba desde allí.

'Parezco una vagabunda.' Pensó irónicamente.

Lentamente ella se desvistió, notando que sus ropas estaban horrendamente arrugadas y no tenían un aroma mejor que su aspecto. Normalmente habría sentido vergüenza, pero a ese punto ya no podía importarle demasiado. Era extraño en ella, pero su actitud indiferente era mejor que sus anteriores estados de depresión; al menos ahora estaba

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intentando trabajar por un bien mayor en vez de sentirse mal por sí misma y odiar su vida.

Hermione entró en la ducha y se quedó parada allí por largos minutos sintiendo el agua caliente corriendo por su espalda. Notó que su madre había empacado su shampoo y acondicionador preferido, a Hermione le resultó bastante curioso que recordara cuáles eran sus marcas y estilos preferidos; también empacó la loción para el cabello que utilizaba para poder peinar sus rulos. Su padre probablemente haya pensado que querría verse bien para Draco, a pesar de que él no iba a despertar para verla.

Curiosamente, no sólo empacó un cambio de ropa para el día siguiente, sino también uno de sus camisones y su bata a juego. Aparentemente, ella pensó que Hermione sería capaz de dormir aquella noche.

Hermione se encogió de hombros y se puso el camisón una vez que acabó con su larga ducha; quizás podría intentarlo. También se puso la loción en el cabello y—sentándose enfrente del gran espejo que tenía el baño—empezó a formar los rulos que solía mostrar cuando se sentía mejor. Se sentía bien verse mejor, se dio cuenta, y también sentirse… fresca, había pasado mucho tiempo desde la última vez que se sintió así. Pero eso no significaba que se sintiera precisamente bien. Lentamente, mientras Hermione peinaba su cabello mechón por mechón en lentos y delicados movimientos, se percató de que sólo estaba haciendo eso para postergar su salida del baño, estaba postergando ver a Draco.

Inhaló profundamente cuando se encontró enfrentada a la puerta, una mano en el mango, un nudo en su garganta. Era horrible para ella tener que verlo en aquel estado, pero tenía que hacerlo, e iba a hacerlo. Además, a él probablemente le gustaría tenerla a su lado, aunque dudaba de que fuera capaz de percatarse. Los sanadores habían sido muy claros al respecto: él no podía sentir ni escuchar nada. Sus signos vitales eran tan pobres que tenía una magia especial en su cuerpo para mantenerlo respirando. Para que pudiera mantenerse con vida.

Sacudiendo su cabeza en un intento de alejar los malos pensamientos, ella abrió la puerta y lentamente caminó por la habitación. Harry y Narcissa ya se habían ido, estaba sola con Draco; no lo había estado en mucho tiempo. Quizás estaba sería su oportunidad de arreglar las cosas, aunque sería inútil—inútil para él.

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Así que ella fue hacia el sillón que estaba justo al lado de su cama y se sentó. Hermione observó su rostro por largos minutos: parecía estar dormido, se veía tan pacífico, y respirando tan suavemente… si tan sólo eso fuese verdad. Hermione notó que él tenía sus brazos sobre las sábanas de su cama, y así sus manos estaban disponibles para ser tomadas; Hermione había visto a Narcissa tomando su mano izquierda cada vez que ella venía de visita. '¿Servirá de algo? ¿O tan sólo dolerá más no sentir su respuesta a mi contacto?'

Justo después de pensar aquello, ella estuvo a punto de hablarle, de pedirle que mostrara alguna señal de si podía escucharla, pero la idea era ridícula, tenía que aceptar eso de una vez por todas. Eso, sin embargo, no iba impedirle hablarle; Draco podría no escucharla, pero ella podía escucharse a sí misma.

"Supongo que no puedes oírme, como dicen."—empezó ella a decir despacio, observando su rostro con esperanza muerta. —"Pero debo hablarte de todos modos, más allá de que no escuches."

Ella suspiró y, lentamente, tomó una de las manos de Draco. Estaba fría y sin respuesta, pero al menos no estaba tan fría como la de un cadáver, eso era todo lo que importaba ahora: que estaba vivo, y que había posibilidades de que sobreviviera.

"Lamento no haber venido más a menudo; supongo que no te importa si no te puedes dar cuenta de si estoy aquí o no, pero tengo una buena excusa: espero encontrar una forma de curarte. Sé lo que dirías; que es algo muy tonto de hacer, que es inútil, que no soy una médica y que sólo porque tuve las mejores notas en la escuela no significa que seré capaz de encontrar algo que los sanadores de este hospital no hayan encontrado ya."—Ella volvió a suspirar.

"Eso es lo que todos me dicen, incluso Harry y Blaise, y esos dos siempre han apoyado mis más locas ideas. Bueno, supongo que siempre fue más bien una obligación para Blaise, pero Harry… Harry debería creer en mí, hemos pasado tantas cosas juntos…"

Hermione hizo una pausa y se quedó mirando silenciosamente a Draco por un momento, como si esperara que algo sucediera, al menos que frunciera el ceño por escucharla hablar de Harry Potter, pero, por supuesto, nada sucedió.

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Hermione inhaló profundamente y continuó. "De todos modos, ha pasado cosa de un mes y no he encontrado nada útil aún. Pero no he perdido la esperanza, y no planeo hacerlo, debes saber eso. No me rendiré." Le aseguró, apretando su mano con fuerza y sin obtener respuesta de él.

"He leído casi todos los libros de pociones de tanto la mansión Malfoy como Zabini. He leído los libros oscuros que tu madre me permitió ver en tu casa… pero aún así, nada que sirva para el problema con tus pulmones. Supongo que los demás tienen razón sobre ello, ¿de qué sirve leer cientos de libros sobre pociones? No encontraré nada que los sanadores no sepan ya… supongo que entiendo eso… y aún así continúo intentando, ¿te parece que sea estúpido de mi parte?"

Su pregunta fue dejada sin respuesta, no había esperado menos. —"Supongo que tu respuesta sería que si."—Suspiró con tristeza y luego bajó la parte superior de su cuerpo para recostarse en la cama, la cual era lo suficientemente grande como para no tener contacto físico con él. —"Extraño tus respuestas, tus respuestas retóricas, tu sarcasmo… tu voz, todo tu ser, en verdad…"—Hermione se percató de que hablarle era mucho más sencillo de lo que había pensado; dolía hacerlo, pero lo haría de todos modos, podía hacerlo.

"Es cómo me dijo Harry hoy temprano… a veces hace falta esto para darse cuenta de cuánto se quiere a alguien… por desgracia. Y no es justo, ¿sabes? Ahora estoy aquí diciéndote todo lo que siento y tú ni siquiera puedes escucharme… pero no continuaré con ello… no de esta forma. Te diré que te amo cuando despiertes, ¿de acuerdo?"

No esperó una respuesta, pero decidió interpretar la suave respiración de Draco como un sí. "Porque despertarás, y te sentirás mejor también." Agregó con determinación en su voz, la esperanza lentamente haciéndose lugar entre los rasgos de su rostro.

"Aún me pregunto qué estabas pensando al arruinar una poción, no es digno de ti hacer algo así… nunca lo fue. Pero supongo que estabas bajo presión en ese entonces, y yo no fui de mucha ayuda, ¿o sí?"—Comentó ella con tristeza—"Eso, sin embargo, no te excusa de no haberte hecho controles cada tanto como hice yo luego del accidente. Eso fue simplemente estúpido. Tan estúpido como hacer una poción de ánimo mortífera."

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"¿Y eso era para mí o para ti? Aún me pregunto eso. Por lo que los investigadores pudieron descubrir, no era una poción de ánimo normal, sino una muy poderosa; no pudieron descubrir todos los ingredientes, pero supieron cual arruinó todo: la esencia de bellevalia. Pensó que debía iniciar mi investigación con esa planta, ¿sabes? Y lo hice… por supuesto, los sanadores ya sabían mucho más que yo cuando vine aquí a comentarles cuales eran las contra-pociones para el veneno de esa planta, y ya lo habían probado todo en ti."

"Bueno, no creo ser mucho mejor que ellos, pero sí creo que hay algo que puedo descubrir para ayudarte; es sólo un sentimiento, o quizás es sólo que logré conocerte mejor de lo que crees en estos últimos meses… y hasta ahora, tengo algo que me ha servido de mi investigación: sé que no aprendiste esa poción de ninguno de los libros de pociones que usamos en Hogwarts, ni los libros de pociones de la mansión Malfoy. Y, no pensé que me sirvieran de algo y así fue, pero tampoco me fueron útiles los libros de la mansión de mi familia. La mayor parte de los ingredientes de una poción de ánimo fueron utilizados, eso seguro, pero hay rastros de otros ingredientes encontrados que no son de esa poción exactamente… así que, mientras todos asumieron que era una poción de ánimo muy poderosa, yo pienso que debería asumir que no lo era, o al menos, que si era una poción de ánimo, era de tu propia invención, no una normal que puedes encontrar en cualquier libro… ¿pero cómo puedo luchar contra algo que tú hiciste? Algo de lo que apenas tengo detalles."

"Lo bueno es que sé qué ingredientes usaste; simplemente porque regresé a la casa de mis padres y chequeé los ingredientes que dejaste allí, además de los que aparecieron en el expediente del caso… bueno, todos eran los mismos, pero de todos modos, algunos no es comunes. Como algunas escamas y esencias… lo hablé con mi familia, incluso con tu madre, pero todos llegaron a la misma conclusión: tuviste un mes entero antes de caer en este… este estado para decirnos algo que pudiera tener alguna relevancia. Y todo lo que sabemos exactamente fue cuando empezó tu problema, incluso tu. Así que, si los ingredientes tenían alguna relevancia, ¿por qué no decir algo, Draco? ¿Por qué?"

Aquel por qué hacía eco en su mente, pasaba siempre lo mismo cada vez que pensaba sobre aquellas cosas una y otra vez. ¿Por qué no se había molestado en cooperar con la investigación? Él admitió lo que había hecho, dio detalles, dijo cual pudo haber sido su error, explicó la poción… no dijo de dónde la había sacado, sin embargo; a veces, cuando Draco

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estaba despierto y estaban intentando descubrir cuál era su problema, Hermione creía de tanto en tanto que él no parecía querer sentirse mejor. Pero era una idea tonta, ¿por qué no querría sentirse mejor?

Al final, todo parecía estar plagado de por qués. Preguntas para las que Hermione no tenía respuestas.

"En que lío te has metido, Draco."—Susurró Hermione con tristeza mientras, lentamente, movía su otra mano al costado de su rostro y lo acariciaba gentilmente. —"Será mejor que te recuperes."—Ella reprendió a su forma inconsciente. —"Necesito que salgas de esto… y tu madre. Ella quedaría devastada si te rindieras… y yo también."

"Encontraré algo para ayudarte." Dijo ella en voz alta, más que nada para auto-asegurarse.

Minutos más tarde, Hermione decidió dejar de observar la forma durmiente de Draco y tomó un par de libros de su bolso. Eran los últimos tres libros de pociones que había encontrado en la mansión Zabini. Hasta ahora, ella no creía que sería de ninguna utilidad abrirlos; eran bastante viejos, así que podrían ser de algún uso, pero había pensado lo mismo sobre los últimos 200 libros que había leído.

Aún así, ella abrió el primero y ojeó las páginas con rapidez; encontrando nada de relevancia para el caso. Lo mismo sucedió con el segundo libro, y para cuando empezó el tercero, ya había llegado a su punto de culminación: Hermione ya no podía leer, simplemente, en verdad necesitaba dormir.

Miró al reloj, ya eran las dos de la mañana, y luego miró a la cama que las enfermeras habían hecho para ella al otro lado de la habitación. Se veía cálida y suave, pero Hermione dudó que fuera de alguna utilidad acostarse allí. Quitando su vista de aquella cama, miró a Draco otra vez, y concluyó que había espacio para ambos en esa cama.

No es que fuera una extraña, después de todo ella era su esposa y, tenía el derecho de compartir una cama con su esposo si quería. Era posible que no rompiera ninguna regla si se acostaba a su lado… quizás incluso la ayudaría a dormir.

Y así, Hermione, cuidadosamente hizo su camino hacia la cama y apoyó su cabeza contra el pecho de Draco, al igual que había hecho tantas veces en

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el pasado. Era algo que extrañaba terriblemente; quizás era justo lo que necesitaba, incluso si le dolía que él no la abrazara. Besó su pecho, inhalando su aroma mientras, con delicadeza, ponía el brazo de él alrededor de su cintura.

Le tomó un largo rato dormirse, pero cuando lo hizo, un sueño vino a su mente. Hermione se vio a sí misma y a Draco juntos en un salón desierto, ambos vestidos en sus mejores ropas de baile, estaban danzando un vals.

"¿Qué haces aquí?" Preguntó él con calma en su voz, sus ojos mostraban consternación.

"¿No puedo bailar con mi esposo?" Preguntó ella con ironía.

"No deberías estar aquí."—Explicó él con cansancio. "No deberías estar viendo esto."

"¿Qué más hay que ver además de ti?"

"No deberías estar aquí."—Repitió, esta vez con su voz monótona.

"¿Por qué no? ¡Por Merlín! Malfoy, ¿no puedes darme una sola respuesta que tenga sentido? Esta también es mi casa, tengo el derecho de estar aquí, y puedo ver lo que sea que quiera."—Exclamó Hermione. —"Puedo hacer lo que quiera."

"Has hecho lo que has querido; y mira cómo nos dejaste."

Dejaron de bailar en ese mismo punto, Hermione sintió un desborde de dolor por sus palabras; Draco no se veía afectado en lo más mínimo; se veía como una marioneta sin vida. Sus ojos eran monótonos, no tenían aquel brillo familiar, ni su actitud arrogante, ni su seguridad en sí mismo, ni alegría, ni amor… nada; se veía vacío, sin vida.

"¿Cómo puedes decir eso?" Preguntó Hermione, peleando contra sus lágrimas. —"¡Nos estaba yendo muy bien!"

"Viniste demasiado pronto, pero no tengo problema con eso."—Él sonrió. Era aquella sonrisa que implicaba que él sabía algo que ella no, que algo malo sucedería.

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"¿De qué estás hablando?" Hermione cuestionó mientras lentamente se alejaba de él. Él caminó hacia ella como un cazador haría con su presa; una presa que no tendría oportunidad alguna si intentaba huir.

"Nada que quisieras probar."—Replicó Draco, pero esa réplica no respondía a su pregunta. De hecho, ninguna de sus preguntas estaban siendo respondidas.

La respiración de Hermione era agitada, su espalda chocó contra una columna y se detuvo su retirada. Draco la estaba acechando, y pronto estaba en frente de ella; sus rostros estaban a centímetros el uno del otro. Hermione sintió miedo, algo que no había sentido por su esposo en mucho tiempo.

"Te quedarás conmigo de ahora en adelante." Dijo él con una sonrisa demoníaca apareciéndose en su bello rostro.

"¿Qué te ha sucedido, Draco?" susurró Hermione, sintiendo una repentina necesidad de alcanzar su rostro y acariciarlo.

Pero antes de que pudiera hacerlo, despertó.

Ya era de mañana, notó adormecida. Suspiró al darse cuenta de lo que había sucedido, y Hermione no estaba segura de si lo hacía por alivio o por arrepentimiento, porque había sido muy agradable ver a Draco despierto y bien, pero al mismo tiempo había sentido temor por él al final de su sueño.

Lo miró, lo escuchó respirar suavemente y encontró tranquilidad en ello: seguía vivo. Sentada en su cama, Hermione pensó en su sueño otra vez, sintiendo la urgencia de recordar cada parte, y sintiendo también un fuerte deja vu de repente. ¿Había tenido ese sueño antes? La pregunta estuvo presente en su mente por el resto del día.

Hermione se sentía descansada, había pasado mucho tiempo desde la última vez, y ahora desgraciadamente tenía que salir de la cama. Se quedó mirando un rato a Draco. Una de las razones por las cuales había estado evitando visitarlo era que le resultaba muy difícil dejarlo. Odiaba verlo acostado allí de esa forma.

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"Lo siento, Draco, pero me tengo que ir." Se inclinó hacia él y lo besó tiernamente en los labios. Era horriblemente doloroso besar sus labios gélidos, pero muy dentro quería creer que él podía sentirlo.

