Fundamento Trinitario y Eclesiologico Mision

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    intrnsicamente ligados. (DV 14) Y la verdad profunda de Dios y de la salvacin delhombre que transmite dicha Revelacin, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de todala Revelacin (DV 2) Siendo lo que contiene y lo que ofrece, puesta por escrito bajo lainspiracin del Espritu Santo. (DV 11)

    Toda la economa divina es la obra comn de las tres personas divinas. Porque la Trinidad,del mismo modo que tiene una sola y misma naturaleza, as tambin tiene una sola y mismaoperacin (Cc. de Constantinopla, ao 553: DS 421). "El Padre, el Hijo y el Espritu Santono son tres principios de las criaturas, sino un solo principio" (Cc. de Florencia, ao 1442:DS 1331). Sin embargo, cada persona divina realiza la obra comn segn su propiedad

    personal. As la Iglesia confiesa, siguiendo al Nuevo Testamento (1 Co 8,6): "uno es Dios yPadre de quien proceden todas las cosas, un solo el Seor Jesucristo por el cual son todaslas cosas, y uno el Espritu Santo en quien son todas las cosas (Cc. de Constantinopla II:DS 421). Son, sobre todo, las misiones divinas de la Encarnacin del Hijo y del don delEspritu Santo las que manifiestan las propiedades de las personas divinas. (Cf. Cat.I.C

    258)

    El Padre, quien enva missio

    5. El Padre, que es principio sin principio, del que es engendrado el Hijo y procede el EsprituSanto por el Hijo, nos creo libremente en un acto de excesiva y misericordiosa benignidad,llamndonos a la participacin con El y en El, para su gloria y nuestra felicidad; Justificaeste propsito el amor fontal o caridad en estado puro que dimana de l. (LG 2)Jess ha revelado que Dios es "Padre" en un sentido nuevo: no lo es slo en cuantoCreador; l es eternamente Padre en relacin a su Hijo nico, el cual eternamente es Hijoslo en relacin a su Padre: "Nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conocenadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Mt 11,27). (Cf. Cat.I.C240)

    El Hijo; El enviado del Padre

    6. Cristo Jess fue enviado al mundo como verdadero mediador entre Dios y los hombres. Porser Dios, habita en l corporalmente toda la plenitud de la divinidad. (Col 2,9) segn sunaturaleza humana, nuevo Adn, es constituido cabeza de la humanidad regenerada, llenode gracia y de verdad (Jn 1,14). As pues el Hijo de Dios march por los caminos de laverdadera encarnacin para hacer a los hombres partcipes de de la naturaleza divina;

    siendo rico se hizo pobre por nosotros, para que con su pobreza nosotros nosenriqueciramos. Ms l asumi la entera naturaleza humana cul se encuentra en nosotrosmiserables y pobres, pero sin el pecado. Y de s mismo dijo Cristo (Lc 19,10) (Cf. LG 3)

    En el mismo nombre de Jess (Yeshua en hebreo Dios salva-) expresa su misinsalvfica entre los hombres. Y Cristo (que deriva del hebreo Mesas ungido-) habla desu consagracin o su uncin a travs del Espritu Santo como sacerdote, profeta y rey (Is11,2)

    La consagracin mesinica de Jess manifiesta su misin divina. "Por otra parte eso es lo

    que significa su mismo nombre, porque en el nombre de Cristo est sobre entendido El queha ungido, El que ha sido ungido y la Uncin misma con la que ha sido ungido: El que ha

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    ungido, es el Padre. El que ha sido ungido, es el Hijo, y lo ha sido en el Espritu que es laUncin" (S. Ireneo de Lyon, haer. 3, 18, 3). (Cf. Cat.I.C 438)

    El Espritu Santo, protagonista de la misin

    7. Cristo, envi de parte del Padre al Espritu Santo para que llevara a cabo interiormente suobra salvfica e impulsara a la Iglesia a extenderse a s misma. El Espritu Santo obraba ya,sin duda en el mundo antes de que Cristo fuera glorificado. Sin embargo, el da de

    pentecosts descendi sobre los discpulos para permanecer con ellos para siempre.(Cf. AG 4)

