Jorge Luis Arcos, Los Poetas de Orígenes

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Prólogo

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Prlogo

PrlogoLos poetas de Orgenes

Los llamados poetas de Orgenes, reconocidos as por la ya legendaria revista homnima, conforman uno de los grupos poticos ms importantes del idioma en cualquier poca. La primera aparicin conjunta tuvo lugar en la antologa Diez poetas cubanos (1937-1947) (1948), realizada por Cintio Vitier. All, adems del propio antologador, desplegaban sus poemas Jos Lezama Lima, Virgilio Piera, Gastn Baquero, Angel Gaztelu, Justo Rodrguez Santos, Eliseo Diego, Fina Garca-Marruz, Octavio Smith y Lorenzo Garca Vega. Este grupo ha constituido, desde su lejana irrupcin en 1937, el movimiento cultural ms importante y fatalmente polmico de la cultura cubana hasta el presente. Represe en que, ms all de su centro potico, abarc varias revistas: Verbum, Espuela de Plata, Clavileo, Nadie Pareca, Poeta y, finalmente, Orgenes, que fue considerada en su poca la revista ms importante del idioma, segn la opinin de Octavio Paz; que en torno a ellas se nuclearon algunos de los escritores ms relevantes de la contemporaneidad; que fue acompaada por un msico de la estirpe de Julin Orbn y por los ms valiosos pintores de la vanguardia cubana y que sus principales creadores han dejado frutos sobresalientes en la narrativa, el ensayo, el teatro y la traduccin literaria. Podran ser comparados con la llamada generacin del 27, o con los que animaron el grupo Contemporneos, o con el movimiento intelectual en torno a la revista Sur o a la Revista de Occidente. Sin embargo, a ellos los distingue una singularidad: cualquiera que haya sido la manifestacin genrica desde donde se expresaban, lo hacan siempre desde la confianza en la poesa como una forma omnicomprensiva, irreductible de conocimiento de la realidad, desde la que pudo destilar un poderoso pensamiento potico, mediante el cual podan abarcarla en su totalidad. Creo que este es el aporte ms perdurable de este grupo potico a la cultura iberoamericana y a la cultura universal en el siglo pasado.