"Es por un bien mayor, créeme." Ella susurró y luego fue hacia el baño para cambiarse.

Una vez fuera del baño, con ropas limpias y lista para irse, se encontró con un sanador escribiendo rápidamente en la historia clínica de Draco. Ella conocía a ese hombre, y no le gustaba para nada.

"Doctor Chambers." Hermione lo saludó de forma ácida, sin molestarse en ocultar el desagrado y el agror en su voz, ni el odio en sus ojos.

"Señora Malfoy; buen día" El hombre mayor la saludó sin asombrarse por el comportamiento de Hermione hacia él; tampoco parecía importarle. "Veo que se está yendo; ¿pasó una buena noche?"

"¿Por qué está usted aquí?" Le preguntó ella, ignorando su patético intento de ser cortés. "Solicitamos especialmente no tenerlo como sanador de mi esposo."

"El Señor Malfoy, sin embargo, no tenía problema alguno en tenerme como su sanador de cabecera." Respondió él con indiferencia mientras examinaba la historia de Draco.

"Claro, luego él cayó en un coma."—Dijo Hermione secamente. —"Obviamente no tenía mucho que decir." Era para enfurecerse, sólo ver a ese hombre hacía que su sangre hirviera. Él había tenido la gran idea de petrificar a Draco para impedir que su enfermedad empeorara.

La solución era para proveer a los sanadores con más tiempo para llegar a una mejor teoría y solución para la enfermedad. El problema se dio cuando le dieron la poción para quitar la petrificación. La poción no funcionó, e hizo que la situación empeorara. Ello resultó en que los sanadores no pudieran despertarlo. Hermione había estado furiosa.

"Fue la mejor solución que teníamos para impedir que sus pulmones continuaran achicándose, Señora Malfoy, y debo recordarle que el mismo Señor Malfoy estuvo de acuerdo." Dijo él de forma defensiva. Sonrió tímidamente y continuó, "Además, tuvimos éxito en impedir que sus pulmones continuaran achicándose a una gran velocidad."

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"Y eso es lo mejor que habéis logrado en más de un mes." Hermione respondió, apenas capaz de reprimir su angustia al hablar de la condición de Draco. Su furia la ayudó a mantenerse tranquila. "¿Dónde está la doctora Winfrey? Me cae mejor que usted."

"No trabaja hoy, la estoy reemplazando." Respondió el hombre de forma indiferente. Era el típico caso de un doctor al que no le importaban sus pacientes, y eso era lo que Hermione odiaba más de él.

Sólo la llegada de Narcissa Malfoy impidió que Hermione continuara discutiendo con aquel sanador. Ella se fue del hospital inmediatamente, dejando la poco amistosa charla a su suegra, quien tenía las misma forma de pensar en mente.

Durante todo el camino a la casa de su madre, ella pensó de la cara de Draco en su sueño, ¿a qué le recordaba ese sueño? Hermione decidió que su sueño había sido importante, y así, iba a analizarlo pedazo a pedazo si era necesario.

"¿Pudo haber sido Draco hablándome?" Le preguntó a su madre una vez que terminó de contarle lo sucedido. En verdad, ella apenas podía creer algo de ese tipo, pero de alguna forma quería que fuera posible. "¿Crees que podía comunicarse conmigo mientras dormía a su lado?"

Hyppolyta no se veía como siempre en ese momento, básicamente porque no sabía qué decir. Su hija se veía tan esperanzada cuando le contó su sueño, que no quería devastarla con la verdad, ni quería darle falsas esperanzas.

"No puedo saberlo con seguridad, querida. ¿Quién sabe siquiera si ese tipo de magia es real?"

"¿Pero podría serlo?" Hermione insistió otra vez, comportándose como una niña pequeña quien realmente creía que su madre tenía todas las respuestas. "¿No tienes ninguna idea al respecto?"

"Desearía poder decirte que sí; pero me temo que no, querida, no lo sé. Ni tampoco jamás había oído de algo así, parece bastante…"

"¿Ridículo? Propuso Hermione, rechinando los dientes al decirlo.

"No creo que sea una locura, Hermione, sólo… inusual."

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La joven muchacha se mostró pensativa por un momento, observando la nada mientras pensaba sobre ello una vez más. Hyppolyta encontró confort viendo su rostro tan determinado, no se veía ni enfadada ni triste; su hija sólo parecía estar planeando algo grande, muy dentro de su cabeza. Incluso parecía estar a punto de sonreír.

"Inusual me suena bien. Después de todo, lo que sea que esté pasando con Draco no es para nada usual."

Y entonces, Hermione se levantó, mostrándose encerrada en sí misma mientras se alejaba de su madre, yendo a la biblioteca. Hyppolyta observó su espalda mientras su hija dejaba la habitación y reprimió un suspiro; preocupada estaba, pero quizás sería bueno para Hermione concentrar su atención en lo que fuera que tenía en mente, porque, lo que fuese que fuera, sonaba mejor que su anterior plan.

Cuando Hermione entró en la biblioteca, no fue directo hacia un libro como normalmente hacía; en vez, tomó una hoja de papel y una pluma para escribir, y así, empezó:

'No deberías estar aquí, no deberías estar viendo esto.' En ese momento le había parecido que él quería que ella se fuera.

'Viniste demasiado pronto, pero eso no es ningún problema para mí.' Esa oración era la que más molestaba a Hermione, porque había sido allí que Draco la había asustado en su sueño.

'Te quedarás conmigo de ahora en adelante.' Escribió luego. Aquellas frases no decían mucho si estaban separadas, pero todas juntas le daban escalofríos a Hermione.

A primera vista uno podía saber que Draco en verdad le estaba hablando: primero advirtiéndole, diciendo que estaba haciendo algo mal, que tenía que salir. Segundo cambiando de opinión y diciendo que estaba bien con ello, y tercero que…

"¿Que me quiere llevar con él? Se preguntó en voz alta. En verdad era un pensamiento escalofriante; si uno consideraba que Draco en verdad le estaba diciendo que lo acompañara. Eso no podía ser bueno, ¿o sí? Eso era lo que más la había asustado, lo que implicaba con sus palabras.

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Hermione ponderó sus posibilidades entonces. ¿Podía ser que Draco le estuviera diciendo que estaba enferma? No pensó que eso fuera así, su último chequeo había sido justo después de que Draco cayera en un coma, ella estaba en buena salud.

Su imaginación la llevó al lugar en el que se habían encontrado: un salón de baile. Le recordaba al baile que nunca fue, aquel que habían estado planeando juntos en secreto. El que ella iba a llevar a cabo en la mansión Malfoy.

'Mansión Malfoy' Escribió luego, ya que parecía importante. El lugar le recordaba de aquella mansión después de todo. Y entonces, otra idea que había estado dándole vueltas por la cabeza regresó: ¿Qué tal si todo lo que veía era de verdad? ¿Qué tal si Draco estaba atascado en aquel lugar? ¿Qué tal si ella de alguna forma se metió en su cabeza y lo vio? Realmente lo vio… Eso significaría que en verdad le habló, que le advirtió… ¿y que luego quería que se quedara con él?

Dejó la pluma, de repente sintiéndose muy fría. Era horrible, realmente horrible.

"No te corresponde estar aquí." Dijo para sí misma en su susurro bajo, y luego lo escribió en la hoja.

"¿No me corresponde estar en la mansión Malfoy?" Hermione se preguntó mientras leía todas las oraciones otra vez. "Eso no tiene mucho sentido."

¿O quizás no le correspondía estar dentro de su cabeza? O… quizás… ¿No le correspondía estar haciendo aquello? Quizás lo que Draco le estaba diciendo era que no se metiese en problemas, o que no se molestara con esa búsqueda. Pero no quería creerlo. Si Draco le estaba hablando en código, era porque no podía hablar de ninguna otra manera, y por lo tanto, no podía pensar de esas oraciones como parecían ser a primera vista. Debía haber algo más.

Tal vez no había sido más que un sueño y ella simplemente quería que fuese más que eso; suspiró.

'Mansión Malfoy' Concentró sus ojos en esas palabras, y un nuevo rostro se le vino a la mente: Narcissa Malfoy; ¿podría ella ayudarla? Hermione creyó que sería mejor no decirle sobre el sueño, simplemente no parecía

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correcto, al menos no para ella. Pero tal vez aquel sueño había sido una señal de que ir a un Malfoy ayudaría.

Así que Hermione se levantó y salió de la biblioteca sin decir una palabra. Volvería a San Mungos sola, y no temía hacerlo por primera vez en semanas. Nada en su camino la detendría, ni nadie… excepto una persona.

"¿Qué haces?" Hermione escuchó la voz grave de Blaise saliendo de detrás suyo, entonces giró su cuello levemente para verlo parado fuera de una habitación con una mirada sospechosa en su rostro.

"Necesito hablar con la señora Malfoy." Contestó ella con una ceja arqueada, observándolo con ojos inquisitivos. "¿Tienes algún problema con ello?"

La gente a su alrededor no se estaba comportando de forma normal, se percató ella. "¿Y qué si lo tengo?" Preguntó Blaise.

Hermione se dio media vuelta para enfrentarlo cara a cara. ¿Estaba intentando pelearse con ella? Eso sí que era algo nuevo, y no tenía ningún sentido.

"¿Cuál es tu problema?"

Él no le respondió, pero sus ojos furiosos estaban observándola detenidamente.

"¿A qué estás jugando?" Intentó preguntar ella otra vez, pero no esperaba una respuesta. Hermione le dio la espalda y caminó hacia la puerta; pero Blaise se apareció en frente de ella, impidiéndole avanzar.

"¿A qué estás jugando tú?" Blaise le preguntó mientras ella intentaba alejarse de él. "No estás actuando como siempre."

"¿No lo estoy?" Preguntó ella con incredulidad. "¿Y tú sí?"

"Si." Él asintió con la cabeza, y puso sus manos en los hombros de ella.

"Te estás comportando como un imbécil, sal de mi camino, Blaise."

Él no pestañeó, ni se movió ni un milímetro. Todo lo que hizo Blaise fue cruzarse de brazos y observarla con sus ojos desafiantes.

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"Sinceramente no tengo tiempo para esto." Dijo Hermione.

"¿Qué es esto?" Preguntó él de forma burlona, exasperándola aún más. Sin embargo, su rostro cambió de burlón a serio cuando volvió a hablar: "Llegas aquí tarde en la mañana; te quedas por alrededor de una hora y ya estás lista para irte otra vez. Ayer no podías salir de casa por ti misma. Así que, ¿qué es esto?"

"Podía irme, tan sólo no tenía ganas."—Replicó Hermione simplemente. —"Pero eso no es asunto tuyo, ¿o sí?"

"No intentes jugar con cosas que no puedes manejar." Le advirtió Blaise antes de desaparecer y permitirle moverse otra vez.

Hermione se quedó observando el lugar vacio, pestañeando con fuerza. ¿Acababa de discutir con él por nada? Negó con la cabeza y caminó fuerza de la mansión. Hermione no tenía idea de qué estaba sucediendo en la cabeza de Blaise, pero tenía cosas más importantes que atender.

De regreso en San Mungos, Hermione pasó por varios pasillos, ignorando la gente a su alrededor mientras caminaba hacia la habitación de Draco. De alguna forma, su determinación le permitía concentrarse sólo en lo que tenía en mente, y así, no se permitió decaer por tener que ver a Draco otra vez.

Sin embargo, una vez llegada al pasillo correcto, su corazón casi se para cuando sus ojos se encontraron con una vista sin igual. No podía ser bueno, pensó, no… no podía serlo, ¿o sí?

Por la primera vez en su vida vio a Narcissa Malfoy y a Andrómeda Tonks juntas. Estaban paradas frente a la puerta de la habitación de Draco, abrazándose la una a la otra. Narcissa parecía estar luchando contra sus lágrimas, al igual que Andrómeda.

Con temor a moverse, con temor a hablar, los peores miedos de Hermione le sobrevinieron y cayó a sus rodillas; desesperanzada observó a ambas mujeres. ¿Qué había sucedido?

"Señora Malfoy." Una enfermera estaba a su lado e intentó ayudarla a levantarse, pero Hermione no se movió ni un centímetro de su posición, sentada en el piso.

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"Draco… Draco…" Murmuró, con lágrimas cayendo rápidamente por su rostro.

"Señora Malfoy, por favor…"

Andrómeda y Narcissa se percataron de que Hermione estaba presente cuando escucharon la voz de la enfermera, y ambas mujeres se dieron vuelta para mirarla. Narcissa estaba particularmente sorprendida, y rápidamente sacó un pañuelo para secarse los ojos. Andrómeda, sin embargo, caminó hacia Hermione y puso una mano en su hombro.

"Está bien, querida. Draco está bien… bueno, tan bien como puede estar ahora."

Hermione miró a Andrómeda a la cara con nueva esperanza en sus ojos. "¿Qué sucedió?"

"Nada, tesoro, nada." Dijo Andrómeda mientras secaba una lágrima. "Es sólo que Narcissa y yo nos reunimos después de mucho tiempo… quería aprovechar esta oportunidad para verla y ayudarla en este momento tan complicado en su vida."

"Oh…" Dijo Hermione. Que tonta, pensó; había asumido lo peor que podría haber ocurrido como para que ambas hermanas se reunieran otra vez.

"Los sanadores están haciéndole otro examen a Draco, así que no podemos entrar ahora mismo."

Andrómeda la ayudó a levantarse junto con la enfermera, quien se fue luego.

"¿Qué están haciendo hoy?" preguntó Hermione, secándose sus propias lágrimas.

"Honestamente no tengo idea." Respondió su suegra. "Han hecho la misma poción otra vez, esta vez cambiaron un par de ingredientes esperando que funcione de la forma que quieren. Tienen otras dos pociones hechas; es las sexta vez, querida, desearía poder creer que esta vez funcionará."

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"No digas eso, Cissy." Su hermana intentó darle ánimos. "Encontrarán algo. Tienen que hacerlo."

Era extraño verlas a ambas. Estaban agarradas de la mano, Andrómeda estaba confortando a Narcissa. Parecía que todo entre ellas había sido dejado atrás, todos los prejuicios de Narcissa y el dolor de Andrómeda… era algo impresionante de ver.

La hizo pensar en su propia familia… y una persona en especial le vino a la mente: Harry. No estarían emparentados por la sangre, pero Harry era parte de su familia. Sabía que Harry podría ayudarla, al igual que ella lo había ayudado a él montones de veces. Inmediatamente descartó a Narcissa, no sería de ninguna ayuda. Narcissa no tenía la fuerza para escuchar sus ideas. Narcissa habría encontrado sus ideas tontas e incoherentes. Pero Harry… Harry tenía que creer en ella.

Si había alguien en el mundo que creía en ella y en sus habilidades era él. Y en ese momento, Hermione necesitaba a Harry más que a nadie. Incluso si no tenía las respuestas que buscaba, lo que sí tenía era la aptitud para ayudarla a organizar sus pensamientos.

Hermione tenía algo muy claro en su mente: cada problema tiene una solución. Guiada por esa lógica, jamás dejaría su búsqueda de respuestas. Respuestas a preguntas tales como: ¿por qué Draco había enfermado y ella no? ¿Qué era lo que estaba deteriorando su sistema? ¿Por qué no despertaba? ¿Y cómo sucedió?

Siempre había sido buena para encontrar respuestas por sí misma, pero también admitía que sus amigos habían sido de mucha ayuda dándole ideas sin siquiera intentarlo. Así que llamó a Harry para que la ayudara. El muchacho estaba muy inseguro de lo que ella esperaba de él, pero aún así, de poder, ayudaría. Todo lo que podía hacer, sin embargo, era escuchar sus ideas sobre un misterioso sueño que probablemente no significaba nada.

"Estábamos bailando, y él me decía una y otra vez que no debía estar allí, que había arruinado todo y tenía que quedarme con él. Era medio feo." Le explicó. Harry no parecía estar nada entretenido; ¿qué podía decir en verdad? Sonaba como un sueño normal, como cualquier otro, lleno de las inseguridades y temores de Hermione.

"Crees que…¿intentaba decirte algo?" Preguntó, inseguro sobre qué decir.

