Fabian Ludueña Romandini

88
h.p. lovecraft la disyunción en el Ser fabián ludueña romandini

description

Fabian Ludueña Romandini - H.P Lovecraft

Transcript of Fabian Ludueña Romandini

  • h.p. lovecraftla disyuncin en el Ser

    fabin luduea rom an d in i

  • ndice

    obertu ra ................................................................................ 9agradecimientos.................................................................. 22geologa poltica o la cartografa secreta deldominium m und i.............................................................. 27onirarqua y geometras del infin ito ............................... 55principium individuationis............................................... 70eplogo: horror (vacui)...................................................... 91

  • obertura1

    La filosofa atraviesa un perodo de cesura epocal. An no est en absoluto claro si podr sobrevivir como autn- tica forma de vida ms all (a pesar) de su instalacin como saber organizado del curss acadmico. Su posicin en el mundo de los saberes es ms frgil que nunca y el cuestionamiento, hay que subrayarlo, a sus propias capacidades provino de la filosofa misma, acaso la nica episteme que ha investido considerables esfuerzos en su propia auto- destruccin. En este sentido, la filosofa es la nica antro- potecnologa que, luego de una existencia milenaria, tuvo el coraje o la insolente audacia (segn prefiera el lector) de plantear su propia aniquilacin como posibilidad real a partir de una horadacin de sus capacidades de trans- misibilidad, de un cuestionamiento radical a sus pretensiones de verdad y, finalmente, de la puesta en entredicho de sus posibilidades de constituirse en una experiencia ini- citica, en una disciplina tica del lgos.

    1 Las traducciones de los relatos de Lovecraft pertenecen a la edicin castellana. La traduccin de los textos no literarios de Lovecraft as como de todas las dems obras citadas pertenecen al autor de este libro.

    9

  • No es este el lugar para dilucidar la urgente pregunta acerca de si la filosofa sobrevivir a la Organizacin de la post-burocracia (reticular, estatal, para-estatal, a-estatal) del nuevo orden planetario o si se convertir, al final de sus das, en la ocupacin perifrica de un conjunto altamente entrenado de funcionarios de lite de alguna oficina dedicada a la liturgia del pasado. A pesar de todo, hay buenas razones para pensar que es tiempo de que la filosofa concluya su ciclo histrico (ella misma lo ha pedido con una insistencia que debe ser escuchada). Sin embargo, hay gente obstinada que piensa que an es posible una ltima oportunidad. En rigor de verdad, los filsofos ya se han extinguido por completo de la faz de la tierra. No se trata de una extincin reciente y, sin embargo, nadie parece haberse percatado verdaderamente del fenmeno (salvo, por supuesto, ciertos espritus lcidos pero desatendidos que no han dejado de plantearlo en variados momentos histricos). Hace muchos siglos que ha tenido lugar la muerte del ltimo filsofo.

    No procederemos aqu a intentar un catlogo infructuoso de fechas y nombres. Diremos simplemente que los filsofos dejaron realmente de existir junto con la desaparicin de las escuelas que sustentaban su posibilidad. El borramiento de los filsofos no equivale, sin embargo, al final de la filosofa. De hecho, la filosofa ha podido, en m uchas ocasiones, arreglrselas muy bien sin los filsofos. La filosofa en cuanto theoria ha encontrado singularidades donde encarnarse a lo largo de muchos siglos de la histo-

    10

  • ria humana. Sin embargo, no hay autnticamente filosofa sin escuelas, sin transmisibilidad, sin un ethos que d sustento a la theoria y perm ita tambin el acceso a ella. En suma, la filosofa puede ingenirselas muy bien para infiltrarse en los tericos de distinto tipo (incluso en aquellos seres solitarios que, en muchas pocas, decidieron llamarse, en un gesto heroico, a s mismos filsofos, a ttulo per- sonalsimo e individual).

    La filosofa pudo, hasta ahora, sobrevivir perfectamente a la extincin de los filsofos (podr seguir hacindolo en el futuro?), pero la experiencia de la filosofa como forma de vida acab con el cierre de la ltima escuela del pasado. Nadie puede ser cabalmente filsofo a ttulo individual. Cualquiera puede llamarse a s mismo de este m odo, desde luego, aunque histrica y conceptualmente sea una denominacin vaca de sentido. El filsofo existe, como conditio sine qua non, en forma binaria (se requiere un maestro y un discpulo) y esta es la forma embrionaria de la escuela que es la nica capaz, por mltiples razones, de sustentar una forma de vida filosfica. Todo esto, desde luego, no equivale a sostener que el filsofo no pueda formar parte de una fraternidad diseminada de ermitaos o de seres anmicos como el exponente cnico. Pero la escuela, que es tambin una de las formas por excelencia del rechazo de la societas humana y de sus rituales, se sustenta en una tradicin textual, en una ortopraxis que puede ligar a individuos geogrfica y temporalmente distantes. La escuela no respeta (o, al menos, no se gua) por las le

    11

  • yes de ninguna polis, los usos de ninguna comunidad humana (existente o por venir) y es, por definicin, asocial.

    La escuela no es una comunidad, no es una sociedad alternativa: es una de las formas ms extremas y despiadadamente exigentes de las disciplinas de los afectos en pos de la contemplacin teortica. La forma lgica de una escuela filosfica es antittica respecto de toda forma de gregarismo societario: si no lo fuera, su propsito se reducira al fracaso. La topologa de la escuela filosfica es irreductible a cualquier forma social pasada o por venir, su geometra escapa a todo cuanto la especie humana ha pensado y vivido como forma de asociatividad. Ciertamente, hay otras formas de existencia que pueden ser cercanas, incluso compartir fines y tcnicas con la filosofa. La propia filosofa no ha dejado de acercarse a ellas o de influirlas sin que, jams, se confundiera con otras experiencias como, por ejemplo, la correspondiente a la vida asctica.2

    Entonces, los filsofos no existen ms desde hace siglos y, ahora, la filosofa misma parece dispuesta a agotar sus capacidades para fagocitar individualidades que puedan hablar fantasmticamente en su nombre o tomar verdaderamente en cuenta el de-lirare constitutivo del pensamiento. La omnipresencia de la Organizacin burocrtica planetaria hace que, estas singularidades, sean cada vez m enores. En este sentido, no hay organizacin social mejor o

    2 Dejamos para un trabajo futuro el problema de la explicitacin de la forma lgica propia de la escuela de filosofa distinta de otros tipos de asociacin o disciplina humanas. Esta tarea, por s misma enorme, excede los propsitos del presente ensayo.

    12

  • peor para la filosofa: la sociedad misma es su negacin. La poltica es de inters para la filosofa pero la filosofa debe traspasarla para constituirse. Por ello, ninguna promesa revolucionaria, ninguna democracia por venir, n inguna temporalidad mesinica puede asegurarle un futuro a la filosofa. En sentido estricto, ya se ver si la filosofa puede an encontrar intersticios (al fin y al cabo, es su problema no el nuestro). Por el contrario, si alguna vez, ciertos miembros de la especie humana reavivan el insensato propsito de modelarse realmente (y no representativamente) como filsofos, debern medirse, otra vez, con la lgica de la forma escuela (cuyas propiedades sustantivas trascienden, desde luego, a todas sus actualizaciones histricas, siempre contingentes).

    En nuestra poca sin filsofos, no obstante, hay agentes de la filosofa que pululan en distintas esquinas del planeta proponiendo nuevos caminos para desafiar al Homo sapiens y su gregarismo organizacional. Estas personas, muchas de ellas jvenes, han sido asaltadas por la idea de que la filosofa quiere, para cada poca, un nuevo ajuste de cuentas con lo que hoy llamamos literatura. Tienen razn. Cuando la filosofa florece, lo hace contra la literatura o tomndola como abada privilegiada. La mayora de las veces, lo ha hecho, sin embargo, colonizando el saber literario y fagocitndolo para su propio beneficio, a cuenta y riesgo. No ha de extraarnos esto: la filosofa no es un saber pacfico; nunca lo ha sido y nunca lo ser. En toda poca verdaderamente filosfica podr detectarse una tensin

    13

  • entre la filosofa y la literatura. Considerando ciclos tem porales recientes, la filosofa alemana pudo, por ejemplo, exaltar el valor de Hlderlin como cima del pensar o la filosofa francesa restituir a escritores como Blanchot o Bataille a lo ms encumbrado de la especulacin transgresora.

    Sin embargo, esos autores no hablan ya necesariamente el lenguaje de nuestra poca3, tan siniestra como cualquier otra pero nunca tan abrumadoramente out o f joint. Desde Al-Qhira, un pensador norteamericano se atrevi a proclamar que nada menos que H.P. Lovecraft sera el Hlderlin que correspondera al espritu actual de la filosofa.4 En tanto proclama general, estamos plenamente de acuerdo pero si y solo si restringimos su alcance a la siguiente proposicin: H.P. Lovecraft es uno de los literatos que dan expresin suprema al universo en el cual toda aspiracin filosfica debe ubicarse y cuya hostil presencia desafa a cualquier escuela filosfica que pueda llegar, alguna vez, a constituirse.

    En otras palabras, a diferencia de Harman, nuestro propsito no es servirnos de Lovecraft como la ilustracin literaria de un sistema filosfico (por ejemplo, de la object- oriented philosophy). Al contrario, pensamos que Lovecraft -com o toda literatura- es irreductible a la filosofa y nunca puede ser expresin de ella y donde la proposicin inversa es igualmente verdadera. Sin embargo, la literatura de

    3 Lo cual no equivale a sostener, evitemos la malicia del intrprete, que esos autores no tengan nada para decirnos.4 Harman, Graham, Weird Realism. Lovecraft and philosophy, Alresford: Zero Books, 2012.

    14

  • Lovecraft describe, traza un horizonte con el que todo filosofar actual debe medirse para aspirar a permanecer en la existencia del pensar. Por lo tanto, no abordaremos los escritos de Lovecraft como una forma de comprender, por ejemplo, la espectrologa que intentamos desarrollar en otros escritos sino, al contrario, como el ms conspicuo intento de definir el incmodo espacio en el cual cualquier pensamiento debe intentar alojarse, a pesar de todo. Esto es, cualquier tipo de intento de teora, no slo una en particular. H.P. Lovecraft es quien, sencillamente, ha descrito y analizado el mundo que toda teora debe confrontar. Por lo tanto, no es posible continuar la indagacin terica (cualquiera sea) sin tomar en cuenta algunos puntos del desafo lanzado por Lovecraft al pensar contemporneo.

    Ciertamente, no pretendemos exhaustividad en la descripcin de la visin lovecraftiana. Al contrario, dicha pretensin sera inconducente e imposible. Por lo tanto, tomaremos en cuenta simplemente aquellos rasgos que, en esta ocasin, estimamos importante destacar. Para realizar esto, conviene decirlo desde el comienzo, nos alejaremos de cualquier perspectiva propia de la crtica literaria porque, simplemente, ese campo de estudios ha cubierto ampliamente el anhelo de erudicin filolgica sobre Lovecraft (an si queda mucho camino por recorrer desde ese campo tambin). En efecto, la Obra de Lovecraft no se constituy propiamente como tal sino despus de la muerte del autor y gracias a los esfuerzos, entre otros, de August Derleth. Hoy en da, encontramos una variedad enorme de escritos que

    15

  • conforman dicha Obra an no completamente publicada: relatos de la autora de Lovecraft, una impresionante poesa, una inabarcable correspondencia, relatos firmados por diversos autores pero no escritos sino corregidos (a veces hasta el punto de la reescritura) por Lovecraft, los textos escritos en colaboracin (por ejemplo, con Kenneth Sterling o Robert Barlow) y, finalmente, la enorme produccin no ficcional del autor (que abarca desde ensayos filosficos hasta pequeas notas periodsticas).

