Gastón Gutiérrez - Los Intelectuales Judíos y El Giro Conservador en La Historia

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Artículo que trata sobre el giro político e ideológico de los intelectuales judíos durante el siglo XX

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    Gastn GutirrezComit de redaccin.

    Imgenes El libro comienza con el relato de una imagen

    reveladora: Len Trotsky y Karl Radek asisten en 1917 a una reunin en Brest-Litovsk como representantes de la revolucin rusa, escan-dalizando a los diplomticos del imperialismo alemn, no tanto porque la poltica bolchevi-que desnudaba la diplomacia secreta entre los Estados imperialistas, sino especialmente por-que la presencia de dos parias judos les re-pugnaba. Con esta imagen como referencia, Traverso seala que para encontrar un acon-tecimiento similar en nuestros das habra que imaginar la entrada de una delegacin de Al Qaeda en una cumbre del G8; all los parias estaran formalmente por fuera del marco ci-vilizatorio. A pesar del agudo contraste entre la poltica revolucionaria bolchevique y el is-lamismo poltico reaccionario1, el efecto sera sin dudas comparable.

    El relato siguiente de la introduccin del libro se sita medio siglo despus y vemos a Henry

    Fotomontaje: Carmen Torrieri

    Kissinger en 1973, miembro del gobierno de Ni-xon, firmando el tratado de paz con Vietnam. All un judo poda representar la contrarre-volucin, el napalm y los golpes de Estado en Amrica Latina. Trotsky y Kissinger, arquetipos del judo revolucionario y del judo contrarre-volucionario, seran caractersticos de dos pe-riodos histricos muy diferentes en donde el lugar del judo se habra alterado notablemente. Estos paradigmas antinmicos del intelectual de procedencia juda son tomados por Traverso para ilustrar una mutacin histrica.

    Una reversin paradjicaLa tesis de El final de la modernidad juda.

    Historia de un giro conservador2, de Enzo Tra-verso, es que el perodo de la Ilustracin en la historia juda, que arranca en el periodo de la Emancipacin y el Decreto de la Asamblea Na-cional francesa de 1791, y que supuso la sali-da de los judos de los muros del particularismo para insertarse en el mundo, lleg a su fin con

    el Holocausto. Desde entonces, asistimos a un declive conservador y a una resolucin reac-cionaria de la cuestin juda cercenada en la conformacin del Estado colonialista de Is-rael; produciendo, a su vez, la aparicin de una cuestin palestina que reproduce las mismas condiciones parias que eran propias de aque-lla. Como seala el autor: La modernidad ju-da, por consiguiente, ha agotado su trayectoria. Despus de haber sido el principal foco del pen-samiento crtico del mundo occidental en la poca en la que Europa era el centro de ste. Los judos se encuentran hoy, por una suerte de reversin paradjica, en el corazn de sus dis-positivos de dominacin3.

    El propsito de Traverso es dar cuenta tanto de aquellos aspectos de un legado crtico de la mo-dernidad juda que le permitan explicar su rol activo en el pensamiento de la primera mitad del siglo XX, como de aquellos elementos que llevaron a esta reversin y situarlos en el con-texto de la historia. El inters de Traverso en la

    Los intelectuales judos y el giro conservador de la historia

    A propsito de El final de la modernidad juda de Enzo Traverso

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    reverso crtico que acompa el desarrollo ca-pitalista durante el tiempo en que se mantuvo la condicin de no-reconocimiento por parte de la sociedad. Si repasamos las caractersticas del pueblo de la dispora, como el cosmopolitismo, la ausencia de lazos nacionales, el carcter ur-bano, la des-territorializacin, el textualismo, el manejo del mercado dinerario, la comunica-cin, la movilidad y circulacin a travs de cul-turas diversas y la especializacin intelectual y la facilidad hacia la abstraccin, es difcil ne-gar que stas mantienen una afinidad electiva con la economa mercantil. No por nada en los imperios del siglo XIX que contenan diversas nacionalidades en su seno y eran por lo tanto pluriculturales, plurirreligiosos y multilingsti-cos, la cuestin juda pareci adaptarse me-jor a las mismas condiciones comunes de otras opresiones religiosas o nacionales. Por el con-trario, estos judos mercuriales (extranjeros y mviles) se vieron perjudicados con el auge de los nacionalismos apolneos (sedentarios y guerreros) que protagonizaron la emergencia de los Estados-nacin, lo que les signific a los ju-dos volver a aparecer como un cuerpo extrao, cuya posicin fue marginalizada nuevamente. El trmino antisemitismo apareci entonces en la historia precisamente en la dcada de 1880, conjuntamente con el auge colonialista, el ra-cismo y el comienzo del imperialismo. Si por un lado, con la emancipacin los judos fueron puestos en el centro de la modernidad capitalis-ta, el mismo desarrollo de sta los circunscribi a una minora con determinadas caractersti-cas que la hacan susceptible de formar parte de la lite, de la cual a su vez eran rechazados en la mayora de los escenarios nacionales. Es-ta semntica ambigua de la condicin juda mo-derna se desarrollaba a su vez en un contexto producido en el desarrollo desigual y combina-do de la historia europea del siglo XIX y XX, que sumado al fenmeno migratorio del este al oeste, produjo una generacin intelectual alie-nada de una consagracin adecuada a sus ex-pectativas en los marcos del sistema. Mientras que el sionismo buscaba normalizar el pue-blo judo como un Estado, una nacin, una so-berana, sern los mismos atributos propios de esta semntica ambigua, de un pueblo que no es un pueblo nacin, los que, paradjicamen-te, formarn el sustrato de una posicin privi-legiada para desarrollar el pensamiento crtico. En los contextos en que pudieron desarrollarse, aunque sea parcialmente, renov el pensamien-to del siglo en una zaga de figuras compuesta apenas por Proust, Kafka, Freud, Chagall, Marx, Rosa Luxemburgo, Trotsky, Simmel, Durkheim,

