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Inmaculacla Cortopoión. (Cuadro de Maella.) .Organo de su Venerable Orden Tercera y Cofradías. Dirección y Administración: PP. WIERCEDARIOS Silva, 39.—Madrid (12) 24 DICIEMBRE 1922 NÚM. 53 ANO V erri e b

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Inmaculacla Cortopoión.(Cuadro de Maella.)

.Organo de su Venerable

Orden Tercera y Cofradías.

Dirección y Administración:PP. WIERCEDARIOSSilva, 39.—Madrid (12)

24 DICIEMBRE 1922 NÚM. 53ANO V

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ST.JMARDO

CHRISTUS NATUS EST NOBIS, por Fr. Miguel López.—SAN PEDRO' PiR,-

----MENGOL, por Fr. Ramón Serratosa.—Los OBJETOS BENDITOS, por Fr. Gui-llermo Vázquez.—PÁGINA MISIONAL-MIS IMPRESIONES DE ESPAÑA, porFr. Diego A. Rojas.—SOLACES, por Fr. Serapio González. --IEN UN ES-

TABLO!, por Julia G. Herreros.—MARI-RosA... (romance), por Fr. MiguelEscänez.--CRÓN1CA MENSUAL, por Fr. L. Santemaría.—BIBLIOGRAFÍA.—NOTICIAS, NECROLOGÍA E INDULGENCIAS.

Çhristus natus est nobis:venite adoremus.

Jesús ha nacido: venid, alegrémonos en el Señor. Hoybrilla una luz grande en la tierra, y para los pueblos queestán en tinieblas nace un nuevo sol.

Iluminados por la fe, acerquémonos al Divino Niño;hacia nosotros tiende sus bracitos desnudos; respira suave-mente; su corazón palpita; mueve sus labios, callad; ¿quénos dirá? Nos pide el corazón. Nos miran sus ojitos, luzdel cielo, que envolvieron en gozo y felicidad a su Madre,a San José, a los ángeles y pastores que rodearon sucuna.

Nuestra adoración debe estar impregnada de gozo espi-ritual en estos días en que conmemoramos los inefablesmisterios de la santa infancia de Jesús, y nuestro contentodebe traslucirse al exterior; siendo días de regocijo para loshogares cristianos y de júbilo para todos; que no en vanocantaron los ángeles: Gloria a Dios en las alturas y paz alos hombres de buena voluntad; ni su mensaje de grandesalegrías a los pastores, fué para ellos solamente; ni aquellanoche, más bella que el esplendor de claro día en que nacióhumanada la luz eterna, tiene menos encantos para nos-otrps que para ellos.

Una como aura de amor se mueve en torno de la grutade Belén, llevando en sus leves alas luz divina que disipalas humanas tristezas; y bañadas nuestras almas en esaluz, y nuestros corazones, empapados en el gozo que fluyede aquella fuente de dulzura, sienten nostalgias del cielo ycorren alegres por las sendas de la virtud.

El aniversario del Nacimiento de Jesús está rodeado,

para nosotros, de conmovedores recuerdos: niños, hemossido llevados a adorar al Niño Dios, que, hecho hermanonuestro, nos sonreía; jóvenes, hemos llorado de amor o dearrepentimiento ante su cuna; y aquellos a quienes la nievede los años apaga otros amores, sienten latir con nuevo einusitado movimiento sus corazones, evocando escenaspasadas y remembranzas de un tiempo que no volverá, lascuales vuelven a repetirse sin aquella bulliciosa algazara dela infancia, pero con aquella dulzura de gracias obtenidasy de esperanzas que trascienden a cielo.

San Pablo no se cansaba de repetir a los .Alegráos, hermanos, alegräos; y tenemos todos en este díamotivo especial de consuelo: nace nuestro RÜentor, quedió su vida por nuestro rescate; nuestro Salvador, que nosmereció la gracia que nos santifica; nuestro Consolador,que al despedirse de nosotros, envió otro Paráclito cuyosdones y gracia son deificación de las almas santas; nuestroAbogado, en fin, que en la gloria está intercediendo pornosotros ante el Padre que nos ama con amor eterno.

Adoren los mundanos el placer que nunca los ha desaciar; los verdaderos cristianos, sobrepónense al dolor yaman el gozo que nace del Espíritu Santo, cuyo fruto es,como una fruición anticipada de aquella con que gozaremosde Dios. Este gozo consuela y conforta en la desolación;es fuego que quema el holocausto de cruces y penas, tanagradable al Señor y oloroso como el incienso mezcladocon mirra; y es también rocío para los eriales de las almas,y brisa que refrigera los espíritus cansados de caminar porel desierto de la vida; es amor que acrisola la virtud y laaquilata.

Hay almas que la tristeza ahogaría, si no las miraraJesús sonriente. No abrazarían la pobreza y abandono ysoledad de Belén, si sobre la humilde gruta no flotara elcanto de los ángeles, mensajeros del gozo de Dios, queinfunde paz en los corazones; las arenas del desierto mor-tificarían demasiado sus plantas, si el ángel del consuelono las mandase caminar con Jesús por tan áspera senda;ni vivirían en el mundo, olvidadas y contentas, ni volveríana la tierra de Israel a cumplir la voluntad de Dios desde lasmárgenes del Nilo, si una voz del cielo no las obligase aabandonarlo todo por Jesús, seguras de sus magníficaspromesas.

Como en la gruta de Belén, en las almas buenas, templodel Espíritu Santo, hay un fondo de dolor y tristeza; pero

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en ellas, como aurea lumbre, difúndese el gozo, que comu-nican a lós demás.

Los mundanos no penetran la corteza de la virtud y 110pueden saborear la dulcedumbre de las obras de Dios; susojos no saben fijarse en el sol que alumbra la primavera enque florecen y el dulce otoño en que fructifican los justos.La alegría de los sentidos impide el gozo del espíritu, esealiento divino que esclarece, conforta, fortifica, eleva, guíaal alma, haciéndola arrostrar las miserias de la vida. Peroni las personas dedicadas a la virtud gozan siempre de losregalos de JeSús; no son éstos más que graciosos dones desu bondad: Belén, aun con cantos angélicos y luz divina,tiene sombras y desamparo; y el desierto con sus soleda-des y el Egipto con sus costumbres extrañas sucederán alas bendiciones de los ángeles y pastores y a la adoracióny presentes de los Magos.

Pasan aún los consuelos espirituales por el alma, talvez como la brisa que orea las flores, como las aguas delarroyo que refresca las hiervas del prado; pero al fin sedisipan, se evaporan: tiene la noche de la vida sus estrellas;tiene la primavera sus flores; pero sólo en el cielo se gozaráde luz sin ocaso, de frutos siempre deleitosos, de reposoque no enerva, de actividad que no cansa.

¡Oh dulce Jesús, os habeis hecho pequeñuelo y lloraispara que yo beba raudales de contento; sufrís para que yogoce; Vos sentís frío y desamparo para que yo viva ampa-rado por vuestro amor; Vos rnaceis mortal para vestirme amí de vuestra inmortalidad. Son, adorable Niño, tus sonri-sas, prenda de que me amas, y tus lágrimas lavarán mi co-razón de sus iniquidades, y el ardor del llanto mío, al besartus plantas, te dirá que el hielo de mi desamor se ha fundidoy mi corazón es tierra agradecida al calor de tu gracia.

Pero dime, jesús mío, si eres luz que ilumina a todohombre que viene a este mundo y has nacido, estrellaesplendorosa, para los que andan en tinieblas y sombrasde muerte, ¿por qué hay ojos que no se batían en tus luces?¿por qué hay tinieblas para las almas?

- ¡Cierran tantos sus ojos a mi doctrina!... A los ojosenfermos desplace la luz que aman los ojos sanos. En estavida es de noche... cuando mi luz se manifieste a mis elegi-dos, no habrá sombras; y sus tinieblas resplandecerán másque el medio día... Brilló mi luz en las tinieblas y lastinieblas no la comprendieron... La luz de los impíos seapagará... su luz es el pecado.

Mis justos no necesitarán de luna, ni de sol; por míbrillaran en perpetuas eternidades.

—¡ Creo, Señor...;mas si para tu venida habían de ser allanados los caminosásperos y enderezadas las sendas tortuosas, y serían fácilesde andar: ¿por qué hay abrojos para nuestras plantas, ylas sendas de los humanos son trabajosas?

—No todos andan por el camino que conduce a lavida.., muchos andan por sendas no buenas... mis caminosson santos... y los de ellos tinieblas y oscuridad.., haycaminos que parecen santos y conducen a la muerte... hayquien anda por caminos difíciles... El que olvida su camino,andará por espinas.., sus pies se cansarán por el caminode la iniquidad.., he cercado de setos pungentes tu caminopara que no andes por sendas de maldad... el camino deljusto es recto... Desde que mis pies hollaron las asperezasdel desierto, desde que las espinas ciñeron mi frente, las tribu-laciones son para el cristiano amables... Yo soy el camino...

—/Creo, Señor...;pero si con tu venida el lobo y el cordero morarían juntos,si los fieros animales depondrían sus feroces instintos, siun niño pequeño bastaría para guiarlos, si los pequeñuelospodrían jugar sobre la cueva y nido del venenoso áspid,¿por qué, oh Príncipe de la Paz, no se han convertido laslanzas en hoces y en rejas las espadas, como Isaías lohabía profetizado?

—Mi paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo lada, sino como yo sé darla... Vosotros sois hermanos.., notodos creen en mi Evangelio... Yo, entendedlo bien, no hevenido a traer paz, sino guerra... He venido a separar lobueno de lo malo... Amáos unos a otros, como yo os heamado... En esto conocerán que sois mis discípulos, si osamais mutuamente... El que os ama a vosotros, a mí meama... ¡Son tantas veces enemigos del hombre los que masallegados a él están...! Los ángeles anunciaron paz paralos hombres de buena voluntad... Conmigo nació abundan-cia de paz; mas no gozaran sus frutos los que no sepanvencerse y seguirme: Bienaventurados los pacíficos, porqueellos serán llamados hijos de Dios.

—Creo, oh Rey pacífico, mas si los profetas cantarontu venida que haría brotar ríos de leche, y que las durasrocas y áridas montañas se derretirían en dulzura; ¿porqué el mundo es un erial desolado, tierra yerma o cubiertade maleza?

--Vine al mundo, y el mundo no me conoció; pero alos que me recibieron hice hijos de Dios.... En mis díasnació la santidad... La semilla de mi doctrina fructificará...sembrada en los desiertos, los desiertos brotaron flores ylas rocas se cubrieron de exuberante verdor y fueron verge-les de mi Iglesia, abundantes en pomas de virtudes, y en elreino de mi Padre, donde el bien habrá triunfado del mal,tendrán cumplido efecto todas estas cosas.

—Creo, Señor... pero si algún día el polvo de los tor-bellinos mundanales oscureciese mi fe, ayuda, entonces midebilidad; porque Tú tienes palabras de vida eterna; Túeres el camino, la verdad y Id vida...

Creo, Señor... corno lo anunciaron tus profetas, comolo esperaron los patriarcas; sois el Verbo de Dios que per-manece eternamente...