    Finalmente? De hecho, es posible establecer, con tanta claridad, los lmites de la Obra de Lovecraft si no es al precio de una ms o menos arbitraria decisin filolgica slo fundada en un criterio moderno de autenticidad que, por lo dems, le era ajeno al propio Lovecraft? Qu decir, en efecto, de los textos que, de un modo u otro, continan, glosan o parodian la obra de Lovecraft? A partir de los fragmentos dejados por el escritor de Providence, su discpulo Derleth ha podido construir relatos enteros. Otros han continuado el desarrollo de los temas y los personajes propios de sus escritos, de lo que se ha dado en llamar su mitologa. Otros ms han dado a la imprenta toda una literatura apcrifa. Qu hacer con toda esa masa textual? La filologa lovecraftiana, en su aplastante mayora, ha sido modernamente clsica y, por lo tanto, esencialmente anti- lovecraffiana: ha buscado eliminar el criterio de escritura y transmisibilidad propias de la mitologa lovecraftiana y de su metodologa misma de puesta por escrito para avanzar sobre la idea de autenticidad autoral.

    16

  • Elfandom de Lovecraft ha sido mucho ms sabio y m ucho ms histricamente fiel al gesto del maestro: ha tomado toda la masa escrita en bloque como un solo conjunto: la Obra y su glosa, los Scripta y sus apcrifos, conscientes de que el mayor logro y la mayor insolencia de'Lovecraft contra el moderno sistema de la literatura haba sido el crear una mitologa que destituyera por completo el sentido de la funcin autor. Lovecraft era un Lover de lo crafty, un insidioso habitante de la oscura Providence cuyo fin ltimo no era producir una Obra (l mismo era consciente de su fracaso en este sentido; por lo tanto el xito postumo no es el suyo sino el de quienes construyeron la Obra). Al contrario, el intento desquiciado y por ello mismo genial de Lovecraft fue reavivar el Mito en pleno siglo XX. Entindase bien, la prestacin especfica de Lovecraft fue, entonces, no tanto la constitucin de una mitologa particular (por lo dems aleatoria) sino ms bien, y fundamentalmente, el provocar que, de una vez, despertasen, en plena era tecnolgica, las fuerzas avasallantes encerradas en aquello que llamamos mitologa y que definen las posibilidades y los lmites del Homo sapiens.

    En definitiva, Lovecraft podr situarse mucho ms all -desde cierta perspectiva- de lo que los especialistas de la mitologa han logrado. Por un lado, la ciencia m itolgica ya reconoca que el mito haba nacido de los bajos fondos del terror (la terreur) pero slo para dar nacimiento a todos esos relatos maravillosos del cual se compone

    17

  • el tesoro mitolgico.5 Por otro lado, esa misma ciencia naciente, se daba cuenta de que el mitlogo contemporneo actuaba en un m undo completamente diferente del que estudiaba en la Antigedad: el hombre moderno vive entre miradas de estrellas errantes de un universo infinito.6 Sin embargo, tambin se reconoca la necesidad de recuperar la exhortacin del Orculo de Delfos: conocerse a s mismo. En este punto, la mitologa se poda unir a la historia y el auto-conocimiento limitado de los antiguos ahora poda expandirse al conocimiento histrico de la humanidad como especie transida de temporalidad.

    Ms cercano a nosotros, uno de los etngrafos ms brillantes del siglo XX ha podido constatar que el mundo comenz sin el hombre y que terminar sin l. Por eso, en esa obra cumbre que es Tristes Trpicos, Lvi-Strauss podr tambin decir que el destino de la mitologa, de algn modo, tambin se ha cerrado para el hombre contemporneo: adis salvajes! adis viajes!, el nostlgico hito final del libro no es otra cosa que el reconocimiento del agotamiento del acervo mitolgico occidental en las puertas de la era tecnolgica que se sella con la constitucin del mundo Uno como totalmente cerrado, cabalmente cono-

    5 Decharme, Paul, Mythologie de la Grce Antique, Paris: Garnier, 1886 (2a), p. XXI: la terreur [entre otras afecciones] a donn naissance tous ces rcits merveilleux dont sest compos le trsor mythologique.6 Mller, Max, Essais sur la mythologie compare. Les traditions et les cou- tumes, Paris: Didier et Ci, 1873, p. 6: sa nature se prsente nous sous un aspect different, depuis que lhomme a appris se se connaitre, depuis qu il sait quil est un membre dune grande famille, une toile parmi des myriades dtoiles errantes, toutes gouvernes par les mmes lois.

    18

  • cido y sin salvajes a los cuales recurrir para retener el m ovimiento del mito.7

    Nada ms lejos de Lovecraft que esta Stimmung entre exultante y nostlgica que ha permeado a la ciencia mitolgica desde sus orgenes. Al terror de los mitlogos, Lovecraft opondr una nueva categora, el horror, que impide cualquier posibilidad de encantamiento y de maravilla frente al mito. Al imperativo dlfico del mitlogo devenido en arquelogo de los valores histricos del mundo occidental, Lovecraft le opondr un nuevo acervo mitolgico que no slo no produce ningn conocimiento sobre el hom bre sino que, adems, es la puerta de su aniquilacin. Sin embargo, el pesimismo nostlgico de un etngrafo como Lvi-Strauss tambin es imposible en el mundo de Lovecraft: la agona final del hombre slo ser la confirmacin de su insustentablidad inicial, su ocaso sufriente una consecuencia inevitable de su innecesario advenimiento. Por ello, en Lovecraft, el final del hombre no coincide, como en Lvi- Strauss, con el final del mito y de los salvajes. Al contrario, el final del hombre es la condicin trascendental de emergencia de la verdadera mitologa.

    El hombre es el mayor obstculo para el nuevo Mito: slo cuando el hombre haya abandonado definitivamente la superficie del globo, entonces, las fuerzas que subyacen en el mito podrn ocupar el lugar al que siempre estuvieron destinadas. En este sentido, Lovecraft es vehculo de una archi-mitologa que es, al mismo tiempo, una post

    Lvi-Strauss, Claude, Tristes Tropiques, Paris: Plon, 1955, p. 494.

    19

  • mitologa, la mitologa que viene despus de la muerte del ltimo mito humano. Desde este punto de vista, el mito lovecraftiano disea el mapa del mundo contemporneo y, aunque no sea el nico autor de su generacin en hacerlo, sin embargo ser quien ms agudamente propondr un Mito a la altura de la ciencia moderna. Slo una forma mitolgica completamente horrorosa e inopinadamente novedosa podr colocarse en el pinculo de los discursos contemporneos y desafiar el saber de la ciencia y de las humanidades subvirtindolas en sus mismos trminos.

    Por lo tanto, para ser lovecraftianos hay que admitir el axioma central de Lovecraft que define a este escritor: ms que un literato, Lovecraft es el ms genial mitgrafo del siglo XX. Y cuando se escribe mitologa no hay autora reivindicable y la palabra proferida no slo no es propia sino que, esencialmente, est destinada a todas las prolongaciones imaginables. Por ello, cuando nosotros nos refiramos a ciertos textos propios de lo que suele llamarse sus grandes relatos, nuestro gesto slo debe entenderse como un intento de trabajar con las capas ms antiguas del mito y no como otro intento de recortar, una vez ms, el corpus legtimo de Lovecraft. Lo mismo vale, desde luego, para los textos de no ficcin y los escritos de los glosadores y continuadores.

    As, el lector no encontrar en estas pginas ningn aporte a la biografa de Lovecraft8 ni tampoco un estudio

    8 Un importante paso en el establecimiento de una biografa de Lovecraft (con los considerables inconvenientes, tericos y prcticos, que un

    20

  • 3E

    bibliogrfico-literario sobre su produccin.9 An as cabe mencionar que el mejor trabajo de conjunto sobre la Obra sigue siendo, por su intensidad, por su descarada parcialidad y por su audacia, el libro dedicado al escritor de Providence por Michel Houellebecq.10 Como es sabido, y como suele ocurrir no pocas veces, el comienzo de la posteridad literaria de Lovecraft se vio amenazado por la excomunin de un poderoso escritor y crtico literario que, con incandescente falta de tacto literario y humano, conden a Lovecraft como un hombre manqu, un fracaso de las letras.11 En el fondo, la crtica especializada, an cuando

    intento semejante conlleva) fue el libro de Sprague de Camp, Lyon, Lovecraft. A Biography, New York: Doubleday, 1975. Hoy en da, resulta imprescindible la biografa de Joshi, Sunand Tryambak, H.P. Lovecraft: A Life, West Warwick: Necronomicon Press, 1996 (la edicin aumentada de esta biografa lleva hoy por ttulo I am Providence: The Life and Times of H.P. Lovecraft, 2 vols., New York: Hippocampus Press, 2010) la cual debe ser acompaada del estudio, escrito por el mismo autor, H.P. Lovecraft: The Decline of the West, Mercer Island: Starmont House, 1990.5 Para tener una idea de los alcances de la bibliografa lovecraftiana (constituida, sin embargo, sobre la base de una filologa, en algunos puntos,contestable), cf. Joshi, Sunand Tryambak, H.P. Lovecraft and Lovecraft Criticism. An annotated bibliography, Holicong: Wildside Press, 1981. Degran utilidad resulta tambin, la compilacin del mismo autor que llevapor ttulo H.P. Lovecraft. Four Decades of Criticism, Ohio: Ohio University Press, 1980.10 Houellebecq, Michel, H.P. Lovecraft. Contre le monde, contre la vie, Paris: Editions du Rocher, 1991.1 Me refiero, naturalmente, al clebre artculo de Wilson, Edmund, Tales

    of the Marvellous and the Ridiculous (escrito en 1945), en Id. Classics and Commercials. A Literary Chronicle of the Forties, New York: Farrar, Straus and Company, 1999 (1950*), pp. 286-290, especialmente p. 288: The only real horror in most of these fictions is the horror of bad taste and bad art. Lovecraft was not a good writer. The fact that his verbose and undistinguished style has been compared to Poes is only one of the many sad signs that almost nobody any more pays any real attention to writing.

    21

  • ahora se dedique a elogiar a Lovecraft, no ha abandonado el punto de vista central de Wilson en tanto y en cuanto se sigue sosteniendo que nos encontramos frente a un escritor. Ciertamente hombre de letras podr haber sido; no obstante, el logro inusitado de Lovecraft fue arrojar a los espritus acongojados de su poca y de las generaciones futuras a la pesadilla de la vida en un universo para el cual el hombre no tiene ya cabida ni sentido. El tiempo del nuevo Mito es, justamente, anantropomrfico y su fuerza no puede ser acallada una vez que ha sido invocada.

    agradecimientos

    Un libro slo puede ser escrito en una estricta soledad premeditada. En el mundo contemporneo, esta condicin amenaza, cada vez ms, con transformarse en un obligado estado de situacin inexorable. De all la importancia inconmensurable de contar con ciertas presencias. Por esta razn, deseo dejar aqu constancia de mi gratitud, en primer lugar, hacia Emanuele Coccia por haberme impulsado a la escritura de este libro y por haberme donado, a ttulo secreto, una expresin escondida en estas pginas. Inmediatamente, agradezco a Emmanuel Taub el cuidado irrem- plazable que le ha prodigado a este libro y le manifiesto mi

    22

  • admiracin por su valenta y su generosidad al acogerlo en una editorial que honra al libro argentino. Marcelo Burello, por su parte, ha sido un compaero inestimable en la pasin lovecraftiana y, por ello, aspiro a que este libro no ofenda su erudicin en la materia. De igual modo, este libro es tambin un dilogo continuado por otros medios con Flvia Cera, Alexandre Nodari y Leonardo DAvila de Oliveira de cuya generosidad intelectual y hum ana doy aqu testimonio. Last but not least, debo un especial agradecimiento a Ral Antelo por haberme animado, con su ejemplo y sus palabras, a establecer un acercamiento directo entre la literatura y la filosofa ms all de todas las m odas imperantes. Este libro est dedicado a Isal Ferreira Olivera, in primis.

