Guia Cuento Fantastico Barbol U4

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GUÍA DE TRABAJO LENGUAJE Y COMUNICACIÓNNarración fantástica. Unidad 4

BARBOLEntretanto los hobbits corrían tan rápidamente como era posible en la oscuridad y la maraña del bosque, siguiendo el curso del río, hacia el oeste y las pendientes de las montañas, internándose más y más en Fangorn. El miedo a los orcos fue muriendo en ellos poco a poco y aminoraron el paso. De pronto se sintieron invadidos por una curiosa sensación de ahogo, como si el aire se hubiera enrarecido.Al fin Merry se detuvo.-No podemos seguir así -jadeó-. Necesito aire.-Bebamos un trago al menos -dijo Pippin-. Tengo la garganta seca.Se trepó a una gruesa raíz de árbol que bajaba retorciéndose a la corriente y se inclinó y recogió un poco de agua en las manos juntas. El agua era fría y clara y Pippin bebió varias veces. Merry lo siguió. El agua los refrescó y reanimó; se quedaron sentados un rato a orillas del río, moviendo en el agua las piernas y pies doloridos y examinando los árboles que se alzaban en silencio en filas apretadas, hasta perderse todo alrededor en el crepúsculo gris.-Espero que todavía no hayas perdido el rumbo -dijo Pippin, apoyándose en un tronco corpulento-. Podríamos al menos seguir el curso de este río, el Entaguas, o como lo llames, y salir por donde hemos venido.-Podríamos, sí, si las piernas nos ayudan -dijo Merry- y si el aire no nos falta.-Sí, todo es muy oscuro y sofocante aquí -dijo Pippin-. Me recuerda de algún modo la vieja sala de la Gran Morada de los Tuk en los Smials de Tukburgo: una inmensa habitación donde los muebles no se movieron ni se cambiaron durante siglos. Se dice que Tuk el Viejo vivió allí muchos años, y que él y la habitación envejecieron y decayeron juntos. Nadie tocó nada allí desde que él murió, hace ya un siglo. Y el viejo Geronte era mi tatarabuelo, de modo que el cuarto está así desde hace rato. Pero no era nada comparado con la impresión de vejez que da este bosque. ¡Mira todas esas barbas y patillas de líquenes que lloran y se arrastran! Y casi todos los árboles parecen estar cubiertos con unas hojas secas y raídas que nunca han caído. Desaliñados. No alcanzo a imaginar qué aspecto tendrá aquí la primavera, si llega alguna vez; menos aún una limpieza de primavera.-Pero el sol tiene que asomar aquí algunas veces –dijo Merry-. No se parece ni en el aspecto ni en la atmósfera al Bosque Negro según la descripción de Bilbo. Aquel era sombrío y negro, y morada de cosas sombrías y negras. Este es sólo oscuro y terriblemente tupido. No puedes imaginar que vivan animales aquí, o que se queden mucho tiempo.-No, ni hobbits -dijo Pippin-. Y la idea de atravesarlo no me hace ninguna gracia.Nada que comer durante cientos de millas, me parece. ¿Cómo están nuestras provisiones?-Escasas -dijo Merry-. Escapamos sin nada más que dos pequeños paquetes de lembas y abandonamos todo el resto. -Examinaron lo que quedaba de los bizcochos de los elfos: sólo unos pocos pedazos que no durarían más de cinco días. - Y nada con que cubrirnos - dijo Merry-. Pasaremos frío esta noche, no importa por donde vayamos.-Bueno, será mejor que lo decidamos ahora -dijo Pippin-. La mañana estará ya bastante avanzada.En ese mismo momento vieron que una luz amarilla había aparecido un poco más allá: los rayos del sol parecían haber traspasado de pronto la bóveda del bosque.-¡Mira! -dijo Merry-. El sol tiene que haberse ocultado en una nube mientras estábamos bajo los árboles y ahora ha salido otra vez, o ha subido lo suficiente como para echar una mirada por alguna abertura. No es muy lejos, ¡vamos a ver!Pronto descubrieron que el sitio estaba más lejos de lo que habían imaginado. El terreno continuaba elevándose en una empinada pendiente y era cada vez más pedregoso.