Estos poetas fueron capaces de crear un universo que todava contina funcionando, al menos dentro del mbito insular, como un paradigma esttico y cultural. El vaco que ellos llenaron fue tan grande, los muros que le opusieron a todas las fuerzas de la desintegracin fueron tan poderosos, que todava hoy da continan extraamente vivas las polmicas en torno a un centro tan creador y tan vital. Ellos fueron capaces de articular una tradicin, una manera de leer y comprender la cultura cubana desde el XIX hasta el presente. El canon origenista es acaso el ms debatido en la actualidad, pero por muchas que puedan ser las limitaciones o mitificaciones que se le achaque desde diferentes maneras de comprender la cultura y la historia, lo que ellos dejaron como saldo creador y cognoscitivo, como leccin tica incluso, aparte de las invulnerables y esplndidas obras concretas de la mayora de sus creadores, no ha podido ser ni siquiera imitado por sus contemporneos polmicos, a tal punto que muchas de sus lecciones se mantienen vigentes, es decir, a la espera de desarrollar una continuidad creadora. Ellos, junto a Jos Mara Heredia, en la cumbre del romanticismo americano, junto a Jos Mart y Julin del Casal, dentro del independiente modernismo, y junto a figuras aisladas pero tan descollantes como Alejo Carpentier y Nicols Guilln, constituyen un hito dentro de la expresin insular. Por ser fieles a su poca de irrupcin, desarrollaron toda una sensibilidad y una cosmovisin de lo cubano, semejante a otras bsquedas nacionales, como la de la argentinidad o la de la mexicanidad, en nuestra Amrica, o como la de la hispanidad a partir de la generacin del 98. Ms all de los reparos que cada vez en forma ms creciente se les hacen desde la actualidad, ellos dejaron una marca indeleble en la percepcin de la realidad que, como se anticipaba antes, todava est muy lejos de haber agotado su rendimiento creador. Una de las razones de esta permanencia es la de haber realizado una cala profunda de la realidad insular a la misma vez que se proyectaban hacia la cultura universal. Herederos, una parte significativa de ellos, de una suerte de ecumenismo propio de la catolicidad en sus primeros siglos de esplendor, ellos pudieron, todos, ostentar como divisa la famosa sentencia lezamiana: La nsula distinta en el Cosmos, o lo que es lo mismo, la nsula indistinta en el Cosmos. Claro que toda mirada supone una eleccin. Claro que la realidad es inabarcable e inagotable. Claro que la historia es fatalmente sucesiva. Pero la eleccin origenista fue sustantiva. Incluso Orgenes pudo secretar de su centro toda una constelacin de poticas, si concurrentes en algunas actitudes y proyecciones esenciales, diferentes en sus diversas formas de expresin. Incluso ms: dentro de una misma tradicin creadora, las obras particulares de un Virgilio Piera o un Lorenzo Garca Vega, marginales, digamos, con respecto al origenismo central o clsico, preponderante en la teorizacin y recepcin del grupo, parecen aduearse en la actualidad de un lugar preeminente. De manera que coexiste, dentro del propio seno de este movimiento, un Orgenes y un anti-Orgenes, o lo que tambin se ha denominado, un poco esquemtica y metafsicamente, como dos tradiciones: la del s y la del no. Creo que esto ltimo resulta cada vez ms discutible o relativo. Acaso slo sea cuestin de nfasis, de gradacin, cuando no de matices, por muy tiles o atrayentes que puedan resultar las contraposiciones y por muy puntuales que hayan sido los antagonismos histricamente. Lo cierto es que, por ejemplo, y slo en un nivel de mxima generalidad, frente a una asimilacin clsica de la cultura, como a la que podemos adscribir a Jos Lezama Lima, Gastn Baquero, Cintio Vitier, Fina Garca Marruz, Octavio Smith y Eliseo Diego, se desarrolla otra tendencia, de estirpe vanguardista, la de Virgilio Piera y Lorenzo Garca Vega. Sin embargo, bien miradas las cosas, y sin desconocer las diferencias ostensibles, tanto en Lezama, en Vitier o en Diego podemos sorprender elementos que adquieren en Piera o Garca Vega un lugar ms destacado, o viceversa. En ltima instancia, esta riqueza, esta diversidad, esta polmica interior del origenismo slo coadyuva a su riqueza de creacin. A veces son los epgonos de una u otra tendencia, o los actuales seguidores inconscientes de una suerte de Escuela del resentimiento insular, para utilizar el oportuno trmino de Harold Bloom, los que enfatizan interesadamente las normales diferencias. Amigo crtico, opngale usted una obra semejante a la realizada por los origenistas, polemice con esta para desplegar un universo diferente pero de semejante jerarqua, y entonces se sentir a la postre ms que enemigo, deudor de una leccin creadora sin paralelo en nuestra Repblica de las Letras, amn de satisfecho con sus propios rendimientos. Lo curioso de este ambiente polmico es que la llamada zona central del origenismo reduscmosla convenientemente a sus dos exponentes discursivos ms evidentes: Jos Lezama Lima y Cintio Vitier-, no practicaron ni preconizaron nunca la lucha generacional, al menos como centro dinmico de sus respectivas cosmovisiones, aunque tampoco pudieron abstraerse de ellas. Opuestos, sobre todo Lezama, a lo que se conoci como el causalismo generacional, y a toda infantil idea de superacin, tuvieron que soportar una despiadada crtica desde sus mismos inicios. Jorge Maach (como representante de la generacin anterior, la llamada generacin de la Revista Avance), Mirta Aguirre (desde un editorial annimo de Gaceta del Caribe, y coetnea representante de la llamada poesa social y posterior preconizadora de una infructfera vertiente neo-marxista del fallido realismo socialista cubano), Jos Rodrguez Feo (co-director de la revista Orgenes, y posterior director de Cicln, que pretendi convertirse en reverso del origenismo, aunque en realidad exponente de una legtima pero diferente percepcin de la cultura), Virgilio Piera (poderoso creador que desde el propio centro de Orgenes despleg una mirada polmica y muy singular con respecto al origenismo clsico, y que finalmente deriv en la construccin paralela de otro universo creador, con notables deudas con una actitud vanguardista ante la cultura), Lorenzo Garca Vega (visceral origenista que termin por derivar hacia una potica del reverso, tambin de impulso vanguardista), Heberto Padilla (tpico exponente de la lucha generacional y de la generacin subsiguiente al origenismo, ya en la poca de la Revolucin, y uno de los mayores representantes del canon conversacionalista, y que despleg, junto a otros, una crtica negadora a ultranza desde el semanario Lunes de Revolucin), Severo Sarduy (aunque confeso continuador de Lezama, a travs del polmico trmino de neo-barroco, desarroll una opcin creadora muy personal), y todo un grupo de crticos y poetas actuales de diferentes hornadas generacionales que, salvo aquellos que continan en la tradicin creadora que enriqueci el origenismo clsico (Francisco de Ora, Roberto Friol, Cleva Sols, Delfn Prats, Ral Hernndez Novs, Roberto Mndez, et al), continan en la del origenismo pieriano (Antn Arrufat), o tratan de desviarse de la primera para conformar o imponer su propia tradicin (Antonio Jos Ponte, Vctor Fowler, Pedro Marqus de Armas, Rolando Snchez Mejas, C. A. Aguilera, et al), todos, de una u otra manera, y desde diferentes miradores estticos, han conformado una vertiente polmica con respecto al origenismo central. Ultimamente, se aprecia una suerte de canonizacin tranquila de Lezama, Piera, Baquero, Diego, y una acusada o tcita polmica con el origenista vivo Cintio Vitier. Claro que existen otras vertientes creadoras, pero que no han hecho de esta polmica el centro de sus universos creadores aunque tampoco han sido inmunes al influjo creador de algunas zonas del origenismo (Pablo Armando Fernndez, Csar Lpez, Mario Martnez Sobrino, Jos Kozer, Angel Escobar, Reina Mara Rodrguez, Efran Rodrguez, Abilio Estvez, Omar Prez, Carlos A. Alfonso, et al). Sirva simplemente este insuficiente y relativo catlogo de nombres y tendencias para tener una simple idea inicial de lo que le debe el panorama potico cubano a la existencia del grupo Orgenes.

