Hegemonía, Emancipaciones y Políticas de Seguridad en América Latina. Ana Esther Ceceña.

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CECEÑA, Ana Esther: Hegemonía, emancipaciones y políticas de seguridad en América Latina: Dominación, epistemologías insurgentes, territorio y descolonización. Edit. Programa de Democracia y Transformación Global. Lima, 2008. a. Hegemonía y concepción del mundo: Ana Esther Ceceña cree que el problema geopolítico de la contemporaneidad trasciende los límites de un acto terrorista. En efecto, ella cree que la transformación en el “juego de poder” de la geopolítica contemporánea obedece a un conjunto de causas que van más allá del atentado perpetrado contra el World Trade Center el 11 de septiembre del 2001. Esta significación amplia del acontecimiento remite entonces a cierta interpretación según la cual las incursiones militares norteamericanas en el Asia Central tienen que ver con “razones de posicionamiento geoestratégico” diseñadas en el marco de un proyecto de dominación global. De acuerdo con ello, Ceceña plantea que una comprensión adecuada del problema geopolítico contemporáneo sólo se hace posible a partir de un análisis orientado por una clara delimitación del “campo de significación conceptual de la hegemonía” y por una clara diferenciación de la “hegemonía estadounidense” y la “hegemonía capitalista”. Sobre el presente siglo: “A partir del 11 de septiembre del 2001 se hace evidente un cambio en la política internacional que difícilmente podría concebirse como una respuesta al ataque a las Torres Gemelas en New York. El cambio en la orientación, mecanismos, tónica y estilo en el juego del poder que se despliega desde entonces es mucho más profundo de lo previsible para como simple reacción inmediata ante un atentado, aún si este alcanza las dimensiones del ocurrido en el World Trade Center más importante del mundo”. (A.E. Ceceña: 2008; pp. 3). -------------------------------------------------------------- ---------------------------------------------------------- b. El significado conceptual de la hegemonía: En el análisis teórico realizado por Ana Esther Ceceña a propósito del concepto de hegemonía se advierte una concepción que remite al pensamiento de A. Gramsci. En efecto, para Ceceña el significado conceptual de la hegemonía ha experimentado un tránsito desde el lenguaje de la guerra –esto es, como dominación, fuerza y capacidad- hacia su significación revolucionaria en el pensamiento de Gramsci. De la dominación a la emancipación constituye el tránsito del concepto y es justamente éste tránsito lo que permite concebir la construcción de hegemonía como creación de

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CECEÑA, Ana Esther: Hegemonía, emancipaciones y políticas de seguridad en América Latina: Dominación, epistemologías insurgentes, territorio y descolonización. Edit. Programa de Democracia y Transformación Global. Lima, 2008.

a. Hegemonía y concepción del mundo: Ana Esther Ceceña cree que el problema geopolítico de la contemporaneidad trasciende los límites de un acto terrorista. En efecto, ella cree que la transformación en el “juego de poder” de la geopolítica contemporánea obedece a un conjunto de causas que van más allá del atentado perpetrado contra el World Trade Center el 11 de septiembre del 2001. Esta significación amplia del acontecimiento remite entonces a cierta interpretación según la cual las incursiones militares norteamericanas en el Asia Central tienen que ver con “razones de posicionamiento geoestratégico” diseñadas en el marco de un proyecto de dominación global. De acuerdo con ello, Ceceña plantea que una comprensión adecuada del problema geopolítico contemporáneo sólo se hace posible a partir de un análisis orientado por una clara delimitación del “campo de significación conceptual de la hegemonía” y por una clara diferenciación de la “hegemonía estadounidense” y la “hegemonía capitalista”.

Sobre el presente siglo: “A partir del 11 de septiembre del 2001 se hace evidente un cambio en la política internacional que difícilmente podría concebirse como una respuesta al ataque a las Torres Gemelas en New York. El cambio en la orientación, mecanismos, tónica y estilo en el juego del poder que se despliega desde entonces es mucho más profundo de lo previsible para como simple reacción inmediata ante un atentado, aún si este alcanza las dimensiones del ocurrido en el World Trade Center más importante del mundo”. (A.E. Ceceña: 2008; pp. 3).

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b. El significado conceptual de la hegemonía: En el análisis teórico realizado por Ana Esther Ceceña a propósito del concepto de hegemonía se advierte una concepción que remite al pensamiento de A. Gramsci. En efecto, para Ceceña el significado conceptual de la hegemonía ha experimentado un tránsito desde el lenguaje de la guerra –esto es, como dominación, fuerza y capacidad- hacia su significación revolucionaria en el pensamiento de Gramsci. De la dominación a la emancipación constituye el tránsito del concepto y es justamente éste tránsito lo que permite concebir la construcción de hegemonía como creación de “imaginarios y sentidos colectivos”. Es por eso que desde una perspectiva grasmciana la hegemonía, antes que aludir a la toma del poder, alude a una construcción colectiva que otorga un sentido al mundo como totalidad, sentido que se presenta como alternativa frente a la dominación y como desarrollo progresivo del potencial revolucionario. La hegemonía así concebida se despliega ante todo ene le plano del “discurso” en tanto este último es concebido como dispositivo que conecta determianciones subjetivas y condiciones objetivas con relación a un campo social histórico, esto es, como aquel lugar “difuso” donde se manifiesta el “contenido multidimensional del poder”. De acuerdo con éste análisis teórico, el poderío militar y económico resultan insuficientes para sostener un proyecto de dominación. Tales expresiones del poder sólo adquieren

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consistencia a partir de su integración ideológica en el mundo como totalidad, esto es, en un proceso de alienación capaz de reproducir las condiciones subjetivas y objetivas del orden establecido sobre la base de un conjunto estructurado de relaciones de poder. En definitiva, para Ceceña esta particular concepción de la hegemonía trae como consecuencia lógica el que su construcción permanezca siempre atravesada por la dinámica de las luchas sociales –de dominación y de resistencia-, luchas cuyas dimensiones desbordan la “deconstrucción del proceso de trabajo” y remiten a la “comunidad” como espacio privilegiado para la creación del sentido y para la “desfetichización” de las relaciones sociales.

Sobre Antonio Gramsci: “La construcción imaginaria de un mundo distinto, producto de la conciencia de una antagonismo social en que se sustenta el capitalismo, es para Gramsci el lugar donde se hace posible la revolución. Generar una nueva visión colectiva del mundo es una paso previo indispensable para que el acceso al poder ni sea efímero ni sea una nueva imposición sobre la sociedad.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 4-5).

Sobre la hegemonía: “(…) la construcción de la hegemonía aparece como un conjunto articulado en el que las posibilidades de dominación y la concepción del mundo se expresan y se transforman al ritmo de las relaciones y las resistencias sociales. Es propia de una sociedad antagónica que vive en y del conflicto.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 6).

