Juan Jose Saldana_Marcos Conceptuales

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Sociedad latinoamericana de Historia de Ias Ciencias y Ia Tecnología II ~.tI ~'11 ~g lfO:::; ~~ :ti ,Q ~i 119 o{J ~ EI perfil de Ia clencla en América Juan José Saldaria Editor f 0,-",-,1 f 1~'-h:8 1[. " RIS fd l ! .f-i,t"" \M.'._l tmEW1-'~~) ~II~-' r;il"~ L~!11l. bnili XI Congreso Interamericano de Filosofia ACTAS DEL SIMPOSIO HISTORIA Y FILOSOFIA DE LA CIENCIA EN AMERICA Guadalaj~ra, Jalisco, México 12 a 14 de noviembre de 1985 CUADERNOS DE QUIPU .! tOa,

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Sociedad latinoamericanade Historia de Ias Ciencias y Ia Tecnología II

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EI perfil de Ia• •clencla enAmérica

Juan José SaldariaEditor

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XI CongresoInteramericano de Filosofia

ACTAS DEL SIMPOSIOHISTORIA Y FILOSOFIA DE LA CIENCIA

EN AMERICAGuadalaj~ra, Jalisco, México

12 a 14 de noviembre de 1985

CUADERNOS DE QUIPU .!

tOa,

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Marcos conceptuales de Ia historiade Ias ciencias en latinoamérica.

Positivismo y economicismo

"La interpretación de nuestra realidad con esquemas aje-nos sólo contribuye a hacer"os cada vez más desconocidos,cada vez menos libres, cada vez más solitarios". GabrielGarcía Márquez, La Soledad de América Latino, Confe·rencia Nobel 1982.

A 10 largo dei proceso de naturalización de Ia historia de Ias ciencias en Iaspaíses de América Latina, el cual se remonta a más de 100 anos, 1 se pue-de observar una gradual transformación de los marcos teóricos que hanguiado el trabajo de sus practicantes. AI analizàr Ias aproximaciones histo-riográficas a Ias que se ha recurrido se pueden distinguir fases dentro deesta evolución. En un período inicial esta transformación' se produjo cÕlÍgrãn lentitud~ ya que es hasta mediados de este siglo que se empieza a aban-donar Ia historia descriptiva y "hagiográfica" fradicionàL,En cambio, eri'Ias dos últimas décadas este proceso se ha acelerado2 y, en Ia actualidad,

I. Se trata verdaderamente de una tradición cuyo primer exponente es deisiglo X VII: Bernardo de Ia Plaza y Jaén. Crónica de 10 Real y Pontificia Universidl1d deMéxico. Esta disciplina se cultiva en Ia región regularmente desde hace más de un si·glo; consúltense. E. Beltrán. "Fuentes mexicanas de Ia historia de Ia ciencia· ..•Analesde 10 Sociedad Mexicano de Historia de 10 Ciencia y 10 Tecnalagia. 2, (1970); C.A.Lértora, "Los estudios de historia de Ia ciencia en Argentina". Quipu. Revisto Lati·naamericana de Historia de Ias Ciencias y Ia Tecnologia, 3. 1, (1986). pp. 135-147;S. MOloyama. J.C.V. Garcia y 1.C. de Oliveira. "O Desenvolvimento da História daCiência no Brasil", História das Ciências no Brasil. S. MOloyama y M.G. Ferri eds.1980.1.11. pp. 381-408.

2. En un° próximo ensayo nos proponemos revisar Ias orientaciones historio-

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ccis/Tlpmarcaron el punto de partida, un verdadero inicio ex níhilo. Así,Copérnico es un "esprit séditieux''7 y Newton quien "renversoit et chan-geoit toutes les idées".8 Para Ias historiadores de Ia Ilustración, Ia Revolu-ción_Científica de los siglos XVII y XVIII implicó Ia ruptura con los pre-juicios que habían retardado-iodos 105 progresos. A partir de entonces seinst~raron una nue"yª filosofía (basada en el métodocientífico)y una Edad :\Cient.r:fie~_cl!Yos efectos fueron revolucionarios) A 105 historiadores, porsupirte, les correspond ía mostrar eon sus investigaeiones el encadenamien-to, Ias reiaciones y Ia "mutue/le dépendance" de Ias verdades de Ia cienciaen un cuerpo regular.l0 Ahora bien, ai tiempo que se sostenía el carácterhomogéneo de todas Ias partes de esta catena scientiarum, se hacia ver quesu logro correspondía ai "géníc de I'Europe"ll

L . f d I I" .., Esta historiografía de Ias ciencias ignoró regularmente los aspectos SU-}, .•a p!:.lmer_a.:._i!5~_":.. a e~o, uClon .de Ia hlstonografla dt; ..las ciencias que ~e intervinieron en el nacimiento de Ia ciência moderna,12 yensul

\

se ha. prac~lCadod eln Ame~lca Latina pose~ !asgos paradoJlcQs~J=.Q que ca· eonsolidaciórí en Europa.13 A estos aspectos no'obstante, resultãTml:>res-\\ .. ~cterlZa e mo~~ónco.~guiC:!0-.20r _I~~~i_st~:!~dor~ Jatin.oameri-_ eindible acudir para comprender tanto Ia nat~raleza de Ia ciencia móderna ;\c dan~s ~a et~.~ !nIClal~s, .ante tod?, __~~_~9ce1!tnsrn_o ..•.Este modelo como Ias modalidades que adoptó en su desarrollo e institucionalización 14

errva Olrectamente de Ia historiograf(a.europea dei siglo XVIII, Ia cual .

I se c?,nstituyó ,~ajo Ia iÍ1fTu~ncia de~ filosofía iluminista.y de su noción.. dei progresc;>., La creencla e~ una marcha ascendente dei esp íritu hu-

mano, como 10 ha senalado Y. Belaval,4 encontraría en Ia historia de Iasciencias el modelo necesario para imponer Ia imagen de un progreso racio-nal: "manter par degrés aux plus hautes connaissances",s como en Ia es-cala dei entendimiento que reclamaba Bacon, tal es Ia tarea de Ia historiade Ias ciencias. "

Desde Fontenelle y su Hist;jire de l'Académie (1724)6 hastaCondorcety su Tableau des progres de I'esprit humain (1795), encontramos Ia firme.convicción de que Ia ciencia, de Ia que tanto se enoriUllecenlosModern~,ha sido el resultado de un progreso. Su antiaristotelismo y su antiescolasti-...---- -- -_.- ------ -----

emerge una conciencia muy clara de Ia existencia de preconcepciones te6-ricas en el trabaio dei historiador y una preocupación legítima por Ia ela-boración de marcos conceptuales específicos para el tipo de práctica cien.tífica queestudia.3 Simultáneamente, se produ;o un aumento en el númerode estudios históricos y su difusión en Ia región. En este trabajo nos pro-ponemos analizar Ias características que exhibe esta evolución, y con el\odeseamos contribuir aios esfuerzos que se realizan para precisar el terrenoteórico en el que se colocan Ias cuestiones metodológicas más ingentes deIa historia latinoamericana de Ias ciencias.

gráficas que se han producido en Latinoamérica en los pasados quince anos y que yaintegran una bibliografia importante.

3. Una expresión de ello es el presen,teSimposio, asi como otras reuniones~obreeste tema que han tenldo lugar en los ultlmos tlempos, Por elemplo, el Semiha(loInternacional para el Estudio de Ia Metodologia de Ia HislOria Social de Ias Cil;nciasen América Latina (Bogotá, noviembre 1983 I. Las actas de esta reunión se publicaronen Ia revista Ciencia, Tecnologia y Desarrollo, 7, 3, (1983); otro simposio lUvO lugardurante el reciente I Congreso Latinoamericano de Historia de Ias Ciencias y Ia Tec'nologia (La Habana, 21·25 julio, 1985).

4. Yvon Belaval, Leibnitz critique de Descartes, Paris, Gallimard, 1960, p. 127.5. Saverien, Histoirl! des progres de {'esprit humain dons les sciences exactes et

dons les arts qui en dépendent, Paris, 17-56, Préface, p. VIII.6. " .. .Ies sciences ne tont Que de maitre ... on ne s'est mis sur les bonnes voies

que depuis environ un siêcle." Oeuvres de Fontenelle. tome VI, nouvelle édition Paris,Bastian, 1790, p. ~3. •

7. Pues Copérnico propuso olvidar" .. .le mou\tement que nous ne voyons pas,pour croire à celui que nous ne sentons pas", Jean Sylvain Bailly, Histoire de {'astro-nomie moderne depuis Ia fondation de I'école d'Alexandrie juSqu' a I'époque duMDCCXXX, tome 1,Iivre 9, Paris, 1779, p. 337.

8. Ibid, tome 1I,Iivre 12, p. 560.9. J.B. Cohen, "The Eighteenth Century Origins of the Concept of Scientific

Revolution", journal of the History of Ideas, XX XVII, 2, pp. 257-288,10. La historia de Ias ciencias muestra, según Fontenelle,la unidad de Ia ciencia,

pues ha reunido en un " ... corps régulier ces membres épars qui sont les vérités sé·parées", Préface "Sur "utilité des mathématiques et"de Ia physique, et sur les travauxde l'Académie des sciences", Oeuvres, op. cit., I. VI, p. 75.

11. "Le génie de l'Europe se fit connaitre et s'annonça dans Copêrnic.", ).S .Bailly, op. cit., 1.111, Discours VI (Résumé générall, lere partie, p. 320.