    Einstein, Schnberg, Adorno o Benjamin. De ah que un lugar destacado de la investigacin de Traverso sean las diferentes actitudes intelec-tuales que surcan el fenmeno de la moderni-dad juda6. Citando el interrogante de Veblen de por qu los judos han aportado ms que nadie a la vida intelectual de la Europa moderna, Tra-verso quiere recuperar la figura de los judos-no judos, como los denomin Isaac Deustcher, porque ellos componen una voz disonante de la modernidad capitalista. Herejes que tienen una larga prosapia, desde Spinoza, Heine o Marx, y caractersticas comunes: cosmopolitismo, ates-mo, inconformismo poltico y marginalidad social. Representantes o herederos de una ilus-tracin radical, los judos no judos se enmar-can para Traverso en la implosin del mundo judo tradicional y el ascenso del antisemitismo moderno (que) fueron las premisas de su sur-gimiento, lo que implicaba una doble supera-cin: por una parte el alejamiento del judasmo, que se hizo necesario ante la fisura radical que se abra entre la tradicin juda y la moderni-dad; por otra, la superacin de las identidades y las culturas nacionales que rechazaban la alte-ridad juda. De algn modo para Deustcher es-ta manera de mantenerse vinculado a lo judo tena puntos de contacto con el marranismo espaol y portugus de los orgenes de la mo-dernidad que buscaba sortear las prohibiciones de profesar la fe por parte del catolicismo, pero cuando poda volver a convertirse ya no poda encontrar lugar en la vida confesional por es-tar abiertos a una vida cosmopolita. Su judas-mo era existencial y crecientemente adoptaba perspectivas profanas, seculares o innamentis-tas (Spinoza). De ah emergen los primeros ju-dos no judos que anunciaban la salida del culto y la emancipacin poltica. Con el tiempo esta figura alejada de su comunidad de origen, pero que comparte las penurias de la misma, pa-sa a ser vocero de una especie de cosmopoli-tismo posnacional que se traducir de diversos modos en la historia. En los comienzos del siglo XIX, como humanismo y democracia radical y, posteriormente, como internacionalismo prole-tario y comunismo7. Desde ya que esa tradicin compartir las vicisitudes comunes al movi-miento revolucionario de entreguerras.

    Una mutacin conservadoraTraverso seala que adems del modelo orien-

    tal del judasmo paria (exclusin social y poltica) y del modelo alemn (integrado eco-nmicamente, asimilado culturalmente, pero excluido polticamente) hay que considerar un tercer modelo, el de los judos de Estado de