Sobre el trabajo: “La subversión de esta concepción (y de esta organización social) pasa por una desmistificación del proceso de trabajo y la tecnología; por una identificación de los elementos esenciales de las relaciones de dominación y por un reconocimiento de los mecanismos esenciales del poder, pero también por una resignificación de la comunidad como espacio autodeterminado de creación de sentidos y realidades”. (A.E. Ceceña: 2008; pp. 7).

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c. Hegemonía estadounidense y hegemonía capitalista: De acuerdo con las indicaciones analíticas desarrolladas por Ana Esther Ceceña, lo que diferencia la hegemonía estadounidense de la hegemonía capitalista obedece a determinaciones de orden sistémico. En efecto, precisa que la comprensión del fenómeno geopolítico contemporáneo en términos de hegemonía sólo es posible a partir de distintos “niveles de abstracción” cuyas conexiones deben ser cuidadosamente elaboradas. La “hegemonía estadounidense” ubica en un nivel intrasistémico, esto es, relativo a las “modalidades internas de dominio” que van modificando los patrones de poder en el sistema capitalista. Más allá, en un plano más general, la “hegemonía capitalista” se ubica en el horizonte civilizatorio que compromete a la totalidad del sistema. De tal manera que –según Ceceña- la paradoja actual que caracteriza al funcionamiento del sistema capitalista consiste precisamente en la inconsistencia de la relación que conecta los distintos niveles de hegemonía. En efecto, la recomposición estratégica de los Estados Unidos de América asegura la reproducción temporal de las condiciones objetivas y subjetivas que hacen posible el funcionamiento del sistema y, sin embargo, esta recomposición se produce a partir de un socavamiento profundo de los fundamentos de legitimación discursiva y eficacia material del propio sistema.

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La paradoja del sistema: “(…) no hay incompatibilidad entre el fortalecimiento de la hegemonía estadounidense ocurrido en la fase neoliberal y el decaimiento simultáneo de la legitimidad capitalista. Se trata, desde mi punto de vista, de un movimiento ambivalente que, en un horizonte civilizatorio o sistémico permite identificar una tendencia al deterioro de la relación entre el discurso de verdad del progreso capitalista y su capacidad real de solución de los problemas generales de la humanidad (…) en un horizonte más cercano anuncia un reforzamiento de la capacidad de dominio, de la concentración de riqueza y poder y de la reconstrucción del imaginario colectivo sobre la base del pensamiento único y de la ilusión global”. (A.E. Ceceña: 2008; pp. 8).

Decadencia del sistema: “(…) si bien la hegemonía capitalista está perdiendo terreno en la medida en que cree la exclusión del capitalismo y empiezan a cobrar fuerza otras visiones del mundo que tienden a materializarse, aunque muy poco a poco y a contracorriente, no parece vislumbrarse en cambio un posible relevo a la hegemonía estadounidense porque no hay alternativa regeneradora dentro del propio sistema. El espectro de la apropiación ha sido llevado a sus extremos de posibilidad y ni la polarización social alcanzada ni las alternativas de objetivación están dejando fisuras por donde hacer correr otras modalidades de construcción de hegemonía dentro de este mismo sistema”. (A.E. Ceceña: 2008; pp. 8).

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D. El mundo como campo de batalla: En el análisis político de Ana Esther Ceceña la construcción de la hegemonía contemporánea se encuentra atravesada por una particular concepción del mundo según la cual es éste un “campo de batalla”. Ahora bien, si la hegemonía se construye a partir de los mecanismos subjetivos (plano discursivo), estos mecanismos no deben ser concebidos por fuera del conjunto de las condiciones objetivas que los hacen posibles (plano material). Tales condiciones objetivas –según Ceceña y siguiendo las indicaciones del pensamiento gramsciano- deben ser analizadas en el “proceso de trabajo” en tanto este constituye el “lugar de relacionamiento” y el “eje de supervivencia” a partir del cual la sociedad produce sus articulaciones diversas (subjetivas y objetivas). De acuerdo con ello y tomando en cuenta el proceso de trabajo como referente de análisis para comprender la construcción de la hegemonía en la época contemporánea, la tecnología debe ser analizada a la sombra de la negatividad. En efecto esta última, como “elemento ordenador” del sistema capitalista, se encuentra atravesada por relaciones de producción basadas en la confrontaciones de sujetos individuales y colectivos y es justamente esta lógica de la confrontación la que determina la producción tecnológica en función de la prácticas militares que, progresivamente, ha comenzado a permear el sentido general de las relaciones sociales: el mundo como campo de batalla.

La tecnología: “Siendo este manantial del imaginario colectivo capitalista, la tecnología, que su elemento ordenador, se pone en el centro de la explicación del mundo. Y como el capitalista es un mundo de competencia e individualización, de apropiación y exclusión, la tecnología es también un espacio de poder, de des-sujetización y de anulación del otro que aparece no sólo como contrario sino como enemigo. La concepción del mundo desde este punto crítico de condensación de relaciones sociales es

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la de un campo de batalla (…) la relaciones sociales están imbuidas de esta concepción que se reproduce hasta las últimas capilaridades de la sociedad –parafraseando a Foucault-, y es por ello que lo militar se convierte en el signo de coherencia que aporta el sentido general y marca las delimitaciones. Desde ahí se construyen las explicaciones del mundo y se diseñan las estrategias para entrar en el terreno de batalla en las mejores condiciones posibles”. (A.E. Ceceña: 2008; pp. 9-10).

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E. El campo de batalla desde la perspectiva hegemónica: Ana Esther Ceceña sostiene que la estrategia hegemónica desplegada por los Estados Unidos de América ha contemplado permanentemente –más allá de los acontecimientos ocurridos el 11 de septiembre de 2001- las condiciones políticas, económicas e ideológicas necesarias para la construcción de un “campo de batalla favorable”, esto es, las condiciones infraestructurales y superestructurales capaces de garantizar sus supremacía. Por supuesto, Ceceña advierte que las determinaciones materiales y discursivas de esta supremacía han girado en torno al desarrollo tecnológico como aquel que determina la superioridad e inferioridad de las sociedades, es decir, el grado de poder que determina la asimetría de sus relaciones. De acuerdo con ello, la analista mexicana precisa que el “terreno esencial de la construcción de hegemonía” en la época contemporánea es el terreno del conocimiento. No sólo porque el desarrollo tecnológico ha efectuado una captura ideológica del sentido del mundo como totalidad sino porque, además, tal desarrollo ha operado como fundamento material en la expansión ilimitada del capital norteamericano a través del territorio global.

