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Análisis de la Tragedia

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Una vida contrastada con las guerras

“un artista en el arte de evocar las mil facetas de la psicología de sus personajes,

de estos personajes la mayoría de las veces abatidos por el dolor o víctimas de la

opresión de los poderosos” (Julio Pallí, 1968)

Un pensamiento de carácter fuerte envuelto desde su nacimiento en la época de

una guerra (Salamina) hace probable que la historia aunque un poco inexacta

relacione a las obras de Eurípides con un horror y una maquinación que se

pudieran haber vivido en estas catástrofes. Su ámbito familiar fue un poco extraño

y más acerca de sus padres, según los historiadores pudieron provenir de una

familia humilde pero que le otorgaron un estudio fructífero, esto puede crear una

pequeña dependencia hacia lo negativo que pudo producir ese alejamiento

espiritual y esa centralidad en el hombre mostrada a través de sus escritos.

Este hombre, Eurípides, nacido en el año 480 A.C., en esta ciudad Salamina, tuvo

que enfrentar desde muy pequeño el desasosiego pleno de vivir entre guerras,

este hijo de una madre llamada Klitonis o Clito y un padre Mnesarco o

Mnesárquides nació en las efemérides de la batalla de Salamina, que tuvo lugar

en septiembre más o menos del año 480 A.C.

Haciendo énfasis en la vida de sus padres se tienen dos versiones sobre sus

labores, la primera de comediógrafos, en donde el padre era un tendero y la

madre una verdulera, pero es más acertado el testimonio de Filocoro que afirma

que los padres del trágico procedían de familias nobles.

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Más o menos en el año 466 a.C. La juventud de este hombre es notada en fiestas

de Apolo del cabo Zóster y en sus dos años en el oficio militar, donde se ejercitaba

para la lucha y el pugilato; pero también tuvo avances en la pintura, ya que

algunas pinturas fueron encontradas en Mégara, cabe aclarar que a esta afición

por lo visual responden algunas descripciones enmarcadas en las obras; este

joven estuvo interesado y fascinado igualmente por la vida intelectual que se

encontraba en el Atenas de entonces, es por ello que fue alumno de Anaxagoras,

del físico Arquelao, de Protágoras y Pródico y hasta el mismo Socrates.

La historia no plasma si Eurípides hizo parte en las expediciones bélicas de su

tiempo, pero no es paradójico encontrar que en sus tragedias haya alusiones a la

política contemporánea, aunque fue partidario de ella, y consideró que la clase

media debía hacerse cargo del estado; fue un enemigo de Esparta y así mismo de

la guerra, pero pretendía y se mostraba entusiasta por las expansión imperialista

de Atenas, y por ello en las tragedias es explícito que el hombre sufra los cambios

más significativos.

En su vida amorosa pareció no haber tenido un buen fortunio, ya que pudo

haberse casado dos veces, fracasando en cada uno de los matrimonios, y esto

puede ser la causa, para algunos autores, de su odio a la mujeres y que está

mencionado en muchas obras de él. Aunque cabe resaltar que Eurípides fue un

buen conocedor de la psicología humana, ya que fue el único que se intereso por

la vida de la mujer en esa época.

Eurípides no solo fue escritor de tragedias también se dedicó a las elegías y

poemas liricos, uno gratamente recordado es un poema fúnebre, que habla de los

atenienses muertos en la expedición a Sicilia, y también una oda a favor de

Alcibíades, escritos a mediados del año 416 A.C.

Este Hombre no logro más que cinco victorias en los concursos trágicos; pero a

partir del siglo IV fue uno de los trágicos más escogidos del público ganando

mucha popularidad que se prolongó durante toda la antigüedad, es por lo mismo

que se han conservado un gran número de piezas y papiros.

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Sus obras dieron comienzo en los festivales dramáticos de Ática, en la cual habían

muchas representaciones durante el año 454 a.C., esto cambio en el año 442 a.C.

cuando consiguió el primer premio y logró obtener esta distinción durante cuatro

ocasiones, uno de ellos, “Hipólito”, en el 428 a.C.

Este trágico no exento de crítica, Aristófanes en el año 405 lanzó contra él una

sátira llamada “Las ranas”. Sus escritos tuvieron criticas por ese carácter

anticonvencional, (sus héroes y príncipes hablaban un lenguaje cotidiano) y por su

independencia de los valores morales y religiosos.

Eurípides simbolizó los nuevas corrientes morales, sociales y políticos germinadas

en Atenas finalizando el siglo V a.C. Este hombre Implantó una conciencia que era

nueva en la tragedia; estaba muy Interesado por la ideología y las prácticas del ser

humano habitual, más que por las figuras legendarias. Es por ello que plasmó a

sus personajes de un modo realista y así les dió una verosimilitud clara para

llamar la atención de su público.

Hay que resaltar que fue uno de los trágicos que sin duda no se puede reducir a

esquemas conceptuales, lo primero porque su espíritu está abierto a todas las

tendencias, que le permitió transformar toda la parte del teatro en un

microcosmos, donde se reflejan los pensamientos de Sócrates que se aportaron a

la cultura griega. Por otra parte, tenemos a una Atenas en una convulsión por la

guerra de Peloponeso que le aporto al trágico un fondo histórico y desgarrador,

una de las bases del inconformismo que abundan en su teatro.