Así lo confesaron los mártires que por Tí vertieron susangre, y hoy te aclaman con sus palmas; y las vírgenesque conservaron su pureza inmaculada en este mundo portu gracia; los anacoretas, moradores de desiertos, que porTi redujeron su cuerpo a servidumbre con duras peniten-cias; los doctores que defendieron tu santa doctrina; todoslos buenos que te bendicen y en sus obras te glorifican; losmismos malos que te blasfeman, porque odian la luz y labondad; para que Tú seas el Deseado de las Naciones, laseñal de contradicción, puesta para vida y resurrección detus elegidos, y para muerte y condenación de muchos.

Apareces, niño, lozano capullo de la Vara de jesé, yaunque toda carne es corno flor que se marchita, Tú eres elVerbo del Señor que permanece eternamente. Cristo ayer,y hoy y por todos los siglos.

Fu. MIOUEL LÓPEZ.

SAN PEDRO ARMENGOL(1230-1304)

PARTE SEGUNDA

HISTORIA DE SU CULTO

SIGLO XIV

ENTIERRO DEL SANTO

No bien hubo el siervo de Dios entregado su almaal Criador, extendióse por toda la Conca de Barberá latriste nueva de su muerte, y todos los pueblos de la comar-ca se pusieron en movimiento para venerar por última veza aquel admirable varón, que era el Padre de todos; yentre lágrimas y sollozos, postrados alrededor de su santocadáver, lo adoraban y tocaban con veneración, encomen-dándose a su patrocinio.

Dice la Información que el gentío era de muchísimospueblos quamplurimi populi; y el hecho de haberse exten-dido tanto su veneración entre los de toda la Conca y defuera de ella desde aquella fecha hasta el tiempo en que sehizo el proceso de su culto en 1666, confirma la verdad deldocumento, pudiendo asegurarse que los mismos pueblosque figuran en el proceso fueron los que acudieron a suentierro. La Guardia, Motblanch, Barberá, Sarreal, Esplu-ga del Francolí, Cintadilla, Solivella, Pira, Prades, Vim-bodí, Blancafort, Rocafort y otros anduvieron siempre aporfia en el amor y veneración al que llamaban su Padre,y en vida y después de muerto fué el imán de sus santasilusiones.

Mortuum Petrum, Pa/rem lugebant; le habían amadocomo a Padre, habían recibido de él consuelo en sus aflic-ciones, consejo en sus dudas y remedio en sus enferme-dades; y por eso ahora lloraban sin consuelo al Padre quelos dejaba huérfanos, aunque muy ricos con el tesoro de susagrado cuerpo, el ejemplo de sus virtudes y el patrocinioque desde la gloria les había de dispensar.

Y este patrocinio no tardó en dejarse sentir, por cuantoaquel mismo día, con el contacto de sus sagradas reliquias,

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consiguieron salud muchos enfermos, de los cuales hacemención de siete el documento que seguimos: tres varonesy cuatro mujeres, cuya curación fué tan ruidosa que todoslos circunstantes pudieron certificarse de ella, y así lodeclararon una semana después los religiosos que fueronde todo ello testigos presenciales.

Como este concurso de pueblos fué antes de ser ente-rrado el santo cadeiver, es de creer que habiendo sidola muerte el día 27 de Abril, seria el sepelio al día siguiente,después del funeral y misa de cuerpo presente, colocado elféretro en medio de la Iglesia, para que todos pudierandesahogar ante él SUS piadosos sentimientos.

Cumplidos, por tanto, todos los actos del ritual, fuidepositado en un hoyo, hecho dentro de la misma Iglesia,como era entonces costumbre hacerse.

Las circunstancias de este suceso fueron admitidas porla Santa Sede en el proceso como base y punto de partidade un culto público inmemorial; siendo digno de tenerse encuenta que no sólo los abogados se aprovecharon de ello,sino que el mismo fiscal confesó el hecho como digno deconsideración (1). Que este concurso del pueblo (dice elAbogado), y el contacto del santo cuerpo para conseguir lasalud sea selial de pública veneración y de culto exteriornos lo ensería Isaías diciendo: Ipsurn geil/es deprecahuniurel erit sepulchrum ejus gloriosum (cap. 22), y el Evange-lio en las palabras de la Hemorroisa: Si tetigero tan/umfirnbriam vestimenfi ejus, salva ero; y los Hechos de losApóstoles, en donde vemos que los enfermos eran expues-tos en los lugares por donde pasaba San Pedro, para sercurados con 31.1 sombra.

FR. RAMÓN SERRATOSA(Continuará)

(1) «Ex lnstrumentis yero facile desumitur veneratio exhibita dictoBeato non solum centenaria sed excedeos trecentos annos, dum inInstrumento ipsius vitae et mortis, edito anno 1304 constat de concur-su populi ad invisendum et venerandum corpus dicti Beati et sese illiusintercessioni commendantes, cum pluribus sanationibus illius meritisab Oinnipotenti Deo obtentis, quod est; signurn cultus externi, quiexhibetur conspectui horninurn.» Respuesta del Abogado a las observa-ciones del Fiscal. (Informe del Abogado)

«Verum ex hoc non resultat cultus IliSi in filo instanti mortis, con-cursus nempe populorum lugentuirn et tangentiurn Corpus inter quostres viri et quator ferninae salvae sunt ab infirmitatibus. Conside-ranclum est igitur, an hac in//Juni cultas, statirn post obitum, etc.»El Fiscal, pues, reconoce en esto el culto público.

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El catálogo de esas indulgencias suele renovarse al princi-pio de cada pontificado, aunque sin modificaciones nota-bles; reproduciremos aquí el de Nuestro Santísimo PadrePío XI, publicado en 17 de Febrero de 1922.

Advertencias:1. Las cosas aptas para recibir la bendición para ga-

nar las indulgencias apostólicas son sólo las coronas,rosarios, cruces, crucifijos, estatuitas, medallas, con tal queno sean de estaño, plomo, vidrio u otra semejante materia,que fácilmente pueda romperse o consumirse.

2.' Las imágenes de los santos no representen más quea los canonizados en debida forma, o contenidos en losmartirologios aprobados.3. Para que uno pueda ganar las indulgencias apostó-

licas, es necesario que lleve sobre sí o guarde en su casadecentemente alguna de las cosas bendecidas por el SumoPontífice o por otro sacerdote que tenga facultad.

4.' Por expresa declaración de Su Santidad, por laconcesión de las indulgencias apostólicas no se deroganen manera alguna las indulgencias concedidas por losSumos Pontífices en otras ocasiones a las oraciones, pia-dosos ejercicios u obras que abajo se dicen:

Indulgencias.

1. 0 El que acostumbrase a rezar por lo menos una veza la semana la corona del Señor, o algunas de las coronasde la Santísima Virgen, el rosario o la tercera parte de él,el oficio divino o el oficio parvo de la Virgen, el oficio ente-ro de difuntos, o al menos vísperas, o un nocturno conlaudes, los salmos penitenciales, o los graduales, o acos-tumbrase a enseñar en la iglesia el catecismo, o en su casaa los hijos, parientes o criados, o a visitar misericordiosa-mente a los encarcelados, o a los enfermos en los hospita-les, oir misa, o si es sacerdote, celebrarla, guardando lascondiciones acostumbradas de confesión sacramental, sa-grada comunión y de alguna oración por la intención delRomano Pontífice, ganará indulgencia plenaria en los díasde Navidad del Señor, Epifanía, Resurrección, Ascensión,Pentecostés, Santísima Trinidad, Corpus Christi, SagradoCorazón; Purificación, Anunciación, Asunción, Natividad eInmaculada Concepción de la Santísima Virgen; Natividad

Indulgencias apostólicas.

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LOS OBJETOS BENDITOSUna novedad en materia

de indulgencias.

Con ser tan interesante, ha sido poco divulgado entrelos fieles un decreto de la Sagrada Penitenciaría, con fecha21 de Febrero de 1921, en que se resuelve una duda suscita-da por el canon 924 del nuevo Derecho. Dícese allí que: Lasindulgencias anexas a las coronas y otras cosas cesansólo cuando los tales objetos dejan de existir, o se venden.

Sabido es que la legislación anterior de la Iglesia decla-raba que esas indulgencias eran personales del que poseíael objeto piadoso, de modo que, si éste pasaba a otro pordevoción, herencia, etc., las indulgencias cesaban. El nue-vo Código, en esa como en otras muchas cosas, estableceuna legislación más favorable, declarando caducada la con-cesión sólo en caso de que los objetos se destruyan entera-mente o se vendan. Una cruz o un rosario podrán servir,por consiguiente, para varias personas, sucesiva o simultá-neamente, y todos ganarán las indulgencias.

Ni las perderá el rosario o crucifijo aunque en sucesivosarreglos haya sido substituida su mayor parte. Podránigualmente darse o prestarse los objetos benditos, quedan-do sólo prohibida su venta, so pena de perder las indulgen-cias. Esta limitación tiene por objeto evitar la simonía, quese cometería cobrando mayor precio por los objetos enri-quecidos con preciosas concesiones, pues esto sería vendercosas espirituales.

Como esta concesión chocaba con muchos textos ante-riores no derogados expresamente, algunos tuvieron dudassobre su alcance, como sucedió con tantos otros cánones,a pesar de ser terminantes. Se preguntó, pues, a la Sagra-da Penitenciaría, si con esta ley se había de entender modi-ficada la condición que los Papas solían poner a los obje-tos indulgenciados por ellos, o sea que las indulgencias nopasaran de las personas que primero los usaran. La con-testación fué afirmativa, o sea que el citado canon abroga-ba todo lo que a él se opusiese.

Tiene particular importancia este decreto, por ser tantoslos sacerdotes que tienen facultad de conceder las indul-gencias pontificias, con sólo hacer sobre los objetos laseñal de la cruz, que hoy apenas se emplea otra bendición.

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de San Juan Bautista; en las dos fiestas de San José, Espo-so de la Santísima Virgen; de los Santos Apóstoles Pedroy Pablo, Andrés, Santiago, Juan, Tomás, Felipe y Santia-tiago, Bartolome, Mateo, Simón y Judas, Matías y de To-dos los Santos.

2.° Si alguno, sin acercarse a la confesión ni a la sa-grada comunión, contrito de corazón orare durante algúntiempo por la intención del Sumo Pontífice, en los díasarriba mencionados ganará indulgencia de siete años ysiete cuarentenas; en los domingos y demás fiestas de pre-cepto, indulgencia de siete años y siete cuarentenas; y entodos los demás días del año indulgencia de trescientos días.

3.° ,4demás, er que practicare alguna de las obras depiedad y 'Caridad arriba dichas, cada vez ganará quinientosdías de indulgencia.

4.° El que rezare al toque de campana por la mañana,al medio día o a la noche la oración del Angelus Domini,y en el tiempo pascual el Pegina coeli, o no sabiéndolasdijera un Padre Nuestro y Ave María, o al anochecer reza-re el De profundis al toque de ánimas, o no sabiéndole unPadre Nuestro y Ave María, ganará cien días de indul-gencia.

5.° Las mismas ganará el que meditare un rato sobre lapasión del Señor, en cualquier viernes del año y rezare tresveces la oración dominical y la salutación angélica devo-tamente.

6.° El que examinare su conciencia arrepintiéndose desus pecados con propósito de la enmienda y rezare devo-tamente un Padre Nuestro, Ave María y Gloria Patri enhonor de la Santísima Trinidad o en memoria de las cincollagas de Nuestro Señor J. C. ganará indulgencia de tres-cientos días.