    La misin de Cristo y del Espritu Santo se realiza en la Iglesia, Cuerpo de Cristo y Templodel Espritu Santo. Esta misin conjunta asocia desde ahora a los fieles de Cristo en suComunin con el Padre en el Espritu Santo: El Espritu Santo prepara a los hombres, los

    previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Seor resucitado, lesrecuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurreccin. Les hace

    presente el Misterio de Cristo, sobre todo en la Eucarista para reconciliarlos, paraconducirlos a la Comunin con Dios, para que den "mucho fruto" (Jn 15, 5. 8. 16).(Cf. Cat.I.C 737)

    III

    La iglesia, enviada de Cristo

    8. Para penetrar en el Misterio de la Iglesia, conviene primeramente contemplar su origendentro del designio de la Santsima Trinidad y su realizacin progresiva en la historia.

    "El Padre eterno cre el mundo por una decisin totalmente libre y misteriosa de susabidura y bondad. Decidi elevar a los hombres a la participacin de la vida divina" a lacual llama a todos los hombres en su Hijo: "Dispuso convocar a los creyentes en Cristo enla santa Iglesia". Esta "familia de Dios" se constituye y se realiza gradualmente a lo largode las etapas de la historia humana, segn las disposiciones del Padre: en efecto, la Iglesiaha sido "prefigurada ya desde el origen del mundo y preparada maravillosamente en lahistoria del pueblo de Israel y en la Antigua Alianza; se constituy en los ltimos tiempos,se manifest por la efusin del Espritu y llegar gloriosamente a su plenitud al final de lossiglos" (LG 2).

    9. "El mundo fue creado en orden a la Iglesia" decan los cristianos de los primeros tiempos(Hermas, vis.2, 4,1; cf. Arstides, apol. 16, 6; Justino, apol. 2, 7). Dios cre el mundo enorden a la comunin en su vida divina, "comunin" que se realiza mediante la"convocacin" de los hombres en Cristo, y esta "convocacin" es la Iglesia. La Iglesia es lafinalidad de todas las cosas (San Epifanio, haer. 1,1,5), e incluso las vicisitudes dolorosas

    como la cada de los ngeles y el pecado del hombre, no fueron permitidas por Dios msque como ocasin y medio de desplegar toda la fuerza de su brazo, toda la medida del amor

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    que quera dar al mundo. As como la voluntad de Dios es un acto y se llama mundo, as suintencin es la salvacin de los hombres y se llama Iglesia (Clemente de Alej. paed. 1, 6).(Cf. Cat.I.C 758. 759. 760)

    10.Corresponde al Hijo realizar el plan de Salvacin de su Padre, en la plenitud de lostiempos; ese es el motivo de su "misin" (LG 3; AG 3). "El Seor Jess comenz su Iglesiacon el anuncio de la Buena Noticia, es decir, de la llegada del Reino de Dios prometidodesde haca siglos en las Escrituras" (LG 5). Para cumplir la voluntad del Padre, Cristoinaugur el Reino de los cielos en la tierra. La Iglesia es el Reino de Cristo "presente ya enmisterio" (LG 3). (Cf. Cat.I.C 763).

    El Seor Jess ya desde el principio llam a S a los que l quiso, y design a doce paraque le acompaaran y para enviarlos a predicar (Mc 3, 13). Los apstoles fueron as lasemilla del nuevo Israel, a la vez que el origen de la jerarqua Sagrada. (LG 5) El Seor

    Jess dot a su comunidad de una estructura que permanecer hasta la plena consumacindel Reino. Ante todo est la eleccin de los Doce con Pedro como su Cabeza (Mc 3, 14-15); puesto que representan a las doce tribus de Israel (Mt 19, 28; Lc 22, 30), ellos son loscimientos de la nueva Jerusaln (Ap 21, 12-14). Los Doce (Mc 6, 7) y los otros discpulos(Lc 10,1-2) participan en la misin de Cristo, en su poder, y tambin en su suerte (Mt 10,25; Jn 15, 20). Con todos estos actos, Cristo prepara y edifica su Iglesia. (Cf. Cat.I.C 765)