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"¿Por qué todo el mundo cree que es una locura?" Le preguntó Hermione, exasperada. Era tan injusto que nadie le creyera. "Tú, de todas las personas, deberías entender. Quiero decir, ¡por Merlín! ¡Solías tener sueños como este sobre Voldermort!"

"No eran sueños exactamente, era como si pudiera leer su mente mientras dormía. Teníamos un lazo mágico…"

"Bueno, yo también tengo un lazo mágico con Draco." Le mostró a Harry su alianza de casamiento al decir eso. "Se supone que puedo sentirlo, saber dónde está en todo momento… y saber cuándo está en peligro."

"¿Sientes que esté en peligro?" Era una pregunta tonta, ya que todo el mundo sabía que Draco luchaba por su vida día a día. Pero le dio a Hermione algo sobre qué pensar.

"De hecho, no. Tan sólo… me resulta más complicado sentir nuestro lazo últimamente, como si se estuviera alejando…"

"Y no has tenido más sueños." Dijo él.

"No, y he intentado tenerlos durmiendo, si es que eso te preguntas." Agregó Hermione.

"¿Le consultaste a tu madre sobre el lazo? Puede que ella sepa algo." Sugirió Harry.

"No más que Narcissa; mis padres no tuvieron ese lazo. Y Narcissa tampoco pudo darme demasiada información." Dijo Hermione.

Harry se quedó en silencio por un momento mientras ojeaba las notas sobre el sueño de Hermione. Juntas decían algo que podía parecer desagradable, eso era cierto. ¿Pero qué tal si no se suponía que estuvieran todas juntas?

"Asumamos que este lazo implica que puedes leer la mente de Malfoy en sus sueños."

"No es una mala idea, ni siquiera pensé en eso." Hermione se dio cuenta de que probablemente necesitaba dormir más, porque no era algo difícil de idear.

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"Así que no estaba hablándote a ti, simplemente estaba soñando." Dijo Harry.

"Lo que quieres decir es que este sueño no significa nada." Dijo ella en silencioso enfado.

"Bueno, no puedo estar seguro de ello, Hermione. Pero no quiero darte falsas esperanzas."

Hermione, sin embargo, aún sentía en su corazón que algo faltaba. Algo importante. 'No deberías estar aquí' Draco le había dicho… y no era la primera vez que lo hacía. La vez anterior, ella lo había encontrado leyendo un libro; Hermione no recordaba muy bien dónde había sido, o por qué lo había dicho, pero el recuerdo de él diciéndolo cada vez se hacía más claro en su mente. ¿Qué libro había estado leyendo? ¿Era un libro? Entonces lo recordó: ¡el libro negro! El que no podía abrir porque no tenía sangre Malfoy en sus venas… pero, quizás… quizás con el cuerpo de Draco… quien sabe.

"¡Muchas gracias, Harry!" Hermione exclamó de repente, una brillante sonrisa en su rostro. "Ya sé qué hacer."

"De nada, supongo." Harry se encogió de hombros, ya que no tenía idea de qué sucedía con su amiga.

Lo que tenía que hacer ahora Hermione era encontrar aquel libro, ¿dónde podría haberlo dejado? Hermione primero chequeó el estudio de Lucius, el último lugar en el que lo había visto. Ese estudio era un desastre, se había asegurado de que quedara así la primera hace tiempo, la primera vez que Draco cayó enfermo fue el primer lugar a dónde fue a buscar respuestas. Eso también le recordó que el libro no estaba allí, habría recordado algo de haberlo visto antes.

Así que buscó en el dormitorio de ambos, la biblioteca, incluso en las cocinas, pero no pudo encontrarlo. Incluso intentó convocarlo con el hechizo Accio, pero no sirvió de nada. El libro probablemente no estaba en la casa, o no podía ser invocado.

Se sintió decepcionada. Su última esperanza era Narcissa Malfoy y la posibilidad de que supiera algo sobre el libro, alguna forma de encontrarlo. Respecto a cómo abrirlo… encontraría una respuesta para ello luego.

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Narcisa estaba, como de costumbre, en la habitación de hospital de Draco, al lado de su hijo, tejiendo algo pacientemente.

"Oh, hola Hermione, querida." La saludó con una agradable sonrisa, como si fueran familia; a Hermione le gustaba cuan unidas habían llegado a ser, lo suficiente como para compartir secretos y temores, lo suficiente para ser en verdad una familia.

"Narcissa, necesito tu ayuda."

"¿Qué sucede?" Preguntó ella inmediatamente, insegura de qué pensar. Era extraño que Hermione pidiera ayuda.

"Necesito encontrar un libro…" Dijo Hermione, pero fue interrumpida antes en la mitad de su oración.

"Has visto absolutamente todos los libros en la mansión, querida. Honestamente no sé cómo puedo ayudarte ya."

"No, no todos los libros. Hay un libro del que Draco me habló… dijo que había sido pasado de Malfoy a Malfoy de generación en generación, contiene pociones y hechizos…"—Hermione intentó con todas sus fuerzas recordar todo lo que Draco le había dicho sobre aquel libro sin revelar las circunstancias en las cuales lo había hecho.—"Sólo puede ser abierto por alguien con sangre Malfoy."

"El libro de Acastus." Narcissa razonó con una mirada suspicaz. "¿Qué te hace pensar que puedes abrir ese libro? ¿Estás embarazada?"

"No, por supuesto que no." Hermione replicó y se sonrojó levemente. "Pero pensé que quizás podría intentar abrirlo usando la sangre de Draco." Respondió ella, vacilante.

Narcissa suspiró gravemente y negó con la cabeza de forma lenta. "Ya he intentado eso sin resultados positivos."

Hermione dejó caer sus rodillas al suelo entonces, ya que su esperanza había sido destruida. Observó a su suegra con su rostro en blanco y una mirada incierta en sus ojos. ¿Qué haría si no podía abrir ese libro? Draco había sido muy claro: sólo un Malfoy de sangre puede abrir ese libro. El Ministerio había intentado hacerlo montones de veces y nunca había logrado ver más allá de su tapa.

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"¿Estás completamente segura de que es el último Malfoy?" Preguntó Hermione a Narcissa.

La mujer asintió con la cabeza. "Lo he pensado también, y he estudiado el árbol genealógico. Los Malfoy sólo han tenido descendientes masculinos cada generación por los últimos cinco siglos. Muchos murieron sin hijos, así que es básicamente una línea recta; el último es Draco.

"Si tan sólo aquel libro pudiera comprender eso." Comentó Hermione de forma lastimosa, y una idea le vino a la mente. ¿Qué tal si el libro podía entender? Podía no tener un alma, pero era capaz de cambiar para protegerse de ojos enemigos, era capaz de proteger su legado, y ahora mismo, Draco era parte de ese legado, el último. "¿Puedes mostrarme el libro?" Preguntó Hermione, sus ojos curiosos por su idea.

Narcissa abrió un cajón a su lado y tomó el pequeño libro negro, se veía igual que meses atrás. Su tapa negra, sus viejas hojas mostrando un color parecido al marrón, y ninguna inscripción de ningún tipo que pudiera verse. Hermione tomó el libro de las manos de su suegra y se sentó en la cama de Draco.

"Si no te abres, Draco morirá, y el apellido Malfoy morirá con él. Protege tu legado y muéstrame lo que le ha hecho esto."

Ambas mujeres se sorprendieron cuando el libro se abrió por sí mismo y empezó a pasar sus hojas en blanco hasta que se detuvo. Las páginas en blanco empezaron lentamente a mostrar una escritura en tinta negra, de a poco se iban formando letras, y las letras se convertían en palabras.

"¡Por Merlín! ¡No puedo creerlo!" exclamó Narcissa con un grito ahogado, sin aliento. Con sus ojos abiertos como platos, miró el libro, asombrada a más no poder. "¿Estás segura de que no estás embarazada?" Preguntó con curiosidad. Sólo Narcissa podía pensar en algo así en un momento como ese.

"Estoy segura." Murmuró Hermione mientras leía lo que el libro le había revelado.

"Veneno de lirio, es una muerte lenta y dolorosa. Una sustancia imposible de rastrear." Leyó Hermione.

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"Y bastante poco común, debo añadir. Fue prohibida por el Ministerio hace siglos. ¿Cómo llegó a las manos de Draco? Estoy segura de que no tenemos en casa." Declaró Narcissa.

Hermione negó con la cabeza, estaba de acuerdo. "No, los sanadores buscaron venenos y cosas así, no pudieron encontrar nada que lo dejara en este estado."

Minutos más tarde, Hermione estaba informando a los sanadores de su descubrimiento. No le hicieron más preguntas de las necesarias, y así, empezaron a tratarlo para curar el envenenamiento por lirio. Aún así, le tomó tres días despertar.

Hermione estaba allí el día que despertó, y también estaba Narcissa. Ninguna quería hablar de lo que realmente estaban pensando: ¿por qué Draco había hecho eso? ¿Había tenido razón Hermione cuando pensó que estaba deprimido? ¿Cómo pudo hacerlo? ¿Por qué hacer algo tan egoísta y horrible como intentar tomar su propia vida?

Muy lentamente, Draco abrió sus ojos. Lo primero que vio fue el techo blanco de la clínica. Su madre ahogó un grito de emoción y apretó con más fuerza la mano que le estaba sosteniendo. "¿Draco?" Preguntó.

"Madre." Respondió él lentamente, y luego miró a Hermione. "Hermione."

Hermione, a pesar de estar feliz por verlo despertar, no sonrió. Todo en lo que podía pensar era en su creciente furia interior: ¿Por qué? ¿Por qué? Esa era la pregunta que daba vueltas alrededor de su mente una y otra y otra vez. Y aunque no creía que fuera lo mejor que podía hacer en aquel momento, le hizo a Draco la pregunta que no querría oír.

"¿Por qué lo hiciste, Draco? ¿Por qué te envenenaste?" Preguntó con furia en su voz y tristeza al mismo tiempo.

"¡Hermione!" Dijo Narcissa con un tono represor. "No necesitamos hablar de eso ahora."

"A decir verdad, no estoy de acuerdo." Replicó Hermione en su mejor estilo de sábelo-todo, sus ojos estaban apagados, no tenían brillo alguno mientras los observaba a ambos. "No creo que pueda quedarme aquí mucho más tiempo si continúo preguntándome lo mismo una y otra y otra vez."

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"Lo siento, Hermione, madre." Dijo Draco, e inmediatamente pidió algo, ya que le costaba mucho hablar. Hermione no creyó que lo sintiera, pero no era el momento para discutir. Tan sólo quería respuestas.

Mientras bebía el agua, Hermione esperó pacientemente a que terminara. No parecía querer hacerlo. Una vez vaciado el vaso, lo colocó encima de la mesa de noche al lado de la cama. Observando a Hermione, esperó unos pocos segundos antes de continuar con su discurso.

"¿Qué crees que hice?" Preguntó.

"Intentaste suicidarte con lirio." Dijo Hermione, mientras Narcisa cambiaba su vista de su hijo hacia Hermione con sorpresa y shock por la franqueza de lo dicho.

Draco se quedó en silencio por un momento. "Bueno, no es tan así."

"¿Cómo? La poción estaba en tu libro, tu eres el único capaz de abrirlo."

"¿Abriste el libro?" Preguntó sorprendido, "¿y te mostró la poción?"

"Se lo pedí muy bien y me permitió ver qué estaba dañándote. Pero no cambies el tema, Draco. ¿Por qué lo hiciste?" Hermione obviamente no estaba con mucha paciencia.

Él suspiró con cansancio y cerró sus ojos por un momento, pensando cuál era la mejor forma de explicar lo que hizo. "No era una poción exactamente, era más bien una maldición."

"¿Qué es lo que tenéis los Malfoys con las maldiciones?" Hermione exclamó con furia, cruzando sus brazos sobre su pecho; era realmente ridículo.

Draco ignoró su pregunta y continuó: "Mi estado durmiente fue producto de utilizar lirio, si, pero no lo usé para matarme; lo usé para… ocultar… a… algo."

"Eso tiene mucho sentido, usar una sustancia mortal para ocultar algo y tomar tu vida al mismo tiempo." Dijo Hermione dirigiendo una furiosa mirada a Draco.

El hombre suspiró y apartó su tímida mirada de la cara de Hermione. "No estaba intentando matarme, fue tan sólo un efecto secundario."

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"No comprendo, Draco."—Narcissa los interrumpió—"Si fue tan sólo un efecto secundario, ¿cómo es que no nos dijiste qué te estaba haciendo daño? Pudiste haber prevenido todo esto."

"No, madre, no podía." Respondió él, mirando sus manos en vez del preocupado rostro de su madre. "Hice algo que no debería haber salido a la luz."

"¿Qué quieres decir?" Preguntó Hermione otra vez.

"Ahora que estoy despierto, ya se ha acabado de todos modos; me odiarás por lo que he hecho." Su tono mantenía remordimiento.

"No te odio, Draco, tan sólo pienso que eres un idiota." Replicó Hermione, ya sin furia, decidiendo que era suficiente por ahora. Tarde o temprano tendría las respuestas que buscaba.

Recién una semana más tarde Draco estuvo lo suficientemente fuerte como para regresar a casa. En todo ese tiempo, Hermione determinó que sería mejor seguir el consejo de Narcissa y no intentar conseguir información de él. Hermione decidió esperar hasta que estuviera lo suficientemente fuerte como para volver a ser un ser racional, si es que alguna vez podría.

Y, a decir verdad, una parte de Hermione no quería saber qué era lo que Draco había hecho exactamente. ¿Qué era tan terrible como para tener que ser ocultado? Ella prefería imaginarse que era algo tonto, alguno de esos objetos tenebrosos que los Malfoy cuidaban tanto, algo que no le era relevante a ella, algo que no le haría odiarlo, como él había dicho. Incluso si era algo que podía ayudar a la Orden, no quería saberlo.

Así que, lo primero que quiso hacer cuando finalmente estuvieron solos, fue besarlo; besarlo como no pudo hacerlo en todos esos meses que había estado enfermo. Sentir sus labios cálidos encima de los de ella, su suave piel contra su cuerpo, y el deseo que ambos compartían.

Acostada en la cama de ambos, Hermione se quedó mirando a Draco. Él tenía los ojos cerrados, probablemente a punto de dormirse. Estaba más delgado que antes, ya que había estado siendo alimentado con la ayuda de una máquina por todo el tiempo que estuvo en el hospital. Hermione no podía olvidar esos tres meses de desesperación, y cuán difícil había sido encontrar una cura. Sentía rencor, pero no quería mostrarlo, ya que

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se acababa de percatar de que amaba a Draco, realmente lo amaba, y el temor a perderlo la asustaba. Así que no quería discutir, pero aún así, tenía algo en su cabeza que necesitaba salir a la luz.

"Draco…" Ella lo sacudió ligeramente, intentando impedir que se durmiera. "Despierta."

"Estoy muy cansado, Hermione."

"Despierta de todos modos." Ella insistió.

Él frunció el ceño y abrió sus ojos lentamente. "¿Te das cuenta de que hemos tenido sexo justo después de que fuera dado de alta? No puedo hacerlo otra vez." Se quejó.

"No es eso."—Dijo ella de forma cansina.—"Tan sólo quería decirte algo."

"¿Qué?"

"Te amo, Draco. Me tomó mucho tiempo percatarme, y no quiero perderte. ¿Entiendes?"

En respuesta, él se acercó a ella y la besó con fuerza en los labios. Cuando se rompió el beso, Draco estudió el rostro de Hermione por un momento. "No estés triste, estoy bien ahora."

"Hiciste algo muy estúpido, por alguna razón que de seguro es estúpida también. ¿Cómo sé que no lo harás otra vez?"

"Acabas de decir que me amas, Hermione… no pensé que fuera digno de tu amor, y aún no lo creo… pero ahora que sé que me amas… pelearé por ti."

"¿Qué quieres decir con que pelearás por mí? Ya me tienes." Inquirió ella, confundida. Eso era algo nuevo.

"Pero estoy a punto de perderte otra vez." Explicó él con un suspiro.

"¿Cómo?" Preguntó Hermione, sorprendida por sus palabras.

"Hice algo malo… algo a lo que esperaba no sobrevivir con tal de no tener que enfrentarlo." Dijo él.

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"Dijiste que ocultaste algo."—Razonó Hermione, "¿Cuán malo puede ser? ¿Evasión de impuestos quizás?"