7. 0 El que orare por los fieles moribundos o rezare porellos una vez el Padre Nuestro y Ave María, ganará ciendías de indulgencia.

8.° Finalmente, el que en artículo de muerte encomen-darse su alma a Dios, y según la instrucción de Benedic-to XIV en la Constitución que empieza Pia Maler, de 5 deAbril de 1747, se sometiere con ánimo rendido a la muerteque Dios le envía, y verdaderamente arrepentido, confesadoy comulgado, o si esto no pudiere hacer, por lo menoscontrito invocare de corazón, en caso de faltarle el habla,el Santísimo Nombre de Jesús, conseguirá indulgenciaplenaria. (Acta Apostólicae Sedis, 1922, págs. 143-44).

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Conforme a la advertencia núm. 4, la Sagrada Peniten-ciaría declaró en 14 de Junio de este año, que en las obrasde piedad que tienen indulgencias por otro título, puedenganarse simultáneamente éstas y las pontificias (lbid. pá-gina 394).

PR. GUILLERMO VÁZQUEZ.

PÁGINA MISIONALEntusiasta recibimiento al Rvmo. P. Administrador ApostólicoFr. Pedro Pascual Miguel y a su Secretario P. Francisco

Freiría.

Floriano, ciudad del Brasil, ha dispensado a los prime-ros Misioneros Mercedarios un entusiasta recibimiento; alas once de la mañana se apiñaban en el puerto todas lasclases sociales para dar la bienvenida a los Hijos de laMerced. Conmovido el Rvmo. P. Pascual, diö las másrendidas gracias a aquellas muchedumbres que, entusias-madas, los acompañaron aclamándolos hasta la casa dondedebían hospedarse. El Excmo. Sr. Gobernador del Estadoha dirigido a su subalterno, el Sr. Coronel Raimundo Ló-pez da Silva, el siguiente telegrama: «Debiendo llegar aésa el nuevo Obispo de la Prelacía del Buen jesús, que sedirige a San Raimundo, ruego le rodee de toda clase deatenciones y facilidades, recomendando a las Autoridadesy amigos el mejor recibimiento al alto Dignatario de laIglesia Católica.»

Proyectos.

Aunque el Buen Jesús es la capital de la nueva Prelacia,instalóse el Administrador Apostólico por ahora en SanRamón, por ser ciudad que tiene comunicaciones, sumamentenecesarias para el buen régimen. Tan pronto se haya infor-mado de las necesidades espirituales, pedirá los religiososnecesarios para que le auxilien en la dirección espiritual deaquella vasta región, fundará el seminario y establecerá enCorrente un Colegio para niños.

Esperamos que nuestras Religiosas Terciarias pediránun puesto de honor en esta misión y que las de clausureacudirán a instalarse en aquellas localidades de la misiónen que sea posible la instalación de conventos.

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Correspondencia a la circular del M. R. P. Provincial en ordena la organización de la cooperación de las Misiones.

Son ya varios los Superiores que contestaron en sentidoafirmativo y esperamos que pronto lo harán los que faltan.Se advierte gran entusiasmo por la obra de las Misiones, y,por tanto, no tardará en salir la hoja misional.

Actos misionales.

¡Por tu Madre!—Con este título, la «Juventud Merceda-rio Misional» del Colegio de D. Juan de Alarcón, ha tiradocinco mil hojas, en que de modo inimitable pide a los bue-nos en estas fechas de Navidad un aguinaldo para el Misio-nero. Auguramos a las sembradoras de esta hojita copiosacosecha, además de la anticipada de simpatías y alientosde las almas que sienten estos altos ideales.

En Marquina.

«Las colegialas dieron una velada músico-literaria enfavor de la Misión del Piauhy, desarrollando un numerosoprograma que agradó mucho a la concurrencia, entre lacual son dignos de mencionarse tres Sres. Sacerdotes ydos Padres Carmelitas. Se dió cuenta de todo lo recaudadopara las misiones desde Noviembre del año pasado, quefueron 319 pesetas, de las que, descontados los gastos, seentregaron para varias misiones 234. En el entreacto de lacomedia «Las Misiones» se hizo una colecta para el ropero,reuniéndose 70 pesetas. Continuaremos trabajando connuevos bríos.»

Del Convento de Ibarra (Orozco).

«Adjunto con ésta le mando nuestro pequeño obsequiopara la Misión del Piauhy, 50 pesetas: 25 de la Comunidad,y las otras 25 reunidas por las niñas del Colegio; nos dis-pensará por poco; bien sabe S. R. que estamos en un rin-concito de Orozco; trabajaremos todo cuanto esté a nuestroalcance para ayudarles.»

De un Párroco de Galicia.

Por medio del M. R. P. Provincial hemos recibido 20pesetas para las Misiones del Piauhy. Mucho agradecemosesta limosna, primicias de las del clero secular y que supo-ne gran sacrificio, dada la insignificante dotación que sueletener el clero parroquial.

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Mis impresiones de España.IV

Después de un viaje fatigoso y en uno de, los peores tre-nes que creo haya en la Península, llegué a Barcelona unatibia mariana de los primeros días de Julio. Desde que lleguéa la estación, comencé a ser objeto de las atenciones de mishermanos que tienen allí una residencia tan pobre e incómo-da, como tal vez no la tenga ninguna otra Comunidad. ¡Ypensar que allí está la cuna de la Orden, el sitio favorecidopor la Reina del cielo para hacer ostentación de su bondadmaternal, la basílica donde se venera la primera imagen dela Merced, el santuario que los barceloneses y primerosfrailes mercedarios levantaron a su Patrona y fundadora!...Y ellos, sus hijos, lejos de su Madre, alejados de ese san-tuario bendito y hospedados pobrísimamente en un casitugurio que la caridad de un Prelado les donó por gracia.Tal es la situación de los Mercedarios en Barcelona desdehace cerca de veinte arios. Viven de esperanzas de recuperarlo que les pertenece en justicia y que la indignidad de falsospolíticos les despojó con mano artera. Pero . viven? Diossólo sabe los sacrificios de que están hartos y que soportansolamente porque haya Merceclarios en Barcelona, la ciudadelegida por María para echar los fundamentos de la Merced.¡Y pensar que hay allí religiosos que valen cuanto pesan enoro... un historiador ilustre, un poeta y músico, cuyo nombrese ha impuesto en toda la etiínsula. ¡Y a la cabeza de tandistinguida Comunidad, como dignísimo Provincial, un reli-gioso que desde hace diez arios se ha impuesto al respeto ygratitud de toda la Orden, por su prudencia y pericia en elmanejo de toda clase de negocios, por su diplomacia paratratar con toda suerte de personajes, por su virtud acrisola-da y por su bondad paternal en el gobierno de sus súbditos,tal es el M. Rdo. P. Alberto Barros, una de las figuras másdescollantes entre los Mercedarios de España. Pues bien,enmedio de tan distinguidos religiosos y hermanos míos, hetenido la suerte de permanecer por cerca de quince díasadmirando sus virtudes, compartiendo sus escaseces y edifi-cándome con sus ejemplos. Creo que son suficientes quincedías para conocer Barcelona y darse cuenta de sus progre-sos, de sus industrias, de la idiosincrasia de sus habitantes yde todo aquello que constituye la vida de una ciudad.

Desde luego, lo primero que el visitante nota en esta granciudad, es un movimiento inusitado de todos sus habitantes,un ir y venir en todas direcciones y a todas horas del día.Muestra inequívoca de la laboriosidad de todos, hombres ymujeres, y del afán con que cada uno busca la manera de

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hacer su negocio. Es una ciudad eminentemente negociantee industrial. Esta laboriosidad la ha puesto en condicionesde ensanchar desmesuradamente sus contornos, de maneraque vista Barcelona desde lo alto del Tibidabo, se ve conadmiración que ha logrado allegar a sí todos los pueblos quehasta hace poco más de diez arios constituían villas distin-tas. Admirable poder del esfuerzo y del trabajo que ha hechode Barcelona la más grande y próspera ciudad de España y.su verdadera capital comercial. Y no se crea que este ensan-che se ha hecho de cualquier manera, no; se ha procedidocon tal tino y con tal arte, que la parte nueva de la ciudadno tiene nada que envidiar ni al mismo París, por la anchuray rectitud de sus calles, por la homogeneidad y belleza desus edificios y por la disposición de sus avenidas que con-sultan todos los medios de acercamiento de las modernasciudades. Sus paseos son magníficos, sobresaliendo sus famo-sas ramblas que a toda hora del día y de la noche estánrepletas de gente; su incomparable Tibidabo, una alta plani-cie encantadora desde donde se domina toda la ciudad, yque el arte ha revestido de todos los atractivos que le hacenun paseo obligado de propios y extraños; pero donde Barce-lona está echando el resto de sus inagotables recursos, es enel paseo del Montjuich, lleno de parques y jardines, de fuen-tes y monumentos decorativos con que la gran ciudad seprepara a celebrar dentro de cuatro arios una exposicióninternacional que llevará hasta allí todos los industriales delmundo. Mientras visitaba este gran paseo, aun no terminadoy ya convertido en un Edén, decía a mi compañero quenosotros también teníamos erl, Santiago de Chile un SanCristóbal, un cerro magnífico, situado en igual forma que elde Montjuich, y que ya la actividad y buen gusto de unIntendente estaba poniendo a igual altura. Ojalá que mi buendeseo y aspiración de esos momentos se convierta en unabrillante realidad. Debo hablar ahora de sus monumentos,y empiezo por declarar que los tiene muy superiores a losde Madrid. Desde luego su gran columna a Colón, situadaal principio del paseo al cual da su nombre a orillas del puer-to; el monumento al Doctor Robert, uno de los corifeos delcatalanismo, su original estatua a Pitarra, el fundador de lamúsica catalana, y algún otro que se me escapa, hacen delarte catalán un arte propio y original que, si se puede discu-tir su buen gusto, no se puede negar su originalidad. Peroen donde esta originalidad sube de punto es en los tresedificios que hoy día son el orgullo de los barceloneses: elPalacio de la Música catalana, el palacio de la esquina delPaseo de Gracia y la gran basílica de la Sagrada Familia.Estos tres edificios monumentales, en los cuales se ha queridocaracterizar el arte catalán, son la obra del gran arquitectoSeñor Gaudí, a quien muchos califican de loco y deschabe-

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todo, pero cuyas obras no pueden menos de imponerse alobservador inteligente que ve en ellas cierta imitación genialde la naturaleza realzada con los recursos del arte.