12. "Une philosophie sans drame et sans conflit" ha dicho G. Canguilhem, refi·riéndose a Fontenelle: "Fontenelle, philosophe et historien des sciences", Etuàesd'histoire et de philosophie des sciences, Paris, Vrin·, 1975, pp. 51-58; Roger Hahn,a su vez, plantea "Like the accompanying intellectual transformation, the organiza·tional revolution of the seventeenth cenlUry has provoked the general historian'scuriosity because ofils apparenl irrelevance to lhe deep religious, dynastic, and na·tional conflicts that preocupied most Western Europeans at that time", The Anatom>of a Scientific Institution. The Pari.\ Academy af Sciences, /666·/803, Berkeley, lIni·versity of California Press, 1971, p. 2.

13. Véase a este respecto el libro de R. Hahn mencionado supra, donde se mues·tra Ia relación entre ciencia y política en Ia consolidación de Ia ciencia moderna enFrancia; en el mismo sentido se puede consultar: E. Mendelsohn et 01., The SocialProduction of Sciemific Knowledqe. Reidel. Dordrecht, 1977, donde se analiza elcasa de varias instituciones científicas europeas.

14. Para una antologia de eSludios históricos y sociales de Ias ciencias, véase:La .\cience relfe qU'I!/Ie le fair, Paris. éditions Pandor~, 198::!.

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Esta historiografía básicamente intemalista generó una visi6n totalmenteidealizada de Ia evolución histórica de Ia ciencia moderna. Sobre todo, eri·gió en modelo universal tanto a 105 mecanismos específicos que siguió Iaprácticà científica europea en su normalizaci6n y consolidación, como aIa esquematización que de su evolución histórica hicieron 105 historiadoresy filósofos de Ia ciencia ilustrados. En el sig!.Q...sjguLe_ote.,_esJos.....esq~emasIserían "oficializ~p-m:.. el positivismo, el cual concebía a Ias ciencias (y :

~s-nTétoâõS) como a lá. expresión superior dei estadia pQsitivp, Ia fas~ .magnífica de Ia historia (europea) delãhumanidad.15

I \---15 ai final deí-sigloXIX cuando se inician en Latinoamérica los traba·jos dei1lStOiiãde-las ciencias, bajo u-na c1a-rainfluenciàdel positivismo. Para

. entõnces, estaescuela había devenido filosofía oficial-en-prácticamentetodos 105 países de Ia región, y en su nombre se promovía Ia enselianza deIas ciencias, Ia creación de instituciones científicas y Ia misma organizaciónsocial de Ias países.l6 Fueron aquellos alios dei último tercio dei siglo, afiosde un enorme entusiiSmõene progreso -tanto material como intelectual,

. toda vez que líabíãn queciâdõ-a-trás, se decía, Ias épocâs de oscu-rantismoy domTnación colonial. Así, esta historia de Ias ciencias naciente se propo·

-nía·poner " .. .Ia primera piedra en América".7 de Ia reconstrucción histó-rica dei edificio científico e intelectual de estos países; éste se correspon·dería, en última instancia, con el de Europa, y mostraría hasta dónde pod íanenviarse Ias esperanzas para el futuro de los países recientemente incorpo·rados ai mundo de Ia ciencia. EI objetivo era buscar Ia génesis histórica deiprogreso que se vivía y, mediante una crítica de 105 orígenes, poder contem·

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piar el futu ro.l8 -.Qesde el p-unto de vista dei método, I~ ~is!od'Ld.e_lasc:ie~.cLaspositivist~ deb ía :~_ol.:~cionar lo~ h~c~.?-s~,Y..~iferen~i~.de Ias his·tonasgenerales, esta se ocuparia ôe Ia evoluclon de los conOClmlentos hu:,_,...~c.-_:- __.~ - -

15. " ... on ne peut connaitre Ia véritable histoire de chaque science, c'est-á-direIa formation réelle des découvertes dont elle se compose, qu'en étudiant, d'une ma·niére llénérale et directe, I'histoire de I'humanité", A. Comte, Cours de philosophieposicil'e, tome I, 2e leçon, Paris, éd. Schleicher, 1830,p. 45, Si bien es verdad que,adiferencia de Ia Ilustración, para Comte Ias étapas no científicas son también "int~·resantes" y no despreciables para el historiador. Véase: G. Canguilhem, "Histoire désreligions et hisloire des sciences dans Ia théorie du fétichisme chez Auguste Comt~"flP. ci/" p. 97.

16. Véase Leopoldo Zea, EI posiCil'ismo en México, México, Fondo de Culturahonómica, 1968; Hugo E. Biagini (comp,), EI mavimiento positivista argentino, Bue-nos Aires, Editorial de Belgrano, 1985 (caps. 60., 80, y 110.); William D. Raat, EIposit!l'ismo dur<Jnte (!I podiriu/o, México, Secretaría de Educación Pública. 1975.

17, Francisco Flores, Hi.Horia de I<Jmedicina en México, desde Ia época de losindios IWIC<JI<JpreS(!nt(!, 3 vol~ .. México, 18116-1888. prefacio, p. XXXV.

I M. "Toca ahora á Ia Medicina americana. y con ella á Ia de nuestra adorada pa'Iria México, levantarse sobre el pedestal de ~rande7a Que le está reservado para el por-\cnir·. r. Florc'>,ibid., tomo 111. p. 795.

manos, se ún IQG ,ATlU_yn~turales .. ~ yes grande~p~odos en que el .positlvismo dividía Ia historia. Sobre ello volveremos mas adelante.

Cõn relación ai eurocentrismo, es importante observar también que Iahistoriografía tradicional no seiríteresaba -ni podía hacerlo por Ias razone.sapuntadas- por Ias tradiciones científicas diferentes a Ia de Europa OCCI·dental posterior ai Renacimiento. La ciencia china, Ia árabe, Ia indú o Iaindoaméricana fueron regularmente ignoradas hasta una época reciente,Otras tradiciones científicas que fueron ignoradas son Ia ciencia ibérica.yIa iberoamericana. La importancia de Ia ciencia ibérica respecto de Ia cien·cia moderna no pod ía desconocerse, ya que en ella abrevaron el pensa-miento renacentista y moderno.2o Por 10 que hace ai interés científico deIberoamérica durante el periodo colonial, éste fue mucho más que el de seruna fuente de observaciones y terreno para Ias expediciones cient(ficaseuropeas ("aves de paso", Babini21) •...tJ..<:> obstante, ~~ el s~~lo ~V II1 i rse constituyeron para ello "ideologías"22 que ign~raron .la _U~C~C1C?!}_ e IIa ciencia hispánica dentro dei lIamado "main stream" dei desarrollo ~e Ia ;: .~

, cienc·ia modern~n el cas~ de ~~~a~éric~, la',historiogr-ªfS-ª tradicio_nal I ! Irig/Joró de manera_'!1~s acusada I~ actly!dad_clent~fic.~ qU~'ltuvo lu.gar_e~.llregión, ai grado de lIegar a afirmarse Ilanamen\e ~~ ahL~?~abla habldo_ ,~_en~i~-:-Los historiadores positiv!~tas de América L.atin~ asumieron el reto 1/'de encontrarle un lugar a su reglon dentro de Ia hlstona (europea) de Ias

/ciencias.

Lo paradójico en esta primera fase de Ia historiografía latinoamericana Ide Ias~C1encias radica en que se asumieron acríticamente 105 presupuest?s de \Ia historiografía tradicional eurocéntrica. ~jg1Q.~X y hasta mediados Idei presente siglo, par:a.hacer Ia historia de Ias ciencias de Lat!noamé.r:i.ca se \adoptó un mãrco conceptual que negaba a Iberoamérica. Estofueel resulta· id~p6runa parte, dei influjo dei positivismo y, por'õtra, de 105 intentos'por mostrar Ia modernidad y el progreso alcanzado por algunos países deIa región en ese tiempo. Se buscaría así, hacer visible que en América Lati-I ,na, una vez.aicanzados 10Silrvere5 de_~cjvilizacjõn", se cültiVãOã Ia ~e~ L-' . ,,'> '-'~ L.

universal; organizada de acuerd<: co~ I?s_patrones europeo~~.._y~~ ~'''l':.T \ \\Jincluso, se habían ec o a gunas contribllciones. D~J:lrImer enfo ue Ise ·puede ~mar que, en vez de niSioriar Ia PEáct~ntí~cade .L~tinoamé' c

rica, buscába mãs bien'nistoriarla ciencia europea en atmoamenca. ---~ -

19. Ibid., prefacio, p. XLII.20. Véase José M. López Pitiero, Ciencia y técnica en Ia sociedad espanola de

los siglos XVI Y X VII, Barcelona, Editorial Labor. 1979, y dei mismo autor. Laciencia en Ia historia hispánica, Barcelona, Salvat, 1982.

J.i1. José Babini, La evolución dei pensamienco cienCífico en Ia Argentina, Bue·nos Aires. Edicioncs La F ragu a . 1954, p. 106.