"El asunto es que… no oculté algo, oculté a alguien." Confesó él, y pronto los ojos de Hermione se llenaron de comprensión.

"Ron." Dijo con un grito ahogado, una mano cubriendo su boca.

Draco asintió con la cabeza y esperó que se le gritara o golpeara. Pero Hermione no dijo nada, tan sólo se quedó mirándolo en shock, y ese shock luego se convirtió en decepción, una decepción que le rompió el corazón a él. Pero no podía ser comparado con la desesperación y el dolor que había en sus ojos.

"Hicimos el amor… te dije que te amaba…" Hermione murmuró, observándolo con una mirada que le rompía el corazón.—"y ahora me dices… ¿Que le hiciste algo a Ron?"

"No podía ocultártelo más." Explicó Draco, ya sin esperar que ella lo comprendiera, ¿pero qué más podía decir?

"¡Bastardo!" Le gritó con una sola lágrima recorriendo su rostro; era la primera vez en mucho tiempo que Draco la hacía llorar. "¿Dónde está?"

"No lo sé."—Respondió él con seriedad, completamente ignorando el grito de Hermione.—"No lo hice solo. Tuve ayuda… pero lo encontraré."

"¿Quién te ayudó?" Preguntó ella con furia.

"No puedo decírtelo." Contestó él con culpa.

"Si realmente te importo aunque sea un poco, de lo cual estoy segura que no es así, me dirás quien más estuvo en esto contigo y yo me encargaré del resto, lo encontraré sin tu ayuda."

"No puedo." Insistió él.

Hermione se quedó callada por un momento mientras intentaba calmarse; respiraba hondo, adentro y afuera. Cerró los ojos e intentó pensar por un momento. Si Draco estaba diciendo la verdad, que alguien había estado en esto con él, ¿realmente importaba quién era? Quizás, no, todo lo contrario, de seguro haría una diferencia, podría darle pistas. No podía ser Narcissa, porque habría sabido que había causado que Draco cayera

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enfermo, no podía ser su propia madre, porque ella quería nietos… así que tenía que ser…

"Blaise." Razonó Hermione. Tenía sentido, ¿en quién más podía Draco confiar? ¿Quién más también odiaba a Ron? ¿Y quién sino él había sido tan misterioso respecto de la enfermedad de Draco y la desaparición de Ron?"

Draco asintió con la cabeza e intentó proteger a su amigo lo mejor que pudo. "Pero fue todo una idea mía."

"Eres un idiota." Murmuró Hermione y se levantó de la cama, se vistió dándole la espalda a Draco todo el tiempo, y luego se fue de la habitación en silenciosa furia.

Lo siguiente era ir a la mansión Zabini. Allí llamó a Blaise, pero se encontró con su madre.

"¿Qué sucede, querida? Pareces preocupada." Comentó Hyppolyta.

"Necesito ver a Blaise en seguida, madre." Hermione dijo, omitiendo los saludos requeridos.

"¿Puedo saber por qué? Pareciera que quieres cortarle la cabeza. ¿Qué hizo?" Preguntó su madre.

"Él sabía, madre; sabía lo que Draco había hecho y no dijo nada." Dijo Hermione, como si su madre supiera de qué estaba hablando.

Era triste pero cierto. Blaise se había convertido en el mayor mentiroso. Ella no quería creerlo, ya que era su adorado hermano; pero los hermanos también podían ser traidores.

"Así que, me imagino que ya lo sabes." Era Blaise quien habló, apareció de la nada a espaldas de Hermione.

Hermione se dio vuelta para encararlo. Estaba furiosa, lo suficiente como para darle una bofetada en la cara, pero había algo peligroso en la actitud de Blaise, ella sólo se quedó mirándolo con furia. "No puedo creer que tú de todas las personas pudieras hacer algo así. Confié en ti, Blaise."

Blaise negó con la cabeza y suspiró. No quería tener esa conversación. "Lo hice por ti, lo necesitabas fuera de tu vida."

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"No intentes de excusarte."—Dijo ella con un dejo de debilidad.—"Sólo dime dónde está Ron."

"Acaba de encontrar su camino a casa. Está con sus padres en este momento." Dijo él sin arrepentimiento alguno.

"¿Dónde lo tenías?" Preguntó ella.

"No lo tenía en ningún lugar en particular, tan sólo lo dejé en una ciudad lejos sin magia ni medios." Reconoció Blaise.

Hermione observó asombrada a su hermano, con su rostro en blanco. Aún no podía creer que hubiese hecho algo tan horrible. Dejar a Ron, que no sabía nada sobre muggles, sin magia, solo en una ciudad desconocida. Eso era más que cruel. "Pudo haber muerto de hambre, ¡pudo haber muerto por el frío!"

"No, lo dejé en un refugio para pobres." Explicó Blaise. "Todo el mundo pensó que estaba loco, buscando varitas mágicas y magia, así que eventualmente fue llevado a un psiquiátrico. Sin embargo, se lo trató bien allí."

"Nunca pensé que pudieras superar a Draco, pero resulta que tú eres el mayor bastardo, Blaise." Su furia se notaba en cada palabra que decía.

Blaise suspiró y asintió con la cabeza. "Tienes razón en eso." Luego se retiró, dejando a Hermione a solas con su madre.

Hyppolyta tenía una mano cubriendo su boca. Observó el lugar dónde había estado Blaise, y luego a Hermione. Eventualmente, caminó hacia su hija y puso una sola mano en el hombro de ella. "¿Estarás bien, querida?" Le preguntó.

"No puedo creer nada de esto, madre."

Hyppolyta puso sus brazos alrededor de su cuerpo y la abrazó. "Yo tampoco." Dijo.

Hermione no tenía idea de cómo reaccionarían los Weasley cuando la vieran, tampoco sabía si le permitirían entrar a la casa, pero tenía que intentarlo. Tenía que ver a Ron. Tenía que disculparse por todo; por lo que

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Draco había hecho, por no buscarlo, por creer que se había ido por voluntad propia, y por estar enfadada con él.

Así que fue allí, a la casa de Ron. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había estado ahí. Era curioso ver cómo habían acabado las cosas, su vida había sido un desastre, y ahora allí estaba ella, en un lugar que le traía tan buenos recuerdos.

Si tan sólo hubiese podido ir más seguido. ¿Pero cómo podía enfrentar a Molly Weasley? ¿Y a Ginny? Además, las cosas con Ron siempre habían sido complicadas.

Así que allí estaba ella, en la puerta delantera. Tan sólo le tomaría unos pocos golpes que alguien abriera la puerta; diablos, ellos probablemente ya sabían que ella estaba ahí, y tan sólo esperaban su señal. Hermione suspiró profundamente, ya que se olvidó de respirar por un momento. Se percató de que su corazón latía más fuerte de lo habitual, y que el puño que haría contacto con la puerta también estaba temblando.

"Puedo hacerlo." Se dijo a sí misma.

Y así, golpeó dos veces la puerta con sus manos temblorosas. Esperó algunos segundos que parecieron minutos.

Para su alivio, fue George quien abrió la puerta.

"¡Hermione!" Exclamó sorprendido. —"Ha pasado mucho tiempo." El hombre parecía incómodo, inseguro de qué decir, algo bastante extraño en él. Aunque, a decir verdad, él había cambiado un montón desde que su gemelo había muerto. A Hermione no le pareció extraño que no la invitara a pasar.

"Me alegra verte, George."—Dijo ella tímidamente, y entonces, con un leve tartamudeo, agregó: "Necesito ver a Ron."

George suspiró y se quedó pensando un momento. Lo que fuera que tuviera que decir lo estaba molestando. Hermione no esperaba menos. "Mira, Hermione, siempre es agradable verte… pero no creo que mi familia esté… dispuesta a verte aún."

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"No sabía lo que mi hermano y esposo habían hecho hasta hace una hora."—Ella explicó con una voz tristona. —"Y necesito ver a Ron, tengo que disculparme con él y ver si está bien."

"Aún así, Hermione, estás íntimamente relacionada con…"

Hermione lo interrumpió de improvisto. "Me rehúso a ser reconocida como una Malfoy o una hermana de Blaise Zabini ahora mismo, George. Y no creo que alguna vez pueda volver a estar cerca de ellos, por ahora." Viendo que él estaba vacilando, Hermione agregó en una voz suplicante: "Por favor, George."

George se sintió débil cuando escuchó su "por favor", simplemente no era posible resistirse a algo así, al menos para él. De todos modos se figuró que era lo correcto a hacer.

"Muy bien, entra, pero debo advertirte que no te gustará lo que verás."

Ambos caminaron a través de la sala de estar, estaba desierta. Pasaron por la cocina, donde algo se estaba cocinando, pero no había nadie trabajando allí; antes de que pudieran llegar a las escaleras, Ginny apareció de la nada.

"¿Qué demonios estás haciendo tú aquí?" Dijo ella con una voz amenazante, viéndose tan furiosa como era posible.

"Tranquila, Ginny." George la reprimió.

"Estoy aquí para ver a Ron, Ginny. Cualquier problema que hayamos podido tener…" Hermione fue interrumpida por la joven pelirroja antes de que pudiera terminar su oración.

"¿Problema? ¿Estás al tanto de lo que tu esposo y hermano le hicieron a Ron? Eso no es un problema; ¡es tan horrible que ni siquiera tiene nombre!"

"Lo sé." Reconoció Hermione, "Pero no tuve nada que ver con ello. Me acabo de enterar hoy."

"No es su culpa, Ginny. Sabes cómo funcionan los Slytherins." George intentó defender a Hermione del ataque verbal de su pequeña hermana.

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"¡Pero ella eligió a Malfoy por encima de Ron! ¿Cómo puedes estar de su lado?" La furia de Ginny no sólo era evidente en su voz, sino también en su mirada oscurecida.

"Si esto es una cuestión de posturas, Hermione siempre ha estado de nuestro lado, y tú sabes eso." George desafió a su hermana a contradecirlo mientras su dura mirada colisionaba con la de ella. Aparentemente, a pesar de su enfado, Ginny no quería desafiar a su hermano mayor, ni tampoco podía negar la verdad de sus palabras. Hermione podía estar casada con un Malfoy, pero su lealtad a su causa era innegable. Sin intenciones de reconciliarse con su amiga, y sin otra palabra, Ginny se retiró, dejando a George y a Hermione a solas.

"Lamento eso, Hermione." Él se disculpó.

Ella se encogió de hombros y le mostró una sonrisa débil. "Me gustaría que Ginny yo pudiéramos ser amigas otra vez, pero eso no será posible si no puede comprender que estoy con Draco por un motivo."

Por supuesto que había un motivo, y por no haberles dicho cuál era el verdadero, les había estado mintiendo. George, como el resto de su familia, pensaba que se había casado por amor, un amor infantil y estúpido. Ron era el único Weasley que conocía la verdad, y por lo tanto, era el único que podía comprenderla.

"¿Estás? Pensé que lo ibas a dejar." Inquirió George.

"Si, lo estoy dejando… otra vez." Respondió ella con tristeza.

Ron estaba en su habitación. Cuando llegaron ahí, él estaba acostado en su cama, y su madre estaba allí con él, tomándolo de la mano y acariciándole la cabeza con la otra mano.

"¡Hermione!" Dijo ella sorprendida, y luego de un momento, sus ojos se endurecieron y su boca se mostró de forma insegura. "No estoy segura de que seas bienvenida aquí."

Hermione estaba a punto de disculparse con ella, pero Ron habló primero, impidiéndolo.

"Hermione…"—Él estaba muy sorprendido de verla, lo suficiente como para levantarse y caminar hacia ella a pesar de las quejas de su madre.

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"¡Me alegro tanto de verte!" Ron la abrazó, asombrando a todos en la habitación.

No la odiaba; ello le resultó curioso a Hermione. Ron, el Ron que ella recordaba habría despotricado y delirado en el mismo minuto en que la hubiese visto.

"Me alegra tanto que estés bien."—Dijo ella mientras lo abrazaba, no quería dejarlo ir, se sentía muy bien estar en sus brazos otra vez después de tanto tiempo, después de tantos problemas, después de tanto enfado. Estaba tan complacida de poder inhalar su aroma, sentir sus fuertes brazos a su alrededor. Le recordaba de mejores tiempos, tiempo que siempre asociaría con la casa de los Weasley y con Ron mismo. Pero, incluso si no lo quería de forma romántica, si lo quería como amigo, uno de sus mejores amigos.

"¿Qué haces aquí?" Preguntó por curiosidad, ya que no había esperado verla.

"Tenía que verte…"—Explicó, apenas capaz de hablar por la vergüenza, "También tenía que disculparme… ¡todo ha sido mi culpa!"—Hermione exclamó con furia y tristeza. Ignorando a las otras dos personas que estaban en la habitación, prosiguió: "De no haberte besado, Draco jamás se habría dado cuenta, y no habría querido cobrar venganza."

"¿Todo esto fue por un beso?" Molly preguntó asombrada, con sus grandes ojos marrones muy abiertos. Como la mayoría de la familia Weasley, ella no conocía las verdaderas razones por las cuales Hermione se había casado con Draco, ni sobre la maldición que ambos compartían. Tener ciertos tipos de contacto afectivo con otras personas resultaría en daño físico.

Hermione asintió con la cabeza, avergonzada de sí misma, y Ron dijo: "Eso pensé." Y, mientras lentamente intentaba dejar a su amiga, continuó: "Mamá, ¿puedes darnos un momento? Tú también, George."

George se fue inmediatamente con una pequeña sonrisa en su rostro, pero Molly vacilaba, imaginándose todo un nuevo escenario. "¿Esto significa que dejarás a tu esposo, querida?" Preguntó esperanzada.

A Hermione le habría encantado poder decir que sí sin mentir, ser capaz de dejarlo por la atrocidad que había hecho, ya que había sido mucho

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peor que cualquier cosa que hubiese hecho antes: no sólo había traicionado su confianza, sino que además ella se sentía usada. Ni siquiera sabía qué era peor.

"Me gustaría poder, Señora Weasley."—Replicó Hermione, esperando que la mujer mayor no hiciera más preguntas. De algún modo, aunque no comprendía a Hermione por completo, si comprendió algo, y así suspiró y dejó la habitación cerrando la puerta tras su salida.

Así que los dos jóvenes amigos fueron dejados solos. Había algo curioso sobre la mirada de Ron mientras observaba a Hermione, no parecía desearla, no parecía tener ningún tipo de resentimiento contra ella tampoco… sólo parecía estar feliz de verla.

"Algo ha cambiado en ti." –Dijo Hermione con curiosidad de su voz. –"Y no estoy segura de si es bueno o malo."

"Es bueno, Hermione, créeme." Respondió él con una gran sonrisa.

"Sé que Draco y Blaise te secuestraron… pero no sé cómo; Blaise me dijo que te dejó en una ciudad desconocida sin magia ni medios. ¿Qué hiciste? ¿Cómo regresaste?"

"Déjame contarte desde el principio, ven, siéntate." Se sentó en su cama e invitó a Hermione a hacer lo mismo; ella lo siguió y se sentó también. Entonces, él empezó a explicar:

"Justo después de nuestro episodio, no regresé a casa, sino que salí a caminar, de alguna forma tu hermano y Malfoy me encontraron, no me dieron la oportunidad de defenderme –y honestamente, de todos modos eran dos contra uno. Lo próximo que supe era que estaba sentado en una silla, completamente atado, y Zabini me observaba con una sonrisa de suficiencia, tu sabes, como de costumbre."

"No puedo creer que Blaise hiciera algo así." Dijo Hermione con algo de tristeza en su voz.

"Me puso un hechizo silenciador, así que estaba mudo. Luego de despertar, Zabini se quedó observándome por un momento, y luego de que se fuera, me percaté de que también tenía un hechizo paralizador, ya que no me podía mover… de todos modos, horas más tarde, tanto Zabini como Malfoy aparecieron en frente mío. Todo lo que recuerdo es que

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Malfoy me dijo algo así como "Nunca tocarás a mi esposa. Jamás." Y Zabini me dejó inconsciente. Luego desperté en un callejón desierto; no tenía mi varita mágica, no tenía dinero… todo lo que tenía eran las ropas que estaba usando." Hizo una pausa y luego de unos pocos segundos, continuó, "Por cierto, puedes decirle a tu esposo o a tu hermano que me devuelvan mi varita mágica."