El conocimiento: “El terreno más esencial de la construcción de hegemonía es sin duda el epistemológico. Una vez que la tecnología se convierte en eje de ordenamiento y explicación del mundo, las contradicciones sociales, sociales y culturales quedan en los márgenes de un imaginario que los admite sólo como anormalidades (…) Esta visión se refuerza sistemáticamente mediante el uso, diversificación y desarrollo de los instrumentos de objetivación mediante la ciencia y el pensamiento humano como de los saberes, comportamientos y disyuntivas evolutivas del resto de los seres vivos. Los empresarios, los militares y en general el Estado estadounidense, esa amalgama que conforma el sujeto hegemónico, son a la vez promotores y convencidos de esta visión.”. (A.E. Ceceña: 2008; pp. 10).

E.1. Objetivos primordiales del despliegue hegemónico:

1º Tomando en cuenta que el poder es tanto material como inmaterial este se construye, ante todo, en el control del proceso de producción y reproducción de la vida. En efecto, la destrucción de la resistencia pasa por el control de sus condiciones de existencia naturalizando así el poder hegemónico. Esto resulta de una gravedad sin precedentes en tanto la disputa de los recursos ha pasado de ser una competencia entre hegemones a ser un asunto de supervivencia humana.

2º En un contexto global en el que la insubordinación de los excluidos, de la multitud o de los pueblos en resistencia constituye una amenaza real

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para la hegemonía capitalista el desarrollo del sistema se encuentra abocado hacia una potencia destructiva la cual apunta hacia el exterminio del colectivo humano. Sobre todo si se tiene en cuenta que la insubordinación se produce desde temporalidades y territorialidades exteriores al sistema y que estas, en la disputa por los recursos esenciales para la “conservación de la vida”, se convierten en el “mecanismo de supervivencia”.

El sistema capitalista: “Hoy comienza a desplazarse la línea de disputa interna que compete a la hegemonía estadounidense hacia la frontera que marca los límites históricos del sistema capitalista. Esto implica también un desplazamiento del contrario en el que quedarían comprendidos, simultáneamente, el hegemón alternativo y la humanidad como corporeización de la especie humana sujetizada. Acercamiento peligroso entre modalidad y modo que es indicio de límites históricos que ya están marcando, entre otras cosas, que el otro comienza a perder su expresión estatal-nacional, para reencarnar ya directamente como humanidad o multitud, que es quizá la expresión más amplia y profunda de esa clase que no se conforma a partir de la producción material sino de la vida; no es el proceso de explotación sino de la explotación-dominación; sobre todo a partir del desbordamiento del proceso de trabajo desde los límites de la fábrica hasta los espacios de reproducción cotidiana.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 11-12).

La resistencia: “Las fronteras de la dominación tocan las de la vida y multiplican las resistencias en un contexto en que la concentración de riqueza y poder ha ido cancelando las alternativas de reajuste interno. La profundidad y amplitud alcanzada por la objetivación-desposesión disminuye la capacidad de incorporación al sistema de un conjunto creciente de personas que, excluidas en este universo, se vuelcan a la construcción de otro partiendo de los márgenes.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 12).

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F. Orientación de las estrategias: La orientación específica –según los análisis de Ana Esther Ceceña- que determina las estrategias hegemónicas consisten en crear “ventajas de posicionamiento que hagan posible modificar la territorialidad” con el único fin de asegurar: a) el acceso a los recursos estratégicos; b) la movilidad irrestricta del capital; c) la explotación intensiva de la fuerza de trabajo y; d) la plena instauración del orden global. Por supuesto, la analista mexicana advierte que tales estrategias giran alrededor de dos “ejes superpuestos en permanente disputa” pues, por un lado, la lucha por la hegemonía entre los estados dominantes no constituyen un amenaza para la reproducción del sistema sino la reconstrucción de sus jerarquías y; por otro lado, la aproximación al límite de sus contradicciones si conduce el sistema al borde del colapso. De acuerdo con esta caracterización del desenvolvimiento contradictorio del sistema la “estrategia de espectro completo” o full-spectrum aparece como el funcionamiento coordinado de todos los cuerpos de seguridad para afrontar la variedad de posibilidades o situaciones de riesgo.

F.1. La estrategia del full-spectrum: El Departamento de Defensa de los Estados Unidos de América (DOD) emplea una “estrategia general de desarticulación” con respecto a enemigos

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reales como a enemigos potenciales en todas las áreas geográficas del planeta. Con el objetivo de eliminar o controlar al enemigo real o potencial, la estrategia del full-spectrum contempla ciertas dimensiones (subterránea, superficial y espacial) a partir de las cuales es posible establecer un control panóptico y geopolítico de los grupos insubordinados. Y es precisamente en el abordaje de tales dimensiones donde la anormalidad de los sujetos insubordinados conduce a la complejización del sistema en su intento de normalización. La marina norteamericana ha llegado incluso a delimitar un conjunto de áreas geográficas para el despliegue de “políticas generales diferenciadas” subdividiendo el mundo en tres regiones: a) el centro (the core) o los países desarrollados; b) la costura o el eslabón (seam states) o zonas de amortiguamiento o mediadores para el disciplinamiento y; c) la brecha (the gap) o zonas para la vigilancia, control e imposición de normas de funcionamiento adecuadas al sistema globalizado. Evidentemente, el carácter político de esta delimitación territorial obedece a los intereses del poder hegemónico sobre los recursos estratégicos planteando la intervención del “centro” en la “brecha” como una intervención legítima que intenta instaurar la democracia como solución a la supuesta ingobernabilidad de sus territorios.

Los límites: “(...) ya no es una disputa por la apropiación de objetos materiales, territorios o recursos específicos, sino que implica el funcionamiento regular del sistema. Si bien siempre ha habido cuestionamientos en este sentido, la aproximación a situaciones límite por la destrucción ecológica, por la escasez de recursos vitales o por la capacidad de sintetizar la vida (y por tanto de destruir la vida natural para crear la artificial), ha puesto a la humanidad en la urgencia de detener/disolver las formas y contenidos capitalista de organización social para crear otros menos predatorios. La revuelta, en este caso, es contra el capitalismo en sí mismo.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 14).

El control: “La pretensión es encontrar el modo de que el enemigo no tenga ningún resquicio (…) La creación del panóptico que ya percibía Foucault en el caso de los señalados socialmente como anormales (delincuentes y locos), se extendería mundialmente abarcando a la sociedad en su conjunto. La anormalidad, que no es más que la negativa a aceptar las reglas de juego impuestas por el hegemón, alcanzaría así dimensiones planetarias.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 15-16).