22. Véase. I.M. Lópcz Piticro. La ciencia en Ia /1; coria /1ispánica, op. cit, p. 4.

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En consecuencia, como en Ia Ilustración, se consideraba entonces_uni I signo de progreso el advenimiento de Ia cienClaiTiOd~rna a lõS p-aíses de

I:,esta regiejj,yla superación de Ia teologíayeTCiericalismo_impuesto p~

Espãflã. La propuéstaldeológica era lãoerlãicJ"sismo. En México~põr ej"em-pio, Francisco Flores (1886) periodiza el desarrollo científico de acuerdocon Ia ley de los tres estadios de Auguste Comte: Ia "ciencia" prehispánicacorrespondió ai estaaiõteõi6gjco; Ia dei periodo colonial ai estadio metafí-sico y, sólo a partir de Ias reformas Iiberales de 1833, se inició el estadiapositivo23 dei que es característico Ia ciencia experimental que, justamenteentonces, se empezó a enseiiar y practicar en Ia que fue Ia " ... edad de orode Ias ciencias mexicanas."24

EI también mexicano Porfirio Parra (1900), de similar manera, consi·'deraba que en México " ... como en el viejo mundo ... , Ia elaboración demétodos para Ia investigación de Ia verdad, desacreditaron aquellas vastasconstrucciones y aquellas síntesis colosales; que un pensador solía forjara priori ... "25 Esta es Ia tesis dei carácter revolucionario de Ia ciencia mo·derna que derroca a Ia escolástica y ai aristotelismo, y que conduce a Iamodernidad. Es, también, Ia tesis eurocéntrica que estima que esa cienciaproduce 105 mismos efectos en el país receptor, que aquellos que tuvieronlugar en su país o región de origen. Para Parra, Ias ciencias proceden de unmedio cultural extraiio a Ia historia dei país, ya que, "Nada de 10 que cul-mina en Ia actual nación mexicana se debe a Ia civilización aborigen";26 yde Espana, afirma, sólo se recibió a Ia religión y a Ia "escolástica, marchitay decadente" .27 La ciencia moderna sólo empezaría a cultivarse en Ia vieja yen Ia Nueva Espana hasta que fue vencida Ia resistencia "larga y porfiada"que se le opuso, por parte de Ias instituciones de Ia fe, 10 cual aconteció"hasta que se extinguiera Ia dinastía de 105 reyes nacionales, y ocupara susolio y empunara su cetro una dinastía extran;era",28 refiriéndose aiosBorbones. Para este punto de vista, en consecuencia, nada proviene de Iapropia historia; todo es el resultado de una importación: Ia ciencia se ins'italó en Espana y en.las que eran sus colonias americanas cuando Ia influen-cia de Ia lIustración francesa cruzó los Pirineos, durante Ia segunda mitad. .dei siglo XV 111.29 r

23. La obra está dividida en Ires volúmenes que corresponden a los Ires estadiosposlivistas.

24. F. Flores, op. cit., l. li, p. 461.25. Portirio Parra, "La ciencia en México", México, su evolución social, tomo I,

volumen 2. O íaz Covarrubias F. et 01, eds., México, 1900-1902, p. 442.26. Ibid., p. 422.27. Ibid., P. 42fi.2!\. Ibid., p. 435.29. E.ste punto de vista lIe~ó a ser generalmente aceptado entre los historiadores

de Ias ciencias. Una formulación dei mismo que tuvo gran influenCia se encuentra en

En Argentina, con motivo dei cincuentenarío de Ia fundación de IaSociedad Científica Argentina (1922), se publicaron varios estudios con eltítulo La evolución de Ias ciencias en Ia República Argentina. 30 Ramón G.Loyarte, en su contribución sobre Ia historia de Ia física, dice:

Este estado extremo (de sujeción a Ia teol'ogía) se prolongó hastaque en Ia época de Liniers se dió cumplimiento a una real órden,expedida muchos anos antes por influencia dei deán Funes, que dis-pon ía pasase a manos dei clero secu lar Ia dirección de Ia enseJian-za ... 31

... estamos inclinados ... a ubicar el movimiento de nuestro pensa-miento propio dentro de Ia geografía cultural dei viejo mundo.32

La actitud dei intelecto argentino ... , a6í en el arte y Ia ciencia C0l":10

en Ias aplicaciones prácticas, era francamente discipular.33

Por su parte, Enrique Herrero Ducloux, refiriéndose a Ia historia de Iaquímica, senala que se ocupará "de 105 hombres que Ia fundaron y (de) Iasfuentes de donde se importó Ia ciencia que hoy consideramos nuestra -si·quiera por el carino con que Ia cultivamos- ".34 Esto debe ser así, adviertc

porque el camino recorrido por 105 estudios químicos en Ia Repú-blica depende y dependerá siempre dei movimiento extranjero yes por demás instructivo el ver Ia influencia de los descubrimientose invenciones, en fenómenos y teorías, sobre Ia actividad de 105 qu í-micos argentinos.35

el libro de .Jean Sarrailh, L 'Espagne éclairée de Ia seconde moitié du XVIII sieclf,1954 (Ia traducción castellana Ia hizo el Fondo de Cultura E.conómica, México. 19571.En los últimos anos este punto de vista ha sido revisado y cuestionado severamente(para bibliografía véase Ia nola 88).

30. Varios, La evolución de Ias ciencias en Ia República Argentina, 8 volúmenes,Buenos Aires, Sociedad Cient(fica Argentina, 1923-1979.

31. Ramón G. Loyarte, "La evoluci6n de Ia tísica", La evolución de Ias cienciasen Ia República Argentina, op. cit., vol. 2 (1924 l, p. 20.

32. Ibid., p. 60.33. Ibidem.34. Enrique Herrero Ducloux, "Las ciencias quimicas" La evolución de Ias cien-

cias en Ia República Argentina. op. cit.. vol. 3 11923/, p. 7.35. Ibid., P. 9.

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Ante esta negativa de los historiadores a considerar los aspectos socia·les que participaron conjuntamente con los intelectuales en Ia conforma·ción de Ia actividad científica de sus respectivos países, y dado que 5610 ellosconstituyen el elemento que les hubiera permitido domiciliar a Ia cienciaeuropea importada, Lcómo pueden asignarle un lugar a Ias ciencias de Amé· \rica Latina en Ia historia (europea) de Ias ciencias? i(H Lha solución metodológica a Ia que acudieron los historiadores de las~}

;' ciencias d~ _es~e_p'e.~~._ãõJ~~ .I~ b_úsqüêOa de contrl~ucion;s Iaf!noamerreã:,

_ nas_a Ia cle~_cla unrversal . Respecto a esta Illstorlografla, Ellas Tr'abulseha dichõ, con razon;que ....•resultó un tour de force ya que ... los historia-dores hurgab.an, exprimían y torturaban los textos con el fin de encontrar 39. Op. cit., 466.algunos pasaJes que revelasen que el autor que estudiaban era partícipe de, 40. Op. cit., 47.

(lia 'ciencia po~itiva' im~erante en su época'.'.38 .y~~e~ ~!:rtos caSOSL~: 41. Co~o 10 dem~est~a el hecho de que Ias historias de lasciencias tradiciona-. resultaba ?o~I?le. mencl.<>nar.. ~~~!1as c_ontrl.buclones que efeçtlvamentelo/ ~ ~e: ~~s ~e;~:I~ren a I.a,~Iencla de estos, pueblos. Tal vez,la historia general de Ia ciencia

'. rueran, éstas no pasaban de ser episódicas y de un valor relativo. Esta cons. !/!\, n e aparlClon es Ia Comb"dge /IIustrated HI~tory of rhe lVorld's Seienee, de" _ .• __ - .. ", - I C.~. Ronan (1983), que a pesar de su pretendlo caracter mundial no menciona si.tataclOn Ia encontramos regularmente entre los autores que hemos con·,), qUlera a Latínoamérica (ni ai mundo h'lspa'n'lco) U "fi' .•. . . " . na slgnr Icatlva excepclon es Iaslderado. ) H/sto/re generale des sciences, obra colectiva dirigida por el profesor Renê Taton (Pa-

I riS" Presses Unlversltalres de France, 1966). Respecto a Ia actividad científica de otrasParra, en efecto, observa: reglones como Norteamérica, también ausentes en estas historias "racionalistas" Na.

t~an Reingold ha dicho recientemente, refiriéndose a George Sanon, uno de los ~ala-dl~es en este slglo d~ Ia historia positivista, "To my mind. to altain a real history ofsClence requlred gettrng away from the view points and methods of our honored foun-der", "Uniformity as Hídden Diversity: History of Science in the United States 19201940", conferencia presentada en Ia ;oint session of the American Historical' Asso.Clatlon and the History of Science Society, Chicago, December 29. 1984. Sobre estete~a pueden consultarse los traba;os reunidos en Hisrorieal lVrilinq on AmerieanSe/enee, edrted by S,G. Kohlstedl and M, W. Rossiter Osiris second series volume1,1985. '"

De Ia misma manera que Ia historiografía tradicional habia renunciad~aios análisis sociales para "contextualizar" el surgimiento y desarrollo de IIa ciencia, los historiadores de esta primera fase se rehusaron también aplantear su objeto de estudio en el contexto sociohistórico de su país, limi. Ttándolo únicamente ai ámbito de Ias ideas científicas. Ello contrasta, ade· (más, con el auge de los estudios sociológicos que entonces tenían lugar. Talera el caso de Porfirio Parra, quien declaraba: j

Ocupándonos aquí 5610 de Ia evolución científica, de delinear en superfeccionamiento progresivo Ia ciencia, que es Ia verdad misma,cuando nos toque hablar de algún sabio que haya sido á Ia par perso·na;e pol ítico prescindiremos por completo de este último de sus pa· .peles para juzgarle tan sólo en su calidad de hombre de ciencias .. ,36

Igualmente, Loyarte, definitivo, afirmaba:

No es tarea nuestra ocuparnos de los hechos pol íticos y sociales ... 37

... si los resultados que hemos podido consignar no son tantos comohubiêramos deseado, cábemos ai menos Ia satisfacción de afirmar

36. Op. cit., p. 446.37. Op. cit., p. 44.38. Eiras Trabulse, Lo hlstorio de 10 cíencío en México, 4 vols., México, Fondo

de Cultura Económica-Conacyt, México, 1984-85, vol. 1, p. 20.