Ya llegando a los años 410 y 408 a.C., es decir a finales de su vida decidió

abandonar Atenas, el carácter de su alejamiento podría ser los continuos ataques

de los cómicos o de la hostilidad del público ateniense, es por ello que toma la

decisión de trasladarse a Pella, en el estado de Macedonia, pero lo hace por una

invitación que ofrece el rey Arquelao, que es conocido en la historia por su

protección brindada hacia escritores y artistas. Entre estos protegidos conoció a

Agatón de Atenas, Timoteo de Mileto, el pintor Zeuxis, entre otros. La muerte de él

no fue prolongada en la corte real, ya que desde su llegada solo duro un año y

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medio. En una leyenda nos cuentan que perros de cacería del rey lo destrozan en

tiempos de caza. Fue enterrado en Macedonia y se construyó un cenotafio en el

camino de Pireo a Atenas.

La noticia de su fallecimiento llego a Atenas en el año 406 a.C. durante la

preparación de las grandes Dionisiacas, es recordado a Sócrates por aparición en

su funeral.

Bibliografía

BUSCABIOGRAFIAS (2010) Biografía de Eurípides Disponible En:

http://www.buscabiografias.com/bios/biografia/verDetalle/1053/Euripides

PALLI, Julio ( 1974) Tragedias Eurípides. Barcelona: Editorial Bruguera S.A.

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EL ESTILO DE EURÍPIDES

En este breve escrito introductorio sobre el estilo Euripideano, complemento al est

estudio presentado en este análisis, trataremos de exponer los elementos más

relevantes y cambiantes que la innovación propuesta por Eurípides ofreció al

teatro trágico. Es preciso resaltar que el autor respetó y obedeció ciertos

formalismos ritualizados de la tragedia griega en su obra [PALLÍ, 1968]

Hablaremos en primer lugar de la introductoria intervención en la obra, el

monologo de un personaje que ofrece al público información clave, llena de pura

substancia Trágica, primer encuentro con el público. Esta parte aislada y abrupta

no viene a ser más que un encuentro violento con lo que se desarrollará en la obra

trágica. El prologo, grosso modo, da luces sobre el carácter de los personajes,

sobre su línea de pensamiento, brinda las motivaciones de los sujetos y ofrece al

oyente una mayor comprensión sobre el actuar de estos. En algunas de sus obras

ofrece la presencia del Deus ex machine, vaticinador de la obra misma, y esto está

supeditado al carácter religioso griego.1

Sobre el coro aunque hay mucho que decir, nos concentraremos en dos ejercicios

importantísimos de éste. El primero, el de llevar el hilo conductor de la historia,

pues es el coro el que ofrece información que la acción trágica en algunas

ocasiones no ofrece, ya sean lugares, emociones o acciones que necesitan ser

corroboradas. Sin embargo las acotaciones del coro se han reducido en Eurípides

en el sentido que las aclaraciones aunque vigentes son pocas, y por eso el coro

en segunda instancia ha trasmutado, toma la forma simpatizante con los afectados

de la obra y expresa el sentimiento que algún personaje de la obra también esté

expresando.

Clave en la obra de Eurípides es la mujer, ya que se ha concentrado en ella para

poder demostrar la susceptibilidad que la lleva a generar la discordia, y como la

mujer no permite humillación y sufrimiento, toma decisiones perifrásticas que le

imprimen drama en su máxima expresión, en cuanto a la estupefacción de quien

1 PALLI, Julio (1968) Tragedias: Medea, Bacantes, Ifigenia de Aulide. Barcelona: Bruguera

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escucha la obra. Además y al parecer, la mujer muestra explícita o implícitamente

conocimiento sobre el alma, ya que se muestra reflexiva en cada paso, si bien

dañando o beneficiando a otros en la alteración del espíritu. Según Eurípides, y

como lo dice Albin Lesky, las profundidades del alma humana en la mujer que

consume y que se consume en las llamas de la pasión [LESKY. 1973]

Sobre la muestra de los caracteres de los personajes, en el teatro euripideano

podemos dar fe de la focalización de una u otra faceta en los personajes. Si bien

podemos encontrar otras subyacentes al lenguaje, en las acciones y situaciones,

vemos que los personajes no son pluridimensionales, sino que siguen una línea

recta de pensamiento sin transgredirla. En esto hace hincapié Eurípides, en el

carácter, a diferencia de Esquilo que es enfático en el desarrollo de la acción. De

modo que en el estilo del autor los personajes, conociendo leyes mitológicas y

políticas, muestran un pequeño recelo por dichas normas, y prueba de esto es la

figura del héroe trágico, el cual es una personaje reflexivo, atormentado, y ante

todo, un personaje que en su discurso muestra la libertad de pensar

autónomamente aunque no podemos negar que las leyes son vigentes y son para

todos, y sus actos tienen consecuencias que inciden no solo en el héroe.