    23

  • Ya estaban all en el Carbonfero, ya estaban all en el Trisico y el Prmico;

    oyeron los vagidos del primer mamfero, oirn los alaridos de agona del ltimo.

    Michel Houellebecq

  • geologa poltica o la cartografa secreta del dominium mundi

    Philosophia facta est quae philologia fuit

    En su obra, Lovecraft constituye los elementos de una geografa sagrada esotrica que, de hecho, desborda por completo los lmites del planeta Tierra o se superpone a los mapas trazados por los expertos ms prudentes. Los m undos fantsticos van, entre tantos otros, desde alguna luna de Jpiter hasta la Antrtida paleocnica, pasando por la meseta de Leng, las tierras preincaicas, la fabulosa Valusia o las tierras de los hiperbreos prehumanos adoradores de Tsathoggua. Uno de los puntos decisivos del gesto love- craffiano, hemos postulado, tiene lugar en el hecho de la rehabilitacin del Mito en pleno siglo XX. De hecho, la destruccin de una mitologa para la implantacin de otra ha tenido lugar varias veces a lo largo de la historia humana. Sin embargo, en lo que a Occidente se refiere, probablemente el ltimo gran acontecimiento de esta naturaleza tuvo lugar con la polmica cristiana en contra de la religion antigua cuando se produjo una autntica destruccin (con dosis no menores de absorcin) de las antiguas deidades paganas.

    En un pasaje contundente, Tertuliano puede escribir: Querra considerar igualmente vuestros ritos. No hablo

  • de lo que hacis en los sacrificios: no inmolis sino bestias macilentas y putrefactas; de las vctimas bien alimentadas y sanas, slo separis los deshechos intiles, es decir, las cabezas y las pezuas, cosas que, entre vosotros, slo destinarais a los esclavos y a los perros.12 Del mismo m odo, cuando adoris a Larentina, ramera pblica13, entre las Junos, Ceres y Dianas.14 Como puede verse, en pasajes como stos, se sella el fin de la legitimidad del sacrificio ritual15, epicentro de la religiosidad antigua, para otorgar fuerza al sacrificio de Jess-mesas, considerado como el nico autntico portador del final de todo otro sacrificio posible.16 En el mismo gesto, los dioses paganos son rebajados a imposturas y condenados por su imperfeccin m oral y ontolgica.

    12 Tertuliano, Apologtico, 14 (edicin de Waltzing, Jean-Pierre, Tertullien Apologtique. Commentaire analytique, gramatical et historique, Pars: Les Belles Lettres 1931).13 Habr de subrayarse el hecho de que los romanos no ocultaban el carcter de prostituta de gran fama en aquella poca (nobilissimum id tempo- ris scortum)" que posea Ac Larencia. Cf. Macrobio, Saturnalia, 1 ,10,13 (edicin de Willis, James, Macrobius I, Leipzig: Teubner, 1963).14 Tertuliano, op. cit., 13.15 La bibliografa sobre el sacrificio antiguo es abundantsima. Sobre la consagracin, la sacratio y el sacrificio, cf. Wissowa, Georg, Religion und Kultus der Rmer, Mnchen: Oskar Beck, 1902, pp. 318-490. Cf. tambin, a modo de panorama erudito, Reverdin, Olivier - Rudhardt, Jean, Le Sacrifice dans lAntiquit, Genve: Fondation Hardt, 1981.16 Una interpretacin apologtica cristiana (no obstante difundida entre algunos intrpretes contemporneos) que no condice, desde luego, con la realidad histrica de la antigedad tarda y de la historia de las religiones, comenzando por el propio cristianismo. Cf. Stroumsa, Guy, La Fin du sacrifice. Les mutations religieuses de lAntiquit tardive, Paris: Odile Jacob, 2005.

    28

  • Tertuliano, entre los apologistas cristianos, es reconocido por su pluma particularmente incisiva. A los ojos de Lovecraft, no se tratara de nada ms que de un aficionado. El escritor de Providence no rehabilita el pasado pagano de la hum anidad sino que intenta poner al descubierto ritos prohibidos de los cuales ningn documento o monumento antiguos pueden dar cuenta. Para Lovecraft, la religin ms primitiva -y tambin la ms verdadera- que los hombres hayan jams concebido es, al mismo tiempo, la destruccin de toda religin. La restauracin del Mito equivale al final de toda mitologa en la cual los dioses tengan an algn rasgo antropomrfico, algn cuidado por la Humanidad o alguna constitucin supra-sensible. Lo que la Humanidad adora como dioses, a los ojos de Lovecraft, no son ms que oscuras personificaciones de Razas csmicas que pueblan el universo infinito, que colonizaron la Tierra y que, muy pronto, habrn de reclamar su Reino para sembrar el fin de la especie humana.

    Llegados a este punto, ningn sacrificio del cual se tenga registro es lo suficientemente sangriento, espeluznante y despiadado como los rituales prehistricos que se continan en la actualidad en los bosques perdidos, las m ontaas remotas o las islas ms recnditas. El impulso religioso de la Humanidad no es ms que un medio de comunicacin con las especies extra-csmicas que habitaron la Tierra y an la habitan en sus pliegues escondidos, esperando el momento de su retorno. Las entidades de Lovecraft desconocen la piedad o la ley humana (lo que

    29

  • no significa que no tengan sus propias leyes) y, para ellas, la vida humana es slo una accidente del azar csmico o de la ingeniera gentica de los Primordiales y cuyo destino est inevitablemente marcado por el ocaso ante las incomparables fuerzas que se ocultan en el centro esotrico del mundo.

    Desde este punto de vista, la mitologa lovecraftiana es esencialmente inhumana, para-humana, trans-humana, no guarda por la vida humana la ms mnima consideracin ni cosmolgica, ni tica, ni socio-poltica. El Mito coincide perfectamente con la aniquilacin de toda m itologa (sacra o profana) que tienda a ensalzar o siquiera a otorgar algn lugar preferencial o marginal al sujeto humano en el devenir de la masa indmita de un universo trans- finito. El Mito lovecraftiano nos exige, implacablemente, considerar un cosmos ac si humanitas non daretur.

    Sin embargo, el Mito tiene lugares sacros en la esfera terrestre donde el ominoso poder de las fuerzas extra- humanas tienen su asiento. Consideremos, por ejemplo, los bloques titnicos construidos por los Primordiales en la Antrtida, tal y como los presenta Lovecraft mediante su relato En las montaas de la locura. Estas ciudades de- menciales y las especies impas que las habitaron tienen alguna fuente de inspiracin o bien son completas invenciones de Lovecraft?

    Sin duda, a pesar de que hay quienes defienden la absoluta originalidad del Mito y hasta sostienen que Lovecraft fue un autntico iniciado, podemos decir que su arqueo-

    30

  • logia fantstica y su paleontologa ultra-terrestre tienen precedentes en la literatura teosfica de la cual el escritor se ha inspirado muy prolijamente.17 Algunos indicios, por cierto, los brinda el propio autor cuando, por ejemplo, en La llamada de Cthulhu menciona, sin mayores comentarios, el libro de William Scott-Elliot sobre la legendaria Lemuria.18 En efecto, qu elementos del Mito podemos encontrar en un libro semejante?

    Ciertamente, ese libro, supuestamente inspirado en los viajes astrales de Charles Webster Leadbeater19, intenta ser una demostracin geolgica, histrica y biolgica de la existencia de vida inteligente anterior al advenimiento evolutivo del hombre. Uno de los hitos centrales del libro que, con toda probabilidad, despert el entusiasmo de Lovecraft, es la asercin acerca de la existencia de m undos geogrficamente perdidos (como el caso de Lemuria, bajo los efectos de una catstrofe volcnica) que habran albergado a los antiguos habitantes de la Tierra.

    17 Desde esta perspectiva, el estudio ms informado pertenece a Price, Robert, HPL and HPB: Lovecraft s Use of Theosophy, Crypt o f Cthulhu, vol. 1, N 5, Roodmas, 1982.

    En este punto, Lovecraft mismo resulta elocuente. En una carta a Clark Ashton Smith, declara: He estado digiriendo algo de vasto inters como antecedentes o fuentes [...] esto es, las historias sobre la Atlntida y Le- aturia, tal y como stas han sido desarrolladas por los modernos ocultistas y los charlatanes teosfkos, en Lovecraft, Howard, Philip, Selected betters, Sauk City: Arkham House, 1968, vol. II, p. 58.

    El libro de Scott-Elliot intenta construirse sobre bases que el autor deno- wina cientficas. No obstante, la versin clarividente del problema de acivilizacin de la Atlntida, puede leerse en Besant, Annie - Leadbeater, Earles Webster, Man. Whence, How and Whither. A Record of clairvoyant

    lnvestigation, Illinois, The Theosophical Press, 1947 (1913*), pp. 126-133.

    31

  • En principio, Scott-Elliot parte del postulado segn el cual, justamente, estos seres no eran humanos: De hecho, el hombre lemuriano, durante al menos la primera mitad de su raza, debe ser considerado como un animal destinado a alcanzar la humanidad (an animal destined to reach humanity) y no un humano propiamente dicho.20 En este sentido, Scott-Elliot, al igual que luego lo har Lovecraft, procede a hablar de Grandes Razas que habitaron la Tierra previamente a la llegada del hombre pero sus cuerpos no eran de naturaleza material: as los cuerpos de la Primera Raza-Raz (First Root-Race) en los cuales estos seres casi sin mente estaban destinados a ganar experiencia, nos habran parecido a nosotros fantasmas gigantes -si de hecho hubisemos podido siquiera verlos, ya que sus cuerpos estaban formados por materia astral. Las formas astrales de la Primera Raza-Raz fueron luego gradualmente colocados en una envoltura ms fsica. Pero aunque la Segunda Raza-Raz puede ser denominada fsica, ya que sus cuerpos estaban compuestos de ter, habran sido igualmente invisibles para el sentido de la vista tal y como existe en el presente.21

    Por otra parte, los especmenes de las antiguas Razas, como tambin ser el caso en la literatura de Lovecraft, no limitaban su desarrollo ni la extensin de su biosfera evolutiva simplemente al planeta Tierra: el ms alto desarro-

    20 Scott-Elliot, William, The Story o f Atlantis and The Lost Lemuria, London: The Theosophical Publishing House, 1904, p. 20.21 Scott-Elliot, op. cit., p. 20.