Acaso valga la pena detenerse en la que parece ser la mayor bifurcacin del origenismo, la que parte de dos maneras diferentes de asumir la imagen de la nacionalidad, sobre todo en su imagen cultural, muy ligada al mito de la insularidad. La contraposicin aparece a partir del famoso Coloquio con Juan Ramn Jimnez (1937), de Jos Lezama Lima, donde se enuncia por primera vez, desde la imaginacin potica, el mito de la insularidad. Ya se conoce la paradigmtica carta de Lezama a Vitier, donde le conmina del siguiente modo: Ya va siendo hora de que nos empeemos (...) en una Teleologa Insular, en algo de veras grande y nutridor. La isla, o la ciudad, o la noche cubana, o sus paisajes naturales o urbanos, fueron asediados por los origenistas de diversos modos. Desde la clsica Noche insular: jardines invisibles o su conocida invocacin al ngel de la jiribilla, para no hablar de ese cosmos potico que encarna Paradiso, de Lezama, En la Calzada de Jess del Monte, de Diego, Palabras escritas en la arena por un inocente o Testamento del pez, de Baquero, el cuaderno Azules (Ay, Cuba, Cuba...), de Garca Marruz, y un libro tan decisivo como tan controversial para estas consideraciones como Lo cubano en la poesa, de Vitier, hasta la potica catica, fragmentada -cubista le llam Lezama-, de Lorenzo Garca Vega, y que evoluciona desde intensas captaciones de lo cubano hasta el desarrollo de una potica del reverso, de una suerte de desmitificacin del imaginario central del origenismo, y, sobre todo, hasta la antagnica construccin potica pieriana, que puede ser representada por su poema La isla en peso. Acaso dos imgenes contrapuestas sirvan para sintetizar la bifurcacin aludida al principio. Dice Diego: en esta isla pequea rodeada por Dios en todas partes, en El primer discurso, del libro citado, y escribe Piera en La isla en peso: La maldita circunstancia del agua por todas partes, poema que tambin pudiera oponerse a Noche insular: jardines invisibles, de Lezama. La crtica que realizaron tanto Baquero primero, tambin Roberto Fernndez Retamar, como despus Vitier a este ltimo poema significativamente citada siempre la de este ltimo- ha llegado hasta el da de hoy como ejemplo de una crtica insuficiente. Creo que a estas alturas nadie negara el valor paradigmtico, en cierto sentido visionario o anticipador de una sensibilidad muy extendida actualmente en la isla, del texto pieriano. Resulta hasta cierto punto comprensible que tanto Baquero como sobre todo Vitier, partidario positivo de una potica de lo cubano, no comprendieran o simplemente no compartieran la imagen que prevalece de la isla o de la nacin cubana en el poema de Virgilio. Y viceversa, esto es, tambin resulta legtimo que el autor de La isla en peso se opusiera desde una sensibilidad y una mirada diferentes a las imgenes luminosas de los otros poetas origenistas. Claro que esta contraposicin es tan tpica, tan evidente, que termina por empobrecer la visin. Tanto Lezama, como Diego o Vitier escribieron numerosos poemas donde la isla no es precisamente beatificada, sino entrevista como infierno, imposible, intemperie, agona. Todo parece depender de una cuestin de nfasis, aunque este no deje de ser importante, pues el nfasis decide la eleccin de una imagen de la isla que a su vez denuncia la asuncin de una determinada concepcin ya no de la isla sino de la realidad toda. Acaso sea tan mtica la isla pieriana como la de Diego y Lezama. Acaso no sean sino el envs y el revs, el cenit y el nadir de una misma problemtica, de una misma preocupacin, de un mismo amor, por el destino de la patria, pero expresada desde diferentes opciones estticas y de sensibilidad. Acaso sea la lectura actual, la recepcin predominante en la poesa cubana contempornea, nada proclive a idealizaciones positivas, la que prefiera la desolada y naturalista isla pieriana, por cierto, tambin transida por una sentimentalidad que le fue siempre difcil evitar. No en balde, al final de su vida -final, por cierto, nada halageo-, el poeta dese revivir exactamente como una isla. Al final, nos quedamos con dos propuestas cosmovisivas, dos imaginarios. Es deseable que en un futuro existan otros. Por lo pronto, ambos imaginarios son legtimos, ninguno invalidante del otro. Slo que uno se hace ms propicio, ms deseable, ms necesario que otro segn las complejas carencias de la realidad.