Q~e ~éxico cultiva dignamente Ia ciencia; que plantea, estudia ydlluclda aquellos altos problemas en que se cifra el adelanto dei gê·nero humano.39

Herrero, ai hacer el "balance" de sus investigaciones, constata:

.. :no nos es desfavorable y el saldo posee valor como enserianza yaCIcate, como promesa y ejemplo ... 40

. ~nte estos resultados, y dado el enfoque seguido por Ia historia de IasClenclas de este periodo, lse consegu ia el propósito de ubicar a América~atina dentro de Ia perspectiva de Ia historia de Ias ciencias tradicional? AJuzg~r por los balances limitados, o incluso deficitarios y que son los queexpllcan el sistemático "olvido" en que quedaron Ias r~ivindicaciones he·

chas por nuestros historiadores de Ias "contribuciones" latinoamericanas flj

por, pa~e de Ia historia de Ias ciencias eurºp~,_o ~e inspiración europea, s~esta ~vldentemente frente a un@o de incomprensión totãl ~ l Pod ía ha.ber Sido de otra manera? Pensamos que no, ya que esta situación derivabad.el modelo histo~i~gráfic~ mismo, el cual, como hemos dicho" negaba (teó-_r1,camente) a Amenca Lattn~ y afirmaba Ia universalidad de Ia práctica cien.tlfica ~por su !rascen en~i~j'y el c~áct~.r ~uropeo deslJ oIigen -.

ViSto desde otro punto de vista, el intento de êstos historiadores es .encomiable, e independientemente de Ias motivaciones que tuvieron paraemprender este tipo de estudios, no cabe duda de que contribuyeron airecon~~imiento de Ia existencia de unãcultüra científica en sus pafses.Tamblen aportaran ai conocimiento -y ai rescate- de Ias fuentes Pãr; j';

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historia de Ias ciencias. Pero, de Ia misma manera, estos estudios alentaroncon su simplismo teórico a Ia perspectiva que desconoce Ia naturaleza social I

de Ia práctica científica latinoamericana y que Ia concibe únicamente comouna parte de Ia ciencia "universal". No sólo Ia historia de Ias ciencias SiflO

.- -', en general, 105 estudios sobre Ias cienciãsse desarrollaron en nuestra regiónI animados por esa concepción "universalista" de Ias ciencias, que fas separal-de su contextc·. - - /

11. América Latina como mimesis metodológica \I J

r (

La evolución teórica de Ia historia de Ias ciencias conoció a partir de 1930nuevos derroteros. Inicialmente, ello fue una consecuencia de Ia influen-cia de Ia. hj.storiogr~fía marxista de aquellos anos, ya que se constituyó unenfoque ~etodõróglco que acud Ia a Ia ca~alidad histórica para expl icar el5urgimi~~_t.9.je_Là~ciencia. Postenõr~ elintel1to por sobrepasÚ Ias limi·. taciones tanto -ae-la-fiiStõriografía tradicional como dei reduccionismo eco-nomicista, condujeron a una historia social de Ias ciencias que se considerabaa si misma como una metodología abierta, o resultante de partes que eran,en realidad, complementarias.42 En este apartado revisaremos Ia influenciade estos marcos conceptuales en Ia historiografía latinoamericana de Iasciencias.

50n conocidos los orígenes dei así lIamado "externalismo", el cual fueformulado por B. Hessen en su ensayo "Las raíces socioeconómicas de Iamecánica de Newton" (1931).43 Hessen se levantó contra el tipo de histo-ria de Ia física newtoniana predominante en su época, limitado " ... a Iasimple compilación de materiales acerca de Newton", y que se desintere·saba por los "factores Que determinaron el contenido y Ia dirección de sustrabajos", o bien, que explicaba Ia obra newtoniana y su considerable in-fluencia por Ias "geniales dotes personales" de Newton.44 En cambio, Hes·sen, utilizando el método dei materialismo dialéctico y Ia concepción deiproceso histórico creada por Marx, se propone estudiar "Ia génesis y el de-sarrollo de Ia obra de Newton en relación con Ia época en Ia cual éste vivióy trabajó". Este enfoque se apoya en Ia siguiente tesis teórica: I

42. Véase: Roy Macleod, "Changing Perspectives ín the Social History of scien'ce", Science, Technology und Society. A Cross·Disciplinary Perspective, edited byspiegel·Rosing and D. De solla Price, London·Beverly Hills, sage, 1977.

43. Publicado, inicialmente, en ellibro colectivo Science at the Crossroads, 2nd.edition, London, Frank Cass, 1971. La primera traducción castellana se realizó direc-lamente dei original en ruso (1934). y fue publicada por Ia Editorial Academia, LaHabana, 1985, con el título Las Raíces Socioeconómicas de Ia Mecánica de Newton.En 10 sucesivo nos rcferire.mos a esta última edición.

44. Op. cit., p. 13.

EI modo de producción de Ia vida material condiciona los procesossocial, pol/fico y espiritual de Ia sociedad. 45

Por 10 tanto, Hessen se propuso analizar Ia economía Ia técnica y Iafísica en Ia época de Newton, indagando: '

. ~.quê demandas econ6micas se producían como consecuencia Jeln~ci~iento y desarrollo dei capital comercial (y) ... qué problemastecnlcos colocaba en primer plano Ia nueva econom ía en desarrollo(para investigar, posteriormente) ... :1 qué comple;o de problemasy conocimientos físicos, necesarios para su solución, conducía.46

EI estudio realizado por Hessen 10 lIevó a concluir que el contenido delos Principia muestra una total correspondencia con (y es una síntesis de) Iatemática física de Ia época, ". _ .surgida de Ias demandas de Ia economía yde Ia técnica."47 En Ia segunda parte dei ensayo Hessen hace un análisis deIa c~~cepción dei mundo sostenida por Newton. Ahora bien, dado que losanáhSlS de Hessen sobre este punto fueron general mente ignorados pese asu ínterés,48 aquí no 105 consideraremos, yaOque fue sólo Ia prim~ra par-te dei planteamiento de Hessen Ia que retuvieron sus seguidores comoJp. Bernal en su Science in History,49 así como los historiadores de Ias cicn-elas latinoamericanos que se acogieron a este modelo historiográfico.

.. Este "extern.alismo" e~ Ia historia de Ias ciencias dio lugar a diversas '.cntlcas,50 y aquI nos refememos 5ólo a algunas de ellas y en Ia medida enque conciernen a Ias regiones periféricas. -

. EI primer hechonotable fue que Ias investigaciones que se realizaronanimadas por esta metodología historiográfica no se referían a Ias regionesque ya hemos indicado antes y que estuvieron fuera dei "main stream" deidesarrollo de Ia ciencia moderna (y que en este caso corresponde tambiénai dei proceso económico capitalista). Espana e Iberoamérica no tenían un .

,lugar en Ia historia de Ias ciencias.! p~r ~o haoerse realizado en tales r~gio.. .

45. Ibid., p. 14.46. Ibid., p. 18.47. Ibid., p. 41.48. Ya q~e nos muestran una faceta poco conocida dei enfoque seguido por

Hessen, ai analtzar Ia presencia de Ia ideologia (teologia) y de Ia filosofía idealista enIa obra científica de Newton. Estas aspectos "no son accidentales, sino que están or-ganicamente enlazados con su concepción dei mundo" (lbid., p. 57).

49. J ..0. Bernal, 5cience in Hislory, London, C.A. Watls, 1954.50 Vease, en particular, Ia critica contemporánea: G.N. Clark, 5cience and Social

lYelfare Jn lho Age af Newlon, Oxford. 1937: R. Menon, "Scicnce and lhe Economyof. seventeenth Centurv England". cience unrf o ier>. 3(1983), Pp. 3-27. Una revi.slOn reClcnlc de este cnloqu hiSlOrlORráfi o 'S I dr I. R~vctl, "f::lernal's Marxist Visionof Historv", 1.1i5.72,26] (19011.

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,'1,1' "." r' ,i .

nes los progresos ecor.ómicos y técnicos que han determinado Ia dillámi~-creia historia cienitfiC.a de ta humâiiidad. Un primer problema con este mo- 1\

'-dei o es, pues, su eurocentrismQ,_-- - - '.Otra dificultad es Ia que surge dei hecho de que~':. perspe~tlva

Ia ciencia se concibe como el resultado de Ia solución dada a Ias eXlgen-cias técnicas plantead25 por el d~arrollõ económico. De ello se sigue que

5edesconoce que 1aêienciahãYa sido -y sea- una practica social en sentidoamplio; es decir, una :ráctica cultural, política, ideológica, etc. Asimismo,Ia función de fuerza p~::Jductiva directa que le asigna a laciencia este modelohistoriográfico, ademi> de ser sólo cierta para un periodo reciente y geo- ,gráficamente bien deiimitado (Europa Occidental a partir de 184ü},51 ~

\ duce ai ocultamiento de Ias actividades científicas de Ias regiones periféri-\ cas;quesrempre éxist.'eron y siempr-e tuvleron una significació~ social: ETt

r ~gun'ao problema de este enfoque es S~%ciUcc.ÍJ iSITl?e.conomlclsta~En este enfoque, finalmente, ai no admitirse Ias definiciones contex-

tu ales e históricas de io que fue Ia ciencia de otras épocas y de otros lu-gares, RI_«:valeceIa ~oncepción acuml,J!..a.tivis?de Ias verdades dela _c:~:ncia;\pes dedr-;-Ia dei desembocamientéidel pasado en el presente como en lacatenascientiarum a Ia que ya nos hemos referido con anterioridad. EI enfoqueexternalista, además de hacernos recordar sobre este punto -extraiiamen-te- ai internalismo, aI oponerse a Ias consideraciones geográficas y c~ltu~a-les se ve obligado a piantear el positivismo y el universalismo de Ia clencla.\\Dentro de Ia historia de Ias ciencias, por 10 tanto, no tienen cabidael error, eldrama epistemo ogiço_y~humano,S2 as especlficiaaôes sociãles y cultl!fa-IeSrn menos -áÚn, Ias alternativas epistemológicas.S3-enercer problema-' . -

51. Este es un hecho generalmente reconocido, y dei cual P. Pruna (traductorai castellano dei ensayo de Hessen) ha dicho: Hessen " ... no menciona, sin embarg~,Que Ia utilización consciente de Ias leyes de Ia mecánica en Ia té~nica ind~~t!ial, mi-nera y otras comienza a ~ealizarse casi un siglo después de Ia pflmera edlclon de Iasíntesis newtoniana." (O,;. cit., prólogo, p. 6). Esto ha sido igualmente observado porlos historiadores de Ia Revoluci6n' Industrial: David 5. Landes Progreso tecnológiky revolución industrial, Mzdrid, Editorial Tecnos, 1979, p. 120; E.I. Hobsbawm, r, eAge of Revolution: Euror;~ 1789-1848, London, Abacus, 1977, ch. 15; Igualmente,1.0. Bernal constata Que t" sus primeras etapas "Ia Revolución Industrial no depe~-dió de contribución cienl",ca alguna", Lo ciencio en 10historio, trad. EIi de Gortan,México, UNAM, 1972, p. 51J3.