    historia juda est alejado de cualquier preocu-pacin teolgica, es un investigador especialista en el tema, que aprendi a leer el yiddish pero solo porque la historia juda del siglo XX no es ms que un prisma a travs del cual podemos leer la historia del mundo4. Elabor su tesis Los marxistas y la cuestin juda (1989) bajo la di-reccin de Michael Lwy (autor por su parte de Redencin y utopa. El judasmo libertario en Europa central) pasando revista a la larga histo-ria que va del conocido texto de Marx de 1843 a La concepcin materialista de la cuestin ju-da del joven trotskista belga Abraham Len en 1943 (asesinado luego en Auschwitz en 1944). Su tesis describa la historia de la intelligentsia marxista-juda de Europa central y oriental, y el final del movimiento obrero judo en Europa cu-yo ltimo acto es la insurreccin del gueto de Varsovia. En este nuevo libro Traverso se propo-ne realizar un marco interpretativo del pronun-ciado giro producido en las dcadas siguientes. Los 7 captulos que lo componen ofrecen una periodizacin de esta etapa de la historia juda, que abarca los dos siglos entre 1750 y 1950, y el periodo posterior que se contina hasta nues-tros das; una tipificacin de los distintos mo-dos de ser judo prevalecientes en la Europa moderna, comparando las diferentes trayecto-rias nacionales de la dispora juda y los despla-zamientos continentales que tendrn lugar en el siglo XX; la reconstruccin de los diferentes momentos intelectuales y las oposiciones entre figuras revolucionarias, reaccionarias y republi-canas en el ciclo de la intelectualidad juda; y, por ltimo, propone una mirada desde el pre-sente hacia las metamorfosis de la judeofobia en islamofobia como principal racismo de nuestros das. El libro no se presenta como una historia lineal, las piezas que componen cada uno de los captulos del libro, siguen el mtodo historiogr-fico de Traverso que intenta ser un aporte a una historia intelectual inserta dentro de una histo-ria general, compuesta de mltiples influencias y, por lo tanto, alejada de cualquier reduccionis-mo textualista. Apegado a los aportes de la his-toria conceptual, Traverso, en parte influenciado por su formacin en el marxismo, sigue sus pro-pias reglas de composicin histrica: contex-tualizacin, historicismo crtico, comparatismo histrico, conceptualizacin y una lectura com-prometida desde el presente, que se propone se-guir los preceptos de Walter Benjamin5.

    Una semntica ambigua La posicin con la que Traverso pasa revis-

    ta a los distintos componentes de esta historia, considera que la modernidad juda present un

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    occidente, que se conformaron como una li-te en Francia, Italia y Reino Unido y que sirven para entender el giro conservador. En Fran-cia la adhesin al republicanismo fue su marca y aunque eso no los salv del rgimen de Vi-chy, se mantuvieron fieles al Estado francs, co-mo podemos ver en la trayectoria de Raymond Aron. En Italia los judos de Estado fueron un aliado importante de la formacin del Estado nacional en oposicin a la Iglesia, participaron en las formaciones de derecha e incluso fueron parte del rgimen de Mussolini hasta 1938. En Gran Bretaa el primer ministro Disraeli era un conservador y nacionalista feroz y protagonis-ta de la poltica imperialista hacia las colonias. Comparando las trayectorias nacionales vemos que en todos los casos el ascenso del nacionalis-mo perjudic incluso estas vas de integracin por derecha y que el cataclismo de la II Gue-rra con la barrida nazi por la Europa central, la conquista continental y el genocidio, termi-n desplazando primero hacia EE. UU. y pos-teriormente hacia Israel estas tendencias de integracin con el Estado.

    Para dar cuenta de que ese fenmeno no fue unvoco, Traverso recurrir a Hannah Arendt, porque para l es una figura todava entre dos pocas. Del conjunto de produccin de la fil-sofa poltica, Traverso destaca su oposicin al sionismo y a la formacin colonialista del Esta-do de Israel. Para ella la cuestin juda no po-da encontrar su resolucin en los marcos de un Estado nacional judo, sino en una disociacin entre la forma Estado y el contenido de la na-cionalidad. En esta polmica Arendt reivindica el federalismo de la revolucin rusa y la auto-determinacin de las naciones en su seno, ms all de que ya constitua un principio pisoteado por el estalinismo. Por otro lado, Arendt reivin-dicaba la constitucin de un ejrcito judo para pelear en la II guerra mundial pero no apoyaba la poltica colonialista en Palestina. A propsi-to de esta cuestin, Traverso va ms all y repo-ne la lectura de la Naqba (catstrofe) investigada por Ilan Pappe como una limpieza tnica plani-ficada a la que hay que oponerle el punto de vis-ta del pueblo palestino y el derecho al retorno al territorio y la autodeterminacin nacional en su propio Estado8. Con sus teoras de la democra-cia y del espacio pblico Arendt mantuvo para Traverso las caractersticas del intelectual pa-ria, exiliado, que por flotar libremente (Mann-heim) escapa al hbitus mental dominante y a los estereotipos nacionales. Ese inconformismo

    llevar a que Arendt se interese por los soviets en Hungra del 56 y por Mayo del 68. Aunque su apego a un prisma generalizado de la cues-tin juda capaz de ser resuelta sin atender a la emancipacin social dar un carcter limitado a su crtica, entre otras cosas como le seala Tra-verso, a travs de su incomprensin de la opre-sin racial negra en Norteamrica.