Otro aspecto en el drama de Eurípides es el uso de imágenes patéticas, que

exalta las emociones y sentimientos, y cabe resaltar que todo esto nace de lo

verosímil, de lo real, pues Eurípides aterriza la tragedia al plano de lo cotidiano,

bajo la tragedia de los dioses al plano del presente. Ya no vemos a los gallardos

héroes homéricos, sino los héroes cotidianos, con defectos, soberbios como

Hipólito, cínicos como Jasón, Admeto egoístas entre otros. Tanto es así que

aunque el Héroe trágico es el personaje que está dispuesto a sufrir la injusticia, ya

que hay mas dignidad en eso; hay pequeñas muestras discursivas que dan a

conocer que la resolución siempre va acompañada de un comentario final en pro

de cambiar ese destino dramático.

Sobre el destino del ser, analizamos que el autor busca mostrar que los daños que

el ser humano sufre son y en su sentido más profundo en sus propios errores. La

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débil voluntad de los humanos y su autonomía van a ser el origen de sus males y

el de los demás periféricos al él.

Básicamente estas son los tópicos importantes para nuestra investigación, y era

pertinente nombrarlos. Con seguridad el estilo del Dramaturgo es mucho más

amplio, ofrece muchas más particularidades, pero creemos pertinentes estas que

son las que se ven en la obra y resaltaremos en el estudio del cambio de la

existencia humana en “Hipólito”.

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LA ALTERACIÓN DE LA EXISTENCIA HUMANA EN LA OBRA DE ‘’HIPOLITO’’

DE EURÍPIDES

Desde la perspectiva de Eurípides y más desde su obra ‘’Hipólito’’ se abarcan un

sinnúmero de emociones y sentimientos que buscan no solo la expresión de la

vida humana, sino mostrar una realidad trágica de dolor, representada por los

personajes de esta obra, pues en ella, los sujetos aunque son algunos de la vida

pública griega como Teseo, no se ven en dilemas políticos o públicos, sino

cotidianos como una fuerte pelea familiar, y la forma cómo actúan frente a este

suceso puede llamarse trivial, pues en ese actuar dejan a relucir más que nada

sus defectos y su verdadera condición humana. Por ejemplo, en Teseo es de notar

que el primitivismo de la ira sega sus palabras, y lanza lascivas contra Hipólito, su

hijo, deseando una muerte que le costará más adelante al rey de Atenas,

sufrimiento y arrepentimiento, como se evidencia en la obra en este fragmento:

“TESEO: Te lanzaría más allá del Océano y de las orillas del Atlántico, si

pudiese y atendería al odio que me inspiras”

Empezaremos a mostrar los diferentes cambios que se producen en la existencia

de los personajes de la obra, es decir el cambio que experimentan en el camino

del paso de la vida a la muerte; esto básicamente se mostrara en una sucesión de

causales, donde la acción de un personaje incide en el cambio del otro. Esto nos

ubica entonces en la causa principal de los cambios, en el ente desencadenante

de la acción trágica, el héroe trágico. Configuramos entonces a Hipólito como

héroe trágico según planteamientos de la Poética de Aristóteles, y del estilo de

Eurípides, que se muestran en desarrollo con este análisis.

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Hemos de comenzar resaltando el carácter autónomo y contemplativo del héroe,

quien toma sus decisiones, actúa y somete esto a su juicio, sustenta, argumenta el

porqué de dichos actos y se hace responsable de estos. Podemos denotar que el

héroe trágico –Hipólito–, va en contra no solo de las mandatos divinos –que el

héroe conoce– sobre adorar a los dioses sin distinción alguna, sino también de las

personas que respetan estas leyes, generando en ellas una leve compasión y

resquemor, pero básicamente esto da muestra también que en Euripides el

hombre que está solo es el más valiente2. Entonces podemos decir que la

aleación entre lo contemplativo y lo solitario en Hipólito le da un realce al Héroe en

su carácter. Esto es evidente a partir de charlas de Hipólito con un servidor:

SERVIDOR: ¿Y por qué tú no saludas a la diosa venerada?

HIPOLITO: ¿A cuál? Guárdate de ofenderme.

SERVIDOR: A Ciprina, la que preside a tus puertas

HIPOLITO: Como estoy puro, la saludo desde lejos.

SERVIDOR: Pero es digna de veneración, e insigne entre los mortales.

HIPOLITO: Cada dios y cada hombre eligen recíprocamente al que mejor

les parece.