Sobre todo el templo de la Sagrada Familia, una vez ter-minado, será uno de los más monumentales, no sólo de Es-paña sino del mundo, por la originalidad de su estilo único,por la esbeltez de sus naves y por la grandiosidad del con-junto. Barcelona cuenta con templos muy hermosos, muysuperiores también a los de Madrid. Desde luego, su magní-fica catedral, de estilo gótico y de tres grandes naves, coninnumerables capillas y un claustro que es una especie decontinuación de la iglesia. Permítaseme aquí un recuerdo engracia de la coincidencia de la fecha en que escribo estasimpresiones. En un día como hoy, 10 de Agosto, setecientoscuatro arios atrás, bajo las bóvedas de esa catedral y tal veza la misma hora en que esto escribo, diez y media de la ma-ñana, se reunían en solemne junta, presididos por el Rey yel Obispo, un buen número de caballeros de la nobleza cata-lana. El púlpito era ocupado por el ilustre canónigo Raimun-do de Periafort, y en una elocuente improvisación manifes-taba a los presentes el objeto que allí los reunía. De pronto,en el ofertorio de la misa que celebraba el Obispo, se acercaal altar Pedro Nolasco, noble francés que había sentado susreales en la ciudad de los condes y adquirido carta de ciuda-danía, y de rodillas delante del Prelado, recibe de él unblanco -escapulario que la Reina del cielo le había ordenadotomara por divisa de una nueva Religión que ella misma de-seaba establecer en Barcelona, con el objeto de redimir cau-tivos de la esclavitud de los moros. Luego después se acercahasta el trono desde el cual el Rey Don Jaime I de Aragónpresidía la ceremonia y obtiene de sus manos el rojo escudoque ostenta sobre su pecho. Once caballeros más son reves-tidos con las mismas insignias de Nolasco, y desde esa fechaqueda fundada en el mundo la benemérita Orden Mercedariaque ha escrito en la historia de la caridad cristiana páginasde oro, que ni la veleidad de los tiempos, ni la persecuciónde pérfidos Gobiernos han podido borrar del corazón de lahumanidad agradecida.

Después de la catedral es, sin duda alguna, el más vene-rable y más artístico de sus templos, el dedicado a la Santí-sima Virgen de la Merced, Patrona de Barcelona, y decla-rado hace poco, basílica menor, con motivo del centenariode la fundación de la Orden. Es de una sola nave, pero degrandes proporciones y de una riqueza en decorado y pin-turas, que nada tiene que envidiar a otros templos másmodernos. Sobre el presbiterio se levanta, desafiando losaires, una gran cúpula que se ve de toda la ciudad, y en lomás alto de ella, se destaca una preciosa imagen de Merce-des que, con el cetro real en una mano y el Divino Niño en

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la otra, parece eslo que hay en el temjmagnífico camarín donde sMercedes que existió en el muntradición

' fué mandada hacer poi

Nolasco. El camarín por frente se destacamayor, pero por detrás de la imagen tiene unespléndida sala, hasta la cual tiene acceso el públicodías de besamanos.

Todavía al lado derecho de esta sala existe contigua unagran capilla donde se celebran los matrimonios de la aristo-cracia barcelonesa. Todo es allí mercedario, el escudo de laOrden se ostenta en todas partes, los santos de la Ordentienen allí su respetuoso altar. Subiendo al coro alto, seencuentra el cuadro que recuerda, en los anales mercedarios,la aparición de la Santísima Virgen con un coro de ángelesa rezar el Oficio divino. La sillería ostenta el mismo blasón;sólo faltan allí los religiosos, los únicos dueños de todo aque-llo, arrojados ignominiosamente por la impiedad, y aun norestablecidos en lo que de justicia les pertenece. Por eso elcorazón del mercedario, más sufre que goza al penetrar enese primer santuario de su bendita Madre de Mercedes; y yo,que tuve la suerte de celebrar sobre el altar del Presepio, enSanta María la Mayor de Roma; en el altar de la Gruta deLourdes; en el de la Pilarica, en Zaragoza, no tuve el valorsuficiente para celebrar los augustos misterios en el altar porexcelencia de mi Madre querida de la Merced; temí que laemoción me traicionara, y me contenté sólo con cantarle unAve María en los momentos en que los fieles subían a besar-le la mano, en la tarde de un sábado, para mi de imborrablesrecuerdos.

Saliendo de la Merced se pasa por el lado de la Capita-nía General, antiguo convento de Mercedarios, y de súbitose llega a los grandes almacenes del puerto, uno de los másgrandes y mejor construidos del mundo. Ya sabía yo que elpuerto de Barcelona era de grandes proporciones, peronunca me lo había figurado tan importante y hermoso comoes. Si parece una ciudad construida en medio de las aguas.No sé para cuántas embarcaciones tendrá lugar suficiente;pero me pareció. mucho más vasto que el de Marsella y el deGénova que yo había admirado no hacía mucho. Aquí en elpuerto existe un gran establecimiento de barios qne yo loconsidero modelo en su género, por la situación que ocupa,por la limpieza del agua, por el confort de sus gabinetes ypor su regio patio y corredores de paseo para después delbaño. Todo está consultado allí, y el turista por exigente quesea, no tiene nada de que quejarse. ¡Cuánto recordé yo lafalta que tenemos en Chile de establecimientos de esta espe-cie, aun en balnearios de cierta nombradía como Viña del

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Nur, Cartagena o Constitución! El único que se le acerca enChile, y tal vez hasta le supere en elegancia, aunque no encomodidades, es el balneario de Pichelemu, joyita única aorillas del Pacífico que los propios chilenos no sabemosapreciar.

Pero si Barcelona y su puerto son tan hermosos y ofrecenal viajero tantos y tan variados comentarios, no lo son me-nos sus alrededores, entre los cuales quiero hacer menciónsolamente de uno, de Sitges, artístico y pequeño pueblecitoque dista una hora de la ciudad, y está enclavado tambiénen la costa del Mediterráneo, por lo cual es lugar obligadode veraneo de las familias .pudientes de la capital. Me llevóallí una cariñosa invitación de la Rda. Madre Comendadorade las Religiosas Mercedarias que tienen allí un Colegio deseñoritas, ilustre dama de la aristocracia madrileña, paraquien era yo portador de un atento mensaje que le enviabala serenísima Infanta D. Isabel de Borbón. Fui recibido contoda la gentileza y cariño que saben gastar para un hermano

La primera colegiala Conchita Llrigüen y Dochad,

tar en actitud de proteger la ciudad. Perolo de más rico y más hermoso es el

e venera la primera imagen dedo, y que según venerable

el propio San Pedro1 centro del altar

a amplia yen los

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llegado de tan lejos, y obsequiado con una bellísima veladade arte que desarrollaron admirablemente las pequeñas edu-candas. Después de agradecer a nombre propio y de mishermanos de Chile los agasajos de que era objeto, fuí invi-tado por el Sr. Párroco del pueblo a recorrer la población,que, como he dicho, es bellísima, llena de artísticos chalets,de jardines, y con una balaustrada hacia el mar que le da unaspecto de un San Sebastián en pequeño. El automóvil nosllevó hasta la parroquia vecina de San Pedro de Ribas,donde pude admirar una hermosa iglesia de estilo ojival,magnífica, con unos altares e imágenes que son un primorde arte, de belleza y originalidad. Con razón me decía el se-ñor Cura, que eran dignos de verse los altares y las estatuas,porque mejores no las había en toda España.

Otro de los sitios vecinos a Barcelona y que me hago undeber en recordar aquí por las atenciones tan delicadas querecibí de uno de sus vecinos más importantes, es Sardayola,donde los hermanos Señores Roviralta tienen establecidauna gran fábrica de Uralita, pasta impermeable para techos,terrazas, cubas, etc., de gran utilidad práctica y cuyo uso seextiende rápidamente dentro y fuera de la Península. Tam-bién visité la gran fábrica de tejidos del Conde de Güell,situada como la anterior a media hora de la ciudad. Aquí elilustre propietario ha resuelto el gran problema que tantopreocupa hoy a los Gobiernos, entre el capital y el trabajo,fundando alrededor de la fábrica una población en que cadauno de los obreros tiene su pequeña propiedad, donde ha for-mado su hogar, educa sus hijos, cumple con sus deberes decatólico y encuentra todos los recursos que necesita en lasnecesidades ordinarias de la vida. La población Güell tieneiglesia, hospital, botica, escuela, cura, médico, etc., y supropietario, más que patrón de los obreros, es un verdaderopadre. Con razón no pueden llegar hasta allí las huelgas ydisturbios que son en todas partes la mayor calamidad deldía, y en Barcelona llegan a tomar proporciones de verda-deras revueltas y revoluciones sangrientas. Y aquí creo lle-gado el lugar en que debo hablar de los desperfectos e in-convenientes de la ciudad condal. Hasta ahora sólo he pre-sentado las partes luminosas del hermoso cuadro que ofreceel estudio de la gran ciudad. Tiene también sus sombras, suspartes oscuras, que a mi entender son tres, principalmente:su, regionalismo exagerado, hijo de la vanidad que le produ-ce el conocimiento de su propia grandeza y prosperidad; suamor desmedido a su idioma, que es corolario de su vanidad,y su propensión a las revueltas, sobre todo en la clase obrera.

Su regionalismo, o amor desmedido a todo lo que es cata-lán, con desprecio de las demás regiones de la Península,es tan marcado y está tan extendido, que ni siquiera las per-sonas religiosas se ven libres de este mal. Quisiera reprodu-

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cir aquí algunas de las conversaciones en que me tocó tomarparte, con mucho y mal disimulado disgusto; pero me loveda la prudencia y, además, no necesito insistir en algoque es tan tristemente notorio y que tanto ha perjudicado enmuchas ocasiones a los tan decantados catalanistas. Suamor desmedido al idioma, que en otras circunstanciaspodría parecer virtud, los induce a ellos a aparecer ante losextraños' hasta mal educados, porque yo no concibo que,estando en plena España, en un salón de visita, o en unamesa de reunión, hablando familiarmente con un barcelo-nés, apenas llegue otro, se hablan ambos en un idioma en elcual ellos comprenden demasiado que uno no les ha de en-tender palabra. Pues a mí me pasó en más de una ocasión; yrecuerdo a este propósito que un día puse como condiciónpara aceptar una gentil invitación a almorzar, que delantede mí no se hablara el catalán. Lejos de mí el querer elexterminio de la lengua en que han brillado y brillan con luzpropia astros de tal magnitud en las letras como un Verda-guer, un Guimerí, un Rousiñol y tantos otros; pero nadie menegará que aún estos mismos grandes escritores serían in-mensamente más conocidos si hubieran escrito en la hermo-sa lengua de Cervantes, la lengua oficial de España, que hahecho de su literatura la primera del mundo.

Del otro vicio barcelonés tampoco necesito insistir. Aúnno ee han borrado de la memoria del mundo los horrores dela Semana Trágica que conmovió profundamente todos loscorazones honrados, y que señaló en la historia de las revo-luciones sociales el punto hasta donde puede llegar un puebloa quien se arranca su fe y su moral. El mundo tembló deespanto y los Gobiernos no se sintieron seguros en sus pues-tos hasta no poner mano de hierro a todo conato de nuevarevolución. Tristes consecuencias de la falta de Religión ydel respeto hacia la autoridad constituida.

Me despedí de Barcelona en una hermosa mariana demediados de Julio, con dirección a las montañas del Monse-rrat, nido de arte y de piedad que confortó mi espíritu y loelevó del bullicio de la gran ciudad.

P. DIEGO G. ROJAS

A bordo del Alsina, 10 de Agosto de 1922.

e

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SOLACES

Visitando la Colonia Güell.En el tren fuimos entretenidos agradablemente, contem-

plando las huertas de La Bordeto, Hospitalet, Cornellá yS. Baudilio, ¡Qué hortalizas, caballeros!... Para que el foras-tero no se olvide nunca que está en Cataluña, entre col ycol.., una fábrica.., grande, chica o mediana. Las hay detoda clase de productos y para todos los gustos.

Descendimos del apeadero de Santa Coloma, que estabadesierto. Allá, por , entre unos pinos, asomó un guarda.