Marginalidad: “En enfrentamiento de un enemigo no incorporado –o sólo parcialmente- en las estructuras conocidas y susceptibles de ser disciplinadas, impide diseñar un plan puntual para su destrucción. Un enemigo como éste, ajena a las estructuras de funcionamiento de las que ha sido excluido, o superviviente en sus resquicios, obliga a diseñar una estrategia a tientas y en movimiento, con la mayor cantidad de posibilidades de desdoblamiento y degradación. Por más armado que se encuentre, un ejército es relativamente fácil de enfrentar porque sus movimientos son previsibles; en cambio, un grupo de marginales, indisciplinados desde el punto de vista del poder, con costumbres no bien organizadas, es un desestabilizador por excelencia y cuenta con la ventaja de conocer el estilo de los dominadores sin que estos puedan conocer o prever, más que parcialmente, sus estilos, reacciones e imaginarios.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 16).

Full-spectrum: “El propósito de la ‘dominación de espectro completo’, que puede ser la marca simbólica del que seguramente será un largo y

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accidentado proceso de vaciamiento y desarticulación de la hegemonía capitalista, es la mayor apuesta por que cualquier sistema de dominación hubiera formulado hasta hoy, y todas las instancias gubernamentales y paraestatales de los Estados Unidos se han volcado a las condiciones que puedan sustentarla. Por eso mismo desata un rechazo tan amplio. Desde la conversión de esta estrategia en política de Estado, la resistencia en el mundo ha comenzado a resurgir trazando posibilidades de articulación y construcción social no capitalistas.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 19).

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G. Mecanismos de dominación: Ana Esther Ceceña muestra cómo la “estrategia de espectro completo” (full-spectrum) requiere de ciertos mecanismos para la eficacia de sus funcionamiento. Tales mecanismos operan como base en la construcción de hegemonía y, por lo tanto, en la reproducción de las relaciones de poder.

G.1. La superioridad tecnológica: El desarrollo tecnológico obedece a las dinámicas militares relacionadas con el “establecimiento de espacios privados de control” y de “condiciones para la construcción y ejercicio del poder”. En efecto, los proyectos de desarrollo tecnológico a cargo del Pentágono, de la National Aeronautics Space Administration (NASA) y del Defense Research Projects Agency (DARPA) se inscriben en distintos procesos que conducen a nuevos horizontes epistemológicos para enfrentar a los llamados “enemigos asimétricos” y vinculan estrechamente la industria militar y la industria civil: a) desarrollo de un sistema de inteligencia con alcance global a través de redes de comunicación que hacen posible el control y vigilancia del planeta; b) la construcción de áreas de exclusividad sin interferencia a través de la superioridad en el control del espacio aéreo, marítimo y terrestre; c) la producción hiperdesarrollada de sistemas tecnológicos para el análisis geoestratégico y; d) el control biológico de las poblaciones para la captura y explotación de los territorios.

G.2. El reordenamiento territorial: Teniendo en cuenta que el territorio global es o se constituye una “construcción social compleja” que incorpora variables físicas, históricas y culturales, la “guerra preventiva” conduce a una disolución de las actuales fronteras y, por lo tanto, al rediseño de los “espacios geopolíticos” donde la presencia global del aparato militar norteamericano aparece como máximo gendarme del orden globalizado. La prueba de ello puede hallarse en las incursiones militares realizadas por los estadounidenses en Afganistán e Irak, así como en la función estructural que cumplen agencias como la Central Intelligence Agency (CIA), la Drug Enforcement Administration (DEA) y la Federal Bureau of Investigation (FBI); y en programas como el Plan Colombia en el área andina, el Plan Puebla Panamá y el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

G.3. Universalización de normatividades: Con el fin de bloquear la autodeterminación interna de los países, el orden hegemónico de la contemporaneidad se basa en instituciones supranacionales u organismos multilaterales que operan como normativa universal: a) la

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Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Organización de Naciones Unidas (ONU) en el terreno de enfrentamiento bélico y; b) el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el terreno del intercambio económico.

Industria tecnológica: “La participación de empresas privadas en estos proyectos ayuda a realizar un traslado suave de estas tecnologías hacia la industria civil. Para esto el DOD ha desarrollado el concepto de ‘tecnología de uso dual’ buscando apuntalar simultáneamente la superioridad militar y la superioridad económica de los Estados Unidos, pero también compartir o socializar parte de los gastos que requiere el sistema de defensa estadounidense. La vinculación estrecha entre la industria civil y militar está presente en todos los campos importantes de desarrollo tecnológico.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 21).

La estrategia: “El criterio para determinar sus carácter estratégico deriva de la esencialidad de los recursos en cuestión, que puede estar referido tanto a la masividad como a la esencialidad de sus uso (en actividades de frontera en las que definen el conjunto). Asimismo, los territorios o ubicaciones estratégicas se refieren a puntos cuyo radio de acción permiten el control de una región amplia, a su cercanía con recursos esenciales petróleo, biodiversidad, agua, algunos metales), a la movilidad o potencial que posibilitan o a la cercanía con movimientos de insurrección o resistencia.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 22).

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H. Las limitaciones del poder: La posición de Ana Esther Ceceña gira en torno a la ambivalencia estructural que, inevitablemente, corroe el sistema. La analista mexicana muestra cómo la enorme concentración de la riqueza y el poder terminan por estimular “alternativas de supervivencia en los resquicios del sistema”. Alternativas que, por un lado, se orientan hacia la resignificación de códigos culturales precapitalistas y, por otro lado, hacia la organización social con autonomía normativa. De tal modo que el avance del proceso de “expropiación/concentración” permite, a su vez, la emersión de nuevas relaciones sociales y nuevas percepciones del mundo que nutren la capacidad de innovación y creatividad social.

Síntesis positiva: “En la medida en que el proceso de expropiación/concentración avanza (…) mientras más se promueve la innovación y la creatividad sociales, porque es el único camino para la supervivencia. Es decir, mientras más exitoso es el proceso de concentración de riqueza y de poder, más condiciones corrosivas genera,, sea por los procesos de degradación social que generalmente surgen en zonas empobrecidas y marginadas pero que poco a poco van permeando hacia el resto de la sociedad, o por procesos de organización alternativa a los de un entorno que no brinda ninguna perspectiva como no sea la inclusión criminalizada.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 24-25).

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I. Estrategias de dominación en América Latina: De acuerdo con los juiciosos análisis desarrollados por Ana Esther Ceceña las estrategias de dominación en América Latina se encuentran determinados por ciertas

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transformaciones históricas en las “lógicas del poder”, transformaciones que adoptan tanto formas imperiales como consensuales, adopciones que operan tanto a niveles macrosociales como microsociales. En este sentido, la intelectual mexicana sostiene que las “normatividades establecidas universalmente” han sido establecidas y consolidadas por organismos internacionales para ser garantizados a partir del control militar frente su rechazo por parte de determinadas poblaciones. Esta “modalidad militarizada del capitalismo”, como parte de los mecanismos globales de integración, efectúa un “abordaje científico de la dimensión simbólica” con el fin de producir y reproducir determinados imaginarios sociales que contribuyan a la legitimación de la guerra y, por lo tanto, a una política de “militarización de las relaciones sociales” como estrategia de contrainsurgencia y modalidad de dominio en América Latina.