"Me aseguraré de que la recuperes." Hermione asintió con la cabeza y lo animó a proseguir.

"Pero no fue tan malo porque había un refugio para muggles cerca. Fui allí y empecé a hacer preguntas… nadie había visto lo que me sucedió. Empecé a perder la cabeza. Obviamente lo primero que hice fue preguntas por magos, el mundo mágico y como podrás imaginarte… la gente allí pensaba que estaba más que loco. Valena, una de las voluntarias del refugio se percató de que nunca antes me había visto y que no parecía una persona sin hogar; mis ropas estaban limpias, mis zapatos no tenían agujeros. No sé por qué pero pensó que pertenecía a un culto y que necesitaba ayuda, así que llamó a servicios sociales y me llevaron a este edificio del que no podía salir, estaba lleno de gente loca."

"Un psiquiátrico." Dijo Hermione con su voz llena de culpa.

"Si, así era como lo llamaban. De todos modos, tenían un acento extraño, así que me imaginé que debía estar en un país distinto o en una parte desconocida del Reino Unido. Pasé no sé cuantas semanas allí hasta que decidieron dejarme ir; estaría loco, pero no era un peligro para mí mismo ni para otros, así que me dejaron ir."

"¿Y entonces? Estuviste fuera por meses, ¿qué hiciste luego de que te dejaran ir?" Preguntó Hermione.

"El asunto es que, mientras estaba allí, esta muchacha Valena me visitó varias veces. Verás, tiene algo por los pobres y necesitados… y se ofreció a ayudarme. Antes de que pudiera darme cuenta, estaba enamorado de ella, Hermione, y no podía dejarla. Le expliqué que era un mago, y que la magia existía, pero ella pensó que estaba loco, así que me cuidó en su propia casa; ¡pude vivir con una muggle y aprender todo tipo de cosas de muggles! No te lo creerías si te lo dijera…"

Mientras Ron continuaba hablando sobre esa muchacha Valena, Hermione se sintió confundida. Quizás porque una parte de ella era lo

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suficientemente egoísta como para querer que Ron continuara amándola, quizás porque no quería compartirlo. Por otro lado, era algo bueno que Ron tuviera alguien que cuidó de él, y alguien a quien realmente podía amar y ser amado por esa persona.

"No pude encontrar nada de magia en ese lugar, y aún así, era feliz. Ayer vi a Zabini otra vez, no estaba sonriendo como la última vez, tan sólo me observó con sus ojos llenos de odio y me dijo que era hora de regresar a casa. Lo próximo que supe fue que estaba parado en frente de mi casa." Terminó Ron.

"Blaise me dijo que habías encontrado tu camino de vuelta a casa, no sabía que en realidad él te había llevado hasta aquí." Agregó Hermione.

"Necesito pedirte un favor, Hermione." Dijo Ron con ansiedad en su voz y gestos.

"Lo que sea." Dijo ella.

"Necesito que le preguntes a Zabini dónde vive Valena, él sabía dónde estaba todo el tiempo, él sabía dónde buscarme… él sabe, Hermione, y necesito regresar con Valena. Podré demostrarle que yo tenía razón, que la magia existe, y ella estará de acuerdo en quedarse conmigo."

Hermione le mostró una sonrisa débil y asintió con la cabeza. No quería hablar con su hermano, pero lo haría por Ron. Lo triste era que sintió que estaba perdiendo a su amigo otra vez; así que lo abrazó con fuerza de repente.

"Lo haré por ti." Dijo con suavidad mientras acariciaba su mejilla.

Ron la tomó en sus brazos otra vez y ella lo sostuvo con fuerza. Sus manos subían y bajaban por la espalda de Hermione como si intentara darle ánimos. De algún modo sintió una tormenta interna. Se notaba ligeramente en su comportamiento que nada era como debía ser. Además del hecho que al hablar sobre su hermano o su esposo su disgusto era evidente, Ron sintió que había algo más.

"¿Qué sucede, Hermione?" Preguntó con cautela.

Ella lo dejó muy lentamente, y miró a su rostro con ojos lagrimosos. "Le dije a Draco que lo amaba, en verdad me enamoré de él, Ron. Y ahora

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tengo el corazón roto por lo que te hizo… no sólo te secuestró y te dejó sin medios en un lugar desconocido, ¡sino que también me traicionó! Me había prometido que no te lastimaría… y me hizo enamorarme de él y ahora esto…"

Él se quedó en silencio por un momento, pensativo. ¿Qué podía decir realmente? Hermione tenía razón, se sentía traicionada y era justo, su esposo y su hermano no habían cambiado desde Hogwarts. Eran los mismos estafadores, cobardes. Pero Hermione tenía el corazón roto, y Ron no podía tolerar eso, la visión de una deprimida Hermione; lo último que quería para ella era que fuera infeliz, especialmente considerando que estaba tirando por la ventana su única posibilidad de ser feliz.

"Bueno… si tuviera que pensar como un Slytherin, tendría que decir que fue fiel a su promesa, porque técnicamente no me lastimó."—Él intentó razonar, aunque no estaba contento con su propia explicación.

"Las personas normales no son Slytherins." Dijo Hermione con furia. Luego de una corta pausa, agregó: "¿Presentarás… presentarás una denuncia contra ellos? Lo comprendería totalmente si lo hicieras."

"No creo que vaya a hacerlo."—Dijo él con una pequeña sonrisa. —"Primero de todo, de no haberme hecho eso, jamás habría conocido a Valena. Ella es el amor de mi vida, Hermione."—Sus ojos brillaban con alegría cuando decía el nombre de la muchacha. —"Y segundo de todo, no creo que pueda poner a tu esposo ni a tu hermano en la cárcel, más allá de que lo merezcan…"

"¿Estás seguro?" Preguntó Hermione con sentimientos encontrados.

"Son tu familia, te guste o no."—Él explicó. —"Verás… si uno de mis hermanos hiciera algo estúpido, tampoco querría que fueran a la cárcel, más allá de que se lo merecieran. A menos que fueran peligrosos, por supuesto… pero no creo que Malfoy y Zabini sean peligrosos, no es que me hayan torturado."

Hermione suspiró y lentamente negó con la cabeza; Ron era demasiado bueno para ser real. Con un poco de vergüenza, luego dijo: "Mi madre quiere que te ofrezca dinero, tanto como quieras, en caso de que cambies de opinión y decidas presentar una denuncia. No estoy de acuerdo con los sobornos, pero creo que deberías tomar el dinero, es lo justo."

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"No puedo tomar tu dinero." Simplemente le dijo. Era una cuestión de honor, y eso no podía ser ignorado.

"Considéralo una compensación." Entonces ella tomó un cheque en blanco de su bolsillo y se lo mostró a él. Hermione lamentaba sus palabras, ya que sonaba como una Slytherin. Pero era necesario. "Puedes usar el dinero para comprarle algo lindo a Valena."

Él, sin embargo, rechazó el cheque. "Tengo un trabajo, puedo comprarle lo que quiera. Gracias, pero no gracias."

Ron estaba resuelto a no tomar el dinero de los Zabinis, y Hermione respetaba eso, a pesar de que pensó que se sentiría mejor si él hubiera tomado el cheque, al igual que su madre. Ella quería creer que su madre no sólo se sentía mal por el peligro legal en el que su hijo se había metido, pero también porque lo que hizo estuvo mal. Pero su madre era una Slytherin también, así que, quien sabe, quizás no pensaba que estaba mal hacer algo así. Su madre, en muchos aspectos, aún era un misterio para ella.

Hermione se retiró esa tarde con una calidez en el pecho que no había sentido en mucho tiempo. Se percató de cuanto había extrañado a su amigo, y de cuanto lo necesitaba. La idea de tenerlo de vuelta la hacía sonreír a pesar de su corazón roto.

Regresó a la casa de su madre, la mansión Zabini, donde decidió que viviría por ahora. Se rehusaba a pensar que era la mansión de su hermano, aunque él era su heredero, porque hacerlo le impediría vivir allí. Hermione, a pesar de querer un montón a su hermano, no podía perdonarlo por lo que hizo, y le tomaría mucho tiempo hacerlo. No le gustaba mucho la idea de verlo todos los días, pero era una casa grande, podía evitarlo. Al menos él no intentaba hablarle, como hacía Draco.

Si, allí estaba él cuando ella regresó a la casa. Tenía un bouquet de flores en su mano; eran rosas blancas, sus preferidas. Pero eso no la emocionó ni un poco. Ningún regalo haría que lo perdonara.

"Por favor, Hermione, déjame hablar contigo." Fue eso lo primero que dijo cuando ella lo vio. Hermione estaba a punto de darse la vuelta e irse, pero decidió que era una adulta, y tenía que comportarse como tal. En este caso, ser una adulta significaba hablarle y echarlo al mismo tiempo.

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"No quiero verte ni escucharte, Draco." Dijo ella simplemente, sin lágrimas ni temores, nada más que sus insensibles palabras saliendo de su boca.

"Lo entiendo, pero nosotros…" Su argumento fue interrumpido rápidamente.

"Estamos unidos el uno al otro,"—Ella dijo por él. —"Y esa es la única razón por la cual deberíamos estar juntos, lo sé. No puedo divorciarme de ti, ¿así que te imaginaste que te perdonaría porque no hay nadie más a quien pueda ir? Piénsalo mejor. Prefiero morir sola que estar contigo ahora mismo."

Draco dejó caer el bouquet, cayó a sus pies. Las palabras de Hermione lo destrozaron, pero no iba a demostrarlo. No iba a hacer como ella, no iba a retroceder, quería avanzar, sin importar cuánto tiempo le tomase. "No me rendiré, Hermione. A pesar de lo que puedas pensar, te amo y eso no cambiará."

"Si me amaras, me habrías dicho lo que hiciste en el momento que te percataste que me amabas." Dijo ella.

"Puedes comprender que las cosas no son tan sencillas. Y el problema ahora no es si te amo o no, es sólo tu furia contra mí." Dijo él.

Él tenía razón sobre eso; Hermione sabía que Draco la amaba; tan sólo no le importaba en ese momento. El problema eran sus propios sentimientos. ¿Cómo podía querer a alguien como él? ¿Cómo podría perdonarlo? ¿Merecía perdón? ¿Había perdón en su propio corazón? No en ese momento.

"¿Realmente esperas que te perdone sólo porque me traes flores y dices que lo sientes?" Hermione se veía como una bruja a punto de hacer un daño serio.

"No, pero debía intentarlo." Él contestó simplemente mientras se inclinaba para recoger las flores a sus pies. Al hacerlo, se levantó y caminó hacia Hermione; ella tenía sus brazos cruzados sobre su pecho, y el ceño fruncido. "Acepta esto por lo que es, un regalo." Dijo él.

"No quiero tus flores, tampoco quiero tus disculpas. Deberías empezar por disculparte con Ron, luego podríamos hablar." Hermione trataba a su esposo como el malcriado, impenitente hombre que era.

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Draco hizo una mueca de desagrado, no estaba esperando ese pedido. Y no estaba dispuesto a hacer algo así.

"Él te besó, te tocó, ¿y tú esperas que me disculpe por no haberlo matado?" Dijo él seguro de sí mismo.

"De hecho, si." Replicó Hermione. Por supuesto que esperaba que se disculpara, no había un balance entre una cosa y la otra. No podía reaccionar de la forma que hizo sólo por un beso.

"Entonces terminamos de hablar." Él tiró las flores, y se alejó caminando. Hermione lo observó resentida todo el camino.

Al desaparecer en la chimenea, Hermione se dio cuenta de que aquella sería una pelea complicada. Lo peor de todo era que ninguno de los dos podía ganar. Se sintió ansiosa y deprimida luego de que se fuera, porque era una decisión difícil continuar peleando, porque se sentía traicionada, y porque sus sentimientos hacia él no habían cambiado.

Su madre entró a la habitación minutos más tarde, y encontró a Hermione sentada en un sillón con un bouquet de rosas blancas en una mano, y un único pétalo en la otra. Sus ojos estaban cansados mientras observaba el pétalo; apenas se percató de la presencia de su madre.

"Debo advertirte, querida; estás creando un mal hábito al pelear con tu esposo." Le dijo ella con seriedad.

Hermione se tomó un momento para contestar, reprimiendo un suspiro. Tener cualquier tipo de conversación con su madre no siempre era sencillo. Cuando se tenía que hablar de algo, era mejor pelear fuego con fuego. "¿Perdonas a mi papá por haberme secuestrado?" Preguntó ella.

"Comprendo sus razones por haberlo hecho, pero no puedo perdonarlo por haber causado tanto dolor." Replicó Hyppolyta, dándose cuenta de la verdad en las palabras de su hija, aunque sin permitirse dejar de lado sus creencias respecto al desastre cometido por su hijo y Draco. "Sin embargo, no puedes comparar lo que hizo tu padre con lo que hizo tu esposo."

Al moverse más cerca de su hijo, Hyppolyta se percató de que había un montón de pétalos de rosa en el piso, cerca de los pies de Hermione. Parecía que se estaba preguntando si alguien la amaba o no.

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"Claro, una de las grandes diferencias es que tú podías alejarte de él; no os casasteis con una maldición, así que pudiste volver a casarte otras seis veces sin mayores problemas. Yo, por otro lado, no puedo dejarlo para siempre. Estoy ligada a él por siempre." Dijo Hermione con amargura en su voz.

"Sin embargo, nunca me casé por amor." Dijo Hyppolyta, y se sentó al lado de su hija en el sillón. Desde esa posición, acarició su cabeza y sonrió. "Tu hermano y tú sois la mayor recompensa que jamás tendré."

Hermione levantó la cabeza para verla a la cara y le mostró una media sonrisa. "Gracias."

Hyppolyta tomó la mano de su hija y la apretó gentilmente mientras sonreía. "Ahora sólo espero que te reconcilies con tu hermano. No puedo tolerar verlo de esta forma… tan distante, tan enfadado."

"No tiene ningún derecho a estar enfadado." Dijo Hermione. Ella era quien tenía todo el derecho a estar enfadada y decepcionada. ¿Por qué tenía que estar él enfadado? ¿Por haber sido atrapado? Él había colaborado con Draco para hacer algo tan horrible como secuestrar a su mejor amigo, y tenía suerte de que Ron no fuera a denunciarlo ante las autoridades. Así que, él debería estar feliz de haberse salido con la suya.

"Bueno, sus planes fueron frustrados. De seguro puedes comprender eso."—Dijo Hyppolyta de forma pensativa. Hermione quería que su madre estuviera de su lado, no intentando proteger a Blaise. ¿Pero cómo podría ella interponerse entre esos dos? Cuando era una cuestión de ambos, Hermione se sentía fuera de lugar, a pesar de que la habían recibido en la familia con los brazos abiertos, y su madre jamás mostraba preferencias por ninguno de sus dos hijos. Pero, aún así, por más de 16 años habían estado sólo ellos dos, así que era difícil sentir que pertenecía a un círculo tan pequeño. "¿Al menos intentarás hablar con él, querida?"

"Debo hablar con él." Replicó Hermione con una voz cansada, ya que era algo que realmente no quería hacer. "Ron me pidió información que sólo Blaise puede darme. Y además quiere de regreso su varita."

"Ya que las autoridades aún no han venido aquí, ¿supongo que aceptó nuestro pequeño regalo?" Preguntó su madre con alivio.

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"No, de hecho no lo hizo. Tiene demasiado orgullo."—Hermione consideró por segunda vez en ese día, que en verdad estaba sonando demasiado como una Slytherin. "Pero no tienes de qué preocuparte; no presentará una denuncia porque está enamorado."

"Oh, querida, ¿quieres decir que aún…?" Hyppolyta fue interrumpida inmediatamente por su hija.

"No, no de mí. De una chica muggle que lo cuidó mientras estuvo fuera." Sonaba como si Hermione lo dijera con un tinte de lamentación, como si le lastimara decirlo. Hyppolyta notó eso, y le preocupó lo suficiente como para hablar de ello. Después de todo, la felicidad de su hija era uno de los temas más relevantes de su vida.

"Querida, ¿aún estás enamorada de él?" Preguntó.