52. V.: A. Brannigitr,, The Social Bosis of Scientific Discoveries, New York,Cambridge University Pres;, 1981; G.F. Kneller, Science os o Humon Endeovou.r, NewYork Col umbia university Press, 1978, ch. 7·10; D. Bloor, Knowledge ond SocIal Imo·gery, 'London, Routledge ••r.d Kegan Paul, 1976; J.J. 5aldaiia, "iEs Ia ciencia una ac·lividad humana?", Asclepi'J. XXXVII (1985), pp. 385·398.

53. V.: X. Polanco,' :,cience in Developing Countries", Quipu, 2, (1985), pp.303-31 S: U. D' Ambrosi0, '.'\ Melhodology for E Ihnoscience: the Need for Alter-native Epistemologies", Tr'~'"io, 2 (19851, pp. 397-409.

que encontramos con este punto de vista es el de su ahistoricidad y el de supositivismo implícito. '

~ lCómo pudo cõ~stituirse una metodología historiográficJ para Iahistoria de Ias ciencias de América Latina desde este modelo? ~n nuestraopinión esto fue posible a través de un§iíTictismo metodológicõ'JSi bien,y a diferencia dei modelo positivista, ahora se reconoce un lugar para Iaactividad científica latinoamericana, ello se realiza utilizando un métodohistoriográfico eurocéntrico, reduccionis.ta,_ahistórico 'i de un Põ'Sitivis-mo velado. AI externalismosele~a. como_agua.entre losdedos.dela_

, mano Ia especificidad de Ia ciencia latinoamericana.Ahora bien, antes de continua.r adelante, debemos observar que el mo"

delo externalista tuvo un papel significativo entre los anos cincuenta ysesenta, po~que introdujo Ia dimensión J~~~Len ~~!1áJisis~i~_?~c;o ~e-'as,ciencias y. porque vino a 'iorriper con Ia hegemonía ié"óriCâ de Ia historio-giãrrnríiérnalista. AI igual que 10 acontecido en aquellos anos en el planointern-aciânãJ, en América Latina el externalismo que empezó a practicarsetuvo el mérito de haber ubicado a Ias actividades_científicas en el marco,eleja historia.de los países y en un planõ h~ta entonces desconocido porIa historiografía de Ias ciencias. Como aconteció en los casos de Hesseny Bernal, los historiadorés-que--ãdoptaron estos puntos de vista produ-jeron en su momento obras novedosas y abrieron una brecha en el pano-rama de Ia historia de Ias ciencias tradicional. Igualmente se suscitaronalgunas reacciones (más bien tímidas) que desconocían Ia legitimidad deeste intento,S4 y sin que se lIegara a una verdadera discusión dei aspectoteórico de Ia historia de Ias ciencias.

Ahora vamos a analizar algunas histori~ de Ias ciencias que se elabo-raron en América Latina ba;o Ia influencia teórica dei externalismo y con-sideraremos su adecuación ai objeto que buscaban estudiar.

En 1950, José López Sánchez publicó Tomás Romay y el Odgen deIa Ciencia en Cuba.5s En este libro el autor senalaba que su propósito aIescribir Ia biografía de su ilustre compatriotá dei siglo XVIII, era el de ubj-car Ia obra de Romay en el "marco dei gran movimiento de reforma eco-nómica y cultural" de ese siglo. Este movimiento coincide con el surgi-

54. Por ejemplo, Ia de E. Beltrán en relación ai Iibro de E. de Gortari, Lo cien·cio en 10historio de México (México, Fondo de Cultura Económica, 1963), quien ex·presó: " ... no se trata de una historia de Ia ciencia en México, sino de un ensayo paraenfocar Ias relaciones Que ha lel1ido Ia ciencia en el desenvolvimiento dei pais, redac-tada en gran parte siguiendo los lineamientos de Ia clásica Science in Hislory de Ber·nal" "Fuentes mexicanas de Ia historia de Ia ciencia", op. cir. (nota 1 l, p. 92.

'55. No nos fue posible tener acceso a Ia edición original de 1950 y para este Ira·baio hemos consultado Ia traducción ai francés: Tomás Romo.v el I'orioine de ia 5cienccà Cubo. La HabanJ. Instituto dei Libro, 1967_ Los textos Que se citan han sido tradu·cidos Dor nosotros,

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miento de Ia conciencia nacional en Ia isla, " ... en un esfuerzo para libe-rarse de Ia tutela espanola en su formación cultural y científica. Es una fucrzainconsciente que, nocido deI desorro/lo de Ias fuerzos productivas, vivificalos deseos dei grupo social que está en proceso de madurar en tanto quenación".s6 Se trata, entonces, dei surgimiento de Ia "burguesía cubana",S7 (compuesta principalmente por 105 propietarios de Ias fábricas azucarerasquienes suplantaron aios plantadores de tabaco, que habían mantenido i

una economía basada en Ia exportación de materias primas y en el trabajo Iesc lavo. Esta clase social nueva " ... se verá en Ia obligación de favorecer un \movimiento de progreso cultural, destinado esencialmente a implantar Ia !instrucrió~ en todos los niveles y e! estudio de Ias .ciencia.s naturales: como I1

base para flacer progresar a Ia agncultura y a Ia rndustna."s8 segun esteautor, un conjunto de circunstancias favorables concurrieron para Ia for·mación de Ia nueva situación económica y social en Cuba hacia el final deisigla XVIII y el principio dei XIX: Ia ocupación de La Habana por Ias in-gleses (1762), Ia Revolución Francesa (1789) y Ia Ilustración, Ia indepen-dencia de Ias Estados Unidos (1781), Ias consecuencias derivadas de Iarevolución de Haití (180l) y el "despotismo cultivado" que imperaba en-tonces en Espana. Pero 10 que puso a todo esto en movimiento, fue Ia exis-tencia de Ia burguesía azucarera ai comprender ésta que le convenía pro·mover ai régimen capitalista, pues ello favoreceríaal comercio y ai desarrollode Ia industria.S9

Ahora bien, esta reforma económica y cultural expresaba una contra-dicción principal " ... profunda y antagónica, entre el nuevo régimen deproducción y Ia ideología escolástica y feudal sostenida por Ia Iglesia. "60Por ello, Ia actividad científica de Romay, como Ia de los hombres culti·vados de Ia época, adoptará un carácter abiertamente antiescolástico, pues10 que importa en Ia nueva situación "es Ia interpretación y el estudio de Ianaturaleza para aplicarlo a Ia agricultura y a Ia industria."61 Así, Ia concep-ción escolástica será sustituida ", .. por una doctrina coherente basada enuna filosofia materialista que establece que, por encima de Ia autoridadconsagrada, debe primar Ia observación y Ia experimentación."62 Romay,senala López sánchez, siguió " ... Ios mismos caminos de los sabios eu~o-peos, quienes partieron de los principios filosóficos y de los métocios racin.nales preconizados por Bacon y Descartes".63 •

56. Ibid., p. 3 (subrayado nuestro).57. Ibid., p. 4.58. Ibid., PP. ~-4.59. Ibid., pp. 5 y 195.60.lbid., p.187.61. Ibid., p. 188.62. Ibid .. p. 190.63. Ibid .. PP. 194-195.

Como puede apreciarse, para López sánchez, y acorde con el modeloexternalista,. el origen de Ia ciencia en Cuba es un resultado de Ia instaura- I

ción dei capitalismo en Ia isla. La función de Ia ciencia será Ia de contri·buir ai desarrollo de Ias fuerzas productivas. Asimismo, el efecto que pro-duce Ia ciencia tiene lugar en el plano de Ia lucha contra Ia escolástica yen el de Ia educación (para hacer progresar Ia agricultura y Ia industrial.

Pero, lqué c1ase de capitalismo es ése que está basado en Ia esclavitudy no en el trabajo asalariado? La esclavitud fue formalmente abólida enCuba hasta 1886, y sólo es con Ia depresión de 1866 cuando entra en abiertacontradicción con Ias técnicas y aparatos capitalistas.64 Pues, como 10 hascnalado Le Riverend, antes de esa fecha, Ia norma era "más rendimientoy menos vida para el esclavo". Incluso, Ia "situación se agudiza desde 1810en adelante cuando surge el terror frente a Ia masa de esclavos".65 Si Ia or-ganización dei trabajo se daba en semejante contexto lcuál podía ser efec-tivamente el papel de Ias ciencias y de su ensenanza en Ia sociedad cubanafinisecular y de comienzos dei XIX?, lconstituía lacienciaun facto r de pro-greso económico, una fuerza productiva directa? EI testimonio de Bachillery Morales66 ofrece una imagen que no se corresponde con Ia función asig-nada a Ia ciencia por el modelo externalist:l. En relación con Ia qu ímica,ciencia de Ia que se podrían esperar usos prácticos en Ia industria azucare-ra, en 1815 "sólo se veía figurar el nombre de laquimico en lareloción decaudoles".67 Cuando en 1819, finalmente se logró contar con un profesorde esta ciencia (un francés), ai "cabo de veinticinco anos de proyectos ytentativas malogradas",68 apenas pisa Ias playas de Cuba cuando es víctimade Ia fiebre amarilla. EI equipamiento de un laboratorio no estuvo excen-to dei riesgo de perderse " ... a influjo dei clima que destruye los metales enpoco tiempo."69 sólo hasta 1837 se inició el cultivo regular de Ia químicay su ensenanza sistemática hasta 1845.70 En cuanto a Ia botánica y Ia agro-nomía Ia situación no fue muy distinta, según el testimonio de Bachiller.71La ensenanza técnica industrial, a su vez, se inició hasta 1846, con los pri-meros 50 alumnos.72

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64. Julio Le Riverend, Historia económica de Cubo, La Habana, Instituto Cuba·no dei Libro, 1975, p. 166.