--Se podrá visitar la fábrica?—Seguramente. ¿Pero usted no quiere ver nada más que

la fábrica?—Hay aquí otra cosa que ver?—Mucho más, señor. El pueblo, las escuelas, la iglesia...

la Colonia toda. Verá; véngase conmigo a la casa del Cura,que es sumamente amable y tiene don de gentes, y, sin duda,le acompañará a todas partes y tendrá gran placer en po-nerse a su disposición.

En una explanada alta, entre pinos, apareció la casadel capellán de la Colonia: Sobre la puerta de entrada se veun gran busto del Sacratísimo Corazón de Jesús. A 1:1 estáconsagrada la Colonia desde remota y memorable fecha. Lacasa es magnífica y elegantísima. La luz y el oxígeno purí-simo, aromatizado con la resina de los pinos, le entran a rau-dales por sus cuatro fachadas.

Llamamos y nos abrió la madre del Sr. Cura, una ancia-na venerable y amabilísima, que nos introduce en una salitaelegantona, adornada con lujo y buen gusto. En una 'paredhay una ampliación fotográfica de gran tamaño de un grupode obreros rodeando al Mosén.

---Esta fotografía es recuerdo de algo?—¡Ya lo creo!—nos responde conmovido el amable guar-

da.---Conoce usted éste?—Tiene rasgos que no me son desconocidos.—¡Soy yo!...

emociona usted con la vista de este grupo?—Señor; hace dieciseis arios un joven, hijo de un obrero

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1que en

Comprensodio sublime, quede ella no pueden verse a

Aparece el Sr. Cura sonnenamigo aun sin conocernos.

—Somos forasteros en Cataluña, y uno qtras aficiones, nos dijo: «No deje de visitar la Colen donde gozará mucho su espíritu». Y aquí me presaprovechando esta hermosa tarde de otoño. No se qué hayque ver y admirar en este sitio, por lo que nos recomenda-mos a su bondad.

--Con placer me pongo a su disposición. Y como lashoras de que usted dispone hasta el tren de las 17,30 sonpocas, daremos a todo un vistazo muy corrido.

—Me confunde usted con su bondad.—Desde aquí adelante se ve el pueblo todo. Son casas

nuevecitas y elegantes. Para los obreros las construyó todasel Sr. Güell. Les cuesta el alquiler once pesetas al mes y laluz quince céntimos kilovatio. Recorramos las principalescalles. Son lindas y limpias. Cada casita tiene a su entradaun jardín en miniatura que los inquilinos cuidan con esmeroo por afición a las flores o por rivalidad con, los vecinos. Elpiso alto es muy cómodo y las distribuciones atinadas, porlo que pueden albergarse familias de seis y ocho individuos.

—Aquí asoma un edificio hermoso.—Es la Escuela de Niñas. Entremos.Las clases son lindísimas. El material moderno. Aquí no

solamente hay comodidad, sino lujo.

de la Colonia, sufrió terribles quemaduras en una pierna,sirviendo en los talleres de tintorería. Y tendría que sufriruna terrible amputación. Pero la amputación se evitó porquetodos los de este grupo ofrecimos nuestras carnes al desgra-ciado rapaz, que le fueron injertadas con éxito completo.

- usted le cortaron mucho?—Doce centímetros de piel aquí en el costado izquierdo.— Sin nada de anestesia?—A pie firme todos, sufriendo por amor al prójimo, que

• Cristo nos mandó amar como a hermanos. Y ni uno solo des operados guardó cama para pasar la fiebre inevitable, y

algunos fué intensa.do ahora su emoción ante el recuerdo de un epi-

es un esplendor de la fe católica. Fueratos de abnegación semejante.

te, que nos tiende mano de

ue conoce nues-nia Güell,

ente

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—Vea el sa\ lón de actos.—Suntuoso.¿Quiénes dan aquí funciones?—Los jóvenes de ambos sexos de la Colonia casi todos

los domingos.e:Y cuesta la silla?—Treinta céntimos. ¡Si viese qué ambiente de cariño y

fraternidad se disfruta en estas fiestas domingueras!- me lo figuro!.. Y caben aquí más de 500 espectadores.—Justamente 550. Además, en la plaza, hay cine público,

cuyas películas son sometidas a una escrupulosa censura.—e:No hay Escuela de Niños?—IClaro que sí! Venga usted.—Es otro edificio admirable, en el que no se han rega-

teado comodidades y lujo.—Vea usted todas las dependencias, instaladas según los

últimos adelantos pedagógicos. Para detalle algo raro enesta clase de establecimientos en España, vea la sala de baño.

Es hermosísima. Hay varias bañeras y duchas. Un mo-tor eléctrico eleva el agua a lo alto del edificio. En una habi-tación al lado está la caldera con el termo-sifón. Los niñosse arreglan en cuartitos lindísimos y oreados.

—Cuándo se bailan los niños?—Tres veces por semana.—Y ahora venga usted al colegio de párvulos.Unas hermanas los cuidan y los educan. ¡Qué bien cantan

aquellas criaturas de tres a seis arios! Y hacen gimnasiasueca, etc.. , y las madres están tranquilas todo el día, o ensus hogares o en la fábrica...

—Ahora veamos la iglesia. Es un vasto proyecto. Sóloestá ejecutada la primera parte: La cripta, en la que tene-mos el culto.

—Señor, veo por aquí la mano de Gaudí.—Eso se adivina sin esfuerzo.—Es hermoso... y original enteramente. En altares, imá-

genes, etc., se ve la riqueza.—Esta es la casa de Dios y de los obreros.—Vienen todos a Misa?—¡Todos, todos!—Señor—dice el guarda que nos acompaña—todos que-

remos mucho al Sr. Cura, porque es un santo y un sabio. En

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una ocasión hubo huelga forzosa por falta de pedidos; erahermoso ver a cientos de obreros todo el día rodeando alSr. Cura en la explanada delante de su casa cantando conentusiasmo. Aquí no hay más que un padre con muchoshijos sumisos y obedientes.

—Le advierto que tenemos un orfeón hermosísimo de másde noventa voces. Yo soy el director espiritual y presidentede la colectividad, y el organista de la iglesia es el directorartístico. También hay una charanga muy buena de más decatorce músicos.

--Veo que aquí no falta nada.—Nada, nada; ni siquiera lo que falta en casi todas partes,

que es la felicidad--R.Y la fábrica?—Ya queda poco. Daremos un vistazo superficial.Es inmensa. En ella trabajan 1.500 obreros de ambos

sexos. De sus telares salen cada día muchos miles de metrosde excelentes panas. El trabajo es febril e intenso. Entramosen varias galerías con miles de máquinas. En todas partesse saluda al mosén con cariño y algunos la dan palmaditasde familiaridad en las espaldas. ¡Es Padre, es Padre, y ellosson verdaderos hijos!

—Dígame: aquí nunca hay huelgas?—Jamás! Una vez estuvieron en huelga varias semanas

porque les obligó a ello el señor, pero recibían íntegros susjornales. Quería evitarles atropellos de otros elementos dís-colos... o descontentos, pues por entonces Barcelona era unainmensa hoguera...

Me despedí agradecidísimo del benemérito sacerdote ydel amable y heroico guarda. Ambos llevan más de veinti-cuatro años en la Colonia... y no quieren abandonarla.

En nuestro departamento, de regreso a la ciudad, venía-mos pensando: Si todos los industriales y hombres de nego-cios, antes de emprender sus relaciones con los hijos deltrabajo, se dieran una vueltecita por delante del Sagrario yoyeran a Cristo que dice a los hombres: «Hijitos míos, amäoslos unos a los otros», y luego estudiaran un poquito en laColonia Güel, las cuestiones sociales se habrían concluido.

FR. S. GONZÁLEZ GALLEGO.

Barcelona -Otoño de 1922.

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¡EN UN ESTABLO!Doña Manita estaba triste; los gruesos muros de piedra de su gran

casa solariega, gala y orgullo del pueblecito de N..., parecían pesarsobre su corazón. ¡Se sentía tan sola..., tan triste...; su alma tan vacía!Su habitación favorita, cuyo gran balcón de piedra daba a la plaza delpueblo, estaba frente por frente de la Casa de Dios; la vieja Parroquia,mucho menos rica y conservada que la soberbia casona conocida conel fastuoso nombre de Palacio de la Infanzona, sobrenombre que doñaMartita heredara de sus antepasados, y que se derivaba de su pomposoapellido, « López de la Puebla del Infanzón».

He dicho que la Infanzona estaba triste; rica y envidiada en veinteleguas a la redonda, sentía, sin embargo, un gran vacío en el alma...en vano quería distraer su mirada recreándose en el gran torreón,recién restaurado, de su palacio. ¡Carilla había costado la obra! Perono había vecino en el pueblo que no admirara aquella torre digna deun real palacio. Los primeros días D . Martita se había sentido salisfe-fecha como el niño que posee un juguete vivamente deseado; peropoco a poco volvieron los ' suspiros a salir de su pecho, turbando elsilencio en que parecían dormitar los retratos de unas cuantas gene-raciones de Infanzones e lnfanzonas que, encerrados en sendos mar-cos, rodeaban a su aburrida descendiente.

Sin emmbargo, D.° Martita no era una « solterona» romántica,como algún lector podría figurarse: pero su marido, rico hacendado,partía todas las mañanas al despuntar el alba a visitar su hacienda;porque, como él decía en su lenguaje vulgar, pero práctico: « El ojo delamo...» y la pobre Infanzona quedaba sola entre los retratos de susnobles ascendientes.

Así es que júzguese el asombro de la buena señora cuando el díaque la presentarnos a nuestros lectores, y a eso de las diez de la maña-na, la voz del dueño de la casa llegó a sus oídos, resonando sonora yjovial en el zaguán del Palacio:

«Sube, sube, Periquillo, arriba está tu tía».La Infanzona tiró la labor y corrió a la puerta con el corazón palpi-

tante...¡Periquillo!... ¡El hijo de su hermana.., de aquella buena hermana

muerta diecinueve arios antes!...No tuvo tiempo de pensar más: dos brazos vigorosos la rodearon,

dos sonoros besos se estamparon en sus mejillas, mientras la voz desu marido gritaba cada vez más cerca.

—Mira, Martita... ¡Qué buen mozo se nos viene por las puertas apasar aquí las Pascuas! ¡Cualquiera conocía a Periquillo!...

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II

Era, en efecto, un buen mozo, de mirada franca y sonrisa infantil,en la que se desbordaba su alma sana, bulliciosa, poseída de noblesentusiasmos; un alma verdaderamente joven.

Doña Martha no se cansaba de contemplarle.--4A qué hora has Ilegado?—preguntó —haciéndole sentar.—A las nueve y media.El dedo de la Infanzona señaló el monumental reloj que coronaba

la gran chimenea heráldica.—Son las diez y cuarto—dijo —. ¿Dónde has ido antes de venir

aquí?—Fuí a la iglesia, querida tía, a saludar a Jesús, ese amoroso veci-

no que tan poco visitarnos y siempre nos está esperando...; pero ¡quépena me ha dado. ¿Cómo tienen ustedes así la iglesia?

— Está viejecilla—dijo la buena señora sencillamente—el Sr. Curaes muy viejo y está ciego.., y repararla costaría un dineral...

- Pero, z,y el Sagrario?... tía. ¿Usted ha visto cómo están el altarmayor y el Sagrario?