Hermione negó lentamente con la cabeza. "No, supongo que tan sólo quisiera tenerlo para mí sola. No son más que celos; sólo significa que soy egoísta."

Fue el turno de Hyppolyta de negar con la cabeza; "No, querida, sólo significa que eres humana."

"¿Si? Porque a veces siento que me estoy convirtiendo en…"—Estuvo a punto de decir Slytherin, pero cambió de opinión. Su madre era una slytherin después de todo, y no quería ofenderla.—"…en algo que no soy. Probablemente sea la influencia Malfoy."

"No seas tan dura contigo misma, Hermione. Eres probablemente la más amable y agraciada miembro de esta familia, y eso no cambiará."

De repente, Hermione sintió la necesidad de abrazar a su madre, y así lo hizo, sorprendiendo a ambas, ya que no era normal para Hyppolyta recibir tales muestras de afecto de su hija. Y allí se quedaron por largos minutos, en silencio absoluto, disfrutando de la compañía mutua.

A Draco Malfoy nunca le gustó discutir, ni con sus amigos ni con su familia. Mucho menos con su demasiado-buena-para-ser-cierto esposa. Siempre se había preguntado por qué tenía que ser tan perfecta. ¿Cómo es que nunca se tropezaba y caía? ¿Por qué siempre tenía que ser la voz de la razón y la conciencia? A pesar de que la amaba, a veces deseaba que Hermione no tuviera la razón la mayor parte del tiempo, lo que fuera que

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los dejara a mano. Algo para balancear la bondad de ella con la imperfección de él.

Pero no había nada que pudiera hacer que haría que todo estuviera bien de una vez. Todo lo que le quedaba era su insistencia. Todo lo que podía hacer era persuadirla con sus mejores técnicas románticas. Tenía que ocurrírsele algo, lo que fuera que le ayudara a tenerla de regreso. Porque eso era lo que él más quería: estar con ella otra vez.

¿Cómo podía hacerlo? No si lo que ella pedía era manchar su honor disculpándose con una comadreja. Los Malfoys nunca se disculpan con sus enemigos, su padre le había enseñado eso, y Draco estaba dispuesto a tomar ese consejo. No, jamás se disculparía con un Weasley de todas las personas. Y, si su esposa no podía comprender eso… tendría que aprender a tolerarlo de todos modos, porque no había forma de que la dejara ir otra vez. Draco la seguiría hasta el final del mundo si tenía que hacerlo, pero no estaba dispuesto a perder su dignidad a otro hombre, o comadreja.

Un día entero había pasado desde su última discusión, y él ya sentía una extraña necesidad de verla. Ansiedad y temor eran sus sentimientos predominantes; temor, no por ella por supuesto, sino por perderla otra vez.

"¿Qué haces allí, Draco? Te he visto mirando por esa ventana por no sé cuánto tiempo." Era su madre quien preguntaba aquello. Qué estaba haciendo… era difícil de explicar. A veces necesitaba hacer eso para pensar, mirar a través de una ventana, observando nada en particular.

"Tan sólo estoy pensando, madre. Necesito encontrar una forma de volver con Hermione." Replicó Draco, dándose vuelta para ver a su madre a la cara mientras hablaban.

"Bueno, de seguro no la recuperarás mirando a través de una ventana. ¿Le has enviado flores? Eso siempre es algo bueno."

Draco negó con la cabeza. "Eso no funcionó el otro día."

"Por supuesto que no, ¡porque se las tiraste!" Narcisa lo regañó con ojos severos, tamborileando un pie.

"¿Cómo te enteraste de eso?" Preguntó un Draco sonrojado.

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"Hermione le dijo a su madre, su madre me dijo a mí. No puedo ni empezar a decirte cuan avergonzada estaba. No te crié para tener tales rabietas, Draco; ¡y a tu esposa de todo el mundo!" La mujer estaba al borde de gritar, pero su crianza no se lo permitía. En vez, se aseguró de agregar énfasis a sus palabras. Continuó: "No pude disculparme lo suficiente, por supuesto que Hyppolyta me dijo que no era mi culpa, y estoy de acuerdo en que tú eres el único que debe disculparse, pero deberías haber sido más sensato, te criamos para ser un caballero…"

Su madre estaba empezando a culparse a sí misma, y eso nunca era bueno. Lo último que necesitaba era tener que confortar a su madre, que estaba próxima a deprimirse. Tenía que hacer algo rápido. Cualquier cosa. Lo primero que se le vino a la mente fue uno de los mejores consejos que su padre le dio sobre las mujeres: siempre estaban dispuestas a ayudar, porque ayudar les hacía sentirse útiles.

"Necesito tu ayuda, madre." Él la interrumpió de repente, asombrando a Narcissa, quien pensó que su hijo necesitaba trabajar en sus modales. Aún así, sus palabras le llegaron al corazón, y así estuvo enseguida a su disposición.

"¿Qué puedo hacer por ti, querido?" Preguntó con un tinte de curiosidad en su expresión facial.

"Metí la pata; ¿cómo puedo enmendarlo?" Preguntó pasando una mano a través de su sedoso cabello rubio.

"Me temo que no hay fórmulas mágicas de las que sepa que puedan ayudarte, Draco. Tendrás que insistir y persistir, no veo otra opción. Entrégale flores—de buena forma—chocolates, discúlpate tanto como puedas, y, por la gracia de Merlín, hazlo en serio." Cuando terminó su frase, caminó hacia adelante, acercándose a su hijo, y puso una mano sobre su hombro. "Entiendo que quisieras tu venganza, querido, ¿pero…fue para tanto? ¿Por qué simplemente no lo golpeaste en el rostro y lo amenazaste o algo así?"

"No comprendes, madre; cuando se besaron, recordé cuan poco significaba para ella, cuanto me despreciaba a mí y al curso que su vida había tomado, nuestro matrimonio. Y la comadreja… simplemente no pude tolerarlo." Dijo Draco con furia en sus ojos, y especialmente en su voz.

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"Bueno, quizás Hermione debería escuchar eso." Comentó Narcissa, y luego se dio vuelta y dejó la habitación.

Quizás, pensó Draco, ¿pero eso no sería mostrar debilidad? Una cosa era confesarle sus sentimientos a su madre; era diferente cuando se trataba de su esposa.

Draco regresó a la mansión Zabini. Allí fue recibido por el rostro severo de Hyppolyta, quien a pesar de sus sentimientos no podía olvidar sus modales.

"Buenas tardes, Draco; ¿buscas a Hermione? ¿O quizás a Blaise?"

"A Hermione. Y también quiero disculparme con usted, Señora Zabini, por todo el dolor que le he causado a su hija."

Hyppolyta negó lentamente con la cabeza, con un poco de tristeza en sus ojos, pero aun manteniendo un rostro severo. "Sé que quisiste hacer algo bueno, Draco, pero no puedo estar menos de acuerdo contigo. No te comprometí a mi hija para que la hirieras de esta forma."

"Es mi intención arreglarlo." Dijo él de forma confidente.

"Espero que puedas, por mi hija." Comentó Hyppolyta, y luego de una corta pausa, continuó: "Hermione tuvo una desafortunada discusión con su hermano y decidió que no podía vivir aquí con él por más tiempo; así que empacó sus cosas y se fue a la casa de su padre… otra vez."

Una discusión con Blaise; conociéndolos a ambos, eso significaba que tuvieron una inmensa pelea; de otra forma Hermione no se habría ido otra vez. No era normal, dejar un lugar e irse a otro y luego a otro, no podía ser bueno para ella. No podía ser bueno para nadie.

Así que Draco viajó a la casa del padre de Hermione, el lugar que por tanto tiempo había llamado hogar. Estaba harto de aceptar límites, así que no iba a estar dando vueltas, tan sólo iría al punto y sería tan certero como fuera posible. Tuvo que volar allí, ya que Hermione no había conectado la chimenea a la red flu, y no quería aparecerse, sería rudo que lo hiciera. Así que, al arribar allí, tocó la puerta dos veces, y esperó pacientemente.

Un par de minutos pasaron, y ninguna respuesta. ¿Podría estar fuera? ¿O quizás lo vio y se rehusaba a contestar la puerta? Ambas eran bastante

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posibles. En vez de insistir golpeando nuevamente la puerta, intentó chequear las ventanas, sólo para ver si estaba dentro. Miró a través de tres, cuatro, cinco ventanas, pero no pudo ver a nadie. ¿Quizás en el patio? Había una cerca que lo demarcaba, y no podía saltarla. Miró alrededor; no había nadie a la vista, así que no habría problema si usaba su escoba para ver el patio. Así que voló arriba del techo de la casa, y allí los vio: La comadreja y su esposa, estaban tomando té en el patio, estaban riendo.

Una repentina explosión de celos le sobrevino. Estaban felices juntos; Hermione sonrió a Weasley y tomó su mano. ¿Por qué lo tenía de la mano? Era probable que fuera la única forma de afecto que pudieran mostrar sin ser lastimados. Y sin que Draco se pudiera enterar.

Le dolía hacerlo, pero no podía dejar de observarlos; no podía oírlos, ni quería hacerlo, pero podía imaginarse qué tipo de charla estaban teniendo, porque conocía la forma en que Hermione sonreía, y esa sonrisa… había pensado que esa sonrisa era sólo para él. Agachándose en el tejado, le tomó varios minutos decidirse a marchar. Viejos sentimientos lo acompañaban, ya que pensaba que Hermione estaba mejor sin él… después de todo, quería a la comadreja, ¿o no? Pero le había dicho a Draco que lo amaba… había estado preocupada por él, quería que viviera… y él estaba allí por ella, ¿o no? ¿Podría ser que hubiese cambiado de opinión? No, no tenía sentido. Uno no le dice a una persona que la ama y luego se arrepiente… Hermione tenía que amarlo aún. Tan sólo había pasado un día; no podía haberlo superado en un día.

Se estaba poniendo ansioso, necesitaba algo… ¡café! Eso ayudaría. Así que decidió ir a por una taza a una cafetería en el vecindario de mágico; no podía regresar a casa, a su madre no le agradaría verlo sin Hermione, y una mujer enfadada con él era suficiente por un día.

Entró, buscó una mesa vacía y se sentó en una oscura silla de madera con una cara seria. Desde afuera nadie podía decir cuán dolido estaba, pero eso era normal para él. Draco notó cómo una mujer del bar lo miraba, tan interesada, como si fuera una presa. Era linda, pero no era Hermione, y, de todos modos, no podía tenerla. Entonces recordó algo que su esposa le había dicho algún tiempo atrás, le había preguntado si alguna vez había gustado de alguien y luego… y luego se diera cuenta de que no había forma de que pudieran estar juntos. Bueno, no lo había dicho de esa forma, pero esa era la idea. Ahora mismo, en ese momento, Draco lo

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comprendió, y lamentó no poder vengarse de ella. En ese momento, sólo una maldición le impedía hacerlo. Cual era la razón de ser de esa maldición, no tenía idea; probablemente hacerlo miserable… aunque, viendo el lado positivo, era la única cosa impidiendo al amor de su vida estar con otro hombre… o comadreja.

Si, Hermione era el amor de su vida, no porque ella era la única persona con quien jamás podría estar, sino porque la amaba en verdad; de eso estaba seguro. Y probablemente la había perdido. Había estado esperando que su anillo ardiera; se sorprendió de que no hubiese sucedido ya… Hermione y la comadreja se veían tan alegres juntos… debería haber sido él quien estaba allí con ella, debería haber sido él quien recibiera sus sonrisas. Debería haber sido él.

"¡Malfoy!" Una voz familiar lo saludó, apartándolo de sus pensamientos por un momento. Se dio vuelta para ver a alguien que no había visto en mucho tiempo: Theodore Nott, y una muchacha seria, notablemente embarazada, a su lado.

Antes de que Draco pudiera replicar nada, Nott colocó una tercera silla en la mesa e invitó a la chica, que de seguro era su esposa, a sentarse. "¿Cómo has estado? Escuché que te casaste en una ceremonia bastante rápida."

Maravilloso, no sólo se había encontrado a una persona que debería estar en Azkaban, pero también tenía que hablarle… sobre su matrimonio sobre todas las cosas. "Así es." Replicó Draco, y pasó a mirar a la muchacha sentada en frente suyo, mientras Theodore se sentaba a su lado.

"Esta es mi esposa, Druscilla Nott." Dijo un orgulloso Theodore. —"Nos casamos hace diez meses."

Por el rostro de la chica, y todo lo que él sabía sobre la familia Nott, Draco podía deducir que se habían casado en las mismas circunstancias que Hermione y él. Era notorio que ella no estaba enamorada de él, de hecho, parecía despreciarlo. Mientras Theodore era todo sonrisas, Druscilla se veía tremendamente seria, probablemente estaba enfadada por tener que estar allí.

"Mis condolencias." Dijo Draco, medio bromeando. Por suerte Theodore lo tomó como una broma y rio, mientras Druscilla sólo le mostró una

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media sonrisa, ya que se había dado cuenta de que Draco lo decía en serio para ella.

"¿Y dónde está tu esposa? No la he visto desde…"—Los juicios, pensó Draco para sí mismo, pero de seguro Theodore no iba a mencionar eso. —"…desde Hogwarts, creo."

Draco había percibido que Theodore no había mencionado quien era su esposa, probablemente omitía esa información por cortesía, porque era obvio que quería hablar de ello. Draco no tenía ganas.

"En casa." Contestó Draco, no era que le importara mentirle a Nott de todo el mundo. Se preguntó, sin embargo, cómo era su matrimonio, pero no podía preguntarle allí en público y en frente de su esposa. De todos modos, cambió su atención a la esposa de Theodore y le sonrió con amabilidad. —"¿Cómo te está yendo?" No lo mencionó abiertamente, pero todos comprendieron que se refería al embarazo de la muchacha.

"Horrible."—Contestó la chica, y ninguno de los chicos en la mesa sabía con seguridad si se refería al embarazo o al matrimonio. Draco creía que probablemente era lo último.

"Vamos, querida, no puede ser tan malo." Nott habló, tomando una de sus manos entre las suyas y apretándola gentilmente. Draco notó que ella no respondía al tacto, pero sí hacía una cara de sentirse disgustada por este, pero ello Theo lo ignoró o simplemente no lo percibió.

"Créeme, querido, puede serlo."—Ella le replicó sin mirarlo a la cara, y claramente diciendo "querido" sin sentimiento alguno.

Ahora, ese era un matrimonio del que estaba agradecido no tener. Conocía a Nott, no mucho, pero lo suficiente, y estaba seguro de una cosa sobre él: no era nada bueno, diez veces peor que él. La esposa de Nott probablemente sufría un montón, porque su esposo no era una persona fácil con quien estar, no era como Draco, paciente y amable, era más agresivo y peligroso. No habría esperado a su esposa, la habría forzado. Eso habría llevado al odio, y era claro que Druscilla odiaba a su esposo. No estaba sólo enojada, como Hermione había estado tantas veces con él por tantas distintas razones, Druscilla simplemente lo odiaba, y no podía alejarse de él.

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"Así que… ¿varón o mujer?" Preguntó Draco fingiendo interés mientras al mismo tiempo cambiaba de tema.

"Por suerte un varón." Curiosamente, ambos respondieron lo mismo al mismo tiempo. Se miraron el uno al otro arqueando cejas. La escena habría sido graciosa de no haber habido tanta tensión en el aire.

"…Así no tengo que tener más." Terminó Druscilla.

"Y mi familia tendrá un legítimo heredero para continuar con el apellido." Dijo Nott. Sonrió orgulloso, y luego continuó hablando con Draco. —"Sabes, si tu esposa tiene una niña…"

Druscilla se mordió el labio, pero no dijo nada. Probablemente temía a su esposo, así que no era como que podía decir lo que pensaba. Draco, por el otro lado, no temía a Nott. "¿Estás de broma? Sólo el hecho de tener un hijo sería demasiado pedir de ella."—Y si lo tuviéramos, ningún arreglo sería hecho… y mucho menos con un Nott, pensó Draco. No había forma de que él aceptara comprometer ni a un niño ni a una niña con un Nott.

"¿Por qué?" Preguntó Nott.

"Simplemente no le interesa. Quiere estudiar y luego tener un trabajo; es moderna, tu sabes." Replicó Draco encogiéndose de hombros. En verdad, ni siquiera estaba seguro de que Hermione quisiera hijos, él de seguro tenía más ganas que ella.