La acción que mostramos en el fragmento anterior básicamente refleja un

antecedente en la obra, y es lo que demuestra el monólogo de la diosa Venus

condenando tal acción y delirio de grandeza de Hipólito, nos apoyamos en la idea

de Albin Lesky que en su libro “la tragedia griega” dice: “(…) este destino nace del

hombre mismo, del poder de sus pasiones (…)” es decir que de las acciones del

hombre nacen las variaciones en su vida. El destino del que habla es el del héroe

trágico y los personajes periféricos a él. La importancia del monólogo emitido por

la diosa Venus, nos da como referente que la obra se dará en torno a la

problemática, sobre el castigo hacia a Hipolito, que plantea esta, y se marca en la

2 ALSINA, José. (Tragedia, religión y mito entre los griegos: Sentido de la tragedia euripídea

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obra, “Hipólito”; el sufrimiento de un humano que tiene recelo por venerarla de la

forma en que deben ser venerados los dioses:

“SERVIDOR: Por lo que hace en mí, que no debo imitar a los jóvenes, y

pensando humildemente como siervo, adoro tu imagen, ¡oh Venus!, señora

mía; perdona al que así delira hablando de ti, porque siente hervir en su

pecho el fuego de la adolescencia; disimula si lo oyes, que los dioses han

de ser más prudente que los hombre”

Así que la primera manifestación (el monólogo) de la diosa marca el camino del

Héroe y la de otras figuras, explícitamente en el caso de Hipólito y Fedra, e

implícitamente, en el caso de Teseo y la Nodriza. Pero uno de los puntos clave de

esta participación es la de mostrar la figura del Deux ex Machina [ARISTOTELES,

1970] propia de la tragedia sofocleana, y herramienta que el autor también usa en

este título. Básicamente La Poética define esta figura, la del Deux ex Machina,

como la que vaticina acontecimientos o la que predestina lo que sucederá, no

resuelve cosas dentro de la fabula, ya que es la propia fabula la que por sí misma

se desarrolla. El dios es poderoso, lo sabe todo:

“VENUS […] yo soy Venus, diosa célebre y venerada en la tierra y en el

cielo, propicia a cuantos habitan entre el Ponto y el Euxino y los confines

del Atlántico y ven la luz del sol, rindiendo homenaje a mi poder, y funesta a

lo que se ensoberbecen contra mí […]”

De la misma manera es Venus en su encarnación como el dios que hace funcionar

todo (Deux ex Machina) quien designa el destino de Hipólito y sus coterráneos.

Ubicamos un fragmento en donde la diosa lanza una serie de imputaciones contra

Hipólito, acusándolo de una creencia a dioses específicos y reprochando el hecho

de no venerarla como los demás mortales; el punto es que Venus por ser la diosa

del amor y la lujuria afirma que Hipólito no la venera y que debe morir por esa

ofensa.

‘’VENUS […] Hipólito, hijo de Teseo, descendiente de las amazonas y

discípulo del casto Piteo, es el único mortal que en Trecene se atreve a

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escarnecerme diciendo que soy la peor de las deidades, y el odia el lecho

nupcial, y no quiere casarse y rinde culto a Diana, hermana de Febo e hija

de Júpiter […] pero me vengare hoy de él, porque me ha ofendido […] ’’

La razón que desencadena un cambio con el precepto de que un ser humano es

frágil y más ante un dios, nos emite a un juicio valorativo que no es excluyente de

un mundo real, es decir que Hipólito frente a una diosa, Venus, muestra las

condiciones reales de la humanidad, en el sentido que el contraste entre dios y

humano es claro en la obra y le da un interés a este hombre sublevado a una

diosa (Venus) que en contradicción a sus creencias, no pertenece a su línea de

castidad, y esto transgrede la normas de la naturaleza humana; desde este

momento y explícitamente en la obra se encuentra el punto de quiebre en donde la

existencia humana va a sufrir una serie de alteraciones no solamente para Hipólito

sino para los demás personajes que están sujetos a la cotidianidad de él. Es por

eso que en “la esencia de la tragedia griega” de A. J. Festugière expone: “pues el

poder del dios está encaminado, en la obra, intrínsecamente a la destrucción de

varias felicidades humanas por la afrenta de un infractor, puesto que en la noción

de contradicción que se podría generar basado en un imaginario griego de la

época, en donde el poder y bondad no van unidos en un dios”:

“VENUS: […] Pero cuando Teseo abandonó el país de Cecrope, desterrado

en castigo de la muerte de los palantidas, y navegó hacia aquí con su

esposa para sufrir voluntariamente penosa relegación, que ha de durar un

año, ella no hace más que gemir, y estimulada por el aguijón del amor,

sufre en silencio su desventura, y ninguno de sus servidores conoce la

causa de su mal. Este amor no dejará de dar su fruto, y yo lo descubriré a

Teseo, y se hará público. Y su padre matará a este enemigo mío.”

Ya expuesto lo anterior, sobre el valor que hay en la acción del héroe trágico, en lo

que desencadena esta, otro efecto en la cadena de causalidad, la enfermedad de

Fedra. Hemos acudido al concepto antitético filosófico del amor expuesto por

Platón en el Fedro o de la belleza para hacer una analogía entre el amor de Fedra

y el concepto platónico, esto en aras de mostrar el cambio de la existencia

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apoyado en dicha noción. En el Fedro, Platón expone el bien que los dioses

desean al enviarle a los mortales el delirio del amor, y en su misma negación

inspirar el mal, se encuentra una tesis sobre el cambio humano producido por este

delirio en la tragedia de Hipólito, en el cual, un hombre reacio a la correcta

veneración de un dios, se ve afectado por la furia de dicho dios, castigado con el

Virus del amor inspirado en su madrasta Fedra, pues citando a Platón: “Los dioses

que inspiran el amor no quieren el mayor bien, ni para el amante ni para el

amado”:

“VENUS: […] lo vio Fedra, noble esposa de su padre, y la inspiré un amor

ardiente, y antes de llegar a Trecene, y en la misma roca de Palas, que mira

hacia aquí, edificó para mí un templo, ardientemente enamorada de Hipólito

[…]”

En los fenómenos de causalidad en la obra se empieza a ser más notable el

padecimiento de Fedra, pues es de notar que en la obra, el autor se concentra en

este drama por un momento, por la condición de mujer de Fedra, como ser que

encarna todas las profundidades del alma humana, pues es la mujer en Euripides

quien conmueve, medita su sufrimiento y muestra mayor complejidad, no solo al

decidir, sino también al actuar. Analizamos que las causas están supeditadas al

héroe trágico, pues desde allí comienzan y allí van a terminar. El objetivo es

evidenciar esos cambios de la existencia humana mientras configuramos la figura

del héroe trágico. Como diosa, Venus, no se venga directamente, seguro para no

degradar su figura de diosa al ponerse en un encuentro directo con un humano,

como se da en Hipólito. La germinación de los males que desea ella es totalmente

planeada, y esto es sustentado en la idea que los dioses aunque se inmiscuyen en

los asuntos de los humanos, y aun haciéndolo con justa razón, no se rebajan al

choque directo de acuerdo a las circunstancias de la época. Por supuesto hay un

efecto esperado, el boicot en la vida del héroe, pues como se mencionaba

anteriormente, es de los humanos rendir homenaje a todos los dioses para cumplir

los deseos de adoración y fiel seguimiento, y la infracción del Héroe es parte de

esta cadena de sucesos en esta obra euripídea.

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Es claro decir que la sentencia enviada por la diosa como preámbulo en la obra es

causada por ciertos anhelos, deseos e impulsos nacientes en un descontento por

no ser venerada. Nos preguntaremos ¿Cuál es la causa de tal hecho? Esta

pregunta es con seguridad la cuestión que acompañará parte del estudio del

cambio de la existencia humana que se nota en Hipólito. Desde este aspecto se

dirá que toda respuesta, desde cualquier punto de la obra, busca no perder de

vista la alteración de la vida humana, desencadenada por la figura de Hipólito,

héroe trágico. Dicho lo anterior, El descontento de Venus tiene un Alfa y Omega,

Hipólito. De igual manera hay que dar relevancia al hecho que el actuar de un dios

conduce al padecimiento de varias existencias en la obra, de hecho es la forma de

magnificar en la representación el poder del dios:

“VENUS: […] Pero me vengaré hoy de él, porque me ha ofendido; y como

hace ya tiempo que preparo mi venganza, no me será difícil realizarla […]”

El carácter del héroe trágico juega un papel importantísimo en la fabula, pues a

causa del arraigo y su fe liberal radical, pues marca también su destino y el de

otros. Esto es comparable a la idea cristiana ya que para la fe que profesa esta

idea el norte es la búsqueda de la santidad, y el héroe lo que busca en la tragedia

de Hipólito es elevarse en un sentido divino. El héroe trágico conoce el principio

inmortal de su alma y quiere mantenerla pura, no quiere mancharla ya que sabe

que está en el camino de la divinidad. Un motivo más para que el héroe entre en

predicamentos sobre lo que le conviene, motivo para el primer paso que causa la

ira de una diosa dolida y ofendida, pues es el Hijo de la amazona el mismo

transgresor de ese obrar. Además y en el sentido anterior, hay una individualidad

en la cual el hombre se siente libre, aunque caiga en el error, el cual es condición

de lo trágico.

‘’ SERVIDOR […] ¿y crees que con los dioses sucede lo mismo? […]’’

‘’ HIPÓLITO […] SÍ, porque los hombres, obrando así, obedecen las leyes

divinas. […]’’

‘’ SERVIDOR […] y por qué tú no saludas a una diosa venerada […] ’’

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‘’ HIPÓLITO […] ¿a cuál? Guárdate de ofenderme […] ’’

‘’ SERVIDOR […] A ciprina, la que preside a tus puertas. […] ’’

Siguiendo con las causas del cambio en la existencia de otros a partir del héroe

trágico, podemos decir que la acción de un humano sublevado a un dios hace que

este no solo incluya entre los planes el mal del mismo individuo, sino el de otros,

solo para llevar a cabo el mal de un hombre en especifico, el del héroe Hipólito.

Para eso Venus en su maquinación toma como pieza clave en su ajedrez a Fedra.

El cambio que se registra en Fedra es básicamente una desconexión de sus

voliciones. He aquí el mal del amor:

“VENUS: […] lo vio Fedra, noble esposa de su padre, y la inspiré un amor

ardiente, y antes de llegar a Trecene, y en la misma roca de Palas, que mira

hacia aquí, edificó para mí un templo, ardientemente enamorada de Hipólito

[…]”

Dicha desconexión de sus voluntades hace que Fedra convierte su afección

psíquica en orgánica, cayendo tendida en cama. Analizamos en este pasaje que el

cambio de estado hace parte de una acción completa, y esto quiere decir, desde

La Poética de Aristóteles, que además de ser verosímil, inspira compasión.