Doña Martita se ruborizó ligeramente.—Cuando vivía la hermana del Sr., Cura —dijo con voz algo corta-

da—ella limpiaba de vez en cuando el altar; por el Corpus, por anonuevo..., pero murió. El sacristán es al mismo tiempo alguacil y bar-bero..., el pobre hombre no tiene tiempo.

Periquillo se iba poniendo gradualmente rojo.—Si usted me lo permite, tía—dijo poniéndose en pie—voy a ver al

Sr. Cura, a pedirle permiso para limpiar el altar.—4Tú?...; dijeron la Infanzona y su consorte en el colmo del

estupor.—Yo, ¿por qué no?; en el colegio era sacristán y lo hacía muy

bien. Ya verá usted, tía, qué bien pongo la iglesia para cuando sea laMisa del Gallo.., porque supongo que aquí la habrá.

Dando un nuevo beso a su tía, Periquilo, tomando del brazo a sutío, tiró de él diciendo:

—Vamos, querido tío; presénteme usted al Sr. Cura.La Infanzona los vió salir, y secándose una lágrima de enterneci-

miento, dijo:—¡Demonio de muchacho!—exclamó: ¡No le da poco fuerte por la

iglesia!... Después de todo, eso no es malo.—Y volviendo a su sitio reanudó su interrumpida labor esperando

la vuelta de su marido y sobrino.Pero aquel día era día de sorpresas para la Infanzona. En vez de

los esperados apareció en la puerta aquel mismo sacristán-alguacil-barbero, de que poco antes se ocupara. Dando vueltas entre las manosa su boina, dijo:

en las tinieblas; en aquel venerable rostro, surcado de arrugas, deexpresión dulce, los ojos dilatados, sin luz ni vida, no veían.

Periquillo se acercó a él, y tomando con veneración aquella manoque se tendía en el vacío, la llevó a sus labios, diciendo en vozbaja:

—Ya estamos aquí... Sr. Cura... Vamos a mudarlo todo, y cuandoesté todo limpio pondrá usted el Sagrario.

—¡Dios te bendiga, buen joven!—dijo el sacerdote, con voz honda-mente conmovida.

La Infanzona contemplaba atónita la escena; su sobrino la tomódel brazo y mostrándola el altar cubierto de un mantelillo salpicado denegros goterones de cera, flanqueado de empolvados y sucios florerosy desiguales candeleros de latón que fue dorado y sobre los que lasconsumidas velas habían incrustado negruzcos relieves.

—Mira tía—dijo con voz temblorosa—mira cuánta incuria rodea anuestro Divino Señor en el más adorable de los Sacramentos... ¿Noves aquí toda la pobreza de Belén, todas las tristezas de Getsemaní,todo el abandono y soledad del Calvario?

Es preciso quitar todo eso... limpiar todo esto... ¡Ayúdame tú!Y el joven empezó a despojar el altar de todos aquellos sucios obje-

tos, que depositó en un gran cesto.Repuesta de su estupor, y, animada con el ejemplo de su sobrino,

Vista del Convento de San José.

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—Me envía el tío Infanzón a decirla que no les espere a comer, queva a la ciudad con su sobrino y no volverá hasta la noche en el trende las diez.

--Está bien. Tío Melchor... vaya a la cocina a que le den un vasode vino—dijo la Infanzona—lanzando un suspiro y apresurando el teje-maneje de su aguja de.crochet.

III

--¿,Se podrá saber dónde fuísteis ayer?—decía al siguiente doñaMartha a su sobrino mientras desayunaban.

—Ya lo creo Tiíta. Fuimos a comprar una casita para Jesús, y encuanto desayunemos.., viene usted conmigo a prepararla...—dijo Peri-quillo con acento gozoso—. El Sr. Cura nos espera en la iglesia.

casita!—dijo asombrada la Infanzona-Tmientras su marido,guiñando socarronamente el ojo izquierdo, decía:

— ¡Tiene el diablo este chiquillo!... Nunca se me hubieran ocurridolas cosas que él me dijo en nuestro viaje, eso de que «Dios sea el másabandonado de todos los pobres»; ¡vamos! nunca se me hubieraocurrido,

¡Pues ahora verá usted cuán cierto es—dijo Periquillo, cuyo her-moso rostro tomó una expresión seria y triste: ¡Vamos, queridos tíos,vamos pronto!...

—¿Pero dónde vamos, hijo?--dijo la Infanzona—poniéndose en pie.Belén, como quien dice.., a un pequeño establo, convertido en

morada del Rey del cielo. ¡Vamos, tíos, vamos!Y. la acción a la palabra, Periquillo sc lanzó fuera de

la casa.—¡,Has visto qué precioso ha quedado el torreón?—dijo D.° Marti-

ta—haciendo detener a su sobrino en medio de la plaza, para queadmirase aquella hermosa obra arquitectónica.

Periquillo dirigió sobre ella una mirada indefinible.¡Menos hubiera costado un Sagrario de oro!...—dijo entre dientes.Y lanzando un suspiro penetró en la Iglesia seguido de los Infan-

zones.

IV

Al trasponer los derruídos escalones del templo, entre cuyas hendi-duras crecía el musgo, Periquillo sintió esa impresión de tristeza yrespeto que invade el corazón al penetrar en un cementerio. Los tresavanzaron hasta el altar mayor.

Allí, arrodillado en el escalón de piedra, un anciano de cabellosblanquísimos esperaba en muda oración...; al oir las pisadas se pusoen pie, volviéndose con las manos tendidas como el que busca algo

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la Infanzona se puso a quitar el sucio mantelillo; pero de pronto unligero grito se escapó de sus labios a pesar suyo. De entre sus pliegueshabía salido un sucio y negro insecto.

Periquillo acudió al lado de su tía, acabó de quitar todo lo del altar,y provisto de un gran plumero se encaramó sobre aquél, teniendo cui-dado de no pisar el ara, y una nube de polvo le rodeó.

—Pero hijo!...—dijo la Infanzona huyendo—Ite vas a poner hechouna lástima!

—El joven no contestó, era demasiado amarga la respuesta que desu corazón subía a sus labios y no se atrevió a formularla por no herira su tía.

V

Todo estaba limpio...: el mantelillo blanquísimo, los candelerosbrillantes como el oro con hermosas y trasparentes velas, los florerosbien fregados, llenos de flores del campo.

El sacristán encendía las velas, mientras Periquillo, arrodillado,dirigía desde el fondo de su alma una oración de amor y reparación,desagravio que desde su corazón iba a buscar el Corazón Sacratísimode Jesús.

La Infanzona arrodillada a su lado, un poco aturdida aún, encon-traba muy bonito el altar y se sentía íntimamente orgullosa de ser tí gde su sobrino. ¡¡Ah!! Aquel muchacho no se parecía a los demás.

Llegó el momento solemne.., el anciano sacerdote con roquete yestola, salió de la sacristía..., el marido de la Infanzona le seguía,llevando un gran cajón en sus robustos brazos.

El sacerdote subió al altar, sus trémulos dedos tocaron la puerteci-lla del Sagrario, si este nombre puede darse a aquel mísero cajoncillode tablas sin cerradura, cuya puertecilla, enmohecida, estaba expuestaa cualquier sacrílega profanación, y el Sagrario se abrió...

Allí no había cortinilla que resguardara el Sagrado Copón... sólouna telaraña caía sobre la puerta.

El sacerdote sacó de aquel mísero recinto, más pobre y triste queel establo de Belén..., el Santísimo Sacramento y lo depositó sobreunos blanquísimos corporales.

El viejo y sucio cajoncillo fué sustituído por un hermoso Sagrarioque la mano fuerte del marido de la Infanzona puso en las cansadasy temblorosas del ministro de Dios.

Y mientras éste incensaba el nuevo Sagrario, ante cuya puerta Diospacientísimo esperaba para bendecir aquellas almas que iban a bus-carle en su soledad. Periquillo, con voz melodiosa y llena de unción,entonó la hermosa estrofa del más hermoso de los himnos:

Tantum ergo saeramentumVen eremur eernui.

JULIA GARCÍA HERRERO.

A la reja viene el mozo,a la reja do le aguardacual suele tras los jazminesescondida su serrana. .Muchas ternezas se cuentanmientras los pájaros charlan,que vertiendo ya la aurorava por las flores sus lágrimas!...Amor a jurarse tornanardiente como la llamaque entrambos pechos consumey sin cesar los abrasa.Ya el mozuelo se despide,que rica pesca le aguarda,y no le rinde el trnlajo,pues amor fuerzas le daba...Llorando queda la niña,que no quiere que al mar salga;vídola Alberto llorando,de ello pregunta la causa.No llores, niña, le dice,que, en llorando tú, me faltaesfuerzo para lanzarcon brío la red al agua...Ella al punto le responde:

¡Ay, Dios, qué gran regocijoen la aldea se prepara,que dos renuevos lozanos,honor y prez de la raza,al templo presto han de ira prometerse, ante el ara,fidelidad al amorque de niños se juraran!...Muy garrido es el mozuelode quien ya corre la famade ser el más arriscadopescador que cruza en barcadel proceloso Cantábricolas crespas rugientes aguas,..Bella, muy bella es la niña,que es leche y rosas su caray oro los rizos que cubrensu frente y sienes de nácar.Es su nombre Mari-Rosa,él Alberto se llamaba...

In A R' I 1 O S A . . .

II

A Mi SOBRINA MARIA DE LAS MERCEDES

—Alberto, ayer en bandadaví que hacia tierra graznandolas gaNiotas revolaban...—No temas, niña, ¿no véscuál duerme la mar callada?¡Ea! enjuga de tus ojosese llanto que derramas,que mañana todo gozoserá y deleitosa zambra.Dice, y blancas florecillasarrójale a la ventana,porque en su cuidoso pechotorne a brillar la esperanza.Triste ella queda mirando'cómo él väse hacia la playa,y cómo desde una peñaalegre salta en la lancha,y cómo la vela iza,y cómo después ufanaal mar se hace la barquillaondas surcando de plata...El marinero cantando,ya de la costa se largay al mar en trovas sencillascuenta su amor y sus ansias...La barca sigue bogando,ora se hunde, ora se alza,en tanto que la siluetade aquella casita blancaque su dulce amor cobija,piérdese allá en lontananzaoculta del horizonteentre las brumas grisáceas...

¡Galerna!, ¡galerna!, iza,orza, orza, larga, larga.que encima ya la tenemosy hay diez millas a la playa...Así el viejo patrón gritamientras aferra la cañadel timón que a la traineragobierna mientras avanza!...¡Alberto!, (vuelve a gritar),ponte en salvo tú y tu lancha,que esta mareta que azotatermina en fiera borrasca...Y entre el crujir de las gúmenasy el rechinar de las jarcias,

ven a la ventana,mira cuál lo llevanmuerto va en la caja.Mira aquel pañueloque yo le bordara,cómo cual sudariocúbrele la cara...Yo me muero, madre,la angustia me acaba.¡Rómpele ya, pecho,d dolor estalla!...No puedo ya más,que el amor me mata...Y un instante mudacontempla la marchadel triste cortejoal fulgor que lanzanen la noche oscura,amarillas hachas...¡Adiós!... dice y luegola color quebrada,al suelo cual rosadel cierzo tronchada,cayó, sus mejillasbañadas en lágrimas...Loca está su madre,que caliente manasangre de la heridadel golpe causada.Ya roja se tornala sién que era nácar;presta la rocíapor la frente pálida;ella vuelve en sí,a su madre habla:No le aflijas, dícele.que también mi almacon él volar quierea la excelsa Patria...Y luego en su pechola voz ya trabada,de sus bellos ojosla lumbre se apaga,muriendo en tos brazosde su madre amada...Sola ésta se encuentra,no tiene compaña,sola le componecon las mismas galasde la infausta boda,vistosa mortaja...De la blanca lunala luz plateada,a ratos alumbrala callada estancia.

se alejó desOareciendohacia el puerto la Corsaria.Media hora había que el solmortecino tramontara...Alberto sigue en su pesca;la mar, cual fiera apresada,mal de sus hirvientes ondasla braveza refrenaba...