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La luz crecía a medida que avanzaban y pronto se encontraron ante una pared de piedra: la falda de una colina o el fin abrupto de alguna larga estribación que venía de las montañas distantes. No había allí ningún árbol y el sol caía de lleno sobre la superficie de piedra.Las ramas de los árboles que crecían al pie de la pared se extendían tiesas e inmóviles, como para recibir el calor. Donde todo les pareciera antes tan avejentado y gris, brillaban ahora los pardos y los ocres y los grises y negros de la corteza, lustrosos como cuero encerado. En las copas de los árboles había un claro resplandor verde, como de hierba nueva, como si una primavera temprana -o una visión fugaz de la primavera- flotara alrededor.En la cara del muro de piedra se veía una especie de escalinata: quizá natural, labrada por las inclemencias del tiempo y el desgaste de la piedra, pues los escalones eran desiguales y toscos. Arriba, casi a la altura de las cimas de los árboles, había una cornisa, debajo de un risco. Nada crecía allí excepto unas pocas hierbas y malezas en el borde y un viejo tronco de árbol donde sólo quedaban dos ramas retorcidas; parecía casi la silueta de un hombre viejo y encorvado que estaba allí de pie, parpadeando a la luz de la mañana.-¡Subamos! dijo Merry alegremente-. ¡Vayamos a respirar un poco de aire fresco y echar una mirada a las cercanías!Treparon por la pared. Si los escalones no eran naturales habían sido labrados para pies más grandes y piernas más largas que los de los hobbits. Se sentían demasiado impacientes y no se detuvieron a pensar cómo era posible que ya hubieran recobrado las fuerzas y que las heridas y lastimaduras del cautiverio hubieran cicatrizado de un modo tan notable. Llegaron al fin al borde de la cornisa, casi al pie del viejo tronco; subieron entonces de un salto y se volvieron dando la espalda a la colina, respirando profundamente y mirando hacia el este. Vieron entonces que se habían internado en el bosque sólo unas tres o cuatro millas: las copas de los árboles descendían por la pendiente hacia la llanura. Allí, cerca de las márgenes del bosque, unas altas volutas de humo negro se alzaban en espiral y venían flotando y ondulando hacia ellos.-El viento está cambiando -dijo Merry-. Sopla otra vez del este. Hace fresco aquí.-Sí –dijo Pippin-. Temo que sólo sean unos rayos pasajeros y que pronto todo sea grisotra vez. ¡Qué lástima! Este viejo bosque hirsuto parecía tan distinto a la luz del sol. Casi me gustaba el lugar.-¡Casi te gustaba el bosque! ¡Muy bien! Una amabilidad nada común -dijo una voz desconocida-. Daos vuelta que quiero veros las caras. Yo casi sentí que no me gustabais, pero no nos apresuremos. ¡Volveos! -Unas manos grandes y nudosas se posaron en los hombros de los hobbits y los obligaron a darse vuelta, gentilmente pero con una fuerza irresistible; dos grandes brazos los alzaron en el aire.Se encontraron entonces mirando una cara de veras extraordinaria. La figura era la de un hombre corpulento, casi de troll, de por lo menos catorce pies de altura, muy robusto, cabeza grande, encajada entre los hombros. Era difícil saber si estaba vestido con una materia que parecía una corteza gris y verde, o si esto era la piel. En todo caso los brazos, a una cierta distancia del tronco, no tenían arrugas y estaban recubiertos de una piel parda y lisa. Los grandes pies tenían siete dedos cada uno. De la parte inferior de la larga cara colgaba una barba gris, abundante, casi ramosa en las raíces, delgada y mohosa en las puntas. Pero en ese momento los hobbits no miraron otra cosa que los ojos. Aquellos ojos profundos los examinaban ahora, lentos y solemnes, pero muy penetrantes. Eran de color castaño, atravesados por una luz verde. Más tarde, Pippin trató a menudo de describir la impresión que le causaron aquellos ojos.-Uno hubiera dicho que había un pozo enorme detrás de los ojos, colmado de siglos de recuerdos y con una larga, lenta y sólida reflexión; pero en la superficie centelleaba el presente: como el sol que centellea en las hojas exteriores de un árbol enorme, o sobre las ondulaciones de un lago muy profundo. No lo sé, pero parecía algo que crecía de la tierra, o que quizá dormía y era a la vez raíz y hojas, tierra y cielo, y que hubiera despertado de pronto y te examinase con la misma lenta atención que había dedicado a sus propios asuntos interiores durante años interminables.-Hrurn, hum -murmuró la voz, profunda como un instrumento de madera de voz muy grave-. ¡Muy curioso en verdad! No te apresures, esa es mi divisa. Pero sí os hubiera visto antes de oír vuestras voces (me gustaron, hermosas vocecitas que me recuerdan algo que no puedo precisar), si os hubiera visto antes de oíros, os habría aplastado en seguida, pues os habría tomado por pequeños orcos, descubriendo tarde mi error. Muy raros sois en verdad.