    32

  • lio que este tipo haba alcanzado hasta el momento fue la gigantesca criatura de aspecto simiesco que haba existido en los tres planetas fsicos, Marte, la Tierra y Mercurio en la Tercera Ronda.22 A partir de esta diseminacin csmica se habra producido, en el fabuloso relato de Scot-Elliot, la emergencia de la Raza lemuriana y, posteriormente, de la materialidad del cuerpo humano propiamente dicho: de la Segunda Raza Etrea, luego, evolucion la Tercera, la lemuriana. Sus cuerpos se haban hecho materiales, siendo compuestos de gases, lquidos y slidos que constituyen las tres subdivisiones ms bajas del plano fsico [...]. No fue sino hasta mediados del perodo lemuriano que el hom bre pudo desarrollar una slida estructura sea.23

    Asimismo, en coincidencia con otros aspectos que Love- craft desarrollar en su obra, Scott-Elliot, menciona especialmente la talla gigantesca de estos antiguos habitantes de la Tierra. Al describir a un hombre de una sub-raza, probablemente la quinta, Scott-Elliot suministra la (falsa) prueba de un desconocido documento segn el cual su estatura era gigantesca, entre doce y quince pies. Su piel era muy oscura, de un color marrn amarillento.24 Al mis- mo tiempo, los antiguos lemurianos sobreviven an en

    y Scott-Elliot, op. cit., p. 2 1 .' Mem.

    Scott-Elliot, op. cit., p. 23. Puede el lector referirse, entre tantos ejemplos Posibles, a la gelatinosa inmensidad verde del gran Cthulhu mencionada

    vecraft, Howard, Philip, La llamada de Cthulhu, en Obras completas, g preliminar y edicin a cargo de Edgardo C. Lois, 3 volmenes, jaUenos Aires: Diada, 2009, cita proviene del vol. II, p. 44. De aqu en ade- ante utilizaremos la sigla O.C. para referirnos a esta edicin castellana.

    33

  • la Tierra bajo la forma de una involucin biolgica cuya enumeracin nos muestra, tangencialmente, que el racismo que luego se encontrar en Lovecraft, tambin per- meaba algunas obras teosficas de la poca: los vestigios degradados de la Tercera Raza-Raz que an habitan la Tierra pueden ser reconocidos en los aborgenes de Australia, los indgenas de la isla de Andamn, algunas tribus de la India, los habitantes de Tierra del Fuego y los bos- quimanos de frica.25

    Scott-Elliot, como ya lo haban hecho otros tesofos, reutilizaron a su gusto y desarrollaron una biogentica fantstica a partir de los trabajos de Ernst Haeckel y de su historia del desarrollo (Entwicklungsgeschichte) tanto a nivel individual (filogentico) como morfolgico (ontogentico).26 De este modo, las teoras reproductivas de Haeckel y sus organismos hipotticos, desde la Gastrea hasta el Pithecanthropus alalus fueron convenientemente resignificados como prueba de la existencia, por ejemplo, de la Tercera Raza de Lemuria. Por cierto, no es coincidencia que Lovecraft fuera tambin un admirador de Haeckel aunque haya hecho una utilizacin diferente de sus teoras en sus relatos.

    Del mismo modo, el carcter colosal y montaoso de la arquitectura que Lovecraft atribuye a los Primordiales y a las Antiguas Razas, tambin se halla presente en las cons-

    25 Scott-Elliot, op. cit., p. 28.26 Es de especial importancia, por su influencia en la historia de la teosofa y, finalmente, sobre el propio Lovecraft, Haeckel, Ernst, Natrliche Schdpfurtgsgeschichte, Berlin: Georg Reimer, 1868.

    34

  • trucciones lemurianas: durante la ltima parte de las sexta y sptima sub-razas, aprendieron [los lemurianos] a construir grandes ciudades. Estas parecen haber sido de arquitectura ciclpea, correspondindose con los cuerpos gigantescos de la raza. Las primeras ciudades fueron construidas en esa regin montaosa extendida del continente que inclua la actual isla de Madagascar.27

    Al mismo tiempo, Scott-Elliot no haca sino retomar el camino abierto por su mentora Helena Blavatsky, quien haba ya defendido la doctrina de las Grandes Razas y de que los gigantes no fueron una ficcin teolgica de la historia.28 En este sentido, Blavatsky no dejar de citar el Libro de Enoch e incluso a Filn de Alejandra y su antropologa tico-ontolgica para la interpretacin alegrica de los gigantes que no conocen la recta razn (orths lgos).29 De hecho, Blavatsky enuncia que nuestras razas han surgido de Razas Divinas (our races have sprung from divine races).30 En este punto, los antecedentes resultan innu

    27 Scott-Elliot, op. cit., p. 37. Del mismo modo, Lovecraft, en La llamada Cthulhu (O.C. vol. II, p. 42) describe la ciudad de Cthulhu como

    enormes ngulos y superficies de piedra, superficies demasiado enormes para pertenecer a nada normal o propio de la Tierra, e impas por sus horribles imgenes y jeroglficos.

    Cf- asimismo, Steiner, Rudolf, Cosmic Memory. Prehistory o f Earth and ar>, New York, Harper & Row, 1981 (1904a), pp. 38 y 80 y ss. quien ha

    Prolongado las tesis de Blavatsky y Scott-Elliot y cuya obra bien podra ,. r Ikgado al conocimiento de Lovecraft en alguna de sus versiones pre- s ares antes de la escritura de los grandes relatos, p, n Alejandra, De gigantibus, 17 (seguimos aqu la edicin de

    1 on dAlexandrie. De gigantibus. Quod Deus sit immutabilis, establecida So?.A- Moss, Paris: Editions du Cerf, 1963).a Helena, The Secret Doctrine: the synthesis o f Science, Religion

    n hilosophy, London: The Thesophical Publishing Company, 1888,

    35

  • merables, desde los Rishis o Pitris indios hasta el Thot egipcio, desde Oannes-Dagon hasta los Lmures: en la m itologa de Blavatsky, estos seres aparecen primero como dioses y Creadores; luego se funden en el hombre naciente, para emerger finalmente como Reyes y Gobernadores Divinos.31

    Por cierto, asociado al mito lemuriano, se halla la leyenda sobre la Atlntida, ya presentada en trminos prximos a los intereses de Lovecraft por Jacolliot: cualquiera sea el lugar donde se desarroll una civilizacin ms antigua que la de Roma, de Grecia, de Egipto y de la India, es cierto que esta civilizacin ha existido, y que es de un gran inters para la ciencia reencontrar sus huellas, por ms dbiles y fugitivas que estas puedan ser. Otros estudiarn y sopesarn las posibilidades geolgicas. En cuanto a nosotros, vamos a reunir y comparar todas las tradiciones religiosas y filolgicas que hemos podido encontrar sobre este tema, y que nos parece relacionarse de un m odo estrecho a esta civilizacin antediluviana, de la cual la civilizacin hind ha sido la heredera directa.32

    De hecho, Blavatsky postula, al igual que Lovecraft lo har despus, la necesidad de encontrar una realidad histrica (an si a veces el mtodo alegrico es invocado) detrs de todos los mitos de las ms diversas provenien

    vol. II, p. 365. Contra Blavatsky, Cf. Gunon, Ren, Le Thosophisme. Histoire dune pseudo-religion, Paris: Nouvelle Librairie Nationale, 1921.31 Blavatsky, Helena, op. cit., vol. II, p. 366.32 Jacolliot, Louis, Histoire des Vierges. Les peuples et les continents dispa- rus, Paris: A. Lacroix et ci diteurs, 1874.

    36

  • cias. Estos mitos relatan, en ltimo trmino, la historia de la vida inteligente antes del hombre y del origen mismo de este ltimo, en una supuesta armona con los descubrimientos darwinianos que son completados gracias a los aportes de historia sacro-natural del esoterismo teo- sfico y la doctrina de las Razas sucesivas que habran poblado el globo en las eras ms remotas.

    Este aspecto cientfico del Mito es importante dado que en todas las fuentes teosficas se incluyen los escritos de los gelogos y los paleobilogos del momento.33 En ese sentido, cmo no pensar en el eco lovecraftiano de algunas pginas de Charles Gould, el gelogo ingls que m uri en 1893 en Uruguay y cuya obra Mythical Monsters despert la curiosidad de la Sociedad Teosfica y, quiz, podemos conjeturar de Lovecraft mismo? En un pasaje sobre la antigedad del hombre, Gould escribe: Comparativamente recientes -comparativamente, es decir, respecto de los vastos eones que los precedieron, pero extendindose hacia el pasado en enormes espacios de tiempo si los contrasta con la duracin limitada de la historia escrita-

    Entre los gelogos importantes, tempranamente conocidos y defendi- os por Lovecraft, hay que mencionar a Joly, John, The birth-time to the

    world and other scientific essays, New York: E.P. Dutton & Co., 1915. Del ism0 modo, Lovecraft estaba al tanto de las teoras de Frank Bursley

    ytor que en 1908 haba anunciado a la Geological Society o f America su ea precursora acerca de la deriva de los continentes. Por ello, es objeto mencin en una obra de la que Lovecraft tena, cuando menos, refe-

    nfC*aS mU^ Prec*sas> est0 es> Ia del gran gelogo Wegener, Alfred, Die & c tf lun8 Kontinente und Ozeane, Braunschweig: Friedrich Vieweg pi jmn A.kt. Ges., 1929 (1922a). En este sentido, cf. Lovecraft, Howard,

    *P> En las montaas de la locura, en O.C., vol. Ill, p. 398.

    37

  • abarcan el perodo durante el cual la distribucin mayo- ritaria de la tierra y los ocanos ha sido obtenida, y las presentes formas de vida han aparecido por evolucin a partir de especies precedentes, o, como algunos pocos sostienen, por creacin separada y especial.34

    Los eones que manejaban los gelogos son la m oneda temporal ms preciada por Lovecraft.35 Del mismo modo, la idea sobre la traslacin de la conciencia a travs de las especies, un elemento fundamental de la teora love- craffiana del sujeto que, como veremos, se halla presente en La sombra ms all del tiempo, procede, indudablemente, de las sugerencias propuestas por la teosofa. De hecho, Scott-Elliot se refiere a los cuerpos simiescos que permanecieron luego de la llegada de la ola de vida humana sobre la Tierra en al Cuarta Ronda y postula que sus cuerpos bien pueden no haber sido descartados del

    34 Gould, Charles, Mythical Monsters, London: W. H. Allen & Co. 1886, p. 87. En la misma lnea, cf. Lyell, Charles, The Geological Evidences of the Antiquity o f Man with remarks on theories o f the origin o f species by variation, London: John Murray, 1863. Del mismo modo, para los antecedentes de Cthulhu, hay que referirse al libro, conocido por Lovecraft, de Winchell, Alexander, Sketches o f Creation: A Popular View o f Some of the Grand Conclusions of the Sciences in Reference to the History of Matter and Life, New York: Harper & Bros, 1875. La cita explcita de este ltimo libro puede hallarse en Lovecraft, Howard, Philip, Commonplace Book en Collected Essays vol. 5: Philosophy, Autobiography & Miscellany, edited by S.T. Joshi, New York: Hippocampus Press, 2006, p. 221.35 Tan importante es esta medida temporal que aparece en uno de los pareados citados por Lovecraft como proveniente del mtico y temido libro Necronomicon en La llamada de Cthulhu, en O.C., vol. II, p. 30. Sobre el Necronomicon cf. Harms, Daniel - Gonce III, John Wisdom, The Necronomicon Files. The truth behind the legend, Boston: Red Wheel / Wei- ser, 2003 (1998*).

    38

  • todo; pueden haber sido utilizados con propsitos de reencarnacin para las entidades menos desarrolladas.36 Sin duda, Lovecraft construir, a partir de esta fuente, una de las teoras ms temerarias sobre el sujeto que se hayan pensado en el siglo XX.