65. Ibid., p. 156.66. Antonio Bachiller y Morales, Apuntcs poro Ia hiSlOria de Ias letras y de Ia

instrucción pública en Ia isla de Cuba, 3 tomos (1859-61), reedición de Ia Academiade Ciencias de Cuba, La Habana, 1965.

67. Op. cit., lomo I, p. 131.68. :,egún Ia declaración de José Maria Perialver, Secretario de Ia Real Sociedad

Económica de La Habana, citado por Bachiller, Ibid., tomo I, p. 132.69. Ibidem.70. Ibid., p. 134.71. Ibid., P. 153.72. Ihid., p. J'I3.

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Es esta in.existenc:!a de Ia función pro~tlY.!-de...l~ ciencias en Cuba,• <, ~ ---- • -'~--en el penado ai que nos refenmos, lõ que conduJo a M. Moreno a afirmar:

Muy pronto se puso de relieve el fracaso de estos proyectos educa-cionales. La idea podía prosperaren---Francia donde el azúcar eremolacha Ia fabricaban obreros asalariados aios cuales podía exi·gírseles un creciente proceso de tecnificación. Pero trabajando conesclavos no había posibilidad de ir más aliá de los burdos trenes queno requerían conocimientos especializados.73

Sobre el carácter antiescolástico que según López Sálichez adoptó elmovimiento científico cubano, también surgen dudas. EI propio autor ob-serva en varias ocasiones Ia presencia de 10 que él Ilama "inconsecuencias"en científicos como Romayo José A. Caballero (quien era clérigo), ya quesus "profundas convicciones religiosas les' impiden volverse totalmente in-dependientes de Ia influencia teológica". 74 En Romay reconoce, inclusive,que en sus investigaciones "atribuye a Ia naturaleza un papel absoluto quelIega hasta confundiria con Ia idea de Dios".7s Ahora bien, iestas "incon-secuencias" son sólo el resultado de Ia presión que ejercía Ia época sobre ,est9s personajes?, quienes de hecho (y contra Ia letra) mantenían un punia 11ide vista "materialista". iEs sólo una cuestión que deriva dei vocabulario \que se usaba entonces? Este asunto pareciera requerir un tratamiento con-textual en función de consideraciones culturales e ideológicas específicasde Ia sociedad cubana de aquella época, para comprender por qué estoscientíficos decían 10 que efectivamente dijeron y qué significó en esa so· "ciedad específica el maridaje entre ciencia y fe y Ias razones por Ias cuales j'se dia éste. Recurrir ai expediente de Ia importación de Ia Ilustración yIa Revolución Francesa, así como a Ia lucha antiescolástica de Ia cienciaeuropea, y más general mente, a considerar que Ia ciencia es Ia misma entodas partes y obedece a Ias mismas causas (aunque se trate únicamente de ...Ia ciencia europea), no satisface Ia exigencia de dar cuenta de Ia produccióny de Ia significación sociales que tuvo Ia ciencia en un país periférico. La'mímesis metodológica se erige así en un°a priori, que en vez de perl11itirun acercamiento a 10 que efectivamente aconteció, constituye unares-puesta ya dada sobre 10 que se pregunta el historiador de Ias ciencias. \

Otro caso de empleo dei externalísmo en Ia historia de Ias ciencias 10constituye el libro La ciencia en Ia historia de México, de Eli de Gortari,publicado en 1963. En esta obra su autor descarta expl ícitamente Ia his·

73. Manuel Moreno Fra~inals, EI ingenio: complejo económico social cubanodei azúcar, 3 vais., La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1978, vol. 1, p. 132.

74. Op. cit., p. 195.75. Ibid .. t'. 191.

POSITIVlSMO Y ECONOMICISMO EN LA HISTORIA DE LA CIENCIA

. d I "contribuciones"toria positivista que se ocupaba, como hemos visto, ~ as " .'por ser éstas, "escasas". 76 Más bien, el o,b!etivo dei Ilbro es el de de.terml-nar cuáles fueron 10sconocimientos cientl flCos elaborados por los mexlch~n~s

d· . h' tóricas que los ICle·en Ias distintas épocas, analizando Ias con IClones .IS .

ron surgir Ias influencias recibidas o ejercidas en diversas ocasiones y P?r, d' h conocimientos se convir·diferentes conductos, y Ia manera como IC ~s . , . o "77

tieron en agentes activos para reobrar sobre Ia vld~ social ~e .Mexlc . . ,Por 10 que hace a Ia concepción de Ia histOrla que slg~e ~~rtan, esta

consiste en el externalismo pues considera los hechos hlStOflcos comoIa consecuencia de "múltiples factores condiciona~te.s", los ,c~ales cor~;:~ponden "ai nivel alcanzado por Ia organización economlca, poli tlca y.c~lt tde Ia sociedad"78 en que ocurren tales hechos. Pero, el factor d~t~rmman epara dar cuenta de Ia actividad científica q~e tuvo lugar en .M~xlco, tant~en el periodo colonial como en el independlente, es el economlCO, ~n c~n

. .' d rna es un producto hlstóncocordancia con Ia teslS de que Ia ClenCla mo e - ----deI capitalismo y una fuérzã prõductiva directa:

Nacida directamente de Ias mismils necesidades sociales que hicie-.ron surgir Ia producción mercantil en gran escala~ Ia manufact~ra. yIa fábrica mecanizada Ia ciencia moderna no solo es parte mdls-pensable de este desa;rollo, sino que constituye uno de los elemen-tos que le han dado mayor impulso.79

Para Gortari, Ias grandes expediciones maríti,:,as de descubri~iento,y de manera destacada Ias expediciones de los espanoles que conduJeron aidescubrimiento de América, fueron:

el resultado dei adelanto científico alcanzado por ellos en astrono-mía, geografía, náutica y ciencia militar, a través de ~,n des~r:ollode varios siglos y de un penoso trabajo de, el~boraclo~ .teoflca yexperimental. .. dentro de c~ndidones eco.n?mICaS, p~lltl~~S Yeul·turales bien determinadas, mlsmas que 10 hlcleron poslble.

De esta manera, Ia etapa inicial de Ia dominación e~panola cn .Ia N.uevaEspana (hasta 1580) resultó muy positiva para el cu.ltI~o de Ia clen~~a enestas tierras, pues se implantó "el vigoroso desenvolvlmlento cultural. quevivía entonces Espana.S1 En Ia segunda etapa (1580-1770), en cambiO, en

76. Op. cito (nota 54), p. 11.77. Ibidem.n. Ibid., p. 134.79. Ibid., p. 231.80. Ibid., p. 131).81.lbid.,p.157.

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tari? l No se produjo una actividad intelectual y científica acorde eon IaEspana (y consecuentemente en Ia Nueva Espana) se produjo una "involu. estructura de Ia sociedad espaiíola y novohispana y, desde luego, .oon.mo-c~ón". en el desarrollo de Ia rica cultura espanola y "se renegó de lá tradición {I dalidades propias y en parte diferentes a Ias q.ue sigu~ó ~I patrón clerutlfi.coclent/fica, el pensamiento quedó sometido por entero a Ia teología brot6 I en otros países de Europa Occidental? Y SI esto ultimo se a~ep~, t~a borbollones Ia especulación metafísica, Ia investigaci6n experime;tal fue : i i puede abordar de manera consecuente con el modelo externallsta Ia hls-anatematizada y Ia comunicaci6n de Ias ideas quedó sujeta a Ias trabas ec/e- I toria científica de los pueblos ibéricos e iberoamericanos?siásticas que se hicieron prácticamente insuperables."82 De este modo: I' Esta versión de Ia "Ieyenda negra" de Espana de Ia .q~e se haee .ecol

Gortari fue inicialmente formulada por Masson de MorvJllJers en e~ slgl.oel renacimiento económico, social y cultural que se había produ- XVIII,.'y ella daría lugar a una larga como in~til pol.~mica de Ia clencl~cido en ~sparia Con un adeJanto notable respecto ai resto de Europa, espanOla.86 A este respecto, recientemente, Lopez PlOero ha, obser:adofue seguido de un retroceso lamentabJe; se recrudecieron entonces que Ias posiciones dentro de esta polémica nunc~ fuer.o~ la~,de; es~ud.lososIz-s condiciones feudales en todos sentidos, con los consiguientes. dei tema, sino un enfrentamiento de posturas Ideologlcas.8 ASlmlsm~,yugos gravosos y el completo repudio dei capitalismo y de Ia ciencia en investigaciones históricas rigurosas recientes :e ha puesto de ~anl-moderna.