    11.Por ello incumbe a la Iglesia el deber de propagar la fe y la salvacin de Cristo, tanto envirtud del mandato expreso, que de los Apstoles hered el orden de los Obispos con lacooperacin de los presbteros, juntamente con el sucesor de Pedro, Sumo Pastor de laIglesia, como en virtud de la vida que Cristo infundi en sus miembros "de quien todo elcuerpo, coordinado y unido por los ligamentos en virtud del apoyo, segn la actividad

    propia de cada miembro y obra el crecimiento del cuerpo en orden a su edificacin en elamor" (Ef., 4,16). La misin, pues, de la Iglesia se realiza mediante la actividad por la cual,obediente al mandato de Cristo y movida por la caridad del Espritu Santo, se hace plena yactualmente presente a todos los hombres y pueblos para conducirlos a la fe, la libertad y ala paz de Cristo por el ejemplo de la vida y de la predicacin, por los sacramentos y demsmedios de la gracia, de forma que se les descubra el camino libre y seguro para la plena

    participacin del misterio de Cristo.Siendo as que esta misin contina y desarrolla a lo largo de la historia la misin delmismo Cristo, que fue enviado a evangelizar a los pobres, la Iglesia debe caminar, por

    mocin del Espritu Santo, por el mismo camino que Cristo sigui, es decir, por el caminode la pobreza, de la obediencia, del servicio, y de la inmolacin de s mismo hasta lamuerte, de la que sali victorioso por su resurreccin. Pues as caminaron en la esperanzatodos los Apstoles, que con muchas tribulaciones y sufrimientos completaron lo que faltaa la pasin de Cristo en provecho de su Cuerpo, que es la Iglesia. (Cf. AG 5)

    12.As es manifiesto que la actividad misional fluye ntimamente de la naturaleza misma de laIglesia, cuya fe salvfica propaga, cuya unidad catlica realiza dilatndola, sobre cuyaapostolicidad se sostiene, cuyo afecto colegial de Jerarqua ejercita, cuya santidad testifica,difunde y promueve.La razn de esta actividad misional se basa en la voluntad de Dios, que "quiere que todos

    los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

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    Porque uno es Dios, uno tambin el mediador entre Dios y los hombres, el Hombre CristoJess, que se entreg a s mismo para redencin de todos", "y en ningn otro haysalvacin". Es necesario que todos se conviertan a El, una vez conocido por la predicacindel Evangelio, y a El y a la Iglesia, que es su Cuerpo, se incorporen por el bautismo.

    Por esta actividad misional se glorifica a Dios plenamente, al recibir los hombres,deliberada y cumplidamente, su obra de salvacin, que se complet en Cristo. As se realizapor ella el designio de Dios, al que sirvi Cristo con obediencia y amor para gloria delPadre que lo envi, para que todo el gnero humano forme un solo Pueblo de Dios, seconstituya en Cuerpo de Cristo, se estructure en un templo del Espritu Santo; lo cual, comoexpresin de la concordia fraterna, responde, ciertamente, al anhelo ntimo de todos loshombres. Y as por fin, se cumple verdaderamente el designio del Creador, al hacer alhombre a su imagen y semejanza, cuando todos los que participan de la naturaleza humana,regenerados en Cristo por el Espritu Santo, contemplando unnimes la gloria de Dios,

    puedan decir: "Padre nuestro". (AG. 6. 7)

    13. A la pregunta Para qu la misin? respondemos con la fe y la esperanza de la Iglesia:abrirse al amor de Dios es la verdadera liberacin. En l, slo en l, somos liberados detoda forma de alienacin y extravo, de la esclavitud del poder del pecado y de la muerte.Cristo es verdaderamente nuestra paz (Ef 2, 14), y el amor de Cristo nos apremia (2Cor 5, 14), dando sentido y alegra a nuestra vida. La misin es un problema de fe, es elndice exacto de nuestra fe en Cristo y en su amor por nosotros. se nos ha concedido lagracia de anunciar a los gentiles las inescrutables riquezas de Cristo (Ef 3, 8). La novedadde vida en l es la Buena Nueva para el hombre de todo tiempo: a ella han sidollamados y destinados todos los hombres. De hecho, todos la buscan, aunque a veces demanera confusa, y tienen el derecho a conocer el valor de este don y la posibilidad dealcanzarlo. La Iglesia y, en ella, todo cristiano, no puede esconder ni conservar para s estanovedad y riqueza, recibidas de la divina bondad para ser comunicadas a todos loshombres. (Cf. RM 11)