Y aquella noche la muertebatió sobre el mar sus alasy el infeliz marinero,rota y deshecha su barcacuando nadando esforzadoya a la costa se acercaba,una ola horrenda lo estrellacontra la roca que llamanlos hijos de aquella tierraLA ROCA DE LAS DESGRACIAS...

Tres veces se hundió su cuerpo;ya rígido sobrenada...la mar lo arroja hacia tierra;tendido queda en la playa...

IV

--¡Ay, madre, no escuchas ¿cómodobla a muerto la campana?Por quién, madre, doblarácon tan tristes campanadas?—Rosa, mi niña, le dicesu madre toda turbada,será que a Dios ya su espíriturindió el patrón de la Blanca.—¡Ay, madre, no sé por quéahogan mi pecho unas ansiasque pienso que de la angustiami corazón se desgarra!¡Madre, Alberto aún na ha venidoy ayer vi que revolabanhacia tierra las gaviotaspronosticando borrasca...Por qué, madre, sentiréesta tan honda nostalgiaque en mis entrañas penetracual punta de aguda daga?—Niña, si esa pena sientes,asómate a la ventanay pregunta a los que pasenpor quién lañe la campana.Asomädose ha la niña,de ansia y dolor demudada.Ay, Dios, lo que vido entonces!Nunca tal ella mirara!...¡Madre, madre, exclama, ven,

Llorando su madrereza por su alma,mientras que doblandosigue la campana...

¡Sombras de la noche,aves, ríos, plantas,llorad, porque es muertala niña que amaba!...

Al otro día en la iglesialas exequias celebrabande Alberto y de Mari-Rosay aquella misma mañanaen dos sepulcros contiguoslos restos depositaban.

Lina cruz y una coronade adelfas y pasionarias,entrambas tumbas exornany a un tiempo enseñan calladas,que no hay más que un solo amorfeliz, que nunca se acaba,y es aquel que al cielo tiendeansioso sus leves alas,pues que el amor de la tierraque en ella crece y se arraiga,suele punzar a la postresi es que hieles no derrama

F12. MIGUEL ESCÁNEZ

Ferrol.

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CRÓNICA MENSUALSe abrieron, en efecto, las Cortes, el 14 de Noviembre.

El interés qur esta primera sesión despertó relacionado conel asunto de las Juntas, atrajo al Congreso numeroso públi-co, viéndose abarrotadas las tribunas desde el primer mo-mento. Nadie sabia lo que había de suceder, pero todosesperaban algo extraordinario. Cuando se levantó de susitio el Sr. Sánchez Guerra vestido de uniforme y se dirigióa la tribuna llevando en la mano un voluminoso pliego, laexpectación era grande. La lectura del decreto, pocas horasantes firmado por 5. M. el Rey, autorizando al Ministro dela Guerra para disolver las Juntas del Ejército, y efectiva-mente declarándolas disueltas desde aquel momento, pro-dujo vivísima satisfacción, aplaudiendo con entusiasmo mi-nisteriales, ciervistas, mauristas y tradicionalistas. Para queno faltase una nota cómica al solemne momento, los libera-les, queriéndoselas echar también de hombres de valor,presentaron und proposición incidental demandando lo mis-mo que el jefe del Gobierno acababa de hacer con la lecturadel Real decreto, viéndose con sorpresa y asombro levan-tarse al Sr. Villanueva para defenderla. Percatados delridículo que estaban representando, optaron por retirarla.

La medida del Gobierno no produjo entre los interesa-dos los efectos que algunos se temían, haciendo bueno elestribillo del Sr. Sánchez Guerra, que «no pasa nada» ydemostrando, al mismo tiempo que la impopularidad de los

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organismos disueltos; que 'el Ejército en general no estabaconforme con su actuación.

Los estudiantes de Madrid tomaron desde el primer ins-tante con calor este asunto, formando diversas manifesta-ciones que recorrían diariamente las principales calles de laCorte dando vivas a Millán Astray y a la Legión, y profi-riendo el grito de ¡Abajo las Juntas! Este movimiento delelemento joven, expresión del sentir popular, fué acogidocon general simpatía. No obstante, el Gobierno, temerosode extralimitaciones, no infrecuentes en este género de ma-nifestaciones aun en gentes menos fogosas e impresiona-bles, parece ser que comunicó a los agentes de la autoridadorden de reprimir con energía todo intento callejero, origi-nando algunos incidentes desagradables que exacerbaronmás los ánimos. Como protesta a las injustas agresionesde que se creyeron víctimas los estudiantes, resolvieron noentrar en clase hasta que no se les diese una satisfacción,con la destitución del Director General de Seguridad. A laactitud de los estudiantes se sumaron los catedráticos, queacordaron, por unanimidad, mantener cerrada la Universi-dad, mientras no se le diese la satisfacción debida. A estocontestó el Gobierno con una Real orden disponiendo lasuspensión de las clases en aquel establecimiento, hastatanto que el Claustro garantice la normalidad de la vidaacadémica y escolar, prorrogándose el curso tantos díascomo la Universidad haya permanecido cerrada. Así con-tinuó el pleito hasta la caída del Ministerio y la sustitucióndel Sr. Millán de Priego.

Por el extracto del Informe del fiscal del Consejo Supre-mo de Guerra y Marina de la Memoria del General Picassorelativa a las responsabilidades que se derivan del desastrede Melilla, publicado por los diarios, se enteró toda Españade la serie de hechos bochornosos que componen la grantragedia del derrumbamiento de aquella Comandancia. Nome detendré a relatar cosas sobrado conocidas y que nopueden recordarse sin indignación y sin sonrojo. Cierto queen medio del vergonzoso y doloroso cuadro se destacantodavía episodios de heróico y conmovedor patiotismo.

El conocimiento de este Informe y el debate sobre res-ponsabilidades iniciado en el Congreso con la defensa, porel Sr. Prieto, de su ponencia especial, comprendiendo enellas no sólo al Gobierno que regía los destinos de Españaen los días del desastre, sino a todos los que se han venidosucediendo desde 1919, despertaron el interés de Ia opinión

-pública, que espera con ansia las sanciones que a eada,cual'correspondan. Sin embargo, la acusación tan general y tanvaga del Sr. Prieto, sólo sirvió para que éste se desahogara

'en cuatro vulgaridades contra el régimen,linvirtiendo unascinco horas en el relato de hechos que todos conocía-mos ya.

El 24 de Noviembre comenzó la discusión de la ponen-cia liberal, que defendió el Sr. Alcalá Zamora, queriendoprobar que al Gobierno Allendesalazar alcanzaba algún gé-nero de responsabiiidades. Contestóle por la Comisión elSr. Marín Lázaro, pronunciando un elocuente e interesantí-simo discurso en el que, punto por punto, refutó con inexo-rable lógica los cargos que contra el gabinete Allendesa-lazar dirigió el Sr. Alcalá Zamora, escuchando al final desu documentada disertación un aplauso prolongado y entu-SidSid de la mayoría conservadora.

La ex2ectación y el interés con que la opinión públicaseguía los debates fueron decayendo al percatarse que todoquedaría reducido a un pugilato de oratoria y que ni con-servadores ni liberales deseaban con sinceridad las respon-sabilidades. Y todo hubiera terminado en medio de la mayorarmonía, si la oportuna intervención del Sr. Maura no hu-biera venido a devolver al asunto todo el interés e impor-tancia que tiene. El ilustre hombre público pronunció unode los discursos más notables de su larga historia políticay que produjo en el Parlamento una profunda e intensaemoción. Dijo en resumen el Sr. Matara que, existiendo lasresponsabilidades políticas, como se desprende de la ponen-cia liberal, el camino para exigirlas y el procedimiento legalpara castigar la responsabilidad ministerial, no podía serotro que la acusación ante el Senado por el Congreso paraque aquél juzgase. Supo exponer con tanto acierto esta doc-trina y la defendió con tal copia de razones, que en el actoconfesó el Sr. Gambó que había llevado a su äntmo el con-vencimiento pleno «de que un ministro puede causar gravedaño a los intereses que el país le ha confiado que adminis-tre, sin que ello tenga figura de delito definido en el Códigopenal y que únicamente puede justificar la tramitación espe-

. cial de la jurisdicción del Senado y la acusación previa delCongréso el que ciertos actos u omisiones ministeriales nopuedan quedar impunes. En su consecuencia retiró su votoV el de los regionalitas de la ponencia liberal y anunció queestaba dispuesto a acusar a todo el Gobierno de Julio de1921. Los liberales, desconcertados con la inesperada salí-.

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da del Sr. Maura, probaron la insinceridad de su procederal oponerse al único camino legal para hacer efectivas lasresponsabilidades con la amenaza de extender la acusaciónal Gobierno presidido por D. Antonio, si éste persistía ensu actitud.

Corno en la acusación presentada por Cambó estabancomprendidos los Sres. Fernández Prida y Ordóñez, minis-tros en el actual gabinete, no creyeron conveniente ni delica-do continuar por más tiempo en sus puestos. El Sr. Sán-chez Guerra, en consecuencia, presentó la dimisión de todoel Gobierno; pero, ratificándosele la confianza, formó nuevogabinete dando entrada a un ciervista. Todos creyeron queduraría poco tiempo en el Poder, más nadie le daba tanefímera existencia. En efecto, la sesión del 5 del corrienteen el Congreso merece contarse entre los mayores escán-dalos de nuestro Parlamento. Hecha cuestión de gabinetela no aceptación por la Cámara de la dimisión del Presi-dente del Congreso e impotente el jefe del Gobierno paradominar el alboroto siempre que pretendía proponer la cues-tión, levantóse del banco azul declarando la crisis total.Imposible describir el cuadro que presentaba entonces elCongreso. Hubo apóstrofes, insuljos, manotazos, contor-siones, puños amenazantes, bofetadas, algunos bastonazosy vivas y mueras para todos los gustos.

Encargado de formar Gobierno el Marqués de Alhuce-mas, después de algunas dificultades, lo consiguió, entran-do en su composición liberales de todos los matices, llegan-do, por fin, la hora de las izquierdas.

Otro triunfo tiene que sumar la Confederación NacionalCatólico-Agraria a los ya obtenidos. El Sr. A zara ha sidotambién elegido vocal agrario en el Consejo Superior deFomento. Nuestros plácemes a esta hermosa institución quetanto arraigo tiene ya en el país.

FR. L. SANTAMARIA.

BIBLIOGRAFIALeyendas Mercedarias por el Reverendo Padre Serapio Gon-

zález, Mercedario.