    Asimismo, el mtico Libro de Dzyan, la fuente que est en el origen de todas las especulaciones de Helena Blavatsky y de todo el crculo de la teosofa es directamente citado por Lovecraft entre las terribles recopilaciones de secretos y frmulas inmemoriales que el tiempo ha ido sedimentando desde los albores de la humanidad, y aun desde los oscuros das que precedieron a la aparicin del hombre en su relato El morador de las tinieblas, cuando el personaje de Blake encuentra el volumen en la biblioteca de la sacrista al momento de explorar los interiores del lugar.37 As, uniendo las referencias, en El diario de Alonzo Typer, se menciona a la existencia de los lemurianos hace cincuenta millones de aos y se destaca que los seis primeros captulos del Libro de Dzyan anteceden a la Tierra y que ya eran antiguos cuando los seores de Venus vinieron a civilizar nuestro planeta.38

    En este punto, la crtica cientfica contempornea no ha dejado de indagar las fuentes posibles de este texto mi-

    Scott-Elliot, op. cit., p. 21.38 ^0vecraft> El morador de las tinieblas, en O.C., vol. II, p. 398.j, ovcraft, Howard, Philip - Lumley William, The Diary of Alonzo

    en Lovecraft, Howard, Philip, The Horror in the Museum ander Revisions, edicin de Joshi, Sunand Tryambak, Sauk City: Arkham

    House, 1989, pp. 303-322.

    39

  • tolgico creado por Madame Blavatsky y luego ficciona- lizado por Lovecraft. Una de las hiptesis ms fecundas es la que ha avanzado Gershom Scholem, quien sostiene que puede haber muy poca duda [...] de que las famosas estancias del misterioso Libro de Dzyan, en el cual el magnum opus de Madame H.P. Blavatsky, La Doctrina Secreta, est basado, debe algo, tanto en el ttulo como en el contenido, a las pomposas pginas del escrito Zohrico titulado Sifra-Di-TseniuthaV9 La muy plausible hiptesis de Scholem no deja de apuntar a la fuente directa desde la cual Blavatsky pudo haber obtenido un conocimiento del libro religioso judo, esto es, la Kabbala Denudata (1677- 1684) que contiene una traduccin latina del Sifra-Di- Tseniutha.40 El conocimiento, por parte de Blavatsky, de la Kabbala Denudata es indiscutible despus de que ella misma lo declarara en su Isis sin Velo (1877).

    Junto con las fuentes de inspiracin teosfica, Lovecraft utiliz un buen nmero de textos (en muchos casos, probablemente, slo como modos de referencia para la construccin de la ficcin) que van desde el Liber investigationis del pseudo-Geber41 hasta tratados de demonologa como la Daemonolatreia de Remigius.42 Del mismo modo, resul

    39 Scholem, Gershom, Major Trends in Jewish Mysticism, New York: Schocken Books, 1995 (1941*), pp. 398-399.40 Rosenroth, Christian Knorr von, Kabbala denudata seu doctrina Hebraeorum transcendentalis et metaphysica atque theologica, vol II, Frankfurt: B. C. Wust, 1684, pp. 347-385.41 Este libro es mencionado en El caso de Charles Dexter Ward, en O.C. vol. Ill, p. 57. Como lo han sealado los estudiosos, Lovecraft uni aqu dos ttulos independientes, el De Investigatione Perfectionis y el Liber Fornacum.42 Remy, Nicholas, Daemonolatreia libri tres, Francoforti: Officina

    40

  • ta indudable que para la recreacin de un tipo horrible y clandestino de reuniones u orgas43 como las que pueblan alguno de sus escritos, Lovecraft recurri para inspirarse, como l mismo lo menciona, al libro de Margaret Murray sobre el culto del aquelarre.44 Ms all de los efectos de erudicin buscados por Lovecraft con estas referencias, lo importante para nosotros consiste en la transformacin del tradicional entendimiento de la ciencia filolgica que ellas comportan.45

    Palthenii, 1596. Este libro es mencionado en El ceremonial, en O.C., vol. I, p. 343. Lovecraft tambin hace referencia a Del Ro, Martn, Disquisitionum Magicarum Libri Sex, Louvain: Gerardi Rivii, 1599. Este ltimo libro, mencionado en El horror de Red Hook (O.C. vol. I, p. 479) parece haber llegado al conocimiento de Lovecraft a travs de la Encyclopaedia Britannica. En La ciudad sin nombre (O.C. vol.I, p. 203), Lovecraft seala tambin entre los libros con conocimientos demonacos a la obra de Gauthier Metz. Sin embargo, la precisin carece de fundamentacin en el contenido real del libro que Lovecraft probablemente conoci a travs de su aparicin en Baring-Gould, Sabine, Curious Myths o f the Middle Ages, London - Oxford - Cambridge: Revingtons, 1868, vol. 1 , p. 253. Baring-Gould, contrariamente al uso que hace de la mencin Lovecraft, se fundamenta en el texto de Metz para establecer la localizacin legendaria del paraso terrestre en una impenetrable regin de Asia. Cf., no obstante, Metz, Gauthier, Limage du monde. Texte du Manuscrit de la Bibliothque Nationale Fonds Frafais

    574, edicin de O.H. Prior, Lausanne - Paris: Librairie Payot, 1913 (circa 1246). El libro de Metz se basa, a su vez, en Honorius Augusto- unensis. En el mismo relato en el que aparece Gauthier Metz, Lovecraft

    menciona las pesadillas apcrifas de Damascio donde se conservan gmentos de la Bibliotheca de Focio que son citados, asimismo, por el

    r de Providence en su Commonplace Book (Collected Essays, 5, op. cit., p. 226) sin que se sepa, con certeza, cmo Lovecraft lleg

    43 .ener cnocimiento de esta ltima referencia.44 ?Vecra^ tow ard Philip, El horror de Red Hook, en O.C., vol. I, p. 461. Atit,Urra^ I^ ar^aret A*ice> Witch-Cult in Western Europe. A study in 4s jjn,j0P0lgy> Oxford: Clarendon Press, 1921.ci !stado completo de las fuentes eruditas (reales o imaginarias) men-

    a as por Lovecraft pueden encontrarse en el fundamental estudio

    41

  • Del mismo modo, es altamente probable que Lovecraft conociese el mito de la Tierra hueca y, por lo tanto, la geografa sagrada constituida por las ciudades mitolgicas de Agartha y Shambhala.46 En cuanto a Agartha, se trata de una ciudad oculta bajo la superficie terrestre y gobernada por un pontfice soberano, el Brahmatma, de origen etope y de configuraciones casi sobrenaturales. Como seala una las fuentes que han cimentado con mayor persistencia este mito en Occidente, en la superficie y en las entraas de la tierra la extensin real de Agartha desafa el asedio y la constriccin de la profanacin y de la violencia. Sin hablar de Amrica, cuyos subsuelos ignorados le han pertenecido en una remotsima antigedad, en Asia solamente, cerca de medio millar de hombres saben ms o menos acerca de su existencia y de su grandeza. Pero no se encontrar un traidor entre ellos que indique la posicin precisa donde se encuentran su Consejo de Dios y su Consejo de los Dioses, su cabeza pontifical y su corte jurdica.47

    de Carter Lin, H.P. Lovecraft: the books [as annotated by Robert M. Price and S.T. Joshi], en Schweitzer, Darrell (editor), Discovering H.P. Lovecraft, Holicong :Wildside Press, 2001, pp. 107-147.46 El escritor, probablemente, tom contacto con la leyenda de Shambhala por medio de la literatura teosfica. La ciudad es mencionada por Lovecraft en The Diary of Alonzo Typer con la grafa Shamballah. Por cierto, esta literatura teosfica toma su fundamento en una tradicin que remonta, al menos, al Renacimiento y que no podemos rastrear aqu. Otros autores, como Julio Verne, tambin han explorado esta va. Baste recordar, a ttulo de ejemplo, su Voyage au centre de la Terre de 1864.47 DAlveydre, Saint-Yves, Mission de lInde en Europe. Mission de lEurope en Asie. La question du Mahatma et sa solution, Paris: Librairie Dorbon Ain, 1910, p. 28. El propio Lovecraft escribe en El que susurraba en la oscuridad, en O.C., vol. 3, p. 297: en el interior de la tierra hay aberturas que los seres humanos ignoran [...] y hay all mundos enteros de vida

    42

  • Desde luego, esta descripcin marca una interesante similitud con la ciudad oculta - lugar sagrado lo denomina Lovecraft- en la Antrtida que los exploradores encuentran En las montaas de la locura y probablemente haya en Agartha un modelo de inspiracin para esta idea. Del mismo modo, cuando los protagonistas de este relato hallan los bajorrelieves y las estanteras de la antigua civilizacin de los Primordiales, los describen como estanteras para los conjuntos de superficie punteada que constituan sus libros.48 Tambin, en La sombra ms all del tiempo, se habla de bibliotecas que albergaban volmenes de textos e ilustraciones que contenan los anales completos de la Tierra, historias y descripciones de cuantas especies han existido o existirn, con detallados historiales de sus artes, logros, idiomas y psicologas.49 El paralelismo es inevitable con la biblioteca de Agartha acerca de la cual DAlveydre escribe: las bibliotecas que encierran el verdadero cuerpo de todas las artes y de todas las ciencias antiguas desde hace quinientos cincuenta y seis siglos, son inaccesibles a toda mirada profana y a todo atentado. Slo puede encontrrselas en las entraas de la tierra.50

    conocida: Kn-yan, de luz azul; Yoth, de luz roja; y Nkai, negro y si

  • En efecto, el libro de DAlveydre no careca de precedentes51 y, luego, sera legendariamente probado por la posteriormente desacreditada expedicin del cientfico polaco Ferdinand Ossendowski52 que cont con la credulidad de Ren Gunon quien tambin escribi sobre Agartha considerndola en un plano ms simblico que real.53 Por cierto, la historia de Agartha es inseparable de la correspondiente a Shambhala, como no dejara de subrayarlo Raymond Bernard.54

    Por cierto, estas fuentes que Lovecraft obtiene de la teosofa no implican, en absoluto, que su interpretacin que

    51 Jacolliot, Louis, Le Fils de Dieu, Paris: Lacroix, 1873.52 Ossendowski, Ferdinand, Beasts, men and gods, New York: E.P. Dutton & company, 1922.53 Bernard, Raymond, Agartha. The Subterranean World: Mokelumne Hill: Health Research, 1960. Gunon, Ren, Le Roi du Monde, Paris: Ga- llimard, 1927. Desde el inicio de su libro, Gunon respalda la expedicin de Ossendowski y se adentra en la exgesis de lo que considera, siguiendo al explorador polaco, el misterio de los misterios concerniente al sacro poder regio.54 Sobre la historia de ambas ciudades y la construccin histrica de su mitologa, es hoy fundamental el libro de Godwin Joscelyn, Arktos: The Polar Myth in Science, Symbolism and Nazi Survival, Kempton: Adventures Unlimited Press, 1996. Resulta interesante recordar aqu que, muchas de las temticas teosficas y lovecraftianas abordadas en este captulo, han tenido una prolongacin en escritores latinoamericanos como, por ejemplo, el explorador y diplomtico neonazi chileno Miguel Serrano quien edific buena parte de su obra sobre este edificio mitolgico. Cf. por ejemplo Serrano, Miguel, Ni por mar ni por tierra, Buenos Aires: Kier, 1979, p. 18: el viaje aqu comenzado debi terminar en los hielos de la Antrtida, en busca del misterioso oasis primordial. O bien, en la p. 142: La Lemuria no fue destruida por el agua sino por el fuego. Los volcanes vomitaron su lava y torrentes encendidos sepultaron las efigies y los templos [...] Los Titanes de la Luna era andrginos. Slo con el fuego pudo romperse la unidad y separarse los sexos [...] La Atlntida y nuestra tierra actual fueron y sern destruidas de la misma suerte.