Ambos Nott se vieron asombrados, pero ninguno habló. "No es que necesitemos el dinero, sería sólo un pasatiempo para ella." Dijo Draco en respuesta a su pregunta silenciosa.

"Bueno… tu esposa siempre estuvo… muy interesada en estudiar." Comentó Nott, y su esposa sintió curiosidad.

"No nos conocemos, pero suena como una persona interesante." Dijo Druscilla. "¿Crees que nos podamos conocer? Me encantaría invitarla a tomar el té." Estaba pidiéndole permiso a su esposo, era algo desagradable de ver y oír.

"Seguro, querida, sería genial." Replicó Theodore y le sonrió a su esposa; era la primera vez que Draco veía a la muchacha devolverle la sonrisa. Era

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posible que no se le permitiera tener una vida social en general. —"De hecho, deberíamos todos cenar alguna vez."

A Hermione no le interesaban los encuentros sociales, así que probablemente rehusaría la invitación; sin embargo, sería bueno para ella conocer a la señora Nott, así se daría cuenta de cuanta suerte tiene de tenerlo a él como esposo.

"Le hablaré sobre ello." Dijo Draco en respuesta a la sugerencia de Nott. No tenía idea de cómo convencería a Hermione de ir, pero tendría que perdonarlo algún día…

Theodore estaba ligeramente sorprendido, probablemente porque no podía imaginarse tener una esposa que no acataba órdenes de su esposo. Y su esposa se veía melancólica, de seguro querría un esposo como Draco.

Luego de hablar por un rato con los Nott, Draco decidió ir de regreso a la casa de Hermione. No le importaba si estaba aún con la comadreja, los interrumpiría. Su anillo no había ardido en lo más mínimo, así que no habían sido demasiado cercanos. Y eso era un buen signo.

Así que, por segunda vez ese día, se paró frente a la puerta de la casa de Hermione. Él no consideraba aquella casa como de él, aunque técnicamente lo era, porque siempre había pertenecido a Hermione. De todos modos, golpeó la puerta, sin darse cuenta de que había un timbre.

Por suerte, Hermione abrió la puerta. Tenía el ceño ligeramente fruncido cuando lo vio. "¿Qué haces aquí?" Preguntó de forma cansina.

"¿Qué crees? Estoy aquí por ti." Replicó Draco, cruzando sus brazos sobre su pecho. —"Mira, arruiné todo otra vez; ¿pero no podemos al menos hablar de ello?"

"¿Qué hay para hablar?"—Cuestionó ella. —"No quiero tener nada que ver contigo."

Draco se mordió el labio por un momento, y luego continuó. "Si que quieres, me amas como yo te amo a ti. Quieres que funcionemos juntos. Tan sólo estás enfadada."

Hermione cruzó sus brazos sobre su pecho, cerró los ojos y tomó aire profundamente antes de contestar. No quería perder su paciencia;

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tampoco quería ver a su esposo en ese momento, pero así era la vida para ella. No iba a obtener lo que quería.

"Ni siquiera eres capaz de disculparte por lo que hiciste y aún así quieres que te escuche." Era una frase llena de ironía y agresión.

"Si me disculpara con él, no significaría nada porque él me importa un comino."—Dijo en una forma resuelta. —"Pero puedo disculparme contigo y decirlo en serio."

"¿Se supone que eso debe ser emotivo?" Preguntó ella con sarcasmo en su voz.

"Es la verdad." Dijo él amargamente.

Hermione se quedó allí, observándolo con una cara seria. Bueno, al menos estaba haciendo contacto visual, pensó Draco.

"Vamos, Hermione; no llegaremos a ninguna parte si continuamos de esta forma."

Ella estaba a punto de decir algo, pero obviamente cambió de opinión y dijo algo diferente. "Está bien, entra." Hermione se movió para dejarlo pasar. Cuando él entró, pudo ver el lío que era la sala de estar: parecía que nadie había limpiado desde que había sido puesta en cuarentena. Había polvo por todos lados, manchas de humo naranja, y un curioso olor a madera vieja.

Draco estuvo a punto de preguntar si debía sentarse allí, pero se lo pensó dos veces y decidió que no. Prefería mantenerse parado.

"Lo sé, es un desastre. No he tenido tiempo de limpiar la casa entera." Comentó una cansada y enfadada Hermione. Inconscientemente estaba parada al lado de Draco, observando la habitación como hacia él.

"Sabes que no tienes porque…." Empezó a decir él, pero fue rápidamente interrumpido.

"Sé que no necesito limpiarla yo misma. Pero me gusta hacerlo; es una de las pocas cosas que tengo de mi antigua vida." Dijo Hermione, curiosamente no parecía haber nada de melancolía en su voz, tan sólo estaba seria.

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Había tensión en el aire, era bastante claro. Draco se acercó a Hermione y se quedó en frente de ella. Ella arqueó una ceja y lo observó con una mirada curiosa; en cualquier otra circunstancia no le habría importado, pero ahora mismo él estaba demasiado cerca para que estuviera cómoda.

"No." Susurró cuando se percató de que Draco se estaba acercando para besarla. "No puedes arreglar las cosas con un beso."

Draco suspiró y dio un paso atrás. "¿Cómo puedo hacerlo?" Preguntó.

"No lo sé."—Dijo ella con honestidad. —"Simplemente no lo sé." Hermione se encogió de hombros al decir eso, y sus rasgos mostraban tristeza. Draco quería decirle que todo estaba bien, tranquilizarla, pero ella no iba a dejarlo.

"Déjame intentarlo."—Dijo él, y luego recordó la invitación de Theodore. —"Un viejo amigo nos invitó a cenar, deberíamos ir."

"¿Un viejo amigo?"—Preguntó Hermione con sospecha. —"La mayoría de tus amigos están en Azkaban." Ella arqueó una ceja y esperó pacientemente por su respuesta. Era claro que él no quería responder a eso, pero aún así lo hizo.

"Bueno, si, la mayoría. Pero este tuvo una muy buena defensa en los juicios y… se las arregló." Incómodo, terminó la oración, esperando un milagro.

"¿Y por qué querría cenar con… ¿quién es? ¿Lo conozco?"

Draco asintió con la cabeza y tragó saliva. "Theodore Nott."

Hermione abrió mucho los ojos y lo observó sorprendida. "¿Quieres que cene con Theodore Nott? ¿Estás de broma?"

"Y su esposa Druscilla; estoy segura de que te agradaría ella." Dijo Draco suspirando profundamente. "Por supuesto que si no quieres…"

"Por supuesto que no quiero. ¡Por Merlín, Draco! ¿Por qué creíste otra cosa? ¿Y qué hacías hablando con ese tipo? ¡Se supone que no debes encontrarte con ex mortífagos!" Exclamó.

"Estaba en una cafetería y él se acercó a mí; no fue mi culpa. No podía ignorarlo."

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"No quiero que te veas con ese tipo de gente, Draco."—Dijo Hermione con una nueva emoción: preocupación. Estaba preocupada por él; eso no podía ser malo.

"¿Así que te importo?" Preguntó Draco con una pícara sonrisa que hizo suspirar en desesperación a Hermione.

"Por supuesto que me importas… te amo, idiota." Murmuró en una suave voz.—"Tan sólo no puedo encontrar perdón en mi corazón aún; ¿por qué lo hiciste, Draco? ¿Por qué?"

Entonces Draco recordó lo que su madre le había dicho: 'Quizás Hermione debería escuchar eso.' Y él estuvo resuelto a decirle, justo en ese momento; incluso si lastimaba su orgullo.

"Cuando lo besaste…"—Expresó las palabras con repulsión, como si el recuerdo lo hiriese.—"Cuando me enteré, recordé cuanto me despreciabas, y no podía tolerarlo, Hermione. Quería que te importara de mí, quería tener una vida contigo, pero no sabía cómo… y Weasley, lo tenía todo tan fácil, y tú lo querías a él y no a mí… Tenía que alejarlo de ti."

"No tenías derecho." Dijo Hermione.—"Puedo comprender tus celos, puedo comprender tu furia… pero no puedo comprender como pudiste hacer algo así, luego mentir sobre ello…¿y estar conmigo? Estuvimos juntos por meses, y toda la alegría que me diste se convirtió en… en esto… Es como si haber estado contigo hubiese sido una mentira."

"No fue una mentira." Replicó Draco, sorprendido por sus palabras. En verdad, no había pensado sobre eso de esa forma. "Nuestra vida juntos jamás ha sido una mentira, Hermione."

"¿No lo ha sido?" Preguntó ella con un mohín en su rostro. Hubo una corta pausa en la que ella intentó elegir sus palabras muy cuidadosamente, entonces continuó: "Hemos tenido vidas difíciles, y un matrimonio especialmente complicado. Me enamoré de ti, pero cuando eso sucedió, pensé que eras diferente, que no me traicionarías."

Las palabras hicieron eco en la mente de él y corrieron hasta su corazón; le dolía escucharla decir eso. ¿Realmente le había causado tanto dolor? Él observó, atontado, a sus hermosos ojos marrones, se veía tan triste, y era todo culpa de él. ¿Cómo podía arreglarlo? ¿Cómo podía perdonarse a sí

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mismo? Y luego la gente se preguntaba por qué no le importaba haber arriesgado su vida con una maldición de ocultamiento.

"Lo siento tanto, Hermione." Esta vez, su disculpa sonó tan sincera que llegó a los oídos de Hermione. "Nunca quise lastimarte."

Ella lo observó; se veía tan vulnerable, Hermione nunca lo había visto de esa forma. Draco Malfoy siempre tenía paredes construidas alrededor suyo, paredes muy difíciles de penetrar. Sólo había unas cuantas emociones que él mostraba, como alegría y furia; pero… ¿dolor? En su mente, y sólo en su mente, mostrar dolor significaba mostrar debilidad, y los Malfoy no debían mostrarse débiles. Al menos eso era lo que él siempre decía. Sorprendido por sus propios sentimientos, Hermione quiso ir con él y confortarlo, cuando se suponía que era ella quien debía estar herida. Algo, sin embargo, la detuvo, y Draco cerró sus manos en puños, lastimándose los dedos en el proceso.

Antes de que Hermione pudiera decir nada, él habló: "Quiero hacer las cosas bien. Así que no te pediré que me perdones. Adiós." Luego de decir eso, se dio la vuelta y caminó, yéndose. Hermione lo observó mientras se iba, incapaz de hablar.

Una vez que la puerta se cerró tras de sí, Hermione pareció volver a tener consciencia, y repitió las últimas palabras en su mente. ¿Por qué había dicho adiós?

Había un fuerte olor a alcohol y a suciedad en aquel bar, ruidos de risas y una música innecesariamente fuerte. Era un lugar horrible para estar, y aún así, a la gente que estaba allí parecía gustarle. ¿Qué era lo que buscaban? Uno podía decirlo por sólo mirarlos: hombres, mujeres, dinero, o, a veces, como en el caso de Draco Malfoy, tan sólo querían estar solos en una multitud y olvidar el dolor.

Él no era el tipo de persona que andaba en bares, tampoco era el tipo de persona que se embriagaba; era bueno controlando su bebida, pero aquel día, quería emborracharse. Quería emborracharse lo suficiente como para olvidar por qué estaba allí y despertar en un callejón desierto sin saber cómo había llegado allí. O, mejor aún, no despertar jamás.

¿No sería lindo? Ir a dormir plácidamente y jamás despertar… A veces, cuando uno está seriamente deprimido, la idea puede pasarse por la

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cabeza con facilidad. ¿Y por qué no? Quizás si ingiriera suficiente alcohol… su hígado fallaría y podría simplemente morir.

Morir le traería alivio, tanto para él como para Hermione. Si moría, ella podía simplemente ir hacia ese inútil Weasley y casarse con él y vivir felices para siempre.

"¿Te puedo ofrecer algo más? ¿Quizás un viaje a casa?" Le preguntó la camarera que tenía en frente. Era hermosa, con su largo cabello rojo y ojos azules, sus grandes labios rojos y dientes blancos debajo. Tenía un tatuaje al costado de su rostro, largas líneas oscuras con forma de raíz. Quería alcanzar ese tatuaje y tocarlo; quería ver por sí mismo si realmente se estaba moviendo como una víbora.

"¿Se está moviendo tu tatuaje o estoy demasiado ebrio?" Preguntó entre curioso y preocupado.

"Estás demasiado ebrio." Replicó ella intentando reprimir un suspiro de disgusto.

"Sabes," Él empezó a decir, "no necesitas ese tatuaje, apuesto a que te verías mejor sin él."

"Gracias," Dijo la chica, "Pero me gusta así."

"Me acabo de dar cuenta de qué puedes ofrecerme." De repente, mostró una sonrisa brillante. "Otro trago."

"Creo que has tenido suficiente." Insistió la camarera, con una mirada de preocupación en su lindo rostro.

"¿Sabes cuál es el problema con vosotras las mujeres?" Preguntó él, pero no espero réplica alguna y continuó inmediatamente: "Vosotras siempre pensáis que estáis en lo correcto. Y necesito otro trago." Así que sacó su billetera y le ofreció una considerable cantidad de galeones a la muchacha.

La camarera estaba tentada de aceptarlos, pero, en vez, prefirió ser una mejor persona. Notó el anillo en su dedo, y decidió que al hombre le podría servir hablar.

"¿Problemas con la esposa?" Le preguntó.

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"Ni hablar." En ese punto, Draco apenas podía pensar bien. "Te diré todo si me traes otro trago."

"No te daré otro trago. Y estoy segura de que tu esposa no aprobaría que estés aquí."

"¿La conoces?" Arqueó una ceja, con sospecha. ¿Podría ser que Hermione tuviera una espía en ese bar? Estando tan ebrio, cualquier pensamiento loco era posible.

"Nunca antes te he visto aquí, y puedo imaginarme que no eres del tipo de beber. Por lo tanto, tu esposa probablemente tendría un problema al descubrir que estuviste rondando un bar."

"Pues adivina qué: mi esposa es la magnifica Hermione Granger. No perdona nada." Proclamó él, incapaz de mirar a los ojos a la chica, presionó sus manos contra su frente.

"¿Hermione Granger? ¿La mejor amiga de Harry Potter?" Exclamó la muchacha, de repente, algunas personas de alrededor se dieron vuelta para verlos a ambos, quienes los ignoraron lisa y llanamente.

"¿Por qué todo el mundo piensa de ella como la mejor amiga de Potter? ¿Por qué no pueden pensar de ella como mi esposa? ¡Es una Malfoy por las barbas de Merlín!" Casi, casi gritó, pero sus cuerdas vocales estaban sofocadas de alcohol. Si es que eso era posible.

"Bueno, es una heroína nacional." Razonó la camarera, aún asombrada. "Deberías estar orgulloso de estar con ella."

Draco asintió con la cabeza lentamente ya que le dolía un poco. "Debería importarme, pero sinceramente no me interesa eso." Explicó él. Más cabezas se tornaron para verlo y escucharlo, algunos con furia en sus ojos, otros con asombro. "Resulta que la quiero por quien es, por lo que ha hecho."

"Oh, Draco." Para su propio asombro, fue Hermione quien dijo eso. Rápidamente se dio vuelta, sonrojándose levemente, probablemente por el alcohol, aunque también podía ser por vergüenza. Así estaba ella, parada entre una docena de persona que la observaban de distintas formas: algunos le sonreían y la saludaban con palabras amables, otros

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murmuraban entre ellos, asombrados de verla, y otros brindaban en su honor. Draco quedó sorprendido al ver cuan apreciada era su esposa.

"Su esposa es bondad pura, Señor Malfoy." Escuchó a alguien decir. "Felicitaciones." Dijeron otros.

Pero Draco los ignoró a todos; tan sólo tenía oídos y ojos para su Hermione. Se veía tan hermosa, incluso a pesar de que se veía todo borroso a su alrededor, y la visión doble hacía que pareciera que tuviera dos cabezas. "¡Hermione!" Con un equilibrio pobre, se levantó de su asiento, y tratando de no perder su balance, caminó hacia ella. "¿Qué haces aquí? Este no es un lugar para ti." Logró decir.