    En sentido divergente al ejemplo de Arendt, las trayectorias de K. Popper y de I. Berlin dan cuenta de cmo el americanismo y el sionismo, respectivamente, fueron las variantes mayori-tarias de asimilacin imperialista de la inte-lectualidad juda consolidando esta mutacin conservadora de manera definitiva. Otro tanto ocurra con los orgenes del neoconservaduris-mo poltico de la mano de Leo Strauss. Del mis-mo modo, rupturas significativas por parte de intelectuales de izquierda produjeron la recon-ciliacin de la derecha y los judos, como ejem-plifican los intelectuales americanos I. Kristol, J. Burnham y otros que pasaron de la crtica an-tiestalinista a un anticomunismo radical y ma-cartista. Esta mutacin se ir consolidando en el transcurso de la guerra fra, y estara muy pre-sente ya en la Guerra de los 6 das de 1967, logrando su momento de consolidacin en el ascenso conservador de los 80. Haba emergi-do as una intelectualidad juda neoconservado-ra que haba transformado el universalismo en occidentalismo.

    Y una metamorfosis La consecuencia de esto es tanto el declive

    del antisemitismo moderno, como una nueva composicin ideolgica racista bajo la forma de la islamofobia. Actualmente el antisemitismo constituye tan slo un residuo de lo que fue, ha perdido legitimidad. Al contrario, se ha exten-dido una religin civil compuesta por la me-moria del Holocausto y los derechos humanos que aparentemente reina en el mundo occiden-tal. Las clases dominantes realizan un ejercicio de memoria del genocidio al mismo tiempo que invaden pases en Medio Oriente y ponen cen-tros de internamiento para los sin papeles. La derecha europea ya no levanta el antisemitis-mo a riesgo de perder toda posibilidad de inter-vencin pblica: En la Europa contempornea el inmigrante asume bsicamente los rasgos del musulmn. La islamofobia desempea en el nuevo racismo el papel que fue antao el de los judos en el antisemitismo9. El retrato del nuevo paria se construye del mismo modo que

    el antiguo: son sus prcticas religiosas, sus cos-tumbres, sus indumentarias, sus costumbres ali-menticias. Para Traverso el dispositivo slo ha realizado una transferencia de objeto, el anti-semitismo, se ha transmutado en islamofobia10.

    Queda algo del judasmo crtico?Traverso culmina el libro reponiendo la com-

    paracin de I. Berlin entre Disraeli y Marx, am-bos outsiders que quisieron liderar, uno a la lite aristocrtica, el otro al proletariado mun-dial. Trayectorias divergentes de la intelectua-lidad juda y al mismo tiempo reflejo de los dilemas de la intelectualidad en relacin con el poder. Si el modelo de Marx fue seguido en la primera mitad del siglo XX, el periodo poste-rior al genocidio abri la va al judasmo del orden. La cuestin juda, analizada por Marx, al no desembocar en una emancipacin univer-sal qued presa de un reconocimiento confor-mista y en muchos casos incluso reaccionario. Traverso culmina citando a E. Said cuando de-cidi presentarse desafiante ante el peridico is-rael Haaretz como el ltimo intelectual judo. Conocer la contribucin de Traverso sobre este giro de las cosas slo puede conducir a la con-clusin de que si el antisemitismo se transfor-m en islamofobia, entonces la causa palestina y por la emancipacin del pueblo rabe en su conjunto es la herencia del judo no judo en nuestros das.

    1. Ver Medio Oriente o la geopoltica del caos de Claudia Cinatti y Resea de Isis el retorno de la Yi-had de Juan Duarte, en IdZ 20.

    2. Enzo Traverso, El final de la modernidad juda. Historia de un giro conservador, Buenos Aires, FCE de Argentina, 2014.

    3. Ibdem, p. 13.

    4. Ibdem, p. 17.

    5. Enzo Traverso, La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX, Buenos Aires, FCE de Argentina, 2012.

    6. Una constante preocupacin de Traverso; ver Gas-tn Gutirrez, Las ideas y las piedras. A propsito de Qu fue de los intelectuales? de Enzo Traverso, IdZ 14, octubre 2014.

    7. Acerca de las vicisitudes de la cuestin juda y su re-solucin profana en Marx ver Daniel Bensad, En y por la historia. Volviendo sobre la cuestin juda, en Volver a La cuestin juda, Barcelona, Gedisa, 2011.

    8. Ilan Pappe, La limpieza tnica de Palestina, Barce-lona, Editorial Crtica, 2008.

    9. Traverso, ob.cit., p. 166.

    10. Ibdem, p. 167.