    44

  • de circunscrita a los lmites que le impona el material. Al contrario, no slo todo el abordaje teosfico tena una tendencia espiritualista ajena al universo de Lovecraft sino que, adems, se hallaba orientado por un desidertum an- trpico de primer orden, esto es, todas las fuerzas csmicas, todas las Razas, todos los seres estelares, en la teosofa, estn colocados al servicio de la antropognesis y de su explicacin. En otras palabras, en la teosofa la cosmogona es una forma de intelligent design destinado a confundirse, punto por punto, con la antropologa. Nada podra estar ms alejado de la perspectiva lovecraffiana.

    Para el escritor de Providence, siempre debemos recordar que el espacio no tiene lmites; que las ilimitadas extensiones de vacancia se extienden infinitamente ms all de nuestra vista o comprensin, quiz ms all de la aparente regin del ter luminoso y ms all del control de las leyes del movimiento y de la gravitacin. Qu mente puede aventurarse a describir esos remotos mbitos donde la forma, las dimensiones, la materia y la energa pueden todas estar sujetas a modificaciones nunca soadas y a manifestaciones grotescas? Todo lo que conocemos, vemos, soamos o imaginamos, es menos que un grano de polvo en el infinito. Es virtualmente nada, o en el mejor de los casos no ms que un punto matemtico. 55

    Est claro entonces: donde la teosofa buscaba la en-la filosofa de

    Lovecraft, Howard Philip, Time and Space, en Collected Essays, op. O't.vol, 5, pp. 30-31.

    ionizacin del hombre y de sus potencias,

    45

  • Lovecraft no encuentra sino un sujeto que coincide meramente con un punto matemtico y, en cuanto tafiad- quiere la plenitud de su insignificancia. Su inexistencia, puede deducirse, no cambiara en nada el orden del universo as como, mutatis mutandis, su existencia slo puede ser atribuida a un azar desprovisto de toda significacin. De esta forma, la Tierra es el asiento oculto de Razas csmicas que desarrollan una larvada guerra civil en las entraas del globo, esperando el momento preciso para tomar el control nuevamente de la superficie del planeta hasta consumirlo por completo, abandonndolo a su ineluctable destino de destruccin.

    La posibilidad de mundos infinitos y yuxtapuestos ya haba sido pensada desde los tiempos de Anaximandro, sin embargo, aqu la Tierra no desempea ningn papel sino completamente contingente y perecedero. Con todo, no es siquiera por una falta o por una injusticia (adika) vinculada a una culpa que el universo desaparecer -com o pensaba Anaximandro- sino simplemente por obra de los procesos naturales del devenir. Por esta razn, la radicalidad de su propsito qued limitada dentro de su concepcin de la multiplicidad de los mundos y del recomienzo perpetuo. En Anaximandro, no existe la extincin absoluta dado que su concepcin jurdico-econmica presupona un acontecer perpetuo del castigo. La vida slo se extingua para poder volver a ser castigada en un nuevo renacer. La muerte anulaba la pena. Se requera un nuevo nacimiento para la reanudacin del ritual de la culpa y el castigo.

    46

  • En Lovecraft, no existe nada semejante.56 En los m undos transfinitos slo aguarda el silencio de la muerte final y la descripcin de cualquier m undo posible est ms all de las leyes conocidas por la fsica ms encumbrada. Por ello las ciudades de los tesofos, fuentes iniciales de su inspiracin, son rpidamente relegadas al catlogo de lo efmero: aqu se extenda una megalopolis palegena, en comparacin con la cual las fabulosas Atlantis y Lemuria, Commoriom y Uzuldaroum, y la Olatho de la tierra de Lomar pertenecen al ahora, no son ni siquiera de ayer; era una megalopolis comparable a blasfemias prehumanas pronunciadas en susurros, blasfemias tales como Valusia, Rlyeh, Ib en la tierra de Mnar, y la Ciudad sin Nombre de la Arabia desierta.57 La blasfemia define aqu a la posibilidad de seres que, proviniendo de ms all del tiempo y del espacio, construyen en la propia Tierra las formas de vida negado- ras de la Humanidad, sociedades ms all de lo social y temporalidades ms all del Tiempo.

    Por esta razn, los rituales invocados por Lovecraft en relatos como El ceremonial no hacen sino situarse en un terreno ms all de toda etnologa posible. Como lo seala

    36 Sobre el punto anterior, cf. el seminal y decisivo estudio de Nietzsche, Friedrich. Die Philosophie im tragischen Zeitalter der Griechen en Werke ln drei Blinden (Herausgegeben von Karl Schlechta). Mnchen: Hanser, 1954, Band 3, p. 367. Asimismo, sobre el sentido de la pluralidad de los Mundos, es importante referirse a Gigon, Olof, Der Ursprung der Grie- chischen Philosophie, Basel: Schwabe & Co., 1968, p. 66: Der Ursprung ,st ein einziger, aber Welten wie die unsrige gibt es noch unzahlige [el M i g e n es nico, pero mundos como el nuestro los hay infinitos].

    Lovecraft, Howard, Philip, En las montaas de la locura, en O.C., VL III, p. 374

    47

  • el escritor, intenta acercarse a un tipo de rito ms antiguo que el gnero humano y destinado a sobrevivirlo.58 En este sentido, toda etnologa es esencialmente antropolgica en tanto y en cuanto presupone que los ritos son de origen humano y encuentran su explicacin en las leyes que sitan la vida comunitaria. Para los rituales lovecraftianos, en cambio, no hay etnologa posible puesto que su alcance cosmolgico sita su origen y eficacia en un estadio de la Tierra donde el Homo sapiens an no haba caminado en su superficie, donde la vida tal y como la conocemos hoy (o la estudiamos en su pasado reconocible por la ciencia) an no haba despertado. De esta forma, se trata de un archi-ritual pero tambin de un ultra-ritual dado que, desaparecida la vida humana, las ceremonias habrn de proseguirse por otras especies, en otros mundos.59 Se trata, en este punto, de honrar las potencias que estn destinadas a aniquilar el propio cosmos, de alimentar las formas de la vida que, necesariamente, conducen a la inercia de la muerte.

    As considerado, el ritualismo no tiene nada de autnticamente humano. Es la forma por excelencia de una pra

    58 Lovecraft, Howard, Philip, El ceremonial, en O.C., vol. I, p. 346.59 Incluso la nocin de especie pierde aqu toda significacin puesto que los rituales lovecraftianos no respetan estas supuestas fronteras biolgicas y todos los ritos suelen tener, justamente, un componente que deshace todos los lmites entre las especies para producir fusiones, metamorfosis y anamorfosis biolgicas de todo tipo hasta el punto en el que se podra afirmar que la trans-especialidad es uno de las condiciones de la eficacia ritual al mismo tiempo que uno de sus objetivos ms insistentemente buscados. El problema de la fusin de especies se presenta con particular complejidad en La sombra sobre Innsmouth, en O.C., vol. II, pp. 235-309.

    48

  • xis exgena al hombre y que, sin saberlo, este adopta como forma propia de su constitucin como ser social. Pero entonces lo social y sus ritos, en su aspecto formal, es la herencia y la huella ms insospechada de que la societas y la communitas no fueron inventos hum anos y de que los hombres slo replican, torpemente, gestos que los preceden en el tiempo y en el espacio csmicos pero que tam - bin los sucedern cuando ya no estn en la faz de la Tierra. Desde el punto de vista del Mito lovecraftiano) una sociedad es la forma ms profundamente inhumana que ha encontrado el hombre para organizar su convivencia. Es la cifra que lo conduce de nuevo a sus orgenes ms all de s mismo pero dentro de un estricto mbito de materialismo cosmolgico.

    De hecho, uno de los rasgos ms sobresalientes de la prosa lovecraftiana (aunque, desde luego, cuenta con antecesores y continuadores) es la postulacin de una filologa histrica, de una ciencia arqueolgica y de una paleo- biologa completamente fantasiosas a prim era vista. De hecho, no cabe duda en cuanto a su carcter espurio (del cual Lovecraft, evidentemente, era plenamente consciente). Sin embargo, esto no soluciona en absoluto el problema sino que, al contrario, cuestiona acaso con ms agudeza que nunca el estatuto de legitimidad de la filologa. Cul es el lmite de lo que puede deducirse de un documento histrico? El Mito, justamente, cuestiona las lecturas tradicionales que los fillogos suelen realizar de los textos antiguos. All donde los fillogos creen encontrar meras creencias,

    49

  • ideologas o mitologemas, Lovecraft seala indicios de realidades existentes, de cultos secretos, de remotos habitantes j^rehumanos y csmicos que precedieron al hombre en su deambular por la Tierra.

    En buena medida, Lovecraft retoma y radicaliza el gesto que haba definido a la ciencia de los textos antiguos antes de la llegada de la filologa histrico-critica alemana del siglo XIX (donde Gottfried Hermann y Karl Lachmann son dos nombres de peso) cuyo paradigma habra de m odelar, en buena medida, los procedimientos de la disciplina hasta la actualidad. Las transgresiones a estas normas siempre se pagaron a un muy alto precio. Baste recordar, simplemente, la polmica que desat El nacimiento de la tragedia de Nietzsche a partir de Willamowitz-Mollendorf (quien probablemente se hallaba atizado por Rudolf Schll) y que acus al por entonces joven Nietzsche de apstol y metafsico y a sus propuestas tericas de genialidad quimrica e insolencia.60

    Evidentemente, al lado de la filologa fantstica de Lovecraft, las proposiciones de Nietzsche quedan reducidas a la prolijidad de un positivista de ambiciones limitadas. En consecuencia, cmo es posible que esa filologa inventada por Lovecraft despierte tamaas adhesiones en sus lectores? Las explicaciones, desde luego, son abundantes pero aqu slo nos interesa lo que atae a la filologa mis-

    60 Willamowitz-Mollendorf, Ulrich von, Zukunftsphilologie! Eine Erwi- derung afu Friedrich Nietzsches, Ord. Professors der Classischen Philolo- gie zu Basel, Geburt der Tragodie von Ulrich von Willamowitz-Mollendorf, Dr. phil., Berlin: Gebriider Borntraeger, 1872.

  • na. Si la filologa fantstica de Lovecraft resulta tan atractiva, sin duda, se debe al menos, a dos cuestiones de la ms alta importancia. En primer lugar, postula una filologa que no es una ciencia del hombre sino del cosmos infra y supra-humano. Los documentos y los monumentos que el hombre encuentra no son ms que la prueba de su insignificancia ontolgica. La filologa lovecraftiana, entonces, es adecla posible slo en un mundo donde existe y se postula un universo infinito. En ese sentido, la filologa cientfica todava se mueve en el universo cerrado de los antiguos.

    La apertura de la filologa a las potencialidades que abre el carcter infinito y transhumano del universo es la altura a la que Lovecraft pretende llevar las especulaciones histricas. Ciertamente, lo hace slo a travs de la va de la falsificacin y la ficcionalizacin pero de esto, lo repetimos, era consciente Lovecraft que utilizaba estos procedimientos como artificios de su escritura. Lo que debemos retener es el desafo lanzado a la filologa. Es posible que la filologa pueda renovarse a partir de una comprensin completamente diversa del lugar del hombre en el cosmos?