Una rpida mirada a los textos aqu antologados, de Piera y Garca Vega, por un lado, y a los del resto de los origenistas, por otro, denunciar enseguida una bifurcacin an mayor. Adems de las diferencias estticas y estilsticas, se aprecia otra muy general que afecta la ndole, la naturaleza de la mirada hacia la realidad. En efecto, tanto Piera como Garca Vega sustentan una realidad sin Dios. La catolicidad del resto es evidente. Acaso esa casi desesperada intensidad que se siente en los poemas de Virgilio y Lorenzo, tenga que ver con esas sus percepciones de un mundo que amenaza con agotarse en lo inmanente. A pesar de la importancia ya vislumbrada de un texto como La isla en peso, o lo inusual de un poema como La gran puta en el fondo documentos de conmovedora crtica social-, yo prefiero la poesa de Lorenzo, ms metafsica, ms sugerente tambin. Ambos enriquecen la poesa cubana con miradas en realidad muy singulares en cualquier mbito. Lo que importa en ltima instancia en ellos, ms all de todas las consideraciones que podamos hacer sobre la percepcin de un contexto social o de ciertos estereotipos de la cubanidad, es su profunda aprehensin de la realidad en general. Ellos muestran el caos, la realidad desprovista de calificativos, un mundo ingobernado, carente de finalidad trascendente. Con independencia de que podamos no compartir esa propuesta nihilista, ese sin sentido, esa intrascendencia es sentida, vislumbrada en esos poemas con una autenticidad que no ofrece dudas, que nos hace reconocerla, participar de ella, porque nadie, ni siquiera el creyente mas fervoroso, puede permanecer eternamente en una unin mstica con su esperanza de sentido y trascendencia. Estos poetas, cada uno a su modo, ofrecen ese precioso testimonio. Ellos tambin, en ltima instancia, como Diego, como Vitier, como Baquero, como Garca Marruz, nos ofrecen el testimonio de la caducidad.