    En efecto, lo que la Iglesia anuncia al mundo es el Logos de la esperanza (1 Pe 3,15); elhombre necesita la gran esperanza para poder vivir el propio presente, la gran esperanzaque es el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo (Jn13,1).Por eso la Iglesia es misionera en su esencia. No podemos guardar para nosotros las

    palabras de vida eterna que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo: son para todos,para cada hombre. Toda persona de nuestro tiempo, lo sepa o no, necesita este anuncio. El

    Seor mismo, como en los tiempos del profeta Ams, suscita entre los hombres nuevahambre y nueva sed de las palabras del Seor (Am 8,11). Nos corresponde a nosotros laresponsabilidad de transmitir lo que, a su vez, hemos recibido por gracia. (Cf. VD 91)

    He ah por qu la misin, adems de provenir del mandato formal del Seor, deriva de laexigencia profunda de la vida de Dios en nosotros. Quienes han sido incorporados a laIglesia han de considerarse privilegiados y, por ello, mayormente comprometidos entestimoniar la fe y la vida cristiana como servicio a los hermanos y respuesta debida a Dios,recordando que su excelente condicin no deben atribuirla a los mritos propios sino auna gracia singular de Cristo (Cf. RM. 11)

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    IV

    Missio Ad Gentes

    14.El Seor Jess envi a sus Apstoles a todas las personas y pueblos, y a todos los lugaresde la tierra. Por medio de los Apstoles la Iglesia recibi una misin universal, que noconoce confines y concierne a la salvacin en toda su integridad, de conformidad con la

    plenitud de vida que Cristo vino a traer (Jn 10,10); ha sido enviada para manifestar ycomunicar la caridad de Dios a todos los hombres y pueblo.Esta misin es nica, al tener el mismo origen y finalidad; pero en el interior de la Iglesiahay tareas y actividades diversas. Ante todo, se da la actividad misionera que vamos allamar misin ad gentes, con referencia al Decreto conciliar: se trata de una actividad

    primaria de la Iglesia, esencial y nunca concluida. En efecto, la Iglesia no puede sustraersea la perenne misin de llevar el Evangelio a cuantos -y son millones de hombres y mujeres-no conocen todava a Cristo Redentor del hombre. Esta es la responsabilidad msespecficamente misionera que Jess ha confiado y diariamente vuelve a confiar a su

    Iglesia. (Cf. RM 31)Destinatarios de la misin

    La Iglesia no puede limitarse en modo alguno a una pastoral de mantenimiento para losque ya conocen el Evangelio de Cristo. El impulso misionero es una seal clara de lamadurez de una comunidad eclesial. Adems, los Padres han manifestado su firmeconviccin de que la Palabra de Dios es la verdad salvadora que todo hombre necesita encualquier poca. Por eso, el anuncio debe ser explcito. La Iglesia ha de ir hacia todos conla fuerza del Espritu (1 Co 2,5), y seguir defendiendo profticamente el derecho y lalibertad de las personas de escuchar la Palabra de Dios, buscando los medios ms eficaces

    para proclamarla, incluso con riesgo de sufrir persecucin. La Iglesia se siente obligada contodos a anunciar la Palabra que salva (Rm 1,14). (Cf. VD 95)