83fiesto que tanto en Espana como en Ia Nueva Espana, a 10largo de losslglosXVI y XVII, tuvo lugar una actividad científica renovadora con c1ar?stintes modernistas.88 En particular el siglo XVII, deI que el punto de VIS-ta que comentamos sólo veía el regreso ai escolasticismo, p~rmite constatarque se produ;eron un nuevo lenguaje matemáti.c.o (por el.e":plo, Ia obracombinatoria de Izquierdo); una nueva observaclon astronomlca (co":~ enlos trabajos de Mut y Zaragoza); una nueve. explicaci6n dei mundo fls/~~,químico y biológico (por ejemplo, Corachán, Tosca, Sobremo.nte,. Ju~nlnl,etc.). De Ia misma manera ai finalizar ese siglo surgen nu.evas Instltu~lo.nes(como en Sevilla) de nítido perfil científico moderno, aSI como mOVlmlen-tos intelectuales de ruptura con el saber tradicional como el de los ne-vato-res La falta de una investigación histórica continuada hab ía ocultado ellug~r de Ia actividad científica de este siglo en Ia historia hispánica, '! hoyreclama un análisis consecuente. Por 10 que hace a Ia Nueva Espana, deIa misma manera ya se ha puesto en evidencia89 Ia riqueza y Ia variedadde Ia actividad científica que tuvo lugar durante el siglo XVII, así como Iasucesión de comunidades científicas sin solución de continuidad desde elsiglo XVI, Ias cuales sostuvieron paradigmas que no eran ot~os que los queen Ia misma época se cultivaban en Euro!,a. No .por.ello, sm .embargo, semantenía una actitud "discipular", sino que Ia ClenCla se cultlvaba enmar-

Gonari, efectivamente, afirma en su Iibro que el descubrimiento deAmérica y Ia actividad colonizadora de Espana en el siglo XVI fueron elresultado deI nivel científico y técnico alcanzado por Espana, el cual es-tuvo. "sustentado y propiciado" por Ia "base económica" burguesa. DeIa mlsma manera, Ia sorprendente "subversión" tanto dei desarrollo cien-tífico como dei económico que tuvo lugar en Espana en el lapso de unaspocas décadas, Ia explica por "Ia derrota sufrida por Ia burguesía espano-Ia ... a manos de Ia nobleza y el clero feudales encabezados por Ia monar-qu ía." De todo ello resulta que Espana y sus colonias sevieron sumergi.das "anacrónicamente" en una dominación feudal medieval, en Ia que yano se produjeron avances científicos y Ias logros anteriores fueron susti.tuídos "por conclusion~s estériles y nada objetivas de los silogismos esco-lásticos".84

Este esquema interpretativo, como hemos visto, resulta de Ia tesis ge-neral dei externalismo. A pesar de su aparente capacidad explicativa de Iadinámíca de Ia historia de Ias ciencias y de Ia simplicidad que tiene unaapreciación de carácter universal, en realidad de;a varias cuestiones sincontestar y conduce a esta extrana visión homogénea de Ia mayor parte deIa hi~toria. colonial mex~cana, en Ia que se su~ que reinó un ambie",ereacc/onarlo y oscurantlsta esto último sólo se modificaría hasta que' arfinalizar el.siglo ~VJII, hacen su arribo ai país Ia lIustración y Ia influ~n-.cia d_~revoluciones políticas de Francia'y Norteamérica y de Ia revolu- 7

dón industrial ~!~!~_:~L8S Ahora bien, ten realidad tuvo lugar en Espanay en Ia Nueva Espana tan lamentable retroceso como el que menciona <:;or-,

82. Ibid., p. 205.83. Ibidem.84. Ibid., p.159.85. Vease el capo IX, op. eic.

86. Publicado en 1782, en Ia Encyelopédie Méthodique; éste y. los principalestextos de esta discusión están recogidos en: Ernesto y Enrique Garcla Camarero. Lapolémica de /0 ciencia espan%, Madrid, Editorial Alianza, 1970.

87. J.M. López Piriero, La ciencia en Ia historia hispónica, op. cito (~ota .20). p. 4.88. V.: I.M. López Piriero et 0/, Materia/es para Ia historia d~ Ias ClenClasen. Es-

pana: sig/os XVI y XVII, Valencia, Pre-Textos, 1976; l.L. Abellan, HlSCorJaCrlttcadei Pensamiento Espano/, tomo 111, Madrid, Espasa Calpe, 1981; A. Lah.e~t~, y J.• L.Peset "Los inicios de Ia institucionalización de Ia ciencia moderna en Espana ,Cten·cio, Tecn%gia y Desarrollo, 7, (1983),3, pp. 309-408. .. .

89. Véase. E. Trabulsc, La historia dI' /a ciencia en Mextco, or. Clt. (nota 38).

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EL PERFIL DE LA CIENCIA EN AMÉRICA

cada .igualmente por Ias propias condiciones vigentes en Ia C%nia y e~speclal, e~pre~ndo diver?encias con otros sectores de Ia comunidad i~te~ectua~ y clentlfic~ novohlspana más tradicional; esta comunidad aun

pequena, estuvo leJos de ser homogénea.9o ' quees EI es~.uema externa~~~~ y_en part~ular I~ afirmación de qu.e.kJ;icncia Ir

~~roâu~to_ dei c-ªpltalfsmo, IIevó a Gortari en su anáfisis dei peri~d~:c~ onl~ a desconocer a Ia actividad científica novohispana o bien a Con~ ,erar a (como "extraordinaria", como en eJ caso dei famoso SigÓenza ;

ongora 1645-1700), de quien dice que fue:

una figura cient.í~ca de e,xt~aordinario valor que, dentro dei ambien-te de especulaclon escolastlca prevaleciente, constituyá una especiede estrella nova. que alcanzó un brillo de primera magnitud; pero 'q~e, por desgracI~, no fue antecedida por personalidades de su tallanl tampoco segUido por discípulos que Ia superaran o siquiera se I~puedan comparar.91 '

. A. este respecto, conviene hacer notar cómo el a priori metodológicOl' "~~ 1.~Plde ai autor captar h:chos significativos. Sigu iendo Con el ejemplo de \

Igu_nza, resulta que este Ilustre personaje no fue "Ia excepción que con I'

firma Ia r I" . f' -" - eg a Sino que ormo parte de un vigoroso movimiento científico6~e ,tuvo lugar' en-Ia Nueva Espana en Ia segunda mitad dei siglo XVII.

el To.rmaron-Ttarte, entreotros, el eminente matemático Diego Rodrí-gu~~, qUlen fuera maestro de Sigüenza,92 así como el astránomo y t _matlco Ma A t . G . _ . ma e.. rcos, n OnlO amboa R/ano, qUlen sucediá ai multicitado Si-

guenza en Ia c,atedra de matemáticas en Ia Universidad de México a partir~:n~6~7, y mas ~rde cO(1tribuyó a Ia creación de Ia Universidad de La Ha-

. Otros mas, se oc~paron de Ias ciencias modernas entonces, yentreellos J uana de Asbale, mejor conocida como Sor J uana Inés de Ia Cruz 94

Otro aspecto dei externafismo, "el dei impulso revolucionar i;que Ia

105 5i:'~'s ~~~~ y'OX~el~u~~~a~ '~ diversas polêmicas científicas que se producen engión en el siglo XVII Méxic~ EI ~a~ul~e, ~P·McéJt.~y dei mlsmo autor, Ciencia y reli·

d' , ,.' • o eglo e XICO, 1974; J C Arias Oivito L s eki:p~~;n~a~~i~tI~~asespariolas durante ~I siglo XVIII. Expedi~iÓn botónica d~ ;ue-C~

. ' • IClones Cultura HlspanlCa 1968' M Bargallo' La m' . I ••talurgla en Ia A é' - ".. mefla y a m~·Económica. 1957. fica espanoIa durante 10época colonial, México, Fondo de Cultura

91. Op. cit., P. 225.O . 92. V.: E. :~abulse',"Un científico mexicano dei siglo XVII: Fray Oie o R .

nguez y su o,bra ,Hlstofla mexicana, XXIV, 1, Pp. 36-79. g o93. S. Vllaseca "M ' , "

(1985) 2 9" ,atematlca y astronomia en Ia hlstoria de Cuba" Quipu 2, ,pp, 1 4 Y Slgulentes. ' ,

MéXi:04'uRN'AsMala2zarMd~".~n.Apuntes poro una biografia de Sor Juana Inés de 10Cruz. . a.elClon,1978. '

ciencia aporta en el seno de Ia sociedad", es igualmente desarrollado porGortari. En particular, sostiene que Ia ciencia actuó dinám'icamente consus condiciones econ6micas y técnicas originarias y también con Ias ideo-lógicas. Por 10 que hace ai primer aspecto, es general mente reconocidoque en Europa el desarrollo de Ia manufactura y de Ia industrialización quele siguió debía muy poco (por 10 menos hasta Ia década de los cuarenta deisiglo XIX),95 aios desarrollos de Ia física, los cuales habían tenido lugaren 10 fundamental casi un siglo y medio antes. Esto se debe a que general-mente Ia relación entre ciencia y técnica no ha sido directa ni inmediata,y menos aún 10 fue en regiones distintas a Europa y en otras épocas. Gor-tari, ai sostener el punto de vista dei "impulso revolucionario" de Ias cienciasen Ia economía, y ai constatar que Ia economía novohispana aunque ricano se desarrolló industrialmente y no obstante sI' produjo invenciones no-tables como en Ia metalurgia, por ejemplo, Ias lIama a éstas "anticipacio-nes",96 ai carecer dei loeus teórico en el cual se pudieran ubicar talesdescubrimientos. Desde Ia perspectiva adoptada no hay más remedio que ob-servar que -relativamente- Ia sociedad novohispana ni demandaba niaprovechaba los avances científicos y técnicos.97 En tal caso, en México,lcuáles fueron "Ias condiciones sociales en que se producenJas investiga-ciones científicas"?, como se 10 preguntaba"Gortari ai inicio de su Iibro.98E, igualmente, lcuál ha sido "Ia participación que Ia ciencia ha tenido enIa transformación social de México y en el surgimiento de sus problemaseconômicos y políticos"?