Mirándola desde más cerca, Draco se percató de que tenía el ceño ligeramente fruncido. Parecía que no podía respirar como le hubiese gustado. "Tampoco lo es para ti." Replicó. "Vamos a casa, Draco."

"¿A casa?" Rió sonoramente. "¿A cuál? Está la casa de tus padres, la de tu madre y hermano, nuestra mansión italiana, nuestro chateau francés, la mansión Malfoy…"

"Por supuesto que me refiero a la mansión Malfoy, Draco." Dijo ella, disgustada por verlo en un estado tan deplorable. "¡Por Merlín Draco! ¿Cuánto has bebido?"

Él se acercó más a ella y descansó su mentón sobre su hombro lentamente permitiendo que todo su peso fuese soportado por el cuerpo de Hermione. Ella abrió los brazos para él, temiendo que pudiera caer si no lo sostenía. "Aquella chica de allá dijo que había bebido demasiado." Susurró en su oído.

"¿Crees que puedes aparecerte?" Le preguntó Hermione reprimiendo un suspiro.

"No sin vomitar." Replicó con un curioso humor.

Hermione suspiró esta vez, no era común en Draco emborracharse. Tan sólo había pasado una hora desde el pequeño episodio que habían tenido; no le había gustado nada aquel "adiós" suyo, lo pensó seriamente y temió que Draco hiciera algo estúpido por milésima vez. Así que, después de un rato, decidió intentar usar el lazo que compartían para encontrarlo. "Vamos, Draco, saquémoste de aquí."

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Les tomó más tiempo de lo normal salir de aquel bar, ya que Draco tenía una gran dificultad para caminar solo y era complicado ayudarlo ya que era mucho más alto y pesado que Hermione. Al menos estaba de buen humor, pensó ella, sería más difícil con un borracho deprimido.

"Sabes, creo que esa camarera estaba coqueteando conmigo." Le comentó a Hermione mientras caminaban por la calle llena de gente. Hermione estaba intentando con mucha dificultad que caminara, y no tenía ganas de reír.

"Creo que tenemos cosas más importantes sobre las que hablar." Murmuró una cansada Hermione mientras ambos continuaban caminando en dirección a un parque a unas pocas calles del bar.

"No te preocupes; me gustas más que ella."

"Lo sé." Dijo ella poniendo los ojos en blanco. Cuando llegaron al parque, Hermione ayudó a Draco—quien había estado apoyado sobre ella todo el tiempo—a sentarse en un banco. Ella se mantuvo parada en frente de él.

Draco estaba luchando contra sus ganas de caer dormido tanto en el piso como en el banco.

"¿Por qué te has embriagado?" Preguntó Hermione, brazos cruzados sobre su pecho, molestia en su rostro.

"¿Por qué viniste a rescatarme?" Draco preguntó, posiblemente pensando que era una buena respuesta.

"Eres mi esposo."—Dijo ella.—"Temía por ti."

"¿En serio?" Quería pararse para confrontarla y verle mejor la cara, pero sus ojos dolían y no podía sentir sus piernas. Así que se mantuvo allí, intentando con todas sus fuerzas continuar observando sus ojos. "Pensé que viniste porque te importaba de mí;" Dijo él, y entonces, pensándolo mejor, agregó: "o quizás para reprenderme."

"Sabes que me importas, Draco."

"¿Porque soy todo lo que puedes tener?"

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Hermione se había hecho la misma pregunta mil veces. Estaba segura de que lo amaba, ¿pero qué tal si tuviera una opción? De alguna forma, ya no parecía relevante. "No, porque te amo. Y no quiero volver a perderte."

Hermione descruzó los brazos y los dejó caer a sus costados por un momento antes de sentarse al lado de su esposo. Draco aún la miraba, ella hizo lo mismo. "¿Entonces me perdonas?" Preguntó él con curiosidad en su voz.

Su esposa se mantuvo en silencio, pensativa mientras observaba sus ojos grises. Le tomó un momento abrir su boca y hablar: "¿Qué tal si te perdono? ¿Qué pensarás? ¿No te preguntarás si no te he perdonado porque no tengo otra opción?"

"No importa, probablemente no merezco tu perdón de todos modos. Me comporté como un idiota. Pero es complicado estar contigo, ¿sabes? Nunca te comportaste como una esposa adecuada," Hermione decidió dejar pasar eso. "Nunca me lo pusiste fácil. Tuve que luchar mi camino hacia tu corazón, un corazón que ya había sido reclamado por alguien más."

"Lo sé." Dijo ella con honestidad, y lentamente descansó su cabeza en el hombro de Draco. Él se sorprendió por su actitud y no sabía cómo sería mejor reaccionar. Sería mejor ver eso como algo positivo, pensó. Hermione continuó hablando: "Me tomó tiempo darme cuenta, pero ahora sé que si tuviera la oportunidad, te escogería a ti por sobre Ron en cualquier momento."

"¿Y eso por qué?" Preguntó él con sospecha. Era sorprendente en verdad escucharla decir algo así, y de alguna forma difícil de creer. Pero Hermione era bondad pura, como le habían dicho en el bar, no mentiría.

"Mucho tiempo atrás me di cuenta de que me hacías sentir bien sobre mí misma en tantas formas que Ron no. Con Ron tenía que ser muy cuidadosa para no hacerlo sentirse inferior, así que tenía que intentar mantener un perfil bajo alrededor suyo. Contigo, siento que puedo ser yo misma, podemos pelear, podemos discutir, podemos hacer cosas estúpidas, si, ambos dos; y aún así siempre me aceptas por ser quien soy. Sé que Ron me amaba sinceramente, como yo a él… pero no puedo evitar sentir que tú eres mucho mejor para mí, intelectualmente e incluso emocionalmente. Tú lo dijiste una vez, somos más parecidos de lo que crees. Ahora sé que es verdad."

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Un dolor muy fuerte se expandió por la cabeza de Draco; así que lentamente se masajeó la frente. Hermione notó esto y se apartó de su hombro. Lo miró a la cara con preocupación, y nuevamente preguntó: "¿Por qué te emborrachaste, Draco?"

"Quería olvidarme de ti, olvidar el dolor que te causé, y olvidar cuan estúpido fui." 'Y quizás tener una falla en el hígado.' Pensó. "Y hasta ahora no lo he logrado."

Hermione consideró sus palabras cuidadosamente, y luego de una larga pausa, habló otra vez: "¿Me prometes Draco, que nunca me mentirás otra vez? ¿No más engaños?"

Draco buscó una de las manos de ella y la sostuvo. Miró a sus manos entrelazadas por un momento, y entonces observó su rostro otra vez. "No más engaños." Dijo, y ella lo besó.

-15 años más tarde.

Una niña estaba corriendo por los jardines de la mansión Malfoy, reía tanto como podía al correr. Era una hermosa niña de 4 años de edad, con su cabello lacio y rubio que apenas le llegaba a los hombros, sus ojos color marrón claro brillaban mientras miraba a su alrededor inocentemente, piel pálida como porcelana; sus pequeñas piernas apenas eran lo suficientemente rápidas para mantener el ritmo del juego. Había tenido suerte de que sus hermanos le hubiesen permitido participar.

Un niño, apenas unos tres años mayor que ella, la vio y corrió a su encuentro. Era muy parecido a su hermana pequeña, con su piel pálida y cabello lacio y rubio, sus ojos, sin embargo, eran grises. "Vamos, Hecate, ¡Corre!" Buscó la mano de su hermana y la tomó, intentando hacerla correr más rápido.

Ambos niños lograron ocultarse detrás de un árbol. Aquel árbol era lo suficientemente grande como para mantenerlos fuera de vista por un tiempo. Estaban jadeando cuando lograron llegar allí. Hecate inmediatamente se sentó en el suelo, sin importarle que la tierra y el césped arruinaran su vestido color celeste.

"No te sientes, Hecate. No tenemos tiempo de descansar." Dijo el muchacho sin paciencia, aunque él también estaba cansado de correr. Había sudor en toda su ropa y rostro.

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Hecate lo observó. Su sonrisa ahora había sido reemplazada por una preocupación infantil. "Estoy cansada, Darien." Dijo lamentándose.

"Bueno, hace media hora estabas quejándote porque querías jugar con nosotros. Ahora que estas jugando, ¿te vas a rendir?" Preguntó algo exasperado, aunque nunca perdía la paciencia con su hermana pequeña.

"No, no me voy a rendir." Dijo la niña con una determinación muy similar a la de su madre. Entonces, miró a lo alto del árbol. "¿Crees que podamos escalar este árbol? No nos alcanzarán allí arriba."

"A excepción que nos vean y nos atrapen, no podemos correr allí arriba." Replicó Drien, y entonces, agregó en un apuro: "Vamos, Megara está viniendo."

Megara era la prima de ellos, una Zabini con largo cabello marrón hondulado, su piel era blanca, pero no pálida como la de los Malfoys, tenía un leve bronceado. Grandes pestañas decoraban sus ojos salpicados de verde. Mucho más alta que sus pequeños primos, tenía once años de edad, era la mayor de sus hermanas. Vestida con un vestidito verde que combinaba con su color de ojos, los alcanzó antes de que Hecate empezara a correr.

"¡Esperad!" Su grito los hizo detenerse de inmediato, y la niña mayor aprovechó la oportunidad para tirarles globos de agua a ellos. Ambos globos colisionaron perfectamente con los niños, quien instantáneamente quedaron empapados. "¡Estáis fuera!" Dijo ella entre risas, ya que sus primos pequeños eran tan fáciles de engañar.

"¡Eso no es justo!" Gritó Hecate, a punto de tener una rabieta. Miró arriba, a la cara de su prima, con ojos furiosos, su voz infantil podía escucharse a millas de distancia. "Pensé que había algo malo."

"Esa era la idea, tontita." Replicó Megara mientras caminaba hacia ellos. Tomó un pañuelo de su bolsillo y lo usó para secar la cara de Hecate. Darien ya estaba secándose con sus manos.

"¿Cómo es que Julian y tú siempre ganais?" Se preguntó la niña más pequeña.

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"Porque somos mayores." Replicó Megara. Julian era el mayor de los niños Malfoy, sin embargo, a sus trece años de edad, se consideraba demasiado grande para aquellos juegos infantiles.

Megara tomó la mano de Hecate y la sostuvo con cariño, hizo lo mismo con Darien; los caminó a ambos a través del inmenso jardín hasta un deck con sillas y pequeñas mesas donde los adultos estaban hablando. Draco, Hermione, Blaise, su esposa, Narcissa, Hyppolyta y Julian estaban sentados allí. Era una reunión familiar que tenían todas las semanas, en la que los adultos hablaban y los niños jugaban; todos menos Julian, que prefería leer sus libros sobre magia, muy del tipo de su madre. De hecho, estaba allí leyendo, sólo quitó la vista del libro para observar el rostro de su hermana.

"Papi, perdí otra vez." Se quejó Hecate con su padre. Draco Malfoy tuvo que reprimir una risa. Megara dejó la mano de su prima y caminó con una brillante sonrisa hacia su padre. Draco tomó su varita mágica y murmuró un hechizo secador para sus dos hijos empapados.

"Ahí está; ahora puedes jugar otra vez." Replicó él, pero Hecate negó con la cabeza, no quería jugar más, en vez, fue hacia su padre y se sentó en su falda, descansando su cabeza contra su pecho. Sus pequeños ojos marrones estaban serios por la furia.

"Es sólo un juego, querida." Intervino Hyppolyta, intentando darle ánimos.

"Si, además, mejorarás cuando crezcas." Dijo Darien mientras se sentaba entre sus abuelas. Las mujeres mayores adoraban malcriar a sus nietos, y estaban ya ofreciéndole té y escones.

"Cuando crezca no me gustará jugar, como a Julian." Dijo Hecate. "No quiero creer jamás."

Todos los adultos rieron, e incluso Julian sonrió. Julian era un muchacho alto y delgado, con cabello castaño enrulado como el de Hermione, y ojos grises como Draco. Aunque era físicamente idéntico a su padre, su actitud era mucho más como la de su madre: calmado y concentrado, siempre resuelto, y tan inteligente—si no más. Siempre estaba leyendo, era la obsesión de su vida. Cuando era pequeño, eran los libros para niños, al crecer, se percató de que tenía que prepararse para Hogwarts, y empezó a leer libros de magia. A sus trece años de edad, ya estaba en su tercer año

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en Hogwarts, y era el mejor alumno de su clase. Le gustaba volar, sin embargo, pero prefería leer sobre todas las cosas.

"Simplemente descubrirás que hay más en la vida que jugar, Hecate." Dijo Hermione sonriéndole dulcemente a su hija. Siendo la menor de cuatro hijos, era la consentida de la familia.

La niña escuchó cuidadosamente a su madre, pero, sin embargo, no quería creer sus palabras. Quería jugar por siempre y para siempre. No podía comprender por qué los adultos eran tan distintos de los niños. ¿Por qué no les gustaba correr bajo el sol? ¿Perseguir mariposas y construir castillos en la arena? ¿Por qué lo único que hacían era hablar? ¿Habían olvidado lo bueno que era ser un niño? De acuerdo con su hermano preferido, Darien, cuando los niños llegaban a Hogwarts, la escuela los cambiaba. Su teoría estaba basada en el hecho de que Julian solía jugar con sus hermanos hasta que tuvo la edad suficiente para ir a la escuela. Desde entonces sólo lo veían durante los veranos, y no estaba dispuesto a disfrutar de la vida como solía hacerlo. Así que, en secreto, Hecate no quería ir a Hogwarts, temía que cambiara por culpa de la escuela. Pero no podía decirle a sus padres, no quería decepcionarlos; ya estaban discutiendo en qué casa estaría, ya tenían un niño en Slytherin, y el próximo, Lysander—quien tenía once años—acababa de recibir su carta; su madre estaba apostando a que sería un Gryffindor.

Lysander, sin embargo, no se parecía en nada a Julian, ni a su madre de hecho. En realidad, era más como su tío Blaise. Amante de la diversión, siempre dispuesto a jugar, pícaro. Tenía los ojos de su madre, cabello rubio oscuro como su abuela Hyppolyta, pero lacio como el de su padre. En aquel momento estaba jugando con el resto de sus primas. Los Zabini tenían cuatro hijas, y una quinta en camino—para desgracia de Blaise, parecía que nunca tendría un hijo para continuar con el legado familiar. No había nada en el mundo que Hyppolyta amara más que pasar tiempo con todos sus nietos.

Hyppolyta estaba sosteniendo a una bebé de dos años, con cabello castaño oscuro y grandes ojos azules, vestida en un pequeño vestido rosado con flores violetas. Darien le hacía caras a su prima bebé. Hecate estaba pensativa, miró al bebé, luego a la creciente barriga de su tía. Sus tíos escogieron nombres griegos para todos sus hijos: Megara, las gemelas Ariadne y Athena, y Persephone. Hecate, a pesar de no ser una Zabini, tenía un nombre griego también, a diferencia de sus hermanos que tenían

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nombres latinos. Le habían dicho que era una tradición que iba de generación en generación de madre a hija, llamar a la primera hija nacida con un nombre griego que empezara con H, era la forma que las mujeres tenían de pasar su legado griego. Hecate había sido llamada así por la diosa griega de la brujería, lo cual le gustaba bastante a la niña, ya que había empezado a mostrar sus habilidades mágicas desde muy temprana edad. El Ministerio se había quejado por Hecate docenas de veces, pero no era su culpa, no podía controlar su magia, y tampoco podían sus padres.

El tiempo de cenar estaba llegando, y las abuelas empezaron a llamar al resto de los niños para que entraran en la mansión. Cuando los adultos se levantaron para dejar los jardines, Draco y Hermione se tomaron de las manos y sonrieron el uno al otro. Con tantos niños apenas tenían tiempo el uno para el otro; era uno de esos momentos en los cuales apreciaban cuanto habían logrado juntos.

"Te amo, Draco." Hermione susurró en su oído, ignorando a los niños riendo y corriendo alrededor de ellos.

"Te amo, Hermione." Replicó él y la besó tiernamente en los labios. A pesar de todos los años que habían pasado, él aún sabía igual, se sentía igual. Y también Hermione. Justo en ese momento, mientras el sol se ponía y la familia estaba toda reunida, fue uno de esos extraños momentos de su vida en que Hermione estaba agradecida con su madre por haberla obligado a casarse con él.