    En segundo lugar, la filologa fantstica de Lovecraft f , deja la puerta abierta al problema de una comprensin nueva de la historia de la poltica y del poder. Tomemos, por ejemplo, una divisa clsica en la definicin del poder so-

    . berano en la poca misma en que Lovecraft escribe sus ficciones. Hacia 1922, el jurista Carl Schmitt enunciaba: es soberano quien decide sobre el estado de excepcin.61 En

    61 Schmitt, Carl, Politische Theologie. V ia Kapitel zur Lehre von der Souvera-

    51

  • la obra del escritor, la soberana es un concepto absolu- tamente imposible (^circunscrib ir al e^acioJiurnano. Las Grandes Razas no slo ejercieron el poder en el pasado sino que lo ejercen el presente. Desde este punto de vista, todo poder humano es temporariamente delegado hasta tanto las poderosas razas csmicas asuman nuevamente el control y el arrasamiento definitivo del planeta.

    ITI -ir.-l -i - L -i .- hit--. ,i-----1----------------------------- 3aArv*p*lJ3$W*S5?8S*

    El gran Cthulhu, por ejemplo, an acta sobre la vida del mundo humano, procurando regresar a su reinado: el gran Cthulhu, sin duda, debi quedar atrapado por el hundimiento, mientras estaba en el interior de su negro abismo, o de lo contrario el mundo estara ahora gritando de miedo y furia. Quin sabe lo que suceder al final? Lo que ha emergido puede hundirse, y lo que se ha hundido puede emerger otra vez. La mayor de las blasfemias espera y suea en las profundidades, y la decadencia circula entre las dbiles ciudades de los hombres. El da llegar.62 El poder de los hombres, ms profundamente an, no es slo contingente debido al carcter temporario de su existencia sobre la Tierra antes de la Sexta Extincin sino que seala, decisivamente, que el poder mismo no pertenece a los hombres sino a las Grandes Razas que dom inanjos secretos csmicos. El poder, en este sentido, pertenece netamente a las capacidades naturales del cosmos, a su despliegue inaudito en dimensiones ms all de la compren-

    nitt, Berlin: Duncker & Humblot, 2004 (1922a), p. 13: Souvern ist, wer ber den Ausnahmezustand entscheidet.62 Lovecraft, Howard, Philip, La llamada de Cthulhu, en O. G, vol. II, p. 47.

    52

  • una modelizacin local tencias que rigen el uni Grandes Razas han alin

    sin humana. En este p

    Por cierto, una vez ms, la leccin que podemos extraer de Lovecraft va ms all de sus fabulosas creaciones literarias y de su escenario intergalctico. Para la filosofa venidera, lo importante es retener las siguientes proposiciones: 1) el poder es intrnsecamente exgeno a la naturaleza hum ana y su ejercicio slo es prosttico para el hombre; 2) el poder es una modelizacin localizada y ontolgicamente disminuida de las potencias naturales del cosmos; 3) si el hombre tiene la capacidad de ejercer el poder, esto es ontolgicamente posible debido a su inclu- sin en el cosmos y no como resultado de una propiedad endgena; 4) una microfsica del poder es inconcebible sin una articulacin con una macrofsica del poder entendido como despliegue del habitar (in)-humano en los abismos de un universo infinito. Si estas proposiciones pueden ser concebidas como el legado de Lovecraft para una teora del poder an por pensarse, estara justificado sostener que el escritor de Providence ha sido uno de los pensadores de lo poltico ms provocativos del siglo XX. Slo que su concepcin no se escribi, more geomtrico, en el lenguaje demostrativo de la teora sino en los pliegues de la ficcin literaria como topos para asentar un diagrama de pensamiento. En este sentido, el dominiumjnundir]g pertenece al hombre. Este slo habita un planeta que le ha sido presta

    53

  • do por azar en un universo al que jams tendr acceso. El Mito, de esta forma, no es ms que la declaracin extrema de la condicin hum ana cuando ya han cado todos los velos del (post)-humanismo.

    54

  • onirarqua y geometras del infinito

    Mucho antes, pero suficientemente cerca, de que Lovecraft comenzase a escribir sus ficciones correspondientes al ciclo de los grandes relatos, tuvo lugar la publicacin, hacia 1900, de una cima del pensamiento del siglo XX: La interpretacin de los sueos de Sigmund Freud. Simbolismo pueril fue la calificacin que Lovecraft atribuy a esta obra del gran psicoanalista viens. Sin embargo, no debe subestimarse el impacto de este libro en la obra de Lovecraft y la polmica, oscura y secreta, que siempre mantuvo con l hasta el final de sus das. En un momento crucial de su argumentacin, Freud invoca la autoridad de Virgilio (Eneida VII, 312); dice el poeta: Flectere si nequeo superos, Acheronta movebo. Sin embargo, las regiones infernales que deben moverse son aqu las mociones pul- sionales frente a los esfuerzos de la conciencia. El mundo de los antiguos dioses es reducido a un complejo donde operan las formaciones de compromiso (Kompromi/Lbildungen) y donde la interpretacin es la va regia de acceso al inconsciente, humano demasiado humano del paciente.63

    3 Freud, Sigmund, Die Traumdeutungen Gesammelte Schriften, Band 2, Leipzig, Wien, Zrich: Intemationaler Psycoanalytischer Verlag, 1925 (1900*), p. 525.

    55

  • Sin duda, esta aproximacin al sueo no poda complacer a Lovecraft.64 No obstante, el discpulo hertico de Freud, Carl Gustav Jung, elabor una teora acerca de los sueos que, con mucho, resulta ms prxima, al menos en apariencia, a las preferencias de nuestro escritor.65 Para Jung, ante todo, el sueo es el modo ms prstino para el conocimiento de la facultad simbolizadora del hombre. Ya el mismo Freud haba desarrollado la nocin de restos arcaicos (archaische berreste) que Jung retomar y que ser fundamental para su teora de los arquetipos. Estos antiguos vestigios, segn Jung, presentan una relacin directa con los ritos y mitos ms primitivos. Desde este punto de vista, los sueos tienen para Jung un origen que slo es parcialmente humano pues dependen tambin de los procesos de la Naturaleza que, para el psiquiatra suizo, se reflejan en las mitologas de la Antigedad o en las fbulas de los bosques primitivos.

    Como es sabido, Jung conceba a los arquetipos como una tendencia hereditaria que posee el alma humana para formar representaciones de motivos mitolgicos que, ms all de las variaciones histricas, no dejan de poseer un pa

    64 Lovecraft, Howard, Philip, In Defense of Dagon, en Collected Essays, op. cit., vol. 5, p. 52: prefiero aterrarme a un tipo de explicacin ms fantstica sobre el mundo de los sueos que las ofrecidas por el Prof. Dr. Sigmund Freud -slo las ilusiones y los misterios insolubles son realmente fascinantes para la imaginacin.65 Sobre la influencia de Carl Gustav Jung en la literatura de Lovecraft cf. Levi St. Amand, Barton, The Roots of Horror in the Fiction ofH.P. Lovecraft, New York: Dragon Press, 1977. Adems, resulta de estimulante inters (aunque diferimos del autor en sus conclusiones), Price, Robert, Jung and Lovecraft on Prehuman Artifacts, Crypt o f Cthulhu, vol. 1 , n5,1982.

    56

  • trn bsico. De all la estrecha relacin entre los arquetipos y los smbolos religiosos pues, tanto uno como otros, tienen la posibilidad de otorgar significado a la vida del ser humano.66 Con todo, el acervo propio de los arquetipos pertenece a la recapitulacin de la entera experiencia humana: lo que Jung estaba proponiendo era una valiente extensin [...] ms all de la memoria individual para abarcar la mayor perteneciente de la Humanidad. Su supo- sicin era que nada de lo que la Humanidad haba alguna vez experimentado estaba verdaderamente perdido [... ] los residuos de las experiencias pasadas haban dejado sus huellas en el inconsciente colectivo.67

    Lovecraft presenta su concepcin del sueo arquet- pico al inicio de El Horror de Dunwich a travs de un extenso y decisivo epgrafe del escritor ingls Charles Lamb: las Gorgonas, las Hidras y las Quimeras, las terribles leyendas de Celaeno y las Arpas [... ] son meras copias, semejanzas; los arquetipos (archetypes) estn dentro de nosotros y son eternos [...] Se remontan hasta antes de que existiera el cuerpo humano. No necesitan siquiera de l,

    66 Jung, Carl Gustav, Symbole und Traumdeutung, en Gesammelte Wer- ke 18, Halbband 1: Das symbolische Leben, Dsseldorf: Patmos-Walter- Verlag, 1981, pp. 199-285 (nos hemos apoyado aqu en este texto de Jung que, por razones cronolgicas, no fue ledo por Lovecraft y que, adems, en su forma actual, fue slo publicado post-mortem en la edicin de sus Obras; sin embargo, dada su sistematicidad estamos autorizados para utilizarlo como un mtodo de comparacin de la concepcin junguiana en su forma ms madura). Para un interesante anlisis de la concepcin junguiana del sueo, cf. Shamdasani, Sonu, Jung and the Making of Modern Psychology. The Dream o f a Science, Cambridge: Cambridge University Press, 2003, pp. 100-162.67 Shamdasani, Sonu, op. cit., p. 233.

  • f porque de todas maneras habran existido. El hecho de que el miedo del cual tratamos aqu sea puramente espiritual

    [...] y que predomine en el perodo de nuestra inocenteinfancia, plantea problemas cuya solucin puede aportarnos m ^ id ea_de^ues^ra^ondicin aulyrior a la llegada al mundo o, cuando menos, un atisbo del tenebroso reino de la pre-existencia.68

    En principio, la cita m uestra cmo Lovecraft poda hacer suya una nocin de arquetipo que no slo tena ascendencia junguiana sino que abrevaba en fuentes comunes, tanto al escritor como al psiclogo, dado que la nocin, como se sabe, al momento de escribir Lovecraft, se hallaba ampliamente expandida en diversos campos del saber desde la filosofa y la literatura hasta la historia natural (de Goethe hasta Geoffroy Saint-Hilaire).69 No obstante, el arquetipo en el escritor de Providence, remonta a un perodo prehumano algo que, en Jung, quiz llevado al extremo podra admitirse. Sin embargo, para el psiclogo, la modelizacin del mundo natural por parte del hombre arcaico desempea un papel fundamental en la conformacin de la simbolizacin arquetpica. En Lovecraft, en cambio, el arquetipo es completamente independiente de toda68 Lovecraft, Howard, Philip, El Horror de Dunwich, en O.C., vol. Ill, p. 187. Aunque Lovecraft no da todos los detalles de la cita, esta proviene de Lamb, Charles, Witches and Other Night-Fears, en Lamb, Charles, The Prose Works, vol. II, London: Edward Moxon, 1836, p. 154.69 Para una interesantsima discusin del problema del arquetipo en su relacin con la analoga y la homologa en el mbito de la historia natural pero que, con mucho, excede ese campo, cf. Owen, Richard, On the Archetype and Homologies o f the Vertebrate Skeleton, London: Richard and John E. Taylor, 1848, especialmente pp. 1-19.

    58

  • formulacin humana y, en rigor, habra existido an si el hombre jams hubiese emergido en la Tierra y continuar vigente an despus de la extincin del ltimo homnido.