Acaso convenga detenerse ahora en ciertas consideraciones propiamente literarias para comprender siquiera sea generalmente la cualidad de algunos de los aportes de la poesa origenista a la poesa cubana en particular pero tambin para poder apreciarla dentro del contexto de la poesa iberoamericana. No le interes a los poetas de Orgenes ninguna de las corrientes poticas que les fueron coetneas. Herederos, en el fondo, de la propuesta esttica modernista, no transitaron por la experiencia de la vanguardia europea. Acaso por ello Roberto Fernndez Retamar los califica como postvanguardistas. Claro que en sus procedimientos escriturales se constata la asimilacin de un vanguardismo profundo, en la senda vital de un Csar Vallejo, pero no fue el surrealismo para ellos ese racionalismo del inconsciente, segn Lezama-, una experiencia formadora importante. Ms tienen que ver con la experiencia simbolista y con la problemtica de la poesa pura, aunque tampoco se detienen en ella. No poda ser de otro modo para quienes el conocimiento (y el testimonio profundo) de la realidad eran poco menos que un imperativo de fe potica y, en muchos de ellos, religiosa. S aprehendieron la leccin de la poesa simbolista universal, particularmente de la francesa (Rimbaud, Mallarm), de la poesa de un Rilke, tan vida de apresar el ser de la realidad, la de poetas catlicos como Claudel, el lirismo simblico de un Keats, de un Shelley, el rigor y el purismo potico de Valery, y sobre todo, ya en el mbito de la lengua, el cosmos lrico y simblico de un Juan Ramn Jimnez, el vitalismo profundo de un Csar Vallejo. No hay que insistir en que estos poetas incorporaron todas las ganancias expresivas de la poesa espaola, desde la annima del romancero, pasando por Garcilaso, Gngora, Quevedo, la mstica ibrica, hasta la estilizacin romntica de Bcquer, antesala de la gran poesa modernista. De sus predecesores hispanos, adems de Juan Ramn, se advierten las lecturas de Unamuno, Machado y Garca Lorca, no as de la generacin del 27 en general, coetneos con los que slo comparten generales influencias de poca. Despus de Mart y Casal, pilares del modernismo hispanoamericano, ellos fueron ms all tanto de la poesa pura de un Mariano Brull, como del neorromanticismo de Emilio Ballagas, como del purismo y el conversacionalismo entre lrico y afectivo de un Eugenio Florit. Tampoco participaron de la moda epocal de la poesa afrocubana ni de las propuestas discursivas de la llamada poesa social ni de las vertientes neoclsicas ni intimistas. S aprehendieron la leccin purista de la autonoma verbal, pero su afn de conocimiento inexorablemente la desbordaba. Atenindonos al origenismo central o clsico, ellos parecen avenirse, a falta de una definicin mejor, con la denominacin de Roberto Fernndez Retamar de poetas trascendentalistas, con la oportuna salvedad que hace el mismo crtico al citar a Heidegguer: trascendente es lo que realiza el traspaso, esto es, lo que traspasando, permanece, que sirve para iluminar adems una esttica del verbo encarnado, afn al credo potico y religioso origenista. Acaso no haya propuesta esttica, terica, discursiva mejor para comprender facetas esenciales del pensamiento potico origenista que la lectura del libro de Cintio Vitier, Potica (1960). Este, junto a otros dos del propio Vitier, Experiencia de la poesa (1944) y La Luz del imposible (1957), significa un importante hito en el mbito ya no cubano sino iberoamericano para la consecucin de una interpretacin de la imagen potica y, en general, de toda la realidad desde la capacidad cognitiva que le confieren a la poesa. Cada uno de estos poetas aporta algo singular al proceso potico insular: la memoria creadora de Diego, el orbe simblico de Garca Marruz, el mundo fabuloso de Smith, la potica de las formas y de la muerte de Baquero, el mundo teolgico de Gaztelu, el alucinante universo fragmentado de Garca Vega, la intensa inmanencia catica de Piera, la extraeza de Vitier y la espiral de la imagen potica de Lezama...