Además no se da este acto completo al azar, pasa porque hay un precedente, el

del monólogo en la obra, y esto ayuda a sustentar en la misma obra a la verdadera

futura acción trágica, que más adelante daremos a relucir y que por razones

metodológicas y teóricas son constantes en la tragedia. Esta afección no puede

venir más que de una acción primera y reiteramos que es la del héroe:

“FEDRA […] ¡Infeliz de mí! ¿Qué he hecho? ¿Cuál ha sido mi absurdo

delirio? He perdido la razón, he caído en las redes de alguna deidad funesta

[…]”

<<Como el lobo ama al cordero, el amante ama al amado>>3

3 Fedro o de la belleza

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Esta metáfora con seguridad es la clave para dar explicación de la forma más

resumida a uno de los varios efectos de la alteración de la vida de los personajes

que encontrados en la obra de Eurípides, ya que el texto obedece a una estructura

de causa y efecto, en el sentido que la acción, en este caso la de Hipólito, causa

efectos adversos en otros personajes, que a su vez accionan incidiendo en otros.

Se demuestra en el texto que las acciones de los sujetos de un espacio afectan a

los otros, como lo habíamos dicho anteriormente:

FEDRA: […] Yo llenaré de gozo a Ciprina, que me ha perdido, dejando hoy

de vivir, víctima de un amor cruel. Pero después de muerta, causaré daño a

otro para que no se enorgullezca con mis males, y para que, participando

también de mi pena, aprenda a ser más modesto […]

Este padecimiento, el amor, que es un estado, causa que la Nodriza sea

manipulada por compasión, típica de las figuras pérfidas que manipulan, aunque

es de acotar que en este momento de la obra no hay guiño alguno que nos

permita asegurar que Fedra planea dejarse ver enferma, pero sí es seguro decir

que ese hecho, el de estar tendida en cama, causa sin tanteo de Fedra la

manipulación de la Nodriza, que en otros términos se ve persuadida, y hace que la

colaboradora mujer busque al hijo de Teseo para comentarle sobre los placeres

que su madrasta quiere saciar y en cierta medida ese ir en contra de los deseos

de su madrasta, cambia no solo su existencia en la obra y a la vez la de Fedra, ya

que las cosas después de este suceso no serán las mismas. Es curioso y visible

como esta bola de nieve sigue abarcando otras existencias:

[…] “FEDRA: No es para tranquilizarme tu refinada astucia.

NODRIZA: Todo te asusta; ¿Qué temes ahora?

FEDRA: Que reveles algo al hijo de Teseo

NODRIZA: Déjame, hija, que yo te curaré bien. Solo te ruego que me

favorezcas, ¡oh Venus, diosa marina! (Aparte.) Lo demás que pienso hacer

lo sabrán únicamente los amigos que hay dentro.” […]

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Diremos que el papel de Hipólito como héroe trágico y ente que afecta a otros es

intrínsecamente el de no perder el rumbo de su carácter, pues ese obrar sin

transgredir la línea de su pensamiento es el que permite que todo pase en la obra,

y si el Héroe evita pensar y actuar congruentemente no va a transgredir a nadie ni

a nada y por ende no va desatar una acción trágica. En este sentido la línea de

pensamiento incorruptible del héroe genera alteraciones en la línea de otros, y en

mismo sentido daremos cuenta de la alteración de la existencia de Fedra y de la

nodriza que al no mesurar reacción negativa en su impertinente anhelo de ayudar,

se halla en la encrucijada del no haber actuado bien:

HIPOLITO: “[…] ¡oh tierra, nuestra madre, oh inmensa luz del sol! ¿Qué

palabras nefandas han marchado mis oídos? […]”

“NODRIZA: Calla, hijo, no te oiga alguien.

HIPOLITO: No es posible callar, habiendo oído tales horrores […]”

En este punto la intervención de Hipólito es directa, pues en una conversa con la

nodriza no solamente se encarga el héroe de mostrar el desacuerdo, sino que

hace que ella se precipite, causándole un descontento que muestra en su

discurso. Analizamos que la nodriza entra en conjunción con la vergüenza y este

aunque la afecta y la ubica en un estado de preocupación, verdaderamente es a

Fedra la que vuelve a sufrir un cambio en su modo de pensar, pues la acción de la

nodriza afecta deliberadamente a la enferma enamorada, y esto está supeditado a

la reacción de repulsión del El hijo de Teseo. Los cambios de la existencia en esta

tragedia siguen la constante que se plantea al principio de este análisis, pues es la

figura del héroe trágico la responsable del cambio:

“FEDRA […] ¿Qué has hecho en mi daño, ¡oh tú, la peor de las mujeres,

ruina de tus amigos!? Que Júpiter, mi progenitor, te hiera con sus rayos y te

extermine. ¿Acaso no te dije. Previniendo tu propósito, que no revelases mi

mal? Pero no pudiste callar, y ya no moriremos sin mancha […]”

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En la cadena de causalidad no podemos dejar por alto que la determinación de

Fedra de quitarse la vida no es más que una cuestión de honor, pues ella como

madre y esposa de un soberano no quiere que su nombre se vea manchado. Sin

embargo la muerte no es la solución sin antes no manchar el nombre de su

amado. Es necesario volver a reiterar la condición de amante de Fedra, pues

como dice Platón en la antítesis del amor: “la fortuna del que ama le incomoda, y

se regocijará con su ruina”.

