¿Hasta qué punto podemos influir en nuestra salud física

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¿Hasta qué punto podemos influir en nuestra salud física? Nos hemos esforzado mucho por estudiar al ser humano en partes y convertirnos en especialistas de partes. Si bien esto ha dado luz a la humanidad, también ha contribuido a la escisión del conocimiento y por tanto a la falta de integración en todos sentidos. Una de las aportaciones más importantes de los últimos tiempos en el área de la Psicología es sin duda la Cuarta Fuerza, que como dice Hoffman es considerar al ser humano con las cuatro áreas que lo conforman: Físico, Psicológico, Intelectual y Espiritual. De esta manera se toma en cuenta al individuo como un todo en donde estas áreas no están separadas sino forman parte de ella y se influyen recíprocamente. Si nos adentramos un poco a observar lo que sucede en el área de la salud nos percataremos de que los estados emocionales, las presunciones básicas y el estilo de afrontamiento juegan un papel determinante, tanto en la susceptibilidad a la enfermedad como en la recuperación de la misma. En el caso del cáncer, la reacción emocional de profunda desesperanza “dispara” a su vez un conjunto de respuestas fisiológicas que suprimen, y deprimen, las defensas naturales del cuerpo y hacen más susceptible la producción de células anormales. Por otra parte, se sabe que los problemas emocionales afectan el aparato digestivo, ejemplo; disminuyen la secreción biliar, aumentan el ácido clorhídrico. El enojo o la angustia provocan una hiperactividad funcional del colon. En estados de depresión y apatía hay una disminución de todas las funciones del aparato digestivo. Todo esto porque como sabemos las emociones tiene una parte energética, física, que se corporaliza a través de hormonas, descargas eléctricas, cambios y reacciones químicas. Desde hace cientos de años los chinos destacaron cinco emociones primarias, relacionadas con los principales órganos internos: la alegría al corazón, la cólera al hígado, el miedo a los riñones, la tristeza a los pulmones, el pensamiento ansioso al bazo. - El corazón se abre en un clima de alegría, pero demasiada alegría lo hace latir y turba el plexo solar (el área del pecho); - La cólera puede ser una válvula de seguridad para salvaguardar la integridad del hígado, pero la rabia en exceso lo perjudica;

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¿Hasta qué punto podemos influir en nuestra salud física?

Nos hemos esforzado mucho por estudiar al ser humano en partes y convertirnos en especialistas de partes.

Si bien esto ha dado luz a la humanidad, también ha contribuido a la escisión del conocimiento y por tanto a la falta de integración en todos sentidos.

Una de las aportaciones más importantes de los últimos tiempos en el área de la Psicología es sin duda la Cuarta Fuerza, que como dice Hoffman es considerar al ser humano con las cuatro áreas que lo conforman: Físico, Psicológico, Intelectual y Espiritual.  De esta manera se toma en cuenta al individuo como un todo en donde estas áreas no están separadas sino forman parte de ella y se influyen recíprocamente.

Si nos adentramos un poco a observar lo que sucede en el área de la salud nos percataremos de que los estados emocionales, las presunciones básicas y el estilo de afrontamiento juegan un papel determinante, tanto en la susceptibilidad a la enfermedad como en la recuperación de la misma.

En el caso del cáncer, la reacción emocional de profunda desesperanza “dispara” a su vez un conjunto de respuestas fisiológicas que suprimen, y deprimen, las defensas naturales del cuerpo y hacen más susceptible la producción de células anormales.

Por otra parte, se sabe que los problemas emocionales afectan el aparato digestivo, ejemplo; disminuyen la secreción biliar, aumentan el ácido clorhídrico.

El enojo o la angustia provocan una hiperactividad funcional del colon.

En estados de depresión y apatía hay una disminución de todas las funciones del  aparato digestivo.

Todo esto porque como sabemos las emociones tiene una parte energética, física, que se corporaliza a través de hormonas, descargas eléctricas, cambios y reacciones químicas.

Desde hace cientos de años los chinos destacaron cinco emociones primarias, relacionadas con los principales órganos internos: la alegría al corazón, la cólera al hígado, el miedo a los riñones, la tristeza a los pulmones, el pensamiento ansioso al bazo.

- El corazón se abre en un clima de alegría, pero demasiada alegría lo hace latir y turba el plexo solar (el área del pecho);

- La cólera puede ser una válvula de seguridad para salvaguardar la integridad del hígado, pero la rabia en exceso lo perjudica;

- El miedo nos estimula a actuar con prudencia, conservando la energía en los riñones, pero si es desproporcionado e irracional, provoca una pérdida de líquidos y de energía esencial;

- La tristeza favorece la interiorización y la sensibilidad perceptiva útil para los pulmones, pero el exceso o la falta de llanto bloquea el pecho y obstruye las vías respiratorias;

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- La reflexión le sirve al bazo para dar forma a los pensamientos, pero el exceso de preocupación provoca problemas al estómago.

Por lo tanto no existen emociones negativas de por sí, cada una tiene su función para garantizar y favorecer la vida; son las emociones excesivas o crónicamente retenidas las que generan las patologías.

Termino haciendo algunas preguntas de reflexión:

Cuando se trata de falta de salud o de algún malestar ¿Qué atiendo? ¿El cuerpo? ¿El espíritu?  ¿Qué tanto integro la parte intelectual, que se refiere a todos los pensamientos? Y ¿Qué tanto atiendo a la parte emocional?