Caso aparte resulta el de Lezama, descomunal incorporacin de la cultura universal a su sistema potico del mundo, a su concepcin de la cultura como una segunda naturaleza, a su validacin cognoscitiva de la imago. La poesa de Lezama significa la aventura potica ms absoluta emprendida en el mbito del idioma. Hay que recurrir a los grandes poetas de la contemporaneidad, para encontrarle pariguales: Rilke, Celan, Pound, Eliot, Perse, y an as su poesa contina siendo una experiencia nica, irrepetible. Una poesa tan volcada hacia el conocimiento, hacia la penetracin del ser de la realidad, tena que establecer determinadas correspondencias con el conocimiento filosfico y teolgico. Lezama ha sido calificado de poeta telogo. Pero en general, tanto la poesa del autor de Muerte de Narciso, como la de Vitier y Garca Marruz se nutren de un acendrado pensamiento aunque siempre desde una raz potica. Por eso les fue tan cercana la leccin de Mara Zambrano, quien buscaba, aunque desde la filosofa, la aprehensin integral del ser, y que encontr finalmente en la razn potica su va de acceso a una suerte de sabidura unitiva, tanto en ella como en los poetas antes mencionados desde presupuestos catlicos evidentes. Precisamente su catolicidad esencial, ms su naturaleza potica, les impeda desdear el mundo de las apariencias. Si para ellos el centro de la realidad es trascendente, slo podan revelarlo a travs de las apariencias, como aportndole ms ser a la propia realidad, como tambin supo ver Octavio Paz en la poesa de Vitier. Pero es en la poesa de Lezama donde ese exceso de realidad se torna ms inaudito. Su afn de unin o igualacin con Dios o con un principio creador, gensico es tan poderoso, que Lezama parece recrear, o crear de nuevo, a toda la realidad. Su poder incorporativo no conoci lmites. Y el cubrefuego de su imagen, dador de una potencia de conocimiento, de un apoderamiento de zonas desconocidas de la realidad, de un poder cristalizador de cuerpos, materias, sustancias como no haba acaecido antes en la poesa de la lengua.

Ellos parten, adems, de una concepcin de la poesa como transfiguracin, que va ms lejos que la propuesta materialista de la potica aristotlica. Las materias de la realidad no son transformadas por una tropologa materialista, analgica, horizontal, sino ms bien transfiguradas por un simbolismo anaggico, religioso, vertical. La imagen mgica del surrealismo no les interesa, aunque indudablemente est incorporada creadoramente a sus procedimientos escriturales. Ese tipo de imagen puede detectarse en Lezama pero al servicio de una potencia de conocimiento que la rebasa, que la convierte en todo caso en simple instrumento, sierva de un fin mayor, trascendente. Creo que tanto Lezama como Baquero se distinguen por una concepcin de la poesa como segunda naturaleza. De ah incluso su vocacin por esas grandes construcciones poemticas, por esos poemas de contenido mitopotico. Ya deca Lezama: Si la verdadera naturaleza se ha perdido, todo puede ser naturaleza, o La imagen tiene que empatar o zurcir el espacio de la cada, o su idea tambin concurrente de que como el hombre perdi su semejanza con Dios, slo le queda la posibilidad de ser imagen. De ah que preconizara, frente a la propuesta de Heidegguer del hombre como un ser para la muerte, la del hombre, el poeta como un ser para la resurreccin.