VENUS: […] Pero después de muerta, causaré daño a otro para que no se

enorgullezca con mis males, y para que, participando también de mi pena,

aprenda a ser más modesto

En el cambio de Fedra vemos que frente al de Hipólito hay reciprocidad, pues este

efecto de causalidad viene a afectar más adelante al héroe, en su deceso.

Configuramos anticipadamente otro aspecto en la figura del héroe trágico y es la

del hombre que prefiere sufrir la injusticia antes que oponerse a ella, y aparece el

concepto de peripecia, pues la acción cambia de sentido, de su curso natural, y

esto nos registra otro cambio en la existencia de Hipólito causada por sí mismo:

“TESEO: ¡Ah, ah! ¿Qué significan estas tablillas suspendidas de una mano

amada? ¿Qué significan estas tablillas suspendidas de una mano amada?

¿Anunciarán alguna nueva calamidad? ¿Dispondrá acaso la infeliz lo que

debo hacer de su lecho y de sus hijos? […]”

“TESEO: Ya mis labios no calarán más tiempo este funesto mal, que cuesta

trabajo decir, ¡oh ciudad! Hipólito se ha atrevido a marchar por fuerza mi

lecho, despreciando el ojo venerado de Júpiter. Pero, ¡oh padre Neptuno!

Que en otro tiempo me prometiste cumplir tres votos míos, cumple uno

contra mi hijo: que muera hoy, si me concediste ese don.”

Sobre el cambio abrupto y casi voraz del rey de Atenas, es fácil demostrar como

su ira lo lleva a redimir el último de los tres deseos al dios Neptuno para así

acabar no solo con su ira sino también con la vida de su hijo desterrado, su hijo

negado y proclamado por él, Traidor. Ante estas palabras de Teseo, nos ubicamos

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en el desarrollo de la peripecia, definida por La Poética como el giro inesperado de

la historia (fabula): la Acusación y el destierro de Teseo hacia su hijo. Aquí

resaltamos otra de las características del héroe trágico, pues Hipólito ante esta

situación no recurre al testimonio de su versión, y solamente halla lógica en los

actos de su padre. El Hipólito es quien prefiere sufrir la injusticia, y no evitarla,

pues como José M. de Quinto dice en “La tragedia y el hombre”: “sabe que va a

morir; se siente inocente pero sabe que va a morir y que es de todo punto inútil

rebelarse”. Definitivamente el héroe trágico genera en los espectadores piedad,

impotencia, pues es inocente.

“HIPOLITO: Decretado ésta, según parece. ¡Cuánta es mi desventura!

Aunque sé lo que ha sucedido, no acierto, sin embargo, a declararlo […]”

Acabamos de adelantar otro cambio de la existencia humana sobre otro de los

personajes de la tragedia –Hipólito–, hemos de tratar primero el cambio sufrido por

Teseo, hombre incauto, que a causa de un efecto bola de nieve, en él cae el peso

de la información poco benevolente y cargada de las culpas de varios personajes

(Nodriza, Fedra y el infeliz pero inocente Hipólito) que causa en él una colisión

afectiva, la cual lo lleva a tomar deliberaciones rudas, sin ningún contraste a la

verdad. He aquí el error, la injusticia que ignora argumentos, precedente

fundamental del hecho patético en esta obra. Estas deliberaciones son causadas,

y siguiendo con la dinámica del estudio, por el buen papel de amante de Fedra,

que para evitar “ensuciar” su nombre, deja escrito la causa de su inmolación, la

causa del arrebato de Teseo. No da espera a la arremetida. Analizamos en esta

figura de gran poder, el arrebato y no la sabiduría de un soberano. Es la fiel

muestra de una reacción humana, en mayor escala, sin la reflexión a la que los

humanos en dichas ocasiones suelen acudir. En Eurípides existe un vestigio del

primitivismo del ser, pasional, pero reiteramos que no es de nuestra incumbencia

incursionar en estos campos.

Con esta sentencia ahora venimos a mostrar más elementos constitutivos de la

tragedia, pues como es el hombre el culpable de sus propias desgracias, o sea

que del mismo hombre viene su destino, hallamos en la figura de Teseo un

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carácter soberbio y sus deliberaciones apresuradas son muestras de una

ignorancia que se verá troncada por un reconocimiento del hecho que acaba de

desencadenar, y que inciden en la existencia de su hijo, pues conocer la verdad

detrás de la injusticia, causa en Teseo un cambio de la felicidad al infortunio.