    Paxa el materialista que es Lovecraft, esta posibilidad est dada, en principio, por la existencia de la vida no- humana y de civilizaciones intergalcticas que precedieron la llegada del hombre. Sin embargo, el sueo es el lugar privilegiado donde el hombre puede encontrar la. prueba ms completa de esos estadios civilizatorios arcaicos antes de encontrar, como ocurre en los relatos, las ruinas arqueolgicas aterradoras (las cuales, por cierto, no resultan tan eficaces como el sueo en cuanto a la com pletad de la transmisibilidad). En este sentido, el suelo profundo del sueo humano es completamente a-humano (siendo, muchas veces, anti-humano y radicalmente hostil) y se halla poblado de las pruebas fcticas de la historia csmica y pa- leobiolgica de la Tierra y, ms all, del propio universo. Como puede verse, la ambicin desplegada por Lovecraft para el contenido onrico va mucho ms all que las fuentes que le sirvieron como punto de partida.

    As, por ejemplo, en Los sueos en la casa de la b ruja, Walter Gilman, durante sus experiencias onricas, se ve compelido a conocer al Hombre Negro e ir con ellos hasta el trono de Azathoth, en el mismo centro del caos esencial.70 La referencia al Hombre Negro bien podra ser compatible con Nyarlathotep, un mensajero de los Primor-

    70 Lovecraft, Howard, Philip, Los sueos en la casa de la bruja, en O.C., vol. II, p. 323.

    59

  • diales que, segn los continuadores literarios del Mito, est llamado a traer la destruccin final a la Tierra. En cualquier caso, el sueo acta aqu como un polo completamente desligado de las propiedades singulares del sujeto soante o de cualquier componente traumtico reprimido. El sueo ^ es el vehculo a una tierra no slo autnoma respecto del soante sino tambin, y sobre todo, capaz de conducir al sujeto a remotas distancias del cosmos o a recnditos escondrijos del pasado prehumano. Desde este punto de vista, el sueo constituye la va regia de acceso a la verdadera historia universal que la conciencia de los hombres ha ocultado a lo largo de milenios.

    Del mismo modo, el sueo es el modo en que las diversas entidades lovecraftianas actan sobre el mundo humano para influir en su devenir, en su micro-historia factual. Por esta razn, tambin el sueo adquiere, por esta va, una neta significacin poltica. As, el joven Wilcox de La llamada de Cthulhu, al irse a dorm ir tuvo un sueo sin precedentes sobre ciclpeas ciudades de titnicos sillares de piedra y monolitos que alcanzaban el cielo [...] anunciando un horror latente.71 De hecho, en ese sueo, una no-voz le transmita un sonido que, transliterado, arrojaba el siguiente mensaje: en su m orada de Rlyeh, el difunto Cthulhu espera soando.72 En esta especie de dstico

    71 Lovecraft, Howard, Philip, La llamada de Cthulhu, en O.C., vol. II, p. 14.72 Lovecraft, Howard, Philip, La llamada de Cthulhu, en O.C., vol. II, p. 22. En la transcripcin lovecraftiana de la lengua de Cthulhu a partir de los sacerdotes de los pantanos de Luisiana se lee: Ph'nglui mglwnafh Cthulhu / Rlyeh wgahnagl fhtagn.

    60

  • inhumano se revela el procedimiento del gran Cthulhu en particular (y de los Primigenios en general), esto es, la utilizacin del sueo como la va par excellence de la influencia de las entidades no-humanas sobre loa hombres.

    En la onto-biologa lovecraftiana, los Primigenios y los Dioses Externos son inconmensurables respecto de los seres humanos pero, en el mundo de los sueos, se da la zona ontolgica comn, el punto donde confluyen los seres ms radicalmente opuestos entre s, por importancia y distancia de especie. Por lo tanto, el sueo es, en el m undo lovecraftiano, una especie de dominio trans-espacial y trans-temporal donde todos los seres del cosmos pueden coincidir en un letargo comn. Todo ocurre como si el sueo fuese la terra incognita donde todas las fuerzas del cosmos actan unas sobre otras mostrando la ilusin que conlleva todo espacio, todo tiempo y toda historia que son all anulados. Dicha extraterritorialidad onrica, no obstante, no es un lugar neutral ni pacfico: todo lo contrario, m uchas batallas decisivas por el dominio del cosmos acaecen en su seno.

    Por esta razn, el gran Cthulhu ejerce una verdadera (pnirarqu^ un dominio de. la humanidad travs delossue,- os. El objetivo es guiar a los sacerdotes de su culto cuando las estrellas estn en posicin para que, llegado el momento, los Primigenios resuciten para reclamar su seoro sobre la Tierra: esos tiempos sern fcilmente reconocibles, porque entonces la humanidad se habr vuelto como los Primigenios, libre y salvaje, ms all del bien y del mal, dejan-

    61

  • do a un lado la ley y la moral; y todos los hombres gritarn y matarn, y gozarn alegremente.73 Los sueos cobijan, por ello mismo, tambin las potencias de la anarqua y son_ el bastin poltico ltimo sobre el que descansan las aspiraciones de todas las criaturas csmicas y los deseos revueltos de una humanidad planteada por Lovecraft en la fase final de su decadencia.

    Cuando nuestro escritor aborda la cuestin onrica lo hace en estrecha relacin con la geometra espacial y el vector temporal. En Los sueos en la casa de la bruja, se revelan los estudios matemticos de Gilman; el clculo no euclidiano y la fsica cuntica bastan para violentar cualquier cerebro [...] Gilman era de Haverhill, pero slo despus de haber ingresado en el colegio universitario de Arkham empez a asociar sus conocimientos matemticos con las fantsticas leyendas de la magia antigua.74 De hecho, inmediatamente se detallan algunos de los autores de fsica ledos por Gilman: Planck, Heisenberg, Einstein y de Sitter. Como puede verse, en algunos momentos, Lovecraft utiliz las matemticas como un mtodo que formalizaba las experiencias propias de la magia que permita adentrarse en los secretos del universo.

    73 Lovecraft, Howard, Philip, La llamada de Cthulhu, en O.C., vol. II, p. 29. Sin duda las alusiones al estado de naturaleza y a Nietzsche, no son casuales dado que Lovecraft conoca muy bien a filsofos como Hobbes o Nietzsche. Como prueba, baste el erudito (y sarcstico?) texto de Lovecraft, nunca publicado en vida, titulado Some causes of self-immolation, en Collected Essays, op. cit., vol. 5, pp. 77-84, especialmente, p. 78. La filiacin stirneriana del pasaje, aunque sea a travs de Nietzsche, por cierto, tampoco puede ser descartada.74 Lovecraft, Howard Philip, El sueo en la casa de la bruja, en O.C., vol. II, p. 312.

    62

  • La exploracin de las posibilidades literarias de la fsica no era algo estrictamente original de Lovecraft dado que, por ejemplo, en la novela de Edwin Abbott Abbott, Flatland, ya haba sido tratado el problema de la multidi- mensionalidad.75 Sin embargo, el gesto propiamente love- craftiano es tratar de ir ms all de los lmites que la fsica moderna haba establecido para sus propios postulados. Escribe Lovecraft: cualquier ser procedente de un lugar del espacio tridimensional podra sobrevivir probablemente en la cuarta dimensin [...] el tiempo poda no existir en ciertas franjas del espacio, y al entrar y permanecer en ellas se podra conservar la vida y la edad indefinidamente, sin padecer jams el deterioro orgnico, excepto en cantidades insignificantes y como resultado de las visitas al propio planeta o a otros similares. Por ejemplo, se podra pasar a una dimensin sin tiempo y volver a ella tan joven como antes en un perodo remoto de la historia de la Tierra.76

    Al mismo tiempo, las regiones trans-dimensionales son el cobijo precisamente de las entidades ms temidas del universo lovecraftiano: en algn lugar situado ms all de nuestra galaxia, o en las negras vorgines del postrer vaco del caos, en donde reina Azathoth, del demonio- sultn desprovisto de mente.77 De modo que el universo

    75 Abbott Abbott, Edwin, Flatland. A Romance o f Many Dimensions, London: Seeley and Co., 1884. Actualmente, es importante referirse a b edicin acadmica de este libro, con la esdarecedora introduccin de Thomas Banchoff publicada por Princeton University Press en 2005.76 Lovecraft, Howard Philip, El sueo en la casa de la bruja, en O.C., vol. II, pp. 320 y 338.7 Lovecraft, Howard Philip, El sueo en la casa de la bruja, en O.C.,

    63

  • que Lovecraft propone es infinito en grado absoluto. Por ello, las leyes de la relatividad tambin pueden ser suspendidas y se tornan concebibles las multidimensionalidades, algunas de ellas sin tiempo. As, los viajes temporales hacia el futuro y hacia el pasado se vuelven completamente viables y, por ende, el escritor puede permitirse recusar a Einstein: sabe usted que Einstein est equivocado, y que ciertos objetos y fuerzas pueden moverse con una velocidad superior a la de la luz? Con la ayuda apropiada espero viajar hacia atrs y hacia delante en el tiempo, y ver y tocar el pasado remoto y las pocas futuras.78

    Por ello mismo, el espacio aqu concebido no slo va ms all de los lmites de la fsica sino que alberga, como condicin fundamental de su matematicidad abismal, la posibilidad misma de la destruccin de la humanidad. Escribe Lovecraft: era sobre todo una fuerza que no pertenece a la zona que habitamos del espacio sideral, una fuerza que acta, crece y obedece a otras leyes, muy distintas a las que rigen nuestra naturaleza. A ninguno de nosotros se nos ocurre invocar tales seres del exterior, slo lo intentan las personas y los cultos ms abominables [...] unos seres a los que iban a dar forma terrestre para que borraran de la faz de la tierra a la especie hum ana y arrastraran a nuestro planeta, al fondo de algn lugar execrable, para alguna finalidad de naturaleza igualmente maligna.79

    vol. II, p. 347.78 Lovecraft, Howard Philip, El que susurraba en la oscuridad, en O.C., vol. Ill, p. 296.79 Lovecraft, Howard, Philip, El Horror de Dunwich, en O.C., vol. Ill, p. 244.

    64

  • Segn los fundamentos del Mito, las leyes del cosmos descubiertas por la fsica moderna (desde Einstein hasta la mecnica cuntica) son slo un fragmento posible de las numerosas leyes que an restan por descubrir en zonas inimaginables de un universo infinito que se rige por principios cosmolgicos completamente desconocidos, hasta el presente, por la ciencia humana.80 De todos modos, la teora general del Mito lovecraftiano sostiene la absoluta interaccin entras todas las regiones del Cosmos infinito, con lo cual, los pasajes constantes de universos y dimensiones se torna no slo una realidad dentro del mitologema sino que, adems, comporta la raz de todos los peligros pues el Cosmos ha dejado de tener cualquier significacin acogedora para el hombre para transformarse, en cambio, en la fuente de su aniquilacin como especie.

    La misma situacin tiene lugar en la concepcin love- craftiana de la arquitectura de las construcciones ciclpeas de los Primordiales. As por ejemplo, al momento de llegar al lugar donde habita el Gran Cthulhu: como Wilcox hubiera dicho, toda la geometra del lugar era incorrecta

    80 Tal vez el propio Lovecraft se habra sorprendido de que, en la actualidad, algunos cientficos, an minoritarios, tomen en cuenta ciertos problemas que l mismo haba entrevisto. Por cierto, el postulado de la radi- calidad del Mito sigue siendo completamente verdadero an frente a los nuevos horizontes cientficos. Cf. Kaku, Michio, Hyperspace. A Scientific Odyssey Through Parallel Universes, Time Warps, and t