Llegado a este punto, puede comprenderse que la lectura, la recepcin que reclama, en ltima instancia, la zona central de la poesa origenista no fue para nada usual en su contexto. Incluso hoy da, ms de veinte aos despus de cerrada la obra potica lezamiana, esta no parece hallar todava a sus naturales continuadores desde la perspectiva de la creacin potica. Represe en que no me refiero a los esclarecimientos discursivos sino a una continuidad creadora equivalente. Lo mismo acaece con muchas de las propuestas cognoscitivas que detenta la poesa de un Vitier, poblada por una intensidad de pensamiento poco frecuente en nuestra poesa. Y algo semejante ocurre con otras zonas de la poesa origenista. A menudo la crtica rechaza simplemente un fcil o evidente estereotipo creado por una lectura superficial del origenismo, para nada penetrante ni mucho menos creadora. Otras veces se discuten determinadas ideas de la crtica origenista, estas s ms factibles de ser cuestionadas discursivamente, como es el caso, por ejemplo, de un libro como Lo cubano en la poesa (aunque nada semejante le haya sido opuesto), pero no se realiza un semejante intento de valoracin y de incorporacin creadora de las obras poticas individuales. Los poetas de Orgenes, cada uno a su modo, intentaron un verdadero viaje de conocimiento, imantados, como dira Lezama, por una tradicin genuinamente americana, la de la impulsin alegre hacia lo desconocido. La coherencia de esa aventura coral no ha sido hasta la fecha ni siquiera igualada por ningn grupo o tendencia potica posterior. Es muy fcil decir: olvidar Orgenes, desviarse, negar, sealar tal ausencia, esta otra limitacin. Nunca se escucha la verdadera palabra creadora: incorporar: incorporar para devolver un verdadero fruto. Lo difcil es permanecer como Orgenes. Lo difcil es constituirse en centro polmico, inevitable de referencia. Lo difcil es erigir una obra potica equivalente. Aldeanismo intelectual, retablo de vanidades, escuelitas tropicales del resentimiento, melanclico causalismo generacional, trasnochado vanguardismo, transgreciones infantiles o adolescentarias y, la mayora de las veces, imposibilidad radical para acceder a la experiencia de la poesa, o para coexistir con el otro que no podemos incorporar. La lucha contra el centro cannico slo puede tener un verdadero sentido cuando se produce una equivalente igualacin creadora, como sucedi con Piera. Es por ello que los internos polemistas del origenismo: Piera y Garca Vega, ostentan una jerarqua intelectual en sus respectivas aventuras creadoras para nada frecuente entre otros crticos del origenismo. En el fondo, imposibilidad para hacer nacer una obra semejante desde la raz agnica del ser, desde el territorio no fcilmente accesible de lo desconocido, desde la pobreza y la humildad esenciales que caracterizan a todo verdadero creador, ese que lucha solo con el silencio, con la muerte porque quiere ascender finalmente hacia la luz.

No quisiera dejar de transcribir un valioso pasaje del ensayo que escribiera Mara Zambrano, La Cuba secreta (1948), con motivo de la publicacin de la antologa ya mencionada Diez poetas cubanos, para que se tenga una idea de la alegra gensica y la responsabilidad histrica que acompa a este grupo en el momento de su nacimiento. Dice la filsofa andaluza:

Ahora un libro de poesa cubana me dice que mi secreto, Cuba, lo es en s misma y no slo para m. Y no puede eludirse la pregunta acerca de esta maravillosa coincidencia. Ser que Cuba no ha nacido todava y viva a solas tendida en su pura realidad solitaria? Los Diez poetas cubanos nos dicen diferentemente la misma cosa: que la isla dormida comienza despertar como han despertado un da todas las tierras que han sido despus historia. La primera manifestacin del espritu es fsica, como quiz lo sea la ltima, cuando el espritu desplegado en el hombre vuelva a rescatar la materia. Entonces, cuando tal suceda, tendremos el Paraso; ahora, en la vida del planeta, se produce su raro vislumbre, cuando una tierra dormida despierta a la vida de la conciencia y del espritu por la poesa y siempre ser por la poesa- y manifiesta as el esplendor de la fysis sin diferencias. Instante en que no existe todava la materia, ni la vida separada del pensamiento. Es el instante en que van a producirse las imgenes que fijan el contorno y el destino de un pas, lo que se ha llamado en la poca griega cuando no se haba revelado el Dios nico- los Dioses. La existencia de los Dioses no contradice a la existencia de Dios, pues los Dioses de Grecia, modelo permanente, son las poticas esencias fijadas en imgenes, revelaciones directas de la fysis, instantneas del paraso y tambin del infierno. (...) Despertar de la fisis decimos, en y por la poesa... Es de esperar que no se interprete este pensamiento como negacin de lo que Cuba ha conquistado de Historia, ni como desvalorizacin de lo que ha producido y anda en vas de producir de pensamiento. Despertar potico, decimos, de su ntima substancia, de lo que ha de ser el soporte, una vez revelado, de la Historia y que ha de acompaar al pensamiento como su msica interna.