I.1. La militarización: El contenido sustancial de la guerra se encuentra siempre presente en las relaciones sociales capitalistas como “estrategias de clase”, y por lo tanto, como estrategias de dominación. De acuerdo con ello, la interpretación del panorama geopolítico contemporáneo ofrecida por Ana Esther Ceceña muestra que si bien el mercado permanece como “disciplinador”, este se desplazado por la militarización como “eje ordenado del sistema”. En este sentido, la militarización avanza promoviendo imaginarios sociales en los que los individuos aparecen confrontados unos a otros y en los que las colectividades luchan a muerte. Matriz bélica de la modernidad que retorna con toda su fuerza y a través de ciertos mecanismos: a) legalización de las acciones de intromisión armada en el marco de las jurisdicciones supranacionales; b) establecimiento de un “estado de excepción permanente” como complicidad de los estados en torno a las “leyes antiterroristas” y; c) generalización de la sospecha como “dispositivo panóptico” de vigilancia y control. Estos mecanismo –advierte Ceceña- se inscriben en un escenario político global en el que la libertad de tránsito para las mercancías y para los cuerpos de seguridad se configura a través de la desterritorialización y reterritorialización de las fronteras nacionales en favor de la “seguridad nacional” de los Estados Unidos de América, “seguridad nacional” que no persigue otro objetivo que el de establecer un control riguroso de las “zonas estratégicas” ricas en selvas, oleoductos y ríos.

I.2. La colonización: En términos de Ana Esther Ceceña la colonización ha sido un proceso en el cual ha tenido la “(…) extirpación cultural e histórica de los pueblos mesoamericanos, caribeños y andinos (…)”, un proceso orientad fundamentalmente hacia la “(…) conquista de las mentes”. Sin embargo, la intelectual mexicana sostiene que las relaciones sociales no provienen de una estructura invariante o “natural”, por el contrario, estas toman su forma de acuerdo a la dinámica de las luchas sociales en la historia. Esto implica que la lucha de los pueblos americanos debe orientarse, más allá de vencer la explotación, la dominación y la alienación, hacia la destrucción total de una “sociedad impuesta, contradictoria y resistida”.

I.3. Localización geoestratégica: El principal elemento estratégico de la hegemonía estadounidense en América Latina se

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basa en la localización geoestratégica de bases militares como sistema de vigilancia y control. Este sistema busca regular los “modos de uso de los territorios” con el fin de garantizar el acceso a los recursos naturales estratégicos y de asegurar “modos de control de sujetos críticos” con el fin de “contener, disuadir y/o eliminar la resistencia ante políticas hegemónicas”. Tales regulaciones –según Ana Esther Ceceña- se hacen posibles por medio de la instalación de bases militares e zonas estratégicas para dichos fines: 1) el círculo formado por las islas del caribe, el Golfo de México y Centroamérica que cubre los yacimientos petroleros más grandes de América Latina mantenido bajo control por las bases estadounidenses de Guantánamo, Reina Beatriz, Hato Rey, Lampira, Roosevelt, Palmerola, Soto Cano y Comalapa; 2) el círculo que rodea la cuenca amazónica que, desde Panamá, cubre la región de entrada a América del Sur es constantemente controlada por las bases de Manta, Larandia, Tres Esquinas, Caño Limón, Marandúa, Rio Hacha, Iquitos, Pucallpa, Yurimaguas y Chiclayo. Tales instalaciones se encuentran articuladas de acuerdo a diversos ejercicios militares en los océanos Pacífico, Atlántico y Mar Caribe circundando toda América Latina: “(…) ejercicios secuenciales y evolutivos que demarcan un circuito de frontera”.

I.4. Áreas estratégicas y estrategias diferenciadas: De acuerdo con el análisis desarrollado por Ana Esther Ceceña la hegemonía estadounidense ha construido, de acuerdo con sus pretensiones de dominio, tres “subregiones” que se caracterizan por su relación con tres paradigmas distintos de dominación debido a claras diferencias geopolíticas: 1) la subregión que abarca a Colombia y su área circundante determinada por la estrategia contrainsurgente que se despliega a partir de “experimentos de polarización” en tanto ruptura sistemática del tejido comunitario y tensión fronteriza con Venezuela considerando a esta última como “amenaza continental”; 2) la subregión del caribe, la cuenca del Golfo de México hasta Venezuela determinada por una estrategia que avanza por dos líneas: por un lado, acude a la ocupación directa como en el caso de Haití con los llamados “cuerpos de paz” y en compañía del ejército francés y de fuerzas militares del continente latinoamericano, y por otro lado, construyendo acuerdos de “extraterritorialidad” en favor de los Estados Unidos de América, esto es, estableciendo una jurisdicción continental para el despliegue del Comando Norte –abarcando a México y Canadá- y con el fin de controlar las cuencas petrolíferas de México y Venezuela y, en general, del bloque del ALBA y; 3) la subregión que abarca a Paraguay, Argentina, Brasil y Bolivia donde se busca el control de abundantes recursos como acuíferos subterráneos, glaciares, cuencas petrolíferas y gasoductos. Y sin embargo, la intelectual mexicana advierte que, pese a las estrategias de dominio desplegadas en el campo de la hegemonía estadounidense, estas regiones constituyen “zonas de disputa” donde las fuerzas sociales de la resistencia comprenden que “los pueblos latinoamericanos se encuentran organizados una vez más para defender la vida”.

A. Ejemplo: Investigar la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN) donde, sin deliberación democrática, la

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soberanía de distintos estados ha sido entregada a los cuerpos de seguridad de los Estados Unidos de América.

B. Ejemplo: Investigar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) el cual se amplía hacia la integración energética como asunto de seguridad nacional para los Estado Unidos de América.

La complejidad: “Como estudiosos de los fenómenos económicos y sociopolíticos contemporáneos, como pensadores críticos y actores políticos, estamos obligados a ser muy precisos y desentrañar la sustancia oculta de estos sin simplificaciones abusivas que en vez de contribuir a una buena comprensión y al diseño de estrategias de lucha inteligentes, nos llevan a enfrentamientos de conjunto, incapaces de penetrar por las porosidades del poder.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 26).

