informe misionero adultos 13/10/2012

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R ony se apresuró a descender por la ladera polvorienta hasta llegar a la iglesia ubicada en el recinto de la Universidad Peruana Unión. El era uno de los dirigentes de los Conquistado- res, e iba pensando en el programa que le tocaba dirigir. Por eso, no vio la barra de hierro donde algunos de los estudiantes colgaban sus calzados deportivos. De repente, un dolor agudo atravesó el ojo de Rony, y sintió como si su cabeza hubiera estalla- do. Dio unos pasos tambaleantes, y entonces ca- yó al piso. Un amigo corrió a socorrerlo. —Lo siento —dijo uno de los médicos del hos- pital que le examinaron el ojo—. Tu ojo está tan dañado que no podemos hacer nada para salvar- lo. Rony no podía creer lo que escuchaba. ¿Voy a perder un ojo? ¿Cómo se lo comunico a mis pa- dres? —se preguntaba— Ellos pensarán que Dios me ha abandonado. El mejor médico oftalmólogo del país insistió en que Rony perdería el ojo. —Tienes que firmar los papeles para que yo pueda sacarte el ojo antes de que comience a in- fectarse –dijo el doctor. —Por favor, doctor —suplicó Rony—. Soy cris- PERÚ | 13 de Octubre Rony tiano. Creo que, si es la voluntad de Dios, él pue- de salvarme el ojo. ¿Podemos esperar unos días? Sin mucho entusiasmo, el médico aceptó espe- rar. Rony quedó internado en el hospital, orando y preguntándose qué le depararía el futuro. La conducción divina Cuando Rony tenía catorce años, comenzó a vivir solo porque sus padres se divorciaron. En ese entonces, no le gustaba la vida que lle- vaba y anhelaba algo mejor; pero le había resulta- do más fácil imitar a sus amigos. Un día, encon- tró un libro polvoriento que lo ayudó a conocer a Dios. Al leer el libro, sintió deseos de aprender más del Señor. Más adelante se enteró de unas reuniones de evangelización, y decidió asistir a ellas. Algunos de sus amigos acudieron también, pero únicamente con el deseo de perturbar las reuniones. No obs- tante, Rony escuchó con interés los mensajes que allí se presentaban. Aquél viernes de noche, Rony había planeado salir con sus amigos, pero se sintió atraído a las reuniones. Por eso, cambió de parecer y se dirigió al lugar de las prédicas, pasó junto a algunos de sus amigos que estaban sentados en el fondo del salón y siguió hasta adelante. Cuando el pastor invitó a los oyentes a entregar sus corazones a Dios, Rony pasó al frente. Podía escuchar a sus amigos, que le silbaban. Más tar- de, ellos comenzaron a burlarse de él. 7 Material adaptado y facilitado por RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © www.escuela-sabatica.com MISIÓN ADVENTISTA - DIVISIÓN SUDAMERICANA C on los ojos de la fe C on los ojos de la fe

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R ony se apresuró a descender por la ladera polvorienta hasta llegar a la iglesia ubicada

en el recinto de la Universidad Peruana Unión. El era uno de los dirigentes de los Conquistado-res, e iba pensando en el programa que le tocaba dirigir. Por eso, no vio la barra de hierro donde algunos de los estudiantes colgaban sus calzados deportivos.

De repente, un dolor agudo atravesó el ojo de Rony, y sintió como si su cabeza hubiera estalla-do. Dio unos pasos tambaleantes, y entonces ca-yó al piso. Un amigo corrió a socorrerlo.

—Lo siento —dijo uno de los médicos del hos-pital que le examinaron el ojo—. Tu ojo está tan dañado que no podemos hacer nada para salvar-lo.

Rony no podía creer lo que escuchaba. ¿Voy a perder un ojo? ¿Cómo se lo comunico a mis pa-dres? —se preguntaba— Ellos pensarán que Dios me ha abandonado.

El mejor médico oftalmólogo del país insistió en que Rony perdería el ojo.

—Tienes que firmar los papeles para que yo pueda sacarte el ojo antes de que comience a in-fectarse –dijo el doctor.

—Por favor, doctor —suplicó Rony—. Soy cris-

PERÚ | 13 de Octubre

Rony

tiano. Creo que, si es la voluntad de Dios, él pue-de salvarme el ojo. ¿Podemos esperar unos días?

Sin mucho entusiasmo, el médico aceptó espe-rar. Rony quedó internado en el hospital, orando y preguntándose qué le depararía el futuro.

La conducción divinaCuando Rony tenía catorce años, comenzó a

vivir solo porque sus padres se divorciaron.En ese entonces, no le gustaba la vida que lle-

vaba y anhelaba algo mejor; pero le había resulta-do más fácil imitar a sus amigos. Un día, encon-tró un libro polvoriento que lo ayudó a conocer a Dios. Al leer el libro, sintió deseos de aprender más del Señor.