Una de las experiencias que propongo con esta antologa de la poesa origenista es constatar la coexistencia de una suerte de constelacin de poticas que, ms all de las afinidades subterrneas o evidentes, se despliegan como universos contiguos pero diferentes. La experiencia de la poesa se cumple desde diferentes miradores, desde distintas configuraciones estilsticas. Asimismo, la variedad temtica es sorprendente, as como su apertura a zonas inditas de la realidad. Al extenderse su tiempo de desarrollo hasta el presente, es decir, ms all del tiempo o la etapa dentro de la poca de la Repblica donde preponder en sus ltimas dos dcadas el canon potico origenista, ello permite valorar a esta poesa desde una perspectiva ms dilatada y ms enriquecedora, toda vez que, con la excepcin de la poesa del padre Angel Gaztelu (quien no volvi a escribir ms, dedicndose por entero a su labor eclesistica) y de la muestra antologada de Justo Rodrguez Santos acaso el poeta origenista de ms parentescos con otras vertientes epocales de la lrica insular y, en este sentido, el menos singular dentro del grupo-, los dems continuaron escribiendo una poesa de notable calidad y penetracin en la poca de la Revolucin. Ello permite adems valorar la evolucin de sus poticas personales, y poder apreciar el desarrollo de un movimiento potico que en algunas de sus figuras ms relevantes, como es el caso de Vitier, Garca Marruz y Garca Vega, llega hasta el presente. Hemos querido aadir una bibliografa selectiva y general sobre la poesa origenista, que sirva como introduccin indispensable al lector o estudioso, as como una bibliografa pasiva particular de cada poeta. De este modo queda garantizada la extensin acadmica, universitaria de esta propuesta antolgica. Las compilaciones ms importantes de estos poetas son las siguientes: Poesa completa, de Jos Lezama Lima, en su reciente edicin prologada y compilada por Csar Lpez, en Alianza Editorial; Obra potica, de Eliseo Diego, prologada y compilada por Enrique Sanz, en Letras Cubanas y Ediciones Unin; Poesa completa, de Gastn Baquero, prologada y compilada por Po E. Serrano, en Editorial Verbum, y la antologa La patria sonora de los frutos, prologada y compilada por Efran Rodrguez, en Letras Cubanas; La isla en peso, de Virgilio Piera, prologada y compilada por Antn Arrufat, en Ediciones Unin; Poemas para la penltima vez. 1948-1989, de Lorenzo Garca Vega, compilada por el propio autor; Lejos de la casa marina, de Octavio Smith, en Letras Cubanas; Gradual de laudes, de Angel Gaztelu, en edicin faccimilar de Ediciones del Equilibrista. Sendas antologas se preparan por el Fondo de Cultura Econmica, de Cintio Vitier y Fina Garca Marruz, prologadas y compiladas por Enrique Sanz y Jorge Luis Arcos, respectivamente, ambas al cuidado tambin de sus autores. Los libros fundamentales para acceder a un conocimiento general de la poesa origenista son: La poesa contempornea en Cuba. (1929-1952), de Roberto Fernndez Retamar y Lo cubano en la poesa, de Cintio Vitier. Otros importantes libros generales o monogrficos pueden consultarse en la bibliografa selectiva general y en la particular de cada poeta.

Dados los lmites fsicos de este prlogo no he podido detenerme en la descripcin de cada poeta, sino slo abordar aquellas problemticas ms generales que caracterizan al grupo. Pero tambin confo en la lectura libre de esta poesa, es decir, en el disfrute de los textos, que estoy seguro que enriqueceran a cualquier persona, a cualquier literatura. No creo que muchos grupos poticos en nuestra lengua puedan ostentar tanta calidad verbal, tanto torrente de poesa, tanta penetracin potica de la realidad, tantas problemticas cosmovisivas, tanto silencioso pero sustantivo avance en lo desconocido. Estos solos poetas pudieran justificar y salvarguardar a cualquier cultura. Si estas fueran las ruinas de una civilizacin desaparecida, ellas solas bastaran para revelarnos un inmarchitable esplendor. Como para decir, junto a Jos Lezama Lima: y otra vez la eternidad.

La Habana, 16 de junio, 2002