Relaciones sociales: “La esencia de las relaciones sociales, de las relaciones entre sujetos que no están establecidos o conformados de una vez y para siempre, ni emanan naturalmente de las estructuras. Los sujetos se construyen a sí mismos en el proceso social, en la lucha, en la resistencia y a través de esa lucha se van modificando las formas y modalidades de la dominación.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 27).

El conocimiento: “Así como la introducción del taylorismo y fordismo supuso un estudio cuidadoso de los procesos de trabajo y su transformación científica con base en su degradación en tiempos y movimientos, a la vez que el ambiente y organización del trabajo era objeto de aplicación de las dinámicas de estimulación y corresponsabilidad, recientemente los estudios sobre sistemas complejos experimentan con estímulos al comportamiento de colectivos diversos y los medios de comunicación buscan la mejor alternativa para la creación de sentidos, no sólo en términos de contenidos sino de imágenes y de manejo de tiempos y secuencias. Todo esto vinculado a los campos de control de contrainsurgencia directamente generados por el Comando conjunto de los Estados Unidos.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 27).

Eje ordenador: “No quiere decir que el mercado desaparezca como disciplinador, quiere decir que la dimensión militar se sobrepone al mercado desplazándolo de su carácter de eje ordenador, que la visión del mundo adopta un contenido particularmente militarizado, y que es a partir de la visión militar que la totalidad no sólo se reordena sino que cobra un nuevo sentido.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 28).

El panóptico: “El derecho se coloca al servicio de la impunidad aunque se reivindique democrático y los cuerpos de seguridad comienzan a construir el panóptico que vigila desde todos los ángulos (…) se trata de imponer la cultura del miedo en una población que no podrá saber previamente a la detención si era sospechosa de algo, como medio para paralizar y disuadir las conductas terroristas o insurgentes. Los delincuentes comunes tienen construida toda otra red de relaciones que sólo casualmente son tratados de acuerdo a estas mismas (…) El panóptico se materializa en las fotografías que incluye los pasaportes que incluyen los pasaportes, con reconocimiento de iris o con otro tipo de identificación biogenética que inmediatamente incorporan los movimientos de la persona a un banco de datos centralizado en Estados Unidos y que está a disposición de los servicios migratorios de la región.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 30-31).

El río: “Curiosamente, cuando se trata de ejercicios ribereños, es más fácil evadir la aprobación de los Congresos de los países limítrofes porque

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el río aparece como territorio relativamente neutro. Es como si se estuviera ante una legislación ausente o vacía ya que se refiere a un territorio fluido y no fijo.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 32).

La resistencia: “No obstante, esta modalidad militarista ha generado nuevas resistencias. Estamos en territorios en disputa. Los pueblos latinoamericanos están movilizados una vez más para defender la vida. Si algo se ha demostrado en los últimos diez años es que su acción ha detenido por los menos un parte de lo que implicaba esta estrategia, diseñada por cierto antes del 11 de septiembre de 2001. Se ha detenido la instalación de algunas bases militares, se ha impedido la realización de algunos ejercicios; se ha parado la desapropiación de tierras, el envenenamiento de los ríos, la construcción de represas que dañan el medio ambiente y las posibilidades y modos de vida de los pueblos y comunidades (…) Como pensadores críticos, como cientistas sociales, tenemos la responsabilidad de hacer un buen análisis de estos procesos para adoptar elementos precisos y claros sobre su esencia, su dinámica y sus tendencias; sobre sus límites y la capacidad de los pueblos civilizados para detenerlos y cambiar el rumbo de la historia, pero también de movilizarnos con los pueblos en contra de estas tendencias y contribuir a crear una sociedad más parecida a la que se dibuja en nuestros sueños.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 36-37).

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J. La guerra como eje ordenador del capitalismo contemporáneo: De acuerdo con los análisis realizados por Ana Esther Ceceña el final del siglo XX estuvo marcado por el surgimiento del neoliberalismo como “nueva fase en la historia del capitalismo”. En esta nueva fase histórica los Estados Unidos de América aparecen como el núcleo o centro del nuevo “mecanismo de reproducción global”, esto es, como agente principal de un proceso que efectúa el tránsito del neoliberalismo –donde el mercado operaba como “eje ordenador” del capitalismo- hacia un sistema capitalista determinado principalmente por los sistemas de militarización: el neofascismo. Tránsito que refleja, según Ceceña, el grado de intensificación de las contradicciones en el sistema. En efecto, la represión surge como mecanismo de contención frente a la impotencia o incapacidad del sistema para resolver sus contradicciones inherentes, frente a su incapacidad para estabilizar el proceso social. Incluso, el agravamiento de las contradicciones en el sistema capitalista no cesa de producir la invención de nuevos caminos, “bifurcaciones” que se despliegan apartándose de todo estado de óptimo equilibrio, alternativas para la construcción de otros mundos. Y es justamente este carácter paradójico y contradictorio en la evolución del sistema aquello que revela cómo la “recreación” del mundo a partir de nuevas formas de conocimiento, a su vez, revelan los “límites históricos del capitalismo como sistema de organización social”. Doble revelación de acuerdo con la cual realidad y utopía se hacen igualmente importantes para un análisis de lo inmanente y lo trascendente en la vida política de los hombres.

Eje ordenador: “El siglo XXI, después de treinta años de restructuración neoliberal que permitió transformar las legalidades de la economía, parece haber iniciado con un desplazamiento del eje ordenador desde la producción y el mercado, donde las normas parecían estar suficientemente establecidas con la intervención de las instancias internacionales de reglamentación, supuestamente consensuales (…)

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hacia instancias explícitamente disciplinadoras como las militares.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 38-39).

Bifurcación: “Con bifurcación se alude al estado de la materia en el que hay un alejamiento circunstancial del equilibrio que puede resolverse retornando al estado original o creando un nuevo estado. Estando ambas posibilidades abiertas, no hay certeza del desenlace.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 39).

Anticapitalismo: “(…) con esta marcha agresiva hacia el acrecentamiento de las situaciones conflictivas, destructivas y predatorias tanto de la naturaleza como de la sociedad, el cuestionamiento al capitalismo como el único mundo posible avanza intentando inventar caminos bifurcados, que marchen sobre rutas diferentes, dislocadas del capitalismo. En este terreno las preguntas son muchas y las certezas pocas, empezando por la dificultad de imaginarse por fuera del capitalismo. El vértigo que provoca pensarse sin Estado o sin instituciones conocidas aunque repudiadas muestra la dificultad de una transformación que busca a tientas un mundo distinto.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 39-40).