Ni siquiera el ejemplo dei Real Seminario de Minería (1792), cuyafundación respondió a una política econámica y científico técnica de Iacorona espanola99 corresponde a 10 planteado por este modelo historio-gráfico. Este establecimiento (en el que se .iniciá Ia ensei'ianza de algunasciencias modernas), se desarrolló animado por factores sociales diversos 100y no tuvo prácticamente una influencia técnica en Ia minería (por el augeque conocía entonces esta actividad y que era un resultado de Ias reformasfiscales, reducciones en el precio de insumos, etc.).IOI EI verdadero impac-

95. Cfr. supro, nota 51.96. Op. cit., p. 197 •97. Y 10 mismo puede afirmarse para los períodos independiente y contempo·

ráneo. V. caps. X-XII,op. cito98. p. 12.99. V. J .J. Saldai\a," Bourbon's Scientific and Technological Policy in the New

Spain", Cross-culrural Difussion of Science: Latin America, vol. '5, Proceedings of theXVllth International Congres5 of History of Science, Berkeley, 1985, forthcoming.

100. J.J. Izquierdo, La primera casa de Ias ciencias en México, México, Edicio-nes Ciencia, 1958, capo 1.

101. Ib id. , caps. IX. X y XI; Igualmente, O.A. Brading, Mineros y comercian-tes en el México borbónico (T 763-7870), México, Fondo de Cultura Econ6mica, 1975,p.217.

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to dei Seminario se produjo en el plano más general de Ia educación.102Ante esta situación cabe observar que Ias ciencias en México, como se de.duce dei modelo externalista, han sido el resultado de 10 que los sociólogoslIaman un "efecto perverso", como hay que concluir necesariamente de sum,'nima función económica y de Ia ausencia de un condicionamiento eco.nómico local para su cultivo. - .. o-

- ~n cuanto-aI1mp~cto ideológico de Ia ciencia moderna, una vez que~,ele rntroduce ai finalIzar el siglo XVI /I, Gortari sostiene que consistió en

establecer, de modo definitivo, Ia separación entre Ia ciencia y Ia teolo.o •• 103 A • d d

gla . qUI, es e luego, se pueden hacer observaciones similares a Iasque hi~imos anteriormente ai traba;o de López Sánchez sobre este punto.Ademas, Ia cuestión principal, se mantiene: lcómo ubicar en Ia historia de.Ias ciencias aios palses de gran influencia católica?

~a~o. el carácter gl?bal dei Iibro de Gortari, en él se aborda Ia cienciaprehlspaOlca mesoamencana. Esta temática reclama también Ia soluciónde algunas cuestiones historiográficas que aún no han recibido un tratamien.to adecuado. Gortari, a este respecto, realiza 10 que se ha dado en lIamar~ria triUf!folisto de Ias ciencios,I04 ya que Ias ve desde'una perspectiva'!actuãflO en todo caso moderna) y con criterios de cientificidad también',actuaJes; es decir, los dei método científico. AI proceder de esta manera a.'Ia ciencia indlgena se le descontextualiza y se le estudiacomo si ella fue~n:~paso.J1.acia .Ia. ciencia que conocemos hoy. Aunque en su estudi;; Gortarireconoce que Ia astronomIa, Ia botánica o Ia medicina indlgenas derivabande prácticas "supersticiosas ", Ios este autor, no obstante no reconoce en ellouna cosmovisión integrada, producto de una cultura ~, consecuentemen-te, de una ~pi~temologla especifica que asignaban significaciones propiasa los co~o~lmlentos y creencias.l06 Desde esta perspectiva historiográfica,Ias peculiarrdades (realmente esenciales) de Ia ciencia mesoamericana sonvistas como el ropaje que encubre a Ia racionalidad y ai método cientlfico(europeos) subyacentes aios conocimientos indlgenas, los cuales pasan

. 102. ,.,. Saldaria, "La ideología de Ia ciencia en México en el siglo XIX", LoC/enC/omoderno y el Nuevo Mundo, Madrid, CSIC·SLHCT, 1985, PP. 297.326.

103. Op. cit., p. 242. }104 .. A. López. Austin y c.. Viesca atribuyen ai etnocentrismo Ia desvalorizació'1

de Ia ~c~,v'da~ ~'ent IfICa preh,spanlca que aplicaba los calificativos de " ... pensamien.to moglCo-rellgloso y de conocimiento meromento empírico a Ias sistemas médicos~e! ~asado", Historio General de 10 Medicina en México, tomo I (México Antiguo),

eXl(;~, YNAM, ~984, P: 394. Un d~sarrollo de esta perspectiva no etnocéntrica yno POSIt,I,vlsta ha Sido realizado por Lopez Austin en "Cosmovisión y salud entre Iasmexl.cas ,q~e aparece en Ia obra antes mencionada (PP. 101-114 J, y en Cuerpo humo.no e Ideologia. Ias concepciones de los onriguos nahuos, 2 vols., México, UNAM, 1980.

105. Op. c/t .• pp. 70,93 y 124.

106. A. lópez Austin op. cit., v. 1, PP. 9·10. Igualmente, U. D'ambrosio op. citoInata 531. '

a ser siempre asimilables a una tradición cient(fijca (Ia europea) que se de-senvuelve acumulativamente.

Esta revisión que hemos hecho de 105 enfoques positivista y externalista yde su aplicabilidad a Ia historia latinoamericana de Ias ciencias nos mues:raque estas marcos conceptuales, por haber sido elaborados desde concepclo-nes eurocéntricas y universalistas, son fundamentalmente inadecuados paralos hechos.históricos que pretenden estudiar. Am'bas concepciones no per·,miten aprehender Ia especificidad de Ia prácticadent(fica latinoamericanay conducen, en cambio, a un mimetismo metodológico. EI mi~e~ismo essiempre una alineación. Imitar en historia es, por tanto, una perdida de 1;\

propia identidad.1 07 . . .Como 10 hemos serialado anteriormente, tanto el enfoque pOSltlvlSta

como el externalista incluyen preconcepciones de 10 que es Ia ciencia, desus formas de desarrollo, de Ia interacción de éstl con otros factores socia·les etc. y que son los que Ia filosofia y Ia historiografla europea de Iascie'ncias' constituyeron y que ocultaron sis~máticamente a Ias ciencias delos países periféricos. AI referir, sin un acercamiento crItico, estos criteriosy estas definiciones de los argumentos y' dei propio objeto de Ia historiade Ias ciencias ai caso de una región periférica como América Latina, seha generado una transposición que ve estados de civilización y de progreso,o una organización económica capitalista, o una lucha ideológica y un posi·tivismo ahl donde no 10 hubo o donde tal vez no 10 ha habido nunca. Nove en ~ambio 10 que ahl aconteció bajo formas sólo perceptibles dado unco'ntexto particular. En todo caso, Ia cuestión principal se mantiene: cuálha sido Ia historia de Ias ciencias en América Latina. Para darle respuestase necesita una metodologIa espedfica para un objeto de estudio tambiénespecífico. Una metodológia de historia social de Ias ciencias y de Ias técni'lcasl08 capaz de rendir, mediante Ia investígación factual, una imagen de:nuestro pasado que, sin triunfalismos ni derrotismos, sea históricamente ,correcta.

107. Como bien 10 expresa el ep ígrafe que hemos colocado ai frente dei presen·te trabajo, y que nosotros hemos generalizado a Ia ciencia, o, ,América Latina no tieneidentidad científica?

108. Sobre Ia historia de Ias técnicas en países periféricos, en torno a Ia cual seha realizado muy poco, véanse Ias trabajos pioneros de conceptualización dei profe·sor brasileno Ruy Gama: Engenho e tecnologio, São Paulo, livraria Duas Cidades,1983, y A tecnologio e o trabalho no história, (tese livre Docência). Universidade deSão Paulo, 1985. Igualmente puede consultarse, Ramón Sánchez Flores, Historia de 10Tecnologío y 10 Invención en México, México, Banamex, 1980.

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La nueva historia de Ias ciencias debe alzarse sobre los hombros de quie-nes han venido antes a este terreno. Como toda ciencia, Ia historia de Iasciencias debe partir de 10 ya elaborado pero también levantándose contraello, con el propósito de ir hacia adelante y proporcionar un nuevo coho-cimiento. No será con falsas reverencias y sin crítica como Ilegaremos acumplir con este desafío. Una vigilancia epistemológica sostenida se vuelveimprescindíble si se aspira a producir algo más que una ideología. La ausen-cia, hasta ahora, de una crítica filosófica de Ia historiografía de Ias cienciases..la.responsable de que escapara durante largo liempo a los historiadoresde Ia cL~ricjade.América Latina, Ia conciencia de Ia necesidad de desarrollar

(Ios' 'marcos conceptuales adecuados- para laconstitución de su objetô de'~studio. Arribar a com prender qué ha significado "ciencia" en los países'látinõamericanos, en Ias diferentes épocas de su historia, no sólo ayudaráa orientar aios esfuerzos actuales para hacer "anidar" a Ias ciencias en,esta región sino que será también una auténtica contribución a Ia historiageneral de Ias ciencias, ya que nos dirá qué fue de aquella ciencia "europe'l"en el po/s de Ias infieles. 109

109. Como en Ia perspectiva que viene desarrollando Lewis Pyenson: "'n por-tibus infidelium: Imperialist Rivalries and Exact Sciences in Early Twentieth-eenturyArgentina", Quipu, 1 (1984), 2, pp. 253·303; "Functionaries and Seekers in LatinAmerica: Missionary Diffusion of Exact Sciences, 1850·1930", Quipu, 2 (1985), 3,pp.387·420.