Más adelante se enteró de unas reuniones de evangelización, y decidió asistir a ellas. Algunos de sus amigos acudieron también, pero únicamente con el deseo de perturbar las reuniones. No obs-tante, Rony escuchó con interés los mensajes que allí se presentaban.

Aquél viernes de noche, Rony había planeado salir con sus amigos, pero se sintió atraído a las reuniones. Por eso, cambió de parecer y se dirigió al lugar de las prédicas, pasó junto a algunos de sus amigos que estaban sentados en el fondo del salón y siguió hasta adelante.

Cuando el pastor invitó a los oyentes a entregar sus corazones a Dios, Rony pasó al frente. Podía escuchar a sus amigos, que le silbaban. Más tar-de, ellos comenzaron a burlarse de él.

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Sin embargo, aquella noche algo cambió en la vida de Rony. Era un sentimiento precioso y duradero. Algún tiempo después, Rony fue bauti-za-do y se convirtió en miembro de la Iglesia Ad-ventista. Más tarde se le pidió que enseñara en la clase de Escuela Sabática de Jóvenes y colaborara con los Conquistadores. El pastor vio la capacidad de liderazgo de Rony, y lo desafió a organizar un Grupo pequeño en la casa de uno de los miembros de su clase. Rony invitó a sus vecinos y a sus amigos de la escuela secundaria, y pronto el grupo superó las treinta personas.

Al enfrentar a sus padresLos padres de Rony se enteraron de su decisión

de ser cristiano y no podían entender lo que le había sucedido. Cuando él les dijo que Dios lo estaba llamando al ministerio pastoral, su padre se enojó mucho. “Si te dedicas a eso, tendrás que arreglártelas por tu cuenta”, le dijo.

El pastor de Rony lo animó a estudiar en la escuela secundaria adventista. Rony se esforzó mucho para tener buenas calificaciones. Cuan-do se graduó, comenzó a asistir a la Universidad Peruana Unión.

La Misión local lo ayudó financieramente y además él se dedicó a colportar, con el fin de pagar el importe de sus estudios. Se sentía bendecido, y sabía que Dios lo estaba guiando.

La mano de DiosEntonces lo golpeó la tragedia. Mientras Rony

se encontraba en el hospital, muy dolorido y sin saber qué sería de él, no dejaba de orar diciendo: “Señor, quiero que se haga tu voluntad. Si tú quieres que sea un pastor con tan solo un ojo, lo aceptaré. Pero, si es una manera de darte la gloria, permite por favor que no pierda el ojo”.

Rony estaba preocupado por saber cómo reac-cionaría su familia al enterarse de lo que le había pasado; pero, cuando ellos supieron del accidente, lo llamaron para animarlo.

Él usó toda oportunidad disponible para decir-les que su futuro estaba en las manos de Dios. Sus hermanas, su madre y otros miembros de la fami-lia le dijeron que la fe de él había tocado sus vidas. Su hermana había comenzado a estudiar la Biblia e incluso trajo un amigo para escuchar el testimo-nio de Rony.

Aun así, Rony no sabía si Dios le salvaría el ojo. Antes de ser llevado a la sala de cirugía, el jovenci-to oró una vez más para que se hiciera la voluntad de Dios.

Cuando se despertó después de la cirugía, co-menzó a sentir mucho dolor y se dio cuenta de que no podía ver. Más tarde, el médico entró a la habitación y le dijo:

—Hijo, no tuvimos que sacarte el ojo. No puedo explicarlo, pero tu ojo está sanando.

Rony tenía una explicación para ello. Dios ha-bía respondido sus oraciones. Entonces se olvidó del dolor que sentía. Sintió que Dios le devolvería también la vista.

Aunque Rony tiene que ser operado una vez más, sabe que Dios ha salvado su ojo por una razón. “Dios utilizó este accidente para que yo pu-diera compartir su amor con los demás —dice—. Y muchos están acercándose a Dios como resultado de ello”.

Nuestras ofrendas misioneras ayudan a que jó-venes como Rony puedan cumplir el plan de Dios para sus vidas, y sus planes de servir y honrar al Señor en todo.

C á p s u l a i n f o r m a t i v a La vista de Rony sigue mejorando poco a po-

co. Rony pide que oremos para que el médi-co que vio cómo la mano de Dios le salvó su ojo pueda entregarse a Cristo.

Rony proviene de una región donde varias congregaciones carecen de un templo para ado-rar a Dios. Parte de las ofrendas del decimoter-cer sábado de este trimestre será utilizada para construir un templo en una de esas regiones

Si desea saber más con respecto a la obra en el norte del Perú, no deje de ver el DVD de Misión Adventista de este trimestre.