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K. El capitalismo en los albores del siglo XXI: De acuerdo con el análisis desarrollado por Ana Esther Ceceña el capitalismo en los albores del siglo XXI se caracteriza porque en él: a) la guerra es “el signo más elocuente de la sociedad contemporánea”; b) la política es el “instrumento legítimo y legitimador de la guerra”; c) la competencia es la “esencia fundante de la guerra”. De acuerdo con ello, la analista mexicana encuentra en tales características una evidenciación de la “contraposición antagónica” de las relaciones sociales en el capitalismo. En este sentido, Ceceña advierte que si bien en las últimas tres décadas del siglo XX tuvo lugar una reorganización de las condiciones que hacen posible la reproducción del capitalismo global. Condiciones que deben ser contempladas a la luz del tránsito del “neoliberalismo” (el mercado como eje ordenador del capitalismo) al “neofascismo” (la guerra como eje ordenador del capitalismo).

La guerra: “El signo más elocuente de la sociedad contemporánea es la guerra. La guerra bajo sus diversas formas y en todas las dimensiones del universo relacional: la guerra económica, la guerra cultural, de la inteligencia y las ideas y la guerra militar. La política, en el capitalismo, es el instrumento legítimo y legitimador de la guerra. La competencia, que es otro modo de llamar a la guerra, es su esencia fundante.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 40-41).

Ana Esther Ceceña sostiene que la comprensión del capitalismo actual pasa por la comprensión del trabajo es sus transformaciones contemporáneas, sobre todo di se pretende comprender las nuevas formas de dominación instauradas por el neofascismo. Tales transformaciones, según la intelectual mexicana, se inscriben en el tránsito de la producción material a la producción inmaterial, del trabajo vivo al trabajo objetivado, en fin, en la primacía de la investigación tecnológica.

K.1. Biopoder: En el tránsito de la “objetivación del trabajo material” a la “objetivación del trabajo inmaterial” la técnica comienza a producir modificaciones no sólo de los códigos genéticos

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sino también modificaciones en los códigos culturales. A partir de tales modificaciones se ejerce un poder sobre los cuerpos y las mentes, esto es, un control y un disciplinamiento de las formas de vida.

K.2. Globalización: La instauración de un paradigma tecnológico instaurado por los Estado Unidos de América asegura la integración de los procesos productivos a escala planetaria. La evolución de los sistemas de comunicación para la producción y reproducción humana ha traído como consecuencia el que la “geografía productiva” adquiera una nueva configuración territorial en tanto “circuito planetario”, así como un nuevo reposicionamiento espacial que reterritorializa la dominación desterritorializando la construcción histórico-cultural de los territorios.

K.3. Naturaleza: Los nuevos objetos de trabajo y las nuevas modalidades para el uso de los territorios acarrea una resignificación de la naturaleza a imagen y semejanza del capital. De acuerdo con esta “segunda naturaleza” tiene lugar la “apropiación de microcomponentes” como si fueran elementos aislados, ruptura de los equilibrios naturales donde el sistema vital como totalidad se fragmenta en una “biodiversidad” conmensurable, esto es, como elemento cuantificado para el intercambio capitalista: biotecnología.

K.4. Proletariado: En el tránsito del fordismo al posfordismo se produce una generalización del proletariado como obrero social más allá de la fábrica como proceso de trabajo. Extensión que va de la mano con la informalización del trabajo y con la complejización de las mediaciones que atraviesan la relación entre el trabajo y su materia prima.

K.5. Clases: El desdibujamiento de las clases se produce a partir del fraccionamiento de la producción en fases con distintas localizaciones geográficas arrebatando el conocimiento general del proceso de trabajo al colectivo obrero.

K.6. Consumo: El alcance planetario de la producción fragmenta la homogeneización de los productos y la reducción de los costos de producción a ellos asociados. De acuerdo con ello, se produce un arrebatamiento de la reproducción de la fuerza de trabajo y con ello, una devaluación del poder adquisitivo del salario. Reconfiguración del consumo que produce una diferenciación en la calidad de los productos para las distintas clases sociales. Esto resulta más claro si se toma en cuenta el “manejo global de los mercados planetarios” donde tiene lugar la estandarización del consumo, la precarización del obrero social y la desestructuración de la comunidad.

K.7. Comunidad: El capitalismo aparece como ámbito de la producción de una “no-comunidad”, producción que parte de la atomización del cuerpo social. En este sentido, la no-comunidad constituye la “expropiación del sentido de la vida”, expropiación que se hace evidente en la pérdida de la memoria histórica y, por lo tanto, en la derrota de los pueblos en su resistencia frente al biopoder y la “panóptico total”.

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K.8. Resistencias: El resurgimiento de las resistencias ponen de manifiesto el hecho de que el mercado ya no puede garantizar la reproducción del capital en tanto ya no logra disciplinar los colectivos sociales. En efecto, ante el “acaparamiento de los recursos naturales estratégicos en el avance del proceso de objetivación”, en los “márgenes” surgen nuevas construcciones sociales y comunitarias, esto es, nuevos territorios, nuevas historias y nuevas costumbres.

Nuevas tecnologías: “La búsqueda de nuevas tecnologías tenía como propósito reorganizar el trabajo. No el proceso de trabajo solamente sino el trabajo mismo como categoría de disciplinamiento social y el trabajo en general no sólo en términos de su operación práctica sino de su capacidad abstracta, de su degradación y extensión hacia un conjunto de actividades intelectuales: se amplió de la concepción del trabajo como operación a la del trabajo como diseño y planeación (…)” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 42).

Apropiación de la naturaleza: “La secuenciación automatizada de códigos genéticos abre nuevos campos de valorización, nuevas maneras de apropiación (de la naturaleza) pero, sobre todo, ofrece la posibilidad de transformación del paradigma tecnológico mediante el estudio y la aplicación de los sistemas y estructuras vitales (…) La conversión de la naturaleza en sus componentes, su transformación en fragmentos posibles de ser disociados, corresponde a la penetración desestructuradora en los cuerpos y mentes de la especie humana. En ambos casos el conocimiento científico y las innovaciones tecnológicas abrieron la puerta a un proceso de des-sistematización y pérdida del sentido global.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 45).

Clases sociales: “(…) la clase se pulverizó cuando no pudo reconocerse en la calle, donde había sido arrojada por el neoliberalismo. Sin embargo, eso que hasta hoy se consideraba marginal al proceso de valorización se tiende a convertir en sus sustento: los márgenes están pasando al centro en todos los sentidos de la metáfora.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 46).

Individualización: “A la estandarización del consumo que deviene de esta producción maquilera en escala planetaria, y a la precarización que arroja a todos los miembros de la familia al mercado de trabajo, corresponde una desestructuración de la comunidad y de sus modalidades propias de organización de la vida privada. Si en las ciudades el proceso de individualización capitalista echó raíces desde los inicios del proceso de industrialización, en las periferias del sistema los vínculos comunitarios tradicionales resignificados eran soporte de la resistencia. La fragmentación del proceso de trabajo y la fractura de la naturaleza coinciden con un nuevo impulso hacia la desestructuración de estas comunidades destruyendo las razones culturales (y políticas) diversas que las previenen de la individualización.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 47).