Es un precioso ramillete de flores entresacadas de losvergeles de nuestros claustros, un bellísimo fascículo que nodebe faltar en ninguna librería de nuestros noviciados y pos-tulantados; un hermoso librito que puede servir de premio

para los niños y niñas de los Colegios dirigidos por nuestrosreligiosos y religiosas.Un abrazo histórico.—Novela por el Padre Serapio González

Gallego.—Barcelona, 1920.«Una .dulce utopía inspirada en un generoso optimismo y

en un amor muy grande a Ferrol ha generado la novelaque, con el título Un abrazo histórico, se ha puesto estosdías a la venta en toda España.

El autor del libro Padre Serapio González, de la Ordende la Merced, bien conocido en la Ciudad Departamental,donde residió varios años, y fruto de su estancia en Ferrol,es la exacta descripción de muchos tipos y escenas que en lanovela figuran, fielmente copiadas del natural.

El Padre Serapio ha escrito ante todo y sobre todo unaobra de amenidad muy grande y de. interés extraordinario,con un estilo sencillo y evidentemente sin el menor propósitode presentar con preferencia filigranas literarias que, sinembargo, apareeen fugaces en el transcurso de la obra, lacual parece un himno sincero y fervoroso a la sencillez y alaustero alejamiento de aparatos y relumbrones.

Hay dos figuras en la novela que están 'admirablementeconcebidas y presentadas: la de Pepe Núñez y MercedesRipoll, los protagonistas de la obra, que son de una realidadpasmosa. Estos dos «tipos básicos » del libro bastarían paradar crédito merecido a cualquier escritor. Son dos fidelísi-mos fotografías sociales obtenidas por el autor con su ver-dadera inspiración literaria.

Por lo demás, y como digo al principio, la obra tiene porbase una generosa utopía, y aunque éste, según Lamartine,no es sino la verdad vista de lejos, me atrevo a sospecharque ni el Padre Serapio ni yo veremos realizada la amablevisión que le inspiró para componer su obra. Pero al fin y alcabo esa visión es consoladora y confortativa y constituyeun gran lenitivo a las hondas inquietudes que, con razónsobrada, sugiere la cuestión social, que, en vez de presentarrisueñas alboradas, ofrece sombríos crepúsculos.

Recomiendo a todos la lectura del libro del Padre SerapioGonzález, y en particular a los ferrolanos.

Y por cierto que ya va siendo frecuente que ingenios ga-llegos hagan escenario de alguna de sus producciones anuestro pueblo, al cual rinden así homenaje de afecto y con-tribuyen al propio tiempo a dale merecido prestigio.

Mi cordial enhorabuena al autor, a quien tengo que agra-decer que me haya hecho partícipe de las primicias de suobra, cuyo original saboreé con deleitación antes de ser dadoa la imprenta.»,

ELADIO FERNÁNDEZ DIÉGUEZBarcelona.-(Tomado del «Boletin de la Orden de la Merced»).

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NOTICIASFiesta onomástica del Rvdmo. P. Maestro General de la Orden

Fr: Inocencio López, la celebrará el 28 del presente mes. LaPeclacción de LA MERCED siente viva complacencia en felicitarrespetuosamente a la suprema autoridad de la Orden y en testi-moniarle su rendida obediencia.

MADRIDNovena y fiesta de Santa Bibiana.—La novena y fiesta de Santa

Bibiana, de tiempo inmemorial celebrada en la iglesia de la BuenaDicha, va recobrando su antiguo esplendor y popularidad, pues paradarse cuenta de la concurrencia de niños a recibir la bendición y el cor-dón de la Santa, baste saber que pasaron de tres mil los repartidos enese día. Predicó todas las tardes el R. P. Fernando Díez, y en los dosúltimos días de la novena, 2 y 3 del corriente, hubo las Cuarenta Horasque concluyeron con solemne procesión de reserva.

Fiesta de la Inmaculada Concepción.—Celebróla solemnísima laHermandad de la Buena Dicha, a las ocho, con comunión general, y alas diez y media, con misa solemne, oficiada por el M. R. P. MiguelLópez y en la que predicó el Sr. D. Federico Santos, Colector de SanIldefonso.

Huésped ilustre.—Lo ha sido por unos días del presente mes, elM. R. P. Francisco Ferrer, Asistente General con residencia en el reciénrestaurado monasterio del Puig, al frente de cuya Comunidad está.

De paso para Herencia.— De cuya Comunidad ha sido nombradoSuperior, tuvimos el gusto de saludar al R. P. Pedro Armengol Fernán-dez, al que deseamos éxitos en su nuevo cargo.

ALARCONSolemne triduo a la Inmaculada Concepción. Lo ha sido el que

las Hijas de María de la Merced le dedicaron. Predicó el R. P. FernandoDíez y terminó con una procesión muy lucida por el interior del templo,que estaba adornado con sus mejores galas. La orquesta, dirigida porel inteligente y premiado violinista D. Angel Pompey, acompañó loscantos ejecutados por alumnas del floreciente Colegio de Madres Mer-cedarias.

Aniversario.—El 4 del presente hizo un año de la muerte desgra-ciada, mientras jugaba en el Retiro, de la angelical niña María de losAngeles; sus condiscípulas honraron su memoria con una comunióngeneral en sufragio de la inolvidable compañera, que seguramente estágozando de Dios.

FERROLNovenas y fiesta de la Inmaculada.—Con gran solemnidad se

celebró en esta capilla la novena a la Inmaculada. Predicó los ochoprimeros días el R. P. Luis Barros, Moderador de la V. O. T., y en elúltimo, pronunció el R. P. Tomás Escanez el panegírico.

El R. P. Rector de esta Casa predicó esta novena en Pontevedra, yel panegírico de Santa Lucía, en Meliá.

En Barallobre cantó las glorias de la Inmaculada el ReverendoPadre Luis Barros.

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BILBAONuevo Colegio en el Convento de San José de Madres Merce-

darias.—El día 28 del pasado Octubre se trasladaron a Bilbao dos delas ilustradas y buenísimas Madres del Colegio de Bérriz: MadreMaría Loreto y Madre María Begoña. Hicieron el trayecto en auto yacompañadas de los cuatros Sres. Capellanes de los conventos debao y Bérriz. Fueron recibidas por las Madres de Bilbao Sin aparato;pero con el más entrañable y fraternal cariño, que desde el primermomento las unió estrechamente en santo entusiasmo para trabajarjuntas en el nuevo plantel que las dichas Madres de Bilbao han esta-blecido en cumplimiento de lo que sus constituciones les ordenan decooperar en lo posible a la salvación de las almas. El día 30 del mismomes de Octubre se abrieron las clases. Este día y el siguiente se em-plearon en alistar a las alumnas, distribuirlas en secciones, etc., etc . ,

El día 1.° de Noviembre, festividad de Todos los Santos, tuvolugar la inauguración oficial. A las nueve y media de la mañana, reuni-das las alumnas en la capilla a los pies de Nuestra Santísima Madre delas Mercedes, se rezó el Santo Rosario; acto seguido, el digno Cape-llán D. José Escauriaza dirigió a las niñas una sencilla y fervorosaplática alusiva al acto; una de las alumnas, la Srta. María Luisa Pi-quera, leyó un breve acto de consagración a la Reina y Madre de lasMercedes; terminó la so l emnidad religiosa con la Salve Gregorianacantada por las Madres. Subieron después las alumnas al salón de lasclases, donde fueron obsequiadas con un pequeño refresco y una delas Madres tomó las fotografías que ilustran el presente artículo. Elideal de las Hijas de la Merced, al abrir este nuevo centro de educación,no es otro que formar la inteligencia y el corazón de las jóvenes, fun-dándolas sobre las inco nmovibles bases de la religión y la moral, a finde hacer de ellas mujeres sólidamente instruídas y cristianas, que cons-tituyan más tarde la felicidad de sus familias y el orgullo y ornamentode la sociedad y de la Patria.—La Corresponsal.

OROZCOConvento de Ibarra. —profesiones religiosas. --El 22 de Julio

emitieron los votos solemnes Sor Mercedes de María de las Mercedes,Sor Fermina de María Resurrección y Sor Micaela de María Asunción,y sus votos simples Sor Felicitas de la Visitación de María. Nuestraenhorabuena.

Misa nueva.—La celebró en el altar de Nuestra Santísima MadreD. Lucio Arizamendi, ludo de esta parroquia y muy devoto de la Virgende la Merced. Le apadrinaron D. Juan Dionisio Berrojaechevaría, cape-llán de las mercedarias, y D. José lirroticoechea y D.' María Arandía;ocupó la sagrada cátedra el Párroco de Orozco, D. Martín Echevarría;acudió mucha gente al acto, resultó solemnísimo.

MARQUINA• Votos solemnes. - Los emitió en este convento el día 30 del pasado

Sor Ascensión Lillibarri, en manos del Ryclo. P. Rainaldo María, reli-gioso carmelita, que pronunció una fervorosa plática.

PALA DE TORRAELLA

Nueva casa del Instituto de Nuestra Señora de las Mercedes.El día 14 del pasado mes, fiesta de San Serapio, salieron de la casa de

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San Gervasio (Barcelona) varias religiosas, para esta nueva fundación,con la Superiora General, M. María de las Nieves Monlaín, que fué ainaugurar la casa. Se dedicarán a la enseñanza; tienen iglesia y capelän, y un deseo grandísimo de trabajar en la salvación de las almas y

de extender la Orden de Nuestra Santísima Madre y darla a conocer yhacerla amar; son fundadas las esperanzas de que Dios Nuestro Señorcoronará con el éxito estos deseos y esfuerzos.

RAMALF".Velada liferario-musical en . honor de la Intnueulada Concep-

ción.—El 8 del/Diciembre, a las cuatro y media de la tarde, diö el cole-gio, dirigido por las RR. HH. Mercedarias, una solemne velada, decuya importancia nos da idea algunos de los números del programa:A la Inmaculada (poesía), Quisiera morir (canto). jota; La mimadita(zarzuela); No soñemos (comedia), y Choza y Palacio (zarzuela). Fuéun encanto el trabajo de estas niñas, y un éxito colosal el obtenido porlas HH. Mercedarias.

NECROI,OGIAEn Verín (Orense), después de recibir todos los Sacramentos y la

bendición de Su Santidad, falleció D. jesús Mifiambres, cristiano prác-tico y amigo nuestro. A su viuda D.' María Moreno, y a su tía doñaGuadalupe ()ferino, bienhechora nuestra, y a toda su familia, nuestrosentido pésame.

--En Santiago (Chile), el R. P. Fr. Pedro G. Larenas, a la edad decincuenta y ocho años y treinta y cinco de religión.

indoigeliclas lo la Orlen N el mes de Enero.1. Circuncisión del Señor. Indulgencia Plenaria y de las Esta-iciones.2. El Dulcísimo Nombre de Jesús. Indulgenci-a Plenaria.6. Epifanía del Señor. Indulgencia Plenaria.17. Aniversario de la Canonización de la Orden. Absolución ge-

neral.23. S. Raimundo de Peñafort. Indulgencia Plenaria.27. Cuarto sábado. Indulgencia Plenaria a los que asistan a la

Misa de Nuestra Santísima Madre.28. Septuagésima. Indulgencia de las Estaciones.31. S. Pedro Nolasco, Patriarca y Fundador de la Orden. Indul-

gencia Plenaria y Absolución General.

Editorial Católica Toledana, Juan Labrador, 6, telf. 211.—Toledo.

IMBRSIEM1111111111111.~..1