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¡Raíces y brotes, muy raros!Pippin, aunque todavía muy asombrado, perdió el miedo. Sentía ante aquellos ojos una curiosa incertidumbre, pero ningún temor.-Por favor -dijo-, ¿quién eres? ¿Y qué eres?Una mirada rara asomó entonces a los viejos ojos, una suerte de cautela; los pozos profundos estaban de nuevo cubiertos.-Hrm, bueno -respondió la voz-. En fin, soy un Ent, o así me llaman. Sí, Ent es la palabra. Soy el Ent, podríais decir, en vuestro lenguaje. Algunos me llaman Fangorn, otros Bárbol. Podéis llamarme Bárbol.-¿Un Ent? -dijo Merry-. ¿Qué es eso? ¿Pero qué nombre te das?¿Cómo te llamas en verdad?-¡Hu, veamos! - respondió Bárbol -. ¡Hu! Eso sería decirlo todo! No tan de prisa. Soy yo quien hace las preguntas. Estáis en mi país. ¿Quiénes sois vosotros, me pregunto? No alcanzo a reconocemos. No me parece que estéis en las largas listas que aprendí cuando era joven. Pero eso fue hace muchísimo tiempo y pueden haber hecho nuevas listas.¡Veamos! ¡Veamos! ¿Cómo era?Aprended ahora la ciencia de las criaturas vivientes:Nombrad primero los cuatro, los pueblos libres:los más antiguos, los hijos de los Elfos;el Enano que habita en moradas sombrías;el Ent, nacido de la tierra, viejo como los montes;el Hombre mortal, domador de caballos.»Hm, hm, hm.El castor que construye, el gamo que salta,el oso aficionado a la miel, el jabalí que lucha,el perro hambriento, la liebre temerosa...»Hm, hm.El águila en el aire, el buey en la pradera,el ciervo de corona de cuerno, el balcón el más rápido,el cisne el más blanco, la serpiente la más fría...»Hum, hm, hum, hm, ¿cómo seguía? Rum tum, rum tum, rumti tum tm. Era una larga lista. ¡Pero de todos modos parece que no encajaréis en ningún sitio!-Parece que siempre nos dejaron fuera de las viejas listas y las viejas historias –dijo Merry-. Sin embargo, andamos de un lado a otro desde hace bastante tiempo. Somos hobbits.-¿Por qué no añadir otra línea? -dijo Pippin.Los hobbits medianos, que habitan en agujeros.»Si nos pones entre los cuatro, después del Hombre (la Gente Grande), quizás hayas resuelto el problema.-Hm. No está mal. No está mal -dijo Bárbol-. Podemos hacerlo. Así que habitáis en agujeros, ¿eh? Parece muy bien y adecuado. ¿Quién os llama hobbits, de todos modos? No me parece una palabra élfica. Los elfos crearon todas las palabras antiguas; ellos empezaron.-Nadie nos llama hobbits. Nosotros nos llamamos así a nosotros mismos -dijo Pippin.-Hm, hm. Un momento. No tan de prisa. ¿Os llamáis hobbits a vosotros mismos? Pero no tenéis que decírselo a cualquiera. Pronto estaréis divulgando vuestros verdaderos nombres si no tenéis cuidado.-Eso no nos preocupa -dijo Merry-. En verdad yo soy un Brandigamo, MeriadocBrandigamo, aunque casi todos me llaman Merry.-Y yo soy Tuk, Peregrin Tuk, pero generalmente me llaman Pippin, o aun Pip.-Hm, sois realmente gente apresurada -dijo Bárbol-. Vuestra confianza me honra, pero no tenéis que ser tan francos al principio. Hay ents y ents, ya sabéis; o hay ents y cosas que parecen ents pero no lo son, como diríais vosotros. Os llamaré Merry y Pippin, si os parece bien; bonitos nombres. En cuanto a mí, no os diré cómo me llamo, no por ahora al menos. -Una curiosa sonrisa, como si ocultara algo, pero a la vez de un cierto humor, le asomó a los ojos con un resplandor verde. - Ante todo me llevaría mucho tiempo; mi nombre crece continuamente; de modo que mi

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nombre es como una historia. Los nombres verdaderos os cuentan la historia de quienes los llevan, en mi lenguaje, en el viejo éntico, como podría decirse. Es un lenguaje encantador, pero lleva mucho tiempo decir algo en él, pues nunca decimos nada, excepto cuando vale la pena pasar mucho tiempo hablando y escuchando.

Páginas 44 a 47 del capítulo 4 de “El Señor de los Anillos – Las dos Torres”, Tolkien.

Encierra la letra de la alternativa correcta:

1. ¿Por qué los hobbits llegaron al bosque?a) Porque huían de los orcos.b) Porque temían encontrar un ent.c) Porque creían estar en el Bosque Negro.d) Porque siguieron la huella de sus amigos.

2. ¿Qué les pareció el lugar?a) Bello y enorme.b) Oscuro y sofocante.c) Muy parecido a su hogar.d) Luminoso, pero muy atemorizador.

3. ¿Quiénes nombraron todas las cosas en la antigüedad?a) Los ents.b) Los elfos.c) Los enanos.d) Los orcos.

4. ¿Por qué los hobbits se sintieron angustiados al llegar al bosque?a) Porque temían encontrar un ent.b) Porque el sol se asomaba desde lo alto.c) Porque creían estar en el Bosque Negro.d) Porque había una escalinata que desconocían.

5. ¿A quién encontraron los hobbits en el bosque?a) A un ent.b) A un elfo.c) A un troll.d) A un orco.

6. ¿Por qué Bárbol no aplastó a los hobbits?a) Porque los confundió con elfos.b) Porque le parecieron muy raros.c) Porque era amigo de los hobbits.d) Porque le gustó la voz de los hobbits.

7. ¿A qué género corresponde el texto leído?a) Lírico.b) Poético.c) Narrativo.d) Dramático.