No-comunidad: “El capitalismos es el ámbito de la producción de no-comunidad que hace del otro un enemigo y lo individualiza, colocándolo en situación de enfrentarse ‘solo contra el mundo’, es decir, atomizado frente a un mercado que lo envuelve, que lo deglute y que, además, tiene una legitimidad a priori fincada en un sistema de derecho y de sanción erigido como razón universal. La producción de la no-comunidad es la expropiación del sentido de la vida y se acompaña de una producción simultánea de sentidos comunes enajenados.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 48).

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Pueblos: “La pérdida de la memoria histórica es la derrota de los pueblos. Un pueblo sin memoria no existe; un individuo sin colectivo se des-sujetiza; una planta reducida a sus componentes aislados es desprovista de su carácter orgánico y muere (…) La medida del vaciamiento es simultáneamente la medida del biopoder como capacidad para controlar los cuerpos y las mentes, como si fueran entes aislados e independientes de la historia y experiencia de su portador y corresponden a la figura del panóptico total.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 49).

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L. Lo militar como eje ordenador: Ana Esther Ceceña sostiene que lo militar como eje ordenador del capitalismo contemporáneo pone de manifiesto ciertas “líneas” que marcan los desafíos para el poder y la dominación en los albores del siglo XXI y que “apelan a la intervención militar como eje de cohesión”:

L.1. La insubordinación de los pueblos: La insubordinación de los pueblos no es la insubordinación de los estados. Implica un despliegue de “guerras asimétricas” por el desplazamiento del conflicto hacia una “lucha de clases planetaria”. Sin embargo, la guerra como “disciplinador” produce sus propias resistencias generando así una “indisciplina multidimensional”.

L.2. La instauración de una nueva territorialidad: Lo militar opera como “criterio de ordenamiento geográfico y estratégico general” y, por lo tanto, como aparato de contrainsurgencia. Son básicamente tres los “criterios y objetivos hegemónicos del mando militar”: a) concebir el escenario mundial como el escenario donde se ejerce un poder absoluto y donde la supremacía del poder tecnológico se encuentra representada en el “complejo económico-político-militar” de los Estados Unidos de América; b) construcción de una nueva “geometría espacial” de la hegemonía a partir de la ampliación de las redes de posicionamientos militares para el control de la geografía planetaria y; c) la construcción de una “red simultánea de inteligencia militar” para la administración de los “nodos conflictivos esenciales” que determinan el posicionamiento geoestratégico de la hegemonía estadounidense.

De acuerdo con lo anterior, la analista mexica sostiene que los territorios latinoamericanos se encuentran bajo la dominación de espectro completo (full-spectrum) donde la guerra se apropia del sentido. En primer lugar, porque tiene lugar la producción de un “imaginario bélico” que se reproduce a partir del “sistema mediático” conduciendo a la enajenación del sentido común. En segundo lugar, porque tiene lugar una “fragmentación del proceso de trabajo” y, a la vez, una intensificación del proceso de explotación que conduce a la enajenación del trabajo. Y en tercer lugar, porque pone de manifiesto una drástica “ruptura de la intersubjetividad” en tanto individualización ontológica del ser social que conlleva a la enajenación de la existencia. Este sistema de enajenaciones, según Ceceña, va tomando consistencia gracias a que, por un lado, el “paradigma tecnológico”, basado en una “explicación unidimensional del mundo”, desprecia la otredad como aquello que es inferior y, por otro lado, el “estado de excepción” opera por la instauración del miedo como matriz

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ontológica de la contemporaneidad y, por lo tanto, despliega una incertidumbre generalizada.

Lucha de clases: “(…) el conflicto esencial parece haberse desplazado hacia lo que podría caracterizarse como una lucha de clases planetaria que deviene de la incapacidad real del capitalismo de ofrecer una propuesta de vida, aunque sea modesta, al conjunto de la población mundial.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 51).

La guerra: “La guerra es antes que nada un disciplinador. Disciplinador de mercados, de competidores, pero, sobre todo, de inconformes, de irreverentes, de rebeldes. No obstante, al tiempo que modifica la geografía, la economía y la política mundiales, la guerra desata, inevitablemente, las fuerzas de la resistencia. La visión militar del campo de batalla se impone entonces como regla de relacionamiento social, y, dentro de esta, la asimetría como expresión de una indisciplina multidimensional.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 51).

La política: “Los consensos y legitimidades se construyen desde lo militar de donde deviene una transformación de contenidos y prácticas que hacen de la política un terreno de objetivación. La política es secuestrada por los imperativos del seguridad y sus medios provienen de un soporte tecnológico que una vez más refuerza la posición del hegemón, personificado en el campo económico-político-militar de Estados Unidos.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 52).

Amigo/enemigo: “La producción de un imaginario bélico sustentado en el antagonismo de origen de la sociedad capitalista y difundido ampliamente por el sistema mediático se convierte en consenso asumido pero no necesariamente construido. En un sentido común no generado por la comunidad que, sin embargo, previa validación mediática, es asimilado por buena parte de ella y reproducido microcósmicamente.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 54).

El trabajo: “El proceso de trabajo se fragmentó (…) en tantas partes tan dispersas que diluyó el sentido de la totalidad, al tiempo que las relaciones laborales se distendieron, la jornada perdió sus límites, se cancelaron la seguridad y la antigüedad en el empleo y el espacio de trabajo se expandió hacia los ámbitos privados.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 54).

La subjetividad: “La ruptura de la intersubjetividad propició una versión estática e inmediatista en que no hay historia ni futuro y en la que los individuos son condenados a la calidad de sospechosos, quedando así completamente aislados y desprovistos de derechos. La calidad de sospechoso o desaparecido opera una des-sujetización de los seres al apartarlos de cualquier lazo de pertenencia a la sociedad.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 54-55).

Estado de excepción: “Estado de excepción que, en un entorno fragilizado por la fragmentación y pérdida del sentido y esperanza como el que en cierta medida ha logrado imponer el neoliberalismo, se traduce en el fomento de una cultura de la delación sumamente peligrosa, para garantizar la seguridad supuestamente perdida, que se combina con una cultura del encierro que supone que sólo dentro del propio domicilio, en aislamiento del otro, se puede evitar la agresión a caer bajo sospecha.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 56).

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Ironía: “La medida de los privilegios en riesgo seguramente explica los grados de severidad y crueldad de los castigos a la insumisión.” (A.E. Ceceña: 2008; pp. 57).