Hablamos de la figura del reconocimiento, mencionada en la Poética, como el

paso de la ignorancia al conocimiento y quien le adjudica este saber es Diana:

DIANA: […] ¡oh Teseo! ¿Por qué mísero mortal, te deleitan esos males, y

has dado injusta muerte a tu hijo, creyendo lo que no es cierto, seducido por

las falsas palabras de tu esposa? […] No tiene otro objetivo mi venida que

probar la piedad de tu hijo, y su gloria al morir, y el furor de tu esposa, y

hasta cierto punto su nobleza […] Él como era honrado, no accedió a sus

deseos ni fue impío […] Pero Fedra, temiendo que supieras su delito,

escribió una carta falsa y te persuadió lo que quiso, y perdió con engaño a

tu hijo.”

Ya mostradas la peripecia y el reconocimiento, es claro que podemos afirmar con

seguridad que Hipólito es la figura del héroe trágico por la explicación y formación

paulatina que se ha dado a mostrar en este estudio. Pues los dos elementos

nombrados al inicio de este párrafo, en la obra, apuntan a la figura inspiradora del

temor y la compasión: Hipólito. Esto dos elementos, peripecia y reconocimiento

dan cabida a los dolores fuertes, penetrantes que le ocurren al héroe, y esto es lo

que Aristóteles llama Hecho o suceso patético:

“HIPOLITO: ¡ay, ay, ay, ay, de mí! Y ahora el dolor, sí, el dolor me aflige de

nuevo. Déjame abandonado a mi desventura; no prolonguéis mi martirio, y

que la muerte cure mis males. Matadme, matadme, que soy un desdichado;

ojala que me hiera una espada de dos filos y acabe de una vez conmigo

[...]”

Observamos en esta cita la tensión entre ira y tristeza es abismal, y seguro el

cambio es visible, pues Teseo saca de si dos estados totalmente contrarios, por

un lado el deseo de que la vida de su hijo acabe y el otro de que no lo fuera así,

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deseando para él mismo, rey de Atenas, su muerte, pero esto quizás viene a ser

mas fuerte cuando su hijo moribundo deplora sus males y los cree insignificantes

ante los suyos, aun en estado Hipólito en deplorable estado.

HIPOLITO […] ¡Oh padre infeliz! ¡Grande es tu desventura!

TESEO […] ¡Ojalá, ¡oh hijo!, que yo hubiese muerto es tu lugar!

<<En la tragedia todo se cumple necesariamente. El espectador sabe o presiente

que, todo lo que está viendo, va a acabar mal, que, indefectiblemente, todo

cuanto se está desarrollando ante sus ojos, tiene que acabar mal. >>

Aquí damos por terminado los cambios de existencia posibles de ver en esta

tragedia de Eurípides, desencadenados por la figura del héroe trágico, la cual por

su carácter reflexivo, su línea de pensamiento incorruptible, el sufrimiento al cual

no se opone, su soledad, hombre que inspira compasión, y por supuesto

responsable de sus actos y sus desgracias, es la causa principal del cambio de

todos en la obra. Su pensar y actuar somete a la desgracia a Fedra, Nodriza,

Teseo y por supuesto a su propia estampa. Concluimos entonces que el héroe

trágico en esta tragedia y como se reiteró en todo el trabajo, es el ente generador

del cambio de la existencia de los personajes de la obra; El Alfa y Omega de los

cambios presenciados en esta obra en sin duda Hipólito.

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HIPOLITO EL HÉROE TRÁGICO ALTERACIONES EN LA EXISTENCIA

“como estoy puro la saludo desde lejos”

Carácter del héroe Es víctima de su ideología. Se encuentra solo.

Recelo de Venus y sentencia hacia Hipólito. Vaticina la diosa el mal de Fedra, la Nodriza, Teseo e Hipólito.

“Cada dios y cada hombre eligen recíprocamente al que mejor les parece”

Autonomía y carácter reflexivo del héroe.

Recelo de Venus y sentencia hacia Hipólito. Vaticina la diosa el mal de Fedra, la Nodriza, Teseo e Hipólito.

“No es posible callar habiendo oído tales horrores” “no acerque tu mano ni toques mi vestido”

Línea de pensamiento incorruptible.

Despertar emocional en la Nodriza (vergüenza) y Deliberación de Fedra (suicidio)

¡Ay de mí! ¡Ay, si pudiera mirarme frente a frente para llorar los males que sufro!

Sufrimiento del Héroe Frente a las acusaciones de su padre el héroe sufre.

Llorara el que ose tocarme: si lo deseas, expúlsame tú de esta región.”

Sacrificio del héroe Este carácter es de merito, pues hay más valor en el padecimiento del sufrimiento que en la muerte.

“HIPOLITO: ¡ay, ay, ay, ay, de mí! Y ahora el dolor, sí, el dolor me aflige de nuevo. Déjame abandonado a mi desventura; no prolonguéis mi martirio, y que la muerte cure mis males. Matadme, matadme, que soy un desdichado [...]”

Padecimiento e inspiración de sufrimiento, lastima

El héroe trágico encarna el dolor y da muestra de que es su condicione heroica la de inspirar esto en el publico.

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BIBLIOGRAFIA

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LESKY, Albin. (1973) La tragedia griega. Barcelona: Editorial labor S.A.

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BUSCABIOGRAFIAS (2010) Biografía de Eurípides Disponible En:

http://www.buscabiografias.com/bios/biografia/verDetalle/1053/Euripides

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