    15.Las diferencias en cuanto a la actividad dentro de esta misin de la Iglesia, nacen no derazones intrnsecas a la misin misma, sino de las diversas circunstancias en las que sta sedesarrolla. Mirando al mundo actual, desde el punto de vista de la evangelizacin, se

    pueden distinguir tres situaciones.En primer lugar, aquella a la cual se dirige la actividad misionera de la Iglesia: pueblos,grupos humanos, contextos socioculturales donde Cristo y su Evangelio no son conocidos,o donde faltan comunidades cristianas suficientemente maduras como para poder encarnarla fe en el propio ambiente y anunciarla a otros grupos. Esta es propiamente la misin ad

    gentes.Hay tambin comunidades cristianas con estructuras eclesiales adecuadas y slidas; tienenun gran fervor de fe y de vida; irradian el testimonio del Evangelio en su ambiente ysienten el compromiso de la misin universal. En ellas se desarrolla la actividad o atencin

    pastoral de la Iglesia.Se da, por ltimo, una situacin intermedia, especialmente en los pases de antiguacristiandad, pero a veces tambin en las Iglesias ms jvenes, donde grupos enteros de

    bautizados han perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya comomiembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio. En estecaso es necesaria una nueva evangelizacin o reevangelizacin. (RM 33)

    16.La misin ad gentes tiene ante s una tarea inmensa que de ningn modo est en vas deextincin. Al contrario, bien sea bajo el punto de vista numrico por el aumento

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    demogrfico, o bien bajo el punto de vista sociocultural por el surgir de nuevas relaciones,comunicaciones y cambios de situaciones, parece destinada hacia horizontes todava msamplios. La tarea de anunciar a Jesucristo a todos los pueblos se presenta inmensa ydesproporcionada respecto a las fuerzas humanas de la Iglesia.Las dificultades parecen insuperables y podran desanimar, si se tratara de una obra

    meramente humana. En algunos pases est prohibida la entrada de misioneros; en otros,est prohibida no slo la evangelizacin, sino tambin la conversin e incluso el cultocristiano. En otros lugares los obstculos son de tipo cultural: la transmisin del mensajeevanglico resulta insignificante o incomprensible, y la conversin est considerada comoun abandono del propio pueblo y cultura.

    No faltan tampoco dificultades internas al Pueblo de Dios, las cuales son ciertamente lasms dolorosas. Mi predecesor Pablo VI sealaba, en primer lugar, la falta de fervor, tantoms grave cuanto que viene de dentro. Dicha falta de fervor se manifiesta en la fatiga ydesilusin, en la acomodacin al ambiente y en el desinters, y sobre todo en la falta dealegra y de esperanza

    Grandes obstculos para la actividad misionera de la Iglesia son tambin las divisionespasadas y presentes entre los cristianos, la descristianizacin de pases cristianos, ladisminucin de las vocaciones al apostolado, los antitestimonios de fieles que en su vida nosiguen el ejemplo de Cristo. Pero una de las razones ms graves del escaso inters por elcompromiso misionero es la mentalidad indiferente, ampliamente difundida, por desgracia,incluso entre los cristianos, enraizada a menudo en concepciones teolgicas no correctas ymarcada por un relativismo religioso que termina por pensar que una religin vale laotra. Podemos aadir como deca el mismo Pontfice que no faltan tampocopretextos que parecen oponerse a la evangelizacin. Los ms insidiosos son ciertamenteaquellos para cuya justificacin se quieren emplear ciertas enseanzas del Concilio.

    Las dificultades internas y externas no deben hacernos pesimistas o inactivos. Lo quecuentaaqu como en todo sector de la vida cristiana es la confianza que brota de la fe,o sea, de la certeza de que no somos nosotros los protagonistas de la misin, sino Jesucristoy su Espritu. Nosotros nicamente somos colaboradores y, cuando hayamos hecho todo loque hemos podido, debemos decir: Siervos intiles somos; hemos hecho lo que debamoshacer (Lc 17, 10). (Cf. RM 35.36)

    17.El inmenso horizonte de la misin eclesial, la complejidad de la situacin actual, requierenhoy nuevas formas para poder comunicar eficazmente la Palabra de Dios. El Espritu Santo,

    protagonista de toda evangelizacin, nunca dejar de guiar a la Iglesia de Cristo en este

    cometido. Sin embargo, es importante que toda modalidad de anuncio tenga presente, antetodo, la intrnseca relacin entre comunicacin de la Palabra de Dios y testimonio cristiano.De esto depende la credibilidad misma del anuncio. Por una parte, se necesita la Palabraque comunique todo lo que el Seor mismo nos ha dicho. Por otra, es indispensable que,con el testimonio, se d credibilidad a esta Palabra, para que no aparezca como una bellafilosofa o utopa, sino ms bien como algo que se puede vivir y que hace vivir. Estareciprocidad entre Palabra y testimonio vuelve a reflejar el modo con el que Dios mismo seha comunicado a travs de la encarnacin de su Verbo. La Palabra de Dios llega a loshombres por el encuentro con testigos que la hacen presente y viva. De modo particular,las nuevas generaciones necesitan ser introducidas a la Palabra de Dios a travs delencuentro y el testimonio autntico del adulto, la influencia positiva de los amigos y la gran

    familia de la comunidad eclesial.

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    Hay una estrecha relacin entre el testimonio de la Escritura, como afirmacin de laPalabra que Dios pronuncia por s mismo, y el testimonio de vida de los creyentes. Unoimplica y lleva al otro. El testimonio cristiano comunica la Palabra confirmada por laEscritura. La Escritura, a su vez, explica el testimonio que los cristianos estn llamados adar con la propia vida. De este modo, quienes encuentran testigos crebles del Evangelio se

    ven movidos as a constatar la eficacia de la Palabra de Dios en quienes la acogen.(Cf. VD 97)

    Conclusin

    Es por tanto, menester resaltar la obediencia a los santos padres que nos exhortan a estaactividad misionera; Pero principalmente al Padre, que envi a su unignito para que seencarnase en el ceno virginal de una galilea prometida con un descendiente de David, aligual que ella. (Lc 1, 26-27) Y que luego de anunciar el Reino, de Ser el mismo Reino entrelos hombres (Lc 16, 16) y elevarse en la cruz y elevarnos con l (Jn 12, 32) para que consu preciossima sangre fusemos lavados del pecado y para que con su descenso a losinfiernos fusemos enaltecidos con l para gloria de Dios padre, por su voluntad propiaunida a la del Padre en obediencia extrema (Lc 22, 42) a pesar de su condicin humana, enla que no por ser Dios no intervinieron todas nuestras miserias excepto el pecado. (Fil 2, 6-11) y que en su cuerpo glorioso exhort a sus discpulos a anunciar el Reino por lasnaciones (Mt 28, 19) y que desde pentecosts esto fue concretado con la ayuda del parclitoque l mismo prometi y envi a travs del Padre (Hch. 2, 1-4)

    Por eso, animados por el Espritu Santo que es protagonista de la misin debemos

    animarnos a ser fieles al mandato y envo de Cristo que an hoy resuena sealando a cadacorazn que no le conoce. Cmo l fue fiel, obediente al Padre y en el cumplimiento de suvoluntad dio culmen a la historia de Salvacin, restaurando nuestra amistad con l.Es adems, grato recordar las palabras exhortativas de los obispos que animados por elimpulso del Espritu Santo, sealan la alegra y el compromiso con la misin, con elanuncio y la vivencia del Reino.

    En el encuentro con Cristo queremos expresar la alegra de ser discpulos del Seor y dehaber sido enviados con el tesoro del Evangelio. Ser cristiano no es una carga sino un don:Dios Padre nos ha bendecido en Jesucristo su Hijo, Salvador del mundo.

    La alegra que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo, a quien reconocemos como elHijo de Dios encarnado y redentor, deseamos que llegue a todos los hombres y mujeresheridos por las adversidades; deseamos que la alegra de la buena noticia del Reino deDios, de Jesucristo vencedor del pecado y de la muerte, llegue a todos cuantos yacen al

    borde del camino, pidiendo limosna y compasin (Lc 10, 29-37; 18, 25-43). La alegra deldiscpulo es antdoto frente a un mundo atemorizado por el futuro y agobiado por laviolencia y el odio. La alegra del discpulo no es un sentimiento de bienestar egosta sinouna certeza que brota de la fe, que serena el corazn y capacita para anunciar la buenanoticia del amor de Dios. Conocer a Jess es el mejor regalo que puede recibir cualquier

    persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo aconocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo. (Cf. Ap 28. 29)

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